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Hombres Que Cambian La Era - Witness Lee
Hombres Que Cambian La Era - Witness Lee
CONTENIDO
1. La necesidad de que haya hombres que cambien la era
2. Las características de los hombres que cambian la era
PREFACIO
Este pequeño libro se compone de dos mensajes dados por el hermano Witness
Lee a un grupo de jóvenes en Hong Kong, en el otoño de 1957.
CAPITULO UNO
Hoy, nos gustaría considerar cómo los jóvenes que están bajo la mano de Dios
pueden ser usados por El para cambiar la era.
Debemos darnos cuenta de que muchas veces Dios hace algo en la tierra con el
propósito de cambiar la era. Cuando Dios obra en la tierra, lo hace de era en era.
La razón por la cual hay muchos cambios de era en la obra de Dios, se debe a
que los hombres que El usa en una era frecuentemente caen y no consiguen
alcanzar la meta fijada por Dios. Esto obliga a Dios a cambiar la era, es decir, a
tener un nuevo comienzo en una nueva era en la que El pueda realizar aquello
que se propuso.
Me gustaría que se dieran cuenta de que la obra que Dios hace para cambiar la
era, se hace siempre a través de hombres. Antes que se introduzca una nueva
era, siempre hay hombres de la era anterior que Dios usa específicamente para
cambiar la era. Y cada vez que Dios lleva a cabo un cambio de era, El,
expresamente, usa a jóvenes. Los dos ejemplos más obvios son Samuel y Daniel.
EL CAMBIO DE ERA
TIENE COMO FIN INTRODUCIR
LA AUTORIDAD Y LA EXPRESION DE DIOS
Samuel cambió la era del sacerdocio a la era del reino, mientras que Daniel
cambió la era del cautiverio a la era del regreso. La era del reino que introdujo
Samuel, en realidad comenzó con David y alcanzó su etapa dorada cuando el rey
Salomón edificó el templo. En aquel entonces, la autoridad de Dios se manifestó
por medio de los hombres; Dios pudo gobernar a través de aquellos que estaban
bajo Su autoridad. Al mismo tiempo, la gloria de Dios también fue expresada
entre los hombres.
En aquella época, por una parte, existía en Israel el trono de la casa de Dav id, y
por otra, el templo. El trono nos habla de la autoridad de Dios, y el templo, de
Su gloria. Uno debe recordar que la gloria de Dios llenó el templo cuando
Salomón lo consagró a Dios una vez concluida su edificación. Sabemos también
que esto tiene un significado simbólico; tanto el trono como el templo
establecido entre los israelitas, nos muestran que Dios desea gobernar y
expresar Su gloria.
Espero que los hermanos y hermanas jóvenes vean estas dos cosas. Dios quiere
tener en la tierra un trono y una morada. El trono nos habla de Su gobierno, y la
morada nos habla de la expresión de Su gloria. Dicha era fue introducida por
Samuel; por un lado, él introdujo un trono, y por otro, una morada mediante
este trono. Esta situación era evidente entre los israelitas después que el rey
Salomón logró edificar el templo. Dios estableció un trono y gobernó a través de
él, y también obtuvo una morada, un lugar para Su expresión, mediante la cual
manifestó Su gloria entre los hombres. Podemos considerar que este período fue
una era muy normal.
Sin embargo, esta condición no duró mucho tiempo. Debido a la corrupción del
hombre y a los ataques de Satanás, dicho testimonio fue destruido. Cuando
Salomón era anciano, esa era ya se había convertido en una era caída. En aquel
entonces, daba la impresión de que el trono de Dios había sido rechazado y de
que Su gloria había sido abandonada.
Por favor, recuerden que la expresión tiene que ver con la gloria. La imagen es
expresión, y la expresión es gloria. Después que Salomón terminó de edificar el
templo, éste se llenó de la gloria de Dios. Esa gloria era la imagen de Dios
expresada, y era Dios mismo manifestado.
