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RESUMENES DE TELENOVELA PASIÓN DE GAVILANES

CAPITULO 1
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Los hermanos Reyes juran venganza
Tras abandonar su país natal, México, donde no han tenido mucha suerte, los hermanos Reyes Guerrero: Juan, Óscar, Franco y Libia,
consiguen instalarse en una pequeña ciudad de Colombia, donde montan una panadería con la que intentan salir adelante.
Los problemas comienzan cuando Libia se enamora de un hombre que es mucho mayor que ella, Bernardo Elizondo. Ignorando que su
novio está casado con Gabriela Acevedo, la joven inicia un romance secreto con él. Cuando sus hermanos descubren la verdad, se niegan
a admitir esta relación e intentan separarles. El que más se enfurece es Juan, que siente debilidad por Libia y no quiere verla sufrir. La
situación se complicará todavía más, cuando la muchacha confiese que está embarazada. Los Reyes, resignados, saben que ya no
pueden oponerse a los deseos de su hermana. Por su parte, Bernardo, que había mantenido a su mujer y a sus tres hijas, Norma, Sara y
Jimena, al margen de todo, decide renunciar a su familia para vivir su relación con Libia. Sin embargo, la muerte le sorprende en un
inesperado accidente, cuando pasea a caballo por su finca. Libia decide acabar con su vida Libia no tarda en conocer la noticia de la
muerte de su amado a través del periódico, pero también descubre que Bernardo la engañó, pues estaba casado. La chica acude a la
hacienda de los Elizondo, presionada por los malos consejos de unos vecinos, que la convencen de que tiene derecho a reclamar una
herencia para su bebé. Lejos de obtener lo que reclama, Libia es maltratada y humillada por la malvada Gabriela, que la echa de la
hacienda sin contemplaciones. En su desesperación, horas más tarde, la benjamina de la familia Reyes decide acabar con su vida,
tirándose por un puente. A la mañana siguiente, los hermanos Reyes entierran el cadáver de Libia y, llevados por el odio y rencor, juran
vengar su muerte. Días después consiguen la dirección de la hacienda del clan Elizondo y se dirigen hacia allí para pedir una explicación.
Casualidades del destino hacen que Sara los confunda con unos obreros que han sido contratados para construir una cabaña en la
hacienda. Ni cortos ni perezosos, Juan, Óscar y Franco se hacen pasar por ellos y traman un plan para llevar a cabo su venganza.
Mientras tanto, Norma, su madre, y su marido, Fernando, están pasando unos días de descanso en la lujosa mansión que poseen en
Estados Unidos. Así, la casa se queda al cargo de Martín, el padre de Gabriela, un militar jubilado que se pasa el día yendo de un sitio
para otro en su silla de ruedas, vigilando lo que acontece en su familia.

CAPITULO 2
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Juan se enamora de Norma
Cansado de la insolencia y del poco respeto que Norma le demuestra últimamente, Fernando se plantea la idea de separarse
definitivamente de su esposa, pero al final Gabriela consigue quitarle esta idea de la cabeza. Entre tanto, Franco sigue abstraído en sus
pensamientos. “Lo único que tiene sentido en mi vida es el amor que siento por Rosario, la mujer con la que siempre he soñado”, se
repite una y otra vez. Sin embargo, lo que el muchacho ignora es que la seductora bailarina no sólo no le quiere, sino que además tiene
un amante. Se trata de Armando, un hombre sin principios que dirige la carrera artística de la chica con dureza. Mientras, los Reyes
consiguen una nueva aliada para llevar a cabo su plan. Eva, la empleada del hogar de los Elizondo, se compromete a ayudar a los
jóvenes a destruir a Gabriela. Y es que ella nunca podrá olvidar el daño que le hizo su patrona el día que dio a luz a su hija. “Si quieres
mantener tu empleo en mi casa, tienes que entregar a tu bebé a una pareja amiga mía que no puede tener descendencia”, le dijo sin
ningún tipo de escrúpulo. Así pues, Eva no tuvo más remedio que permitir a Raquel y Calixto Uribe que criaran a su bebé como si fueran
sus padres. Durante todos estos años, Eva no ha podido ver a Ruth, ya que los padres adoptivos de la joven se lo han prohibido. Esto ha
hecho que la sirvienta guarde un hondo rencor hacia Gabriela Acevedo. “Tarde o temprano, se arrepentirá de lo que me hizo”, sentencia
con firmeza. Poco tiempo después, Jimena tiene su primer encuentro con los hermanos Reyes y no puede evitar quedarse embobada al
observar el atractivo físico de los tres chicos. Óscar, que no deja de maquinar, le propone a Juan hacer con las hermanas Elizondo lo
mismo que Bernardo hizo con Libia: enamorarlas y engañarlas, para después quedarse con sus bienes. Sin embargo, el mayor de los
Reyes se niega, pues cree que esto no dará resultado. Se celebra un rodeo en la hacienda Después de pasar una semana de
vacaciones en Estados Unidos, Norma, su marido y su madre regresan a la hacienda. Una vez allí, ponen el grito en el cielo al ver que
solamente hay tres obreros construyendo la nueva cabaña que Gabriela ha mandado levantar. Sin dejarse presionar y muy seguro de sí
mismo, Óscar logra convencerles de que están los suficientemente capacitados para llevar a cabo ese trabajo ellos solos. Mientras la
conversación tiene lugar, Juan no puede evitar quedarse embelesado ante la belleza y la escultural figura de Norma. Ésta, que no parece
haberse dado cuenta de la admiración que ha despertado en el joven Reyes, pide hablar a solas con su madre. Norma quiere que
Gabriela la ayude a solucionar sus problemas matrimoniales con Fernando. “Mientras que no cumplas como esposa, yo no puedo hacer
nada”, le responde con frialdad. Aunque en un primer instante se había negado, Juan acepta cumplir el plan que ha ingeniado Óscar. Así
pues, él se encargará de conquistar a Norma, Franco, a Jimena; y Óscar hará lo mismo con Sarita. Los días van pasando y Juan empieza
a cambiar de actitud debido a la fuerte atracción que siente por la hija de Gabriela, algo que preocupa mucho a sus hermanos. Por su
parte, Norma tampoco puede deja de pensar en el joven Reyes ni un sólo momento, pues además de su innegable atractivo, también le
gusta de él su buena educación. Franco, ante la indiferencia que le muestra Rosario, se dispone a cumplir las órdenes de su hermano.
Esa misma tarde, el muchacho provoca un accidente casual en las cuadras de la hacienda Elizondo y termina besando apasionadamente
a Jimena. Eva sufre por estar lejos de su hija. La sirvienta no soporta que su patrona tenga acceso directo a Ruth, mientras que ella ni
siquiera se puede acercar a la chica. Estos pensamientos no dejan de atormentarla día y noche. Por eso, cuando ve llegar a Gabriela y a
sus tres hijas después de que hayan visitado a la familia Uribe, Eva se planta ante ellas y les pregunta por Ruth. Una vez más, la
matriarca de las Elizondo desprecia a la sirvienta y se niega a responder. Seguidamente, Gabriela comenta con su familia el increíble
parecido físico que guarda Ruth con la fallecida Libia, sin imaginar que ambas chicas son hijas del padre de los Reyes, que murió en un
accidente. Esa noche, Norma y Fernando salen a cenar para celebrar su primer año de matrimonio y terminan conociendo a Rosario
Montes. Al día siguiente, Gabriela organiza un rodeo en su hacienda e informa a Óscar de que tendrá que suspender las obras de la
cabaña durante todo el día. El evento tiene lugar a las pocas horas y a él asisten los Uribe y los hermanos Reyes. Gabriela, empeñada en
casar a Sara y Jimena, provoca un encuentro entre sus dos hijas con Benito y Leandro, sobrinos de Raquel. Juan, mientras, participa en
un rodeo y acaba ganando una cuantiosa suma de dinero, que decide donar a una organización de niños. Armando, celoso de la relación
que Rosario mantiene con Franco, ordena a Rubinsky, uno de sus secuaces, que dé una paliza al joven.

CAPITULO 3
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Fernando intenta acabar con su vida
El romance que Juan mantiene con Norma preocupa muchísimo a Óscar, que piensa que esto pone en serio peligro su plan. Por ello, el
joven mantiene una tensa discusión con su hermano mayor: “Debes dejar de verte con esa mujer, porque como Gabriela se de cuenta de
lo que está pasando, no podremos vengar la muerte de Libia”, asegura tajantemente. Sin embargo, Juan no se siente capaz de alejarse
de Norma y le contesta: “La amo con locura, es la mujer de mi vida y lucharé por ella”. Pero esto no es lo único que intranquiliza al
mediano de los Reyes. Y es que Óscar, que ya se ha enterado del futuro compromiso de Jimena y Leandro, le exige a Franco que haga
todo lo que sea para impedir la boda. Así pues, esa misma noche, el joven Reyes se reúne con su amada y le pide que se case con él. “Es
muy precipitado hablar de ese tema, pero te aseguro que me casaré contigo antes que con Leandro”, le dice Jimena, emocionada.
Mientras tanto, Fernando se cita con Armando en el pub Alcalá. Una vez allí, el marido de Norma, harto de ocultar su situación
matrimonial, le termina confesando que nunca ha tenido relaciones íntimas con su esposa. Lo que Fernando no sospecha es que en ese
preciso instante Norma y Juan Reyes disfrutan apasionadamente de su romance secreto. Algunos minutos después, las cosas se
complican aún más, porque, cuando Fernando llega a su casa, Norma se niega a dormir con él en la misma habitación y le manda
instalarse en el cuarto de invitados. Ruth conoce a sus hermanos Al día siguiente, Gabriela se entera de lo sucedido y, enfurecida por
el comportamiento de la chica, le pide a Sarita que se encargue de hacer recapacitar a su hermana. Por otra parte, Armando le ruega a
Rosario que vuelva con él, aunque sólo mantengan una relación profesional. Movida por la complicada situación económica que atraviesa,
la cantante vuelve al pub Alcalá. En la hacienda del clan Elizondo, Fernando vuelve a discutir con su mujer. Norma, haciendo caso omiso
a los consejos de Sarita, le pide el divorcio a su marido, pero éste se niega en redondo a concedérselo. Seguidamente, Fernando,
deprimido, intenta acabar con su vida tomándose un bote de pastillas. Días más tarde, el esposo de Norma, que ya se ha recuperado de
su intento de suicidio, descubre que Rosario tiene una relación con Franco y se lo cuenta a Jimena. Ésta, furiosa y humillada, rompe su
relación con el hermano de Juan. Gabriela celebra una comida en la hacienda para celebrar el compromiso matrimonial de Jimena y
Leandro. Ruth asiste al festejo y Eva consigue quedarse un rato a solas con la chica. Sin embargo, en cuanto su patrona se da cuenta,
reprende a la empleada por haber salido de su dormitorio sin su permiso. Martín, que es testigo de todas estas intrigas, empieza a
analizar el extraño comportamiento que Gabriela mantiene con todo el mundo. En casa de las Elizondo, Ruth conoce a los hermanos
Reyes y enseguida se fija en Óscar. Pero no va a ser ella la única... Dolida por la traición de Franco, Jimena también se empieza a
interesar en el muchacho. Mientras, Juan, Óscar y Franco quedan impactados por el gran parecido físico entre Ruth y Libia. Algo más
tarde, Óscar propone a Juan un cambio de estrategia en su plan: “Viendo que Franco no ha sido capaz de casarse con Jimena, me
encargaré yo de convertirla en mi esposa”, asegura sin rubor. Pasados unos días, Juan, que continúa manteniendo encuentros con
Norma, decide llevar a su amada a su casa. Esto provoca un gran enfado en su hermano Óscar, que lo considera muy arriesgado.

