Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
lectoras como tú. Está hecho sin ningún ánimo de lucro por
lo que queda totalmente PROHIBIDA su venta en cualquier
plataforma.
En caso de que lo hayas comprado, estarás incurriendo en un delito
contra el material intelectual y los derechos de autor en cuyo caso se
podrían tomar medidas legales contra el vendedor y el comprador.
Moderadoras de Traducción
Vale
Traducción
3lik@ Rimed
Aelinfirebreathing Sofiushca
Candy27 Taywong
Liliana Vale
Mais Wan_TT18
Mary Rhysand Yiany
NaomiiMora YoshiB
Recopilación y Revisión
Mais
Diseño
Evani
Índice
Sinopsis Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Capítulo 23
Capítulo 3 Capítulo 24
Capítulo 4 Capítulo 25
Capítulo 5 Capítulo 26
Capítulo 6 Capítulo 27
Capítulo 7 Capítulo 28
Capítulo 8 Capítulo 29
Capítulo 9 Capítulo 30
Capítulo 10 Capítulo 31
Capítulo 11 Capítulo 32
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 13 Próximamente
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Sinopsis
Dicen que solía ser una de ellos, pero ahora soy una
traidora.
—Pablo Neruda
Capítulo 1
SERENITY
CONFUSIÓN.
¿Quéestá pasando?
¿Quién soy?
Esto es lo que soy. No puedo decir cuáles son mis delitos, aunque
obviamente soy alguien importante. Alguien infame.
—Soy el teniente Begbie. ¿Sabes por qué estás aquí? —El hombre
que está frente a mí viste un traje oscuro, y tiene una mirada severa,
como si estuviera unido principalmente por el tendón y la ira.
—Haz que hable —dice. Y luego gira sobre sus talones y sale de la
habitación, la puerta se cierra de golpe detrás de él.
Me quedo mirando el espacio que ocupaba. Quienquiera que fuera
ese hombre, le hice algo a su hijo—yo y este rey por el que mantienen
preguntando—algo que rompió a un hombre endurecido.
—No lo sé.
—No lo sé.
Begbie toca sus labios con dos dedos; golpea a uno de ellos contra
su boca mientras me mira. Sé que está tratando de descubrir la mejor
manera de quebrarme.
—¿Qué sabe?
SERENITY
Estudio los dos anillos que adornan mi mano. Una es una banda
de diamantes amarillos. Costoso. El otro es una pieza pulida de
lapislázuli. Pequeños copos de oro brillan entre el azul oscuro de la
piedra, recordándome el cielo nocturno. Este no parece tan caro, pero
quizás significativo.
Mi corazón late fuerte en mi pecho.
Estoy casada.
Dejo que eso se procese. No creo que me guste eso. Incluso sin la
ayuda de los recuerdos, hay algo restringido en la perspectiva.
Organizo lo que sé: soy joven, mujer—lo saqué del espejo— casada,
peligrosa y valiosa para la causa de estas personas.
¿Quién soy para ser tan joven y tan experimentada en las obras
más oscuras de los hombres?
Levanto mi mano otra vez, dejando que los anillos atrapen la luz.
—Estás enferma.
—No.
Soy una mujer deshecha. Algo de piel y carne, hueso y conciencia,
pero no una persona, no en el sentido más verdadero. No tengo opiniones,
ni pasado, ni identidad. Me lo han quitado. E incluso aquí puedo sentir
lo incorrecto de ello.
Podría estar mintiendo. Sobre todo. Por lo que sé, toda esta
situación se inventó por algún motivo que desconozco.
Pasado.
—¿’Entregarme’? —Hace que parezca que no era nada más que una
mercancía. Poco más de lo que soy ahora: un medio para un fin para
estas personas.
—Sí, lo hice.
La indignación estalla en mí. Puede que no recuerde esta decisión,
pero tuve que vivirla en algún momento. Este general me ofreció a nuestro
enemigo. No importa que haya salvado muchas otras vidas. Este era el
mismo hombre con el que debí haber trabajado—con cuyo hijo tuve algún
tipo de relación—y sin embargo, me tiró a los lobos.
SERENITY
—¿Lo amo?
Se detiene en la puerta.
El general duda.
—Hay un rumor por ahí que el rey es inmortal, que no puede morir.
Tenemos un video del rey recibiendo un disparo en el corazón. Otro, una
granada lo está golpeando. Ambos fueron golpes contundentes, pero ese
cabrón aún sigue vivo.
—Preparen a la prisionera.
He perdido mi oportunidad.
Nadie me responde.
Me conocen.
No esto.
Somosamantes.
¿Por qué querría que volviera, este hombre que está tan dispuesto
a arruinar mi vida?
—Estoy bien.
—Voy a sacarte de allí —dice—. Pero, necesitas seguir con vida para
mí.
No puedo volver con él. No puedo. Él tiene poder sobre mí, un poder
que no tiene nada que ver con el dolor y el castigo. Estoy cautivada por
él, y teniendo en cuenta la forma en que rastrea todos mis movimientos
a través de la pantalla, el sentimiento parece mutuo.
—Se acabó el tiempo —alguien dice—. Hemos probado que está con
vida.
Es rabia.
SERENITY
Mis ojos arden, y al quitar capa tras capa, puedo decir que estoy
peor de lo que pensaba. Un olor asqueroso emana de mis vendas, y se
hace más fuerte cuanto más las desenrollo.
¡BOOM!
¡BOOM!
Niego con la cabeza, más que un poco de curiosidad por saber qué
tipo de chica rompe-bolas era antes de perder la memoria.
¡BOOM!
Sigo las escaleras subiendo dos pisos más hasta la cima. Todo está
tranquilo aquí.
Más allá de los enormes restos de este edificio, otro edificio arde al
otro lado de la calle, iluminando la noche oscura. Entre los dos, oigo más
que ver las peleas. El aire está lleno de humo nebuloso y huele a pólvora
y a cuerpos carbonizados.
Lo hace.
¿Dónde estoy?
Cuando llego al nivel del suelo, nada se mueve. Solo los muertos
viven aquí ahora.
Me pica la piel, y no puedo decir que sea por la fiebre esta vez.
El rey.
No es nieve. Ceniza.
Miro por encima de mí. El cielo parece magullado, al igual que las
nubes. Y huele...huele como el infierno debería oler. De azufre y de leña.
La llave ya está en la ignición, así que todo lo que tengo que hacer
es poner el auto en reversa y presionar el acelerador para ponerlo en
marcha. Oigo un golpe enfermo cuando el cuerpo en la cama del vehículo
golpea la pared metálica que nos separa. Vienen más golpes enfermos
cuando conduzco sobre los cuerpos tirados en el suelo. Me agarro el
volante con el puño blanco mientras cada uno empuja mis heridas y
sacude mi estómago inestable.
No, mejor morir en mis propios términos que vivir en los suyos.
SERENITY
El rey.
Mi torturador y mi marido.
También hay una buena dosis de horror en sus ojos. Trazan cada
uno de mis rasgos. Puede ver mi enfermedad y mis heridas.
Con una temblorosamano, apunto el arma hacia ese rostro. No
quiero sentirme así, como si le perteneciera a alguien. Preferiría morir
antes que vivir prisionera barajando entre dos enemigos.
