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Las Caracteristicas Del Gobierno Civil
Las Caracteristicas Del Gobierno Civil
OCKHAM
Anticipación a la política moderna
Si bien es cierto, que Guillermo de Ockham no desarrolló como tal una doctrina
política o un tratado sobre política, no implica necesariamente que no hubiese hecho
un aporte en la materia. Lo que aquí deseo proponer, es un punto de discusión que
me lleve a sostener la siguiente afirmación: que Guillermo de Ockham es precursor
de la política moderna. Para ello, la obra central de estudio será Sobre el Gobierno
tiránico del papa. En ella, se esbozan las principales discusiones como lo son el
poder civil y el poder eclesial; discusión en la que se observa una administración del
poder político religioso en cabeza del papa quien, como lo irá mostrando Guillermo,
justificará teológicamente la esencia del poder político en Dios, apelando a las
sagradas escrituras. Esta prepotencia del papa (Juan XXII) incomoda a Guillermo
de Ockham, lo que le hará formular planteamientos que llevan a concluir que el
poder político no debe ser una teocracia y también debe recaer en lo civil. Otras
discusiones darán cuenta de la libertad religiosa y la división que se debe dar entre
fe y razón y entre poder espiritual y poder temporal. No solo es Guillermo un fraile
o un religioso e incluso un teólogo, sino que es un filósofo que se piensa desde el
momento histórico en el que se encuentra. Y uno de sus mayores aportes será la
propuesta del Gobierno civil.
A veces el papa tiene poder por derecho divino, concedido directamente por orden
de Cristo. Tal sería el poder del orden y el poder de enseñar, así como el de exigir
los bienes temporales por los espirituales que siembra en el pueblo de Dios.
(Ockham, p. 13-14)
Esto quiere decir, que tanto el poder civil y eclesial, corresponden únicamente a la
potestad del Papa, es el administrador único de la verdad. Pero ese poder no viene
producto de la organización jerárquica de la iglesia, sino que es producto del
designio divino: “Te daré las llaves del reino de los cielos y lo que desatares en la
tierra desatado quedará en el cielo” (Mt. 16, 19). La iglesia es universal, y como
universal tiene una cabeza que es el Cristo y un vicario escogido por él mismo; es
él a quien hace referencia la cita bíblica, aquel al que llamamos pedro.
Con esta cita, no solo se logra entender que el papa tiene poder total en lo civil y en
lo eclesial, sino que a su vez afirma que el poder espiritual se encuentra por encima
del temporal. Para Ockham esto es una contradicción. Aunque en principio se diga
del Papa que “tiene tal plenitud de poder tanto en las cosas temporales como en las
espirituales para hacer todo lo que no repugna ni a la ley divina ni a la ley natural…”
(Ockham, p. 24), Ockham rechaza tal afirmación porque no está fundamentada. Y
no está fundamentada por la concepción misma que de la ley se tiene: “…la ley
evangélica es la ley de la libertad perfecta —de lo que se deduce que se puede
entender bien y mal el que el papa no tiene tal plenitud de poder…” (Ockham, p.
27). Y se puede entender bien, que el papa no posee tal autoridad en las leyes,
porque estas buscan dar la libertad tanto en lo civil como en lo eclesial y si se juzga
al Papa en relación con el Cristo, este último puede libertar en cualquier escenario,
en tanto es hijo de Dios, mientras que el primero no lo puede hacer. No es función
del Papa limitar sino utilizar la inteligencia que Dios le ha concedido para proclamar
la verdad y ayudar a los oprimidos; imitará a Cristo en la enseñanza de la verdad,
mediante la cual los gobiernos civiles corruptos pueden ser desechados.
