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Dirección Nacional de Defensoría Pública

Temas de Defensa Penal


Duelo a garrotazos es la más popular de las Pinturas Negras Tomo I
realizadas por Goya para decorar las salas principales de la
Quinta del Sordo, donde vivió, desde 1819 hasta 1824, junto a
Leocadia Zorrilla y su hija Rosarito. En la escena vemos a dos
hombres, enterrados hasta las rodillas, que luchan a
bastonazos; según muestran las radiografías, Goya no enterró

Temas de Defensa Penal - Tomo I


a ambos personajes, sino que fue el restaurador de toda la
serie, Martínez Cubells. Al fondo se observa un paisaje donde
también se aprecia la mano del restaurador.

El duelo a garrotazos siempre ha sido considerado como un


enfrentamiento fratricida, aludiendo a las guerras civiles
españolas, aunque se puede extender a la violencia innata del
ser humano que tanto criticaba la Ilustración. Por tanto, sería la
imagen más real y cruel de las Pinturas Negras, donde se
elimina todo elemento fantástico. Es una de las más coloristas
de la serie, lo que puede ser interpretado como un rayo de
esperanza y de vida tras el final de la violencia. Demuestra, por
tanto, la preocupación de Goya por la situación política que le
toco vivir, angustia que llevó hasta su propia casa.

Coordinadores
JORGE ARMANDO OTÁLORA GÓMEZ
Calle 55 No. 10-32
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TEMAS DE
DEFENSA PENAl
Tomo I
ISBN: 978-958-8571-95-9

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Obra de distribución gratuita.


Lo expuesto en los artículos de esta edición es responsabilidad exclusiva de sus autores y
no refleja necesariamente el pensamiento de la revista.

Publicación editada en Bogotá, D. C., Colombia, diciembre de 2014.


Defensoría del Pueblo de Colombia.
Defensor del Pueblo
Jorge Armando Otálora Gómez

Vicedefensor
Esiquio Manuel Sánchez Herrera

Secretario General
Alfonso Cajiao Cabrera

Directora Nacional de Defensoría Pública

Alexandra Cárdenas Castañeda

Comité editorial
Jorge Armando Otálora Gómez
Esiquio Manuel Sánchez Herrera

Editor
Manuel Fernando Moya Vargas
9

PRÓlOGO

Una de las características institucionales de la Defensoría Pública de la


Defensoría del Pueblo, es la plataforma de capacitación establecida para
los Defensores, en favor de su actualización constante y, del desarrollo
de sus competencias profesionales. Lo cual evidencia que la Defensoría
del Pueblo es una entidad que tiene por misión no sólo la prestación de
los servicios constitucional y legalmente deferidos, sino que además se ha
empeñado en el servicio eminentemente humanista de proporcionar las
condiciones desde lo académico, para que sus servidores sean cada vez
mejores abogados, y por consiguiente aseguren en términos de calidad
mejores condiciones de asistencia judicial.

Para tal objetivo se cuenta con varios importantes instrumentos, entre


ellos una Escuela de Capacitación, respecto de la cual esta Administra-
ción mantiene su empeño de convertirla en una auténtica unidad acadé-
mica dispuesta tanto a la docencia como a la investigación y a la proyec-
ción social, de reconocimiento nacional e internacional como una casa de
estudios en derecho especializado en la asistencia judicial, y ello implica
tanto la representación de procesados como de las víctimas, conforme a
las modificaciones legales y determinaciones jurisprudenciales que en tal
sentido se pronunciaron.

Otro instrumento que persiste esta Administración en destacar, es el


cuerpo de Coordinadores Académicos que, como se sabe, es un grupo de
docentes que fundamenta la red de formadores de la Escuela de Capaci-
tación, y cuyo encargo legal es el liderazgo de las Barras de Defensores
Públicos. Se trata de profesionales con un acreditado y distinguido perfil
Temas de defensa Penal
Tomo I

académico, respecto de los cuales ha habido un muy especial cuidado de


selección, a favor de la realización de los objetivos académicos que justi-
fica su misión. Es de anotar que las Barras que lideran estos profesionales
son la esencia de la capacitación, pues al constituir el escenario académico
de encuentro de los Defensores con sus Coordinadores, de sus entrañas
se desata un proceso de producción de conocimiento fruto de la conver-
gencia de lo intelectual que involucra el derecho, con lo praxiológico que
implica el ejercicio profesional.

La actual Administración encontró que los Coordinadores Académicos


ciertamente constituyen la base de la producción intelectual e investiga-
tiva de las barras. Habiendo hallado que en su sapiencia descansa una de
las riquezas de la Defensoría Pública de la Defensoría del Pueblo, se dis-
puso a la tarea de rescatar ese conocimiento surgido en la labor ordinaria
de las Barras, para lo cual generó la colección de textos de Derecho Penal,
que para esta ocasión alcanza ya su segunda edición.

Es importante que el País sepa que la Defensoría del Pueblo en cabeza de


su Defensor y Vicedefensor, entiende el inmenso compromiso de transfe-
rir el conocimiento que produce la Institución, y por ello se sirve de este
medio para compartir con la comunidad académica nacional e internacio-
nal, el fruto de las investigaciones de los Coordinadores, y evidencia la
importancia de las Barras de Defensores Públicos, como auténticos labo-
ratorios de investigación jurídica.

En esta edición se abarcan temas también concretos que por su perfil fue-
ron asignados a tres áreas de conocimiento penal, en su orden el penal
general, el especial y el procedimiento penal. Cada uno de ellos fue desa-
rrollado desde la perspectiva del derecho de defensa, en pleno respeto
de la libertad de pensamiento y cátedra que asiste a cada Coordinador
Académico que participó en esta obra. Es fruto de su trabajo dentro de
las Barras, y es la invitación a la reflexión y al análisis concienzudo de la
ciencia penal, respecto de la pena, –que por cierto tanto ha inquietado
últimamente a nuestros jueces y penalistas, el concepto del enemigo en
el derecho penal, el grave delito de la violencia intrafamiliar, la privación
injusta de la libertad frente al bloque de constitucionalidad, el derecho de
10 defensa de cara al principio de igualdad de armas, las técnicas de litigio
con ocasión de la audiencia de aseguramiento de personas, la autentica-
ción de la evidencia y la certificación de la cadena de custodia, la prue- 11
ba en el modelo acusatorio-adversarial, la privación de la libertad y los
Derechos Humanos, el contrainterrogatorio, la acción de revisión en la
Ley 906 de 2004, el elemento contextual respecto de los delitos de lesa
humanidad, la reforma al Código Penitenciario, la Ley de Justicia y Paz, y
una reflexión acerca del modelo de procesamiento acusatorio y adversa-
rial, constituyen los temas seleccionados respecto de los que han venido
investigando los Coordinadores Académicos.

La Defensoría del Pueblo presenta los avances que este grupo de profe-
sionales ha venido desarrollando, y transfiere de esta forma su conoci-
miento, adquiriendo el compromiso de persistir en este servicio a la co-
munidad académica.

Esiquio Manuel Sánchez Herrera


Vicedefensor del Pueblo
Alfonso
VíctorDaza
HugoGonzález
Ospina

263

DESCONOCIMIENTO DE lA FINAlIDAD y DEl líMITE


DEl CONTRAINTERROGATORIO O CONTRAEXAMEN.
AFRENTA Al PRINCIPIO DE CONTRADICCIÓN

Víctor Hugo Ospina Vargas254

Resumen

El modelo procesal penal determina la forma como se practica y/o incorpora


un medio de prueba en el escenario destinado para tal fin. En nuestra legis-
lación penal corresponde a la audiencia de Juicio Oral. Uno de sus momen-
tos cumbre son los contrainterrogatorios de los testigos, pero, de modo re-
prochable, por desconocimiento de su propósito y alcance, en las siguientes
circunstancias son realizados erradamente o limitados sin fundamento: i)
cuando al plantear preguntas sugestivas se avala una oposición, al considerar
que con ellas se busca confundir o maltratar al testigo, ignorando que son
propias de la técnica del contraexamen; ii) el contrainterrogador, en su turno,
simplemente convierte las preguntas abiertas del interrogatorio en sugesti-
vas; iii) se declaran fundadas las objeciones por preguntas repetitivas, en el
evento en que el litigante tome aspectos del interrogatorio para iniciar líneas

254 coordinador académico de la Defensoría del Pueblo - regional Bogotá, consultor internacional en sistema Penal
acusatorio (sPa), coordinador de la especialización B-Learning en “investigación criminal y Juzgamiento en el
sPa” de la Universidad católica. abogado de la Universidad católica, especialista en Derecho Penal de la Universidad
santo tomás, discente de la capacitación en sistema interamericano para Defensores Públicos de américa organizado
por la cte. interamericana de Derechos Humanos –Uruguay (2008)– y Magíster en Derecho Penal de la Universidad
Libre. Profesor Universitario en Pregrado y Posgrados (especializaciones y Maestrías) de las Universidades católica,
nacional, Militar-nueva Granada y santo tomás (esta última en “Psicología Jurídica y Forense”). Formador, nacional
e internacional, en técnicas de Juicio Oral y sPa en Defensoría del Pueblo, UsaiD y otras instituciones. autor de
diversos artículos y libros relacionados con el sPa .
Temas de defensa Penal
Tomo I

del contrainterrogatorio; iv) aprobar oposiciones, si el abogado –conocedor


del objetivo que persigue– formula preguntas abiertas; v) se confunden los
conceptos “temas” y “preguntas” del interrogatorio directo; vi) el juez limita
la extensión del contraexamen u “objeta” preguntas de este; vii) no se permite
contrainterrogar por temas relacionados con la credibilidad del testigo o su
dicho; viii) se niega el derecho a contrainterrogar en audiencias distintas a las
de juicio oral. Asimismo, es criticable –desde el punto de vista adversarial y
acusatorio– la norma que permite las preguntas formuladas por el Ministe-
rio Público y/o el juez, peor aún si ni siquiera permite el contrainterrogatorio
frente a las preguntas que ellos realizan. Situaciones como las enunciadas se
constituyen en una de las mayores inconsistencias del proceso penal en Co-
lombia, afectando profundamente los principios de contradicción, igualdad
de condiciones, imparcialidad, inmediación y el derecho a la defensa.

