Está en la página 1de 20

LA TEOLOGIA

La teología es el estudio o razonamiento de Dios.


Es una ciencia que se encarga de estudiar el conjunto
de conocimientos relacionados a lo divino, a Dios. Fue utilizada la palabra
teología por primera vez por Platón, en La República.

La palabra teología se desprende de theos, la palabra griega que describe a


Dios; y logos, que se traduce como el estudio de. Por lo tanto, el significado
de teología podría referirse ampliamente al estudio de Dios.

El término o concepto de teología engloba todo aquello que esté


relacionado a los conocimientos divinos o de Dios. Y se tiene registro de su
utilización en La República de Platón, que la utilizó para describir el
entendimiento racional de la naturaleza divina. Pero no fue hasta las épocas
de Aristóteles, cuando este término fue un poco más específico y con esto
diversificó las ocasiones para utilizar el concepto de teología.

Utilizó teología para denominar al pensamiento mitológico de los


pensadores, antes del nacimiento de la Filosofía. Esta denominación era
irónica y peyorativa. Pero luego se utilizó la palabra teología como forma de
nombrar a la rama más importante de la Filosofía, que luego sería llamada
Metafísica.

San Agustín se inspiró en Marco Terencio Varrón para utilizar el término


teología natural como la verdadera y comenzó el estudio de ella, para
terminar escribiendo La Suma Teológica, por ejemplo, que significó un gran
documento de la época para comprender las religiones.
TEOLOGÍA CATÓLICA

La teología católica se basa en las Sagradas Escrituras, las tradiciones y el


Magisterio.

Este tipo de teología es desarrollada dentro de las iglesias cristianas que se


denominan católicas. Es utilizada para estudiar la relación entre Dios y el
Hombre, basándose en las Sagradas Escrituras, las tradiciones y el
Magisterio.

Una de las características sobresalientes de la teología católica se trata de


su nivel de sistematización y los temas abordados por ésta describen la
necesidad de renovar la imagen de la Iglesia como lugar donde está
presente el mismo Cristo.

Lo que se dice, en palabras simples, proponer lo que miles de


investigadores teológicos se encargaron de exponer durante años: la Iglesia
como comunidad de salvación y en contacto con Dios, no como una
institución que aleje a los seres de la Tierra de Dios.
 RAMAS DE LA TEOLOGÍA CATÓLICA

Teología fundamental: Disciplina que se encarga de la investigación y


la enseñanza de la teología propiamente dicha.

Teología dogmática: Se encarga de estudiar los dogmas, es decir, las


verdades teóricas de la fe cristiana. Hace hincapié en la importancia de la
propuesta que está por encima de las percepciones sensoriales, hablando
de la fe.

Teología espiritual: Tiene por objeto la vida espiritual, la santidad y el


conocimiento de la fe a través de los testimonios brindados por la
experiencia espiritual de los Santos. Utiliza, en primer lugar, las Sagradas
Escrituras, que se considera que están escritas con los datos que Dios
quiso dejar observar a los hombres, así también como plegarias y oraciones
a través de las cuales llegar a Dios. También se vale, en segundo lugar, de
la tradición y los intérpretes -el Magisterio-, encargados de descubrir los
significados de las Escrituras. Y por último, investigar en los escritos que
algunos Santos han dejado en la tierra, como testimonios de sus
investigaciones y encuentros espirituales con Dios.

Teología pastoral: Se encarga de reflexionar acerca de


la comunicación entre la Iglesia como institución y el resto de los hombres y
fieles que la conforman. Esto se realiza por medio de la predicación de las
verdades divinas y la catequesis constante. También se encarga, mediante
los sacramentos y actividades pastorales, de accionar en la vida cotidiana
de los fieles. Concretamente, reflexiona sobre el despertar a la fe y a estar
constantemente formados; la vida sacramental y de la Liturgia; la atención
espiritual a los fieles, así como prestar especial atención a las personas con
necesidades particulares, como son los enfermos, ancianos, adictos y
marginados. Toma especial cuidado de la dimensión misionera y el llamado
a misionar en pos de los derechos humanos, la paz y la justicia social.
GRANDES TEÓLOGOS

En la actualidad se cuenta con muchos documentos que hablan de


teología y que explican a ciencia cierta cuáles son los fundamentos de la
ciencia y sus métodos de investigación. Mucho tiempo invertido, muchas
horas de investigación, de plegarias y vida espiritual al servicio de explicar
la fe y todo lo que la integra.

Alguno de sus autores más famosos y de los que aún podremos obtener
copias de sus investigaciones son: Alberto Magno, San Agustín de Hipona,
Santo Tomás de Aquino, Juan Crisóstomo, Jerónimo de Estridón, San
Francisco de Sales, Gregorio Magno y uno muy cercano a nuestros
tiempos, Joseph Ratzinger, es decir, el Papa Emérito Benedicto XVI.

