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Gearóid Ó Loingsigh
goloing@gmail.com
El 29 de agosto, se difundió un video en que Iván Márquez y otros comandantes de las FARC
anunciaron que tomaron los armas de nuevo. La reacción no se hizo esperar, desde Uribe
declarando por enésima vez el fin del proceso de paz hasta las ONG y los social-demócratas
lamentando lo que veían como una traición en algunos casos y otros como el triste pero no
inesperado resultado de las políticas de Duque.
Esto quiere decir que es una guerrilla que discrepa con el partido La FARC (esto de los
nombres va causar mucha confusión en el futuro) y las ONG sobre como obligar al Estado
colombiano a cumplir con el Acuerdo de La Habana, por la presión electoral, discurso de
ONG o por las armas. Pero todos están de acuerdo que la meta es cumplir con el Acuerdo.
No existe en lo que hemos visto hasta el momento la más mínima autocrítica sobre dicho
acuerdo o el proceso como tal. Sino hablan más bien de la perfidia del Estado.
Tienen algo de razón pero no tanto como los que forman parte de la burocracia de la paz
(exrevolucionarios, ONG, social-demócratas, profesionales de los derechos humanos etc.)
quieren hacernos creer. Sí, el Estado ha incumplido en varios puntos. Pero el acuerdo no
es la gran cosa. No podemos criticar al Acuerdo de La Habana por ser reformista, pues no
lo es. Un acuerdo reformista contendría reformas y no las hay. Para mirar un solo punto
donde hablan de incumplimiento: el primer punto sobre la agricultura.
El único cambio sustancial que existe en el Acuerdo de La Habana es el punto cinco sobre
justicia. Se creó la Jurisdicción Especial Para La Paz para juzgar a los crímenes cometidos en
el conflicto. En el Manifiesto se quejan de los cambios hechos a esta parte del Acuerdo no
solo por los políticos sino también por la Corte Constitucional. Sí, es cierto que en el tema
de justicia lo que se implementa ahora no es exactamente lo mismo que negociaron, ni
siquiera es lo que se sometió a votación en el plebiscito. Pero los cambios posteriores no
son el problema, el problema es uno de fondo, es filosófico, ideológico y político.
Mucho antes del plebiscito y los cambios que hicieron en las cortes y el Congreso, las FARC
y el Estado publicaron un borrador de un acuerdo de justicia. Varias organizaciones
analizaron a dicho borrador en su momento. El borrador tenía muchos vicios que llegaron
a estar en el documento final. Entre los problemas principales se encuentran.
Allí comienzan todos los problemas que las FARC tendrían después, reconocieron y
aceptaron ser tratados como criminales y aceptaron individualizar la responsabilidad del
enemigo. No es un asunto simplemente de condenas y responsabilidad penal, sino va al
fondo del asunto de que es el conflicto colombiano. En el Acuerdo es un conflicto entre un
Estado cuyos funcionarios a veces se exceden o infringen la ley y unos criminales de las
FARC. En ese marco no existe una estrategia de terrorismo de estado, ni mucho menos una
responsabilidad del Estado por el conflicto en sí.
En La Habana las FARC solo tenían que defender conceptos como la rebelión, el terrorismo
de estado como una realidad y negociar cambios estructurales en el sistema jurídico. Lo
pasaron por alto y en vez de negociar una nueva Ley de Extradición que prohíbe la
extradición por crímenes cometidos en Colombia, optaron como los creídos y egocéntricos
que son, por unas prebendas jurídicas para ellos mismos, no más. Poco les importó como
funcionaría el sistema judicial para el resto del pueblo luego del Acuerdo.
Hoy pagan las consecuencias de sus decisiones, son tratados como los criminales que
reconocieron ser y como toda prebenda, pues se puede alterar. Las ONG y políticos del
Polo Democrático que los asesoraron no viven las consecuencias de sus consejos a las FARC.