Palabras claves

Contraexamen, finalidad del contrainterrogatorio, alcance del contrainterro-


gatorio, limitaciones infundadas, reglas limitadoras del contrainterrogatorio,
impugnación de credibilidad, principio de contradicción, igualdad de condi-
ciones (armas), derecho de defensa.

Abstract

The model determines the criminal procedure as practiced or incorporated


a means test scenario designed for this purpose, which in our criminal law
is for the trial hearing. One of the peak moments are the cross-examination
of witnesses, but miserably, due to ignorance of its purpose and scope, in a
number of cases are performed erroneously or limited without foundation,
as when: i) own leading questions art of cross-examination, considered that
only seek to confuse or threaten the witness; ii) the contrainterrogador, in
turn, becomes just the open questions in suggestive questioning; iii) express
objections founded by repetitive questions, in the event that the trial take
to start questioning aspects of cross lines; iv) approve oppositions, if the
lawyer knows the objective of open - formulated questions; v) the concepts
264
“themes” and “questions” of direct questioning confused; vi) the judge limits
Víctor Hugo Ospina

the extent of cross-examination or “objects” questions about this; vii) not 265
allowed to cross-examine on issues related to the credibility of the witness or
his saying; viii) the right to cross into different from trial) hearings is denied.
It is also questionable from the point of view adversarial and adversarial - the
rule allowing questions from the public prosecutor and/or judge worse if not
even allow the cross off the questions that they do. Situations, such as those
listed, constitute one of the major inconsistencies of criminal proceedings
in Colombia, profoundly affecting the principles of contradiction, equal,
fairness, immediacy and the right to defense.

Keywords

Cross-examination, purpose of cross-examination, scope of cross, unfounded


limitations,  rules limiting the cross-examination,  challenge of credibility,
principle of contradiction, equality of arms, rights of defense.

Introducción

El presente texto actualiza, corrige –errores en el proceso de


edición– y profundiza el artículo denominado Limitación arbitraria del
contrainterrogatorio de la Revista La Defensa No. 11 - “Los temas de la
Barra Académica”, de diciembre de 2009; y, en buena medida, se nutrió de
la experiencia vivida, de quien escribe, como Defensor Público, Coordinador
Académico de la Defensoría del Pueblo y asesor-docente de Consultorios
Jurídicos, que permitió observar y/o ser informado de la manera como un
número significativo de juicios orales se desarrollan. Del mismo modo,
es conveniente precisar, a fin de que no se preste para confusiones, que
emplearemos como sinónimo de contrainterrogatorio los conceptos
de: contraexamen y crossexamination. Asimismo, que los conceptos de
contradicción y confrontación no son sinónimos, pues podría decirse que el
segundo es una especie del primero; el derecho de confrontación consiste
en obtener la comparecencia de testigos al juicio, así como de estar frente
a frente con los testigos de cargo y formularle preguntas (Bedoya, 2013, p.
Temas de defensa Penal
Tomo I

15), eso sí, dada su generalidad, utilizaremos, en todos los casos, el término
“contradicción”.
Si en verdad, las prácticas erradas en los contrainterrogatorios de los
litigantes o las limitaciones a aquellos por parte de los jueces –que a lo largo
del documento se cuestionarán–, no se presentan en todos los procesos, sí
se suscitan con frecuencia en Colombia, unas en mayor número que otras;
por lo tanto, es necesario que desde la academia se llame la atención para
que se eviten esos yerros que no son simples errores de forma, sino que van
más allá. Y, de entrada, se advierte que aun cuando la Corte Suprema de
Justicia ha tratado de restarle importancia a las reglas propias de las técnicas
de juicio oral (40672 y 41544 de 2013), en el primer evento la decisión se
circunscribió al interrogatorio directo, en tanto que en el segundo se encauzó
en no decretar la invalidación por la presunta vulneración del derecho de
defensa. Empero, los contrainterrogatorios irregulares que transgredan de
forma ostensible los principios de contradicción, imparcialidad, igualdad de
condiciones e inmediación, sin hesitación, quebrantan el debido proceso y/o
el derecho de defensa. Derecho del acusado y/o abogado de contraexaminar
–de manera efectiva– a los testigos de cargo, consagrado en las siguientes
normas: artículo 14, literal e) del numeral 3 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (Ley 74 de 1968) y el artículo 8, literal f) del
numeral 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Ley 16
de 1972); a más, de los artículos 8 literal j) y 125 numeral 5 del Código de
Procedimiento Penal.
Pues bien, desde que el constituyente derivado promulgó el Acto Legislativo
03 de 2002 se ha pregonado el cambio de paradigma en la práctica e
incorporación de la prueba. Aparece una nueva técnica de presentación de esta
ante el juez y ante la sociedad, en la audiencia de juicio oral. Sin embargo, hay
quienes, desconociendo lo anterior, han pretendido acomodar en las técnicas
de intervención en juicio, postulados propios de sistemas procesales penales
que contrarían el que pretendió implementarse en Colombia; situación que
genera una cascada de interpretaciones sobre el modo y la forma de aplicar
las técnicas de presentación de una prueba, por ejemplo, sobre la forma de
realizar el interrogatorio y el contrainterrogatorio. A más, que tampoco podía
266
esperarse que nuestro sistema fuese un modelo dechado de virtudes en cuanto
Víctor Hugo Ospina

a sus características acusatorias y adversariales, si se tiene en cuenta la falta de 267


coherencia en los debates de la comisión redactora constitucional que dieron
origen al Código de Procedimiento Penal. Sobre el particular, es muy ilustrativo
el doctrinante Moya, pues se basó en referentes históricos de lo acontecido en
esa comisión (2006, pp. 85-111, y 2012, pp. 123-124).

Peor aún, si nuestro sistema jurídico penal viene siendo debilitado, entre
otras circunstancias, por las iniciativas legislativas de políticos totalmente
ajenos al mundo jurídico, las constantes variaciones jurisprudenciales que no
guardan relación con la lógica del sistema acusatorio y adversarial (algunas
veces toman como referente un sistema mixto con tendencia inquisitiva,
en otros solo la característica acusatoria o la adversarial, o ningún sistema
procesal, sino la subjetividad –lo que se ha conocido como la “justicia del
caso”–). Recuérdese que como lo plantea Armenta (pp. 42-43, 2012), el
modelo acusatorio y el adversarial no son sinónimos, pues “[e]l sistema
acusatorio se sitúa en el plano de la necesidad de una acusación y con ello de la
exigencia de imparcialidad. El adversativo lo hace en el plano de la audiencia o
contradicción. El proceso acusatorio requiere que alguien sostenga la acción,
el adversativo la confrontación entre dos partes con igualdad de armas bajo
la dirección de un tercero imparcial…”.
Uno de los pilares del debido proceso es el derecho de contradicción, inmerso
en los artículos 15 y 378 de la Ley 906 de 2004, así como en el artículo 29 de
la Constitución Política, derecho que claramente se refleja en la facultad de
contrainterrogar en la audiencia de juicio oral, pero además en un catálogo
de garantías que se ejercen en armonía con la lógica del proceso penal que
nos rige, por ejemplo: interponer recursos, presentar inconformidades,
manifestar alegatos, argumentar y contraargumentar, en condiciones de
igualdad e imparcialidad.

