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SOBRE LA MOTIVACIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

 LEY 1564 DE 2012


Conforme el Inciso 2 del artículo 137 de la ley 1437 de 2011. Las causales de nulidad
de los actos administrativos generales o particulares, son los siguientes:
Cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas en que debían
fundarse.

 Falta de Competencia. (Vicios de incompetencia).


 Expedición en forma irregular.
 Violación del derecho de audiencia y defensa. (Debido proceso).
 Falsa Motivación. (Falta de motivación).
 Desviación de las atribuciones propias del funcionario que los profirió.
(Abuso de poder).
La Sección Segunda del Consejo de Estado, en sentencia del 10 de febrero de 2011,
en pedagogía jurídica expuso:
«Observa la sala que se hace preciso señalar que los vicios que atacan la presunción
de legalidad de los actos administrativos son de dos clases; los vicios formales, que
operan de pleno derecho, habida cuenta que representan la vulneración a la
objetividad del ordenamiento jurídico y los vicios materiales, qué, por el contrario,
no surgen de la mera confrontación con el ordenamiento, sino que nacen de la
comprobación de circunstancias de hecho, es decir, de los comportamientos
concretos de la administración.
«De manera particular, el articulo 84 del Código Contencioso Administrativo, como
causales de nulidad de los actos administrativos, contempla como vicios
formales, los de infracción de las normas en que debía fundarse, expedición por
funcionario u organismo incompetente y expedición irregular y como vicios
materiales: su emisión con desconocimiento del derecho de audiencias y defensa,
falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias del funcionario o
corporación que lo profirió».

 SENTENCIA T-204/12

MOTIVACION DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS-Fundamentos


constitucionales
La motivación de los actos administrativos proviene del cumplimiento de preceptos
constitucionales que garantizan que los particulares tengan la posibilidad de
contradecir las decisiones de los entes públicos ante las vías gubernativa y judicial,
evitando de esta forma la configuración de actos de abuso de poder. De esta forma,
le corresponde a la administración motivar sus actos y a los entes judiciales decidir
si tal argumentación se ajusta o no al ordenamiento jurídico.

DISCRECIONALIDAD RELATIVA Y LA EXCEPCION DE MOTIVACION DE LOS


ACTOS ADMINISTRATIVOS

MOTIVACION DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS QUE DECLARAN LA


INSUBSISTENCIA DE LOS NOMBRAMIENTOS EN PROVISIONALIDAD EN
CARGOS DE CARRERA-Posición jurisprudencial de la Corte Constitucional

Al recoger las providencias judiciales aplicables a la materia, la sentencia de


unificación reiteró que si bien no son equiparables los cargos de carrera en propiedad
con aquellos que se ejercen en provisionalidad, tampoco puede decirse que estos
últimos se encuentren totalmente desprotegidos por el ordenamiento jurídico. Así,
se llega a la innegable conclusión de que cuando la administración pretenda retirar
del servicio a un funcionario que ocupa un cargo de carrera en condición de
provisionalidad, deberá necesariamente motivar el acto administrativo que declare
la insubsistencia, so pena de que se estén vulnerando principios de rango
constitucional reconocidos ampliamente por la jurisprudencia de esta
Corporación.

MOTIVACION DEL ACTO ADMINISTRATIVO-Contenido

La necesidad de motivación del acto administrativo no se reduce a un simple


requisito formal de introducir cualquier argumentación en el texto de la providencia.
Por el contrario, esta Corporación ha acudido al concepto de “razón suficiente” para
señalar que la motivación del acto deberá exponer los argumentos puntuales que
describan de manera clara, detallada y precisa las razones a las que acude el ente
público para retirar del servicio al funcionario. Un proceder distinto violaría el
sustento constitucional que da origen a la necesidad de motivar las actuaciones de
la administración y convertiría este requerimiento en un simple requisito inane y
formal.
REGIMEN ESPECIAL DE CARRERA DE LA FISCALIA GENERAL DE LA NACION-
Deber de motivar actos de insubsistencia de nombramientos en provisionalidad
Para el caso de los funcionarios en provisionalidad de la Fiscalía, no existe
disposición jurídica especial que desvirtúe la obligación que tiene en general la
administración de motivar los actos administrativos de insubsistencia de este tipo de
funcionarios.

