Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Derrida Ser Justo
Derrida Ser Justo
del psicoanálisis
Por el hecho de haber decidido no vol páginas (53-57), desde el primer borde o
ver sobre lo que se debatió hace cerca de acceso del libro, si evito pues esta instancia
treinta años, sería absurdo, obsesivo hasta cartesiana para dirigirme hacia otra (el psi
la crispación patológica, y además imposi coanálisis, freudiano o no) que, por su
ble, ceder a una especie de negativa feti parte, no es evocada más que en los confi
chista y pretender protegerse de todo nes del libro y solamente nombrada muy
contacto con el lugar o con el sentido de cerca de su fin, de sus fines, en la otra ori
esta discusión [que gira en torno a la posi lla, tal vez sea para plantear una cuestión
bilidad de una historia de la locura 1]. que se parecerá a la que se impuso a mí
Aunque tenga la intención de hablar hoy de hace treinta años, a saber, la de la propia
algo completamente distinto y a partir de posibilidad de una historia de la locura. La
una relectura reciente de la Historia de la cuestión será en el fondo casi la misma,
locura en la época clásica, no me sorpren aunque planteada desde otra orilla, y sigue
de, ni tampoco seguramente a ustedes, ver imponiéndose a mí como el primer home
resurgir la silueta de ciertas cuestiones: no naje debido a ese libro. Si tal libro ha sido
ya su contenido, por supuesto, sobre el cual posible, si tuvo desde el principio y conser
no volveré en modo alguno, sino su tipo va hoy cierto valor monumental, la presen
abstracto, a saber, el esquema o el espectro cia y la necesidad innegable de un mo
de una problemática análoga. Por ejemplo: numento, es decir de lo que se impone
si no hablo de Descartes pero sí de Freud, recordando y advirtiendo, debe decirnos,
si evito pues una figura que parece central enseñarnos o preguntarnos algo en cuanto a
en ese libro y que, por ser decisiva en él en su propia posibilidad.
cuanto al centro, o en cuanto al centrado de A su propia posibilidad hoy: decimos
la perspectiva, surge desde las primeras bien hoy, un hoy determinado. Por otra
parte, se piense lo que se piense de este
1 Este corchete no figura en la edición original. El
libro, y a pesar de las cuestiones o reservas
texto, leído el 23-XI-1991 por Derrida en el «IX que pueda despertar en algunos, sobre cier
Colloque de la Saciété internationale d'histoire de la tos puntos de vista, la fuerza con que ha
psychiatrie et de la psychanalyse», fue recogido en abierto caminos parece indiscutible. Tan
VY.AA., Penser la folie, París, Galilée, 1992. En el
escrito original, hay tres párrafos iniciales (omitidos, indiscutible, por otra parte, como esa ley
junto con tres largas notas, con permiso del autor) en según la cual toda abertura de un nuevo
los que Derrida expresa su gratitud a los organizadores camino sólo se consigue a cierto precio, es
y recuerda su amistad con Foucault, truncada en 1972, decir, bloqueando otros pasos, ligando, sutu
tras el epílogo de la nueva edición en la Historia de la
lectura en donde éste respondía con dureza a una con
rando o comprimiendo, reprimiendo inclu
ferencia de 1963 dada por Derrida (cfr. La escritura y so, al menos provisionalmente, otras venas.
la diferencia). [Nota del Consejo de Redacción.] y hoy como ayer, quiero decir en marzo de
(36) 226 Jacques Derrida
COLABORACIONES
1963, es esta cuestión del hoy lo que aquí te no haber aceptado reconocerles un carácter de
me importa, tal como había intentado for cuestión previa metodológica o filosófica.»2
mularla ayer y me perdonarán, por una vez,
citar unas líneas que definían entonces, en Si este tipo de cuestiones tuviera un sen
su forma general, una tarea que me sigue tido o una legitimidad, si a partir de ese
pareciendo necesaria, del lado de Freud esta momento se tratara de interrogar lo que,
vez, y no del lado de Descartes. Al decir hoy, en este tiempo que es el nuestro, tiem
«del lado de Freud» en lugar de «del lado de po en que la Historia de la locura de
Descartes», no conviene ceder demasiado Foucault ha sido escrita, hacía posible el
pronto a la ingenuidad que nos llevaría pre acontecimiento de un discurso semejante,
cipitadamente a creer que estamos más hubiera sido en ese caso más consecuente
cerca de un hoy con Freud que con por mi parte elaborar esta problemática
Descartes, aunque éste sea el punto de vista desde el lado de la modernidad, a parte
de la mayoría de los historiadores. subjecti, en cierto modo, del lado en que el
Esta es pues la cuestión de ayer, del hoy libro se escribía, por tanto del lado, por
de ayer, tal como me gustaría traducirla ejemplo, de lo que tenía que haberle ocurri
hoy, del lado de Freud, trasladándola así al do a la psiquiatría moderna citada en el
hoy de hoy: pasaje que acabo de leer. A la psiquiatría
moderna, incluso al psicoanálisis o más
«Así pues si el libro de Foucault, a pesar de las bien a los psicoanálisis y a los psicoanalis
imposibilidades y las dificultades admitidas
tas, pues el paso al plural será lo que está en
[sobreentiéndase: por él, por supuesto], ha podi
do ser escrito, estamos en nuestro derecho al
juego en esta discusión. Habría sido más
preguntarnos en qué, en último recurso apoyó urgente, en efecto, insistir en la psiquiatría
este lenguaje sin recurso y sin apoyo [«sin recur o el psicoanálisis modernos que orientar la
so» y «sin apoyo» son expresiones de Foucault misma cuestión hacia Descartes. Por lo
que yo acababa de citar]: ¿quién enuncia el no tanto, estudiar el lugar y el papel del psico
recurso? ¿quién ha escrito y quién debe entender análisis en el proyecto foucaliano de una
esta historia de la locura? Pues no es casualidad historia de la locura, como voy a intentar
si un proyecto semejante ha podido ser concebi hacerlo, podría consistir en corregir una
do hoy. Hay que suponer, sin olvidar, muy al
inconsecuencia o en explicitar más directa
contrario, la audacia del gesto de pensamiento
en la Historia de la locura, que se ha iniciado
mente una problemática que habría dejado
cierta liberación de la locura, que la psiquiatría en estado de programa preliminar, como un
se ha abierto, por poco que sea [y, en resumidas marco general, en introducción a mi confe
cuentas, estaría tentado de sustituir pura y sim rencia de 1963. Ésta hacía una única alu
plemente «psiquiatría~~ por «psicoanálisis» para sión al psicoanálisis. Es cierto que ésta se
traducir el hoy de ayer en el hoy de mi cuestión situaba en el principio mismo. En un proto
de ayer], que el concepto de locura como sinra colo que ponía en escena ciertas posiciones
zón, si es que tuvo alguna vez unidad, se ha dis
de lectura, evoqué entonces el arraigo del
locado. Y que tal proyecto ha podido encontrar
lenguaje filosófico en el lenguaje no filosó
su origen y su paso históricos en la abertura de
esta dislocación.
Si bien Foucault es más sensible y atento que 2 J. Derrida, L'écriture el la différence, París, Le
nadie a este tipo de cuestiones, parece no obstan- Seuil, 1967, p. 61.
«Ser justo con Freud» 227 (37)
COLABORACIONES
fico y recordé una regla de método herme clásica, es decir en el desglose del objeto
néutico, que me sigue pareciendo válida mismo del libro; es ya, al menos implícita
tanto para el historiador de la filosofía mente, a causa del papel que la referencia a
como para el psicoanalista, a saber, la nece cierto Descartes desempeñaba en la refle
sidad de asegurarse primero del sentido xión de entonces, al principio de los años
patente, y por tanto de hablar la lengua del sesenta, muy cerca del psicoanálisis, en ver
paciente al que se está escuchando: de com dad en el elemento mismo de cierto psicoa
prender bien, de manera casi escolar, filoló nálisis y de la teoría lacaniana. Esta se
gica y gramatical, habida cuenta de las elaboraba en torno a la cuestión del sujeto y
convenciones dominantes y estabilizadas, del tema de la ciencia. Ya se tratara enton
lo que Descartes quería decir en la superfi ces de la certeza anticipada y del tiempo
cie ya de por sí tan difícil de su texto, tal lógico (1945, en Écrits, p. 209), ya se trata
como es interpretable según normas clási ra, unos años más tarde (1965-1966) del
cas de lectura, y comprender esto incluso papel del cogito y -precisamente- del Dios
antes de someter esta primera lectura a una embustero en «La ciencia de la verdad»,
interpretación sintomática e histórica regu Lacan volvía incesantemente a una determi
lada por otros axiomas u otros protocolos: nada insuperabilidad de Descartes. En
comprender esto incluso antes de y para 1945, asociando Descartes a Freud en sus
desestabilizar, allí donde sea posible y si es «Consideraciones sobre la causalidad psí
necesario, la autoridad de las interpretacio quica» (Écrits, p. 193) declaraba en conclu
nes canónicas. Hágase lo que se haga, hay sión que «ni Sócrates, ni Descartes, ni
que empezar por entender el canon. Este es Marx, ni Freud, pueden ser «superados» en
el contexto en el que yo había recordado la la medida en que han llevado a cabo su bús
observación de Ferenczi citada por Freud queda con esta pasión de desvelar que tiene
en la Traumdeutung (<<Toda lengua tiene su un objeto: la verdad».