Descendiendo al tema central del texto, el contrainterrogatorio se destaca


porque está diseñado dentro de un Sistema Penal Acusatorio-Adversarial
como la forma más precisa para materializar el derecho de contradicción
o confrontación; es decir, el contrainterrogatorio es el mecanismo que
permite controvertir el dicho de un testigo y presentar al juzgador, mediante
la formulación de preguntas cerradas y sugestivas, los vacíos, falencias o
Temas de defensa Penal
Tomo I

aspectos relevantes que encierran contradicciones o errores de la teoría


del caso de la contraparte, buscando que el juzgador pueda tener una visión
plena y equilibrada de lo percibido por el testigo.
El contraexamen del testigo tiene, en esencia, esa técnica: plantear preguntas
sugestivas. Tal composición de la técnica y el derecho a contrainterrogar no
es restrictiva, lo que no quiere decir que implique la repetición del directo,
situación que es antitécnica y logra un efecto adverso para el litigante
confrontador.
Pese al paso de los años, seguimos advirtiendo que hay jueces que
restringen el manejo de las técnicas propias del contraexamen. Esto ocurre
cuando declaran procedentes las objeciones presentadas por el litigante
que interrogó, basándose en que los “temas” no fueron tocados en el
directo. Cuando el juez admite estas objeciones confunde el concepto de
“tema” con el de “pregunta”, lo que resulta una forma errada de resolver
las oposiciones, especialmente porque quien objeta de esta manera suele
hacerlo por desconocimiento o deslealtad. La objeción que prospera con
estos argumentos es una irregularidad trascendental y significativa, ya
que impide al oponente ejercer el derecho de contradicción. No quiere
decir lo anterior que el juez no esté facultado para limitar actos del
contrainterrogatorio, previa oposición de la contraparte, declarando
fundadas las objeciones. Es evidente que la oposición prospera cuando
el tema no fue objeto del interrogatorio, ni las preguntas están referidas
a la credibilidad de los testigos y ni siquiera son pertinentes (como se
analizará más adelante).
Si el contraexamen es un derecho que materializa los principios de
contradicción, confrontación, igualdad de condiciones y el derecho de
defensa, entre otros, e involucra una completa técnica para poder consolidar
los fines de su empleo en un escenario de partes; es necesaria su correcta y
adecuada implementación para desarrollar un proceso acorde con la lógica
de un Sistema Penal Acusatorio-Adversarial.
Por tanto, como las limitaciones infundadas al contrainterrogatorio
quebrantan derechos caros a un sistema procesal penal dentro de un Estado
268
democrático, situación que anticipamos en Ospina (2006, p. 277), Colombia
Víctor Hugo Ospina

debe redireccionar la lógica con la cual aplica el sistema procesal penal y 269
llevarlo a compaginar con los presupuestos de la democracia, de la equidad,
de la igualdad, de la dignidad humana y, en general, del respeto de todas las
garantías de un debido proceso. Tal objetivo debe empezar por entender y
clarificar la forma en que se piensa la justicia penal y la manera en que se
efectiviza el pleno ejercicio de los derechos.

I. limitación infundada. las preguntas sugestivas en el


contrainterrogatorio son de su esencia y no hostigan al
testigo

Las preguntas del contrainterrogatorio, por la naturaleza misma de este,


son de carácter sugestivo y, excepcionalmente, podrán ser abiertas, según la
estrategia del litigante. Una distorsión en el entendimiento de la técnica ha
dado lugar, por parte de algunos jueces –con el paso de los años, por fortuna,
ya muy pocos–, a limitar las preguntas de los abogados en el contraexamen, al
considerar que el cuestionamiento sugestivo es una maniobra amañada para
evitar que el testigo explique su dicho.

Una interesante exposición de los motivos por los cuales equivocadamente


se prohíben preguntas sugestivas en el contrainterrogatorio, la encontramos
en Baytelman y Duce (2011, p. 157), quienes atribuyen como principal causa
la falta de comprensión de la dinámica de la contradicción, así:

“La lógica que hay tras la prohibición de las preguntas sugestivas (en
el interrogatorio) tiene que ver con la idea de que el sistema no desea
que el abogado vaya poniendo en boca del testigo las palabras de su
testimonio, particularmente considerando que ese testigo o perito
tiene al menos un cierto compromiso con la versión que honestamente
y de buena fe viene a relatar al juicio y que es precisamente la que
favorece a la parte que lo presentó. (…). Al sistema le interesa evitar
eso. El sistema quiere saber qué es lo que el testigo sabe, en sus
propias palabras. Esa es la razón por la cual deben prohibirse por regla
general las preguntas sugestivas en el examen directo. La función
del contraexamen, en cambio, es otra. El contraexamen consiste
Temas de defensa Penal
Tomo I

precisamente en superponer otra versión a los hechos relatados por


el testigo; relevar aquella información que el examen directo ocultó,
exageró, tergiversó o subvaloró.
(…)
En este sentido, la razón que existía para prohibir las preguntas
sugestivas desaparece: en el caso del contraexamen, no se trata de
un testigo complaciente con la formulación de la realidad que hace el
contraexaminador; el testigo siempre va a poder –y siempre va a estar
dispuesto a– negar las palabras que el abogado está poniendo en su
boca si ellas no reflejan la realidad en ninguna versión.
Respecto a la necesidad de las preguntas sugestivas en el contrainterrogatorio,
los precitados autores terminan enfatizando:
“La experiencia adversarial es bastante clara en este sentido:
sin preguntas sugestivas en el contraexamen no hay genuina
contradictoriedad”.
También es injustificable argüir que las preguntas sugestivas en el
contrainterrogatorio, como limitan las respuestas, son maniobras de
intimidación al testigo. En similar sentido, afirmamos en el año 2006 (Ospina, p.
274): “Uno de los casos específicos es rechazar el requerimiento al declarante,
ante preguntas cerradas o sugestivas propias del contrainterrogatorio, para
que responda únicamente lo preguntado por quien está en el turno, con el
errado argumento de la supuesta ‘presión’ al testigo”.
Lo anterior fue referido incluso cuando apenas se implementaba el C. de
P. P. en el año 2005, por la Comisión Interinstitucional (conformada por el
Consejo Superior de la Judicatura, Defensoría del Pueblo, Fiscalía General
de la Nación, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia y
Procuraduría General de la Nación), en el Manual general para operadores
jurídicos - Técnicas del Proceso Oral en el Sistema Acusatorio Colombiano
(Checchi and Compañy Consulting Colombia, p. 169), así: “…Tampoco debe
permitir que el testigo dé explicaciones que no se le están pidiendo, pues
si lo hace, el contrainterrogatorio se pierde. El abogado debe requerir al
testigo para que conteste únicamente lo preguntado y, en caso de renuencia,
270
solicitarle al juez que lo instruya para que responda lo preguntado.”. Por
Víctor Hugo Ospina

supuesto que existen demarcaciones, es decir, que el litigante so pretexto de 271


ejercer el derecho de contradicción, mal puede llegar al extremo del irrespeto
a la dignidad humana del testigo.
En fin, aceptar la limitación del contrainterrogatorio por el uso de
las preguntas que le son inherentes –sugestivas– o por el presunto
hostigamiento, quebranta la técnica diseñada para aquel, olvidando que su
objetivo no es repetir el directo, como lo veremos, sino encontrar los vacíos,
errores, inconsistencias, mentiras o reafirmaciones que tengan relación con
el caso debatido y que interesen a la “verdad” (sobre este complejo tema en
los sistemas acusatorios y adversariales, consúltese Moya, 2013, Universidad
Católica). De impedirse el empleo adecuado de la técnica lo único que se
logrará será un desgaste procesal, pues permitirá que el testigo presente su
versión de los hechos sin ningún control y el contraexamen no presentará
ninguna finalidad en el debate forense.

II. Práctica errada: el propósito del contrainterrogatorio no


es repetir el interrogatorio directo, a través del empleo de
preguntas sugestivas

Es un craso error entender como técnica de contrainterrogatorio repetir


las preguntas del directo en modo asertivo, en primer lugar, porque no
se estaría refutando nada, ni en todo ni en parte, pues se trataría de las
mismas preguntas solo que planteadas de manera distinta, y, en segundo
lugar, porque se corre el riesgo de que la idea o concepto que es adversa
a la teoría del caso del contrainterrogador sea la que finalmente cale
en la mente del juez. Proceder de ese modo lo único que consigue es un
ejercicio tedioso y para nada provechoso a los intereses del abogado
que contrainterroga. En similares términos se ha expuesto por Ramírez
C. & Ospina V. (p. 103, en proceso de publicación virtual), que si por
circunstancias de inexperiencia, de preparación o improvisación del
abogado, este repite el directo, lo único que logra es reafirmar el mensaje
que la contraparte quiere que llegue al juez, dejando en el olvido los
objetivos del contrainterrogatorio eficaz.
Temas de defensa Penal
Tomo I

Solamente si el litigante lo considera pertinente, repetirá preguntas del


directo cuando sea parte de su técnica o estrategia, guardando en todo
momento fidelidad con la esencia propia del contrainterrogatorio y sin
permitir que el testigo dé explicaciones; es decir, el abogado, siempre debe
controlar el escenario del contraexamen, por regla general, a través de las
preguntas sugestivas, donde no haya lugar a argumentaciones por parte
del testigo, permitiendo solamente que llegue al juez la información útil
para el cumplimiento de los objetivos del contrainterrogatorio. (Ramírez
C. & Ospina V. p. 102, en proceso de publicación virtual).