CAPITULO 4
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Gabriela descubre el romance de Norma
Aunque Juan, Óscar y Franco han puesto todo su esfuerzo y tesón, la cabaña que están construyendo los chicos se derrumba en el
preciso instante en que Gabriela está supervisando las obras. Afortunadamente, la matriarca de la familia no resulta herida. Horas más
tarde, Jimena le da el “sí, quiero” a Óscar en la intimidad. Cuando Gabriela se entera, gracias a Leandro, de que su hija se ha casado con
su empleado pone el grito en el cielo. Su enfado contrasta con la felicidad del joven Reyes, que está convencido de haber alcanzado su
meta y cree que se quedará a vivir en la hacienda de su esposa. Sin embargo, nada saldrá como él esperaba. “Tu marido nunca
pertenecerá a nuestra familia, así que vete de aquí con el hombre que has escogido como esposo”, ordena Gabriela a una desesperada
Jimena. A la joven no le queda más remedio que aceptar los deseos de su madre y se instala en domicilio de los Reyes, donde Juan y
Quintina le dan una calurosa bienvenida. Entre tanto, Rosario, atraída por las promesas de Santillana y harta de los enfrentamientos que
está teniendo con Pepita, deja el pub Alcalá y acepta hacer una gira de conciertos, lo que provoca la rabia de Armando y el desconsuelo
de Franco. Seguidamente, Juan y sus hermanos, que han sido despedidos por Fernando, se embarcan en nuevos proyectos laborales.
Juan retoma su empleo en la panadería, Óscar empieza a trabajar en la tienda de Leandro y Franco acepta ser el dependiente de una
frutería. Lejos de allí, Eduvina Trueba, a la que se conoce como ‘La Viuda Negra’, llega a la hacienda Elizondo para comprar un caballo.
Las amigas de Gabriela no tardan en contarle algunas cosas sobre la recién llegada: “Es famosa por haber enterrado a varios maridos y
tiene mucho dinero. Además, le gusta tener amantes muy jóvenes”. Santillana intenta abusar de rosario Inmediatamente después,
la matriarca del clan, que ha oído rumores de que Jimena está ayudando a Juan en la panadería, va a buscarla y le exige que regrese con
ella. No obstante, la chica se niega a obedecer. “Me echaste de casa y no pienso regresar”, le contesta. Tras esto, Norma aparece en el
salón con Emilce, una antigua compañera de clase, y aunque al principio Gabriela cree que es una buena chica, tarda poco en cambiar de
opinión. “Mi amiga me ha contratado para trabajar como asistente en su clínica”, anuncia Norma. Sarita, que también está presente,
intenta convencer a su hermana para que no acepte ese empleo, sin éxito. Algunos días después, lejos de llegar la tranquilidad a la
morada de las Elizondo, la situación empeora aún más. Y es que Gabriela acaba descubriendo el romance que existe entre Norma y Juan,
cuando les pilla besándose en las cuadras. Acorralada, la muchacha le confirma a su madre que le ha estado siendo infiel a su marido
con el mayor de los Reyes. Ninguna de las dos se percata de que Fernando está escuchando la conversación detrás de la puerta. Es así
como el empresario se entera de que Juan es el verdadero padre del bebé que espera su esposa. Incapaz de seguir viviendo en la
hacienda, Norma se instala en casa de Emilce. Entre tanto, Franco recibe la visita de Eduvina Trueba, a quien ha conocido en el
mercado. Tras mantener una extensa charla con ella, el chico se convierte en el secretario y amante de ‘La Viuda Negra’, exponiéndose
de esta manera a las murmuraciones de la gente que les ve juntos por la calle. Al día siguiente, Jimena escucha sorprendida cómo Óscar
habla con Juan sobre el plan de venganza contra su familia, para el que cuentan con Eva como aliada. La chica, fuera de sí, se enfrenta a
su marido y le echa en cara que la haya utilizado. Triste y abatida, Jimena abandona a Óscar y regresa a la hacienda. Santillana intenta
abusar de Rosario y la cantante regresa al pueblo. Al saber que Franco sale con Eduvina, ella se casa con Armando.

CAPITULO 5
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Martín seduce a Pepita
Eva se ve obligada a contar toda la verdad sobre su alianza con los hermanos Reyes y las verdaderas intenciones de éstos y es despedida
por su patrona. Olegario, otro empleado de la hacienda, considera injusta la decisión y consigue que la madre de Ruth empiece a trabajar
para Eduvina Trueba. Por su parte, ‘La Viuda Negra’ está muy angustiada porque Franco no pasa con ella todo el tiempo que desearía;
es decir, día y noche. La mujer está lejos de imaginar que su joven amante no soporta ver juntos a su ex novia, Rosario, y a Armando y
que sufre mucho por ello. Entre tanto, la cantante y su marido se disponen a disfrutar de su luna de miel. El empresario le pide a su
amigo Fernando que se encargue de administrar el pub Alcalá hasta que él regrese del viaje. Eso sí, antes de irse Armando paga a unos
matones para que eliminen a los Reyes. Poco después, Herzog y Rubinsky van a la panadería y destruyen todo lo que encuentran a su
paso. Los delincuentes encierran a Quintina, que está sola, y se van. Avisados por los vecinos, Juan y Óscar acuden a su negocio para ver
qué ha ocurrido. El mayor de los Reyes sospecha que detrás de ese atentado sólo pueden estar Fernando o Armando. Franco, muy
agobiado al ver que lo han perdido todo, toma una de las decisiones más importantes de su vida: acepta casarse con Eduvina para poder
ayudar a sus hermanos y compensarles por los disgustos que les ha dado. Y es que la mujer, loca de amor, le ha asegurado a su amante
que, tras la boda, se convertirá en dueño de su fortuna. La noticia no sienta bien a nadie. Los Reyes creen que su hermano se equivoca
y le dan la espalda; Malcom y Carmela, los empleados con más poder de la hacienda Trueba, muestran su descontento. Y las Elizondo se
ofenden cuando reciben la invitación de boda. Llega el gran día y nadie acude al enlace. Tremendamente disgustada, Eduvina llama a
sus empleados y les obliga a que estén a su lado en un momento tan importante. En plena fiesta, la recién casada se emborracha y se
pone a bailar sobre una mesa, loca de felicidad. El médico de Eduvina le ruega a Franco que tranquilice a su esposa, porque su salud es
delicada y se ha negado a tomarse la medicación. El joven no lo consigue y Eduvina cae muerta. La Policía investiga los hechos y,
gracias a la declaración del doctor, desaparecen las sospechas que había contra Franco, que no sabe cómo afrontar su nueva vida. El
joven pronto descubre que Eva está trabajando en la hacienda que ha heredado y no duda en apoyarse en ella. Y es que el resto de los
empleados de Eduvina no paran de humillarle. La madre de Ruth, muy preocupada, le cuenta a los Reyes lo que está sufriendo su
hermano. Entonces, Juan y Óscar acuden en su ayuda y aclaran a Franco que no puede consentir esos desprecios, más ahora que él es el
señor de la casa. Bruno, el director de publicidad que grabó un anuncio con Jimena y Óscar, va a visitar a la chica para contratarla para
otro trabajo. Esta visita hace que la hija de Gabriela vuelva a pensar en su marido. Tras la lectura del testamento de Eduvina, Franco
pide ayuda a sus hermanos para administrar la hacienda y ellos aceptan. Gabriela extraña a Fernando y le invita a comer. El joven, que
se encuentra trabajando en el pub Alcalá, acude acompañado de Pepita Ronderos. En cuanto Martín ve a la cantante se queda
impresionado por su belleza y comienza a coquetear con ella. A Pepita también le llama mucho la atención el carisma del abuelo de
Sarita. Así, ambos se dedican atenciones y piropos durante toda la comida, antes la mirada de desaprobación de Gabriela. Pasan varios
meses y Norma, divorciada ya de Fernando, tiene a su bebé. El niño se convierte en el ojito derecho de Martín, que está ilusionado ante
las frecuentes visitas de Pepita Ronderos. La matriarca del clan, furiosa, no pierde la oportunidad de humillar y despreciar a la cantante
cada vez que la ve. La venta de unos terrenos obliga a los Reyes y a las Elizondo, interesados en ellos, a reunirse. Gabriela pide a
Fernando que vuelva a la hacienda para ayudarla y no duda en nombrarle nuevo administrador de todos sus bienes. Al enterarse, Juan se
muere de celos. Días después, los Rosales organizan una fiesta. Allí, Dinora, la hija de los anfitriones, conoce al mayor de los Reyes y se
encapricha de él. Durante la celebración, Sarita, que está más guapa que nunca, mantiene una fuerte discusión con Franco. Fuera de sí,
la muchacha sale corriendo de la sala y acaba sufriendo un aparatoso accidente. Pasado un tiempo, las Elizondo coinciden en un
restaurante con los hermanos Reyes. Juan se enternece al ver por primera vez a su hijo, en brazos de Norma. Emocionado, el joven se
acerca y lo coge en brazos, para disgusto de Gabriela. Llega el cumpleaños de Martín y nadie en la hacienda se acuerda de él. De
repente aparece Pepita y decide organizarle una fiesta por todo lo alto con mariachis. Juan ve por primera vez a su hijo
Inmediatamente después, la matriarca del clan, que ha oído rumores de que Jimena está ayudando a Juan en la panadería, va a buscarla
y le exige que regrese con ella. No obstante, la chica se niega a obedecer. “Me echaste de casa y no pienso regresar”, le contesta. Tras
esto, Norma aparece en el salón con Emilce, una antigua compañera de clase, y aunque al principio Gabriela cree que es una buena
chica, tarda poco en cambiar de opinión. “Mi amiga me ha contratado para trabajar como asistente en su clínica”, anuncia Norma. Sarita,
que también está presente, intenta convencer a su hermana para que no acepte ese empleo, sin éxito. Algunos días después, lejos de
llegar la tranquilidad a la morada de las Elizondo, la situación empeora aún más. Y es que Gabriela acaba descubriendo el romance que
existe entre Norma y Juan, cuando les pilla besándose en las cuadras. Acorralada, la muchacha le confirma a su madre que le ha estado
siendo infiel a su marido con el mayor de los Reyes. Ninguna de las dos se percata de que Fernando está escuchando la conversación
detrás de la puerta. Es así como el empresario se entera de que Juan es el verdadero padre del bebé que espera su esposa. Incapaz de
seguir viviendo en la hacienda, Norma se instala en casa de Emilce. Entre tanto, Franco recibe la visita de Eduvina Trueba, a quien ha
conocido en el mercado. Tras mantener una extensa charla con ella, el chico se convierte en el secretario y amante de ‘La Viuda Negra’,
exponiéndose de esta manera a las murmuraciones de la gente que les ve juntos por la calle. Al día siguiente, Jimena escucha
sorprendida cómo Óscar habla con Juan sobre el plan de venganza contra su familia, para el que cuentan con Eva como aliada. La chica,
fuera de sí, se enfrenta a su marido y le echa en cara que la haya utilizado. Triste y abatida, Jimena abandona a Óscar y regresa a la
hacienda. Santillana intenta abusar de Rosario y la cantante regresa al pueblo. Al saber que Franco sale con Eduvina, ella se casa con
Armando.

CAPITULO 6
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Rosario quiere volver con Franco
Jimena y Sarita van a la tienda de Leandro, porque la mayor de las Elizondo quiere renovar su vestuario. Allí, ambas se enteran de los
graves problemas económicos que atraviesa su amigo, a quien el banco se ha negado a concederle un préstamo. Las hermanas le
aconsejan que le pida dinero a Raquel, pero Leandro sabe que su tía no se lo dará. Pese a su mala situación, el joven le ofrece a Jimena
que se lleve varios vestidos gratis para que los luzca en el anuncio que va a rodar para televisión. Poco después, Ruth se pone furiosa
con su madre cuando se entera de que no ha querido ayudar a Leandro y le pide a su primo que la contrate en la tienda. A escondidas,
Norma lleva a su bebé a los límites de sus tierras para encontrarse con Juan. En una de esas citas, el mayor de los Reyes le regala a su
hijo una cadenita de oro con su nombre grabado. La joven Elizondo, muy emocionada, le besa. Cuando, días después, Gabriela ve la joya
y lee la inscripción, descubre que su hija y Juan Reyes todavía continúan viéndose. Otra que no se puede quitar de la cabeza a Juan es
Dinora Rosales, que sigue obsesionada con él y así se lo hace saber a su prima, que bebe los vientos por Franco. Óscar se asocia con
Leandro Armando, por su parte, no pierde el tiempo y, en cuanto llega de su luna de miel, empieza a organizar una gira para Rosario.
La cantante, que está cansada y no desea volver a trabajar, se enfrenta a él y le reprocha que sólo le interese ganar dinero. Además,
Rosario no soporta que su marido le reclame momentos de intimidad insistentemente. Se ha dado cuenta de que su matrimonio ha sido
una equivocación. Leandro le pide ayuda a Óscar para superar su crisis económica y éste, tras hablar con sus hermanos, acepta ser su
socio. Cuando el joven Reyes visita su nuevo negocio, ve a Ruth, que apenas le habla. Al regresar a casa, Óscar, Juan y Franco se
preguntan cómo es posible que la chica tenga una madre tan vieja y fea como Raquel. Intrigados, los Reyes le piden a Eva que les cuente
algo sobre la familia de Ruh, pero la sirvienta les dice que ella no sabe nada y, muy triste, se va. Días después, los Rosales cumplen 30
años de casados y organizan una fiesta que será amenizada por la mejor: Rosario Montes. Durante el espectáculo, la artista no pierde la
oportunidad de insinuarse a Franco, a pesar de que su marido está presente. Y es que desde que el joven Reyes es rico ha ganado en
atractivo para ella. Al término de la actuación, Armando, muy enfadado, se lleva a Rosario y, una vez en casa, la golpea por haber
coqueteado con Franco. Seguidamente, los hermanos Reyes abandonan la velada, sorprendidos por lo que acaban de presenciar, y con
la firme convicción de que Rosario es una descarada. Entre tanto, Juan y Norma, que han desestimado la invitación de los Rosales,
deciden verse. Poco antes de encontrarse, la joven, que está muy nerviosa, se desmaya. Cuando su amado llega, la coge en sus brazos e
intenta reanimarla. Al volver en sí, ambos se besan apasionadamente y hacen el amor. Después, Juan acompaña a Norma a la hacienda
de los Elizondo y durante el camino ella le confiesa que necesita tenerle cerca, al tiempo que le ruega que no la presione para que vivan
juntos. Martín, que está mirando por la ventana, no pierde detalle de la escena. Al día siguente, preocupado por su nieta, habla con ella y
le aconseja que se case con Juan, si tanto le ama. Mientras tanto, en las caballerizas, Fernando, que ha dejado la administración del bar
Alcalá para ocuparse de la gestión de la hacienda Elizondo, le dice a Sarita que él no desea relegarla de sus funciones y que le ayude en
esta tarea porque se encuentra perdido. Dinora, que no se da por vencida, visita la casa de los Reyes para pedir explicaciones a Juan por
no haber acudido a su fiesta. El chico se disculpa diciéndole que no tenía ganas de salir. La joven Rosales le cuenta que estuvo toda la
noche pensando en él, mientras que se acerca peligrosamente a su ‘víctima’. Juan la rechaza y le aclara que está enamorado de otra
mujer. Óscar aprovecha su buena relación con Leandro para pedirle que le ayude a reconquistar a Jimena. Así, el sobrino de Raquel
concierta una entrevista con el menor de los Reyes y Bruno, el director de publicidad que trabaja con su esposa. Juntos idean que Óscar
protagonice el anuncio donde aparece Jimena, sin que ésta lo sepa. Llega el día de la grabación y la chica tiene que besar a su
compañero. Óscar, irreconocible, se dispone a sellar sus labios a los de ella. Aunque Jimena descubre a tiempo el engaño, su ex marido
se la lleva de allí, sin darle ni siquiera tiempo a reaccionar. Mientras tanto, Gabriela se ve obligada a lidiar con numerosos contratiempos.
Por un lado , Norma le comunica que su nieto se llamará Juan David y que los Reyes acudirán a su bautizo. Además, Pepita saca a Martín
de la hacienda y se lo lleva al bar Alcalá para regalarle una noche de diversión. Al enterarse, la matriarca del clan, indignada, no duda en
ir a buscar al anciano. En casa de Raquel, Ruth y su madre tienen una fuerte discusión debido al apoyo que la joven da a Leandro. En
ese momento y gracias a un instante de lucidez de Calixto, éste le cuenta a Ruth que ellos no son sus padres. Raquel, aterrada, asegura
que su marido desvaría. Por fin se celebra el bautizo del pequeño Juan David y, terminada la ceremonia religiosa, Gabriela le pide a Juan
que le entregue a su nieto. Él se niega, pues quiere llevarlo a la hacienda para que todos lo conozcan. Una vez allí, con una amplia
sonrisa, el mayor de los Reyes presume de hijo. Poco después, la hija de Martín descubre que Dinora Rosales está interesada en Juan y
decide utilizarla para conseguir que éste se aleje de su familia. Rosario, dispuesta a todo por reconquistar a Franco y disfrutar de su
fortuna, le obliga a parar en la carretera al cerrarle el paso con su vehículo. La cantante intenta convencerle de que vuelva con ella, pero
él la rechaza. Aún así, Memo informa del encuentro a Armando, su jefe, y éste ordena a sus matones que acaben con el hermano de
Juan. Paralelamente, Eva se pasea triste por la hacienda y Óscar, que la ve, se acerca a hablar con ella. El joven intenta descubrir
detalles de la vida de la sirvienta. Días después, Leandro organiza una fiesta en su tienda y Óscar le compra un vestido a Eva para que
asista. La sorpresa de la velada la dará Ruth, al presentarse en el local con su novio, Antonio.

