Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Esos fueron los términos usados por Henrique Capriles, uno de los
representantes de la Mesa de la Unidad Democrática y gobernador
del estado de Miranda.
“Es una movida de una persona acorralada que quiere huir hacia
adelante. Ellos están planteando secuestrar al Estado (…) Este es el
último error del gobierno “, señaló.
A continuación la carta:
Atentamente:
Por otro lado, ha criticado "los llamado violentos" que han hecho
algunos miembros del Gobierno contra quienes consideran
innecesario elaborar una nueva Carta Magna. "Son frases agresivas y
amenazantes", ha lamentado y ha subrayado que "la paz no la puede
imponer un solo bando". "No podemos vivir así", ha remachado,
según informa la prensa venezolana.
CRISIS VENEZOLANA
Alí Primera
Varias son las voces que desde distintos ángulos han levantado las
alertas frente a la propuesta presidencial que parecieran indicar que
el remedio parece que en verdad es peor que la enfermedad. Este
conjunto de razones que exponemos a continuación, no son de la
autoría propia exclusiva en su conjunto. Las mismas han sido
esbozadas por distintos actores aunque con matices, énfasis o
contextos distintos a los aquí presentados, no obstante los cuales,
evidentemente, que en el contexto de este escrito, el único
responsable de los mismos es quien suscribe.
Cuales son entonces las razones por las que considero que no es
posible, ni deseable ni razonable apoyar la convocatoria a constituir
una ANC que ha hecho el Presidente Maduro??
Por si todo ello fuera poco, valdría la pena pasearse por las
consecuencias que ello traería a nivel internacional, pues el Estado
venezolano, y concretamente el gobierno nacional podrían verse
exigidos ante reclamos por “violación de la Constitución” tal como ya
se está señalando.
Otro elemento que genera confusión viene a ser el fin mismo que se
persigue. No obstante que el artículo 347 de la CRBV señala que una
ANC tiene por objeto “…transformar el Estado, crear un nuevo
ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución.”,
distintos voceros han señalado que no se trataría de una nueva
constitución sino de promover algunas reformas a la actual.
Autoblindaje de la CRBV:
Distintos voceros del gobierno nacional, incluido el propio
presidente Maduro, han indicado que una de las razones por las que
es preciso someter a revisión la actual CRBV es porque, según ellos,
la misma no cuenta con mecanismos de autopreservación frente a
golpes de Estado, o a violaciones flagrantes de la misma Nada más
lejos de la realidad. La CRBV no solo cuenta con un articulado
ampliamente garantista que ata la existencia del Estado Venezolano,
de su andamiaje jurídico institucional y su arquitectura funcional a
lo más avanzado de la normativa internacional en materia de
derechos humanos de primera, segunda, tercera y hasta cuarta
generación, lo cual le permite abarcar un sinnúmero de áreas y
ámbitos y desarrollar legislación al respecto cosa que avanzó
significativamente durante los años en que se mantuvo una mayoría
en la Asamblea Nacional, y que obviamente se frenó luego de la
derrota electoral del 6 de diciembre de 2015. Pero no solo eso:
habría que ser ciegos para no considerar el peso específico que
tienen los artículos 333 y 350 como poderosos blindajes inmanentes
de esta constitución frente conmociones o contingencias que pongan
en riesgo la existencia de la República, que inclusive, fueron puestos
a prueba cuando el 13 de abril de 2012, en ejercicio de la soberanía
popular, fue restaurado en su puesto de mando el Presidente Hugo
Chávez después de haber sido depuesto por obra del Golpe de Estado
encabezado Carmona Estanga. Fue justamente enmarcado en la
conciencia política y el amparo jurídico que ofreció (y sigue
ofreciendo) la CRBV de 1999 que el pueblo venezolano pudo realizar
la más grande proeza de este tiempo, hecho inédito en nuestra
historia y probablemente de la humanidad. Carece de sentido y de
principio de realidad la afirmación según la cual la CRBV deba ser
modificada o cambiada por ser vulnerable a los golpes de estado, a
las conspiraciones o a los ataques de los enemigos.
Basta ya de Instrumentalizar al pueblo
Por otro lado, es preciso bajar el tono contra las disidencias y asumir
las críticas con mayor amplitud, con espíritu democrático y
autocrítico, y sobre todo con madurez y responsabilidad de
estadista: Ver al presidente Maduro, en cadena nacional
acompañado de la alta dirección del proceso convocando al país a
una Asamblea Nacional Constituyente e invitando a la unidad de
todos los venezolanos alrededor de ese objetivo, y al mismo tiempo
acusando de Infiltrados de la CIA, o de “Izquierda Cobarde” a
quienes simplemente manifiestan opiniones o caminos distintos
para alcanzar objetivos similares o a quienes señalan las
indiscutibles e inocultables desviaciones, distorsiones, errores y
omisiones que se vienen cometiendo desde la dirección del proceso
es no solo altamente contradictorio, sino un factor que genera
desconfianza, amplía las brechas entre ex-aliados y fragmenta aún
más al movimiento revolucionario. Si el Jefe del Estado posee las
pruebas de que algún venezolano es un agente a sueldo de un
organismo de inteligencia como la CIA o cualquier otro, lo que
procede es aplicar la justicia. No se trata de que seamos ingenuos.
No cabe la menor duda de que en Venezuela, sentados como estamos
todos encima de la mayor reserva de petróleo del mundo
evidentemente que los intereses del imperialismo están puestos
sobre nosotros, y su accionar contra nosotros discurre por muchas
vías, una de ellas mediante la infiltración de sus organismos de
inteligencia. Pero de allí a generalizar y suponer que cada crítica que
se formule al gobierno se realiza teledirigida por la CIA, es no solo
paranoia sino sobretodo soberbia e incomprensión del momento
actual.
Para concluir, con seguridad existen muchas otras razones por las
cuales objetar la convocatoria, en los términos en que ha sido
realizada. Un gran propósito como “la paz” es en verdad tan
genérico y tan interdependiente de muchas otras variables que
resulta impensable que una ANC o una nueva constitución puedan
permitir alcanzarlo. Cada uno de los 9 temas que propuso el
Presidente Maduro como parámetros a ser discutidos dentro de la
ANC, son perfectamente discutibles y desarrollables fuera de una
entidad como esa, por lo que no vemos la necesidad de exponer tanto
para intentar alcanzar propósitos que perfectamente pueden ser
trabajados en otros ámbitos, incluso, con el amparo de la actual
constitución.
Trayectoria de la Asamblea
Constituyente de
Venezuela
Descripción y análisis de los antecedentes, desarrollo, actores,
estructura y significados de la Asamblea Constituyente venezolana
para la teoría y la práctica de la Gobernanza
Por Ricardo Jimenez
enero 2008
PROGRAMA Legitimidad y arraigo del poder
CUADERNO La asamblea constituyente de venezuela como expresión de específicas tensiones
latinoamericanas en el debate y la práctica de la gobernanza
Palabras clave : Estado Debate público ; Democracia participativa ; Democracia y cambio social ; Espacio público de
deliberación; Exclusión social ; Reforma de las instituciones ; Democrácia Venezuela ; América del Sur
U n análisis de los impactos e interacciones mutuas entre los procesos de Gobernanza y la Asamblea
Constituyente de Venezuela, motivo central del cuaderno que desarrollamos, requiere previamente de la
descripción y reflexión de ambos términos: la Gobernanza y la Constituyente, distinguiendo aquellos
elementos particulares que la contextualizan y especifican de aquellos que comparte con procesos más
amplios y universales. Distinción útil en la medida que, justamente, la tensión entre ambas dimensiones,
universal y propia, se revela como uno de los factores relevantes que explican la dificultad persistente
para construir una Gobernanza auténticamente democrática, es decir, útil a las mayorías, en la región. A
ello, avanza esencialmente esta ficha.