Detrás de él, sus hombres apuntan sus armas sobre mí. El rey
levanta una mano y hace señas a sus hombres para que mantengan el
fuego.
Él debería morir.
Debe vivir.
Me quiere a salvo.
—Bájala. —Creo que tiene una idea de dónde está mi mente porque
está persuadiéndome—. No me vas a disparar.
Amartillo el arma.
—No puedo. —No sé nada más aparte de esto: luchar contra las
causas perdidas. Siempre tuve la intención de caer con el barco, no de
sobrevivir.
Esta salvajemujer. Aprendí hace mucho tiempo que era más feroz
una vez que apartabas sus capas. Lo que sea que le haya pasado en los
últimos días hizo hecho exactamente eso. No diferencia enemigo de
amigo.
SERENITY
No sédónde estoy.
—Estas despierta.
EL REY
MARCO.
Toco su mejilla.
—Puedo.
SERENITY
—Se ha ido. —Paso un dedo sobre ello. Cuando miro al rey, puedo
decir que está bebiendo en mi maravilla—. ¿Cómo?
—La medicina del Este es mejor que la de Occidente. Has estado
dentro del Durmiente durante mucho tiempo.
—¿El Durmiente?
Esto, por extraño que parezca, hace brillar los ojos del rey.
SERENITY
—¿Serenity?
No pertenezco aquí.
Le frunzo el ceño.
—Pronto lo sabrás.
Y lo hago.
Hay dibujos y juegos de tiza con los niños en mi calle, algunos que
conozco desde hace años, algunos que forman parte de la reciente
afluencia de inmigrantes. Esmalte de uñas y días con mi madre mientras
mi padre se entierra en el trabajo. Mi amor de la infancia que vive por la
calle.
Y entonces…
Por cada rayo de luz que arroja cada memoria feliz, hay una sombra
mucho más oscura.
A través de todo esto hay una sola cara, la respuesta a toda mi ira
y angustia.
Montes Lazuli.
El rey hizo esto. Parpadeo las lágrimas. Él hizo esto y ahora soy
suya. Atada a la raíz del mal que intenté detener con tanta fuerza. Es casi
impensable. No hay justicia en el mundo. No hay bondad.
Lo hace.
Capítulo 7
SERENITY
Pero no lo es, porque tengo que vivir con un pasado que habría sido
mejor olvidar. Mis recuerdos son horribles. Soy una mujer rehecha, pero
en esta cosa.
—Serenity.
—¿Qué recuerdas?—pregunta.
—Que te odio.—Un odio tan profundo y vasto que ha ennegrecido
mi alma. Incluso ahora lucho contra el impulso de arremeter contra él y
reparar mi vieja venganza.
—Lo eres.
—No.
—Nunca me fui.
Y ahora es un beso.
—No importa mientras esté lejos de ti.—No puedo hacer esto con
Montes ahora mismo. No con todos esos recuerdos tan frescos. Incluso
ahora llenan mi mente. Los muertos quieren reivindicación, y yo no
puedo entregarla.
—Déjennos.
—¿Qué decías?
—¿Y lo harías?
Mi piel se está erizando. Recuerdo el horror de mi situación como
si me hubiera pasado ayer.
—Sí.
No es suficiente.
Su boca miente, pero sus ojos no. Empiezo a pensar que algunas
de las cosas que ha hecho pesan en su conciencia.
El rey se inclina cerca.
Se aleja.
Me enderezo.
—Tu cabeza.
Chasquea la lengua.
Con mi mano libre froto la piel sobre mi corazón. Ahí fue cuando
perdí la memoria. El rey no le había administrado el suero, Marco lo había
hecho justo antes de volarse los sesos.
—Bombardeaste el lugar—acuso.
—¿Y?
Estaba aterrorizada.
Y ahora tenerlo sentado ahí día tras día y ver cómo se desarrolla
esta burla de mi vida. No sé si puedo soportar eso.
—Lo es… Mi reina necesita un lugar para llevar a cabo los asuntos
mundiales.
Me ha dado una oficina antes, no una que estuviera equipada con
mis afectos personales. No como esta. No sé lo que siento, pero me
inquieta.
El hombre que siempre toma es ahora el que da. Y quiere que sea
feliz.Aquí. Con él.
SERENITY
El rey me mira con esos ojos penetrantes, y juro que pueden ver en
mi mente.
Todo lo que vi fue sangre carmesí y todo lo que escuché fueron los
gritos de Will. Las paredes exteriores deben haber sido gruesas para
silenciar tales gritos agonizantes. La ira del rey era tan aterradora como
siempre había temido.
—Bueno, a mí sí.
Suspira.
—De todos los desaires contra ti, ¿ese es con el que me castigas?
Me alejo de él.
El ala este, por otro lado, contiene los asuntos oficiales del rey.
Atravieso varias puertas equipadas con letreros de los asesores del rey de
rangos más altos. Otra sala de conferencias y una sala que se asemeja
enfermamente a las salas de mapas de los otros palacios del rey. Me voy
antes de poder mirar demasiado de cerca a cualquiera de las caras
tachadas. Lo último que quiero ver es la cara de mi padre entre ellas.
Paso mi mano sobre una pesa de metal apilada contra la pared, las
empuñaduras desgastadas por el uso. Entonces decido que no seré lo
que detesto. Vendré aquí para entrenarme, y me ganaré el respeto de los
guardias o no lo haré, pero no perderé al soldado en mí.
SERENITY
Cuando nos movimos más allá de los setos, se vuelve claro que el
rey me está guiando a otro de los edificios que se encuentra en el límite
de los terrenos. Está hecho de cobre, mármol y mayormente de vidrio.
Cientos de paneles conforman por si solos el domo. Nunca había visto
una estructura como esta.
Un invernadero.
—Azul y dorado, son tus colores —digo. Solo ahora logro juntar los
simbolismos que han sido entrelazados en el mandato del rey.
—Todo.
—Me dijiste una vez que odio no es la única cosa que sientes por
mí—dice—. ¿Qué más sientes?
Montes suspira.
Nos miramos el uno al otro y creo que ambos nos damos cuenta de
que hemos encontrado nuestro igual.
Finalmente, él dice:
—Era yo o mi país.
—¿Esa fue la única razón?
Me engaña en un turno.
Echo la cabeza hacia atrás y miro a las estrellas que a duras penas
puedo ver a través del techo abovedado sobre mí. Quiero decir que las
observo porque son hermosas, pero no puedo mentirme sobre esto. Estoy
evitando la reacción del rey ante lo que estoy a punto de preguntar.
Tal vez mi vida vale un país para él. Tal vez vale menos. Cual sea
el costo, sabe que me molestaría más que su silencio.
—No te culpo por ello, sabes. Treinta años es un largo tiempo para
pasar coleccionando países como juguetes. —Lo suficiente para perder tu
consciencia.
Se pone de pie.
—Serenity.
—¡Serenity!
Ahora me detengo.
Las cosas más tenebrosas son esas que no entiendes. Eso es lo que
siempre me aterrorizó del rey, no podía descifrar sus motivos. Pensé que
estaba empezando a entender, pero no.