CAPITULO 7
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Sarita y Franco, enamorados
La fiesta organizada por Leandro no puede estar más animada. Jimena acude dispuesta a darle una lección a Óscar por ‘secuestrarla’
mientras grababa un anuncio. También Sara desea vengarse, pero ella de Franco, con el que no ha dejado de protagonizar frecuentes
encontronazos. Por si fuera poco, Armando le da instrucciones a sus secuaces para ir en busca del ex novio de Rosario y entregárselo;
esta vez no confiará en nadie y será él quien lo elimine con sus propias manos. Juan y Norma, que no han asistido a la reunión, disfrutan
de una romántica noche en la hacienda Trueba. Él insiste en que se vayan a vivir juntos, pero ella duda. Mientras todo esto sucede,
Óscar se muere de celos cada vez que su esposa coquetea con algún invitado. En un momento dado, Jimena se acerca a su marido y le
propone hacer el amor en ese mismo sitio al término de la velada. Jimena se venga de su marido Sarita, por su parte, no hace otra
cosa que mirar embelesada a Franco. De repente aparece Jimena y le comunica a su hermana que no irá a dormir a la hacienda. Al oírlo,
el joven Reyes le dice a Sarita que la acompañará a su casa para que no le pase nada. Para su sorpresa, la joven se niega y le contesta
que no tiene por qué importarle lo que le ocurra. Entonces, Franco se acerca y, tras asegurarle que le preocupa mucho todo lo que tenga
que ver con ella, le da un beso en la boca. La joven Elizondo le propina una bofetada por el atrevimiento y se va. Cuando Franco intenta
volver al local, dos hombres lo suben a un coche a la fuerza. Sarita, que lo ve, va detrás del auto y, gracias al rifle que lleva en su
vehículo, consigue liberar al hermano de Juan. Después se dirigen a la hacienda y, una vez allí, le cura las heridas. Lo que han vivido
juntos ha sido tan intenso, que ambos se funden en un apasionado y dulce beso. Al mismo tiempo, en el local donde se celebró la fiesta,
Jimena le dice a Óscar que se vaya desnudando, que ella volverá enseguida. Sin que se dé cuenta, la joven se lleva la ropa, mientras él
la espera con impaciencia. Al final, quien entra en el cuarto no es Jimena, sino Leandro, que se había olvidado allí las llaves, y se queda
helado al ver a su socio completamente desnudo. Informado de lo ocurrido, el sobrino de Raquel le presta su traje a Óscar y él se pone
lo primero que encuentra: un vestido de flamenca. Cuando llegan a casa de los Reyes, se cambian de ropa en el cuarto de Óscar, pero
Juan entra y se escandaliza al verlos de esa guisa. La hacienda Elizondo sigue sufriendo la mala gestión de Fernando, que se enfrenta
cada día a los trabajadores, incluida Sarita. Enfrascada en una de esas discusiones está la chica, cuando Dominga, la criada, se acerca
con un ramo de rosas y una tarjeta: son de Franco, que le agradece lo que hizo por él. Sarita, loca de contento, decide no contarle nada
a nadie. Mientras una relación comienza, otra parece que termina. Jimena y Óscar vuelven a discutir y deciden iniciar los trámites del
divorcio. Dinora, que no se da por vencida, visita la casa de los Reyes para pedir explicaciones a Juan por no haber acudido a su fiesta. El
chico se disculpa diciéndole que no tenía ganas de salir. La joven Rosales le cuenta que estuvo toda la noche pensando en él, mientras
que se acerca peligrosamente a su ‘víctima’. Juan la rechaza y le aclara que está enamorado de otra mujer. Óscar aprovecha su buena
relación con Leandro para pedirle que le ayude a reconquistar a Jimena. Así, el sobrino de Raquel concierta una entrevista con el menor
de los Reyes y Bruno, el director de publicidad que trabaja con su esposa. Juntos idean que Óscar protagonice el anuncio donde aparece
Jimena, sin que ésta lo sepa. Llega el día de la grabación y la chica tiene que besar a su compañero. Óscar, irreconocible, se dispone a
sellar sus labios a los de ella. Aunque Jimena descubre a tiempo el engaño, su ex marido se la lleva de allí, sin darle ni siquiera tiempo a
reaccionar. Mientras tanto, Gabriela se ve obligada a lidiar con numerosos contratiempos. Por un lado , Norma le comunica que su nieto
se llamará Juan David y que los Reyes acudirán a su bautizo. Además, Pepita saca a Martín de la hacienda y se lo lleva al bar Alcalá para
regalarle una noche de diversión. Al enterarse, la matriarca del clan, indignada, no duda en ir a buscar al anciano. En casa de Raquel,
Ruth y su madre tienen una fuerte discusión debido al apoyo que la joven da a Leandro. En ese momento y gracias a un instante de
lucidez de Calixto, éste le cuenta a Ruth que ellos no son sus padres. Raquel, aterrada, asegura que su marido desvaría. Por fin se
celebra el bautizo del pequeño Juan David y, terminada la ceremonia religiosa, Gabriela le pide a Juan que le entregue a su nieto. Él se
niega, pues quiere llevarlo a la hacienda para que todos lo conozcan. Una vez allí, con una amplia sonrisa, el mayor de los Reyes
presume de hijo. Poco después, la hija de Martín descubre que Dinora Rosales está interesada en Juan y decide utilizarla para conseguir
que éste se aleje de su familia. Rosario, dispuesta a todo por reconquistar a Franco y disfrutar de su fortuna, le obliga a parar en la
carretera al cerrarle el paso con su vehículo. La cantante intenta convencerle de que vuelva con ella, pero él la rechaza. Aún así, Memo
informa del encuentro a Armando, su jefe, y éste ordena a sus matones que acaben con el hermano de Juan. Paralelamente, Eva se
pasea triste por la hacienda y Óscar, que la ve, se acerca a hablar con ella. El joven intenta descubrir detalles de la vida de la sirvienta.
Días después, Leandro organiza una fiesta en su tienda y Óscar le compra un vestido a Eva para que asista. La sorpresa de la velada la
dará Ruth, al presentarse en el local con su novio, Antonio. Dinora, con Gabriela como aliada, continúa intentando seducir a Juan. Así, la
hija de los Rosales le cuenta a Norma que ella y el joven llevan un tiempo saliendo juntos. No conforme con esto, unos días más tarde va
a visitar a Juan, acompañada de su prima, y le dice que su amada quiere reconciliarse con Fernando. El joven Reyes, sabiendo que
miente, se enfada y empieza a zarandearla. En ese momento llega Norma y ve salir espantada a Belinda, gritando que Juan ha intentado
violar a su prima, que está desmayada en el suelo. Esto hace que la chica pierda toda la confianza en el padre de su hijo. Dinora acusa
a Juan de haberla violado Poco después, Gabriela convence a su hija Norma para que coma con Dinora. Ésta le dice que renuncia a
Juan en favor de ella por el hijo que tienen en común y se lamenta de lo mala persona que es el joven. Sarita sale a pasear por su
propiedad y Franco la encuentra sentada en una roca. Él le asegura que ve en ella a una mujer diferente a la que conocía. Ella, sin
embargo, le confiesa que siempre estuvo enamorada de él, desde el mismo día en que entró en su casa. Los matones de Armando van a
casa de los Reyes para cumplir de una vez por todas con su cometido. Su plan es colocar una bomba en el coche de Franco, pero
nuevamente se confunden y quienes resultan heridos son los Rosales, que habían ido hasta allí para pedir explicaciones a Juan por lo
ocurrido con su hija y exigirle que se casara con Dinora inmediatamente. Varios días después, las Elizondo y los Reyes coinciden en la
hacienda de los Rosales, ya que todos van a interesarse por la salud de la familia. De nuevo, Dinora se las ingenia para confundir a
Norma y ésta se marcha indignada. Otro que se enfada, y mucho, es Armando al descubrir que sus matones han vuelto a fallar. El
empresario mantiene una fuerte discusión con ellos y al final acaba en el hospital. Mientras, Rosario se acuesta con un nuevo amante.
Óscar y Franco quieren ayudar a su hermano mayor. Los dos hablan con sus respectivas chicas para que intercedan por él ante Norma y
convencerla así de que le dé una nueva oportunidad. Sin embargo, una pelea más entre Juan y Fernando empeora la imagen que la
joven tiene de su amado. Será Sarita quien abra los ojos a su hermana, al comentarle sus sospechas de que Gabriela, Dinora y el
mismísimo Escandón se han unido para alejarla del padre de su hijo. Eva, que no deja de pensar en su hija, va a la tienda de Leandro
para verla, pero allí se encuentra con Raquel, que la echa de malas maneras, pues tiene miedo de que la criada desvele su mayor
secreto.

