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Resumen
El presente trabajo pretende reflexionar sobre el rol que cumplen las
narrativas del yo en la construcción de identidades emergentes en el marco de esta
segunda modernidad. La biografía se plantea como uno de los modos de hacer
inteligible la identidad fracturada y mapear un territorio propio a partir de
narraciones donde se dirime la lucha por la representación individual y colectiva.
En este último ítem es donde se pueden leer, de manera sesgada, narrativas
producidas por mujeres de los pueblos originarios, antes ignoradas o acalladas,
pero con un creciente protagonismo en los medios lo cual posibilita visibilizar en
una voz individual el proceso colectivo de reparación y reatadura de los hilos
cortados y el retorno a tramas históricas no siempre completas.
De ese modo, las palabras de mujeres aborígenes ingresan al espacio
público en el marco de las luchas reivindicatorias de sus etnias de origen. El
estatuto genérico de estas voces sólo puede entenderse en la intersección política y
cultural en que son dichas: un espacio de frontera entre culturas disímiles cuyas
relaciones, roles y jerarquías sociales y de parentesco no suelen coincidir. En
consecuencia, en este enclave enunciativo, la identidad femenina está atravesada
por el género, el lugar social y la localización territorial en el mapa nacional pero
también por la propia etnia.
Cuando estos discursos femeninos ingresan en las narrativas mediáticas,
resignifican algunas de las representaciones nodales, en particular las de nación y
ciudadanía; como consecuencia, interpelan las identidades instituidas
proponiendo nuevas imágenes de los pueblos aborígenes, de su historia y de sus
territorios. Construyen, de este modo, una imagen desconocida del país, elaborada
desde una de las fronteras más extrema del territorio nacional; es una figuración
donde se inscriben imágenes ‘otras’ sobre la argentinidad, el interior, los migrantes
de países limítrofes y los otros pueblos originarios. Es el resultado de una
traducción entre lenguas y culturas, pasajes de sentido entre universos simbólicos
que poseen matrices de sentido, regulaciones y prácticas marcadamente distintas.
Este tipo de semiosis es propio de fronteras culturales que funcionan como
1Profesora y Licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Cuyo. Doctora en Humanidades por la
Universidad Nacional de Salta. Ha realizado el Posdoctorado en Semiótica, Análisis del Discurso y
Comunicación en el CEA-Conicet (Universidad Nacional de Córdoba). Ha publicado varios libros y
artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Participó en la Comisión que diseñó e
implementó la carrera de Ciencias de la Comunicación de la U.N.Sa. donde actualmente ejerce como
docente a cargo de las cátedras vinculadas con el Periodismo, la Semiótica de la Cultura y el Análisis del
Discurso. Investiga y dirige proyectos del Consejo de Investigación de la U.N.Sa y, más recientemente,
proyectos de la Agencia de Ciencia y Técnica sobre prácticas y discursividades locales. Forma parte del
Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC-Consejo de Decanos en
Ciencias Sociales y Humanas-SIN).
externas aunque desde el punto de vista geopolítico formen parte del territorio
nacional.
Palabras clave
Toma de la palabra comunitaria, subjetividades originarias, liderazgos
femeninos.
2
La categoría de frontera es deudora de los aportes de múltiples disciplinas sociales: historiografía
(Clementi: 1992; Presta: 2000), antropología o sociología (Grillo: 1999; Grimson y Jelín: 2000; García
Canclini: 2004), semiótica (Lotman: 2006), estudios culturales (Fernández Bravo: 1999; Cebrelli: 2002 a
y b, 2005). Deudora de la idea de estado, la frontera funciona como una sinécdoque de nación y
constituye no sólo una categoría geográfica sino temporal, estrechamente relacionada con la irrupción del
otro en el discurso oficial, al punto de interpelar las certezas acerca de la identidad, de la cultura y de la
misma nación. Su estudio, no sólo deja en evidencia la contingencia, porosidad y cruces de dinámicas
interculturales, sino también las luchas de poder, los estigmas que se fundan, se resignifican o se fosilizan
y que acompañan la historia de los estados nacionales e, inclusive, los procesos de desnacionalización,
cada vez más evidentes frente a las peticiones globales. La frontera adquiere una dimensión múltiple
transformándose en un eje discontinuo que reaparece en la(s) cultura(s) como una representación, como
un objeto de análisis, como forma de posición (ideológica y/o política) que va interrogando, construyendo
y resignificando identidades y territorios en relación a los límites geopolíticos y geoculturales. Es decir,
hacia el afuera y el adentro de los territorios locales y nacionales en un esfuerzo por señalar las
diferencias no sólo culturales sino también sociales, en contraste con una homogeneidad siempre deseada,
imaginada y, hasta a veces, forzada e impuesta por las diversas políticas estatales (Cebrelli: 2011).