—¿Por qué te casarías conmigo si no fue por poder? —No hay más
de distraerse con el vaso de vino para ninguno de nosotros.
Elimina el último espacio que nos separa y extiende una mano para
ahuecar mi barbilla.
—No lo hagas.
No es propio de él preguntar.
Abro mis ojos. Los oscuros, ojos del rey me regresan la mirada. Mi
pulso se acelera un poco más. No se supone que quiera saber lo que
piensa o ser atraída por el mismo encanto que ganó países y oficiales.
Trago.
—Deja eso.
—¿Oh, en serio?
Montes deja que mis palabras calen, y por un segundo luce tan
razonable. Luego la burbuja se rompe.
Trago.
SERENITY
Es una pequeña cosa, esta libertad, pero la disfruto. Nos guío por
el camino de piedra para sentir la sensación de hierba entre mis dedos.
Tengo que morderme el interior de la mejilla para no sonreír al sentir la
tierra esponjosa y húmeda bajo mis pies y la picazón del césped. En este
momento no me importa que haya una docena de luces encendidas en
las ventanas del palacio, o que estemos a la vista de varios guardias. Nada
puede interponerse entre mí y este pequeño placer.
—Lo hice.
—Levanta tu pie.
—¿Asustada?
—Ven, Serenity.
—Despertando a mi esposa.
Le agarro la muñeca.
Estoy tan, tan terriblemente en conflicto, principalmente porque
disfruto haciendo esto con el rey.
Suspira.
Llevan bolsas de lona en colores que van del rosa al negro. He visto
esas bolsas antes. Esto no augura nada bueno.
Y de mi padre.
HACER LO CORRECTO.
¿Qué es lo correcto?
Ya no lo sé.
Miro al rey, que está hojeando una pila de papeles que le dio uno
de sus ayudantes.
Casi una hora pasa en ese coche. A veces pasamos por pueblos que
no se ven afectadas por la guerra del rey, y pasamos por ciudades más
grandes que muestran los más mínimos indicios de reparación: a lo largo
de los lados de algunos edificios y un muro temporal erigido alrededor de
una cuadra. Esto podría ser simplemente un mantenimiento general.
Hace tanto tiempo que no veo cómo las ciudades normalesfuncionan que
no puedo estar segura.
Eso es nuevo.
Me aclaro la garganta.
—Puede que me haya casado con el rey, pero no soy él. Soy uno de
ustedes. Me duele como a ti, amo como tú y puedo morir como tú.
Plaga.
Capítulo 11
SERENITY
Lo que nadie menciona es que, en primer lugar, las píldoras del rey
deberían haberme impedido que me contagie la peste. O que la plaga haya
recorrido su curso en esta región del mundo.
Incluso el rey.
Es poco probable, considerando que la exposición previa al virus
significa que sus cuerpos deben tener la inmunidad necesaria para
combatirlo, pero no es imposible.
—Ella llora.
—Estaré bien.
Quiero poner mis manos sobre sus labios para evitar que hable,
pero eso podría aumentar sus posibilidades de atrapar lo que sea que
tengo.
—Por favor.
EL REY
—¿Es nueva?
—Por lo que pude reunir, coincide con una variedad de plaga que
sus investigadores han estado probando.
Me paso una mano por la cara. Torturaré a todos esos técnicos uno
por uno hasta que tenga mis respuestas, y luego cazaré a quien sea que
haya hecho esto y los mataré lentamente. Hay que hacer un punto: los
que se atrevan a volver mis armas contra mí y los míos morirán, junto
con muchos inocentes.
—Su Majestad…
Esa noche en Ginebra, cuando la tuve bajo las estrellas por primera
vez, le conté todas las formas en que no era excepcional: cómo no era la
más bonita, la más inteligente o la persona más divertida con la que me
había encontrado. No me molesté en decirle que era la mujer más feroz
que había conocido, o la más trágica. No le dije que fuera cual fuera la
combinación de dolor y dificultades que había soportado, me cautivaba
por completo.
SERENITY
ELLOS DICEN QUE me tomó cinco días para vencer a esta cosa.
Dicen que era la cepa de plaga más letal que habían visto. Me dicen
que cuatro de cada cinco personas mueren a causa de esto. Que mi
comprometido sistema inmunológico me salvó de la muerte por un virus
que mata principalmente a personas sanas.
—O tú.
—¿Sí?
—Saludable.
Este retorcidohombre.
—Relaja tus rasgos, mi reina —dice Montes, su voz baja para que
solo yo la escuche—, te ves lista para masacrar la habitación.
—No me tientes.
Otra luce una joya justo debajo del rabillo del ojo. Está en el mismo
lado que mi cicatriz. Varias mujeres visten vestidos de color amarillo
pálido. Otra usa un vestido dorado misteriosamente similar al que usé en
mi anuncio de compromiso.
Me están emulando.
No creo que pueda ser civilizada esta noche. No aquí, no con estas
personas.
Miro los rubíes que gotean de sus oídos. Así es como sangran los
ricos, elegantemente.
Mi mandíbula se aprieta.
Las mujeres con las que viví con cuchillos afilados y pistolas
engrasadas. Vi una pelea a través de una herida de bala en el estómago,
a pesar de que finalmente la mató. Otra practicando reanimación
cardiopulmonar en un niño que no respondía que yacía en las calles que
patrullamos mientras estábamos siendo atacados por pandillas locales.
Eran algunas de las mujeres más duras que he conocido, pero morirían
por ti.
Y, entre todos ellos, está Montes. Nunca miro hacia él, pero siento
sus ojos en mí todo el camino.
Una vez que abro las puertas del palacio y el aire fresco de la noche
golpea mi piel, me doy cuenta del impulso que me acompaña desde que
entré a la cena. Me quito los zapatos y me limpio el lápiz labial con el
dorso de la mano. Me saco los pocos alfileres de mi cabello y sacudo mis
mechones. Atravieso los jardines y evito el gigante laberinto de setos.
EL REY
No le grites.
No la amenaces.
Dejo escapar una risa ronca y muevo una de mis piernas hacia el
interior de sus muslos.
SERENITY
Algo está pasando entre el rey y yo. Ha estado sucediendo por un
tiempo, pero no se está desacelerando.
Mi mirada se abre.
¿Es esto lo que hacen las parejas casadas? ¿Pisar los dedos del otro
hasta que la noción de privacidad se elimine por completo? No puedo
escapar de este hombre.
—Te patearé.
—Existen.
—¿Alguna vez consideraste el hecho de que tal vez lo que viste como
debilidad fue compasión en su lugar?
De hecho, me llevaba bastante bien con las mujeres con las que
vivía. Son solo las que están aquí las que no puedo soportar.
—Choco con la mayoría de la gente. Eso no tiene nada que ver con
esto.
Montes está sobre mí, con las rodillas a cada lado de las mías. La
curva de su dedo índice humedece mi barbilla mientras inclina mi cara
hacia arriba.
—No...
Me dejo deslizar mis dedos por su pelo revuelto y beso las gotas de
agua que gotean en nuestros labios. Nuestras bocas se abren y pruebo
este tabú que se abre camino en mi mundo.
SERENITY
Desde el baño, ambos hemos sido muy conscientes el uno del otro.
