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LA CORRUPCION EN EL PERU

Es de conocimiento público que en nuestra ciudad de Arequipa especialmente


en la jurisdicción de Perú existe la problemática de la corrupción.

La Corrupción es un tema de investigación sumamente difícil de abordar. Es


evidente que resulta sumamente complicado recoger datos fiables y de manera
sistemática sobre actividades ilegales o producto de corrupción. Lo que
conocemos de la corrupción suele provenir de los escándalos más o menos
publicitados por los medios de comunicación, de la experiencia personal y de
inferencias más o menos sustentadas en los dos primeros aspectos
mencionados. Como sostiene Steven Reed, un escándalo nos permite lanzar
una breve mirada bajo la superficie de la política a través de un incidente
determinado que se convierte en público por su tinte "corrupto", pero no existe
motivo para pensar que los datos proporcionados por los escándalos sean
imparciales o estadísticamente representativos. Por ello, debe ser tratada a
partir de sus implicaciones fenomenológicas.

La presente investigación tiene justificación debido a la evidente incidencia y


existencia de hechos delictivos y faltas que se comenten, así como desorden y
la inseguridad la corrupción policial.

La naturaleza de la crisis estructural se manifiesta en todas las ordenes de la


vida nacional, principalmente en las estructuras económicas, sociales, políticas
y culturales; asimismo, repercute en la dinámica interna de todos los
organismos e instituciones y específicamente, a nivel de la conducta individual
y colectiva de la población en general.

Identificar el grado de corrupción en el Perú.

 Identificar las causas de la corrupción en el Perú.

 Determinar las consecuencias que conllevan la corrupción en el Perú en la


seguridad ciudadana.
La corrupción tiene un fuerte impacto negativo sobre el desarrollo. Además de
consideraciones de ética pública, la corrupción desincentiva la iniciativa
privada y reduce los recursos públicos disponibles, lo cual se traduce, por
ejemplo, en menos hospitales o educación de peor calidad. La corrupción
también distorsiona el modo en que los gobiernos usan esos recursos y mina
la confianza de la ciudadanía en sus instituciones.

Sobornos, malversación, nepotismo y tráfico de influencias en los procesos de


toma de decisión son algunas de las manifestaciones típicas de esta
somatización del mal gobierno.

En Perú, la octava economía de más rápido crecimiento en el mundo, la


corrupción es un serio problema. Protética presentó los resultados de la VIII
Encuesta de Percepciones de Corrupción con algunos datos contundentes: la
corrupción es percibida como el segundo problema del país para los
peruanos, por detrás de la delincuencia.

En Perú, la octava economía de más rápido crecimiento en el mundo, la


corrupción es un serio problema. poética –el capítulo nacional de
Transparencia Internacional- presentó en julio los resultados de la VIII
Encuesta de Percepciones de Corrupción con algunos datos contundentes: la
corrupción es percibida como el segundo problema del país para los
peruanos, por detrás de la delincuencia.
Es, además, el principal problema al que se enfrenta el Estado y el que más
frena su desarrollo. Según la misma encuesta, más de la mitad de peruanos
cree que dentro de cinco años habrá más corrupción, y el 82% cree que el
liderazgo del gobierno en la lucha contra la corrupción es poco o nada
eficiente. Ni más ni menos.

A todo lo anterior hay que sumar que la corrupción es regresiva y golpea más
a los que menos tienen. Según estudios del Banco Mundial, hay evidencias
de que los peruanos con menos recursos destinan un porcentaje mayor de
sus ingresos a pagar coimas para acceder a los servicios básicos que, por
derecho, les corresponden (hasta un 14% frente al 1% de los ciudadanos con
más recursos).

También afecta al sector privado. La corrupción está presente en la relación


entre el Estado y las grandes empresas, que pueden destinar hasta el 5% de
su facturación a sobornos con el propósito de agilizar trámites u obtener
contratos. El Informe Global de Competitividad cita, además, la corrupción
como el segundo problema para hacer negocios en el Perú.

En los últimos años, Perú ha realizado considerables avances para


desprenderse del legado de corrupción sistémica de etapas anteriores. Pese
a ello, algunos de los principales indicadores de gobernabilidad no han
experimentado mejoras sustanciales desde la década de los 90: el país tiene
índices de estabilidad política y de efectividad normativa relativamente bajos
en comparación con sus vecinos, así como una tasa moderada de
participación política. También el ejercicio del derecho a la transparencia y
acceso a la información enfrenta grandes desafíos, pese a la calidad técnica
de su ley marco.
Queda, por tanto, un margen importante para introducir mejoras en el ámbito
de la eficacia institucional, el compromiso ciudadano y la transparencia
efectiva.

