Está en la página 1de 5

LA CONQUISTA DEL PERÚ O CONQUISTA DEL IMPERIO INCAICO

La Conquista del Perú, es el proceso histórico de anexión del Imperio incaico al Imperio español.
Felipe Guamán Poma de Ayala, cronista del país, señala el primer contacto entre un español
llamado Pedro de Candía y Huayna Cápac. Sin embargo, fue a principios de 1532 que un ejército
incaico se topó con los Conquistadores españoles, durante la guerra civil entre los dos herederos al
trono cuzqueño, Huáscar y Atahualpa, hijos del recién difunto Emperador Inca, Huayna Cápac. En
este encuentro, Atahualpa fue tomado preso por Francisco Pizarro y semanas después fue
ejecutado. Sin embargo, tras la conquista española y desmoronamiento Inca, focos inconexos de
resistencia aborígen existieron hasta 1574.

Antecedentes de la Conquista

Guaman Poma dijo en sus crónicas que el Inca Huayna Cápac tuvo un encuentro Pedro de Candía
en el Cuzco, aunque dicha crónica se considera errónea.

Se dice que la entrevista fue utilizando señas, según la cual el Inca interpretó que Candía comía
oro, por lo que el gobernador le brindó oro en polvo y luego le permitió marcharse. Pedro de
Candía se llevó consigo a uno de los chasquis a España y lo presentó al rey, luego fue traído de
vuelta al Tahuantinsuyo para que hiciera de traductor. Este inca sería conocido luego como
Felipillo.

La Situación Incaica "La Guera Civil Incaica"

Poco tiempo después del primer contacto entre Huayna Cápac y Pedro de Candía, el Sapa Inca y su
sucesor, Nina Cuyuchi, murieron a causa de una rara enfermedad, que algunos autores atribuyen a
la viruela traída con los europeos.

Tras la anarquía posterior al deceso del Inca, Huáscar asumió el gobierno por orden de los
orejones (nobles) de Cuzco, quienes creían que su experiencia como vice-gobernante era
suficiente para asumir el mando.3 Después de un golpe de estado fallido; Huáscar, preocupado
por la excesiva confianza que tenía su hermano Atahualpa en los generales del imperio -los
denominados ikas-, ordena a su hermano que se aleje de ellos. Pero él reacciona organizando un
ejército y declarándole la guerra. El enfrentamiento, que habría de durar tres años, finalizó con la
victoria de Atahualpa y la captura y posterior ejecución de Huáscar

La Situación de los Conquistadores

Hacia 1523, a los 47 años de edad, Francisco Pizarro estaba situado en Panamá, ciudad de la que
llegó a ser alcalde en 1522. El análisis histórico se inclina a creer que Pizarro poseía una fortuna
modesta, porque para emprender la aventura, él y Diego de Almagro, tuvieron que asociarse con
un cura influyente, Hernando de Luque, que a la sazón era cura de Panamá. Villanueva habla de un
cuarto "socio oculto": el licenciado Espinoza, que no quiso figurar públicamente, pero que fue el
financista de las expediciones. Ello debió ser así, por cuanto nunca uno sólo de los socios decidía
de manera unilateral las acciones. Sólo Francisco Pizarro, iniciada la conquista física del Perú, tomó
decisiones de campaña o sobre acciones militares y administrativas, prerrogativas de su cargo de
Gobernador de Nueva Castilla.

En 1524 Pizarro se asoció con Diego de Almagro y el cura Hernando de Luque para conquistar "El
Birú" (palabra que después se convertiría en Perú), repartiéndose las responsabilidades de la
expedición. Pizarro la comandaría, Almagro se encargaría del abastecimiento militar y de
alimentos y Luque se encargaría de las finanzas y de la provisión de ayuda. A finales de septiembre
de 1526, cuando habían transcurrido dos años de viajes hacia el sur afrontando toda clase de
peligros y calamidades, llegaron a la isla del Gallo cansados y extasiados. El descontento entre los
soldados era muy grande, llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún
resultado. Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo la
mayoría de sus huestes quieren desertar y regresar.

