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Estratto da ATHEHAEUM - Studi di Letteratura e Storia dell' Antichita

pubblicati sotto ali auspici dell' Universita di Pavía

Vol. XCII Fascicolo 11 - 2004

AMMINISTRAZIONE DI ATHENAEUM
UN IVERSITA - PAVIA
ITÁLICA, SEDES NATALIS DE ADRIANO.
31 textos históricos y argumentos para una secular polémica (1)

«También nos ponen a pleito a Adriano,


sobrino de Trajano y sucesor en el Imperio ... »
Rodrigo Caro, 1634 (2)

l. El marco amplio del debate. «La dinastía Ulpio-Aelia» y «la Hispanización de Ro-
ma»: Dos nuevos conceptos

Tras la figura del efímero M Cocceius Nerva (96-98) como auctor necessa-
rius (3), Marcus Ulpius Traianus (98-117 d. C.) y su sobrino-nieto Publius Aelius
Hadrianus (117-138) fueron los verdaderos conditores de la primera dinastía foránea
(96-192) que tuvo Roma, a mi juicio muy señaladamente bética y, según Aurelio
Víctor, mucho mejor que la julio-claudia y la flavia que la precedieron (4). Una ver-
dadera dinastía que, con mayor exactitud que la de la mayoría de los historiadores
modernos, era definida todavía por Claudio Claudiano, el poeta oficial de la corte
de Honorio, como la series Aelia (5) . A Claudiano le interesaba, y podía, mantener
frescos los precedentes, ya que el soberano en cuya corte sirvió, Flavio Honorio el
hijo menor de Teodosio el Grande, y augusto de Occidente desde el 393 fue, a ca-

(1) Una versión de este trabajo aparecerá en un volumen de homenaje de la Universidad de Valladolid
a los Prof. Á. Montenegro Duque y J.M. Blázquez Martínez (ScriptaAntiqua, ed. S. Crespo Orciz de Zárate,
en prensa). Agradezco mucho a la redacción de Athenaeum que, sensible al posible interés u novedad del plan-
teamiento, y dada la previsible más dificil difusión internacional de tal volumen, haya querido acogerlo tam-
bién en sus páginas, donde sin duda llegará más ampliamente al público interesado.
(2) R. Caro, Antigüedad y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla, y Chorographia de su convento
jurídico, o antigua chancillería, Sevilla 1634, fol. 108 v. La frase trae su fundamento del folio anterior, en el
que acaba de lamentar cómo Justo Lipsio venía de poner en duda el nacimiento de Trajano en la misma ciu-
dad (he actualizado las grafías): «... Pero la gloria de España es tan emulada de los extranjeros, que aún los que
tienen la obligación de amar nuestras cosas, nos la ponen a pleito ...». Tanto tiempo después de las palabras del
gran humanista andaluz, la misma cuestión de fondo, en lo que respecta a Adriano como a otros asuntos, sigue
necesitando ser defendida.
(3) A. M• Canco, CIL VI, 10229: ¿el testamento de Licinio Sura?, «Chiron» 21 (1991), pp.277-324,
para el punto de vista de la abdicación forzada de Nerva, que para mí fue utilizado como mera correa de trans-
misión de la legitimidad imperial, dentro de una cuidada e inteligente maniobra política del «clan hispano» en
Roma.
(4) Aur. Vict., Lib. de Caes. 11 , 12, párrafo que explayo un poco más adelante; es un precioso testi-
monio de este culto cónsul del siglo IV, al que saco el oportuno partido en el art. cit. de la nota 8.
(5) Claud., Laus Serenae (carm.min. XXX), v. 55-56: ... Tibi (Hispaniae) saecula debent Traianum, !!::
ríes his fontibus Aelia fluxit... No se suele dar el debido valor a este texto, ni reparar en el uso del plural: «de
estas faentes», esto es, de Trajano y de Adriano. Vid. para ello el trabajo de la nota siguiente.
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bailo entre los siglos IV y V, el tercer emperador de una segunda dinastía hispana,
muy posiblemente también bética y familiarmente enlazada con el gran Trajano,
lejos de cualquier falsedad y «genealogische Rekonstruktion» (6).
Adriano fue, pues, el segundo representante de los que, con éste y con otros
argumentos, propuse hace poco llamar respectivamente «dinastía Aelia» y «siglo his-
pan0>> (7). Estas dos definiciones, como también la alternativa de «Ulpio-Aelia», que
al día de hoy creo incluso más precisa, son a mis ojos históricamente más justas y
ajustadas que las tres más extendidas en la Historiografla de Roma desde el siglo
XVIII (quizá no por casualidad en un siglo en el que España era la más odiada po-
tencia europea): «The Good EmperorS>>, «Die Adoptivkaiser» y, sobre todo, «Út. dinas-
tía Antonina», «el periodo antoninian0>> o, directamente, «Los AntoninoS>> (ª). Esta úl-
tima, la que en términos globales cuenta con más adeptos, es la favorita; y lo es tam-
bién, para mí de forma más extraña, en la propia patria de ambos emperadores,
aunque de igual manera fuera Hispania el tronco de la gens Annia, propincua y pa-
trocinadora de Antonino Pío y de Lucio Vero, y de la que nacieron por sangre Mar-
co Aurelio y Cómodo, terminando así aquel excelente siglo, y con ellos «Út. Edad de
Or0>> del Imperio romano.
El debate de los origines imperiales del siglo II se inserta, pues, historiográfica-
mente, en un marco más amplio, que es el de la aceptación o no de la existencia en
él de una verdadera dinastía de familia, que la inmensa mayoría de los historiadores,
de hecho hoy cerca de la totalidad, ni siquiera considera (de ahí los dilemas y con-
tradicciones que en mi opinión subyacen en todos los sistemas al uso para la deno-
minación y clasificación de los emperadores del siglo II). Y se inserta asimismo, den-
tro de él, en el problema de la admisión, también dificultosa para la mayoría, del
origen y continuidad hispanos de tal verdadera dinastía, que en algunos importantes
autores, y hace bien poco tiempo, todavía encontramos asociados a una idea de des-

(6) A. M• Canto, Sobre el origen bético de Teodosio I el Grande. Reflexiones desde Claudio Claudiano,
Estrabón, y otras faentes, en terminación para «Latomus». En él trato sobre el más probable nacimiento de
Teodosio I y de su hijo mayor, Arcadio, en o cerca de Itálica, rechazando con diversos textos su moderna
ubicación en la vaccea Cauca (Coca, Segovia), y apoyando asimismo la veracidad de su descendencia familiar
de Trajano (sobre ello in extenso también en la op.cit. infra, en nota 81).
(7) A. M• Canto, Saeculum Aelium, saeculum Hispanum: Promoción y poder de los hispanos en Ro-
ma, en: Hispania. El legado de Roma. En el año de Trajano (Catálogo de la exposición del mismo cículo, Za-
ragoza-Mérida 1998-1999), Madrid-Zaragoza 1998, pp. 209-224 (en la 2ª edición de Mérida 1999, pp. 233-
251), del que rescato algunas reflexiones para esta primera parte del trabajo (y véase la nota siguiente). Mi
posición teórica allí, como también en el presente artÍculo y otros, es reivindicativa de la verdad y no cega-
damente patriótica, y sé bien que no se podrá abrir paso sin el concurso de muchos colegas, especialmente
de los españoles y sus generaciones más jóvenes.
(8) Explayo la argumentación crítica frente a cada una de esas definiciones del siglo II, así como a las
mixtas que combinan dos de ellas, en mi trabajo La dinastía Ulpio-Aelia (96-192 d.C.): Ni tan «Buenos», ni tan
«Adoptivos», ni tan «Antoninos», «Gerión» 21.1 (2003), pp. 305-347.
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precio, minusvaloración o simple silencio, tanto de la idea en sí misma como de los


autores antiguos que la apoyan (Dión Casio, Aurelio Víctor, Claudiano o Zósimo).
Y, lo que es peor, sin que ello sea cierto.
Recordaré a este propósito sólo dos ejemplos, uno más y otro menos sutil: En
uno de sus influyentes artículos, «Hadrian and ltalica» (9), sir Ronald Syme en bue-
na parte responsable del afianzamiento, en la segunda mitad del siglo XX, de la idea
de Roma como lugar de nacimiento de Adriano, afirmó: «In what ways was origin
and extraction a determinant factor? Like the Ulpii, the Aelii belong to the old emi-
gration from ltaly, 'Hispanienses' not 'Hispani' (10) ... The young Hadrian owed his
education to Rome of the Flavian emperors, highly hellenized and continous with
the Neronian epoch. Hadrian did not become a 'Graeculus' at ltalica ... Many of
these ties (it will not need to be said) were contracted at Rome, not in Spain ... ».
El ejemplo menos sutil se debe a M. Griffin, en su reciente síntesis «Trajan»,
nada menos que en la segunda y renovada edición (2000) de la Cambridge Ancient
History, obra que será, como su antecesora (1936), de longeva y frecuente consulta
por miles de actuales y futuros estudiantes, y por innumerables investigadores, y
autores de guías y de manuales (11). Escribe la autora británica que «Trajan carne
from ltalica... the Ulpii were themselves of ltalian origin ... Tuder ... Dio preserves
the contemporary sneer [i.e. «mirada de desprecio, mofa, escarnio»] that Trajan
was a Spaniard. .. in fact he was 'hispaniensis', not 'hispanus' (1 2) ... ». Pero en el aná-
lisis de Dión Casio no está el desprecio que asegura Griffin (¡Casio mismo era un
provincial!), sino la admiración política porque Nerva no tuvo inconveniente en to-
mar una decisión sin precedentes: <<ya que ningún extranjero había ostentado antes la
soberanía de Roma... » y, para la salvación de la república, «se fijó más en los valores del
hombre que en su patria (tiiv natpí8a)» (u).

(9) Publicado en «JRS» 54 (1964), pp. 142-149 (= Roman Papers Il, ed. E. Badian, Oxford 1979,
nº 46, pp. 617-628). Curiosamente, este artículo tiene el mismo título que el capítulo 1.2 de la biografla adria-
nea de B.W. Henderson (ut infra).
(10) V. la vieja idea, ya en J. Lipsio y, cuarenta años antes que él, en A. de Guevara (cf aquí notas 21 y
26). Sin embargo, en el trabajo citado y los que citaré en nota 19, creo haber podido demostrar que los as-
cendientes paternos de ambos Trajanos no fueron los Ulpii, sino los Trahii/Traii, y que la gens Traía no era de
inmigración itálica, sino propiamente Hispana, posibles descendientes de aquellos iiv8pE<; eitÍAEK'tOl que,
como en Córdoba («desde el principio», según Estrabón III, 2, 1: a mi juicio hacia 200 a.C.) y otros lugares,
los romanos invitaron al sinoicismo en sus nuevas comunidades (cf Sinoicismo y stolati, en Emerita, Caesa-
raugusta y Pax: Una rekctura de Estrabón Ill 2, 15, «GeriÓn» 19 (2001), pp. 424-476) .
(11) Cambridge Ancient History, t. XI2: The High Empire. A.D. 70-192, eds. A.K. Bowman, P. Garnsey
y D . Rathbone, Cambridge 2000; el capítulo global de M. Griffin, el 2° («Nerva to Hadrian»), pp. 84-131 , el
parcial sobre «Trajan>>, el II, pp. 96-131. Y las frases concretas que cito, en la p. 101.
(12) Vid. lo dicho en las notas 10 y 19, según lo cual no procede la rectificación de Griffin a Dión
Casio.
(1 3) Dión Cas., LXVIII, 4. Exactamente la misma idea está en Aur. Vict. Lib. de Caes. 13, 1: Namque
Ulpium Traianum ltalicam urbe Hispaniae ortum, amplissimi ordinis tamen atque etiam consulari loco, arroga-
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Conviene preguntar a quienes así definen algunas cosas: ¿Por qué sería «des-
preciable», u objeto de general sneer, el proceder de la región más opulenta del Im-
perio, sólo tras la propia Italia según Plinio el Mayor? ¿De una provincia como la
Bética, antiquísima y muy romanizada, con alguna ciudad ( Gades) ya desde César
mejor provista de equítes que casi todas las italianas? ¿Considerar un escarnio haber
nacido cerca de donde César y Pompeyo se jugaron ya el príncípatus que luego ma-
terializó Octavio? ¿Ser de la península que Augusto terminó de dominar en persona
y fue la causa del Ara Pacís? ¿Vergüenza venir de la misma Hispania que treinta años
antes de Trajano ya había rozado el trono, proclamando primero a Galba, luego a
Vitelio, y la que facilitó la fortuna de los Flavios con su apoyo final a Vespasiano?
¿De una provincia que por ello (y no por otra cosa) fue recompensada por éste, en el
propio año 69 d.C. (14), con un privilegio general, el Latíum uníversae Hispaniae,
que a ninguna otra se había concedido nunca, ni se volvería a otorgar? ¿«Escarnio»
pertenecer a las élites hispanas que en esas tres décadas fueron pacientemente, de la
mano de los Flavios, llenando Roma, el Senado y sus Fasti, y seguramente ya Tí-
bur (1s), de sus nombres y sus influencias, sus literatos y sus filósofos estoicos, hasta
que estuvo por fin preparada, en el año 96, para imperium arrípere? (16)
No, no se puede compartir en modo alguno la visión de M. Griffin, ni una
similar de quienes la precedieron, ni la de los (muchos) que sin duda en el futuro
la seguirán. Ya que si Dión Casio insiste en lo excepcional del ascenso de Trajano
no es porque proceder de Hispania fuera «despreciable», sino sólo porque hasta en-

tum accepit dedit... , donde no se aprecia mofa o «disquiet... by the [Trajan's) spanish origins» (así también en
B.D. Shaw, CAH 2 cit., cap. XI: «Rebels and outsiders», p. 382»), sino sólo excepcionalidad.
(14) Sobre esta extraordinaria concesión, que atribuyo al 69 y no al 73-74 como la mayoría, he tratado
hace poco en Oppida stipendiaria: Los municipios jlavios en la descripción de Hispania de Plinio, «Cuadernos de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid» 23 (1996), pp. 212-243; para el año 69 v.
espec. 239-242.
(15) No es posible olvidar en este punto los magistrales libro y artículo de R. Syme, Tacitus, Oxford
1958 y Spaniards at Tivoli, «Ancient Societ:y» 13-14 (1982-1983), pp. 241-263, en los que, con su envidiable
dominio de la prosopografia, el añorado autor reflejó un bastante complero panorama de este verdadero clan
hispano, que dejó en la bella ciudad de recreo tantas huellas de su estancia allí. También facilita sobre ellos
concisos e instructivos datos C. Castillo, El emperador Trajano: Familia y entorno socia~ en W.AA., Imp. Caes.
Nerva Traianus Aug., ed. J. González, Sevilla 1993, pp. 36-47, esp. 42-44 (Senadores de origen bético en Ti-
bur). Me imagino que estos senadores y sus hijos trasladaron al fanum Herculis Victoris de Tibur (del que va-
rios aparecen como curatores) su ancestral veneración gaditana e hispalense, lo que sugiere que no por vivir en
Italia olvidaban, sino que adaptaban, sus propias tradiciones (y cf nota 74).
(16) Descrito así en Epit. de Caes. 13, 6. Supongo que nadie esperará seriamente leer «las verdades del
régimen» en el discurso consular panegírico de Plinio el Joven en loor de Trajano, o en alguno de los histo-
riadores y poetas (Tácito, Suetonio, Plutarco, Frontino, Juvenal, Marcial... ) que prosperaron bajo Trajano y
Adriano y optaron por no memorar su propia época... He analizado con más detalle todos estos curiosos as-
pectos y puntos de vista (poco frecuentados por los eruditos) en mis heterodoxos trabajos ya citados de 1991 y
1998 (notas 3 y 7, éste con un nuevo mapa del reparto de los senadores hispanos según sus ciudades y pro-
vincias de origen), así como en el ya citado en la nota 8.
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tonces todos los emperadores los había producido Italia. Lo que admira a Dión Ca-
sio es lo mismo que comentó a mediados del siglo IV un senador como Aurelio Víc-
tor: Que con Trajano habían llegado al poder los advenae que, curiosamente, iban a
ser los melioreS'. Hactenus Romae seu per Italiam orti imperium rexere, hinc advenae
quoque; nescio an, ut in Prisco Tarquinio, longe meliores. Ac mihi, qui audienti multa
legentique, plane compertum urbem Romam externorum virtute atque insitivis artibus
praecipue crevisse (17).
Paulo Orosio conserva también la misma idea que Dión Casio, al recordar la
decisión de Nerva, a propósito de la elección de Teodosio por Graciano en el 379:
«Al ver que la situación del Estado era ruinosa y casi moribunda, eligió también él con
la misma buena visión con que en otro tiempo Nerva había elegido a un hispano, Tra-
jano, gracias al cual el Estado se recuperó, a un hombre igualmente hispano, Teodo-
sio.. .»(is). Como ya avancé, Trajano no era un Hispaniensis, como dice M. Griffin
y dijeron R. Syme y tantos otros, sino, como claramente lo escribió Dión Casio, un
alloethnés, un hombre de una raza distinta, o lo que es lo mismo, exactamente un
Hispanus(i9).
Lo que dejo introducido aquí a modo de preámbulo no es el propósito inme-
diato del presente estudio. Pero se comprenderá fácilmente que la discusión acerca
de las gentes, origines, patriae, formación y métodos de ascenso al trono de estos siete
emperadores tiene mucho que ver con los planteamientos nuevos, y necesariamente
críticos, que con un objetivo más amplio voy hace años proponiendo. En ese aspec-
to del debate el caso más injustamente «puesto a pleito», en palabras de Rodrigo Ca-
ro, es sin duda el de P. Aelio Adriano.