DOCUMENTOS TEOLÓGICOS

Como documento teológico muy importante y de público dominio para ser


citado y consultado por todos dentro del Catolicismo, nos encontramos
con el CCE, Cathechismus Catholicae Ecclesiae o Catecismo de la Iglesia
Católica, que expone, cuidadosa y detalladamente, la doctrina eclesiástica
católica iluminada por las Sagradas Escrituras, la Tradición de los Apóstoles
y el Magisterio eclesiástico, formado por el Papa-máxima autoridad de la
Iglesia Católica- y los obispos en comunión con él.

La escritura de este Catecismo fue resultado, junto con otros documentos


muy importantes, de la renovación de la Iglesia Católica iniciada con el
Concilio Vaticano II y que se convirtieron en textos tomados de referencia
sobre la Iglesia y muy significativos para la historia de la misma. Y fueron
convocados para la escritura obispos expertos en Teología y Catequesis, a
fin de reforzar los conocimientos de los obispos participantes del Concilio.

A su vez, en la redacción de este Catecismo -que tardó aproximadamente


seis años en realizarse- participaron todos los integrantes del Concilio
Vaticano II y se contó con la colaboración del Episcopado entero, al servicio
de compartir la fe con todo el pueblo que conforma la Iglesia.

LA NATURALEZA DE LA TEOLOGÍA

La naturaleza y necesidad de la teología cristiana:

La teología debe ser entendida como el cuerpo de doctrina aceptada por una
iglesia determinada, en un tiempo específico, teniendo esa doctrina un
carácter de naturaleza general. Es necesaria de que el cuerpo de dirigentes
haya sancionado por medio de su voto por la práctica dichas doctrinas. Los
padres de la Iglesia Primitiva hablaban de las verdades de la fe, verdades a
las que llamaban dogmas; entendiéndose por dogma en teología a la verdad
axiomática o a la verdad evidente, la cual se debe creer sin discusión. Los
dogmas no necesitan ser demostrados, porque se supone su validez.

La naturaleza de la teología se debe entender como su fundamental y


definitiva en la fe cristiana, la cual no debe ser tenida como algo abstracto,
sino como un acto positivo emanado de Dios. La Iglesia precisa como una
necesidad de la teología, ya que es ella la encargada de mostrar y
sistematizar las verdades que se encuentran en la Revelación.

La teología precisa estar fundamentada en la Revelación, Revelación que


debe pasar por una profunda reflexión, para luego ser aceptada oficialmente
por el cuerpo de creyentes. En vista de que hoy se discute la veracidad de
cuando existe o por ser capaz de existir, iniciando con la existencia de Dios,
la teología se hace necesaria, ya que por medio de ella se argumenta la
necesidad de comprender los designios de Dios expresados en su Palabra,
como una verdad esencial del cristianismo.

En segundo lugar, la unidad de la Iglesia exige necesariamente el estudio de


la teología. La Iglesia es "la columna y baluarte de la verdad", es un cuerpo
en el cual los miembros no son independientes o autónomos, por lo cual se
requiere que todos los órganos trabajen en armonía, y es la teología la
encargada de marcar las pautas para su correcta sincronización.

En tercer lugar, para que la iglesia cumpla su papel para el cual existe, debe
tener unidad de doctrina, y es a la teología que le corresponde hacer la
formulación de las verdades que han de mantener unido al cuerpo de
creyente.

La teología es la voz de la Iglesia, por lo cual en la naturaleza de la Iglesia se


impone la necesidad de tener un cuerpo unido de doctrina, doctrinas que han
de ser definida por medio de la reflexión de los creyentes, y aceptadas por
ser extraídas de las Escrituras.

 El Objeto y el Sujeto de la teología:

El conocimiento teológico se constituye de un sujeto, un objeto y un tercer


elemento que es la mediación que le permite al sujeto capturar o aprehender
a ese objeto. Una vez dicho esto, resulta fácil encontrar la respuesta a esta
pregunta, ya que podemos decir que el Objeto de la teología es Dios, y que
el hombre creyente es el Sujeto, siendo este hombre que busca el
conocimiento por medio de la Revelación de la Palabra, teniendo
como herramientas la Fe y la Razón.

Cuando digo que el objeto del conocimiento teológico es Dios, el Dios que se
revela en la Escritura en la persona del Hijo, me debo preguntar, ¿puede Dios
ser considerado como un objeto? ¿Puede Dios ser conocido por el hombre
mortal y finito? Bueno, somos hombres y como hombres debemos usar
un lenguaje que nos permita comprendernos entre nosotros, y al decir que
Dios es el Objeto de la teología, solo decimos que Dios es el objeto de estudio
en la forma y manera en que Él se ha revelado. Recordemos que para Tomás
de Aquino el objeto de la teología es Dios; para san Buenaventura el objeto
de la teología es Cristo; para Juan Duns Scoto el objeto de la teología es
aquello que une al Verbo con el Padre y el Espíritu Santo, en cuanto a la
esencia común de la teología, lo son las tres personas de la Trinidad.