III. limitación infundada: avalar oposiciones por supuestas


preguntas repetitivas, que solo pretenden iniciar una línea de
contrainterrogatorio

Es curioso que procedan las objeciones por “pregunta repetitiva”, cuando es


tomada información del interrogatorio directo para convertirlas en preguntas
e iniciar una línea de contrainterrogatorio. Tan particular postura desconoce
que la pregunta repetitiva tendría que formularla un mismo litigante, y que
no se “cuentan” aquellas formuladas por el otro abogado.
Es más, consideramos que sí sería conveniente repetir las preguntas del
directo en dos eventos:
“…cuando el testigo ha aportado algo que favorece a la teoría del
caso del abogado, o se utilizan las técnicas de impugnación; estas
posibilidades requieren recordar una parte del interrogatorio, no
siendo excusa para repetir todo lo preguntado por el abogado que
presentó al testigo.
Cuando se pretende hacer uso de la impugnación, se suelen repetir
algunas preguntas del directo, esto se hace con el fin de comprometer
al testigo con la respuesta; bajo esta técnica, dicha repetición
aparte de comprometer también servirá como introducción a la
línea de contrainterrogatorio que se va a desarrollar”. (Ramírez C.
& Ospina V., p. 103, en proceso de publicación virtual).
272
Víctor Hugo Ospina

IV. limitación infundada: avalar oposiciones si se realizan 273


preguntas abiertas

Se ha insistido en que el contrainterrogatorio se practica implementando


preguntas sugestivas que busquen, únicamente, la afirmación o negación del
cuestionamiento formulado por el abogado, para contradecir en todo o en
parte lo que el testigo ha contestado. Sin embargo, no significa lo anterior
que estén prohibidas las preguntas abiertas, dado que en ocasiones aportan
gran valor al contrainterrogatorio. Lo que ocurre es que deben ser realizadas
de forma excepcional y con la plena convicción –no improvisación– para el
abogado que realiza el contraexamen del testigo, que la respuesta va a ser
beneficiosa para su teoría del caso y siempre teniendo presente que de hacer
varias preguntas abiertas, estas le darán la posibilidad al testigo de explicar lo
dicho en el interrogatorio, haciendo extensivo y repetitivo el contradictorio,
lo cual va en contravía de su finalidad.
En otros términos, si bien es cierto que desde la óptica de las técnicas de juicio
oral se recomienda el uso de las preguntas sugestivas en el contraexamen,
emplear preguntas abiertas no está prohibido normativamente, ni tendría
sentido alguno que lo estuviera. Una lógica absolutamente errada sería
considerar que por cuanto en el interrogatorio directo están prohibidas
las preguntas “sugestivas”, y las “abiertas” son de su esencia, que en el
contrainterrogatorio, como son de su naturaleza las “sugestivas”, están
prohibidas las “abiertas”.
Es importante, además, resaltar que el contrainterrogatorio no es únicamente
un mecanismo o estrategia para impugnar credibilidad del testigo de la
contraparte; este tiene otros propósitos de igual o mayor importancia que la
impugnación en sí misma, entre ellos se han reconocido fundamentalmente
(Fontanet, 2010, pp. 213 y 214):
1. Aportar aspectos positivos a nuestro caso. En similar sentido, Baytel-
man y Duce (2011, p. 150).
2. Destacar aspectos negativos del caso de la parte contraria.
Para obtener alguno de los dos precedentes resultados, en varias ocasiones
se requerirá del uso de preguntas abiertas.
Temas de defensa Penal
Tomo I

V. limitación infundada: interpretación desatinada del


concepto “temas” del interrogatorio directo

En la práctica procesal penal debe distinguirse claramente entre los conceptos


“tema” y “pregunta” del interrogatorio, pues buena parte de la problemática
en las limitaciones equivocadas de los contrainterrogatorios se presenta
por la inexplicable confusión entre estas dos palabras. Las definiciones que
sobre el concepto de “tema” se encuentran, lo ubican como: “un aspecto que
pertenece a una misma materia o discurso”255, mientras que la definición de
“pregunta”, hace referencia a: “la simple interrogación que se formula a una
persona para que responda lo que sabe de una u otra cosa”256.
Al presentar la ostensible diferencia entre estas dos nociones, no es de recibo
para ningún operador jurídico, permitir que producto de dicha confusión se
impida realizar el contraexamen de testigos y mucho menos que la justicia
penal se quede “con una verdad a medias”, es decir, aquella con la que se
quedaría el juez en el evento de que solo sea posible el interrogatorio directo,
pues puede ocurrir que la estrategia del abogado que presenta su testigo y lo
interroga, sea la de omitir ciertos aspectos que considera poco importantes
o desfavorables para la credibilidad de quien declara, o de su teoría del caso.
Esta crítica la planteamos desde el año 2006 (Ospina, p. 276):

“Circunstancia que también merece criticarse con severidad por la


obstrucción causada al trámite normal de los contrainterrogatorios,
son las objeciones aprobadas una y otra vez por los señores Jueces
relativas a supuestas preguntas que no fueron tema del interrogatorio
inicial. Se malinterpreta la acepción del término (“)tema(”) plasmado
en la Ley 906 de 2004 en el inciso 2º del artículo 391, al considerar
ineludible el uso de las palabras expresadas o “siquiera” frases similares
del interrogatorio directo, pese a que (“)tema(”) significa materia,
asunto; por consiguiente, si se aborda una materia la contraparte
está facultada para referirse a ella, puesto que la finalidad del
contrainterrogatorio no es la de repetir las preguntas ya formuladas”.

255 Definiciones de la RAE: 1. m. Proposición o texto que se toma por asunto o materia de un discurso. 2. m. Este mismo
274 asunto o materia.
256 Definición de la RAE: 1. f. Interrogación que se hace para que alguien responda lo que sabe de un negocio u otra cosa.
Víctor Hugo Ospina

Desde la esfera de la contraparte, la que se encargará de realizar el 275


contraexamen del testigo, buscará mostrar al juzgador todos los aspectos
que se dejaron de observar o que, quizás por estrategia de su oponente, se
presentaron de forma distinta a un análisis objetivo. Por esta razón, es deber
constitucional y fundamental que se permita al litigante de la contraparte
evaluar, mediante el contrainterrogatorio, “los temas”, que mal pueden
confundirse con las “preguntas” que fueron objeto del directo.

En otras palabras: “Tampoco tiene sentido que se interprete por algunos jueces
el contrainterrogatorio como una técnica que versa sobre las preguntas del
interrogatorio y no sobre los temas de este último, de esta manera lo único
que logrará el abogado de la contraparte es reafirmar al testigo mediante
preguntas asertivas”. (Ramírez, C. & Ospina, V. En proceso de publicación).

VI. limitación infundada: por la extensión del


contrainterrogatorio. De oficio no puede rechazarse una
pregunta (“objeción del juez”)

Otra limitación que, en algunos casos se presenta, se deriva de la mala


interpretación del principio de celeridad, cuando el juez obliga a las partes
a terminar los contrainterrogatorios arguyendo su extensión, pese a que las
preguntas guardan total fidelidad con la técnica establecida y abordan temas
relevantes y pertinentes, como analizaremos en el capítulo subsiguiente. La
restricción examinada deja de lado la función social de la justicia y da paso
a criterios netamente estadísticos y de economía procesal que no aportan
ningún beneficio a la sociedad, sea cual sea la decisión adoptada.

De seguro, tal control al tiempo surge de las capacitaciones que en el país


y Latinoamérica se han venido realizando, que tienen un claro sentido, esto
es, que los litigantes adquieran habilidades de síntesis y de eficiencia; y, de
otro lado, buscando que los juicios orales simulados no se extiendan más allá
de las jornadas programadas. No obstante, así sean ejercicios necesarios
e interesantes para preparar a los operadores jurídicos en sus roles, mal
pueden aplicarse de forma irreflexiva en los procesos reales.
Temas de defensa Penal
Tomo I

La supuesta búsqueda de la economía procesal no se logra limitando los


contrainterrogatorios, para así terminar prontamente las audiencias, por el
contrario, la economía procesal debe ser respetuosa de todas las garantías
y derechos, apegada a la técnica establecida, con un debate argumentativo y
probatorio que entregue a la sociedad decisiones concordantes con el sistema
judicial, que no serán declaradas como nulas. Un funcionamiento adecuado,
respetuoso de los derechos de las partes, evitará tener que rehacer procesos,
y ahí sí el desgaste de la administración de justicia.
La restricción técnica impuesta al abogado a la hora de realizar el contraexamen
solo es legítima si guarda estrecha relación con la lógica jurídica, con los fines
del proceso penal y, con mayor rigor, con la esencia del contrainterrogatorio,
que no es otro que la materialización más pura del derecho a controvertir lo
presentado por el oponente; por tanto, en un sistema acusatorio-adversarial
que protege las garantías de las partes, el debate en igualdad de condiciones,
la lucha dialéctica entre estas, el respeto por la técnica que permite depurar el
debate probatorio, si son viables los límites, pero estos siempre deben estar
guiados por la protección a las garantías constitucionales y la pertinencia de
los temas tratados.
Con todo, si el juez limita el contrainterrogatorio por excesivo, capcioso,
superfluo, confuso u ofensivo, ello le es dable, siempre y cuando esté
precedida su intervención por la objeción de la parte que ofreció al testigo,
pues el juzgador no debe objetar los interrogatorios y contrainterrogatorios.
De hacerlo, quebrantaría los principios de igualdad de condiciones e
imparcialidad, y entraría a direccionar las preguntas según su voluntad. Al
respecto, la Corte Suprema de Justicia ha expresado que la intromisión ilegal
del juez en el juicio oral no genera la nulidad de la actuación, sino “la exclusión
total o parcial de cada uno de los medios probatorios practicados” (Proceso
No. 38020 del 18 de abril de 2012).

VII. limitación infundada: restringir en el contraexamen


abordar temas distintos a los del interrogatorio

276 Zanjada la diferencia entre tema y pregunta del interrogatorio directo, por
lo menos académicamente, pues, por desgracia, en los distintos complejos
Víctor Hugo Ospina

judiciales del país no se ha superado; tenemos que entrar a dilucidar cuál es el 277
verdadero alcance del contrainterrogatorio en Colombia.