II. Dos posiciones historiográficas enftentadas: La Historia Augusta contra todos

Uno de los diversos argumentos que solemos leer, y que comienzan ab ovo a
esfumar el peso hispano en todos estos emperadores, es decir que, a diferencia de
Trajano, Adriano no nació en Itálica. El fin no es necesariamente deliberado, ya
que la afirmación concurre de verdad en buena parte de la bibliografía (20) desde ha-

(17) Lib. de Caes. 11, 12. Es llamativo lo poco que se recuerda y se comenta en la bibliografia de la
Historia Antigua de Roma esta descripción y un tan claro veredicto.
(18) Oros., Hist. VII, 34, 2, trad. de E. Sánchez Salar, Madrid (Gredas Clásica 54.2) 1982, p. 248.
(19) Véase lo dicho más atrás y mis trabajos en prensa Los Traii béticos. Novedades sobre la familia y los
orígenes de Trajano, en XIX Centenario del emperador Trajano (Actas del Curso de Verano de la U.C.M. di-
rigido por J. M• Blázquez MartÍnez, julio 1998, eds. id. y J. Alvar) y (como libro) Las raíces béticas de Trajano.
Los Traii de la Itálica turdetana, y otras novedades sobre su familia, Sevilla 2003, con el análisis detenido del
famoso párrafo del Epit. de Caes. 13, 1-2, y otros diversos argumentos literarios, arqueológicos y epigráficos.
(20) Para los más actuales resúmenes sobre Adriano pueden consultarse, entre otras, algunas de las más
recientes colecciones biográficas, un género de completa moda. Recuerdo, sólo entre las más recientes, las de
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ce varios siglos (alguna vez incluso con respecto al propio Trajano (21 )). Varias veces
se añade a ello el argumento de que, poco más o menos, procediendo además los
Aelii de una familia noritálica, asentada en la ciudad desde los tiempos de la con-
quista (218-205 a. C.) (22), «muy poco sería lo que de realmente bético podría con-
servar el culto y helenizado emperador, ni en su formación ni en su ideología».
La desaparición de tantos y tan valiosos escritos de la Antigüedad ha impedido
un mejor conocimiento de su biografía como privatus. Tenemos noticia de la exis-
tencia de varios encomia dedicados a Adriano en griego, que contendrían tantos da-
tos para nosotros desconocidos y sorprendentes. Entre aquéllos parece particular-
mente lamentable la pérdida completa del Genethliacos o discurso del aniversario
de Adriano, compuesto (y quizá recitado ante él) por su coetáneo Zenobio (23),

Ch. Scarre, Die romischen Kaiser. Herrscher vonAugustus bis Konstantin, Econ 1996 (1998); M. Grant, The Ro-
man Emperors. A biographical Guide to the Rulers ofImperial Rome, 31 B.C.-A.D. 476, Londres 1996 (ed. ale-
mana: Die romischen Kaiser. Von Augustus bis zum Ende des Imperiums. Eine Chronik, 1997); M. Clauss ed., Die
romischen Kaiser. 55 historische Portraits von Caesar bis Iustinian, Munich 1997 (2001); O. Veh, Lexikon der
romischen Kaiser. Von Augustus bis Iustinianus l 27 v.Chr. bis 565 n.Chr., 1998 (3• ed. ampliada), etc.
(21) I. Lipsius, Iusti Lipsi dissertatiuncu!a apud príncipes, ítem C. Plini panegyricus liber Traiano dictus,
cum eiusdem Lipsi perpetuo commentario, Amberes 1600 (vid. ahora en: Lipsius en Leuven catalog van de Ten-
toonstelling, edd. G. Tournoy, J. Papy y J. de Landtsheer, Supplementa Humanística Lovaniensia n. 13, Lo-
vaina 1997): A propósito de las palabras patrio more patria virtute en Paneg. XIII, 5, el célebre humanista fla-
menco lanzó la idea de que tampoco Trajano era hispano de origen, como hasta entonces se creía, sino itálico,
en virtud del famoso (y para mí erróneo) complemento de Aur. Víctor ex urbe Tudertina (en Epit. 13, 1-2).
Ello molestó grandemente a Rodrigo Caro, y fue objeto de su detenida y «humilde» respuesta (op.cit. supra en
nota 2, ff. 107 v. a 108 v.). No sé si su excesiva humildad al oponerse «a varón tan grande» terminó por dejar la
razón a Lipsio, cuya errónea tesis, apoyada en una inscripción ¡además! inexistente, fue la que triunfó al fin en
Europa, otorgando a Trajano unos orígenes itálicos, «tudertinos» que en realidad no tenía (ni siquiera se lla-
maban así los umbros de Tuder, h. Todi) pero que todavía, y universalmente, se le atribuyen; sobre ello v. mi
trabajo ya citado supra en nota 19.
(22) La HA atribuye este dato, sin duda auténtico, a la autobiografla perdida de Adriano (Hadr. l, 1),
aunque he encontrado un autor (creo el único) que ·10 pone en duda, A. Caballos Rufino: «Pero esta aseve-
ración dista mucho de ser incontrovertible, pudiendo ser otro resultado más de la mitificación de Itálica» (Itá-
lica y los italicenses, Sevilla 1994, p. 103). Para la fundación de la ciudad desde puntos de vista distintos de los
tradicionales «lazareto, propugnaculum, vicus», pueden verse mis dos estudios Die Vetus Urbs von Italica. Pro-
bleme ihrer Gründung und ihrer An!age, «Madrider Mitteilungem> 26 (1985), pp. 137-148 y ahora La Vetus
Urbs de Itálica, quince años después. La planta hipodámica de D. Demetrio de los Ríos, con otras novedades, «Cua-
dernos de Prehistoria y Arqueología de la U.A.M.» 25 .2 (1999), pp. 145-191, espec. 172-182 para el posible
estatuto de Itálica como colonia de Latium vetus, que ya sugerí en 1985 pero ahora creo encuentra mejor apo-
yo, al rectificar el pavimento de M Trahius C. f pr{aetor), que elevo hasta 90-70 a.C. (y cf ya en HEp 3,
1993, p. 350).
(23) J. Radicke, Felix jacoby's Fragmente der griechischen Historiker continued, part. 4. Biography and
Antiquarian Literature, fase. 7, Imperial and undated authors, Leiden-Boston-Kiiln 1999, núms. 1086, Aspasio
de Biblos y 1087, Aelio Sarapión, con sendos Encomia on Hadrian y 1088, Zenobio (Genethliakos on Ha-
drian); aún otro panegírico puede ser atribuído a un Orión (¿de Alejandría?: nº 1093), si el nombre citado
en dos lugares por Suda fuera de distintos autores (el segundo es de IV-V d.C.), como conjetura Radicke
(pp. 350-351) en razón del tema de la obra (queda abierta la cuestión).
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que incluiría referencias preciosas sobre el origen y linaje del emperador. Otros mu-
chos elogia debieron de existir, de la pluma de autores latinos. Pero, a pesar de estas
significativas pérdidas, es todavía de mucho valor lo que queda para contrastar, y cabe
decir que, al lado de lo que nos ha llegado acerca del lugar de nacimiento de muchos
emperadores, el caso de Adriano es precisamente de los más privilegiados, por el nú-
mero relativamente amplio de fuentes acopiables. Cuando se las reúne y se analiza su
autoría y contenido, uno piensa que nadie hubiera podido o debido nunca dudar de
su lugar de nacimiento; pero la realidad es completamente la contraria.
Relevantes creadores de opinión científica de todas nacionalidades, al tiempo
que iban poniendo los cimientos de la moderna ciencia de la Historia Antigua de
Roma, sostuvieron que Adriano había nacido o en Roma o en Itálica, moviéndose,
casi siempre de forma limitada, entre sólo dos testimonios contradictorios entre sí:
el de los Scriptores Historiae Augustae: Hadrianus ... Natus est Romae VII!l kl Fe-
b(ruarias) ... (Vita Hadr. l, 3) (24), y el de Eutropio: Hadrianus... Natus et ipse [i.e.,
igual que Trajano] !talicde in Hispania (Brev. VIII, 6, 1).
Esta situación es bastante anómala. Primero, porque no es cierto que fuera Eu-
tropio la única, ni la más antigua, ni la más importante, de las fuentes contrarias y,
sobre todo, porque es muy rara la fe ciega que tantos autores conceden en este pun-
to concreto a la Historia Augusta, tan desacreditada para otros datos; hasta tal punto
que algunos de aquéllos se han esforzado por tratar de explicar las estridentes contra-
dicciones que la misma Historia Augusta contiene al respecto de su propia frase, y
que son nada menos que cinco, como veremos en las partes III y IV de este traba-
jo (25).
Un humanista nuestro tan notable como Nicolás Antonio (hispalense, pero
destinado en Roma muchos años como agente general de España y de Felipe
IV), padre de la moderna historia bibliográfica española y autor de una de las
más importantes compilaciones europeas de su época, ya se mostró indeciso, po-
niendo en evidencia, en fecha tan temprana como 1696 (26), que para él las fuentes

(24) A pesar de mi interés, me ha sido imposible consultar el breve trabajo de V. Righini, La Vita Ha-
driani e la vita Aeli nell'Historia Augusta, Bolonia 1972. La util monografia de H. W. Benario dedicada a la
biografia adrianea en esta obra, A commentary on the Vita Hadriani in the Historia Augusta (American Classical
Studies 7), Chico 1980, va a ser próximamente reemplazada por la del joven docente de Bonn J. Fündling,
Ein Kommentar zur Vita Hadriani: Das Projekt und sein Stand, en Historiae Augustae Colloquium Genevense
(Historiae Augustae Colloquia nova series VII), ed. F. Paschoud, Bari 1999, pp. 145 ss.
(25) Una de ellas, que encontré en la Vita Severi, no ha sido hasta ahora evocada, que yo sepa.
(26) N . Antonio, Bibliotheca Hispana Vetus sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad an-
num Christi MD jloruerunt, t. I (póstuma), Roma 1696, reedición de F. Pérez Báyer (bajo el patrocinio del rey
Carlos 111), Madrid 1788 (reimpresiones: La Borrega di Erasmo, Turín 1963 y Ed. Visor, Madrid 1996, que
utilizo: Biblioteca Filológica Hispana 22, prohemio [sic J de V. Infantes), lib. I, cap. XV, 97 ss. Con razón
decía G. Mayans (ibid., s.p.) que la biblioteca de 30.000 volúmenes que N . Antonio consiguió reunir en poco
menos de veinte años era la segunda de Roma después de la Vaticana.
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a favor del nacimiento en Itálica, siendo muchas más, no prevalecían del todo sobre
esas únicas dos palabras de la HA: in Roma. De hecho, el capítulo correspondiente
de Antonio se titulaba así: De Hadriano imperatore. Italicae is ortus ex magis vulgari
fama: sive natus Romae ex patre Italicensi, matre Gaditana... , y su conclusión: Asserto
genti nostrae Hadriano (sive ortus is !talicae, sive Italicensi patre Gaditana matre faerit
natus)... Esto es, consideró desde luego a Adriano dentro de la gens Hispana (como,
acertadamente, también a Marco Aurelio), pero no se decidió acerca del lugar de su
nacimiento, debido al supuesto peso de la HA.
Desde el siglo XVI, en cambio, son pléyade los autores que se decantaron sin
dudar por la Historia Augusta. Por dar sólo a algún venerable por siglo, nombres
como Guevara (27), Le Nain de Tillemont (2s), Bayle (29), Henzen (3o), Duruy (31),
Gregorovius (32) o Hertzberg (33). Hacia España, la opinión de algunos eruditos co-
nocidos y apreciados entre nosotros, como G. Bonsor (34), también fue pesando pa-

(27) A. de Guevara, Una década de Césares, Madrid 1539 [1994], Adriano, cap. I: «Del linage de do
descendió, y del lugar y tierra a do se crió Adriano: [... ] Nasció Adriano en Roma a nueve días de febrero,
siendo cónsules Vespasiano Séptimo y Titho Quinto ... ». Como puede verse, 60 años antes de J. Lipsio alguien
tan relevante como este ilustre cronista de Felipe II ya daba más crédito a la HA.
(28) L.-S. Le Nain de Tillemont, Histoire des empereurs et des autres princes qui ont regné durant les six
premieres siecles de l'Église... justifiée par les citations des auteurs originaux, tt. I-VI, París 1690-1738 (2ª Bruselas
1732-1740); aquí nos interesa el t. II (1691), p.219: cree, como Casaubon, que «Eutropio se equivoca».
(29) P. Bayle con su muy influyente y reeditado Dictionnaire historique et critique, Amsterdam 1697
(11 ª ed. completa y anotada: París 1820), t. II, pp. 666-670, afirma «Hadrien né Rome le 24 Janv.a
76 ... », indicando, en su nota B, que cree (como Tillemont) que es Eutropio el que se equivoca al decir
que Adriano nació en Itálica; los detalles que da Esparciano sobre los ancestros del emperador indican, dice
Bayle, que los leyó en la autobiografia de Adriano, al mismo tiempo que el lugar del nacimiento. Como puede
verse, el argumento no es sólido, y Bayle ignora todas las demás fuentes que afirman lo contrario que la HA.
En cambio, en su artículo sobre Itálica (t. II, 867), donde cita sólo a Apiano, dice que fue la patria de Trajano
y Adriano. Esta destacada obra puede consultarse ahora en la Web, gracias a un proyecto de la Universidad de
Chicago: http://duras.uchicago.edu/ cgi-bin/BAYLE.sh?PAGEIDENT =2:666).
(30) W . Henzen, Iscrizione onoraria di Adriano, «Armali dell'Istituto» (1862), pp. 139 ss.: «nato a Ro-
ma il 24 Gennaio dell'anno 76 dell'era nostra».
(31) V. Duruy, Histoire des Romaim... , París 1879-1885 (reed. Graz 1970), tomo V, 1 n. 1: «P. Aelius
Hadrianus. La fumille, originaire du pays des Picentini, c' était d'Italica, en Espagne; mais il était né Ro- a
me ... ».
(32) F. Gregorovius, Der Kaiser Hadrian. Gema/de der romisch-hellenischen Welt zu seiner Zeit, Sruttgart
1884, p. 9: c<Am 24. Januar 75 [sic], als Vespasian das Reich regierte, wurde Hadrian in Rom geboren». Gre-
gorovius es considerado el primer biógrafo moderno de Adriano; su influencia fue grande en Alemania, y tam-
bién en el resto del mundo después de ser traducido al inglés ( The Emperor Hadrian: A Picture o/ the Graeco-
Roman World in his Time, Londres 1898).
(33) G.F. Hertzberg, Storia dell1mpero romano (Monografia della Storia Universale illustrata curara da
G. Oncken), Milán 1895, p. 478: «[Adriano] apparteneva ad una familia di ispano-romani [... ] aquesto [scil.
Aelio Adriano Afer, su padre], mentre dimorava in Roma nel/4 sua qua/ita di senatore e uomo pretorio, nacque
[... ] il figlio P. Elio Adriano... ».
(34) G. Bonsor, Le Musée Archéologique de Séville et les ruines d1talica, «Revue Archéologique» (1898), I,
-375-

ra, ya en el siglo XX, ir modificando la opinión favorable a Itálica de los propios


autores españoles, que desde el Humanismo (salvo casos aislados como el citado
de A. de Guevara) había venido siendo la mayoritaria en nuestro país.
La postura contraria tuvo también valedores, aunque siempre menos. Varios
prestigiosos historiadores alemanes, sobre todo, defendieron el nacimiento de Adria-
no en Itálica: los de más peso a fines del XIX, Plew (35) y Klebs, éste en su impor-
tante artículo para la Pauly-Wissowa RE(36), pero también otros grandes, como
Kornemann (37), y Weber (38). Éste la virtió además en inglés, en la edición de
1936 de la tan consultada Cambridge Ancient History, añadiendo una apasionada
defensa de la hispanidad de los príncipes «importantes» del siglo 11 (39) (todos, ex-
cepto los Aelii Veri padre e hijo, que él creía aún de «etruscan house» (4°)), y algunos
otros comentarios (éstos sólo quizá un poco generosos de vena poética) acerca de la
influencia sobre Adriano de su patria chica, que fueron rápida y severamente «neu-
tralizados» por R. Syme (ut infra) como «extravagant claims ... Those fancies are
firmly to be repulsed ... ».
El propio A. Stein, en el imprescindible repertorio prosopográfico del Alto Im-
perio, parece de la opinión del nacimiento italicense (41). Hacia España lo hizo tam-
bién A. Schulten, vía R. Grosse, en los FHA VIII (4 2). Todavía D. Kienast se man-
tiene fiel a la idea más tradicional alemana en otra notable obra, si bien haciéndose
eco de la obvia contradicción de la Historia Augusta(43). Hay que sumar también

pp. 1-15, esp. 10: «De nombreux auteurs ont prétendu qu'Italica était le berceau des empereurs Trajan, Ha-
a
drien, Théodose et du poete Silius Italicus. Mais, en réalité, Trajan seul y serait né ... Hadrien est né Rome ... ».
(35) J. Plew, Quellenuntersuchungen zur Geschichte des Kaisers Hadrian, Estrasburgo 1890, passim.
(36) RE, s.v. Aelius nº 64, cols. 493 ss., esp. 496-497.
(37) E. Kornemann, Kaiser Hadrian und der letzte grofe Historiker von Rom, 1905, pp. 7 ss. y 72 ss.
(38) W. Weber, Untersuchungen zur Geschichte der Kaisers Hadrianus, 1907, p. 14.
(39) CAH(edd. S.A. Cook, F.E. Adcock, M.P. Charlesworth) t. XI, 1936 (1954. 1965, reimpr. 1969),
pp. 297 ss., con frases como éstas: «Trajan and Hadrian, Marcus Aurelius (from the family of the Annii) and
his son Commodus, were not merely Romans ... these 'Romans' of the provinces were other than the rulers of
the Julian or even the Flavian dinasty, who had grown up in the Italic homelands of the Empire ... ». En rea-
lidad, él no hacía más que decir lo mismo que Aurelio Víctor (al que desafortunadamente no citó en su apo-
yo). Para la acerba crítica de R. Syme, art. cit., p. 144 y nota 20.
(40) Faltaban trece años para que J. Carcopino publicara su revolucionaria y muy convincente hipótesis
acerca de la bastardía de L. Aelius Caesar. L 'hérédité dynastique chez les Antonim, «REA>> 51 (1949), pp. 262-
321 (reimpr. en id., Passion et politique chez les Césars, Paris 1958, pp. 143-222).
(41) PIR 2 , sub A 184: Aunque, dado el tipo de repertorio, se limita a dar los textos (12), sus expre-
siones (ceterum, intellegunt, convenit.. .) así lo sugieren.
(42) Fontes Hispaniae Antiquae, edd. A. Schulten et aL, fase. VIII, ed. R. Grosse, Barcelona 1959: para
las de Adriano, pp. 38-40, con 7 textos para Itálica; a ellos debo la referencia de Próspero Tirón (infra fuente
nº 17), que no conocía.
(43) D. Kienast, Romische Kaisertabelle. Grundzüge einer romischen Kaiserchronologie, Darmstadt 1990,
p. 128: «geboren: 24. Jan. 76 in Italica (Spanien)». En la reedición corregida y aumentada (1999) no hay va-
riaciones.
-376-

algunos franceses e italianos, como A. Garzetti (44) o, entre los menos citados de to-
dos, G. Tropea, quien publicó un breve pero interesante artículo, donde resume así
el problema, en 1903: «E perche finalmente non ammettere tra le cose possibili
questo come uno dei tanti errori, delle tante inesatezze, nelle quali cadono gli scrit-
tori della Storia Augusta? E dire che, non ostante tanti argomenti che militano per
Italica come patria di Adriano, quanti hanno scrito la storia dell'lmpero, pochissimi
eccetuatti, hanno affermato che l'imperatore nacque in Roma, poggiandosi unica-
mente, come ho gia detto, sul Romae natus est di Sparziano» (45).
Más expeditivo fue el autor de la hasta hace poco más completa biografía sobre
Adriano, B.W. Henderson en 1923 (46), quien consideró «Un cuento dudosü» lo del
nacimiento en Roma, en estos términos: «... Roman Spain, which became to Ha-
drian veritably his 'fatherland' and his 'patria'. One untrustworthy tale calls Rome
his birthplace. If this ... was due to flattery, there was small need for such an effort...
That Hadrian himself was of pure ltalian blood is quite unlikely... To these two
[scil Afer y Paulina] was born at Italica... a son ... himself the future Emperor». Aun-
que tampoco su mayor firmeza produjo los esperados efectos sobre la erudición.
Como puede verse tras este necesariamente escueto panorama, puede decirse
que, durante casi quinientos años, las opiniones siempre estuvieron divididas en tor-
no a este asunto, pero mucho más inclinadas en general hacia la opción del naci-
miento de Adriano en Roma. Sin embargo, en la segunda mitad del XX el desequi-
librio se ha acentuado y, en los últimos cincuenta años, se ha acabado imponiendo
en la erudición histórica (e, inevitablemente, en la información divulgativa, muy
impactante (47)) la idea de que Adriano nació en Roma, como se afirma en el citado

(44) A. Garzetti, From Tiberius to the Antonines. A History of the Roman Empire AD 14-192, Londres
1974 (ed. italiana: Roma, 1960), p. 378: «P. Aelius Hadrianus was born ... at Italica».
(45) G. Tropea, lntorno al/a patria di Adriano imperatore, «Rivista di Storia Antica e Scienze affini»
(serie efímera de 1895 a 1910 pero de valor, fundada y dirigida por él en Messina) 7 (1903), pp. 147-
155, con siete textos; para su principal novedad, que comparto plenamente, vid. infta bajo el argumento
nº 26 y la nota 130. Las frases que cito, en su p. 152.
(46) The Life and Principate of the Emperor Hadrian A.D. 76-138, Londres 1923 (reed. anast. Roma
1968: Studia Historica 56), p. 1O y nota l. A ella ha venido a sustituir, tres cuartos de siglo después (según sus
propias palabras en el prefacio) la de A. R. Birley, a la que me referiré passim más adelante.
(47) Pongo como muestra la información cibernética del British Museum: «Hadrian, Roman emperor
(AD 117-38). Born in Rome but of Spanish descent, Hadrian was adopted by the emperor Trajanas his suc-
cessor... ». Pero las cosas aún podrían empeorar. En obra publicada hace tres años he leído esta frase de un
colega (sevillano por más señas): «Marco Ulpio Trajano [... ] aun cuando resulta indudable que su patria
era Itálica, no sabemos si nació precisamente allí. .. o ya en la misma Roma ... » [!]. Esta idea extrema es tan
carente de base real que hasta hace unos meses ni los más recalcitrantes autores extranjeros, incluído Lipsio
(que sólo propuso como italiana su origo vetustior, v. nota 21), habían osado sugerirla. Pero la encuentro ahora
en su colaborador W. Eck (Traían. Der Weg zum Kaisertum, en W.AA., Trajan. Ein Kaiser der Superlative am
Begi.nn einer Umbruchzeit?, ed. A. Nünnerich Asmus, Mainz 2002, pp. 7-20), que defiende (p. 10) que tam-
bién Trajano nació en Roma: «So dürfte Traían von Geburt eher ein Stadtriimer gewesen sein, nicht ein Süds-
panien> (sid), opinión que carece de cualquier prueba y niegan múltiples fuentes.
-377-

único pasaje de la Historia Augusta. Aunque acto seguido se suelan conceder algunas
frases del tipo: «••. aunque su padre sí que era italicense», o «••. aunque la ciudad
bética sí era la patria legal[?] de su familia» (48).