lengua de sueño») y lo que dice Lagache a El título propuesto para estas pocas
propósito del poliglotismo en el análisis. reflexiones que aventuraré hoy, «La historia
En su forma general e histórica, mi cues de la locura en la época del psicoanálisis»,
tión se refería a la situación que da lugar indica claramente un cambio --en el tiempo,
hoy, haciéndola posible, a una historia de la el modo o la voz. Ya no se trata de la época
locura; semejante cuestión tendría que descrita por una Historia de la locura. Ya
haberme llevado, es cierto, hacia la situa no se trata de la época o el período que, al
ción de la psiquiatría y del psicoanálisis en igual que la época clásica, se enfrentan,
lugar de hacia el cuestionamiento de una como su objeto mismo, a la historia de la
lectura de Descartes. Esta lógica habría locura tal como la escribe Foucault. Se tra
parecido más natural, y la consecuencia ta hoy de la época a la cual pertenece el pro
inmediata. Pero si, al delimitar severamente pio libro, de la época desde la cual tiene
el campo, he sustituido a Descartes por lugar, de la época que le garantiza su situa
Freud, tal vez no sea sólo a causa del lugar ción: de la época que describe y no de la
significativo y estratégico que Foucault época descrita. En mi título, habría que
otorga al momento cartesiano en la inter poner comillas a «La historia de la locura»
pretación del Gran encierro y de la Época puesto que señala la época del libro, «La
(38) 228 Jacques Derrida
COLABORACIONES
Unas veces quiere acreditar, otras desacredi Este doble movimiento de articulación,
tar a Freud, a no ser que haga en verdad lo esta alternancia de abertura y cierre que
uno y lo otro indiscerniblemente y a la vez. puede realizar el dispositivo de una bisagra,
En cuanto a esta ambivalencia, siempre la ida y vuelta, incluso el fort/da de un pén
podremos elegir entre dos atribuciones. dulo o de un balancín, eso es lo que significa
Podemos atribuirla a Freud o a Foucault; entonces Freud para Foucault. Y esta bisa
puede caracterizar una motivación, el gesto gra técnico-histórica es-sigue siendo tam
del intérprete y cierto estado de su trabajo, bién el lugar de un simulacro o de un
pero puede también, o primero, calificar el señuelo posible -tanto para el cuerpo como
simple hecho de asumir la responsabilidad, para la carne. Consideradas en este grado de
por el trabajo del intérprete o del historiador, generalidad, las cosas no cambiarán nunca
una duplicidad estructural que refleja desde para Foucault: serán ese interminable movi
la cosa misma, a saber el acontecimiento del miento alternativo que sucesivamente abre o
psicoanálisis. La motivación estaría enton cierra, acerca o aleja, rechaza o acepta,
ces justamente motivada, sería llamada y excluye o incluye, descalifica o legitima,
justificada por aquello mismo de lo que se domina o libera. El lugar freudiano no es
trata. Pues la ambigüedad de la que vamos a solamente el dispositivo técnico-histórico,
hablar bien podría hallarse del lado del psi el artefacto denominado bisagra. El mismo
coanálisis, del lado del acontecimiento de Freud tendrá, en efecto, la figura ambigua
este invento llamado psicoanálisis. de un ujier. Introduciendo a una nueva época
de la locura, la nuestra, aquélla desde la cual
Localicemos, para empezar, algunos se escribe la Historia de la locura (título que
lleva el libro), representa también el mejor
indicios. Si la mayoría de las referencias
guardián de una época que se cierra con él,
explícitas a Freud están agrupadas en las
la historia de la locura tal como es contada
conclusiones del libro (al final del
por el libro que lleva ese título.
«Nacimiento del asilo» y al principio del
Freud, ujier del hoy, el guardián de las
«Círculo antropológico»), lo que llamaré
llaves, de las que abren pero también de las
aquí una bisagra viene por adelantado, en
que cierran la puerta: sobre el hoyo sobre la
pleno centro del volumen, a dividir a la vez locura. Él, Freud, es esa doble figura de la
el libro y la relación del libro con Freud. puerta o del ujier. Monta la guardia e intro
¿Por qué una bisagra? Puede entenderse duce. Alternativa o simultáneamente, cierra
esta palabra en el sentido técnico o anató una época y abre otra. Y, como comproba
mico de la articulación cardinal, del gozne remos, esta doble posibilidad no es ajena a
(cardo) o del pivote. La bisagra es un dispo una institución: a lo que se llama la situa
sitivo axial en torno al cual se lleva a cabo ción analítica como escena a puerta cerrada
la vuelta, el tropo o el giro de una rotación. Por ello, y esa sería la paradoja de una ley
Pero podemos también soñar en los parajes de serie, Freud pertenece y no pertenece a
de su homónimo, a saber ese otro artefacto las series en las cuales Foucault le inscribe.
que el código de la cetrería llama también El fuera de serie se halla regularmente
charnela, el lugar en el que el cazador azuza reinscrito en series. No entraré ahora en
al pájaro colocando en él la carne de un consideraciones formalizantes sobre la ley
señuelo. casi trascendental de la serialidad que
(40) 230 Jacques Derrida
COLABORACIONES
podría ilustrarse de manera análoga en tan tra una tentación, contra lo que sigue ator
tos otros ejemplos, y cada vez que la condi mentando a tantos intérpretes sensatos (a
ción trascendental de una serie forma parte veces, con Foucault, en parte, entre ellos)
también, paradójicamente, de la serie, considerando al psicoanálisis como una psi
creando aporías para toda constitución de cología (por original o nuevo que sea en ese
un conjunto, sobre todo de una configura sentido), por una parte hay que resistir.
ción histórica (edad, episteme, paradigma, Foucault dará signos de esta resistencia,
themata, época, etc.). Estas aporías son como veremos. Por otra parte hay que
cualquier cosa salvo callejones sin salida aceptar, en este esquema histórico, la hipó
accidentales que habría que intentar forzar a tesis de un regreso: no el regreso de Freud
cualquier precio según modelos teóricos sino el regreso de Freud a-o
recibidos. La prueba de estas aporías es ¿Qué regreso? ¿Regreso a qué? «Re
también la oportunidad del pensamiento. greso» es la palabra de Foucault. Una pala
Para respetar el contrato de este colo bra subrayada. Si el psicoanálisis no es ya
quio, me conformaré aquí con un ejemplo. una psicología, ¿no parece esbozar así al
La primera señal, pues, en medio del menos cierto regreso hacia ese tiempo en
libro (pp. 410-411). Surge al final de la el que todavía no había psicología?
segunda parte, en el capítulo titulado ¿Acaso, más allá de la psicología del siglo
«Médicos y enfermos». Tenemos ahí una XVIII y, de una manera más amplia, más
especie de epílogo, menos de una página y allá de la modernidad psicologista de un
media. Separado de la conclusión por aste siglo XIX, más allá de la institución positi
riscos, el epílogo dice también la verdad de vista de la psicología, no se reconcilia
una transición y el sentido de un pasaje. Freud con cierta época clásica, en todo
Parece firmemente estructurado por dos caso con lo que en ella no determina la
enunciados categóricos: locura como una enfermedad psíquica sino
como cosa de la razón, como sinrazón? Sin
1. En la época clásica, la psicología no duda en la época clásica, si existe algo
existe. No existe todavía. Foucault lo dice semejante (hipótesis de Foucault que tomo
sin vacilar desde el principio del epílogo: aquí, en este contexto, como tal, como si no
«En la época clásica, inútil intentar distin fuera discutible), la sinrazón queda reduci
guir las terapias físicas y las medicaciones da al silencio: no se habla con ella. Se inte
psicológicas. Por la sencilla razón de que la rrumpe o se prohibe el diálogo; y esta
psicología no existe.» interrupción debió recibir del cogito carte
2. Pero de la psicología que nacerá poco siano su forma violenta de sentencia. Para
después, tras la época clásica, el psicoanáli Freud también la locura sería sinrazón (y
sis no forma parte, ya no forma parte. «En en este sentido al menos, habría una lógica
el psicoanálisis, dice Foucault, no se trata neo-cartesiana obrando en el psicoanáli
de psicología.» sis); pero esta vez habría que ponerse a
hablar de nuevo con ella: se restablecería
Dicho de otra manera: si, en la época clá un diálogo con la sinrazón y se levantaría la
sica todavía no hay psicología, con el psi sentencia cartesiana. Como la palabra
coanálisis, en él, ya no hay psicología. Pero «regreso», la expresión «diálogo con la sin
para afirmar esto, contra un prejuicio o con- razón» es una cita. Una y otra ritman el
«Ser justo con Freud» 231 (41)
COLABORACIONES
último párrafo del epílogo que, en medio no, de psicología: sino precisamente de una expe
del libro, empieza por la fórmula que he riencia de la sinrazón que la psicología moderna
usado de subtítulo para esta ponencia: «hay se ha dedicado a enmascarar.»3
que ser justo con Freud».
Cuando se dice «hay que ser justo...», es «Enmascarar»: de modo que la psicolo
a menudo porque se pretende corregir un gía positivista habría enmascarado la expe
impulso o invertir el sentido de una pen riencia de la sinrazón: imposición de la
diente: se aconseja también resistir a una máscara, ocultación violenta del rostro, de
tentación. Y esta tentación, la de ser injusto la verdad o de la visibilidad. Una violencia
con Freud, en este caso inscribirle en la semejante habría consistido en disociar
época de la institución psicopatológica (que cierta unidad, la que correspondía precisa
definiremos enseguida), Foucault tuvo que mente a la presunta unidad de la época clá
sentirla, fuera de él o en sí mismo; muy sica: en lo sucesivo estará la enfermedad,
amenazadora tiene que seguir siendo y pró por un lado, que atañe a lo orgánico, y la
xima a resurgir para tener que invocar aten sinrazón, por otra parte, una sinrazón a
ción y reclamar más justicia. menudo desubstanciada por esta moderni
Este es, pues, ese párrafo, que leo in dad bajo su forma «epitética»4: lo desrazo
extenso pues, en su tensión interna, me pare nable cuyas manifestaciones discursivas se
ce fijar la matriz de todos los enunciados convertirán en el objeto de una psicología.
