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Oración del músico de Dios

BY MARTIN GONZALEZ · 22 NOVIEMBRE, 2017


Buen Dios,
que nos hiciste testigos tuyos a través de una canción,
te presentamos en este día nuestra vida y este don
que vos mismo nos diste;
que esta suma de acordes, melodías y voz,
nos recuerden siempre tu misericordia y tu amor.
Que podamos vivir lo que cantamos,
y cantar lo que vivimos.
Ayúdanos a perder el miedo al silencio,
a la simpleza, a la razón.
Que no busquemos el aplauso ni la aclamación,
sino afinar el corazón al tono de tu voz.
Que sepamos escuchar tu Palabra
y hacer que los demás eleven su canto a vos.
Que sepamos cantar… pero mejor, hacer cantar;
que nos preocupemos por la técnica, la afinación, la
dicción…
Pero que más nos ocupemos por la oración.
Danos cada día, tu vida hecha canción.
Amén
Pide al Señor el don de la alabanza (2)

La alabanza es como un soplo que viene de lo alto, que llena las velas del
velero de nuestra alma y que brota de un corazón que se encuentra en
sintonía con la voluntad de Dios.

Quizá, al principio, será una alabanza un poco ahogada por las lágrimas y por
el dolor. Pero, si perseveras, notarás que lentamente la voz se irá haciendo
más firme y qué, tu corazón, comienza a arder el fuego de la esperanza, y este
anhelo echará, fuera de ti, el frío de la desilusión y del desánimo.

Si Tú lees con atención tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento,


encontrarás que todos los hombres y mujeres de Dios, que por allí desfilan,
expresaron su anhelo interior y su Comunión con Dios, por medio de la
oración de alabanza. De manera predominante, nuestra Madre, a través del
magnificat, nos anima no sólo alabar a Dios, sino también a que toda nuestra
vida sea una alabanza para la Santísima Trinidad.

Salmo 35, 27: Canten, en cambio y alégrense los que desean mi triunfo, los
que desean mi felicidad repitan siempre: ¡qué grande es el Señor
Pide al Señor el don de la alabanza

Muchos católicos aún no han descubierto el poder espiritual que encierra la


oración de alabanza.

Lo que estás haciendo en la alabanza es reconocer con fe, qué Jesús y no el


sufrimiento es el centro de tu oración y de tu vida. Por la alabanza, reconoces
que Dios tiene un poder mayor que el que pueden ejercer los conflictos, y una
fuerza superior para derribar las murallas que oprimen tu vida o la de tus
seres queridos.

Si no sabes alabar o no acostumbras a hacerlo diariamente, sea de manera


personal o comunitaria, tu vida espiritual se encuentra privada de un
elemento fundamental para su oxigenación y crecimiento.

Quizás hoy sea el día para comenzar a ejercitar la oración de alabanza, de


manera que se desarrollen, en tu alma, nueva alas espirituales.

Salmo 150, 1 y 2: ¡aleluya! Alaben a Dios en su Santuario, alábenlo en su


poderoso firmamento, alábenlo por sus grandes proezas, alábenlo por su
inmensa grandeza.
Pide al Señor el don de la alabanza (3)

Es maravilloso lo que Dios puede hacer en tu vida, por tu vida ya través de


ella, cuando tú permaneces en actitud de alabanza. Aunque sea en el silencio
de los labios, pero alabando con el pensamiento y el corazón, cuando estés
solo, o en una reunión, o incluso en medio de una multitud.

Tú, al alabarlo, te estarás centrando en su amor y en su bondad,


permitiéndole obrar en tu vida y en la vida de quienes están junto a ti, y qué,
además, derribe con su poder las murallas que impiden alcanzar las metas de
bendición que él quiere para tu vida y para la vida de tu familia y comunidad.

Haz en este día, la experiencia de descubrir el poder de la alabanza.

Salmo 69, 31 y 32: Así alabaré con cantos el nombre de Dios, proclamaré su
grandeza dando gracias, esto agradara al Señor más que un toro, un ovillo con
cuernos y pezuñas.

Padre Gustavo E. Jamut

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