NULIDAD POR FALTA DE MOTIVACION DE ACTOS DE RETIRO DE


EMPLEADOS EN CARGOS DE PROVISIONALIDAD-Reiteración SU917/10

Dado que la falta de motivación de los actos en cuestión involucra la violación al


debido proceso, los preceptos de un Estado de Derecho y los principios democráticos
y de publicidad del ejercicio de la función pública, la Corte ha recordado que tal vicio
constituye una causal de nulidad de los actos administrativos que incurran en ese
defecto. De este modo, cuando se esté ante una situación en donde se desvincule a
un funcionario de carrera en provisionalidad mediante un acto administrativo no
motivado, la sanción que dispone el ordenamiento jurídico para dicha actuación es
la de la nulidad del acto por configurarse con ella una violación al derecho
fundamental al debido proceso.

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Procedencia por


desconocimiento del precedente judicial en materia de necesidad de motivación
del acto de desvinculación de funcionario nombrado en provisionalidad en cargos
de carrera

MOTIVACION DE ACTOS DE INSUBSISTENCIA DE CARGOS EN


PROVISIONALIDAD-Jurisprudencia del Consejo de Estado y su incompatibilidad
con la Constitución y con la jurisprudencia de la Corte Constitucional


3. Fundamentos constitucionales de la motivación de los actos administrativos

La sentencia SU-917 recogió los preceptos fijados por la jurisprudencia de esta


Corporación[1] al identificar los elementos constitucionales que sostienen el deber
de motivar los actos administrativos. En síntesis se relacionan los siguientes:
- Cláusula de Estado de Derecho. Este concepto se encuentra fijado en el
artículo 1° de la Carta[2] y encierra el principio de legalidad de las actuaciones de
los entes públicos, eliminando así la arbitrariedad en sus actuaciones. Una de las
formas en las que se materializa es en la obligación de motivar lo actos
administrativos toda vez que ésta es la forma en la que se verifica la sujeción de la
administración al imperio de la ley[3].
- Debido proceso. Igualmente, el artículo 29[4] superior plantea como
presupuesto para hacer efectivo el derecho de contradicción y de defensa, que los
administrados tengan argumentos que puedan ser controvertidos cuando no están
de acuerdo con las actuaciones de las autoridades. De esta forma, cuando en el acto
no se expresan las razones que han dado sustento a la decisión, el particular se
encuentra en un estado de indefinición derivado de la imposibilidad de expresar
los motivos por los que disiente de la decisión tomada, vulnerando así su derecho
a controvertir la actuación con la que no está de acuerdo[5].
- Principio Democrático. En virtud de los artículos 1°, 123[6] y 209[7] de la
Constitución, el deber de motivar los actos administrativos materializa la
obligación que tienen las autoridades de rendir cuentas a los administrados acerca
de sus actuaciones[8].
- Principio de Publicidad. El artículo 209 de la Carta establece que la función
administrativa se deberá desarrollar con fundamento en el principio de publicidad.
Este mandato se encuentra estrechamente relacionado con los conceptos de
Estado de Derecho y de democracia, dado que garantiza la posibilidad de que los
administrados conozcan las decisiones de las autoridades, y así puedan
controvertir aquellas con las que no están de acuerdo[9].

Derivado de lo anterior, la motivación de los actos administrativos proviene del


cumplimiento de preceptos constitucionales que garantizan que los particulares
tengan la posibilidad de contradecir las decisiones de los entes públicos ante las
vías gubernativa y judicial, evitando de esta forma la configuración de actos de
abuso de poder. De esta forma, le corresponde a la administración motivar sus
actos y a los entes judiciales decidir si tal argumentación se ajusta o no al
ordenamiento jurídico.

