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Capital del Perú.

Símbolos de la Patria

Artículo 49
La capital de la República del Perú es la ciudad de Lima. Su capital histórica es
la ciudad del Cusco.
Son símbolos de la Patria la Bandera de tres franjas verticales con los colores
rojo, blanco y rojo, y el Escudo y el Himno Nacional establecidos por ley.

CONCORDANCIAS:
C.: art. 196;
C.P.: art. 344,345;
C.J.M.: art. 98;
Ley 27972: art. 151

José Barba Caballero

1. Lima, capital de la República y Cusco, capital histórica

El artículo bajo comentario tiene dos partes. La primera dedicada a las


capitales del Perú, y el segundo referido a los símbolos patrios.
La designación de una ciudad como capital de un país tiene una justificación
principalmente histórica y no necesariamente constitucional. En nuestro caso,
recién desde la Constitución de 1979 se señala expresamente una realidad
incontrovertible: que Lima es la capital de la República del Perú. Ante la
evidencia histórica, ninguno de los sectores ideológicos o doctrinarios de
entonces se opusieron al mencionado dispositivo, antes bien, saludaron la
innovación.

El asunto, hoy pacífico, fue problemático en su momento. Así, se le acusaba de


artificialidad y de favorecer unos pocos intereses concentrados en Lima,
argumentos en verdad atendibles. Por otra parte, algunos defensores de la
"capitalidad de Lima" alegaban que "Lima es hoy por su tradición, por su
distinción, por su prosapia, por su población actual (...), por su cultura, por su
desarrollo urbano, por su ambiente cosmopolita, la primera ciudad del Perú, su
capital indiscutible, la crifra y síntesis de nuestra República"948. Tales criterios
no hacían sino confundir el reconocimiento histórico de una capital de
república, con los males del centralismo y el desarrollo desigual de las distintas
ciudades de nuestro país.

Así, cuando la Constitución señala que la capital del Perú es la ciudad de Lima,
no lo hace con afán centralista. La Constitución, incluyendo la reforma sobre el
Capítulo XIV "De la descentralización", proyecta una clara voluntad de
desconcentrar y distribuir el poder y la administración del Estado. Es más, el
estatuto especial que se le atribuye a Lima en el artículo 198 de la Constitución
no se explica como un privilegio; al contrario, se trata de una previsión
necesaria debido a que Lima, a diferencia del resto de ciudades del país, no
integra una región. Objetivamente, nuestra Constitución consagra un tipo de
Estado unitario descentralizado; en tal sentido, existe cierta centralización de
las decisiones que corresponde a la noción de Estado unitario, pero que tiende
a la inocuidad gracias a la descentralización, la desconcentración y la
delegación funcional.

La "capitalidad" y el centralismo son fenómenos distintos, pero sin duda tienen


puntos de encuentro. Lima no es atractiva al inmigrante por ser la capital, lo es
por concentrar el aparato estatal y gran parte de la riqueza nacional. Empero,
como corolario de dicha atracción, hoy Lima es la ciudad más representativa
del Perú, pues cobija en sus calles a la mayor cantidad de habitantes,
provenientes de distintas partes del país. El fenómeno de la inmigración y el
mestizaje cultural, señalado a inicios de la década de 1980950, consolida a Lima
como capital de la República.

Señaló Aramburú Menchaca: "Ya Lima (...) no puede ser considerada como
antítesis de una capital de provincia. Lima es el gran crisol del mestizaje
cultural y étnico que es el factor principal de la integración nacional. Por algo
viene siendo capital del Perú desde hace cuatro siglos y medio"951. A la
pregunta ¿es hoy Lima de los limeños?, ya en los 80 se podía responder:
"Evidentemente no. Lima es y siempre fue de todos. Social y topográficamente,
tiene hoy la forma de un atolón. La rodea un cinturón ajeno a ella. Pero ese
cinturón no es de corales, sino de grupos humanos, forasteros y hermanos, que
han conquistado las inhóspitas laderas de los cerros limeños sin quitarle nada a
nadie. A lo más algo a la propia Lima. Algo de su personalidad tradicional. En
cambio han adquirido mucho. Lo que han venido a buscar. Lo que la televisión
invita a ver, tener y gozar. Lo inalcanzable en el terruño abandonado, bello y
oloroso pero limitado, que se recuerda con nostalgia con la música lugareña,
generalmente serrana, que se escucha en los mercados y complejos del
llamado 'comercio informal', ambulante e independiente". En efecto, hoy Lima
es más de los peruanos que de los limeños.

Cuzco, ciudad imperial, es la capital histórica del Perú. Si bien muchas


ciudades de nuestro país tienen una gran importancia histórica, debemos
recordar que Cuzco fue el centro del imperio americano de mayor extensión, y
que aún conserva gran parte de la infraestructura tanto incaica como colonial.