futuros sobre el psicoanálisis, en la oscila Esta pierde entonces toda relación con cier
ción misma de su balancín. Es como la ta verdad de la locura, es decir de la
balanza de una justicia que ni siquiera la Sinrazón. El psicoanálisis, al contrario,
sentencia de muerte detendría nunca en su rompe con la psicología al hablar con la
justa estabilidad. Es como si la justicia tuvie Sinrazón que habla en la locura, por tanto
ra que convertirse en su propio movimiento:
«Por eso hay que ser justo con Freud. Entre los 3 Histoire de la folie al'age classique, Paris, Plon,
Cinco psicoanálisis y la esmerada investigación 1961, p. 411. Se observará de paso que es esa, con una
sobre las Medicaciones psicológicas [Janet] hay muy breve alusión a los Tres ensayos, en Enfermedad
algo más que el grosor de un descubrimiento, hay mental y psicología, y una referencia también muy
breve a Totem y tabú en Las palabras y las cosas, una
la violencia soberana de un regreso. Janet enu
de las pocas veces, sin duda, que Foucault nombra una
meraba los elementos de un reparto, enumeraba obra de Freud; que yo sepa, no le cita nunca, así como
el inventario, anexionaba aquí y allá, conquistaba tampoco analiza ningún texto de Freud ni de ningún
tal vez. Freud volvía a considerar la locura en el otro psicoanalista, ni siquiera de los psicoanalistas
nivel de su lenguaje, reconstituía uno de los ele franceses de hoy. En cada ocasión, sólo se pronuncia
mentos esenciales de una experiencia reducida al el nombre propio, Freud, o un nombre común: el psico
silencio por el positivismo; no añadía a la lista de análisis.
los tratamientos psicológicos de la locura una «Descubrimiento» es subrayado por Foucault, con
suma mayor; devolvía, en el pensamiento médi «regreso» y «lenguaje». Freud, es el acontecimiento
de un descubrimiento, el inconsciente y el psicoanáli
co, la posibilidad de un diálogo con la sinrazón.
sis, como movimiento de un regreso, y lo que une el
No nos sorprendamos de que la más «psicológi descubrimiento al regreso, es el lenguaje, la posibili
ca» de las medicaciones haya encontrado tan dad de hablar con la locura, «la posibilidad de un diá
pronto su vertiente y sus confirmaciones orgáni logo con la sinrazón».
cas. En el psicoanálisis no se trata, en modo algu 4 Foucault ya lo había anotado más arriba, p. 195.
(42) 232 Jacques Derrida
COLABORACIONES
excluía en el punto más cercano a ella (son sus palabras), de un «extraño golpe de
misma, como su otro y su adversario: es el fuerza» que iba a «reducir al silencio» a la
momento cartesiano, al menos tal como locura excluida y trazar una «línea diviso
está fijado en las tres páginas que fueron ria» muy estricta. En el texto de las
objeto de nuestro debate hace cerca de Meditaciones que citaba y alegaba enton
treinta años. ces, Foucault no mencionaba en modo algu
Subrayaré todo lo que marca el hoy, el no al Genio Maligno. Y es, al contrario,
presente, el ahora, lo contemporáneo, este recordando la sobrepuja hiperbólica de la
tiempo que nos es propio y común, el tiem ficción del Genio Maligno como había con
po de ese «nosotros» frágil y dividido desde
fesado entonces mi perplejidad y propuesto
el cual se decide, a la vez que apenas se
otras cuestiones. Cuando Foucault me res
dibuja, prometiéndose en suma más que
ponde, nueve años después, en el postfacio
dándose, la posibilidad de un libro como la
de la reedición de 1972 de la Historia de la
Historia de la locura. Nietzsche y Freud
están conjugados como una pareja, Nietzs
locura, en Gallimard, rechaza con fuerza la
che y Freud: y la conjunción de su acopla manera en que hago actuar esta ficción car
miento es también la cópula-bisagra o, si se tesiana del Genio Maligno y este momento
prefiere, el término medio de la propuesta hiperbólico de la duda. Me acusa, literal
moderna: mente, de «borrar todo lo que muestra que
el episodio del genio maligno es un ejerci
«Si el hombre contemporáneo, desde Nietzsche cio voluntario, controlado, dominado y lle
y Freud, encuentra en el fondo de sí mismo el vado de cabo a rabo por un sujeto que
punto de contestación de toda verdad, pudiendo medita y que no se deja sorprender nunca»
leer, en lo que sabe ahora de sí mismo, los indi [p. 601; reproche muy injusto, puesto que
cios de fragilidad por donde amenaza la sinra
digo insistentemente que este dominio
zón, al contrario el hombre del siglo XVII
descubre, en la inmediata presencia de su pensa metódic0 6 del sujeto voluntario se ejerce
miento a sí mismo, la certeza en la cual se anun «casi todo el tiempo» y que por tanto
cia la razón en su forma primera.»5 Foucault, como Descartes, tiene casi todo el
tiempo razón, y puede más que el Genio
¿Por qué he hablado de quiasmo? ¿Y por Maligno, pero poco importa aquí, y ya he
qué habríamos de estar fascinados por el dicho que no reabriría el debate]. Al acusar
quiasmo múltiple que organiza toda esta me de borrar esta neutralización metódica
escena de interpretación? del Genio Maligno, Foucault, siempre en su
Es que, en las tres páginas dedicadas a respuesta de 1972, confirma la intención de
Descartes al principio del segundo capítulo las tres páginas discutidas y sostiene que «si
sobre «El gran encierro», Foucault señalaba el genio maligno recupera los poderes de la
una exclusión. La describía, la planteaba, la locura, es después de que el ejercicio de la
declaraba sin equívoco y firmemente (<<la meditación haya excluido el riesgo de estar
locura es excluida por el sujeto que duda»). loco». Podríamos estar tentado de respon
Esta exclusión procedía de una «decisión» der que si puede recuperarlos, esos poderes
5 Histoire de la folie al'age classique, l.ª ed., París, 6 «Cogito et histoire de la folie», en L'écriture et la
Plon, 1961, pp. 195-196. Remitiremos a esta edición. différence, París, Le Seuil, 1967, pp. 89 Yss.
(44) 234 Jacques Derrida
COLABORACIONES
cuando el hombre quiere acceder a la verdad, decir que «toda la psiquiatría del siglo
sino cuando quiere restituir al mundo una verdad XIX converge realmente hacia Freud»
que es la suya propia, y que, proyectado en el (p. 611), este último había hecho su apari
arrebato de sensible en la que se pierde, queda ción en otra cadena, la de aquellos que
finalmente «inmóvil, estúpido, sorprendido».
saben, desde el siglo XIX, que la locura
La posibilidad del genio maligno [sobrentendi
do, como en Descartes] se aloja no ya en la per tiene una historia, como la razón de la cual
cepción sino en la expresión... » (O.c., p. 423). es la contrapartida. Estos llegan incluso a
caer en una especie de historicismo de la
Pero inmediatamente después de esta razón y de la locura, riesgo del que evitan
comparecencia de Freud junto a Nietzsche y quienes, «de Sade a Holderlin, a Nerval y a
de todos los Genios Malignos, el balancín Nietzsche», están entregados a una «expe
del fort/da, que desde entonces no habrá riencia poética y filosófica reiterada» y se
dejado de convocar y revocar a Freud desde abisman en un lenguaje «que anula a la
los dos lados de la línea divisoria, se pone en historia...». Historiador culturalista de la
juego, en y fuera de la serie desde la cual se locura, como otros lo son de la razón,
presenta la historia de la locura. Pues he Freud aparece entonces (p. 456) entre
aquí que, a partir de las páginas siguientes, Janet y Brunschvicg.
Freud se halla separado de la estirpe en la Pero acumulando ambas faltas, el histo
que se reúnen todos los dignos herederos del riador racionalista de este fenómeno cultu
Sobrino de Rameau. El nombre de quien no ral llamado «locura» no deja por ello de
estaba loco, en todo caso no lo suficiente pagar su tributo al mito, a la magia, a la tau
mente loco, el nombre de Freud es disociado maturgia. «Taumaturgia» dice entonces
del de Nietzsche. Es regularmente silencia Foucault, y esta será la palabra elegida para
do cuando, según otra filiación, Holderlin, el veredicto. Nada sorprendente en esta
Nerval, Nietzsche, Van Gogh, Roussel, colusión de la razón y cierto ocultismo.
Artaud aparecen, en varias ocasiones, nom Autoridad «mística», habrían declarado tal
brados en la misma «familia». vez Montaigne y Pascal: la historia de la
A partir de aquí, las cosas van a empeo razón o la razón en la historia ejercerían en
rar. «Ser justo con Freud» querrá decir, el fondo la misma violencia, una violencia
cada vez más, procesar a un psicoanálisis oscura, irracional, dictatorial, servirían a los
que habrá tomado parte, a su manera, por mismos intereses, en el nombre de la misma
original que sea, en el orden de esas figu alegación ficticia que el psicoanálisis cuan
ras inmemoriales del Padre y del Juez, de do confía todos los poderes a la palabra del
la Familia y de la Ley, en el orden del médico. Freud sólo libraría al enfermo de la
Orden, de la Autoridad y del Castigo, figu reclusión en el asilo para reconstituirle, «en
ras inmemoriales que, según reconocía lo que tiene de esencial», en el corazón de
Philippe Pinel, el médico debe poner en la situación analítica. Existe una continui
juego para curar (p. 607). Incluso antes, dad, desde Pinel y Tuke al psicoanálisis.
signo inquietante, del capítulo sobre «El Hay ahí una consecuencia ineludible, hasta
nacimiento del asilo» que situará muy Freud; hay ahí una persistencia de lo que
severamente al psicoanálisis en la tradi Foucault llama «el mito de Pinel, como el
ción de Tuke y de Pinel y llegará incluso a de Tuke» (p. 577). Esta misma insistencia
(48) 238 Jacques Derrida
COLABORACIONES
se concentra siempre en la figura del médi COSoSon las palabras de Foucault. La objeti
co: es, a los ojos de un enfermo siempre vidad científica alegada por esta tradición
cómplice, el devenir-taumaturgo del médi no es más que una cosificación mágica:
co, de un médico que, presuntamente, ni
siquiera sabe. El hamo medicus no ejerce su «Si quisiéramos analizar las estructuras profun
autoridad en nombre de la ciencia sino, así das de la objetividad en el conocimiento y en la
práctica psiquiátrica en el siglo XIX, desde Pinel
parece reconocerlo y reclamarlo Pinel, en
hasta Freud [divorcio, esta vez definitivo, entre
nombre del orden, del derecho y de la
Nietzsche y Freud, doble emparejamiento de
moral, más exactamente «apoyándose en este último], precisamente habría que mostrar
prestigios en los que se hallan encerrados que esta objetividad es desde el principio una
los secretos [subrayo esta palabra, J.D.] de cosificación de orden mágico, que no ha podido
la Familia, de la Autoridad, del Castigo y llevarse a cabo más que con la complicidad del
del Amor[...] adoptando las máscaras del propio enfermo y a partir de una práctica moral
Padre y del Justiciero» (pp. 607-608). transparente y clara al principio, pero poco a
Y cuando los muros del asilo ceden al poco olvidada a medida que el positivismo
psicoanálisis, lo que asegura la tradición de imponía sus mitos de la objetividad científica»
(p. 610).
