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Apuntes de Ética Profesional
Apuntes de Ética Profesional
Estimados Alumn@s
Confucianismo
Lo que no quieres que se te haga, no lo hagas a los otros. S. vi a. de C.
Budismo
No dañes a los otros con aquello que te duele a ti. S. v a. de C.
Janismo
En la felicidad y en el sufrimiento, en la alegría y en el dolor, debemos mirar a todas las
criaturas igual que a nosotros mismos, y abstener nos, por lo tanto, de causar a otros el
daño que nos parecería indeseable que nos causasen.
S.Va.de C.
Zoroastrismo
No hacer a los otros nada de lo que no está bien para uno mismo. S. v a. de C.
Pensamiento Clásico
¿Qué me está permitido hacer a los demás?: lo que yo desearía que que yo desearía que
ellos me hiciesen.
Platón, s. iv a. de C
Hinduismo
No hagan a otros nada que te apenase si te lo hiciesen a ti.
Mahabharate, s. in a. de C.
Judaísmo
Lo que es odioso para ti, no lo hagas a tu prójimo. Rabí Hillel, s. i a. De C
Cristianismo
Todo lo que querrías que los hombres te hiciesen, házselo tú igual.
Jesús de. Nazareth
Sikhismo
Trata a los otros tal como desearlas ser tratado
S. xvi d. de C.
Esta es la más antigua sentencia ética de carácter universal. Cuyando se intenta
aclarar algun elemento que posea un carácter de mínimo comun denominador a
diferentes culturas, a primera vista se observa el carácter de reversibilidad que posee
dicha frase. Si es bueno para alguien debe serlo para todos
Inicialmente , es imperativo dejar claros los conceptos que se utilizarán, y es
importante porque a pesar de que los usamos diariamente, generalmente tenemos una
definición imprecisa de éstos.
1
EL ORIGEN DE LA ÉTICA (Extraido de:)
Mary Midgley
Peter Singer (ed.), Compendio de Ética
8. El problema de la parcialidad
¿En qué medida es esto convincente? Por supuesto no podemos comprobar
empíricamente la generalización de Darwin; no nos hemos comunicado lo
suficientemente bien con ninguna especie no humana que reconozcamos
suficientemente inteligente (por ejemplo, podría ser inmensamente útil que
pudiésemos oír algo de las ballenas...). Simplemente hemos de comparar los casos.
¿En qué medida parecen aptos estos rasgos de otros animales sociales para aportar
material que pudiese llegar a formar algo como la moralidad humana?
Algunos críticos los descartan por completo porque se dan episódicamente, y su
incidencia está muy sesgada en favor de la parentela más cercana. Pero este mismo
carácter episódico y este mismo sesgo hacia la parentela subsisten en cierta medida
(a menudo de forma muy poderosa) en toda la moralidad humana. Son muy fuertes en
las pequeñas sociedades de cazadores-recolectores que parecen más próximas a la
condición humana original. Las personas que han crecido en circunstancias
semejantes por lo general están rodeadas -igual que lo están los lobos o chimpancés
jóvenes- de otras que realmente son su parentela, con lo que la actitud normal que
adoptan hacia quienes les rodean es, en diversos grados, una actitud que hace posible
una preocupación y simpatía más amplias.
Pero es importante señalar que este sesgo no se extingue, que ni siquiera se vuelve
acusadamente más débil, con el desarrollo de la civilización. En nuestra propia cultura
está totalmente activo. Si unos padres modernos no prestasen más cuidado y afecto a
sus propios hijos que a todos los demás, serian considerados monstruos. De forma
bastante natural invertimos libremente nuestros recursos en satisfacer incluso las
necesidades menores de nuestros familiares cercanos y amigos antes de considerar
incluso las necesidades graves de los de fuera. Nos resulta normal que los padres
gasten más dinero en juguetes para sus hijos de lo que dedican anualmente en ayudar
a los necesitados. Cierto es que la sociedad humana dedica algunos recursos a los
que están fuera, pero al hacerlo parte del mismo fuerte sesgo hacia la parentela que
impera en las sociedades animales.
Esta misma consideración vale para otra objeción paralela que a menudo se opone a
concebir a la sociabilidad animal como posible origen de la moralidad, a saber el sesgo
hacia la reciprocidad. Cierto es que si estuviéramos tratando de egoístas calculadores,
la mera devolución de beneficios a aquellos que anteriormente los habían otorgado
podría no ser otra cosa que un trato prudente. Pero una vez más en todas las
moralidades humanas existentes esta transacción se manifiesta de forma bastante
diferente, no tanto como un seguro de futuro sino como un agradecimiento justo por la
amabilidad mostrada en el pasado, y como algo que se sigue naturalmente del afecto
asociado. No hay razones por las que esto no pueda ser igualmente cierto respecto a
otros animales sociales.
Es verdad que estos sesgos restrictivos tienen que corregirse sistemáticamente -y
gradualmente son corregidos- mediante el reconocimiento de obligaciones mas
amplias a medida que se desarrolla la moralidad humana (véase Singer, 1981). Sin
embargo, esta ampliación es sin duda la aportación de la inteligencia humana, que
gradualmente crea horizontes sociales más amplios al crear las instituciones. No es ni
puede ser un sustituto de los propios afectos naturales originales. Es de esperar una
cierta restricción de estos afectos, pues en la evolución han desempeñado la función
esencial de hacer posible el aprovisionamiento esforzado y solicito de los más
pequeños. Esto no se podría haber hecho efectivamente si todos los padres hubiesen
cuidado tanto de cualquier bebé como cuidaron de los propios. En este régimen
fortuito e imparcial probablemente hubiesen sobrevivido pocos bebés afectuosos. Así,
según señalan correctamente los sociobiólogos, las disposiciones altruistas
hereditarias no se transmiten fácilmente a menos que hagan posible un aumento de la
supervivencia de los propios descendientes del altruista, que comparten el gen que los
originó. Pero cuando esto sucede, es posible que estos rasgos se desarrollen y
difundan mediante la «selección del parentesco», de una forma que no parecía
imaginable según el modelo más antiguo y tosco que sólo contemplaba la
competencia por la supervivencia entre individuos.
9. ¿Es reversible la moralidad?
Así pues, si el carácter restrictivo de estas disposiciones no las descalifica como
materia esencial para el desarrollo de la moralidad, ¿resulta convincente la imagen de
Darwin? Sin duda tiene gran fuerza su idea de que lo que hace necesaria la moralidad
es el conflicto -pues un estado armónico «inocente» no la necesitaría. Si esto es
correcto, la idea de «amoralismo», es decir la propuesta de liberarse de la moralidad
(Nietzsche, 1886, 1, sec. 32) supondría convertir de algún modo a todos en seres
libres de conflicto. Pero si no se consigue esto necesitamos reglas de prioridad, no
sólo porque hacen más fácil la sociedad, ni siquiera sólo para hacerla posible, sino
también más profundamente para evitar la recaída individual en estados de
desamparo y confusión plagada de conflicto. En cierto sentido éste es «el origen de la
ética» y nuestra búsqueda no tiene que llevarnos más lejos.