Si nos damos cuenta de esto, entenderemos por qué en la oración que el Señor le
enseñó a Sus discípulos, El dijo: “Porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria”
(Mt. 6:13). La razón por la cual dijo esto es porque estos dos asuntos aparecen al
principio de la Biblia, e incluso al final de Apocalipsis. No puedo hablar con
mucho detalle aquí. Sólo espero que los hermanos y hermanas jóvenes tengan la
impresión de que ser un cristiano no se relaciona meramente con ser salvo o
amar al Señor. Ser un cristiano concierne, atañe y está ligado a algo muy
significativo; tiene que ver con la imagen y la autoridad, con la gloria de Dios y
el reino.
Por favor, recuerden que antes que existiera la torre de Babel, todavía no se
había formado ninguna nación en la tierra. Fue a partir de la torre de Babel que
las naciones empezaron a establecerse sobre la tierra. Los hombres quisieron
formar su propia nación y no quisieron que Dios los gobernara. En la época
cuando la era de los reyes estaba a punto de comenzar, los israelitas hicieron
algo que desagradó mucho a Dios: imitaron a las naciones y desearon tener un
rey en vez de tener a Dios como su Rey. Fue en Babel que los hombres
comenzaron a resistir el gobierno de Dios e intentaron ser ellos mismos, el rey.
Fue en esa coyuntura que surgió Daniel. Y al surgir Daniel, el pueblo de Dios
regresó de Babilonia a Jerusalén. Aquellos que regresaron a Jerusalén
pertenecían a dos líneas. Una línea era la de la autoridad, la cual incluía a
hombres como Jeremías y Zorobabel, quienes eran descendientes de David.
Entre ellos también habían algunos gobernadores. La otra línea era la de los
sacerdotes, quienes expresaban la gloria de Dios en el templo. Hombres como
Esdras y Josué, el sumo sacerdote, eran levitas. Por tanto, el regreso del pueblo
de Dios recobró la autoridad y la expresión de Dios. Por un lado, vemos el hecho
de gobernar en nombre de Dios, porque entre los descendientes de David
surgieron gobernadores; y por otro, vemos el hecho de expresar a Dios, porque
habían regresado al servicio sacerdotal y levítico del templo.
Consideremos ahora el caso de Daniel. ¿Cómo usó Dios a Daniel para cambiar
aquella era? En Daniel y en Samuel vemos un principio importante: la
consagración voluntaria. Samuel era un nazareo. Un nazareo era una persona
que se había consagrado voluntariamente (Nm. 6). Podemos ver también el
mismo principio en Daniel. Aparentemente Daniel no era un nazareo, pero en
realidad sí lo era, porque un nazareo no bebía vino ni sidra. ¿Qué significado
tiene el abstenerse de vino y de sidra? Significa no disfrutar de ninguno de los
placeres de esta vida. Este es el principio que vemos en Daniel. El hubiera dicho:
“Yo no quiero nada de lo que el mundo considera dulce, alegre o grato”.
¿Por qué Daniel eligió abstenerse de vino y de sidra, así como abstenerse de
todo lo que el rey solía comer? Porque todas estas cosas tenían que ver con
ídolos. Lo que el rey de Babilonia bebía, al igual que la carne y los granos que él
comía, habían sido ofrecidos a los ídolos. Ese alimento no era limpio conforme a
las ordenanzas sobre la limpieza mencionadas en Levítico 11; así pues, era
comida inmunda. Daniel dijo: “No me contaminaré con esa comida. Los jóvenes
del mundo pueden participar de ella, pero yo no”.
