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TEMA 1

EL ESPAÑOL ACTUAL
(Alicia San Mateo y Pilar de Vega)
ÍNDICE

1.0. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................3

1.1. EL ESPAÑOL ESTÁNDAR. NORMA Y USO ..................................................................5

1.1.1. Las variedades de la lengua ...........................................................................................5


1.1.2. La norma y el uso ..........................................................................................................7
1.1.3. El español estándar ........................................................................................................9
1.1.4. Las Academias de la lengua. La Real Academia Española .........................................10

1.2. EL ESPAÑOL COLOQUIAL. SITUACIÓN Y USO ........................................................12

1.2.1. Los registros o variedades funcionales o diafásicas ....................................................12


1.2.2. Lengua oral y lengua escrita ........................................................................................12
1.2.3. Registros y modos de comunicación humana..............................................................16
1.2.4. Definición de registro coloquial: rasgos .....................................................................16
1.2.4.1. Coloquial frente a conversacional, familiar, popular y vulgar ............................ 16
1.2.4.2. Rasgos del registro coloquial: primarios y situacionales ..................................... 17
1.2.4.3. La conversación coloquial ................................................................................... 18

1.2.5. Características del registro coloquial...........................................................................19


1.2.5.1. Características de organización y formulación del mensaje ................................ 19
1.2.5.2. Características del nivel fónico ............................................................................ 21
1.2.5.3. Características del nivel lexicosemántico ............................................................ 21
1.2.5.4. Características del nivel morfosintáctico ............................................................. 22
1.2.5.5. Intensificadores y atenuantes ............................................................................... 24
1.2.5.6. Venga y vale ........................................................................................................ 27
1.2.5.7. El lenguaje gestual ............................................................................................... 28

1.3. RECURSOS Y MÉTODOS DE TRABAJO ......................................................................28

1.3.1. La página web de la RAE ............................................................................................30

BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................40

EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN DEL TEMA 1 ..................................................42

RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN DEL TEMA 1 ............43

1
MATERIALES PARA LA PREPARACIÓN DEL TEMA

 SECO, Manuel (1981). ―La lengua, los niveles y la norma‖. Conferencia en Problemas de la
lengua española. Madrid: Fundación Juan March [En línea].
Disponible en: www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=300.

 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: página web: www.rae.es.

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2014). Diccionario de la lengua española (DLE) (23.ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe [En línea]. Disponible en: http://dle.rae.es.

 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2005). Diccionario panhispánico de dudas (DPD). Madrid:


Santillana [En línea]. Disponible en: http://lema.rae.es/dpd/.

 Tema en el curso virtual.

2
1.0. INTRODUCCIÓN
Este primer tema se compone de tres apartados. En los dos primeros nos vamos a ocupar de
varios conceptos que resultan esenciales para comprender la situación del español actual: el español
estándar, la norma y el uso; y el español coloquial. En el tercero, veremos unas instrucciones
orientativas sobre el manejo de los recursos que la Real Academia Española (RAE) pone a disposición
del usuario en la red y que serán fundamentales para la preparación de una parte de la asignatura.

El estudio del tema como el del resto de la asignatura requiere el uso de materiales de
distintos tipos, pero, teniendo en cuenta las dificultades con las que a menudo se encuentra el alumno
de la UNED, hemos procurado que todos ellos resulten accesibles (y asequibles) con el mínimo
esfuerzo.

En el § 1.1, El español estándar. Norma y uso, nos basaremos en primer lugar en el estudio de
la conferencia de Manuel Seco ―La lengua, los niveles y la norma‖.1 Partiremos de nociones básicas,
como son las de lengua española, comunidad lingüística y, más concretamente, comunidad lingüística
hispánica, que nos conducirá a la doble denominación de nuestra lengua como castellano o español.
Tras un breve repaso a la dicotomía que establece Saussure entre lengua y habla, recordaremos los
tipos de variedades que presenta el español y revisaremos los conceptos de niveles de lengua en los
que se basan las variedades geográficas y socioculturales y niveles de habla, fundamento de las
variedades diafásicas o funcionales. Veremos la postura de la RAE expuesta en el Diccionario
panhispánico de dudas (DPD) y quien lo desee puede profundizar en los conceptos de norma
lingüística y lengua estándar con la lectura optativa del artículo ―Lengua estándar, norma y normas en
la difusión actual de la lengua española‖, de la catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid
Violeta Demonte.2

Al final de este apartado (1.1.4) veremos algunas nociones sobre la historia y el


funcionamiento de la Real Academia Española, institución que, junto con las otras Academias situadas
en América y en Filipinas, se encarga de mantener viva la norma y preservar la lengua española de una
temida disgregación que conduciría a la dispersión de la comunidad hispanohablante.

En el § 1.2, El español coloquial. Situación y uso, nos centraremos en la caracterización del


registro coloquial, en cuáles son las situaciones de comunicación en las que se emplea con mayor
frecuencia, sus características fundamentales y constantes, de qué modo se plasma en los distintos
niveles de análisis lingüístico (fónico, morfosintáctico y lexicosemántico), etc.

Manuel Seco (1973: 361)3 señala que el error que ha conducido a tantas vacilaciones sobre la
definición de la lengua coloquial ha sido identificarla con la lengua popular informal, sin tener en
cuenta que también la lengua media o estándar tiene una vertiente coloquial y que, así como el
término popular hace referencia a un nivel de la lengua, coloquial alude a un nivel del habla. Es decir,
que lo que denominamos español coloquial es un registro, perteneciente, por lo tanto, a un nivel de
habla, que no depende de la clase social a la que pertenezca el hablante, ni de su formación cultural,
sino que corresponde a un uso de la lengua establecido en función de las circunstancias en que se
desarrolla la comunicación (lo que se denomina situación de comunicación).

1
http://www.march.es/conferencias/anteriores/voz.asp?id=300.
2
Reproducimos el artículo en un archivo aparte, en el que se han corregido varias erratas, pero también se puede
encontrar en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1230359.
3
Actualmente, Antonio Briz (1996: 25-31) sostiene esta misma teoría.

3
Esta teoría puede esquematizarse en el siguiente cuadro:

NIVEL DEL HABLANTE SITUACIÓN DE COMUNICACIÓN


(Variedades diastráticas) (Variedades diafásicas)

ESTRATO CULTO registro formal

registro formal
ESTRATO MEDIO O ESTÁNDAR
registro informal
registro coloquial (oral y escrito)
registro formal
ESTRATO POPULAR
registro informal

NIVEL DE LA LENGUA NIVEL DEL HABLA

Por fin, en 1.3, Recursos y métodos de trabajo, empezaremos a familiarizarnos con la página
web de la Real Academia Española, que va a ser fundamental para el desarrollo de una parte de este
curso. Así, a partir de unas orientaciones prácticas, veremos cómo acceder a materiales que nos van a
resultar de gran utilidad, no solo en la preparación de esta asignatura, sino también a lo largo de todos
los estudios de Grado y para el trabajo profesional en el futuro. Aprenderemos, pues, a manejar con
soltura los materiales que la RAE nos ofrece en línea, como, por ejemplo:

El Diccionario de la lengua española (DLE).4


 El Diccionario panhispánico de dudas (DPD).

 Las respuestas de la RAE a las dudas que con más frecuencia le plantean los usuarios.

 El CREA (Corpus de referencia del español actual), banco de datos léxicos que compila

textos españoles e hispanoamericanos desde 1975 hasta la actualidad.


 El CORDE (Corpus diacrónico del español), banco de datos léxicos que recoge textos

anteriores a 1975.
 El Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, que permite consultar el Diccionario

de autoridades y las 21 primeras ediciones del DLE.

4
La sigla DRAE, que tradicionalmente se utilizaba para designar el Diccionario de la Real Academia Española,
fue sustituida en su 23.ª edición, de 2014, por DLE (Diccionario de la lengua española), puesto que esta obra,
como todas las que emprende la RAE, se realiza, desde 1999, en colaboración con la Asociación de Academias
de la Lengua Española (ASALE). Aun así, sigue siendo habitual el uso de la sigla DRAE junto a la ahora
preferida DLE.

4
1.1. EL ESPAÑOL ESTÁNDAR. NORMA Y USO

1.1.1. Las variedades de la lengua

La lengua que conocemos como castellano o español presenta, como la mayoría de las
lenguas, una gran riqueza de variedades en función de diferentes aspectos.
En primer lugar, conviene diferenciar la perspectiva diacrónica también llamada
cronológica o temporal y la sincrónica, que no tiene en cuenta el factor tiempo.

Desde un punto de vista diacrónico, el español ofrece una serie de variedades históricas que se
han desarrollado a través del tiempo y se han ido manifestando durante las distintas etapas de su
evolución. Podemos diferenciar el español arcaico de los siglos X a XII; el español medieval, en los
siglos XIII a XV; el español clásico, también denominado del Siglo de Oro, en los siglos XVI y XVII;
el español moderno, en los siglos XVIII y XIX; y el español actual o contemporáneo, desde el siglo
XX hasta la actualidad.
Las disciplinas que se ocupan de estudiar la lengua en su vertiente diacrónica son la Historia
de la lengua y la Gramática histórica.
Desde un punto de vista sincrónico, se pueden diferenciar tres tipos de variedades
fundamentales: las diatópicas, las diastráticas y las diafásicas.

Variedades diatópicas o geográficas son las que se utilizan en los distintos lugares que
pertenecen a la comunidad lingüística hispanohablante y que constituyen los dialectos.
En el territorio español se hablan los llamados dialectos históricos (el asturleonés y el
navarroaragonés) y las variedades que derivan del propio español: el extremeño, el andaluz, el canario
y el murciano. Cada uno de ellos mantiene sus peculiaridades fonéticas y prosódicas; es decir, su
acento, así como sus diferencias morfosintácticas y léxicas. Pero también hay que tener en cuenta las
variedades que presenta el español en las zonas bilingües, en las que se produce una influencia mutua
entre las dos lenguas que se encuentran en contacto. Por lo tanto, tendremos que hablar de las
peculiaridades del español de los catalanes, de los gallegos y de los vascos.

El español de América, contra lo que se podría suponer por la enorme extensión que ocupan
los diecinueve países que integran la comunidad hispanohablante, presenta más uniformidad que el
español de España.
El español es lengua oficial en los siguientes países: México, Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Uruguay,
Paraguay, Bolivia, Venezuela, Puerto Rico, República Dominicana y Cuba.
Además, gracias al crecimiento que experimenta la población hispana, cada vez tiene más
importancia en algunas zonas de Estados Unidos, como Florida, Nuevo México, California y la ciudad
de Nueva York.
El español se mantiene vivo en Guinea Ecuatorial donde es lengua oficial junto al francés y
al portugués y en el Sahara occidental, y todavía se conserva en parte en Filipinas, aunque como
lengua minoritaria y en decadencia.
Se habla también español en comunidades de Grecia y Turquía (especialmente, en Estambul),
donde aún se encuentran algunos núcleos de población que siguen conservando el sefardí o
judeoespañol que hablaban sus antepasados cuando fueron expulsados del territorio español por los
Reyes Católicos, a finales del siglo XV.
Como consecuencia de esta diversidad geográfica, las variedades del español son numerosas y
se producen entre ellas notables diferencias, a pesar de las cuales se mantiene una unidad idiomática
común.
5
Las disciplinas que se ocupan de las variedades diatópicas o geográficas son la Dialectología y
la Geografía Lingüística.

Variedades diastráticas o socioculturales son las que se producen en función del nivel
cultural del hablante, pero también en función del sexo y de la edad, aunque a veces una escasa
formación se ve compensada por una sensibilidad especial hacia la lengua y se traduce en una cuidada
expresión idiomática.
Estas variedades, que, como las diatópicas, se producen en el plano de la lengua, dan lugar a
los denominados sociolectos, que se pueden clasificar en culto, medio o estándar y popular.
Como afirma Seco en su conferencia «La lengua, los niveles y la norma», relacionadas con
estas variedades socioculturales existen las llamadas extralenguas o lenguas especiales, que utilizan
los mismos sistemas fónico y gramatical que la lengua estándar pero que se diferencian de ella por el
léxico específico de cada una. En el nivel culto, se puede considerar el lenguaje técnico como variedad
o forma marginal que corresponde a las distintas ramas del saber, de las ciencias y de las técnicas. En
el nivel popular encontramos las jergas propias de cada profesión (la que emplean los médicos cuando
hablan en el hospital; la que utilizan los pilotos mientras vuelan, los mecánicos en el taller…); y
también la jerga de los delincuentes (o del hampa), cuyo carácter críptico favorece el cambio continuo,
imprescindible desde el momento en que sus intercambios resultan comprensibles para toda la
comunidad; los argots propios de determinados grupos sociales, como el juvenil, el gitano o caló, etc.
Del estudio de estas variedades y de los sociolectos resultantes se ocupa la Sociolingüística.

