L A A L E G R Í A D E B A I L A R
El porro de mi pueblo
Jose H. Castillo Silvera
Lo primero que llama la atención
del oyente desprevenido del nuevo
disco de Adriana Lucía, Porro nuevo,
es un inmenso e innegable parecido
con la música de Carlos Vives, en
algo más que el simple concepto de
fusionar folclor con rock y pop. Las
melodías, las armonías, los ritmos, los
cortes, las letras: en todo hay un sos-
pechoso parecido al sonido que todos
hoy identificamos de inmediato con
Vives, pero que fue creado conjun-
tamente con el invaluable aporte de
grandes nombres en el medio musical
como Luis Angel “el papa” Pastor, con
su inconfundible estilo en el bajo,
y Teto Ocampo, con su sabiduría
melódica en la guitarra.
Solo basta con leer los créditos
para darse cuenta de lo que se trata:
un disco de Carlos Vives, producido
por Carlos Vives y Andrés Castro
(guitarrista de Carlos Vives), con
cinco, de las trece canciones del disco,
compuestas en su totalidad por Carlos
Vives, (con créditos de co-autoría en
dos temas más), grabado por varios de
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los músicos que acompañan a Carlos
Vives –con las notables y con seguri-
dad calculadas excepciones de nada
más y nada menos que el acordeón de
Egidio Cuadrado y las gaitas y coros
de Mayte Montero- sólo que cantado
por Adriana Lucía. En esencia, el Rock
de mi pueblo II, o con más precisión,
El porro de mi pueblo. El resultado
bien merece repetidas audiciones por
varias razones.
Dentro de una fórmula compo-
sitiva muy familiar, tanto armónica,
como rítmica y líricamente, Carlos
Vives estaba inspirado. Y es que para
ser un disco en el que muchas de las
canciones se parecen a algunas que
ya hemos escuchado, en Porro nuevo
todas gozan de una bella frescura
adictiva. Estos aires rejuvenecedores,
tan ausentes en El rock de mi pueblo,
se deben principalmente a la segura
y sentida interpretación vocal de
Adriana Lucía, a la convincente
belleza musical de las canciones y a
sencillos, pero significativos arreglos
como sustituir los solos de acordeón y
guitarra, con solos de clarinete. Es así
como nos encontramos con un sonido
que ya conocemos, no propiamente
con la reinvención que requiere para
cuando Vives decida volver a liderar
en la voz, pero sí con un nuevo y her-
moso vestido, más propiamente, una
nueva y hermosa falda, que sorprende
además con versiones actualizadas, e
incluso mejoradas, de “Voy a olvi-
darme de mi”, “Gallito de caramelo”,
y “El rock de mi pueblo”, con “Quiero
que te quedes”, “Las costeñitas” y
“Porro nuevo”, respectivamente.
De las canciones de Vives se des-
tacan: “Borrón y cuenta nueva” (con
co-autoría de Carlos Iván Medina,
teclista de “La Provincia”), “Zenaida”,
la historia de una vendedora de frutas
y su ponchera de premio Nobel, y
“Champeta rosa”. Hay un emocio-
nante interludio instrumental de
Pablo Flórez llamado “Tres clarine-
tes”, y un porro del papá de Adriana,
Antonio López García, titulado
“Porro bonito”. El disco cierra al
estilo del “Rock de mi pueblo” con
una corta canción llamada “Lamento
Sinuano”, que remplaza el mensaje
anti-piratería de “El duro – el ori-
ginal” con un llamado de atención
sobre los perjuicios de la construcción
de la represa de Urrá en el río Sinú.
Las verdaderas joyas, sin embargo,
son las dos canciones de la autoría de
la propia Adriana Lucía. En forma
de décima, son los temas más fuertes
y auténticos del disco: “Voy a cogé la
maleta” y “Contentamiento”. Por ahí
habrá de ir la cosa…
Juzgando por lo que ha sonado en
la radio y lo que hay en el MySpace de
Adriana Lucía, “Porro nuevo” consti-
tuye ciertamente un borrón y cuenta
nueva para la cantautora cordobesa:
un punto de partida con un trabajo
consistente y de alta calidad musical
y de producción. El paso por seguir es
claro: intensificar la búsqueda de una
identidad musical y una voz propia.
A disfrutar, pues, de “Porro nuevo”,
y a seguir atentos a lo que sigue de
Adriana Lucía, y por supuesto, de
Carlos Vives.