Sin embargo puede parecer menos claro cuál es el tipo de prioridades que estas
normas tienen que expresar. ¿Tiene Darwin razón al esperar que éstas favorezcan en
conjunto los afectos sociales, y confirmen la Regla de Oro? ¿O bien éste es sólo un
prejuicio cultural? ¿Podría encontrarse una moralidad que fuese la imagen invertida de
la nuestra, y que tuviese nuestras virtudes como vicio y nuestros vicios como virtudes
y que exigiese en general que hagamos a los demás lo que menos nos gustaría que
nos hiciesen a nosotros (una idea a la que también Nietzsche en ocasiones quiso dar
cabida)?
Por supuesto es verdad que las culturas varían enormemente, y desde la época de
Darwin hemos cobrado mayor conciencia de esa variación. Pero los antropólogos, que
prestaron un gran servicio al mundo al demostrar esa variabilidad, hoy día señalan que
no debe exagerarse (Konner, 1982; Mead, 1956). Diferentes sociedades humanas
tienen muchos elementos estructurales profundos en común. De no ser así, no sería
posible la comprensión mutua, y apenas hubiese resultado posible la antropología.
Entre estos elementos, el tipo de consideración y simpatía hacia los demás que se
generaliza en la Regla de Oro desempeña un papel básico, y si nos preguntamos si
puede existir una cultura sin esta actitud tendríamos verdaderas dificultades para
imaginar como podría considerarse una cultura semejante. Ciertamente el mero terror
mutuo de solitarios egoístas en coexistencia que invocó Hobbes para su contrato
social nunca podría crear una cultura. Las normas, ideales, gustos y prioridades
comunes que hacen posible una moralidad común se basan en goces y penas
compartidos y todos requieren una simpatía activa. La moralidad no sólo necesita
conflictos sino la disposición y la capacidad a buscar soluciones compartidas a éstos.
Al igual que el lenguaje, parece ser algo que sólo pudo darse entre seres naturalmente
sociales (para un examen más detallado de los elementos comunes de la cultura
humana, véase el artículo 2, «La ética de las sociedades pequeñas»).
10. Conclusión
Esta presentación del origen de la ética pretende evitar, por una parte, las
abstracciones no realistas y reduccionistas de las teorías egoístas, y por otra parte la
jactancia irreal y moralizante que tiende a hacer que parezca incomprensible el origen
de los seres humanos como especie terrenal de primates, y que desvincula la
moralidad humana de todo lo característico de OtroS animales sociales. Siempre es
falaz (la «falacia genética») identificar cualquier producto con su origen, por ejemplo
decir «que en realidad la flor no es más que lodo organizado». (fin de la selección)
Concepto de Etica
Ética (Etimología)
Término que procede del griego ethos, cuyo significado originario hacía referencia a
las costumbres. Sin embargo, pronto adquirió una nueva significación filosófica,
designando el ‘carácter’ y el ‘modo de ser’ de un individuo, en cuanto ellos habían
sido adquiridos por la educación, las costumbres y los hábitos de la sociedad en la que
vivía. Con la aparición de los primeros filósofos que reflexionaron sobre las normas
morales (los sofistas y Sócrates), el término pasó a designar la disciplina del saber que
versaba sobre la virtud y la justicia. Este es el significado que se le otorga hasta hoy
Actualmente, el concepto ‘ética’ hace referencia a la reflexión sobre el deber y a la
justificación de por qué deben ser consideradas buenas o malas (justas o injustas)
ciertas acciones. Desde un punto de vista científico, la ética es la:
Disciplina de la filosofía que reflexiona sobre cuáles son los principios teóricos
que fundamentan los valores y las normas morales.
También se designa con el término ‘ética’ al estudio de los distintos sistemas morales
que han sido elaborados a lo largo de la historia del pensamiento. En el lenguaje
cotidiano es frecuente utilizar como sinónimos los conceptos de ‘ética’ y de ‘moral’. Sin
embargo, desde el punto de vista filosófico, muchos autores establecen una distinción
importante entre ellos dos:
mientras la ética sería una reflexión teórica (racional) sobre los fundamentos o
principios en los que se inspiran las normas morales concretas, la moral, en cambio,
designaría al conjunto de normas y valores que una determinada colectividad
considera -en un momento histórico concreto- como justos o correctos, es decir, como
pautas del comportamiento virtuoso.
En el siglo V a.C. se inició un debate teórico acerca del alcance de las normas éticas,
debate que no ha sido resuelto hasta el día de hoy. Mientras los sofistas defendían
que todas las normas morales eran relativas y, por
lo tanto, únicamente válidas para una sociedad histórica concreta, otros filósofos como
Sócrates o Platón creyeron en el carácter universal de las normas éticas, apelando a
la existencia de una racionalidad humana que nos permitía conocer los fundamentos
de las leyes naturales. A lo largo de la historia de la filosofía, muchas corrientes y
pensadores han defendido el relativismo moral, mientras que otras corrientes han
argumentado a favor de la ley natural o de la posibilidad de alcanzar, mediante la
racionalidad y el consenso entre todos los seres humanos, un código de conducta
mínimo que regule nuestras normas morales.
Definición y caracterización de la Moral
Procede del término latino ‘mos-moris’, que significa ‘costumbres’ y también ‘modo de
ser’, en el sentido de que el carácter se adquiere a través de las costumbres y de los
hábitos de conducta. De una manera muy general, podemos definirla como:
"las normas y comportamientos justos y conformes al deber que una sociedad o un
grupo humano acepta como válidos en un instante histórico determinado".
En el lenguaje cotidiano es frecuente utilizar la palabra moral como sinónimo de ética.
Sin embargo, la tradición filosófica suele distinguir entre ellas, aunque no de una
manera muy precisa. Así, la ética trata de las reflexiones teóricas acerca de qué es el
deber y por qué razones deben ser considerados como justos o injustos ciertos actos.
En cambio, la moral sería el conjunto de normas concretas que llevan a la práctica real
la reflexión ética. De aquí que muchos pensadores afirmen que la moral no es más
que ética aplicada.