De estas dos concesiones, la primera precisamente está sin probar (¿por qué no
podría Hadrianus Afer haber nacido ya en Roma, si su padre a su vez también era ya
senador?) e incluso tiene un texto en contra, según el cual el padre de Adriano, Afer,
habría nacido en Hadria(49). La segunda no tiene respaldo jurídico y es casi forzada,
porque, de no ser así, no se explica'ría CIL III, 550 (so), donde el sobrino y sucesor in
pectore de Trajano aparece en la poco frecuente tribus Sergia, que es la de Itálica (si).

(48) Un ejemplo reciente, francés, de esta solución de compromiso: R. Chevallier - R. Poignault,


L'empereur Hadrien, París 1998, p. 7: «Qu'il (Hadrianus) ait vu le jour a ltalica en Bétique, comme le pré-
tendent plusieurs sources antiques, ou, plus vraisemblablement, a Rome, selon les indications de l'Histoire
Auguste, ne change rien a la patria, a !'origine légale de la fomille qui est ltalica» (donde llama la atención
de inmediaro la sutil diferencia de redacción entre lo que unas fuentes antiguas (aunque varias), «pretenden» ,
y lo que, «más verosímilmente indica» (aunque sea en solitario), la HA. Sobre la inexistencia en el Derecho
Romano de este concepto del «origen legal», cf infra en la parte IV.
(49) Se trata del Epit. de Caes. 14, 1: Adrianus... AelioAdriano, Traiani principis consobrino, Adriae orto,
genitus. Este texto, no considerado por Birley y los demás autores que hacen a Afer italicense, seguramente
yerra al personalizar indebidamente en Hadrianus Afer lo que la HA da como origo vetustior de Adriano en
Hadria, pero la verdad es que es el único texto antiguo que tenemos sobre el lugar de nacimiento del padre
de Adriano, y no se suele tener en cuenta por cuantos le suponen de Itálica.
(50) CIL III, 550 = ILS 308 (pedestal de la estatua de los atenienses a Adriano, año 112): P(ublio} Aelio
P(ublii) j(ilio} Serg(ia) Hadriano / co(n}s(uli) VIIviro epulonum sodali Augustali leg(ato} pro pr(aetore} Imp(era-
toris) Nervae Traiani 13 Caesaris Aug(usti} Germanici Dacici Pannoniae Inferioris praetori eodemque / tempore
leg(ato} leg(ionis) I Minerviae P(iae} F(idelis) bello Dacico item trib(uno} pleb(is} quaestori Imperatoris / Traiani
et comiti expeditionis Dacicae donis militaribus ab eo clonato bis trib(uno} leg(ionis} JI 16 Adiutricis P(iae} F(idelis)
ítem legionis V Macedonicae item legionis XXII Primigeniae P(iae} F(idelis} seviro / turmae eq(uitum) R(oma-
norum) praej(ecto} feriarum Latinarum Xviro s(tlitibus} i(udicandis}.I Ti E~ 'Apeíou náyou ~ouA.Ti Kai Ti
'CWV É~UKOO"ÍCOV KUt Ó ofíµoi; Ó 'A0T]VUÍCOV 'COY iipxov-r;a fou-crov / 'AoptaVÓV, en ocasión de haber
ejercido su arcontado eil dicho año. Cf también Phleg., Peri Thaum. 25, en: Phlegon of Traites' Book ofMar-
vels, ed. W. Hansen, Exeter 1996, p. 47. En el comentario del CIL (p. 102), se daba por cierto su origen ita-
license, precisamente a causa de su tribu Sergia (vid. la nota siguiente).
(51) Es un caso parecido al del célebre arco de Bará, cerca de Tarraco. En su friso ( CIL II, 4282) se men-
ciona a L. Licinius L. f Serg(ia tribu) Sura, lo que sugiere la origo italicense del poderoso «l(aisermacher» (como
le llamó Pflaum). Sin embargo, casi nunca se ha tenido ello en cuenta, haciéndole tarraconense, y últimamente
con potentes refuerzos, sobre todo el de G. Alfüldy que, aunque en el pasado defendió el origen bético de Sura
(Die Legiomlegaten der romischen Rheinarmeen, Colonia-Graz 1967, p. 16 y nr. 26), ahora cree el arco augusteo,
y a Sura tarraconense [«Der riimische Bogen über der Via Augusta bei T arraco (Are de Ber:l.) und seine Insch-
rifo>, «Klio» 78 (1996), pp. 158-170], a pesar de que no hay constancia de la adscripción de ninguna ciudad del
NE de Hispania a la tribu Sergia, y de los fuertes lazos políticos, humanos y quizá familiares que existían entre
Trajano, Adriano y Sura (Aur. Vict., Lib. de Caes. 13, 8: ... atque (Traianus} in amicos perfidelis, quippe qui Surae
familiari opus sacraverit, quae Suranae sunt... V. la defensa argumentada de todo ello, y de la gens Dasumia ita-
license como la materna de Sura, en mi art. cit. supra en la nota 3, pp. 303-31 O: Itálica es el mayor núcleo de
Dasumii del imperio, con cinco miembros en ella o su territorio, entre ellos una jlaminica y otra dama, posi-
-378-

Pero debo ejemplificar ahora con sólo un par de casos, y qué mejor que con
dos potentes autores del siglo XX (5 2). El veredicto que a mi juicio mayor peso ha
tenido en la actual communis opinio internacional es el de sir Ronald Syme, quien no
consideró más valiosa ninguna otra evidencia que contradijera el aserto de la Histo-
ria Augusta, con estas pocas palabras: «.. . Hadrian, on the showing of the HA, was
born at Rome. No other evidence is good enough to impugrz it...», desacreditando el
testimonio contrario de Eutropio en esta categórica forma: «Again, if an epitomator
like Eutropius has 'natus et ipse !talicae in Hispania: he mere/y exhibits an inadvertence
common enough among the unscholar/y» (53).
No creo que «Unscholan> e «inadvertent» sean adjetivos apropiados para definir
a Eutropio, vir clarissimus y magíster memoriae del emperador Valente (364-378),
por encargo del cual compuso su justamente famoso Breviarum (v. infra), que no
por ser un resumen se puede condenar como carente de verdades y buenas fuentes.
Pero sir Ronald debió de encontrar tan general y vaga descalificación (« ... no other
evidence is good enough... ») más que suficiente, así que no pasó siquiera a mencionar,
excepto Gelio, a ninguno de los demás autores que, casualmente, no secundaban a
la Historia Augusta, sino justamente a Eutropio, y varios de ellos con un peso espe-
cífico reconocido, entre los cuales Apiano, Dión Casio o Aurelio Víctor (e/ parte
III), que tampoco fueron ni «epitomadores» ni «unscholars» (en el caso, repito,
de que este adjetivo fuera el más adecuado para describir a Eutropio mismo). A pe-
sar de estas evidentes deficiencias metodológicas ciertamente infrecuentes en el líder
más reconocido de la Historia de Roma en el siglo XX, la impactante y decisiva for-
mulación de Syme (que, desde mediados de la centuria, supuso la sustitución de
éste y de otros muchos puntos de vista alemanes por los ingleses) dio un vuelco
a la situación existente hasta entonces (54) y acabó, en éste como en otros temas

blemente senatorial ( CIL II, 1089), Dasumia Lj Turpilia, según Syme posible hermana o da de L. Dasumius
Hadrianus, cos. 93 y procos. Asiae en 106 o 107, aún en vida del riquísimo protector de ambos emperadores
(aunque Syme consideró a la familia natural de Corduba, por atribuirse a un Dasumius el famoso testamento).
(52) Para este último trayecto del XIX-XX, desde el punto de vista de la historiografia de Adriano, me
parece muy recomendable el actualizado trabajo electrónico de A. Hill, Historians and their Craft: The Evo-
lution of the Historical Hadrian, 2000, consultable en el sitio norteamericano De imperatoribus Romanis
(http://www.roman-emperors.org/hillhadri.htm). Quizá no se le pueda reprochar que no tenga en cuenta
en su revisión a ningún historiador español, ya que (aparte de que no se conozca nuestra lengua), si bien exis-
ten algunos artículos, hasta donde sé no hay una sola biografia española moderna de Adriano.
(53) R. Syme, art. cit. supra en nota 9, p. 142 y también:« ... the place of a man's birth is not always the
same as the legal 'origo' of his family ... » (contra ambos aspectos vid. infta, parte IV).
(54) Syme, art. cit., menciona en sus notas 10 y 20 los trabajos de Weber y Kornemann, indicando en
su texto que para su defensa «various motives are in play», pero no los aclara. El punto de vista germano más
oficial, como dije, en RE, s.v. Aelius nº 64, cols. 493 ss., donde ya se señala (col. 496) que« ... die Vita [...]
widerspricht sich selbst.. .», en 2.1 y 19. l. R. Hanslik, en la misma línea, en su ardculo para Der kleine Pauly
(Munich 1979), mantiene todavía que nació en Itálica, aun citando la HA 1,3 y el ya referido trabajo de Syme
de 1954 (cuyo efecto, sin embargo, ya había sido demoledor) .
-379-

de la Historia romana, venciendo casi todas las resistencias: Desde Syme, y sólo con
muy pocas excepciones, la erudición internacional (y, tras ella, las versiones destina-
das a, y generadas por, la vulgaris opinio) sostiene lo contrario que los muchos auto-
res antiguos y medievales que veremos. En su estela, pues, en las últimas décadas,
como antes dije, lo mayoritario es ya afirmar, en el extranjero (55) lo mismo que en
España (56), que Adriano vino al mundo en Roma.
El segundo autor de peso al que me referiré como prototipo es A. R. Birley, ya
que le debemos la más reciente y completa biografía de Adriano, de 1997 (57), cuya
constatada influencia (en 1998 se imprimió ya una segunda edición), es previsible
que se amplíe si, como parece esperable, se traduce a otras lenguas. Este sabio bri-
tánico, hijo y discípulo de eminentes historiadores (entre ellos el propio Syme), se
pronuncia así: «... (Hadrian) was born ... at Rome, rather than at Italica in southern
Spain, the home ofhis father. Por senators their official domicile was Rome... There is no
need to doubt that Rome was his birthplace... » (58) y, un trienio después (59), en la ci-

(55) Casi escogidos al azar entre decenas, cf H.W. Benario, op. cit. supra en nota 24 y, más reciente-
mente, el mismo autor en http://www.roman-emperors.org/hadrian.htm (2000): «Where he (scil, Adriano)
saw the light of day was, even in antiquity, matter for debate. Italica, in Hispania Baetica, was the birthplace
ofTrajan and was also considered that ofHadrian. But che HA reports that he was born in Rome, and that
seems the more likely choice, since it is the more unexpected [?]. The actual place of one's birth was, however,
unimportant, since it was one's patria which was crucial ... » [?]. En realidad, no hay constancia de ningún
«debate» en la propia Antigüedad. También Le Roux, Le Haut-Empire romain en Occident, d'Auguste aux Sé-
a
veres, Nouvelle Histoire de l'Antiquité n. 8, París 1998, p. 104 («Hadrien, né Rome, mais issu d'une famille
originaire d'Italica .. .»).
(56) A. Caballos Rufino y J.M. Rodríguez Hidalgo, Hadrien et sa patrie d1talica, en: Hadrien: Trésors
d'une vil/e impériale, eds. J. Charles-Gaffiot y H . Lavagne (catálogo francés de la exposición de Tivoli y París,
a
1998), Milán 1999, pp. 17-26, esp. 17: «(Hadrien) ... naqult Rome, ou son pere exer~t les fonctions pu-
bliques ... » (lo segundo carece de comprobación). Más reciente aún, pero en similar sentido, es la opinión de
G. Bravo, Hispania y el!mperio, Madrid 2001, p. 126 (« ... Trajano nació en Itálica y Adriano, en cambio, en
Roma ... ». Las de muchos estudiosos españoles (que demasiadas veces siguen fielmente a los extranjeros), son
en buena parte del mismo tenor. Una excepción notable fue precisamente A. Montenegro Duque, siempre un
firme defensor del nacimiento bético de Adriano, y del peso de Hispania en Roma, veáse sobre todo «Hispania
en el Alto Imperio. XI. Evolución política durante las dinastías julio-Claudia y Flavia. Emperadores hispanos, An-
toninos y Severos, en J. M• Blázquez et al., Historia de España Antigua. Tomo Il Hispania Romana, Madrid
(Cátedra) 1978, pp. 290-344.
(57) Hadrian: the restless emperor, Londres - Nueva York 1997 (2• ed. 1998). Es un libro muy bien
construido y documentado, cuyo título conserva aún los ecos de E. Gibbon (Decline, cap. I: «... the restless
activity ofHadrian ... »), y parece también ser respuesta a la necesidad advertida por M. A. Levi en 1993 (Adria-
no Augusto. Studi e ricerche, Roma 1993, pp. 127-128): «In sostanza, si deve ammettere che oggi manca
un'opera dalla quale risulti una valutazione complessiva dell'opera politica, amministrativa e culturale (de
Adriano) ... ». Aunque, según la costumbre todavía habitual en tantos estudiosos anglosajones, el autor inglés
apenas ha consultado bibliografía española.
(58) A.R. Birley, op.cit., pp. 10, 14 y 19, más la nota 1 de la p. 315.
(59) Sus meritorios trabajos valieron a Birley, discípulo de Syme y actual ordinario en Düsseldorf, el
encargo del capítulo «Hadrian to the Antonines» en el ya citado nuevo vol. XI de la CAH, pp. 132-194, que
-380-

tada Cambridge Ancient History. «Hadrian was forty-one at his accession, having been
born (at Rome) in ]anuary 76 [. .. } at fourteen he went to his 'home town' (patria) far
the first and evidently the only time in his lije» (60). Más tarde me referiré también a
algunos de los argumentos destinados a superar las contradicciones que manejan
ambos autores (61).
Llegados, casi cuatrocientos años después de Rodrigo Caro, a este punto de
aparente no-retorno, pienso por el contrario que, más allá de toda duda razonable,
Adriano, igual que su tío-abuelo y padre adoptivo Trajano, nació en la antigua y
prestigiosa Itálica, la primera fundación romana fuera de Italia y la primera también
en Hispania. Creo que es un hecho no sólo posible, sino incluso obligado de sos-
tener, a pesar de tantas opiniones contrarias desde el siglo XVI, sólo con considerar
el número y fiabilidad de los autores antiguos que así lo aseguran, generalmente es-
critores próximos a excelentes fuentes de información y a las bibliotecas imperiales,
y que no son los seis u ocho manejados de siempre, sino que se pueden aumentar
hasta veinticinco. Así como, y con no desdeñable valor, otros seis argumentos se-
cundarios que expondré, que no suelen ser tenidos en cuenta pero que vienen a ro-
bustecer el peso de los textos antiguos mismos.

III. Fuentes antiguas y argumentos para apoyar el nacimiento de Adriano en Itálica

Voy, pues, a tratar aquí de demostrar de forma suficiente (ya que un caso di-
fícil exige exhaustividad en la prueba) que la sedes nata/is de Adriano fue Itálica y no
Roma, reuniendo cada una de las fuentes antiguas y medievales útiles a la cuestión,
que, como he avanzado, triplican o cuadruplican las hasta ahora tradicionalmente
manejadas (62). A efectos metodológicos he dividido las fuentes en a) Antiguas (1-

comienza justamente por estas frases que he citado en segundo lugar (el autor, en el prefacio de la antes citada
biografia, indica que el manuscrito de la CAH fue entregado en 1988, y que entre tanto algunas de sus opi-
niones habían variado, pero ésta parece que no) . Cf también A.R. Birley, «Hadrian» en OCD 3 , 1996,
pp. 662-3, donde no comenta nada sobre el lugar de nacimiento.
(60) Cp. con Vita Hadr. 2, 1: ... quinto decimo anno ad patriam rediit, sobre lo que volveré (parte IV).
(61) La obra de Birley ha encontrado un excelente complemento en la monografia de M .T . Boatwright
Hadrian and the Cities of the Roman Empire, Princeton 2000, que resulta un completo análisis de la exquisita
atención de Adriano hacia las ciudades de todo el Imperio, en lo que sólo sería, según ella, parangonable a
Augusto. Boatwright dedica un parágrafo del cap. 7 a los beneficios urbanísticos (pero casi exclusivamente "
al mal llamado Traianeum) dedicados por Adriano a Itálica (pp. 162-167), que ella considera «the patria (an-
cestral city) ofHadrian and his relative Trajan» y (al traducir la cita de Dión Casio) «his native city», siendo así
un caso infrecuente ahora en la literatura en inglés. A mi juicio, el medio urbano provincial, como nos deja ver
tan bien Aelio Arístides y nos prueban la Arqueología y la Epigrafia, fue un auténtico soporte de esta dinastÍa
hispana, posiblemente porque ellos mismos procedían de él.
(62) A dtulo indicativo, el artÍculo de la RE (Aelius nº 64) , cita como fuentes para su nacimiento (col.
496) a Apiano, Gelio, Eutropio Oerónimo) y D ión Casio (en éste sólo LXIX, 10, 1), aparte, desde luego, de la
-381-

15) y b) Medievales (16-22). Siguen con espacio propio, en c), la nº 23, para la que
considero más definitiva, aunque usualmente desconocida o marginada ex professo
por los historiadores del tema: el horóscopo de Adriano, y en d) dos antiguas
con problemas de edición (núms. 24-25, de Temistio y el Epitomador de Aurelio
Víctor, que dependen de una corrección textual), acabando con los argumentos su-
plementarios de e), núms. 26 a 31. Tras el comentario de la única fuente contraria
(parte IV, nº I) y de sus contradicciones (complementado con otros siete textos le-
gales, a-h, sobre la inexistencia de una «patria legal»), irán unas ya breves conclusio-
nes. Ordeno cada apartado de forma cronológica y con numeración correlativa (63).
Para que los autores y textos antiguos destaquen mejor ante el lector, mis propios
comentarios a cada uno irán sólo en las notas al pie, aunque más prolijamente, a
cuya lectura para este caso y excepcionalmente me permito invitar, debido a que
allí justificaré en cada caso la auctoritas de cada fuente y, con ella, su respectiva cre-
dibilidad, además de tratar en ellas, lateralmente, algunos otros problemas conecta-
dos con la biografla de Adriano.

a) Fuentes históricas antiguas

1) Apiano (64), Hist. Rom., Iber. XXXVIII, 153 G (65): «Escipión ... en una ciu-
dad a la cual dio el nombre de Itálica. Ésta es la patria (Kai natpÍ<;
E<Ht) (66) de Trajano y Adriano, que más tarde ejercieron en Roma el poder
imperial:».

HA, en la que señala sólo dos de sus contradicciones (2, 1y19, 1). Por su lado la PIR (Aelius nº 184) evoca al
mismo respecto a Eutropio Gerónimo), Apiano, Dión (dos pasos), Gelio y Aurelio Víctor, más la HA, esto es,
siempre se manejan entre seis y ocho textos solamente.
(63) Los textos griegos los doy traducidos, pero reflejando en su lengua los términos que interesan. Las
palabras claves en cada texto las subrayo. Para los datos biográficos indispensables que doy sobre los distintos
autores me he servido sobre todo del muy útil repertorio de W. Buchwald, A. Hohlweg y O . Prinz, Tusculum
Lexikon, Münich 19823 , s.vv. y del Kleine Paury Lexikon der Antike, Munich 1975 (1979).
(64) En ausencia de los numerosos encomia y elogia que en ambas lenguas debieron de dedicarse a
Adriano en su tiempo, a los que antes ya me referí, así como de la autobiografia del emperador y otras, de
sus libertos o no, que circularan en su época, resulta ser la primera fuente en el tiempo, y contemporánea,
este abogado alejandrino, ciudadano, advocatus fisci y eques en Roma bajo Adriano, amigo y protegido de
Frontón y más tarde procurador imperial ecuestre en Egipto. Fue el autor de una conocida y conservada His-
toria Romana hasta el año 165. Debió de poder recopilar mucho material en la propia Roma, por tanto de
muy buena calidad (como además muestra su obra), aparte de sus conocimientos directos.
(65) Appien. Histoire romaine, tome Il livre Vl: l1bérique, ed. y trad. P. Goukowsky, París (Budé)
1997, p.34.
(66) El concepto de «patria», en griego (como tampoco en latÍn, ut infra), no da lugar a discusión, es el
«lugar de nacimiento»; aquí creo se refuerza por la igualdad que Apiano marca entre ambos emperadores: tan
patria era Itálica para el uno como para el otro. Sobre el uso injustificado de patria como «la legal» véase la
nota 60 e infra, en la parte IV.
-382-

(*) [Para el horóscopo de Adriano, compilado por primera vez entre 150
y 250 d.C. (más posiblemente dentro del siglo II y anterior a Dión
Casio, según Cramer), pero que por su fecha se ubicaría cronológica-
mente aquí, véase, por su comentario más detallado, infra, bajo el nº
23.)
2) Aulo Gelio (67), Noct. Attic. XVI, 13, 4: Divus Hadrianus in oratíone,
quam de Italicensibus, unde ipse ortus fuit, in senatu habuit... (68).

