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Catalina Aravena Alvarado

Análisis Histórico y Social


Primer año Licenciatura en Historia

El agotamiento histórico del tiempo moderno colonial en términos económicos

El tiempo moderno colonial gestó a lo largo del tiempo a un ser conocido como el
individuo, caracterizado por el hombre blanco occidental, burgués, racional, letrado e
ilustrado que suele ser considerado como el centro de la historia. Pero ¿por qué nos
referimos a este como “individuo”? La respuesta a esta pregunta radica en lo que significa
para aquél el sinónimo de “progreso”. El individuo deja de lado la colectividad,
distinguiéndose de la misma e inclusive rechazándola, poniéndole primacía a un
pensamiento basado en la búsqueda de un beneficio y satisfacción de deseos y necesidades
propias pasando por encima del resto. Estos deseos se pueden evidenciar en la construcción
de un modelo económico que se irá desarrollando a través del tiempo moderno colonial, en
los pilares de la privatización de la tierra y la naturaleza, por medio del cual, el individuo se
irá considerando así mismo como el motor del progreso en este campo.
“El presente, truncado del pasado por la conquista, no es para los indios de América más
que un avatar en un tiempo que juzgan cíclico y repetitivo. El presente colonial viene a ser
para ellos un tiempo irreal y de ensueño en el que esperan el retorno -imposible- a la vida
de antaño. Rebeliones desesperadas, rápidamente reprimidas, no llegan a reconstruir el
círculo roto. El tiempo estalla en bloques impermeables, impregnados todos por el
pesimismo y la resignación.” (Karz, 1979, 185-186)
Como antecedente económico, se puede evidenciar el individualismo en su máxima
expresión a través de la instauración de conquista y la instauración de las colonias
hispánicas en América Latina. En una sociedad preindustrial todavía, el individuo llegó
para quedarse y apropiarse de las tierras indígenas, con el descaro de hacer víctimas de un
trabajo forzado e inhumano a los auténticos dueños de éstas, de participar en sangrientas
guerras que acabana algo que resulta paradójico. Son sumidos en el tiempo cíclico de una
rutina basada en la negación diaria de sus derechos. Ven esto como algo de nunca acabar,
abstrayéndose de esta realidad a través de el recuerdo de lo que alguna vez fueron: seres
libres que vivían de la naturaleza. No les queda más de otra, que resignarse a la imposición
de una forma de vida deshumanizada disfrazada de progreso, es decir, producir para
destruir. En este plano, se hace dudoso que la expansión hacia otras tierras bajo una
voluntad de destrucción evidente sea caracterizada como progreso. Pero al parecer, el
pensamiento individualista del hombre occidental es imperante, es considerado como
universal y verdadero, obviamente entre sus iguales.
En las últimas etapas de la independencia, se libra una batalla decisiva entre patriotas y
realistas para obtener la libertad: La Batalla de Maipo, en la cual los primeros obtuvieron la
victoria. Considerada como la más sangrienta y con un sinnúmero de muertes, demuestra le
necesidad de la guerra para obtener “la paz”. La independencia de Chile, e incluyendo por
supuesto los procesos de independencia del resto de los países vecinos, como antecedente,
poseen en sus pilares la influencia del pensamiento ilustrado en el marco de la Modernidad
bajo las ideas de racionalismo, la liberación y la motivación de la creación de un Estado-
nación con el fin de acabar con la dominación impuesta. Sin embargo, ocurre un problema.
Se podría decir que, dentro de este contexto, Latinoamérica se salió de una dominación para
entrar en otra. Estamos hablando de la gradual expansión del capitalismo.
Dentro del concepto de Estado-nación o Estado moderno, en el continente se va
conformando este nuevo orden económico dejando atrás el sistema colonial, impulsado por
las ideas de progreso y desarrollo tras la vulnerable situación de crisis dejada por éste, pero
bajo la mirada del individuo. Por este motivo Latinoamérica está cayendo en otra
dominación, basta con recordar la distorsionada idea de progreso del hombre occidental
para hacer esta aseveración. El continente se va industrializando con el tiempo, tratando de
insertarse en el mercado mundial como estrategia para desarrollarse económicamente. Sin
embargo, lo único que consigue es la injerencia de las potencias económicas capitalistas en
sus tierras. “La lumpen burguesía latinoamericana se hizo socio menor del capital
extranjero e impuso así políticas de lumpen desarrollo que a la vez estrecharon las
relaciones de dependencia de los países del subcontinente con los países metropolitanos.”
(Senderos, 2009, 418) Latinoamérica desde la colonia, e incluso desde la independencia,
quedó estancada económicamente. Nunca ha sido capaz de auto subsistir de verdad en este
ámbito, porque siempre ha dependido de los más grandes. El “lumpen burgués” ha creado
las condiciones de subdesarrollo, en base a la interdependencia entre un país dominado,