Se rodearon de cínicos y aquí estamos y ante el rearme esos mismos cínicos condenan a
aquellos que asesoraron durante el proceso de paz. Cómo dice el refrán popular si se
acuesta con niños, amanece orinado y los farianos están bien orinados.
Así las FARC tienen poco derecho a quejarse, estamos donde estamos gracias a ellos y sus
amigos de las ONG y el Polo etc. Pero el surgimiento de una nueva guerrilla o un reencauche
de una vieja debe aportar más que una queja sobre un acuerdo que ellos mismo negociaron
y aceptaron. El manifiesto es decepcionante en la materia.
El manifiesto describe un mundo que no existe y hace una valoración de las fuerzas armadas
del Estado que es surreal y anti-marxista. Valga recordar que ellos a lo largo del conflicto
decían que eran los únicos con derecho de enarbolar la bandera del socialismo y mataron a
varios dirigentes de la izquierda no armada que no cumplían con sus expectativas y además
entablaron guerras con el EPL, cuando el EPL era aún un grupo revolucionario, y también
con el ELN. Pero ahora afirman que los soldados son el pueblo uniformado. Existe un largo
debate en la izquierda sobre lo que son los miembros de las fuerzas del Estado, si son
obreros en uniforme o no, o en este caso obreros y campesinos en uniforme. Un artículo
de las Dos Orillas señala que 80% de las tropas son de la clase popular,2 y aunque no trata
el tema de los policías pues se sabe también que muchos son de clase popular. Venir de
una origen humilde, de una familia obrera o campesina no le convierte a uno en "hermanos
de clase" como afirman las nuevas FARC. Los rompehuelgas en las fábricas son de la misma
clase social que los que en están en huelga, los paramilitares que despojan las tierras de los
campesinos son, en muchos casos, de familias campesinas, y los sicarios del narcotráfico
también vienen de los barrios populares de las ciudades. Pero no son hermanos de clase,
como pretenden las nuevas FARC. Son traidores de clase. Eso es marxismo básico, y es
una postura que hasta algunos social-demócratas pueden compartir, pero no estos nuevos
guerrilleros de las FARC.
Históricamente ha habido casos de los soldados que cambian de bando. El caso más
famoso, quizás, es el de la revolución rusa, cuando en medio de una guerra donde morían
millones, los soldados reclutados forzosamente, cambiaron de bando, en parte por las
circunstancias materiales y en parte por el trabajo político que hicieron los bolcheviques
entre ellos. No es por nada que se formaron sóviets de obreros, soldados y campesinos. La
consigna era de apuntar sus fúsiles contra sus oficiales y derrocar al gobierno. Las FARC no
están proponiendo eso, no piden a los soldados sublevarse. Si no les gusta citar a Marx ni
a Lenin, y es obvio que no les gusta y quizás nunca hayan leído a ninguno de los dos, pues
pueden citar a Bolívar, quien dijo "Maldito sea el soldado que vuelve sus armas contra su
pueblo" y luego en otro momento lo remató con la frase "Todos los pueblos del mundo que
han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos.“ Pero las FARC no proponen
nada de eso, pues su documento habla de soldados respetuosos con el pueblo, aunque
Santrich en una declaración posterior habló de que no querían seguir matándose entre
hermanos de clase y que hacían un llamado a "los integrantes de la Fuerzas Públicas que
tengan dolor de pueblo, a que caminemos juntos por sus reivindicaciones y su felicidad."3
Algo más suave que pedir que le apunten a sus oficiales y la oligarquía. Claro no estamos
en una situación donde se puede pedir algo así, precisamente porque tampoco estamos en
un momento histórico cuando las circunstancias producen soldados dispuestos a tomar el
lado de los obreros y campesinos, ni tampoco como dicen las FARC cuando hay militares
respetuosos con el pueblo.
Sin embargo, el imaginario fariano describe un mundo militar que solo puede ser producto
de una mente febril.
