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SOCIETARIO.
I. INTRODUCCION.
El propósito de este estudio, es analizar las profundas transformaciones que se
han operado en los finales del siglo XX en el derecho societario comparado,
que sólo han sido acogidas parcialmente en nuestro país.
Las transformaciones, obvio es señalarlo, vienen impulsadas por los
significativos cambios socio económicos, que con ritmo acelerado se han
impuesto, fundamentalmente en el mundo desarrollado.
Esos cambios, en una extrema simplificación, pueden ser evocados a través de
estos dos conceptos: globalización, en el campo económico, y revolución
digital, en el área de las técnicas de comunicación.
Si bien estos fenómenos se han desenvuelto paralelamente, en el momento en
que se produce la convergencia de ambos, ingresamos en un nuevo tiempo: la
sociedad postindustrial o postcapitalista. (1) Guido Alpa. “New economy e
liberere professioni: il diritto privato e l´attività forense nell´era della
rivoluzione digitale” en Contratto e impresa. Año XVI. No. 3 sett-dec. 2000,
pag. 1177. Peter Drucker. “La sociedad poscapitalista” ed. Sudamericana)
Lógicamente el ámbito del derecho societario no podía estar excluido de los
efectos de estos cambios. La avalancha de reformas ocurridas a partir de los
90 y más aún, las propuestas de reformas pendientes de debate, son el claro
ejemplo que el derecho societario se halla inmerso en un proceso de
transformación.
A ese análisis dedicaremos nuestro trabajo, aclarando que siendo la sociedad
anónima el tipo más importante en nuestra materia, las consideraciones que
siguen se referirán fundamentalmente a ella, con el agregado de la sociedad
de responsabilidad limitada, que es su complemento, en muchos sistemas
como el argentino. Los restantes tipos societarios, de escasa utilización en el
mundo de los negocios, prácticamente no han sufrido variantes.
II. ANTECEDENTES.
Las Compañías coloniales de los siglos XVII y XVIII, constituyen los
antecedentes más relevantes de la actual sociedad anónima.
En 1602 se crea la Compañía Holandesa de las Indias Orientales y en 1612, la
Compañía Inglesa de las Indias Orientales (2) Santiago Hierro Anibaldo “La
doctrina del Derecho Mercantil y el origen de la Sociedad Anónima” Revista
de Derecho Mercantil – No. 229 – 1998 - pag. 1159 y ss. y Gaudencio
Esteban Velasco “El poder de decisión en la sociedad anónima” pag. 43).
En efecto, estas Compañías tenían, una estrecha semejanza con la actual
Sociedad Anónima. La participación de los accionistas estaba representada
por acciones y los socios limitaban su responsabilidad a esa participación de
capital. La distribución de dividendos se efectuaban cada dos años,
usualmente y finalizada la vigencia de la sociedad, los socios se repartían el
aporte más las ganancias del emprendimiento.
Las Compañías coloniales, como es sabido, tenían en común, el hecho que su
origen estaba vinculado a un acto del soberano: el octroi. En la mayoría de los
casos ese poder público, formaba parte como principal accionista.
En el acto de otorgamiento de la concesión, las Compañías eran investidas del
monopolio del comercio para ciertas regiones o eximidas de algunas cargas.
Las exigencias de capital, que requería la expansión colonial era cuantiosa, el
riesgo elevado y la duración, prolongada. La respuesta fue la creación por el
poder político de estas Compañías, que a través del acto de concesión,
imponían la unidad del aporte de capital de muchos socios, durante un largo
tiempo, sin admitir la extinción del vínculo por muerte, ni el retiro de los
socios.
En el siglo XIX, bajo el estímulo de las reformas políticas y económicas, se
produce su privatización, pasando a ser considerado un tipo societario más,
conjuntamente a los clásicos (colectiva, comandita). El Código de Comercio
de Francia (1807) es la primera expresión de este proceso, al incluir entre sus
normas la regulación de la sociedad anónima, aunque con restricciones en
cuanto a su constitución, ya que la sometía al sistema de la autorización
gubernamental.