Variedades diafásicas o funcionales son las que se producen según las características de la
situación de comunicación y se manifiestan, por lo tanto, en un nivel del habla, no de la lengua. Es
decir, son los registros que elige el hablante el modo de expresarse que utiliza en función de
distintos factores situacionales, como el canal (oral o escrito), la relación que mantiene con su
interlocutor (familiar, impersonal, jerárquica…), el tema sobre el que se trate (corriente, especializado,
científico…), etc. Este conjunto de circunstancias da lugar a diferentes modalidades o registros, que se
pueden reducir a dos: formal e informal, pero que, por corresponder a niveles de habla, como hemos
dicho antes, son en realidad muy variados y numerosos, puesto que comprenden muchos matices.
Las variedades diastráticas y diafásicas mantienen una estrecha relación entre sí, ya que al
hablante con un nivel cultural elevado le resulta mucho más fácil elegir el registro adecuado a cada
situación que a quien tiene un nivel de educación bajo, que se limita generalmente a utilizar un
lenguaje popular.
Pero el estatus cultural del hablante incide también en la manifestación de las diferencias de
tipo diatópico, por lo que, cuanto más alto sea el nivel cultural o diastrático, menores serán los rasgos
correspondientes a las diferencias geográficas, hasta el punto de que las diferencias lingüísticas entre
hispanohablantes de semejante nivel cultural, procedentes de localizaciones geográficas de América y
España, serán probablemente mucho menores que las que presenten dos hablantes de la misma zona
pero pertenecientes a estratos socioculturales muy diferentes. Volveremos a ocuparnos de este tipo de
registros en 1.2.1.
Desde un punto de vista metodológico, podemos resumir las perspectivas de estudio que
ofrecen las variedades del español en el esquema que ofrecemos a continuación, teniendo en cuenta
que cada etapa histórica admite el análisis de sus propios dialectos, diferencias socioculturales e
incluso normas lingüísticas.5

5
Un ejemplo muy interesante es la pugna que se establece a mediados del s. XVI entre la norma de Toledo, que
había prevalecido en el castellano medieval desde tiempos de Alfonso X (s. XIII), y la que, procedente de
Castilla la Vieja, se impone en la corte de Felipe II, en Madrid; se extiende desde allí a Valencia y a Sevilla y, de

6
VARIEDADES DEL ESPAÑOL
(PERSPECTIVAS DE ESTUDIO)

español arcaico (ss. X-XII)


español medieval (ss. XIII-XV)
Variedades español clásico o del Siglo de Oro (ss. XVI-XVII)
diacrónicas español moderno (ss. XVIII-XIX)
español actual (ss. XX-XXI)

diatópicas (zonas geográficas: dialectos)


lengua
Variedades diastráticas (estratos socioculturales:
sincrónicas sociolectos)

formal
diafásicas (registros) habla
informal

1.1.2. La norma y el uso

En 1962, el lingüista rumano Eugenio Coseriu publicó su estudio ―Sistema, norma y habla‖,
en el que analizaba la dicotomía que establecía Ferdinand de Saussure entre lengua y habla y la
consideraba excesivamente imprecisa e insuficiente, porque pasa demasiado abruptamente del sistema
abstracto que es la lengua a las realizaciones concretas e individuales del habla. Por eso, introduce un
nivel intermedio, al que llama norma, que es lo general, lo constante y más usual más normal en
la comunidad lingüística.
Pero también se denomina norma al conjunto de reglas que determinan lo que se debe elegir
entre las múltiples posibilidades de uso que ofrece una lengua, porque representan lo correcto, lo no
contaminado por las peculiaridades que ofrecen las distintas variedades de la lengua.
Cada lengua es un código organizado como un sistema que contiene todas las posibilidades de
modelos y estructuras que ofrece y que el hablante tiene a su disposición para usarlas en los
enunciados individuales y concretos que constituyen el habla, pero la norma impone unas reglas que
se ajustan al uso ―tradicional‖ y que es necesario observar si se pretende que ese uso sea correcto. Así,
el sistema permitiría decir *andó, *cabimos o *contraí, por ejemplo, siguiendo el modelo de otros
verbos de las mismas conjugaciones, pero la norma impone anduvo, cupimos y contraje, como usos
correctos que son excepciones a la regla.
La norma es un concepto abstracto que corresponde al modelo ideal de corrección impuesto
por la tradición y por una parcela de la sociedad en un momento determinado, pero depende siempre
del uso y es, por lo tanto, inestable, puesto que está sujeta a los cambios que va experimentando la
lengua siempre que sean aceptados por la comunidad como habituales.
La norma establece sus reglas en los niveles fónico, ortográfico, morfosintáctico y
lexicosemántico. Al hablar, todos nos desviamos de la norma en mayor o menor medida, pero esta
debe respetarse especialmente en la lengua escrita, que debe ajustarse a la denominada lengua
estándar.

esta ciudad, a Canarias y América. Se introducen así en la norma del castellano importantes cambios fonéticos
que ocasionan, por ejemplo, la desaparición de las sibilantes sonoras típicas del castellano medieval.

7
Conviene recordar que la comunidad hispanohablante es muy extensa y muy diversa, por lo
que la norma debe ser relativamente abierta para acoger todas las variedades, sin dejar por ello de
preservar la unidad de la lengua. El problema de la unidad se agudiza en el nivel lexicosemántico, que
es con diferencia el que presenta mayor diversidad.
La RAE se manifiesta al respecto en la presentación del Diccionario panhispánico de dudas:
http://www.rae.es/diccionario-panhispanico-de-dudas/que-es.

La norma de hoy
Como toda institución humana, la lengua experimenta cambios en el transcurso de su
evolución histórica, de manera que ese conjunto de preferencias lingüísticas convertidas en
modelos de buen uso que constituyen la norma no es igual en todas las épocas: modos de
expresión normales en el español medieval y clásico —e incluso en el de épocas más próximas,
como los siglos XVIII o XIX—, documentados en escritores de calidad y prestigio indiscutibles,
han desaparecido del español actual o han quedado fuera del uso general culto; y, viceversa,
usos condenados en el pasado por los preceptistas del momento forman parte hoy, con toda
naturalidad, del conjunto de hábitos expresivos de los hablantes cultos contemporáneos. […]

La norma culta
El español no es idéntico en todos los lugares en que se habla. En cada país, e incluso
en cada zona geográfica y culturalmente delimitada dentro de cada país, las preferencias
lingüísticas de sus habitantes son distintas, en algún aspecto, de las preferencias de los
hablantes de otras zonas y países. Además, las divergencias en el uso no se deben únicamente
a razones geográficas. También dependen en gran medida del modo de expresión (oral o
escrito), de la situación comunicativa (formal o informal) y del nivel sociocultural de los hablantes.
Por su carácter de lengua supranacional, hablada en más de veinte países, el español
constituye, en realidad, un conjunto de normas diversas, que comparten, no obstante, una amplia
base común: la que se manifiesta en la expresión culta de nivel formal, extraordinariamente
homogénea en todo el ámbito hispánico, con variaciones mínimas entre las diferentes zonas, casi
siempre de tipo fónico y léxico. Es por ello la expresión culta formal la que constituye el español
estándar: la lengua que todos empleamos, o aspiramos a emplear, cuando sentimos la necesidad
de expresarnos con corrección; la lengua que se enseña en las escuelas; la que, con mayor o
menor acierto, utilizamos al hablar en público o emplean los medios de comunicación; la lengua
de los ensayos y de los libros científicos y técnicos. Es, en definitiva, la que configura la norma, el
código compartido que hace posible que hispanohablantes de muy distintas procedencias se
entiendan sin dificultad y se reconozcan miembros de una misma comunidad lingüística.

Es importante diferenciar la corrección de la propiedad lingüística.


La propiedad al hablar procede de una adecuación interna entre el pensamiento, o la idea, que
se pretende comunicar y la palabra, frase u oración con la que se expresa. En consecuencia, la
impropiedad consiste en no respetar una ley que pertenece al sistema de la lengua.
La corrección, en cambio, supone una adecuación externa de la expresión que emitimos a lo
que la norma acepta como válido.
Por lo tanto, la impropiedad léxica se produce cuando utilizamos una palabra admitida en
lugar de otra palabra también admitida, pero de distinto significado, con lo que el mensaje puede llegar
a no comprenderse (o a comprenderse con un sentido desviado, e incluso opuesto, del que se desea
transmitir). Por ejemplo, si decimos que una medicina es inicua en lugar de inocua, se puede
interpretar exactamente lo contrario de lo que pretendemos expresar, puesto que inicuo significa
‗malvado, injusto‘ y tiene una connotación negativa contradictoria con el significado de inocuo (‗que
no hace daño‘). Otros ejemplos frecuentes de impropiedades son, por ejemplo, usar derecho en lugar
de obligación, deflagración por explosión, se recuerda por se acuerda o recuerda…
8
La incorrección, que suele ser sintáctica, cuando afecta a una estructura, pero que también
puede ser léxica, supone la transgresión de una regla, como ocurre en dijistes por dijiste, hubieron
(tres alumnos que contestaron bien) por hubo (puesto que el verbo haber es impersonal) o, en el nivel
léxico, yerna por nuera, areopuerto por aeropuerto, reitirarse por reiterarse o por retirarse, etc.
Como se puede observar, en estos casos la palabra que pronunciamos no existe o no está admitida.
Son, por lo tanto, incorrectos, pero no impropios, los ejemplos que hemos visto más arriba de
*andó, *cabimos y *contraí.
El peligro estriba en que la incorrección conduzca a la impropiedad.6 Eso es algo muy
frecuente, por ejemplo, en oraciones de sentido negativo o con dos negaciones, donde un uso no
normativo da lugar a la expresión contraria del pensamiento que se desea transmitir. En *Juan ha
desmentido que no se va a casar con Marta, es probable que el hablante que conoce el contexto pueda
comprender que Juan no tiene ninguna intención de casarse con Marta, aunque la oración está
expresando la idea contraria. También se puede producir impropiedad con un simple cambio del orden
normativo de las palabras, como ocurre, por ejemplo, en *La forense no considera que aún exista
riesgo vital, en lugar de La forense considera que aún no existe riesgo vital.7
La persistencia en la impropiedad lingüística conduce, no solo a la disgregación lingüística
entre los hablantes, sino, lo que es más grave, a la ruptura de la comunicación causada por la dificultad
de comprensión.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, tanto en el caso de las impropiedades, como (en
menor medida) en el de las incorrecciones, la norma ha ido cambiando y ajustándose al uso que
imponen los hablantes; especialmente, los hablantes con cierto prestigio sociocultural, puesto que la
postura de la RAE es admitirlas cuando su uso se ha generalizado e incluso han sido adoptadas y
empleadas por personas consideradas de nivel culto. Por eso, la Academia acepta ya, por ejemplo, el
uso de álgido (‗muy frío‘) como ‗culminante‘, o el de lívido (‗amoratado‘) con el sentido de
‗intensamente pálido‘, ambos usos considerados impropiedades hasta hace un tiempo. Y, en el caso de
las incorrecciones léxicas, en la 22.ª edición del DLE se admitieron también las hasta entonces
―inexistentes‖ radioactividad y gaseoducto (aunque como variantes de las formas preferidas
radiactividad y gasoducto), y así se mantienen en la 23.ª, de 2014.

1.1.3. El español estándar

En general, es frecuente la utilización indistinta de los términos norma y lengua estándar,


aunque el primero sugiere, en mayor medida que el segundo, la sujeción a leyes y organismos
reguladores. La lengua que se ajusta a la norma constituye la lengua estándar. Por lo tanto, se llama
español estándar a la lengua española desprovista de las peculiaridades que le aportan las variaciones
dialectales y socioculturales; es decir a la lengua común que cualquier hispanohablante reconoce como
―su lengua‖, con la que comprende a cualquier miembro de su misma comunidad lingüística y se hace
comprender por él, por muy lejano que le resulte geográfica o socialmente. Lo que denominamos
español estándar se acerca más, por lo tanto, a una abstracción ideal que a la realidad concreta de cada
hablante.
El español estándar tiende a igualar a ―estandarizar‖ las múltiples variedades que presenta
la lengua mediante la utilización de una forma común a todas ellas que no tiene por qué ser una lengua
muy culta, pero que a menudo es considerada así, especialmente por los estratos socioculturales de
nivel popular. Esta unificación se produce en todos los niveles lingüísticos, desde el fónico, con una
pronunciación desprovista de localismos, y el ortográfico, que regula la escritura, hasta el
morfosintáctico, con la eliminación de peculiaridades específicas, y el lexicosemántico, que es el más

6
Sobre estos aspectos resulta muy ilustrativo el artículo de Javier Marías ―Que no me entero‖.
7
Los ejemplos están tomados de distintas cadenas de televisión.

9
difícil de controlar para el hablante y, por eso mismo, el factor más proclive a marcar las diferencias,
tanto geográficas como socioculturales, y el más peligroso por lo que supone de elemento disgregador.
De hecho, el léxico es el aspecto que con más fuerza marca las diferencias entre el español de España
(o europeo) y el de América, especialmente si nos adentramos en el campo de los eufemismos y las
palabras tabú.
Como se puede deducir de lo dicho, el español estándar es el que se enseña en la escuela como
prototipo de ―lengua española‖, el que se utiliza en la escritura y en cualquier situación que requiera
un nivel formal de comunicación, y especialmente de intercomunicación con hablantes de una
variedad del español diferente de la nuestra. Está por encima de cualquier tipo de variedad, puesto que
se trata de una abstracción de lengua ideal, formada por los elementos que son comunes a todos los
hablantes de la comunidad y desprovista de particularismos que puedan dificultar la comunicación.
Aunque las tendencias ―políticamente correctas‖ se resisten a admitir el establecimiento de
cualquier tipo de norma por lo que de coercitivo pueda conllevar, es imprescindible la existencia de un
organismo oficial y prestigioso que vele por la integridad de la lengua. Para llevar a cabo esta tarea se
crearon las Academias de la lengua.