Hermanos y hermanas, para que el Señor nos use a fin de cambiar la era no
basta con que tengamos una pequeña medida de búsqueda espiritual o de
conducta piadosa. Todos los que el Señor usa para cambiar la era deben ser
nazareos; deben ser aquéllos que se han consagrado voluntariamente. Creo que
ahora todos sabemos lo que significa la consagración voluntaria. Significa que
mientras los demás procuran las cosas del mundo y disfrutan de éste, nosotros
nos separamos de él. Esta separación es una consagración voluntaria. La Biblia
narra que en aquel entonces el rey de Babilonia escogió un grupo de jóvenes de
diversas razas para estar ante él. La oportunidad de ser escogido era un sueño,
porque el rey les daría comida y bebida por tres años con el fin de que tuvieran
un rostro saludable y robusto para estar ante él en el palacio. Aunque muchos
anhelaban obtener tal oportunidad, no les fue concedida. Sin embargo, Daniel y
sus tres compañeros hicieron un voto, diciendo: “Desechamos tal oportunidad.
No disfrutaremos la bebida y la comida de aquí. No podemos ser iguales a los
demás; nuestra posición es distinta. Otras personas no tienen a Dios y no son
para Dios, pero nosotros sí somos para Dios”.
Por supuesto, debemos darnos cuenta de que ellos expresaron a Dios de esta
manera porque se sometieron a Su autoridad. Aún cuando toda la tierra negaba
la autoridad de Dios, ellos aceptaban Su autoridad. Aún cuando toda la tierra
tenía a los hombres como reyes, ellos tenían a Dios como su Rey. Toda la tierra
comería y bebería lo que el rey de Babilonia les dijera que comieran y bebieran,
ya que les importaba todo lo que el rey decía. Pero esos cuatro jóvenes dijeron:
“No, no estamos bajo la autoridad del rey de Babilonia, sino bajo la autoridad de
Jehová. Sus palabras son las únicas que cuentan. Si lo que dice el rey de
Babilonia se conforma a lo que dice Dios, obedeceremos; si no, no
obedeceremos. No podemos ir en contra de Jehová al obedecer al rey de
Babilonia”. Por lo tanto, no se trata de comer o beber, sino de quién rige a los
hombres. Si leemos el libro de Daniel cuidadosamente, veremos que Daniel y
sus amigos verdaderamente se sometieron a la autoridad de Dios y
verdaderamente permitieron que Dios se expresara por medio de ellos. Ya sea
que fueran prisioneros en la tierra del cautiverio, que fueran echados al horno, o
incluso que fueran echados en el foso de los leones, ellos dejaron que la gloria de
Dios se expresara completamente.
CAPITULO DOS
LAS CARACTERISTICAS DE LOS
HOMBRES QUE CAMBIAN LA
ERA
Lectura bíblica: Dn. 2:17-18; 6:10-11, 19-22, 26; 9:1-4, 20, 17; 10:2-3,
12-13; 12:13
Al leer el libro de Daniel, son muchos los que prestan atención a las profecías
que éste contiene. Indudablemente, una gran parte del libro de Daniel se
compone de profecías. Pero aún más importante que la función de mostrarnos
las profecías, es la función que este libro cumple al mostrarnos la posición
crucial de una persona que, en medio del conflicto entre Dios y Satanás, fue
usada por Dios para cambiar la era.
En el conflicto que hay entre Dios y Satanás, el hombre efectivamente ocupa una
posición muy crucial. En el libro de Daniel, podemos ver que Dios tiene Su plan
y que Satanás lo resiste. Dios quiere lograr Su propósito en la tierra; sin
embargo, Satanás intenta de muchas maneras frustrar y destruir el plan de Dios.
Y al estar entre los dos, el hombre ocupa una posición especial. Si el hombre
asume la posición correcta, se cumplirá el plan de Dios y será destruida la trama
sutil de Satanás. Pero si el hombre no asume la posición correcta, el plan de
Dios será obstaculizado y la trama de Satanás tendrá éxito.