3 Las comunidades aborígenes más numerosas que habitan el territorio argentino (Wichís,
Guaraníes, Kollas y Mapuches) consideran que sus naciones atraviesan los límites políticos de los
estados limítrofes.
elementales (agua, comida, techo, abrigo, salud, educación), luchas que,
lamentablemente, no parecen poder terminar en un futuro inmediato.
En este punto cabe destacar que este proceso de emergencia significó, a la
vez, un aumento paulatino de visibilidad mediática, cada más evidente en estos
últimos años4. Por último es necesario recordar que, en la Argentina, la etapa más
reciente del proceso de visibilización de los pueblos originarios argentinos se da en
el marco de tensiones políticas muy marcadas entre un gobierno progresista
representado por Néstor Kirschner (2003-2007) y Cristina Fernández (2007-2011
y 2011-2015) contra un neoconservadurismo maquillado y fortalecido durante las
políticas neoliberales de la década anterior. La ‘oposición’ al modelo oficial está
formada por clases dominantes relacionadas con un modelo de agronegocios
(sobre todo, con la soja transgénica), con los holdings con un particular
protagonismo de las empresas mediáticas que las componen en acuerdo con el
heterogéneo y -a la fecha- diseminado conjunto de partidos y grupos opositores5.
Por su parte, el gobierno declara (y ha demostrado) tener un compromiso explícito
con los derechos humanos, con los procesos de
recuperación/reinvención/relectura de las memorias fracturadas y con un modelo
estatal cada vez más inclusivo aunque, lamentablemente, todavía con fuertes
deudas con los derechos de estas comunidades.
El caso
Hoy la situación indígena ha cambiado un montón,
podemos decir, podemos hablar nosotros los pueblos
indígenas desde nuestro propio pensamiento, desde
nuestro propio desafío más que nada.
Ofelia Morales (2007)
4Este proceso se analiza en forma exhaustiva a propósito del caso de los pueblos originarios de San
Martín del Tabacal en Cebrelli y Arancibia (2010) “Registros de la diferencia. De la Crónica al
Documental”, paper leído en Congreso 200 Años: Medios, Comunicación y Cultura, Escuela de Ciencias
de la Comunicación, Universidad Nacional de Córdoba; (2012) colocar el de bolivia
5Sonia Alvarez Leguizamón considera que éstas son nuevas formas de expansión del capitalismo y
del neocolonialismo y las analiza en el capítulo inicial del presente libro.
ocasiones, borró las identidades de los pueblos originarios al desgajarla de sus
raíces, tradiciones y territorios. El proceso fue tan eficiente que los mismos
aborígenes ignoraban o negaban su identidad cultural, lo que no es de extrañar si
en la escuela les enseñaban que este país ‘ya no habían indios’, según sus propias
declaraciones (Sarapura: 2007). Pero, ¿cómo se llegó a tal convencimiento?
Durante los primeros años de la democracia y acompañados por la
implementación de un aparato legislativo y burocrático (leyes, normativas6,
censos7 e, inclusive, de la reforma constitucional de los noventa8), se produjeron
fuertes procesos de individuación y reetnización de pueblos originarios en el país
que se dieron, inclusive, en el marco de políticas neoliberales que posibilitaron
acciones de intervención en pos de los derechos de las ‘minorías’ de agencias,
ONG’s y fundaciones extranjeras o trasnacionales. Durante estos años, la lucha y
movilización resultante se tradujo en una visibilidad creciente de estos pueblos los
cuales, en muchos casos, fueron percibidos como novedosos aunque, en realidad,
su existencia se remontara a una temporalidad anterior a la colonia y al mismo
estado. La percepción de la novedad estaba relacionada además con la reinvención
de tradiciones (Hobsbawm: 1984) que se daba en el marco de comunidades hasta
entonces desconocidas para la mayor parte de la ciudadanía argentina. Así
‘reaparecieron’ en el escenario de la cultura nacional Wichís, Chorotes, Guaraníes,
Tobas, Pielagás, Chanés, Kollas y Mapuches, etiquetados bajo el colectivo ‘pueblos
originarios’9.