1.1.4. Las Academias de la lengua. La Real Academia Española

La preocupación por salvaguardar la pureza de la lengua viene de antiguo y no es, por


supuesto, privativa del español.
Ya en 1583, un grupo de escritores florentinos, bajo el auspicio de
los Medici, fundó la Accademia della Crusca, para burlarse de la
pedantería de los integrantes de la Accademia florentina. Irónicamente, se
autodenominaron la brigata dei crusconi (la crusca es la cascarilla o
salvado del trigo, que debe separarse de la flor de la harina) y
emprendieron una labor de ―limpieza‖ de la lengua con la preparación de
un Vocabulario de la lengua italiana que iniciaron seleccionando el
léxico contenido en la Divina Comedia de Dante, el Decamerón de
Emblema de la
Accademia della Crusca Boccaccio y el Cancionero de Petrarca, con el fin primordial de mostrar y
conservar la belleza de la lengua florentina del s. XIV, y que publicaron
en 1612.8 Toda su simbología gira en torno a la harina y el trigo. Su emblema es el frullone, especie de
cedazo que se utilizaba para efectuar esa operación de criba; y su lema, el verso de Petrarca ―Il più bel
fior ne coglie‖ (―Escoge la flor más bella‖). Paradójicamente, la
primera de las Academias de la lengua fundadas en Europa no se
ocupa en la actualidad de la regularización de la lengua italiana.

En Francia, el cardenal Richelieu fundó la Académie


française en 1635,9 durante el reinado de Luis XIII, con la
finalidad de regular y perfeccionar la lengua francesa, pero, a
diferencia de la italiana, no pretende la conservación de la lengua
Sello de L‘Académie française antigua, demasiado alejada de la del s. XVII. La Academia
francesa es la primera y más antigua de las cinco que integran el
Instituto de Francia y se compone de cuarenta miembros, denominados los Inmortales,10 que ocupan
sendos sillones numerados. En 1694 publicó la primera edición de su Diccionario.

8
Para más información, ver http://www.accademiadellacrusca.it/.
9
Para más información, ver http://www.academie-francaise.fr/.
10
El apelativo procede del lema «À l‘immortalité», que figura en el sello que Richelieu donó a la Academia y
también en su emblema.

10
En España, la Real Academia Española es también la más antigua de las que coordina el
Instituto de España. Fue fundada, a imagen de la francesa, en 1713, por iniciativa de Juan Manuel
Fernández Pacheco, marqués de Villena. Felipe V aprobó su constitución el 3 de octubre de 1714.11
Con el lema Limpia, fija y da esplendor, rodeando la imagen de
un crisol sobre el fuego, se propuso fijar la lengua en el estado de
máximo esplendor que había alcanzado durante el Siglo de Oro.
Es evidente que no se trata de cerrar las puertas a cualquier
innovación que no se encontrara ya en la lengua del Siglo de Oro y que
la institución se ha ido adaptando a los nuevos tiempos.
Como señala el artículo primero de sus Estatutos, la Real
Academia
« [...] tiene como misión principal velar por que los cambios
que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las
Emblema de la necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que
Real Academia Española mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que
esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido
consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad
y corrección, y de contribuir a su esplendor. Para alcanzar dichos fines, estudiará e impulsará los
estudios sobre la historia y sobre el presente del español, divulgará los escritos literarios,
especialmente clásicos, y no literarios, que juzgue importantes para el conocimiento de tales
cuestiones, y procurará mantener vivo el recuerdo de quienes, en España o en América, han cultivado
con gloria nuestra lengua. Como miembro de la Asociación de Academias de la Lengua Española,
mantendrá especial relación con las Academias Correspondientes y Asociadas».

La RAE está integrada por cuarenta y seis académicos de número, que ocupan sillones
identificados con letras mayúsculas y minúsculas, y que son los encargados de fijar la norma
lingüística del español. Para cumplir este cometido, la Real Academia publica periódicamente
gramáticas, diccionarios y ortografías con carácter normativo.
El trabajo de la RAE se distribuye entre una serie de Comisiones que se ocupan de aspectos
concretos, como, por ejemplo, el Diccionario usual, el Diccionario histórico, la Gramática, la
Información lingüística, etc., etc. Estas Comisiones presentan sus propuestas al Pleno organismo
formado por todos los académicos que se reúne los jueves por la tarde, donde se discuten los temas
generales y se decide sobre la conveniencia, o no, de aprobar esas propuestas presentadas por las
Comisiones.

En 1951 se creó en México la Asociación de Academias de la Lengua Española con el fin de


trabajar unidas para salvaguardar la unidad e integridad de la lengua común a todas ellas.
Las veintidós Academias que integran esta Asociación son, por orden de antigüedad, las
siguientes: Real Academia Española, Academia Colombiana de la Lengua, Academia Ecuatoriana de
la Lengua, Academia Mexicana de la Lengua, Academia Salvadoreña de la Lengua, Academia
Venezolana de la Lengua, Academia Chilena de la Lengua, Academia Peruana de la Lengua,
Academia Guatemalteca de la Lengua, Academia Costarricense de la Lengua, Academia Filipina de la
Lengua Española, Academia Panameña de la Lengua, Academia Cubana de la Lengua, Academia
Paraguaya de la Lengua Española, Academia Dominicana de la Lengua, Academia Boliviana de la
Lengua, Academia Nicaragüense de la Lengua, Academia Argentina de Letras, Academia Nacional de

11
Se puede consultar la historia de la Real Academia Española en su página web (www.rae.es), y también en:
ZAMORA VICENTE, Alonso (1999). Historia de la Real Academia Española. Madrid: Espasa Calpe.

11
Letras del Uruguay, Academia Hondureña de la Lengua, Academia Puertorriqueña de la Lengua
Española y Academia Norteamericana de la Lengua Española.
En su artículo sobre la Nueva gramática de la lengua española de la Real Academia, dice el
catedrático Emilio Lledó que ―precisamente por la responsabilidad que implica esa ―humana‖ tarea, el
cuidado del lenguaje es tan necesario y vital como el de la naturaleza que nos rodea, como el del aire o
el del agua, como el de aquellos otros seres que nos acompañan en la vida‖.

1.2. EL ESPAÑOL COLOQUIAL. SITUACIÓN Y USO

1.2.1. Los registros o variedades funcionales o diafásicas

Como veíamos antes (§ 1.1.1.), los registros son variedades de la lengua determinadas por el
contexto comunicativo en el que se produce la comunicación; por lo tanto, no dependen de las
características socioculturales del hablante (variedades diastráticas o sociolectos) ni de su procedencia
geográfica (variedades diatópicas o dialectos).

Los hablantes adecuan12 su conducta lingüística y extralingüística a la situación en que tiene


lugar la comunicación, al canal de producción, transmisión y recepción, al tema del que tratan, a sus
interlocutores y a la relación interpersonal que mantienen con ellos y a sus intenciones comunicativas
(propósito e intención del emisor). Estos parámetros son los que definen los registros. Cuando la
adecuación no se produce, se provocan desajustes de conducta lingüística esperable.

De manera convencional, se distinguen fundamentalmente dos tipos de registro: el formal y el


informal y, participando de ciertas características de ambos, el coloquial.13 Sin embargo, los registros
no constituyen entidades discretas, con límites claros y fácilmente aislables, sino que se dan en un
continuum de habla: entre los extremos de formalidad e informalidad se sitúan registros intermedios
+/ formal, +/ informal.

Muchas veces es difícil establecer dónde está el límite entre lo formal y lo informal. Briz
(1996: 17) pone algunos ejemplos de conversaciones en las que pueden alternar varios registros de
acuerdo con los temas que se vayan tratando: en una conversación cotidiana en la que se hable de la
muerte de un amigo, los interlocutores cambiarán el tono de la interacción; en una declaración
amorosa, se darán a la vez rasgos de formalidad (planificación, tono solemne, fórmulas
preestablecidas) y de informalidad (propios de la relación de familiaridad).

1.2.2. Lengua oral y lengua escrita

Hay una tendencia a identificar el registro coloquial con la lengua oral, y el registro formal
con la escrita. Esto no es necesariamente siempre así, es decir, el registro coloquial también puede
manifestarse en un texto escrito, como vemos en el siguiente texto periodístico de Elvira Lindo,
donde se recurre a léxico, expresiones idiomáticas (te pongan a caldo, te quedarás hasta las tantas),
construcciones sintácticas, acortamientos (la tele), etc., que no son propios del artículo de un
periódico; así como a interjecciones (Ay, Ah) y otras marcas discursivas típicas de la conversación
cotidiana:
12
V. la definición de adecuación en el Diccionario de términos clave de ELE, en la página web del Centro
Virtual Cervantes: http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/adecuacion.htm.
13
V. cuadro de la pág. 4.

12
(1) Ay, los deseos. A veces se cumplen. A veces uno se encuentra con la vida que soñó:
viajes, hoteles, gente que te escucha... Lo piensas en la sala de embarque de un aeropuerto,
después de oír por los altavoces que el vuelo se retrasa por avería del avión. Tu vecino, un
experto en el puente aéreo, te dice: "No, no hay avería; el retraso es por la huelga de
celo". Ah. Entonces, compras una revista, un perfume o miras el móvil. Pero, sobre todo, te
quedas mirando al vacío. Sientes que se te pone cara de gilipollas resignado.

[…] Y sabes que luego saldrás de la habitación y una serie de personas amables te estarán
esperando en recepción, y tendrás que ser simpático, porque en esta vida ya no basta con
ser amable; si eres un personaje público, tienes que ser simpático, contar anécdotas y
divertir a los que te invitan para que no te pongan a caldo en cuanto abandones la ciudad.

[…] Te acostarás y, cuando estés a punto de dormirte, dirás "¿dónde coño se apaga la
luz?", e irás dando a todos los interruptores consiguiendo que se accione el hilo musical,
que venga la camarera y que se encienda la tele. La tele. Te quedarás hasta las tantas
viendo una película absurda y al día siguiente descubrirás que le diste al canal de pago.
[…]

(Elvira Lindo, ―El bobo‖, El País, 25-02-2004.


http://www.elpais.com/articulo/ultima/bobo/elpepiult/20040225elpepiult_2/Tes).

En la literatura también encontramos obras en las que se refleja o imita de manera deliberada
la lengua oral coloquial; en novelas como, por ejemplo, Historias del Kronen, de José Ángel Mañas
(2, 3, 4), La luna en Jorge, de Lola Beccaria (5), El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva (6) o El
Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio; y en obras de teatro como, por ejemplo, Como un asta de toro, de
María del Mar Zúñiga (7):
(2) ―Oye, ¿quién era la piba esa? ―pregunta Manolo―, porque estaba como un queso,
tronco.

(3) ―¿Qué le pasa?

―Es la movida de las tías, ya sabes.

―¿Qué pasa con las tías?

―Pues que no puede seguir así. Si no le echamos una mano, es tan tímido que no va a
conseguir salir nunca con una piba. Tú lo sabes bien, eres su mejor amigo.

―¿Y a ti qué te importa si sale o no sale con tías? Déjale en paz. Es un problema suyo, no
tuyo.

(4) ―Mira, Raúl, sabes perfectamente que me jode que te apoyes en mi hombro.

Se utilizan los imperativos para llamar la atención del interlocutor (Oye, Mira) y los vocativos
(Raúl); se emplean léxico y expresiones propias del registro informal y del argot juvenil (piba, estaba
como un queso, tronco, la movida de las tías, le echamos una mano, salir con una piba, sale con tías,
me jode); y aparece el conector pues, al inicio de una respuesta, para enlazar con la pregunta anterior.
(5) ―¡Ramón! ¿Ramón? ¿Estás ahí?

―Contéstale a la piba, cabrón, o te rajo.

―Sí, Sofía, todavía estoy aquí.

―¿Qué te pasa? ¿Ya no subes? Te llevo esperando un siglo.

Aquí (5) se emplea una hipérbole para darle más fuerza al mensaje (esperando un siglo), se
utiliza argot juvenil (piba), e incluso vulgar (cabrón, te rajo); y se antepone el pronombre personal (te)
al verbo llevar en lugar de ir junto al gerundio (Llevo esperándote).
(6) ―Es igual, Vila. Este tipo está listo, aunque se le aparezca San Pedro en el juicio y lo
suelten dentro de dos años. Cuando uno pisa el talego ya no vuelve a ser el mismo. Los
que hasta ayer le saludaban en las recepciones o cogían sus sobres no volverán a dejar que
13
se les acerque a menos de un kilómetro. Y eso es como la pena de muerte, para alguien
como él.

En este caso (6), se trata de la reproducción de una conversación coloquial, pero en un


contexto más formal, las dependencias de la Guardia Civil donde trabajan dos investigadores; se
utiliza el vocativo (Vila, del apellido Bevilacqua), expresiones coloquiales (este tipo está listo, aunque
se le aparezca San Pedro, pisa el talego) y la impersonalización (Cuando uno pisa el talego, ya no
vuelve a ser el mismo).
(7) MANOLO: No te preocupes, reina, que si me toca la primitiva, te retiro.

FINA: Los plebeyos siempre seremos plebeyos, Manolo.

MANOLO: Déjate de gaitas, nena. ¡Qué leche plebeyos! Te digo que si me tocara la
primitiva, fliparías.

FINA: Si quieres te toco yo, que también soy bastante primitiva, porque lo que es otra
cosa...

MANOLO: ¡Qué graciosa es la piba!

Por último, en el diálogo entre Manolo y Fina (7), vemos el uso de los vocativos y apelativos
(reina, nena, Manolo) y de léxico y expresiones coloquiales (déjate de gaitas, ¡Qué leches!, fliparías,
piba). Se expresa ironía a través del juego de palabras que aparece al utilizar tocar (en dos de sus
sentidos, según las definiciones del DLE: ―25. intr. Dicho de una cosa: Caer en suerte‖; y ―1. tr.
Ejercitar el sentido del tacto‖) y (la) primitiva ―como sustantivo, refiriéndose a la lotería primitiva; y
como adjetivo, cuando Fina se describe a sí misma como rudimentaria, elemental―.