Algunos rasgos que definen a la moral son: 1- Está basada en las acciones prácticas,
aunque estas procedan de una reflexión ética previa. 2.- Sus normas se expresan en
imperativos morales (haz esto, no hagas aquello) que dictan cuál es nuestro deber. 3-
Sus mandatos exigen cumplimiento por respeto al deber. De ahí que las acciones
morales provoquen responsabilidad, es decir, obligación a responder moralmente de
los propios actos. Ahora bien, para que exista responsabilidad moral son necesarios,
entre otros, los siguientes elementos: conocimiento de lo que se hace y de las
consecuencias que puede tener la acción, voluntariedad, si existió libertad de acción y
el carácter bueno o malo de las intenciones que se querían lograr con el acto.
El filósofo José Luis Aranguren distingue entre:
Moral como estructura: el hombre posee una dimensión moral que lo constituye
como hombre. Esta dimensión surgió históricamente durante el proceso de
humanización (adquisición del pensamiento y la cultura en las primeras sociedades
humanas). Por tanto, todos los seres humanos tienen moral.
Moral como contenido: el conjunto de normas concretas que forman un código moral
determinado. Cada civilización suele tener un código moral propio que se diferencia
del de otras civilizaciones. El hecho de que algunos valores morales sean diferentes,
no debe evitar la búsqueda de un código moral mínimo que sea respetado en todos los
lugares del mundo. Ésa es la función que se otorga a los Derechos Humanos.
Desde el punto de vista de la moral, un hecho debe ser considerado bueno o malo
atendiendo a los conceptos de bien y de mal moral. Estos conceptos son elaborados
por la llamada conciencia moral, que consiste en la capacidad que posee el ser
humano de juzgar sus actos y los de los demás en relación a si son o no justos.
1
Ética y Valores
Los valores, forman parte de los objetos, acciones y actitudes que el ser humano
persigue por considerarlos valiosos. Dentro de este rubro se encuentran:
La salud, la riqueza, el poder, el amor, la virtud, la belleza, la inteligencia, la cultura,
etc. En fin, todo aquello que en un momento, deseamos o apreciamos.
La clasificación de los valores en una escala preferencial, está a cargo de la disciplina
denominada: "Axiología, o Teoría de los Valores".
La Axiología es una rama de la Ética, la cual a su vez, depende de la Filosofía.
Por otra parte, los principios son aquellos valores que recibimos en la primera infancia.
Inculcados por nuestros padres, maestros, religiosos y por la sociedad. Estos valores
no los cuestionamos, pues forman parte de la esencia misma del criterio y de la
conciencia individual.
La moral y la ética, son disciplinas normativas que definen el bien y el mal, y que nos
encaminan hacia el primero. Sin embargo son diferentes en lo siguiente:
La Ética se basa en la razón, y depende de la filosofía.
La Moral se apoya en las costumbres, y la conforman un conjunto de elementos
normativos, que la sociedad acepta como válidos.
Para apreciar mas claramente los anteriores conceptos, se pueden colocar en una
línea y pongamos en el primer renglón, del lado izquierdo a la Ética y los valores. Y del
lado derecho, a la moral y los principios.
1 Este tema será desarrollado más adelante
A primera vista parecerá que en ambas columnas se dan aspectos similares, pues
tanto la Ética como la Moral, son disciplinas normativas que buscan el bien personal y
colectivo. Y los principios y los valores son los objetivos de las mismas.
Sin embargo hay un factor que distingue a los elementos de un lado de la línea, con
los del lado opuesto. Y ese factor es el concepto de "Autoridad".
Si repasamos mentalmente la identidad de la Moral, caemos en cuenta que está
definida por una enorme mezcla de elementos normativos. Entre ellos destacan: La
Religión, las costumbres, la ley, los ritos sociales, las buenas maneras, etc. ¿ Y quien
es la autoridad que dicta las anteriores normas ?. Referente a la Religión es Dios. A
través de la jerarquía eclesiástica, o de las escrituras, o de la tradición. Con respecto a
las costumbres, es la sociedad. Las leyes, ritos y buenas costumbres son definidas
también por la sociedad. Por sociedad se refiere únicamente a los sectores dirigentes
de la misma. Pues las mayorías tienen escasa influencia, en la definición de los
rumbos y los criterios normativos. Por otra parte, la Ética tiene como única autoridad,
el juicio racional de cada uno de nosotros.
El segundo renglón:
Debajo del concepto Ética, aparecen los valores. Y abajo de la Moral, encontramos
los principios.
De la Ética se desprenden un grupo de Valores, que son apreciaciones racionales de
la bondad de las cosas. Estos elementos no son inmutables, pues generalmente los
modificamos en función de la interpretación de la realidad que tenemos en cada etapa
de la vida.
Como los valores no reconocen más autoridad que la razón, y su definición depende
de nosotros mismos. Estamos dispuestos a modificarlos o alterar su escala de
importancia, según la visión que tengamos en ese momento
Y es por ello, que cuando dialogamos sobre estos tópicos somos tolerantes y nos
sentimos en plena disposición de alterar nuestro criterio. Si se nos convence de la
validez de los argumentos contrarios.
Es importante aclarar que en algunos casos, existen conflictos entre los valores y los
principios, y desde luego entre la ética y la moral.
Otra comparación entre Ética y Moral
1 Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en
todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de
generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes
diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas
normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad.
2 Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de
algunas personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un
sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta.
3 Semejanzas y Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen
son los siguientes:
1 El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y
tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto.
2 El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un
origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral
recibida, pero su característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y
fundamentante.
3 El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas
originadas en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores.
Ética y filosofía
Con respecto a la ÉTICA, es importante dar un rápido repaso a la ciencia madre de
ésta, que es la FILOSOFÍA.
La Filosofía es la rama del saber humano dedicada a la búsqueda de la verdad, y se
compone de las siguientes disciplinas:
• La Metafísica (o Ontología) dedicada al conocimiento de las cosas, del yo
personal y de Dios.
• La Epistemología o teoría del razonamiento.
• La Lógica o proceso del conocimiento, mediante verdades complementarias
que no son excluyeres.
• La Ética o ciencia de la definición del bien y el mal.
De esta última disciplina se desprende la Política que es la ciencia del bien común.
Diferentes teorías eticas A manera enunciativa, citaremos que existen variadas
acepciones de la Ética, según el intérprete de la
mismas. Las más comunes son:
Ética del Egoísmo ( Hedonismo, Epicureismo ) o del deleite.
Ética Ego-altruista ( Bentham.) 3 Laski, H El liberalismo europeo. Mexico, fondo de
cultura Económica, 1961, 3 ª edicion.
El filósofo Kant afirmó al respecto que sólo podían ser consideradas como buenas
moralmente aquellas acciones que hubieran sido ejecutadas exclusivamente por puro
respeto al deber moral, es decir, sin que nos moviera ningún interés particular en
realizarlas. Según él, existen las ‘acciones conformes al deber’, las cuales no son
estrictamente acciones morales, porque el fin que las motivó fue el interés personal y
no el respeto al deber. Él mismo pone un ejemplo de ‘acciones conformes al deber’: un
comerciante que no practica la usura puesto que mantiene bajos sus precios, pero lo
hace para tener más clientes y enriquecerse, no porque considere que ésa es su
obligación moral.