La primera característica de Daniel fue que se separó de una era que seguía a
Satanás. Todo aquel que desea ser usado por Dios para cambiar la era, debe ser
tal persona. Tenemos que saber que todas las personas de esta era recorren el
mismo camino y son arrastradas por la misma corriente. Este camino sigue a
Satanás, pues él lo inició y lo promovió. Este camino, definitivamente, no tiene
nada que ver con Dios y siempre va cuesta abajo. En el libro de Daniel, podemos
reconocer una situación así.
Este es el cuadro que se nos presenta al comienzo del libro de Daniel. Dicho
cuadro nos muestra claramente que el mundo entero estaba bajo el gobierno de
Babilonia y adoraba al dios de Babilonia. Por consiguiente, la autoridad de Dios
fue puesta a un lado y la gloria de Dios no era expresada. Por el contrario,
Satanás tenía el dominio y gobernaba; él se expresaba y era adorado por los
hombres. Este es el cuadro presentado en Daniel 1.
En aquel entonces, aunque Daniel y sus tres amigos eran muy jóvenes, ellos se
levantaron para ser un antitestimonio, un testimonio contrario a esa era. Este
antitestimonio es una separación. En cuanto se levantaron como un
antitestimonio, hubo una clara separación entre ellos y el mundo. Era como si
los demás alzaran una bandera negra, y ellos, una blanca. Al leer Daniel 1,
debemos entender el significado de tal cuadro. Estos hombres no siguieron en
absoluto la corriente de Babilonia, ya que ellos se habían separado de la era que
seguía a Satanás. No podían comer lo que otros comían; no podían beber lo que
otros bebían; no podían hacer lo que otros hacían. Claramente, ellos eran
diferentes a los demás en todo. No sé si los jóvenes se han dado cuenta al leer
este libro que Daniel, aún después de envejecer, seguía siendo una persona que
estaba separada del mundo. El hizo lo que las otras personas del mundo no
harían. Además, él no hizo lo que el mundo hacía. Siempre hubo una separación
entre él y el mundo.
Jóvenes, deben darse cuenta de que la era actual es la misma que la de Daniel;
no existe ninguna diferencia. No sólo los gentiles están bajo el gobierno de
Babilonia, incluso el así llamado pueblo de Dios, lo que se conoce como el
cristianismo, también está en cautiverio. ¡Esto es particularmente cierto durante
las navidades, cuando toda la cristiandad es llevada en cautiverio a seguir la
misma corriente! Todo el mundo anda en el mismo camino, y todos son
arrastrados por la misma corriente. No sólo vemos que todos en el mundo
bailan, sino que incluso los que están en la cristiandad también bailan. Hasta los
bailes han sido introducidos en el cristianismo.
Por tanto, todo el mundo, tanto los gentiles como el pueblo de Dios, ha sido
arrastrado por esta corriente; todos se someten a la misma autoridad y adoran a
los demonios. En aquel entonces, los israelitas sólo eran israelitas
exteriormente, pues en realidad no eran muy diferentes de los babilonios.
Comían lo que comían los babilonios; bebían lo que bebían los babilonios;
adoraban cualquier ídolo que adoraban los babilonios. La situación es la misma
hoy en día. Muchas personas son cristianas exteriormente, pero en realidad
adoran a los demonios. Ellos hacen lo que hacen los gentiles; adoran lo que
adoran los gentiles; tienen en alta estima lo que los gentiles tienen en alta
estima. Debido a esto, la corriente del mundo entero está bajo el gobierno de
Satanás. Hoy, Satanás tiene cautivo a todo el mundo y le ha impedido a Dios
hacer algo en la tierra.
Los jóvenes son los más propensos a seguir el modo de vivir de los demás. Sin
embargo, lo primero que Daniel venció tenía que ver con el modo de vivir, o sea,
con lo relacionado al comer y al beber. Muchas veces los jóvenes sienten que, ya
que otros pueden hacer algo, ellos también pueden hacer lo mismo. Sienten que,
puesto que todos los demás lo están haciendo, está bien que ellos lo hagan
también. Por favor recuerden que si nos conducimos así, seremos
completamente inútiles para Dios en lo que respecta a cambiar la era. Esto se
debe a que no nos pondremos del lado de Dios, sino del lado de Satanás. Si
hacemos esto, nunca podremos ser usados por Dios para cambiar la era.