2 Las2Orillas (28/05/2015) ¿De qué estrato social son los soldados de Colombia?
https://www.las2orillas.co/de-que-estratos-son-los-militares-de-colombia/
3 Sputnik News (01/09/2019) Exclusiva: el líder de las FARC Jesús Santrich ofrece una
Su visión de las fuerzas militares del Estado no solo está muy equivocada, cuando no
delirante, sino es hasta peligrosa y no tiene fundamento material alguno en la realidad. Las
FARC de Iván Márquez no son una organización revolucionaria, parecen más a una ONG
dirigida por un esquizofrénico. Al mismo tiempo que dicen que no van a atacar a los
soldados sino a la oligarquía y anuncian el fin del secuestro como medio de financiación,
algo positivo, afirman que ellos van a priorizar "el diálogo con empresarios, ganaderos,
comerciantes y la gente pudiente del país, para buscar por esa vía su contribución al
progreso de las comunidades rurales y urbanas." Entonces señores de las FARC, ¿qué van
a hacer, van a atacar a la oligarquía o dialogar? O ¿es que no saben que es una oligarquía y
quienes la conforman? Pues, no todos, pero incluye a empresarios y la gente pudiente.
Tienen una confusión sobre que es un ejército burgués, que son los soldados y ahora ni
saben que es una oligarquía. Les falta un poquito más de Marx y un buen diccionario, les
sobran esos fusiles. Si ni saben contra quienes pelean, ¿para qué armarse?.
No entienden tampoco que es un Estado. Para ellos el Estado es algo noble, loable, no
representa intereses de clase. Dicen sin sonrojarse:
Habrá que preguntarles cuando fue secuestrado, por quienes y cómo. Es cierto que el
Estado colombiano tiene altos niveles de corrupción, las FARC que ha robado del erario
público con la complicidad de mandatarios locales, temerosos de las consecuencias de su
negativa, sabe bien cuan corrupto es el Estado, pero un Estado no es neutral. La definición
marxista clásica de un estado es que:
EI Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las
contradicciones de clase. El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en
que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la
existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.4
Marx había afirmado mucho tiempo atrás sobre la naturaleza del Estado y lo que hay que
hacer con ello que "la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la
máquina del Estado tal como está, y a servirse de ella para sus propios fines."5 Sin embargo,
la nueva guerrilla reduce el problema con el Estado a uno de corrupción y pide poner en el
Palacio Nariño otra clase de gobierno.
Además de todo, el problema con el Estado, es una cuestión de las virtudes de las personas
que ocupan los cargos. Sin dudas, un estado debe tener funcionarios honestos para
funcionar bien, pero un Estado no es la suma de las calidades individuales de sus
funcionarios sino es una representación de poder, de poder de una clase sobre otra. El
retroceso ideológico es tan absoluto, que uno no sabe ni donde comenzar a la hora de hacer
críticas. Criticar a las nuevas FARC desde una óptica marxista resulta casi imposible, pues
no hay nada en común con ellos, es como criticar a cualquier pensador liberal o derechista.
Rupturas y continuidades
Las FARC anunciaron una ruptura con el secuestro e hicieron una llamada de unidad con el
ELN. Dijeron que buscarán coordinar esfuerzos con el ELN. Puede ser cierto, aunque siguen
usando el nombre completo de FARC-EP, Ejército del Pueblo. Cuando agregaron EP a su
nombre en 1982 era porque según ellos había un solo pueblo y ese pueblo tenía un ejército
y ese ejército eran ellos. Con base en esa idea pudieron justificar todos los ataques
perpetrados contra otros grupos guerrilleros a lo largo de los años. Pero no solo atacaron
a grupos guerrilleros sino a organizaciones campesinas e indígenas que no aceptaban su
hegemonía o no acataban sus ordenes. Uno de los casos más infames es el de los tres
indigenistas de los EE.UU. que trabajaban con el pueblo indígena U'wa contra la
multinacional petrolera OXY. Las FARC los asesinaron para proteger los intereses de la
multinacional norteamericana. Un dato curioso del caso es que cuando el gobierno
norteamericano habla de extraditar a personas que han afectado a personas naturales o
jurídicas de los EE.UU. este caso nunca es una prioridad.