Pinel a Freud es un determinado concepto
del secreto. Habría que seguir, a lo largo de
En el nombre de Freud, hay una llamada
estas páginas, el hilvanado de un valor, él
de nota. A pie de página, Foucault persiste,
mismo poco visible, de secreto. Este valor
firma y rúbrica, pero la nota introduce una
se reduciría finalmente a una técnica del
ligera precaución; sí que es una nota de pru
secreto, y del secreto sin saber. Allí donde
dencia pero no por ello deja de insistir
el saber sólo puede ser supuesto, allí donde
Foucault y dice su persistencia:
por tanto, se sabe que la suposición no
puede dar lugar a saber, allí donde ningún «Estas estructuras siguen vigentes en la psiquia
saber podría ser discutido, hay producción tría no psicoanalítica, y por muchos aspectos
de un efecto de secreto, de lo que podría también en el propio psicoanálisis.»
mos llamar una especulación sobre el
secreto capital o sobre el capital del secre Aunque demasiado discretamente marca
to. La producción calculada pero finalmen do, sí que hay ahí un límite a lo que persiste
te incalculable de este efecto de secreto «en muchos aspectos». La línea siempre
especula con un simulacro. Este recuerda, divisible de este límite sitúa, en su forma, la
desde otro punto de vista, la situación des totalidad de 10 que está en juego. Más exac
crita en el principio de su Raymond tamente, lo que está en juego no es otra cosa
Roussel: el riesgo consistiría en «ser enga que la totalidad, y el conjunto de procedi
ñado menos por un secreto que por la con mientos de totalización: ¿qué se dice cuando
ciencia de que hay un secreto» (p. 10). decimos «el» psicoanálisis? ¿Qué identifi
Lo que persiste, a través de la diferencias, camos de ese modo, y también globalmen
de Pinel a Freud, es la figura del médico que te? ¿Es el «propio» psicoanálisis, como dice
no es un sabio sino un hombre del orden. En Foucault, el heredero de Pinel? ¿Qué es el
esta figura convergen todos los poderes propio psicoanálisis? Y los lados por los que
secretos, mágicos, esotéricos, taumatúrgi- hereda de ese modo son lados esenciales e
«Ser justo con Freud» 239 (49)
COLABORACIONES
sionando a la época llamada clásica tras la momento en que éste es asignado, a la vez en
implantación del Cogito. y como la autori la estructura institucional (supuestamente
dad de las leyes cuyo «fundamento místi inamovible) de lo que se llama la situación
co» 7 recordaron Montaigne y Pascal, la del analítica y en la figura del médico como
psicoanalista-médico procede de la ficción; sujeto, no se le garantiza ningún porvenir
procede, por transferencia, del crédito otor que le permita escapar a su destino.
gado a una ficción; y esta ficción parece
análoga a la que, provisionalmente, confie «Freud ha hecho deslizarse hacia el médico
re todos los poderes y más que el saber al todas las estructuras que Pinel y Tuke habían
Genio Maligno. dispuesto en el internamiento. Es cierto que ha
liberado al enfermo de esta existencia de asilo en
Como conclusión al «Nacimiento del
la que le habían alienado sus «liberadores»; pero
asilo», Foucault revocará sin apelación a no le ha librado de lo que de esencial había en
este genio maligno del médico taumaturgo esa existencia; ha reagrupado sus poderes, los ha
en la figura del psicoanalista; lo hará, creo tensado al máximo, atándolos entre las manos
que podemos decirlo sin abusar de la para del médico; ha creado la situación psicoanalíti
doja, contra Descartes, contra cierto sujeto ca, en la que, por un cortocircuito genial [subra
cartesiano todavía representado en la filia yo la alusión a la genialidad: a partir del
ción que va desde Descartes hasta Pinel y a momento en que va a confirmar el mal del inter
Freud. Pero lo hará también, de buena o namiento y del asilo interior, la genialidad es
mala gana, como Descartes, en todo caso diabólica y propiamente maligna; y como vere
mos, Foucault no ha dejado, durante más de
como el Descartes al que había acusado de
veinte años, de ver en Freud, y literalmente, unas
excluir la locura excluyendo, dominando o veces un genio bueno, otras un genio malo] la
revocando, lo cual viene a ser lo mismo, los alienación se hace desalienante, porque, en el
poderes del Genio Maligno. Contra este des médico, se convierte en sujeto.
cendiente de Descartes que sigue siendo El médico, en tanto que figura alienante, sigue
Freud, contra Descartes, lo que se sigue siendo la clave del psicoanálisis. Tal vez sea por
repitiendo de manera fatal y maligna es la no haber suprimido esta estructura última, y por
exclusión cartesiana, como una herencia no haber reducido todas las demás a ésta, por lo
inscrita en un programa diabólico, casi todo que el psicoanálisis no puede, no podrá [subrayo
este futuro; anuncia el carácter invariable de este
poderoso, de la cual habría que reconocer
veredicto en el trabajo posterior de Foucault] oír
que no nos deshacemos nunca totalmente. las voces de la sinrazón, ni descifrar por ellos
En apoyo de lo que acabo de decir, cito mismos los signos de lo insensato. El psicoanáli
pues la conclusión de este capítulo. Describe sis puede desenredar algunas de las formas de la
el deslizamiento de Pinel a Freud (geniali locura; permanece ajeno al trabajo soberano de
dad, «cortocircuito genial», se trata del genio la sinrazón. No puede ni liberar ni transcribir,
de Freud, el bueno como el malo, el bueno cuanto más explicar lo que de esencial hay en
como malo) -y juzga implacablemente al este trabajo.» (pp. 611-612).
psicoanálisis, en el pasado, en el presente e
incluso en el futuro. Pues el psicoanálisis y he aquí, inmediatamente después, las
está condenado de antemano. A partir del últimas líneas del capítulo: estamos lejos de
la pareja Nietzsche/Freud. En lo sucesivo se
7 Cfr. J. Derrida, Force de loi, París, Galilée, 1994. encontrarán separados a ambas partes de lo
[Nota del Consejo de Redacción]. que Foucault llama el «encarcelamiento
«Ser justo con Freud» 241 (51)
COLABORACIONES
moral» y siempre será difícil decir, en algu y Broussais hasta Janet, Bleuler y Freud»
nas situaciones, quién se halla dentro y (p. 624). Una ligera e inquietante reserva
quién fuera -y a veces fuera pero dentro. A viene, en la página siguiente, a moderar
diferencia de Nietzsche y de algunos otros todas estas reagrupaciones. A propósito de
grandes locos, Freud no pertenece ya al la parálisis general y de la sífilis nerviosa, el
espacio desde el cual puede escribirse filisteismo está en todas partes, «hasta
Historia de la locura. Pertenece más bien a Freud o casi» (p. 626).
esta historia de la locura de la cual el libro Los efectos de los quiasmos se multipli
hace, a su vez, su objeto: can. Unas doscientas páginas antes, lo que
había inscrito a Freud y a Nietzsche, como
«Desde finales del siglo XVIII, la vida de la sin dos cómplices de la misma época, era la
razón sólo se manifiesta en la fulguración de reapertura del diálogo con la sinrazón, el
obras como las de H6lderlin, Nerval, Nietzsche levantamiento de la prohibición sobre el
o Artaud, -indefinidamente irreductibles a esas
lenguaje, la vuelta a una proximidad con la
alienaciones que tienen cura, resistiendo por su
locura. Pero es eso mismo, o más bien el
propia fuerza a este gigantesco encarcelamiento
moral, que suele llamarse, sin duda por antífra doble silencioso y el simulacro hipócrita de
sis, la liberación de los alienados por Pinel y por eso mismo, la máscara de ese lenguaje, la
Tuke.» (p. 612). misma libertad esta vez objetivada que
separa a Freud de Nietzsche, haciéndoles
Este diagnóstico, que también es un insociables para siempre, inasociables uno
veredicto, queda confirmado en el último a otro de ambas partes de un muro tanto
capítulo del libro, «El círculo antropológi más infranqueable cuanto que consiste en
co». Consolida la nueva distribución de los una pared de asilo invisible, interior, pero
nombres y de los lugares en las grandes elocuente, la de la verdad misma como ver
series que forman el esquema del libro. dad del hombre y de su alienación.
Cuando se trata de mostrar que una libera Foucault podía decir, muchas páginas
ción de los locos ha sido sustituida, desde antes, que el psicoanálisis freudiano, con el
finales del siglo XVIII, por una objetiva cual hay que «ser justo», no es una psicolo
ción del concepto de su libertad (en las gía, desde el momento en que toma en
determinaciones del deseo y del querer, del cuenta el lenguaje. Y sin embargo, he aquí
determinismo y de la responsabilidad, de lo que es el propio lenguaje quien lleva ahora
automático y de lo espontáneo) y que al psicoanálisis al status de esta psico
«incansablemente se contarán las peripe antropología de la alienación, en virtud de
cias de la libertad», es decir también de «ese lenguaje en el que el hombre aparece
cierta humanización como antropologiza en la locura como siendo otro que él
ción, Freud forma entonces parte regular mismo», «alteridad», «dialéctica siempre
mente de las figuras ejemplares de este reiniciada de lo Mismo y de lo Otro» que le
antropologismo de la libertad. Foucault lo revela su verdad «en el movimiento habla
dice, página tras página: «De Esquirol a dor de la alienación» (p. 631).