De ese Código, pasa al de España (1829), Portugal (1830), Brasil (1850) y por
supuesto a nuestro Código de Comercio 1859/1862. (3) Julio Otaegui precisa
las variantes operadas en el sistema de autorización, en relación a estos
Códigos, en un estudio que tiene un vivo interés, especialmente para nuestro
Código (ver “La sociedad desde la ley 15 hasta el Proyecto de 1998 sobre
Código Civil unificado con el Código de Comercio” en Homenaje a Dalmacio
Velez Sarsfield, tomo IV -pag. 83- Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba).
Se fijan en esos cuerpos normativos las características esenciales que definen
el tipo:
1) Las representación de los aportes de los socios, en acciones de libre
transmisiblidad.
2) La total separación patrimonial entre sociedad y socios, que importa el
reconocimiento del principio de responsabilidad limitada en beneficio de
éstos.
La evolución se completa más tarde, con el pleno desarrollo de las ideas
liberales, con la consagración del sistema normativo en el proceso
constitutivo, que es hoy el vigente en nuestro país (Art. 167 LSC).
Hacia fines del siglo XIX la atracción del tipo legal de la sociedad anónima,
comienza a interesar a los medianos comerciantes, que se hallaban privados
del beneficio de la limitación de la responsabilidad, ya que el regimen
sumariamente descripto, atento su vinculación con grandes emprendimientos,
resultaba excesivamente complejo y rígido.
La respuesta a ese requerimiento, fue, en el derecho europeo continental, la
ley de sociedad de responsabilidad limitada del 20 de abril de 1892 (GmbH),
que incorporó un tipo intermedio entre la sociedad de capital por excelencia,
la anónima y la sociedad colectiva, agregando a la limitación de
responsabilidad, tintes personalistas.
La propuesta alemana tuvo pronta expansión. En nuestra legislación fue
incorporado el nuevo tipo en el año 1932, a través de la sanción de la ley No.
11.645.
Esa estructura, que conoce un doble tipo societario con responsabilidad
limitada de los socios, con las variantes que más abajo veremos, constituye el
sistema societario característico en el derecho continental europeo. La
evolución en el derecho anglosajón ha sido distinta. (4) Las necesidades de la
pequeña empresa fueron atendidas de un modo diverso, ya que se optó por
flexibilizar las reglas que regulaban la sociedad anónima, distinguiéndose
entre private company y public company (Inglaterra) y close corporation y
public corporation (EEUU). Janet Dine “Company Law”, pag. 10 y ss.
Macmillan Press Ltd)
II. CONCLUSIONES.
Del análisis de las profundas transformaciones que se vienen incorporando en
el derecho societario comparado, matizada por las referencias al derecho
nacional, cabe en mi juicio, formular algunas conclusiones, que lógicamente
tienen el carácter de provisorias, ante la aceleración de los procesos de
cambios sociales y económicos, que hoy vivimos.
Pareciera claro que el derecho societario va camino a distinguir, con todo
rigor, entre la sociedad abierta y la sociedad cerrada, reconociendo como
elemento diferenciador la financiación a través del mercado de capitales.
Esta sociedad anónima abierta, bursátil, es el fruto de la relevancia que ha
adquirido el Mercado de Capitales, como fuente de financiación empresaria,
ya tradicional en el mundo anglosajón y ahora creciente en la economía
europea. Ello ha originado la cada vez más estrecha relación entre el derecho
del Mercado de Valores y el Derecho Societario.
Las modificaciones que se producen en la estructura de la sociedad anónima
bursátil, en relación al modelo legal (y a su aplicación jurisprudencial) son
substanciales y por ello es atinada la propuesta de establecer para aquellas una
normativa específica (69) H. Alegria, señala tres posibilidades al respecto:
una ley especial que sea exclusivamente de sociedades que hacen oferta
pública, una ley con normas específicas, que complemente a la ley de
sociedades comerciales que debe, en ese caso, ser tomada como base y una
regulación propia, incluida en la ley de sociedades comerciales. Se inclina por
el segundo camino, “El futuro del derecho societario” Jornadas Preparatorias.
