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Capítulo 1.

- La biodiversidad como recurso


OBJETIVO
- Dar a conocer el concepto de biodiversidad, su importancia y el papel que juega dentro
de los ecosistemas.

1.1. Introducción

La palabra biodiversidad es un neologismo, popularizado recientemente


por el científico norteamericano Edward O. Wilson, que se utiliza para
referirse a la diversidad biológica.

Es diferente de la diversidad utilizada en los estudios ecológicos: esta


última es un índice numérico que relaciona el número de especies de un
ecosistema con el número de individuos de cada una de estas especies;
como norma general se trabaja con grupos concretos de organismos
(especialmente plantas fanerógamas, animales vertebrados o insectos), y
proporciona una idea del grado de estructuración, complejidad y madurez
del ecosistema que se estudia.

La biodiversidad, en cambio, hace referencia a toda la variedad de


formas de vida, es decir, todas las especies de organismos (plantas,
hongos, animales, bacterias, etc.) existentes, y en principio no interesa
su mayor o menor abundancia de individuos. En este contexto, la palabra
diversidad se utilizará como sinónimo de biodiversidad, y no como índice
ecológico.

La biodiversidad puede manifestarse a diferentes escalas, tal y como se


muestra en la figura 1.1. En una escala de mayor a menor, primero
aparece la biodiversidad a nivel ecológico, que queda reflejada en la
variedad de ecosistemas y comunidades diferentes que existen sobre el
planeta. La biodiversidad a nivel específico hace referencia a los
diferentes organismos que viven en un ecosistema determinado: son los
inventarios de especies.

Finalmente, la biodiversidad a nivel genético se refiere a la biodiversidad


intraespecífica, es decir, la variabilidad genética dentro de una misma
especie; un ejemplo claro de este último aspecto es la propia especie
humana, cuya variabilidad genética le ha permitido adaptarse a
condiciones de vida muy diferentes (desde los esquimales a los
bosquimanos del desierto de Kalahari, pasando por los sherpas tibetanos
o los quéchuas andinos). Esta variabilidad genética constituye la
biodiversidad genética de la especie y es el fenómeno sobre el cual se
desarrolla la evolución biológica.

Figura 1.1: Esquema de los diferentes niveles de observación y estudio de la biodiversidad.

El término biodiversidad se ha popularizado y extendido a través de los


medios de comunicación, especializados o no, desde hace muy poco
tiempo. A raíz de esto, ha llamado la atención de los dirigentes políticos
del mundo, gracias a lo cual fue uno de los temas prioritarios de la
Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, y se han dedicado y se
dedican todavía importantes sumas a su estudio por parte de los centros
de investigación y universidades más prestigiosos del mundo.

Pero, ¿cuál ha sido el responsable de este espectacular "boom" de la


biodiversidad? Las causas directas hay que buscarlas, básicamente, en
la preocupación general ante la publicación de cifras alarmantes sobre el
ritmo actual de extinción de especies de seres vivos. En particular, la voz
de alarma sonó ante las estimaciones realizadas sobre la extinción de
especies debido a la desaparición, cada vez a un ritmo más vertiginoso,
de los bosques tropicales. Esta idea se amplió a un marco planetario y
hoy esta preocupación se extiende ante la arriesgada situación en que se
encuentran un gran número de especies, muchas de ellas todavía por
conocer, ante la rápida transformación de los ecosistemas por la
actividad, directa o indirecta (como el cambio climático global), de la
especie humana.

1.2. La importancia de la biodiversidad


1.2.1. Importancia ecológica
Todavía no está claro el papel que tiene la diversidad de especies sobre
el funcionamiento de los ecosistemas.

Ante una perturbación más o menos grave (incendio, sequía, episodio de


contaminación, etc.), se han estudiado los efectos que puede tener sobre
la estabilidad de un ecosistema con un mayor grado de diversidad.
Según esto, el ecosistema más diverso podría recuperarse más
fácilmente al resultar afectado por una amenaza: en caso de pérdida o
graves repercusiones sobre algunas especies con una función concreta,
es decir, con un nicho ecológico concreto, otras podrían ir asumiendo
paulatinamente esta función, estabilizando así el ecosistema.

Esta idea también puede aplicarse a la variabilidad genética de una sola


especie (diversidad genética). Por ejemplo, si todas las plantas de una
misma especie tienen unas necesidades de agua similares, todas
sufrirán el mismo "stress" hídrico en años más secos de lo normal, lo que
redundará en una reducción significativa de su producción de semillas.
Sin embargo, si existiera variabilidad genética en esta población de
plantas, algunos individuos podrían resistir condiciones de sequía peores
de lo normal y producir semillas aún en esas condiciones. De esta
manera, la producción de semillas sería satisfactoria tanto en años
húmedos como secos.

En general, los organismos adaptables genéticamente pueden subsistir en


ambientes más variables que aquellos cuyas poblaciones son
genéticamente uniformes.

La experiencia con cultivos agrícolas ha demostrado que variedades


altamente productivas, pero genéticamente uniformes, tienen
requerimientos ambientales más estrictos -toleran menos las variaciones
ambientales- que otras variedades menos productivas, pero más
variables. Y todavía más, las plantaciones formadas por variedades de
plantas uniformes son más susceptibles de padecer enfermedades y
plagas.
Así, parece claro que la variabilidad intraespecífica, dentro de una misma
especie, es importante para la supervivencia a medio o largo plazo de la
especie. Pero, ¿funciona igual la diversidad en los ecosistemas, de forma
que los ecosistemas más diversos soportan mejor las fluctuaciones
ambientales a largo plazo que los ecosistemas con menos especies?
Aquí la evidencia parece más contradictoria. Las comunidades terrestres
de latitudes templadas, donde existe una marcada estacionalidad, son
menos diversas que las comunidades tropicales, donde reinan
condiciones más uniformes (por ejemplo, la temperatura es constante a
lo largo del año). Además, las comunidades bentónicas de las llanuras
abisales marinas se encuentran entre las comunidades más diversas de
todas, a pesar de estar sujetas a las condiciones ambientales más
estables del planeta.

Lo que sí es evidente es que la desaparición de determinadas especies


puede comportar alteraciones en cascada en los ecosistemas,
particularmente si se trata de especies clave, de las cuales dependen
muchas otras. Además, cada especie es única. La pérdida de una
especie implica perder irremisiblemente una fuente de conocimiento
singular y quizás una fuente de riqueza y beneficio potencial para el
hombre, como veremos a continuación.

1.2.2. Importancia para la humanidad: la biodiversidad como recurso

El uso racional de los recursos biológicos puede reportar muchos


beneficios para la raza humana. El ejemplo más claro y cercano es el de
los alimentos. Los animales, y entre ellos el hombre, necesitamos a las
plantas para subsistir. Los seres humanos han usado como alimento a lo
largo de su historia cerca de 5.000 especies de plantas, pero en la
actualidad son menos de 20 las especies principales que se utilizan para
alimentar a la humanidad, y de éstas, sólo 3 o 4 especies de cereales
son básicas para todos.

La conservación de la biodiversidad tiene una consecuencia directa: el


mantenimiento de la reserva de genes. Las plantas silvestres poseen
una gran cantidad de genes propios, disponibles para incrementar la
reducida base genética de los cultivos agrícolas establecidos. Estos
genes silvestres se pueden utilizar (y de hecho se ha venido haciendo a
través de cruzamientos desde hace muchos años) para mejorar cultivos,
aumentar su capacidad para resistir a enfermedades y plagas, adelantar
la época de recolección, incrementar la resistencia a condiciones
adversas, etc.

Figura 1.2: Planta de alfalfa. Las plantas silvestres constituyen una importante reserva genética.
Fuente: banco de imágenes del Ministerio de Educación y Ciencia (España).

Otra aplicación directa de la biodiversidad se encuentra en la medicina y


en los productos farmacéuticos. La penicilina, por ejemplo, fue aislada a
partir de hongos de la especie Penicillium notatum, mientras que la
mundialmente famosa "aspirina" se preparó por acetilación del ácido
salicílico, descubierto en plantas de la especie Filipendula ulmaria.

Según la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), alrededor de 20.000


especies de plantas tienen propiedades medicinales conocidas.

Sólo en los EEUU, un 25% de los medicamentos producidos contiene


sustancias originadas en plantas, otro 13% proviene de microorganismos
y tan sólo un 3% de animales.