CAPITULO 8
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Juan Reyes y Norma preparan su boda
Los últimos acontecimientos ocurridos en la hacienda Elizondo relacionados con la soberbia y falta de capacidad de Fernando obligan a
Norma y a Jimena a dejar sus respectivos trabajos para ayudar a su hermana, Sarita. Ruth, por su parte, le recuerda a Raquel lo que le
dijo Calixto sobre que ella no es su verdadera madre. La mujer, nerviosa, intenta quitarle importancia a ese rumor, pero la chica ya no
sabe qué creer. Mientras, Armando está desolado porque Rosario, que está muy enfadada con él, ni siquiera ha ido a visitarle al hospital.
Y cuando finalmente lo hace, es para pedirle el divorcio. Indignado, el empresario asegura que no se lo dará. Juan, que no sabe cómo
acercarse a su amada después de que Dínora haya logrado sembrar la duda en ella con sus artimañas, aprovecha un momento en que se
encuentra con Fernando, Sarita y unos empleados en los límites de sus tierras para decirle a la joven Elizondo que desea ver a su
hermana. Ella le asegura que hablará con Norma, pero no le promete nada. Al final, Sarita aparece en la hacienda de los Reyes con su
sobrino en brazos. Martín odia estar encerrado en casa, así que una noche le pide a Dominga que le acerque en la silla de ruedas a la
carretera, para dar un paseo. Una vez allí, Pepita le recoge en su furgoneta y juntos se dirigen al bar Alcalá. Cuando Gabriela descubre la
nueva aventura de su padre, va inmediatamente a buscarle con Fernando. Dínora, bastante enfadada, acude a casa de los Reyes para
preguntarle a Juan por qué no ha asistido a una de sus cenas. En plena discusión, Quintina comunica a su patrón la llegada de Norma.
Juan sale a recibirla y acaba contándole que Dínora está allí. Entre tanto, la joven Rosales camina por la casa y se tropieza con Manolo,
uno de los hijos de Hortensia que trabaja en la hacienda. Todo está muy oscuro y la chica, creyendo que se trata de Juan, se abalanza
sobre él en el momento que aparecen Norma y su amado. Para justificar su error, Dínora intenta convencerles de que el peón intentó
abusar de ella, pero sus palabras no suenan nada creíbles. De este modo, Norma se da cuenta de lo equivocada que estaba y comprende
que la joven Rosales se ha aliado con su madre para separarla de Juan Reyes. Ajena a esto, Gabriela encuentra a su padre divirtiéndose
en el bar Alcalá. La fiesta durará poco, pues el anciano se desmaya de repente. Asustada, la mujer decide llevárselo a casa, aunque
Fernando le sugiere que es mejor ir al hospital. En la hacienda, Martín es atendido por el médico, quien asegura a la familia que el
anciano está grave. Gabriela, temiendo lo peor, llama al cura y éste le da la extremaunción poco antes de que muera. La noticia se
extiende como la pólvora y la hacienda pronto se llena de visitantes que acuden para rezar por el alma del fallecido. En cuanto comienzan
las plegarias, Martín abre los ojos, se levanta y agarra a una amiga de Gabriela, al tiempo que pide que le den una escopeta para echar a
esas “buitres”. Tras la increíble recuperación de Martín, Norma le ajusta las cuentas a su madre. Muy furiosa, le grita que ya sabe que se
alió con Dínora y que se va a casar con Juan. Gabriela, que reconoce haber jugado sucio, ya no puede negarse a los deseos de su hija.
Seguidamente, la joven va con su hijo a casa de los Reyes para contárselo todo a su amado. Juan, loco de emoción pero dispuesto a dar
los pasos correctos, decide comunicar primero su decisión a la familia Elizondo. Diferente suerte corre Fernando, pues, por un lado
seguirá sufriendo los desprecios de Martín, y por otro, ha perdido definitivamente a Norma. Hundido, va a ver a Dínora para desahogarse
y ella le aconseja que no desespere, pues las cosas todavía pueden cambiar... Raquel, que por fin ha conseguido que su hija renuncie a
su trabajo en la tienda de moda, tampoco está pasando un buen momento. Y es que Ruth continúa su relación amorosa con Antonio,
muy a su pesar. Para colmo, una noche los descubre besándose. El relanzamiento de la tienda de Leandro ha sido todo un éxito y hasta
Juan cae en la tentación de solicitar los servicios del modisto, al que encarga el vestido de novia de Norma. El joven Reyes, sin embargo,
no muestra el menor interés por el traje que lucirá él. Óscar y Jimena quieren dar marcha atrás en su decisión de divorciarse. El amor
que sienten el uno por el otro les impide terminar con la relación. Quienes no lo van a tener nada fácil son Ruth y Antonio. Raquel
convence a los padres del chico de que la pareja pretende casarse en secreto y ellos deciden enviar a su hijo a estudiar al extranjero para
así impedir el enlace. Melisa, la madre de Benito y Leandro, regresa al país y Raquel organiza una comida. Allí, los invitados insultan a
los hermanos Reyes, Ruth se enfada y Raquel le da una bofetada por su descaro. Cuando Fernando descubre que Franco es el
enamorado de Sarita, trama un plan para separarlos. Así, miente a la chica diciéndole que el joven Reyes nunca dejó su relación con
Rosario. Luego, el ex de Norma anima a la cantante a recuperar el amor del joven Reyes. Sin dudarlo, ella va a ver a Franco y le asegura
que aún no le ha olvidado. Él le responde que su corazón pertenece a Sarita. Armando no tardará en conocer este encuentro. Juan, que
ha visto a Rosario en la hacienda, se preocupa por su hermano, pues considera que esa mujer sólo le va a dar problemas.

CAPITULO 9
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Rosario ordena matar a su marido
Armando, que se siente humillado ante los continuos desaires de su esposa, toma una importante decisión: si Rosario no puede ser para
él, no será para nadie. El empresario habla con Memo, su mano derecha, y le ordena que mate a la joven. Mientras tanto, la ambición y
el orgullo de la cantante no le permiten darse cuenta del serio peligro que corre y, lejos de imaginarse lo que trama su marido, acude a la
hacienda Elizondo dispuesta a retar a Sarita; Rosario no parará hasta reconquistar a Franco. El hogar de los Uribe también está muy
revuelto. Melisa llega justo en el momento en que Raquel intenta reprender a Ruth y ve cómo casi la abofetea. Cuando la chica ya se ha
retirado, Melisa discute con la esposa de Calixto y le echa en cara que haya aprovechado su ausencia para dominar a sus hijos, Leandro y
Benito, y también a Ruth, al tiempo que le recuerda que ésta es adoptada. La chica, que oye la conversación sin querer, se queda de
piedra. Poco después Ruth reclama a Raquel que le diga la verdad, pero ella elude el tema. Cuando Rosario llega a la hacienda Elizondo
se encara con Sarita y le asegura que Franco va a ser para ella. La hija de Gabriela, dolida en su amor propio, contesta que puede hacer
lo que quiera, porque ella no piensa pelear por ningún hombre. Después, Norma, que ha sido testigo de la inesperada visita, interroga a
Sarita, que no tiene más remedio que confesarle que está enamorada de Franco. Acto seguido, la joven se lo dice a Jimena. Días más
tarde, Juan y Óscar, enterados de que su hermano se ha citado con Sarita, le aconsejan cómo tratar a la joven Elizondo para que todo le
vaya bien. Ninguno de los dos sospecha que el verdadero peligro para el chico esa noche son los matones de Armando, que planean
volver a atentar contra él. Durante la velada, Sarita comenta con su amado el incidente que ha tenido con Rosario. Franco le asegura
que esa relación terminó hace mucho tiempo y que ya no siente nada por la cantante. Además, le pide que confíe en él. Mientras la
pareja charla, la mayor del clan Elizondo se da cuenta de que unos hombres no dejan de mirar a Franco. Temiendo que se trate de un
nuevo atentado, Sarita le monta una escenita de celos, le tira la bebida y forma un gran jaleo para luego poder escapar aprovechando la
confusión. Manolo y Miguel, que cada vez se encuentran más a gusto trabajando con los Reyes, comunican a sus padres que se van a
vivir a la hacienda Trueba. En una nueva discusión, Ruth le exige a Raquel que le diga el nombre de su verdadera madre, pero la mujer
se niega y amenaza con enviarla al extranjero. Impotente, la chica se va a su cuarto. Allí ve la foto que le dio Jimena de los Reyes con su
hermana Libia y recuerda las palabras que en su día le dijo Óscar: “Siempre podrás contar con nosotros para lo que sea”. Entonces,
decide pedirles ayuda. Cuando los hijos de Hortensia se dirigen a la hacienda Trueba, se encuentran con Ruth y, creyendo que se trata
del fantasma de Libia, se asustan y se caen de la moto. Al llegar los hermanos a su trabajo, relatan a Juan lo que han visto. Éste,
incrédulo, se enfada y les reclama su retraso. Todo se aclarará cuando Ruth se presente en la hacienda. La muchacha les cuenta a los
Reyes que es adoptada, que ha discutido con Raquel y que no tiene dónde ir. Juan, Franco y Óscar le ofrecen su apoyo incondicional y,
por supuesto, su casa. Memo, dispuesto a llevar a cabo las órdenes de su jefe, secuestra a Rosario y la lleva, maniatada, a un lago,
donde ha planeado tirar su cuerpo una vez que la mate de un disparo. Sin embargo, en el último momento el sicario se arrepiente.
Entonces, Rosario, muy astuta, le propone un trato: matar a Armando para después compartir con él las riquezas el empresario. Memo
acepta sin dudarlo y oculta a la cantante en su casa. Seguidamente, lleva a su jefe el anillo de su esposa como prueba de que ha
cumplido su cometido. Los Rosales irán a la boda de Norma Hortensia va a la hacienda Trueba a reclamar a sus hijos. Allí Juan le
planta cara y asegura a la mujer que no piensa despedirles, ni obligarles a que se vayan. En ese momento, llega Ruth y en cuanto la
frutera la ve, comienza a gritar diciendo que se trata de Libia y que ha vuelto para vengarse. El mayor de los Reyes, desconcertado,
pregunta a Manolo y Miguel de qué está hablando y los chicos le cuentan que ellos acompañaron a Libia a la finca de los Elizondo el
mismo día en que se suicidó. Entre tanto, Fernando y Olegario se han enzarzado en una violenta pelea. Poco después, el ex marido de
Norma trata de justificar su comportamiento ante Gabriela diciéndole que el capataz se negó a acatar una orden suya. Al final, la
matriarca del clan despide a Olegario, a pesar de la oposición de sus hijas. Éstas, indignadas, recurren a los Reyes, quienes contratan al
hombre. Tras conocer la desaparición de Ruth, Melisa deja a un lado las diferencias que tenía con Raquel y va a visitarla con sus hijos.
Lejos de agradecérselo, ella los echa tirándoles un cubo de agua. Una vez recuperado de sus heridas, Armando sale del hospital y se
dirige al lago donde supuestamente se encuentra el cuerpo de Rosario. Memo, por su parte, intenta eliminar a su jefe en repetidas
ocasiones, pero falla. Dínora y sus padres están molestos con los hermanos Reyes, porque no han sido invitados a la boda de Juan y así
se lo hacen saber en una visita a su hacienda. Al final, el novio recapacita y acepta que los Rosales vayan al enlace. Gabriela no tarda en
descubrir que Ruth está viviendo con los Reyes y así se lo hace saber a Raquel, que no duda en ir a buscarla.