CONTENIDO
2. LA CRISIS TERMINAL
3. LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
4. LA TENSIÓN ENTRE LA FUNCIÓN DE LIDERAZGO Y LA PARTICIPACIÓN PROTAGÓNICA DE LA
SOCIEDAD CIVIL
En el siglo XX, tras una aguda crisis que terminó con la caída de la dictadura militar de
Marcos Pérez Jiménez en 1958, los nuevos partidos “modernos”, nacidos una década antes:
COPEI (social cristiano centro derechista), URD (nacionalista liberal centroderechista) y
Acción Democrática (social demócrata), y que recogían las aspiraciones de las viejas y
nuevas clases y sectores sociales oligárquicos y excluidos, respectivamente, elaboran un
nuevo sistema de Gobernanza (proceso integral, que incluye al gobierno, las instituciones y
su relación e interacción con la sociedad civil), cuya estructura institucional fundamental es
el llamado “Pacto de punto Fijo” (llamada así por la residencia donde se firmó el acuerdo). 4
Con él se buscó por encima de toda otra consideración la estabilidad del orden democrático
formal institucional, la “Gobernabilidad” (Habilidad de gobernar, énfasis en el orden y la
estabilidad), a través de gobiernos consensuados por las tres fuerzas políticas, tanto en lo
programático, como en el reparto de cargos de gobierno. Sobre la base de la nueva
Constitución de 1961. En la práctica, significó la alternancia de hecho de estos partidos en el
gobierno, mediante la vía electoral, hasta la crisis terminal del sistema a fines de la década
de 1990. Por explícita intervención del poder fáctico norteamericano (ocurre en el contexto
de la llamada “guerra fría”) se excluyó e incluso por períodos se ilegalizó al Partido
Comunista y otras fuerzas menores, las cuales llegaron a la lucha armada contra este orden.
El colosal ingreso petrolero generó una economía y cultura “rentista”, caracterizada por una
clase política en proceso de corrupción, alta ingerencia de los poderes fácticos 5 empresariales
extranjeros y nacionales, y, en conjunción a la aguda concentración de la riqueza generada
por las políticas neoliberales, una injusticia social estructural, donde por ejemplo, los Estados
petroleros (Anzoátegui y Zulia, por ejemplo), de donde se extraía la inmensa riqueza,
presentaban los más altos índices de pobreza, analfabetismo, carencia de médicos, etc.
2. La crisis terminal
En febrero de 1989, una mezcla explosiva de crisis económica y agotamiento terminal de la
legitimidad del sistema político, produjo un colosal estallido callejero, saqueos y violencia
contra la clase política: el “Caracazo”.6 Hito visible de una crisis terminal, tanto de las
políticas neoliberales, como de las instituciones surgidas del “puntofijismo”.
Cuatro años más tarde, jóvenes militares intentan deponer el gobierno, elegido
democráticamente, pero en total descrédito como corrupto y anti popular. Frustrado el
alzamiento, el país entero conoce a través de la televisión al carismático líder: Hugo Chávez,
quien, en contraposición a la costumbre de las elites políticas, asume personalmente toda la
responsabilidad y declara que mantiene sus objetivos de “refundación” del país, los que solo
son frustrados “por ahora”.
El joven oficial venía desde hace años, anónimamente, estudiando sistemáticamente a Simón
Bolívar (y otros luchadores y pensadores latinoamericanos, incluidos indígenas) y formando
oficiales en la academia militar. Había agrupado, con persecución interna del ejército, un
pequeño núcleo inicial de oficiales que con los años incorporó a civiles (venidos de corrientes
de izquierda bolivariana) y llegó a ser el “Movimiento Bolivariano Revolucionario”,
protagonista del malogrado alzamiento.
Aunque los rebeldes sufren dos años de prisión, el destituido oficial se transforma en un líder
político de mayorías. Su movimiento y su ideario aparecen como una opción política viable,
diferente y distinguible del gastado sistema: la “revolución bolivariana”.
Liberados, Chávez y su movimiento utilizan la vía electoral, formando una amplia coalición
con fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda, el “Polo Patriótico”, ganando las
elecciones presidenciales en 1998, con el 56% de los votos y una abstención del 36,48%. El
principal eje programático de su campaña fue la convocatoria a Asamblea Constituyente para
refundar el país, abriendo el período de la “Quinta República”.
3. La Asamblea Constituyente
No existía un mecanismo pre fijado para avanzar a la constituyente y ello originó un intenso
debate sobre la conveniencia de hacerla o las posibles formas de hacerlo (reforma
constitucional, plebiscito, con o sin el Congreso, etc.).
Muy prontamente, el mismo día en que asumió el cargo de Presidente, 2 de febrero de 1999,
emitió el Decreto Presidencial N° 3, convocando a referéndum consultivo popular para
preguntar si se estaba o no de acuerdo con la realización de Asamblea Constituyente.
Los partidos tradicionales, sorprendidos y sin captar todavía la profundidad de la crisis del
viejo sistema de Gobernanza (las encuestas mostraban alrededor de un 70% de apoyo a la
medida, y cerca del 80% al Presidente), impugnaron la medida ante la Corte Suprema de
Justicia. Aunque la impugnación fue rechazada, esto vino a profundizar aún más el
descrédito de estos actores políticos que fueron percibidos como enemigos del ejercicio de la
soberanía popular.
En medio de un nuevo intenso debate, esta vez sobre las formas y mecanismos para
implementar la constituyente, el presidente elaboró unas bases para ello (publicadas en la
Gaceta Oficial el 25 de marzo de 1990), y avanzó a la consulta popular. En ella se hicieron
dos preguntas: si había o no acuerdo en convocar la constituyente, y si se estaba o no de
acuerdo con las bases propuestas para ello.
La redacción de la primera de las preguntas es del todo reveladora de la búsqueda de un
nuevo modelo institucional de regulación para el país, una nueva Gobernanza: “Convoca
usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado y crear
un nuevo Ordenamiento Jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia
social y participativa? Sí o No”.
Con esta plena legitimidad, el proceso para elegir a los asambleístas, sobre las bases
aprobadas en la consulta, fue una explosión mayor aún de debate y participación. Liberando
todas las fuerzas de participación excluidas en el anterior sistema.
Como nunca antes, se abrieron los cauces de participación y reflexión a amplios sectores, los
cuales percibieron de manera concreta la realidad de los cambios propuestos. Ello redundó
en el acrecentamiento de la tendencia de apoyo al Presidente, como lo reveló el resultado de
las elecciones de constituyentes, realizadas el 25 de julio de 1999, y en las cuales el Polo
Patriótico obtuvo 100 de los 128 constituyentes. Más aún, casi la totalidad de los 28
constituyentes restantes se mostraba también de acuerdo con el profundo proceso de
cambios. Apenas hubo cuatro (4) constituyentes explícitamente opuestos al mismo proceso
de refundación.
También fue decisivo el debate sobre la soberanía nacional, tanto ideológica cultural (fuerte
presencia del pensamiento de Bolívar), como política (prohibición plena de bases militares
extranjeras, por ejemplo), y económica (recuperación de la soberanía sobre los principales
recursos naturales, especialmente energéticos, prohibición de patentes sobre la
biodiversidad, especialmente en territorios indígenas).
Perspectivas
Imprimir
4
o
Manifestantes opositores realizan una concentración nocturna para rendir
homenaje a los caídos en contexto de protesta. 17 de mayo de 2017. Fotografía de
Verónica Aponte. Haga click en la imagen para ver la fotogalería completa
La historia institucional de Venezuela ha presenciado varios “procesos
constituyentes” y reformas constitucionales así como otras tantas constituciones
producto de esos procesos: hemos tenido cierta debilidad para convocar procesos
de este tipo o al menos para reformar la Constitución. Algunas veces, como en
1811 o en 1947, la nueva Constitución implicó una ampliación de los derechos de
los ciudadanos. Otras veces, como entre 1908 y 1935, las reformas a la
Constitución sirvieron para aumentar los poderes del presidente. Como ocurrió,
precisamente, también en el proceso constituyente de 1999.
