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Novedades en Marvão

Guía para acercarse esta Semana Santa al pueblo más alto de


Portugal

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Viernes, 12 abril 2019, 08:31

Marvão es el pueblo más alto de Portugal. Además, es bonito y tranquilo. Y además


tiene unas vistas formidables que abarcan media Extremadura y medio Alentejo. Y
además, está de moda en Portugal y a los restaurantes magníficos situados a la orilla del
río, hay que sumar nuevos proyectos gastronómicos. Y además, el turismo de aventura
ha llegado al municipio y lo ha convertido en un lugar muy entretenido para pedalear
por una vía en desuso, para dormir en una estación de ferrocarril, para conocer el aceite
y sus secretos, para montar a caballo, visitar una ciudad romana o recorrer las rutas del
contrabando.

Marvão es una excursión muy apropiada para esta Semana Santa y vamos a ofrecerle
una sencilla guía de novedades. Empecemos avisando de que la mejor manera de
acercarse hasta allí es desde Valencia de Alcántara, ya sea llegando desde Cáceres, ya
sea desde Badajoz, a través de Alburquerque y San Vicente de Alcántara. En Portugal se
puede entrar por la carretera general y en cinco minutos llegaremos desde la frontera
hasta la base del pueblo, el río Sever, donde abundan restaurantes de los que ya hemos
escrito en estas páginas: Sever, JJ Videira, Mil-Homens, Tachinho, Xalipas.

Otra manera de entrar en Marvão y en Portugal es por el camino de La Fontañera, una


estrecha carretera por donde se pueden recorrer los senderos de los contrabandistas y
acercarse a Galegos, la aldea más comercial de la zona en los tiempos en que aún existía
la frontera.

Ascenderemos hasta el pueblo para disfrutar de las vistas, de la quietud de la aldea


medieval, de un café con horizonte en la Pousada. Al descender, será divertido acercarse
hasta Beira, donde estaba la última estación portuguesa de la línea de Cáceres: Marvão-
Beira. Allí hay unas casitas agradables y prácticas para ir con niños que se alquilan y un
hotelito en el edificio de la estación. El lugar tiene su encanto novelesco: durante la II
Guerra Mundial esa estación fue un núcleo de agentes ingleses y alemanes que
observaban movimientos y procuraban comprar wolfram, los teutones, o entorpecer esas
compras, los británicos.

Ahora, todo es más pacífico y lo más arriesgado que se puede hacer es pedalear en
pareja en unas máquinas llamadas Rail Bike, que circulan por las vías abandonadas. Se
puede hacer un recorrido de 15 kilómetros en dos horas hasta A Ponte (20 euros), un
puente espectacular situado en un bonito valle, o de 32 kilómetros en cuatro horas hasta
la estación de Castelo de Vide (45 euros), que incluye una rica merienda.

El pueblo más habitado del municipio es Santo António das Areias, donde ofrecen
paseos a caballo (25 euros una hora). En dirección hacia Portalegre, en São Salvador de
Aramenha, está la villa romana de Ammaia. Es muy interesante, se ve con tranquilidad
y la entrada cuesta tres euros. Otras novedad es el Centro de Interpretación del Aceite
que ha abierto en la aldea de Galegos. La visita es una experiencia sensorial que dura 90
minutos, cuesta 15,90 euros e incluye degustación de productos tradicionales y una
garrafa de aceite.

Volviendo a Portagem, la aldea donde se encuentran las piscinas natural y artificial y


donde se concentran los restaurantes, hay que disfrutar de un paseo por la orilla del río
Sever, de unos caracoles en el chiringuito fluvial y del encanto del puente medieval,
donde una placa informa de que por él cruzaron los judíos expulsados de España en
1492, que volverían a ser expulsados de Portugal cuatro años después.

Marvão es mucho más, pero quedémonos con dos lugares para tomar algo. Uno es lo
último: un club gastronómico o mini restaurante en Os Galegos llamado 'Fago'. Para
comer allí hay que reservar pues celebran 'jantares' a petición en el 913 333 746 a 25
euros por persona. Próximamente, abrirán un restaurante 'Fago' minimalista en la capital
del municipio, con 20 plazas y cocina abierta. El otro lugar, un clásico, es el Café do
João Mário, situado en la carretera, un poco después de la rotonda de Portagem. Es el
típico bar portugués con clientela de paisanos y 'petiscos' tradicionales: pisto, queso,
sardinas. Un sitio delicioso para sentirte durante un rato portugués de toda la vida.

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