Sobre el sujeto de la teología, me remito a Lutero, quien dice que es el


hombre, el cual llega al conocimiento de Dios por medio del Espíritu Santo.
Yoselman Mirabal en su Introducción a los Estudios Teológicos nos presenta
dos capítulos sobre los métodos de investigación teológicos, entre los cuales
aparecen el método histórico, el biográfico, el crítico y otros.

 El Criterio de Validación de la Teología:

La teología tiene su validación principalmente por su derivación de las


Escrituras. Todo lo que emane de la Palabra de Dios tiene fuerza de ley, es
un dogma para el creyente, y debe ser tomada como una verdad doctrinal.

La teología también tiene su fuente de validación cuando el cuerpo de los


creyentes toma las verdades extraídas de las Escrituras y la convierte en
doctrina, y esa doctrina es sancionada por su cuerpo de dirigentes como una
verdead infalible.

Los Niveles de la Teología

La teología, en su carácter enciclopédico tiene tres grandes niveles:

1. El nivel de la teología dogmática o sistemática, la cual se ocupa del


estudio de las Escrituras para agrupar por tema las doctrinas extraídas de
ellas. Después de un estudio sistemático se puede dar a conocer los de temas
de la Redención, la Escatología, Predestinación, la Inspiración, etc. La
teología sistemática o dogmática es la ciencia de la doctrina profesada por la
iglesia en un periodo de tiempo determinado de su historia, aunque siempre
ha de hacer su énfasis en el momento presente.

2. La teología apologética: Como la entendemos hoy día, la apologética es


la rama de la teología se ocupa de defender y vindicar la doctrina cristiana
como un todo por medio de la argumentación racional, para lo cual se vale de
la filosofía o cualquier otra ciencia. La apologética es la teología de la defensa
y el fundamento de la fe.

3. La Ética.. La ética es la ciencia del hacer en la misma medida que la


teología es la ciencia del creer. Kant quería hacer descender de la religión de
la ética en su Crítica a la Razón Práctica, pero son los sentimientos religiosos
los que trazan por medio de las ordenanzas divinas la conducta del creyente,
que pasa entonces a ser un elemento del derecho natural cuando envuelve a
la raza humana.
LA CIENCIA

La ciencia, (del latín scientĭa ‘conocimiento’), es el conjunto de


conocimientos estructurados sistemáticamente. La ciencia es el
conocimiento obtenido mediante la observación de patrones regulares, de
razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los
cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen
principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio
de un método científico.

La ciencia es la suma, el conjunto de los conocimientos sobre la Naturaleza,


la Sociedad y el pensamiento, acumulados en el curso de la vida histórico-
social. “...el objetivo de la ciencia consiste en dar un exacto... cuadro del
mundo” (Lenin). La ciencia tiende a describir el mundo, no en la variedad
aparentemente caótica de sus diversas partes, sino en las leyes, que trata
de hallar, con arreglo a las cuales se rigen los fenómenos: tiene por objeto
explicarlos. En todos los dominios del conocimiento, la ciencia nos revela
las leyes fundamentales que rigen dentro del aparente caos de los
fenómenos. La ciencia se desarrolla y avanza con la evolución de la
sociedad; su progreso consiste en que llega a reflejar la realidad cada vez
más profunda y exactamente. Como una de las formas de la actividad
ideológica, la ciencia nace sobre la base de la actividad práctica productiva
de los hombres.
A grandes rasgos, las ciencias pueden ser clasificadas de la siguiente
manera:

 Ciencias naturales. Estas ciencias, en cambio, se especializan en el


estudio de la naturaleza, como lo hacen por ejemplo la astronomía, la
geología, la biología o la física.
 Ciencias formales. Las ciencias de este tipo, en cambio, se orientan a
las formas válidas de inferencia y cuentan con un contenido formal,
no concreto, a diferencia de las ciencias empíricas. Aquí se ubican las
matemáticas y la lógica.
 Ciencias sociales. Incluye a las disciplinas orientadas a cuestiones
humanas como lo son la cultura y la sociedad. Aquí se pueden incluir
la sociología, la historia, la psicología, la antropología o la política,
entre otras.