Janet, como de Reil a Freud o de Tuke a Tratándose de dialéctica y de alienación,
Jackson» (p. 616), o también «de Esquirol a como de todo lo que ocurre en la circula
Freud» (p. 617), o también «desde Esquirol ción de ese «círculo antropológico» en el
(52) 242 Jacques Derrida
COLABORACIONES
que el psicoanálisis se ve arrastrado o rete -el cual se halla ya sea del lado de la locura,
nido, habría que detenerse, y me habría gus ya sea del lado de su exclusión-reapropia
tado hacerlo si dispusiera de tiempo ahora, ción, de su encierro en el exterior o en el
un poco más que Foucault en un pasaje de interior, con o sin muros de asilo. La contra
la Enciclopedia de Hegel. Se trata de la dicción reside sin duda en las cosas mis
Observación en el párrafo 408, en el cual mas, por decirlo así. Y estamos en una
Hegel sitúa y deduce la locura como una región en la que la culpa (el tener-La-culpa
contradicción del sujeto entre la determina o el culpar) podría, más que nunca, querer
ción particular del sentimiento de sí mismo estar del lado de una cierta razón, del lado
y la red de mediaciones que llamamos con de lo que se llama conservar la razón, del
ciencia. Hegel hace en ese pasaje un elogio lado en el que precisamente se tiene razón y
vibrante de Pinel (no comprendo por qué al donde tener razón, es tener poder más que,
citarlo muy rápidamente, p. 578, Foucault con una violencia cuya sutileza, cuyos
sustituye esta referencia elogiosa que nom recursos hiperdialécticos e hiperquiasmáti
bra a Pinel por puntos suspensivos). Lo que cos no se dejan formalizar totalmente, es
tal vez importe más es que Hegel interpreta decir no se dejan dominar en un metalen
entonces la locura como la toma del poder guaje. Lo cual significa que estamos siem
de cierto Genio Maligno (der bose Genius) pre cogidos en los nudos que teje, antes que
en el hombre. Foucault cita elípticamente, nosotros y más allá de nosotros, esta pode
sin detenerse en ello, una frase corta tradu rosa, demasiado poderosa lógica. La histo
cida (por «genio malo») sin relacionar estas ria de la razón que se aloja en todos estos
pocas páginas extraordinarias de Hegel con giros turbulentos (quitar la razón o dar la
la gran dramaturgia del Genio Maligno que razón, tener razón, no tener razón, acabar
nos ocupa. con, perjudicar, etc.), es también la historia
Entiéndase bien: lejos de mí la idea de de la locura que quería contarnos Foucault.
acusar o de criticar aquí a Foucault, de decir Que se haya enredado, que haya sido enre
por ejemplo que ha hecho mal en limitar así dado incluso antes de enredarse, en las
al propio Freud (en general) o al propio psi redes de esta lógica de la cual tematiza a
coanálisis (en general) a este papel y a este veces lo que él mismo llama (p. 624) un
lugar; con respecto a Freud o al psicoanáli «sistema de contradicciones» y de «antino
sis en sí mismos y en general, no tengo bajo mias» cuya «coherencia» permanece «ocul
esta forma y en este lugar casi nada que ta», todo eso no podría reducirse a una falta
decir o que pensar, salvo en efecto que o a un error por su parte; lo cual no quiere
Foucault tiene algunos buenos argumentos decir que, sin quitarle radicalmente la razón
y que otros tendrían otros, nada desacerta o encontrarle en falta, tengamos que suscri
dos, que oponerle. Lejos de mí también, a bir a priori a todos sus enunciados. Sólo
pesar de lo que parezca, la idea de sugerir dominaríamos toda esta problemática, en
que Foucault se contradice cuando sitúa tan caso de ser posible, tras haber contestado de
firmemente al mismo Freud (en general) o manera satisfactoria a algunas preguntas, a
al mismo psicoanálisis (en general) ora de preguntas tan inocentes -{) tan poco inocen
un lado, ora de otro de la misma línea divi tes- como «¿Qué es la razón?», por ejem
soria, y siempre de/lado del Genio Maligno plo, o más concretamente «¿Qué es
«Ser justo con Freud» 243 (53)
COLABORACIONES
principio de razón?» ¿Qué es tener razón? curso sobre la locura a partir del momento
¿Qué es tener o dar la razón? ¿No tener, en que no se da prisa por encerrar o excluir
quitar la razón? Se me perdonará tal vez su objeto, es decir, en el sentido en que
dejar aquí estos enigmas en suspenso. Foucault da a menudo a este término, de
objetivarlo.
Me limitaré a una cuestión modesta y ¿Tenemos derecho a limitarnos a esto
más asequible. La distribución de los enun para una lectura interna del gran libro de
ciados, tal como parece ordenarse ante Foucault? ¿Es posible una lectura interna?
nosotros, debería inducirnos a pensar dos ¿Es legítimo privilegiar hasta ese punto su
cosas aparentemente incompatibles: el libro relación con algo como la «época» de «el»
titulado Historia de la locura, como la his psicoanálisis? Las reservas que puedan ins
toria de la propia locura, tiene y no tiene la pirar estas presunciones de identidad (la
edad del psicoanálisis freudiano. El proyec unidad de la «época», la indivisibilidad de
to de este libro pertenece, pues, y no perte «el» psicoanálisis, etc.), a las cuales ya he
nece a la época del psicoanálisis, ya le hecho más de una alusión, bastarían para
pertenece y ya no le pertenece. Esta distri hacer dudar de ello.
bución definitiva, nos llevaría de nuevo en
la dirección de otra lógica del reparto, la En todo caso, no podríamos justificar una
que nos induciría a pensar las distribuciones respuesta a esta cuestión más que prosi
internas de los conjuntos; y distribuciones guiendo la lectura y el análisis, tomando en
tales que algo como la locura, la razón, la cuenta, particularmente, el corpus de Fou
historia, la época sobre todo, el conjunto cault, su archivo, lo que este archivo afirma a
llamado época, pero también el psicoanáli propósito del archivo. Sin limitarnos a ello,
sis, Freud, etc., serían identidades bastante pensemos sobre todo en los problemas plan
ambiguas, bastante divididas en el interior teados unos cinco u ocho años después: 1)
de sí mismas para que todos nuestros enun por Las palabras y las cosas a propósito de
ciados y todas nuestras referencias estuvie esa cosa siempre enigmática para mí y que
ran de antemano amenazadas de ser Foucault llamó por un tiempo la episteme
parasitadas: un poco como si un virus se (donde dice (p. 396) «Pensamos en este
hubiera introducido en la matriz del lengua lugar»: un lugar que, luego volveré sobre
je, del mismo modo que se introducen hoy ello, comprende el psicoanálisis que no le
en día en los programas de ordenadores, comprende, más exactamente que le com
con la diferencia de que estamos lejos, y prende sin comprenderle y sin acceder a él);
con razón, de disponer de esos disquetes y 2) por la Arqueología del saber a propósito
antivirus, detectores y reparadores que se del «a priori histórico y el archivo» (es el
encuentran ahora en el mercado, aunque les título del capítulo central) y de la arqueolo
cueste seguir el ritmo de producción indus gía en su relación con la historia de las ideas.
trial de los virus de los cuales son a veces No es cuestión de internarse aquí, en tan
responsables los propios productores de poco tiempo, en estas temibles lecturas. Me
disquetes limpiadores. Situación enloque conformaré, pues, para concluir con algu
cedora para todo discurso, es cierto, pero de nas indicaciones (dos, como mucho) sobre
cierto enloquecimiento, no es necesaria una de las vías que me hubiera gustado
mente lo peor que le puede ocurrir a un dis seguir a partir de ahí.
(54) 244 Jacques Derrida
COLABORACIONES
1. Por una parte, habría intentado identi mitológica (un mito que hay que destruir, a
ficar los signos de una constancia impertur menudo un mito bio-psicológico abandona
bable en este movimiento de péndulo o de do, piensa entonces Foucault, por los psico
balancín. La oscilación lleva regularmente analistas) tan mitológica como la «fuerza
de una asignación topológica a otra: como psíquica» de Janet con la cual Foucault la
si el psicoanálisis tuviera dos lugares o asocia más de una vez. 8
como si tuviera lugar dos veces. Pero la ley A partir de ese momento, si la asignación
de ese desplazamiento actúa sin que esta de Freud es doble, es porque su obra está
posibilidad estructural del acontecer y del dividida: «Siempre es posible, dice Fou
lugar sea analizada por sí misma, me pare cault, establecer la división entre lo que per
ce, y sin que se extraigan las consecuencias tenece a una psicología de la evolución
en cuanto a la identidad de todos los con (como los Tres ensayos sobre la sexualidad)
ceptos empleados, en esta historia que no y lo que pertenece a una psicología de la his
quiere ser una historia de las ideas y de las toria individual (como los Cinco psicoanáli
representaciones. sis y los textos relacionados).»
