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La Encarnación

Hablar de la Encarnación es hablar de unos de los más bonitos y más grandes misterios. Misterio
que se le da a conocer a los seres humanos pero que al enemigo le ha sido vetado conocer. El
Misterio de la Encarnación es un regalo tan grande que plasma de manera concreta el Amor
Preferencial de Dios hacia sus hijos. Todo toma sentido desde este acontecimiento de la
Encarnación, todo se ilumina en el momento mismo en que acontece. Permitirme deciros: La
ternura de Dios toma cuerpo y el cielo y la tierra se unen y elevan su solemne acción de gracias al
Padre por el cumplimiento de su Promesa. Bellamente San Bernardo expresa el misterio de la
Encarnación que dice “Cuando el verbo de Dios es encarnado el Padre deposita en la Humanidad
un BESO DE AMOR”. No es un beso cualquiera es el beso del Amor dado con Amor. Un beso que
no deja de ser pedagogía puesto que el hombre y la mujer habían caído en la deformidad y
desemejanza con el Verbo. El pecado había hecho estragos en nuestra existencia. Habíamos perdido
la semejanza de Dios, quienes habíamos sido destinados no solo a ser su imagen. En la Encarnación
se une la Divinidad de Dios con la Humanidad del hombre para nunca más separarse. Este es el
milagro pero tambien nuestro destino último. Ser semejantes a Él.
El beso de Dios a la humanidad se da en el mismo Verbo. Es más el Verbo es el beso de Dios en la
carne asumida por Jesucristo por lo tanto el que besa y el besado es la misma Persona. El Verbo
besa al hombre Jesús.
Recién decía que en la Encarnación se ve la pedagogía de Dios, pero tambien es lícito preguntar
¿esa pedagogía adonde nos quiere llevar? ¿para que es utilizada? Y la respuesta a estas dos
preguntas es muy simple pero estupendamente rica y conmovedora. Dios por medio de la
Encarnación del Verbo quiere llevarnos, paso a paso, al convencimiento de que Él nos ama y que su
Amor envuelve a toda la humanidad, a todo el ser humano. Por eso no me cuesta afirmar que la
Encarnación del Verbo como la Crucifixión de Jesús es un PROFUNDO ACTO DE AMOR
destinado a salvar a los hombres. La Encarnación es el comienzo de un camino adonde
descubrimos que a Dios se puede amar espiritualmente pero tambien desde nuestra humanidad.
Nosotros somos seres humanos que sublimamos el amor para Amar espiritualmente a Dios.
Nuestra humanidad es bendecida de manera extraordinaria con la Encarnación del Verbo en el Seno
de María... es engrandecida y al ser engrandecida se convierte en un punto de partida para amar a
Dios. Según San Bernardo dice que el Verbo se hace carne, se hace DE carne para abrirse una via
de acceso a nosotros a través de nuestra sensibilidad, de nuestros sentidos carnales o físicos. Por
eso es tan importante nuestra humanidad y sin querer escandalizar a nadie, creo no equivocarme
cuando digo que Dios ha plantado su tienda entre nosotros cuando el Verbo se hace EMMANUEL
es decir el Dios con nosotros.
Me gustaría hablaros unas palabras sobre la importancia de nuestra humanidad. Ella también es un
regalo de parte de Dios. Por medio de nuestra humanidad, también, experimentamos las caricias de
nuestro Padre Bueno. No solo es el lugar adonde el pecado hizo estragos sino tambien el lugar
adonde la Gracia hace Milagros. Hay que Enamorarse de Dios: hacerlo con todos nuestros
sentimientos, es decir con todo nuestro corazón. Hasta el punto de decirle “Amor de mi vida no
puedo vivir sin ti, quiero envejecer a tu lado y... cuando llegue el momento partir tomado de tu
mano. Te amo”.
Hay que enamorarse de nuestro Señor con nuestra humanidad íntegra. Nuestro corazón debe sentir,
nuestra mente debe asentir y buscar; nuestros gestos deben hablar del amor y con Quien es el Amor.
Nuestra humanidad debe sentirse cautivada, seducida por Dios. Amar al Señor es hacer todo para
Gloria de Dios. Nunca deberíamos retirar la mirada del Señor como la no retiramos del ser amado...
Nuestro corazón “mira” a la persona amada aunque no esté con nosotros... siempre hay que mirar a