CAPITULO 10
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Dinorah secuestra a Juan
Raquel exige ver a Ruth en cuanto llega a casa de los Reyes escoltada por sus amigas. Sin embargo, Juan le dice que la chica quiere
quedarse con ellos y le pide que respete su decisión. Entonces, la mujer se altera muchísimo y el mayor de los Reyes ordena a sus
peones que la suban a ella y a sus acompañantes a la camioneta y se las lleven. La esposa de Calixto no puede soportar tanto desprecio
y va a hablar con Gabriela para consolarse. El relato de lo ocurrido ofende tanto a la hija de Martín como divierte a las hermanas
Elizondo, que intentan no reírse de la afligida Raquel. Esa noche, durante la cena, el abuelo también disfrutará al enterarse de lo
sucedido en casa de los Reyes, pero provocará el enfado de Gabriela cuando comente delante de sus hijas que Ruth es adoptada. Más
tarde, Sara le confiesa a Jimena sus sospechas de que Eva es la madre de la chica. Mientras tanto, los matones de Armando le informan
de que su mujer vive en casa de Memo. El empresario del bar Alcalá, convencido de que Rosario está muerta, no les cree, así que los
asesinos le llevan hasta el lugar para que lo compruebe con sus propios ojos. Al ver a su esposa, Armando intenta capturarla, pero la
cantante logra huir. Norma y Jimena van a la hacienda de los Reyes para ultimar los preparativos del enlace. La menor de las Elizondo
aprovecha la visita para disculparse ante Ruth por no haberse comportado bien con ella y para darle su apoyo, ahora que la joven está
sufriendo por su familia. Leandro pide a su prima que vuelva a la tienda Mientras que en la hacienda Trueba no se piensa en otra
cosa que en boda, Dínora prepara su gran golpe: el secuestro del mayor de los Reyes. A dos días del gran acontecimiento, Juan y Norma
deciden salir juntos como novios por última vez. La pareja disfruta de una romántica velada en la que se jura amor eterno. Sin embargo,
cuando el chico se dirige a su casa tras dejar a su amada en la suya, es asaltado en la carretera y secuestrado por unos desconocidos.
Al mismo tiempo, Ruth y Eva se impacientan porque Juan no acaba de llegar a casa. Óscar las tranquiliza diciéndoles que es normal, pero
a la mañana siguiente se extraña de que su hermano no haya aparecido y decide ir, acompañado de Franco, a hablar con Norma. De
camino a la hacienda, ven el coche de Juan abandonado y manchas de sangre en el suelo. Enseguida llaman a la Policía, que interroga a
Dínora y Fernando como principales sospechosos. Mientras tanto, los secuaces de la joven Rosales llevan a Juan a una cabaña, donde es
golpeado y torturado sin compasión. Ruth, los Reyes y las Elizondo salen a recorrer las fincas próximas en busca de alguna pista que les
indique el paradero del muchacho. Los reyes deciden cancelar la boda Los acontecimientos no pueden hacer más feliz a Fernando,
quien acude pletórico a contárselo a Armando. Leandro, por su parte, queda con su prima y le pide que vuelva a trabajar en la tienda,
pero la joven se niega porque cree que debe estar junto a los Reyes. Dínora va a ver cómo se encuentra su víctima en varias ocasiones
y en todas se insinúa a Juan y lo martiriza. Al abandonar el escondite, visita a Norma y le dice que está segura de que su amado se ha
ido para divertirse con otras mujeres. La joven no aguanta más y la emprende a golpes contra Dínora, quien le responde con la misma
agresividad. Gabriela, que presencia la pelea, culpa a su hija de lo ocurrido. Por su parte, Pepita se dirige a casa de Panchita para
contarle que Armando busca a su mujer en la casa de todos los hombres con los que ha estado. Al no dejarle entrar en la habitación, la
cantante sospecha que la joven está acompañada y se retira. No puede imaginarse que quien se oculta detrás de la puerta es la misma
Rosario. Desesperados por los acontecimientos, los Reyes deciden cancelar la boda. Mientras, Úrsula y Zacarías, que desconocen lo que
ha hecho su hija, visitan a sus vecinos para ofrecerles su apoyo. Ruth y Óscar salen a cabalgar y llegan a las propiedades de los Rosales.
En ese momento, la joven siente que Juan se encuentra cerca y deciden adentrarse con el caballo. Sin embargo, al aproximarse a la
cabaña donde está secuestrado Juan, unos hombres les echan. Ante la ausencia de una mano que los dirija, los trabajadores de los
Reyes empiezan a olvidarse de sus obligaciones. Así que Franco decide nombrar a Olegario nuevo administrador de la hacienda. Manolo
y Miguel están preocupados por la salud de Hortensia, quien no se ha recuperado del shock que le produjo ver a Ruth. La joven, que se
siente responsable, les ofrece su ayuda y enseguida habla con Filemón para convencerlo de que deben ingresar a su mujer en un centro
especializado. Franco y Óscar también ayudan a la familia. Al final, Armando encuentra a Rosario en casa de Panchita y ordena a sus
matones que la encierren en casa de Memo, mientras éste se recupera en el hospital del accidente que sufrió cuando intentaba matarle.
Al enterarse de esto, Pepa se enfada con Panchita por no haberle contado su secreto. Úrsula empieza a sospechar de las continuas
salidas de su hija, pero no llega a descubrir lo que se trae entre manos. Ruth habla con Zacarías sobre los vigilantes de sus fincas, pero
éste le asegura que no tiene. Esto hace que la joven vuelva a explorar los terrenos, pero esta vez sola. Los secuaces de Dínora la
encuentran e intentan violarla; afortunadamente, aparece la secuestradora y lo impide. La prima de Leandro aprovecha un momento en
que la malvada Rosales reprende a sus hombres para soltar a Juan y escaparse. Por desgracia el intento resulta fallido y la hija de
Zacarías ordena que los maten a los dos y los entierren en una fosa. Los Reyes y las Elizondo, que han salido a buscar a Ruth, ven la
choza en llamas y sospechan que allí estuvo Juan. Convencidos de que Dínora está involucrada en el secuestro, la acusan ante la Policía.
En medio de tanta tragedia, Olegario y Quintina descubren que entre ellos ha surgido un sentimiento desconocido: el amor. Por otro
lado, Armando echa a sus matones para quedarse solas con su mujer. Rosario le exige que la suelte y, tras una fuerte discusión, ambos
acaban heridos y en el hospital. Allí se dan cuenta de que no pueden vivir el uno sin el otro. Dínora huye para no ser descubierta,
mientras Juan y Ruth logran salir del agujero donde han sido encerrados y se resguardan del frío de la noche. Sin embargo, la joven está
muy débil y se desmaya.

CAPITULO 11
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Gabriela se casa con Fernando
Norma y Eva viven angustiadas porque Juan y Ruth siguen sin aparecer. Afortunadamente su desconsuelo llega pronto a su fin ya que el
grupo de rescate da con la pareja, aunque la chica aún no ha recobrado el conocimiento. Reaccionará cuando, una vez en la habitación
de la hacienda Reyes, Eva la abrace como sólo una madre puede hacerlo. Por su parte, Juan está dispuesto a castigar a Dínora por todo
lo que ha hecho. Sin embargo, antes de salir de la casa cae desplomado por el agotamiento. Sus hermanos se ocuparán del asunto. Así,
Franco y Óscar se presentan con la Policía en casa de los Rosales. Úrsula y Zacarías no pueden creer las acusaciones que los agentes
vierten sobre su hija. Mientras, Dínora disfruta en la isla paradisiaca adonde ha huido. Antonio regresa del extranjero Reunidos todos
juntos por fin, los Reyes organizan una gran fiesta para celebrar el regreso de los secuestrados. Franco se entristece al no ver a Sarita; la
joven ha decidido no asistir al evento para no disgustar a su madre. Quien sí va a divertirse es Óscar, que pasa en el ‘jacuzzi’ una
apasionada velada con Jimena. También Ruth se llevará una gran alegría cuando vea aparecer a Antonio. El muchacho confiesa a su
amada que no puede vivir sin ella y que por eso ha vuelto; por desgracia, no tiene ni dinero ni hogar ya que sus padres no quieren saber
nada de él. Melisa, impulsiva y romántica, se ofrece a acoger al chico en su casa. La propuesta enfada tanto a Benito que a punto está de
perder el apetito. Al día siguiente, el hijo menor de Melisa se indigna cuando ve a Antonio pasearse en ropa interior por su casa y a su
hermano y a su madre, víctimas de una gran resaca. Mientras tanto, en la hacienda de las Elizondo se produce otra discusión entre
Fernando y Sarita, que acaban llegando a las manos. Tras el incidente, las tres hermanas ponen un ultimátum a su madre: o Fernando o
ellas. Gabriela no sabe qué hacer y no contesta. Benito no aguanta más la situación en su casa y le pide a su “tiíta” Raquel que le deje
vivir con ella. Sin embargo, ésta se niega porque le interesa que su sobrino le cuente todo lo que ocurre en el hogar de Melisa, ahora que
Antonio, el novio de Ruth, vive con ellos. Sarita se reúne con Franco en una cabaña y allí, por fin, se entrega a su amado. Fernando, que
los descubre, regresa pensativo al rancho. Cuando llega, Gabriela le dice que, aunque no quiere despedirlo, debe hacerlo para no perder
a sus hijas. Entonces, Escandón le asegura que se quedará sola porque Sarita, la única que hasta ahora no le había fallado, la está
engañando. Y para que lo compruebe con sus propios ojos la acompaña hasta la cabaña donde la pareja de enamorados continúa
regalándose tiernas caricias. Cuando Gabriela ve a los enamorados, le invade la rabia y pega a Franco para que no se acerque más a su
hija. Fernando insulta a Sarita y Franco Reyes la emprende a golpes con él. Entonces, la hija de Martín defiende a Fernando con un rifle y
Franco se ve obligado a marcharse. Gabriela ordena a Fernando que regrese a casa con el caballo de su hija y se queda con la chica a
solas. Acto seguido, empieza a darle latigazos pero Sarita se enfrenta a ella y le dice que no la golpee más. Mientras tanto, Escandón ya
ha llegado a la hacienda y al verlo Norma y Jimena subido al caballo de su hermana se asustan tanto que se van en coche a buscarla. Al
llegar a la choza convencen a su madre para que les deje llevársela a casa, donde es atendida por un médico. Ruth y Franco llevan a
Hortensia a una clínica Franco, desesperado, se presenta en la hacienda para saber cómo se encuentra su amada. Norma y Jimena
ocultan el enfrentamiento entre Sarita y Gabriela y mienten al joven diciéndole que su hermana está demasiado avergonzada para verle.
A Martín, por su parte, le llevan los demonios cuando se entera de que su hija ha golpeado a su nieta y la reprende como nunca. Ésta le
dice que fue porque descubrió a su hija con Franco Reyes. Gabriela, destrozada, va a hablar con Fernando, el hombre en el que siempre
se ha apoyado, y éste, conocedor de que sus días en la hacienda están contados, quema su último cartucho. “Sé que siempre se sintió
atraída por mí, incluso cuando nos conocimos pensé que me propondría ser su amante. Podríamos casarnos”. La madre de Norma le pide
que se vaya de casa y se dirige a su dormitorio. Desobedeciendo su petición, Escandón la sigue y ambos acaban besándose. Al día
siguiente, Ruth y Franco llevan a Hortensia a un psiquiátrico, donde esperan que la madre de Manolo y Miguel se recupere. Poco después
y para sorpresa de todos, Gabriela reúne a su padre y a sus hijas y, delante de Fernando, les anuncia que éste dejará de ser el
administrador para convertirse en su marido. Aunque su familia intenta disuadirla, la mujer no les escucha y comienza a preparar hasta
el último detalle de su boda. Finalmente, y sin la presencia de sus seres queridos, la hija de Martín da el “sí, quiero” a Escandón.

CAPITULO 12
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Jimena se debate entre la vida y la muerte
Mientras Gabriela se entrega ante los ojos de Dios a Fernando, las Elizondo hablan de la boda en su casa de Santa Clara, donde han ido
para no presenciar semejante acontecimiento. Las hermanas llegan a la conclusión de que, en el fondo,la mujer siempre estuvo
enamorada de su yerno. Martín, que tampoco ha asistido al enlace, sigue cada detalle de la fiesta desde la ventana de su habitación, con
ayuda de sus inseparables prismáticos. Los Reyes, por su parte, visitan a sus respectivas enamoradas. Está claro que no pueden pasar
ni un minuto lejos de ellas. Tras la ceremonia, se suceden los comentarios de los invitados, que critican a los recién casados sin parar. A
Benito, sin embargo, son otras las cosas que le mantienen ocupado en el convite. Entre bocado y bocado, el chico charla animadamente
con Belinda. Y es que la sobrina de los Rosales se ha fijado en él y le prodiga infinidad de carantoñas. No contenta con eso, la joven
prepara una salsa en la cocina que Benito devora con gusto. Cuando quiere repetir, Belinda le da por error un purgante para caballos y
los efectos en su estómago no se hacen esperar. El hijo de Melisa empieza a sentir un fuerte dolor y, su amiga, asustada, le lleva a la
habitación de Gabriela para que se acueste un rato. Debido a un mal movimiento, a Benito se le rompen los pantalones y la chica se
ofrece a cosérselos. Justo cuando lo está haciendo, entran los familiares de ella acompañados de Martín, quienes, al ver la escena, la
malinterpretan. Todos ponen el grito en el cielo y acusan a Benito de violador. Para empeorar aún más la situación, aparece un primo de
Belinda, que golpea al muchacho por haberse propasado con ella. Ruth le pregunta a Eva por su madre Martín, que no está
dispuesto a soportar semejante escándalo en la hacienda, echa a todos los invitados. Más tranquilos se encuentran en Santa Clara Sara y
Franco, cuya relación va viento en popa. Sin embargo, a pesar de la enorme felicidad que les embarga, la pareja no termina de decidirse
a dar el gran paso, porque no desea equivocarse como Gabriela. Benito, que no se ha visto en otra igual, no sabe cómo defender su
inocencia ante Raquel, a quien ha acompañado a la boda. En el intento, Belinda, en vez de ayudarle, le insulta. Completamente
abochornada, la mujer de Calixto decide abandonar el lugar. Al día siguiente, Raquel, con cara de pocos amigos, explica a su cuñada lo
sucedido y califica a Benito de degenerado. Melisa y Leandro no dejan de reírse mientras escuchan a la mujer, que se enfada aún más
cuando ve a Antonio. De hecho, le amenaza con hablar con su padre para que le reprenda. Mientras tanto, Martín se encuentra solo y
deprimido en la hacienda. Gabriela se ha ido de viaje de novios a Europa y él no deja de pensar en el grave error que ha cometido su hija
casándose con Fernando. De repente, aparece la alocada Pepita Ronderos junto a sus compañeros de trabajo. Su intención es animar a
su querido amigo con un poco de música. Y por supuesto lo consigue, pero no sólo a él, sino a las Elizondo y a los Reyes, que llegan en
ese momento y no dudan en apuntarse a a la reunión. Paralelamente, pero en la hacienda Trueba, Ruth pregunta a Eva si ella sabe quién
es su verdadera madre. Desobedeciendo a los dictados de su corazón, la sirvienta continúa guardando el más absoluto silencio. En la
fiesta, Franco charla con Pepita y le confiesa lo enamorado que está de Sarita y lo mucho que desprecia a Rosario por las humillaciones a
las que le ha sometido. Ante semejante revelación, la artista se queda de piedra y al día siguiente se lo cuenta a la mujer de Armando
para que olvide al joven Reyes de una vez por todas. Rosario se pone furiosa al escuchar las palabras de Pepita. Antonio se plantea
volver a estudiar Unos días después y tras meditarlo mucho, Ruth acepta la propuesta que tantas veces le ha hecho su primo Leandro
de volver a la tienda. Así, además de trabajar, podrá estar junto a su novio, que también ha entrado a formar parte de la plantilla del
negocio. Antonio, que a ojos del hijo de Melisa no es un buen trabajador, se cae cuando se dispone a bajar una caja. Leónidas, su padre,
presencia el traspié y acto seguido le obliga a que regrese a la casa familiar. Ruth apoya la opinión de su futuro suegro y también
aconseja a su novio que retome los estudios en la Universidad cuanto antes. Benito cree haber encontrado la solución a sus problemas
con la familia Rosales. Así, habla con Belinda y le dice que pueden casarse para acallar las malas lenguas. La joven se muestra
encantada. Desde Europa, Gabriela llama a su casa y habla con su hija Norma. Fernando, más seguro de sí mismo que nunca, le quita el
teléfono a su flamante esposa y le hace una advertencia a la que fuera su mujer: “Pórtense bien, porque a partir de ahora tendrán que
rendirme cuentas de todo lo que hagan en la hacienda”. La respuesta de la joven es colgarle, en vez de responder a semejante insulto.
Sin nadie que se lo impida, las tres Elizondo acuden a la hacienda del clan Reyes, donde Juan, Franco y Óscar han organizado una cena
para ellas. Después de pasar una agradable velada, el mayor de los hermanos se ofrece a acompañarlas en el coche a su casa. De
pronto, aparece una mujer en el medio de la carretera y empieza a dispararles con un rifle. Acto seguido, la agresora se da a la fuga. A
causa del ataque, Juan pierde el control de su vehículo y todos sufren un accidente. La que peor parada sale es Jimena, que se queda sin
conocimiento y ha de ser ingresada en el hospital, en estado grave. Como si de un presentimiento se tratara, Gabriela tiene una
pesadilla y telefonea a su casa para preguntar por sus hijas. Martín le miente asegurándole que todo va bien. Mientras tanto, Juan acaba
dándose cuenta de que la persona que les atacó fue Dínora.