4. La discrecionalidad relativa y la excepción de motivación de los actos


administrativos

Si bien es clara la regla general planteada en el capítulo anterior en cuanto a la


motivación de los actos de la administración, la misma Constitución en algunos
casos autoriza al legislador para que de manera expresa otorgue facultades
discrecionales en casos específicos. En virtud de ello, esta Corporación al declarar
la constitucionalidad condicionada de los artículos 35 y 76 del Código Contencioso
Administrativo afirmó que “todos los actos administrativos que no sean
expresamente excluidos por norma legal [o constitucional] deben ser motivados, al
menos sumariamente, por lo cual no se entiende que puedan existir actos de tal
naturaleza sin motivación alguna. Y, si los hubiere, carecen de validez, según
declaración que en cada evento hará la autoridad judicial competente, sin perjuicio
de la sanción aplicable al funcionario, precisamente en los términos de la disposición
examinada.”[10]

De igual forma, esta Corporación ha precisado que la existencia de dichas


facultades discrecionales creadas por la ley, en ningún caso pueden ser entendidas
como el otorgamiento de poderes absolutos a los entes públicos[11]. Una situación
como esa conduciría a la violación de principios de rango constitucional, a los
cuales se hizo alusión en el capítulo anterior. Al respecto esta Corporación dijo:

“Para tal fin se ha aceptado que en ciertos casos las autoridades cuentan con una
potestad discrecional para el ejercicio de sus funciones, que sin embargo no puede
confundirse con arbitrariedad o el simple capricho del funcionario. Es así como el
artículo 35 del Código Contencioso Administrativo establece que las decisiones
administrativas deben ser motivadas al menos de forma sumaria cuando afectan a
particulares, mientras que el artículo 36 del mismo estatuto señala los principales
límites al ejercicio de la facultad discrecional. En consecuencia, toda decisión
discrecional debe adecuarse a los fines de la norma que autoriza el ejercicio de dicha
facultad, al tiempo que ha de guardar proporcionalidad con los hechos que le
sirvieron de causa”[12].
De esta manera, se tiene que si bien la Constitución y la ley han autorizado la
existencia de facultades discrecionales en casos específicos, también éstas han
limitado el uso de estas potestades al afirmar que nunca pueden ser de carácter
absoluto y que además deben estar acordes con los fines de la norma que las crea.

6. El contenido de la motivación

Así como se ha hecho énfasis en el deber inexcusable de motivación de los actos


administrativos de insubsistencia, la jurisprudencia de esta Corte también le ha
dado alcance al contenido que deben tener estas actuaciones. Al respecto se dijo:
“Es por lo anterior por lo que la Corte ha hecho referencia al principio de “razón
suficiente” en el acto administrativo que declara la insubsistencia o en general
prescinde de los servicios de un empleado vinculado en provisionalidad, donde “deben
constar las circunstancias particulares y concretas, de hecho y de derecho, por las
cuales se decide remover a un determinado funcionario, de manera que no resultan
válidas aquellas justificaciones indefinidas, generales y abstractas, que no se
predican directamente de quien es desvinculado”[19]. En otras palabras, de acuerdo
con la jurisprudencia decantada por esta Corporación, “para que un acto
administrativo de desvinculación se considere motivado es forzoso explicar de
manera clara, detallada y precisa cuáles son las razones por las cuales se prescindirá
de los servicios del funcionario en cuestión”[20].

En este orden de ideas, sólo es constitucionalmente admisible una motivación donde


la insubsistencia invoque argumentos puntuales como la provisión definitiva del
cargo por haberse realizado el concurso de méritos respectivo, la imposición de
sanciones disciplinarias, la calificación insatisfactoria “u otra razón específica
atinente al servicio que está prestando y debería prestar el funcionario
concreto[21]” [22].

Por lo anterior, la necesidad de motivación del acto administrativo no se reduce a


un simple requisito formal de introducir cualquier argumentación en el texto de la
providencia. Por el contrario, esta Corporación ha acudido al concepto de “razón
suficiente” para señalar que la motivación del acto deberá exponer los argumentos
puntuales que describan de manera clara, detallada y precisa las razones a las que
acude el ente público para retirar del servicio al funcionario. Un proceder distinto
violaría el sustento constitucional que da origen a la necesidad de motivar las
actuaciones de la administración y convertiría este requerimiento en un simple
requisito inane y formal.