El deber es algo a lo que estamos obligados, porque lo impone una norma legal,
moral, religiosa, o la costumbre social o una norma tecnica. Si no cumplimos con
nuestros deberes legales seremos sancionados coercitivamente con penas de multa o
de prisión; si no cumplimos nuestros deberes morales, será nuestra conciencia, por
medio del remordimiento la que nos sancionará con la mortificación
Tipos de Normas
La expresión de los deberes muchas veces es a traves de las normas.La respuesta a
la pregunta cuantas normas existen dependera del criterio empleado para clasificarlas
normalmente los criterios son quién la promulgue, ante quién deban respetarse, quién
es el encargado de ejercer el castigo por incumplimiento, hacia quiénes son
destinadas y de quién se espera su obediencia.
El derecho.
Es la otra cara de la moneda del Deber. Asi como pensamos el deber como una
especie de Deuda que debe ser cancelada (debemos devolver, porque no es propio)
debemos pensar en el derecho como una propiedad, es decir algo que nos pertenece.
Si alguien exige derechos debemos entender que igualmente tiene deberes y
viceversa
3.- Los derechos son inviolables ( es decir si bien es cierto existen instancias en que a
un individuo se le priva de su condición debe entenderse que es una situación
anomala y que corresponde a un hecho que arremete lo más básico del ser humano.
4.- Los derechos son obligatorios esto lo emparenta con el deber Los derechos
imponen una obligación concreta a las personas y al Estado de respetarlos aunque no
haya una ley que así lo diga, muchas veces se confunde ley con derecho. El derecho
si bien es cierto puede estar reconocido por la ley, se debe tener conciencia que es en
realidad en la esfera de lo ético donde cumple su mayor realización
Ética Socrática
En la antigua Grecia, se llamaba areté a lo que perfecciona a una cosa, haciendo que sea
tal y como debe ser. Areté era aquello que hace que las cosas en general sean lo que les
corresponde esencialmente ser, adquiriendo la perfección que les es propia. El término
castellano que mejor recoge el significado de areté es "excelencia", pues areté es, en efecto,
aquello en lo que reside la excelencia de una cosa, aquello que la hace excelente. Sin
embargo, diversas circunstancias históricas han querido queareté sea regularmente traducido
por el término castellano "virtud".
"Virtud" es un término con claro sentido moral, pero el antiguo areté no tuvo inicialmente
ninguna connotación moral explícita. Precisamente fueSócrates, en el siglo V a.C., el primero
en otorgar a areté el sentido moral del que se halla cargado el sustantivo castellano "virtud".
Antes de Sócrates, el término areté se aplicaba a las herramientas de trabajo o a los
instrumentos musicales, a los animales, a los distintos tipos de trabajadores, etc. Se hablaba,
por ejemplo, de la areté de un caballo para referirse a su velocidad, su resistencia y su
habilidad para salvar obstáculos, pues estas características son las que hacen "excelente" a un
caballo.
Sócrates, por su parte, comienza a aplicar el término areté al ser humano en general, al
hombre en cuanto tal. Y se refiere a la areté del ser humano como a aquello que hace a éste
mejor, mejor ser humano en general, pero, además y sobre todo, mejor en un sentido
moral. Areté es, para Sócrates, aquello en lo que el ser humano encuentra su perfección o su
"excelencia" en el sentido moral de ambos términos.
Ahora bien, dado que Sócrates concibe al hombre como un ser dotado de un alma capaz
de pensar y de razonar, y encuentra que esta capacidad es lo que más esencialmente define al
hombre, concluye que la excelencia o areté de éste habrá de consistir en el ejercicio de dicha
capacidad. Y como entiende, a su vez, que tal ejercicio se halla orientado a la adquisición de
saber y conocimiento, termina por identificar la areté del hombre con el saber y el
conocimiento. El mejor hombre, el hombre bueno, el que está a la altura de su perfección y de
su condición humana, es el hombre sabio.
Desde una perspectiva contemporánea, consideraríamos probablemente que el saber y el
conocimiento no tienen por qué hacer mejores a los seres humanos; que un hombre sabio se
puede comportar de la peor manera posible. Pero esto resulta inconcebible para Sócrates. La
conclusión más notable de la ética socrática es precisamente que el conocimiento del bien y de
lo justo determina a la voluntad a actuar bien y justamente. Según Sócrates, nadie actúa mal
voluntariamente. El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es
"lo bueno": nadie obra mal a sabiendas.
Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar
con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia. Y es esta
particular vinculación de la virtud al conocimiento lo más característico de la concepción
socrática de la moral y la que justifica que se haya aplicado a ésta el nombre de
"intelectualismo moral".
Etica Platónica
La ética platónica mantiene una estrecha relación con su visión antropológica y
metafísica. Alma y cuerpo constituyen dos elementos no sólo distintos, sino
irreconciliables entre sí: el cuerpo es la cárcel del alma, el lugar donde ésta se hace
esclava de lo material y lo pasional. Mientras el hombre permanezca ligado a su
cuerpo, se encontrará incapacitado para la felicidad y para el verdadero
conocimiento. Alcanzar estos sólo será posible si dominamos nuestra parte material.
LA VIRTUD COMO SABIDURÍA
A la doctrina que equipara sabiduría y virtud se la denomina intelectualismo ético y
ya fue formulada por Sócrates, en un intento de superación del relativismo de los
Sofistas. Los conceptos morales no son fruto de una convención o pacto entre
hombres, ya se refieren a realidades existentes y permanentes (ideas) que son
independientes de la razón y la voluntad humanas. Sin embargo, es a través de la
razón como el hombre puede tomar contacto con la realidad moral, realizándola en su
persona.
A la manera socrática, Platon afirma que sólo el sabio es el virtuoso, porque
únicamente conociendo qué es la virtud, es decir, la idea a la que se refiere el
concepto "virtud", hay posibilidad de serlo en la vida práctica. El saber y la virtud
coinciden y se necesitan recíprocamente.
Lo Justo en sí, la bondad en sí, la prudencia,etc., esto es, los valores morales existen
por sí mismos, y por ello es posible definirlos y, una vez conocidos, llevarlos a cabo en
la vida práctica. El sabio no podrá ser malo, ya que el mal es fruto de la ignorancia, un
defecto que no radica en nuestra naturaleza sino en el no umplimiento de lo esencial
de nuestra naturaleza (la racionalidad).
LA VIRTUD COMO PURIFICACIÓN
"Purificarse es separar lo más posible el alma del cuerpo, acostumbrar al alma a dejar
la envoltura del cuerpo, para concentrarse en sí misma, a solas consigo" (Fedón,
67,e.)