LA RACIONALIDAD EN LA CIENCIA Y LA TEOLOGÍA

¿Hay alguna conexión racional entre la ciencia y la teología? Esta última se


entendía antes como la reina de las ciencias. Con el despertar de los ataques
positivistas al sentido del lenguaje religioso y el convencimiento positivista de
que la ciencia supone el modelo de toda racionalidad, las afirmaciones de la
teología han ido enmudeciendo. Muchos teólogos y creyentes han aceptado
con alivio la rama de olivo ofrecida por algunos científicos que sugieren que
cada disciplina tiene como objeto aspectos completamente distintos de la
vida. El Consejo de la Academia Nacional Americana de las Ciencias declaró
en 1981: "la religión y la ciencia existen separadamente y pertenecen a
ámbitos mutuamente excluyentes del pensamiento humano, y su
presentación en el mismo contexto conduce a confusión tanto en las teorías
científicas como en las creencias religiosas". Sin duda una afirmación tal
viene a trazar una divisoria entre los teólogos y los que miran a la religión
como el enemigo de una visión científica del mundo.

Es fácil ceder el ámbito de los hechos al científico y sostener que a la religión


le conciernen sólo los valores. Muchos teólogos contemporáneos están
dispuestos a retratar la religión como una empresa simbólica que de algún
modo expresa profundas verdades sobre la condición humana. Otra actitud
que sitúa también la religión y la ciencia en compartimentos estancos es la
que procede de las perspectivas del último Witgenstein. Cada una es una
"forma de vida" distinta, con sus propios presupuestos y prácticas, relativa a
su propio y específico contexto social. En parte como consecuencia de esto,
y de la obra de historiadores y filósofos de la ciencia como T. S. Kuhn, los
sociólogos del conocimiento han estado dispuestos a verlas como prácticas
sociales separadas, cada una susceptible de explicación sociológica.

Cuanto más se coloca religión y filosofía en compartimentos separados, más


se cuestiona la subsistencia racional de cada una. La razón siempre ha
reclamado objetividad y universalidad. No ha sido el instrumento de prácticas
locales. Tanto la ciencia como la teología se empobrecen si pierden de vista
estas exigencias que deben ser aceptadas por toda persona, donde quiera
que se encuentre. Su percepción de la verdad se ha roto aparentemente. Una
respuesta fácil a esto es que cada una se ocupa de un tipo de verdad diferente
y que la verdad teológica está de algún modo en otra categoría que la del
científico. Si esto no debilita ambas disciplinas puede ser porque hay un
presupuesto subyacente de que a la ciencia le toca lo que es real y la tarea
de la teología es completamente distinta, tal vez y como mucho la de corregir
o controlar nuestras respuestas hacia lo real.

Sin embargo, la propia ciencia no puede valorarse tal como aparece sin más,
particularmente si a lo que uno se refiere es a las ciencias físicas en general
y a la Física en particular. Toda ciencia necesita de suyo una base filosófica.
Incluso el presupuesto de que existe una realidad a investigar es claramente
filosófico. Después de todo, la ciencia podría estar en el negocio de la
construcción y no del descubrimiento, de la confección de imágenes más que
la comprensión de la naturaleza de las cosas. Si hay tal cosa llamada
realidad, la ciencia también asume que hay un único mundo a investigar y
que las leyes de la física se aplican en todas sus partes. La totalidad de la
ciencia trabaja sobre la presuposición de que se pueden reproducir los
resultados, de que lo que funciona en Washington lo hace también en Moscú.
Más profundamente, asume que sus resultados se pueden generalizar de
modo que las leyes aparentemente vigentes en nuestro particular lugar del
universo rijan también en otros lugares. Al parecer, podemos ir de lo conocido
a lo desconocido, de lo que hemos experimentado a lo que excede la
experiencia. No sólo se supone que el mundo, en cuanto investigado por la
ciencia, está ordenado y estructurado. Se da por supuesto que esto es típico
del universo entero, incluso cuando queda fuera de nuestro alcance. La
propia aplicabilidad de las matemáticas al mundo físico ilustra cómo parece
haber un rationale que le subyace. Parece haber un orden en las cosas, un
orden que puede ser comprendido por la mente humana. Desde luego, si no
pudiéramos entender las estructuras subyacentes, aunque estuviesen ahí, la
propia ciencia sería imposible.

La ciencia necesita profundamente de un sostenimiento filosófico. No


podemos simplemente hacer ciencia sin preocuparnos por la fuente de los
presupuestos filosóficos que se deben aceptar para ello. Los pragmatistas,
que desean comenzar desde donde estamos, tienen todavía que explicar por
qué estamos en nuestro presente estado de conocimiento científico y por qué
éste ha de considerarse fiable. La racionalidad ejemplificada por el propio
método científico parece descansar sobre una racionalidad metafísica más
básica que muestra el orden inherente a las cosas. ¿Qué hay, entonces, de
la racionalidad adecuada para la teología? ¿Debe ser obligada a imitar las
ciencias físicas en sus métodos, basándonos en el fundamento de que
ofrecen el mejor ejemplo de racionalidad? ¿Deberíamos en cambio esperar
que la teología adopte sus propios modelos de racionalidad, apropiados a la
disciplina? Hay, en ese caso, la cuestión de por qué deberíamos hablar de
ciencia y teología como racionales ambas, y de qué garantizaría el uso de la
palabra en los diversos contextos. Desde luego, muchos que deberían apoyar
la significatividad de la teología están todavía influídos por la idea de que de
algún modo la racionalidad científica posee la exclusiva de lo racional. Esa
es tal vez una razón por la que muchos están deseando ver que la fe religiosa
ofrece una alternativa al ejercicio de la razón y no una ejemplificación del
mismo.