En la lucha contra las plagas de insectos mediante controles biológicos


también se encuentran los beneficios de la biodiversidad. Por ejemplo, el
caso del aceite de piretro, obtenido de los crisantemos, a partir del cual
se han preparado los modernos pirotrenoides, uno de los grupos de
insecticidas fácilmente biodegradables más utilizados hoy en día.
Un ejemplo más reciente es el de los extractos de plantas meliáceas,
principalmente de la especie Azadirachta indica, de la que se extrae un
compuesto llamado azadiractina, que ha resultado ser uno de los
inhibidores de alimentación y de la muda de los insectos más potentes
que se conocen, con lo que se emplea como biocida para control de
plagas de estos animales.

Aquí se han presentado tan sólo unos pocos ejemplos de los importantes
beneficios directos que la preservación y el mantenimiento de la
biodiversidad proporcionan a la humanidad, siendo la búsqueda de
productos bioactivos a partir de plantas terrestres y organismos marinos
uno de los campos de investigación con más futuro.

1.3. La pérdida de biodiversidad

En el estudio de la diversidad biológica se parte de un problema inicial: el


desconocimiento de cuál es la biodiversidad del planeta y la inexistencia
de un inventario de las especies que poblan la Tierra. Y esto no es lo
peor. Ni siquiera se conoce, ni de forma aproximada, el número de
especies que viven en nuestro planeta.

En la actualidad hay descritas aproximadamente un millón y medio de


especies, de las cuales, en un 90% se conocen apenas poco más que su
nombre y aspecto. Es decir, se tienen unos ligeros conocimientos sobre
la biología de los organismos en apenas un 10% de este millón y medio
de especies. Sin embargo, el principal problema es que este millón y
medio de especies descritas en realidad constituye un pequeño
porcentaje de las que realmente existen. Continuamente se están
descubriendo nuevas especies, especialmente en grupos como los
increíblemente diversos artrópodos (insectos, arácnidos y crustáceos), y
en otros grupos de difícil taxonomía (hongos, protozoos, gusanos,
nemátodos, etc.). Como dato, apuntar que entre 1978 y 1987 se
describieron cada año unas 13.000 especies.

Pero no sólo se descubren especies nuevas. En 1977, en una inmersión


del sumergible "Alvin", se descubrieron unas surgencias hidrotermales en
las profundidades del océano Pacífico, donde se encontraba un
ecosistema de características únicas. Efectivamente, alrededor de las
fumarolas de las surgencias se encontraron comunidades hasta entonces
desconocidas: gusanos tubícolas de 2 m de largo, almejas y mejillones
abisales gigantes, y muchas otras especies adaptadas a las condiciones
de elevada presión y temperatura imperantes en este peculiar ambiente.
Desde entonces, se han encontrado en estos ambientes al menos 16
familias de invertebrados desconocidos hasta la fecha. Estos
ecosistemas hidrotermales submarinos son, además, únicos por otra
importante razón: su fuente de energía no proviene del Sol, sino de la
energía química proporcionada por la propia surgencia hidrotermal y
aprovechada por bacterias quimiosintéticas que cumplen el mismo papel
de los vegetales fotosintéticos en la superficie.

Partiendo de varias estimaciones y extrapolaciones, se ha llegado a la


conclusión de que en la Tierra debe haber entre 5 y 30 millones de
especies. Tan amplio margen de maniobra se justifica por ser diferentes
los métodos que se aplican para estimar la biodiversidad total planetaria
y, evidentemente, por el poco conocimiento real del que se dispone. Por
ejemplo, los insectos son el grupo con mayor número de especies
descritas (unas 750.000 aproximadamente), pero al mismo tiempo es uno
de los más desconocidos.

Los microorganismos es otro de los casos que escapa a toda estimación


fiable. Las bacterias, por ejemplo, se identifican mediante una batería de
cultivos en laboratorio y caracterizaciones bioquímicas. Se han descrito
en la actualidad unas 5.000 especies. La utilización de las modernas
técnicas de biología molecular ha permitido, no obstante, descubrir que el
número real de especies de bacterias es mucho mayor, ya que la mayor
parte de ellas son indetectables para la metodología microbiológica
clásica.

En pocas palabras, quedan muchos más organismos por conocer que los
que han sido descritos hasta ahora. Y no sólo organismos
microscópicos...

En 1997 se descubrió un mamífero nuevo para la ciencia en las


selvas de Vietnam, un pequeño ciervo que responde al nombre local
de "Muntjac Troung Son".
El término biodiversidad se inspiró fundamentalmente en la increíble
diversidad biológica de los bosques lluviosos tropicales, considerados
precisamente los ecosistemas más ricos en biodiversidad de la Tierra. De
hecho, la preocupación por la pérdida de diversidad tiene su origen en la
misma época en la que se conoció el frenético ritmo de destrucción de
estos bosques. Si nos basamos en estimaciones de la riqueza de
especies de estos bosques, muchas de ellas muy especializadas y
adaptadas a vivir en hábitat muy concretos, y en el ritmo de destrucción
de los mismos, los científicos piensan que se pueden estar extinguiendo
unas 17.000 especies por año. Se ha calculado que la mitad de las
especies actuales podrían extinguirse en los próximos cien años si
continua el ritmo actual de destrucción de los bosques tropicales.

Precisamente por la gran reserva de biodiversidad que son los bosques


tropicales, siempre se ha destacado en estos estudios la importancia de
los ecosistemas terrestres, dejando de lado a los ecosistemas marinos,
aunque éstos últimos representen el 75% de la superficie terrestre. No
obstante, hay ecosistemas marinos de una riqueza comparable a la
pluviselva tropical, por ejemplo, los arrecifes de coral, que sólo se
encuentran en las costas de mares tropicales. A diferencia de lo que
pasa en las selvas, donde todo está oculto a la vista, en el arrecife de
coral es relativamente fácil ver al menos parte de la riqueza de especies
que alberga: en un solo arrecife de coral australiano se pueden encontrar
hasta unas 500 especies de peces, más que en todo el mar
Mediterráneo.

Los arrecifes de coral están muy ligados a otros dos ecosistemas


costeros tropicales: las praderas de fanerógamas o pastos marinos y los
bosques de mangle o manglares, donde viven las fases juveniles de los
organismos que al crecer poblarán el arrecife. Al igual que los bosques
tropicales, todos estos ecosistemas están siendo gravemente afectados
por alteraciones en las zonas costeras, operaciones pesqueras,
contaminación y turismo masivo. Si bien es cierto que en el mar no hay
constancia de que se produzcan extinciones al mismo ritmo que en los
ecosistemas terrestres, ya se empiezan a observar indicios peligrosos
(como los blanqueamientos y mortalidades masivos de corales, por
ejemplo), que podrían tener, por las características del medio marino, un
alcance mucho más global que los casos terrestres.
Figura 1.3: Manglar de Florida. Estos bosques costeros son el soporte de vida para multitud de
organismos, tanto marinos como terrestres.

Las principales causas de la pérdida mundial de biodiversidad son,


básicamente:

- la destrucción de los ecosistemas, tanto terrestres como marinos,


especialmente en los trópicos;

- la introducción de especies exóticas en ecosistemas que no les son


propios, en un ejemplo de mala gestión de poblaciones salvajes, que
pueden desplazar y llegar a eliminar a especies autóctonas; y,

- la contaminación del medio, que puede afectar tanto a escala local


como planetaria.

Las razones últimas de todos estos factores son, básicamente, humanas.


Según la UNESCO, se explican por: un uso incorrecto de los recursos,
una visión excesivamente utilitarista del mundo, el fenómeno del
colonialismo, la mala planificación y gestión económica y política, así
como la pobreza endémica y el incremento incontrolado de la población
en aquellas áreas donde existe una biodiversidad más rica, precisamente
en la mayoría de los países del tercer mundo.

1.4. Poblaciones de animales salvajes


Los animales salvajes son un recurso muy importante en muchas zonas
del mundo, por algunos de los siguientes motivos:

- Valor alimenticio. La caza y la pesca son actividades importantes


todavía para la alimentación de muchos seres humanos.

- Valor como atracción turística. Sólo hay que pensar en los safaris
fotográficos en los parques nacionales de Kenya y Tanzania.

- Valor ecológico. Muchos ecosistemas dependen del control de los


animales que en ellos viven, como los elefantes africanos en la sabana.

- Valor económico, por los productos que de ellos se obtienen: pelos,


pieles y cueros valiosos, grasa, aceites, marfil, productos médicos, etc.

La gestión de las poblaciones de fauna salvaje es la aplicación de los


conocimientos ecológicos a las poblaciones de animales salvajes, así
como a las plantas y animales con los que estén relacionados, de forma
que se consiga un equilibrio entre las necesidades de estas poblaciones
y las necesidades de la gente. Hasta prácticamente los años 70, el
manejo de fauna se consideraba aplicado exclusivamente a las especies
de aves y mamíferos objeto de explotación cinegética. Aunque éste sigue
siendo un objetivo importante todavía hoy en día de la gestión de la
fauna salvaje, los horizontes de esta disciplina se han ampliado de forma
importante hacia especies que nada tienen que ver con la caza o la
pesca: conservación de especies en peligro, problemas ecológicos por
introducción de especies exóticas, etc.