No creo que ninguno de nosotros sea propenso a tener emociones más
suaves, pero lo que sucedió hace menos de una hora no ha ocurrido
antes.
Tal vez sea ese pequeño detalle el que me hace darle una segunda
mirada. Un paño de lino está tirado sobre su antebrazo, y la base de la
tetera de plata que lleva descansa sobre éste.
Está a solo unos pasos de mí, sus ojos bajos. No está mirando hacia
dónde se dirige, e incluso mientras trato de eludirla, se las arregla para
tropezar conmigo.
ES SÓLO UNA vez que estoy de pie que me doy cuenta de que la
mujer infligió más que una herida superficial simple. Mis manos se
mueven a mi estómago mientras me balanceo.
—¿Serenity? —Los ojos de Montes están más amplios de lo
habitual. Se vuelve hacia los guardias que no están deshaciéndose del
sicario—. ¡Necesitamos un doctor! ¡Ahora!
—Hagan que hable por cualquier medio que sea necesario —dice—
. Entonces hagan un ejemplo de ella.
Una vez que el equipo médico nos alcanza, hacen un trabajo rápido
de recostarme en la camilla. Tomo la mano de Montes y la agarro en mi
propia mano sangrienta.
Sus fosas nasales se abren cuando respira por la nariz. Ese traje
perfecto de él está ahora arrugado.
EL REY
De nuevo.
—Sí.
—¿Qué es?
Quiere que la deje allí como una especie de vegetal hasta que
encontremos una cura para su cáncer. Marco aconsejó lo mismo
mientras estaba vivo. Y si estuviéramos hablando de alguien que no fuera
Serenity, podría hacerlo. Pero ahora que mi amigo más antiguo se ha ido,
mi esposa es mi compañera más cercana y se está convirtiendo
rápidamente en algo más.
Merodea.
EL REY
¿Con mi hijo?
—¿Lo está?
Él asiente.
Inhalo profundamente.
Un hijo.
Él palidece.
Bien. Tal vez la amenaza será suficiente para motivarlo a ser útil.
Ahora que estoy solo con ella, me doy cuenta de que Serenity no
reaccionará a la noticia como yo lo había hecho. No sé bien como lo
tomará, pero dudo que el regocijo encabece su lista. Recuerdo su apenas
enmascarada repugnancia cuando el tema salió el día de nuestra boda.
Recordarlo me quema con crudeza. Ella aún me odia; no me la he ganado
lo suficiente para que olvide la mala sangre entre nosotros. Y cuando
descubra que está embarazada con mi hijo… encenderá todos los
desencadenantes.
SERENITY
No es suficiente.
—¿Cómo te sientes?
—Tengo una pregunta seria para ti: Ahora que eres una
representante no oficial del hemisferio poniente, ¿cómo te sentirías
respecto a regresar a la NOU?
Tiene un punto.
Gruño.
Chasqueo mi lengua.
—Él no es una buena persona para tener trabajando para ti. Antes
de que fuera un político, era un rufián. Solo llegó al poder una vez que
asesinó a suficientes personas.
—No en ti.
Montes levanta una taza de café hasta sus labios. Luego de que la
baja, dice:
SERENITY
Los ojos del rey están apuntando a los míos cuando salimos del
avión. He encontrado fotos de junglas y trópicos, y hace mucho tiempo,
antes de la guerra, mis padres me habían llevado de vacaciones, pero los
recuerdos descoloridos y las imágenes bidimensionales no son nada en
comparación con esto.
El daño a este lugar se hace evidente en nuestro camino. No son tanto los edificios rotos
los que cuentan la historia de la guerra. No, es más sutil e insidioso que eso. Son las vides que
crecen entre los restos esqueléticos de las casas, las calles laterales que han
sido casi asfixiadas por las plantas.
Pero es como una fruta madura. A los ojos, todo está bien, pero hay
una enfermedad que se asienta justo debajo de la superficie.
Pero aquí en este lugar, la comida parece ser una ocasión alegre.
Una que celebra la vida y la gula. Envidio el estilo de vida incluso cuando
lo rechazo.
—¿La radiación...?
Su agarre me aprieta.
—Serenity.
Me gira
—Serenity.
—Tú y yo sabemos que solo hay una forma en que esto termina —
le digo.
Sacude la cabeza.
—No, Serenity. Quieres creer eso, pero ambos sabemos que esto no
termina en la muerte.
—Enamorados. Y vivos.
Capítulo 17
SERENITY
—Ha pasado mucho tiempo desde que hablamos por última vez.
Tú, traidor.
Mi padre tuvo toda clase de consejo por lidiar con figuras políticas
que no te gustaban. Nunca fui muy buena en seguir nada de eso, y ahora,
casada a mi archienemigo y enfrentándome a otro, estoy teniendo un
momento difícil para controlar mis emociones.
Sigue cuidadosamente.
—Puede hacer muchas cosas con esa lengua suya —dice Montes.
Ya está bien.
—Suéltame, mierda—siseo.
Creo que me está amenazando hasta que veo el calor en sus ojos.
Sigue siendo una advertencia, pero esta es de una naturaleza
completamente diferente.
—Por supuesto. —Su rostro está solo a unos centímetros del mío—
. Pero tú ya sabías eso.
—Tal vez debas solo bajarte los pantalones —digo luego de que la
siguiente ronda de invitados deja nuestro lado.
—De esa forma sería más fácil doblarte y dejar que todos aquí
besen tu trasero.
Ah, las NOU del sur. Siempre eran muy vocales cuando no estaban
de acuerdo. Es bueno ver que son consistentes al menos en algo.
Solo el rey tiene las pelotas para hacerme lucir como la mala y él el
mártir.
—Gracias a todos por estar aquí. Imagino que mejor nos lanzamos
a ello: ¿Cuáles son los mayores problemas que están en el camino de una
Sudamérica unificada?
—TE LAS HAS arreglado, de nuevo, para hacer que toda una
habitación te odie en tiempo récord —dice el rey mientras cierra la puerta
del frente tras nosotros.
Ese fue el mayor tema de las reuniones: quién iba a quedarse con
qué. El único momento que alguien sacó el tema de la salud general de
la región y el bienestar fue cuando querían usarlo como punto de
conversación de por qué merecían algo o por qué alguien más no lo hacía.
Jadeo ante la sensación. Está solo a este lado del dolor, y así es
cuando más amo el sexo. Nunca podría inducir algo completamente dulce
con el rey. No sin al menos un poco de lucha.
—No.
—Dilo —respira.
No lo hago.
—Dilo —repite.
Sacudo mi cabeza.
SERENITY
Veo a los guardias postrados en las cuatro esquinas del salón. Hay
más afuera, e incluso más estacionados en las torres de vigilancia que
bordean la entrada a la propiedad. Todo aquí ha sido adquirido a través
de derramamientos de sangre y mentiras.
—No.
Bastardo.
—La última vez que te vi, usabas un uniforme sin forma. Esta es
una mejor apariencia en ti.
No digo nada.
Suficiente.
Mi padre tenía razón cuando dijo que las apariencias lo eran todo.
Deja que el mundo crea que el rey y yo somos alguna extraña unión de
amor. Mejor que la desastrosa verdad: que lo odio cada pedazo tanto
como me preocupo por él.
