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La península de Barú (a veces denominada Isla de Barú), zona costera situada al sur y a 45 minutos

en lancha de Cartagena de Indias, Colombia, es considerada un paraíso de arenas blancas y aguas


turquesas y tranquilas que atrae a miles de turistas al año, quienes, ajenos a la importancia
histórica que se batalló en sus aguas en 1708, broncean sus pieles durante el día y abandonan la
“isla” o se la beben durante las noches de fin de semana.

Estas islas y sus playas paradisiacas son uno de los lugares preferidos por visitantes y turistas
provenientes de distintas regiones del país; delimitada por la bahía de Cartagena, el Canal del
Dique y el mar Caribe sus aguas cristalinas permiten ver el fondo y muchos peces de colores, cerca
hay caños con mangles, espejos de agua y jardines submarinos, sumado al avistamiento de aves
como una actividad muy popular. Aunque el acceso a la isla se puede realizar por vía acuática
atravesando la Bahía de Cartagena o en vehículo, cruzando el Canal del Dique en un planchón o
ferry, con la construcción y posterior inauguración en el 2014 del puente ‘Campo Elías Terán’ se dio
paso a la llegada masiva de personas por vía terrestre.

Si bien, lo anteriormente expuesto trajo consigo mayores ingresos económicos no sólo a las
cadenas hoteleras sino también a las familias que viven de las diversas actividades turísticas que
puedan brindar las playas de la isla; sin embargo la contaminación procedente de las ciénagas
ubicadas a las espaldas de las playas (a las que van a parar tanto las agua negras como vertidos
sólidos), el deterioro de los manglares, la contaminación que incide en la elevada presencia de
corales muertos por falta de protección, la excesiva construcción de hostales y cabañas, así como
establecimientos comerciales que incide en la calidad de la flora y fauna, y la falta formación en
recursos humanos; no son los únicos problemas sociales y ambientales que recurrentemente se
han venido presentando en estas playas, hoy en día debido a la ausencia de medidas preventivas
de control y vigilancia por parte de la alcaldía de Cartagena, las mismas reciben en menos de un
día más de 1500 personas, sobrepasando evidentemente su capacidad de carga, lo cual provoca un
aumento en la afectación físico-natural de los ecosistemas marítimos y terrestres de la zona
causado principalmente por los residuos de restaurantes y hostales, que eventualmente terminan
en el mar, Lo anterior se ve evidenciado, de manera muy generalizada, en la tendencia de
considerar que dichos recursos son de todos y por tanto nadie los cuida. Actualmente, se tiene la
errónea idea de que las playas, por pertenecer a toda la población del país, su administración,
gestión y cuidado sólo corre a cargo del gobierno, olvidando el papel fundamental que juega la
población en la correcta conservación de las mismas.

sino además una afectación ambiental y desórdenes sociales, que hoy en día se siguen
presentando en el lugar debido a que se sobrepasa la capacidad de carga de la isla, principalmente
los fines de semana y días festivos en temporada de vacaciones. Es claro que la alcaldía del distrito
de Cartagena no tomó las medidas preventivas de control y vigilancia que previnieran esta
situación. En Playa Blanca, por ejemplo, la principal playa de la isla, la cual reúne las condiciones
físico-naturales extraordinarias en sus 3.000 metros de longitud y los 50 a 60 que tiene de anchura,
para los bañistas y visitantes, presenta una serie de afecciones ambientales notorias causadas por
la misma razón anterior, el excesivo número de personas que ingresan a la misma, llegando a
recibir mas de 15.000 visitas en un mismo día
Especial atención requiere la isla de Barú que en realidad es una península que la ha convertido en
isla el Canal del Dique. A sus blancas playas de arena fina con aguas transparentes ocupadas por
arrecifes de coral se desplazan diariamente desde el Muelle Turístico de Cartagena unas 2.000
personas, casi todas de turismo nacional que llegan por la carretera de Barranquilla o por el
aeropuerto de La Boquilla. El muelle tiene unos 15 años y está gestionado por la corporación de
turismo cuyas entradas mantienen el 80% del presupuesto de la corporación. La principal playa de
Barú es playa Blanca que reúne unas condiciones físico-naturales extraordinarias en sus 3.000
metros de longitud y los 50 a 60 que tiene de anchura. Está manejada por nativos, operando 14
agencias autorizadas y más de 300 puestos de servicios. Sin embargo, presenta una serie de
afecciones como la contaminación procedente de las ciénagas ubicadas a las espaldas de las
playas, a las que van a parar tanto las agua negras como vertidos sólidos; igualmente el deterioro
de los manglares, a pesar de que los nativos están organizados en cooperativas para resolver los
problemas planteados. La contaminación también incide en la elevada presencia de corales
muertos por falta de protección. También la falta de infraestructuras incide en la calidad turística
(carencia de agua potable). Finalmente se detecta la falta formación en recursos humanos.

Pero con la inauguración del puente ‘Campo Elías Terán’ se dio paso a la
llegada masiva de personas. Esto sin que la alcaldía del distrito de
Cartagena tomara las medidas preventivas de control y vigilancia que
evitaran la afectación ambiental y los desórdenes sociales que se
presentan hoy en el lugar y que impactan gravemente el ecosistema que
sustenta la supervivencia y calidad de vida de cientos de familias
asentadas en sus inmediaciones.

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