En la isla del Gallo se produce la acción épica de Pizarro, de trazar con su espada una raya en las
arenas de la isla exhortando a sus hombres a decidir entre seguir o no en la expedición
descubridora. Tan solo cruzaron la línea trece hombres. Los "Trece de la Fama", o los "Trece de la
isla del Gallo", fueron: Bartolomé Ruiz, Pedro Alcón, Alonso Briceño, Pedro de Candía, Antonio
Carrión, Francisco de Cuéllar, García Jerén, Alonso Molina, Martín Paz, Cristóbal de Peralta, Elias
Ascoy Angulo, Domingo de Soraluce y Juan de la Torre.

Pizarro y los Trece de la Fama esperaron en la isla del Gallo cinco meses por los refuerzos, los
cuales llegaron de Panamá enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de
Bartolomé Ruiz. El navío encontró a Pizarro y los suyos en la Isla de la Gorgona, hambrientos y
acosados por los indios. Ese mismo día, Pizarro ordenó zarpar hacia el sur.

Pizarro no fue ni el primero ni el único que intentó la conquista del Perú. Dos años antes, en 1522,
Pascual de Andagoya fue el primero en tratar de efectuar esa aventura: su expedición terminó en
un estrepitoso fracaso. Las noticias de la existencia de "Birú" y de sus enormes riquezas en oro y
plata, debió influir en el ánimo de tales aventureros y podría haber aportado el ingrediente
decisivo para preparar la expedición no sólo de Pizarro sino de Andagoya. Por tal razón, Pizarro,
Almagro y Luque se lanzaron a la aventura.

La Conquista (Tercer Viaje)

Primera Fase

En 1531, las tropas de Pizarro se separaron en dos; Pizarro en Coaque se dirigió hacia Puná (en el
Golfo de Guayaquil). En Puná, los españoles recibieron regalos e instrumentos musicales por parte
del curaca punaneño, que los veía como instrumento para sus fines. Más tarde dicho curaca
recurrió a los punaneños y se rebelaron por los excesos cometidos por los españoles.

Los punaneños tuvieron que enfrentarse no sólo a españoles sino también a tumbesinos, aliados
de los españoles por viejos resentimientos de guerra hacia los isleños de Puná. Más tarde los
españoles fueron víctimas de traiciones y conspiraciones por parte de sus aliados tumbesinos; En
una ocasión los tumbesinos abandonaron en una de sus balsas en medio del mar a tres españoles.
La Segunda Fase

Hernando de Soto con su tropa persiguió a los tumbesinos levantados durante toda la noche y en
la mañana: cayeron sobre sus campamentos, sorprendiéndolos y matándolos, apoderándose de
los campamentos. Al día siguiente continuó la persecución. El cacique Quilimasa con las debidas
garantías para su vida, se presentó ante Hernando de Soto, quien lo llevó donde estaba el
Gobernador. De la conversación con Quilimasa, se entera que otros caciques más importantes
habían ordenado la muerte de los españoles.

Otra conversación importante fue la que sostuvo Pizarro con un principal venido del interior. Al
respecto Pedro Pizarro, dice: "...pues preguntando al indio qué era el dijo que era un pueblo
grande donde residía el Señor de todos ellos, y que había mucha tierra poblada y muchos cántaros
de oro y plata, y casas chapeadas con planchas de oro; y cierto el indio dijo verdad, y menos de lo
que había..."; les informó también sobre valles más fértiles. Además de lo anterior, informó a
Pizarro sobre la situación Inca. Todos estos informes entusiasmaron a Pizarro, quien decidió
continuar con la conquista.

En vista que no encontraron a los indios que perseguían y que los poblados tumbesinos habían
sido arrasados por los Punás, Pizarro decide continuar dejando en ella a su teniente y abandonarla
en dos grupos. La vanguardia a su mando, acompañada por Hernando de Soto, partió hacia
Poechos. La retaguardia, al mando de Hernando Pizarro, salió de Túmbez tiempo después, porque
en sus filas había enfermos: se les ordenó que siguieran a la vanguardia.

Fundación de san Miguél

En Poechos, Pizarro tiene noticias de Atahualpa, que se estaba desplazando de Quito a Cajamarca.
Además, tuvo detalles de la guerra que sostenía contra su Hermano, Huáscar Inca Yupanqui.
Decide enviar a Hernando de Soto a Caxas, con la finalidad de recopilar información sobre
Atahualpa. Hernando de Soto se tomó un tiempo en esto, lo que causó la preocupación de
Francisco Pizarro. En tanto se une la retaguardia de conquistadores que venían con Hernando
Pizarro. En este tiempo se habían levantado los indios de Chira y Tangarala (Tangarará), obligando
a los españoles de Hernando de Soto, a atrincherarse en la huaca Chira, enviando por ayuda a una
parte de españoles donde Pizarro.