Por otro lado, las características del registro formal pueden darse en la lengua oral. En esta,
por ejemplo, se ha generalizado el uso de neologismos, extranjerismos y tecnicismos políticos y
económicos (consenso, globalización), deportivos, informáticos (disco duro, red social, ADSL),
farmacéuticos, médicos (gastroenteritis, antihistamínico, cervicales), etc.; como se puede ver en estas
entrevistas radiofónicas (8, 9), donde aparecen términos técnicos junto a las características de la
lengua oral, y en las viñetas de Forges (10, 11):

(8) No, no. Qué va. Si Melanie tiene treinta y ocho años y Banderas, ¿qué?, treinta y
treinta y cinco, treinta y cuatro. Es más joven, sí. Sí. No, no habían… habían venido, pero
sí, quieren contribuir a que vengan más niños al mundo, porque parece que ella espera su
segundo niño, nos contaban en Miami. O sea, que aquellas vomitonas de México, para el
equipo que rodaba El Zorro sí eran la venganza de Moctezuma, era, pues eso, una
gastroenteritis, que se llamó así, pues, pues, cuando los españoles fueron a conquistar
México, pues los indios les hicieron creer que eso era una venganza de los dioses por ir
por allí.

(Tertulia de Onda Cero Radio, Protagonistas, 05/05/97. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de
datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

(9) Porque usted dijo: "Se me están inflando las amígdalas". Y hubo sanción hasta final de
temporada, multa. Sí, bueno multa no hubo, por decir de… se me están inflando las
amígdalas.

(Entrevista en TVE 2, Cerca de ti, 15/05/94. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos
(CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

14
(10)

(11)

En definitiva, hay que distinguir lo oral de lo escrito, es decir, el medio o canal de


comunicación, fónico o gráfico, respectivamente; pero debemos ser también capaces de determinar las
manifestaciones de lo oral en lo escrito (oralidad) y de la escritura en lo oral (escrituridad); y además
se debe diferenciar lo oral y lo coloquial, por un lado, y lo escrito y lo formal, por otro, pues hay
manifestaciones tanto orales como escritas formales y coloquiales.

Un hablante utiliza un registro u otro dependiendo de la situación de comunicación: si


mantiene una conversación informal con un amigo o le escribe un correo electrónico, empleará un
registro coloquial; mientras que si plantea una pregunta a un ponente en un congreso o si escribe un
artículo científico, usará un registro formal. Pero si el hablante solo conoce el registro coloquial, lo
empleará siempre, también cuando escriba, pues no domina ningún otro registro. Como veremos a
continuación, cada registro está asociado a un modo de comunicación humana.

15
1.2.3. Registros y modos de comunicación humana

Según Antonio Briz (1996: 24), hay dos modos de comunicación, a los que se asocian los
diferentes registros:
- Modo sintáctico de comunicación: Se aprende a través de la instrucción, es decir, de un
proceso de enseñanza sistemático (escolarización). De su evolución y desarrollo procede el registro
formal de la lengua, ya sea oral o escrita.
- Modo pragmático de comunicación: Se adquiere de forma natural a través de la interacción
natural con otros hablantes. El registro informal de la lengua procede del desarrollo de este modo de
expresión.
El hablante culto es aquel que domina estos modos de comunicación y es capaz de utilizarlos
adecuadamente dependiendo del contexto. Aquel hablante que no ha recibido una escolarización
completa utilizará el modo pragmático siempre, tanto en la lengua oral como en la escrita.

1.2.4. Definición de registro coloquial: rasgos

1.2.4.1. Coloquial frente a conversacional, familiar, popular y vulgar

Coloquial no es sinónimo de conversacional, ni de familiar, ni de vulgar ni de popular. Antes


de proseguir con la exposición, conviene aclarar estos términos.

- Conversacional: no es sinónimo de coloquial, pues aunque la manifestación más típica del


registro coloquial es la conversación, también el registro formal puede darse de manera oral; por
ejemplo, una conversación entre dos ponentes en un congreso.

- Familiar: el registro coloquial no solo se emplea para hablar con personas más o menos
cercanas, sino que se puede utilizar también para mantener una conversación con desconocidos.

- Popular: Manuel Seco (1973: 361) explica la diferencia entre lenguaje popular y coloquial:
―Popular es un nivel de lengua […], coloquial es un nivel de habla […]‖; es decir, popular sirve para
referirnos a uno de los niveles de la lengua, el medio-bajo o el bajo, derivados de las características
socioculturales del hablante. Dentro de cada nivel de lengua, podemos diferenciar los registros de
habla, dependiendo de la situación comunicativa: registro formal e informal (véase el cuadro de la
página 4). Por tanto, en la lengua común, hay que distinguir entre:
● Nivel medio (nivel de lengua) formal (nivel de habla).
● Nivel medio (nivel de lengua) informal (nivel de habla).
● Nivel popular (nivel de lengua) formal (nivel de habla).
● Nivel popular (nivel de lengua) informal (nivel de habla).

Concluye Seco (1973: 361):


El error de enfoque en que han incurrido tantos escritores ha sido identificar sin más lengua
coloquial con lengua popular informal, olvidando que también hay una vertiente coloquial
en la lengua media.

Popular, por lo tanto, no es sinónimo de coloquial, ya que lenguaje popular se refiere a la


lengua de un determinado estrato social.

- Vulgar: no es sinónimo de coloquial, pues aquel se refiere a los usos incorrectos, que están
al margen de la norma y que proceden de un nivel de lengua bajo.

16
- Coloquial, como nivel de habla o registro:
● Es ―un uso socialmente aceptado en situaciones cotidianas de comunicación, no vinculado
en exclusiva a un nivel de lengua determinado y en el que vulgarismos y dialectalismos aparecen en
función de las características de los usuarios‖ (Briz, 1996: 26).
● No es exclusivo de una clase social; lo que ocurre es que hay hablantes que solo dominan
este registro y es el que emplean, tanto en situaciones formales como informales.
● El sociolecto o variedad diastrática y el dialecto o variedad diatópica del hablante influyen
en su registro coloquial; es decir, no será igual el registro coloquial de un andaluz y el de un
madrileño; el de un hablante de nivel de lengua bajo y el de otro de nivel de lengua alto; el de un
adolescente y el de un anciano. Por tanto, no podemos hablar de un registro coloquial uniforme, que
compartan todos los hablantes de una lengua.
● Procede del desarrollo del modo pragmático de la comunicación humana; no es la
simplificación del registro formal ni del uso escrito.
● Está marcado por los rasgos de cotidianeidad, informalidad y espontaneidad o ausencia de
planificación.
● Suele ser oral, aunque puede reflejarse en un texto escrito; y es en la conversación donde
más se manifiesta este registro

1.2.4.2. Rasgos del registro coloquial: primarios y situacionales

En sociolingüística, se utilizan cuatro categorías para definir un registro;14 de acuerdo con


estas categorías, el registro coloquial se define así:
15
● Campo: el marco social en que se desarrolla la comunicación y el tema en el registro
coloquial es lo cotidiano.
16
● Modo: el canal de la comunicación en el registro coloquial es, generalmente, oral
espontáneo; si bien, como hemos visto, también hay manifestaciones escritas del registro coloquial.
17
● Tenor funcional: la función comunicativa es la socialización y la interacción.
18
● Tono o tenor interpersonal: el tipo de relación entre los participantes y el grado de
formalidad del discurso coloquial determina un tono informal.

Además, para definir el registro coloquial, hay que tener en cuenta los rasgos asociados al
hablante por su procedencia geográfica (dialecto), su clase social (sociolecto)…

14
Para definir el registro, según Halliday (1978: 145), hay que tener en cuenta las tres categorías o parámetros
contextuales en función de los cuales la lengua se adecua a la situación, que son el campo, el modo y el tenor
(este último está relacionado con los interlocutores y con la función comunicativa; de manera que se diferencia
entre tenor interpersonal o tono y tenor funcional).
15
El campo es el marco social en el que se desarrolla la comunicación (universidad, juzgado, casa, hospital,
oficina, etc.) y el tema tratado (economía, derecho, ciencia, religión, etc.). Determina el grado de especificidad
de un texto, siendo los textos técnicos los más específicos.
16
El modo es el medio de transmisión o canal de la comunicación (oral, escrito, audiovisual, monólogo, diálogo,
etc.). Determina el grado de planificación y espontaneidad del discurso.
17
El tenor funcional es el papel que el lenguaje desempeña en la situación comunicativa y, por tanto, explica la
forma en la que la función comunicativa influye en la expresión de los textos; por ejemplo, un texto literario
tiene un tenor estético; las instrucciones de uso de un ordenador, un tenor funcional explicativo y descriptivo; un
anuncio publicitario, un tenor persuasivo.
18
El tenor interpersonal o tono determina el grado de formalidad del discurso (solemne, neutral, informal,
íntimo, etc.), las formas de tratamiento (corteses o no) y las marcas de subjetividad u objetividad. El estatus de
los participantes y el tipo de relación que mantienen (de poder o de solidaridad) son los rasgos que determinan la
configuración de un registro.

17
Briz (1996: 30-31), por su parte, distingue entre los rasgos situacionales del registro coloquial,
es decir, las características del contexto comunicativo que favorece el empleo del registro coloquial,
de otros rasgos primarios.

Los rasgos primarios que caracterizan el registro coloquial son:

- Ausencia de planificación o, mejor, planificación rápida, a medida que se desarrolla la


comunicación; motivada por la espontaneidad de la comunicación.
- Finalidad interpersonal: El objetivo de la comunicación es socializar.
- Tono informal: Es el resultado de todos los rasgos del registro coloquial.

Los rasgos asociados a la situación o coloquializadores son:

- La relación de igualdad, de [–poder] y [+solidaridad], entre los interlocutores favorece la


coloquialidad; la igualdad puede venir determinada por la posición social (por ejemplo, hablantes del
mismo estrato sociocultural o de la misma profesión), o por el papel o la función que desempeñan en
una situación dada (por ejemplo, se dará una relación de igualdad entre un ingeniero y un fontanero
que están ingresados en el hospital).19
- Relación vivencial de proximidad: Los interlocutores se conocen, comparten información y
experiencia, como compañeros de trabajo, parientes, vecinos…
- Marco discursivo familiar: Los participantes mantienen una relación determinada con el
lugar donde se desarrolla la comunicación; el espacio donde se encuentran les resulta conocido: el
lugar de trabajo, el bar del barrio, el portal del domicilio, etc.
- Temática no especializada: El tema del que hablan no es técnico, sino cotidiano: como el
tiempo, el fútbol, la política, las vacaciones…

1.2.4.3. La conversación coloquial

La conversación es el tipo prototípico de discurso coloquial y se caracteriza por ser:


- una interlocución en presencia, cara a cara;20
- inmediata y actual; si no se desarrolla aquí y ahora estaremos ante otro tipo de discurso, por
ejemplo, un informativo en televisión;
- con turnos de palabra no predeterminados; si lo están, se trata de un discurso diferente, como
por ejemplo, una entrevista;
- dinámica; si no hay alternancia de turnos inmediata, será un monólogo, como, por ejemplo,
una conferencia o un discurso donde los turnos están fijados;
- cooperativa en relación con el tema de la conversación y la intervención del interlocutor.

Para que una conversación sea considerada coloquial no puede estar planificada (es
espontánea), debe tener un fin interpersonal o socializador y un tono informal; es decir, debe reunir los
rasgos primarios antes mencionados.

19
Mientras que la relación de solidaridad es entre iguales; la relación de poder se da cuando hay una jerarquía en
la que unos tienen más poder que otros; es una relación de [+poder] y [–solidaridad].
20
Si bien hay que tener en cuenta que la conversación también es posible a través del teléfono y del ordenador,
que incluso hace posible transmitir la imagen y no solo la voz, como ocurre en las videoconferencias, las
llamadas a través de dispositivos como Skype, etc. Un chat es un tipo de conversación especial; como la
conversación telefónica, no se desarrolla en presencia, y además es escrita.

18
Las conversaciones coloquiales prototípicas, además, reúnen todos los rasgos
coloquializadores que hemos explicado en el apartado anterior: se producen entre interlocutores
considerados iguales desde el punto de vista social o funcional, que comparten experiencias, que se
encuentran en un marco discursivo familiar y hablan de temas cotidianos. Si alguno de estos rasgos no
se da, la conversación coloquial se considera periférica, es decir, intermedia entre coloquial y formal,
como la que tiene lugar entre dos desconocidos en la parada del autobús, entre un estudiante y el
director del instituto o entre los participantes en una tertulia radiofónica.

1.2.5. Características del registro coloquial

1.2.5.1. Características de organización y formulación del mensaje

La rápida planificación y el tono informal característicos de este tipo de registro determinan


una sintaxis no convencional y una estructura gramatical específica, que se caracteriza por:

1. Sintaxis concatenada y acumulación de enunciados según vienen a la mente del hablante.


Véase, por ejemplo, (8).

2. Modo de contar parcelado, en un intento de explicarlo todo y de asegurar la correcta


interpretación; se usan las paráfrasis explicativas, los rodeos, y después, para retomar el hilo, nexos
como entonces, pero, bueno, a ver, etc.

3. Alto grado de redundancia: son frecuentes las repeticiones, cuya función puede ser un
recurso de cohesión para recuperar el hilo de la comunicación, o una forma para retener o recuperar el
turno de palabra o como realce expresivo; y también las reelaboraciones, a veces por no saber cómo
continuar, o para aclarar algo, para autocorregirnos, etc. Las reelaboraciones de la información son el
origen del anacoluto o falta de concordancia, pues comenzamos el enunciado de una forma y después
lo modificamos sin prestar atención a la concordancia, como, por ejemplo (Aleza Izquierdo, 2010: 86-
87):
(12) *Pero yo, a mí me interesa mucho las investigaciones evolutivas de los peces y los
mamíferos en el Oceanográfico.