¿Qué se hace concretamente para gestionar poblaciones salvajes de


animales? El objetivo es buscar la solución a un problema, generalmente
de importancia local, que afecta a una población de animales
determinada. Para ello, el gestor ha de explorar primero la literatura
científica, tratando de buscar casos similares que puedan sugerir una
aproximación a la resolución del problema. Posteriormente, a través de
estudios de campo y, a menudo, a través de análisis de laboratorio, ha
de determinar las causas del problema. Finalmente, hay que indicar las
medidas necesarias a aplicar para solucionar el problema en cuestión.

Para trabajar con poblaciones de animales salvajes son necesarios unos


ciertos conocimientos sobre la ecología, la dinámica de estas
poblaciones. Los atributos básicos de las poblaciones son la densidad, la
relación de sexos, la estructura de edades, la natalidad, la mortalidad, la
inmigración y la emigración. El crecimiento teórico de la población, y la
influencia de la capacidad de carga del sistema (K= es el número máximo
de individuos de la población que el ambiente puede sostener) se ilustran
en base a la conocida como "ecuación logística" del crecimiento, que
aparece gráficamente en la figura 1.4.

Figura 1.4: Crecimiento de una población con un número máximo de individuos que puede
sostener el ambiente.

En general, se considera que los factores que limitan las poblaciones en


el centro de la distribución geográfica de una especie dependen
generalmente de la densidad de la población, mientras que las
poblaciones que se encuentran en la periferia del rango de distribución
de la especie están frecuentemente controladas por factores
independientes de la densidad de población (como los factores
ambientales: el clima, etc.).

En la práctica, los gestores de fauna salvaje deben tratar de buscar las


razones de desequilibrios en tasas de nacimiento, tasas de mortalidad,
inmigración y emigración. Las razones de tales desequilibrios suelen
encontrarse en lo adecuado o inadecuado de la alimentación y el refugio
en el ambiente y cómo estos dos aspectos interactúan con los
nacimientos, muertes, inmigraciones y emigraciones. La información
sobre la natalidad suele ser más fácilmente asequible y más directa que
sobre la mortalidad. Para estudiar la mortalidad en la población, se
acostumbran a usar tablas de vida, que estudian la demografía de la
población y ayudan a localizar las clases de edad más afectadas por esta
mortalidad. Conociendo estos parámetros poblacionales, se pueden
descubrir las causas de problemas que pueden aparecer en los animales
que se pretenden gestionar.

1.5. Especies amenazadas


La historia de la Tierra recoge varios episodios de extinciones masivas,
seguidas de períodos de especiación rápida y de cambios. Este dato
demuestra que la biosfera es capaz de recuperarse de grandes
catástrofes mediante los procesos evolutivos naturales.

Aquí se enuncian las más importantes1:

- La primera extinción se produjo en el período Ordovícico, hace unos


420 millones de años y redujo en un 12% las especies marinas,
especialmente formas planctónicas y grupos de corales formadores de
arrecifes.

- La segunda extinción sucedió en el Devónico, hace unos 370 millones


de años, y provocó la extinción de los placodernos (animales parecidos a
peces acorazados) y hasta un 70% de organismos como moluscos
gasterópodos, equinodermos, cefalópodos ammonoides (un grupo de
calamares con concha) y corales.

- La tercera, la más drástica, se produjo en el Pérmico, hace 225 millones


de años, y extinguió entre el 77 y el 96% de los animales marinos; aquí,
entre otros, desaparecieron los trilobites.

- En la cuarta, en el Triásico, hace 200 millones de años, se extinguieron


el 70% de los organismos marinos, y resultó particularmente dramática
entre los foraminíferos, braquiópodos, bivalvos, gasterópodos y
cefalópodos ammonoides.

- La última, que es la más famosa actualmente, fue en el Cretácico, hace


65 millones de años, y en ella desaparecieron, además de los
dinosaurios, numerosos organismos marinos, como los cefalópodos
ammonoides.

Figura 1.5: Clasificación de la escala cronoestatrigráfica. Las 4 eras se subdividen en diferentes


períodos de tiempo. Zoico indica animal, Paleo indica antiguo, Meso indica medio y Ceno indica
conocido.
La extinción de especies es, tal y como se puede observar, un hecho
absolutamente natural, así como uno de los principales factores de la
evolución. El problema es que el ritmo actual de extinción de especies es
unas mil veces superior al "normal" de los procesos naturales.

Ya desde los tiempos del Pleistoceno, hace entre 11.000 y 1.500 años,
se piensa que la caza practicada por los hombres primitivos tuvo una
gran importancia en las extinciones de grandes mamíferos como los
mamuts y mastodontes, los tigres dientes de sable o los perezosos
terrestres gigantes sudamericanos.

Desde el siglo XVII hasta la actualidad se ha registrado formalmente la


extinción de cerca de 500 especies animales y unas 600 de plantas. Es
lo que ha ocurrido en tiempos históricos o recientes con la mayoría de
lémures de Madagascar, de aves ápteras terrestres, como el dodo de
Mauricio o los moas gigantes de Nueva Zelanda, con el uro europeo, la
vaca marina de Steller, el cuaga africano o el lobo marsupial australiano,
entre otros. Por no hablar de las que se están extinguiendo sin haberse
conocido siquiera...

Figura 1.6: El último ejemplar de Dodo murió en el año 1680. Su extinción fue debida a su caza por
parte de los marineros europeos que llegaron a isla Mauricio, en el oceáno Índico, y los utilizaron
como comida.
Fuente: Bergquist (1994).

Las principales causas de la extinción reciente de especies animales se


pueden enumerar de la siguiente manera:

1. Destrucción del hábitat. Especialmente en el caso de destrucción de


los bosques, sobre todo tropicales. También hay que destacar como
responsables de la desaparición de especies a la contaminación de las
aguas, la erosión de los suelos, las malas prácticas agrícolas y la
eliminación de zonas húmedas.

2. Introducción de especies agresivas. Como ejemplo se tiene la


introducción de la mangosta asiática (Herpestes auropunctatus), que se
realizó para exterminar las serpientes venenosas sudamericanas del
género Bothrops. El problema surgió cuando las mangostas depredaron
otras presas más fáciles de cazar que las serpientes, como las aves y
mamíferos de las Antillas.

Figura 1.7: La serpiente Bothrops atrox es temida por su agresividad por lo que se ha intentado
controlar su población (con más o menos éxito) con la introducción de depredadores como la
mangosta.
Fuente: http://www.gherp.com/kingsnake/scientific/venomous/

3. Introducción de enfermedades. Por ejemplo, la introducción


accidental de mosquitos portadores de enfermedades fue la causa
principal de la extinción de las avifaunas propias del Pacífico.

4. Introducción de animales ligados al hombre. Esta causa es, de


hecho, un caso particular de la introducción de especies agresivas. Se
refiere a la introducción de perros, gatos, ratones, zorros, cabras, etc.,
así como de animales de cultivo: ranas, peces, crustáceos, etc. Estas
introducciones han sido particularmente desastrosas en las avifaunas
insulares y en la fauna australiana. Un ejemplo curioso es el que ocurrió
en 1984 en la isla Stephen (Nueva Zelanda): el gato del guardián del faro
acabó con la totalidad de la población del acantisita endémico (Xeniscus
lyalli).

5. Exterminio directo por caza. Un ejemplo de este exterminio es el de


la vaca marina de Steller (Hydrodamalis stelleri), un manatí gigante del
Ártico, sólo 27 años después de su descubrimiento.

6. Procesos naturales donde no interviene el hombre


directamente. Existen factores ajenos al hombre que hay que considerar
en el manejo de especies en peligro de extinción: disponibilidad de
alimento, depredación, competencia, escasez de insectos polinizadores,
enfermedades, excesivo aislamiento de los individuos, etc. Por ejemplo,
la rata gigante de los arrozales (Megalomys desmarestii), propia de la isla
de Martinica, es un ejemplo de esta extinción, después de que la
explosión del volcán Mont Pelée acabase con las exiguas poblaciones de
esta especie.
El tráfico ilegal de animales y plantas

Actualmente, el comercio internacional de flora y fauna es un gran


negocio a escala mundial que produce entre 5.000 y 8.000 millones de
dólares anuales, un tercio de los cuales está aún representado por el
tráfico ilegal. Tan importante volumen económico del comercio ilegal sólo
es superado por el contrabando de drogas y de armas. Los mercados
más importantes son los de EEUU, Japón y Europa, mientras que las
regiones suministradoras son todos los países subdesarrollados de las
áreas tropicales del globo.

