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Si nos damos cuenta desde que somos pequeños ya pretendemos tener un objetivo de vida,

pero a esa edad no contamos con la experiencia para plantearla correctamente y mucho menos

somos conscientes de la realidad individual que tenemos, tan solo nos basamos en los

ejemplos que pueden darnos los demás; crecer, nos permite formar aquella conciencia, nos

permite desarrollar nuestra capacidad de analizar en qué situación nos encontramos y

responder efectivamente a ello y aún más importante, crea bases para tener claros nuestros

objetivos a futuro, pues ¿de qué vale plantearnos una meta sin antes saber cómo llegar a ello?

Podemos elegir sentirnos víctimas o tomarnos los problemas como retos para mejorar, crecer

y apreciar la vida de una manera mucho más intensa. El gran enemigo para el alcance de

nuestras metas es el abismo entre lo que se quiere y lo que se logra porque muchas veces

somos muy ambiciosos y queremos alcanzar unos objetivos que rebasan nuestras

posibilidades.

Justo aquí es donde nos damos cuenta de cuan fundamental es un plan estratégico, nuestra

vida debe poseer de un sistema de objetivos y prioridades, siendo así un reflejo de los valores

de la persona, de sus creencias más íntimas y, naturalmente, esto ayuda a tomar decisiones,

sabiendo o suponiendo que la finalidad esencial del hombre es convertirse a plenitud

en persona humana, pues es sobre esta condición que sustenta su desarrollo integral.

Esta herramienta es una manera sistemática de pensar y actuar. Tu capacidad de pensar,

planificar, actuar y decidir determina el curso de tu vida. Con esta herramienta, nuestro

propósito vital se traduce en objetivos concretos que facilitan la consecución de nuestras

metas vitales y por tanto sentirnos más realizados y satisfechos, en nuestra vida hay

momentos en los que conviene hacer un alto, para reflexionar y reorientar nuestros objetivos,

esclarecer nuestros sueños y desarrollar la visión de nuestro futuro


Así mismo las organizaciones empresariales han de tener mecanismos de previsión propios

para ser capaces de planificar el futuro de su empresa. Es muy importante el nivel de

previsión, ya que si no lo hacemos de forma correcta podemos encontrarnos en una situación

en la que no estaremos ofertando la misma cantidad de negocio que nos demandan. Cuanto

más claro tengamos quiénes somos, qué queremos y que tenemos que hacer para conseguirlo,

más rápido avanzaremos. Conseguiremos mucho más y nuestra vida será mejor en cada área.

Aunque no todo es tan fácil, pues en el camino para cumplir nuestros objetivos habrá

obstáculos, unos más difíciles de superar que otros, esto implica riesgos en nuestro plan, es

algo completamente normal. Si podemos, siempre buscamos la forma más fácil y segura para

alcanzar todo lo que nos proponemos, pero esto ¿acaso no es un síntoma de debilidad?

Esto es algo que todavía nos cuesta superar, porque parece que aún continuamos anclados en

que cometer errores es algo de lo que deberíamos avergonzarnos, algo de lo que deberíamos

huir siempre que nos fuera posible. Pero, siempre reiterándonos en lo mismo, cometer errores

es algo esencial para poder aprender, saber dónde fallamos, rectificar y seguir adelante con

nuestros propósitos.

Existen riesgos en todas las áreas y entornos en que convivimos, pero más allá de eso, la

importancia de un plan estratégico correctamente formulado y aplicado radica en detectar y

minimizar efectivamente estos riesgos y que no impliquen un mayor costo o esfuerzo del que

puede dar la persona, o también una empresa. Además, llegaran momentos en que no fluyan

las ideas o simplemente se atasquen las acciones que se hacen para cumplir con el objetivo,

una crisis existencial.


El cambio de cultura entre generaciones suele favorecer las crisis existenciales. Cuando los

antiguos esquemas mentales ya no sirven, la persona se desconcierta y puede entrar en crisis.

Ahora esto nos deja con una cuestión, ¿qué pasa cuando una empresa u organización atraviesa

una crisis? Hay que tener en cuenta que no siempre se produce por causas internas de la

empresa, y que influyen muchos factores difíciles de determinar como la confianza de los

consumidores. Existen muchos factores que pueden acabar desencadenando una crisis en la

organización. Aunque es difícil determinar unas causas típicas, estas son algunas de las más

importantes y que conviene tener en cuenta para evitar que surjan problemas de aquí:

 Catástrofes

 Fallos funcionales graves

 Crisis internas

 Amenazas económico-financieras

Una crisis empresarial puede afectar mucho o poco a una organización y aunque está claro

que lo mejor es evitar cualquier situación o problema de este tipo, ninguna organización está

libre de sufrir una crisis.

“Cuando una organización supera con éxito una crisis sale fortalecida de ella”

Los primeros momentos de una crisis determinan el alcance de su impacto en la organización.

Por ello, la respuesta es fundamental y marcará, no sólo las líneas de acción a seguir, sino la

solidez de la preparación y la probabilidad de éxito de la propia gestión. Cabe destacar que,

ante una crisis, toda respuesta es una decisión, que la táctica aplicada funcione, será el reto

de la organización y permitirá ver la preparación y efectividad de su plan estratégico.


Cada actitud ante la crisis es parte activa de la comunicación. La falta de reflejos tiene

consecuencias y la ausencia de una estrategia bien preparada, también. La lentitud y la poca

precisión en la toma de decisiones pueden pasar factura, porque, en toda crisis, el objetivo

no solo es minimizar el impacto, independientemente de las causas que pudieran

desencadenar cualquier acontecimiento, sino consolidar los procesos que van a impulsar la

recuperación de la compañía.

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