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DOCUMENTAL.
Sin lugar a dudas un documental de este tipo sugiere que se examinen con detenimiento varias de
las particularidades que aborda, no solo por su contenido programático de temas puntuales de
debate, sino por su calidad de exposición y de categorías que logra captar. Un documental hecho
con bases experienciales de hechos directos, que se generan en un espacio y tiempo
determinados, con unas condiciones dadas por la sociedad y que dan pie para respaldar una
hipótesis planteada con anterioridad.
Pero el análisis del documental va mucho mas allá, puesto que realiza una mirada retrospectiva de
la hipótesis de la *obsolescencia programada* situando su nacimiento en una coyuntura puntual
el crac del 29, como motor principal de accionamiento de este vehículo, que particulariza su
direccionamiento hacia lógicas de consumo abrumador, como técnica para solventar y salir de la
crisis y que posteriormente con el paso de las décadas y con agentes de carácter político
económico y cultural en los diferentes plazas mundiales, se fue consolidando a la par con un
sistema capitalista que triunfa definitivamente con la caída del muro de Berlín.
Evidentemente con el actual sistema capitalista imperante, los modelos de consumismo salvaje
han llegado al extremo de su insensatez, hasta tal punto de no llegar a respetarse ni siquiera la
integralidad física y psicológica del carácter humano; hoy, por supuesto, seguimos caminando a
través de un espectro de polarización económica circundante, bautizado por medio de un manto
protector de “desarrollo”, que en algunos países se ha catalogado como sostenible, y que logra
apoderarse de nuestras finanzas diarias y por qué no decirlo de nuestras necesidades primarias.
El cambio trascendental surgirá cuando seamos capaces de pensar como humanos y no como
capitalistas abrumadores, puesto que si nos aferramos a la idea de que nuestros activos estén
envueltos bajo esa capsula del capital, circulando bajo la idea de comprar y vender, sin importar
costos calidad y servicio, estaremos en la bancarrota junto a un montón de chatarra inservible que
compramos a diario y que sin saberlo se va acumulando convirtiéndose en realidad el hecho de
volverse una necesidad. Partiendo de esa premisa estructural podemos desglosar varias
alternativas de análisis a nivel histórico que nos permitan comprender mejor este fenómeno. El
advenimiento coyuntural de la revolución industrial trajo consigo un aceleramiento del modo de
vida operandi de la sociedad a escala mundial , dado que su propagación no tuvo limitación a la
hora de apoderarse de los mercados como vehículo traslativo de poder y de riqueza elemental; se
da por tanto, un cambio bastante brusco no solo en aquello que los antiguos filósofos llamaban
“contrato social”, si no en el andamiaje de unos pueblos acostumbrados a un ritmo menor de
circulación y proyección de sus finanzas, pues se conduce a la sociedad desde una economía
agrícola tradicional hasta otra caracterizada por procesos de producción mecanizados para
fabricar bienes a gran escala.
Pero los continuos choques políticos en el mundo han sido una vertiente de problemas para la
economía propia de cada estado, no sin antes decir que estos hechos puntuales han supuesto la
alternancia y la adaptación de nuevas y variadas tecnologías encerradas bajo el tema de la ciencia,
que lejos de cumplir su función como motor primordial de avance y de mejora del ser humano, se
ha superpuesto bajo una lógica de competitividad y de poder irreparables entre potencias de
primera categoría. Ejemplos literales de lo anteriormente escrito, se encuentran evidenciados en
dos de los acontecimientos más violentos y de mayor trascendencia para la mayoría de los
habitantes del globo: la primera y la segunda guerra mundial dos hitos de referencia que marcan
la pauta de comprensión de un mundo actual entretejido bajo lógicas del pasado. Es claro que
estos dos momentos supusieron la entrada de nuevos avances científicos capaces de una manera
clara de dar la victoria para alguno de los contendientes; sin embargo un mundo que ha sufrido y
que se adaptaba a las condiciones dadas, es un mundo que se vuelve simplista y poco práctico
convirtiéndose en uno más de la lista de la espiral ascendente de un sistema que día a día se iba
convirtiendo en estructura base de movilidad de la economía de los estados : el capitalismo un
gigante que muestra una cara apacible ante las dificultades reportando una clara normalidad en su
proceso.
Pero su primer gran altibajo lo sintió en el crac del 29 en donde su mayor eje axiológico de
mecanización se derrumba como un efecto dominó alterando el curso de la historia y definiendo
desde este punto el porvenir de gran cantidad de países por no decir todos en su gran mayoría.
Pero la caída del muro de Berlín significó de un modo u otro el colapso de un sistema comunista y
el triunfo irreparable de uno capitalista. A partir de aquí se retoma el ideal capitalista de arrasar
las economías e inundarlas de su maquinaria e infraestructura basada en el mercado nacional e
internacional donde precisamente se encuentra el meollo del asunto y en donde comienza a verse
el problema reflejado en las mal llamadas *cosas*, que no son sino el producto que resulta de la
aplicación de las materia primas a distintos usos. Las cosas no son el problema la variante
coyuntural está en la ambigüedad de su estructura, porque de un lado son causantes de una
sociedad desechable, pero por otra se han convertido en productos de primera y segunda
necesidad; ese paradigma no está resuelto pero lo único cierto es que lo estamos viviendo.
Vivimos en una selva de cemento llena de material desechable que a mi modo de ver puede ser
cierto que solucionen muchos problemas de orden primario y secundario pero lo que no estoy de
acuerdo es de que estas cosas se conviertan en el vertedero de nuestra negligencia e ignorancia
caracterizada por la pereza que un producto como el celular por mencionar un ejemplo próximo y
la infinidad de software actual que utilizan estos aparatos idiotice a la gente hasta tal punto que
pierden la conciencia del tiempo y del espacio, sumergiéndolos en una realidad virtual plastificada
e inmaterial.
Somos víctimas de nuestro propio invento un mundo que crea necesidades inexistentes para luego
hacerlas de uso primordial para la vida, envés de que cada día halla menos necesidades por
emprender y más problemas que solucionar. Sin ir tan lejos un problema como el de la
contaminación y destrucción de nuestro propio mundo comenzando por su núcleo accionar que es
la naturaleza. Movidos por ese ímpetu de tecnologizarnos y de movernos bajo las lógicas del
mercado hemos dejado de lado nuestro entorno natural vital para nuestra propia supervivencia,
lugares enteros del globo están siendo destruidos y otros tantos ya inexistentes como ecosistemas
vivos son el legado nuestras futuras generaciones de humanos, que nacerán bajo un mundo en
caos desbordante, más que del cual estamos siendo sus principales artífices; un mundo actual que
se encarga de explotar al máximo los recursos naturales renovables y no renovables rompiendo
una cadena de evolución y de constancia al no ser capaz de reconstruir lugares completos que hoy
existen quizás en nuestra memoria.