SOBRE EL PATRIMONIO CULTURAL

 CONSTITUCIÓN POLITICA
ARTICULO 72. El patrimonio cultural de la Nación está bajo la protección del
Estado. El patrimonio arqueológico y otros bienes culturales que conforman la
identidad nacional, pertenecen a la Nación y son inalienables, inembargables e
imprescriptibles. La ley establecerá los mecanismos para readquirirlos cuando
se encuentren en manos de particulares y reglamentará los derechos especiales
que pudieran tener los grupos étnicos asentados en territorios de riqueza
arqueológica.
 SENTENCIA C-366/00
PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION-Declaración de un bien conlleva
restricciones e imposición de cargas
La declaración de un bien como parte integrante del patrimonio cultural de la
Nación, lleva consigo una serie de restricciones al derecho de propiedad, e
imposición de cargas para los propietarios de éstos que, en concepto de esta
Corporación, se relacionan con su disponibilidad y ello incluye, por supuesto,
el uso o destinación que ha de darse al bien para efectos de su conservación y
protección. En estos eventos, los propietarios de estos bienes, están obligados
a tomar las medidas que sean necesarias para su mantenimiento. En
contraposición, el Estado puede reconocer ciertas compensaciones y beneficios
en su favor, las que, en todo caso, han de ser proporcionales a la limitación del
derecho a la propiedad que se llegue a imponer.

El decreto 2171 de 1992, por medio del cual se reestructura el Ministerio de


Obras Públicas, ordenó la liquidación del Fondo de Inmuebles Nacionales,
asignándole la competencia que éste venía cumpliendo en materia de
conservación de monumentos nacionales al Instituto Nacional de Vías.
Como puede observarse, la defensa del patrimonio cultural y, específicamente,
la del patrimonio inmueble, fue dejada por el legislador en cabeza del Gobierno
Nacional, que, con la asesoría del Consejo Nacional de Monumentos y las
instituciones que se fueron creando para el efecto, tenía a su cargo la
conservación, recuperación y mantenimiento de éste, a través de la declaración
como monumento nacional de determinadas zonas, sectores, o inmuebles. Esa
declaración, efectuada mediante decreto, de por si implicaba para el propietario
o propietarios de los bienes así declarados, una limitación a su derecho de
dominio, dado que, una vez efectuada ésta, toda reparación, reconstrucción o
modificación que se quisiera efectuar, requería concepto previo del Consejo
Nacional de Monumentos. Por tanto, tal declaración, en si misma, no implicaba
una mutación del derecho de dominio en favor de la Nación, pues los
propietarios de un bien declarado como monumento nacional seguían
conservando la propiedad sobre él, pero afectado al interés general, en razón
de su valor cultural, arquitectónico, histórico, e.t.c. que permitía, incluso, su
expropiación en favor de la Nación.
6.2.2. Por su parte, la Constitución de 1991, con un propósito claro de defensa
del patrimonio cultural en sus diversas manifestaciones, impuso al Estado el
deber de fomentar y promover el acceso a la cultura (artículo 70). En el
entendido que ésta, en todos sus aspectos, es una expresión de la nacionalidad.
Por tanto, estableció que el patrimonio cultural de la Nación debía estar bajo la
protección del Estado y, refiriéndose al patrimonio arqueológico y a los demás
bienes que conforman la identidad nacional, se determinó que pertenecían a
la Nación y, como tal, eran inalienables, inembargables e imprescriptibles. En
estos casos, es claro que si estos bienes están en poder de particulares o de un
ente territorial, corresponde a la Nación hacer uso de los mecanismos
establecidos por la ley, para que éstos pasen a integrar su patrimonio,
garantizando siempre los derechos que aquéllos tengan sobre éstos.
Mecanismos entre los cuales se cuenta la expropiación con indemnización, de
que trata el artículo 58 de la Constitución.
Vale la pena hacer mención aquí de la interpretación que la jurisprudencia de
esta Corporación ha efectuado de los conceptos de Estado y Nación, para
concluir que, en este caso, al referirse el artículo 72 al deber del Estado de
proteger el patrimonio cultural de la Nación, está vinculando a todas las
autoridades territoriales y no sólo al poder central. Existiendo, por tanto, una
competencia compartida entre unas y otras.
"...la Corte considera que cuando la Carta se refiere al Estado, y le impone un
deber, o le confiere una atribución, debe entenderse prima facie que la norma
constitucional habla genéricamente de las autoridades estatales de los distintos
órdenes territoriales. Ahora bien ello no impide que en determinadas
oportunidades la Carta pueda asimilar, en un precepto específico, las palabras
Estado y Nación, y por ende denomine estatal a una competencia nacional o a
la titularidad de la Nación sobre un determinado recurso. Sin embargo, como
en principio la Constitución reserva la palabra Estado para hablar del conjunto
de autoridades de los distintos niveles territoriales, deberá mostrarse por qué
en determinada disposición esa palabra puede ser considerada un sinónimo de
Nación". ( Corte Constitucional. Sentencia 221 de 1997).
6.2.3. En desarrollo de las normas constitucionales señaladas, artículos 70, 71 y
72, el legislador expidió la ley 397 de 1997. Ley en la que no sólo se dictaron
reglas para la protección del patrimonio cultural, su fomento y estímulo, sino
que se dispuso la creación del Ministerio de la Cultura, como órgano rector de
la cultura.