LA SEGUNDA CARACTERISTICA:
UNIRSE AL DESEO DE DIOS A TRAVES DE SU PALABRA
Daniel no sólo era una persona que leía la Palabra de Dios con regularidad, sino
una persona que estaba unida a la Palabra de Dios. Esta es la segunda
característica. El no leía la Palabra de Dios con el propósito de adquirir
conocimiento o meramente para conocer la voluntad de Dios; más bien, leía
para recibir y guardar los mandamientos de Dios. Debemos creer que él rechazó
la comida y la bebida del rey de Babilonia porque había leído los cinco libros de
Moisés. Debió haber leído en Levítico y Deuteronomio acerca del alimento
limpio e inmundo. Al mismo tiempo, debía haber descubierto que el pueblo de
Dios no podía participar de ningún alimento ofrecido a los ídolos. Puesto que
leyó estos mandamientos y, por tanto, conocía el deseo de Dios, los aceptó y los
aplicó a sí mismo. Por consiguiente, Daniel no tenía las Escrituras como algo
ajeno a él. No se limitó a estudiar la Biblia meramente.
Cuando leyó en el libro de Jeremías que Dios había ordenado setenta años de
cautiverio para los israelitas y que después de setenta años Dios volvería a
bendecirlos, inmediatamente ayunó y oró. No leyó las Escrituras de una manera
muerta. Tan pronto como tocaba el deseo de Dios a través de la Palabra, se unía
inmediatamente a ese deseo.
Esta es la manera en que Daniel leía la Biblia. Debido a esto, podía ser tocado
por cada palabra, por la luz y por la enseñanza contenida en la Biblia. Después
de haber leído el libro de Levítico, ya no pudo comer el alimento inmundo.
Después de haber leído el libro de Jeremías, no pudo más que ayunar y orar por
la restauración del pueblo de Dios. El se hizo uno con todo lo que la Palabra le
mostraba. Hermanos y hermanas, por favor recuerden que toda persona que
Dios usa para cambiar la era, tiene que tener tal característica. Cuando leemos
la Palabra de Dios, debemos aprender a no estudiarla para adquirir erudición o
cierto conocimiento, sino para conocer el deseo de Dios en Su Palabra. Y cada
vez que descubramos lo que Dios desea, debemos inmediatamente unirnos a ese
deseo.
Creo que muchos hermanos y hermanas jóvenes leen la Biblia con regularidad.
Sin embargo, me temo que cuando usted lee la Biblia, ésta sigue siendo la Biblia
y usted sigue siendo usted. Por ejemplo, la Biblia claramente dice que un
creyente y un incrédulo no deben unirse en yugo desigual. Este asunto se revela
claramente. Sin embargo, después de leer esto en la Biblia, puede ser que usted
aún haga amistades entre los incrédulos. Esto significa que la Biblia es la Biblia
y usted es usted. La Biblia no afecta su modo de vivir, ni usted se hace uno con
la Biblia. Usted lee claramente en la Biblia que Dios, conforme a Su voluntad,
prohíbe a Sus hijos unirse en yugo desigual con los incrédulos en todo aspecto.
No debe hacer amistades con los incrédulos, y mucho menos, contemplar la
posibilidad de casarse con un incrédulo. Sin embargo, a pesar de ello, usted
sigue cultivando la amistad con los incrédulos e incluso admite la posibilidad de
casarse con uno de ellos. Esto significa que su manera de vivir es totalmente
ajena a la Biblia. Tal persona no puede cambiar la era, ni tampoco puede ser un
testimonio en contra de una era que continuamente se degrada. Para
constituirse en antitestimonio, uno debe leer la Palabra de Dios, tocar el deseo
de Dios en Su Palabra y hacerse uno plenamente con dicho deseo.