UADE, 24 de abril de 2001.
En efecto, la mutación del accionista a inversor, que conlleva incluso la
posibilidad de emitir acciones sin voto, las reglas más flexibles en materia de
capital social, que permiten la emisión de sus acciones bajo la par, soluciones
propias en el derecho de suscripción preferente y en la adquisición de sus
propias acciones, el órgano de fiscalización imperativo y más complejo, y
sobre todo la obligatoriedad de brindar la información relevante, como
formula para garantizar la transparencia de la gestión y el desarrollo del
mercado de capitales, son más que simples cambios.
Es cierto que los datos estructurales del tipo se mantienen vigentes (capital
representado en acciones de libre transmisibilidad y responsabilidad limitada),
y por ello mismo sobrevive la denominación de sociedad anónima, pero las
significativas diferencias apuntadas, abonan la tendencia en vigor.
Es oportuno recordar, en esta instancia, que la concepción tradicional sobre
el derecho de sociedades descansa sobre la idea que la sociedad es una
persona jurídica independiente, y autónoma de sus miembros y de allí, nace la
noción de interés social.
En este esquema, el interés social coincide con el común denominador del
interés jurídico de los socios en la sociedad (70) Rafael Manóvil en “Grupos
de sociedades en el derecho comparado” pag. 571) y esa noción tiñe todo el
derecho societario actual.
Hoy, en la sociedad anónima bursátil, esa noción se modifica también y se
afirma que el interés de la sociedad es la “creación de mayor valor para el
accionista” (71) Ver por ej. Informe Olivencia, pag. 713, punto. 1.3:
“Creación de valor para el accionista” El decreto 677/2001 hace expresa
referencia a este principio en sus considerandos)
Autores de la talla de Pailleseau, llega a afirmar, por ello que la
“reconcepción del derecho de sociedades comerciales conduce a la
eliminación de la noción de interés social, tal como se lo conoce actualmente”
(72) Jean Pailleseau en “La Ley, tomo 1997 – e – pag. 1414. Sobre este tema
tan atrayente, ver especialmente las reflexiones más recientes de Pier Giusto
Jaeger, el recordado autor de “L´interesse sociale” en “L´interesse sociale
revisitato” (quarant´anni dopo) en Giurisprudenza commerciale – 27.6 –
Nov.Dec. 2000).
Por debajo del “umbral del mercado de capitales” (73) La expresión
pertenece a Luis Fernandez de la Gandara en “El problema tipológico: la
consagración del sistema dualista sociedad anónima-sociedad de
responsabilidad limitada” - RdS. – 1994 – Número Extraordinario, pag. 47) la
tendencia del derecho comparado es la aceptación de un fuerte incremento del
derecho dispositivo en las sociedades cerradas, tanto anónimas como de
responsabilidad limitada (74) Sobre el tipo de la SRL ver especialmente la
Ley No. 2/1995, del 23 de marzo de Sociedad de Responsabilidad Limitada
en España. Han comentado esta reforma, autores varios en “Tratando de la
sociedad limitada” ed. Fundación cultural del notariado y en “La reforma de
la sociedad de responsabilidad limitada” ed. Dykinson, SL. Sobre la libertad
de configuración estatutaria en el derecho español, ver José Miguel Embid
Irujo “Autonomía de la voluntad, estatutos sociales y derecho de sociedades
de capital” en Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de
Córdoba. Anales. 1998, pag. 145.