"La realidad verdadera es que la templanza, la justicia y la virtud no son sino
purificaciones de todas las pasiones, y hasta el pensamiento es quizá un medio de
purificación" (Fedón, 69,b.)
LA VIRTUD COMO ARMONÍA ENTRE LAS TRES PARTES DEL ALMA La virtud
puede entenderse tambien como un equilibrio y armonía entre las distintas partes del
alma. Debe desarrollarse tal acuerdo entre ellas que se unifiquen los distintos
elementos que conforman el compuesto humano, sometiéndolos a la razón. Es esta la
única que puede regir esta armonización: La razón no tiene más que un camino a
seguir en sus indagaciones; mientras tengamos nuestro cuerpo, y nuestra alma esté
sumida en esta corrupción, jamás poseeremos el objeto de nuestros deseos; es decir,
la verdad. En efecto, el cuerpo nos pone mil obstáculos por la necesidad en que
estamos de alimentarle, y con ésto, y las enfermedades que sobrevienen, se turban
nuestras indagaciones. Por otra parte, nos llena de amores, de deseos, de temores, de
mil quimeras y de toda clese de necesidades; de manera que nada hay más cierto que
lo que se dice ordinariamente: que el cuerpo nunca nos conduce a la sabiduría.
Porque ¿de dónde nacen las guerras, las sediciones, los combates? Del cuerpo, con
todas sus pasiones. En efecto; todas las guerras no proceden sino del ansia de
amontonar riquezas, y nos vemos obligados a amontonarlas a causa del cuerpo, para
servir como esclavos a sus necesidades.
Según el filósofo, toda actividad humana tiende hacia algún fin (telos). El fin de la
actividad de un zapatero es hacer, producir un zapato bien hecho; El fin de la medicina
es procurar o restablecer la salud del enfermo, etc.
Vemos que los fines no son idénticos ya que dependen de la actividad que se lleve a
cabo para obtenerlos. Las actividades tampoco son iguales. Aristóteles distingue entre
la praxis, que es una acción inmanente que lleva en sí misma su propio fin, y la
poiésis, que es la producción de una obra exterior al sujeto (agente) que la realiza.
Por ejemplo, el fin de la acción de construir una estatua no es la propia producción de
la estatua, sino la estatua misma. Pero ésta, además, tiene un fin para lo cual la
estatua misma es un medio: conmemorar un hecho, venerar a un dios....
Así, vemos que unos fines se subordinan a otros, existiendo una jerarquía entre ellos y
en las actividades que los producen. Por lo tanto, habra que determinar cúal es es fin
último del hombre al que estarán subordinados los otros fines. Habrá que buscar un
fin que ya no sea medio para ningún otro fin.
Tiene que haber un fin último, querido por sí mismo y que sea el fundamento de todos
los demás. Si esto no sucediera, y los fines siempre fueran medios para otros fines, y
así hasta el infinito, nos encontraríamos con la paradoja de que los fines son fines de
nada, lo cual les haría absurdos e innecesarios (ineficaces). Y como, de hecho, hay
fines, por lo tanto, debe haber uno que sea fin en sí mismo y no sea medio para
ningún otro.
Este fin último o bien es "la felicidad" (eudaimonía), y por eso, se dice que la ética
aristotélica es eudemonista, porque considera que el fin (bien) último que persigue
el hombre es la felicidad.
Ahora nos encontramos con el problema de definir qué sea la felicidad y qué es lo que
la procura.
Para unos, la felicidad se alcanza con riquezas; para otros con honores y fama; otros
muchos creen obtenerla a través del placer.
"No es la salud lo que considera el médico, sino la salud del hombre y, acaso mejor, la
salud de tal hombre, porque es al individuo a quien cura"
Entonces ¿En qué consiste la felicidad (eudaimonía)?
Si es el bien supremo, aquel que ya no es medio para ningún otro fin, habrá que
determinar en qué consiste el bien para cada ser.
Será la virtud de la sabiduría la que le procure al hombre la verdadera felicidad,
aunque deba conjugarla con otras virtudes y con los bienes exteriores.
LA VIRTUD
Distingue Aristóteles entre dos clases de virtudes, de acuerdo con las funciones del
alma: racionales o irracionales.
" la virtud se manifiesta en un doble aspecto: uno intelectual, otro moral; la
virtud intelectual proviene en su mayor parte de la instrucción o educación....,
mientras que la virtud moral es hija de los buenos hábitos; de aquí que, gracias
a un leve cambio, de la palabra costumbre -ethos- , viene moral, ética".
La virtud no es innata al hombre, como lo son las pasiones, instintos o tendencias. Si
fueran propias de nuestra naturaleza, todos seríamos virtuosos por el mero hecho de
ser hombres, y esto, desde luego, no ocurre. pero aunque no es un don de la
naturaleza, la virtud tampoco es una ciencia, como sostenían los socráticos y Platón.
No por conocer qué es el bien o qué es la justicia somos buenos o justos. No
realizamos la templanza por el mero hecho de tener conocimiento sobre qué sea ella.
La virtud implica voluntad, obrar a sabiendas, con conciencia. No pertenece ésta sólo
al orden del lógos, sinó también e inevitablemente al ethos, la costumbre, el hábito.
Las virtudes se adquieren a través de la costumbre, el ejercicio y el hábito. Nos
acostumbramos a algo cuando repetidamente obramos de tal manera que se covierte
en un hábito de nuestra conducta. No podremos ser justos sólo conociendo qué es la
justicia. Debemos ejercitarla y a practicarla hasta convertirla en un hábito de nuestro
comportamiento. Únicamente practicando la justicia, se puede llegar a serlo.
El epicureísmo fue una de las filosofías que surgió durante el declinar de la Grecia
antigua, como forma de escapismo ante la creciente desorganización social. De estas
formas de “filosofías de salvación” que florecieron hasta que la cultura grecorromana
fue reemplazada por la cristiana, el epicureísmo se distinguió por la constancia de su
doctrina. Epicuro enseña que la felicidad implica serenidad y que se alcanza a través
de los placeres simples, los que preservan la salud corporal y la paz mental. Para
alcanzar este ideal, los miembros de la comunidad epicúrea, en la medida en que era
posible, se abstenían de participar en los asuntos mundanos, y gastaban su tiempo en
la conversación filosófica.
Debe su nombre al filosofo Epicuro (342 ó 341-270 a.C.), ciudadano ateniense por
herencia de sus padres, nació y fue educado en la isla de Samos en el Mar Egeo. Este
filosofo enseñaba en su escuela denominada El Jardín. El Jardín de Epicuro era como
un santuario que libraba de la agitación del mundo exterior a un selecto grupo de
hombres que aplicaron en su vida diaria los preceptos de su mentor.