En un solo año se venden al menos 50.000 primates vivos, 4 millones de


pájaros vivos, 10 millones de pieles de reptiles, 15 millones de otras
pieles, 350 millones de peces tropicales (que son un pequeño porcentaje
de todos los que se capturan, ya que la mayoría mueren en el proceso de
transporte) y 1 millón de orquídeas, entre otros. Es un hecho evidente y
aceptado internacionalmente que el tráfico de fauna y flora constituye
uno de los peores peligros que corren las poblaciones de muchas
especies del planeta. Se calcula que unas 622 especies de animales y
plantas de todo el mundo se encuentran a punto de la extinción como
resultado de este comercio; y 2.300 especies de animales y 24.000
especies de plantas más se encuentran en peligro por idéntico motivo.
Los rinocerontes son un ejemplo emblemático de ello. En 1970 había en
el mundo más de 70.000 rinocerontes, mientras que actualmente sólo
quedan unos 9.500. La extinción del rinoceronte por el comercio de su
cuerno (se pagan más de 12.000 dólares por dagas con el mango hecho
de cuerno de rinoceronte africano) todavía no es segura, pero si todo
sigue como hasta ahora pronto será un hecho.

Para tratar de controlar este comercio, en 1973 se firmó en Washington


un acuerdo internacional entre estados conocido como CITES
(Convention of International Trade in Endangered Species of Wild Fauna
and Flora). El CITES determina las especies con las que no se puede
comerciar por la grave situación en que se encuentran (apéndice I
CITES), las especies con las que se puede comerciar bajo control
científico (apéndice II) y las especies con restricciones en algunas áreas
geográficas. El convenio CITES establece un régimen jurídico general, y
corresponde a los países signatarios, España entre ellos, adoptar las
legislaciones apropiadas para su cumplimiento.
Es importante el eco mediático que han recibido algunos llamamientos
ecologistas para la conservación de determinadas especies
emblemáticas como las ballenas, los rinocerontes o los tigres siberianos.
Sin embargo, también hay muchas otras especies actualmente
amenazadas de extinción o que desaparecen entre la indiferencia
colectiva, despreciados ante especies más populares. Entre ellos
están los peces de aguas continentales, especialmente los de los
países tropicales, muy diversificados y con hábitats generalmente
limitados, lo que les hace ser particularmente vulnerables a los impactos
climáticos y antrópicos.

Un reciente estudio realizado en Malaysia indica que casi la mitad de las


266 especies de peces conocidas en este país han desaparecido. En la
isla de Singapur, 18 de las 53 especies censadas en 1934 no han podido
ser encontradas, pese a investigaciones muy meticulosas. En EEUU,
casi las dos terceras partes de las especies originarias de California
están extinguidas, en peligro, o en declive, y se estima que un tercio
aproximado de las especies norteamericanas han desaparecido o están
en peligro de extinción. También han desaparecido todas las especies
indígenas del valle de México.

A pesar de la situación bastante dramática de muchos ecosistemas


acuáticos, se han puesto en marcha muy pocos programas para
salvaguardar la diversidad de las aguas continentales.

1Se ha utilizado habitualmente la fauna marina como indicador, porque es en los sedimentos
marinos donde se acostumbran a conservar mejor los restos fósiles.

1.5.1. Protección de especies amenazadas

En función de las directrices marcadas por varias instituciones


internacionales, principalmente la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (UICN), las
especies amenazadas se clasifican en cuatro categorías1:
- En peligro de extinción: engloba aquellas especies cuya
supervivencia es poco probable si los factores causales de su actual
situación siguen actuando.

- Sensibles a la alteración de su hábitat: incluye aquellas especies


cuyo hábitat está particularmente amenazado, en grave regresión,
fraccionado o muy limitado.

- Vulnerables: referida a aquellas especies que corren riesgo de pasar a


alguna de las dos categorías anteriores a corto plazo, si los factores
adversos que actúan sobre ellas no son corregidos.

- De interés especial: se refiere a aquellas especies que, sin estar


contempladas en ninguna de las categorías precedentes, son
merecedoras de una atención particular en función de su valor científico,
ecológico, cultural o por su singularidad.

La UICN ha ido publicando desde 1975 las listas rojas de especies


amenazadas. Este Catálogo es una lista abierta, por lo que permite la
inclusión y salida de más especies, pero se considera como incompleta
por no incluir invertebrados, ni talófitas, ni especies sensibles a la
alteración del hábitat.2

Ejemplos de especies de animales en peligro de extinción en


España

Como ejemplos, entre las especies animales en peligro de extinción hay


dos cetáceos (la ballena vasca, Eubalaena glacialis, con 200 individuos
en todo el mundo, y la ballena azul, Balaenoptera musculus, de la que
quedan 7.500 individuos en el planeta), que todavía son periódicamente
capturados por buques balleneros; el oso pardo (Ursus arctos
pyrenaicus, con 80 individuos censados), el águila imperial (Aquila
adalberti, 200 individuos), el bucardo o cabra montés de los Pirineos
(Capra pyrenaica, 30 individuos), el águila pescadora (Pandion
heliaetus, 30 individuos), el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus, 70
individuos), el búho real (Bubo bubo), la cigüeña negra (Ciconia nigra), la
gaviota picofina (Larus genei,con 100 ejemplares), la focha cornuda
(Fulica cristata, con sólo 50 ejemplares) y el camaleón (Chamaleo
chamaleo, con sólo 2.000 individuos). El último ejemplar de foca monje
mediterránea (Monachus monachus) (de nombre Peluso) que habitaba
en el litoral español, en las islas Chafarinas, murió hace años.

El número de especies en peligro es mucho más elevado si se añaden


los peces, por ejemplo el fartet (Aphanius iberus), el samaruc (Valencia
hispanica) o el mítico esturión (Acipenser sturio), insectos, como la
bellísima mariposa isabelina (Graellsia isabellae) de nuestros pinares,
moluscos, como las náyades (Margaritifera auricularia) de los ríos o
numerosas especies de plantas.

Figura 1.8: La ballena azul, el oso pardo, la cigüeña negra y el camaleón son especies
amenazadas.
Fuente: Blanco & González (1992).

La legislación de algunos países establece que las especies incluidas en


las categorías de "en peligro de extinción" y "sensibles a la alteración de
su hábitat" no pueden ser poseídas, vendidas, transportadas, importadas
ni exportadas. Si se trata de especies animales (incluidos sus huevos,
crías, larvas o cualquier otra fase de su ciclo biológico) se prohibe
cualquier acción que implique su muerte o su captura, también se
prohibe perseguirlos, molestarlos, destruir sus viviendas, nidos o áreas
de reproducción, invernación o reposo. En el caso de las plantas se
prohibe cualquier actuación no autorizada que implique su destrucción,
mutilación, corte o arranque, incluyendo la recolección de sus semillas,
polen o esporas.

Los planes que se pueden adoptar, en función del caso que se trate, son
los siguientes:

- Planes de recuperación: se adoptan cuando se intenta proteger a una


especie que se incluye en la categoría de "en peligro de extinción".

- Planes de conservación del hábitat: se destinan a proteger a las


especies "sensibles a la alteración de su hábitat".

- Planes de conservación: se realizan para proteger a la categoría de


especies "vulnerables".
- Planes de manejo: se adoptan para proteger las especies "de interés
especial".

1Real Decreto 439/1990, de 30 de marzo por el que se regula el catálogo nacional de especies
amenazadas (BOE núm. 82 de 05-04-1990).

2 En algunos países, las normativas autonómicas han venido a completar la legislación. Tal es el
caso de Cataluña (España) donde, aunque no se trata de un Catálogo, se complementa la lista con
una serie de especies animales (vertebrados e invertebrados) y vegetales que quedan protegidas o
reguladas, generalmente a nivel general o dentro del espacio natural donde vive, e incluso, a un
nivel más concreto.

1.5.1.1. Posibles actuaciones para proteger especies amenazadas

Los planes de actuación de especies amenazadas son instrumentos que


han de servir para resolver problemas. Se pueden adoptar dos tipos de
medidas:

a) Medidas "ex situ": es la medida más fácil, rápida y económica para


frenar la regresión y asegurar la continuidad de una especie, aunque
muchas veces sea complicada de llevar a cabo por desconocimiento de
la biología de la especie u otras razones. Se basa en conseguir que la
especie amenazada se reproduzca en jardines botánicos o núcleos
zoológicos y mantener los propágulos en bancos genéticos.

b) Medidas "in situ": una vez identificados los factores que influyen
sobre la especie amenazada, se dividen en favorables y desfavorables.
Dentro de cada tipo se distinguen los factores que influyen sobre el
hábitat y los factores que influyen sobre la especie. El manejo incluye:

- Actuar sobre los factores que afectan a la reproducción de la especie:

- Si se trata de animales: colocar nidos, islas con refugios, eliminar


plagas, etc.