Como ha advertido el profesor Allan R. Brewer-Carías, hasta 1999 los “procesos
constituyentes” que dieron lugar a constituciones siempre fueron el resultado de
una ruptura del hilo constitucional, generalmente a partir de las distintas
revoluciones que han marcado nuestro calendario político. El proceso
constituyente de 1999 no fue la excepción debido al carácter fraudulento de su
convocatoria.
Pero, en realidad, a los únicos procesos constituyentes a los que genuinamente
puede dárseles ese calificativo son al de 1811 cuando comienza el tránsito de la
monarquía a la república, y al proceso constituyente en 1830 cuando se produce la
separación de Venezuela de la Gran Colombia. Propiamente, el Estado
venezolano se constituyó en 1811, con lo que no hace ni ha hecho falta en realidad
ni “reconstituirlo” ni “refundarlo” de nuevo.
Por esto, los términos “Asamblea Nacional Constituyente” o “proceso
constituyente” han sido utilizados en varias oportunidades como una excusa para
la obtención del poder, o para la ampliación de las competencias presidenciales.
En otras ocasiones, como en el período entre 1908 y 1935 no se convocaron
“procesos constituyentes”, sino que se procedió a realizar enmiendas puntuales a
la Constitución para ajustar así las constituciones a las necesidades políticas que
se querían atender en el momento.
Por supuesto, en el contexto de las distintas crisis políticas que conforman la
historia de Venezuela, alrededor de estas constituciones se dictaron muchos actos
que intentaron regular alguna situación de hecho. Y así, junto a las constituciones,
se dictaron actos de contenido político: desde el que confirió al Libertador poderes
extraordinarios en 1813 y 1814 hasta el Acta Constitutiva de la Junta
Revolucionaria de 1945, pasando por el Decreto del General Castro mediante el
cual asume la jefatura del Poder Ejecutivo en su carácter de Jefe de la Revolución
Liberal Restauradora el 23 de octubre de 1899.
El primer Congreso constituyente:
el Supremo Congreso de Venezuela y la Constitución de 1811
Como hemos explicado aquí en Prodavinci, el 2 de marzo de 1811 se instaló el
primer Parlamento en el país: el Supremo Congreso de Venezuela, también
conocido como el Congreso Constituyente de 1811. Aquel Parlamento se convocó
según lo dispuesto en el Reglamento de Elecciones redactado por Juan Germán
Roscio, el cual dictó el 11 de junio de 1810 la Junta Suprema de Venezuela
Conservadora de los Derechos de Fernando VII.
Ese Supremo Congreso de Venezuela daría lugar al Acta de Independencia del 5
de julio de 1811 y, también, a la tercera Constitución del mundo moderno: luego de
la Constitución estadounidense (1787) y la francesa (1791) se firmó el 21 de
diciembre de 1811 la Constitución Federal para los Estados de Venezuela, justo
antes de terminar las sesiones por ese año y será aprobada por 37 diputados,
representantes de las 7 provincias confederadas para el momento: Barcelona,
Barinas, Caracas, Cumaná, Margarita, Mérida y Trujillo. Francisco de Miranda la
firmaría realizando observaciones al texto aprobado, advirtiendo que en su opinión
carecía de “un justo equilibrio” y que la Constitución no sería conforme “con la
población, usos y costumbres de estos países”.
La vigencia de la Constitución de 1811 fue efímera. Diversas razones dieron lugar
a la llamada “caída de la Primera República”. De hecho, al sistema institucional
creado por la Constitución de 1811, según el cual el Poder Ejecutivo no era fuerte,
se atribuye, entre otras razones, la caída de la Primera República. El mismo
Bolívar criticaría amargamente el esquema de la Constitución de 1811 en su
Manifiesto de Cartagena de 1812 y luego en el Discurso de Angostura de 1819.
Las Constituciones del siglo XIX
A la Constitución de 1811 le seguiría las Constituciones de 1819, llamada como
“Constitución de Angostura”, e influenciada por algunas de las ideas de Simón
Bolívar. La Constitución de 1819 sería sustituida por la Constitución de 1821, la
cual promulgada por Bolívar luego de la Batalla de Carabobo. Poco antes de morir
Bolívar, el Congreso de Valencia dictaría la Constitución de 1830, promulgada por
José Antonio Páez, que sellaría nuestra separación de la Gran Colombia.
Esta Constitución de 1830 sería una de las constituciones con mayor tiempo de
vigencia: sólo será sustituida por la Constitución de 1857. Sin embargo, esta
Constitución de 1857, que fue impulsada por Monagas para asegurar su
reelección, sería a su vez sustituida por la Constitución de 1858, producto de la
Gran Convención Nacional convocada por Julián Castro quien lideraba la
Revolución de Marzo.
Luego de las Guerras Federales, la Constitución de 1858 sería objeto de reforma
por la Constitución de 1864 y va a recoger la repartición del poder de los caudillos
regionales. La Constitución de 1864 tendría una vigencia de 10 años, siendo objeto
de reforma constitucional para dar lugar a la Constitución de 1874 luego de la
Revolución Azul y de la Revolución de 1870. La Constitución de 1874, a su vez,
sería objeto de reforma constitucional, para dar lugar a la Constitución de 1881,
luego de la Revolución Reivindicadora de 1879.
La Constitución de 1881, muy influenciada por Antonio Guzmán Blanco, y conocida
en nuestra historia constitucional como la “Constitución Suiza”, también tendría
una vigencia de 10 años, siendo sustituida por la Constitución de 1891.
Luego de la Revolución Legalista, la Constitución de 1893 será la última del siglo
XIX.
Las constituciones del siglo XX
El siglo XX vería su primera Constitución en 1901, con la llegada de los andinos al
Poder, a partir de la Revolución Liberal Restauradora. A partir de esta Constitución
se irá desmontando progresivamente la estructura federal que se había instaurado
a través de las constituciones del siglo XIX.
La Constitución de 1901 será reformada por la Constitución de 1904.
Luego de asumir el poder, el General Gómez promoverá hasta siete reformas
puntuales a la Constitución, siempre para apalancarse en el poder. Y así, se
dictarán las constituciones de 1909, 1914 —previo Estatuto Constitucional
Provisorio de los Estados Unidos de Venezuela de 1914—, 1922, 1925, 1928,
1929 y 1931.
Con la muerte del General Gómez y los sucesos que comienzan a darse a partir de
la asunción de la presidencia del General López Contreras, se dictará la
Constitución de 1936. Tras la muerte de Gómez, esta Constitución empieza a
recoger las exigencias de libertades políticas, sociales y económicas que el país
planteaba con mayor énfasis. La Constitución de 1936 será sustituida por la
Constitución de 1945; sin embargo sólo tuvo una vigencia de meses debido a la
Revolución de Octubre.
La Asamblea Constituyente de 1947, presidida por Andrés Eloy Blanco, dará lugar
a la Constitución de 1947 que incluyó importantes avances en el reconocimiento
de los derechos de los venezolanos y en la regulación orgánica del Estado
venezolano. La vigencia de la Constitución de 1947 sería breve debido al golpe
que derrocó al gobierno de Rómulo Gallegos. La Junta Militar de Gobierno, en una
acción que constituía un retroceso en los derechos conquistados, declaró que se
aplicaría la Constitución de 1945 si bien reconocía que podía aplicar las
disposiciones más progresivas previstas en la Constitución de 1947.
En 1953 una Asamblea Constituyente, bajo la dictadura militar, dictaría una nueva
Constitución que implicaba la disminución de los derechos y garantías previstas en
las constituciones de 1945 y 1947.
Con el inicio del período democrático, tendrá lugar la Constitución de 1961 —la de
más larga vigencia en la historia de Venezuela— que será sustituida por la vigente
de 1999. La Constitución de 1961 fue producto de la Revolución de 1958 y es un
reflejo del Pacto de Punto Fijo (también de 1958). Con la Constitución de 1961 se
estableció el cauce institucional para que por primera vez en nuestra historia
republicana, partidos políticos de distintas ideologías pudieran sucederse de modo
pacífico en el ejercicio del poder.