3) Dión Casio (69), Hist. Rom. LXIX, 1: «En realidadAdriano no fue adoptado
por Trajano, sino que ciertamente era su conciudadano (7tOAÍ't11s ao-
tou) ... » (7º).

4) Dión Casio, ibid.: «Cuando Trajano murió sin hijos, Atiano, conciudadano
de Adriano (7tüAÍ't11s aotou) y su antiguo tutor... » (7!).

(67) El famoso escritor arcaizante, conocido durante la Edad Media y Moderna como Agellius, nació,
más posiblemente en Roma, durante el reinado de Adriano, en torno al 130, y tuvo entre sus maestros a hom-
bres muy vinculados a la corte, como Favorino y Fronto. Se educó en Grecia en uno o varios viajes, y en Roma
ejerció como iudex extra ordinem. La calidad y precisión de su obra le acredita, y diversos autores, Macrobio
por ejemplo, le explotaron mucho sin citarle (KP, s.v.) . Su refinado vocabulario cuenta con finos matices, entre
los cuales posiblemente los que sugiero en el párrafo aquí citado (cj la nota siguiente) .
(68) El principal significado de orior es «nacer, salir de» (orta luce), que conlleva los vocablos derivados
origo y oriundus. Cf OLD, s. v. orior, acep. 7 (de personas), ex gr. M Cato, ortus municipio Tusculo, o hactenus
Romae seu per Italiam orti imperium rexere, etc. Aunque origo puede significar también «estirpe», la idea de la
procedencia italicense como primaria y no secundaria la remarca A. Gelio gracias al uso de unde, y también
porque no nombra a la ciudad (como una patria más «abstracta», según algunos han defendido, cJ infra) sino
a sus habitantes, lo que en mi opinión transmite mucho más el sentido literal: «discurso sobre los Italicenses,
entre los cuales el mismo Adriano había tenido su origen».
(69) Casi es ocioso presentar a Cassius Dio Cocceianus, bitinio y senador y cónsul (229) de la época de
Alejandro Severo, que le protegió. Es conocido el estado intermitente y fragmentario en el que nos han llegado
los 80 libros de su Historia Romana. Entre los perdidos está precisamente el LXIX con la biografla de Adriano,
que conocemos sólo gracias al resumen efectuado por el monje Xifilino en el siglo XI. Aunque su elevada po-
sición (con acceso a las actas oficiales) y su vida en Roma aseguran un buen conocimiento de las fuentes ante-
riores, pueden mantenerse ciertas precauciones con él en algunos detalles, por su clara hostilidad hacia Adriano
y porque en estos párrafos no estamos ante el libro original. No obstante, es claro que la patria de Adriano no
era para Dión uno de los asuntos políticamente atacables.
(70) Todavía más claro, pues la palabra itoA.íTr¡~ no deja lugar a dudas sobre la proveniencia de la mis-
ma ciudad; cuando más adelante Casio dé cuenta de las magnificencias a favor de su patria, quedará más claro
que para él ambas referencias son a Itálica y no a Roma. En contraste, véase cómo liquida el tema E. Cary, el
editor y traductor de Casio cuyo texto griego para Loeb sigo (1968, p. 425, en nota l): «Dio here follows the
erroneous tradition that Hadrian was born at Italica in Spain» ... (a la que reenvía también para LXIX, 10: nota
l, p. 442), en vez de plantearse, ya que va a traducir dos veces más la misma idea, si no será la errónea la
tradición del nacimiento en Roma. Véanse ahora, en efecto, los textos 4° y 5°.
(71) Sobre Dión como fuente adrianea, cf aún F. Millar, A Study of Cassius Dio, Oxford 1964.
-383-

5) Dión Casio, Hist. Rom. LXIX, 1O, 1: «Y aunque concedió a su ciudad natal
('t"flV 88 7tatpí8a) (n) grandes honores, y tan reiterados (73) como magrzíficos
regalos, sin embargo no la visitó (74)».
6) Eusebio de Cesarea (75), Chron. lib. JI, a. 117: Hic Adrianus Italícae m
Hispania natus consobrínae Traíani filíus faít(76). ---

(72) Ya que, como vimos, 7ta:tpíc; en griego no tiene más interpretación que la natalicia, es obvio que no se
refiere a Roma con estos honores y regalos, como bien observó, entre otros, G. Trapea (art. cit. nota 45, p. 153).
(73) Mi traducción difiere de la habitual, pues a 7tOAAÓ., por estar separado entre dos 1mi, le doy el
valor predicativo de la frecuencia, esto es, que los honores y regalos hacia Itálica fueron reiterados o repetidos
a lo largo de su reinado. Cary opta, en cambio, por la cantidad: «... he bestowed many splendid gifts ...», como
en general todos cuantos utilizan este texto en relación con Itálica (que son muchos y a veces lo traducen sólo
del inglés). Hace muy poco, A. Caballos Rufino y J.M. Rodríguez Hidalgo (art. cit. en nota 56: p. 20) han
considerado que esto son exageraciones de Casio. Esros autores afirman, a pesar de que en Itálica existe toda
una nova urbs, el mayor conjunto de mosaicos urbanos de España (colaboración arisrocrática al proyecto im-
perial), una suntuosa estatuaria (mucha del primer tercio del siglo II) o el gigantesco anfiteatro, tercero del
mundo por su capacidad, que «On ne peut en déduire de fac;:on certaine que l'empereur ait traité de fac;:on
particuliere sa patrie de maniere comparativement exceptionnelle» (sic).
(74) Interesa aquí sobre todo la consideración de Casio Dión acerca de Itálica como patria de Adriano,
porque confirma de plano sus dos menciones anteriores de Trajano y Atiano como sus conciudadanos. Por otro
lado, siempre he dudado de este aserto suyo (recuérdese que es fuente hostil a Adriano) ; o quizá el problema esté
en la forma en que se entienda ese final &µroe; OUK eífü:. La idea de que no volvió a visitar su ciudad natal siendo
ya emperador, aunque es universalmente aceptada, posiblemente no se corresponda con la realidad, debido a su
falta de lógica. Adriano estuvo en Hispania, y ciertamente en África, entre el 122 y el 123. Tanto por su curiositas
como por su afición a la Arquitectura, por fuerza tenía que interesarle supervisar in situ las grandes obras que él
mismo estaba financiando en su ciudad natal. Me parece además inexcusable una visita a Gades, antigua y noble,
vinculada a su madre y a su propia infancia, donde además tendría también familiares, y se hallaba la sede de «SU»
(y el de Trajano) Hércules (v. supra nota 15). De hecho, sus áureos de reverso Herc(ules} Gadit(anus}, de entre
119-122 (RICII, p. 321, núms. 231y236), pueden ser buena prueba de esta visita. Sin embargo, muchos auto-
res, yendo más lejos que Dión Casio, niegan incluso la posibilidad de su desplazamiento al sur (Syme, Half-
mann ... ), añadiendo el argumento de unas supuestas malas relaciones con su ciudad natal (así Syme también,
y otros tras él) . A. R. Birley (op. cit., p. 24) especula sobre que «studiously avoided returning there when he
was emperor» y su «negativ verdict» [?]sobre Itálica, aunque sí admite (p. 149), un viaje de Tarraco hasta Legio
[muydiflcil en pleno invierno; y se contradice al decir queAdriano habría estado allí de niño] y (p. 150) el viaje a
Mauretania. Por su lado, M.T. Boatwright (op. cit., p. 68) considera el evitar su visita como una «snub» o rega-
ñina de Adriano a Itálica (ignoramos por qué). Pero tal supuesta aversión hacia la ciudad carece de pruebas, y más
bien la desmienten tantos honores y regalos literaria y arqueológicamente comprobados, así como la aceptación
del emperador de ser duovir quinquenal in patria sua (Vita Hadr. 19, 1). De este tema trataré próximamente, por
un hace 40 años muy controvertido pasaje de la Vita Hadr. 12, 4 a propósito de los «ltalici retractantes», que a
veces se evoca (así el propio Syme, art. cit., pp. 145 ss.) para reforzar la idea de esas malas relaciones de Adriano
con Itálica, para mí no probadas (incluso aunque se diera crédito al aserto de D. Casio) e improbables.
(75) Este temprano padre de la iglesia (260-339) , panegirista y próximo a Constantino, escribió, antes
de Eutropio, unas Crónicas en griego, que conocemos sólo por traducciones, como las de Jerónimo y Rufino
para Occidente (PG Migne, Eusebii Pamphilii t. I, París 1857, col. 556).
(76) Como puede observarse, en estos datos la fuente de Eutropio pudo ser Eusebio, aunque sea a Eu-
-384-

7) Sex. Aurelio Víctor (77), Lib. de Caes. 13, 12: [Trajano] morbo periit... a-
scito prius ad imperium Hadriano civi propinquoque(?B).
8) Eutropio (79), Brev. VIII, 6, 1 (¿de Eusebio?): Defoncto Traiano Aelius Ha-
drianus creatus est prínceps... Natus et ipse Italicae in Hispania ... consobrinae
suae filium ... (Paianios: «Era descendiente de !talos nacidos y criados en Hi-
spanict» ).
9) Jerónimo, Chron. (de Eusebio: PL 27)), 2132, 01. 224, p. 197 H: Adria-
nus ltalicae in Hispania natus, consobrinae Traiani filius.
10) Latinio Pacato (80), Paneg. Theod dict. IV, 5: Nam primum tibi mater Hi-

tropio al que se tome como origen (v. infra); también pudieron copiarlo ambos independientemente, de otra
fuente común que no conocemos. Por otro lado, el dato de que Adriano «era hijo de una prima {consobrina) de
Trajano», que aparece en Eusebio, Eutropio, Jerónimo, Orosio (Hist. VII, 13, l, emendado en la Patr. Lat.) y
otros posteriores, se despacha siempre como erróneo, porque Epit. de Caes. 14, 1 y Vita Hadr., l, 2 afirman
que era su padre, Afer, el consobrinus de Trajano. Sin embargo, como vemos aquí, es más antigua la versión
consobrinae filius, y también la única que perduró. Por ello creo que quizá ambas fuentes pudieran decir la
verdad y ser de distinta procedencia: El parentesco entre Trajano y Adriano pudo ser doble, si Domitia Paulina
I era asimismo consobrina de Trajano, por una vía masculina, aún no clara, pero perfectamente posible. Por
otro lado, el padre de Hadrianus Afer pudo casarse una Traia, como propuse en el nuevo stemma de Trajano
del art. cit.. supra en nota 7, y desarrollo más extensamente en el artículo y libro en prensa citados en la nota
19. [N.B.: Téngase en cuenta que parto siempre de mis hipótesis de 1998, y en prensa, de que los dos Tra-
janos, padre e hijo, eran por nacimiento Traii, y que pasaron a la gens Ulpia por adrogatio del socer, hecha
sobre Traianus pater: por ello, la verdadera Ulpia sería la madre de Trajano.)
(77) Sexto Aurelio Victor fue un alto funcionario de origen norteafricano, consular según Amiano Marce-
lino y al final de su vida praefectus Urbis bajo Teodosio I; compuso, hacia el año 360 d. C., un muy utilizado libro de
cortas biografias imperiales, el Liber de Caesaribus. Recuerdo estos datos, quizá innecesariamente, para resaltar que
pudo utilizar, en razón de sus cargos, buenas fuentes primarias y bibliotecas, además de las suyas propias.
(78) Civis: aquí tiene el único sentido de «natural de la misma ciudad».
(79) Me resulta incomprensible que sir Ronald Syme descalificara a Eutropio como «Unscholar» (ut su-
pra), cuando precisamente era senador y magister memoriae del emperador Valente (364-378), para el cual re-
dactó su Breviarum ab Urbe condita en diez libros, traducido al griego ya hacia 380 por Paianios [en Monumenta
Germaniae Historica (cit. en adelante MGH), t. VI. l, p. 138, se dan ambos textos paralelos; recojo aquí la ver-
sión griega porque es interesante y no está en Eutropio). Para la época que tratamos Eutropio se sirvió de las
mismas crónicas imperiales perdidas que Víctor (M. Fuhrmann, KP, s.v., col. 469), aparte de datos propios del
ambiente cancilleresco en el que se movía. Fue utilizado, entre otros, por Jerónimo, Orosio e Isidoro de Sevilla,
pero hemos de suponer que no sólo por su claro y conciso estilo, sino también por su credibilidad.
(80) Este retor burdigalés, amigo de hombres cultos de su época, como Símaco y Ausonio, llegó a ser
proconsul Africae y comes reí privatae en los años finales del reinado de T eodosio. En este conocido párrafo de
su discurso del año 389 equipara exactamente en su origo hispana a Trajano, Adriano y Teodosio. Dado que
los otros dos nacieron con seguridad en Hispania (Teodosio incluso en la Bética, según dejo apuntado aquí, cf
notas 6 y 81), se deduce que a Pacato (con igual acceso a información imperial de primera calidad) le constaba
que también Adriano. Ya que, si se hablara sólo de origines familiares, y no de nacimiento (como alegarían los
partidarios de la opción de Roma), es evidente que aquí estaría citado también M. Aurelio, que en definitiva
era un Annius hispano, hijo, nieto y bisnieto de Annii hispanos, aunque él mismo hubiera nacido en Lanu-
-385-

spania est... haec principum est. Haec [Hispania] Traianum illum, haec
deinceps Hadrianum misit imperio, huic te [Theodosium] debet imperium...
deum dedit Hispania quem videmus.
11) Claudio Claudiano (81 ), Laus Serenae (carm. min. 30), vv. 55-57 y 63-64:
[Hispania] pretiosa metal/is, principibus fecunda piis. Tibi saecula debent
Traianum, series his fontibus Aelia ·fluxit... (s2)
12) Scriptores Historiae Augustae (s3), Vita Hadriani, 2, 1 (Aelius Spartianus):
... quinto decimo anno ad patriam rediit... (B4)
13) Scriptores Historiae Augustae, ibid. 2, 2: ... quare a Traiano abductus (Ha-
drianus) a patria et pro filio habitus... (B5)
14) Scriptores Historiae Augustae, ibid. 19, 1: ... in patria sua quinquennalis et
ítem Hadriae quinquennalis, quasi in alía patria... fait(BG).

vium. Luego en esta cita de Adriano se halla implícito su nacimiento provincial, en la medida en que también
Hispania era su matery en que él fue «missUS>> desde allí al Imperio, esto es, a Roma (cf infta bajo nº 26: las
sortes Vergilianae).
(81) Griego oriental, el considerado como último gran poeta clásico latino estuvo siempre estrechamen-
te vinculado a la corte teodosiana occidental, al servicio de Honorio y su tutor, Estilicón, brazo derecho de
Teodosio y su sobrino por su matrimonio con Flavia Serena. De Claudiano se conservan múltiples obras poé-
ticas, muchas loando los honores, victorias y consulados imperiales, y a veces compuestas, como ésta, para la
propia Serena. Si bien es natural que Claudiano fuera el artífice del imaginario simbólico de la corte, ello no
supone que faltara a la verdad en sus frecuentes alusiones al origen hispano de la familia (bético, aunque esto,
prejuiciosamente, se venga también despreciando), y menos en medio de una corte llena de hispanos. Motivos
por lo que creo puede concedérsele, a los efectos que aquí busco, credibilidad y una información de primera
mano. Sobre Claudiano y su obra me extiendo en varios capítulos de mi monografla (aún inédita) El clípeo de
Teodosio el Grande de la Real Academia de la Historia de Madrid (Madrid, noviembre de 2000).
(82) Se trata en este caso de un testimonio más relativamente directo. Me baso para tomarlo como
indicio del origen italicense de Adriano la expresión series Aelia en relación con fontibus jluere, lo que refuerza
las nociones de «nacimiento, manantial, origen», que no puede referirse a la gens Aelia de una forma general o
difusa desde la época de Escipión, sino al iniciador de la series o dinastía de tal nomen, que sólo puede ser,
obviamente, el propio Adriano y, por tanto, lo mismo que en Gelio (n° 2), atañe a su origo (y en este sentido
uso este texto en el trabajo citado supra en nota 7). Recuérdese además que la primera esposa y única augusta
de Teodosio 1, Flaccilla, era también hispana, posiblemente bética como él, y todavía una Aelia (cf mi artículo
y libro citados en notas 6 y 81).
(83) Utilizo la edición de E. Hohl para Teubner, ampliada, Zwickau, 1965-1971. Prescindo aquí de la
polémica sobre si el autor de esta Vita, compilada con las demás a fines del siglo N, fue Aelius Spartianus o
algún Ignotus, llamándole en todo caso como la tradición manuscrita de la HA lo hace: Esparciano. Buen re-
sumen del problema en A.R Birley, art. cit. CAH2 (en nota 59), p. 132 y nota l.
(84) Sobre el significado único de patria como lugar de nacimiento, véase más abajo en la parte IV.
Redire significa «volver a un lugar o situación» en los que necesariamente se ha tenido que estar antes.
(85) Véase la nota anterior, e infra.
(86) Véase la nota 84, e infta. Es evidente que si Adriano ve Hadria como una «segunda patria» es
porque, como aquí claramente se nos dice, «la primera» era Itálica, y no Roma. Porque se reconocerá que
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15) Scriptores Historiae Augustae, Vita Sev. 21, 3 (Aelius Spartianus): (frase
textual de Septimio Severo) « ... fa/sus est etiam ípse Traianus in suo muní-
cipe ac nepote diligendo ...» (ª7)

b) Fuentes históricas Medievales


16) Casiodoro (as), Chronic., ad an. 766: Huic (Traiano) successit Hadrianus...
Italicae natus ex consobrína Traianí...
17) Próspero Tirón (89), Epit. Chron., p. 422, n. 582: Hadrianus Italicae m
Hispania natus consobrínae Traiani filius fuít.
18) Jordanes (9°) (post 551): Rom., 269 (de Jerónimo): Adrianus Italícae Spa-
nia natus consubrinae [sic] Traiani filius ... (9 1)
19) Muhammad al-Razí (92), Ajbár muluk al-Andalus, cap. LXXIV: Adrían

la afectuosa deferencia hacia Hadria, por ser el lugar remoto de sus ancestros tres siglos atrás (y de su padre,
según Aur. Víctor, nota 49, e infra), sería anómala si sólo se pensara en Itálica como una mera «patria legal»
(que es el erróneo punto de vista de Syme, Birley y otros, v. infra, parte IV).
(87) «Se equivocó también el propio Trajano, al preferir (como hijo) a un sobrino y conmunícipe suyo... ».
Para mis propósitos, considero esta frase, atribuída a Septimio Severo en su biografía, pero no evocada en esta
polémica, tan definitiva casi como el propio horóscopo de Adriano (infra, sub nº 23): No sólo nos dice que un
emperador posterior sabía que Adriano y Trajano eran munícipes, de la misma ciudad, sino que el relato lo es-
cribe el mismo autor de la biografía de Adriano: Aelius Spartianus. De donde se deriva que el natus in Roma de
Vita Hadr. l, 3 tiene que ser necesariamente una manipulación o interpolación del texto original de Esparciano.
(88) Flavius Magnus Aurelius Cassiodorus, el más célebre escritor de su tiempo, senador y cónsul en el
514 d.C. Utiliza, entre otros, a Eurropio y Jerónimo, cf MGH, saec. IV-VII, vol. II, Berlín 1894, ed. Th.
Mommsen, p. 141.
(89) Este autor eclesiástico, originario de Aquitania, escribió a mediados del siglo V unos Epitoma
Chronicon hasta Genserico (a. 455), recogidos por Th. Mommsen (cf nota anterior, vol. I). Es mejor fuente
a partir del 412, como dice el TL; para el tiempo anterior debió de servirse de diversos autores, sobre todo,
según Grosse (ut supra), de Eutropio (Mommsen que de Jerónimo, quizá también de Eusebio).
(90) De origen godo o alano, obispo de Crotón, más tarde se trasladó a Constantinopla. Su Historia de
Roma, que termina post 5 51 d. C., como copiada de Jerónimo y otros autores, se considera de poco valor ( Tuse.
!ex. cit., s.v.), pero nos conserva la mejor tradición: consobrinae filius.
(91) Iordanis Romana et Getica, recens. Th. Mommsen (Monumenta Germaniae Historica, t. V.l), Ber-
lín 1882, p. 35.
(92) D. Catalán y S. de Andrés, Crónica del moro Rasís, Madrid 1974, p. 176 (el origen deAdriano figura
en la versión primitiva en castellano de la catedral de Toledo, msc. Ca). Muhammad al-Razí, cordobés, del siglo
X, es el más prestigioso historiador hispano-árabe. No conservamos su obra original, sino a través de las traduc-
ciones al romance de las cortes cristianas, donde se le leía con devoción y se le llamaba «el moro Rasís». Además
de ser andalusí él mismo, bebía en las mejores bibliotecas de Córdoba, como han puesto de relieve J. Fontaine,
M.C. Díaz y Díaz, D. Catalán y otros autores. Sobre él y sus interesantes aportaciones he tratado en algunos
lugares desde 1987 y, últimamente, en Fuentes árabes para la Mérida romana, en La islamizaéión de la Extre-
madura romana (Jornadas del Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, 30-31 de enero de 1999), Cuadernos
Emeritenses nº 17, edd. F. Valdés y A. Jiménez, Mérida 2001, 11-86, nº I, pp. 21 ss. Me interesa mucho aquí
-387-