Pero si la racionalidad de la ciencia como disciplina humana se obtiene de la


estructura racional subyacente al mundo físico, la racionalidad de la teología
puede también quizá obtenerse de la racionalidad intrínseca de su propio
objeto. Del mismo modo que la ciencia parece haber sido posible gracias al
carácter ordenado de un mundo que existe independientemente de ella, el
poder de la teología, si tiene alguno, podría estar en la naturaleza de la
realidad con que trata. Esto significa suponer que la teología está en sí misma
implicada con la realidad, y una realidad que desde luego no se reduce a lo
que estudian la física, la biología y las otras ciencias. Claro está, esto es muy
sospechoso si a la religión sólo le atañe la interpretación humana del mundo,
y no un ámbito espiritual y trascendente.

La teología debe decidirse sobre cuál es su objeto de investigación. Si es


antropocéntrica, tratará las interpretaciones humanas, cargadas de valores y
finalidades humanos. Una teología tal estaría expuesta a la acusación de ser
una contradicción en los términos. Si la teología no tiene que ver con Dios,
probablemente se ha definido a sí misma como inexistente. Todavía podría
esgrimir que consiste en hablar de Dios pero reinterpretando lo que se quiere
decir. Lo que todo esto muestra es que existen presupuestos filosóficos en la
teología tanto como en cualquier ciencia natural. La teología no puede
escamotear las preguntas acerca de qué se quiere decir con la palabra "Dios"
y acerca del estatuto metafísico de la realidad que se propone describir. Una
teología antimetafísica aparece como un curioso híbrido. Sean cuales sean
sus méritos o deméritos, no es filosóficamente neutral, no más que cualquier
teología tradicional basada en una concepción aristotélica de Dios. Una vez
que el antirrealismo afecta a la teología, todo su objeto de estudio cambia.
Por ejemplo, ya no se entenderá a sí misma como ocupándose de un Dios
trascendente, que exista independientemente de las concepciones del
hombre.

De hecho, la ciencia y la teología se separan precisamente a causa de


presupuestos filosóficos. De modo similar, un realismo metafísico fuerte que
insistiera en la posibilidad de la existencia de un Dios trascendente, vinculado
a la realidad objetiva del universo físico, suscitaría la cuestión de la relación
entre ambas. En ese caso, ambas disciplinas deberían considerarse
fundadas sobre el modo de ser de las cosas. En vez de referirse solamente
a su propia esfera de interés, será importante que cada una no contradiga a
la otra si por definición ambas se refieren a la naturaleza de las cosas. Desde
luego, cada una podría apoyar a la otra. Por ejemplo, el problema del orden
y la regularidad del mundo podría explicarse por recurso a la mente del
Creador. La estructura racional del mundo podría muy bien depender de la
razón de Dios. El hecho de que esto no pueda explicarse de otro modo, si es
cierto, podría fácilmente aportar la necesaria perspectiva para una teología
natural, que discurre desde el modo de ser del mundo hacia la existencia de
Dios. Todas estas sugerencias pueden resultar controvertidas, pero la ciencia
y la teología se ven empobrecidas si se encierran en compartimentos
estancos y rehúsan reconocer cada una la existencia de la otra. Este proceso
se hace inseparable del progresivo debilitamiento de la racionalidad misma.
No podemos seguir fiando en el poder de la razón para aportar una
justificación de nuestras prácticas, sean religiosas o científicas.

Al final de este proceso, la ciencia tiene que tratar el mundo físico como un
puro hecho y esperar que la teología no tenga nada que decir sobre su modo
de ser. Una vez que las doctrinas metafísicas sobre Dios han sido
desechadas, no queda nada que la religión pueda ofrecer a la ciencia. En
cambio, mirará a sus propios recursos, como hace Dan Dennet cuando aboga
por tomar al darwinismo como clave para toda comprensión. Dennet afirma:
"una de las más fundamentales contribuciones de Darwin ha sido mostrarnos
un nuevo modo de que las preguntas por un 'por qué' tengan sentido".
Dennett desecha la religión tradicional y pregunta: "si Dios no es una persona,
un agente racional, un Artífice Inteligente, qué sentido podría tener la más
profunda pregunta por un 'por qué'?" . Una respuesta podría ser que Dios es,
desde luego, todas estas cosas y que la teología peligra al olvidarlo. De otro
modo, deberá ceder el mundo de los hechos a la ciencia y retirarse al de las
aspiraciones humanas. Pero la idea de Dios como Creador es fundamental
en el monoteísmo, y una negativa a aceptar que la teología pueda ofrecer
ningún tipo de explicación de la existencia y la naturaleza del mundo físico
significa renunciar a la idea de creación, incluso en su modalidad más
atenuada o simbólica. Si Dios es de algún modo responsable de la existencia
de todo, y puede haber una explicación de por qué existe algo y no la nada,
la teología tiene algo que decir a la ciencia. Si ésta fuese una mala
concepción de Dios, y, por ejemplo, la idea de una causa sobrenatural debiera
desestimarse, no sólo la teología no tendría nada que decir a la ciencia, sino
que no se sabría cuál es su papel. Quedaría como símbolo vacío que ha
ejercido una indudable influencia sobre algunas formas de vida humana, pero
que en último término no dice nada sobre el mundo real.

