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CONOCIMIENTO, VERDAD, SER


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NOTA INTRODUCTORIA

a) Marco histórico.

Tampoco de este breve escrito tenemos las necesarias noticias. El


manuscrito estaba en poder de Hans Brunnengrdber; que en los años
1932-1933 era compañero de Edith en el Instituto de Pedagogía cien-
tífica de Münster: Se conservan tres cartas de Edith escritas a él,
correspondientes a estos dos años (Cartas 341, 350 Y 391). Hans
murió en 1961, pero antes de morir entregó el manuscrito autógrafo
a la señora L. Gelber para que lo publicara (ESW, XV, p. 11).
Sobre la fecha de su redacción no hay datos precisos; probable-
mente sería hacia 1932; esto es, la época en que escribió también
"Die Weltanschauliche Bedeutung del' Phdnomenologie". El papel
empleado)' la grafia nos llevan a pensar en esos años.

b) Manuscrito y edición alemana.

El manuscrito autógrafo, que se halla en el archivo steiniano de


las Carmelitas Descalzas de Colonia, lleva la signatura P/A-I-12,2.
Tiene de 17 hojas (215 x 170 mm) numeradas)' escritas por Edith en
una cara, en los reversos se hallan textos escritos a máquina, corres-
pondientes a la traducción hecha por ella de Quaestíones disputatae
de veritate de santo Tomás de Aquino. De estas hojas mecanografia-
das se sirvió Edith también para escribir en sus reversos el texto de
Conocimiento, verdad, ser.
L. Gelber lo publicó por vez primera en J 993 en su texto original
alemán: ESW XV (p. 49-62).
1 Nuestra edición castellana se basa en el manuscrito autógrafo de
I - Edith, aunque tenemos también en cuenta la edición alemana.
1
l. ¿Qué es conocimiento?

El conocimiento es la captación intelectual de algo. En sentido


literal estricto: la captación de algo que antes no se había captado. En
sentido amplio es también la posesión originaria que no tiene princi-
pio, y el hallarse en una posesión que se remonta a una captación.
Todo conocimiento es un acto de la persona.
El conocimiento como captación de lo nuevo puede entenderse
también en sentido más amplio y en sentido más estricto: en sentido
más amplio se emplea, cuando a la percepción se la denomina un
conocimiento sensible; se emplea en sentido más estricto, cuando se
dice que el objeto del conocimiento son estados de cosas, o que el
conocimiento reside tan sólo en el juicio; designa entonces la idea de
que algo es o de que es de tal manera o de que es tal cosa. Los esta-
dos de cosas pueden conocerse en virtud de una captación intuitiva de - f
objetos o en virtud de [2J otros estados de cosas conocidos. Pero
supremamente todo conocer acerca de estados de cosas remite a una
captación intuitiva de objetos. El captar intuitivo puede ser una per-
cepción sensible o una visión intelectual.
En todo conocimiento, el objeto se presenta como algo que es. A
los distintos actos de conocimiento corresponden distintos objetos,
distintas maneras de dación y distintos modos de ser de los objetos. El
objeto de la percepción sensible son cosas, cualidades de cosas, pro-
cesos; su modo dación es la manifestación sensible; su modo de ser es
el existir en el espacio y en el tiempo. La visión espiritual puede ser
la captación de personas espirituales, de cualidades o de hechuras o
formaciones espirituales objetivas e individuales, o la captación de
objetos ideales. El modo de dación de los individuos espirituales y sus
accidentes es la expresión comprensible; el modo de ser de la perso-
na es el ser-para-sí-misma y el estar-abierta-para-otro. [3 ] El modo de
ser de las formaciones espirituales objetivas e individuales es el exis-
tir-mediante-personas y el existir-para-personas. El modo de ser de lo
ideal es el ser real o posible "en" - en un individuo concreto.
3. CONPOCIMIENTO y SER
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2. ¿Qué es el ser'!
El ser no puede definirse, porque es algo que se presupone en toda
definición, porque es algo que se contiene en cada palabra y en cada
sentido de una palabra. Se capta con todo lo que es captado, y está
contenido en el captar mismo. Se pueden indicar únicamente diferen-
cias del ser y del ente.