 SENTENCIA C-742/06

INTERPRETACION DE LA LEY EN CONTROL DE


CONSTITUCIONALIDAD-Procedencia
PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION-Protección de bienes declarados
de interés cultural
El concepto de patrimonio cultural de la Nación es general y el de interés cultural
es especial, de ahí que los bienes que hacen parte de la primera categoría no
siempre pertenezcan a la segunda, pero los que adquieren el carácter especial de
interés cultural, dada su declaratoria, siempre hacen parte del patrimonio
cultural de la Nación. La segunda, la declaratoria de bienes de interés cultural no
quiere decir que se excluye la protección de los bienes que hacen parte del
patrimonio cultural de la Nación, simplemente significa que aquellos gozan de la
protección especial que otorga la Ley 397 de 1997. Dicho de otro modo, las
expresiones impugnadas no están dirigidas a excluir la protección de los bienes
del patrimonio cultural de la Nación, sino a otorgar especial cuidado y garantía
a los que se consideran de interés cultural. Y, la tercera, al aplicar la ley general
de la cultura y las normas que la reglamentan únicamente a los bienes que han
sido declarados de interés cultural, evidentemente se establecen restricciones y
garantías solamente para esos bienes, excluyéndose, de esta forma, los bienes que
hacen parte del patrimonio cultural de la Nación que no han sido declarados de
interés cultural.
CONSTITUCION CULTURAL-Concepto
LIBERTAD DE CONFIGURACION LEGISLATIVA-Protección del patrimonio
cultural de la Nación
PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION-Declaración de bien conlleva
restricciones e imposición de cargas
PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION-Limitación del deber estatal de
protección es razonable y proporcionada

La Corte considera que la limitación al deber de protección del patrimonio


cultural de la Nación, contenida en la expresión demandada, resulta
constitucionalmente válida por los siguientes cuatro motivos: En primer lugar,
con anterioridad se expresó que el concepto de patrimonio cultural de la Nación
que desarrolla el primer inciso del artículo 4º de la Ley 397 de 1997, es amplio y
subjetivo, de ahí que resulta razonable que se limite la aplicación de esa ley para
el otorgamiento de estímulos y la imposición de restricciones sólo a los bienes
que el Ministerio de la Cultura, previa reglamentación de los criterios a evaluar,
declare como de interés cultural. En segundo lugar, como se advirtió, la
protección al patrimonio cultural de la Nación implica, al mismo tiempo, la
restricción de derechos, tales como las libertades económica y de disposición de
los bienes objeto de propiedad privada, por lo que no puede generalizarse el
control estatal sobre bienes que el Estado no ostenta la titularidad (artículos 333
y 58 de la Carta). Luego, la medida adoptada en la norma parcialmente acusada
es adecuada y necesaria. En tercer lugar, el propio artículo 72 de la Constitución
distingue tres conceptos que fueron desarrollados por la Ley 393 de 1997, a saber:
i) patrimonio cultural de la Nación, ii) patrimonio arqueológico, iii) bienes
culturales que conforman la identidad nacional, dentro de los cuales se
encuentran los museos (artículo 49 de esa normativa), el cine (artículo 40) y las
manifestaciones culturales del pueblo (artículo 1º). Como se observa, estas dos
últimas nociones involucran bienes de propiedad de la Nación y, por lo tanto, son
inalienables, inembargables e imprescriptibles. Ello muestra, entonces, que el
Constituyente autorizó al legislador para establecer diferentes reglas de
protección y garantía para cada uno de los conceptos objeto de regulación
superior. En cuarto lugar, corresponde a los municipios preservar y defender el
patrimonio cultural de su localidad, de ahí que, en principio, corresponde a dicha
entidad territorial utilizar sus recursos económicos, humanos y logísticos para
la protección de los bienes que integran su patrimonio cultural. Por esa razón,
resulta razonable que la ley faculte al Ministerio de la Cultura a priorizar el gasto
público nacional.
DERECHO COMPARADO-Protección del patrimonio cultural
CONSTITUCION ESPAÑOLA-Limitación a la protección del patrimonio
cultural