- Si se trata de vegetales: eliminar parásitos, introducir polinización


artificial, eliminar plagas, etc.

- Eliminar los factores adversos atribuibles al hombre.


- Crear espacios naturales protegidos, si es conveniente, para coordinar
mejor las acciones de protección.

- Aumentar la capacidad de carga del hábitat: inclusión de comederos,


bebederos, aumento del aporte de nutrientes, etc.

- Si la especie a proteger es un ave se puede crear una zona de especial


protección para las aves (ZEPA), instrumento previsto en la Directiva del
Consejo 79/409/CEE, de 2 de abril, relativa a la conservación de las aves
silvestres. La Unión Europea contempla ayudas de actividades de
protección de las aves.

A la hora de gestionar las poblaciones de especies en peligro, hay que


tener en cuenta que la excesiva sobreprotección de algunas especies
respecto a sus depredadores naturales, como sucedió con poblaciones
de ciervos en los EE.UU, puede causar su propia destrucción como
consecuencia de un crecimiento incontrolado de la población, que lleva a
la sobreexplotación de la vegetación que les sirve de alimento y a la
consiguiente hambruna y daño para los animales protegidos.

Los intentos de controlar los animales depredadores, cuando éstos


mismos no se encuentran legalmente protegidos, mediante el pago de
recompensas por pieza cazada se han mostrado generalmente
inefectivos, a lo que hay que añadir los numerosos fraudes que se
cometen.

Asimismo, el envenenamiento de depredadores ha demostrado también


resultados inciertos sobre los animales que se pretendía controlar, pero
su uso indiscriminado ha acabado con numerosos ejemplares de otras
especies a las que no interesaba matar.

Hay que tener mucha prudencia y un buen conocimiento de la situación a la


hora de aplicar medidas para la protección de una determinada especie.

1.5.2. Algunos éxitos en la protección de especies amenazadas


A pesar de la tendencia negativa general de la situación de especies
amenazadas, es conveniente reconocer que se han logrado algunos
éxitos en la protección de algunas especies, cuyas poblaciones habían
llegado a encontrarse en peligro de extinción.

Un ejemplo claro es el de la nutria marina (Enhydra lutris), un mustélido


marino que había sido muy abundante en las costas americana y asiática
del Pacífico norte. Se ha popularizado su imagen flotando panza arriba
en el mar, rodeada de algas, y comiendo erizos de mar. A mediados de
este siglo, la nutria marina estaba en peligro de extinción debido a la
intensa caza de que había sido objeto durante casi 2 siglos a causa de
su apreciada piel. Desde entonces fue legalmente protegida en algunos
países, lo que ha permitido su recuperación al menos en las costas
norteamericanas.

Al mismo tiempo, se han recuperado los bosques de grandes algas


laminariales que existieron en esas costas. Estas algas eran explotadas
por el hombre para obtener agar (producto de amplio uso en la industria
alimentaria) y habían desaparecido prácticamente al mismo tiempo que
la nutria, con las consiguientes pérdidas económicas. Este doble efecto
se debe a que las nutrias controlan naturalmente las poblaciones de
erizos y orejas de mar, que son herbívoros comedores de algas. Al
desaparecer prácticamente las nutrias, los erizos y orejas de mar se
multiplicaron sin freno, destruyendo los inmensos bosques de algas de la
zona.

Hoy, con la recuperación de las nutrias se ha vuelto al equilibrio


ancestral, lo que significa un beneficio económico para las poblaciones
humanas de estas costas: la explotación industrial del agar y el atractivo
turístico de la presencia de la nutria.

Otros éxitos en la protección de animales en peligro han sido las


recuperaciones del pato de la madera (Aix sponsa), el pavo salvaje
(Meleagris gallopavo) y el ciervo de cola blanca o de Virginia (Odocoileus
virginianus) en el este de Norteamérica; el ciervo gigante (Cervus
elaphus canadensis), el berrendo (Antilocapra americana) y el bisonte
americano (Bison bison) en el oeste de Norteamérica; y el bisonte
europeo (Bison bonasus) y la saiga (Saiga tatarica, ver tabla siguiente)
en Eurasia.

Existe una serie de elementos comunes en el éxito en la gestión de


animales salvajes amenazados: el conocimiento biológico de la
capacidad reproductiva de la especie, el reconocimiento de sus
necesidades de hábitat, la identificación de la causa ecológica de los
problemas existentes y el procedimiento del manejo a seguir.

El apoyo de la opinión pública en las regulaciones biológicas a aplicar en


cada caso es esencial para asegurar la recuperación de las especies
salvajes. Un bonito caso es el de la mariposa más grande del mundo: la
"alas de pájaro de la reina Alejandra", u Ornithoptera alexandrae, de
Papúa Nueva Guinea. Es una mariposa que puede alcanzar una
envergadura de 25 cm, y que antiguamente era cazada con arcos y
fusiles por los exploradores. Hoy, los habitantes de la zona se encargan
de su conservación, ya que se ha convertido en una fuente de ingresos:
se venden a coleccionistas, naturalistas, científicos y artistas de todo el
mundo. De esta manera, los indígenas son los primeros interesados en
conservar y proteger la mariposa y las condiciones naturales en las que
ésta vive.

La recuperación de la saiga

La saiga (Saiga tatarica) es el único antílope europeo. Se distribuye por


las vastas estepas que se extienden desde la costa norte del mar Caspio
hasta el mismo corazón ruso del Asia central. En la actualidad, la saiga
es el ungulado salvaje de la estepa con mayor éxito ecológico. Es el más
abundante, por ser el que mejor tolera la escasez de alimento y el frío
clima de la estepa. Pero no siempre ha sido así.

Ya a comienzos del siglo XX, las poblaciones de saigas en Rusia


estaban muy lejos de ser las que protagonizaron las leyendas de
mongoles y kirguises. En 1930 apenas sobrevivían unos cientos de
ejemplares dispersos en enclaves muy localizados, aislados entre sí por
las extensas estepas rusas. Entre los factores que ocasionaron este
descenso de la población se incluyen los terribles inviernos de los años
20, la abundancia de depredadores (lobos) y la caza furtiva. Pero fue
precisamente a partir de la misma década de los años 30, cuando se
observó un incremento del número de individuos en un grado
espectacular y sorprendente para los científicos de la época. El resultado
fue que en 1945 las poblaciones de saigas en Kazakhastan crecieron
hasta niveles similares a las de mediados del siglo XIX. Su área de
distribución y el número de ejemplares de sus rebaños han ido creciendo
desde entonces en forma continua.
La espectacular recuperación de este antílope se justifica,
principalmente, por su capacidad para tolerar circunstancias adversas y
por la propia biología del animal, sobre todo por su gran fecundidad y en
la precocidad sexual de las hembras, que inician la reproducción a partir
de los 7 u 8 meses de vida.

En estos momentos, la saiga se considera como el mamífero salvaje de


gran tamaño más abundante en toda esta inmensa área que fue de la
antigua Unión Soviética. El número de antílopes era de unos 2 millones
de cabezas en la década de los 70, distribuidos en un territorio de 2,5
millones de km2 de estepas y subdesiertos. Las autoridades soviéticas de
esa época autorizaron su caza regulada, con lo que se mataron entre
200.000 y 300.000 ejemplares al año; a pesar de esta caza las
poblaciones se han mantenido e incluso han crecido. La conclusión es
que una buena política proteccionista sobre especies en peligro puede
producir notables beneficios económicos y sociales en períodos
relativamente cortos de tiempo. La saiga es el herbívoro con mayor
eficiencia en la transformación de las plantas herbáceas de la estepa en
carne animal, siendo incluso esta eficiencia mayor que la del ganado
doméstico. Algunos expertos han llegado a proponer que el rendimiento
que ofrece la saiga en la estepa salvaje es mayor, proporcionalmente, al
obtenido por la agricultura en la estepa cultivada.

Figura 1.9: La saiga es un ejemplo de éxito de protección de especie amenazada.

1.6. Problemática de la introducción


de especies animales

Se definen tres tipos posibles de introducción de animales en un


ecosistema:

1. Introducción (propiamente dicha): es la liberación intencionada de


individuos de una especie, en una área de la cual no es indígena, con la
intención de establecer una población viable y autosuficiente. Consiste
en repoblar una zona con una especie ajena, con el objetivo,
generalmente, de incrementar la densidad de especies cinegéticas o
pesqueras o para aumentar la diversidad y cantidad de poblaciones.

