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Por mi rol dentro del equipo psicopedagógico de la escuela especial, tenemos

como función ir a los jardines a observar a niños con muchas dificultades, relacionadas con
la discapacidad. Por lo que asisto a una sala de 5 años, llego en el momento en que están en
la merienda, la docente me pregunta que tiene que hacer, le digo que siga desarrollando la
jornada como está acostumbrada que yo observaba, a los docentes les cuesta entender que
la observación no es hacia ellos.
Terminan de tomar y comer, limpian platos y tazas, los guardan en la mochila, se vuelven
a sentar, y la docente le da una actividad plástica, tenían que dibujar algo que les gustara,
con los fibrones. Muchos dibujaron los integrantes de la familia, otros dibujaban los
juguetes o personajes de dibujos que les gustaban. Usan muchos colores, algunos los piden,
otros esperan de los dejen de usar, otros los toman a la fuerza si el compañero no lo
desocupa.
La docente les pide que les entreguen la actividad, y vayan al baño los que tienen que ir,
porque después irían al parque. En ese momento se produce un atropello todos querían
entrar, los que ganaban lugar terminaban primero y salían. El docente les pide que se vayan
sentando cerca de la puerta los que estaban listos, allí se empujan, se quitan los lugares,
otros charlan, otros intercambian juegos con las manos, otros se patean. Se les llama la
atención y antes de ir al parque la seño les dice que tiene que contarles algo..." ayer me
llamo la mamá de Alina, (ella en un rincón, sola, no interactuaba, con unos ojos grandotes y
saltones, mirada muy seria, sin inmutarse cuando los chicos la miran) que le habían tirado
arena el día anterior, que no quería que eso se vuelva a repetir....”
Esta situación me llamó más la atención que el alumno que iba a observar, ya que el
tiempo que estuve en el aula, la niña no interactuó con sus compañeros, no le manifestó a la
docente nada que le molestara ni que necesitara, no gesticulaba, como que su actitud era
meterse para adentro, su mirada muy seria, escasa o nula comunicación en la mesita. Se van
al parque y ella sigue sola, jugando son su balde y su palita, cuando el resto contaba cosas
cuando jugaban uno decía que hacía, por ejemplo una torta y el otro la hacía más grande, o
le agregaba hojas o una vela y le daban sentido al juego, incluso me incluían en el mismo.
Me pregunto: que le pasa a esta niña que no puede interactuar?, que no puede
intercambiar con pares ni decirle a su maestra que es lo que le molestó?, será que no sabe
pedir ayuda?, tiene miedo?.
Tal vez hubiese sido mejor que la docente relate lo sucedido el día anterior, se dirija a la
niña diciendo que si esto vuelve a pasar se lo diga en ese momento, al igual que el resto
para que ella pueda resolverlo en ese momento.
Cuando me despido, la docente ansiosa me pregunta por el alumno, y le digo: ya vamos a
charlar cuando el resto del equipo cierre la observación, pero sabes? me llamó más la
atención Alina. Por qué? (me dice), ella es así.
Me voy pensando: cómo es así? No es esperable que a esa edad un niño no interactúe o
exprese sus emociones, que permanezca sola, establezca un juego solitario.
Desde ya que el aspecto que tomé es el socioemocional, somos seres sociales, mas o
menos, eso depende de la personalidad de cada uno, pero una de las características del ser
humano es que es un ser sociable, por lo tanto vive e interactúa en relación con pares o
adultos.
Si bien a lo largo de la infancia se observan diferencias en las estrategias disponibles en
cada niño, según el momento evolutivo, se produce una progresión hacia formas de
regulación más flexibles y autónomas, que favorecen la adaptación del pequeño a distintas
demandas el entorno.

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