El proceso constituyente de 1999: el último “proceso constituyente”
En 1999 fue la última experiencia de tipo “constituyente” en el país. En 1998, la
principal oferta electoral del entonces candidato Hugo Chávez fue la convocatoria
a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC). Ese proceso dio lugar a la
Constitución de 1999, hoy vigente.
A pesar de lo atropellado, arbitrario y fraudulento que resultó el proceso
constituyente de 1999, o quizá precisamente por ello, el entonces Presidente
Chávez alabó en diversas oportunidades el texto de la Constitución de 1999. Para
el oficialismo, esa Constitución se convirtió en un verdadero “documento
fundacional”. Desde el año 2000, la justificación de la actuación estatal se encontró
siempre en la Constitución de 1999, aun cuando en muchas ocasiones esa
actuación suponía, irónicamente, una violación de la propia Constitución.
De la Constitución de 1999
a la Asamblea Nacional Constituyente de 2017
Luego de la victoria electoral que dio inicio a un segundo período presidencial, el
entonces presidente Chávez planteó la necesidad de ir a un proceso de reforma
constitucional. La propuesta formulada, se recordará, suponía una ampliación de
los poderes presidenciales, la reducción del ámbito de libertades políticas y
económicas y la instauración de lo que en el momento se denominó como el
“Estado comunal”, sobre la base del llamado “Poder Popular”.
Resumen:
Abstract:
No obstante, los primeros diseños institucionales que apelan al ejercicio del Poder
Constituyente surgen recién en las colonias inglesas de América, a través de la
práctica de las asambleas ciudadanas (corporation) donde operó
mediante representación de intereses (trust). Tocqueville, al describir la idea de
libertad que inspiró las primeras asambleas representativas elegidas por sufragio
universal (como la liderada por colonos de Virginia en 1618), llega a plantear que
nos encontramos ante una experiencia singular, donde primero se asegura la
libertad política para luego dar paso al Estado4. Estas prácticas participativas
evolucionaron rápidamente, obligando a la corona inglesa en 1639 a reconocerles el
derecho a dictar leyes, mientras el gobernador sólo conservaba el derecho a veto
en nombre del Rey. Dichas instituciones, iniciado el proceso de independencia, se
transformaron en el espacio donde se elaboraron las constituciones de estados
como Connecticut, New Haven, Rhode Island, Pennsylvania, entre otros. En
consecuencia, la figura de la Asamblea Constituyente se configura como el principal
mecanismo para establecer un sistema institucional singular y propio para cada
Estado libre5.
Con todo, existen detractores de esta tesis. Ross considera complejo la sola
posibilidad lógica que una Constitución establezca reglas para su propia reforma
(como sería el caso de regular constitucionalmente la AC). Las normas de
competencias (que constituyen a la autoridad) son las que prescriben las
condiciones necesarias y suficientes para que un acto de creación o sanción
(decisión humana) sea válido, tenga fuerza de ley. La tarea esencial, según Ross,
de toda Constitución es establecer autoridades legítimas mediante reglas de
competencia, así como la conformación de proceso de elaboración de nuevas
normas (proceso legislativo). Si se contempla en una Constitución, adicionalmente
a las normas de competencias, normas que permitan su reforma, lo que se hace es
reconocer un nuevo procedimiento de creación del Derecho que, en consecuencia,
se sitúa en una jerarquía superior al procedimiento legislativo. El problema,
entonces, surge para Ross, porque la norma superior de un ordenamiento jurídico
se caracteriza por ser inmodificable, ya al ubicarse en la cúspide del ordenamiento
jurídico, sólo le cabe sustentarse en elementos fácticos, políticos o sociológicos. Al
ser la AC la norma superior y además un procedimiento de reforma, se cae en la
contradicción que se apelaría a un procedimiento que sólo tiene apariencia de
jurídico, ya que no tiene ninguna norma superior que le dé competencia. En
consecuencia, las constituciones que regulan la figura de la AC para reformar la
Constitución establecen un procedimiento que nunca sería jurídico ni
constitucional16.
Desde otra perspectiva, Schmitt no cree que el Poder Constituyente deba regularse
mediante un procedimiento, ni menos que pueda modificar de manera total la
Constitución. Su argumentación, a diferencia de Ross, Zagrebelsky y Guastini, no
se articula desde la lógica del orden constitucional, sino desde su particular idea de
Poder Constituyente. Para este autor resulta fundamental distinguir entre
Constitución y ley fundamental. La Constitución se conforma a partir de una
decisión política, concreta del pueblo, como una unidad preexistente y, por tanto, la
idea de Constitución y el Poder Constituyente son asimilables. Por tanto, si la
Constitución se pretende cambiar, también se modificaría la propia idea de pueblo.
Lo reformable serían, entonces -para Schmitt- las leyes fundamentales, que dan
cuenta de una dimensión subordinada a lo propiamente constitucional19.
Como suele ocurrir muchas veces, el debate doctrinario es superado por la práctica
constitucional. Nos detendremos a continuación en el análisis de los procesos
constituyentes latinoamericanos, donde de manera sistemática la figura de la AC
pasa a ser regulada constitucionalmente.
La experiencia latinoamericana
Están los que piensan que este tipo de fórmulas no son del todo inconstitucionales,
ya que se sustentan en la idea que finalmente es el pueblo el titular del Poder
Constituyente originario. En esta lógica, bastaría que los tribunales superiores (por
acción u omisión) validaren algún procedimiento para que éste sea considerado
legítimo y se apruebe el nuevo orden constitucional 21.
Por otra parte, Massal ve en la alta fragmentación social y política un factor que ha
impedido consolidar crecientes niveles de democratización a través de los procesos
constituyentes25. En este sentido, el caso venezolano es paradigmático. La
oposición se restó de cada una de las etapas de la discusión generando una
abstención importante en el referéndum que aprobó el procedimiento de AC y
su ratificación. La falta de pluralidad del debate venezolano queda en evidencia en
la conformación de la A.C., ya que sólo seis representantes (de un total de 128) no
fueron de la coalición de Presidente Chávez. Durante su operatoria dicha AC
concentró poderes de otros órganos, disolvió el congreso legislativo, intervino en el
Poder Judicial, convirtiéndose en una asamblea omnipotente que trascendió su
específico mandato orientado a la elaboración de una nueva Constitución.
El factor que nos permite agrupar las experiencias no tiene que ver con sólo
variantes formales sino con el objetivo que motiva su instalación. En este sentido
es clave la reflexión que Schmitt hace en relación a los sujetos del Poder
Constituyente (distingue el monarca del pueblo). La diferencia sustancial es que
Schmitt hace el pueblo en la mayoría de los casos no puede ejercer directamente
dicho poder como sí lo hace el monarca28. De ahí que para Schmitt se validaría la
figura de AC no como un procedimiento de reforma del ordenamiento jurídico, sino
como una fórmula fáctica, política, capaz de generar una voluntad mayoritaria que
respalde la configuración del pueblo. Así, podemos evidenciar un nuevo objetivo de
la A.C., ya no como control de los otros poderes constituidos, sino como un
mecanismo para canalizar la voluntad popular disgregada.
En general, Schmitt es crítico de la capacidad que tendrían los partidos políticos, los
parlamentos y particularmente los sistemas parlamentarios de representación para
canalizar y expresar de manera integradora la voluntad popular. El óptimo
articulador de esta voluntad sería el presidente de la República29. Este énfasis
puesto por Schmitt, donde se prioriza la integración por sobre la deliberación,
resulta clave a la hora de ponderar las experiencias latinoamericanas, ya que nos
encontraremos en varios casos con fórmulas en apariencia representativas y
democráticas, pero que en su articulación no buscan fundamentalmente instalar un
debate plural y diverso, sino más bien la hegemonía de una posición política.