3. Conocimiento y ser

La persona que conoce es un ente. El acto del conocimiento es un


ente; lo conocido es un ente. Cuando la persona cognoscente se cono-
ce a sí misma, entonces cognoscente y conocido son el mismo ente.
Del acto del conocimiento y de lo conocido se puede afirmar tal cosa
únicamente cuando se trata del actus purus. En todo acto finito y tem-
poral el acto del conocimiento y 10 conocido están desligados incluso
cuando 10 conocido es un acto de conocimiento y cuando es conocido
en una reflexión, que es la conciencia que lo acompaña y que coinci-
de temporalmente con él. [4] Y, así, habrá que afirmar que cada acto
finito de conocimiento se trasciende a sí mismo.
El actus purus, que es el ser absoluto, que es todo lo que es, y
fuera del cual no hay ningún ser y ningún ente, no puede trascender-
se a sí mismo. Todo lo que es, es en él y está conocido en él. Y, así,
nada que sea (ningún ente) puede ser inconocib1e (o, más exactamen-
te: inconocido ). Si al ente, en cuanto es conocido 1, se lo designa como
"inteligibiles", y lo de "inteligibile" se traduce por "pensamiento",
entonces a todo ente se 10 puede designar como pensamiento. Pero de
ahí no se sigue todavía que todo ente tenga que ser conocible para
espíritus finitos, y que en el caso de Dios y de espíritus finitos pueda
hablarse de "pensamiento" en el mismo sentido.
La conocibilidad y 10 de ser conocido del ente tiene sentido tan
sólo con respecto a un espíritu cognoscente que no posee original-
mente conocimiento, sino que tiene que ir adquiriéndolo paso a paso.
No es evidente que todo ente tenga que ser conocib1e para tal espíri-
tu. Tan sólo [5] es inmediatamente evidente que nadie puede formular
enunciados sobre un ente del que nada conoce. Por consiguiente,
cuando digo: puede haber un ente que yo no puedo conocer, eso tiene
sentido únicamente cuando yo conozco algo de él, y conozco lo sufi-

1" Lo de "ser conocible" 110 tiene sentido en Dios, a no ser en relación con un
espíritu cognoscente finito.
8. CONOCIMIENTO, VERDAD, SER
562

ciente para que sean evidentes para mí las lagunas de ese conocimien-
to y 10 imposible que es llenar esas lagunas con los medios que tengo
de conocer. Para un espíritu que puede captar una idea formal del ser,
la necesidad de que esa idea esté llena materialmente por diversos
modos de ser y lo inabarcables que resultan para él los diversos llena-
dos, el ser significa más de lo que puede entrar en su conocimiento,
Por consiguiente, en lo que a él respecta no existe la ecuación de que
ser es igual a ser conocible (en cuanto el conocimiento debe abarcar
par completo a ente). Pero el que tenga que haber algún espíritu fini-
to, para el cual todo ente fuera plenamente conocible, eso no resulta
evidente. Así que existe únicamente la [6] ecuación: ser es igual a ser-
conocido-par-Dios; pero no la ecuación: ser es igual a ser-(plenamen-
te) conocible.
De ahí se derivan las cuestiones: 1) ¿A todo espíritu finito tendrá
que serle accesible el ente? 2) ¿En qué condiciones un ente es accesi-
ble a un espíritu finito?
Con respecto al): el ser personal-espiritual es esencialmente un
ser consciente de sí mismo y una vida orientada hacia un objeto. Por
tanto, no puede haber ningún espíritu al que no sea accesible ningún
ente, es decir, al que nada le resulte conocible. La conciencia de sí
mismo (en el sentido de la reflexión) y los actos dirigidos objetiva-
mente son diversas maneras del conocer. Pero también el espíritu
L
mismo puede ser objeto de su acto de conocimiento.
Con respecto a 2): para que un ente sea accesible a un espíritu fini-
to y que conoce progresivamente, ha de tener primeramente duración
o tiene que ser, por lo menos, un momento en un continuum; en
segundo lugar, en parte (al menos) de su consistencia, tiene que per-
manecer inmutado; en tercer lugar, el espíritu cognoscente tiene que
ser capaz de retener lo captado. (Nota bene: a la estructura de objetos
en el fluir temporal de la vida espiritual la denominamos constitución L
fenomenológica o [7] trascendental.) Además, lo permanente que hay
en él debe poder distinguirse de lo que es cambiante, sin desgarrar lo
uno de lo otro; si en un momento posterior ha de captar del objeto algo
que no había captado en un momento anterior, entonces lo dado pos-
teriormente debe añadirse a lo dado anteriormente. Pero eso lo podrá
él hacer únicamente si 10 ha captado ya conjuntamente en cierta mane-
L
ra. Por consiguiente, pertenece esencialmente a un conocimiento en
trascurso temporal: el contacto actual con el objeto, la retención, la L
tendencia hacia, la abstracción, la síntesis.
3. CONPOCIMIENTOY SER 563