En particular, la Reforma Constitucional de 1994 y la sanción de su Artículo
75, Inciso 17 fue el instrumento legal que posibilitó a estos pueblos el resquicio
necesario para sistematizar las luchas antes aisladas por la reivindicación de sus
identidades y de sus derechos colectivos en lo que puede denominarse como
‘movimiento indígena’ el cual, en muchas comunidades, permitió la emergencia de
mujeres como dirigentes de los mismos10. Éstas crearon espacios de reflexión
6
Los Estados provinciales fueron los primeros en promulgar nuevas leyes de las que derivaron
dispositivos jurídicos, institucionales y burocráticos destinados a las poblaciones indígenas. Por ejemplo,
la provincia de Salta sancionó en 1986 la Ley Nº 6373 de Promoción y Desarrollo del Aborigen. En la
década siguiente el Estado nacional desplegó su propia política de administración indígena, algunas veces
en correspondencia y otras en superposición y disidencia con los mecanismos jurídicos institucionales
preexistentes (Bidaseca et al.: 2008).
7
El segundo ítem del Censo Nacional del año 2001, denominado “Variable indígena”, indagaba sobre la
relación del censado con alguna etnia aborigen. Como Anexo al mismo, el Estado promovió, por primera
vez, la realización de una Encuesta Complementaria De Pueblos Indígenas, 2004-2005.
8
La Constitución Nacional del año 1994, Artículo 75, Inciso 17, reconoce la preexistencia étnica y
cultural de estos pueblos, garantizando sus derechos, entre otros, a una educación bilingüe e intercultural,
a la posesión comunitaria de la tierra y a la personería jurídica. Este último es importante para el análisis
de caso del presente trabajo, como se verá más adelante.
9 Un análisis pormenorizado de estos procesos en la provincia de Salta se encuentra en el Capítulo 3, a
cargo de Mónica Flores Klarik, Marcela Álvarez y Norma Naharro. También pueden leerse en el Capítulo
4, de Fernando Bustamante para el caso Wichí.
10 “Las organizaciones y las luchas indígenas se sostienen sobre el interés en afirmar la identidad a partir
de aparecer en el escenario público como sujeto legítimo, de ser reconocidos como interlocutor para el
Estado, de ser tenidos en cuenta por los gobiernos. La visibilidad, la búsqueda del poder de representarse
a sí mismo frente a la sociedad, el poder de generar la propia comunicación, contar la propia historia ellos
sobre sus experiencias de exclusión como mujeres y como aborígenes, con plena
conciencia de la erosión de diferente grado en sus identidades individuales,
genéricas y colectivas producidas por falta de reconocimiento estatal y los altos
niveles de prejuicio y discriminación por parte de la sociedad argentina en general.
Lo inédito del proceso es que estas reuniones tuvieron cobertura en diarios de
referencia nacional (Página/12, 5 de octubre de 2005).
Hoy por hoy, con un largo camino por delante todavía, las líderes
comunitarias consideran que uno de los obstáculos más fuertes en su lucha por la
recuperación de la identidad se encuentra todavía entre sus mismos pares.
mismos frente al resto de la sociedad y poder discutir las políticas ante los poderes dominantes”
(Bustamente: ibídem).
11
Lecko Zamora, Página/12, 2 de marzo de 2009.
comunidades. /…/ En la cosmovisión original hubo una visión de
complementariedad, dualidad y horizontalidad entre varones y mujeres
pero hoy no lo vivimos así. Las mujeres de los pueblos originarios estamos
afectadas por el machismo.
Moira Millán (2007)12
12 Es una de las voceras del Frente de Lucha Mapuche y Campesino de Chubut. Su testimonio fue
13 Me refiero a los excluidos del ejercicio de sus derechos de ciudadanía, tales como gente en
situación de calle y/o con capacidades diferentes, desocupados, homosexuales, jóvenes y no tanto
atrapados en las redes de trata de personas o de la violencia en sus múltiples formas.
14
Cfr. Así mueren los mansos, Informe Periodístico de TN antes mencionado.