Así identificamos un tipo de AC que, pese a no formar parte del proceso de reforma
constitucional ordinario, sí cumple las condiciones que propone Ackerman. Vale
decir, surge de un acuerdo político amplio, que compromete a sectores mayoritarios
de la ciudadanía. Se somete a controles constitucionales. Cuenta con la voluntad
constituyente de varios órganos constitucionales y da garantías a los opositores
para que su participación sea tomada en cuenta, transformando la AC en un
espacio deliberativo y representativo. Mientras que, por otra parte, nos
encontramos con otras experiencias que en apariencias cumplen todas estas
condiciones, pero que en la práctica una sola mirada se va imponiendo de manera
sistemática durante este proceso constituyente.
Aquí nos encontramos con seis experiencias a considerar: Uruguay, Costa Rica,
Guatemala, Brasil, Colombia y Bolivia.
En el primer caso nos encontramos con Uruguay, un Estado que regula la figura de
la AC (Convención Nacional Constituyente) frente a reformas totales o parciales de
la Constitución, aunque en la práctica nunca la ha utilizado. Estas fórmulas tienen
su origen en reformas que se vienen sucediendo desde 1912 y cuyo referente
directo es la experiencia suiza antes aludida30. Así, el artículo 331 de la Constitución
de Uruguay establece cuatro alternativas para realizar una reforma parcial o total:
(a) por iniciativa popular que supone el respaldo del 10% de los ciudadanos
inscritos en el Registro Cívico Nacional; (b) por iniciativa parlamentaria que cuente
con 2/5 del total de componentes de la Asamblea General; (c) por proyectos de ley
presentados por senadores, los representantes (diputados) o por el Poder Ejecutivo
aprobados por mayoría absoluta de la Asamblea General; y (d) mediante leyes
constitucionales que requieren para su sanción del voto conforme de los 2/3 de
componentes de cada una de las Cámaras dentro de una misma legislatura.
Sólo en el caso de la letra c) del artículo 331, vale decir, cuando la iniciativa
legislativa provenga de senadores, representantes (diputados) o Poder Ejecutivo
(presidente de la República) se establece como exigencia adicional el llamado a una
Convención Nacional Constituyente. Este mecanismo de reforma, como ya hemos
advertido, nunca se ha utilizado. De los 23 proyectos de reforma constitucional, 9
fueron promovidos mediante iniciativa popular (art. 331 letra a), 10 fueron
surgieron por iniciativa parlamentario (art. 331 letra b), y cuatro mediante leyes
constitucionales (art. 331 letra d)31.
En este caso nos encontramos con cinco experiencias: Perú, Nicaragua, Paraguay,
Venezuela y Ecuador. En todas ellas, como veremos, el proceso constituyente va de
la mano de un gobierno que actúa en los márgenes de la institucionalidad y que
básicamente su impulso posibilita el desarrollo y concreción de la AC.
El caso del Perú es particular. Todas sus constituciones, desde 1823, y con la sola
excepción de la Carta de 1826, han sido elaboradas mediante AC. Hablamos en
general de procesos ad hoc, conformados para dar salida institucional a crisis
políticas. La mayoría de estas experiencias constitucionales no ha tenido, en
consecuencia, la estabilidad institucional mínima para conformar procesos
deliberativos y representativos de la sociedad peruana. A pesar de la legitimidad
constitucional que tiene la AC en Perú, esta figura no ha sido incorporada como
mecanismo de reforma en ninguna de sus constituciones. Sí encontramos su
presencia en disposiciones transitorias de las Cartas de 1933, 1979 y 1993. El
proceso constituyente más valorado fue el que llevó a la Carta de 1979, debido a
que comprometió la participaron de la mayoría de las fuerzas políticas. El debate
nacional duró un año, de julio de 1978 a julio de 1979, momento en el cual quedó
sancionada dicha Constitución. Se vivió entonces un período de estabilidad
institucional, sucediéndose las elecciones generales de 1980, 1985 y 1990. Fue en
este último proceso en que resultó electo Alberto Fujimori, quien con el apoyo de
las Fuerzas Armadas dio un autogolpe en 1992. La presión internacional llevó al
gobierno a convocar un nuevo Congreso Constituyente que se instaló en 1993, y
tras pocos meses de trabajo, puso en vigencia una nueva Constitución, la de 1993,
la cual fue aprobada por un estrecho margen el 31 de julio de 1993 (52% a favor y
48% en contra) y que permanece vigente hasta la fecha42.
Por otra parte, la AC venezolana surge como propuesta política en la década de los
ochenta, pero fue la candidatura presidencial de Hugo Chávez la que permitió
concretar dicha aspiración. En 1998 Chávez es electo Presidente de la República
bajo la promesa de que su primer acto de gobierno sería convocar a una AC. Dicho
mecanismo no estaba previsto en la Constitución de 1961, que sólo contemplaba la
posibilidad de reforma general, condicionada a la sanción del Congreso y a un
referéndum aprobatorio (artículo 246 de la Constitución de 1961). Chávez sostuvo
una tesis distinta valiéndose de la posibilidad de llamar a referéndum consultivo
sobre asuntos de especial trascendencia nacional, fundado en el artículo 181 de la
Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política45.
Tras un largo trabajo, con fecha 24 de julio de 2008, se dio fin a la labor de la AC.
El 25 de julio de 2008, el Tribunal Supremo Electoral ratificaría la convocatoria a
referéndum con el objeto de que la ciudadanía aprobara o rechazara el proyecto
final. Así, tras presiones de la misma AC, se adelantó la fecha del referéndum,
teniendo lugar el 28 de septiembre de 2008. Este día se aprobó el texto
constitucional con un 63,93% a favor, y la Carta Fundamental comenzó a regir
desde su publicación en el Registro Oficial, el 20 de octubre de 2008, dando lugar a
un régimen de transición en que el gobierno mantendría sus cargos hasta que se
realizaran las modificaciones pertinentes requeridas por la nueva Constitución.
Dicha transición tuvo fin tras la convocatoria a elecciones generales con fecha 26 de
abril de 200949.
El artículo 444 de esta última Carta regula la figura de la AC y señala que sólo
podrá ser convocada a través de consulta popular que podrá ser solicitada por el
presidente de la República, por las dos terceras partes de la Asamblea Nacional o
por el 12% de las personas inscritas en el Registro Electoral.
Desde la década de los noventa se evidencia, sin embargo, una crisis de legitimidad
del sistema institucional chileno, que se manifiesta primero en una actitud
desafectada de los jóvenes por participar políticamente, para dar paso a una serie
de movilizaciones sociales aisladas53. Un punto de inflexión se da el año 2006, con
el movimiento de los estudiantes secundarios que desencadena sucesivas
manifestaciones vinculadas a temas medioambientales, locales y estudiantiles que
tienen su mayor fuerza el año 2011. Hoy en Chile se puede identificar un
movimiento social y político mucho más masivo y extenso que se une en una crítica
al sistema institucional, demandando su cambio estructural 54.
En Chile el debate, antes que orientarse a las características que debería tener una
eventual A.C., se ha detenido fundamentalmente en la elaboración de alternativas
que legitimen mecanismos diferentes a los previstos en el capítulo XV de la actual
Constitución. Dichos procedimientos exigen contar con "súper mayorías" que son
necesarias para aprobar la reforma constitucional que en algunos casos se elevan
por sobre el 60 o 66 por ciento de diputados y senadores en ejercicio, haciendo
imposible los cambios constitucionales que no cuenten con el consenso del
Congreso y, por ende, con el beneplácito de la derecha chilena.
Por otra parte, Atria considera que si bien la fórmula del referéndum constitucional
no se encuentra explícitamente establecida en nuestra Carta, podría implementarse
si el Tribunal Constitucional no fuese requerido para resolver su inconstitucionalidad
por el presidente de la República o algunas de las Cámaras del Congreso (según lo
establece el artículo 93 N° 5 de la Constitución). Desde este punto de vista,
bastaría un acuerdo entre las máximas autoridades representativas para permitir la
convocatoria de una AC mediante referéndum constitucional 56.