La seguridad para identificar los linderos del contraexamen es una de las


mayores preocupaciones para las partes y el juzgador en el proceso penal;
por un lado, el abogado que ofrece al testigo centra su preocupación en los
parámetros aplicables que le permitirán identificar las preguntas susceptibles
de objeción, en aquellos eventos en que desborden los límites de los temas
tratados en el interrogatorio; el contrainterrogador estará pendiente de los
temas que puede abordar a la hora de formular sus preguntas. Finalmente, el
juzgador asume el trabajo de resolver los conflictos sobre los alcances que
tiene la exploración de ciertos temas en el contraexamen. Observemos qué
sucede en Colombia y en países referentes, sobre el particular:

1. El manejo equivocado que le han dado algunos operadores


jurídicos en Colombia

En un número significativo de actuaciones penales solo se permite en el


contrainterrogatorio los temas del directo, por una interpretación aislada –
no sistemática– del artículo 391 del CPP, que en su segundo inciso expresa:
“En segundo lugar, si lo desea, la parte distinta a quien solicitó el testimonio,
podrá formular preguntas al declarante en forma de contrainterrogatorio
que se limitará a los temas abordados en el interrogatorio directo.”:
La limitación sin fundamento del contrainterrogatorio, sustentada en
una exégesis literal del artículo 391 del CPP, desconoce que nuestro
procedimiento penal, también expresamente, permite al contraexaminador
realizar preguntas que aborden el tema de credibilidad del testigo, así no
hubiesen sido tema del interrogatorio directo, tal como se desprende de los
artículos 393 y 403 del CPP, que regulan la impugnación de credibilidad del
testigo.

Se ha llegado al extremo de impedir al contrainterrogador que utilice las


entrevistas, declaraciones o informes (según sus fines: refrescar memoria
o impugnar credibilidad), por cuanto no fueron empleados al momento del
interrogatorio directo, pese a que fueron oportunamente descubiertos. Tal
Temas de defensa Penal
Tomo I

proceder es un abierto desconocimiento de las técnicas y principios propios


de los interrogatorios cruzados, pero también de los artículos 393 en su
literal b) y del 403 del CPP.

En fin, solo permitir al contraexaminador abordar los temas desarrollados


en el interrogatorio, mas no los temas de credibilidad –que sin lugar a duda
resultan de gran relevancia al momento de la valoración probatoria–, vulnera
de forma honda el principio de contradicción, y, de paso, afecta la inmediación,
la igualdad de condiciones, la imparcialidad y el derecho a la defensa.

2. Manejo en Estados Unidos y Puerto Rico

Diversas soluciones se conocen desde las tendencias doctrinales,


jurisprudenciales y legislativas extranjeras, que sirvieron como referente
a los ordenamientos jurídicos latinoamericanos que han implementado en
sus modelos penales, los postulados de un sistema Acusatorio- Adversarial.
Siguiendo a Decastro (2008, p. 174) quien cita a Schwartz (1978, pp. 1612-
1613) se pueden observar los primeros cimientos limitantes del alcance del
cross-examination, surgidos a partir de decisiones judiciales de las Cortes de
los Estados Unidos de América, que fundamentaron las siguientes reglas:

1. La establecida como “English Orthodox Rule” (Regla inglesa u orto-


doxa), según la cual es permitido extender el cross-examination a todo
aspecto o materia del caso, sin tomar en cuenta si fue o no tratado en
el directo. Esta regla tiene como fin ayudar a los jueces a economizar
tiempo, entregándole la posibilidad al testigo de declarar todo lo que
conoce sobre el caso y es jurídicamente relevante en una única opor-
tunidad.

2. La denominada como “American Rule” (Regla Americana), la cual de-


termina que un testigo no puede ser contrainterrogado sobre cual-
quier hecho o circunstancia que no tenga relación con los temas del di-
recto, excepto lo relacionado con la credibilidad del testigo. Esta regla
tiene como fundamento permitirle al litigante –que ofrece al testigo–
abordar los temas jurídicamente relevantes de manera secuencial,
278
ofreciendo el medio de prueba con la tranquilidad que su contraparte
Víctor Hugo Ospina

no podrá interrumpir la presentación de su prueba con hechos distin- 279


tos que aquellos que marcaron el desarrollo del interrogatorio.

3. Una variación de las anteriores es la llamada “Michigan Rule” (Regla


de Míchigan), que encuentra su origen en el caso Campau v. Dewey, 9
Mich. 381 de 1861, permitiendo abordar en el cross-examination los
temas tratados en el directo y todo lo que tienda a modificar, explicar o
refutar lo que allí se testificó o implicó; esta regla busca no encuadrar-
se en los hechos precisos y sus circunstancias, sino en la finalidad de
los temas abordados en el interrogatorio directo.

Explica Decastro (ibídem, pp. 174-175) que las diferentes Cortes estadouni-
denses se orientaron básicamente en dos sentidos: De un lado (la mayoría)
quienes limitaban el cross-examination estrictamente a la materia o aspectos
abordados en el directo; de otro (unas pocas jurisdicciones), quienes permi-
tían en el cross-examination la inclusión de todo tema jurídicamente rele-
vante que se ubicaba dentro de la esfera de conocimiento del testigo, eso sí,
con una clara condición: si se llegase a tratar temas que no fueron objeto del
interrogatorio directo, se debían utilizar y respetar las reglas propias de este,
prohibiendo primordialmente las preguntas sugestivas.

Este mismo autor señala que la visión estricta sobre los límites del cross-
examination, cuyo origen se encuentra en el caso Philadelphia & T.R. Co. V.
Stimpson, 39 U.S. (14 Pet.) 448, según la cual el derecho del contrainterroga-
dor se limita a preguntar sobre los hechos o circunstancias relacionados con
las materias del directo y la credibilidad del testigo, exige que, en el evento de
querer preguntar por otros temas relevantes, el testimonio ofrecido por esa
persona debe ser requerido como testigo de quien lo aduce, es decir, se debe
llamar a ese testigo para interrogarlo a través de un examen directo.

Las comentadas reglas, surgidas de decisiones judiciales, fueron punto


de constantes controversias en Estados Unidos, ya que las Cortes de los
diferentes Estados adoptaban una regla u otra, lo que generaba una regu-
lación distinta; circunstancia que pretendió ser solucionada257 a través de

257 Los diferentes estados de los ee. UU. son libres de adoptar o no las reglas Federales de evidencia; sin embargo, se
puede constatar, que un número importante de estados han promulgado sus códigos con base en estas, solucionando
así, en gran medida, la problemática que las originó. al respecto puede consultarse: notes of advisory committee on
Temas de defensa Penal
Tomo I

las FEDERAL RULES OF EVIDENCE en 1975258. Actualmente, el literal B


de la regla 611 de las FEDERAL RULES OF EVIDENCE, regula la extensión
del cross-examination, de la siguiente manera:

RULE 611. MODE AND ORDER OF EXAMINING WITNESSES AND


PRESENTING EVIDENCE

(…)

(b) Scope of Cross-Examination. Cross-examination should not go be-


yond the subject matter of the direct examination and matters affec-
ting the witness’s credibility. The court may allow inquiry into additio-
nal matters as if on direct examination259. :

Como lo mencionábamos anteriormente, las disposiciones jurídicas de los


Estados Unidos han influenciado significativamente los ordenamientos jurí-
dicos latinoamericanos, que procuraron implementar en sus modelos pena-
les los postulados de un Sistema Acusatorio y Adversarial; al respecto, pue-
den observarse las Reglas de Evidencia de Puerto Rico260, creadas tan solo
cuatro años después de las norteamericanas y que han seguido sustancial y
conjuntamente las mismas modificaciones.

Actualmente, el literal B, numeral 2, de la regla 607, de las Reglas de Eviden-


cia de Puerto Rico, regula la extensión del contrainterrogatorio de la siguien-
te manera:

“REGLA 607. ORDEN Y MODO DE INTERROGATORIO Y PRESEN-


TACIÓN DE LA PRUEBA

(B) Como regla general, el interrogatorio de las personas testigos será


efectuado en el siguiente orden:

Proposed rules. notes: Pub. L. 93–595, §1, Jan. 2, 1975, 88 stat. 1936; Mar. 2, 1987, eff. Oct. 1, 1987; apr. 26, 2011,
eff. Dec. 1, 2011.). Más detalladamente en: “notes of committee on the Judiciary, House report no. 93-650”.
258 Las Reglas Federales de Evidencia de Norte América (FRE) fueron implementadas en 1975. La última modificación a
estas reglas se produjo el primero de diciembre de 2013.
259 reGLa 611. MODO Y OrDen De eXaMen De LOs testiGOs Y Presentación De PrUeBas
(…)
(b) alcance del contrainterrogatorio. el interrogatorio no debe ir más allá de la materia objeto del examen directo
y las cuestiones que afectan a la credibilidad del testigo. El tribunal puede permitir preguntas sobre cuestiones
adicionales, como si se tratase del examen directo. (Traducción no oficial).
260 Las reglas de evidencia de Puerto rico –que originariamente se titularon “reglas de evidencia para el tribunal Ge-
280 neral de Justicia”– fueron implementadas en 1979. La última modificación a estas reglas entró a regir el primero de
diciembre de 2010.
Víctor Hugo Ospina

(...) 281
(2) Contrainterrogatorio: Primer examen de una persona testigo por
una parte diferente a la que efectuó el interrogatorio directo. El con-
trainterrogatorio se limitará a la materia objeto del interrogatorio di-
recto y a cuestiones que afecten la credibilidad de testigos. El Tribunal
puede, sin embargo, en el ejercicio de su discreción, permitir pregun-
tas sobre otras materias como si fuera un interrogatorio directo”.:

A raíz de lo anterior, surgieron diversos análisis doctrinarios en Latinoaméri-


ca respecto a los alcances del cross-examination. El maestro Chiesa Aponte
(1995), establece las siguientes reglas:

(i) Regla tradicional o extensiva261

Esta regla permite el contrainterrogatorio sobre cualquier asunto


pertinente. No se limita el contrainterrogatorio sólo a las preguntas
que fueron objeto del examen directo. El contrainterrogador puede
usar el contrainterrogatorio para establecer su caso o defensas afir-
mativas, independientemente de que se trate de asuntos traídos a
la consideración del testigo durante su interrogatorio directo.