Francisco Pizarro deja a Hernando Pizarro en Poechos, y se dirige a la huaca Chira para auxiliar a
sus compañeros de armas. Allí castigó severamente a los curacas: "Trece curacas fueron muertos a
garrote y quemados sus cuerpos". Luego de apaciguar a Chira, se dirige a Tangarala (Tangarará),
en donde funda la Villa de San Miguel, el 15 de agosto de 1532. Fue la primera ciudad española
fundada en el Perú. Luego pasó a Piura, territorio de los tallanes. En esta ciudad, Francisco Pizarro
hace el primer reparto de tierras y siervos indios entre los españoles que quisieron afincarse en
ella. Este primer reparto incluyó además de Piura, Túmbez (Tumbes). Pedro Pizarro, que había
quedado con su hermano Hernando en Poechos, describe la presencia de un espía de Atahualpa
entre los curacas de Poechos, quien luego dió noticias al Inca del arribo de los conquistadores. Así
Pizarro tiene por primera vez noticia de Atahualpa, de la guerra civil que enfrentaba a los
hermanos y del derrotado Huáscar, que había sido capturado.
Captura de Atahualpa

El Inca Garcilaso de la Vega y Miguel de Estete aseguran que los españoles encontraron en
Cajamarca "gente popular y algunos de la gente de guerra" de Atahualpa. Además, que fueron
bien recibidos. Otros cronistas, como Jerez, aseguran que los españoles no encontraron gente en
el poblado. Herrera dice que "sólo se veían en un extremo de la plaza unas mujeres que lloraban la
suerte que el destino reservaba a los españoles que habían provocado la cólera del emperador
indio" ("Hechos de los castellanos, Década V".

Cuando Pizarro entró en Cajamarca, Atahualpa se encontraba a media legua del asiento, en los
Baños del Inca, donde había asentado su real, "con cuarenta mil indios de guerra" como cuenta
Pedro Pizarro. Entrados en Cajamarca y antes de apearse, Francisco Pizarro envió a Hernando de
Soto con cinco o seis y un intérprete como embajada para decirle a Atahualpa "que él venía de
parte de Dios y del Rey a los predicar y tenerlos por amigos, y otras cosas de paz y amistad, y que
se viniese a ver con él. ". El Inca respondió a la embajada comunicando que "podían quedarse en la
llacta de Cajamarca, que él no podía ir porque estaba terminando su ayuno". El Inca, una vez que
se fueron los españoles, ordenó que veinte mil soldados imperiales se apostasen en las afueras de
Cajamarca, para capturar a los españoles: estaba seguro que al ver tanta gente, los españoles se
rendirían.

Sólo eran soldados de profesión además de Pizarro, unicamente de Soto y Gandía. Pedro Pizarro
dice "Pues estando así los españoles, fue la noticia a Atahualpa, de indios que tenía espiando, que
los españoles estaban metidos en un galpón, llenos de miedo, y que ninguno aparecía por la plaza.
Y a la verdad el indio la decía porque yo oí a muchos españoles que sin sentirlo se orinaban de
puro temor". Los conquistadores a las ordenes de

Pizarro velaron armas durante la noche, Francisco Pizarro en base a los largos relatos que le hacía
Hernán Cortés sobre la conquista de los aztecas, tenía en mente capturar al Inca imitando a Cortés
en México.

Pizarro dispuso que Pedro de Candía se colocase en lo más alto del tambo real, en el centro de la
plaza, con tres trompeteros y un falconete pequeño. Tenían la orden de disparar cuando ya el
Inca, se encontrara en la plaza. Luego del estruendo del falconete, harían sonar las trompetas. A
los de caballo los dividió en dos fracciones al mando de Hernando de Soto, uno y de Hernando
Pizarro, el otro. La orden era que cuando escuchasen el estruendo deberían salir de sus
escondites. La infantería también estaría dividida en dos fracciones, una al mando de Francisco
Pizarro y la otra al mando de Juan Pizarro. La orden, avanzar a capturar al Inca. Todos debían estar
escondidos en los edificios que rodeaban la plaza hasta escuchar la voz de ataque: ¡Santiago!, que
sería dada por el cura Valverde, en su momento.