Aunque Atria propone varias alternativas para avanzar en una nueva Constitución,
ya revisamos su propuesta sobre referéndum constitucional, en lo referido a su
mirada sobre la figura de la A.C., que considera que es posible recrear esta
institución dotando de contenido constituyente a una elección de autoridades
representativas. Aquí identifica la elección de concejales que, junto con los alcaldes,
conforman la administración municipal en Chile. Su opción parece sustentarse en
que los concejales son las únicas autoridades electas mediante una fórmula
proporcional. Pues bien, este autor considera que se pasaría de facto a un proceso
constituyente si el presidente de la República realizara un llamado a la ciudadanía
para que, junto con elegir concejales municipales, posteriormente considerasen que
ellos serán requeridos para elaborar un nuevo texto constitucional 59.
Por otra parte, intelectuales y políticos en Chile hoy toman distancia de la figura de
la A.C., concediéndosela a tesis suigeneris como las de Salazar y Atria65. Se
configura, entonces, una suerte de efecto satanizador de la AC que impacta a la
esfera política. Aunque paulatinamente en los últimos años los partidos opositores
han asumido oficialmente este mecanismo como fórmula para el cambio
constitucional, existe escasa proactividad por su implementación. El Programa de
Michelle Bachelet es ambiguo en una opción por la A.C., comprometiendo una
nueva Constitución cuyo proceso de elaboración deberá reunir tres características:
democrática, institucional y participativa. Esto supone consensuar un mecanismo
que suponga el acuerdo de la Presidencia de la República y el Congreso Nacional 66.
Había indicado que habría anuncios "históricos" en la marcha del 1º de mayo. Y cumplió su
palabra.
Tras un mes de protestas de la oposición contra su gestión, el presidente de Venezuela, Nicolás
Maduro, firmó este lunes en la noche en el palacio de Miraflores el decreto de convocatoria a una
Asamblea Nacional Constituyente "para reformar el Estado y redactar una nueva
Constitución".
Aunque no detalló cómo será la elección de los constituyentes, esto es por el momento lo que se sabe
del proceso, que fue descrito por la oposición como la"consumación del golpe de Estado continuo
de Maduro a la Constitución".
Venezuela: el presidente Nicolás Maduro convoca a una Asamblea Nacional Constituyente
La oposición de Venezuela llama a desobedecer el llamado a Asamblea Nacional
Constituyente de Nicolás Maduro y denuncia "fraude constitucional"
"El pueblo de Venezuela es el depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho
poder, puede convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el Estado,
crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución".
Image captionLas protestas contra el gobierno en Venezuela llevan produciéndose desde hace un
mes.
El presidente tiene potestad para ello, de acuerdo al artículo 348, aunque no podrá objetar la
Constitución que resulte de ella y que podría poner fin a la aprobada en 1999 tras la llegada al
poder de Hugo Chávez.
Venezuela: oficialistas celebran el 1° de mayo en apoyo a Maduro y opositores vuelven a
marchar contra el gobierno
¿Quiénes forman la Asamblea y cómo se eligen?
El presidente explicó que la Constituyente estará formada por 500 miembros y que será elegida por
"voto del pueblo".
De los 500, "aproximadamente unos 200 o 250 serán electos por la base de la clase obrera". No
dio más detalles sobre cómo será la elección.
Image captionMaduro firmó el decreto de convocatoria este lunes por la noche.
Por otra parte, explicó que los pensionados van a tener "por primera vez en la historia" sus
constituyentes elegidos directamente por ellos. También los indígenas, los estudiantes y la juventud,
así como las comunas.
Los otros 250 se elegirán "en un sistema territorializado, con carácter municipal, en las
comunidades, con voto directo, secreto", añadió.
Según el experto constitucionalista José Ignacio Hernández, "la Asamblea debe estar conformada
por los ciudadanos que, mediante el sufragio directo, secreto y universal, son elegidos
constituyentes, más allá de la clase a la cual pertenecen".
Poco antes de la firma del decreto, Maduro habló de "elección directa y secreta", pero no
mencionó la palabra "universal".
"Cuando se entrelacen la oposición y los barrios, habrá una explosión general en
Venezuela"
De momento no hay fechas para la elección, pero Maduro anunció la creación de una comisión
presidencial, dirigida por Elías Jaua, actual ministro de Educación, ex vicepresidente, exministro de
Comunas y uno de los gestores principales del sistema de asistencia, autogestión y poder local del
chavismo.
Image captionLas protestas del último mes dejaron como saldo una treintena de muertos.
El presidente pidió buscar a los mejores candidatos para tener "una mayoría arrasadora del
pueblo chavista".
Maduro señaló que en las próximas horas entregará al Consejo Nacional Electoral (CNE) las bases
de esta convocatoria.
"Será una Constituyente ciudadana, popular, obrera. Una constituyente chavista (...) Convoco una
Constituyente ciudadana, no una Constituyente de partidos ni élites", agregó.
Y este lunes, tras el anuncio oficial, reiteró: "Es la consumación del golpe de Estado continuo de
Maduro a la Constitución".
"Maduro acaba de matar y asesinar el legado de Hugo Chávez a Venezuela que era la Constitución",
indicó Borges.
Image captionLas marchas en Venezuela también son para apoyar al gobierno de Maduro.
Borges opinó que una constituyente comunal no sería "electa por el pueblo" y por lo tanto no tendría
"los poderes que son del pueblo".
"Van a querer materializar un golpe de Estado con una constituyente comunal para dar un salto tipo
Cuba", había dicho Borges el domingo.
El presidente de la Asamblea Nacional afirmó que la iniciativa oficialista busca "huir del voto
universal, directo y secreto del pueblo que en las calles exige respeto a la Constitución".
Delcy Rodríguez, canciller de Venezuela, en exclusiva con BBC Mundo: “No reconozco un
gran descontento”
Al poco de conocerse la noticia, el líder opositor Henrique Capriles escribió en Twitter: "Frente al
fraude constitucional de constituyente que acaba de anunciar el dictador, ¡Pueblo a la calle y a
desobedecer semejante locura!".
Varios partidarios del chavismo han celebrado esta medida como una forma de reducir el poder y el
espacio al sector privado y a la "burguesía".
En el escenario también emerge ahora la celebración de unas elecciones, pero habrá que ver quiénes
son exactamente los que pueden participar en ellas.
6 preguntas para entender qué está pasando en Venezuela y qué salidas tiene la crisis
Por otra parte, la oposición, sin poder institucional, ha llamado a más protestas y a desconocer la
Asamblea Constituyente. Así que es probable que continúe la tensión en la calle.
Al menos un tercio de los venezolanos pertenece a los sistemas de beneficios comunales del
gobierno y puede, si se gestiona exitosamente, beneficiarse de estos mecanismos de asistencia
estatales.
Sin embargo, es poco probable que la crisis económica -generada por el estancamiento de la
producción nacional, la baja de los precios del petróleo y la merma del sector privado- se solucione a
corto plazo, así como la inseguridad, que hace de Venezuela uno de los países mas violentos del
mundo.
Por ello propuso que las grandes misiones y los derechos de la juventud venezolana formen parte de
la nueva Constitución, como una manera de proteger a largo plazo las políticas sociales de la
revolución bolivariana.
Con ello quedaría estampado en la Carta Magna una concepción socialista del Estado que en la
última década tanto los gobiernos de Chávez como de Maduro han ido reflejando en la práctica.
"Este es el viejo sueño de Hugo Chávez, pero en 1998 las condiciones no estaban dadas", dijo
Maduro este lunes, apelando a los muchos simpatizantes del que fuera presidente.
"Elecciones libres y democráticas, no hay otra", dice Henrique Capriles sobre la salida a la
crisis en Venezuela en una entrevista con BBC Mundo
La apropiación temporal por parte del TSJ de poderes del Parlamento generó la actual ola de
protestas que dura ya un mes y que continuó con una gran marcha opositora este 1º de mayo.
Otro dato a definir es cuándo, cómo y quiénes elegirán a los 500 constituyentes. En teoría, en una
Constituyente debe estar representado el "pueblo de Venezuela", según la Constitución, pero Maduro
no dijo qué papel jugará la parte del pueblo próxima a la oposición, mayoritaria de acuerdo a las
últimas elecciones: las legislativas de diciembre de 2015.