Gaitas de Juancho Nieves
En Planeta Rica (Córdoba), en mi
niñez escuché al maestro Manuel
Cordero tocar su gaita corta. Tam-
bién a los gaiteros que aparecían
esporádicamente para las fiestas en
corraleja. Lo que quiero decir es
que las primeras referencias de la
gaita están asociada a recuerdos muy
antiguos.
Así empezaba Juancho Nieves
una conferencia, sobre los nuevos pro-
cesos de fabricación de la gaita, en un
seminario sobre las gaitas y tambores,
organizado por Jorge García Usta, en
octubre de , en el Paraninfo de
la Universidad de Cartagena. Con el
apoyo del maestro Élber Álvarez y
los desarrollos técnicos del ingeniero
William Ramos, se logró un proceso
para la afinación de las gaitas en 
hertzios por segundo, lo que se abre-
via como :. Al final, y después de
mostrar distintos diseños de gaitas en
varias tonalidades, hizo una demos-
tración con los compases iniciales del
porro tapao “La Mona Carolina” a 
gaitas, con la promesa implícita de
futuros desarrollos.
L A A L E G R Í A D E
Más de  años después, aquel
proceso allí descrito presenta un
producto maduro, con una innegable
profundización en las tradiciones de
la música de gaitas y de la música de
bandas de viento del Caribe colom-
biano. Se trata del disco GAITAS,
con un sugerente “Música sabanera
del Caribe colombiano” en la con-
tracarátula.
Con piezas del repertorio de las
dos tradiciones, estamos ante un
trabajo técnicamente impecable, con
un sonido equilibrado y en el que las
gaitas alcanzan el papel protagónico de
instrumentos cantantes. Se incluyen
las piezas La pava congona, cumbia de
Andrés Landero, Si mi amor volviera,
cumbia de Moisés Paternina, Juancho
Nieves y Jorge Nieves Oviedo, y la
gaita La tabaquera de Carlos Suaza
Oriol cantadas por Angelita Jiménez,
Conmigo que nadie se meta, porro de
Nando Coba, La maya, son de gaita
tradicional, ¿Después de esta vida qué?,
cumbia de Humberto Blanco y No
me llores muerto, porro de Nando
Coba, con una décima de Rafael Pérez
López, cantadas por Diego Arrieta, y
El hombre de los secretos, cumbia de
Élber Álvarez quién la canta.
Una de las secciones más impac-
tantes de este disco la constituye la
selección de piezas del repertorio de
las bandas de vientos. Se incluyen
los porros palitiaos de la tradición
El pájaro, La Lorenza, Soy pelayero
y El ratón; Mi Sahagún, porro tapao
de Eliseo García, Fandango viejo,
fandango de Pablo Garcés Pérez, y la
gaita-puya La ejpelucá de Antero Ruíz
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y Francisco Díaz.
Las gaitas afinadas a : posibili-
tan el ensamble sonoro con otros ins-
trumentos en distintos temas, a veces
las guitarras (eléctrica o acústica), a
veces el acordeón; pero sobre todo,
tal vez el acierto más sorprendente y
de mayores efectos para la evolución
de la música sabanera del Caribe
colombiano, esté en lograr que gaitas
de distintos tamaños y tónicas, en si
bemol, en mi bemol o en sol, por
ejemplo, realicen las variadas voces
de las trompetas, los clarinetes, los
trombones y los bombardinos, desa-
rrollando de manera impecable los
juegos armónicos, los contrapuntos,
las call and response y los abozá tan
característicos de la música de bandas
caribesabaneras.
Estamos en presencia, pues, de
un excelente trabajo que combina:
a) la investigación musical en las
tradiciones de las gaitas y las bandas
de vientos del Caribe colombiano,
con b) interpretaciones novedosas de
repertorios consagrados (La maya,
La tabaquera, La pava congona, el
Fandango viejo, El ratón, La Lorenza,
El pájaro), c) propuestas nuevas o
poco conocidas (¿Después de esta vida
qué?, No me llores muerto, El hombre
de los secretos, Si mi amor volviera) d)
la experimentación dirigida a la inno-
vación técnica de gaitas con afinación
acorde con la música occidental y e)
fusiones moderadas e inteligentes con
guitarras, acordeón, o bajo.
GAITAS de Juancho Nieves
representa una apuesta ambiciosa,
como proceso y como producto, que
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