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Mi pecho tiene un rincón tú ya lo sabes desde el nacer mujer.

María Serena vas en mi río


Mi pecho tiene un rincón con caminos
infranqueables y caminos que no son; tu rumbo puede no ser el mío.
Y en esa cruz de caminos solo acierta el Tu barca desembarcará un día
peregrino que apuesta su corazón.
quiero que al desembarcar sonrías.
Mi pecho tiene también un agujero en
Porque tú eres la especie que crece
el techo por donde se puede ver;
manos, pies y temblor de amor que son
a veces se ve llover o alguna nube que ojos y pensamiento y dolor
pasa o, al lucero aparecer
fe y alegría, mi amo y señor, tu amor,
Mi pecho tiene un portal sin cerrojo y ¡mi amor!
sin candado, y una ventana hacia el
mar.
Mi pecho es un bucanero tripulante de
un velero sin nombre, sin bautizar.

Mi pecho es un surco abierto y es un


volcán en reposo y un patio con un
parral. Donosa (Sig. Que tiene donaire, finura, gracia)
Mi pecho tiene un rincón donde todos Te quiero como si fueras
mis hermanos beberán del mismo vino consuelo de todo mal,
comerán del mismo pan
estrellita de mi cielo, donosa,
rosita de mi rosal.
María Serena Mía (Alfredo –zitarrosa)
He subido veinte cuestas
María Serena, mi nena tan sólo por verte a ti,
cantas y se disipan mis penas. he sufrido mil desaires, donosa,
María Serena, niña y cadena cuando tú porque me digas que sí.
cantas crecen las plantas y se levantan
hacia el sol. Lairailará, lairailará,
estrellita de mi cielo, donosa,
María Serena, maga y pintora tirame un
naipe color aurora: quiero saber cuál es
rosita de mi rosal.
tu muñeco, más triste, más amado y
secreto. Aquella flor de tu pelo
que yo te robé al partir,
Tu tucán tiene ojos de juguete, pájaro de pena se ha marchitado, donosa,
seco vuela al garete
al verse lejos de ti.
pero tú ya le has dado una vida toda
tuya sin hambre ni herida. Te quiero con toda el alma
María Serena, dime cómo hacer y te lo digo al cantar,
estrellita de mi cielo, donosa,
para vivir sin hambre y sin comer: rosita de mi rosal.
chingolita piquito de carey
Poemas
¿Donde pongo lo hallado?
(Silvio Rodríguez)
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
¿Dónde pongo lo hallado, en las calles, como en tu rostro y en tus acciones vía
los libros, las noches, los rostros en que que con palabras no te persuadía,
te he buscado? que el corazón me vieses deseaba.

¿Dónde pongo lo hallado, en la tierra, en Y Amor, que mis intentos ayudaba,


tu nombre, en la biblia, en el día que al venció lo que imposible parecía,
fin te he encontrado? pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.
¿Que le digo a la muerte tantas veces
llamada a mi lado que al cabo se ha Baste ya de rigores, mi bien, baste,
vuelto mi hermana? no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste
¿Que le digo a la gloria vacía de estar
solo haciéndome el triste, haciéndome el con sombras necias, con indicios vanos:
lobo? pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.
¿Que le digo a los perros que se iban
conmigo en noches perdidas de estar sin ------******------******-------******
amigos? Feliciano me adora y le aborrezco;
Lisardo me aborrece y yo le adoro;
¿Que le digo a la luna que creí
por quien no me apetece ingrato, lloro,
compañera de noches y noches sin ser y al que me llora tierno, no apetezco:
verdadera?
a quien más me desdora, el alma ofrezco;
¿Que hago ahora contigo? las palomas
a quien me ofrece víctimas, desdoro;
que van a dormir a los parques ya no
desprecio al que enriquece mi decoro
hablan conmigo. y al que le hace desprecios enriquezco;
¿Que hago ahora contigo? ahora que
si con mi ofensa al uno reconvengo,
eres la luna ,los perros, las noches ,todos
me reconviene el otro a mí ofendido
los amigos. y al padecer de todos modos vengo;

pues ambos atormentan mi sentido;


aquéste con pedir lo que no tengo
y aquél con no tener lo que le pido.

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Comparando el pasado y el presente,
POEMA LA PARTIDA DE LORD BYRON
el corazón se rompe de pesar,
pero yo sufro con serena frente
¡Todo acabó! La vela temblorosa y mi pecho palpita eternamente
se despliega a la brisa del mar, por la sola mujer que puedo amar.
y yo dejo esta playa cariñosa
en donde queda la mujer hermosa, Su nombre es un secreto de mi vida
¡ay!, la sola mujer que puedo amar. que el mundo para siempre ignorará,
y la causa fatal de mi partida
Si pudiera ser hoy lo que antes era, la sabrá sólo la mujer querida,
y mi frente abatida reclinar ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
en ese seno que por mí latiera,
quizá no abandonara esta ribera ¡Adiós!... Quisiera verla... más me acuerdo
y a la sola mujer que puedo amar. que todo para siempre va a acabar;
la patria y el amor, todo lo pierdo...
Yo no he visto hace tiempo aquellos ojos pero llevo el dulcísimo recuerdo
que fueron mi contento y mi pesar; de la sola mujer que puedo amar.
lo amo, a pesar de sus enojos,
pero abandono Albión, tierra de abrojos, ¡Todo acabó! La vela temblorosa
y a la sola mujer que puedo amar. se despliega a la brisa del mar,
y yo dejo esta playa cariñosa
Y rompiendo las olas de los mares, en donde queda la mujer hermosa,
a tierra extraña, patria iré a buscar; ¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
mas no hallaré consuelo a mis pesares,
y pensaré desde extranjeros lares
en la sola mujer que puedo amar.