Estos son temas esencialmente metafísicos, y por tanto propiamente


filosóficos. También la ciencia accede a menudo a una instancia metafísica
sin justificarlo. Por ejemplo, en su metodología tenderá a eliminar lo
sobrenatural o lo paranormal. Si acepta demasiado fácilmente a los
fantasmas y explicaciones de este tipo está efectivamente renunciando. El
progreso de la ciencia ha dependido siempre de una resistencia a aceptar sus
propios límites. Esta es una actitud eficaz, pero no debería convertirse en un
principio metafísico, como tan a menudo se hace. La ciencia no encontrará lo
que no busque, pero de ahí no se sigue que todas las formas de causalidad
deban ser naturales. Este es un presupuesto metafísico básico necesitado de
justificación filosófica. Al final, lo que se juzga racionalmente creíble debe
relacionarse con preguntas sobre lo que existe. Racionalidad y realidad son
conceptos estrechamente emparentados. No es racional creer en lo que
sabemos que no es real. Por otro lado, no necesariamente debemos esperar
que la realidad se ajuste a nuestros prejuicios sobre la racionalidad,
especialmente si son producto del método científico.

Estos puntos pueden ilustrarse mediante razonamientos sobre la idea de Dios


como Creador. Esta puede parecer una noción difícil para la ciencia y es fácil
desestimarla como acientífica. Ciertamente, la idea de hacer de Dios la causa
"científica" del inicio del universo puede parecer una invocación al llamado
"Dios de los agujeros". Estamos invocando a Dios, podría parecer, porque no
podemos de momento encontrar otra explicación. Ciertamente, la idea de que
la teología aproveche al máximo las dificultadas halladas en la ciencia
parecería una estrategia arriesgada e inestable. ¿Qué pasa si resulta que la
ciencia termina por dar razón del origen de las cosas con la completa
satisfacción de los científicos? ¿Deben decir los teólogos que esto no puede
suceder o que tal explicación sería pobre por su propia naturaleza? Puede
que parezca algo incongruente la disputa entre teólogos y físicos sobre el
papel de un vacío cuántico, del mismo modo que la idea de Dios como causa,
en cualquier sentido científico reconocible, hace surgir más preguntas que
respuestas. ¿Podría ser Dios una causa entre muchas (aunque una que
opera en un momento crucial) más que la causa de todo? Esto último, ¿no es
del todo diferente de nada que pueda tratarse científicamente? Pero si uno
aduce que sencillamente hay distintos tipos de explicaciones, una vez más
religión y ciencia se separan en distintos compartimentos de modo que
ninguna puede aprender de la otra. Estos problemas son esencialmente
temas de nuestra comprensión racional de la realidad, e inciden sobre el
núcleo de la naturaleza tanto de la religión como de la ciencia, y de ahí la
posible relación entre ambas.

La ciencia se ha visto siempre más ocupada con mecanismos que con


propósitos. Necesariamente verá casualidades donde la teología puede ver
intervenciones divinas. Sin duda, esto se encuentra en la raíz misma de la
idea de que la religión tiene que ver con los valores. El problema, sin
embargo, es que los propósitos y valores no son necesariamente de origen
humano. El supuesto de que deban serlo es eminentemente ateo. Podría ser
que la atribución de finalidad a los procesos de la realidad sea en sí un
reconocimiento racional del modo como las cosas son. Esto, claro está, a
menudo se niega vehementemente. Richard Dawkins dice abiertamente: "las
convicciones científicas se apoyan sobre la evidencia, y obtienen resultados.
Los mitos y creencias no". Más tarde se niega a aceptar la relevancia de las
preguntas por un "por qué", además de por un "cómo". Se queja de la "tácita
pero nunca justificada deducción de que puesto que la ciencia es incapaz de
responder a preguntas por un "por qué", debe haber otra disciplina capaz de
resolverlas". Y sugiere que esa implicación es "bastante ilógica"