El inca comenzó su entrada en Cajamarca, antecedida por su vanguardia de cuatrocientos


hombres con "grandes cantares", ingresó a la plaza con toda su gente, que cubría toda ella, en una
"litera muy rica, los cabos de los maderos cubiertos de plata...; la cual traían ochenta señores en
hombros; todos vestidos de una librea azul muy rica; y él vestido su persona muy ricamente con su
corona en la cabeza y al cuello un collar de esmeraldas grandes; y sentado en la litera en una silla
muy pequeña con un cojín muy rico". Jerez, escribía. "Entre estos venía Atahualpa en una litera
aforrada de plumas de papagayos de muchos colores, guarnecida de chapas de oro y plata".

Francisco Pizarro envió al cura dominico, fray Vicente de Valverde, al soldado Hernando de
Aldama y al intérprete Martinillo. Ante el Inca, el cura Valverde hace el requerimiento formal a
Atahualpa de abrazar la fe católica y someterse al dominio del rey de España, al mismo tiempo que
le entregaba un evangelio. El diálogo que siguió es narrado de forma diferente por todos los
testigos. Según algunos cronistas, la reacción del Inca fue de sorpresa, curiosidad, indignación y
desdén. Atahualpa abrió y revisó el evangelio minuciosamente. Al no encontrarle significado
alguno a lo escrito en él, lo tiró al suelo. Villanueva, dice que "luego le pidió (el Inca) su espada a
Aldama. El español se la enseñó, pero no la entregó". La reacción posterior de Atahualpa fue
decirle a Valverde que los españoles devolviesen todo lo que habían tomado de sus tierras sin su
consentimiento; que nadie tenía autoridad para decirle al Hijo del Sol lo que tenía que hacer y que
él haría su voluntad; y finalmente, que los extranjeros "se fuesen por bellacos y ladrones"; en caso
contrario los mataría.

A una señal de Francisco Pizarro se puso en marcha lo planificado por él. Disparó el falconete de la
artillería de Pedro de Candía y las trompetas y salieron los caballos. Algunos cronistas dicen que
los millares de indígenas apiñados dentro la plaza no estaban con armados para defenderse de los
españoles y que la mortandad se debió a su propia estampida humana que derribó muros.

Mientras tanto, en la plaza de Cajamarca Pizarro buscaba el anda del Inca y Juan Pizarro la del
Señor de Chincha. El Señor de Chincha y el Señor de Cajamarca fueron muertos por los españoles
que los capturaron. También mataron a mucha gente del entorno de ambos señores. "Otros
capitanes murieron, que por ser gran número no se hace caso de ellos, porque todos los que
venían en guarda de Atahualpa eran grandes señores" (Jerez).

Tercera Fase

Tras la victoria en Cajamarca los vencedores repartieron el botín de guerra en los Baños del Inca. El
soldado cronista Estete, dice: "... todas esas cosas de tiendas y ropas de lana y algodón eran en tan
gran cantidad que a mi parecer fueran menester muchos navíos en que cupieran". Otro cronista
dice: "...el oro y la plata y otras cosas de valor se recogió todo y se llevó a Cajamarca y se puso en
poder del Tesorero de Su Majestad". Jerez nos dice: "el oro y plata en piezas monstruosas y platos
grandes y pequeños, y cántaros y ollas o braseros y copones grandes y otras piezas diversas.
Atahualpa dijo que todo esto era vajilla de su servicio, y que sus indios que habían huido habían
llevado otra mucha cantidad". Fue los primeros trofeos de importancia que tomaron los
españoles. Villanueva Sotomayor dice al respecto: "Se valoró ese primer tesoro de los incas en
"ochenta mil pesos de oro y siete mil marcos de plata y catorce esmeraldas"". A su vez, Francisco
López de Gomara señala que "ningún soldado se enriqueció tanto en tan poco tiempo y sin riesgo"
aunque agrega "nunca se jugó de esa manera, pues hubo muchos que perdieron su parte a los
dados".

También podría gustarte