Esta constancia en la oscilación del pén A pesar de esta consideración por la
dulo se nota primero, por supuesto, en «genialidad», de lo que habla aquí es de
libros casi contemporáneos de la Historia «psicología analítica». Así es como la
de la locura. Enfermedad mental y psicolo llama. En la medida en que sigue siendo
gía (1962) se encuentra y coincide en una psicología, no tiene palabras ante el
muchos puntos con la Historia de la locura. lenguaje de la locura. Pues la «razón por la
En la historia de la enfermedad mental, que la psicología no puede nunca dominar a
Freud aparece como aquel que, «el primero, la locura», es que no «ha sido posible en
ha abierto de nuevo para la sinrazón la posi nuestro mundo más que una vez dominada
bilidad de comunicar en el peligro de un la locura, y excluida ya del drama» (p. 104:
lenguaje común, siempre dispuesto a rom unas líneas antes de la conclusión del libro).
perse y a resolverse en lo inaccesible» Dicho de otra manera, la lógica que actúa
(p. 82). En verdad, si está profundamente en esa conclusión, y cuya consecuencia
concertado con el movimiento y la lógica plena habría que tener en cuenta, la ruinosa
de la Historia de la locura, este libro de consecuencia, es que lo que ya ha sido domi
nado no puede volver a serlo, y que el exceso
1962 es en el fondo un poco más preciso y
de dominio (bajo la forma de la exclusión
un poco más diferenciado en sus referencias
pero también de la objetivación) priva del
a Freud, aunque Más allá del principio de
dominio (bajo la forma del acceso, del cono
placer no aparezca nunca citado. Foucault
cimiento, de la competencia). El concepto de
dice a la vez «la genialidad» de Freud (es la
dominio es de manejo imposible, como ya
expresión que emplea) y la línea divisoria
sabíamos: cuanto más hay, menos hay, y
de su obra. La «genialidad» de Freud, es
recíprocamente. La conclusión de las escasas
haber escapado al horizonte evolucionista,
el de Jackson cuyo modelo sin embargo
8 Pp. 29 Ysgs. Por ejemplo: «No se trata de invali
encontramos en la descripción de las for
dar los análisis de la regresión patológica, cuando sólo
mas evolutivas de la neurosis y la historia hay que liberarlos de los mitos de los cuales ni Janet ni
de las fases libidinales, siendo la libido Freud han sabido decantarlos.» (p. 31).
«Ser justo con Freud» 245 (55)
COLABORACIONES
líneas que acabo de citar excluye pues tanto que me interesa) una regla para la lectura de
la «genialidad» de Freud como la psicología, ese fort/da; nos ofrece tal vez un criterio
ya sea analítica o no. El hombre freudiano para interpretar esta exclusión/inclusión
sigue siendo un homo psychologicus. Freud incansable. Se trata de otra división en el
es una vez más silenciado, apartado de la interior del psicoanálisis, en todo caso de
casta y de la obra de los locos geniales. Es una distribución aparentemente diferente de
devuelto al olvido allí donde se le puede acu aquella de la que hablaba hace poco entre el
sar de silencio y de olvido: Freud psicólogo de la evolución y el Freud
psicólogo de la historia individual. Digo
«y cuando con relámpagos y gritos, [la locura] «aparentemente diferente» pues uno tal vez
reaparece como en Nerval o en Artaud, como en lleve al otro.
Nietzsche o en Roussel, es la psicología quien La línea de esta segunda división, es
se calla y se queda sin palabra [subrayado por
simplemente, por decirlo así, la muerte. El
Foucault] ante este lenguaje que toma prestado
el sentido de las suyas a este desgarramiento
Freud que rompe con la psicología, con el
trágico [subrayo la palabra: este discurso es un evolucionismo, con el biologismo, en el
discurso trágico y romántico sobre la esencia de fondo, el Freud trágico que se muestra hos
la locura y el nacimiento de la tragedia, un dis pitalario con la locura (y asumo el riesgo
curso tan cercano, literalmente, al de cierto de este término) porque es ajeno al espacio
Novalis como al de H61derlin] y a esta libertad hospitalario, el Freud trágico que merece la
en la cual la sola existencia de los «psicólogos» hospitalidad en la gran estirpe de los locos
confirma para el hombre contemporáneo el olvi geniales, es el Freud que se explica con la
do penoso.»9
muerte. Sería pues sobre todo el Freud de
Más allá del principio de placer, aunque
y con todo. Siempre según el intermina
Foucault no cite jamás esta obra, que yo
ble, el infatigable fort/da que seguimos
sepa, y que solamente haga una alusión
desde hace un momento, el mismo hombre
muy ambigua en Enfermedad mental y psi
freudiano se encuentra reinscrito en la del
cología a lo que llama un instinto de muer
noble linaje al final del Nacimiento de la
te, aquél por el cual Freud quería explicar
clínica (libro publicado en 1963 pero escri
la guerra, cuando es «la guerra la que se
to, patentemente bajo el mismo impulso).
sueña en este giro del pensamiento freudia
¿Por qué señalar esta circunstancia de la
no» (p. 99).
reinscripción en lugar de otra? Porque tal
Sólo la muerte, con la guerra, introduce
vez nos da (es en todo caso la hipótesis lo
el poder de lo negativo en la psicología y en
su optimismo evolucionista. A partir de esta
9 P. 104. Un esquema literalmente idéntico se
experiencia de la muerte, es decir de lo que
encontraba unas páginas más arriba: «Nunca la psico
logía podrá decir la verdad sobre la locura, puesto que
se llama en las últimas páginas del
es la locura quien detenta la verdad de la psicología.» Nacimiento de la clínica la «finitud origina
(p. 89). Es otra vez una visión trágica, un discurso trá ria» (vocabulario y temática que invaden
gico sobre lo trágico. H61derlin, Nerval, Rousse1, entonces el texto de Foucault y que siempre
Artaud son citados otra vez en sus obras como testigos
de un «enfrentamiento trágico» liberado de toda psico
me ha resultado difícil disociar de
logía. Ninguna reconciliación posible entre la psicolo Heidegger cuando éste, como es sabido, no
gía, aunque sea analítica, y la tragedia. es prácticamente nunca evocado, ni siquiera
(56) 246 Jacques Derrida
COLABORACIONES
dispositivo del «pivote»: «[...] todo este una connivencia con la locura del día, la
saber en el interior del cual la cultura occi locura de hoy, «la locura bajo su forma pre
dental se había dado en un siglo cierta ima sente, la locura tal como se presenta a la
gen del hombre pivota sobre la obra de experiencia moderna, como su verdad y su
Freud, sin por ello salir de su disposición alteridad» (p. 387).
fundamental» (ibid.). Pero no simplifiquemos. Lo que Fou
«Sin por ello salir de su disposición fun cault concede generosamente a la experien
damental»: he aquí que todo gira en torno al cia psicoanalítica, no es ahora otra cosa que
acontecimiento o a la invención del psicoa lo que le es negado, o más exactamente
nálisis Pero gira en círculos e in situ, vol verse otorgar aquello mismo que le es ne
viendo incesantemente al punto inicial. Es gado. En efecto, el único privilegio recono
una revolución que no cambia nada. Por cido aquí al psicoanálisis, es el de una
eso, precisa en este punto Foucault, «la experiencia que accede a aquello a lo que
importancia más decisiva del psicoanálisis» no accede nunca. Si Foucault no cita en este
no radica ahí. lugar, en calidad de locura, más que la
¿En qué consiste pues, esta «importancia esquizofrenia y la psicosis, es porque la
más decisiva del psicoanálisis»? En desbor mayoría de las veces el psicoanálisis sólo se
dar, a la vez que la conciencia, la represen acerca a ella para confesar su limitación:
tación -y al mismo tiempo las ciencias acceso prohibido o imposible. Esta limita
humanas que se limitan al espacio de lo ción define al psicoanálisis. Su intimidad
representable. En lo cual el psicoanálisis, con la locura por excelencia, es la intimidad
como la etnología, no pertenece al campo con lo menos íntimo, una no-intimidad que
de las ciencias humanas. «Devuelve el la devuelve a lo más heterogéneo, a lo que
saber del hombre a la finitud que le sirve de no se deja en ningún caso interiorizar, ni
fundamento» (p. 392). Estamos lejos de su siquiera subjetivar: ni alienado, diría yo, no
determinación anterior como psicología inalienable.
analítica. Y el mismo desbordamiento lleva
«Por eso el psicoanálisis encuentra en esta locu
el psicoanálisis hacia esas mismas formas
ra por excelencia [«la locura por excelencia» es
de la finitud que son, Foucault escribe estas también el título que Blanchot había dado varios
palabras con mayúsculas, la Muerte, el años antes a un texto sobre Holderlin y al cual
Deseo y la Ley o la Ley-Lenguaje (p. 386). Foucault sin duda hace eco sin decirlo] -que los
Habría que dedicar a estas pocas páginas psiquiatras llaman esquizofrenia- su íntimo, su
una lectura más minuciosa y más interroga más invencible tormento: pues en esta locura se
dora que la que puedo realizar aquí. Para dan bajo una forma absolutamente manifiesta y
limitarnos al esquema más seguro, digamos absolutamente retirada [esta identidad absoluta
que desde este punto de vista y en esta de lo manifiesto y de lo retirado, de lo abierto y
de lo secreto, ésa es sin duda la clave de este
medida al menos, en tanto que analítica de
doble gesto de interpretación y de evaluación]
la finitud, al psicoanálisis se le concede
las formas de la finitud hacia la cual comúnmen
ahora esta intimidad con la locura que a te avanza indefinidamente (yen lo intermina
veces se le reconocía, en la mayoría de las ble), a partir de lo que le es ofrecido volun
ocasiones enérgicamente denegado en la tariamente-involuntariamente en el lenguaje del
Historia de la locura. Esta intimidad, es paciente. De modo que el psicoanálisis «se reco
(58) 248 Jacques Derrida
COLABORACIONES
nace» en él, cuando está situado ante esas mis lar de la singularidad, da acceso-cabida a
mas psicosis a las cuales sin embargo (o más las figuras concretas de la finitud:
bien por esta misma razón) no tiene acceso:
como si la psicosis expusiera en una iluminación « ... ni la hipnosis ni la alienación del enfermo en
cruel y ofreciera en un modo no demasiado leja el personaje fantasmático del médico son consti
no, sino precisamente demasiado cercano, aque tutivas del psicoanálisis [...] éste no puede des
llo hacia lo cual debe caminar lentamente el plegarse más que en la violencia tranquila de una
análisis.» (p. 387). relación singular y de la transferencia a las que
apela» (p. 388) « ... el psicoanálisis se sirve de la
Por ambiguo que siga siendo, este des relación singular de la transferencia para descu
plazamiento lleva a Foucault a defender fir brir en los confines exteriores de la representa
memente tesis contrarias a las que pre ción el Deseo, la Ley, la Muerte, que dibujan en
sentaba en la Historia de la locura o en los confines del lenguaje y de la práctica analíti
Enfermedad mental y psicología con rela ca las figuras concretas de la finitud.» (p. 389).