(ii) Regla restrictiva.

El contrainterrogatorio se limita a asuntos de alguna manera traídos


a la consideración del testigo en su examen directo. Aquí caben ulte-
riores distinciones a base de qué se considera materia objeto del
interrogatorio directo, pero la nota característica es que el contra-
interrogatorio está limitado por el examen directo y no basta con la
pertinencia262.

261 cfr. Página 335 del libro citado.


262 Página 336 de la obra citada.
Temas de defensa Penal
Tomo I

(iii) Regla intermedia


El contrainterrogatorio se extiende a cualquier materia pertinente
aunque no haya sido considerada en el examen directo del testigo,
salvo el propio caso del contrainterrogador.
El doctrinante puertorriqueño determina que las reglas de evidencia
federales (EE. UU.) y de Puerto Rico siguen la regla restrictiva modificada
(Chiesa, 1995); es decir, el cross-examination se limita por los temas
tratados en el directo y por los temas de credibilidad, pero a la vez, faculta
al juez –quien debe velar por la eficacia de la actuación–, con potestades
discrecionales, para permitir al contrainterrogador examinar sobre temas
adicionales pertinentes, no tratados en el directo, logrando de esta manera
realizar eficazmente el desarrollo del debate probatorio y las finalidades del
proceso.
Con el panorama expuesto, el de la praxis colombiana y las reglas fijadas en
Estados Unidos y Puerto Rico, analicemos las interpretaciones que, con base
en nuestro sistema procesal, solucionarían los límites infundados fijados al
alcance de los cross-examination en nuestro país; así:

A. Interpretación atendiendo la citada legislación comparada

Lo recomendable sería que en Colombia, tal como en los países mencionados


-que no se escogieron para su estudio al azar, sino dada su vasta experiencia
en el manejo de la prueba en el sistema acusatorio y adversarial-, además
de permitírsele al contrainterrogador tocar aspectos del directo y temas de
credibilidad (regla restringida pura), se le admitiera abordar nuevos temas
pertinentes cuando la necesidad del caso en concreto así lo exigiera –claro
está, respetando las reglas propias, como si se tratase de un directo–, y dicho
alcance, estuviese limitado por la discrecionalidad del juez (regla restringida
modificada), pues este no es un convidado de piedra, ya que debe velar por la
eficaz materialización de los fines del proceso penal, que no puede ser otro
que el respeto por las garantías procesales de sus participantes.

282 Si se le concede al contrainterrogador examinar al testigo respecto de temas


pertinentes no abordados en el directo, ni que tengan estricta relación con
Víctor Hugo Ospina

temas de credibilidad, pero que su práctica sirva para tratar temas de pleno 283
interés para la justicia –bajo la discrecionalidad del juez y cumpliendo con el
procedimiento adecuado-, se favorece la materialización de un verdadero
debate probatorio, que sí cumple con las finalidades del proceso; en donde
los derechos de contradicción, igualdad de condiciones, inmediación,
imparcialidad y de defensa no se queden en un ideal deontológico.

Resulta prudente y ajustada a derecho una interpretación amplia de los


alcances del contrainterrogatorio, es decir, los jueces tienen total facultad
para permitir a los abogados que los realizan, preguntar a fondo sobre las
temáticas tratadas en el directo y para ello deben hacer uso del principio de
pertinencia, pues dicho principio brinda las bases para realizar inferencias de
lo que importa al proceso penal y que no tiene otra génesis sino la presencia
del testigo en el estrado judicial. No utilizarlo es desconocer que los temas
presentan un conjunto de variaciones y que el criterio de pertinencia brinda
todo un catálogo de posibilidades que llevan al contrainterrogador a tratar
aspectos necesarios que se desprenden de estos temas y serán de pleno
interés para la justicia, como situaciones que se desliguen de su declaración
y que sean de suma importancia para el proceso; por ende, la regla a aplicar
sería la explorada “restringida modificada”, que permite ampliar los temas no
abordados en el interrogatorio, siempre y cuando sean pertinentes.

Aun cuando Parra (2013, 739 y 740) considera que la regla aplicable en
Colombia es la “restringida pura”, culmina en términos similares a nuestro
planteamiento, sobre el alcance del contrainterrogatorio, al indicar que: “…
comprende lo que de él se desprende y que se relaciona en forma indirecta
(todo ello de conformidad con el artículo 375 del C. de P. C.).”.
Para “solucionar” las restricciones al contrainterrogatorio y/o como práctica
errada de los abogados a fin de eludir la complejidad de la técnica del
contrainterrogatorio, ha hecho carrera que la Fiscalía y la defensa soliciten
el interrogatorio directo de todos los testigos de su contraparte; y aun
cuando la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia tuvo que
“reglamentar” ese trámite irregular, exigiendo una carga argumentativa para
quien ofrece en la audiencia preparatoria a uno o más de los testigos de su
adversario en la audiencia preparatoria (v.gr. radicados números 27608 de
Temas de defensa Penal
Tomo I

2007, 36417 de 2011, 38364 de 2012 y 40672 de 2013, así como el 41741 y
42864 de 2014), hemos de manifestar que la real solución para evitar dicha
praxis irrazonable es la aplicación en Colombia de la citada regla “restringida
modificada”.
Así las cosas, efectuado el análisis expuesto en el decurso de este subcapítulo,
es coherente asegurar que en un sistema procesal penal, donde se prediquen
principios acusatorios y adversariales, el único camino para limitar el alcance
del contrainterrogatorio obedece a criterios objetivos, en aras de que el
derecho de contradicción no se vea vulnerado y, por ende, dichas limitantes
no pueden ser absolutas.
Cabe advertir que el ideal de aplicación de la “regla restringida modificada” en
nuestro ordenamiento jurídico, es un aspecto que merece análisis; sin embargo,
la finalidad de este subcapítulo es describir la existencia de unos límites del
contrainterrogatorio más garantistas que tienen aplicabilidad en los sistemas
Acusatorios-Adversariales, dejando la puerta abierta a futuros debates,
máxime si se tiene en cuenta que la Corte Suprema de Justicia cierra esta
interpretación, cuando asegura: “es la limitación que impone la formulación
de preguntas única y exclusivamente relacionadas con los temas tocados por
el testigo al responder el directo, sin que el hecho de que la defensa pueda
impugnar su credibilidad mediante la utilización de declaraciones anteriores
del deponente, lo legitime para desbordar el contrainterrogatorio” (Rad. 38364
de 2012). Eso sí, como de forma lamentable en esta providencia se omitió una
exploración profunda en lo que respecta al alcance de los contrainterrogatorios
–como la que pretendemos hacer en este título–, estamos a la espera de que
en ejercicio de su función unificadora de la jurisprudencia, la Sala de Casación
Penal fije los derroteros frente a este asunto que, como se ha insistido, no es
una intrascendente técnica del juicio oral.

B. Interpretación teleológica y sistemática con base en la


normatividad colombiana

La limitación al contrainterrogatorio referida a que de manera excluyente


se toquen los “temas” del directo –si acaso se cuenta con la fortuna de que
284
el juez, al resolver las objeciones, no asemeje y restrinja tal concepto al de
Víctor Hugo Ospina

“preguntas”–, son muestra del tímido asomo y aproximación de nuestro 285


sistema a la cultura acusatorio-adversarial. Por tanto, como la interpretación
propuesta en el literal A es de avanzada, por lo menos los operadores
jurídicos deben atender el alcance del contrainterrogatorio con base en
esta interpretación teleológica y sistemática de la ley que a continuación se
describe.

No desconocemos que el legislador colombiano no fue preciso en fijar el


alcance del contrainterrogatorio en la práctica probatoria; por tanto, la
praxis procesal penal, como ya vimos, con base en el inciso 2 del artículo
391 de La Ley 906 de 2004, se ha orientado hacia ceñirlo estrictamente a los
temas del directo, desconociendo una interpretación sistemática al CPP que,
en sus artículos 393 y 403, permiten formular preguntas que se relacionen
con la impugnación de credibilidad del testigo o de su testimonio. Dicha
norma debe armonizarse a fin de ofrecer la solución de la técnica a emplear
en tal escenario, con el artículo 393 literales a) y b) ibídem, que establecen
la finalidad del contraexamen, que no es otra que la de refutar lo que el
interrogado ha respondido, así sea parcialmente; a más que es procedente
impugnarle credibilidad a través de las entrevistas o declaración juradas
previas, o, aun, con lo que acabó de responder en el juicio oral. A su vez, el
artículo 403 explica los aspectos sobre los cuales es viable cuestionar ante el
juzgador la credibilidad del testimonio.