poseedor de materias primas, y otro que lo domina, desarrollado y de primer mundo, es
decir, el lumpen desarrollo. ¿Cuáles serán las motivaciones para que el lumpen burgués
funcione como una especie de subordinado del capitalismo? Sencillamente la ignorancia
con la que la racionalidad de este sistema los manipula. Esta racionalidad postula un modo
de producción económica progresista, catalogada como universal. A través de esto, ejerce
poder dentro de la burguesía Latinoamericana las cuales permiten que las grandes potencias
exploten hasta el agotamiento las economías locales para llenarse los bolsillos, porque
también obtendrán una recompensa económica, pero sólo dentro de su círculo de élite
porque el resto del pueblo no recibirá ni las migajas de lo que produce. Esto es el
subdesarrollo, que el lumpen burgués no ve, porque está cegado por el capitalismo y el
individualismo, debido a que está pensando sólo en su beneficio y no en el colectivo como
corresponde. Tal vez cuando éste termine de agotar los recursos de esta tierra, la ignorará, y
por fin se dará cuenta de que está más sumido en el subdesarrollo de lo que se imagina.
“La revolución científica de Europa transformó la naturaleza de terra mater en una
máquina y una fuente de materias primas; con dicha transformación quedaron eliminadas
todas las limitaciones éticas y cognoscitivas que impedían violentarla y explotarla. La
revolución industrial convirtió la economía de prudente administración de los recursos para
el sustento y la satisfacción de las necesidades básicas en un proceso de producción de
bienes para hacer el máximo de ganancias. El industrialismo creó un ilimitado apetito de
explotación de recursos, y la ciencia moderna proporcionó la licencia ética y cognoscitiva
para que dicha explotación fuera posible, aceptable y deseable.” (Shiva, 1991, 19)
Hasta este punto, ¿podemos seguir hablando de progreso? Tal vez a través de cómo nos
explican la historia suenen atractivos los avances de la Revolución Científica y la
Industrial, pero realmente no es lo que parece. El individualismo le ha comido el cerebro al
hombre, mirando a la naturaleza solamente como un paisaje lleno de recursos que pueden
ser explotados. Alguna vez, los seres humanos la respetaron y la miraron como algo
sagrado.
Antiguamente, la gente vivía en armonía con la naturaleza, se dedicaba a ella y vivía de
ella. Los que trabajaban la tierra, producían y subsistían a partir de ella, esto corresponde a
un ciclo económico prudente, se aprecia sin duda una sana convivencia entre hombre-
naturaleza. Sin embargo, con la expansión del capitalismo, lamentablemente esta armonía
terminó. Se comienza a planificar la destrucción de la vida, bajo la excusa de progreso y
desarrollo. El capitalismo, no soporta esta armonía de la que se está hablando, porque ve a
la naturaleza en manos de las personas que viven de ella como un espacio improductivo.
Bajo estas condiciones debe ser explotada con urgencia, sostiene. Los derechos de la gente
“de la tierra” se ven socavados por éste, el cual llega y se apropia de lo que les corresponde
a estas personas, su único pilar para subsistir. Esta violencia, lamentablemente está
justificada por la ciencia, bajo el nombre de progreso. Se fusiona con el individualismo del
hombre y transforma a la naturaleza en una máquina proveedora de recursos, ya que se ha
encargado de eliminar todos esos principios que impedían explotarla. La ciencia vuelve a
esta violencia deseable para el individuo, buscando más formas efectivas para explotarla
hasta agotar su capacidad, como la implementación de tecnologías más modernas, que van
más allá de violentar a la naturaleza, la enferman, generando que ésta termine de agotar sus
recursos renovables y se convierta en un espacio inutilizable que se abandona sin más.
“Fue el 15 de septiembre [de 1970], durante una reunión de 15 minutos en la Casa Blanca a
la que asistió Kissinger, cuando el presidente Nixon instruyó al director de la CIA, Richard
Helms, de que la elección de Allende era ‘inaceptable’. Fue entonces que ordenó a la
agencia actuar con su ya conocida frase ‘hay que hacer gritar a la economía para salvar a
Chile’” (Peter Kornbluh, Desclasifican nuevas conversaciones entre Nixon y Kissinger para
derrocar a Allende, CIPER, 2008)
El Capitalismo suele desprestigiar las formas de pensar y de producir distintas a lo que éste
propone, en todos los aspectos posibles. Posee injerencia política en todo el mundo,
llegando hasta el extremo de boicotear un sistema que no simpatiza con éste con la
finalidad de erradicarlo mediante una disputa ideológica, donde éste juega sucio, pero nadie
se da cuenta. Este boicot también es aplicado a la gente de la tierra. El Capitalismo
considera a los indígenas, al campesinado, e incluso a las mujeres que subsisten de la tierra
como seres improductivos, pobres e ineficientes que no merecen la tierra porque “no la
están utilizando como corresponde”. Es ilógico que estos seres sean despojados de lo que
