PROGRAMA ACADÉMICO DE CONTADURÍA PÚBLICA Asignatura: Principios éticos en la formación contable financiera Nombre: Santiago Peña Código: 1841007 Docente: Álvaro Revéis Análisis Fecha de entrega: 1/09/2019 Obra: Acción Civil (1998) Jan Schlichtmann dirige un bufete de abogados de éxito. Después de una entrevista en la radio, Schlichtmann está en la obligación de defender a ocho familias que dicen sufrir problemas de salud por culpa de los residuos tóxicos que dos empresas de la zona han vertido en las aguas públicas. El equipo de Schlichtmann se pone manos a la obra con la investigación, pero los estudios geológicos, el proceso de entrevistas y las complicadas relaciones con los abogados de las compañías denunciadas extienden el proceso más de lo que se espera. Schlichtmann, acostumbrado a acordar con las partes implicadas antes del juicio, deberá reformular su ética y sus rutinas de trabajo. Mientras, la capacidad adquisitiva de su sello va descendiendo día a día hasta sumar una deuda imposible de contrarrestar. para Schlichtmann y su equipo de trabajo, la situación de demanda representa una ganancia financiera, pues aquellos que se desempeñan en el área de daño corporal normalmente logran evitar ir a juicio, toda vez que, la mayoría de las ocasiones las partes involucradas en el conflicto llegan a un acuerdo monetario. En consecuencia, los abogados especializados en este tipo de casos se ganan fama de aprovechados, de abusivos, gente que se beneficia de las tragedias de los demás “Toda la intención de la demanda es llegar a un acuerdo”, dice este hombre en un punto de la película. como si en el fondo, se buscara una forma de reparar el daño sufrido con dinero. El problema es que el dinero no siempre puede hacerlo. De esta forma lo razonan los padres que interponen la demanda y dicen que ellos no están ahí por el dinero, sino porque buscan una disculpa; lo que en el fondo quieren es ponerle cara a un responsable para poder culparlo de lo sucedido. Buscan una forma de desahogo, una figura tangible, un rostro, un nombre hacia donde enfocar su enojo y su pesar, para que, al mismo tiempo, el identificado como responsable tome conciencia de sus acciones, asuma las sanciones jurídicas, administrativas y económicas que el gobierno de la ciudad y el sistema de justicia deberían establecer derivado de lo éticamente correcto. Las familias quieren que la ciudad sea restaurada, su agua deje de estar contaminada, que se regulen las acciones de tratamiento correcto de desechos contaminantes, que se le obligue a las empresas actuar con responsabilidad para proteger el medio ambiente (responsabilidad social según Guillen), para evitar que más casos de niños y gente enferma se sigan acumulando, para evitar muertes sin motivo. Schlichtmann fracasa en el caso por muchas razones: Su prejuicio exclusivo por reconocer con la mayor caución a sus clientes es una de ellas y es que va unido con su ego, con su hambre de arrollar y formar un bien a gente con quienes se comprometió. no obstante, conociendo que no siempre fue algo factible. Y es que el asunto jamás llega a resultar en todas sus ramificaciones ya que precedentemente de que los testimonios de las familias puedan ser escuchados, se alega una acción para oponerse la imputación en contra de la compañía de alimentos (el acta 96 F.R.D 431), en una razón semejante de subjetiva y literal, argumentando que, si hubo contaminación, fue porque la tenería derramó químicos, por tanto, la responsabilidad directa es de ellos, no de la empresa que los contrata El escondrijo de esta estipulación en dicha acta es una justificación amañada del estatuto, que se aprovecha de términos falto de claridad y que no pueden ser tomados de modo acartonado, porque implican muchas otras cosas, pero que son presentados por los abogados de la compañía envueltos en tecnicismos legales, para además conseguir su objetivo, trastocarse del aprieto. Entonces la empresa es excusada ya que no puede establecerse la correlación con el hecho criminal, impidiendo de este modo la emergencia de profundizar en la investigación de la carga ética por inmunizar los negocios por sobre de los efectos en el medio ambiente y los perjuicios en la salud de los ciudadanos. Es, asimismo, examinado a partir de otro punto de vista, una forma de cortar la conexión directa con el culpable material, por así decirlo, para deshacerse del conflicto precedentemente de que trascendencia más claramente a la empresa. El proceso jurídico y la interpretación de la ley se enfocan entonces en formulismos y olvidan que el verdadero problema es la forma irresponsable con que la empresa trata los desechos contaminantes y la agresión sanitaria que representa su actuar hacia la ciudad, las familias que ahí habitan y la naturaleza en general. Al final, los demandantes deben conformarse con una suma mínima de compensación, en lugar de arriesgarse a perderlo todo; pero por lo menos abriendo el suficiente camino para encontrar la verdad, que la información sobre el desecho de químicos a las aguas y suelos del lugar está ahí, sólo que escondida entre mentiras y evidencia no presentada porque, los mismos trabajadores y dueño de la tenería, han hecho lo necesario para ellos mismos sobrevivir al sistema. El abogado defensor, a excepción de medios para extender el proceso legal, deja el caso en manos de la Delegación de Socorro Ambiental, para apelar el caso, descubriendo entonces que su orientación siempre estuvo equivocado y que lo más y más significativo de la demanda no son las familias o los niños fallecidos, no es el llamado a la ética o el deseo de castigar a quienes fueron responsables de hundir materiales químicos al agua, sino cuidar el ambiente y que es, a fin de cuentas, el que provee al prójimo de recursos para vivir, es de acentuar que la contaminación afecta al planeta, a la tierra y a los recursos naturales y, por ende, al hombre mismo, en su salud y su progreso. Jan Schlichtmann lo veía como un caso legal donde manejar las partes para hacer dinero, a través de una puesta en escena teatral de los hechos, cuando, en el fondo, la demanda era mucho más grande que él y el enfoque que quiso darle. Talvez sea esta la lección que se intenta impartir, la de que en los bajos fondos no hay redención posible. Sin embargo, la violencia es tan desgarrador que, más que agotar, impide una visión más completa del panorama propuesto. Al fin y al cabo, tanta gratuidad termina por ofender, antes que inquietar al espectador. con base en el capítulo siete de Guillen “ética y responsabilidad social” se puede apreciar como aquellas empresas que contaminan los recursos naturales, no poseen como tal una responsabilidad social (su enfoque de actuación social) ya que en ningún momento se les pasa por a cabeza el bien común, o como sus acciones pueden afectar negativamente a la sociedad más cercana. Además, se puede inferir con respecto al abogado, como este no cuenta con los principios necesarios para reconocerse como alguien integro que puede actuar de manera responsable, los cuales son el principio de justicia, ya que en un inicio este es guiado puramente por el dinero, no posee el principio de profesionalidad con sus clientes, además de que no maneja los principios de excelencia para con las demás personas en su entorno. El grupo implicado en este caso (los stakeholders) sería la tenería, ya que esta derramó los químicos, por tanto, la responsabilidad directa es de ellos, no de la empresa que los contrata