CONSTITUCION ITALIANA-Limitación a la protección del patrimonio


cultural

PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACION-Protección de bienes no


declarados de interés cultural

La interpretación sistemática de las normas que regulan la protección del


patrimonio cultural de la Nación evidencia que, además de la Ley 397 de 1997,
existe un conjunto de leyes y tratados internacionales que consagran otras
formas de protección a la integridad del patrimonio cultural de la Nación, por
lo que no puede concluirse que la inaplicación de la ley de la cultura para los
bienes no declarados de interés cultural, implica descuido o abandono de los
deberes de protección del patrimonio cultural de la Nación y fomento del
acceso a la cultura, que los artículos 7º, 8º, 70 y 72 de la Constitución imponen
al Estado. En consecuencia, a pesar de que si bien es cierto la hermenéutica
literal de las expresiones normativas impugnadas resulta más limitada que la
interpretación sistemática, en tanto que permite deducir que la especial
protección al patrimonio cultural de la Nación está restringida a los bienes
declarados de interés cultural, no lo es menos que ello no significa que esos
bienes se encuentran desprotegidos ni que se desconoció la Constitución y, por
lo tanto, esa interpretación es válida constitucionalmente.
II. NORMA DEMANDADA

A continuación se transcribe el artículo 4º de la Ley 397 de 1997, con la advertencia


de que se subraya y resalta lo demandado.

“Definición de Patrimonio Cultural de la Nación. El patrimonio cultural de la


Nación está constituido por todos los bienes y valores culturales que son
expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la tradición, las
costumbres y los hábitos, así como el conjunto de bienes inmateriales y
materiales, muebles e inmuebles, que poseen un especial interés histórico,
artístico, estético, plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, ambiental,
ecológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, científico,
testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico, antropológico
y las manifestaciones, los productos y las representaciones de la cultura
popular.
Las disposiciones de la presente ley y de su futura reglamentación serán
aplicadas a los bienes y categorías de bienes que siendo parte del patrimonio
cultural de la Nación pertenecientes a las épocas prehispánicas, de la colonia,
la independencia, la república y la contemporánea, sean declarados como
bienes de interés cultural, conforme a los criterios de valoración que para tal
efecto determine el Ministerio de Cultura.

Parágrafo 1º. Los bienes declarados monumentos nacionales con anterioridad


a la presente ley, así como los bienes integrantes del patrimonio
arqueológico, serán considerados como bienes de interés cultural.

También podrán ser declarados bienes de interés cultural, previo concepto


del Ministerio de Cultura, aquellos bienes que hayan sido objeto de
reconocimiento especial expreso por las entidades territoriales”.

CON RESPECTO A LA PROPIEDAD PRIVADA

 CONSTITUCION POLITICA
Artículo 58. Se garantizan la propiedad privada y los demás derechos
adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser desconocidos
ni vulnerados por leyes posteriores. Cuando de la aplicación de una ley
expedida por motivos de utilidad pública o interés social, resultaren en
conflicto los derechos de los particulares con la necesidad por ella reconocida,
el interés privado deberá ceder al interés público o social. La propiedad es una
función social que implica obligaciones. Como tal, le es inherente una función
ecológica. El Estado protegerá y promoverá las formas asociativas y solidarias
de propiedad. Por motivos de utilidad pública o de interés social definidos por
el legislador, podrá haber expropiación mediante sentencia judicial e
indemnización previa. Esta se fijará consultando los intereses de la comunidad
y del afectado. En los casos que determine el legislador, dicha expropiación
podrá adelantarse por vía administrativa, sujeta a posterior acción contenciosa-
administrativa, incluso respecto del precio.