Se reitera, entonces, la necesidad de permitir abordar en el contrainterro-


gatorio temas relacionados con lo tratado en el directo y, adicionalmente,
aunque no haya sido considerada en el examen directo del testigo, aspectos
relacionados con la credibilidad. Esto para entregar al juzgador la posibilidad
de una valoración completa del deponente, de lo contrario el juicio caería en
la órbita nefasta de premiar la destreza del abogado que oculta aspectos cen-
trales y trascendentes –incluida la credibilidad– e incurrir en el despropósito
de reprimir al litigante oponente que pretende, a través del contrainterro-
gatorio, mostrar esa información oculta al juzgador. Las Cortes de Estados
Unidos, desde hace muchas décadas, respaldan la amplitud del cross-exami-
nation de testigos cuando se suprimen indebidamente aspectos relevantes
en el interrogatorio directo, en el caso Sleek v. J.C. Penney Co (Josephine Ann
Temas de defensa Penal
Tomo I

Sleek, apelante en el caso No. 14.166. Tribunal de Apelaciones del tercer cir-
cuito, 13 de noviembre de 1963), se expuso:
“Es cierto que los límites de interrogatorio adecuado deben estar ne-
cesariamente en la discreción del tribunal de primera instancia, Esta-
dos Unidos v Stöhr, 196 F. 2d 276 , 280 (3. Cir 1952), cert. negado, 344
EE. UU. 826, 73 S. Ct 28, 97 L.Ed. 643 (1952), pero como se ha señala-
do por el Juez Jefe Gourley abajo en la corte en Cleland v. Peters, 73 F.
Supp. 769, 773 (DC1947), citando a Corto v. Allegheny Trust Co., 330
Pa. 55, 198 A. 793 (1938): ‘El contrainterrogatorio de un testigo pue-
de abarcar cualquier asunto pertinente para el examen directo, cali-
ficarlo o descalificarlo, o que tienda a desarrollar los hechos que han
sido inadecuadamente suprimidas o ignoradas por la parte por la que
fue llamado como testigo’” (La traducción no es oficial y el subrayado
no es original).
Frente a que la credibilidad es susceptible de ser hurgada en el examen
cruzado, no cabe duda alguna, ya que se trata de una cuestión que atañe a
todo testigo, y que se abordará en las preguntas del directo tanto de forma
explícita (cuando se acredita al testigo) como de forma implícita por las
relaciones de interés, conocimiento, sanidad, cercanía, beneficios, entre
otras, que se puedan desprender de las respuestas y situación personal del
declarante. Tan central resulta la acreditación, que deben ser las primeras
preguntas que se realicen en el directo, para mostrar al juzgador por qué
debe creer la versión del testigo. Al respecto, Ramírez y Ospina (por publicar,
p. 52) recuerdan:
“1.1.3 Primeras preguntas, las de acreditación.
Al llegar el testigo a declarar ante el juez o jurado, este último se pregunta:
¿quién es?, ¿por qué está aquí?, ¿por qué debo creerle?; estas preguntas
no hacen referencia únicamente a los generales de ley, sino más a fondo,
por eso es deber del abogado interrogador realizar preguntas sobre las
condiciones personales, económicas, sociales, educativas, y familiares
del testigo. La acreditación busca la humanización del testigo y
contribuye a descartar todo posible interés que presente en la solución
286
del caso, esta acreditación no es más que las impresiones que produce
Víctor Hugo Ospina

el testigo en el juez o el jurado sobre sus condiciones personales, dando 287


bases para mayor confianza en su testimonio”.
Fontanet (2010, p. 214), acerca de los temas de credibilidad, resalta que:
“el contrainterrogatorio es el interrogatorio que hace la parte contra quien
se ha ofrecido el testimonio del declarante. Este tipo de interrogatorio
está limitado a aquellas áreas cubiertas en el interrogatorio directo y todas
aquellas relacionadas con la credibilidad del declarante. Nuestras reglas [de
Puerto Rico] señalan algunos mecanismos para la impugnación de testigos,
pero su enumeración es abierta” (el subrayado no es original).
Siendo la credibilidad un asunto que innegablemente compone el
interrogatorio directo, resulta apenas lógico permitir en el contraexamen
que se cuestione cualquier aspecto que tenga relación con la misma,
recordando que esta, como se puede concluir de lo precitado, no hace alusión
únicamente a situaciones de mendacidad; por el contrario, involucra toda
esfera de la condición humana que pueda afectar al testigo y que, es muy
común, sea independiente a la materia neurálgica del proceso penal. En el
mismo sentido Decastro (ibídem, p. 183) citando al profesor Younger (1976,
7-15) afirma que “existen nueve modos de impugnación de credibilidad de
testigos que, a su vez, él clasifica en tres grandes grupos o categorías. Dentro
de la segunda categoría incluye eventos en los que se impugna al testigo
preguntándole por asuntos que no tienen nada que ver con la materia tratada
en el interrogatorio directo, como son: a) prejuicio, interés y parcialidad; b)
condenas previas; c) conducta inadecuada anterior y d) declaración previa
inconsistente, agregando que “[t]odo abogado litigante experimentado ha
impugnado testigos de esta manera, y esta categoría de impugnación encaja
en un aspecto del arte del contrainterrogatorio”.
El puertorriqueño Chiesa, E. (1998, pp. 321-323), de igual manera, se remite
a la jurisprudencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos para destacar
la trascendencia de la impugnación de la credibilidad, así:
“El caso principal sobre el derecho del acusado a amplio
contrainterrogatorio de los testigos de cargo, como parte del
derecho constitucional a la confrontación es Davis v. Alaska. Aquí
el problema consiste en las limitaciones que pueden ponerse al
Temas de defensa Penal
Tomo I

acusado para inquirir, a fines de impugnar la credibilidad de un


testigo esencial de cargo, sobre materia ‘confidencial’. El testigo de
cargo tenía una adjudicación adversa en un tribunal de menores y
estaba en libertad condicional al momento de testificar. El tribunal
de Alaska rechazó un planteamiento de confrontación y resolvió
a base de un estatuto de confidencialidad de expedientes de
menores. La Corte Suprema de Alaska confirmó las convicciones
del acusado, pero la Corte Suprema de los Estados Unidos revocó
al resolver que se violó la cláusula de confrontación de la Enmienda
Sexta. Es demasiado central la impugnación de un testigo de cargo
por parcialidad (bias), en el sentido de motivo para testificar contra
el acusado. Aquí, la inculpación del acusado beneficiaba al testigo al
protegerse de una revocación de la probatoria o libertad condicional
que disfrutaba. El acusado tenía derecho a que esa evidencia de
impugnación llegara al juicio… Prevalece aquí el derecho a impugnar
al testigo de cargo mediante evidencia de parcialidad”.
En síntesis, los jueces, al realizar una interpretación teológica y sistemática
de los artículos 391, 393 y 403 del estatuto procedimental penal, siquiera,
deben permitir los temas –no preguntas– abordados en el examen directo
y los temas relacionados con la credibilidad del testigo o de su dicho, pues
de limitar los aspectos relacionados con la credibilidad, se vulnerarían las
garantías procesales propias de un sistema acusatorio-adversarial, que se
acomoda a nuestra Constitución.

VIII. limitación legal cuestionable: interrogatorios del Ministerio


Público y del Juez no son objeto de contrainterrogatorio

En un sistema acusatorio y adversarial es impensable que una figura particular


como el Ministerio Público colombiano tenga la facultad de interrogar; sin
embargo, como se requeriría una reforma constitucional que por razones
burocráticas difícilmente prosperará, es necesario abordar los aspectos
problemáticos que entraña tal práctica extraña. Peor aun si el Ministerio
Público, en uso de las facultades entregadas por el legislador para formular
288
preguntas de forma excepcional y complementaria, cambia su papel por el de
Víctor Hugo Ospina

parte (fiscalía o defensa) y cuestiona al testigo de manera tal que abre nuevos 289
temas y, contrario a complementar, amplía el examen directo al testigo, para
buscar su “propia verdad”, tal participación infortunada del interviniente sui
generis genera un escenario para nada pacífico, pues al ser un interviniente
que no debe probar ninguna teoría, ni parcializarse, surge la pregunta: ¿Podría
efectuarse el contrainterrogatorio a sus preguntas, cuando desbordando sus
facultades y previas objeciones de las partes, el juez se las permite? En caso
afirmativo, ¿qué parte podría realizarlo?

La respuesta a esta pregunta, aunque apoyada en la lógica jurídica, corre


el riesgo de ser igual de desconcertante que la participación de este
interviniente en el escenario procesal penal, pues todo apuntaría a que
la misma parte que lo contrainterrogó debe ser la encargada de realizar el
contraexamen sobre las preguntas del Ministerio Público, esto porque se han
abierto “nuevas puertas” a los temas tratados y ya examinados por las partes.
En especial la defensa, quien en pleno uso de sus facultades y del empleo de
la palabra siempre en el último turno (C-1195 de 2005), lo que constituye una
garantía de contradicción, tendría el derecho de controvertir lo preguntado
por el Ministerio Público, cuando ello haya desbordado sus facultades.
La solución planteada obedece a una deformidad única de nuestro sistema,
lo que amerita una regulación pronta del legislador para, siquiera, suprimir
la participación del interviniente sui generis en la práctica probatoria y,
así, erradicar el desequilibrio de condiciones o, por lo menos, evitar salidas
forzosas como la que se acaba de proponer (contraexamen a las preguntas
del Ministerio Público).
Que la legislación procesal penal colombiana no haya establecido el
contrainterrogatorio sobre las preguntas del Ministerio Público en el
evento ya estudiado, limita inexplicablemente a las partes al silenciarlas, e
imposibilitar este tipo de cuestionamiento respecto de los temas que este
aborde y que pueden ser novedosos y/o lesivos para el debate procesal.
Según el orden que entrega el artículo 397, aquel intervendrá después de las
partes, entonces, no incluir el contraexamen es equivalente a imposibilitar
a la fiscalía o a la defensa controvertir las pruebas de su contraparte, y, a la
vez, torna imposible al juzgador valorar la novedad traída por el Ministerio
Temas de defensa Penal
Tomo I

Público a través de sus preguntas, pues para ser admitida como prueba en
una actuación respetuosa del debido proceso debería ser controvertida.
Analicemos ahora la esfera del juzgador, quien preside la audiencia y no
debe parcializarse a favor de ninguna de las partes, por lo que se le impide
interrogar como si fuese un litigante, según lo preceptuado en nuestra
legislación procesal penal (artículo 391), y en línea jurisprudencial (ver por
ejemplo: radicados 39861 de 2012, 39257 de 2013 y 38021 de 2014 de
la CSJ). En el evento de intervenir, sus preguntas son excepcionales y con
fines netamente aclaratorios, de lo contrario, el debate penal presenciaría
un desequilibrio en la administración de justicia. Al juez le está prohibido
inmiscuirse en los interrogatorios y contrainterrogatorios con el ánimo de
convalidar su “propia” teoría del caso.