LA TERCERA CARACTERISTICA:
COOPERAR CON DIOS A TRAVES DE LA ORACION
A partir del capítulo dos, el libro de Daniel menciona las oraciones de Daniel.
Por supuesto, estoy seguro que él también oró en el capítulo uno. Ya que Daniel
sólo comía vegetales, creo firmemente que él oraba todos los días. Daniel
declaró ante Dios y Satanás que la salud de su cuerpo no dependía en lo
absoluto de la comida y la bebida de los gentiles. El creía solamente en el
cuidado que Dios le daba. Debido a esto, él y los otros tres jóvenes podían ser
fuertes aunque sólo comieran vegetales. El confiaba plenamente en el cuidado
de Dios y debió haber orado mucho.
El cuadro que encontramos en el capítulo dos, nos muestra que todos los
habitantes de la tierra desconocían las cosas de Dios. No solamente los magos
babilonios eran ignorantes, sino también los israelitas. ¿Por qué eran
ignorantes? Porque estaban bajo el gobierno de Satanás y seguían a Satanás.
Aquí vemos que Dios intervino para vindicar a Daniel y a sus tres amigos,
mostrando así que ellos eran distintos a todos los demás. Nadie sobre la tierra
conocía las cosas profundas de Dios, sino sólo Daniel. En el capítulo uno, fueron
Daniel y sus tres amigos los que se separaron del mundo. En el capítulo dos, fue
Dios quien los vindicó. La separación descrita en el capítulo uno se llevó a cabo
cuando ellos mismos se mantuvieron firmes, y la separación descrita en el
capítulo dos la llevó a cabo Dios a favor de ellos.
Aquí vemos cómo Dios preparó un determinado ambiente. El causó que el rey
de Babilonia tuviera un sueño. Lo extraño es que el rey sabía que había soñado,
pero después de despertar no pudo recordar lo que había ocurrido en el sueño.
Por tanto, convocó a todos los magos de Babilonia, así como también a todos los
sabios y eruditos. Ninguno de ellos pudo contar el sueño o explicarlo. Este
cuadro nos muestra que ninguno de los seguidores de Satanás en la tierra puede
comprender las cosas profundas de Dios. Fue en aquel momento que Dios
vindicó a Daniel. El les mostró a todos que allí se encontraba una persona que
había sido especialmente separada del mundo. Daniel era respaldado por Dios,
apto para ser usado por Dios y capaz de anunciar el misterio de Dios.
Aquí hay un principio que debemos ver y al cual debemos asirnos. La persona
que Dios usa para cambiar la era es una persona que coopera con Dios. Y la
expresión máxima de uno que coopera con Dios son sus oraciones.
Antes que el rey de Babilonia llamara a Daniel, declaró que si ninguno de los
magos o eruditos de Babilonia podía explicar el sueño, los destruiría a todos
ellos. Entre los que serían destruidos estaban Daniel y sus tres amigos. Estoy
seguro que Daniel les dijo a sus tres amigos que oraran con él. En esos
momentos, ellos le proveyeron a Dios la más elevada cooperación; le proveyeron
a Dios la más elevada coordinación. En esa oración de corazón puro y sincero,
Dios le reveló el sueño a Daniel. Era el sueño del rey de Babilonia, pero ahora
Daniel también lo veía. Daniel, en oración, no sólo vio ese sueño sino que
también entendió su significado. Esto muestra que Daniel era una persona que
vivía delante de Dios; él dependía de la oración para hacer lo que el hombre no
podía hacer, y dependía de la oración para entender lo que el hombre no podía
entender. El era una persona que cooperaba con Dios en oración.
El libro de Daniel nos muestra que Daniel era una persona que podía orar. Lo
que Satanás quería impedir era la oración de Daniel. La oración de Daniel
conmovía el corazón de Dios y era capaz de llevar a cabo el plan de Dios. Así
que, Satanás expresamente quería frustrar dicha oración y destruirla.