Si el ente conocido es la vida espiritual de la persona cognoscen-


te. entonces el contacto actual se da en cada momento del ahora, por
cuanto la fase de actualidad y la reflexión coinciden. La fase de actua-
lidad es un momento en un continuum (en el "acto" o la "vivencia" de
duración temporal y, además, en la corriente de vivencias). La fase de
actualidad se remonta al pasado (8] y se conserva en forma retenida;
a la vez, lo anticipado anteriormente en potencia llega a coincidir con
lo actual (una coincidencia que da plenitud o que ofrece contradic-
ción), y es acogido en esa unidad sintética, que como "unidad ideal"
se hallaba anticipada en el comienzo de la vivencia y se "realizó" (=
actualizó) continuadamente, y que, después de su terminación, perma-
nece conservada en el modus del recuerdo y puede re-actualizarse
mediante un recuerdo retrospectivo, para lo cual se requiere la posibi-
lidad de que la "unidad ideal" se desligue del cambiante modus de
tiempo, pero se requiere también la integración consciente de la uni-
dad concreta en la corriente vivencial del tiempo. Esto quiere decir
que forma parte de la posibilidad del conocimiento de los propios
actos una constitución óntica de dichos actos, que los caracteriza
como algo que permanece temporalmente en la concreción cambian-
te o como una species individualizada.
Preguntamos ahora acerca de la [9] posibilidad del conocimiento
de un ente que no pertenezca a la corriente vivencial del sujeto cog-
noscente. Podría ser un ser permanente atemporal o un ser limitado
temporal; lo limitado temporalmente podría ser algo que permanecie-
ra inmutado durante la duración de su ser o algo que se cambiara, y
nuevamente algo que se cambiara de continuo tan sólo durante parte
de su duración o durante toda la duración.
Preguntamos en primer lugar: Para un espíritu que conoce en un
proceso temporal ¿existe la posibilidad de conocer algo que dure
atemporalmente? Para ello es necesario un contacto actual entre el
cognoscente y el conocido, es decir, algo que sea, ello mismo, tempo-
ral. Esto será posible únicamente, cuando lo que permanece atempo-
ralmente tenga una relación con lo temporal, es decir, una de dos: o
que sea análogamente una species in individuo, como 10 hallábamos
en las unidades de la vivencia, [10] o bien que actúe en algo tempo-
ral. En ningún caso es posible que lo que conoce en actos temporales
conozca inmediatamente lo que permanece atemporalmente en su
existencia atemporal.
La acción de lo atemporal sobre algo temporal puede ser una
acción sobre el sujeto cognoscente mismo. (Esto puede verse intuiti-
564 8. CONOCIMIENTO, VERDAD, SER