[sic] ... e dizen que fae natural de Ytalia, Sevilla (scil., de Itálica de Sevi-
lla).
20) Al-'Udri (93), Tarsí' al-ajbar. «Se dice que el césar Adriyán [sic] era natural
de Itálica, perteneciente a Sevilla...
21) Alfonso X el Sabio (94), Estoria de Espanna (Primera Crónica General de
España: imperio de Adriano), cap. 196: Después de la muerte de Traiano
ell emperador, finco en su logar Adriano, fijo de su sobrina... E sabet que
est emperador Adriano fae natural dEspanna, bien cuemo Traiano su tío .. .
22) Al-Himyari (95): On dit que le César Hadrien était de l1talica de Séville.. .

c) Una faente antigua irrebatible: el horóscopo de Adriano (Fig. 1)


23) Antigono de Nicea, en el libro tercero de Hefestión: (Este horóscopo) es
de un hombre nacido... [siguen correlaciones astronómicas que arrojan
exactamente el día que bien conocemos: 24 de enero de 76; el lugar pre-
ciso lo sitúan O. Neugebauer y A. Farnsworth en el paralelo del sur de
Hispania] ... Fue adoptado a la edad aproximada de 42 años por un empe-
rador que era su pariente. Era inteligente y de muy buena educación, y recibió
culto en templos y santuarios rurales. Se casó una sola vez, con una virgen,
pero no tuvo hijos. Tuvo una sola hermana. Fue honrado y recibió la prosky-
nesis de muchos hombres... Fue benefactor para muchos... Gobernó sobre mu-

señalar, a efectos de la prevención, e incluso desprecio, que a veces he oído en quienes tratan por primera vez
con este tipo de fuentes históricas, que al-Razí escribió su obra original antes del año 955, esto es, más de un
siglo antes de que, en la segunda mitad del siglo XI, el monje Xifilino {que sin duda no usaba mejores fuentes
que el gran historiador árabe) incluyera en sus Eklogaí los epítomes de los libros perdidos de Dión Casio 61 a
80, entre ellos el de Adriano. A pesar de su época todos damos buen crédito a Xifilino; además, frente al monje
constantinopolitano, al-Razí ofrece la indudable garantía de que nació, vivió y trabajó en la vieja capital de la
Bética, utilizando diversas y bien surtidas bibliotecas, que en los temas hispanos serían mejores.
(93) Abu-1-Abbas al-'Udrí al-Dala-i, almeriense, vivió y escribió en el siglo XI. Precisamente en el capí-
tulo dedicado a Itálica inserta una breve historia de España hasta los visigodos, a la que pertenece esta mención.
(94) La editio prínceps de la gran obra histórica de este rey (1221-1284) , como Adriano más dedicado a
la cultura que a la guerra, fue editada por R. Menéndez Pidal. He manejado la reedición con estudio actuali-
zador de D . Catalán {en la serie Fuentes cronísticas de España, I), Madrid 1977. En esta primera Historia de
España cuajó la gran labor intercultural del siglo anterior; fuentes importantes suyas son Suetonio, Orosio y
Eutropio, entre otros autores.
(95) Abu 'Abd Allah al-Himyari, Kitab ar-Rawd al-Mi'tar, trad. E. Lévi-Provem¡:al, La péninsule ibéri-
que au Moyen Age, d'apres le.. ., Leiden 1938, reed. 1963. Las fuentes históricas de este autor norteafricano
occidental del XV son al-Razí {s. X) y al-Bakrí {s. XI), en la línea de Casiodoro y Jordanes, esto es, de Eu-
tropio. Por su fecha, casi cede ya el testigo a los autores del humanismo europeo. [Sigue su lento curso mi
estudio en larga preparación Fuentes árabes para la Hispania romana, con múltiples e interesantes datos; he
hecho un avance del mismo, con los textos relativos a Augusta Emerita, en el artículo ya citado en la nota 92] .
-388-

chas naciones... Se convirtió en receloso y se volvió contra sus parientes. En el


sexagésimo tercer año de su vida murió de una hidropesía, sucumbiendo en
medio de una apnea (96).

Incluso más que las fuentes ya citadas y que se citarán, este documento casi con-
temporáneo debe ser considerado empíricamente inapelable, ya que ofrece las coor-
denadas astronómicas precisas del lugar de nacimiento de Adriano. Sin embargo,
hasta donde alcanzo, la totalidad de los historiadores del siglo XX gue han defendido
el nacimiento de Adriano en Roma han desconocido o silenciado (97) esta fuente anti-
gua, aunque su compilación es poco posterior a la muerte de Adriano y se basa en
datos exactos que han sido calculados por otros colegas científicos; y también a pesar
de que su primera publicación, por W. Kroll, data de 1903, y de que ha sido frecuen-
temente estudiado, por ser el horóscopo imperial más antiguo y más extenso conser-
vado de la rica ciencia astrológica de la Antigüedad. Según F. H. Cramer, el de Adria-
no «is the only imperial horoscope which has come down to us from an almost contem-
porary source, the second-century physician-astrologer, Antigonus of Nicaea, being the
author... he had to adhere strictly to the general/y known facts. Por many readers would
s
remember them stilL.. This makes Hadrian horoscope... a useful historical source, espe-
cial/y in view of the dearth of contemporary records of Hadrian reigns» (98). s
Las coordenadas del nacimiento de Adriano se han es.tablecido con precisión
en una serie de tres horóscopos que, muy sintomáticamente, se habían conserva-
do unidos en la colección de Antígono de Nicea, datable en la segunda mitad del
siglo 11 d.C. (por tanto, todavía muy inmediata a la existencia real de sus pro-
tagonistas), que a su vez fue compilada en el siglo IV en la Apotelesmatica de
Hefestión de Tebas, junto con otras como las de Vettius Valens y Manetho. Fue-
ron editados y estudiados eruditamente en distintos momentos por W. Kroll (99),
E. Ruelle (100), A. Farnsworth (101), F.H. Cramer (102), O. Neugebauer con H.B.

(96) He seguido la versión de F.H. Cramer, Astrology in Rom4n Law and Politics, Philadelphia 1954
(reimp. Chicago 1996), pp. 162 ss.: «Hadrian: another astrologer in the throne (117-138»), 165 ss., que es
la de Neugebauer, seleccionando las frases que no son detalles astronó¡nico-astrológicos.
(97) Cuando se desconoce una fuente antigua importante es p.orque no se encuentra. citada en ninguno
de los autores manejados. La omi~ión .deliberada, en cambio, no se puede ver de forma tan benévola.
(98) F.H. Cramer, op. cit., pp. 164-165. ·
(99) W. Kroll, Catalogus Codicum Astrologorum Graecorum, Bruselas 1903, t. VI, p. f,7: horóscopo l,
de Adriano. ·
(100) E. Ruelle, ibid. t. VIII.2, Brusdas 191 ¡: hor?scopos.2 y 3, de L. Licinius Sura, y de C. Pedanius
Fuscus Salinator iunior. El atribuído a Sura es el único discutido, cf infra y nn. 106-108.
(101) Es citado por .F.H . .Crame~ (op.cit., nota 140) agradeci~ndole su ayuda al calculado para él los
datos; llega a la misma computación que O. Neugebauer (op. cit. en la nota 103, 94), aunque antes e inde-
pendientemente de éste.
(102) Op. cit. en nota 96.
-389-

van Hoesen (103) y D. Pingree (104). El primero y el tercero (según la clasificación


de E. Ruelle) son con seguridad los de Adriano y Pedanio Fusco el nieto, mien-
tras la atribución del segundo se ha debatido más. Cramer lo creyó del padre de
Adriano, P. Aelius Hadrianus Afer, pero ello no parece posible (105), y autores co-
mo T.D. Barnes y G. di Vita-Evrard lo atribuyeron a L. Licinius Sura(106); sin
embargo, encajan mejor casi todos los datos si perteneció al frustrado capax im-
perii y cuñado de Adriano L. Iulius "Ursus Servianus(10?). En este segundo horós-
copo se conservan de forma completa los mismos puntos astronómicos que en el
de Adriano, y esto permitió a A. .Farnsworth y O. Neugebauer calcular el clima...
«whose geographical latítude agrees with southern Spain, as well with Rhodes. Ha-
drian whose horoscope is absolutely certain surely was born in southern Spain and
not on Rhodes. Hence O. Neugebauer suggests very plausibly that ali three extant
horoscopes cast by Antigonos apply to the Aelian family» (108).
El primero de ellos, atribuíble con seguridad a Adriano, ubica por tanto, y sin
lugar a dudas, el punto preciso de su nacimiento en el sur de la Península Ibérica y
no en Roma. Coherentemente con ello, los autores que han estudiado o comentado
este horóscopo aceptan el nacimiento bético del emperador, excepto algún caso (109).
Pero, curiosamente, un testimonio tan categórico como lo es éste no suele ser ci-

(103) O. Neugebauer y H.B. van Hoesen, Greek Horoscopes, Philadelphia 1959, pp. 79, 90, 109, núms.
L 40, L 76 y L 113.
(104) D. Pingree, Hephaestio. Apotelesmatica, Leipzig 1974, t. II.
(105) Por un dato que Cramer no consideró: que sabemos que Afer debió de nacer en el 46, ya que
contaba unos 40 años en el momento de morir, según el papiro Fayum nº 19 (P. Grenfell et al. ,. Fayum
Towns and their Papyri, Londres 1900; pp. 112-115 = Smallwood nº 123), que se encontró fuera de contexto
y contiene copias de una carta de Adriano al futuro Antonino Pío, poco antes de su muerte, en la que le co-
menta dicho dato (cf M. Bardan, Les empereurs et les lettres latines, París 1940, pp. 410-411, con bibliografla).
(106) T .D. Barnes, The horoscope-ofLiciniiµ Sura?, «Phoenix» 30 (1976), pp. 76 ss. y G. di Vita-Evrard,
Des Calvisii-Rusonesa Licinius Sura, «MEFRA>> (1987.1), pp. 281 ss., espec. 321. Lo más curioso es que am-
bos rechacen el nacimiento de Sura en el sur de Hispania, insistiendo en el NE ( Tarraco y Barcino), cuando el
propio horóscopo, que ellos adjudican a Sura para hacerle cónsul del 86, afirma que era bético, sin margen de
error (según G. di Vlta-Evrard sería en Hispania «dans un sens farge ... » [!] ). Y cf la nota 51.
(107) Cj Alicia M. Canto, art. cit. 1991 en nota 3, pp. 296-299, con los argu_mentos.
(108) F.H. Cramer, op. cit., nota 12l_b _de la p. 163.
(109) A. Caball,os Rufino trató de estos tres documentos en: Los horóscopos de la Apotelesmática de He-
festión de Tebas y los senadores hispanorromanos, «Memorias de Historia Antigua» 7 (1986), pp. 121-128. Aquí
demuestra que conoce y acepta el documento, p. 121: «[la inicial intuición de Kroll de que se trataba del de
AdrianoJ ... además de por el análisis histórico se ve apoyada por la ca.incidencia exacta entre la fecha de na-
cimiento de este emperador.. . y los datos astrológicos del texto ...». Pero ello no le impide continuar afirmando
en otros trabajos que Adriano nació en Roma, cf en nota 56 o, por ejemplo, en Itálica y los italicenses, Sevilla
1994, p. 103: «... Adriano nació en Roma ... », ~mitiendo entonces la referencia al horóscopo que él mismo
había evocado unos años atrás (pero véase infra en la nota 112 idéntico desliz en A.R. Birley). Como ya dije
en 1991 (a propósito entonces de G. di Vita-Evrard), cuando s.e aceptan los daros de un documento se deben
de aceptar todos lo que dé, siempre que no haya alguna contradicción flagrante (como no la hay aquí, según ya
hemos visto), y aunque vaya en contr~ de alguna·de las _hipótesis que se quieren sostener (y supra nota 97).
-390-

tado (110) en las biografías usuales (111), ni se observan referencias a él cuando se trata
de la cuestión, quizá por no conocerlo, por falta de confianza en el mismo, por des-
dén hacia tal tipo de datos, o (seguro que minoritariamente) porque no les convie-
ne (112). Los horóscopos, muy al contrario, fueron de gran importancia, incluso de
Estado, en el mundo antiguo, y decisivos en gran número de hechos históricos y
decisiones personales y políticas, como óptimamente analizó, con mucho detalle,
Frederick Cramer en su ya citada monografía, e incluso el propio R. Syme recono-
ció: « The rank and function of astrology is often misconceived. Nowadays a base and
popular superstition, the art of Chaldaeans became far the ancient one of the natural
sciences. It won over the weighty authority ofthe Stoics, it enlisted as firm believers per-
sons of uncommon intellectual power, such as Tiberius Caesar» (m). Es aún más extra-
ño que, si él pensaba así, para el caso de Adriano no tomara Syme en consideración
su horóscopo, que claramente hacía de él un italicense nativo.

d) Dos fuentes antiguas susceptibles de corrección

24) Temistio (11 4), Orat. ad Theodos. XIX, 228 d: a/..J..' Tpai:avóv ye ou ou-
fü: MápKOV ouof: 'AV'tCOVtVOV' "COU~ CJOU~ no A.ha~ Kai apxr¡yÉ't'a~ ...
«La cual sin embargo (scil ape•iJ), no faltó a Trajano, ni a <Adriano> ni a
(Marco) Antonino (115), compatriotas y antepasados tuyos (116)».

(110) El horóscopo de Adriano no aparece recogido entre las fuentes sobre Adriano en los sucesivos
artículos de la Pauly-Wissowa-Kroll RE, ni en sus ediciones posteriores, la abreviada y la renovada.
(111) Véanse casi todos los diccionarios y manuales al uso, y las obras más recientes que cité supra en la
nota 20. Lo que omiten es una fuente que decide una larga controversia histórica.
(112) Sorprende comprobar que A.R. Birley defienda tan firmemente el nacimiento de Adriano en Ro-
ma cuando conoce el horóscopo de éste y la bibliografla sobre él, ya que hasta lo cita entre las fuentes generales
sobre el emperador (op.cit. en nota 57, p. 5 y nota 7 de p. 314); y, de hecho, usa el tercero de Hephaestio para
fijar la edad del sobrino niero de Adriano, el joven Pedanius Fuscus (op. cit., p. 309: « .. . died aged about 25,
according to the horoscope in Hephaestio Tebanus 2.18.62-6 ...»). No es, pues, una ignorancia de la fuente lo
que lleva a Birley a silenciar los datos del horóscopo de Adriano al decidirse sobre una cru:x: histórica tan de-
batida como la de su lugar de nacimiento.
(113) En Fictional History Old and New. Hadrian. A James Bryce Memorial Lecture delivered in the
Wolfson Hall, Somerville College on 10 May 1984, p. 19. Lo dice en el contexto de una interesante confe-
rencia, que tuvo como fondo un comentario erudito de las Mémoires d'Hadrien de M. Yourcenar (cf también
en Roman Papers VI, Oxford 1991, pp. 157~ 181) .
(114) Rétor paflagonio, pagano, desde el año 335 senador muy influyente. En el año 383 llegó a ser
praefectus Urbis de Constantinopla, y fue tutor del joven augusto Arcadio. Dirigió a Teodosio 19 de sus
33 discursos. No es preciso destacar que, con las circunstancias descritas, Temistio disfrutaba de una inme-
jorable información, tanto archivística como libraria y directa. He consultado la edición para Teubner de W.
Dindorf, Themistii orationes, Hildesheim 1961, p. 279.
(115) Creo que ésta es también la primera vez que modernamente se evoca a Temistio para este pro-
pósito. Nicolás Antonio en 1696 (BHV, su nota 2 de p. 98), al observar que ningún otro texto antiguo auto-
rizaba la idea de que A. Pío fuera italicense, propuso la corrección de 'AvtC(lvivov en <Hadrianum>, pensan-
-391-

25) Anónimo (m), Epit. de Caes., 14, 1 (ef. Paulo Diácono y L. Sagax): Aelius
Adrianus, stirpis <ltalicae?> (118) {Italae}, Aelio Adriano, Traiani principis consobrino,
Adriae orto genitus, quod oppidum agri Piceni etiam mari Adriatico nomen dedit, im-
peravit annis vigi,nti duobus.

e) Seis textos y argu,mentos indirectos: de la Sors Vergiliana al Lexicon de Suda

Quisiera ahora agregar algunos textos y argumentos que no afirman expresa-


mente, como hemos visto en los anteriores, que Adriano naciera en Itálica, o que
no naciera en Roma, pero sí que añaden más que sugestivos indicios a favor de
la hipótesis que aquí estoy defendiendo. Algunos de ellos no se han alegado nunca
o casi nunca en la polémica. Comenzaré por el interesante episodio adrianeo de la
sors Vergiliana.
26) Scriptores Historiae Augustae, V'ita Hadr. 2, 8: Quo quidem tempore, cum
sollicitus de imperatoris erga se iudicio (A.driano) Vergi,lianas sortes consuleret:
«Quis procul ille autem ramis insignis olivae
sacra ferens? Nosco crines incanaque menta

do que el error estaba ahí. Yo sugiero, en cambio, que Antoninum está correctamente por Marco Aurelio An-
tonino (que sí era bético de origen), y que es «Marcum>> la palabra a corregir en Hadrianum, o bien a suplir, si
es ella la que falta. El texto no tiene otras variantes (ed. cit., p. 279) pero obsérvese, en el comúnmente acep-
tado, que las palabras «ni a Marco ni a Antonino» contienen de todas formas algún error, bien onomástico,
bien cronológico, ya que se habla de tres emperadores, de los cuales A. Pío reinó antes que Marco, no se llamó
Marco y no fue hispano. Este locus de Temistio es uno de los varios que utilizo para probar la origo bética de
Teodosio (en el art.cit. supra en nota 6).
(116) La «genealogische Rekonstruktion» que A. Lippold supuso fabricada para vincular a Teodosio
con Trajano, aparte de no resultar verosímil, no necesitaba, en todo caso, incluir a Adriano, que sin embargo
aquí aparece mencionado como nacido en la misma ciudad.
(117) Esta obra, al igual que el De viris illustribusy la Origo gentis Romanae, que suelen ser reunidas con
el Líber de Caesaribus de Aurelio Víctor (sobre él véase supra, texto n° 7), como en la edición de Fr. Pichlmayr
- R. Gründel para Teubner (Zwickow, 1970) que sigo, se debe a un autor anónimo, ligeramente posterior a él,
puesto que llega hasta el año 395, cuando Víctor se detenía en el 360 d.C. Resulta evidente que el Anónimo se
basa mucho en Víctor, pero no exclusivamente, ya que muchas veces da informaciones que no aparecen en su
predecesor.
(118) Fr. Pichlmayr, en el aparato crícico de esta página (149 ad lin. 24), indica que los mejores mss
(son A B t) traen «ltaliae», pero también que en otros dos de ellos, aunque no de la mejor tradición (A y µ) se
lee «!talicae» (lectura que conserva F. Eyssenhardt en su Historia miscella, Berlín 1869). Dejo esta fuente como
dudosa sólo porque la palabra stirpis me parece más adecuada para un origen étnico, aunque Aurelio Víctor sí
mencionaba a Itálica expresamente en relación con Trajano (13, 1), b) y llamaba a Adriano civis de aquél (en
13, 12, cf supra texto nº 7)). También tiene a favor otro de Paulo Diácono (autor del siglo VIII que usa el
Epitome) que trae: Elius Adrianus stirpis Italice Hispania... , donde Hispania es glosa de Paulo: cf L. Sagax (s.
XI), Historia miscella, en: MGH, Auct.ant. II, 1879 (1913), p. 311. Para el padre de Adriano, Hadrianus Afer,
como Adriae ortus, véase lo dicho más atrás, en la nota 49, y la noticia sobre él, poco o nada conocida, que
mencionaré más adelante (bajo el argumento nº 28) .
-392-

regís Romani, primam cui legibus Urbem


fundabit, Curibus parvis et paupere terra
missus in imperium magrzum, cui deinde subibit»
sors excidit, quam alíi ex Sibyllinis versibus ei provenisse dixerunt( 11 9).