Como una viuda tórtola doliente


mi corazón abandonado está,
porque en medio de la turba indiferente
jamás encuentro la mirada ardiente
de la sola mujer que puedo amar.

Jamás el infeliz halla consuelo


ausente del amor y la amistad,
y yo, proscrito en extranjero suelo,
remedio no hallaré para mi duelo
lejos de la mujer que puedo amar.

Mujeres más hermosas he encontrado,


mas no han hecho mi seno palpitar,
que el corazón ya estaba consagrado
a la fe de otro objeto idolatrado,
a la sola mujer que puedo amar.

Adiós, en fin. Oculto en mi retiro,


en el ausente nadie ha de pensar;
ni un solo recuerdo, ni un suspiro
me dará la mujer por quien deliro,
¡ay!, la sola mujer que puedo amar.
Todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura...
si hay un alma sincera, esa es la mía.
Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
La torre de marfil tentó mi anhelo;
en cuya noche un ruiseñor había
quise encerrarme dentro de mí mismo,
que era alondra de luz por la mañana.
y tuve hambre de espacio y sed de cielo
desde las sombras de mi propio abismo.
El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
Como la esponja que la sal satura
el dueño de las tórtolas, el dueño
en el jugo del mar, fue el dulce y tierno
de góndolas y liras en los lagos;
corazón mío, henchido de amargura
por el mundo, la carne y el infierno.
y muy siglo diez y ocho y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
el Bien supo elegir la mejor parte;
y una sed de ilusiones infinita.
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte.
Yo supe del dolor desde mi infancia,
mi Juventud... ¿fue juventud la mía?
Mi intelecto libré de pensar bajo,
Sus rosas aún me dejan su fragancia,
bañó el agua castalia el alma mía,
una fragancia de melancolía...
peregrinó mi corazón y trajo
de la sagrada selva la armonía.
Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin freno;
¡Oh, la selva sagrada! ¡Oh, la profunda
iba embriagada y con puñal al cinto;
emanación del corazón divino
si no cayó, fue porque Dios es bueno.
de la sagrada selva! ¡Oh, la fecunda
fuente cuya virtud vence al destino!
En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
Bosque ideal que lo real complica,
un alma joven habitaba en ella,
allí el cuerpo arde y vive y Psiquis vuela;
sentimental, sensible, sensitiva.
mientras abajo el sátiro fornica,
ebria de azul deslíe Filomela.
Y tímida ante el mundo, de manera
que encerrada en silencio no salía,
Perla de ensueño y música amorosa
sino cuando en la dulce primavera
en la cúpula en flor del laurel verde,
era la hora de la melodía...
Hipsipila sutil liba en la rosa,
y la boca del fauno el pezón muerde.
Hora de ocaso y de discreto beso;
hora crepuscular y de retiro;
Allí va el dios en celo tras la hembra,
hora de madrigal y de embeleso,
y la caña de Pan se alza del lodo;
de «te adoro», de «¡ay!» y de suspiro.
la eterna Vida sus semillas siembra,
y brota la armonía del gran Todo.
Y entonces era en la dulzaina un juego
de misteriosas gamas cristalinas,
El alma que entra allí debe ir desnuda,
un renovar de notas del Pan griego
temblando de deseo y de fiebre santa,
y un desgranar de músicas latinas,
sobre cardo heridor y espina aguda:
así sueña, así vibra y así canta.
con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
Vida, luz y verdad, tal triple llama
en el muslo viril patas de chivo
produce la interior llama infinita;
y dos cuernos de sátiro en la frente.
El Arte puro como Cristo exclama:
Ego sum lux et veritas et vita!
Como la Galatea gongorina
me encantó la marquesa verleniana,
Y la vida es misterio; la luz ciega
y así juntaba a la pasión divina
y la verdad inaccesible asombra;
una sensual hiperestesia humana;
la adusta perfección jamás se entrega,
Y el secreto Ideal duerme en la sombra.
Eres esclava del destino, del azar, de los
Por eso ser sincero es ser potente. reyes y de los desesperados,
De desnuda que está, brilla la estrella;
el agua dice el alma de la fuente y moras con el veneno, la guerra y la
en la voz de cristal que fluye d'ella. enfermedad;

Tal fue mi intento, hacer del alma pura y la amapola o los hechizos pueden
mía, una estrella, una fuente sonora, adormecernos tan bien
con el horror de la literatura
como tu golpe y mejor aún. ¿Por qué te
y loco de crepúsculo y de aurora.
muestras tan engreída, entonces?
Del crepúsculo azul que da la pauta Después de un breve sueño, despertaremos
que los celestes éxtasis inspira,
eternamente
bruma y tono menor - ¡toda la flauta!,
y Aurora, hija del Sol- ¡toda la ira! y la Muerte ya no existirá. ¡Muerte, tú
morirás!
Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento. John Donne (1572-1631)
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.

La virtud está en ser tranquilo y fuerte;


con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡la caravana pasa!

Muerte no te enorgullezcas.

Death Be Not Proud, John Donne (1572-


1631)

Muerte, no te enorgullezcas, aunque


algunos te hayan llamado poderosa y
terrible, no lo eres; porque aquellos a
quienes crees poder derribar

no mueren, pobre Muerte; y tampoco


puedes matarme a mí.

El reposo y el sueño, que podrían ser casi tu


imagen,

brindan placer, y mayor placer debe


provenir de ti,

y nuestros mejores hombres se van pronto


contigo,

¡descanso de sus huesos y liberación de sus


almas!

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