Cuzco es con justa razón patrimonio histórico y cultural de la humanidad;


constituye, además, el principal atractivo turístico de nuestro país. Atribuirle a
nivel constitucional la condición de capital histórica es un reconocimiento no
solo a su riqueza arquitectónica y cultural, sino también una reivindicación con
nuestra propia historia.

A diferencia de la capital de la República, la capital histórica no influye sobre la


forma de Estado; sin embargo, ambas capitales comparten una investidura
conferida por el constituyente debido a sus peculiaridades sociales, culturales e
históricas.

2. Los símbolos de la patria

Son representaciones, alegorías sobre la patria. ¿Pero, qué se entiende por


patria? La noción de patria es bastante compleja por inasible; podríamos decir
que es la identidad en un territorio común y el orgullo nacional forjados con el
sacrificio de nuestros compatriotas a lo largo de la historia.

Como se aprecia, la patria tiene una connotación casi combativa; vinculada a la


lucha por los intereses nacionales, la territorialidad, la soberanía. Contiene una
fortísima carga emotiva y manifiesta indeterminación, por ello se hace difícil
comprender qué entendemos por sus símbolos.

En el caso peruano, la noción de patria no puede separarse de la noción de


Estado. La patria a la que la Constitución se refiere equivale al territorio del
Estado peruano, acentuado en su contenido épico. Por tanto, los símbolos
patrios parecerían ser "representaciones del Estado", o "de la heroicidad de los
forjadores y defensores del territorio nacional".

Rudolf Smend, autor de la Teoría de la integración, explicaba la función de


estos símbolos. Les atribuía una eficacia integradora, es decir, que permiten la
actualización del espíritu colectivo que forma el Estado. Se trata de una
integración de tipo material, a la cual pertenecen aquellos fenómenos que
significan participación de los individuos en un contenido de valores estatales o
encarnados por el Estado953. Smend considera que la intensidad y extensión de
estos fenómenos "impide muchas veces al individuo que forma parte del
Estado tener una visión completa de su eficacia integradora y su racionalidad le
resulta a menudo tan extraña, que lo siente como algo ajeno, algo en lo que no
participa vitalmente", y por tanto para "participar vitalmente en ella, para que
actúe integradoramente, hace falta, por así decir, que quede concentrada en un
momento concreto, que sea representada por este. Ello se produce de modo
institucional por medio de la representación de los valores históricos que tienen
vigencia actual en los símbolos políticos tales como las banderas, los escudos, los
jefes de Estado (en especial, los Monarcas) las ceremonias políticas y las
fiestas nacionales"

Los símbolos patrios, en el sentido expuesto, permitirían renovar nuestros


vínculos espirituales con el Estado, ya que representa al propio proceso de
integración. Nosotros somos de otra opinión. Sin descartar que en la realidad
existan fenómenos que integren a los individuos con la colectividad,
consideramos que los símbolos de la patria tienen la finalidad de proyectar
contenidos de identidad en la población. La Constitución no tiene por finalidad
mediatizar al ser humano para integrado con el Estado; por el contrario, el fin
de este y la sociedad es la persona humana y el respeto de su dignidad.
No puede negarse la carga valorativa y vinculante de la Constitución, y ese es
el sentido que merece la constitucionalización de los símbolos patrios. Visto
así, los símbolos harían de "señas de identidad"956: hacia el exterior permitiendo
la identificación del Estado y, dentro, coadyuvando a la identificación de la
comunidad (que no es lo mismo que integrarse con el Estado) y admitiendo la
apertura hacia nuevos contenidos y valores compartidos. Con acierto Peter
Hiibede apunta que las banderas, los himnos y los escudos no "simbolizan" al
Estado, sino que apuntan a las dimensiones culturales de la comunidad política
y deben ser entendidos como elementos sustantivos del espacio público957.
Dicho esto, parecen irrazonables las medidas represivas ante "delitos contra
los símbolos y valores de la patria" previstos en los artículos 344 y 345 del
Código Penal.

Los símbolos patrios, reiteramos, no pueden interpretarse como que


"encarnan" al Estado, ni colocarse por sobre la dignidad de las personas. Al
contrario, los derechos fundamentales tienen una eficacia superior, desde la
cual debe interpretarse las "señas de identidad" del Estado.

Los mencionados delitos colisionan con diversos derechos fundamentales


como las libertades de expresión, opinión, conciencia; en tal sentido, quemar
una bandera debe ser entendida como una expresión simbólica958 protegida
constitucionalmente, al igual que el uso de estos símbolos en vestimentas,
iconografías comerciales, pintas, obras de arte, etc.

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