les corresponde, y que lo que solían producir de forma sana ahora es producido y vendido
como mercancía dentro del mercado capitalista tras una forma totalmente indigna en la que
producción significa destruir la vida. Es ilógico pensar que, estos seres despojados de lo
que les corresponde, tengan que ser obligados a experimentar la verdadera marginación y
pobreza y, por ende, sumirse dentro de aquel mercado porque ya no tienen forma de
subsistir. Son obligados, a trabajar de forma involuntaria a merced del capitalismo, en
contribuir con la destrucción de la tierra. “En la naturaleza no hay vida, sólo lucro”, esto no
es cierto en absoluto. La naturaleza es la vida, y la gente de la tierra produce vida.
¿Será posible volver al modo de vida que alguna vez existió, basado en lo preindustrial? Es
una pregunta que surge entre los que poseen verdadera conciencia ante lo que está
ocurriendo con la naturaleza y rechazan lo que el pseudo desarrollo del que habla el
capitalismo promueve. No podemos seguir ocupando a estas alturas las palabras “progreso”
y “desarrollo” porque se ha clarificado la oscuridad que manifiesta el Capitalismo.
“Los movimientos ecológicos son movimientos políticos en favor de un orden mundial no
violento en el cual se preserve la naturaleza para preservar las posibilidades de
supervivencia. Estos movimientos son pequeños y están creciendo. Son locales, pero su
éxito radica en la repercusión que han tenido en otros lugares. Sólo piden el derecho a la
supervivencia, aunque con esa exigencia mínima se asocia el derecho a vivir en un mundo
pacífico y justo. Del éxito que tengan estos movimientos populares depende el problema de
la supervivencia en el planeta. A menos que se reestructuren ecológicamente las
concepciones del mundo y los estilos de vida, la paz y la justicia seguirán siendo violentada
y al final la mismísima supervivencia de la humanidad estará amenazada,” (Shiva, 1991,
61)
Hoy en la actualidad, se puede evidenciar que la destrucción que genera el Capitalismo
sigue avanzando de forma violenta e incontrolada, y que, a su vez, aún sigue siendo
defendido por las masas que se benefician de éste. ¿Hasta cuándo esta máquina destructiva
y sus seguidores van a aniquilar la tierra? ¿Qué sucederá cuando la naturaleza se acabe, y
ya no pueda ser explotada? Nada es eterno, lo que sí parece que lo es, es este pensamiento
individualista que se ha forjado por siglos y se ha vuelto de alguna forma, inherente al
hombre. La tierra está en su límite, pero el Capitalismo no. ¿Qué pasa si se lucha ante este?
Es una máquina tan poderosa y hegemónica que da la impresión de que no se puede
desarticular. Sin embargo, lo que importa, es que en la actualidad se está haciendo más
frecuente la crítica al falso progreso que éste está imponiendo, y, sobre todo, se está
actuando a favor de la defensa de la naturaleza, basada en una “Lucha Ecológica”, que
promueve liberar a la naturaleza de las manos de la explotación y promueven recuperar esa
unión entre el ser humano y la naturaleza que se ha perdido en la memoria de quienes
vivían de la tierra.
El tiempo moderno colonial nos demuestra las falencias que ha tenido el pensamiento
racional y progresista del individuo. Es un pensamiento totalmente de doble moral, y
paradójico. Más bien, el racionalismo que promueve debería pasar a llamarse
irracionalismo, el progreso retroceso y el desarrollo mal desarrollo. El individuo no debería
llamarse a sí mismo como ser superior, porque si así lo fuera, no destruiría la tierra y sería
consecuente. Sería capaz de convivir en armonía con la naturaleza, de crear vida.
Latinoamérica, hasta la actualidad sigue estando “en vías al desarrollo”, ¿Por qué no sale de
esta fase? Porque el Capitalismo se lo impide. El pueblo latinoamericano sigue estando bajo
la visión de un territorio, rico en recursos que merece ser explotado, y nada más. Desde
generaciones, ha estado sumido bajo el pensamiento euro centrista, no posee una identidad
propia en ningún aspecto. Los burgueses de Latinoamérica siempre han querido imitar el
sistema europeo a toda costa, porque como bien es sabido, es sinónimo del “desarrollo” en
su máxima expresión. ¿Por qué depender de éstos para subsistir, si tenemos de todo para
ello? Es la hora de que Latinoamérica saque sus propias garras y no sea más víctima de esta
dominación. Se veneran las comodidades que el capitalismo entrega, por eso se hace vista
gorda de la destrucción que está generando. No conviene hacerse consiente de esta
destrucción, ni del sufrimiento que acarrea. Ya regresar a un mundo de antaño,
preindustrial, donde se valora y se respeta la naturaleza, y la tierra es de quien la trabaja,
parece algo utópico, y quizás poco probable de lograr, porque el Capitalismo siempre hará
todo lo posible para que nadie intente pasar por encima de éste. ¿Cuándo será el día en que
todos seamos capaces, de ver un verdadero progreso que beneficie a todos por igual sin
hacerle daño al mundo? Nadie lo sabe.

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