15 Ver acápite siguiente.
De la visibilidad a la toma de la palabra
Entre medios y mediaciones
Además de las condiciones que posibilitaron este proceso de visibilidad y toma
de la palabra ya mencionadas en el primer acápite también, merecen destacarse
políticas oficiales de respeto por la diferencia cultural, tales como las que lleva a
cabo la Secretaría de Cultura de la Nación desde el 2005 o las provenientes de
instituciones nacionales (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia
y el Racismo -INADI, Consejo Nacional de la Mujer Indígena) y provinciales
(Instituto Provincial de Pueblos Indígenas de Salta –IPPIS, Instituto del Aborigen
Chaqueño -IDACH); también es importante el trabajo realizado el marco de centros
de investigación de organizaciones civiles (Centro Nelson Mandela) o
universitarias (Centro Paco Urondo de la UBA, Centro Promocional de
Investigaciones Históricas y Antropológicas de la UNSa), entre muchas otras.
Iniciativas surgidas a partir de estas políticas hicieron posible aperturas
musicales como las de Tonolec –música toba de fusión-, la publicación de textos de
lectura bilingües para chicos (Guaraní-Español, )16 que revalorizan las identidades
originarias, como así también de libros con testimonios, leyendas e historias de
estos pueblos. Entre éstos, merecen destacarse dos publicaciones realizadas con
fondos estatales que constituyen un hito entre la escritura testimonial femenina y
aborigen: El anuncio de los pájaros (Salta: 2005)17 y Mujeres dirigentes indígenas.
Relatos e historias de vida (Buenos Aires: 2007) 18.
Finalmente, resulta imprescindible mencionar la labor comunicacional que
llevan a cabo fundaciones y redes comunitarias que cuentan con apoyo de alguna
entidad religiosa nacional o internacional (ENDEPA, ASOCIANA, Red de
Comunicación Indígena, entre las más conocidas), organizaciones de autogestión
aborigen (Centro de Documentación Mapuche, Fundación Walter León, Consejo
16 Puede citarse la colección para chicos de la Editorial Sudamericana que contienen una
revalorización de la historia de los wichís, tobas y mapuches y manuales publicados por el
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación como Un libro para chicos. TE
CONTAMOS SOBRE NOSOTROS. Narraciones de Niños Aborígenes Salteños.
17 Es una publicación conjunta del Ministerio de Desarrollo Social, el Instituto de Asuntos Indígenas
y los Talleres de Memoria Étnica coordinados por la antropóloga Leda Kantor en el Departamento
de San Martín (Salta). Tanto los talleres como la publicación contaron con el apoyo de Liliana
Lizondo y de Norma Naharro, docentes-investigadoras de la Sede Tartagal y de la Sede Central de la
Universidad Nacional de Salta. En él se recogen relatos, leyendas y testimonios de mujeres
pertenecientes a siete etnias chaqueñas. Se trata de una cuidada edición que incluye ilustraciones
de dos artistas Wichís de Misión Chaqueña (Salta).
18 La publicación Cultura ciudadana y diversidad. Mujeres dirigentes indígenas. Relatos e historias de
19 Se revisaron los archivos de Página /12 desde el año 2002 a la fecha. Se construyó un corpus de
más de veinte artículos sobre los aborígenes, privilegiando los que registraban la voz de mujeres
pertenecientes a los pueblos originarios del Gran Chaco y del Noroeste argentino, sobre cuyas
representaciones y su espesor temporal vengo investigando desde hace unos años (Cebrelli: 2008
c). El recorte se realizó con la idea de contrastarlos a futuro con la producción sobre el mismo tema
realizada desde el año 2004 a la fecha por Nuevo Diario. El diario chiquito de Salta. Cabe aclarar que
se trata de un matutino de clasificados sin una línea editorial muy clara; sin embargo, publica
noticias cada dos o tres días sobre los pueblos originarios salteños y jujeños las cuales muestran un
todas comienzan utilizando retóricas propias del discurso de la información –uso
de la tercera persona, de variadas modalidades de voz citada, predominio de la
narración con inserción de secuencias narrativas y argumentativas.