IX. limitación infundada: impedir la práctica de contrainte-


rrogatorios en otras audiencias distintas al juicio oral

Con el paso de los años, a partir de la implementación de la Ley 906 de


2004, en las audiencias preliminares, como por ejemplo, la de legalización
de captura o las relacionadas con las medidas de aseguramiento, cada vez
es más reducida la práctica de una declaración en ellas, con el argumento
de que dicha audiencia se convertiría en un “mini-juicio”. Afirmación que se
desvirtúa si se tiene clara la finalidad de la audiencia, en la medida en que
las preguntas que se formulen vía interrogatorio o contraexamen solo se
encaminarán al propósito de la audiencia (legalidad o ilegalidad de la captura;
cumplimiento o incumplimiento de los requisitos para la imposición de la
medida de aseguramiento, su sustitución o revocatoria). Otro motivo, para
denegar la práctica de la(s) deposición(es), es acudir al principio de celeridad,
empero este motivo también es fácilmente rebatible, ya que cuando entran
en juego derechos como los de la libertad o la intimidad, la prontitud en la
evacuación de las audiencias tendrá que ceder frente a aquellos derechos
fundamentales.
Con todo, en aquellos casos en donde eventualmente se permita interrogar
a un declarante, el ejercicio de contradicción ha de mantenerse en esos
290
escenarios (el artículo 29 constitucional se refiere también a la contradicción
Víctor Hugo Ospina

en la fase de investigación), ya que el proceso penal colombiano 291


está impregnado por el respeto de principios, derechos y garantías
constitucionales. Por tanto, no permitir contrainterrogar los “testigos” del
adversario en búsqueda de una decisión acorde con lo solicitado al juez,
quebranta los principios de contradicción, igualdad de condiciones y el
derecho de defensa, pues solamente se escucharía la versión de una parte sin
permitirse una contradicción “probatoria” verdadera, siendo no más que un
sofisma cimentado en la naturaleza de algunas audiencias.

En el mismo sentido, lo habíamos expuesto (Ospina, 2006, p. 280):

“Para finalizar, ni qué decir de las audiencias preliminares que han sido
celebradas sin autorizar el contrainterrogatorio, v. gr., en las deposi-
ciones rendidas por los captores, con el cerrado argumento de que
las normas reguladoras de la prueba testimonial exclusivamente son
aplicables al momento del juicio oral, como si el derecho de contra-
dicción estuviese reservado a éste. Tal derecho surge desde el inicio
de la investigación y, evidentemente, en todas las audiencias de partes
se hace inexcusable su acatamiento, lo cual no significa el desbordar
la finalidad de las mismas; en la situación exteriorizada censurada, el
contrainterrogatorio no podrá involucrar aspectos distintos a los de
establecer la legalidad o ilegalidad de la captura”.
Las razones precedentes del mismo modo son aplicables en las audiencias de
preclusión ante los jueces de conocimiento cuando, con base en la Sentencia
C-209 de 2007, se faculta la práctica de “pruebas” por la víctima, puesto que,
en claro respeto al principio de contradicción, la defensa tendría derecho a
efectuar el contrainterrogatorio.

Conclusiones

• Todas las formas que restringen injustificadamente el derecho a


contrainterrogar tienen como efecto cercenar el principio de con-
tradicción, el de igualdad de condiciones, el derecho de defensa y,
en general, quebrantar todas las garantías inherentes a un sistema
acusatorio-adversarial dentro de un Estado democrático.
Temas de defensa Penal
Tomo I

• Una asombrosa distorsión en el entendimiento de la técnica ha dado


lugar, por parte de algunos jueces –con el paso de los años, por fortu-
na, ya muy pocos–, a limitar las preguntas de los abogados en el con-
traexamen, al considerar que el cuestionamiento sugestivo es una
maniobra amañada para evitar que el testigo explique su dicho.
• Es un craso error entender como técnica de contrainterrogatorio re-
petir las preguntas del directo en modo asertivo.
• No es pregunta repetida, aquella que se realiza por primera vez en el
contrainterrogatorio, aun cuando en el directo ya se hubiese formu-
lado.
• Aunque las técnicas puras del juicio oral recomiendan que las pre-
guntas del contrainterrogatorio han de ser sugestivas, es procedente
–y hasta conveniente– en algunos eventos que no pueden dejarse li-
brados al azar, realizar preguntas abiertas.
• Es imperioso distinguir claramente entre los conceptos “tema” y “pre-
gunta” del interrogatorio, pues se observa con cierta frecuencia en la
práctica forense colombiana, que se limita infundadamente el con-
trainterrogatorio, cuando no se permite siquiera tocar los “temas”
del directo y, prácticamente, se obliga es a repetir las “preguntas” que
realizó el abogado que ofrece al testigo, pero en modo asertivo.
• El juez no puede obligar a los litigantes a terminar los contrainterro-
gatorios arguyendo su extensión, siempre y cuando estos respeten la
finalidad y el alcance de los mismos; ni tampoco puede hacer objecio-
nes, como si fuese una parte.
• Si en una actuación penal el juez solo permite tocar los temas del di-
recto, mas no aquellos que se relacionan con la credibilidad del tes-
tigo o del testimonio, ello obedece a una interpretación aislada –no
armónica– del artículo 391 del C.P.P.
• Los jueces, al realizar una interpretación teológica y sistemática de
los artículos 391, 393 y 403 del Estatuto Procedimental Penal, por
lo menos, deben permitir los temas –no preguntas– abordados en el
292
examen directo y los temas relacionados con la credibilidad del testi-
Víctor Hugo Ospina

go o su dicho, pues de limitar los aspectos relacionados con la credi- 293


bilidad, se vulnerarían las garantías procesales propias de un sistema
acusatorio-adversarial que, a la vez, se encuentran ajustadas a nues-
tra Constitución.

• La afectación que se genera al limitar el derecho a contrainterrogar


ha sido producto de análisis y soluciones a lo largo del desarrollo ju-
risprudencial y doctrinario de países extranjeros, tal como es el caso
de los Estados Unidos y Puerto Rico, por ejemplo, se encuentran re-
glas como la “restrictiva modificada”; sin embargo, ninguna de estas,
pese a su nombre que sugiere visos de limitación, consiste en cerrar
los contrainterrogatorios y reducirlos a abordar los temas del direc-
to. Regla “restrictiva modificada” que deberíamos emular en Colom-
bia, en atención a que con ella se garantiza el debido proceso.

• La limitación arbitraria del contrainterrogatorio no permite al juzga-


dor observar una deponencia imparcial del testigo, pues se presenta
solo una teoría del caso y, por consiguiente, no se permite cumplir
con los fines del cross-examination, ni desarrollar un debate proba-
torio en igualdad de condiciones; así, la audiencia de juicio oral se re-
ducirá a la habilidad del abogado para ocultar los aspectos negativos
de su testigo y evitar cualquier análisis sobre su credibilidad.

• Va en contravía de la lógica de los sistemas adversariales, que el Mi-


nisterio Público y el Juez estén facultados para formular preguntas
complementarias, una vez culmina el examen cruzado de los testigos.

• En audiencias tales como: legalización de captura, medida de ase-


guramiento, sustitución/revocatoria de esta o preclusión; en donde
eventualmente se permita interrogar a un declarante, de conformi-
dad con el artículo 29 de la Constitución Política, también se debe
permitir ejercer el principio de contradicción, y la forma, por excelen-
cia para su materialización, será a través del contraexamen.

• El modelo acusatorio y adversarial está inmerso en la legislación pro-


cesal penal y en la Carta Magna de Colombia, pues exige la garantía
de los presupuestos de igualdad, contradicción e imparcialidad; prin-
Temas de defensa Penal
Tomo I

cipios que deben resplandecer en todo acto del proceso penal, pero
más aún en el derecho a contrainterrogar lo testificado y presentado
por la contraparte, pues es en este escenario donde confluyen todos
los principios para depurar el debate probatorio y argumentativo que
se le presenta al juzgador y a la sociedad, que observarán el choque
de las dos teorías (acusador-defensor), mediante el contrainterro-
gatorio. Por estos motivos, merece total censura que el litigante no
atienda la finalidad del contrainterrogatorio o que el juez limite sin
fundamentos el contrainterrogatorio, pues cada vez que se presenta
este evento, la sociedad pierde no solo garantías procesales, sino uno
de los más valiosos pilares de la democracia sobre la que se sustenta
el Estado colombiano.

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