Aunque es correcto señalar que no todas las preguntas tienen por qué tener
una respuesta, de ningún modo se sigue que porque la ciencia no puede
responder una pregunta no existe respuesta. Su posición es la de que "el
universo que observamos tiene precisamente esas propiedades que
esperaríamos si no hay designio, finalidad, mal ni bien, nada más que una
ciega e inmisericorde indiferencia". Por muy controvertido que sea este frío
punto de vista, al menos afirma algo sobre la naturaleza de la realidad, sobre
cómo se comporta de hecho el universo. Dawkins no habla de nuestras
reacciones subjetivas ante el mundo ni del modo como las cosas son
concebidas según un tipo de vida u otro. Su afirmación lo es del carácter del
mundo, y es tal que, si fuese verdadera, anularía toda posibilidad de saber
teológico. Al final, las preguntas sobre la racionalidad de la teología remiten
forzosamente a cuestiones de qué es lo que hay, y estas cuestiones caen en
parte dentro del dominio de la ciencia. Por otra parte, si la teología tiene
razón, la propia ciencia puede recibir un fundamento racional. Al parecer,
ninguna de las dos puede ignorar a la otra en su búsqueda de una base
filosófica segura.
CIENCIA Y RELIGION

Ciencia y religión son las dos grandes visiones del mundo más importantes.
Son fenómenos globales presentes a lo largo de toda la historia de la
humanidad. Las relaciones entre ciencia y religión se pueden enfocar desde
tres puntos de vista: histórico, epistemológico y sociológico. La primera
pregunta que se plantea es si son entre si compatibles o incompatibles.
Dentro de la compatibilidad se puede destacar su autonomía y desde ella el
diálogo y la complementariedad. El problema de los orígenes del universo, la
vida y el hombre puede plantearse desde la religión y de la ciencia.

Las relaciones entre ciencia y religión pueden enfocarse desde diversos


puntos de vista. Este estudio se centra en tres, el histórico, el epistemológico
y el sociológico. Tanto la religión como la ciencia son fenómenos culturales
que han estado presentes a lo largo de la historia desde la más remota
antigüedad. A veces se corre el peligro de suponer que la ciencia empieza
con la ciencia moderna del Renacimiento, olvidando todos los desarrollos
anteriores. Esto es un grave error, ya que el nacimiento de la misma ciencia
moderna no puede entenderse sin los desarrollos científicos anteriores. Un
interés especial tiene la relación entre el cristianismo y la ciencia, ya que la
ciencia moderna nace precisamente en el occidente cristiano. La religión y la
ciencia constituyen formas de acercamiento a la realidad, es decir, formas de
conocimiento con distintas peculiaridades. Es, por lo tanto, importante
estudiar la distinta naturaleza de cada una de ellas y la relación que puede
establecerse entre el conocimiento científico y el conocimiento religioso. Esta
reflexión pertenece al campo de la filosofía.

La reflexión filosófica y en concreto la epistemológica es imprescindible para


establecer las relaciones entre ciencia y religión como formas de
conocimiento. Fe y experiencia religiosa forman el fundamento del
conocimiento religioso que se formaliza en la teología, mientras el
conocimiento científico está formado por un marco formal de leyes y teorías,
relacionadas con una base empírica de experimentos y observaciones.
CORRIENTES RELIGIOSAS FILOSOFICAS DEL MUNDO

Desde tiempos remotos, el hombre se ha planteado cuestiones como el


origen de su existencia, la verdad o el conocimiento. La filosofía se distingue
de otras disciplinas que han intentado dar respuesta a estos asuntos en la
manera en la que justifica las respuestas. Se basa en argumentos reales.

1- Filosofía clásica. Platón y Aristóteles

Tanto Aristóteles como Platón desarrollaron una teoría que abarcaba no sólo
la pregunta universal sobre el Ser y el conocimiento, sino que también
estudiaron la ética y la política.

2- Helenismo

El helenismo no es una corriente filosófica como tal, sino un movimiento


histórico-cultural que se produjo como consecuencia de las conquistas de
Alejandro Magno.

Escepticismo. Fundado por Pirrón. Defiende que lo importante es alcanzar la


tranquilidad del espíritu, por lo que no hay que pretender llegar a
conocimientos absolutos, ya que ni los sentidos ni la razón son fiables.

Epicureísmo. Su fundador, Epicuro, y propugna la obtención del placer como


el fin último. Es un culto al cuerpo, pues aunque entiende un mundo en el que
existen los Dioses, estos no tienen relación con el ser humano, su objetivo es
alcanzar los deseos que constituyen el motor de la existencia.

Estoicismo. Corriente fundada por Zenón de Citio, se extendió durante seis


siglos (s.IV a.C-II d.C).. La única forma de alcanzar la felicidad es vivir
conforme a la naturaleza.

3- Escolástica o escolasticismo.