Es una paradoja de la historia que el adjetivo epicúreo se use frecuentemente para
referirse a un sibarita o a una persona voluptuosa.
La teoría ética de Epicuro procede de la doctrina cirenaica formulada por Aristipo (c.
435-356 a.C.), sostienen que la naturaleza humana está constituida de tal forma que la
gente siempre busca lo que cree que les dará placer, y evitan lo que piensan que les
causará dolor, y que el placer es el único bien intrínseco y el dolor el único mal en sí.
Se piensa que “ningún placer es malo en sí mismo”. Sin embargo, nos recomiendan
seleccionar cuidadosamente los placeres, ya que “los medios que producen algunos
placeres traen con ellos algunos disturbios mucho más grandes que los placeres”.
“Vana es la palabra del filósofo que no cura los sufrimientos del hombre. Pues así
como no hay provecho en la medicina si no sirve para expulsar las enfermedades del
cuerpo, no hay provecho en la filosofía si no expulsa los sufrimientos del alma.”4
Los epicúreos parten de un materialismo extremo: todo está formado por materia,
incluso el alma. Pero su gran preocupación filosófica consistirá en la creación de un
sistema ético que nos permita alcanzar la felicidad (eudemonía), verdadero fin de la
existencia humana. Al igual que todos los eudemonistas, identifican al hombre virtuoso
con el hombre feliz. Para ellos, la felicidad consiste en alcanzar el máximo grado de
placer posible; por tanto, ése debe ser el fin que guíe la vida humana. Ahora bien,
¿qué debemos hacer exactamente para alcanzar la felicidad? Según nos cuenta el
antiguo historiador de la filosofía Diógenes Laercio, para Epicuro el placer deseable es
aquel que "se caracteriza esencialmente por la ausencia de sufrimientos corporales y
de turbación del alma". Es decir, se trata fundamentalmente de la consecución de
placeres pasivos y no necesariamente activos. Epicuro entiende por placeres activos
aquellos que debemos ir a buscar nosotros (como, por ejemplo, los placeres del sexo).
Considera al respecto Epicuro que los deseos son ataduras de nuestro espíritu, y que
aquellas personas que sólo buscan placeres activos están esclavizadas, puesto que
anteponen su satisfacción a cualquier otra consideración intelectual. De ahí que insista
en la primacía de los llamados placeres pasivos (la salud, el bienestar, no sentir
inquietudes). Desde una perspectiva biológica, para Epicuro los mejores placeres son
los naturales, aunque éstos deben gozarse moderadamente, nunca en exceso. Por
contra, los placeres sociales (el gozo del poder, por ejemplo) acaban haciendo
infelices a los hombres. También distingue entre placeres físicos e intelectuales (para
él ambos son naturales, porque considera a la racionalidad como algo natural al ser
humano), y entre ellos, prefiere los intelectuales por considerarlos más acordes con
nuestra naturaleza. Epicuro distingue tres tipos de deseos:
- Los naturales y necesarios, que consisten en satisfacer nuestras necesidades
orgánicas (comer, tener un hogar, pero también reflexionar y gozar con nuestros
pensamientos).
-Los naturales pero no necesarios, como, por ejemplo, el consumo de cosas
innecesarias o la búsqueda de placeres exquisitos.
- Los que no son naturales ni necesarios, entre los que cita expresamente el deseo de
alcanzar la gloria y la fama. Según Epicuro, el hombre sabio y virtuoso debe buscar
únicamente la satisfacción plena de los deseos naturales y necesarios. Finalmente,
afirma que el ideal del sabio es alcanzar el estado de ataraxia (imperturbabilidad del
espíritu, es decir, no ser afectado por las sensaciones del mundo) y la tranquilidad y el
equilibrio del cuerpo. 4 Fragmento 54.
Cínicos
La escuela cínica fue fundada, en el siglo IV a.C., por el filósofo Antístenes, quien
originariamente fue seguidor de las ideas socráticas. Su nombre deriva del término
griego kynos, que significa perro o perruno. Según algunos historiadores de la filosofía,
fueron llamados así por sus formas extravagantes de vida, ya que rechazaban las
costumbres sociales mayoritarias y los convencionalismos. Según otros, porque
Antístenes enseñaba su doctrina en un gimnasio situado a las afueras de Atenas que
recibía el nombre de Cinosargo. El más famoso de los cínicos fue Diógenes de
Sínope, de quien el historiador Diógenes Laercio nos cuenta que vivía en un tonel,
buscaba seres humanos a la luz del sol con una linterna, despreciaba los honores y la
fama, e incluso satisfacía todas sus necesidades allí donde le surgían. Otros cínicos
conocidos fueron Crates de Tebas, Bión de Borístenes e Hiparchía, llamada la mujer
sabia, primera mujer que apareció en los manuales filosóficos.
El cinismo, más que una filosofía, fue una forma de vida. En ese sentido, los cínicos
pretendían convertirse en modelos de conducta, llevando una vida natural y
rechazando radicalmente las imposiciones sociales sobre la urbanidad y las normas de
conductas basadas en actitudes antinaturales. Las líneas generales de su
pensamiento fueron las siguientes:
El sabio debía seguir en todo los dictados de la vida natural: sencillez, naturalidad,
frugalidad, renuncia a las riquezas y a los honores...
Su objetivo en la vida debía ser la autarquía o autosuficiencia, es decir, el bastarse a
sí mismo sin pretender nada que no ofreciera la propia naturaleza. De ahí su
insistencia en el autodominio de los deseos no naturales.
Se mostraban contrarios a los usos sociales y a los convencionalismos, porque los
consideraban artificiales y contrarios a la virtud natural.
Se declararon ciudadanos del mundo (al parecer, el término ‘cosmopolita’ fue
inventado por Diógenes), rechazando los nacionalismos y las patrias.
En numerosas ocasiones llevaron a cabo actos de rebeldía o de desobediencia
legítima, en contra de leyes sociales que ellos consideraban injustas. De igual modo,
se pronunciaron a favor del pacifismo y del antimilitarismo.
Dieron una importancia capital a la educación, no desde la perspectiva académica,
sino desde los modelos de su propia vida, que ellos consideraban profundamente
moral y contraria a la hipocresía de otras normas sociales vigentes en su tiempo.
Proclamaron la igualdad de todos los seres humanos, independientemente de su
origen, nacimiento o condición social. En ese sentido, fueron claros partidarios de la
abolición de la esclavitud y de la igualdad social de las mujeres. En resumen,
defendieron la igualdad social mediante el retorno a la naturaleza.