Cuando rompo el beso, tomo la mano del rey. Está muy dispuesto
a seguirme lejos del círculo de admiradores que se disuelve rápido. Pero
no cinco segundos después, tira de mi mano y me atrae de nuevo hacia
él hasta que mi pecho está presionado contra el suyo.
Le advierto con mis ojos que no estoy de humor, pero no hace nada
para detenerse de inclinarme y tomar mi boca con la suya. En esta
posición, casi paralela al suelo, estoy a su merced.
Esto es ridículo.
SERENITY
Coloco un pie sobre el borde, luego el otro. Una vez de pie fuera del
balcón, mis brazos se envuelven alrededor de la barandilla detrás de mí.
Miro hacia el mar negro. Las olas rompen en la orilla, llamándome.
Pensaría que sería feliz, es finalmente un final para esta triste vida
mía. Regresaré a la tierra, al igual que lo demás que he amado.
Pero no me place.
Montes está unos metros de mí. No debería verse tan apuesto como
se ve. La luz de luna baña sus facciones, iluminando la mitad de él y
dejando la otra en la oscuridad. Usa solo pantalones sueltos, y tengo que
obligarme a no fijarme en su torso.
Busco su rostro.
Se ríe.
Sacude su cabeza.
—Algo más. Algo de lo que los poetas saben más que yo.
—A la muerte.
—¿Es eso lo que te trajo hasta aquí? ¿Todas las personas que has
asesinado?
—Muertos, sí. ¿Pero idos? No, no se han ido. —Si acaso están más
presentes que nunca. La muerte caza mis recuerdos y mis sueños; nunca
seré libre de ellos. Esa es la penitencia que pagas cuando tomas una vida.
—No sé cómo.
—Por supuesto —dice Montes—. Si tiene algo que ver contigo, estoy
interesado.
—¿Cuál?
—¿Qué deseaste?
Ahora me rio.
—Especialmente a ti.
Toma mis manos, como sabía que haría, y las presiona en la arena
a cada lado de mí.
—¿O qué? —Sus labios están solo un centímetro lejos de los míos,
y su voz es rasposa—. ¿Realmente nunca me dirás tus secretos? —Toca
mi pezón tanteándome.
Me carcajeo.
—Los deseos son para las personas que no pueden comprar lo que
quieren.
—¿Nirebihotza?
Asiento.
SERENITY
—No tienes por qué estar en conflicto con esto. Es solo el desayuno.
Me da un vaso de agua.
Suspira.
—Mis posesiones son dos veces más grandes que las tuyas —dice
Diego—. Incluso con el dinero asignado a mi territorio, no será suficiente
para el control de tierra.
El rey nunca fue como los demás; no sé por qué sigo dejándome
sorprender por él.
He llegado a mi límite.
»Mi esposo puede ser rey, pero me ha dejado a cargo de los asuntos
de América del Sur. Ustedes son uno de esos asuntos y, francamente, no
me gusta ninguno. ¿Quieren conservar sus trabajos y sus títulos? Quiero
ver algunas propuestas mañana para los programas gubernamentales
que ayudarán a su gente. Y es mejor que usen cada centavo de sus
presupuestos.
Me dirijo a Montes.
—¿No has oído? Todos los líderes buenos y honestos han sido
asesinados. Sólo quedan los débiles y los malos.
—Más les vale. Tal vez por una vez dejen de hacer fiestas y pongan
su mente y su dinero en algo que realmente importa.
—¿Y qué harás si no lo hacen?
Se pone de pie.
Son mi corazón y el del rey los que nos han traicionado a ambos.
Nuestro coche se detiene, pero dudo en entrar. Puede que sea una
prisionera, pero soy poderosa.
—Lo haces.
Montes me estudia.
Finalmente, dice:
Tan pronto como nuestro motor está al ralentí, salgo del auto, sin
importarme que haya dejado atrás a Montes o que los hombres del rey
no hayan despejado el área. Este último me grita que me detenga, pero
no lo hago. ¿Qué me van a hacer estas personas que todavía no se haya
hecho antes?
Ella salta hacia arriba y hacia abajo con mis palabras y traduce
para los niños que no entienden inglés. Pequeños chillidos estallan de la
pequeña multitud.
—¡Manuel!
—¡Esteban!
—¡María!
—Es por eso que luché tan duro por el alivio médico en las
negociaciones —le digo.
—Me pregunto qué pasará una vez que lo quememos todo. ¿Qué
quedará de mi reina cuando su furia ya no la alimente?
SERENITY
Lo miro fijamente.
Parece impenitente.
Me sigue.
Soy una mujer sin nada a su nombre, solo unos pocos recuerdos y
algunos sueños más.
Así que el rey habla en serio acerca de evitar que beba. Eso es
lamentable.Hablar sobria con estas personas es su propio tipo de tortura.
Solo tendré que arrebatar una bebida o dos cuando la cabeza del reygire.
—¿Dime otra vez por qué esta cena es importante?—Miro las joyas
que gotean del cuello de una mujer cuando entramos en el vestíbulo del
hotel.
—Qué bueno verlos a los dos esta noche—una pareja mayor nos
interrumpe—. ¿Están disfrutando de su estancia?
Tengo que estar equivocada. No hay una razón lógica por la que el
General Kline deba estar aquí en América del Sur Y, sin embargo, juro
que es él quien está al otro lado de la habitación con una bandeja de
entremeses.
Es él.
Me dirijo hacia donde vi por última vez al general. Voy lento porque,
sorprendentemente, la gente quiere hablar conmigo. Asiento con la
cabeza hacia ellos, cambio algunas palabras aquí y allá, y me abro paso
entre la multitud. Todo el tiempo mis ojos barren la habitación.
—¡General!—grito.
Maldita sea, es por esto que las botas de combate son muy
superiores a los tacones. Me levanto las faldas y corro detrás de él,
golpeando accidentalmente a algunos de los empleados de la cocina en el
proceso.No me importa que probablemente haya cometido media docena
de pasos en falso, o que una multitud de personas me hayan escuchado
y visto. Mi ex líder ahora un alto oficial de la Resistencia, se hace pasar
por un camarero en una fiesta a la que asisto.No voy a esperar a que la
mierda estalle.
—Siempre tuviste una afición por esa pistola. —La voz dura como
la de los clavos despierta todo tipo de recuerdos de un momento en que
supe lo correcto de lo incorrecto y lo bueno de lo malo.
Bajo el arma.
Mira hacia la puerta por la que salí. Los dos oímos una conmoción
que viene de las cocinas.
—¿Es verdad?
—¿Qué es verdad?
Ya lo sé.
—¿Dónde y cómo?—pregunto.
—Si realmente crees eso, ¿por qué unirte a la Resistencia? —El rey
le había permitido mantener su posición como general.
—¡Espera!
El general Kline está tranquilo, pero oigo mil cosas en ese silencio.
Estamos hablando del hijo amado de Kline, el hombre dispuesto a
hacerse cargo del trabajo del general.
SERENITY
—Si crees que ves a alguien que merece ser perseguido, me lo dices,
no lo persigues por ti misma.
Estaba muy oscuro para asegurarlo, pero creo que esa vena en la
frente de Montes está palpitando.