La consulta de Adriano a este popular método de vaticinio romano se produce


en un momento muy significativo, los años 98-99 d.C. Aunque en este comienzo
del reinado de Trajano el joven gozaba del afecto de su tío segundo y tutor, sentía al
mismo tiempo el odium de su cuñado, Ursus Servianus, que tenía sus propios des-
cendientes y aspiraciones; y Serviano era sin duda sólo el más poderoso entre los
muchos enemigos a los que él no gustaba como el mejor colocado para suceder al-
gún día al nuevo emperador (120). La sors le ofrece entonces este párrafo para aplicar a
su futuro. En principio, creo que estos versos de la Aeneida (VI, 809 ss.) -no pueden
ser traducidos tal como, ni en el momento para el cual, los escribió Virgilio sino,
aunque siempre respetando las palabras, pensando más en por qué Adriano y otros
comprendieron, desde un punto de vista profético, que este pasaje, donde el poeta
hablaba de N urna Pompilio, también se podía referir a él. Sin duda la más obvia
es la referencia al «rey que viene de lejos, coronado con ramos de olivo» porque incluye,
además de la distancia, el árbol simbólico de la provincia Baetica e icono de una de
las más tradicionales -riquezas de Hispania. En cambio, no creo que a los 21 o 23
años Adriano llevara ya su característica y pionera barba (que quizá se dejara crecer,
no por un defecto flsico, 6 por su pasión griega, como se repite, sino para emular al
regio model~ que la profecía le marcaba). También me parece seguro que a tan jo-
ven edad nadie, ni Adriano mismo, podría imaginar que con el tiempo sería peri-
tissimus sacrorum, y otro gran reformista y legislador como lo fue Numa: Un rey
pacífico y dado a las leyes que reinó tras otro fundador y guerrero, Rómulo (dos

(119) «Por aquel/,a misma época [scil., h. 97-99 d.C.], preocupado (Adriano) porsus esperanzas de llegar a
ser emperador, -como comultara /,as profecías Virgilianas le tocó ésta en suerte: «¿Quién es aquél que, a lo lejos, porta
los sagrados objetos, coronado él en cambio con ramos de olivo? Reconozco /,a cabellera y /,a canosa barba del rey de
Roma que comolidará con leyes a /,a joven Urbs; enviado, desde /,a pequeña Cures y una tierra modesta" hacia un
gran imperio, al que después ascenderá». Otros afirmaron que /,a profecía le había llegado a Adriano de los versos
Sibilinos». (Para primam Urbem opto por < <}oven Urbs», en vez de por «/,a primera RomtP> o «/,a principal de /,as
ciudades», que tampoco carecerían de algún sentido, debido a las citas posteriores de esta profecía, q. vid.) .
(120) Vita Hadr. 2, 6 (dando como causa sus derroches y deud:i,s) . Lo mismo se puede percibir en el
panegírico pliniano, declamad¿ en.pleno Senado (XCIV): Deinde, ut quandoque successorem ei tribuas, quem
genuerit, quem forrnaverit, similemque fecerit adoptato; aut, si hoc foto negatur, in comilio sis eligenti, momtresque
aliquem, quem adoptari in Capitolio deceat. Finalizando ya, Plinio pide a Júpiter que otorgue un hijo propio a
Trajano (lo que, por cierto, se contradice con Paneg. VII) y que, si ello no es posible, le inspire para que elija
para adoptar aliquem, quem ... deceat. Veo ahí un clarísimo menosprecio de Adriano (confirrnado por Vita
Hadr. 3, 19-11),. actitud que sólo cambió en el 108, tras la muerte de L. Sura (cj mi trabajo en nota 3, donde
asocio tales cambios al llamado testamentum Dasumiz). ·
-393-

afortunados precedentes, en efecto, para Trajano y para él mismo). Pero en el año


98, como digo, todo eso aún no era seguro para Adriano. Por lo tanto, la otra u
otras referencias en las que el preocupado consultante sí pudo «reconocerse» tienen
que hallarse en los dos últimos versos.
E~ mi opinión, la clave para interpretarlos es la ciudad de origen desde la que
el rey coronado de olivo viene hacia Roma, missus in imperium magrzum, que la pro-
fecía define como parvae Cures, y cuya «traducción oracular» desde el punto de vista
en el que me sitúo no es ya tan evidente. A mi juicio no sería con su sentido directo,
esto es, en el de la época exacta en que lo escribió Virgilio: «la humilde Cures», lo
que es exacto con respecto a Numa Pompilio (121) pero no tan transparente para
Adriano, ya que a priori no sabemos de ninguna especial relación de él con los Sa-
bini (excepto, se me ocurre, Vibia Sabina, su entonces aún futura aspera et morosa
mulier) (122). Aunque a efectos de la «doble lectura» del vaticinio la palabra Cures
podría tener otra variante (1 23), junto a ella, y manteniendo tal palabra una evidente
relación con los sabinos como antiguos fundadores de Roma, me parece mucho más
sugestivo recordar ahora que Cures no perteneció a la tribu Quirina, como casi todas
las demás ciudades sabinas (124), sino a la muy antigua y poco frecuente Sergia: Y que
ésta era también, casualmente, la tribu de Italica, en estos años todavía (probable-
mente desde César en el 45 a.C. (1 2s)) un municipium civium Romanorum, y el más

(121) Así, por ejemplo, E. Cary, en la edición de Loeb: «desde su humilde tierra de CureS>>, y muchos
otros filólogos e historiadores.
(122) Creo que sería ya exagerar las capacidades adivinatorias de las famosas sortes Vergilianae el suponer
que con los Sabini él reconoció su (con certeza ya por entonces muy previsto) matrimonio con su prima, con
la que se casaría poco después, en el 1OO. Aunque este matrimonio fue también otro factor fundamental, como
sabemos, de su ascenso al imperio, y sin descartarlo completamente, daré acto seguido una segunda y creo que
más racional explicación.
(1 23) Los vates pudieron también «traducirle» la frase a Adriano como «enviado desde una tierra humilde
y de modestos ciudadanos... », ya que encuentro la variante curis, -is, de quiris, -is, como equivalente a quiritis,
atestiguada, especialmente en poesía (OLD, 475, reenviando a p. 1559, ac. 1).
(1 24) Para Cures y la Sergia, aparte del clásico W . Kubitschek, lmperium Romanum tributim discríptum,
Viena 1889, p. 55, véase L.R. Taylor, The Voting Districts of the Roman Republic. The Thirty-five Urban and
Rural Tribes, Roma 1960, pp. 60 ss.: Los Sabini por antonomasia eran los de Cures, según se creía patria de
Tito Tacio y Nuiµa, origen del dios Quirinus y del término quirites para definir a los Romanos, que veían en
ella !~ vieja metrópolis sabina. Estos veteres Sabini de Ovidio, severissimi homines en Cicerón, recibieron los
derechos parciales de ciudadanía en el 290, y la civitas plena en el 268. Pero la mayoría de las ciudades sabinas
no estaban, como ellos, en la tribu Sergia, una de las rurales más antiguas, sino en la Quirina (pp. 274-275).
Buen número de senadores militaban en esta tribu (p. 278). Para la tribu Sergia en Hispania, poco frecuente,
cf R. Wiegels, Die Tribusinschriften des romischen Hispanien. Ein Katalog (Madr. Forsch. 13), Berlín 1985,
p.167 y passim.
(1 25) Ya hace un tiempo sugerí, tras traducir de nuevo el famoso paso de Dión Casio XLIII, 39, 5, que
debió ser Julio César, después de la batalla de Munda en el 45 a.C., el que reorganizara la Hispania Ulterior
conforme a la nueva situación resultante, concediendo el privilegiado status de municipium c. R. como premio
a las pocas ciudades que le habían sido fieles (como ltalica, Gades y Ulia Fidentia) y (al revés de la imagen
-394-

«romano» de toda Hispania a juzgar por sus reversos monetales. En conclusión: El


emperador que sucedería a Trajano llegaría a Roma desde una ciudad pequeña e
inscrita, como Cures, en la tribu Serg;,a.

De forma que estos versos de Virgilio (supuestamente elegidos al azar), que el


poeta puso un siglo atrás en boca de Anquises precisamente cuando describe a su
hijo Eneas a sus futuros descendientes los soberanos de Roma, sí que pudieron tran-
quilizar a Adriano acerca de sus esperanzas de llegar a ser él uno de tales príncipes;
como único pariente varón consanguíneo del poderoso Trajano, recién ascendido al
trono. Ya que él procedía, en efecto, de una provincia lejana, cuyo signum era el
olivo (126), y de una ciudad de cives Romani, esto es, de quirites, modesta o pequeña
con respecto a Roma y al magnum imperium hacia el cual él sería missus, como en
efecto era el caso de su Itálica natal, que pertenecía, como Cures, a la prestigiosa
tribus Sergia. El resto de las predicciones de la sors se cumplirían, en efecto, pocos
o muchos años después.
Esta profecía sobre Adriano debió de ser muy famosa en la Antigüedad, y no
creo que sea un invento posterior de la Historia Augusta, como a veces se ha suge-
rido (m). Cuatro textos antiguos anteriores al año 400, fecha aproximada de la com-
posición de la HA, he encontrado para probarlo: a) El primero de ellos demuestra
que los senadores la conocían perfectamente: cuando Claudio Tácito, siglo y medio
después de Adriano, en el 275 d.C., alega ante el Senado que no quiere ser empe-
rador porque es ya viejo, los senadores le repiten que Nerva, Adriano y Pío también
llegaron muy maduros (senes) al Imperio, y «... et tu legisti: incanaque menta regís
Romani... , dixerunt decies» (Tac. 5, 1). b) El segundo en Eutropio (Brev. VIII, 8,
1) cuando compara a Trajano con Rómulo (pero aplica a Antonino Pío la semejanza
con Numa). Los otros dos están en el Panegírico a Teodosio I de Latinio Pacato (389
d.C.), c) uno en IV, 5: Haec (sciL, Hispania) Traianum illum, haec deinceps Hadria-

habitual de «privilegio» con que se las acostumbra ver) castigando con la recepción de una colonia c. R. a las
que habían sido filo-pompeyanas ( Urso, Corduba, Hispalis, Hasta... ): cf. A.M. Canto, Algo más sobre Marce/o,
Cordubay las colonias Romanas del año 45 a.C. , «Gerión» 15 (1997), pp. 253-281, espec. 274 ss., y ya antes en
«Latomus» 50 (1991), pp. 846-857). [ Cf la incorporación de esta y otras ideas sobre la Córdoba romana por
P. León, en Colonia Patricia Corduba (Córdoba 1993), texto de la nota 33, y en «AEspA» 72 (1999), pp. 42-
44 (aunque se haya olvidado una vez más de citar su fuente) ; y por A. Ventura, en <<AEspA>> cit., p. 58 dextra
supra y nota 7, donde sí lo reconoce (pero no en su nota 36 .. .)J.*
(126) El olivo aparece sistemáticamente asociado a Hispania en las representaciones monetales.
(127) Autores que no toman en cuenta los textos posteriores que citaré ahora, como su biógrafo B.W.
Henderson (op. cit., 22), consideran la anécdota una «in after days invented story>>, a la que dio crédito «the
credulous biographer». Pero por qué no iba a ser cierta, en un hombre como Adriano, tan aficionado y experto
en astrología y al que, por otro lado, su tío abuelo de igual nombre ya le había pronosticado lo mismo en su
infancia (Hadr. 2, 4) . Cuando se analiza la Antigüedad, induce por igual al error el ser muy crédulo como el
ser completamente incrédulo.
* Es un hecho qu~ hasta mis b:abajos de 1991 y 1997, Rs colorffis de ciudadanos rananos hisµmas ~ pre~ntahm siem¡re cano"unpriviligio" .la propuesB que lancé entonces
(retradu:iendo a Dión Casio) cE que en realidid eian un castigo, en el caso de Césu mra Rs ciudi.desfilo1xrnuevarns Gunto al memio de hacernnmicipios c.R a las filocesarBrns), ha
sido desde entonres de lasmásfrnctíferas. Por cEsgracia he podido constatarmuchis veces que casi todos los autores que B repi'en " olvidni' citar cE quién putió. En este trabajo de
2004 citaba dos rjemplos, pero afiado (20 14) que más tarde lligó elcasomás BrnenBble : A. Caba llos Rufino, El nuevo bronce de Oswwy /apolítica co/011i=adora rommw, Sevilla, 2006
(y en otros relaciomdos) , usó mucho B idea (http://booki .google .es/book;?id=9yl _ECQpYQMC, ad ex . en sus pp. 331 , 374, 378-3 79 ... ) . Pero cita mi estudio exclusNarnente en su nota
420, yprecüando que "sólo para el teJ.na de la datación de B cnnplE.ción cEl Cl!!rpo cívi:o" (el! Corduba) . Obviu.ne:nte ,rnenos aln iba a reconocer que , sinel nuevo fragmento de ÜSlllll. ni
su c11riaAsi11ia, yo ya labía supuesto diez afios antes (ibid.) , que Asinio Folión pudo ser el deductor. Sobre esta pbga espafiob (y no sólo)rne he extendido en ollas ocasion~s
-395-

num misit imperio... , en el que reaparecen los vocablos mittere, deinceps e imperium
(además de Hispania) pero sobre todo misit imperio, igual que en la sors. El cuarto
en d) XI, 6: evocando la ciudad de Roma sus tiempos más felices, añora aquella épo-
ca en la que «legibus Hadrianus imbueret me [scil, a la Urbs]» (128), donde vemos
también juntos el trinomio Hadrianus, Urbs y leges. En los cuatro, pues, hay ecos
de estos versos de la sors Vergiliana para Adriano referida luego por la Historia Au-
gusta. Ello no sólo confirma, pienso, la veracidad del episodio profético, sino que
fue una de las anécdotas que la posteridad conservó en relación con los destinos im-
periales. De hecho, en el rétor y anticuario del siglo V1 Johannes Lydos se pueden
rastrear otros ecos de esta interesante y pertinente asociación entre Adriano y Nu-
ma (129).
Terminado este primer argumento complementario (13°), parece obligado que
los múltiples defensores del nacimiento de Adriano en Roma respondan a esto: ¿Có-
mo podrían haber sido aplicables a Adriano estos versos virgilianos (que él y otros
príncipes, senadores y escritores, coetáneos y posteriores a él, entendieron más o
menos así), si él hubiera nacido y crecido en la propia Roma? Parece evidente
que de ninguna. Aparte de que Numa en su época fue realmente considerado un
advena, Roma no puede ser definida como parvae Cures ni como pauper terra, cuan-
do además se menciona simultáneamente la prima Urbs a la que el nuevo rey llegará,
o sea, la propia Roma.

27) El último officium de P. Aelius Hadrianus Afer, un general experimentado


según Suda: «A childhood in Flavian Italica?».
Tienen bastante que ver con todo ello otros dos detalles, que suelen pasar más
desapercibidos y que sugieren, si no demuestran, que el pequeño Adriano debió pa-
sar en Hispania, y quizá en la propia Itálica, mucho más tiempo del que se dice. En
primer lugar, el officium de su padre. Cuando el senador P. Aelius Hadrianus Afer
murió, después de enero del año 86, Adriano, nacido en enero de 76 d.C., tenía

(128) Ambos según la ed. de R. Galletier en la col. Budé, Panegyriques Latines, t. III (núms. XI-XII),
París 1955, XII, pp. 78-79.
(129) No he tenido tiempo aún de revisarlos bien, pero es curioso que el párrafo que Lydos asigna a
Adriano (tampoco citado por RE, PIR, ni los demás biógrafos modernos: «... nacido de la noble familia de los
Aelios.. . por lo cual ordenó a sus sucesores que se inscribieran en este nomen ... »), se halle entre dos dedicados a
Numa sobre cuestiones religiosas (Ioannis Lydi Líber de mensibus, ed. R. Wünsch, reed. Stuttgart 1967, l.
I, parágr. 17, 18 y 21). Parece claro que Lydos consulta otra fuente , no identificable entre las usuales. Pero
guardo para otro momento el profundizar en esta relación.
(130) Cf para el tratamiento de esta anécdota los trabajos de G. Tropaea (supra n. 45), p. 153; Y. de
Kisch, Les Sortes Vergi,lianae dans l'Histoire Auguste, «Mélanges d'Archéologie et d'Hisroire» 82 (1970),
pp. 321-362; R. Zoepfel, Hadrian und Numa, «Chiron» 8 (1978), pp. 391-427; M.T. Boatwright, Hadrian
and !talian Cities, «Chiron>> 19 (1989), pp. 235-271 (en relación con las magistraturas municipales de Adria-
no); y G. Ortolani, Il padiglione di Aftodite Cnidia a Villa Adriana: progetto e significato, Roma 1998, cap. l.
-396-

diez años (Hadr., l, 4: decimo aetatis anno) (rn), y su padre apenas los 40 (m). La
Historia Augusta no menciona el status senatorial de Afer, pero sí Dión Casio (LXIX,
3, 1) (m), quien dice (vía Xifilino) que al fallecer era praetorius. A. R. Birley sugiere
que en los años anteriores a su muerte Hadrianus Afer pudo ser legatus o vicegober-
nador de su tío el procónsul de Asia (esto es, de Trajano padre, en 79-80, cf nota
140), o bien ser él mismo procónsul, o legado del procónsul de la Bética (explican-
do así el ad patriam rediit, en el año 90 para él, como queda dicho en nota 131).
Desde el punto de vista de las suposiciones en el que Birley se coloca, si tomá-
ramos en cuenta el único y conocido testimonio de Dión Casio, que define a Afer
como sólo praetorius, expretor, ello más bien querría decir que no desempeñó nin-
guna función pretoriana. Ya que era más normal haber desempeñado ésta antes de
los 33 (Trajano, ad ex., fue praetor en el 84, con 31 de edad), y un lapso de siete
años sin ejercer un nuevo cargo ni optar por el consulado podría sugerir mejor al-
guna enfermedad prolongada, que retirara a Hadrianus Afer prematuramente de su
cursus honorum. Habiendo o no desempeñado ya alguna función postpretoria, tal
retiro pudo ser ya en Itálica, desvaneciéndose así todas las hipótesis viajeras, heleni-
zantes o romanas para la familia que este autor maneja. Sin embargo existe, afortu-
nadamente, una segunda referencia sobre el posible último cargo de Afer, que en-
contré en el lexicógrafo bizantino Suda o Suida, y que, hasta donde sé, también vie-
ne siendo hasta ahora desaprovechada. Esta cita probaría que Afer, en su función de
vir praetorius, habría ejercido un comando legionario:
Suidae Lexicon, EV 527 (134): 'A8ptavó~· ~acrtA.cu~ eProµaírov ... yÉvo~
~OUAEU't'OU natpó~ ecrtpat11Y11KÓ't'O~ ''.Acppou· oÜtro yap rovoµá~E'tO («Adria-