vamente en la posibilidad de un conocimiento de Dios partiendo de lo


inmanente. No voy a exponer aquí más detenidamente esta idea).
Si es acción sobre algo temporal que exista independientemente
del sujeto cognoscente, entonces se presupone el conocimiento de eso
temporal. Sucede de igual manera, cuando lo atemporal pertenece a la
constitución de lo temporal. De esta manera llegamos a la cuestión
acerca de la posibilidad de un existente temporal. Damos por supues-
to que éste permanece inmutado mientras dura el acto del conoci-
miento (sin que preguntemos si, más allá de esa duración, está some-
tido o [11] no al cambio).
Para que algo que permanece en el tiempo pueda ser conocido en
un proceso temporal de conocimiento, tiene que ser posible un Con-
tacto actual entre el cognoscente y el conocido (un quodam modo
unum fieri). Para ello es necesario que el sujeto cognoscente se tras-
cienda a sí mismo en y con el acto del conocimiento. Por otro lado, el
objeto tiene que ser de tal índole, que admita un contacto espiritual,
sin que por ello se modifique de una manera tal, que no pueda captar-
se ya lo que dicho objeto era antes de la modificación. Si lo conocido
es de la Índole de lo cognoscente, es decir, si es una persona finita con
actos temporales, entonces el conocer tendrá que ser un análogo de la
propia vida personal, es decir, una realización de actos con la concien-
cia de que es un co-realizar o un post-realizar, que el yo es un "otro"
yo, que el acto es un acto "ajeno". Lo que se añade a las condiciones
de posibilidad de un conocimiento de los propios actos, es la posibili-
dad del llegar a establecer contacto [12] con otro yo distinto. Para ello
es necesario: 1) una impresión como irrupción vivenciada en el con-
texto de la corriente de la propia vivencia; 2) una species deducible de
la impresión individual, que deba hacerse coincidir con las que hayan
de destacarse en las propias vivencias. J
Cuando 10 conocido es un objeto de estructura no-personal, es
decir, una cosa, cuyo ser no es una vida del yo análoga a la del cognos-
cente, entonces el llegar a entrar en contacto tiene que ser una impre-
sión, en la cual no haya que destacar ninguna species de vivencia. A ¡
semejante irrupción vivenciada, que no sólo no es algo que brota de la .1
propia corriente de la vivencia, sino que aporta a la corriente de la
vivencia algo que en general es ajeno al yo, lo llamaremos una sensa-
ción (una impresión sensorial), la requerida accesibilidad para una sen- 1
sibilidad (sensualidad) ajena al yo, la requerida índole de la incidencia
sensible de 10 conocido. Para que un conocimiento sea posible en vir-
tud de una sensación, [13] tiene que ser posible (en forma análoga al
4. ¿QUÉ ES LA VERDAD? 565

conocimiento de actos) la retención de lo vivenciado, y además el que


de la sensación individual se destaque una species.
Para que, más allá de la irrupción de un datum ajeno al yo, pueda
captarse un objeto existente en sí, se requerirá 10 siguiente: 1) en la
sensación tiene que poder destacarse de la vivenciación un datum sen-
sorial; 2) la captación de ese datum tiene que captar más que el datum
mismo; tiene que ser un captar trascendente, que capta conjuntamente
una forma cósica universal; una forma que en progresión regulada
detenninadamente halla cumplimiento en nuevas impresiones senso-
riales. Por consiguiente, para el conocimiento de una cosa como de un
objeto no análogo-al-yo, es preciso: 1) una corriente de sensaciones; 2)
actividad espiritual (una secuencia de actos intelectuales); 3) el que lo
sensible sea a la vez un inteligible; 4) el que el objeto posea una estruc-
tura formal a la que corresponda la regla de la sucesión de sensaciones
y actos. En semejante estructura del objeto y del conocimiento será
posible, en virtud de un contacto actual (percepción), el avanzar por un
camino puramente [14J intelectual en la "conexión de experiencias".

[4.J ¿Qué es la verdad?