(13) *Me da igual las dos cosas.

En (12) se empieza con un pronombre en forma personal, pero luego, para introducir el verbo
interesar, es obligatorio el clítico me, con función de objeto indirecto, que además se reduplica: a mí,
para dar más énfasis a la persona que experimenta el interés; este cambio conlleva una modificación
de la concordancia, pues el verbo debe concordar con el ‗tema‘, es decir, con lo que suscita el interés,
en este caso, las investigaciones.
En (13) probablemente el hablante no tenía intención de explicitar el ‗tema‘ ―las dos
cosas―, pero al final lo ha hecho, y ha provocado la falta de concordancia que hubiera evitado
diciendo simplemente: Me da igual (eso).

4. Enunciados unidos sin fuertes ataduras sintácticas, pero sin perder la cohesión. La cohesión
entre los enunciados se produce gracias a enlaces extraoracionales que conectan elementos que están
más allá de la oración. Destacan los conectores pragmáticos y los recursos entonativos que funcionan
como conjunciones. Además, aparte de que e incluso son conectores aditivos; entonces tiene valor
reformulativo.
(14) Aparte de que más del 70 % de la población del país sigue siendo pobre, varios años
después del inicio de la exploración de crudo solo el 33 % de la población rural tiene agua
potable.

19
5. Topicalización y realce informativo de los elementos: el orden de palabras se explica por la
función pragmática, así adelantamos la idea o el tema que vamos a desarrollar después (15); o
colocamos al final lo que pretendemos destacar a modo de coda con valor explicativo, matizador o de
precisión informativa (16).
(15) Los dientes yo los dientes los tengo bien.

(16) Yo los tengo bien los dientes.

6. Elipsis gramatical y contextual; referencias a elementos que se encuentran fuera del texto
(deíxis) (véase, en el tema 4, § 4.1.2):
(17) ¿Estás ahí?... Sí, todavía sigo aquí.

(18) Hazlo así, como yo.

Ahí y aquí (17) hacen referencia al lugar en el que se encuentra el interlocutor; en (18) lo se
refiere a aquello que vaya a hacer; así, a la forma en que suponemos le está indicando que lo haga; yo
a la persona que está hablando.

7. Enunciados suspendidos cuyo valor el interlocutor debe completar.


(19) Si me lo hubieras dicho…

8. Relatos conversacionales o historias dramatizadas —en estilo directo, por tanto—, que se
suceden en la interacción; son subunidades estructurales o secuencias de historia, que se desarrollan en
un turno o varios, y en ocasiones participan dos o más hablantes. Es un recurso vivificador y
actualizador. Las intervenciones se introducen con el verbo decir u otros similares (contar, contestar,
preguntar, responder…), con frecuencia en presente; con el sujeto (yo, tú, él…) o por medio de pausas
o conectores como pues.

(20) Me llama Bico, recién llegada de la estación de esquí, y me dice: "Chica, lo operamos,
no es una operación a corazón abierto, pero es comprometida; Cayetano no volverá a ser
el mismo". Seré clara: Bicoca ha castrado a Cayetano. […]. Cuando salí de casa para ver
al castrado dejé a mi santo con decimillas y viendo el DVD de Chicago, que se lo he
regalado por su cumpleaños y está con el DVD que no mea. Le dije: "Cariño, me voy a ver
a Cayetano, que lo han castrado". […] Me gritó desde el sofá: "¡Te vas y me dejas por un
perro!". […] Los bombones eran para el bulldog, pero el pobre, al verme, no hizo amago
de poseerme, como era su costumbre. […] Por el pasillo vino en su silla de ruedas a toda
hostia (perdónenme la expresión) la madre de Bicoca. Llegó al salón, frenó en seco, cogió
los ferreros y se fue a la misma velocidad. […] Bicoca me contó que decidió operarle el
día en que le llamaron de una empresa de publicidad […]. Bicoca dijo: "Me di cuenta de
que la fama de Cayetano había llegado demasiado lejos". […] Le dije: "Bicoca, ¿no crees
que esto está empezando a ser, perdóname la expresión, Sodoma y Gomorra, el fin de una
civilización?". […] Pero yo le digo que es que yo soy muy de estar en pareja. Y ella me
dice: "Porque eres una tía superdependiente, no tienes confianza en ti misma, a muchas
progres os pasa eso". "Pues a lo mejor", le digo, "a mí me convence cualquiera". Por
cierto, que Peñafiel me llamó Galindo en su columna. Y me preguntó Bicoca: "¿No sería
una indirecta para llamarte retaco?". Como es Bicoca, me dejó con el come come.

(Elvira Lindo, ―Sodoma y Gomorra‖, El País, 18-01-2004.


http://www.elpais.com/articulo/candelero/Sodoma/Gomorra/elpepusocdmg/20040118elpdmgeca_3/T
es).

20
1.2.5.2. Características del nivel fónico

La entonación sirve para organizar y estructurar el discurso; para organizar la información,


cohesionar el mensaje, resaltar determinada información, indicar los límites de los enunciados y su
relación, etc.; además de marcar los distintos tipos de actos comunicativos: pregunta, petición,
promesa, orden, aseveración… (véase, en el tema 4, § 4.1.2).
Gracias a la función expresiva de la entonación, esta transmite la actitud del hablante hacia el
mensaje que enuncia; puede ser enfado, sorpresa, tristeza, satisfacción, cortesía, ironía, reproche, etc.
En (21) se expresa una mezcla de enfado, ironía y reproche:
(21) Anda que ↑ contento me tienes. ↓

En ocasiones no hay correlación entre la entonación típica de un acto de habla y el valor de


este; por ejemplo, una pregunta puede transmitir una orden, como en (22a), donde en realidad se está
diciendo (22b):
(22a) ¿Quieres ponerte a estudiar?

(22b) Ponte a estudiar.

Los alargamientos vocálicos pueden servir como refuerzo de lo que estamos diciendo o
hemos dicho; en ocasiones intensifican la cantidad (23), o sirven de refuerzo exhortativo, o atenúan el
mandado convirtiéndolo en un ruego (24). Por ejemplo:
(23) Comíia, uy, lo que comíiia, no te lo puedes ni imaginar.

(24) Veeeen, por favor.

La pronunciación marcada o enfática y la pronunciación silabificada o silabeada también


añaden información: funcionan como refuerzo argumentativo o intensificador de lo dicho, como, por
ejemplo, en (25, 26):
(25) Habla tan LENTO que aburre.

(26) Ve-te… ¿cómo quieres que te lo diga?

Por último, la relajación articulatoria provoca pérdidas y adiciones de sonidos, relajación (27)
y aspiración de consonantes (o espirantización de obstruyentes) en posición implosiva (28),
fenómenos de juntura (29). Por ejemplo:
(27) Lo quería to. [En vez de todo].

(28) Te lo azvierto por última vez. [En vez de advierto].

(29) María no ha venido. [María no se convierte en Mariano por el fenómeno de juntura y


puede dar lugar a ambigüedad].

1.2.5.3. Características del nivel lexicosemántico

Las características léxicas de la conversación coloquial son:

1. La reducción y selección del léxico común, al que se le suman, como ya vimos


anteriormente, palabras de lenguajes especiales, jergas y argots, como, por ejemplo, los tecnicismos
políticos y económicos, deportivos, informáticos, farmacéuticos y médicos; palabras del argot juvenil:
chocolate (hachís), mogollón (mucho), currar (trabajar), palmar (morirse); o gitanismos: chavó
(chico), canguelo (miedo).

2. El empleo de verba omnibus (Beinhauer, 1964: 324) o unidades polisémicas, palabras


comodín poco limitadas semánticamente, que pueden ocupar el lugar de otras muchas formas y sirven
21
o se aplican a todo; por ejemplo, cosa, chisme, cacharro, cuestión, tema, rollo; eso, algo, tal; hacer,
tener, pegar; mono, etc.
(30) Bueno, esto es una cosa complicada… es una cuestión realmente de… de votos, ¿no?

El verbo hacer es un ejemplo prototípico de palabra comodín en español y prueba de ello es el elevado
número de combinaciones léxicas en las que aparece:21

(31) Este ejercicio es muy bueno para hacer piernas. [desarrollar los músculos de las
piernas].

No nos gusta hacer la comida. [cocinar].

Mi sobrino hace los años en diciembre. [cumple los años].

Ella hizo de Electra. [interpretó el papel de].

Siete y cinco hacen doce. [suman].

Se ha hecho la hora de irnos. [Ha llegado la hora, el momento].

Anda no te hagas el tonto, que lo sabes perfectamente. [finjas].

Hace que estudia… siempre ha sido así. [Finge que].

3. El uso de recursos literarios como la metáfora (32, 33, 34), el símil o comparación (35) y
la hipérbole o exageración (36, 37):
(32) Gracias. Sabía que me entenderías. Eres un sol.

(33) Lo miró con cara de perro rabioso.

(34) ¡Tu cuarto es una pocilga!

(35) Nos ha caído la noticia como un jarro de agua fría.

(36) Carlos es la persona más encantadora del mundo.

(37) Pensé que me moría de la risa.

1.2.5.4. Características del nivel morfosintáctico

Los conectores pragmáticos o marcadores del discurso22 (enlaces o relacionantes


supraoracionales) son unidades lingüísticas invariables, cuya función es enlazar y relacionar
enunciados, de manera que aportan cohesión al mensaje; pero, además, ―aportan un contenido
semántico a la conexión y nos aclaran cuál es la estructuración que hace el hablante de las
informaciones ofrecidas, así como la intención comunicativa que tiene al construir su discurso‖
(Fuentes Rodríguez, 1998: 24).

Estas unidades no ejercen función sintáctica alguna, sino que constituyen enlaces
supraoracionales que facilitan la cohesión textual y la interpretación de los enunciados.

21
Véase la entrada completa del DLE (http://dle.rae.es/hacer).
22
Véanse Martín Zorraquino y Montolío (1998), Martín Zorraquino y Portolés (1999) y el Diccionario de
términos clave de ELE:
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/marcadoresdiscurso.htm.
V. tema 4, pp. 9 y ss.

22
A continuación, veremos los que son propios del registro coloquial; en el tema 4 (§ 4.1.2)
estudiaremos la clasificación general.

Los conectores le sirven al hablante, además de para enlazar enunciados,

1. Para organizar el discurso (señalan las partes que forman un texto, desde el punto de vista
informativo: inicio, desarrollo, explicación, objeción, conclusión, fin). Son los llamados
organizadores del texto:
● Entonces ordena las informaciones secuencialmente, da idea de sucesión temporal, y retoma
la narración anterior;
● Bueno, pues sirven para cambiar de tema e indican un giro en la conversación;
● Por cierto introduce una información ―marginal‖ o que el hablante ha recordado en ese
momento al hilo de la conversación;

2. Para no perder el contacto con el interlocutor, comenzar, mantener o terminar la


comunicación, enlazar una respuesta con su pregunta (conectores fáticos):
● Pues, bueno, cuando aparecen al inicio de una respuesta, sirven para enlazarla con la
intervención anterior (la pregunta);
● ¿No?, ¿eh?, ¿(me) entiendes?, ¿sabes? hacen referencia al interlocutor y los utilizamos para
asegurarnos de que no se ha perdido el sentido, de que nuestro oyente nos sigue, como, por ejemplo,
en (38):
(38) Dijimos que en las pequeñitas ¿me entiendes, no? Vale, de cero a diez y de cero a
cinco. Perfecto, ahora tomaré nota yo. Yo de cero a diez. Tomaré nota, ¡Venga! ¡Sigue más
cosas!

(Conversación telefónica, empresa, 18/03/91. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos


(CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

3. Para conseguir hacer llegar al interlocutor a una determinada conclusión, es decir, para
argumentar. Podemos clasificar los conectores argumentativos en varios grupos:
● Aditivos: añaden argumentos en la misma dirección, como, ejemplo, además, más aún,
incluso, aparte, encima.
● Contraargumentativos o contrastivos: presentan un argumento en contra para apoyar una
determinada tesis, que es la que defiende el hablante, como, por ejemplo, pero, aunque.
● Causativos: indican que existe una relación causa-consecuencia, como por eso, entonces; es
que sirve para introducir una justificación o excusa (39); de hecho presenta el argumento que prueba la
conclusión anunciada.
(39) No se preocupen, no es cosa de salud, es que los otoños Bicoca se da un repaso: un
peeling y una limpieza de colon.

(Elvira Lindo, ―La magdalena de Proust‖. El País, 26-10-2003.


http://www.elpais.com/articulo/candelero/magdalena/Proust/elpepusocdmg/20031026elpdmgeca_1/T
es).

● Reformuladores:presentan otra forma de expresar lo dicho; algunos tienen valor explicativo,


como por ejemplo, es decir, o sea (40); otros, correctivo: mejor dicho; otros conclusivo: total, en fin,
en resumen (41).
(40) Para celebrarlo, R. R. me invitó a un McDonald’s y me pedí un mcpollo y hablamos de
literatura, o sea, de adelantos y de premios amañados.

(Elvira Lindo, ―El santo Job‖. El País, 12-10-2003.


http://www.elpais.com/articulo/candelero/santo/Job/elpepusocdmg/20031012elpdmgeca_1/Tes).

(41) Pero he comprobado, desconsolada, que tanto Tofu no me ha servido para nada a
nivel piel. Eso sí, a nivel personal me ha servido para odiar el Tofu. En total, que he
23
dejado de creer en los psicólogos, las cremas reafirmantes y el Tofu. Por ese orden.

(Elvira Lindo, ―Los siete enanitos‖. El País, 28-9-2003.


http://www.elpais.com/articulo/candelero/enanitos/elpepusocdmg/20030928elpdmgeca_1/Tes).