—Estás loco.
EL REY
Hay cien y una razones para que la Resistencia quiera que dejemos
este lugar antes de tiempo. La que está en lo alto de la lista: sabotear la
negociación. Malas hierbas como la Resistenciaproliferan en libertad. No
hay lugar para ellos en el mundo civilizado. Sudamérica sigue estando en
el caos en su mayor medida, pero tan pronto como ponga a ciertos
representantes con—limitado—poder, el territorio irá sobre ruedas.
Rodeo con un brazo su cintura, y nos giro para que ahora ella sea
la que esté de espaldas contra la cama, y yo el que se cierne sobre ella.
Y lo hago.
SERENITY
Casi.
Mierda.
Cubre el receptor.
El jet que escuché antes está casi sobre mi cabeza. Esto no es una
ruta de vuelo de rutina.Este es un asesinato orquestado.
—¡Serenity!
Nos miramos el uno al otro todo el tiempo, y creo que podría estar
intentando memorizar mi cara.
No en mil años.
Sacude la cabeza.
—¿Tú?
Sacudo la cabeza. Un puto jet. Estes llamó un jet para que nos
sacara sobre sus tropas terrestres. Esto es descuidado. Dramático, pero
descuidado. Estes debe haberse enterado de nuestros planes para irnos
y apresuró el ataque.
—¿Qué?—finalmente digo.
—Estas embarazada.
Retrocedo de él.
No.No.
Imposible.
Agarro mi arma con más fuerza, pero no estoy enojada, todavía no.
En este momento estoy... cegada.
—Sí.
Sus ojos siguen los míos. No puedo leer su expresión, pero sé dónde
persiste su mente. No puedo permitirme pensar en lo que acaba de
confesar, y si tiene que hacersu parte, tampoco puede pensar en ello.
—Serenity…
Miro por la parte de atrás del sofá y apunto mi arma hacia mis
oponentes. Algunos se están levantando del suelo, otros no. Aprovecho
su temporal desorientación y disparo mi arma. Apunto a sus cuellos.
Mierda.
El Rey Montes Lazuli mató por mí. El hombre más malvado del
mundo mató por mí y probablemente me salvó la vida al hacerlo.
—Gracias.
Quita los ojos de sus víctimas para asentir con la cabeza hacia mí,
finalmente dejando caer su objetivo.
Levanto la tapa de otra caja, una que aún no he examinado. Varias granadas se
encuentran entre virutas de madera. Tomo una respiración ante la vista. Este carro es
una bomba en movimiento; un disparo bien colocado y todos estamos en
llamas.
—Ya verás.
—Disparo.
Tengo tiempo para ver a los pasajeros ampliar sus ojos, y luego
dejamos el coche en el polvo.
Una vez que la ola inicial de la explosión se disipa, miro por encima
del hombro.Ambos autos están ardiendo, y nadie dentro de los vehículos
se está moviendo.
—Lo sé.
Cierro mis ojos. Luchar por tu vida tiene una manera de poner las
cosas en perspectiva. Y realmente, lo que me molesta no es que Montes
me haya ocultado esto; es que nunca intenté evitar que esto sucediera en
primer lugar, y ahora que ha...
EL REY
Suelto una risa cáustica que no hace nada para disminuir mi furia
floreciente.
SERENITY
Algo peor que náuseas sube por mi garganta. Algo peor que el dolor
y la violencia.
Amo a esta rota, rota criatura, y lo condeno a las fosas del infierno
por hacerme sentir así cuando debería odiarlo de nuevo. Si pudiera
razonar o suprimirlo, lo haría. Si pudiera aplastarlo con pura fuerza de
voluntad, lo haría.
—¿Estás listo? —digo, alineando mis miras. Una vez que dispare,
las cosas pasarán muy rápido.
—Hazlo.
Aprieto el gatillo.
Me apoyo contra el marco del jeep mientras nos dirigimos hacia las
puertas. Nuestro auto choca contra la verja de hierro forjado. El metal
gime y luego, con un chirrido agónico, se arranca por completo.
¡BOOM!
Espero que eso no suceda hoy. Espero que las personas que no
tengan nada que ver con los juegos de poder de Estes estén muy lejos de
aquí cuando Montes y yo estemos en el edificio. Porque vamos a nivelar
el edificio, y no vamos a tomar ningún prisionero.
Montes lanza una tercera granada, luego una cuarta. Los gritos
están empezando a armonizarse, y la casa se está incendiando.
Ahora la gente está saliendo del edificio, algunos en llamas. Disparo
a esos primero; una cosa es matar, otra es mirar a un ser humano sufrir,
e incluso después de todo lo que he visto y hecho, no tengo el estómago
para ello.
—¡Me rindo! ¡Me rindo!—Por encima del rugido del fuego, es difícil
escuchar la voz de Estes. Viene justo de dentro de la puerta principal—.
¡No disparen!
Oigo a Montes gritar. Junto a mí, tropieza, luego se alza hacia los
respaldos, agarrando su cadera.
Estoy asustada.
—Ya veremos.
—No.
Respiro hondo.
No quiero.
—No.
—Mentirosa.
Aprieto mi mandíbula.
—Gira a la derecha.
Hasta que miro al rey. Su cabeza se apoya contra la puerta del jeep,
sus ojos están cerrados.
—Mujer… viciosa…
Una vez el avión está listo para despegar, dos hombres me ayudan
a cargar a Montes al avión. Su piel está más pálida de lo que nunca la he
visto, y su cuerpo es peso muerto.
—El rey está muerto 3 .—El hombre que habla tiene dos dedos
presionados en el punto de pulso debajo de la mandíbula del rey.
Miro fijamente la cara del rey. Su cabeza cae hacia atrás, como si
se estuviera fijando en el techo, pero sus ojos están cerrados y su boca
está ligeramente separada. Los planos de su cara ya están perdiendo
forma.
—No —repito.
SERENITY
Tengo todo el tiempo del mundo y nada más que mis pensamientos
para ocuparme. Hay mucho que pensar y no quiero detenerme en nada
de eso.
Así que en vez de eso miro hacia el cielo solitario y trato de no sentir
nada. No funciona. La última vez que lo vi, Montes estaba muerto, e
incluso con los mejores esfuerzos del Durmiente, puede quedarse así. Si
no vive, seré reina.
Hoy lo hizo, y fue implacable. Salvó mi vida al menos una vez, pero
con toda probabilidad, me salvó de la muerte varias veces. Si no hubiera
matado tan fácilmente, nunca habríamos salido de Sudamérica. De eso
estoy segura.
Parece una vida más tarde que el altavoz superior hace clic.
Ginebra, el último lugar donde quiero estar. Hace solo unos pocos
meses había huido de esa ciudad, abordé un avión y crucé el Atlántico
para huir del rey. En aquel entonces había llorado la muerte de mi padre.
Ahora, aquí estoy volviendo al lugar que una vez había odiado, y estoy
tratando de devolver a la vida al rey muerto que una vez atormentó a mi
gente.
Cuando salgo del avión, es hacia una multitud de médicos del rey
y su equipo de seguridad. Tratan de arrastrarme para mirar mis heridas.