No se percibe, con igual claridad en este ámbito, cual es la propuesta
prevalente, relativa a la reordenación de los tipos societarios. En otras
palabras, despejada la duda de la sociedad anónima abierta, a favor de su
reconocimiento como subtipo específico (75) Cabe recordar que algunos
autores, optan, incluso, por calificarlo como tipo específico. Sobre la
significación de esta distinción ver Héctor Alegría “Los llamados subtipos
societarios en la Ley de sociedades comerciales. Algunos aspectos de su
problemática” en La Ley, 1978 – D – pag. 1221 y Maria Celia Marsili
“Regimen de tipos y subtipos. El caso de la ley 24.467” en VII Congreso
Argentino de Derecho Societario y III Congreso Iberoamericano de Derecho
Societario y de la Empresa) las legislaciones europeas siguen sin resolver, si
deben mantener una sociedad anónima cerrada, como paso previo a la
sociedad bursatil (esta es la propuesta del Proyecto Mirone y del Informe
Marini) o si en cambio debe reservarse para las medianas y pequeñas
empresas, el tipo de la sociedad de responsabilidad limitada (modelo alemán,
aún después de la reforma del año 1994 y orientación de la reforma española,
luego de las reformas de 1989/1995.(76) Recordar, por lo demás, que el
sistema anglosajón tiene sus propias respuestas. Ver E. Gaudarrama Lopez,
pag. 107).
La mayor difusión del tipo de sociedad de responsabilidad limitada depende,
como se ha señalado, de la solución que se le asigne a esta cuestión tipológica
(77) Sobre este debate, ver “¿Sociedad Anónima o Sociedad de
Responsabilidad Limitada ¿ También Gaudarrama Lopez, ob cit, pag. 154).
Sí es clara, repito, la tendencia hacia la flexibilización que se manifiesta,
fundamentalmente en la normativa del regimen de aportes no dinerarios, en la
adopción de decisiones sociales, en la transferencia de las participaciones
societarias, en la validez de los convenios de accionistas, inclusive en su
oponibilidad hacia terceros (78) Estos temas han sido considerados en el
Proyecto Mirone)
Como reflexiones finales, cabe resaltar que es necesaria una renovación de
nuestro derecho societario, ya que el mismo fue dictado en momentos en que
existía un Estado caracterizado por su intervención en la economía, y con
fuerte participación de las empresas públicas en la producción y prestación de
servicios. Las reglas de la economía globalizada y de la revolución digital,
prevalentes hoy en el mundo, imponen, en consecuencia una adecuación del
regimen societario.
Esa renovación debe partir del reconocimiento que en materia de sociedades
anónimas, como lo ha hecho el derecho comparado, corresponde dictar
normas específicas para la sociedad anónima abierta, que vinculen el Mercado
de Valores, con el Derecho de Sociedades. Este es el camino del reciente
decreto No. 677/2001.
En materia de sociedades cerradas (sociedad anónima y responsabilidad
limitada), nos parece necesario profundizar el camino abierto en el año 1983,
hacia la flexibilización de su regimen.
Finalmente, todo intento de reforma (79) La sanción del decreto No. 677/2001
impone ahora, más que nunca, una actualización de nuestro sistema
societario), debe tener como objetivo esencial, la empresa, ya que la sociedad
es una técnica de organización de la empresa (Exposición de Motivos, ley
19.550). Por lo tanto, las propuestas deben siempre partir del reconocimiento
que nuestra realidad empresaria se destaca por una red numerosa de medianas
y pequeñas empresas, y un número muy limitado de sociedades anónimas
abiertas (hoy sólo 88 sociedades cotizan sus acciones en el Mercado de
Valores). En consecuencia, la reforma debe apuntar a generar, en lo que
corresponde al ámbito societario, una normativa fundamentalmente
dispositiva que aliente la competitividad de nuestras empresas y facilite su
financiación, temas que son en mi juicio, los más urgentes en nuestra
economía, hoy.
En ese orden de ideas, el presente estudio, pretende ser sólo un estímulo, para
renovar nuestro sistema societario, al servicio de empresas más competitivas y
eficientes en la Argentina.
Miguel C. Araya