El Estado colombiano como operador de los intereses del imperialismo impulsa a brazo
torcido la vuelta de las fumigaciones con glifosato en territorios indígenas, negros y
de comunidades campesinas. Todos estos hechos, que son recurrentes, ha sido la
marca de la oligarquía en el país, y llevaron a que parte de la insurgencia de las FARC
retornara los caminos de la lucha armada. Esperamos que en esta etapa de las FARC
demuestren una política de deslinde total del paramilitarismo, los intereses de las
multinacionales y el narcotráfico, y un total respeto con las decisiones de las
comunidades indígenas, negras y campesinas. (la negrilla no es del original).6
La cuestión que surge es que porque esa nueva guerrilla surge ahora. Ellos dicen que es por
el incumplimiento del Acuerdo de La Habana. Sí y No.
El propio proceso y acuerdo como ya se dijo fue algo nefasto. Las FARC tuvieron muchas
oportunidades para levantarse de la mesa y no lo hicieron. Cuando Humberto de La Calle,
el jefe negociador del Estado dijo en Oslo en respuesta a Iván Márquez que no iban a
negociar ni tocar el modelo económico era el momento de levantarse. Cuando negaron
liberar a Simón Trinidad de una cárcel norteamericana y aceptarlo como parte del equipo
de las FARC, era el momento de levantarse. Cada vez que las propuestas tímidas de las
FARC fueron rechazadas y puestas en el congelador era el momento de levantarse de la
mesa. Cuando el gobierno de Santos (sí Santos, no Duque) lanzó una arremetida judicial
contra organizaciones sociales era momento de levantarse, cuando bajo el gobierno de
Santos (de nuevo, sí, Santos y no Duque) seguía con los asesinatos de dirigentes sociales era
momento de levantarse de la mesa. Cuando asesinaron al primer exguerrillero, durante el
gobierno de Santos (sí, Santos no Duque) era el momento de romper con el Acuerdo de La
Habana. Pero todos los que aparecieron en el video emitido por las nuevas FARC siguieron
y apoyaron el Acuerdo y el proceso. Durante todo el proceso seguían fieles al proceso y
decían que en medio de todos los incumplimientos y los asesinatos su firmeza era una clara
señal de su compromiso con la paz, y no una muestra triste de su pobreza ideológica y
política.
No es nada ético montar una guerrilla con fines personales. Se supone que una guerrilla es
una organización altruista donde no se busca beneficios personales, pero estos personajes
solo piden que se incumpla el acuerdo menos, sobre todo en lo que concierne el tema de
extradición.
Marquetalia II
Anunciaron que la fundación de las FARC (Bis) era una nueva Marquetalia. Pero el
bombardeo de Marquetalia es un hecho histórico cargado de importancia en su momento.
Allí campesinos pidiendo que el Estado se hiciera presente con escuelas etc, son atacados
por ese mismo Estado y comienza una lucha larga, donde las FARC hacen una serie de
exigencias políticas. Su programa entonces no era un programa revolucionario socialista,
pero estaba a la altura de las necesidades básicas de los campesinos. La declaración de
agosto 2019, es un documento confuso, pobre en todos los sentidos y sin norte político.
Ellos piden negociar otro Acuerdo de Paz, con todos sus defectos, confiados esta vez que el
mismo Estado les va a cumplir, cuando su propio documento deja claro que a lo largo de la
historia el Estado colombiano nunca ha cumplido con nadie. De hecho, el Estado moderno
ha firmado centenares de acuerdos con organizaciones campesinas, indígenas y negras que
termina incumpliendo. Pero ahora las FARC quieren derramar sangre para repetir la historia
con más ingenuidad que nunca. Su organización, su manifiesto, sus posturas confusas y su
pobre ideología no valen ni la sangre que se le puede caer a uno afeitándose por las
mañanas. No tienen una propuesta reformista, ni hablar de una propuesta revolucionaria.