Por último, son interesantes las peculiaridades de uso que presentan algunos de los tiempos
verbales más comunes en el discurso coloquial. El presente es el tiempo más versátil en español y
puede aparecer en lugar del pasado (42) y del futuro (43).
(42) Va y me dice que llego tarde.

(43) Nos vemos mañana.

El pretérito imperfecto, en ocasiones, sustituye al condicional simple (44, 45):


(44) Si pudiera, me iba ahora mismo.

(45) Yo que tú, no me lo comía, lo tengo clarísimo.

El futuro simple se utiliza con valor de conjetura en el presente (46) y el condicional simple,
en el pasado (47):
(46) ¿Qué hora será?

(47) ¿Qué hora sería cuando llegó esta mañana?

1.2.5.5. Intensificadores y atenuantes

Dado que la intensificación y la atenuación de elementos del discurso se puede llevar a cabo a
través de recursos morfológicos, léxicos y fónicos, les dedicamos un apartado en el que recogemos
todos los mecanismos, algunos vistos con anterioridad.

Los intensificadores sirven para reforzar acciones, intenciones o puntos de vista. Hay
diferentes mecanismos intensificadores:

● Prefijos o sufijos (intensificadores de tipo morfológico):


(48) ¡Vaya marronazo que me ha caído!... nunca mejor dicho.

El hotel está superbién…, te lo recomiendo.

Eso está requetetrillado…, ni te molestes en intentarlo.

● Cuantificadores o construcciones con valor intensificador:


(49) Cuando llegamos había ya mogollón / un huevo de gente.

Nos dio un susto de muerte.

Anoche jugaron de muerte…, pero perdieron.

● Elementos léxicos (repetidos, como en 50 y 51) y expresiones lexicalizadas, que en


ocasiones incluyen figuras literarias, como la hipérbole (52, 53) o el símil o comparación (54, 55):
(50) A mí solo me gusta el café café, nada de café instantáneo.

(51) Es listo, pero listo de verdad.

(52) Pensé que me moría de la risa.

(53) Está que te mueres / que te pasas / para chuparse los dedos / de muerte.

24
(54) Es una tontería como un piano.

(55) Llegó borracho como una cuba.

La comparación, como se observa en los dos últimos ejemplos, es uno de los procedimientos
sintácticos que se emplea para intensificar.

● La construcción lo que es sirve para enfatizar o intensificar algunos elementos de la


conversación (56):
(56) Creo que hay una cierta contradicción en lo que es la lógica del GEA y lo que es la
lógica de la Escuela.

Ella dijo textualmente que el GEA era el instrumento del pasar de la estructura de la EEP,
que teníamos en anterioridad como un grupo asociado a él, a lo que es la estructura de la
nueva Escuela.

(Conversación publicada por GEA-EEP, Granada. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos
(CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

También Forges, siempre al tanto de lo que se oye en la calle, la refleja en varias viñetas; esta
es una de ellas:
(57a)

La construcción lo que es no añade nada, se podría prescindir de ella y el significado del


enunciado no se resentiría:23
(57b) Mañana tengo que volar al curso de lingüística moderna.

● Recursos fónicos: como ya vimos antes, tanto los alargamientos vocálicos como la
pronunciación marcada y la silabificada o silabeada intensifican la cantidad (58) o sirven de refuerzo
intensificador (59, 60, 61):
(58) Comíia, uy, lo que comíiia, no te lo puedes ni imaginar.

23
La Fundación del Español Urgente advierte del uso innecesario de la construcción lo que es, que se está
extendiendo incluso a los textos periodísticos (http://www.fundeu.es/recomendacion/lo-que-es-construccion-
innecesaria-1070/). Por ejemplo: Se esperan lluvias intensas en lo que es el norte de España o El FMI recorta lo
que es su previsión de pérdidas para los bancos globales.

25
(59) Habla tan LENTO que aburre.

(60) Veeeen, por favor.

(61) Ve-te…, ¿cómo quieres que te lo diga?

Los atenuantes sirven para disminuir el efecto de nuestras palabras, aunque no por ello deje
de ser comprendida la intención; atenuamos nuestras acciones, intenciones y puntos de vista. Hay
diferentes mecanismos atenuantes, si bien la atenuación generalmente se consigue negando lo
contrario de aquello que queremos afirmar o minimizándolo:
● Sufijos diminutivos (atenuantes de tipo morfológico):
(62) Es bajito y regordete, pero simpático.

● Cuantificadores o construcciones con valor atenuador:


(63) Es algo / un poco raro, la verdad, pero no está nada mal.

● El adverbio como24 con valor atenuador del grado de certeza que tiene el hablante sobre lo
que se expresa a continuación:
(64) Tu novio es como muy tímido, ¿no?[parece].

En el registro coloquial es frecuente el uso innecesario de como en casos en los que parece
tener un fin atenuante; si bien no está muy claro qué se pretende atenuar, y probablemente no sea el
único valor que tenga:
(65) Me siento como muy cansada.

(66) Yo creo que es una postura como muy ambigua.

● Elementos léxicos y expresiones lexicalizadas:


(67) Vete a freír espárragos / hacer gárgaras. (Eufemismo25).

(68) ¿Te importa que llame desde tu móvil?

(69) ¿Puedes, por favor, acercarme ese libro?

● Recursos fónicos:
(70) Vete a tomar por… ↑ (Omisión de fonemas y entonación ascendente y suspendida).

El discurso coloquial es egocéntrico, por lo que el centro deíctico personal es el YO hablante,


situado AQUÍ y AHORA, y se dirige a un TÚ ―estas son las dos voces principales del discurso―. El
hablante está presente siempre, incluso puede realzar su presencia (personalización del yo) incluyendo
el pronombre de 1.ª persona (71), o atenuarla, mediante recursos de impersonalización, como la
construcción impersonal con se (72), la pasiva refleja (73) ―donde hay un sujeto sintáctico (las llaves,
en este caso) que concuerda con la forma verbal, pero que no es el agente―; construcción con sujeto
gramatical (uno) pero con significado indeterminado (74) o con el verbo en 2.ª persona del singular
(75) o 3.ª del plural (76):
(71) Yo ya te dije que no fueras.

(72) Se cree que fue él.

(73) Se me han perdido las llaves.

24
V. DPD, s. v. como, § 1 b) (http://lema.rae.es/dpd/?key=como).
25
En relación con el eufemismo como recurso de atenuación, véase el tema 6, págs. 15 y 16, y, sobre todo,
escúchese la conferencia de Manuel Seco ―El español, entre la unidad y la dispersión‖.

26
(74) Ya uno no sabe ni qué pensar.

(75) Alquilas la casa y luego no echas al inquilino nunca.

(76) Cuentan maravillas de él…

Y lo mismo ocurre con el TÚ, a quien el hablante se dirige en todo momento, para pedirle
algo, confiarle un secreto, reprocharle lo que ha hecho…, y puede hacerlo de forma directa o atenuada
(77); de nuevo encontramos la despersonalización del tú, utilizando la 2.ª persona del plural (78), o de
una tercera persona de la que se está hablando (79):
(77) Hay que ponerse a estudiar.

(78) Los médicos sois unos hipocondríacos.

(79) Cuando uno pisa el talego ya no vuelve a ser el mismo.

1.2.5.6. Venga y vale

Dedicamos un apartado a estas dos partículas discursivas, dos elementos plurifuncionales,


intercambiables en determinados contextos, muy extendidos en la interacción comunicativa,
especialmente en el lenguaje coloquial juvenil.
Vale, entre otras cosas, indica aceptación de lo que se ha dicho (con reservas, muchas veces),
reproche con ironía (80), cierre de turno en la conversación (81):
(80) ―Vale, eres el mejor.

(81) ―Bueno, hasta la próxima.

―Vale, nos vemos.

En el discurso coloquial es frecuente el empleo del marcador discursivo, exclamativo, ¡venga!


(muchas veces acompañado de vale), desemantizado como imperativo del verbo venir, y con valor de
aceptación ―a veces por obligación o con ciertas reservas― (82, 83), rechazo (84), instrucción (85),
súplica (86), ánimo (87), turno de cierre y despedida (88), y como respuesta a agradecimientos o
felicitaciones (89):
(82) Sí, señor, lo podemos ensayar esto, ¿sí? A ver. Vamos allá. Fuimos la primera es el
texto, vale, venga, un, dos, tres, vamos allá. Somos Fuimos la primera. Vale. Uno de los
primeros en volvernos locos con su zoom, esa imagen que iba para adelante para atrás
para adelante para atrás para adelante, ¡qué mareo! para adelante Para atrás, para
adelante. Váyase a....

(Magazine de la Cadena Ser, A vivir que son dos días, 02/11/96. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA:
Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es>
[14/04/2011]).

(83) ¡Era de cero a cinco! ¡Vale, pues venga! Me parece. Espera un momento que te ¡No
no no! Que es que no me acuerdo. Que te lo digo, joder. […]

Sí, ciento veintinueve, sí, eso está bien, venga. Vale. Luego Presión de impulsión en el eme
Presión… Presión de impulsión de cero a ciento sesenta kilos. Sí, okey. ¡Venga! Y luego
¿Presión de salida de estación? Presión de de de salida de estación. ¡No! ¡Presión de
descarga de pe-ce-uve, de salida de…

(Conversación telefónica, empresa, 18/03/91. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos


(CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

(84) ―Venga, por favor, no me vengas con esas.

(85) ―Anda, compra tú el regalo, venga.

27
(86) ―Venga, tía, acompáñame por favor.

(87) ―Venga, mujer, no te pongas así.

(88) ―Hasta otro día.

―Venga.

(89) ―Muchas gracias.

―Venga.

1.2.5.7. El lenguaje gestual

En la conversación coloquial los gestos26 acompañan, o incluso sustituyen, a la comunicación


verbal; el gesto puede aparecer acompañado de onomatopeyas, como uuf, buáa; del adverbio así, e
incluso de enunciados completos.
(90) A: ¿Qué tal está el melón?

B: Así, así…*

*B hace a la vez un gesto con la palma de la mano abierta, en posición horizontal.

1.3. RECURSOS Y MÉTODOS DE TRABAJO

En los temas 2 y 3 se van a plantear una serie de cuestiones de tipo normativo que afectan a
los niveles morfosintáctico y lexicosemántico de la lengua española, respectivamente. Se trata de
aspectos lingüísticos que con frecuencia suscitan dudas en los hablantes y que un profesional necesita
no solo conocer, sino también ser capaz de explicar, justificar y razonar. Para lograr este objetivo,
vamos a presentar aquí unas directrices que sirvan como instrumento de trabajo y que permitan
resolver esas dudas y, además, mantenerse al día en estas cuestiones, ya que la lengua se encuentra en
permanente evolución, especialmente por lo que respecta al léxico, y muchas veces, lo que hoy no se
considera correcto (o mejor, normativo) puede serlo mañana y viceversa.
Para evitar confusiones en nuestros juicios sobre aspectos de tipo lingüístico, cuando
consultamos una obra sobre cuestiones normativas, conviene tener en cuenta su fecha de edición y
estar al tanto del momento en que se han aceptado las últimas normas de la RAE, pues, de lo contrario,
corremos el riesgo de dar por buena una respuesta ya anticuada. Por ejemplo, es todavía frecuente
encontrar en muchos libros de texto que las formas gaseoducto y radioactividad son incorrectas frente
a las admitidas por la RAE gasoducto y radiactividad, respectivamente. Sin embargo, esas dos formas
fueron admitidas como variantes léxicas de estas en la 22.ª edición del DLE, de 2001, y así se
mantienen en la 23.ª, de 2014.
No solo las últimas incorporaciones al Diccionario pueden llevarnos a engaño: probablemente,
la mayoría de los hablantes —y, seguramente, también muchos profesores de Lengua Española—
considerarán almóndiga un vulgarismo de albóndiga, y chavola una imperdonable falta ortográfica
frente a chabola. Pero, antes de emitir un juicio de valor demasiado drástico sobre quien emplea esas
formas, quizá convenga saber que almóndiga se registra ya en 1726 en el Diccionario de Autoridades
de la RAE, y aún pervive en el DLE de 2001, como variante de albóndiga y, para asombro de la
mayoría de nosotros, chavola entró en el Diccionario usual de la Academia, como variante de
chabola, en 1956 y está documentado su uso en escritores tan prestigiosos como Ramón J. Sender (en

26
Véase el Diccionario de gestos españoles en: http://coloquial.es/es/diccionario-de-gestos-espanoles/.

28
1930), Juan Antonio Zunzunegui (en 1940), Arturo Barea (en 1951) y José María Gironella (en
1961).27 Es verdad que, a pesar de todo, el hablante culto percibe como incorrectas las formas
almóndiga y chavola, y, de hecho, la primera ha sido enmendada en la 23.ª edición del DLE, con la
inclusión de dos etiquetas que la caracterizan como desusada (aunque conservada hoy en el uso
vulgar).

22.ª edición del DLE:

albóndiga. (Del ár. hisp. albúnduqa, este del ár. clás. bunduqah, y almóndiga. 1. f. albóndiga.
este del gr. [κάρυον] ποντικόν '[nuez] póntica').
f. Cada una de las bolas que se hacen de carne o pescado picado
menudamente y trabado con ralladuras de pan, huevos batidos y
especias, y que se comen guisadas o fritas.

23.ª edición del DLE:


almóndiga.
f. desus. albóndiga. U. c. vulg.