Sorpresivamente, la enunciación embraga en un juego de preguntas y respuestas,
transformándose en una entrevista y, como en un estallido, surge la palabra
aborigen, femenina y plural hilando una historia que tiene la cualidad de vincular
el lenguaje con la vida tanto propia como de su comunidad. La hibridez genérica da
cuenta de la situación de frontera cultural antes aludida: la escritura también se da
en un entre-géneros, entre-voces, entre-etnias, instituyéndose en mediación,
travesía e interpelación desde múltiples e ignotas memorias colectivas a la
memoria oficial (Ortiz: 2000)20.
Visibilidad(es)
Desde el año 2001 a la fecha21, Página/12 –por ejemplo22- ha ido
aumentando el número y la frecuencia de publicación de artículos con noticias
sobre los pueblos originarios por lo que resulta el diario de referencia nacional
más apropiado para observar el proceso aludido.
Uno de los indicadores del aumento de visibilidad mediática es el paso de la
cita a la entrevista en los modos de registro de la voz indígena. Aquí es importante
recordar que la entrevista es la variable mediática de la biografía y, por lo mismo,
constituye un medio invaluable para dar a conocer historias de vida y resguardar, a
la vez, la autenticidad de las palabras dichas (Arfuch: ibídem, Klein: 2008).
La nota elegida para iniciar el seguimiento del proceso de visibilización
citado es de abril del 2002 y se titula “Vida de Wichís”. Registra la visita de la por
entonces primera dama, Chiche Duhalde, a la localidad de “El Sauzalito”, último
pueblo del Impenetrable chaqueño.
El relato comienza desde la ruta, perspectiva ajena al territorio, que da
cuenta del uso de la focalización externa. El estilo indirecto y el verbo dicendi –
claro compromiso con la diversidad cultural y de género. Un avance de esta línea de indagación
puede leerse en dos trabajos anteriores de mi autoría (Cebrelli: 2008 a y b).
20 Mientras la memoria colectiva responde al orden de la vivencia, la memoria nacional se refiere a
una historia que trasciende los sujetos y no se concreta en las cotidianeidades. La primera fija los
recuerdos de sus propios portadores y su olvido es fruto del desmembramiento del grupo. La
segunda trasciende las divisiones sociales, es del orden de la ideología e integra un campo de poder
(Ortiz: 2000).
21
Se ha tomado como criterio de corte el año 2001. En los relevamientos realizados en el archivo virtual
del diario Página /12 no se han encontrado artículos anteriores significativos para este trabajo. Es muy
evidente el incremento de la cantidad a partir del año 2004 en relación a los reclamos territoriales y,
posteriormente al 2007, a partir de la muerte de los Qom en el Impenetrable, sobre diversas cuestiones,
tales como escuelas bi y trilingües, vivienda, reclamos territoriales y diversas acciones orientadas a frenar
el desmonte. La cobertura mediática de la muerte por hambre de los Qom fue analizada en artículos
anteriores en co-autoría (Cebrelli y Arancibia: 2007 y 2008). La visibilización de la muerte de los niños
Wichís se viene siguiendo desde el año 2008 (Cebrelli: 2007 y 2008). Un abordaje antropológico de este
problema se encuentra en el citado capítulo de Flores Klarik et al.
22
Un análisis contrastivo del proceso en Clarín, Página12 y La Nación puede leerse en “Fronteras
invisibles. El caso de los pueblos originarios argentinos”, Conferencia Plenaria, XIII Congreso de
RedCom, Targagal, 2011 (en prensa).
dicen sus habitantes- sumados a un evidente proceso de traducción y estilización
de la voz del otro destaca aún más el hiato existente entre una y otra cultura.
Idéntica distancia se lee entre una voz enunciativa que deja entrever un
sujeto que hace un esfuerzo de traducción –se notó que- y de reacentuación de las
representaciones más disfóricas de los aborígenes, tradicionalmente relacionadas
con anomia y con el analfabetismo. Por lo mismo, a lo largo de toda la narración se
insiste en el contacto de los Wichís con la escuela –por lo que quedó escrito en el
pizarrón, los chicos habían estado repasando la letra Ch- y con la escritura -cada
comunidad entregó cartas relatando su situación y reclamando lo urgente, y
algunos hicieron firmes copias de esos pedidos.
La focalización del relato pasa paulatinamente de externa a interna al
referir la situación de extrema pobreza de los Wichís de una comunidad más
aislada. Pese al uso de comillas de distanciamiento para la cita de la voz ajena, el
uso del discurso coloquial y la utilización de diminutivos acorta la diferencia entre
una y otra cultura, con la finalidad de provocar un impacto emotivo, acorde con la
situación de desamparo aludida.