Comentarios de texto (en realidad no está probado que sea cierto, inclusive lo
más probable es que no haya ocurrido, pero ilustra el planteamiento de
Diógenes)
Observando en cierta ocasión a un ratón que correteaba, por debajo de la mesa sin
rumbo fijo, sin buscar lecho para dormir, sin temor a la noche, sin preocuparse de
nada de lo que los humanos consideran provechoso, Diógenes descubrió el modo de
adaptarse a la circunstancias. Encargó a uno que le buscase una choza para vivir,
pero como este se demoraba se alojó en un barril del Metron. Observando en cierta
ocasión a un niño que bebía con las manos, arrojó lejos de sí el cuenco que llevaba en
la alforja, diciendo: "un niño me superó en sencillez". Asimismo, se deshizo de la
escudilla cuando vio que otro niño, al que se le había roto el plato, recogía las lentejas
en la cavidad de un pedazo de pan. Una vez, mientras tomaba el sol, Alejandro
Magno, deteniéndose frente a él, le ofreció:
• Pídeme lo que quieras.
• Que te apartes, pues me quitas el sol.
Estaba en cierta ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntado por qué lo
hacía, contestó:
• Me ejercito en fracasar. Interrogándosele sobre qué edad era la más apropiada
para el matrimonio, opinó:
• De joven, aún no; de viejo, ya no. Interrogado sobre cuál era el mejor vino,
contestó:
• El de los demás. A quien le dijo: "muchos se ríen de ti", contestó:
• Pero yo no me tomo en serio. Al recriminársele por comer en la plaza pública,
contestó:
• Es que aquí es donde he sentido el hambre. Al regreso de los juegos olímpicos
se le preguntó si había visto mucha gente:
Muchas han sido, sin embargo, las corrientes éticas que han criticado al emotivismo su
subjetividad (y por tanto su incapacidad de formular leyes morales de alcance
universal: el criterio de Hume acerca de abstraer las circunstancias personales se
considera insuficiente). Para los críticos con el emotivismo, hacer depender la moral
de un sentimiento interior de rechazo o aprobación personal, significa caer en una
suerte de relativismo, salvo que se acuda a teorías como la creencia en una ley natural
que puede ser conocida intuitivamente. Entre las corrientes críticas con las
consecuencias prácticas que se derivan del emotivismo, podemos destacar las
siguientes: ética kantiana, ética de los valores, prescriptivismo y las éticas
fundamentadas en el contrato social como las de Rawls o de H. Jonás (ética
ecológica).
LA ÉTICA DE SCHELER
La ética de Scheler nace del deseo de continuar la ética kantiana, aunque superando
su formalismo racionalista, nos dice Frondizi: "Su doctrina muestra un repudio por las
éticas materiales anteriores, que han sido éticas empiristas de bienes y de fines, y
reafirma el principio apriorístico establecido por Kant.
Este principio es el punto de partida del pensamiento de Scheler" Para explicar la
naturaleza de los valores, Scheler los comparará con los colores para mostrar que, en
ambos casos, se trata de cualidades que existen independientemente de los
respectivos depositarios. Se puede hacer referencia al "rojo", por ejemplo, como un
puro color del espectro, sin tener la necesidad de concebirlo como la cobertura de una
superficie material; del mismo modo, el valor que descansa en un depositario con el
que constituye un "bien", es independiente del depositario mismo.
Scheler supone que poseemos un conocimiento previo (como cualquier inherente del
ser humano), para establecer lo "bueno" y lo "malo" y escoger determinadas acciones,
lo cual significa que la ética de este filósofo, si bien es una ética "material" de los
valores, no descansa sobre una base empírica, sino apriorística.
Los valores son cualidades independientes de los bienes: los bienes son cosas
valiosas, y aún cuando un bien nunca hubiera 'valido' como 'bueno', sería, no obstante
bueno. "(...) Así como la existencia de objetos (por ejemplo, los números) o la
naturaleza no supone un 'yo', mucho menos lo supone el ser de los valores." .
Los valores, en tanto cualidades independientes, no varían con las cosas. Así como el
color azul no se torna rojo cuando se pinta de rojo un objeto azul, tampoco los valores
resultan afectados por los cambios que puedan sufrir sus depositarios. La traición de
un amigo, por ejemplo, no altera el valor, en sí, de la amistad. La independencia de
los valores implica su inmutabilidad; los valores no cambian. Por otra parte, son
absolutos; no están condicionados por ningún hecho, cualquiera sea su naturaleza,
histórica, social, biológica
Etica y Axiología
Las acciones humanas tienen como características relevantes que:
1 Son sociales, por lo que implican colaboración y competencia.
2 Tienen un propósito, sea éste implícito o explícito, honesto o fraudulento,
generoso o destructor.
3 Acarrean consecuencias para la persona que la realiza, para quienes están
cerca de ella y también para quienes están quizá lejos de ella, así como para
generaciones posteriores.
Esto significa que cada vez que vamos a hacer algo, juzgamos si será o no
conveniente hacer eso, cada vez que hemos hecho algo u otros lo han hecho,
juzgamos si fue apropiada esa acción, nuestra naturaleza humana, nos guía a lo que
de natural nos es provechoso, bueno. A todo acto cuyas consecuencias sean
provechosas para algunos, se le considera valioso y a la propiedad de ser
conveniente, bueno o útil se le llama valor. El valor puede definirse –primariamente-
como: "propiedad aplicable a todo lo que beneficia, mejora, dignifica el quehacer del
hombre". Y la rama de la Filosofía que se encarga de estudiar los valores, es la
Axiología.
Sin embargo existen muchos significados para la palabra valor:
Se habla de valor para indicar la utilidad o precio de los bienes materiales, o el mérito
o dignidad de las personas.
Cicerón define el valor como: "Lo conforme a la naturaleza o lo digno de elección" Por
mucho tiempo el valor se identificó con el Bien.
Sin embargo, los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, sino propiedades,
cualidades sui-generis que poseen ciertos objetos llamados bienes.
Las que se refieren al ser, están ligadas a lo más profundo del hombre, a su deseo
de ser mejor persona, desarrollando sus potencialidades, alcanzando su
autorrealización. Ejemplo : ser amoroso, ser honesto, ser justo, etc.
Las que se refieren al hacer, se relacionan con el camino a seguir para que el
hombre consiga sus fines y alcance sus metas. Ejemplo: El arquitecto construye, el
maestro educa, el alumno estudia, etc.
Las que se refieren al tener, aluden a la búsqueda de las cosas materiales. Las
cuales ayudan de cierta manera al desarrollo. Ejemplo: Tener una casa, tener un auto,
tener una bicicleta, etc.