Entre los siglos XI y XII, con la hegemonía de la religión cristiana, la filosofía


vuelve a cobrar importancia, en esta ocasión para explicar la existencia de
Dios.Fue San Agustín de Hipona el primero que trató de unificar la religión
cristiana con la filosofía griega clásica, pero fue con la escuela escolástica
cuando llega a su punto álgido la filosofía aristotélica, que se utiliza como
argumento racional para demostrar la existencia de Dios.
4- Humanismo

El humanismo es una corriente cultural que nace en el siglo XIV en Italia y se


extiende por toda Europa. Abarca hasta el siglo XVI y se caracteriza por su
interés por los clásicos.Es reseñable que, en esta época, la religión católica
ya no está en auge por acontecimientos como la Reforma Protestante
encabezada por Martín Lutero.

5- Racionalismo

En los siglos XVII y XVIII tiene lugar la revolución científica, que instaura un
nuevo método de conocimiento y nuevas disciplinas como la física
matemática. En este contexto, nace la filosofía moderna con el racionalismo.
Las doctrinas clasificadas como racionalistas defienden que la realidad sólo
puede conocerse a través de la razón y que las ideas son algo que se dan a
priori, son innatas y no proceden del mundo de los sentidos.

El creador del racionalismo es René Descartes (1596-1650), que diseña una


teoría filosófica en base al método de análisis de las matemáticas, donde no
dejaba margen de error. En esta corriente racionalista hay otros exponentes
como Spinoza (1632-1677) y Leibniz.

6- Enciclopedismo y mecanicismo

El siglo XVIII es el Siglo de las Luces por el nacimiento de la Ilustración. Un


movimiento que ensalza el conocimiento y cambia el orden centrado en Dios
por un modelo antropocéntrico en el que se le da prioridad a la razón. Por lo
tanto, durante el Siglo de las Luces, la corriente filosófica que predomina es
el mecanicismo y la defensa de la filosofía experimental. Una filosofía que,
según Diderot permitía un conocimiento al alcance de todos, ya que no era
necesario conocer los métodos matemáticos usado por Descartes

7- Empirismo

Defiende el conocimiento a través de la experiencia sensible. No obstante, el


empirismo no puede considerarse contrario totalmente al racionalismo, ya
que las dos teorías se basan en la razón y en las ideas, lo que varía es de
dónde provienen estas, si son innatas o se basan en la experiencia.
8- Criticismo o Idealismo Trascendental

El principal referente del Idealismo Transcendental es el filósofo prusiano


Immannuel Kant (1724-1804). Esta doctrina, recogida en su obra Crítica de
la razón pura (1781) y posteriormente en Crítica de la razón práctica (1788) y
en Crítica del juicio (1790) defiende que el sujeto influye en el conocimiento
del objeto dado con condiciones impuestas.

9- Marxismo y Materialismo Histórico

Las doctrinas materialistas son aquellas que conciben una única realidad
basada en la materia y dónde la conciencia es sólo una consecuencia de esa
materia. La principal corriente materialista del siglo XIX es el marxismo. Esta
doctrina filosófica, histórica y económica se sustenta en la lucha de clases.
Afirma que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de poder entre
unas clases y otras.

10- Utilitarismo

El utilitarismo es una corriente filosófica creada por Jeremy Bentham (1748-


1832). Según esta doctrina, las cosas y las personas deben ser juzgadas por
el placer y el bien que producen, siendo el fin último la felicidad. Por lo tanto,
acorde a este planteamiento es útil aquello que proporciona felicidad al mayor
número de personas.

11- Positivismo

Movimiento creado por Auguste Comte (1798-1857). Apuesta por una


reforma social mediante una ciencia (sociología) y una religión nueva basada
en la solidaridad entre los hombres.

12- Irracionalismo

El irracionalismo defiende la prevalencia de la voluntad del ser humano sobre


la razón. Surge en el siglo XIX y está representada principalmente por Arthur
Schopenhauer (1788-1860) y Nietzsche (1844-1900).
14- Existencialismo

Esta corriente surge a principios del siglo XX y, como su nombre dice, la


principal cuestión que se plantea es la existencia humana. Uno de sus
precursores es Kierkegaard (1813-1855). Para los existencialistas, la
existencia del hombre está por encima de su esencia.

15-Cinismo

Escuela filosófica fundada por Antístenes en el siglo IV a.C. Defiende que la


virtud es el único bien, llevando una vida que desprecia las riquezas. Entre
los cínicos, destaca Diógenes.

16-Idealismo absoluto

Movimiento del siglo XVIII liderado por Hegel (1770-1831). Esta doctrina
defiende que el espíritu es la única realidad absoluta. Otros filósofos como
Schelling (1775-1854) también hablaron de lo absoluto.

17-Idealismo subjetivo o inmaterialismo

Lo real es lo que el sujeto observante percibe. Movimiento representado por


Berkeley (1865-1753)

18-Estructuralismo

Movimiento cultural con aspectos filosóficos que analiza los sistemas o


estructuras hasta llegar a un concepto completo.

También podría gustarte