Dios en la persona de Jesús, hay que elevar el corazón al Señor porque Él no deja de utilizar lo
cotidiano para mostrarnos la grandeza del Amor.
Recordemos: Nuestra humanidad necesita sentir, vivir, “tocar” el amor de Dios para comenzar a
ser feliz.
No sería justo hablar de la encarnación sin hacer referencia a aquella Encarnación llevado a cabo
en el seno de Nuestra Madre Santísima. El Verbo debe ser encarnado en el corazón de cada uno de
nosotros y tiene que ser real y profunda. no solamente intelectual o de intensión. Pensarla
solamente en estos dos últimos términos puede resultar peligrosa porque no se trataría de una
verdadera Encarnación sino de una deformación espiritualista.
Podríamos preguntarnos: ¿Cómo se lleva a cabo esa Encarnación? Son varios los puntos para
meditar pero hablaré solo de dos.
Uno de los que considero muy importantes es hacer la experiencia de Dios. Una experiencia
sensible, concreta, envolvente, saludable y al mismo tiempo sanante. Es la experiencia de la
intimidad que llamamos oración. Es que la experiencia de Dios es una experiencia basada en la
donación y en la gratuidad del amor. Aquí está el secreto: Dios se da gratuitamente haciendo en
cada entrega un milagro, el milagro en el que la finitud de nuestras vidas contiene la infinitud de
Dios.
Para que esta experiencia se haga posible solo hace falta dos cosas. Una de parte de Dios y otra
nuestra. La primera siempre está dispuesta pero la nuestra no siempre. Hace falta desearla para que
la tengamos pero tambien hace falta vaciarnos, vaciarnos para ser llenados. Allí donde el recipiente
está lleno no puede derramarse el Amor de Dios, es preciso que esté vacío, totalmente vacío porque
el Amor del Padre tiene la característica se plenificar.
El Segundo punto es mirar la actitud de María Santísima delante de la Voluntad de Dios. En Ella el
Verbo de Dios se encarna porque Ella da permiso para que eso sea posible. Pregunta y recibe la
respuesta surgiendo de sus labios el “HAGASE según TU VOLUNTAD”. Preciosa actitud del
Creador que pide permiso a la creatura para actuar en ella. Así el Seno de María Virgen se encarna
el Evangelio, la Buena Noticia, la Palabra... el Verbo de Dios por medio de la gracia fecundante del
Espíritu Santo.
Los valores del Evangelio se deben encarnar en nosotros. La docilidad a la Voluntad de Dios, el
Amor a los enemigos, la preferencia por los pobres, el auxilio a los necesitados, el Anuncio a todos
de que Dios es Amor, la solidaridad y la fraternidad que fueron carismas característicos en la Vida
de San Francisco y que hicieron de la vida de Sor Isabel de la Trinidad, una Alabanza para la Gloria
del Altísimo.
Hoy más que nunca nos hacen falta los gestos que muestren la PRESENCIA DE DIOS entre
nosotros, los gestos humanizantes que ante la dignidad de la persona humana se inclinan; una
sonrisa vale más que mil palabras, una caricia vale más que muchas explicaciones, un apretón de
manos más que muchas justificaciones, un saludo que rompe las barreras de mirarnos como
extraños, un...
Algunas veces, en el Hospital donde trabajo, me he dedicado a ver los rostros de algunas personas.
Muchos de ellos rostros que excesivamente serios, tristes, carentes de sonrisas... algunos pasan al
lado de otros como extraños y esto me ha llamado la atención.
Allí donde yo veo una bata blanca, un pijama verde, blanco, lila o celeste no puedo ver un extraño
sino todo lo contrario veo a un hermano que está ahí atendiendo, a su manera, a quien es el centro
del Hospital: el Enfermo porque en definitiva estamos allí por ellos. Veo, tambien, gente
maravillosa, de la cual se aprende mucho.
Hoy nuestro alrededor está sediento de AMOR.
Termino invitándoos, con mucho cariño y respeto, a la reflexión: Dios cuenta con usted para
Encarnar a su Hijo en su Familia, en su Hogar, en su Trabajo, en... Usted.
Usted ¿cuenta con Dios?
Que Él os bendiga y os haga muy felices.

P. Carlos de Jesús

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