Maduro habló de voto secreto y directo, pero no dijo si será universal. ¿Y se aprobará por referendo?
Una duda más.
¿Qué gana y qué pierde Venezuela con retirarse de la OEA?
Otra incógnita, de hecho, es cómo responde la gente a los llamados de desobediencia y de lucha en la
calle de los líderes opositores y si eso puede generar más violencia en un clima de tensión que ha
provocado ya casi 30 muertos en el último mes.
Este martes se registró una paralización en varias vías y para el miércoles está prevista una gran
actividad.
Y habrá que ver si la oposición acude a una elección en la que parte en desventaja por no tener
cobertura comunal. Es posible que haya opiniones discrepantes.
Además, se desconoce qué pasará con el cronograma electoral, lo que permite al gobierno ganar
tiempo.
Siguen en el aire las elecciones regionales, que estaban previstas para finales de 2016, y las
municipales, que deberían ser este año. Las presidenciales, en principio, serán a final de 2018, pero
si se refunda el Estado, es posible que no se celebren y Maduro continúe o se celebren más tarde.
Tras el anuncio de este lunes, se abre una nueva era en Venezuela que deja de momento más dudas
que certezas.
Temas relacionados
Qué son
En la historia de Colombia, a lo largo de los últimos dos siglos, se han llevado a cabo varias Asambleas
Constituyentes, sin embargo, las que dieron origen tanto a la Constitución de 1886 como a la que nos rige
en la actualidad son las que reciben mayor atención en la historia reciente de Colombia.
La Constitución nacida de la Asamblea Constituyente de 1886 se mantuvo vigente por más de 100 años,
hasta 1991, año en el que se aprobó la nueva Constitución (debemos entender por Constitución las normas
y leyes que regirán a una nación a lo largo de un período de tiempo indefinido).
Para elaborar y consagrar la Constitución actual, se debió seguir un proceso, el cual se resumirá en las
siguientes líneas.
La idea de realizar una Asamblea para reformar la Constitución de 1886 surgió de una propuesta que el ex
presidente Virgilio Barco Vargas (1986-1990) hizo en el año 1988, la cual consistía en convocar a un
plebiscito para derogar el articulo 218 de la Constitución Política.
El cambio que se buscaba era el de lograr una transformación total de las leyes y normas que regían en el
país, ello debido, en especial, a la preocupante situación de orden público y al sentimiento generalizado
de los ciudadanos de que las instituciones estaban un paso atrás respecto de otros países para poder
afrontar el futuro inmediato que les esperaba.
En el año de 1990 se les preguntó a los colombianos sí deseaban implantar una nueva Constitución
(aquella pregunta se formuló por medio de una consulta popular). La respuesta fue resueltamente
afirmativa, de tal suerte que, de inmediato, se empezó a trabajar con miras a redactar una nueva
Constitución Política para Colombia.
Es así como, en marzo de 1991, se llevaron a cabo las elecciones para elegir a los delegados de los
partidos políticos y de los movimientos y sectores independientes que habrían de participar en la nueva
Asamblea Constitucional.
Vale la pena aclarar que, dentro de los constituyentes, (nombre que se les da a los delegados encargados
de reformar la Constitución), había una gran diversidad de personas (representantes de las negritudes,
políticos de partidos tradicionales, ex guerrilleros recientemente incorporados a la vida civil,
representantes indígenas y representantes de movimientos y sectores independientes) reunidas todas para
lograr el fin último y fundamental de hacer que las instituciones y normas fuesen más efectivas y dignas
de credibilidad.
Entre abril y junio de 1991 se dio inicio a las sesiones de la Asamblea Constitucional, periodo en el cual
se redactó y aprobó el primer borrador de la reforma, el cual se le entregó al Presidente en el mes de julio
para que éste, en un plazo de cinco meses, presentara sus observaciones y críticas al texto.
Ya en diciembre, el texto fue revisado por última vez por los Constituyentes, ello para poder hacer las
reformas necesarias que habían sido recomendadas tanto por el Ejecutivo como por la opinión pública.
Es así como, finalmente, y después de las revisiones pertinentes, fue aprobada la Constitución de 1991,
que es la que rige actualmente al Estado colombiano.
Este Poder está reflejado en los artículos 347, 348 y 349, que explican las formas a
través de las que se realizará esta Constituyente, que, según el artículo 342 de la Carta
Magna puede ser convocada por el Presidente de la República.
Por su parte, el abogado constitucionalista Hermann Escarrá explicó que la Asamblea
Nacional Constituyente es para “modificar el Estado, cambiar el ordenamiento
jurídico”, no para elaborar una nueva Constitución, luego de que sea aprobado este
Poder por el pueblo venezolano se procederá a elegir “500 constituyentes que irán de
acuerdo a sus sectores gremiales, que serán bajo un proceso mediante votos por lo que
es altamente democrático y electoral”, precisó.
Foto: Archivo
¿Por qué la
Constituyente
convocada por Maduro
es considerada un
fraude?
31 de mayo de 2017 - 10:05
CARACAS.- El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, convocó vía decreto
una Asamblea Nacional Constituyente que no estará conformada por partidos
políticos - como lo establece la actual Constitución - sino por la "clase obrera,
indígenas, comunas, misiones y otros representantes de gremios".
Sin embargo, veamos los parámetros que establece la actual Carta Magna para
convocar una efectiva Asamblea Nacional Constituyente:
Según el artículo 347 de la actual Carta Magna, se establece que: "El pueblo
depositario del poder constituyente originario. En ejercicio de dicho poder, puede
convocar una Asamblea Nacional Constituyente con el objeto de transformar el
Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva
Constitución".
El artículo 137 de la Carta Magna reza: "La Constitución y la ley definirán las
atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a las cuales deben
sujetarse las actividades que realicen".
En los términos planteados por Maduro, se está saltando la primera elección para
que el poder originario que reside en el pueblo, pueda expresarse a través de un
referendo consultivo, en el que debe aprobar o rechazar la convocatoria a una
Constituyente.
El hecho de que no se consulte al pueblo, tal como se hizo en 1999, ha hecho que
figuras como la Fiscal General señalen que se trata de un retroceso en los
derechos humanos consagrados en la Constitución venezolana.
De acuerdo con el profesor José Ignacio Hernández, una vez instalada, y según
anunció Maduro, esa “Asamblea Nacional Constituyente Popular”
concentraría todas las funciones, bajo una fraudulenta interpretación del artículo
349 del texto de 1999, según el cual, “los poderes constituidos no podrán en
forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente”.
Esto serviría de excusa, por ejemplo, para consolidar la usurpación de funciones
de la Asamblea Nacional.
La Comisión encargada de redactar un proyecto de Carta Magna estuvo formada por los
diputados José Benjamín Gorostiaga (Santiago del Estero), Juan Del Campillo
(Córdoba), Juan María Gutiérrez (Entre Ríos), Salustiano Zavalía (Tucumán), Pedro
Días Colodrero (Corrientes), Martín Zapata (Mendoza) y Manuel Leiva (Santa Fe).
Una vez presentado por la Comisión, el articulado del proyecto pasó a debate en
sesiones que comenzaron el 20 de abril de 1853, y duró solo diez días, de modo que
puede afirmarse que no se hizo un examen minucioso de los artículos, sino que los
diputados confiaron en la labor realizada por los redactores del proyecto propuesto.
Inicialmente, el propio presidente del congreso, Facundo Zuviría, se había opuesto a que
se sancionara la Constitución por considerarlo impropio mientras Buenos Aires
continuara separada del resto de las provincias. Finalmente, la Constitución obtuvo
aprobación el primero de mayo de 1853.
Congreso Constituyente de México que aprobó la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos de 1917:
El ala moderada tuvo como núcleo fundamental a los ex diputados renovadores. La gran
masa del Congreso llegó libre de partidarismos y fue la que formó la mayoría
equilibradora de los extremos.