ción a la pareja enfermo-médico, a la trans
ferencia o a la alienación. Esta vez, no sólo Aparentemente, las cosas han cambiado
el psicoanálisis no tiene nada que ver con bastante entre la Historia de la locura y Las
una psicología, sino que no constituye ni palabras y las cosas.
una teoría general del hombre -pues es ante ¿De dónde procede la temática de la fini
todo un saber vinculado a una práctica- ni tud que parece regir este nuevo desplaza
una antropología (p. 388, 390). Es más: en miento del péndulo? ¿A qué acontecimiento
el movimiento en que afirma claramente filosófico asignar esta analítica de la finitud
esto, Foucault cuestiona aquello mismo de en la cual se inscribe el triedro de los sabe
lo que había, sin equívocos, acusado al psi res o de los modelos de la episteme moder
coanálisis, a saber la mitología y la tauma na, con sus no-ciencias que son, según
turgia. Quiere explicar ahora por qué los Foucault, las ciencias humanas (p. 378), o
psicólogos y los filósofos se apresuraron a con sus «contra-ciencias» que serían tam
denunciar ingenuamente una mitología bién el psicoanálisis y la etnología?
freudiana allí donde lo que supera la repre Como proyecto, la analítica de la finitud
sentación y la conciencia debía parecerse a, pertenecería a la tradición de la crítica kan
pero solamente parecerse a lo mitológico tiana. Foucault insiste en esta filiación kan
(p. 386). En cuanto a la taumaturgia de la tiana precisando, le cito otra vez: «Pen
transferencia, a la lógica de la alienación y samos en este lugar». He ahí otra vez y por
a la violencia sutilmente o sublimemente un tiempo, según él, nuestra época, nuestra
característica del asilo de la situación analí contemporaneidad, Es cierto que si bien nos
tica, no son ya esenciales al psicoanálisis, recuerda evidentemente a Kant, la finitud
no son ya «constitutivas» del mismo, dice originaria, no puede hacerlo por sí sola, es
ahora Foucault. No porque toda violencia decir al menos, y para resumir con una pala
esté ausente del psicoanálisis de ese modo bra una enorme aventura, sin la activa inter
rehabilitado sino porque es, apenas me atre pretación de la repetición heideggeriana y
vo a decirlo, una buena violencia, en todo todo lo que ésta ha irradiado, particularmen
caso lo que Foucault llama una violencia te, puesto que es nuestro tema hoy, en el dis
«tranquila» y que, en la experiencia singu curso de la filosofía y del psicoanálisis
«Ser justo con Freud» 249 (59)
COLABORACIONES
inventándolo. Sólo consigue borrarse en el hacia el efecto del poder que le apoya. Este
momento en que se inscribe. invierte y se hace cargo de la sexualidad, y
no cabe oponer, como se cree a menudo e
2. Acabo ahí, debería terminar aquí. Si ingenuamente, poder y placer.
no hubiera abusado ya ampliamente de su y ya que seguimos desde hace tanto tiem
paciencia, concluiría no obstante con una po los avateres obsesivos del Genio Maligno,
segunda indicación en post-scriptum -y los regresos irresistibles, demoníacos y
más esquemáticamente aún- para señalar metamórficos de ese casi-dios, de ese segun
nuevamente en dirección al psicoanálisis y do de Dios, de ese Satanás metempsicótico,
para someter estas hipótesis a la prueba de otra vez está aquí el propio Freud, al cual
la Historia de la sexualidad (1976-1984). Foucault no deja elegir más que entre dos
Si queremos seguir una vez más esta personajes: el genio malo y el genio bueno.
figura del balancín en una escena hecha al Otro quiasmo: en la retórica de las pocas
psicoanálisis, el fortlda reactiva entonces el líneas que voy a leer a continuación, no nos
movimiento al mismo ritmo pero en su sorprenderá ver que el acusado, al que la
mayor amplitud, con una envergadura incriminación apuntará más severamente
jamás alcanzada hasta entonces. El psicoa -pues ninguna negativa nos hará olvidar que
nálisis se ve reducido, más que en ningún se trata aquí de un proceso y de un veredic
momento, a un momento muy circunscrito to- será el «genio bueno de Freud» y no su
y dependiente en una historia de las «estra «genio malo». ¿Por qué? En las últimas
tegias de saber y de poder» Gurídico, fami páginas de La voluntad de saber surge natu
liar, psiquiátrico). Se encuentra cogida e ralmente la acusación de pansexulismo que
interesada por esas estrategias pero no las ha sido lanzada a menudo contra el psicoa
piensa. Los elogios de Freud caen como nálisis. Los más ciegos a este respecto, dice
cuchillas: por ejemplo, habría, «reactivado Foucault, no son aquellos que han denuncia
con una eficacia admirable, digna de los do el pansexualismo por mojigatería. El
grandes intelectuales y directores de la único error está en haber atribuido «sólo al
época clásica, la comninación secular de genio malo de Freud lo que había sido pre
tener que conocer el sexo y ponerlo en dis parado desde hacía mucho tiempo» (el
curso» (p. 210). Dicho de otra manera, esta subrayado es mío, J.D.). El error opuesto, el
vez, al reinscribir el invento del psicoanáli señuelo simétrico corresponde a una mistifi
sis en la historia de una dinámica discipli cación más grave. Es la ilusión que podría
mos llamar emancipatoria, la aberración de
nar, no se incrimina solamente, como en la
las Luces, el yerro de quienes han creído
Historia de la locura, las artimañas de la
que Freud, el «genio bueno» de Freud había
objetivación y de la alienación psiquiátrica;
liberado, por fin, el sexo de su represión por
no se acusa ya sólo por las estratagemas
el poder. Esos
que habrían permitido encerrar sin ence
rrar al enfermo en el asilo invisible de la «se han equivocado sobre la naturaleza del pro
situación analítica. Esta vez, se trata de lle ceso; han creído que Freud restituía por fin al
gar mucho más lejos, y más radicalmente sexo, por una inversión repentina, la parte que se
que la «hipótesis represiva», hacia las aña le debía y que durante tanto tiempo le había sido
gazas severas de la monarquía del sexo y discutida; no han visto que el genio bueno de
«Ser justo con Freud» 251 (61)
COLABORACIONES
Freud 10 había situado en uno de los puntos deci nes, tomarlas al pie de la letra y olvidar lo
sivos marcados desde el siglo XVIII por las que el propio Foucault nos dice de la escena
estrategias de saber y de poder; y que vuelve a de la confesión.
lanzar así, con una eficacia admirable [...] la
Por eso la cuestión que me gustaría for
conminación secular de tener que conocer el
mular no apuntaría a proteger al psicoanáli
sexo y ponerlo en discurso» (p. 210; el subraya
do es mío). sis contra una nueva agresión, ni siquiera a
dudar, por poco que fuera, del interés, de la
El «genio bueno» de Freud sería peor necesidad, de la legitimidad del hermoso
que el malo. Habría consistido en situarse proyecto foucaldiano de esta gran historia
bien, distinguir el mejor lugar en una vieja de la sexualidad. Mi cuestión podría tender
estrategia de saber y de poder. solamente -sería en suma una especie de
Aunque deje planteadas algunas cuestio modesta contribución- a complicar un poco
nes, y en seguida diré una de las que me ins una axiomática y a partir de ahí, tal vez,
pira, este proyecto parece de todos modos algunos de los conjuntos de procedimientos
apasionante, necesario, valiente. Y no qui discursivos o conceptuales, sobre todo en
siera que una u otra reserva concreta por mi cuanto a la manera de inscribirse en su
parte se dejara clasificar entre las reacciones época, en el campo histórico que sirve de
de quienes se han precipitado para defender punto de partida, y en su referencia al psi
el privilegio amenazado de un puro invento coanálisis. En una palabra, sin que ello
del psicoanálisis, de un invento puro, de un comprometa en nada la necesidad de reins
psicoanálisis a propósito del cual soñaría cribir casi «todo» el psicoanálisis (si pudie
mos que hubiera salido cubierto, con casco, ra decirse seriamente semejante cosa, de lo
en pocas palabras, completamente armado cual no estoy convencido: el psicoanálisis,
fuera de la historia, tras ruptura epistemoló todo el psicoanálisis, toda la verdad de todo
gica del cordón, como se decía entonces, el psicoanálisis) en una historia que le pre
hasta del ombligo del sueño. El propio cede y le desborda, se trataría de interesarse
Foucault ha parecido prestarse, durante una por algunos gestos, por algunas obras, por
entrevista, a cierto compromiso en este algunos momentos de ciertas obras del psi
terreno, reconociendo de buena gana y buen coanálisis, freudiano o postfreudianao
humor los «atolladeros» de su concepto de (pues no se puede, sobre todo en Francia,
episteme y las dificultades a las que le leva tratar seriamente este tema limitándose al
ba este nuevo proyecto ll . Pero sólo quienes discurso y al dispositivo estrictamente freu
trabajan, sólo aquellos que asumen riesgos dianas), por algunos rasgos de un psicoaná
trabajando encuentran dificultades. Sólo se lisis por tanto no globalizable, de un
piensa y se toman responsabilidades en caso psicoanálisis dividido y múltiple (como los
de que se haga alguna vez la prueba de la poderes cuya esencial dispersión nos
aporía; sin la cual nos conformamos con recuerda incesantemente Foucault); y des
seguir una pendiente o aplicar programas. Y pués de reconocer que esos movimientos
sería poco generoso, sería sobre todo inge necesariamente divisorios o disjuntos dicen
nuo e imprudente abusar de esas confesio y hacen, permiten decir y hacer lo que quie
re decir y quiere hacer (saber y hacer saber)
11 Cf. Ornicar, 10. la Historia de la sexualidad (La voluntad de
(62) 252 Jacques Derrida
COLABORACIONES
saber) con respecto al psicoanálisis. Dicho «sexualidad»: «las comillas tienen su impor
de otra manera, si todavía se quisiera hablar tancia», añade (1. 2, El uso de los placeres,
de época, lo cual sólo haré en forma de cita, p. 9). Se trata también de la historia de una
en este punto, en esta línea, en tal rasgo que palabra, de sus usos a partir del siglo XIX, de
está del lado desde el cual se escribe la his una modificación de vocabulario en relación
toria de la sexualidad más que del lado de lo con un gran número de otros fenómenos,
que describe u objetiva, el proyecto de desde los mecanismos biológicos a las nor
Foucault pertenece demasiado a «la época mas tradicionales o nuevas, a las institucio
del psicoanálisis» en su posibilidad para nes que las sostienen, ya sean religiosas,
que pretendiendo tematizar el psicoanálisis judiciales, pedagógicas, médicas (por ejem
haga otra cosa que dejarle seguir hablando plo, psicoanalíticas). Esta historia de los usos
oblicuamente de sí mismo y marcar uno de de una palabra no es ni nominalista ni esen
sus pliegues en una escena a la que no lla cialista. Concierne a dispositivos y más
maré sui-referencial o especular pero cuya exactamente a zonas de «problematización».
complicación estructural renuncio a descri Es una «historia de la verdad» como historia
bir aquí (ya lo he intentado en otra parte). de las problematizaciones, e incluso como
No sólo a causa de lo que sustrae esta histo «arqueología de las problematizaciones», «a
ria al régimen de la representación (lo que través de las cuales el ser se da como pudien
ya inscribe su posibilidad en y desde la do y debiendo ser pensado...» (pp. 17-19).
