Anatomía tiene su origen en el latín anatomĭa que, a su vez, procede un
término griego que significa “disección”. El concepto permite nombrar al análisis de la conformación, el estado y los vínculos de los distintos sectores del cuerpo del ser humano y de otros seres vivientes.
La anatomía, por lo tanto, estudia las características, la localización y las
interrelaciones de los órganos que forman parte de un organismo vivo. Esta disciplina se encarga de desarrollar un análisis descriptivo de los seres vivientes. El primer estudio anatómico data del año 1600 a.C y se encuentra registrado en un papiro egipcio. A través del mismo es que podemos saber que esta civilización tan antigua contaba con conocimientos importantes en lo que hace a vísceras y estructura humana, aunque poco sabían de cómo funcionaba cada órgano. Quien aumentó los conocimientos en esta rama fue Aristóteles, en el siglo IV a.C. En esa época se llevaron a cabo las primeras disecciones de cadáveres humanos y, gracias a ellas, pudo conocerse el funcionamiento de las diferentes partes del organismo. Posteriormente, los romanos y los árabes avanzaron un poco más y, más tarde, durante el renacimiento surgieron nuevos estudios que se dieron a conocer como anatomía moderna que se basaba, no ya en los escritos de unos miles de años atrás sino en la observación real que diversos científicos realizaron, entre los que se encontraba Andrés Vesalio, uno de los representantes claves de esta ciencia. Diversas clasificaciones De acuerdo a su enfoque, es posible dividir a la anatomía en anatomía clínica o aplicada (vincula un diagnóstico a un tratamiento), anatomía descriptiva o sistemática (divide al organismo en sistemas), anatomía regional o topográfica (apela a separaciones espaciales), anatomía fisiológica o funcional (se centra en las funciones orgánicas) o anatomía patológica (especializada en los daños que sufren los órganos), entre otras. A su vez de acuerdo al tipo de organismos que estudia esta ciencia puede