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España se subleva. Lo que sigue son 4 años de caos, guerras de guerrillas, que exasperan al ejército
francés y agotan a los españoles. Los franceses se retiran en 1812 pero España ha perdido el poco
poder e influencia que le quedaban. Las ideas de la revolución francesa calan en las colonias
españolas, y con la metrópoli del imperio debilitada, suenan vientos de independencia en toda
América Latina.
El Capitan-General José de Bustamante, gobierna el reino de Guatemala de 1811 a 1818 y reprime
todos los movimientos hacia la independencia, manteniendo la lealtad de la región a España. En
1814, el rey Fernando VII es restaurado al trono de España e intenta reasumir el poder real
absoluto. Sin embargo, en 1820, una revuelta restaura la constitución de 1812, motivando a su vez
campañas de elecciones locales en Centro América y abriendo un período de intensa rivalidad
política entre las facciones emergentes de la élite liberal y conservadora.
En marzo de 1821, el Brigadier Gabino Gainza llega a Guatemala procedente de Chile y asume
temporalmente el mando del país. Ese mismo año México se proclama como imperio
independiente, liderado por el General Agustín de Iturbide, implementando el Plan de Iguala de
Independencia Septentrional por lo que muchos temían una guerra civil.
Guatemala ganó su independencia de España sin sufrir las guerras que devastaron gran parte de
América Latina. El 14 de septiembre de 1821, el Brigadier Gainza convoca precipitadamente a una
reunión. La siguiente mañana, el 15 de septiembre de 1821, los representantes del gobierno,
municipalidad, Iglesia Católica, Universidad de San Carlos, el Concejo de Comercio, la junta legal y
otros grupos fueron invitados a reunirse a las 8h00 en el Palacio Nacional (ahora ubicado en el
Parque Centenario de la zona 1). Aprobaron la Declaración de Independencia con 23 votos a favor
y 7 en contra.
Quienes firmaron el Acta de Independencia de Guatemala son llamados “Próceres de la
Independencia”. Ellos fueron: Mario de Beltranena, Mario Calderón, José Marías Delgado, Manuel
Antonio de Molina, Mariano de Larrave, Antonio de Rivera, J. Antonio Larrave, Isidro del Valle y
Castriciones, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, Lorenzo de Romaña, Domingo Diéguez,
José Cecilio del Valle, Pedro Molina y Brigadier Gabino Gainza. María Dolores Bedoya fue la
primera en gritar “independencia!” luego de que se firmó la declaración.
Morazán y otros liberales abogaban por el capitalismo y el gobierno republicano y querían limitar
el poder del clero, mientras que los conservadores apoyaban a una iglesia fuerte, a los
terratenientes tradicionales y estados altamente autónomos. Morazán instituyó políticas liberales
que fueron empujadas hasta niveles estatales por el gobernador de Guatemala, Mariano Gálvez.
Estas medidas tomaron propiedades de la iglesia, comunidades indígenas y rurales, y las cedieron
a propietarios privados e inversores extranjeros para desarrollar la agricultura comercial. Los
oficiales liberales también realizaron cambios importantes en los sistemas educativos, propiciaron
la inmigración extranjera, e introdujeron los juicios con jurado y otras innovaciones judiciales que
reemplazaron las prácticas legales españolas tradicionales.
Carrera tenía puntos de vista conservadores muy arraigados, apoyaba a la iglesia y abogaba por el
derecho de los estados frente a la autoridad federal. Derrocó a Gálvez (gobernador de Guatemala)
en 1838. Luego, conforme la federación empezaba a desintegrarse, derrotó a Morazán en marzo
de 1840, poniendo con ello fin efectivo a las Provincias Unidas de Centroamérica. Desde entonces,
Carrera dominó Guatemala casi como un dictador hasta su muerte en 1865.
El poder militar de Carrera también influenció varios eventos en los estados cercanos. Carrera
intervino varias veces en la política interna de El Salvador y Honduras, y en 1857 tropas
guatemaltecas jugaron un papel importante en la expulsión del aventurero estadounidense
William Walker, quien se había hecho con el poder en Nicaragua.
Estrellita dónde estás
Los humores y la
personalidad
Hipócrates y sus seguidores nunca
vieron a la enfermedad como un
asunto exclusivamente orgánico.
Mantuvieron una concepción en
la cual mente y cuerpo eran una
sola realidad. Por lo tanto, lo que
sucedía en la mente tenía efectos
en el organismo físico y
viceversa.
Los integrantes de la escuela
peripatética aportaron un nuevo elemento a la teoría de los humores esenciales. Postularon
que el predominio de uno de los humores generaba un temperamento específico en las
personas. Más adelante, Galeno complementó estos planteamientos. Señaló que el
desequilibrio de los humores afectaba nuestra forma de ser, de sentir, de pensar y de
comportarnos.
Fue Galeno quien terminó planteando la existencia de cuatro temperamentos, a partir
de la teoría de los humores esenciales. Estos son:
Melancólico. Caracteriza a quienes tienen un predominio en su organismo de la bilis
negra. Tienen un temperamento triste, bastante susceptible y dado a las actividades
artísticas.
Colérico. Representa a quienes tienen una gran cantidad de bilis amarilla. Esto da origen a
un temperamento apasionado, con enorme vitalidad y dado a enojarse con mucha
facilidad.
Sanguíneo. En este caso predomina el humor de la sangre. Los rasgos del temperamento
sanguíneo son la seguridad en sí mismos, la alegría, el optimismo, la expresividad y la
sociabilidad.
Flemático. Caracteriza a quienes tienen un predominio de flema en su organismo. Las
personas flemáticas son reflexivas, justas, tranquilas, sin gran capacidad de compromiso y
un poco perezosas.
Los planteamientos hipocráticos en el mundo de hoy
Tanto Hipócrates, como Galeno y todos sus seguidores, diseñaron y complementaron la
teoría de los humores esenciales basándose en la observación, pero sin la aplicación de
ningún método científico. Por eso con el surgimiento y consolidación de las ciencias
formales, toda esta teoría cayó en desuso. Hoy en día no se le otorga validez objetiva,
más allá de considerarla una referencia histórica.
Sin embargo, la teoría de los humores esenciales tiene el mérito de haber sido el primer
esfuerzo serio por clasificar los distintos tipos de temperamentos. También resulta muy
interesante el hecho de que hayan sido capaces de comprender que las emociones también
tienen un referente fisiológico.
De hecho, las teorías de Hipócrates y de Galeno sirvieron como inspiración para los
primeros psicólogos. De una u otra manera, esos pensadores hicieron gala de una gran
intuición. Sus clasificaciones se acercan a los diferentes tipos de personalidad que
definieron los investigadores, casi 2.000 años después de que lo hicieran estos precursores
de las ciencias de la salud.
Este tipo de bioma es uno de los más extremos en lo que a
temperatura y precipitaciones se refiere. La precipitación
anual en el desierto es menor de 250 litros por metro
cuadrado y en algunas regiones cálidas con precipitaciones
superiores a 250 litros pero distribuidas muy irregularmente.
la tundra
la taiga
las praderas
los bosques