(131) Contra Syme, art. cit., p. 142, que cree que s6lo tenía 9, y por tanto que Afer muri6 en el año 85:
«Which was the year, is the reckoning cardinal or ordinal? ... lt can be supposed that Trajan was at Reme
when Hadrian's father died. And !et 85 be assumed the year ... ». Pero nadie cuenta su propia edad con respecto
al siguiente cumpleaños, sino cuando cada año ha sido realmente cumplido, lo que es aún más fácil en el caso
de Adriano, por cuanto los hacía en enero. Durante todo el año 85, pues, se habría dicho que tenía 9, hasta el
24 de enero del 86 en que cumpliera los 10 (esto es, como lo hacemos todo el mundo). Por la misma raz6n, el
quinto decimo anno ad patriam redit de Hadr. 2, 1 debe fijarse en el año 91, y no en el 90 (pace, 16gicamente,
Syme, ibid., p. 143: «... Hadrian saw his 'patria' for the first time in che year 90, 'quinto decimo anno'. ..»).
Siguiendo estrechamente a Syme, Birley también opta, respectivamente, por los años 85 y 90 (op. cit., p. 16:
"··· In the course of the year 85 or at !atese in January 86 carne the death ofHadrian's facher»; y p. 19: «sorne
time after his next birthday, 24 January 90, Hadrian 'went back to Italica»>).
(132) P. Grenfell et al., Fayum Towm and their Papyri, Londres 1900, pp. 112-115: se trata del papiro
Fayum nº 19, encontrado fuera de contexto y que contiene copia de una carta de Adriano al futuro Antonino
Pío poco antes de su muerte en el 138, donde le comenta esta circunstancia. Vid. asimismo. M. Barden, Les
empereurs et les lettres latines, París, 1940, pp. 410-411, con bibl.
(133) PIR 2 Aelius 185: praetorius según Cas. Dio LXIX, 3, 1 (añade Groag, p. 31 , que de él también
Zonaras: pero este autor del siglo XII s6lo dice que A. fue hijo de Hadrianus Afer, sin mencionar su rango: PG
Migne, Zon. Annales, París 1864, t. I, p. 991).
(134) Suidae Lekicon, Lexicographi Graeci vol. I, ed. A. Adler (reed. Stuttgart 1971), p. 54 (sin variantes).
-397-

no: emperador Romano ... hijo de padre senador, Afer, un experimentado gene-
ral (m), cuyos nombres (scil. Aelius Hadrianus) él llevó ... »).
Se puede, pues, suponer con cierta base que, lo mismo que Trajano fue nom-
brado comandante de la Legio VII Gemina en el 86, a los dos años de ejercer la prae-
tura (en 84 d.C.), también su primo, Hadrianus Afer, pudo ejercer una misión se-
mejante, entre los años 79-80 (si, nacido h. 46, fue pretor h. 77). Según dónde tal
misión se desarrollara, y el tiempo que la desempeñara, ya no resulta tan seguro que
se llevara consigo a su familia. Si el cognomen Afer, redundante sobre el suyo propio
(Hadrianus), se debió a tal destino militar, éste se habría desarrollado en Africa. Pero
realmente no lo sabemos. A su vez, un tiempo medio de mando de tres años nos
pondría su terminación hacia el 82-83, faltando aún tres años para su muerte,
por lo que ese periodo de descanso (o recuperación) también lo pudo pasar en Itá-
lica. Con esto no quiero ir más allá en el juego incierto de tantas posibles «guesses»,
para las que realmente no hay apenas datos. Pero espero que sí quede claro que tam-
bién es posible que el niño Adriano pudiera pasar casi toda su «childhood in Flavian
Italica», a partir de este prácticamente inédita referencia de Suda sobre su padre,
Hadrianus Afer, y cf además la nº 28.

28) ¿Una tutela a 1.500 km? Trajano, comandante de la Legio VII Gemina
Felix en Hispania, entre 86 y 89 d.C. Y la vexillatio de Itálica.
Tutor non rebus dumtaxat, sed etiam moribus pupilli praeponitur (Paulo, D.
26.7.12.3). A favor de las posibilidades de una infancia de Adriano en Itálica, otro
argumento que no se suele tener en cuenta es que P. Aelius Hadrianus Afer dejó
designados en su testamento a dos tutores legales para sus dos hijos, aún menores
(Adriano y su hermana Paulina): su primo carnal M Ulpius Traianus y el eques, asi-
mismo civis suyo (según Dión Casio, texto nº 4) y quizá conmilitón (Suda, sub nº
27), Acilius Attianus(l36). Y, con ello, que las custodias legales de menores solían, y

(135) El vocablo no es propio del léxico griego clásico, sino del bizantino. También sería posible tra-
ducir como «pretor militar, gobernador militan>.
(136) Hadr. 1, 4: El segundo era el posiblemente también italicense eques P. Acilius Attianus, años des-
pués prefecto del pretorio, con Trajano y con él mismo (cj Hadr. 4.2, 5.5, 8.7, 9.3 bis y 15.2). Esta desig-
nación de Aferes uno de los ocho o diez argumentos gue militan en contra de la hipótesis de G. di Vita-Evrard
cuando supone que Cn. Domitius Tullus era el abuelo de Adriano (primero en Le testament dit de Dasummius:
testateur et bénéficiaires, en Novedades de Epigrafía jurídica en el último decenio, (Actas congreso AIEGL), Pam-
plona [1987] 1989, pp. 159 ss.). Aparte de las varias objeciones detalladas que ya le hice en mi art.cit. en nota
3 [entre ellas gue la madre de Adriano no se llamó Domitia Lucilla, sino Domitia Paulina, pues la colega fran-
cesa no comprobó este fundamental texto de la Vita Hadriani, como también se lo señala A.R. Birley (op. cit.,
p. 309) al desechar sus hipótesis por «conflict with the evidence»], añado ahora que resultaría también poco
creíble que Hadrianus Afer nombrara como tutores para sus hijos huérfanos .a Trajano y a Acilio Atiano si fuera
cierto, como pretende la aurora francesa, que los niños tenían aún vivo a un abuelo adoptivo (y además ri-
-398-

debían (como el texto del Digesto, y la propia lógica, indican), ser ejercidas muy de
cerca.
R. Syme supuso que, cuando murió Afer, Trajano estaba en Roma. No se basó
en nada en particular, o quizá porque tomaba el 85 como año de su muerte, en vez
del 86 (como dice realmente la HA: ut supra). Pero veamos la situación de esta otra
manera: Precisamente en este año 86 Trajano, por entonces a su vez expretor, fue
designado legatus legionis VII Geminae, y ello quizá durante el periodo reglamentario
de descanso en su patria. No necesitaba volver a Roma para tomar posesión del nue-
vo cargo, y quizá desde la propia Itálica se dirigiría a Legio, o a Tarraco, para incor-
porarse a su nuevo destino. Sabemos que se mantuvo los siguientes tres años al
mando de esta única legión en Hispania, hasta su precipitada salida hacia Germania
en el 89 (m) para ayudar a reprimir la revuelta de Saturnino, como es bien sabido.
Con él, formando parte de su concilium, seguramente se hallaba también su conciu-
dadano y compañero de armas Acilius Attianus.
Los autores que comento y otros muchos afirman que durante todo ese tiem-
po, 86-89, el ahora pupilo de ambos militares, el pequeño Adriano, «continuaría
viviendo en Roma». Pero esa hipótesis carece de lógica, ya que Trajano esos tres años
permaneció precisamente en Hispania, dedicado como mucho a recorrer la penín-
sula y las distintas vexiNationes de la legión. Se suele olvidar también, o incluso se
ignora, que una de éstas se hallaba precisamente en Itálica (138). ¿Parece lo normal
que durante todo ese tiempo Trajano y Atiano mantuvieran a sus dos pupilos, huér-

quísimo), ya que tal (supuesto por de Vita-Evrard) socer, Tullus, sobreviriría a Afer al menos 20 años. La autora
francesa ha vuelto hace poco sobre sus ideas (en: La famille de l'empereur: pour de nouveaux «Mémoires
d'Hadrien», en el catálogo de Tivoli ya citado en la nota 56, pp. 27 ss.), donde modifica varios de sus argu-
mentos a la vista de mis ob jeciones (aunque, naturalmente, no lo reconoce), como la inverosímil longevidad
de sus personajes (cf la pág. 287 de mi art.cit. de 1991 con su actual nota 45 , donde la madre, la tía y la nutrix:
de un ya muy anciano testador son oportunamente reconvertidas en su hermana, y en tía y nutrix de su hija
(«pour ne pas multiplier les records de longevité ... je préf?re [!] considerer Dasumia Polla... », y luego compárese
con su nota 22). Se puede, en fin, comprender bien la falta de acierto en un colega, y todos estamos sujetos a
ello, pero este tipo de infracciones éticas resultan imperdonables. En breve espero poder publicar algunas ya
necesarias puntualizaciones sobre este tema, donde se hallarán muy expresivas citas literales de esta aurora.
(137) D. Kienast, op. cit., p. 122.
(138) Lateres y tegu/.ae estampillados con el nombre de la legión, L VII G F ( CIL II, 1125, 6252, 2 y
Alicia M. Canto, La Epigrafia Romana de Itálica, Madrid [1983] 1985, nos. 68 y 69, láms. XLa y b, éste
hallado en 1963 por A. García y Bellido cerca del anfiteatro), posteriores al año 73-74 por el epíteto de F(elix),
y anteriores a S. Severo; a su vuelta en el 75, se asentó en Hispania definitivamente. Hübner dice que vio en el
Museo de Sevilla varias tegu/.ae más del mismo tipo y procedencia, hoy perdidas, y Bellido habla de otro la-
drillo similar, sin la L inicial, también luego perdido. En mi tesis doctoral supuse (ibid. pp. 324-325) que esta
vexil/.atio de Itálica pudo ser permanente, y colaborar en las grandes obras de la ciudad, especialmente en las
hidráulicas (p. 326, y la lápida de un miles, CIL II, 1126 = ERIT nº 70, sin el epíteto de Felix pero del siglo II,
cf también MM20, 1979). M. T. Boatwright desconoce estos detalles, que afectan al urbanismo de la ciudad,
porque las obras ortodoxas que ella conoce y maneja omiten una parte (y no la más pequeña o intranscendente)
de la bibliografia de Itálica.
-399-

fanos precisamente desde el 86, en Roma, a 1500 km de ellos? No lo creo, y casos


conocidos (como el de Lucio Vero 11 junto a Adriano: SHA, AeL 7, 2), indican lo
contrario. Por ello los niños estarían más bien en la propia Hispania; si no junto con
él, en sus castra, sí lo más cerca posible. Quizá incluso en la propia Itálica, cerca de
su madre (y prima de Trajano) Domitia Paulina; cerca también del resto de su fa-
milia y de sus posesiones gaditanas. En cambio, en el año 89, teniendo Trajano que
abandonar con urgencia Hispania al frente de la legión, para una situación de grave
peligro en Germania, sí sería sensato que decidiera enviar a su familia a Roma, para
que esperaran allí su regreso. Adriano tenía entonces 13 años, y esto además sí que
explicaría satisfactoriamente que, quinto decimo anno aetatis suae, el joven Adriano,
ahora pupilo del ya consul ordinarius del año 91, desde Roma ad patriam rediit (cf
infra).

29) Scriptores Historiae Augustae: Vita Hadr. 3, 1: Quaesturam gessit... in


qua, cum orationem imperatoris in senatu agrestius pronuntians risus esset...
En el año 101, cuando, como quaestor candidatus de Trajano, Adriano decla-
ma en nombre del emperador su primera oratio ante el Senado (redactada, supongo,
por el refinado clasicista Licinio Sura) contaba ya con 25 años de edad. Según los
eruditos que insisten en que nació en Roma, habría pasado casi toda su «childhood
in Flavian Rome» (139), o quizá algunos años incluso en la propia Grecia, adquirien-
do ya entonces (siempre según ellos) los cimientos de su posterior helenismo (1 40).
Pero esto tiene una prueba en contra: según Vita Hadr. l, 5, los estudios y la in-
moderada pasión juvenil de Adriano por lo griego, y su apodo de «el Grieguito»,
vienen relatados después de quedar Adriano huérfano en el año 86, y tales estudios
se hacen depender directamente de sus dos custodios italicenses, Trajano y Acilio
Atiano: ... Ac decimo aetatis anno patre orbatus... tutores habuit. Imbutusque inpensius
Graecis studiis, ingenio eius sic ad ea declinante, uta nonnullis Graeculus diceretur... ».
Donde se comprueba que sus fuertes estudios de la cultura griega no le fueron in-

(139) Es precisamente el tÍtulo de A. R. Birley a su cap. l, pp. 10 ss., y en 13-14: «Whether Hadrian's
parents took him back to the old family home in his early childhood is rather doubtful... senators were ex-
pected to live at Rome ... » (de donde saqué el título para mi argumento nº 27).
(140) Syme, art. cit., p. 144: «The young Hadrian owed his education to Rome of the Flavian empe-
rors, highly hellenized and continous with the Neronian epoch. Hadrian did not become a 'Graeculus' at Ita-
lica... ». Por su lado Birley (ibid., pp. 14-15), en una de sus diversas hipótesis sobre los cargos que pudo de-
sempeñar el ya pretor Hadrianus Afer, le imagina («no more than a guess») como el tercer legado de su tío,
Traianus pater, procónsul de Asia en 79-80 ... «that the child Hadrian could have accompanied his parents to
Ephesus, Smyrna and other ancient and opulent cities ... childhood impressions are important... Afer could
easily have been proconsul of Achaia in the early 80s, when Hadrian would have been a hoy of four or five.
Still, there is no need to invoke such speculation to explain how sorne who grew up in Flavian Rome would be
so attracted to ali thing hellenic. Rome was by then ... the largest Greek city in the world ... ». (Pace cJ ahora
supra el texto nº 27.)
-400-

culeados en su primera infancia, sino (más de acuerdo con su edad) tras su orfan-
dad, esto es, precisamente cuando, como acabamos de ver (ut supra, sub núms. 27 y
28), no debía residir aún en Roma, y menos aún en Grecia. Éste es buen momento
para recordar que, en otro texto poco frecuentado, Plinio el Joven también llama en
un momento dado Graeculus a Trajano, aunque él sería un magíster (Paneg. XIII).
Me parece claro, por tanto, que los muchos estudiosos que defienden tan pre-
coz «helenización» de Adriano, in situ o en la Urbs, no la han situado correctamente
en el tiempo, y seguramente tampoco en el espacio: Ya que aseguran que el niño
habría pasado en Roma o en Grecia casi todos los años de su infancia y adolescencia,
hasta que llega a Hispania, «far the first time», ya con su toga viril, pero sólo para una
«short season ... brief stay» (Syme), «briefstay... short stay» (Birley). Las preguntas en-
tonces son obvias con respecto a la oratio senatorial con la que argumento ahora: ¿Se
pueden conciliar todas esas guesses con el hecho de que, cuando Adriano se dirige al
Senado, contando ya 25 años, su todavía «rústico acento» provocara en su primera
intervención oficial ante el Senado tan general hilaridad? ¿Cómo es posible que
un hombre de ilustre y senatorial familia, que ha pasado toda su «childhood in Fla-
vian Rome», pueda llegar a los veinticinco años conservando al hablar un acento o
«provincial» o «provinciano»? Sabemos que fue esta pública vergüenza, según la pro-
pia Historia Augusta (3, 1) la que le movió ad summam peritiam et facundiam La-
tinis. Y no se trataba de que hablara mal el latín, sino de que su acento (pronuntians)
era agrestis, esto es, el de un hombre que no ha pasado el suficiente tiempo en un
ambiente urbano y cultivado como el de Roma. Una vez más, la misma Vita Ha-
driani contraría a sus defensores.

30) Claudio Claudiano, Laus Serenae, cit. (sub nº 11), vv. 63-64: Sola novum
Latiis vectigal Hiberia rebus / contulit Augustos.
En la relación de los augustos nacidos en Hispania, como ya vimos (texto nº
11), Claudiano contaba a Adriano. Estos otros versos suyos son otro testimonio in-
directo, pues sólo se puede entender si se admite que tan regio vectigal lo entregaba
Hiberia al Latium, o, lo que es lo mismo, que Hispania envió a Adriano, nacido en
ella, al Imperio. La frase carecería de todo sentido para ser aplicada a Adriano, si éste
hubiera nacido ya en Roma.

31) CIL III, 550 = ILS 308: P(ublio) Aelio P(ublii) f(ilio) Serg(ia tribu) Ha-
driano ...
Como antes comenté, la pertenencia de Adriano a la tribu electoral propia de
Itálica no es un obstáculo menor para los defensores del natus in Roma, y lo que
motiva que todos ellos tengan que admitir que, incluso teniendo su familia un do-
micilium oficial en la capital, por ser senadores, la origo oficial de todos siguiera sien-
do Itálica. Adriano debía de encontrarse tan cómodo en esta venerable tribus (re-
-401-

cuérdese que era la de la Cures de Numa y del viejo vaticinio) que, a pesar de haber
sido adoptado por Trajano (en este caso seguramente por vía del testamentum mi-
litare), él no pasó a la Papiria, lo que sí había aceptado Trajano (también original-
mente en la Sergia) al ser adrogatus por Nerva.

IV. El único testimonio a favor del nacimiento de Adriano en Roma: Vita Hadr. J, 3.
Advertencia sobre sus varias contradicciones

Contra el repertorio que vengo de exponer (25 textos procedentes de autores


antiguos, muchos senadores o vinculados al poder, con acceso a actas oficiales, a
buenas bibliotecas y a fuentes directas), y contra 6 argumentos, indirectos pero
muy significativos, como los que acabo de detallar, la Única y solitaria fuente antigua
que dice que Adriano vino al mundo en Roma es esta frase de la Vita Hadriani de
los Scriptores Historiae Augustae.