época de Freud y de Heidegger, para utili No se trata, en primer lugar, de analizar com
zar por comodidad simples indicios). Pero portamientos, ideas o ideologías sino estas
también por una razón que nos interesa aquí problematizaciones en las cuales un pensa
más de cerca: lo que Foucault enuncia o miento del ser cruza las «prácticas» y las
denuncia de la relación entre placer y poder, «prácticas de sí», la «genealogía de las prác
en lo que llama el «doble impulso: placer y ticas de sí» a través de las cuales se forman
poder», encontraría ya en Freud, sin hablar esas problematizaciones. Con su atención
de quienes le han seguido, discutido, trans reflexiva y la preocupación por pensarse en
formado, desplazado, el recurso mismo de su rigurosa especificidad, un análisis tal rige
lo que se objeta al «genio bueno», al tan pues la problematización de su propia pro
mal «genio bueno» del padre del psicoaná blematización. Esta debe interrogarse tam
lisis, Le sitúo en una palabra para concluir. bién a sí misma: con la misma preocupación
Foucault nos 10 advirtió claramente: esta arqueológica y genealógica, la que prescribe
historia de la sexualidad no debía ser una metódicamente.
historia de historiadores. Una «genealogía Ante una problematización histórica de
del hombre de deseo» no debía ser ni una tal amplitud y de tal riqueza temática, no
historia de las representaciones, ni una histo podríamos conformarnos con un rápido
ria de los comportamientos o de las prácticas análisis, ni plantear, en diez minutos, una
sexuales. Esto hace pensar que sexualidad no cuestión dominante con garantía de cierto
puede convertirse en objeto de historia sin control sinóptico. Lo que podemos o debe
afectar gravemente a la práctica del historia mos intentar en tal situación, es rendir
dor y el concepto de la historia. Por eso homenaje a una obra tan grande y tan
Foucault pone comillas en torno a la palabra inquieta por una cuestión que plantea, por
«Ser justo con Freud» 253 (63)
COLABORACIONES
una cuestión que lleva en sí misma, guar repetido o discutido desde entonces.
dándola en reserva en su potencial ilimita Siguiendo uno de sus hilos, entre los más
do, una de las cuestiones que desciframos discretos, siguiendo la estrategia abisal,
en ella, una cuestión que la mantiene a ella imposible de asignar, de dominar, la estrate
misma en vilo. Es decir en vida. gia, a la postre, sin estrategia de este texto,
Una de estas cuestiones, para mí, sería, se entreve que no abre sólo el horizonte de
por ejemplo, la que había intentado articular un más allá del principio de placer (hipótesis
hace algunos años con ocasión de un colo de un más allá por el cual Foucault parece
quio en homenaje a Foucault en la universi no interesarse nunca de verdad) sobre el
dad de Nueva York 12. Pasaba por una fondo del cual toda la economía del placer
problematización del concepto de poder y requiere ser pensada de nuevo, complicada,
del motivo llamado -por Foucault- de la acosada en sus artimañas y sus repliegues
espiral en la dualidad poder/placer. Dejando más irreconocibles. Según uno de sus hilos,
de lado la enorme cuestión del concepto de otro que desenrolla precisamente la bobina
poder y de lo que le conserva su presunta del fort/da que no deja de ocuparnos, ese
unidad bajo la dispersión esencial justamen texto problematiza también, en lo que tiene
te recordada por Foucault, no recordaré más de más radical, la instancia del poder y del
que un aspecto: llevaría a lo que en cierto dominio. En un pasaje discreto y difícil,
Freud y en el centro de cierto legado, diga nombra incluso una pulsión de poder o una
mos francés (por decirlo rápidamente), de pulsión de dominio original (Bemiichti
Freud no solamente no se dejaría objetivar gungstrieb). Es difícil saber si esta pulsión
por la problematización foucaldiana sino de poder depende también del principio de
que contibuiría a ella de la manera más placer, incluso de la sexualidad como tal, de
determinante, más eficaz, mereciendo así la austera monarquía del sexo que Foucault
ser inscrita en la orilla tematizante más que señala en la última página de su libro.
en la orilla tematizada de esta historia de la ¿Cómo habría situado Foucault esta pul
sexualidad. Me preguntaré lo que habría sión de dominio en su discurso sobre el
dicho Foucault, en esta perspectiva y si poder o sobre poderes irreductiblemente
hubiera tenido en cuenta, no de «Freud» o plurales? ¿Cómo la habría leído, en caso de
«del» psicoanálisis en general -que no exis leerla, en ese texto tan enigmático de
te, como tampoco el poder a modo de único Freud? ¿Cómo habría interpretado las refe
gran corpus central y homogéneo-, sino, por rencias insistentes a lo demoníaco de quien
ejemplo puesto que sólo es un ejemplo, a se convierte entonces, según sus propios
una aventura como Más allá del principio términos, en el «abogado del diablo» y se
de placer, de algo en sus parajes o entre sus interesa por la hipótesis de una aparición
hilos -como algo que ha sido heredado, tardía o derivada del sexo y del placer
sexual? En el conjunto de la problematiza
12 A partir de ese momento, en efecto, este desarro ción cuya historia describe, ¿cómo habría
llo coincide, abreviándolo, con una conferencia inédita inscrito Foucault este pasaje de Más allá...,
que había pronunciado con el título «Más allá del prin
y este concepto y estas cuestiones (con
cipio de poder», con ocasión de un homenaje a Michel
Foucault organizado por Thomas Bishop en la todos los debates a los cuales, directa e
Universidad de Nueva York, en abril de 1966. indirectamente, ha dado lugar el libro de
(64) 254 Jacques Derrida
COLABORACIONES
Freud, en una especie de capitalización como del poder, o también de esta o aquella
sobredeterminante, de modo especial en la pulsión supuesta más originaria que otra.
Francia de nuestra época, empezando por El motivo de la espiral sería el de una duali
todo lo que en Lacan toma su punto de par dad pulsional (poder/placer) sin principio.
tida en la compulsión de repetición Es el espíritu de esta espira/lo que man
(Wiederho/ungszwang)? ¿Habría inscrito tiene en vilo. Es decir en vida.
esta matriz problemática en el interior del Entonces la cuestión cobraría nuevo
conjunto cuya historia describe? ¿O bien en impulso: la dualidad en cuestión, esta duali
el otro lado, en el lado de lo que permite al dad en forma de espiral, ¿no es lo que Freud
contrario delimitar el conjunto, problemati ha intentado oponer a todos los monismos
zarlo, precisamente? ¿y por tanto en un lado al hablar de una dualidad pulsional y de una
que ya no pertenece al conjunto, ni, como pulsión de muerte, de una pulsión de muer
estaría dispuesto a pensar, a ningún conjun te que no era sin duda ajena a la pulsión de
to, de tal modo que la idea misma de una dominio? ¿Ya lo más vivo de la vida, a su
agrupación de la problematización o del propia supervivencia?
dispositivo, sin hablar siquiera ya de la Intento imaginar todavía la respuesta de
época, de la episteme, del paradigma o de la Foucault. No lo consigo. Necesitaría que él
época permanecen como otros tantos térmi mismo se encargara.
nos problemáticos, tan problemáticos como Pero en este lugar en el que nadie puede
la propia idea de problematización? responder por él, en lo sucesivo, en el silen
Esta es una de las cuestiones que me cio absoluto en el que sin embargo segui
habría gustado plantearle. Intento, ¡único mos vueltos hacia él, me arriesgo a apostar
recurso que nos queda, por desgracia! aban que, en una frase que no construiré en su
donado a la soledad del cuestionamiento, lugar, habría asociado, pero también diso
imaginar el principio de la réplica. Tal vez ciado, sin dar la razón ni a uno ni a otro, el
fuera éste: aquello en lo que hay que dejar dominio y la muerte, es decir lo mismo, la
de creer, es en la principialidad o en el prin muerte como dominador.
cipado, en la problemática del principio, en
la unidad de principios tanto del placer (Traducción de Julián Mateo Ballorca)
* Copyright: éditions Galilée, 1992. Damos las gracias, en primer término a Jacques Derrida quien, personalmen
te, nos dió inmediata autorización para reproducir en la Revista de la A.E.N. este texto. En segundo lugar, agra
decemos a la Editorial Galilée de París sus diligencias para llevar el proyecto a buen fin. No olvidamos tampoco
a la revista de filosofía Er de Sevilla (yen particular a Juan Antonio Rodríguez Tous), que no ha tenido incon
veniente en que apareciese otra traducción, casi simultánea a la publicada por ellos (nums. 17/18, 1994).