CAPITULO 13
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¿Quien quiere matar a los Reyes?
Aunque Juan Reyes presiente que ha sido la malvada Dínora Rosales quien les ha atacado a él y a las hermanas Elizondo, ninguno de los
cuatro vio con claridad al agresor. Mientras, Armando espera en su casa a que llegue Rosario, de quien no sabe nada. Cuando entra por
la puerta, vestida de negro, él le pregunta de dónde viene a esas horas y ella le contesta que ha ido al cine con Panchita. Al empresario
no le gusta que su esposa prefiera estar con sus amigas en vez de con él y así se lo hace saber. Entonces, la cantante le dice que está
harta de sus constantes ataques de celos y le amenaza con dejarle, si no empieza a cambiar de actitud. Ruth llega a la hacienda Trueba
para saber qué ha pasado, pero ni Eva ni Quintina conocen los detalles del accidente. Las dos consiguen tranquilizar a la chica
asegurándole que los Reyes llamarán por teléfono en cuanto sepan cómo se encuentra Jimena. Armando no puede pegar ojo y, acostado
en la cama junto a su mujer, le pregunta qué película ha visto. “La Noche de la Venganza”, le responde Rosario con frialdad. Óscar no
se separa ni un segundo de Jimena Martín está muy intranquilo en la hacienda ante la ausencia de noticias. Por fin llegan Sara y
Franco, que le explican que han sufrido un extraño accidente, cuyas circunstancias habrá que aclarar. Al día siguiente, se presentan
varios agentes en casa de los Reyes y les aseguran que descubrirán a sus enemigos, porque ya son muchos los ataques contra ellos.
Cuando la Policía pregunta a Norma qué recuerda del accidente, ella asegura que vio a una mujer de pelo largo y con sombrero, toda
vestida de negro. Ruth enseguida sospecha de la hija de Úrsula. Esa misma tarde las autoridades acuden a la hacienda de los Rosales
para preguntar por el paradero de Dínora. Los padres de la chica responden que ella aún está de vacaciones y les echan, diciéndoles que
ya está bien de que cada vez que ocurre una desgracia en los alrededores la primera sospechosa sea su “angelito”. En el hospital, Óscar
vela por su amada, de la que no se ha separado desde que ingresó. Cuando Jimena despierta, le pregunta qué le ha ocurrido. El joven
Reyes intenta quitarle importancia, pero está realmente preocupado por ella. Rosario, que continúa comportándose de una forma
extraña, divisa la hacienda de los Reyes desde una colina con unos prismáticos. Martín llama por teléfono a Pepita para contarle lo
sucedido con Juan y sus nietas y promete darle los detalles, si va a verlo. En cuanto cuelga, la cantante pone al corriente de todo a
Panchita. Leónidas le exige a Ruth que deje a su hijo Ruth, que había pensado visitar a Jimena en la clínica, cambia de planes
cuando Quintina le informa de que el padre de su novio está en la hacienda. Eva le aconseja que no lo reciba, pero ella decide hablar con
él cara a cara. Leónidas ataca verbalmente a la joven diciéndole que si ama a Antonio, debe dejarle para que siga con sus estudios.
Además, la acusa de ser demasiado ambiciosa al haberse fijado en un chico que no pertenece a su clase social, ya que la mismísima
Raquel le ha desvelado que es adoptada. Ruth llora desconsolada ante la traición de la mujer de Calixto. Eva, que lo ha escuchado todo,
sale en defensa de su hija. “Ruth es tan digna o más que usted”, le espeta. Leónidas se va pidiendo a la joven que recapacite sobre la
conversación. Al quedarse solas, Ruth agradece a Eva su ayuda y la criada le asegura que por ella es capaz de hacer eso y mucho más.
En el bar Alcalá, Rosario pregunta a Panchita sobre el accidente que sufrió Juan Reyes. La chica le dice que con él también iban en el
coche las Elizondo y que una de ellas salió mal parada. La mujer de Armando se enfada cuando su amiga no sabe decirle quién de las
tres hermanas está en el hospital. Al final Panchita le aclara que no se trata de Sarita. Cuando la cantante sale del camerino, Rosario
lamenta que la amada de Franco haya tenido tanta suerte. Esa misma noche Sara comenta a Norma las dudas que tiene. No sabe si
quedarse en la hacienda para mantener a raya a Fernando, o ir con Franco para defenderle de sus enemigos. Su hermana le dice que lo
segundo es complicado, porque esos malvados delincuentes nunca dan la cara. Mientras que Norma está convencida de que Dínora es la
culpable, Sarita sospecha de Rosario y Armando, pues sabe que los dos odian a su novio. Ajena a todo esto y todavía de luna de miel en
Europa, otros son los hechos que preocupan a Gabriela. La recién casada descubre a Fernando jugando en el casino. Al pedirle que la
acompañe al hotel, Escandón se niega, alegando que está en racha. La hija de Martín se viene abajo, pues comprueba que es un vicioso
del juego. En el bar Alcalá, Armando pregunta a sus matones, Herzog y Rubinsky, si fueron ellos quienes atentaron contra la vida de
Juan. Cuando lo niegan diciéndole que a ellos sólo les interesa Franco, el empresario mira pensativo a su esposa, que canta en el
escenario. Por otro lado, Manolo comenta al mayor de los Reyes que ha visto una furgoneta negra rondando la hacienda. Días después,
es el propio Juan quien se percata de la presencia del vehículo y sale a caballo para alcanzarlo, pero fracasa. Nuevamente aparece una
figura misteriosa que lo observa todo con unos prismáticos. En la clínica, Jimena es atendida por el doctor Coronado, que no es otro que
el padre de Antonio. Éste, tras halagar su belleza, le dice que pronto le darán el alta. Armando, en un intento de recuperar el amor de su
esposa, le propone hacer un viaje, pero ella lo rechaza. Y mientras esta relación se debilita, Benito y Belinda hacen oficial su noviazgo.
Los ataques en la hacienda de los Reyes no parecen tener fin. Una mañana, Juan y Norma se disponen a ir a visitar a Jimena al hospital y
le piden que Sarita les acompañe. Ésta acepta, pero la visita se verá frustrada. Justo cuando van a coger el coche, se aproxima una
camioneta negra desde donde alguien dispara. Los tres se agachan y, afortunadamente, salen ilesos.

CAPITULO 14
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Norma vive un verdadero infierno
Juan persigue el coche que ha puesto en peligro su vida, la de Norma y la de Sarita. Las chicas, temiendo que el joven Reyes resulte
herido, salen detrás de él para ayudarle. Pero cuando lo alcanzan, ya no se encuentra solo: unos matones le están golpeando. Entonces,
la mayor de las hermanas saca su rifle y dispara contra ellos, logrando que los agresores huyan despavoridos. Ciega de amor, Gabriela
disfruta de su luna de miel con Fernando y le confiesa que él es el hombre de sus sueños. Escandón, que ya urde un plan para hacerle la
vida imposible a las Elizondo y, sobre todo, a quien fuera su esposa, le asegura que estarán juntos para siempre, “en lo bueno y en lo
malo”. Sin esperarlo, Franco se topa con Rosario en el ascensor de las oficinas Trueba. El chico la acusa de ser culpable de los atentados
que últimamente han sufrido sus hermanos y él. La cantante niega relación alguna con los hechos, ya que, según ella, a los Reyes les
sobran enemigos que quieran destruirlos. “Yo solamente tengo que esperar a que suceda”, le asegura maliciosa. Recuperada, Jimena
sale del hospital Esa noche, los Reyes visitan a las Elizondo y llevan a Eva y a Ruth con ellos. Martín, que presiente días aciagos para
su familia, pide a todos que permanezcan unidos. Poco antes de que Jimena reciba el alta, Óscar la visita en el hospital y ella le promete
que se irá vivir con él. Esa misma tarde, de camino a la frutería de Filemón, el menor de los Reyes hace partícipes a sus hermanos de la
gran noticia. Al llegar al mercado, los chicos conocen a Esperanza, la atractiva mujer que Filemón ha contratado para sustituir a su
esposa en la frutería. Todos ven muy claras las intenciones del padre de Manolo y Miguel, que está embobado con su nueva empleada.
La Policía consigue dar con los bandidos de la furgoneta negra. Durante el tiroteo muere uno de ellos, mientras que el otro resulta ser
una mujer desconocida. Cuando los agentes se lo comunican a los Reyes, Juan y Franco, lejos de alegrarse, se desaniman, pues están
convencidos de que esas personas eran sólo unos empleados y que su verdadero enemigo aún anda suelto. Poco después, el marido de
Jimena va a recoger a su esposa a la clínica. Una vez en el coche, la pareja comenta feliz cómo va a ser su vida a partir de ahora.
Mientras, en el salón de la hacienda Elizondo se está organizando una gran fiesta de bienvenida comandada por la vivaracha Pepita.
Martín infla los globos, se oyen los primeros compases de la música y Sarita y Norma felicitan a la cantante por la buena idea que ha
tenido. En ese momento Dominga anuncia la llegada de un coche. Los invitados salen a recibir a Jimena, sin embargo, los que bajan del
vehículo no son otros que Gabriela y Fernando. La madre de las Elizondo monta en cólera al ver a Pepita y le pide que se vaya. Fernando
no se queda atrás e incluso la agarra del brazo. Martín no duda en interceder por su amiga, al igual que Norma. Antes de irse, la
cantante acusa a Fernando de traidor y de dárselas de gran señor ahora que se ha casado con una mujer rica. Para empeorar la
situación, aparecen Óscar y su mujer. Cuando el joven le dice a Gabriela que Jimena se va con él, ella monta en cólera. Entonces, la
chica decide quedarse en el hogar familiar durante un tiempo y así se lo comunica a su marido. Él se muestra decepcionado y se va a la
hacienda, donde sus hermanos esperan ansiosos a que llegue la pareja. Una vez tranquilizada, Gabriela va a la habitación de Juan David
para jugar con él. En ese momento, llega Norma y su madre se pone nerviosa. La joven le dice que no tiene por qué reaccionar así, que
nunca le impedirá estar con su nieto. Acto seguido, entra Fernando, reclamando hablar a solas con su esposa. Con gran firmeza,
Escandón le asegura que no le importa que sus hijas vayan a la hacienda de los Reyes, pero que impedirá la entrada de éstos a la que
ahora es su casa. Cuando Óscar cuenta a sus hermanos lo ocurrido, Juan se enfada tanto, que está dispuesto a pedirle cuentas a
Gabriela. Sin embargo, Eva consigue tranquilizarle y al final cambia de opinión. Al día siguiente, Fernando desentierra el hacha de guerra
y comunica a sus hijastras la prohibición de invitar a gente indeseable a sus propiedades. Las chicas se alteran y le advierten de sus
derechos como hijas de la dueña. El vengativo Escandón las pone en su sitio, asegurándoles que es él quien manda. Las muchachas se
quedan de piedra al ver llegar a Armando y Rosario. En la tienda de su primo, Ruth agradece a Melisa todo el apoyo que le está dando
en su relación con Antonio y le pregunta qué hace cuando queda con Leónidas, el padre de su novio. Ella le contesta que sólo le da
consejos, pero Leandro, que conoce muy bien a su madre, la mira con desconfianza. Mientras, Belinda, acompañada de Benito, escoge
numerosos vestidos. Como su hermano no le deja llevárselos sin pagar, ella se enfada con él y se va. Betina comenta a Leandro que la
chica es muy rara, ya que la ropa que pretendía llevarse era para una mujer más alta y más grande que ella. Las Elizondo hablan con los
Reyes sobre Fernando. Quien más preocupado está es Juan, a quien le angustia mucho que su novia y su hijo compartan techo con un
ser tan despreciable. Norma, para calmarle, le asegura que no teme a su ex marido y que mantendrá a Juan David lejos de él. Al mismo
tiempo, le pide que entienda que ni ella ni sus hermanas pueden irse de casa, hasta asegurarse de que su madre va a estar bien. Al día
siguiente, será precisamente Norma la que sorprenda a Fernando y Gabriela besándose en la terraza. La joven se disculpa y se va, pero
su ex marido la sigue hasta su cuarto. Allí, Escandón le grita que su madre está locamente enamorada de él, que entre ellos hay mucha
pasión y que esta relación no le va a fallar, porque en esta ocasión sí se ha casado con una mujer de verdad, que vibra y siente cuando
hacen el amor, no como ella, que es una mujer frágil e inservible. La conversación sube de tono, Fernando agarra a Norma y empiezan a
forcejear. Y mientras él le insiste en que Gabriela es mejor que ella en todos los aspectos, Norma logra soltarse y lo abofetea llena de
rabia. El marido de Gabriela, seguro como nunca de su poder, la arroja al suelo de un puñetazo. Después le informa de que su situación
ha cambiado y que ahora no va a tener problema en devolverle los golpes. “Por fin voy a tratarte como te mereces”, le asegura. Y no se
va sin hacer la amenaza extensible a sus dos hermanas. Pocos días después llegan a la hacienda Malcom y Carmela, los criados de
Eduvina Trueba, a solicitar empleo y Fernando no duda en contratarlos en cuanto se entera de quién fue su patrona. Conchita le
reprocha a su marido que permita que Melisa cobije a Antonio y, además, le acusa de no hacer nada para separarle de Ruth. El problema
es que Leónidas no opina igual sobre esa relación, gracias a Melisa, por quien siente algo muy especial.