Los codeo y me dirijo a la bodega de carga. Detrás de mí, puedo escuchar
sus protestas.
EL REY
—¿Todavía me odias?
—Eres retorcido.
Es casi insondable.
SERENITY
—Mire su pelo de lino. He intentado teñir el mío del mismo color, pero
no puedo imitarlo.
Montes se inclina.
Dos horas más tarde, lo miro con furia cuando salgo del palacio,
mi cabello peinado, mi cara pintada, mi cuerpo enfundado en otro vestido
demasiado ajustado. Él espera a un lado de nuestro vehículo, vistiendo
su escudo de armas.
Me sigue.
—Vamos a la iglesia.
El peso de todo esto presiona sobre mí; estoy segura de que el efecto
es intencional. Esto es, por mucho, una carga.
Por primera vez desde que entré en la catedral, el hombre que está
detrás de mí habla en inglés.
SERENITY
—No va a morderte.
Me engañaste.
Forzaste mi mano.
—Ya sea que te guste o no —dice—, siempre has sido una reina. Lo
eras esta mañana antes de despertar, lo eras el día que deslicé mi anillo
en tu dedo. Lo eras la primera vez que posé mis ojos en ti. Lo eras la
primera vez que sangraste y en el primer momento en que respiraste. —
Muy deliberadamente, pone la corona en mi cabeza—. La coronación no
hace ninguna diferencia porque aquí… —Toca mi frente—, y aquí… —
Toca mi corazón—, siempre lo has sido.
—Patrañas —digo.
Nos dirigimos por el pasillo hacia el salón de baile donde conocí por
primera vez al rey. Las puertas que guían a éste están cerradas, pero
conversaciones apagadas y risas aún se filtran. Soy golpeada con una
fuerte ola de déjà vu. No hace mucho caminé por este pasillo con mi mano
en metida en el hueco del brazo de otro hombre y juntos enfrentamos el
mismo par de puertas cerradas. Pero entonces era mi padre y la temida
reunión era con el rey.
—No te atrevas.
Voy por la mitad cuando los labios del rey rozan mi oreja.
—¿Mejor? —pregunta.
—Mucho.
Tomo mi vaso de agua con una mano temblorosa. Todos los ojos
están o en nosotros dos, o en mis propias acciones, pero no estoy ni cerca
de estar tan tranquila como el rey.
He terminado de fingir.
—Te voy a decir esto una sola vez —digo—. Si siquiera me miras de
manera incorrecta, te castraré con el objeto más cercano. —Mi voz es baja
y enojada—. Entonces te lanzaré a la peor prisión en la que pueda pensar.
Una en las que se divertirían contigo, y me aseguraré de que lo hagan. Y
si alguna vez oigo que has violado… —Oigo un jadeo de uno de nuestros
invitados más cercanos y siento los ojos de Montes inmediatamente en
mí—, a alguien más, haré todo eso y algo peor.
—Entendido.
—Esto no es gracioso.
Por ahora.
Sacudo mi cabeza.
—No lo sé.
—¿Necesitas un doctor?
Aprieto su brazo.
Los ojos de Montes buscan los míos y hay tal desolación en ellos.
Comienza a alejarse.
Me aferro a su brazo.
—No me dejes.
SERENITY
—Serenity… Serenity.
Entrecierro los ojos hacia él. No es el único que está al borde. Pero
el enfado levanta la niebla en la que he estado el último par de horas.
EL REY
LE DAN UNA inyecciónpara controlar la natalidad. No durará para
siempre como ella quería que fuese, pero la mantendrá estéril por un
tiempo. Suficiente pronto para que ambos lloremos la muerte y lo
superemos.
Pero yo no lo estaré.
Golpeo el cuero con los puños hasta que mis nudillos se abren y
estoy cubierto de sudor. Incluso entonces, no paro. Mi dolor está
volviendo a mí. Nunca manejé bien sentirme impotente.
Otro golpe. Finjo que estoy golpeando piel y hueso y no cuero sin
sentimientos. Las cadenas suenan y el saco se balancea.
Una cosa tan pequeña, esta vida que perdimos. Solo una chispa de
una posibilidad, realmente. Y fue apagada antes de que pudiera crecer
en algo más. Fui advertido. No escuché. ¿Y por qué diablos debería?
Había jugado a ser Dios por los últimos treinta años. Es un duro
despertar darse cuenta de que realmente podría no tener poder.
Aterrizo el puño en el saco, izquierda, derecha, jab, gancho. La
cadena de metal que cuelga continúa temblando, el sonido hace eco en
el espacio vacío.
Y cómo sangran.
SERENITY
Mi monstruo.
Mucho peor.
Lo hago.
Y lo hace.
Capítulo 28
SERENITY
Evento uno: el palacio del rey está bajo asedio. Pierdo mi memoria
en el proceso. Evento dos: Atrapo una variedad de plagas preparadas en
uno de los laboratorios del rey, un laboratorio que se encuentra lejos.
Una cepa de plaga que nadie más atrapa. Evento tres: el apuñalamiento.
Una vez más, destinado exclusivamente para mí. Evento cuatro: una
emboscada destinada a acabar con mi vida y la del rey.
Mi corazón late más rápido. Cuanto más reflexiono sobre ello, más
segura estoy. Ningún miembro promedio de la Resistencia pudo saber
dónde estaba la puerta blindada del rey, a la puerta que Marco y yo nunca
logramos entrar. Tampoco un miembro promedio de la Resistencia puede
conocer nuestros movimientos lo suficiente como para intentar
apuñalarme o emboscarme a mí y al rey. Y para adquirir y transferir un
súper virus como la plaga, para eso se necesitaría un científico o, quizás,
un médico…
¿Y si...?
Necesito saber.
Mis botas chocan contra los pisos de mármol mientras camino por
el pasillo.
No cuestiono mi suerte.
Enciendo las luces, y un momento después, las bombillas
fluorescentes cobran vida.
Inhalo bruscamente.
Querido Dios.
Retrocedo.
—Era mi amigo más viejo y leal.—Toca el vaso con cariño, sus ojos
tristes—. Cuando tú y Marco fueron sellados, y luego descubrí que al
menos uno de ustedes estaba muerto... —Sacude la cabeza—, no estaba
dispuesto a perder a ninguno.
Frunzo el ceño.
Serenity F. Lazuli.
SERENITY
Un infiltrado.
Ella tiene que saber que no la dejaré morir. Por el amor de Cristo,
debería estar más desesperada por vivir que yo. ¿Por qué querría un fin
cuando sabe que tengo el poder para mantenerla viva, y que, un día muy
cercano, tendré el poder para curarle el cáncer?
—¿Serenity? —llamo.
Silencio.
El alivio no viene.
Su oficina.
Goldstein es un traidor.
—¡Guardias!—bramo.
Todo este tiempo pensé que los síntomas de Serenity habían sido
producto de su embarazo.
Tonto.
Aborto.
SERENITY
Se detiene.
Pero tal vez esa infame Bestia del Este me ve solo como a otra mujer
débil.
Lo dejo ver mis ojos. Mis ojos vacíos. Soy el resultado de una vida
de pérdidas. Esto es lo que pasa cuando vives a través de cada miedo que
has tenido.