Guillermo de Ockham se sitúa en medio de la batalla entre el Papa Juan XXII con
Luis IV de Baviera. Y en medio de esa disputa es que Ockham escribe. En medio
de esa disputa se plantea un orden político de la iglesia, entendido éste como la
posibilidad de que exista en las comunidades democracia; en donde se pueda
discutir con argumentos de razón y en donde la fe se encargue de las cuestiones
que le conciernen, a saber, en el ámbito religioso. Ockham está empeñado en que
se debe dar la ruptura entre fe y razón en cuanto a que se sigue admitiendo la
defensa de la totalidad del poder desde la iglesia; él no admite, por ningún motivo,
que el Papa sea infalible y por ello él mismo condena al Papado de Aviñón por
dedicarse a asuntos que, lejos de ser religiosos, pertenecen mucho más al ámbito
social, secular o civil. A propósito de ello, Rodríguez (1992) afirma en su Estudio
preliminar:
Ni el papa ni el concilio tienen autoridad para establecer verdades que todos los
fieles deban aceptar. En este sentido la infalibilidad del magisterio religioso
pertenece solamente a la Iglesia, «multitud de todos los católicos que hubo desde
los tiempos de los profetas y apóstoles hasta ahora» (p. 23)
Esto quiere decir que la iglesia solo es infalible en los asuntos religiosos más no en
los asuntos civiles. Aquí está reafirmando la separación entre razón y fe,
asignándole a cada una un dominio distinto, sobre el cual, cada una de ellas domina
de manera “individual”. Si ninguna de las dos, invade el dominio de la otras,
difícilmente entrarán en controversia.
Estas disposiciones permiten hacer lectura de las características del gobierno civil
que se puede leer en Ockham y a su vez esas características permiten leer a
Ockham como precursor de la política moderna. Veamos.
a. “La providencia divina…permitió quizá que algunos de los llamados obispos
romanos extendieran ilícita y presuntuosamente a las cosas divinas y
humanas su poder usurpado y con engaño” (Ockham, p. 21). En primera
instancia, la separación de poderes, lo espiritual y lo temporal, marca una
diferencia radical en el pensamiento de Guillermo, pues al afirmar que la
autoridad del Papa usurpa las libertades de los hombres, está concluyendo
que el Sumo Pontífice no puede discutir los asuntos de orden civil, los cuales
le corresponden estrictamente a los reyes y al emperador. Ambos poderes,
temporal y espiritual, son tratados de manera “individual” por Ockham. Esto
genera un cambio en la concepción del modelo del gobierno jerárquico de la
iglesia. Visto de manera rápida, no tendría ninguna importancia para las
sociedades modernas; sin embargo, la división de poderes es un fin común
a las los modelos de gobiernos actuales Por ejemplo, para nuestro mundo
moderno sería imposible comprender una democracia si los individuos
dependieran de los designios de sus líderes religiosos, además, sólo el sujeto
reconocido con derechos y deberes puede rebelarse contra una ley que sea
injusta, bien sea religiosa o civil, por ejemplo, como en países como Irán o
países que padecen la “guerra santa” no cuentan con ese tipo de derechos.
El Papa no puede privar a ningún individuo de las libertades que han sido
concedidas por Dios. Debe tener en cuenta, incluso, que, en el caso de la
potestad de los obispos, esta no viene de Dios mediante el Papa sino mediante
del pueblo de Dios. Es el pueblo quien los elige y consiente. El Papa debe ser
una figura que promueva la libertad de los individuos y a la vez la libertad del
pueblo de Dios.
Uno de los puntos centrales de su pensamiento político, tiene que ver con el
individuo, al reconocerle a éste derechos y deberes independientes de la
comunidad. El individuo es el agente principal de la política, pues al reunirse
esa voluntad de cada individuo y decidir sobre cuál es la mejor forma de
gobierno que necesitan los individuos para vivir felices, es como se puede
conformar una comunidad política, alejada de la interpretación teológica de
la política.
Bibliografía
Ockham, Guillermo de. (2014). Sobre el gobierno tiránico del Papa. (Pedro
Rodríguez Santidrían, trad., 2da edición). Tecnos, Madrid.
Biblia Católica.