Para facilitar la búsqueda de palabras en un diccionario, recordemos que, con la inclusión de


dos o más variantes de la misma voz, se establece también un orden de preferencia, de manera que la
forma que es portadora de la definición es siempre la preferida, mientras que la que solo remite a
aquella (con letra negrita) se considera simplemente ―aceptada‖. En el caso de chavola se indica,
además, que se trata de una forma poco usada:

chabola. (Tb. chavola, p. us. ♦ Del vasco txabola, y este del fr. chavola. V. chabola.
geôle). f. 1. cabaña (‖ construcción rústica). || 2. Vivienda de
escasas proporciones y pobre construcción, que suele edificarse
en zonas suburbanas.

Cuando dos variantes deben situarse muy próximas por su orden alfabético, en la de la forma
preferida se indica, entre paréntesis, la posibilidad de usar la forma secundaria, que ya no figurará en
un artículo independiente. Es el caso de élite y elite, por ejemplo. En cambio, cuando las variantes se
encuentran alfabéticamente alejadas, se hace constar en la preferida la existencia de la secundaria, pero
esta también aparece en su lugar alfabético, enviando a la anterior, como sucede en chabola y chavola:

élite. (Tb. elite ♦ Del fr. élite). 1. f. Minoría selecta o rectora.

En estos casos, pues, los artículos del DLE están indicando que élite (con pronunciación
esdrújula) es la forma preferida frente a elite (llana), pese a que esta última responde más fielmente a
su etimología y había sido, de hecho, la preferida por la Academia hasta la publicación de la 22.ª
edición del Diccionario,28 y que trasvase es la forma preferida con respecto a transvase.

27
Esta información ha sido extraída del banco de datos CORDE, de la RAE, de la forma en que se detallará más
adelante.
28
La explicación de las razones que han conducido a este cambio de postura de la RAE se expone en el
Diccionario panhispánico de dudas, s. v. élite o elite: «Ambas acentuaciones son válidas. La voz francesa élite,

29
trasvasar. (Tb. transvasar. De trans- ‘de una parte a otra’ y vaso). tr. Pasar un líquido de un
recipiente a otro. U. t. en sent. fig.

transvasar. V. trasvasar.

Hasta ahora nos estamos refiriendo a la norma establecida por la RAE, que es la corporación
comúnmente aceptada para dictarla. La Academia hace pública la norma por ella propugnada en sus
diccionarios. De manera explícita en el Diccionario panhispánico de dudas y, de forma implícita, en el
Diccionario de la lengua española (el DLE), que nos informa sobre lo que se considera vulgar, o
coloquial, o propio de una determinada zona geográfica.
Sin embargo, hay otro tipo de diccionarios, denominados de uso, que, como su nombre indica,
registran todas las palabras y expresiones que se usan en el periodo cronológico que abarcan. En este
grupo se sitúan el Diccionario de uso del español (DUE), de María Moliner, y el más actual
Diccionario del español actual (DEA), de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino Ramos29.
No debe sorprendernos que la mayoría de los diccionarios se rija por las normas de la RAE y
siga las directrices del DLE, pero tampoco debe extrañarnos que un diccionario de uso sea en cierto
modo independiente y tome sus propias iniciativas. Así, por ejemplo, el DEA no registra ni almóndiga
ni chavola, pero, en cambio, otorga carta de naturaleza a la palabra cámping, mientras que el DLE solo
ha llegado, mucho tiempo después de que estuviera consolidada en nuestra lengua, a introducirla en su
22.ª edición, pero con un estatus que podríamos denominar sin papeles; es decir, sin concederle el
derecho de ser escrita en la letra redonda propia de las palabras consideradas verdaderamente
españolas, sino manteniéndola en cursiva, sin la tilde que le correspondería si se castellanizara, y
señalando expresamente su naturaleza extranjera. Del mismo modo se mantiene en la 23.ª edición:

DLE DEA

camping. (Voz inglesa). m. 1. cámping (pl normal, ~s) m 1 Forma de turismo


campamento (‖ lugar al aire libre). consistente en vivir al aire libre, alojándose en tienda
2. Actividad que consiste en ir de de campaña. (…) 2 Espacio acotado al aire libre,
acampada a un camping. destinado a albergar a perss. que hacen cámping [1].
[…]

1.3.1. La página web de la RAE

En este curso vamos a aprender a manejar los instrumentos básicos que necesitamos para
adquirir una formación lingüística y para mantenerla permanentemente actualizada. Para lograr ese
objetivo disponemos de una serie de recursos fiables, sencillos y cómodos de utilizar, que son los que
nos ofrece la RAE en su página web, por lo que aprender a navegar con soltura por ella es el primer
requisito que debemos cumplir. Esa página nos ofrece enormes posibilidades para el estudio de nuestra

que significa ‗minoría selecta o rectora‘ y se pronuncia en francés [elít], se adaptó al español en la forma llana
elite [elíte]; pero la grafía francesa élite, que circuló como extranjerismo durante un tiempo, dio lugar a que
muchas personas pronunciasen esta voz francesa interpretando la tilde a la manera española, es decir, como
palabra esdrújula. Aunque esta pronunciación es antietimológica, es hoy la más extendida incluso entre personas
cultas; por ello, la grafía élite y la pronunciación esdrújula correspondiente se consideran también correctas».
29
Por supuesto, los tipos de diccionarios que existen no se limitan a los dos que señalamos aquí, pero no es este
el lugar para ocuparnos de ese tema y solo tratamos de presentar los instrumentos básicos de trabajo para este
curso.

30
lengua, pero también presta una ayuda inestimable para iniciarse en el campo de la investigación
lingüística. Por eso es fundamental conocer las herramientas que pone a nuestra disposición.

Desde la página de inicio (http://www.rae.es), podemos acceder a las ventanas de consulta


rápida de cuatro diccionarios: la última edición del DLE (23.ª), el DPD, el Diccionario del español
jurídico y al Diccionario de americanismos.

En el menú de la izquierda tenemos enlaces a los recursos que la RAE pone a nuestra
disposición:
● Diccionarios
● Banco de datos
● Gramática
● Ortografía
● Biblioteca
● Archivo
● Boletines
● Enclave RAE
● Enlaces externos

Durante este curso utilizaremos, sobre todo, el Diccionario de la lengua española (DLE), el
Diccionario panhispánico de dudas (DPD) y, para consultas de tipo muy específico, el Nuevo tesoro
lexicográfico, que está dentro del enlace Diccionarios anteriores (1726-2006); también consultaremos
los corpus de referencia académicos: el del español actual (CREA) y el diacrónico del español
(CORDE), así como la sección de Preguntas frecuentes (dentro de Consultas lingüísticas), a la cual se
accede a través de la ventana de la derecha (o del menú horizontal superior).

Conviene recordar que en el menú de la izquierda hay acceso a la consulta (no al texto íntegro)
de las últimas obras publicadas por la RAE: Nueva gramática de la lengua española (2009-2011)
(http://aplica.rae.es/grweb/cgi-bin/buscar.cgi) y Ortografía de la lengua española (2010)
(http://aplica.rae.es/orweb/cgi-bin/buscar.cgi).

Finalmente, desde la misma página se pueden consultar la historia, la organización y el


funcionamiento de la Academia (La institución), contenidos audiovisuales y materiales gráficos
(Mediateca) y noticias relacionadas con la lengua española (Noticias), entre otras muchas cosas.
31
Diccionario de la lengua española

A través del acceso directo de la derecha se accede a la versión digital de la 23.ª edición del
DLE30. A modo de ejemplo, incluimos la búsqueda y la entrada de la palabra correspondiente a CD-
ROM:

El primer enlace del menú de la izquierda de la página principal también nos conduce al DLE
y además amplía las opciones de búsqueda: se puede realizar por palabras, por lemas (admite cuatro
modalidades: ―exacta‖, ―empieza por‖, ―termina en‖ y ―contiene‖), por anagramas y aleatoria.
Recomendamos leer la Guía de consulta para familiarizarse con las nuevas herramientas que incluye la
versión en línea del Diccionario.

30
http://dle.rae.es.

32
En esta misma página encontramos el enlace a la presentación de esta edición del Diccionario
(Edición del Tricentenario), al formulario de propuestas (UNIDRAE) y al de Consultas lingüísticas.

Diccionario panhispánico de dudas

Desde el segundo enlace del mismo menú de la izquierda accedemos al DPD,31 instrumento de
consulta fundamental para resolver la mayoría de las dudas sobre la lengua española que se nos
puedan plantear en los niveles de análisis fónico, morfológico, sintáctico y lexicosemántico.
Este diccionario contiene dos tipos de artículos: los que se refieren a palabras concretas que
pueden suscitar algún tipo de duda y los denominados temáticos, en los que se tratan cuestiones
lingüísticas generales muy variadas, que constituyen por sí mismos un excelente manual de estudio.
Encontramos, por ejemplo, artículos sobre aspectos ortográficos (p. ej., TILDE), fónicos (p. ej.,
YEÍSMO), morfosintácticos (p. ej., CONCORDANCIA) y lexicosemánticos (p. ej., COLORES).
La obra incluye, además del diccionario propiamente dicho, cinco apéndices, algunos de los
cuales resultan especialmente interesantes para el estudiante, como, por ejemplo, el 1 (Modelos de
conjugación verbal), el 2 (Lista de abreviaturas), o el 5 (Lista de países y capitales, con sus
gentilicios). Aporta también un glosario de términos lingüísticos en el que se definen y aclaran los
conceptos gramaticales que se utilizan en el diccionario.32

Consultas lingüísticas

Especialmente útil resulta la sección de Consultas lingüísticas, cuya parte más interesante para
nosotros es la dedicada a las Preguntas más frecuentes, en la que se responden las cuestiones que los
usuarios plantean a esta Corporación, de manera fácilmente comprensible para cualquier hablante.

Por ejemplo, sobre el uso de la conjunción disyuntiva o y de su variante u, explica lo


siguiente:

31
http://lema.rae.es/dpd/.
32
En este, como en cualquier diccionario, es muy recomendable la lectura de las Advertencias para el uso del
diccionario, que facilitan notablemente su empleo.

33
Cambio de la o disyuntiva en u

La conjunción disyuntiva o toma la forma u ante palabras que empiezan por el sonido
vocálico /o/ (o- u ho- en la escritura): unos u otros, minutos u horas, ordenar u organizar.
Cuando la conjunción disyuntiva o va seguida de una expresión numérica que empieza
por la cifra 8 como 8, 80, 81, 800, etc., también debe adoptar la forma u, tanto en la
lectura como en la escritura, porque las palabras que representan estas expresiones
(ocho, ochenta, ochenta y uno, ochocientos...) empiezan por el sonido /o/: 700 u 800.

Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española

A través del enlace Diccionarios anteriores (1726-2006), tenemos acceso al NTLLE,33


repertorio imprescindible para solucionar consultas de tipo histórico, que comprende las ediciones
facsímiles de los distintos diccionarios académicos (usual el DLE, manual, histórico de 1933-36),
publicados hasta la actualidad. A la relación de todos ellos se accede a través de la opción Lista de
diccionarios.
Para realizar las búsquedas, hay que pulsar en el icono de Realización de consultas:

, que abre la siguiente ventana:

Aunque no nos vamos a entretener demasiado en las posibilidades que ofrece esta herramienta,
que cada uno puede investigar individualmente, vamos a ver un ejemplo de consulta con la búsqueda
de la palabra feminismo, neologismo relativamente reciente en nuestra lengua. El resultado aporta 13
testimonios del lema en los diccionarios académicos a partir de 1914, como se puede ver en la tabla:

33
http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle.

34
Pulsando en el lema de una u otra casilla, se obtiene la reproducción facsímil del artículo
lexicográfico en el diccionario correspondiente.
Veamos, sin entrar en análisis comparativos y como simple muestra de la utilidad de esta
herramienta, la primera definición de feminismo que ofrece el Diccionario de la RAE, de 1914, y la de
1992:
DLE 1914

DLE 1992

También es posible consultar de manera simultánea, por el momento, seis ediciones


representativas del diccionario académico: 1780, 1817, 1884, 1925, 1992 y 2001, a través de la
herramienta Mapa de diccionarios. Este es el resultado de la búsqueda de feminismo:

35
Banco de datos

El Banco de datos de la RAE (http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos) está constituido


por varios corpus:
 el Corpus Diacrónico del Español (CORDE), que contiene casi 250 millones de formas

registradas en textos fechados desde los primeros tiempos de nuestra lengua hasta 1975;
 el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA, escrito y oral), que contiene en su

última versión (3.2, junio de 2008) más de 160 millones de formas: más de 154 millones
correspondientes a la parte escrita y casi nueve millones en la parte oral en textos datados entre 1975 y
2004. El 50 % de los textos del CREA corresponden a las zonas lingüísticas en que se clasifica el
español de América: caribeña, mexicana, central, andina, chilena y rioplatense;34
 el Corpus del Nuevo diccionario histórico (CDH), que contiene más de 355 740 238

registros, procedentes de textos del siglo XII al año 2000, en buena medida comunes al CORDE y al
CREA; y
 el Corpus del Español del Siglo XXI (CORPES XXI), todavía en desarrollo, que tiene

previsto reunir textos de todos los tipos y países, con un total de 400 millones de formas. En junio de
2016 se publicó la última versión del corpus (0.83), que cuenta con unos 225 millones de palabras.
Este corpus permite recuperar el sonido de los textos orales y hacer consultas por categoría gramatical.

