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za castellana del siglo XVII, que controlaba para la reputación de la Monarquía (clave en
los puestos navales superiores, despreciaba la estrategia del ministro Olivares) era nece-
las ocupaciones manuales; no había lugar sario contar con grandes galeones desplega-
entre los nobles para ninguno que hubiese dos en el mar.
cosido, aferrado y desplegado velas, empal- Finalmente, tanto en el estudio de
mado cuerdas o barrido las cubiertas. Una Goodman como en el de los Stein subyace
vez a bordo, los soldados «debían conside- la idea de que el concepto de hegemonía
rarlos sus sirvientes, gente que trabajaba en marítima no se circunscribe a lo que puede
el barco para que ellos pudiesen dedicarse suceder en una u otra batalla. El potencial
a la guerra.» Las consecuencias se encon- de las fuerzas navales (como así también su
traban en las mismas batallas, como por prestigio) acaba estableciendo el orden polí-
ejemplo la de Las Dunas (1639), cuando la tico internacional a través de un sistema
Armada española, al mando de Antonio de de pactos y alianzas. En el cuarto capítulo de
Oquendo, e integrada por marineros galle- su libro («Crisis coyuntural: la guerra y el
gos llevados a la fuerza y con la moral baja, Tratado de Utrecht»), los Stein analizan
fracasó terminantemente. En definitiva, para cómo el poderío naval inglés (con la conse-
Goodman puede entenderse en los docu- cuente ocupación de Jamaica) afectó a la
mentos conservados que los oficiales y sol- política española a partir de la segunda mitad
dados trataban peor a los marineros en las del siglo XVII y moldeó la actitud de sus diri-
armadas españolas que en las flotas enemi- gentes expresada en el principio «guerra con
gas. La moral de los marinos, debilitada ya todo el mundo y paces con Inglaterra». Así,
por los atrasos en la paga y la mala comida, el Tratado de Utrecht (1713) fue resultado
se reducía aún más, hasta el punto de que de la aplicación del poder naval y econó-
«es bien posible que esto contase más que mico de Inglaterra, que consiguió para su
cualquier otra cosa en el decepcionante ren- Compañía de los Mares del Sur el derecho
dimiento de la marina española». a penetrar con manufacturas y trabajo escla-
A su vez, basándose casi exclusivamen- vo africano en el mercado colonial. A partir
te en el estudio de las fuentes manuscritas de entonces, y frente a esta superioridad,
conservadas en archivos españoles, Goodman concluyen los Stein, algunos economistas
describe la forma en que la guerra continua- políticos españoles de principios del siglo
da en América y Europa condicionó los XVIII (proyectistas) intentaron romper con el
intentos reformistas de la casa de los Austrias, legado asfixiante de los Austrias: un siste-
en este caso, la financiación, construcción y ma de tratados comerciales desiguales. El
estrategia de su armada. En este sentido, una marqués de Ensenada, uno de los ministros
de las funciones de la Armada de Barlovento, de Felipe V primero y Fernando VI después,
unidad defensiva permanente en el Caribe planeó en 1743 un ambicioso programa de
creada en 1595, fue la de mantener la here- rearme naval que debía ir acompañado de una
jía protestante apartada de las Indias. Por otra reforma en las finanzas de la monarquía.
parte, si bien Goodman afirma que no es posi- Contemplaba la construcción de cincuenta
ble explicar las reiteradas derrotas navales buques de guerra en ocho años, lo que per-
españolas por un supuesto estancamiento en mitiría a Madrid impulsar su estrategia:
el diseño de sus barcos, reconoce que, tras la permanecer neutral y erigirse como árbitro
derrota de la lenta Armada Invencible, se en el inminente conflicto anglo-francés.
cuestionó el diseño de los grandes buques Ensenada impuso su tendencia durante la con-
españoles, de voluminosos cascos, construi- tienda, pero en 1754 su administración se
dos para los viajes transatlánticos donde se derrumbó definitivamente. Sus tendencias
debía transportar o proteger el tesoro de la reformistas no agradaban en una realidad
plata americana. Sin embargo, a fin del rei- española «de mentalidades y comporta-
nado de Felipe IV se seguía pensando que mientos de sociedad cerrada».
MANUSCRITS-21 31/5/05 13:37 Página 237
Cuando en días en que las condiciones vamente un anegado sueño. O como había
del sistema político mundial vienen impues- resumido tiempo antes Lope de Vega, citado
tas por pleitos no siempre tan visibles, tanto por Bosch García:
el estudio de David Goodman como el de
Stanley y Barbara Stein exponen la signifi- Con viento mi esperanza navegaba,
cación que tuvo la guerra en clave colonial perdónola la mar,
(y muy especialmente su variante naval) para matóla el puerto.
la Europa de época moderna. Para media-
dos del siglo XVIII estaba claro que el pro-
yecto imperial español, dinástico y religioso Nicolás Barbieri
primero y borbónico después, era definiti- Universitat Autònoma de Barcelona
L’acte militar ha estat i encara continua com José Antonio Escudero1 o el mateix
essent un instrument eficaç i contundent a Juan Carlos Domínguez Nafría.
l’hora de mantenir una comunitat organit- Aquest llibre està estructurat en tres
zada políticament. La guerra va estretament parts, l’última de les quals és un apèndix
lligada al factor econòmic perquè tant aquest legislatiu i documental on es recullen els
com l’administració de l’exèrcit són peces decrets, Reales Órdenes, resolucions, con-
bàsiques a l’hora de planificar-la. Última- sultes, cèdules, declaracions, nomena-
ment han sorgit algunes iniciatives que trac- ments, papers… amb relació al Consell de
ten aquest aspecte de la guerra a l’edat Guerra. La primera tracta l’evolució histò-
moderna com El Real y Supremo Consejo rica d’aquesta institució a través de tots els
de Guerra (siglos XVI-XVIII) de Juan Carlos reis de la Monarquia Hispànica. Segons la
Domínguez Nafría. investigació de Domínguez Nafría el Consell
El Real y Supremo Consejo de Guerra no té un acte formal de fundació i les pri-
és la publicació de la tesi doctoral de Juan meres mencions que en trobem estan com-
Carlos Domínguez Nafría i és també fruit preses a la dècada de 1510. Durant el regnat
de la renovació de dos corrents histo- de Carles I va adquirint una forma més defi-
riogràfics de l’edat moderna espanyola. La nida, creant una secretaria, i sobretot durant
historiografia militar hispànica, que va les estances a Espanya del monarca, ja que
començar a adaptar els nous mètodes amb quan no hi era els seus consellers més prò-
retard respecte d’altres països i d’on desta- xims marxaven amb ell i el poder dels
quen obres com Guerra y decadencia de Consells quedava en conseqüència força
I.A.A. Thompson o Los Tercios españoles limitat. Tot i que en teoria el Consell de
de René Quatrefages. La segona és la histo- Guerra es considerava independent i un punt
riografia dedicada a l’estudi de les institu- de culminació del sistema polisinodial, com
cions de la Monarquia Hispànica (destacant el Consell d’Estat, la pràctica indicava tot el
els Consells i les Juntes) i que ha estat orga- contrari, ja que els consellers d’aquest últim
nitzada sobretot per grups d’investigadors eren per defecte consellers nats del de
1. ESCUDERO, José Antonio (1976). Los Secretarios de Estado y del Despacho, 4 vol., Madrid: Instituto
de Estudios Administrativos.