Está en la página 1de 2

Posibles títulos

"La fusión del arte"


"La tradición dentro del mundo moderno"
"Lo tradicional en la modernidad"

El arte Japonés es conocido por su amplia simbología y conexión con los elementos
sagrados clásicos de su mitología. Con rasgos eclécticos propios de una sociedad diversa y
amplia, el arte del japón se fue desarrollando y reflejando los cambios que ocurrirían en el
país, así como también la profunda relación entre en el hombre y la naturaleza, elemento
central para esta cultura.
En esta muestra pretendemos mostrar un avance cronológico de algunos rasgos y estilos
del arte en Japón, pasando por tres etapas: el Período Edo, el Período Meiji y la Época
Contemporánea, para relatar así como en un mismo país el el arte logró diversificarse y
fusionar su base tradicional con los nuevos elementos que llegaban gracias al paso del
tiempo y a la llegada de nuevas tecnologías y nuevos movimientos.
Durante el Período Edo (1603 - 1868) Japón se cerró a todo contacto con el exterior y
estableció un orden donde proliferaba el comercio y las artesanías. Creció notablemente la
pintura y comenzó a ganar popularidad el grabado en madera, surgiendo así un rubro de tal
magnitud que terminó siendo una industria especializada en textos ilustrados y estampas,
sobretodo en ámbitos urbanos. Estos grabados contenían imágenes anecdóticas, paisajes
urbanos y también escenas mitológicas, todas planteadas con gran estilismo y sensibilidad.
El género más conocido dentro de la técnica del grabado -principalmente xilografía- fue el
Ukiyo-e o “estampas del mundo que fluye”, donde se mostraban imágenes del plano
“terrenal” y se planteaba una conexión con un mundo espiritual. Entre sus principales
exponentes podemos nombrar a Hishikawa Moronobu, Okumura Masanobu y Utagawa
Kunishoyi, especialistas en reproducir imágenes del teatro japonés kabuki y de la vida
cotidiana. Los ukiyo-e eran accesibles debido a su posibilidad de la producción masiva, por
ello eran adquiridos por quienes no contaban con el capital económico para comprar una
pintura original, generando así una comercialización del arte más común y repetida a lo
largo del país. Hacia finales del Edo surgió, de la mano de Katsushika Hokusai, el Manga.
Una serie de 15 tomos con 30.000 dibujos en total donde se relataba la vida diaria de las
personas, con un toque humorístico y con trazos enérgicos. Escenas de gran colorido, que
reflejaban la vista del artista y generaban un realismo ambiguo. Esta manera de presentar
dibujos en forma de serie cobraron gran popularidad y gracias a los avances tecnológicos
de la época, se expandieron por todo el país.

Luego tenemos al Período Meiji (1868 - 1912) durante el cual el país pasó por un proceso
de modernización y de renovación cultural y social debido al ingreso de elementos de
Occidente que habían estado separados de Japón por más de tres siglos. Estos sucesos
impactaron de sobremanera en el arte, muchos relatan que la era Meiji en este ámbito se
puede definir como “confusa”. Comenzaba una aceptación y asimilación de los elementos
occidentales por parte de los artistas japoneses que llevaria tiempo y que alcanzaría a todos
los géneros artísticos. En pinturas como las de Fujishima Takeji, Okada Saburosuke y
Tokohara Chikanobu podemos ver como los estilos tradicionales japoneses adquirieron
nuevos valores y se renovaron, así como también los menos tradicionales comenzaron a
encontrar similitudes con artistas occidentales de su misma época.
Por último está la Época Contemporánea (desde 1912), que dentro de ella están el Período
Taishō (1912 - 1926), Shōwa (1926 - 1989) y Heisei (1989 - 2019), esta época está
marcada por la progresiva militarización y la expansión del país, donde las artes volvieron a
renacer inmersas en los movimientos artísticos internacionales.
Volvió a ocurrir la característica fusión entre elementos extranjeros dentro del arte, las
formas sofisticadas comenzaron a estar presentes junto a elementos populares
provenientes de fuera. Sucedió en más de un ámbito artístico la dualidad
tradición-vanguardia y en muchos casos se terminaron dividiendo estos dos caminos
generando por ejemplo, que la pintura se dividiera en dos corrientes: la tradicional o nihonga
y la occidentalista o yōga. El estilo nihonga está representado principalmente por Okakura
Kazukō, quién busco en el arte tradicional la forma de mantener esa expresividad y
sensibilidad propia de la cultura japonesa.
En cambio, el estilo yōga se vio nutrido por las técnicas y temáticas provenientes de
Europa, y siguió las distintas corrientes que se fueron produciendo en el arte occidental,
como el impresionismo o la pintura abstracta. Podemos nombrar entre los tantos artistas
contemporáneos a Takeo Yamaguchi y a Higashiyama Kaii. Con la llegada de la Segunda
Guerra Mundial y de la censura, varios artistas japoneses se radicaron fuera de su país, lo
que logró una mayor expansión de sus trabajos y estilos a nivel internacional.

También podría gustarte