FUNCIONES SOCIALES DE LOS VALORES
Los Valores tienen tres funciones:
a) Coherencia de los Modelos: Contribuyen a dar una cierta coherencia al conjunto
de reglas o modelos, en una sociedad determinada. Es por referencia a los Valores
que los subyacen y los polarizan, que los modelos adquieren un alcance y un sentido
más profundo y que se clarifican los vínculos que unen los unos a los otros, tanto en el
ámbito de los actores como en el de las colectividades. Sin embargo, esta coherencia
es relativa, ya que los mismos valores son ambiguos.
b) Unidad Psíquica de las Personas: Los Valores constituyen un elemento
importante de la unidad psíquica de las personas. Se trata de una función psicológica.
El Psicólogo Gordon Allport ha insistido acerca de la unidad de la personalidad
psíquica, mostrando que ésta se realiza en las personas que logran alcanzar un nivel
de madurez en que el conjunto de su psiquis se unifica en un "Estilo de Vida" ("A
Philosophy of Life"), inspirado por algunos valores dominantes. Señala que aún
cuando la personalidad psíquica no ha realizado dicha unidad, los Valores contribuyen
a la cohesión y a la integración de la percepción de si mismo y del mundo, así como a
una cierta unidad de la motivación.
c) Integración Social: Según Comte, los Valores son un elemento esencial para el
"Consenso Social", o para la denominada "Solidaridad Social" citada por Durkheim, y
para lo que hoy, designamos como "La Integración Social". Si hemos podido afirmar
que los modelos son un "denominador común" de una colectividad, se puede agregar
que los valores son un "denominador común más pequeño". Los Valores, como los
modelos, deben ser compartidos por los miembros de una colectividad; la adhesión a
Valores Comunes es la condición para la participación en la colectividad. Sin embargo,
la integración social también es relativa, por la ya dicho anteriormente.
JERARQUÍA DE LOS VALORES
Para Scheler, los valores mantienen una relación jerárquica a priori. La superioridad
de un valor sobre otro, ser captada por medio de preferir, que es un acto especial de
conocimiento. Preferir no es juzgar; el juicio axiológico descansa en un preferir que le
antecede. Por otra parte, no hay que confundir "preferir" con "elegir". El "elegir" es una
tendencia que supone ya el conocimiento de la superioridad del valor. El "preferir", en
cambio, se realiza sin ningún tender, elegir ni querer. Cuando decimos "prefiero la
rosa al clavel", no pensamos en una elección. La elección tiene lugar entre acciones,
mientras que el preferir se
refiere a bienes y valores. La elección, entonces, supone el elemento empírico,
mientras que el preferir supone un elemento apriorístico. Así, todos preferimos la
salud aunque en ocasiones elegimos acciones incongruentes con tal preferencia,
(fumamos, bebemos, etc.).
Scheler destaca cinco criterios para determinar la jerarquía axiológica que
Frondizi nos explica con mucha claridad: (9).
Así según Scheler, "(...) los valores más inferiores de todos, son (...) los valores
esencialmente 'fugaces'; los valores superiores a todos, son, al mismo tiempo, valores
eternos".
Todos los valores se funda, desde luego, en los valores supremos que son, para
Scheler, los religiosos. Al sostener esta tesis vuelve Scheler a un monismo axiológico
semejante al medieval que el desarrollo de la cultura moderna parecía haber
superado.
4. La profundidad de la satisfacción es el cuarto criterio. Según este criterio, el
valor más alto, produce una satisfacción más profunda. Scheler aclara los conceptos
de "profundidad" y "satisfacción". La satisfacción no debe ser confundida con el placer,
si bien éste puede ser una consecuencia de la satisfacción que se refiere
a una vivencia de cumplimiento que se da cuando se cumple una intención hacia un
valor mediante la aparición de éste. La satisfacción tampoco está necesariamente
ligada a una tendencia; el más puro caso de satisfacción ocurre en el tranquilo percibir
sentimental y en la posesión de un bien positivamente valioso.
El concepto de profundidad se refiere al 'grado' de satisfacción. Se dice que la
satisfacción al percibir un valor es más profunda que otra, cuando su existencia se
muestra independiente del percibir del otro valor. De aquí que sólo cuando nos
sentimos satisfechos en los planos profundos de nuestra vida gozamos alegrías
superficiales.
5. El quinto criterio es del la relatividad. La relatividad se refiere al ser de los valores
mismos. Existen valores que son 'relativos' a un individuo como es el caso del valor
de lo agradable, que es "relativo" a un ser dotado de sentimiento sensible. Ahora bien,
el hecho de que un valor sea "relativo", no lo convierte en "subjetivo". Un objeto
corpóreo que se presenta en la alucinación es "relativo" al individuo, mas no es
subjetivo en el sentido que lo es un sentimiento. También existen valores "absolutos"
que existen para un puro sentir, independiente de la sensibilidad, como es el caso del
preferir y el amar. Los valores morales pertenecen a esta última clase.
Un valor es tanto más alto cuanto menos relativo es; el valor más alto de todos es el
valor absoluto.
Aplicando los cinco criterios, Scheler establece una tabla jerárquica de valores que es
como sigue: 1.- En el nivel más bajo, están los valores de "lo agradable" y "lo
desagradable" a los que corresponden los estados afectivos del placer y el dolor
sensibles.
2.-En segundo término, están los valores vitales, que representan una modalidad
axiológica independiente e irreductible a lo agradable y lo desagradable.
3.- El reino de los valores espirituales constituye la tercera modalidad axiológica.
Ante ellos deben sacrificarse tanto los valores vitales como los de lo agradable.
Entre los valores espirituales, podemos distinguir:
a) los valores de lo bello y de lo feo y los demás valores puramente estéticos;
b) los valores de lo justo y de lo injusto que son independientes de cualquier
legislación creada por una sociedad, por lo que no hay que confundirlos con "lo recto"
y lo "no recto" del orden legal;
c) los valores del "conocimiento pura de la verdad", tal como pretende realizarlos la
filosofía, en contraposición con la ciencia positiva que aspira al conocimiento con el fin
de dominar a la naturaleza.
4.- Por encima de los valores espirituales está la última modalidad de los valores, la
de lo santo y lo profano. Como los valores en general son independientes de los
bienes y de todas las formas históricas, se comprende que Scheler reclame para los
valores religiosos completa independencia frente a lo que ha valido como santo a lo
largo de la historia. Los estados correspondientes a los valores religiosos son los de
éxtasis y desesperación, que miden la proximidad o el alejamiento de lo santo.
Para terminar esta exposición sobre esta doctrina objetivista de los valores,
enfatizaremos que la relación jerárquica de valores, que va de lo agradable a lo santo
pasando por lo vital y lo espiritual, es apriorística y precede, por lo tanto, a cualquier
relación entre los bienes. Si esta tabla de valores es aplicable a los bienes, es
únicamente porque lo que en realidad hacemos es aplicarla a los valores que están
presentes en los bienes según esta posición objetivista del valor.
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