 SENTENCIA C-157/97

INVASION DE TIERRAS O EDIFICACIONES-Imposición de


sanciones/DERECHO A LA PROPIEDAD-Función social y conductas delictivas

El invasor atenta contra el derecho de propiedad, pues irrumpe en tierras o


edificaciones ajenas, haciendo imposible al propietario el goce y uso del bien,
la percepción de sus frutos y su disposición. A la luz del Estatuto Fundamental,
el derecho de propiedad, en sí mismo relativo y sometido a restricciones,
únicamente se reconoce y protege en la medida en que revierta, a favor de la
sociedad y en beneficio del interés colectivo, que prevalece. El sistema jurídico
tiene contemplados los mecanismos y procedimientos con arreglo a los cuales,
sin desconocer los derechos del dueño, se puede deducir en la práctica la
relatividad de los mismos y su sometimiento a la prevalencia del interés
público, así como el cumplimiento de las obligaciones, cargas y deberes que
supone la función social. No se puede alegar la función social o las restricciones
constitucionales al derecho de propiedad como justificación para quebrantarlo
de hecho, o mediante la violencia o el uso de la fuerza física, como ocurre con
la invasión de tierras o inmuebles, cuya ilicitud, en los términos definidos por
la disposición acusada, debe conducir a la imposición de sanciones
proporcionales a la agresión.

INVASION DE HECHO SOBRE TIERRAS-Soluciones estatales

En muchos casos las invasiones y ocupaciones de hecho sobre tierras urbanas


o rurales tienen por causa las circunstancias de extrema necesidad y aun de
indigencia de los invasores, elemento de naturaleza social que el Estado
colombiano debe atender, evaluar y ponderar, con miras a dar soluciones
globales que garanticen la realización de postulados constitucionales que
tienen por objeto el respeto a la dignidad humana y a los derechos elementales
de personas pobres.

INVASION DE INMUEBLES-Fenómenos sociales

En el plano de la aplicación concreta de la disposición acusada, es imperativo


que en los procesos penales tampoco se desconozcan los fenómenos sociales
existentes ni las circunstancias que en cada caso rodeen al inculpado del delito
en cuestión. Será tarea del juez competente la de definir si, respecto de cada
sindicado, se configuran causales de justificación o exculpación, en los términos
de ley. No es lo mismo ni puede ser tratada igual la situación de la persona que
se encuentra en estado de necesidad impostergable, en especial cuando debe
dar abrigo y protección a niños o a personas de la tercera edad, que la de quien
establece como negocio, para sí o para otros, la invasión de tierras, utilizando
muchas veces la misma necesidad de personas y familias.

INVASION DE TIERRAS O EDIFICACIONES-Provecho ilícito

Resulta definitiva la característica del tipo penal que expresamente califica el


hecho de la invasión refiriéndose al propósito de obtener provecho ilícito, pues
ella elimina la posibilidad de aplicarlo para sancionar a quien obra de buena fe.
Justamente esa calificación, que define el delito, hace compatible su
consagración con las reglas del Estado Social de Derecho.

NORMAS PROGRAMA-Acceso a la propiedad

Normas-programa son aquellas cuya cristalización a nivel macroeconómico y


con plena cobertura social no puede lograrse de un día para otro sino de manera
progresiva, como el mismo mandato constitucional lo establece, y sobre el
supuesto necesario de que el acceso a la tierra y a la propiedad, así como a los
servicios que la Constitución contempla, se produzca con arreglo al sistema
jurídico y no mediante su quebrantamiento, que no otra cosa significaría que
se prohijara la invasión indiscriminada y masiva de tierras en sectores urbanos
y rurales, con olvido de que la propiedad protegida por la Constitución es
aquélla adquirida "con arreglo a las leyes civiles".