2. Reintroducción: es la técnica que pretende establecer una especie


en una área que antiguamente formaba parte de su área de distribución,
pero en la que actualmente se encuentra extinguida. Se trata de retornar
especies a sus antiguos dominios poblacionales, de donde normalmente
han sido desplazadas como consecuencia de la actividad humana.

3. Repoblación-refuerzo: es la liberación, por parte del hombre, de


nuevos individuos de una especie o subespecie en una zona en la que
todavía existen individuos similares. Normalmente, se repueblan
especies autóctonas con el objeto de aumentar su cantidad, conservarla
o mejorar su aprovechamiento.

Las introducciones acostumbran a ser el resultado de la mala gestión


y sobreexplotación de las especies.
1.6.1. Introducción de especies animales

Tradicionalmente, la introducción de especies animales ha presentado


más aspectos negativos que positivos.

a) Aspectos negativos

- Si las circunstancias lo permiten, facilitan una rápida dispersión o


crecimiento y pueden volverse incontrolables, lo que podría alterar
gravemente el equilibrio de la comunidades naturales. También cabe la
posibilidad de que se lleguen a plantear problemas muy graves.

- Los animales introducidos pueden desplazar especies o poblaciones de


la fauna autóctona de hábitats ocupadas por éstas.

- Se pueden introducir nuevas enfermedades infecciosas o parásitos que


afecten tanto a las poblaciones de animales autóctonas, domésticas e
incluso al hombre.
- Las especies introducidas pueden causar serios daños a bosques y
cultivos, pudiendo llegar a convertirse en plagas.

- Algunas especies introducidas pueden cruzarse con la fauna autóctona,


con la consecuente aparición de individuos híbridos, disminuyendo la
riqueza genética de ese territorio y la biodiversidad.

- Si los recursos empleados en los programas de introducción de


especies se destinasen a mejorar y mantener los hábitats para la fauna
autóctona, se obtendría un mejor resultado. Vale la pena concentrar los
esfuerzos en conservar y recuperar la fauna autóctona propia y no en
acelerar la tendencia a la uniformización que existe en el mundo.

b) Aspectos positivos

- Las especies no indígenas pueden aprovechar nichos ecológicos no


ocupados por ninguna especie indígena. De hecho, se cree que algunos
de los grandes herbívoros de África y Asia podría vivir en ambientes
semidesérticos españoles, como en la Depresión Central o en los
Monegros.

- La introducción de animales cinegéticos en fincas particulares puede


incrementar la productividad de la caza.

- Las combinaciones acertadas de distintos herbívoros, pueden aumentar


el grado de aprovechamiento de los pastos.

- Si se dispone de suficiente espacio, algunas especies amenazadas de


extinción en el resto del mundo podrían ser introducidas y bien
gestionadas para la caza, a la vez que se garantiza su conservación.

- Las introducciones exitosas llevan consigo un aumento de la diversidad


y variedad de especies para observar, fotografiar, cazar, etc.

Aparte de las introducciones conscientes y deliberadas, también existen


las introducciones accidentales de animales domésticos, o bien de
animales que escapan de colecciones privadas. Tal puede ser el caso de
un animal muy apreciado por los terrariófilos, la tortuga acuática de
Florida (Trachemys scripta), que puede alcanzar hasta medio metro de
largo cuando es adulta y que fue liberada en las aguas continentales
españolas de forma indiscriminada.
Las razones expuestas muestran algunos de los peligros y riesgos que
conllevan las introducciones. Hay ejemplos de los efectos negativos de
las introducciones en todo el mundo, como puede observarse en el
cuadro adjunto sobre la historia del conejo en Australia, por lo que
cualquier introducción debería ir acompañada de un proyecto que
evaluase el impacto del animal a introducir sobre la población doméstica
y autóctona y sobre todo el ecosistema.

Es recomendable, en cualquier caso, mucha prudencia con la introducción


de especies exóticas.

Y los conejos invadieron australia

Uno de los casos más espectaculares de introducción de una especie en


un ecosistema al que era ajena sucedió en Australia, paraíso ecológico
donde flora y fauna evolucionaron de forma independiente a la del resto
del mundo durante millones de años. Tras la llegada y colonización de
estas tierras por parte de colonos europeos, éstos llevaron consigo
conejos europeos (Oryctolagus cuniculus) con objeto de emular las
cacerías de estos lagomorfos que se realizaban en las verdes campiñas
de la Gran Bretaña. El conejo fue introducido en tierras australianas en
1859, donde experimentó, en menos de un siglo, un crecimiento
demográfico extraordinario, apoyado en la ausencia de depredadores y
parásitos naturales, llegando a alcanzar proporciones de auténtica plaga
bíblica.

En la década de 1940 la población de conejos de Australia alcanzaba los


600 millones de individuos. Los conejos arrasaron la vegetación, dejando
los campos convertidos en desiertos, inútiles para el pastoreo de los
grandes rebaños de ovejas que constituyen la gran riqueza de Australia.
Llegaron a formar auténticas "mareas" vivientes de animales que
avanzaban arrasándolo todo a su paso, ante las que no había ingenio
que resistiera.

Para tratar de acabar con ellos, se introdujo el zorro europeo (Vulpes


vulpes) en Australia. Pero resultó peor el remedio que la enfermedad: los
zorros se dedicaron a atacar a los pequeños mamíferos marsupiales
endémicos de la isla continente, más fáciles de capturar que los conejos,
ya que no estaban adaptados a enfrentarse con un depredador como
este, mientras los conejos seguían multiplicándose.

Únicamente se consiguió frenar parcialmente la invasión de conejos con


la introducción en 1950 de una enfermedad vírica, la mixomatosis, que
diezmó la enorme población de estos lagomorfos aunque no acabó con
ella, ya que algunos grupos se hicieron resistentes.

El último intento para acabar con el conejo lo llevaron a cabo los


científicos australianos en 1995, probando el calcivirus del conejo, pero lo
único que han conseguido por el momento es que el virus haya escapado
al control de los investigadores, y se haya expandido a cientos de
kilómetros del lugar de origen.

Actualmente las pérdidas para la agricultura por causa del conejo


superan los 50 millones de dólares australianos anualmente. Tal ha sido
el impacto del conejo sobre los australianos que éstos han modificado la
tradición británica del conejito de Pascua, de chocolate, sustituyéndolo
por el bilby de Pascua, un pequeño mamífero marsupial autóctono de
Australia, de nombre científico Macrotis lagotis,que casi resultó
extinguido a raíz de la enorme proliferación de conejos sufrida por estas
tierras.

No obstante, la del conejo no ha sido la única introducción problemática


de un organismo en Australia: también ha habido plagas exóticas de
chumberas (un tipo de cactus), dromedarios africanos, gatos, ratas,
jabalíes, búfalos acuáticos asiáticos...

Figura 1.10: El conejo europeo ha sido el protagonista del mayor desastre ecológico de Australia.
Fuente: Blanco & González (1992).
En el medio acuático, las introducciones pueden ser tanto o más
problemáticas que en el medio terrestre, ya que la capacidad de
expansión de estas especies suele ser mayor y, por tanto, más difíciles
de controlar.

Un ejemplo clásico es el de la introducción de la perca del Nilo (Lates


niloticus) en el lago Victoria, en África. Se trata de un gran pez
depredador, que puede pesar más de 100 kg y alcanzar más de 2 m de
longitud, y que está muy extendido en las aguas continentales africanas.
Fue introducido a finales de los años 1950 en el lago Victoria, del que
estaba ausente, a fin de aumentar la producción piscícola. Las cerca de
300 especies de peces cíclidos endémicos del lago, que hasta entonces
habían evolucionado al abrigo de los grandes depredadores, se
convirtieron en presas fáciles para la perca. Se estima que muchas de
estas especies, que representaban un ejemplo único de radiación
evolutiva dentro de un mismo grupo zoológico, ya han desaparecido,
ayudadas también por la introducción de artes de pesca muy agresivos
en el lago.

Finalmente, resultados de estudios limnológicos sobre la producción


fitoplanctónica y la concentración de oxígeno en el agua tienden a
demostrar que todo el lago Victoria está en vías de eutrofización, lo cual
trae como consecuencia una desoxigenación más o menos evidente de
ciertos fondos, anteriormente ocupados por los cíclidos.

Ejemplos de introducción de especies animales en la península


ibérica

En España se han catalogado 68 especies de peces en las aguas


continentales. De éstas, tan sólo 28 especies corresponden a especies
estrictamente continentales, ya que hay muchas de origen marino que
entran en los ríos.