En este sentido, hay iniciativas interesantes que pueden acelerar la mejora


del desempeño del país en aspectos de gobernabilidad. El gobierno de Perú,
a través de instituciones como la Comisión de Alto Nivel Anticorrupción (CAN),
está poniendo en marcha iniciativas para prevenir y castigar la corrupción, así
como facilitar los instrumentos para su denuncia. El Plan Nacional de Lucha
Contra la Corrupción (2012 – 2016) contempla una serie de iniciativas, para
los tres niveles de gobierno, con las que se pretende reducir vulnerabilidades
a la corrupción dentro del sector público, y promover la transparencia.
Adicionalmente, distintos esfuerzos de concertación con el sector privado y la
sociedad civil (pactos de integridad, iniciativas de monitoreo social) pretenden
aunar esfuerzos para lograr un mayor impacto en las estrategias –
tradicionalmente aisladas- de lucha contra la corrupción.

Desde 2010 el Banco Mundial respalda los esfuerzos del gobierno de Perú
por consolidar y fortalecer sus sistemas de prevención de la corrupción, y
participa en la elaboración de nuevas estrategias de transparencia.

El futuro Observatorio de Riesgos de Corrupción es una de las actividades


principales de este proyecto y medirá, trimestralmente, en qué medida las
instituciones públicas son vulnerables a la corrupción teniendo en cuenta
dimensiones como su nivel de transparencia o el manejo de sus procesos de
adquisiciones. El Observatorio, cuyos hallazgos serán públicos, emitirá
recomendaciones de política para mejorar, en cada institución, aquellas áreas
grises en las que se pueden estar desarrollando prácticas corruptas.

El Banco Mundial también financia estudios sobre percepciones de


corrupción, y experiencias piloto de iniciativas de vigilancia ciudadana en
comunidades campesinas de difícil acceso.

Se trata de acompañar al Estado en un proceso de reflexión continuo sobre


cómo prevenir y reducir sus índices de corrupción. Asimismo se busca
contribuir a fortalecer las iniciativas de la sociedad civil para una mayor
vigilancia y exigencia de transparencia.

Es cierto que, con mucha frecuencia, la policía participa en los actos de


corrupción por propia iniciativa. Pero también es cierto que no se puede
exculpar a la sociedad de su parte de responsabilidad, sobre todo cuando en
ocasiones de ella parte la iniciativa para que la policía incumpla con la ley.
Aunque esta participación y, por lo tanto, su responsabilidad es variable, hace
falta, para hacer un análisis realista, tener en cuenta que éste es otro aspecto
de la corrupción policiaca, que ocurre con frecuencia.
La ignorancia del derecho, de las reglas de los procedimientos formales
relacionados con las funciones policiales es, sin duda, un factor que favorece
que la corrupción se haga "costumbre" y sustituya a la ley. Pero también es
cierto que, al menos, una buena parte de la sociedad acepta las
irregularidades como algo normal, como parte del "sistema", produciéndose a
continuación una adaptación de los individuos a ese sistema; es decir, se
aprende a vivir dentro de la corrupción y a manejarse dentro de ella,
reduciendo los riesgos innecesarios.
En teoría es fácil llegar a un acuerdo moral sobre la corrupción, es fácil que
cualquiera la condene. Sin embargo, la práctica nos muestra que cualquiera
sucumbe ante la corrupción: porque es más "cómodo", porque actuar en su
contra con frecuencia entraña dificultades de todo tipo. Por ello se ha
asumido, socialmente, que corrupción forma parte de la normalidad. Pero
tampoco puede atribuirse todo ello al resultado de la adaptación social a la
corrupción. La ley tampoco es un referente claro para la sociedad. Ello
permite que no se dé un choque frontal entre las actitudes sociales y las de
las policías: una sociedad que respetara la ley con escrupulosidad no podría
coexistir con una policía como la que hay en Perú.
Con demasiada frecuencia hay particulares involucrados en venganzas cuyos
ejecutores son policías. También ocurre que incluso cuando algún policía
quiere hacer cumplir la ley el particular le ofrece un "arreglo". De esta manera,
se instrumentaliza la función policiaca de persecución de los delitos o de
control del orden para provecho propio y se fomenta y reproduce la corrupción
a través de arreglos informales.
La impunidad, por toda conocida, con que actúa la policía judicial, por
ejemplo, es usada por muchos particulares que se hacen pasar por agentes
-facilitado porque no llevan uniforme- y, de esa manera, asaltan, roban y
matan. Es difícil distinguir si tomamos sólo en cuenta sus actividades si
efectivamente son policías o son bandidos.
La desconfianza en todo el sistema favorece que los particulares busquen
soluciones individuales a sus problemas, buscando la solución más expedita y
menos problemática, que muy a menudo se halle al margen de la ley.
CONCLUSIÓN

Esta investigación ha comprendido corrupción en el Perú, en los últimos años


viene siendo afectada por la falta de un buen gobierno y el incremento de la
corrupción de algunos de sus miembros, lo que no facilita la credibilidad y
confianza de la sociedad. En el departamento de Arequipa

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