Durante fascismo italiano, instaurado por Benito Mussolini tras la marcha sobre Roma,
el Estatuto Albertino se siguió utilizando, pero en la práctica sus principios no eran
respetados. El régimen fascista se derrumba en la Segunda Guerra Mundial, vuelve el
poder oficialmente a la Casa de Saboya y el Estatuto recupera su vigencia. Sin embargo,
la impopularidad de Víctor Manuel III, pues no en vano fue él quien entregó el poder a
Mussolini, le obliga a abdicar en 1946. El 9 de mayo toma el trono su hijo Humberto II.
Se eligió como presidente al diputado constituyente José María Vargas, pero no ejerció
el cargo, y este recayó en Marcial Rodríguez Conejo. La Asamblea aprobó por
unanimidad reconocer el triunfo de Otilio Ulate Blanco en las elecciones presidenciales
de 1948 y llamarlo a ejercer la presidencia de la República para el período comprendido
entre 1949 y 1953, como efectivamente lo hizo.
Habían transcurrido 10 años del gobierno institucional de las Fuerzas Armadas y las
protestas populares iban incrementado el caos social. Huelgas, represión y
manifestaciones callejeras, empezaban a desestabilizar al gobierno de Francisco
Morales Bermúdez. La izquierda peruana, aunque fraccionada, había copado las
principales organizaciones de base y sindicatos, por lo que el conflicto fue
radicalizándose. Presiones externas también obligaron al gobierno a diseñar un
cronograma negociado con las fuerzas políticas para el retorno a la institucionalidad
democrática. Dicho cronograma contemplaba la convocatoria a elecciones para elegir
Asamblea Constituyente y posteriormente elecciones generales para elegir Presidente y
Congreso.
En ese contexto es que se convoca a elecciones nacionales para redactar una nueva
Constitución política. La fecha se fijó para el 18 de junio de 1978.
Asamblea Constituyente de El Salvador de 1982 que aprobó la Constitución
Política de 1983:
Los debates se reconstruyen con base en el documento que registra las intervenciones de
los legisladores en aquella sesión plenaria. Fue el 28 de septiembre de 1983 cuando se
instaló la sesión plenaria en la que los diputados de las entonces fracciones de ARENA,
PCN, PDC, PAISA, AD y PPS dominaban el escenario político de la época.
Por esos días el país estaba inmerso en una guerra interna que se prolongaría hasta
1992. Los salvadoreños tenían que salir a sus trabajos, a sus centros de estudios y a sus
quehaceres cotidianos en medio de las balas y los muertos en plena calle.
Pero aun así, los salvadoreños se distraían de la guerra con la selección nacional de
fútbol que ya se preparaba para las eliminatorias para el próximo Mundial del 86.
En la historia de Colombia, a lo largo de los últimos dos siglos, se han llevado a cabo
varias Asambleas Constituyentes, sin embargo, las que dieron origen tanto a la
Constitución de 1886 como a la que rige en la actualidad son las que reciben mayor
atención en la historia reciente de Colombia.
La idea de realizar una Asamblea para reformar la Constitución de 1886 surgió de una
propuesta que el ex presidente Virgilio Barco Vargas (1986-1990) hizo en el año 1988,
la cual consistía en convocar a un plebiscito para derogar el artículo 218 de la
Constitución Política.
El cambio que se buscaba era el de lograr una transformación total de las leyes y normas
que regían en el país, ello debido, en especial, a la preocupante situación de orden
público y al sentimiento generalizado de los ciudadanos de que las instituciones estaban
un paso atrás respecto de otros países para poder afrontar el futuro inmediato que les
esperaba.
En el año de 1990 se les preguntó a los colombianos si deseaban implantar una nueva
Constitución (aquella pregunta se formuló por medio de una consulta popular). La
respuesta fue resueltamente afirmativa, de tal suerte que, de inmediato, se empezó a
trabajar con miras a redactar una nueva Constitución Política para Colombia.
Es así como, en marzo de 1991, se llevaron a efecto las elecciones para elegir a los
delegados de los partidos políticos y de los movimientos y sectores independientes que
habrían de participar en la nueva Asamblea Constitucional.
Asamblea Nacional Venezuela 1999:
Hace 17 años, el 3 de agosto de 1999, en el Aula Magna de la Universidad Central de
Venezuela (UCV), en Caracas, se produjo un hecho histórico e inédito que daría inicio
al proceso de liberación nacional impulsado por el Comandante Hugo Chávez desde la
rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992: se instaló la Asamblea Nacional
Constituyente (ANC), instancia que permitió dar los primeros pasos hacia la
conformación de una democracia social, protagónica y participativa.
Antes, el 25 de abril de 1999, 87,75 por ciento del electorado aprobó la realización de la
ANC con el objetivo de redactar una nueva Carta Magna para refundar la República
sobre los ideales del pensamiento bolivariano de independencia, soberanía y justicia
social con la participación protagónica del pueblo.
La convocatoria para su instalación fue el primer decreto que firmó el máximo líder de
la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, como Presidente de la República, tras ser
electo el 6 de diciembre de 1998.
La responsabilidad de esta titánica tarea recayó sobre los 131 constituyentes electos por
votación popular. En aquel momento, las fuerzas revolucionarias se alzaron con 125
representantes, obteniendo el 95 por ciento de los votos, y la oposición obtuvo 6, pese a
que de las 1.171 candidatas y candidatos que participaron en la elección dela asamblea
más de 900 eran antagonistas de Chávez. Pero el chavismo fue unido y obtuvo el
primero de numerosos triunfos electorales a lo largo de casi 20 años de Revolución
Bolivariana.
Una vez aprobado el texto de la nueva Carta Magna, revisado artículo por artículo, la
ANC entregó el proyecto de Constitución al Ejecutivo Nacional, que convocó mediante
decreto un referéndum constitucional para su aprobación. Ese referéndum tuvo lugar el
15 de diciembre de 1999 y nuevamente el proyecto socialista de Chávez logró una
aplastante victoria. El Sí obtuvo 3 millones 301 mil 475 (71,78%) y el No un millón 298
mil 105 (28,22%).
Asamblea Constituyente de Bolivia que aprobó la Constitución Política del Estado
de 2007:
Tras una serie de conflictos políticos que polarizan el país entre partidarios del
Gobierno y seguidores de las demandas de autonomía departamental y capitalía para
Sucre, afincados principalmente en el oriente boliviano, en 2008 con la presencia de 164
de los 255 asambleístas, se aprueba la Constitución Plurinacional que posteriormente es
modificada por el Congreso y refrendada por la población en un referéndum. El
referendo constitucional de Bolivia de 2009 se realizó el 25 de enero de ese año. La
nueva constitución fue aprobada con el 61,43 por ciento de los votos. La Constitución
política del Estado Plurinacional de Bolivia fue promulgada el 7 de febrero de 2009 por
el Presidente Evo Morales y publicada en la Gaceta Oficial de Bolivia el 9 de febrero de
2009, fecha en que entró en vigencia.
Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador de 2007:
La URSS nació como una unión de cuatro repúblicas socialistas soviéticas, formadas
luego de la Revolución de Octubre de 1917, y creció a 15 hacia 1956.
La Gran Revolución de Octubre fue uno de los hechos más relevantes y trascendentales
del Siglo XX; fue una verdadera revolución que estremeció al mundo, donde sobresalió
el genial papel dirigente de Lenin y su concepción marxista que dio origen al Partido
Bolchevique.
Para asegurar los derechos de la clase obrera, las asambleas de trabajadores, conocidas
como Soviets, nacen a lo largo de todo el país. Los bolcheviques, dirigidos por Vladimir
Ilich Lenin, presionaron a favor de una revolución socialista tanto en dichas asambleas
como en las calles, derrocándose al Gobierno Provisional el 7 de noviembre, 25 de
octubre según el Calendario juliano, de 1917 y entregándose el poder a los soviets de
obreros, soldados y campesinos.
Solamente tras la larga y sangrienta Guerra civil rusa de 1918–1921, durante la que se
aprobó la primera Constitución soviética de 1918, se afianzó el nuevo poder soviético.