Hay que hablar de la verdad cuando un espíritu cognoscente ha


conocido un ente. Si el ente es lo Absoluto e Infinito, en el cual ser,
conocer y conocimiento son una misma cosa, entonces Ser y Verdad
son también una sola cosa. (Por eso el Logos puede afirmar: Yo soy la
Verdad). Si el ente es un ente temporal y finito y es considerado como
conocido por el Espíritu divino, entonces la Verdad es Verdad eterna,
la cual precede en el tiempo al ser de la cosa.
Si se trata de un espíritu finito y que conoce en un proceso tem-
poral, entonces la verdad, es decir, la posesión cognoscitiva del ente,
puede designarse como meta y resultado del conocer. Si se concibe la
verdad como la posesión cognoscitiva de todo ente, entonces esa ver-
dad es "meta ideal" para un espíritu finito, una meta a la que él se va
acercando progresivamente en un proceso infinito, pero a la que nunca
podrá alcanzar. Ahora bien, con respecto al espíritu que conoce pro-
gresivamente, se habla también de verdades. (Tomás de Aquino habla
incluso de .veritas creara"). [15] Entonces se trasfiere la "verdad"
desde lo de ser conocido al ente cognoscente.
Ahora hay que investigar minuciosamente lo que, con respecto a
un proceso temporal de conocimiento, se ha designado como ente
conocido. Para que algo podamos designarlo como conocido, el cono-
8. CONOCIMIENTO. VERDAD, SER
566

cimiento tiene que llegar a su compleción. Si consideramos como


conocer la percepción sensible de una cosa, entonces esa percepción
no llega en sí nunca a la compleción. Es un proceso continuado, que
exige un "ir siempre más adelante". Cuando la percepción se inte-
rrumpe, no queda terminada por ello. Pero por ella se va conociendo
progresivamente algo acerca de la cosa, y esto mediante actos conclu-
yentes puede quedar asegurado en cada caso como una posesión de
conocimiento. Tal cosa sucede en el juicio. El juicio "la rosa es roja"
es designado como "una verdad", pero es designado también como un 1
juicio "verdadero". Ahora bien, por juicio se entienden diversas cosas,
que objetivamente tienen coherencia, pero que no son lo mismo. En
primer lugar se halla el acto del juicio. Pertenece a todo juicio [16] no
sólo un acto simple, sino toda una estructura de actos. La cosa perci-
II
bida es situada bajo una idea universal - "rosa" - , pero a la vez se la
concibe como "esto" y es puesta como "sujeto", y del contenido per-
cibido se destaca algo, nuevamente bajo una idea universal, lo de ser
rosa, y esto se enuncia acerca de la cosa. Son una serie de actos del
I
!
entendimiento, actos analíticos y sintéticos. Tienen como presupuesto
una determinada estructura del objeto: la separabilidad de la quidditas
y de la haecceitas, y la de la substancia y del accidente. Lo de que la
rosa sea rosa es una realidad que se halla incluida en la constitución
óntica de la rosa, y que es analizada y extraída mediante una corres-
pondiente estructura de actos. Su existencia se afirma mediante el acto
concluyente de un juicio, y lingüísticamente se expresa en el "es". La
proposición "la rosa es roja" es expresión de la realidad existente.
De la proposición se dice que es verdadera o que es falsa. Su ver-
dad significa que la realidad afirmada existe. (17] La proposición,
como afirmación y expresión lingüística, es una estructura formada
por un espíritu cognoscente. Es verdadera cuando, por su forma y por
su contenido, es conforme a la realidad conocida. Por cuanto se da una
estructura formal de realidades y conexiones, se dan también formas
de proposiciones y conexiones de proposiciones, y con ello las condi-
ciones formales de la verdad (el objeto de la lógica formal) y la posi-
bilidad de deducir de proposiciones verdaderas, mediante un proceso
formal, otras proposiciones verdaderas, que deben verificarse median-
te un conocimiento análogo al conocimiento material subyacente. Por
cuanto a todo ente substancial le pertenece toda la plenitud de realida-
des que deben analizarse extrayéndolas de su contenido, y las propo-
siciones en las que se expresan las realidades, podemos afirmar que
las proposiciones tienen una existencia ideal o posible, que precede a
su formación por medio de los espíritus finitos correspondientes.

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