CAPITULO 15
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La Pesadilla de Juan continúa...
La llegada de Carmela y Malcom a casa de las Elizondo ha enfadado a Martín, que conoce el truculento pasado de los nuevos empleados y
sabe que Fernando les ha contratado para conseguir hacerse con el mando de la hacienda poco a poco. Pero el anciano va a poner todas
las trabas posibles para evitar que Escandón se salga con la suya. Así, lo primero que hace es contarle a Norma que Carmela y Malcom
humillaron a Eva y también intentaron robar a Franco, cuando éste heredó todos los bienes de Eduvina Trueba. Dominga, despedida
de casa de las Elizondo Desesperada por el rumbo que están tomando las cosas, la chica reúne a sus hermanas para contarles lo que
ha descubierto. Sarita y Jimena ponen el grito en el cielo y deciden acompañar a Norma a visitar a los Reyes para ponerles al corriente
de todo lo que está pasando. Franco, Juan y Óscar les advierten que tengan mucho cuidado. Gabriela, ajena a los planes que está
maquinando Fernando, sale con éste a disfrutar de una romántica velada al local de Armando. Ocasión que Carmela aprovechará para
ejercer su autoridad frente a Dominga, aunque Martín no le quita ojo de encima. Mientras, en el jardín de la hacienda de los Reyes, Ruth
recibe a Antonio, que no duda en confesarle que sospecha que su padre está tratando de seducir a Melisa. En ese preciso momento,
Leónidas interrumpe la conversación. “Me he dado cuenta de que esto no puede seguir así y he decidido apoyarte en todo lo que
necesites, Antonio. Además, quiero pedir disculpas a Ruth por el daño que le he ocasionado estas semanas”, asegura el médico. A pesar
de que en su día le dio la espalda, Memo se presenta en el bar Alcalá y vuelve a pedirle empleo a Armando. Éste, demostrándole que no
es un hombre rencoroso, acepta que el joven vuelva a ocupar su puesto de trabajo. Algo más tarde, Gabriela y sus tres hijas se
encuentran en el hogar familiar. Norma, preocupada, trata de convencer a su madre de que Carmela y Malcom no son personas de
confianza. Una vez más, la hija de Martín prefiere fiarse de la elección de Fernando Escandón, que en ese momento está hablando con los
empleados: “Quiero que os convirtáis en mi mano derecha dentro de la hacienda”. Tras hacer las paces con Leónidas, Antonio se despide
de Melisa y se instala en el apartamento que su padre le ha alquilado para que comience su vida de soltero. A la mañana siguiente,
Armando va a ver a Fernando, pero Malcom no le permite la entrada hasta que su patrón lo autoriza. Una vez dentro, Rosario, que
acompaña a su marido, aprovecha la ocasión para buscar a Sara. Cuando da con ella, las jóvenes acaban peleándose por el amor de
Franco. Poco después, Juan es víctima de otro atentado. En esta ocasión, alguien le dispara en repetidas ocasiones mientras se
encuentra paseando por sus tierras. Por suerte, sale ileso del percance. Óscar, alertado por las detonaciones, sale en su auxilio y
consigue distinguir a lo lejos el ‘jeep’ de Fernando, que en ese preciso instante le enseña la hacienda Elizondo a Malcom y Carmela.
Pensado que ha sido Escandón el que ha intentado acabar con la vida de su hermano, el joven Reyes persigue el coche del marido de
Gabriela. Sorprendidos, Malcom le asegura a su patrón que él no ha hecho nada, mientras que Carmela afirma haber visto a un
misterioso jinete portando un rifle. Minutos después, Óscar alcanza el coche de Fernando cuando éste acaba de entrar en la hacienda
Elizondo, donde Martín discute con Gabriela y le hace saber lo mal que Carmela trata a su compañera Dominga. Fuera de sus casillas,
Óscar se enzarza en una fuerte discusión con Fernando. Gabriela, alarmada por el escándalo, baja de su habitación y pide una explicación
al intruso. “He venido para arreglar cuentas con los criminales que han intentado matar a Juan”, responde el joven Reyes ante la mirada
atónita del clan Elizondo, que ya se encuentra en la habitación. Como era de esperar, las versiones son contradictorias y Juan, que llega
a los pocos segundos, se ve obligado a disparar al aire con su escopeta para poner orden. Tanto los Reyes como las hermanas Elizondo
intentan buscar una explicación a lo sucedido, pero será Fernando el que descubra la verdad. Horas después, Dínora, que hace unos días
que ha regresado al rancho, confiesa a Escandón ser la autora de todos los atentados que ha sufrido Juan. Por su parte, Raquel, que no
se lleva nada bien con Belinda, amenaza a Benito con excluirle de su testamento, si no rompe con ella. Por su parte, Leónidas sigue
coqueteando con Melisa, pero ella se resiste a caer en sus brazos; ya que es un hombre casado y eso va en contra a sus principios.
Aunque Sara, Norma y Jimena tratan evitarlo, Carmela consigue que Gabriela despida a Dominga. No obstante, sin tardar mucho, el
problema se soluciona. Gracias a Jimena, la empleada consigue trabajo en casa de los Reyes. Mientras, Juan, avisado por Manolo y
Miguel, sale a buscar a un jinete que anda por los alrededores de su hacienda. Poco después, suena un disparo, que le alcanza en la
pierna y provoca que se caiga del caballo. Esta vez, el muchacho identifica a su agresor. “Era Dínora y se me ha escapado, porque está
acostumbrada a la oscuridad”, asegura a sus hermanos. Luego, los tres la denuncian en comisaría.

CAPITULO 16
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Fernando intenta violar a Jimena
Mientras Dínora, desde su escondite, planea la forma de acabar con Juan y Norma, otra mujer igual de perversa, Carmela, le hace la
existencia imposible a Martín. El que también tiene problemas es Olegario. El capataz de los Reyes, comprometido con Quintina, intenta
recuperar el amor de Dominga, ahora que la sirvienta ha empezado a trabajar en la hacienda Trueba. Pero las cosas no le saldrán tan
bien como espera y Dominga descubre el doble juego de su pretendiente cuando le pilla besándose con su otra novia. Las Elizondo, que
cada vez tienen más discusiones con Gabriela y Fernando, van a ver a los Reyes para contarles sus problemas. Los chicos les aconsejan
que se desentiendan de esa relación, pero las tres se muestran firmes en la idea de no abandonar a su madre. Lo que aún desconocen
Norma, Sarita y Jimena es que Dínora se ha puesto en contacto con Escandón para que la ayude a ocultarse. El marido de Gabriela
comenta el encuentro con Armando y éste le proporciona las llaves de una casa donde la malvada hija de los Rosales puede esconderse.
Poco después, Fernando queda con Dínora en el establo de la hacienda, pero Jimena, que lo ve, le sigue. Sin embargo, cuando más cerca
está de descubrir lo que se trae entre manos su padrastro, Malcom le corta el paso. Aun así, la chica espera a que Escandón salga para
preguntarle con quién está. Él no sólo se ríe de sus supuestas alucinaciones, sino que acaba golpeándola. Algunos días después, Rosario
va a la hacienda Elizondo y le pide a Fernando que le permita recorrer sus propiedades a caballo. El hombre le deja el de Jimena y la
acompaña en el paseo. Cuando la hija de Gabriela se entera, sale furiosa a buscarlos. Al verla, Escandón le sugiere a Rosario que
continúe, él la alcanzará más tarde. Jimena le pregunta cómo se ha atrevido a prestar su caballo. Él recuerda que es dueño y señor de la
hacienda y de todo lo que hay en ella. Paralelamente, la cantante se topa con Franco, que acude al encuentro de Sarita. Ambos discuten
y la cantante se cae del caballo. El chico baja a socorrerla. Entretanto, Fernando se despacha a gusto con Jimena. La acusa de ser una
mujer promiscua, que no se va a vivir con su marido porque no le basta un solo hombre. Acto seguido, la tira al suelo y, fuera de sí,
intenta violarla. Ajeno a todo esto, Franco sigue intentando que Rosario reaccione. Y cuando menos se lo espera el joven Reyes, la
cantante le planta un beso en la boca. Sin tener a quién pedir ayuda, la desesperada Jimena intenta zafarse de las garras de su agresor,
quien la golpea como un salvaje. Finalmente será Sarita la que consiga evitar la tragedia. Al ver llegar a su hermana, Jimena llora
desconsolada y acusa a Fernando de intentar abusar de ella. La mayor de las Elizondo abofetea a Escandón y éste saca un revólver para
defenderse. En ese momento, Franco y Rosario oyen un disparo. La artista entonces le confiesa que ha dejado a Fernando con Jimena
unos metros más atrás. El joven no lo duda un segundo y va en ayuda de su cuñada. Cuando llega, las dos hermanas están muy
nerviosas y sólo le cuentan que han tenido unas palabras con Escandón. Mientras tanto, Fernando ya ha llegado a la hacienda y miente a
su crédula esposa diciéndole que lo único que ha pasado es que ha discutido con sus hijas. Detrás de él, entran las hermanas, que le
acusan de haber intentado violar a Jimena. Gabriela, una vez más, se pone del lado de su marido. Óscar y su mujer por fin se van a
vivir juntos A continuación, Franco se reúne con Juan y Óscar y les cuenta lo sucedido. El marido de Jimena, loco de ira, abandona la
casa dispuesto a ajustarle las cuentas a Escandón. Franco, temiendo que su hermano empeore aún más la situación con esa familia, le
amenaza con echarle de la casa si lo hace. Pero Óscar no está para sermones. Cuando llega a la hacienda Elizondo, Martín es quien le
cuenta el incidente con detalle. El joven Reyes, entonces, empieza a gritar el nombre de Fernando y cuando éste aparece, la emprende a
golpes con él. Luego, Óscar, que por un instante ha creído que podía perder a su mujer para siempre, le exige que se vaya con él. Sin
embargo, Jimena no quiere abandonar a sus hermanas y se niega de nuevo. El chico le jura que es la última vez que va a ir a buscarla y
se marcha derrotado. Al llegar a la hacienda, le cuenta lo ocurrido a sus hermanos y les comunica su decisión de irse ahora que Franco
no quiere saber nada de él. Al poco tiempo, se presenta Jimena, dispuesta a vivir con su marido. El joven Reyes se emociona muchísimo
y hace las paces con su hermano mediano. Cuando consiguen quedarse solos en la habitación, Óscar coge en brazos a su esposa y
ambos se declaran su amor eterno con una apasionada noche. A la mañana siguiente, Ruth les cuenta a Melisa y Leandro que están
invitados a una fiesta en la hacienda Trueba en honor de Jimena. Cuando llega el día, todos se sienten muy felices, en especial, Óscar y
su esposa, que se toman la celebración como si se tratara de la que no tuvieron en su boda. Mientras tanto, en el camerino del bar
Alcalá, Armando critica a Pepita porque está aumentando de peso. La cantante, para sorpresa del empresario, le confiesa que está
embarazada, pero se niega a desvelarle el nombre del padre.