Aquí vamos a utilizar solo los dos primeros corpus y, como el funcionamiento de ambos es
muy similar, nos centramos en el modo de consulta que ofrece el CREA. Por el momento, nos
limitamos a dar las indicaciones indispensables, ya que en el tema 2 veremos con más detalle un
ejemplo de consulta.
Accedemos a la ventana principal del corpus desde los enlaces Consulta o Acceso al Corpus
de Referencia del Español Actual. Una vez en esta ventana, escribiremos la palabra o grupo de
palabras que buscamos en el campo Consulta, pero teniendo en cuenta que el corpus no está
lematizado; es decir, que extrae por separado cada forma flexiva (canto, cantes, cantarían…; niño,
niña, niños, niñas), cada variante ortográfica (ion, ión; elite, élite…), mayúsculas y minúsculas
(Península, península).
Buscamos, por ejemplo, la palabra élite (esdrújula, con tilde), sin especificar ningún criterio de
selección:

34
Para más detalles sobre la composición del CORDE y el CREA, V.
http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/corde, http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/crea-escrito y
http://www.rae.es/recursos/banco-de-datos/crea-oral.

36
Obtenemos como resultado un total de 900 casos de élite registrados en 538 documentos:

Haciendo clic en Ver estadística, obtendremos los números totales y los porcentajes de la
presencia de la palabra por años, países y temas, aunque conviene recordar que el 50 % de los textos
que contiene el corpus pertenecen al español de España, mientras que el total de los países
hispanoamericanos se reparten el otro 50:

37
En el apartado de Obtención de ejemplos, si seleccionamos Concordancias y pulsamos Desde
en Recuperar, obtendremos las apariciones de la palabra con un contexto y los datos sobre el texto:
autor, título, año, género, etc.

Desde el enlace Ver párrafos35, veremos todas las apariciones de una manera más manejable
para nuestro trabajo, en párrafos numerados y con un contexto muy amplio. De hecho, lo más probable
es que tengamos suficiente con un contexto mucho más restringido que el que aquí se nos muestra.

35
También es posible acceder a esta opción desde el menú desplegable que aparece en Obtención de ejemplos,
seleccionando Párrafos:

38
Como ejemplo, veamos cómo se presenta el primer párrafo de élite:

Párrafo n.º 1

Entonces inició su via crucis. Destacado en el infierno de Segunda y con 33 partidos en el regreso del
Atlético de Madrid a Primera, la llegada del técnico Gregorio Manzano defenestró al pelado centrocampista. "No
lo cambio por Zidane", había dicho a principio de la campaña anterior Jesús Gil sobre uno de sus futbolistas más
queridos.

Capitán general en el Málaga, donde ascendió de Segunda B a Primera, su talento había pasado
desapercibido en el Ourense de la temporada 1996-97. Vaz, que llevó a los rojillos al liderato de Segunda,
apenas confió en él y en diciembre hizo las maletas hacia el histórico club andaluz. "Mi sueño es ganar el dinero
suficiente como para que mis padres no tengan que trabajar más", dijo al llegar a la élite . Pero la estrella de
Movilla declinó. El Mallorca, como contraprestación por Ibagaza, y ahora el Espanyol y el Zaragoza reclaman
sus servicios. Para todos, Movilla concede una única respuesta: "Me he dado mi palabra a mí mismo e intento ir
por la vida de frente y sin engañar a nadie para conseguir lo que quiero, que es jugar en el Atlético".

AÑO: 2004
AUTOR: PRENSA
TÍTULO: La Voz de Galicia, 15/01/2004 : PERFIL - José María Movilla Cubero
PAÍS: ESPAÑA
TEMA: 05.Deportes
PUBLICACIÓN: La Voz de Galicia, S.A. (La Coruña), 2004

Para completar nuestra investigación sobre el uso de la palabra élite en el CREA, tendremos
que repetir la operación con la variante elite (sin tilde). Encontraremos entonces 752 casos en 448
documentos y, al revisar las estadísticas, comprobaremos que el 63.05 % se registran en textos de
España. Además, el 40.29 % de los casos se encuentran en textos sobre el tema Política, economía,
comercio y finanzas, un porcentaje notablemente mayor que el que arrojaba la presencia de élite, que
era de un 26.44 %.
Por supuesto, si queremos profundizar más en la alternancia de estas formas y observar su uso
antes de 1975, tendríamos que recurrir al CORDE, donde seguiríamos los mismos pasos que hemos
dado en el CREA.
En los temas 2 (La norma en el nivel morfosintáctico. Prácticas dirigidas) y 3 (La norma en el
nivel lexicosemántico) tendremos ocasión de practicar la consulta del CREA y del CORDE para
resolver las cuestiones prácticas que en ellos se plantean.

39
BIBLIOGRAFÍA

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40
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ZAMORA VICENTE, Alonso (1999). Historia de la Real Academia Española. Madrid: Espasa Calpe.

41
EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN DEL TEMA 1
Señale en los siguientes textos las características del registro coloquial, tanto de organización del
mensaje, como de los niveles fónico, lexicosemántico y morfosintáctico.

(1) El pe-i ¡espera espera espera espera. El presión de aspiración… ¿estamos en el tabage
o en el taleza?... Estamos en el tabage. Presión de salida de las bust de las Booster, ¿me
oyes? Bueno, sí, pero nosotros no… De cero a dieciséis. Nos… nosotros lo que tenemos es
presión de aspiración. Vale, sí. Y en presión también de banco de turbinas, de cero a
dieciséis.

(Conversación telefónica, empresa, 18/03/91. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos


(CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

(2) No, ella parece que está esperando otro niño, pero que no está muy contenta, porque
Antonio Banderas quiere tener un varoncito, y ella lo que quiere es rentabilizar, pues, la
dieta que hizo, el profesor de gimnasia, el… en fin. Lo que está… lo que es mentira es lo
que se había publicado de que se habían… ella se había gastado siete millones de pesetas
en hacerse una cirugía estética. Se había cambiado los pechos, se había cambiado la nariz,
se había cambiado los oídos. Y es mentira, porque ella está… no se, no se ha hecho nada.

(Tertulia de Onda Cero Radio, Protagonistas, 05/05/97. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de
datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual. <http://www.rae.es> [14/04/2011]).

(3)

(4)

42
RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS DE AUTOCOMPROBACIÓN DEL TEMA 1

(1) La rápida planificación de la conversación telefónica se refleja en la organización y


formulación del mensaje; de ahí la falta de concordancia que encontramos entre el sustantivo y el
artículo (el presión) o la interrupción que provoca la pregunta ¿estamos en el tabage o en el taleza?, o
la repetición del imperativo espera, espera, espera.
Destaca el uso de tecnicismos como tabage, taleza, bust, Booster, presión de salida, presión
de aspiración, banco de turbinas.
El hablante para asegurarse de que su interlocutor sigue la conversación utiliza un conector
fático: ¿me oyes? Con la partícula discursiva vale indica aceptación, igual que con bueno.

(2) En este fragmento el hablante realiza varias reformulaciones y repeticiones, que son
propias del discurso no planificado:
Lo que está… lo que es mentira […]
[…] que se habían… ella se había gastado […]
[…] porque ella está… no se, no se ha hecho nada.
Concatena los enunciados, pero no siempre con conectores; sobre todo utiliza la yuxtaposición.
Aunque también usa algunos conectores, como el contraargumentativo pero.
Deja un enunciado suspendido: "[...] ella lo que quiere es rentabilizar, pues, la dieta que hizo, el
profesor de gimnasia, el… en fin"; el hablante no puede añadir ningún elemento más a la enumeración
y la deja en el aire.
En el nivel léxico, términos más o menos técnicos como rentabilizar aparecen junto a palabras
comodín (hacer: hacerse una cirugía estética; no hacerse nada). En "Se había cambiado los pechos"
podría haber usado otro término más coloquial, pero elige este que es más neutro. Usa el diminutivo
varoncito, en este caso, no es un atenuante.

(3) En esta viñeta aparece la forma lo que es (y la variante lo que significa) como
intensificador; no añade nada y podría omitirse. Refleja la relajación articulatoria, la cual provoca la
pérdida de sonidos en o sea, que se convierte en o sa y para en pa; o la unión de palabras en porcima
(en vez de por encima).
Los usos anómalos (pasando de porcima; sin encambio sin llegando) tienen un fin
humorístico, basado sobre todo en el contraste que se produce entre el contexto situacional (indicación
de decanato, apariencia de profesor del personaje) y el lenguaje extremadamente coloquial que se
emplea.

(4) En esta conversación coloquial encontramos tecnicismos informáticos (ADSL, router) y


médicos (ginescólogo es más un uso vulgar que coloquial); y léxico coloquial (esforciao y atontolino).
Se emplea innecesariamente la forma atenuadora como. Utilizan deber de, que indica posibilidad, en
lugar de deber para expresar obligación. Como en la viñeta anterior, el contraste entre el contexto, la
situación y el registro favorecen la comicidad del texto.

43
El País dominical
―Que no me entero‖
JAVIER MARÍAS
08/11/2009

Leo este periódico a diario, desde su fundación. Además he escrito en él desde 1978,
esporádicamente durante muchos años, mensualmente durante unos pocos, semanalmente desde hace
casi siete, en este dominical. Es normal que lo que no me gusta de El País me preocupe, no tiene nada
de particular. Les sucede a los que son sólo lectores, como demuestran sus Cartas al Director y sus
quejas a la Defensora. En los últimos tiempos encuentro cada vez más motivos de preocupación: de
tendencia, de estilo, de contenido, de foco o atención. Me fijo en los nombres de quienes firman las
noticias, los comentarios, los reportajes, las críticas, las columnas y artículos de opinión. Conozco los
de los corresponsales, nacionales e internacionales. Éstos han sido con frecuencia excelentes, y
algunos lo siguen siendo. No voy a hablar, sin embargo, de las tendencias ni de los estilos ni de los
contenidos ni de los focos o atenciones. Con todo, aún es mucho más lo que me agrada que lo que me
desagrada. Y todo ello es subjetivo. Me voy a limitar a señalar un aspecto, el más preocupante de
todos y el que más urgiría corregir.
Nunca me había sucedido lo que me sucede a menudo últimamente: leo una información
intentando enterarme de lo que ocurre en un lugar determinado, o de cómo está la situación de tal
conflicto, o de cuáles van a ser los problemas del libro cuando se generalicen el e-book y similares, o
de qué va a pasar con la fosa de García Lorca, y no lo consigo. En el mejor de los casos, me quedo
como estaba, y en el peor, han aumentado mi ignorancia y mi confusión. Como he perdido muchas
cosas, pero aún no mi capacidad intelectiva (o no enteramente), sólo me queda concluir que con
frecuencia no se entiende nada de lo que los nuevos redactores (cada vez hay más nombres nuevos que
no se asientan, no sé si son becarios que vienen y se van) intentan explicar. A veces se tiene la
impresión de que fingen explicar algo que ellos no han comprendido previamente, lo cual hace su
tarea imposible, claro está. En el caso de algunos corresponsales extranjeros, uno detecta con facilidad
que se han limitado a mal copiar ―es decir, a traducir mal― lo que los diarios o televisiones de cada
país han dicho, y nada es más incomprensible que una traducción hecha por alguien que conoce mal la
lengua de origen y deficientemente la propia. El resultado habitual es que el lector con ciertos
conocimientos se ve obligado a llevar a cabo sobre la marcha una "traducción" de la información, esto
es, a "deducir" lo que los redactores habrán entendido o habrán querido decir en realidad. Un juego de
adivinación, que va contra las reglas más elementales del periodismo. Lo peor es que, como esto no se
da sólo en El País, sino también en todos los demás diarios y sobre todo en las radios y televisiones -
con la fuerza divulgadora de estas últimas, y lo de TVE es atroz-, nos encontramos con que también
quienes no son corresponsales en el extranjero, y por tanto no tendrían en principio de dónde traducir,
adoptan las meteduras de pata, las sintaxis ininteligibles y los innumerables falsos amigos que sus
colegas propagan. Es llamativa la resistencia mínima que se opone hoy al continuo destrozo de la
lengua. (Ojo, mi preocupación no se debe a ningún purismo, sino al creciente peligro de que no nos
entendamos más que "retraduciéndonos" los unos a los otros, si cada cual trufa el español con los
disparates que se le antojan.)
Sirva como ejemplo modesto la proliferación de falsos amigos, y eso que hay diccionarios
para prevenirnos contra ellos. Obviamente, hay redactores de este diario (y por supuesto de otros) que
ni los tienen ni los consultan, porque aún no se han enterado de que en inglés "extravagant" nunca
significa "extravagante", sino "derrochador" o "despilfarrador"; de que "fastidious" es "puntilloso" o
"meticuloso"; de que "dramatic", en bastantes contextos, no es "dramático", sino "espectacular"; de
que "bizarre" no equivale a nuestro "bizarro", sino, como en francés, a "extraño" o incluso
"estrafalario"; de que "to abuse" es "insultar" o "maltratar" muchas más veces que "abusar"; de que
"anxiety" no significa "ansiedad", sino "angustia" (hace poco un crítico de Babelia se congratulaba de
que por fin se hubiera traducido "fielmente" el título de una obra que contiene esa palabra, cuando
44
precisamente ahora se ha traducido mal); de que "a stranger" no es "un extraño", sino "un
desconocido" o el viejo "forastero" de las películas del Oeste; de que "miserable" quiere decir
"desdichado"; de que "to remove" no es "remover", sino "quitar" o "sacar"; de que "ingenuity" e
"intoxication" no son lo que parecen, sino "ingenio" y "embriaguez", y así decenas de casos más, que
no se dan sólo en el inglés. La mayoría son cosas que los estudiantes de cualquier lengua aprenden en
el primer curso. Gente que lleva años o meses viviendo en un país, y que escribe para la prensa, las
desconoce y las traduce mal una y mil veces, hasta contagiárselas a quienes jamás han puesto un pie
en el país en cuestión. Regalen esos diccionarios a quienes los necesiten en la redacción, por favor.
Desearía volver a leer un periódico en el que no tuviera que retraducir a mi lengua las noticias que en
él se me dan, y en el que me enterara un poco más.

45

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