Especialmente el capítulo seis nos muestra que Satanás quería perjudicar a este
hombre de oración, valiéndose para ello de los hombres que estaban bajo su
dominio. Satanás por lo menos trató de destruir la oración de Daniel e
inutilizarlo para la oración.
Recordarán la historia del rey Darío, quien decretó que por treinta días
cualquiera que hiciera súplicas a cualquier Dios u hombre que no fuera el rey,
sería lanzado al foso de los leones. La estrategia sutil de Satanás fue usar a los
hombres cercanos al rey Darío para atacar a Daniel, especialmente para impedir
que Daniel continuase orando y, finalmente, para hacer que Daniel, el hombre
de oración, cayera en una trampa. ¿Cómo respondió Daniel a esto? El continuó
orando como siempre y no se sintió amenazado en absoluto. La Biblia dice
claramente que: “Se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante
de su Dios, como lo solía hacer antes” (Dn. 6:10). Nada podía detener las
oraciones de Daniel. Si Daniel no hubiese orado, habría fracasado. Siempre y
cuando Satanás lograra destruir e impedir la oración de Daniel, Satanás habría
triunfado. Por tanto, la oración de Daniel era como una fortaleza en medio del
campo de batalla.
Debemos darnos cuenta de que esta oración de Daniel dio lugar a que Dios se
manifestara como el Dios viviente. En el caso de Daniel, Dios verdaderamente
se manifestó como el Dios viviente. Y esta manifestación de Dios se debió a las
oraciones de Daniel.
En el capítulo nueve vemos que tan pronto como Daniel leyó y descubrió que
Dios deseaba que los israelitas regresaran del cautiverio después de cumplirse
setenta años, inmediatamente ayunó y oró. Algunos tienen el concepto erróneo
de que, puesto que Dios ya había hablado y ya había dispuesto que los israelitas
regresaran del cautiverio después de setenta años, ¿porqué habría necesidad de
más oración? ¿Acaso no había dicho Dios que El haría retornar a los israelitas?
Efectivamente, es cierto que Dios había prometido traer de regreso a los
israelitas una vez que se hubiesen cumplido los setenta años; sin embargo,
todavía era necesario que el hombre orara. Si Dios no encontraba un hombre
que orara por esto en la tierra, hubiera sido difícil que ocurriera el retorno de los
israelitas después de los setenta años. Daniel satisfizo la necesidad que Dios
tenía; verdaderamente, él fue un hombre que cooperó con Dios a través de la
oración.
En el capítulo diez vemos que Daniel no sólo era una persona que oraba, sino
una persona que oraba persistentemente. El oraba pidiendo que Dios le
concediera entendimiento y dirección. Daniel oró y oró, con suma
perseverancia. La Biblia dice que Dios respondió a su oración el primer día de su
petición. Desde el primer día, Dios había contestado su oración al enviarle un
ángel que le mostrara lo que les iba a ocurrir a los hijos de Israel. Pero cuando el
ángel llegó a los aires, tuvo que enfrentarse al príncipe de Satanás, quien lo
resistió. Así pues, se libró una batalla. En otras palabras, cuando el Dios del
cielo estuvo a punto de unirse al hombre en la tierra, surgió la resistencia de
Satanás y hubo una batalla de veintiún días. Aunque Dios ya había escuchado la
oración de Daniel, Satanás opuso resistencia en los aires y no permitía que la
respuesta de Dios llegara a Daniel. Sin embargo, Daniel era una persona que
oraba persistentemente. El persistió en la oración por tres períodos de siete
días. Como consecuencia, el ángel llegó a decirle cómo Dios había escuchado su
oración y qué medidas tomaría con respecto a Su pueblo.