De las 28 especies, un total de 19 son endémicas de la península ibérica,


es decir, que sólo existen allí, y la mayor parte de ellas se distribuyen por
una o muy pocas cuencas fluviales limítrofes.
Como ejemplo negativo se tiene el de la bermejuela (Rutilus arcasii), uno
de los más interesantes casos de endemismo ibérico: se ha comprobado
que ha desaparecido en numerosos ríos de León y Zamora como
resultado del impacto depredador del lucio (Esox lucius) sobre ella, el
cual fue introducido en España por decisión administrativa desde 1950.

Otro gran depredador introducido recientemente en la cuenca del Ebro es


el siluro del Danubio (Silurus glanis), enorme pez del que ya se han
capturado ejemplares de cerca de 70 kg, y que también supone una seria
amenaza para las especies autóctonas.

Un caso más de introducción con efectos indeseados en las aguas


continentales ibéricas ha sido el del cangrejo rojo americano
(Procambarus calrkii), traído en sustitución del cangrejo de río autóctono
(Austropotamobius pallipes lusitanicus) gravemente afectado por una
epidemia, pero que se ha constituido en un azote para los cultivos de
arroz de, por ejemplo, la zona del delta del Ebro.

Figura 1.11: Ejemplar de lucio introducido en España de forma artificial.


Fuente: http://www.todopesca.com/siluro/introduc/introduc.htm

Finalmente mencionaremos un caso de especie acuática introducida que


ha sido considerado aparentemente positivo. Ha sucedido en el lago
Nakuru (Kenya), donde una especie de tilapia fue introducida en un
medio salino desprovisto de peces autóctonos y se ha adaptado bien al
nuevo medio. Una importante colonia de aves piscívoras, como los
pelícanos, se ha instalado en el lago para alegría de ornitólogos y
turistas. En este último caso de introducción no se ha hablado de
catástrofe ecológica, sino de todo lo contrario.

1.6.2. Reintroducción de especies animales


Hace algunos años se efectuó un estudio que apuntaba que en Europa
se habían realizado más de 130 proyectos de reintroducción en los
últimos 25 años. Las conclusiones que se podían extraer de este estudio
eran:

- La mayor parte de las reintroducciones que se habían realizado en el


pasado no se habían efectuado de modo correcto.

- La mayoría de los resultados de las reintroducciones eran negativos.

- En la mayoría de los casos, no se podía predecir el resultado, sino que


éste dependía del azar.

- Para poder garantizar el éxito de las reintroducciones hay que


organizarlas bien, planificarlas al detalle, vigilar la ejecución y controlar
su desarrollo.

Uno de los más recientes proyectos de reintroducción europeos ha sido


el del oso pardo (Ursus arctos) en el Pirineo, enmarcado en el Programa
LIFE para la recuperación de la gran fauna pirenaica, que además del
oso promueve la reintroducción del quebrantahuesos (Gypaetus
barbatus). Este programa se inició en 1994, y está resultando una
actuación muy dificultosa y polémica. La introducción de tres ejemplares
de oso pardo en la Val d'Aran, en el Pirineo catalán, ha topado con la
fuerte oposición de los habitantes de la zona, cosa que podría acabar
haciendo inviable una reintroducción como ésta, pese al apoyo
económico de la Unión Europea.

En junio de 1998 se cifraban en 200 el número de cabezas de ganado


muertas por los tres ejemplares de oso pardo introducidos en el Pirineo
(Pyros, Giba y Melba).

Siempre se ha de tener en cuenta la opinión de las personas afectadas y,


si es necesario, realizar campañas informativas y de educación ambiental
al respecto, prestando medidas compensatorias en caso de que se
produzcan perjuicios por la reintroducción (por ejemplo, pagando el
ganado muerto por los osos). En una situación como la actual, sería
imposible plantearse la reintroducción de un animal como el lobo, que
antaño campaba también por aquellos parajes pirenaicos.

En los EE.UU, en cambio, las reintroducciones han sido más


generalizadas y han tenido más éxito que en Europa. Por otra parte,
normalmente han sido potenciadas por la población, lo que ha
contribuido a su éxito; a finales del siglo XIX, en EE.UU se extinguieron
un gran número de especies cinegéticas de su área de distribución, lo
que sensibilizó a la población sobre esta problemática. Este interés se
tradujo en medidas concretas por parte de la Administración para
recuperar su patrimonio natural, recaudando impuestos directos e
indirectos con este fin, lo que hizo aumentar los recursos económicos y,
con ellos, el éxito de las reintroducciones.

1.6.2.1. Planificación de los proyectos de reintroducción

1. Plantear los objetivos: el objetivo principal de una reintroducción


debe ser el establecimiento de una población de una especie o
subespecie que se había extinguido en esa zona y cuyo desarrollo sea
factible en condiciones de libertad y en su hábitat natural. Otras metas a
alcanzar son la supervivencia de una especie a largo plazo, conseguir
que una especie clave se reestablezca con éxito, incrementar la
biodiversidad o cualquier combinación de los anteriores objetivos.

2. Poseer un enfoque pluridisciplinar: dado que la reintroducción


puede afectar a muchos niveles, el equipo encargado de su planificación
y ejecución debe ser pluridisciplinar. Este equipo debería incluir
representantes de la administración, grupos ecologistas, personal de las
universidades, zoológicos, jardines botánicos, patrocinadores,
profesionales del tema, etc. Estas personas y entidades deberían estar
coordinadas entre sí y ver su trabajo respaldado por una campaña
informativa y una sensibilización de la población.

3. Definición del proyecto:

- Efectuar un estudio de viabilidad, evaluando el status taxonómico de los


individuos a reintroducir.

- Recopilación de datos: sobre la biología de las poblaciones salvajes


que quedan por determinar, los requerimientos de la especie a
reintroducir, la composición de los grupos, los territorios que ocupa, sus
hábitats predilectos, su conducta social, sus necesidades de alimento y
refugio, su conducta alimenticia, sus depredadores, sus enfermedades,
etc.
- Investigación de precedentes: en el caso de que existan experiencias
de casos similares, hay que estudiarlas para poder sacar conclusiones y
aplicarlas al caso concreto que nos ocupa.

- Escoger el lugar de la reintroducción.

- Identificar y eliminar las causas de la extinción: como las enfermedades,


la contaminación, las capturas, las relaciones de competición o
depredación por parte de otras especies, la pérdida del hábitat, una
excesiva presión cinegética, etc. Estas acciones se encaminan a
extender la protección de la población a largo plazo.

- Realizar estudios socio-económicos y concretar los aspectos legales de


la reintroducción: el estudio económico debe reflejar los costes y
beneficios para la población local de la reintroducción, mientras que las
gestiones legales son imprescindibles para poder efectuar el proyecto.

1.6.2.1. Planificación de los proyectos de reintroducción

1. Plantear los objetivos: el objetivo principal de una reintroducción


debe ser el establecimiento de una población de una especie o
subespecie que se había extinguido en esa zona y cuyo desarrollo sea
factible en condiciones de libertad y en su hábitat natural. Otras metas a
alcanzar son la supervivencia de una especie a largo plazo, conseguir
que una especie clave se reestablezca con éxito, incrementar la
biodiversidad o cualquier combinación de los anteriores objetivos.

2. Poseer un enfoque pluridisciplinar: dado que la reintroducción


puede afectar a muchos niveles, el equipo encargado de su planificación
y ejecución debe ser pluridisciplinar. Este equipo debería incluir
representantes de la administración, grupos ecologistas, personal de las
universidades, zoológicos, jardines botánicos, patrocinadores,
profesionales del tema, etc. Estas personas y entidades deberían estar
coordinadas entre sí y ver su trabajo respaldado por una campaña
informativa y una sensibilización de la población.

3. Definición del proyecto:


- Efectuar un estudio de viabilidad, evaluando el status taxonómico de los
individuos a reintroducir.

- Recopilación de datos: sobre la biología de las poblaciones salvajes


que quedan por determinar, los requerimientos de la especie a
reintroducir, la composición de los grupos, los territorios que ocupa, sus
hábitats predilectos, su conducta social, sus necesidades de alimento y
refugio, su conducta alimenticia, sus depredadores, sus enfermedades,
etc.

- Investigación de precedentes: en el caso de que existan experiencias


de casos similares, hay que estudiarlas para poder sacar conclusiones y
aplicarlas al caso concreto que nos ocupa.

- Escoger el lugar de la reintroducción.

- Identificar y eliminar las causas de la extinción: como las enfermedades,


la contaminación, las capturas, las relaciones de competición o
depredación por parte de otras especies, la pérdida del hábitat, una
excesiva presión cinegética, etc. Estas acciones se encaminan a
extender la protección de la población a largo plazo.