URBANIZACION ILEGAL-Fundamento/URBANIZACION ILEGAL-Sanciones

El delito de urbanización ilegal, encuentra su fundamento en la necesidad de


protección de la comunidad, que puede ser afectada, como en incontables
ocasiones lo ha sido, por personas inescrupulosas que, so pretexto de adelantar
programas de vivienda o construcción en poblados y ciudades, recaudan, sin
ningún control y de manera masiva, grandes sumas de dinero, generalmente
aportadas por personas de escasos recursos que pretenden, de buena fe,
solucionar así sus necesidades de habitación. Las penas previstas en estos
casos, aplicables por el sólo hecho de no acogerse el urbanizador al
cumplimiento de la ley, guardan proporción con la magnitud del daño social
que la urbanización ilícita ocasiona y con la amenaza que su extensión
representa para los habitantes del territorio. No es descabellado que la ley
sancione con mayor rigor a quien, fuera de llevar a cabo planes de urbanización
no autorizados legalmente, los adelanta en terrenos o zonas de reserva
ecológica, o en áreas de alto riesgo, o señaladas por el Estado para la
construcción de obras públicas.

IUS PUNIENDI-Corresponde al Estado

Ius puniendi corresponde al Estado en defensa de la sociedad, en cuanto ésta


requiere que sean perseguidas y sancionadas aquellas conductas que la afectan
colectivamente, bien por atentar contra bienes jurídicos estimados valiosos, ya
por causar daño a los derechos de los asociados.

CONGRESO DE LA REPUBLICA-Tipificación de conductas delictivas

En el sistema jurídico colombiano, es el Congreso el llamado a definir, mediante


la consagración de tipos delictivos, cuáles son los comportamientos que
ameritan sanción penal, describiendo sus elementos esenciales y previendo en
abstracto la clase y medida de la sanción aplicable a quien incurra en ellos. El
legislador, mientras no quebrante principios o preceptos constitucionales y en
cuanto cumpla su función en términos de razonabilidad y proporcionalidad,
goza de plenas atribuciones para crear nuevos delitos y que, por ese sólo hecho,
no viola norma constitucional alguna.

"LEY 308 DE 1996


(agosto 5)
por la cual se modifica parcialmente el artículo 367 del Código
Penal y se tipifica como conducta delictiva la del Urbanizador
Ilegal.

EL CONGRESO DE COLOMBIA

DECRETA:

Artículo 1°. Modifícase el artículo 367 del Código Penal, el cual quedará
así:

"Artículo 367. Invasión de tierras o edificaciones. El que con el


propósito de obtener para sí o para un tercero provecho ilícito, invada
terreno o edificación ajenos, incurrirá en prisión de dos (2) a cinco (5)
años y multa de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mínimos
legales mensuales vigentes. La pena establecida en el inciso anterior se
aumentará hasta en la mitad para el promotor, organizador o director
de la invasión.

El mismo incremento de la pena se aplicará cuando la invasión se


produzca sobre terrenos ubicados en zona rural.

Parágrafo. Las penas señaladas en los incisos precedentes se rebajarán


hasta en las dos terceras partes cuando, antes de pronunciarse
sentencia de primera instancia, cesen los actos de invasión y se
produzca el desalojo total de los terrenos y edificaciones que hubieren
sido invadidos".

"Artículo 2°. Adiciónase el Capítulo VII del Título XIV del Código Penal
con el siguiente artículo, el cual quedará inserto a continuación del
artículo 367 de la obra citada.

"Artículo 367A. Del Urbanizador Ilegal. El que adelante, desarrolle,


promueva, patrocine, induzca, financie, facilite, tolere, colabore o
permita la división, parcelación, urbanización de inmuebles, o su
construcción sin el lleno de los requisitos de ley, incurrirá por este solo
hecho en prisión de tres (3) a siete (7) años y en multa de doscientos
(200) a cuatrocientos (400) salarios mínimos legales vigentes.

La pena señalada anteriormente se aumentará hasta en la mitad cuando


la parcelación, urbanización o construcción de viviendas se efectúen en
terrenos o zonas de preservación ambiental y ecológica, de reserva para
la construcción de obras públicas, en zonas de contaminación
ambiental, de alto riesgo o en zonas rurales.

Parágrafo. El servidor público o trabajador oficial que dentro del


territorio de su jurisdicción y en razón de su competencia, con su
acción u omisión diere lugar a la ejecución de los hechos señalados en
el inciso 1° de este artículo, incurrirá en interdicción de derechos y
funciones públicas de tres (3) a cinco (5) años, sin perjuicio de las
demás sanciones penales a que hubiere lugar por el desarrollo de su
conducta".

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