Todo esto nos muestra que Daniel era una persona que oraba. El oraba todos los
días, y oraba por todo. Una vez le pregunté a un hermano joven si oraba, y el
dijo: “Oro todos los días”. Le pregunté: “¿A qué hora del día ora?”, y el dijo: “Oro
tres veces al día, antes de cada comida”. Yo diría que las oraciones que hacemos
antes de cada comida no cuentan como oraciones. Esa clase de oración no es de
mucha utilidad porque sólo se ora por la comida. Pero la oración de Daniel no
era en absoluto la clase de oración que se hace por la comida. El siempre oraba
con un propósito único y nunca oraba por sí mismo.
LA CUARTA CARACTERISTICA:
NO IMPORTARLE SU PROPIA VIDA
Aún hay una cuarta característica. Daniel era una persona dispuesta a
sacrificarse a sí mismo y morir como un mártir. Desde el primer capítulo hasta
el último, el libro de Daniel nos muestra que una persona que está bajo la
autoridad de Dios y que es usada por El para cambiar la era, es alguien que se
sacrifica a sí misma. Todos los incidentes y hechos nos muestran que Daniel era
una persona a quien no le importaba su propia vida. Por ejemplo, cuando
escogió sólo comer vegetales, no tenía necesariamente la certeza de que iba a ser
fortalecido en su cuerpo físico. Si cuanto más comía, más adelgazaba, moriría
por decreto del rey de Babilonia. Sin embargo, no le importaba la vida ni la
muerte. El sabía que la comida inmunda, la comida sacrificada a ídolos, no
podía entrar en su boca, y además, no se dejaría contaminar y guardaría la
palabra de Dios. Debido a esta palabra, estaba dispuesto incluso a perder su
propia vida.
Luego, el rey Darío decretó que por treinta días nadie en el reino podía hacerle
una petición a Dios o a los hombres. Sin embargo, Daniel siguió orando. Aun si
lo lanzaran al foso de los leones, todavía seguiría orando. Desde la perspectiva
humana, él realmente tenía un espíritu de mártir.
Hermanos y hermanas, todos aquellos que tienen miedo de lo que les pueda
ocurrir, que tienen miedo de lo que pueda venir de cualquier dirección, o miedo
de esto y de lo otro, no pueden ser usados por Dios para cambiar la era. Por
favor, no me mal interpreten. Permítanme decirlo claramente. Todo aquel que
Dios usa para cambiar la era no le teme ni al cielo ni al infierno, o sea, no le
teme a nada. Solo teme una cosa, a saber, ofender a Dios y perder Su presencia.
Todo aquel que se esconde, da marcha atrás, se vuelve débil y cambia de parecer
al enfrentarse con dificultades, no es útil en las manos de Dios. Dios no puede
usar a los cobardes. Todos aquellos que Dios usa para cambiar la era, son
personas valientes. No son valientes de una manera desordenada o natural, sino
que son valientes porque temen a Dios y son osados en lo que respecta a
enfrentar dificultades.
Consideren a Daniel y a sus tres amigos. A ellos no les importaron sus propias
vidas. Escuche las palabras de los tres amigos de Daniel. ¡Qué firmes y
majestuosas eran! Aunque el rey de Babilonia los sedujo de una manera muy
sutil y engañosa, ¿cómo respondieron? Ellos dijeron: “Oh Nabucodonosor ...
nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y
de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus
dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado”. ¿Recuerdan lo
que consta en la Biblia? Cuando Nabucodonosor escuchó estas palabras, se llenó
de ira y el aspecto de su rostro se demudó. Inmediatamente ordenó que el horno
se calentara siete veces más de lo acostumbrado. Hasta los hombres que los
echaron al horno murieron quemados por las llamas. Los tres prefirieron ser
atados y lanzados al horno de fuego antes que someterse al rey. Si hubieran
manifestado cobardía y le hubieran temido a la muerte, ciertamente, llegado el
momento, no habrían podido testificar por Dios en lo absoluto y no habrían
podido ser usados por Dios para cambiar la era.