- Realizar estudios socio-económicos y concretar los aspectos legales de


la reintroducción: el estudio económico debe reflejar los costes y
beneficios para la población local de la reintroducción, mientras que las
gestiones legales son imprescindibles para poder efectuar el proyecto.

1.7. Control de animales


problemáticos
1.7.1. Vectores de enfermedades

Otro tipo de medidas de gestión son las que se han de llevar a cabo con
animales que, de forma natural, son vectores de enfermedades que
atacan tanto a los seres humanos como a los animales domésticos.
El paludismo es una grave enfermedad infecciosa que afecta cada año a
más de 200 millones de personas. Se trata de la enfermedad más
importante y extendida, ya que es endémica en toda el área tropical del
globo. Los agentes causantes de la malaria o paludismo son un grupo de
protozoos del género Plasmodium, que pueden provocar desde ataques
recurrentes de fiebre hasta la muerte del enfermo, y se transmiten
mediante picaduras de mosquitos del género Anopheles.

Otro tanto sucede con el dengue, enfermedad vírica tropical que también
se transmite por picadas de mosquitos, esta vez del género Aedes,
especialmente el Aedes aegypti.

Con la intención de erradicar estas enfermedades, las autoridades


sanitarias mundiales (fundamentalmente la O.M.S.) han llevado a cabo
grandes planes destinados a reducir las poblaciones de mosquitos,
tratando de eliminar el vector de transmisión de la enfermedad:
desecación de zonas inundadas en Africa, para evitar la reproducción de
los mosquitos; introducción de depredadores de larvas de mosquitos; uso
indiscriminado de insecticidas, etc., pero ninguno de ellos ha dado
resultados satisfactorios.

Se pueden citar numerosos ejemplos adicionales de graves e


importantes enfermedades propagadas a través de animales, cuyas
poblaciones se han tratado de controlar, generalmente sin éxito. La
esquistosomiasis es una enfermedad provocada por un gusano parásito,
del género Schistosoma, que tiene un ciclo de vida complejo: necesita un
huésped intermediario, esto es, ha de parasitar a otro animal antes de
poder atacar a un ser humano. Los huéspedes de estos esquistosomas
son caracoles de agua dulce pertenecientes a los
géneros Bulinus, Biomphalariay Oncomelania, lo que hace que la
esquistosomiasis sea un grave problema de salud pública especialmente
en las proximidades de ríos, lagos y zonas de riego. Los intentos de
control de la poblaciones de estos caracoles no sólo no han tenido éxito,
sino que la construcción de grandes infraestructuras hidráulicas en
diferentes puntos de África (presas de Assuan en el Nilo, Akosombo en el
Volta, o Kariba en el Zambeze) ha hecho que el número de casos
aumente de forma alarmante.

Otro ejemplo es la tripanosomiasis, causada por protozoos del


género Trypanosoma, que en su versión africana (enfermedad del sueño)
es transmitida por la mosca tse-tse (género Glossina), mientras la
americana (enfermedad de Chagas), la transmite un grupo de chinches
hematófagos, entre los que destacan los del género Triatoma.

Figura 1.13: El protozoo Trypanosoma gambiense, transmitido por la mosca tsé-tsé, produce en el
hombre la enfermedad del sueño.
Fuente: http://www.guh.cz/edu/bi/biologie_bezobratli/html01/foto_001.html

Algunas enfermedades de aparición relativamente reciente, como son


algunas fiebres hemorrágicas provocadas por diferentes virus tienen sus
reservorios, o pueden ser transmitidas directamente por roedores.

Finalmente, como último ejemplo, las grandes epidemias de peste que


asolaron la Europa medieval se debieron a una bacteria (Yersinia pestis)
transmitida por la picadura de las pulgas de las ratas, roedores que
procedentes aparentemente de Asia central, invadieron las ciudades
europeas ayudadas por la ausencia total de medidas de salud pública e
higiene.

1.7.2. Plagas

El crecimiento exagerado de las poblaciones de determinadas especies


de animales salvajes puede ocasionar también graves problemas,
especialmente para la agricultura.

Es tristemente famoso en África ecuatorial un bonito pájaro de la familia


de los tejedores, el quelea de pico rojo (Quelea quelea), considerado
como el ave más destructora del mundo. Durante la estación seca se
reúnen en bandadas extraordinariamente numerosas, que llegan a nublar
la luz del sol, y que constituyen una auténtica plaga para los cultivos de
cereales. Se han empleado todo tipo de adelantos científicos para su
control, pero han resistido los productos químicos venenosos, los gases
asfixiantes, los explosivos y el fuego, sin resultados prácticos
apreciables.
Probablemente, la plaga más famosa y más temida de todas sea el
bíblico azote de la langosta del desierto (Schistocerca gregaria). Las
langostas, una especie de saltamontes gregario de gran tamaño y
extraordinariamente voraz, constituyen una amenaza permanente para
más de 300 millones de personas en África y Asia.

Las plagas de estos animales se originan en puntos muy concretos de la


estepa subdesértica de Somalia y las ardientes llanuras costeras del mar
Rojo, pero sus consecuencias alcanzan en ocasiones a los habitantes de
países que se encuentran a muchos miles de kilómetros de distancia.

Una de las últimas grandes plagas se inició en 1951, en Somalia, y se


extendió desde allí por todo el Oriente Medio, llegando a alcanzar hasta
la India y Pakistán. Algunos enjambres volaron hacia el oeste, y a
principios de 1952 ya habían invadido Etiopía y Sudán. Otros
sobrevolaron el mar Rojo y penetraron en Arabia. En febrero la plaga
llegó a Irak, donde la aviación americana colaboró para detener su
alcance. Desde aquí, la invasión se dirigió a Jordania por un lado, y a
Persia por el otro. Tropas de diferentes ejércitos colaboraron en ambos
frentes para detener la invasión, pero no pudieron impedir que las
langostas volaran hacia el este, llegando hasta la India y Pakistán. Aquí
su llegada coincidió con el monzón, que creó condiciones favorables para
la puesta, y se formaron nuevas nubes que arrasaron las cosechas. Al
cabo de varios meses, al final del monzón, las langostas volvieron hacia
el oeste. En octubre se encontraban de nuevo sobre Arabia, y al terminar
el año, reaparecieron en el punto de partida, el cuerno de África, donde
se esfumaron sin dejar rastro, tan misteriosamente como habían
aparecido un año antes.

Como valores de referencia que permitan imaginar la magnitud de este


fenómeno, podemos decir que una de estas nubes de langosta puede
reunir hasta 10.000 millones de individuos, cada uno de los cuales
consume diariamente una cantidad de alimento igual a su propio peso,
llegando a pesar 50.000 toneladas o más.

Para controlar en la medida de lo posible la aparición de tan temida


plaga, los esfuerzos se han concentrado en el montaje de una
organización de lucha que prevea los movimientos de la plaga,
dependientes de la circulación atmosférica, y ponga en marcha los
dispositivos de defensa antes de la llegada de las nubes de insectos.
Figura 1.14: Langosta del desierto en enjambre.
Fuente: Verdú & López (1973).

1.7.3. Animales peligrosos

De las 350 especies de tiburones que pueblan los mares, apenas una
docena pueden llegar a ser potencialmente peligrosos para el hombre.
Es mucho mayor la leyenda negra que el peligro real que suponen.

Por otro lado, los tiburones son pescados sin tregua a lo largo y ancho
del mundo, entre otras cosas para proveer las famosas aletas de tiburón
que se sirven en sopa en los restaurantes chinos. De hecho, muchas
poblaciones de tiburones se encuentran sobreexplotadas en la
actualidad: se pescan unas 730.000 toneladas de tiburones al año en el
mundo. Somos mucho más peligrosos nosotros para ellos que ellos para
nosotros.

Pero hay zonas, como las costas de Australia y de Sudáfrica, donde los
tiburones pueden ser un peligro real para los bañistas. Para evitar sus
ataques se han probado todo tipo de repelentes químicos y de
dispositivos electrónicos, con éxito desigual hasta la fecha. El sistema
que se utiliza en Durban, Sudáfrica, es un conjunto de redes de 200 a
300 m de largo y de 6 m de profundidad, a unos 400 m de la playa, que
son inspeccionadas continuamente. Lo que se consigue así es conducir a
los tiburones hacia zonas alejadas de los bañistas.

En Australia existe, además de los tiburones, otro peligro para los


bañistas: el cocodrilo marino o de estuario (Crocodylus porosus), que
puede alcanzar hasta 7 m de longitud y más de una tonelada de peso.
Numerosas playas, tanto de río como de mar, tienen señalizaciones de
prohibido el baño ante la posible presencia de este animal.

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