I) Vita Hadr. l, 3: Natus est Romae... (141)

Parece asombroso que, tan breve y contradictoria como la vemos, esta corta
frase haya tenido tanta fuerza para conducir al error a tantos buenos historiadores
desde el siglo XVI. Sólo la constatación de su soledad deja ya la sospecha de que
en ese texto la palabra Romae tiene que ser una manipulación o una interpolación
posterior. Acabo de aportar un nuevo texto (Vita Severi 21, 3, supra nº 15) quepa-
rece probar que, en efecto, esto no lo pudo escribir ni suscribir el mismo autor de la
Vita Hadriani (sea el oficial, Aelius Spartianus, u otro), ya que, según hemos leído,
en la biografia de Septimio Severo, firmada también por Spartianus, el emperador
Septimio Severo, tan amante y conocedor de los ulpio-aelios, llama a Adriano mu-
niceps de Trajano; y, como mínimo, el biógrafo no pudo despreciar datos bien co-
nocidos por otro emperador.
Pero, incluso sin necesidad de este nuevo apoyo, es obvia la debilidad del aser-
to, por sus inmediatas y múltiples contradicciones. Compárese ese natus est Romae...
con las otras cuatro frases que le siguen: ... quinto decimo anno ad patriam rediit (no
ya por patria, sino por redire), y abducto a patria... (ambos en 2.1), y con 19.1: in
patria sua quinquennalis foit... in Hadria quasi in alia patria... (cf supra textos
núms. 12-14).
Naturalmente, estas cuatro contradicciones (todas ellas o algunas) no pasaron
ni pasan inadvertidas a los partidarios de creer que Adriano nació en Roma, y en
primer lugar al agudo Syme. Por ello las han querido contrarrestar, y con el casi

(141) En la edición de Hohl, p. 3, se comenta en el appar. crit. a esta línea: «12 Romae] sed !talica
Hadriani patria esse videtur, cf Hieronym. chron. 197 b) Helm».
-402-

único argumento de que, en las citadas frases de la biografía adrianea, «patria» no


significaría «el lugar de nacimiento», sino sólo «el lugar del origen familiar», o bien
«la origo "legal"» (1 42). Lo que les lleva fatalmente, velis nolis, a hacer equivalentes la
patria y la origo. Tal idea es la que se repite desde Syme (143) hasta, en su misma
línea, el propio A.R. Birley recientemente (144).
Tengo entonces que llamar aquí la atención sobre el hecho, no señalado toda-
vía, de que esa equivalencia es refutada otra vez más por la propia Vita Hadriani: Ya
que sólo una decena de líneas antes, al inicio mismo de la biografía (1, 1), las dos
zonas geográficas de «origo» de la familia de Adriano son caracterizadas precisamente
(y en palabras del mismísimo Adriano: in libris vitae suae ipse Hadrianus commemo-
ret), como origo vetustior (a Picentibus) y origo posterior (ab Hispaniensibus). Si todas
eran también patriae, ¿cuántas patriae tenía entonces Adriano? Por esta principal ra-
zón, además de por otros muchos ejemplos en ladn que podrían citarse pero nin-
guno más categórico que el testimonio del propio Adriano, sostengo que, en las cua-
tro frases que cité, patria es deliberadamente diferente de origo, al revés de lo que
mantuvieron Syme y tras él otros autores. Ya que origo tiene, en efecto, más que
ver con «linaje, estirpe, raza, ascendencia». De forma que Adriano mismo sí marcó
muy bien las diferencias en su autobiografía: La origo más remota de su linaje era
itálica, picentina, y la origo más reciente, hispaniense. Pero, aparte de estos origines,
la patria suya propia era la de su nacimiento. Y así, patriam redire sólo puede sig-
nificar «volver al lugar de nacimiento, a la sedes nata/is».
Detengámonos ahora en su último recurso: la supuesta diferenciación entre
«patria» y «patria legal». Patria es la tierra o ciudad en las que se nace. Ya lo indica
claramente su raíz, la misma de pater. Según el OLD(145) es «one's native land, city,
etc.», donde no aparecen contempladas acepciones como <<patria lega6> y «domici-
lium», utilizadas por Syme, Birley, Chevallier y otros autores (infra). Añado a ello,
a efectos de comparación de raíces léxicas, que en latín se llamaba también patricus y

(142) Esto es, lo que en España llamamos «el solar de nuestra estirpe», o «de nuestros mayores», pero
que para la Ley de ningún país funciona como la «patria legal» de nadie.
(143) Art. cit. 1954, p. 142: «Gellius means che 'patria' and 'origo' ... », o, en 143-144: «lt was approp-
riate that a senator's son should then [i.e., after assuming che 'toga virilis'] pay a visit to the place of her fat-
hers...», quien fechaba esta visita juvenil también en el año 90 («for che first time»), aunque la asociaba a la
peste en Roma del 89, y a la inspección de sus hipotéticas plantaciones de olivos («big oil-men of che West»), a
su supuesta inscripción en un collegium iuvenum local (por militiam iniit) , etc.
(1 44) Op. cit., su nota 1 (p. 315): «There is no need to doubt that Rome was his birthplace [... ] ltalica
was his !!!!Xf!. or patria and he was registered in che cribe, Sergia, of that place... ». O en p. 19: «Sorne time after
his next birthday, 24 January 90, Hadrian «went back to Italica» [... ] but rediit probably simply conveys che
sense that «he went back to the old plantation»». Repite, más o menos, los mismos argumentos de su (por otro
lado, indiscutible y genial) maestro.
(1 45) OLD, s.v., p. 1310, acepción a, de personas. (No me ha sido posible consultar aún el muy recien-
te fascículo del Thesaurus Linguae Latinae correspondiente a esta palabra.)
-403-

patrius al casus genetivus, que parte de la misma raíz que gigno y gignor. «engendrar,
dar a luz, nacer» y, por ende, «de nacimiento».
Aunque he buscado con interés (pues sé que, aunque respetuosamente, todo
esto contraría la doctrina de docti homines, y maiores), no he encontrado nada en
los preceptos legales romanos que justifique este tan utilizado argumento de que
existe una patria legal que no es la de nacimiento. Legalmente, patria se opone,
en todo caso, a domicilium, como era el caso de los senadores, cuyo domicilium ofi-
cial era, en efecto, Roma, pero sin que ésta llegara a ser patria sua, pues siempre
mantenían como tal la de la ciudad o territorio en los que se había nacido. Y para
algunos ejemplos doy aquí la palabra a los juristas:
a) Dig. 50.1.30. Ulpianus 61 ad ed.: Qui ex vico ortus est, eam patriam intel-
legitur habere, cuí reí publicae vicus ille respondet.
b) Id, 1. la.6. Senator ordine motus ad origi.nalem patriam, nisi hoc specialiter
impetraverit, non restituitur.
c) Dig. 50.5.9 pr. Paulus 1 resp. Eos, qui Romae profitentur, proinde in patria
sua excusari muneribus oportere, ac si in patria sua profiterentur.
d) Dig. 50.1.27 pr. Ulpianus 2 ad ed. : Eius, qui manumisit, municeps est ma-
numissus, non domicilium eius, sed patriam secutus.
e) Sent. recep. PauL trib. 1. la.26: Si quis in munere legationis, antequam ad
patriam reverteretur, decessit, sumptus qui proficiscenti sunt dati non resti-
tuuntur.
Como comprobamos, solamente existía una patria, que era la propia ciudad de
nacimiento (incluso cuando se hubiera nacido en uno de sus vict), y una patria com-
munis, Roma, que lo era, en el plano teórico-espiritual, de todos los cives Romani,
como dejan claro también otros textos:

f) Dig. 50.1.33 (Modest.l. S. de manumiss.): Roma communis nostra patria est.


g) Dig. 48.22.18 ... relegatus morari non potest Romae, quia communis patria
est.
h) Rut. Namat., Hymn. Rom., v. 18: Fecisti patriam diversis gentibus unam ...
lo que, obviamente, no procede en el caso que debatimos. De forma coheren-
te, entre la copiosa documentación epigráfica disponible faltan también las pruebas
de tal duplicidad de patriae(1 46). Por lo tanto, no se podría llamar patria a una di-

(1 46) Me ha facilitado mucho esta pesquisa la útil web del Prof. J. Malitz, de la U.C. de Eichstatt
(http://www.gnomon.ku-eichstaett.de/Gnomon/ILS.html). En casi cien ejemplos localizados en muy diferen-
tes lugares, incluyendo senadores, siempre in patria sua se refiere a la nativa, y nunca se mencionan dos patrias,
ni Roma y otra patria, cuando, si ello fuera así, habría frecuentes ejemplos, de senadores y otros personajes
nacidos en Roma pero que favorecen a sus supuestas «patrias legales». Parece, pues, que no hay pruebas para
-404-

ferente de la sedes natalís cuando la Vita Hadríaní afirma que Adriano ad patríam
redíít, o que, debido a su inmoderada afición a la caza y las diversiones, Trajano
le hizo regresar, abducto a patria, o que, para honrar aún más sus orígi.nes vetustíor
y posterior, aceptó ser magistrado honorario quinquenal in patria sua y en Hadría,
quasí in alía patria, no es posible que se esté refiriendo a Roma, ni a ninguna otra
(inexistente) «patria legal» (147), sino a la pequeña pero ilustre ciudad bética en la que
él, como absolutamente todas las demás fuentes recuerdan, y en especial prueba su
horóscopo, había nacido.

V. Conclusiones

El lector me sabrá perdonar la acumulación de textos probatorios, y la inevi-


table extensión de la documentación a pie de página. Para disculparme por ello me
amparo en los quinientos años que se alarga ya esta controversia histórica, y en el
número y peso específico de los eruditos que han sostenido, y sostienen aún con
tanta seguridad, que Adriano nació en Roma. El aumento de las seis u ocho fuentes
clásicamente utilizadas hasta 23 (o 25, si se admiten las núms. 24 y 25), así como
los 6 argumentos suplementarios aportados, creo que deberían zanjar ya lo que pa-
rece un permanente error.
Como acabamos de verificar, la totalidad de las fuentes directas más antiguas:
Apiano, Antígono de Nicea, Aulo Gelio, Dión Casio, Eusebio de Cesarea, Aurelio
Víctor, Eutropio, Latinio Pacato y Claudio Claudiano, todos ellos de alto nivel cul-
tural, o senadores, o próximos a la corte, o todo ello junto, y con fácil acceso a la
información y bibliotecas, todos repito, afirman que Adriano nació en Itálica. Hay
que esperar hasta cerca del año 400 d.C. para encontrar la única fuente contraria,
ella sola y en una obra del no mejor crédito, como es la Historia Augusta, cuyas vitae
maíores también resultan afectadas en ocasiones por interpolaciones, errores y fan-
tasías. Acabamos de comprobar igualmente, por otra biografía firmada por Esparcia-
no, la de Septimio Severo, que las palabras in Romae en Hadr. l, 3 no las pudo
escribir el autor, ni las pudo tomar de otro (fuera Adriano, Flegón, Mario Máximo
o cualquier otro biógrafo): Son, pues, simple manipulación, muy temprana, del ar-
quetipo. Ya que se comprueban en ellas además las contradicciones ya señaladas,
esto es, ambas Vitae también se refieren a Itálica, y de forma inequívoca, como
la patria del emperador (patria, redíre, muníceps... ). Hemos verificado que tampoco
el vocabulario latino, ni el legal, ni las fuentes epigráficas, ofrecen una sola prueba

esta hipótesis que repiten tantos estudiosos (que a lo largo de este artículo singularicé, a efectos ejemplarizantes
de auctoritas y actualidad, en R. Syme y A.R. Birley).
(147) ¿Y no sería también una reductio ad absurdum considerar a in Hadria quasi in alía patria, como
«casi otra patria lega6>? Tres patriae para Adriano parecen realmente demasiadas.
-405-

en contra de que patria es sólo y exclusivamente el lugar de nacimiento. Por último,


he hecho una introducción deliberada de fuentes textuales, de aparente menor valor
pues se dice que copiaban o resumían cronicas y resúmenes anteriores. Pero esto
también ha tenido un objetivo, y tiene un valor historiográfico: Demuestra que,
lo mismo que antes de Vita Hadriani 1, 3 no hemos encontrado a ningún autor
que dijera que Adriano había nacido en Roma, tampoco hubo después, en siete si-
glos hasta llegar al siglo XII, fuente alguna donde tal nacimiento en Roma se repi-
tiera, se copiara, o se conservara de ninguna forma.
Desde el punto de vista de los métodos y las técnicas del historiador, por tanto,
carece de base seguir negando tal cantidad de testimonios antiguos. Ninguno que
conozca y examine por sí mismo estos 31 fuentes y argumentos, por primera vez
aquí reunidos y alegados, debería poder seguir manteniendo en adelante ni el naci-
miento en Roma, ni la posibilidad de una imaginaria «patria legal» para el segundo
emperador hispano de Roma. Publio Aelio Adriano, como Trajano, era natus lta-
licae, y su familia era de Hispanienses desde tres siglos atrás (no así los Traii, que
eran auténticos Hispani romanizados). Adriano debió de pasar en Itálica gran parte
de su infancia y otro periodo, sin duda extremadamente divertido y relajante, de su
adolescencia. Y fue allí donde comenzó a hacerse un Graeculus, como ya lo era, y en
grado de maestro (acabamos de leerlo, dicho por Plinio), su tío y tutor Trajano.
A.R. Birley, en otra de sus muchas «guesses», la del «verdict somewhat negatiV>>
de Adriano hacia Itálica, ve a nuestra prestigiosa ciudad bética, tan cesariana y tan
augustea, como «boring and petty>>, un <<provincial desert» ... «Ít was difficult to keep
one's spirits up every day in a small place without theatres, libraries, dinner parties... »,
que tenía sólo «one cultural ítem» para captar la atención de un quinceañero Adria-
no (148). La pregunta, pues, se impone: ¿Cómo pudieron salir de este «desierto cul-
tural», de esta ciudad bética «aburrida e insignificante» según él, todo un clan de
ricos senadores, y dos emperadores sucesivos, ambos cultos y helenizados Graecu!t?

(148) Op. cit., 24. Es asombroso que describa de este modo una ciudad cuya vetus urbs está casi com-
pletamente sin excavar. Pero al menos sí sabemos que hacia 100 a.C tenía una curia, una aedes Apollinis y un
foro, y al menos desde época de César justamente un buen teatro de estructura y materiales republicanos.
Estos datos arqueológicos están publicados hace mucho tiempo. Y me pregunto cómo puede saber este autor
inglés que no había bibliotecas... o «dinner parties». En eruditos de un determinado nivel, una no espera ya
encontrarse este tipo de fallos bibliográficos y de < <fascinating notiom» (por usar sus palabras hacia di Vita-
Evrard: p. 309). El único «cultural item» resultan ser los spolia griegos regalados por el querido L. Aemilius
Paullus (no por el odiado L. Mummius, ni de Corinto, ni al vicus), según parece demostrado por el dibujo
del excavador, que Mommsen y Hübner menospreciaron. [Yo me limité a estudiarlos y publicarlos: «Un nue-
vo documento de Paulo Emilio en la Hispania Ulterior: CIL II, 1119 = CIL I, 546», Epigraphica XLVII,
1985, pp. 9-19; y en breve volveré sobre ello, con <<nuevos» viejos datos. Pero cf A.R. Birley (op.cit. en nota
57, su nota 8 de p. 317): «alternative, but not necessarily proven [!], restoration by A.M. Canto»: Birley ha pres-
cindido de ver por sí mismo el dibujo que lo prueba, aunque aquel trabajo se publicó en una de las más co-
nocidas y accesibles revistas europeas].
-406-

Algunos atractivos más aparte de la caza tendría Itálica que Syme, Birley y otros no
han visto, para que Trajano tuviera que abducere a patria («llevarse por lafoerza» de
ella) a su joven sobrino (Vita Hadr. 2, 2). Por lo menos, Itálica tenía ya entonces
más senadores que ninguna otra ciudad bética (fig. 2), que algo harían por la cali-
dad de la vida urbana, aunque tuvieran una segunda residencia en Roma o una villa
en Tibur (ciudad que me imagino debieron de convertir en una «pequeña Bética»). Y
es otra evidencia más que cuando, poco después, se acometió en Itálica la construc-
ción de la Nova Urbs, para hacer a la ciudad más digna de sus imperiales hijos, al
menos 60 potentiores cooperaron con el proyecto, construyendo enormes domus de
2
entre 400 y 1.500 m , lujosamente pavimentadas. El propio Adriano, a lo largo de
todo su reinado (texto nº 5), demostró, con su espléndida magnificencia, con la
concesión del estatuto colonial y de su propio nomen, o al aceptar la máxima ma-
gistratura italicense, la importancia que para él tenía su vieja ciudad natal, aquella
parvae Cures desde la que él había sido, tal como predijeron las sortes Vergilianae,
missus in magnum imperium.
Adriano, como dije, debió a sus tutores y paisanos béticos los sólidos cimientos
de su formación helenizante (Hadr. I, 4-5). De todos modos, ello sería también
tradicional en su familia, senatorial desde al menos la época de César, quien debió
recompensar así al atavus Aelius Marullinus (Hadr. I, 2) el apoyo a su causa en los
diflciles años de las guerras civiles. Había nacido en la provincia donde se había ges-
tado, muchos años atrás, buena parte del espíritu culto y refinado del quinquennium
aureum de Nerón, muy cerca de la Colonia Patricia Corduba de los Sénecas y de
tantos otros hombres de letras y buenos estoicos; nada se opone, pues, a una buena
formación en Itálica, ni hace falta forjar imaginarios viajes de niño a Grecia, con
infantiles «schocks», para poder explicar una cultura helenizante en la madurez.
Y para probar que ello no era en absoluto necesario, a los muchos estudiosos
que parecen aferrarse a lo contrario voy a dejar como final un último y muy escla-
recedor texto de época: Cuenta el sirio Herodiano que el gran Marco Aurelio (por
cierto, un estoico educatus in Hadriani gremio: SHA, Marc. 4, 1), deseoso de dar la
mejor formación que fuera posible a su ya único hijo varón, Cómodo, «le hizo edu-
car con el mayor esmero, haciendo venir de todas las provincias a los más famosos hom-
bres de letras, a los que prometía salarios nada desdeñables, para que supervisaran con-
tinuamente la educación de su hijo... » (149). Frente a la despectiva imagen que diversos
e ilustres investigadores de todos los países mantienen (y llevan a otros más jóvenes a
tener) sobre el mundo bético (150), o en general el provincial, se diría que hacía mu-
cho tiempo que Roma no era ya el foco único de la cultura, sino que ésta se hallaba

(149) Herod., Hist., l, 2, l. Sigo la traducción francesa de D. Roques en: Hérodien. Histoire des em-
a
pereurs romains de Marc-Aurele Gordien !JI (180 ap. J-C. 238 ap. j-C.), París 1990, p.18.
(150) Véase supra lo dicho en el texto que corresponde a la nota 11, y esta misma, y no sólo el texto de
M . Griffin en la CAH2, sino muchos otros.
-407-

muy repartida por el Imperio. Y parece que, más bien al contrario ¡había que pagar
muy bien a los sabios provinciales para que accedieran a irse a Roma y vivir in pa-
latio .. .!
Eso al menos es lo que tuvo que hacer, en busca de la mejor educación para su
hijo, el auténtico sucesor de Adriano: M Annius Verus, Marco Aurelio. Otro em-
perador de estirpe bética, y de otra «Cures» aún más «parva» que Itálica, la Ucu-
bi (151 ) de los Annii, cerca de Corduba. El mejor y el más culto emperador que tuvo
Roma, según la inteligente opinión de Juliano el Apóstata (152).
Alicia M. Canto

(151) No Succubi o Sucubi, como por error siguen diciendo algunos autores. Corresponde a la más tar-
de (sin duda por los Anios) Colonia Claritas Julia Ucubi, hoy el mediano municipio de Espejo (Córdoba).
(152) Julian., Caes. 17, 29 y 37 (ed. Chr. Lacombrade, París, Budé 1964).
-408-

Fig. 1 - Fragmento del horóscopo de Adriano de Antígono de Nicea (siglo 11), del
cod. fil. gr. Vindob. nº 108, ff. 301-303 (tomado de F.H. Cramer, Astrology in
Roman Law and Politics, Philadelphia 1954, 19962 , p. 165, fig. 15).

GALLIA

Fig. 2 - Procedencia de los 209 senadores hispanos altoimperiales según provincias


y ciudades. Parciales: Bética 108, Citerior Tarraconense 57, Lusitania 30, de pro-
vincia indeterminada 14. Itálica en segundo lugar, con 17, sólo tras Tarraco. (Mapa
de la autora, publicado en el catálogo de la exposición cit. en nota 7 Hispania. El
legado de Roma. En el año de Trajano, Zaragoza, 1998, p. 214, fig. 1).*
* El titulo del capít1do en este ca tálogo es :"Saecu/11111 A eliw11, Saec u/11111 Hispa1111111 : P oder y pranoc ión cE los hispanos en Ron-ia '', págs. 209-224e n la 11 e clic ión (Zaragoza , 1998)y
233-251 e n la 2' (~ rich , 1999), vid. ahora en http://www.acacb.niaedu/l 133505/Saecultm __Aelim1 _Saec ulm 1_Hispamm_ Podery yra.nocion_deJ osJ tisµmos _e n_Ro.na Estas
re fu xiore s sobre el " lotcy hispano" en Rana , que CK:a blrÉ consigulendo " i111perü1111 mripere", e insta1ua r tul! d.i.nasfu bé tica e n el trono, partían a su vez de ob·asanteriores, publiai das
en Chiron 199 1, al ree stucfur el fam oso y si:1npre llama do " testa111e11111111 Daswnit', que atribuyo a Lucio Li;inio Sura , " Kaisennad"er" (J>fbun ) de Traja no y Adriano y µtra nú otrn
italic eme (e/ ahora en http://www .acalhnR .edu/1075564/CIL_ V I_ l0229 _El_testrurento_de _L~inio_Sura) Por cierto que tar.np~ o nada re ello se e11:ontraIB citado en obras
¡x>steriores en i&ntica linea , singul mm e nt: la de F . des Boscs-Pla teatLx, can o con justicia advirtió S. Pamram en su resefn en G 11a11011 2009 http ://chbeckm e ta p·e ss.cankontent
mg2648x04vlg541 / , y yo mi:ma a1 http://www .tiempodeb storia .canA.nodules.php?rrun e=N ew:&..fiC=artice&sid= 27 1 Tampoco se encontrará citado ninguno de mis estudios
(nimuchomenos Gerió11 2003, sobr e todos los Ulpioaeíos)enautores cano F. C klusson (200 7, 20 10 ... ), ni A. Galimberti (200 7)y varios ob:os .. . ¿Resulta creíbE , o posible, que
ning1mo de ellos Ea por lo menos lllla revista cano Chirou. .. ? (Éste fue , en 1998, el prinermapa cE serndores hisµmos descE el lEchoy pullicado por R. Étienne en 1965)

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