23
Cfr. “La tribu que visitó Chiche Duhalde. VIDA DE WICHIS”, El País, Página /12, domingo 26 de
mayo de 2002. En todos los casos la negrita es mía.
24 La vacilación ortográfica entre Wichí y wichi es una marca más del funcionamiento de frontera ya
aludido.
tradicionalmente un pueblo de cazadores y recolectores. El argumento deja
entrever una de las tretas de débil: la capacidad de resignificar el lugar que se le ha
dado para, en este caso, obtener más cantidad de subsidios de un gobierno
indiferente; sin embargo, es la voz delatora y crítica del sujeto de la enunciación,
voz legitimada por un enclave enunciativo mediático, la que sostiene el argumento
más fuerte: la comunidad carece de los requerimientos mínimos para su
subsistencia y esta situación impacta en la muerte de un niño.
La voz femenina asume la de los suyos y en ella se reconoce la de una líder,
cabezante-mujer –niyát atshina, en tanto tiene la responsabilidad de buscar los
alimentos necesarios para repartir, proteger y beneficiar a su entorno doméstico
(Palmer: ibídem y Cruz de la: s/d).
Claro está, nada de esto puede ser interpretado por el lector común,
ignorante de la vida y de las tradiciones de estas culturas; sin embargo, y más allá
de las traducciones y mediaciones a la que ha sido sometida la palabra de Viviana,
una alteridad irreductible se lee detrás de estas representaciones de los Wichís y
de su territorio: esa diferencia, hecha sujeto y con toda la fuerza de
verosimilización propia del testimonio, emerge plenamente en las notas escritas en
la segunda mitad del año 2007, luego de que se hiciera pública la muerte de los
Qom en ese mismo escenario y después de que la Corte Suprema ordenara al
Estado que tomara medidas para frenar el genocidio.
Retóricas de un yo plural
¿Cómo dicen la palabra propia y, a la vez, las de su tribu estas voces
femeninas? ¿Cómo traducen la palabra doblemente ajena –por el género, por la
etnia- para hacerla comprensible sin traicionarse ellas mismas o a la memoria de
su colectividad?
La estrategia pasa por la asunción de un yo como forma de anclaje de una
realidad otra para, desde ahí, abrir el juego de la responsividad (Bajtín: 1982) e
interpelar así al enunciatario. El desdoblamiento de la imagen sí misma en un
pasado y un presente, característico de la biografía –en este caso, entre un
presente militante y una infancia casi ingenua- colabora en la construcción de la
verdad referencial del relato de vida.
En el marco de esta segunda modernidad, este tipo de estrategias narrativas
ingresan en la lógica celebratoria y desideologizada de la diferencia y de la
hibridación; sin embargo, ese yo descentrado y fronterizo está muy lejos de esa
matriz y, por lo mismo, se inscribe en el discurso mediático sólo para quebrar y
rearticular los campos de interlocución hasta ahora instituidos.
“Mi papá está en lachugue”, decía Elizabet González y decía río. “Mi papá
está en aviaqu”, decía ella y decía monte. Pero Elizabet no sabía ni decía monte
ni río a sus ocho años, antes de ir a la escuela. Hoy tiene treinta y nueve, pero
habla con Las 12 y aunque su hablar fluye ella explica que traduce de su
pensamiento originario al castellano, tan traducido como el nombre toba que
ella denuncia impuesto y que define qom. (Página 12, 12 de octubre de 2007).
25
Se titula “Testimonio mujer qom: historia de las luchas. OFELIA MORALES. DOCENTE TITULAR
BILINGÜE DEL PUEBLO QOM”.
dirigentes máximos nuestros, que eran como cinco o seis en nuestra
provincia (ibídem).
A los que somos del norte nos llaman bolivianos, a los guaraníes les dicen
paraguayos, a los mapuches les dicen chilenos. ¿Entonces nadie es
argentino? /…/Sí, la verdad es que los argentinos son los que vinieron en los
barcos porque cuando estábamos nosotros éramos los mapuches, los
diaguitas, las naciones originarias. Por eso los argentinos no sienten nada de
orgullo por la identidad originaria (Página /12, opus cit.).