—Hazlo —dice.
SERENITY
Era una buena muestra de fuerza; los soldados llevan incluso sus
armas desenfundadas.
Miro a Montes.
¿Verdugo?
—Lo hice por ti; y por nuestro… hijo. —Apenas puede decirlo, ahora
que se ha ido. Una vez habíamos creado a alguien en vez de destruirlo.
En ese mar de viejas experiencias, esta es nueva, una íntima, y nos
vincula de una manera que nada más podría.
Sudamérica.
Demasiado cerca.
—No importa. —La voz tranquila del rey eleva los vellos de mi
antebrazo.
—Todos morirán, junto con cada persona a la que alguna vez hayan
amado.
Me levanto de mi silla.
Enfundo mi arma.
SERENITY
Quiero reír por haber hecho lo que pocos podrían: disparé al rey y
recibí un ascenso por ello.
Lo ayudo a descifrar.
Montes se sienta.
Ellos dudan.
EL REY
Froto mi boca con una mano y acaricio mi codo con la otra. Casi
he hecho un hueco en la alfombra por haber estado caminando de un
lado a otro. Ha tomado casi todo el día desprenderse. La estrategia no
viene a aquellos cegados por la emoción. Mi joven reina sabe eso en el
campo de batalla, pero todavía lucha con ello dentro de estas paredes.
—Alista a tantas tropas como pueda, las quiero viniendo del aire,
del agua y de la tierra —digo—. Necesitaremos inhabilitar sus líneas de
comunicación primero: satélites, torres de radio, y cualquier electrónico
que podamos. Y luego descendemos hacia ellos.
Esto necesita detenerse inmediatamente.
SERENITY
Una de las manos del rey toca mi nuca y frota la base de esta. Me
inclino en su toque.
—No —digo.
Los dedos de Montes aferran el borde de mi camisa y, quitándomela
por la cabeza, traza besos a lo largo de mi ahora hombros desnudos, y
luego mis brazos. Remueve mi corpiño y sus manos acarician mi piel.
—Yo tampoco.
—Montes.
—¿Vas a quitarte tus botas o lo haré yo? —Esa suave voz de seda
ahora es gruesa y ronca con los primeros signos de pasión. Me gusta
mucho más cuando está así… salvaje.
Con esos ojos sin fin enfocados en mí, coloca su cuerpo sobre el
mío.
Sin mi arma, mi ropa y mi enojo, no soy nada más que una chica
rota y problemática. Y aquí en los brazos del rey, cuando toda su
intensidad se sitúa en mí, es fácil pretender que nada más que su piel y
la mía importa. Él es mi Romeo, y yo soy su Julieta, y aunque venimos
de diferentes planetas y se nos está acabando el tiempo, podríamos caer
en los ojos del otro y vivir para siempre este momento.
Entra en mí, y donde hay dos, ahora solo hay uno. Montes balancea
su cadera contra mi pelvis, moviéndose lánguidamente dentro y fuera.
—Dilo.
Ya sé lo que quiere.
—No.
—Dilo.
Sacudo la cabeza.
EL REY
Es solo después que dice eso, que me doy cuenta que mi agarre en
ella se ha apretado desde el momento en que me desperté. Claramente
está demasiado dormida para darse cuenta que se ha disculpado—algo
que ha logrado evadir a toda costa—y mi agarre fuerte solo está
haciéndole difícil atrapar su aliento.
—¿Qué significa eso? —dice con voz ronca, ahogando su tos para
poder hablar.
—Mmm.
—¿Montes?
—¿Sí?
No.
Suspira.
Todavía no lo hago.
SERENITY
Esa serpiente.
Suficientemente bien.
Como si esto fuera algo comparado con las atrocidades que el rey
ya cometió. Solo era cuestión de tiempo antes de que se vuelva en contra
de mí así como lo había hecho con todos los cercanos a él.
Si quiero irme a través de esa puerta, voy a tener que pasar al rey
y a muchos más guardias armados a quienes puedo oír posicionándose
en el pasillo. Ellos también están afuera, y se están acercando.
—Serenity, mírame.
Es por eso que llamó a tantos guardias en tal situación fútil. Para
suavizar cualquier idea salvaje que yo pueda tener. Es el líder del mundo;
sabe una cosa o dos sobre estrategia.
—No tiene que ser de esta forma Montes —digo—. Todo puede
volver a la forma en que era.
—¡Guardias!
Esta es la segunda vez que he salido del palacio del rey a través de
una de sus ventanas. Y hay un momento después de cada salto de fe
donde me siento dichosamente libre. Mi pelo se revolotea alrededor de mi
cara, mi camisa se ondea con locura, y el suelo se levanta rápidamente.
Esta vez, como la última, hay alguien aquí para atraparme. Varios.
Aterrizo con fuerza en sus brazos. Me aferro a sus almidonados uniformes
mientras intento ponerme derecha.
Tengo una clara línea de visión hacia las puertas del palacio. Solo
toma un minuto para que se abran y el rey venga a zancadas.
Sus ojos recorren mi cuerpo. Solo puedo imaginar lo que debe ver:
los mechones enredados de mi pelo, lo blanco de mis ojos, el enojo
situado en mi mentón.
Levanta mi mentón.
—No llores, nire bihotza —dice, su voz ronca, como si esto fuera
duro para él. Me hace querer gritar.
EL REY
1 SEMANA DESPUÉS
Sufro por ella. Esto es diferente de las otras veces que fue
hospitalizada. Ahora sé que no saldrá hasta que curemos su cáncer. Eso
podría tardar años, incluso décadas. Todo ese tiempo tendré que
soportarlo con un lado de mi cama frío. Tengo que cargar a esta nación
sobre mis hombros únicamente después de echar un vistazo a lo que
sería tener una verdadera vida conyugal con la mujer que amo.
6 MESES DESPUÉS
Miro los clips una y otra vez, hasta que he memorizado cada
palabra, cada expresión, cada movimiento de ella.
2 AÑOS DESPUÉS
—Chris Kline, eres un hombre difícil de localizar.
—Seis años.
—Desde donde estoy, me tienes por las bolas. ¿De verdad crees que
voy a responder eso honestamente? ¿Agregar traición a la creciente lista
de cargos en mi contra?
—Porque la amo.
Hace mucho tiempo que no hago algo que me parece bien. Como el
poder, este sentimiento es adictivo. Quizás reescriba mi propia historia
junto con la de Serenity. Tal vez algún día la gente no me vea como un
hombre que arruinó el mundo, sino el que lo salvó.
—No te estoy pidiendo que trabajes para mí. Te estoy pidiendo a ti,
y a la Resistencia, que trabajen conmigo.
7 AÑOS DESPUÉS
10 AÑOS DESPUÉS
Nanotecnología.
24 AÑOS DESPUÉS
29 AÑOS DESPUÉS
53 AÑOS DESPUÉS
64 AÑOS DESPUÉS
La extraño.
73 AÑOS DESPUÉS
Pero.
También mi corazón.
Pero no lo es.
Serenity se ha ido.
Próximamente
Un mito.
Un fantasma.
Una leyenda.
Es mía.
Y ahora se ha ido.
Él es antinatural.
Eterno.
No ético.
Imparable.