CAPITULO 17
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Ruth descubre que Eva es su madre
En la fiesta de bienvenida que los Reyes le han organizado a Jimena en la hacienda, reina una gran alegría. Melisa recuerda con Martín
los viejos tiempos y le asegura que todavía queda algo de aquel guapísimo militar por el que suspiraban todas las jovencitas de la región,
sobre todo Raquel. Por su parte, Benito persigue sin descanso las bandejas de comida, mientras las Elizondo regalan caricias y besos a
sus enamorados. Pero la felicidad se ve interrumpida, cuando Leónidas llega a la reunión sin ser invitado y empieza a acosar a Melisa,
por la que definitivamente ha perdido la cabeza. Las cosas se pondrán aún peor al aparecer Conchita con un arma y disparar al médico.
Por fortuna, la mujer falla y Juan consigue quitarle el revólver y sacarla de la casa. Mientras tanto, Rosario, que no se fía de Dínora,
habla con ella sobre sus intenciones respecto a los Reyes y le aconseja que se mantenga oculta para evitar problemas. Al terminar la
fiesta, resignado y triste, Juan confiesa a Norma que envidia a Óscar porque ya puede vivir con su esposa. La joven alma a su
enamorado con un abrazo y un dulce beso en los labios. Una vez en el bar Alcalá, Rosario se entera de que Pepita está embarazada y
monta en cólera al sospechar que el padre de la criatura es Armando. Al día siguiente, la propia Ronderos llama por teléfono a Martín
para anunciarle su estado de buena esperanza. Y aunque no le confiesa quién es el padre, le dice que cuando lo sepa, se quedará
boquiabierto. Además le pide que sea el padrino del bebé, ofrecimiento que el abuelo acepta emocionado. Algunos días después, los
Reyes eligen sus mejores ejemplares para participar en una importante feria de caballos. Sara comenta a Franco que este año no han
hecho negocio por culpa de la mala administración de Fernando. Al mismo tiempo, pero en la hacienda Elizondo, Norma, que no ha
podido acompañar a sus hermanas al certamen equino porque Juan David tiene gripe, se lleva un gran susto cuando descubre a Carmela
intentando bañar a su hijo, ya que cree que sus intenciones no son buenas. La joven no se equivoca, pues la criada pretendía sumergir al
niño en agua helada.
Unos días más tarde, Ruth visita a Calixto a escondidas de Raquel; antes de irse, la chica le promete volver a verlo. Después, le cuenta a
Eva el encuentro y le dice que, mientras que se acuerda muchísimo de su padre adoptivo, no echa nada de menos a Raquel. Entretanto,
en la hacienda Elizondo, Norma disfruta de un relajante baño cuando Malcom entra en la habitación y, con una almohada en las manos,
se dirige a la cuna de Juan David. Sin embargo, al escuchar la ducha, se acerca al baño y se queda pasmado mirando a la joven desnuda.
En ese momento entra Sarita y comienza a gritarle. Gabriela, que no tarda en aparecer en el cuarto, interroga al criado sin llegar a
imaginar el peligro que ha corrido su nieto. Calixto, en una de sus citas con Ruth, acaba diciéndole que Eva es su verdadera madre. La
chica, que duda de estas palabras, recurre a Gabriela para que le cuente la verdad, sin ningún éxito. Antes de salir de la hacienda, es
Fernando quien le confirma la noticia. Cuando ya no puede hacer nada para que Ruth no sepa la verdad, Raquel se entera por Benito de
que su hija adoptiva se ve con Calixto. Mientras tanto, Quintina y Dominga planean darle un escarmiento al díscolo Olegario. Ruth,
desconcertada, decide irse de la hacienda Trueba, pero Eva, mostrándose muy comprensiva, la convence para que no lo haga. Por su
parte, Fernando Escandón va con su amigo Armando al casino de la región y pierde una enorme cantidad de dinero.

CAPITULO 18
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Gabriela, engañada por su marido
Olegario está desconcertado. Dominga y Quintina se muestran ansiosas por verle a solas y el hombre, para evitar que descubran su
doble juego, no sabe cómo quedar con cada una. El muy ingenuo no sospecha que las dos ya están al tanto de todo y que lo que
pretenden es darle una buena lección. Así, el criado se cita con Dominga en la casita de la hacienda Reyes donde se veían cuando ambos
trabajaban allí. Minutos después llega Quintina y las dos empiezan a insultar al descarado de Olegario. Sin embargo, el mayor peligro
para el hombre está por llegar. Fernando, avisado de que hay un caballo extraño en la hacienda, acude a la cabaña con varios
empleados. Al descubrir a Olegario, lo acusa de traidor y de estar tramando algo con los Reyes en su contra. Sin pensárselo dos veces y
tras echar a las sirvientas, Escandón da tal paliza a Olegario, que casi acaba con su vida. Juan monta en cólera en cuanto se entera de lo
ocurrido y se dirige a la hacienda Elizondo con la Policía. Mientras tanto, Fernando recibe en su casa a numerosas personas, con las que
piensa organizar una partida clandestina. Cuando el mayor los Reyes llega a la hacienda, le da un fuerte puñetazo a Escandón, quien
termina en comisaría. Pero allí pasará apenas unas horas, gracias a la intervención de los abogados de Gabriela. Antonio le pide a
Ruth que vivan juntos Tras estos acontecimientos, la hija de Martín comienza a sospechar que el hombre del que está enamorada no
es tan bueno como ella cree y le regaña por vender los caballos para poder pagar sus deudas de juego. A pesar del descontento de su
esposa, Fernando organiza otra partida de cartas. Al terminar, el anfitrión ofrece una comida a los jugadores y, cuando todos abandonan
el lugar, Fernando se queda en el salón con una de las invitadas. Después de comprobar que Gabriela duerme, el joven se lleva a la
joven al sótano, donde ambos dan rienda suelta a su pasión. Mientras tanto, en la hacienda Reyes, Ruth pregunta a Juan por qué no ha
ido con sus hermanos al club. Él le responde que no le apetece salir a ninguna parte sin su amada y que solamente piensa en ella y en su
hijo. En casa de las Elizondo, Norma oye ruidos que proceden del sótano y baja para descubrir de qué se trata. Al ver a Fernando
haciendo el amor con una desconocida, le insulta y se va corriendo. A la mañana siguiente, temiendo que Norma le delate, Fernando
pone sobreaviso a su esposa diciéndole que discutió con su hija y que quizá ésta la ponga en su contra. Y no se equivocaba... En cuanto
ve a su madre, la chica no puede permanecer callada e intenta abrirle los ojos contándole con detalle lo sucedido. Aunque Gabriela la
tacha de mentirosa, enseguida habla con su marido para que se lo aclare todo. El astuto Escandón utiliza a Malcom y a Carmela, que
corroboran su versión, dejando mal a Norma. Fuera de sí, la matriarca de las Elizondo habla con su hija mediana y le dice que no piensa
consentir ni un insulto más hacia su marido y la amenaza con echarla de la casa, si continúa con esa actitud. La chica rompe a llorar y le
asegura que no le dará el gusto a Fernando de abandonar la hacienda. Poco después, Escandón sube al balcón donde está Norma,
pensativa. Al sentir su presencia, la joven quiere irse, pero él la agarra del brazo y empiezan a discutir. Cuando intenta liberarse del que
fuera su marido, le empuja y Fernando se precipita desde el primer piso. Los gritos de Norma se oyen en toda la casa y enseguida llega
Gabriela, que la acusa de asesina. Otros son los problemas familiares que inquietan a los Uribe. Melisa comenta con Antonio que se
siente culpable de la crisis matrimonial que sufren sus padres y le anuncia su intención de desaparecer durante una temporada para
apaciguar los ánimos. El muchacho le quita la idea y la anima a buscar otra solución. Luego, cuando él se queda a solas con Ruth, le
propone que deje a los Reyes y se vaya a vivir con él. Sin embargo, la joven quiere pasar el mayor tiempo posible con Eva, ahora que
sabe que es su verdadera madre. En ausencia de sus patrones, Carmela y Malcom se sienten los dueños de la hacienda y no muestran
reparos en acusar a Norma delante de Sarita y Martín. Dínora amenaza a la matriarca del clan Manolo y Miguel van al sanatorio
donde está recluida su madre con la intención de llevársela, pero la mujer sufre una nueva crisis al escuchar el apellido Elizondo y no
puede dejar el centro. Esa mismo día, Juan, apenado, le comenta a Franco que hace varios días que no sabe nada de su amada.
Mientras tanto, Gabriela informa a Norma de que Fernando quiere verla. Ella, que no está dispuesta a visitarle en el hospital, acabará
accediendo cuando su madre le diga que es lo mínimo que puede hacer después de provocar su caída. Franco está muy preocupado por
todo lo que ha ocurrido en casa de Sarita. Así, esa noche cena con su novia y le pide que abandone de una vez a Gabriela, ya que a ésta
lo único que le importa es su marido. Además, le comenta que cuando Juan se entere del incidente que Norma tuvo con Fernando
Escandón, su hermano se la llevará de allí. Sarita, muy asustada, le pide que no le cuente nada y Franco se lo promete siempre y cuando
la situación no empeore. Poco después, Juan va en busca de su amada, pero ésta le oculta el infierno en el que vive. Y mientras la
pareja se besa, Gabriela recibe una inquietante llamada telefónica: se trata de Dínora Rosales. La joven, que ya sabe la suerte que ha
corrido Fernando, advierte a su amiga del peligro que corre su vida, si no castiga a su hija. Al día siguiente, Norma visita a su ex marido.
Escandón no duda en amenazarla y le asegura que si no abandona la hacienda, algo malo podría ocurrirle al pequeño Juan David.
Nerviosa y alterada, la chica se va a casa y cuando llega no encuentra a su hijo.

CAPITULO 19
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Juan y Norma se casan
Norma recupera la calma en cuanto Sarita, que no entiende el tremendo nerviosismo de su hermana, le dice que Juan David está con
ella. Entonces la chica le explica que Fernando la amenazó con hacerle daño al niño, si no se iba de casa. Melisa, por su parte, se
sorprende al ver a Leónidas frente a su ventana con unos músicos que le llevan una serenata. Benito les echa de allí arrojándoles agua.
Mejor situación atraviesa la dulce Eva, que nota cómo Ruth cada vez se siente más a gusto a su lado y empieza a quererla como madre.
Secretos Pasan los días y el rancho de los Reyes se viste de gala para celebrar el primer cumpleaños de Juan David. Mientras todos los
invitados se divierten, en la hacienda de las Elizondo, Malcom y Carmela registran a la habitación de Gabriela para robarle las joyas. La
mujer les ‘pilla’ en sus dependencias, aunque desconoce sus verdaderas intenciones. Poco después, Fernando recibe el alta y su mujer va
a recogerle. Entonces, Gabriela se queja de los criados, a quienes Escandón pone en su sitio al llegar a casa. Dispuesto a ejecutar su
amenaza, Fernando se enfrenta a Norma delante de Sarita con más violencia que nunca. Muy asustada, la mayor de las Elizondo va a
buscar a Juan Reyes, pues no va permitir que Fernando maltrate por más tiempo a su hermana. En ese momento, Gabriela recibe la
visita de Arthur Klauss, un hombre de negocios que quiere ver sus terrenos. Así, mientras se los enseña y aprovechando que Norma está
sola, Escandón la persigue. La joven, que se siente en peligro, se encierra en su cuarto con su hijo. Fernando intenta tirar la puerta
abajo, pero no logra, y ella, desde le ventana, pide ayuda a su abuelo. Entre tanto, Sarita pone a Juan al corriente de todo y ambos se
dirigen inmediatamente a la hacienda. Llegan justo a tiempo de impedir que el enloquecido hombre use el arma que lleva en las manos.
Juan, incapaz de controlar su ira, golpea una y otra vez al malvado Fernando. A continuación, Reyes exige a Norma que se vaya con él, y
ella por fin acepta. Sin embargo, la joven sufre mucho por Sarita y por su abuelo, que empiezan a sufrir los abusos de su ex marido.
Fuera de la hacienda Elizondo, ya no hay nada que le impida a Norma unir su vida a la de Juan, así que enseguida hablan de boda y se
ponen manos a la obra. Martín, emocionado porque va a ser el padrino, pide desempolvar su viejo traje de gala, mientras que Sarita
reparte las invitaciones. Nada hace sospechar que esta vez el enlace no vaya a celebrarse. Sin embargo, Dínora, informada por Rosario y
Belinda de todos los detalles, no piensa perdérselo. Pocos días antes de la boda, Ruth comenta en la hacienda un mal presentimiento
respecto a la iglesia de La Luz, el lugar donde la pareja contraerá matrimonio. Norma se angustia tanto, que decide casarse en otra
capilla. Llega el gran día y todo está listo para que los novios se den el esperado “sí, quiero”. Leandro ayuda a vestirse a la novia; Franco
y Óscar van a buscar a Sarita y a Martín; y Gabriela, al verles, se entristece, ya que ella no acudirá al enlace. Mientras el mayor de los
Reyes se siente el hombre más dichoso del mundo al recibir a su amada en el altar, Dínora dispara contra los recién casados que, a esa
misma hora, salen de la iglesia de La Luz. Gabriela, que decidió en el último momento asistir a la boda y desconoce que se ha cambiado
el lugar de la celebración, se queda aterrorizada al verlo. Enseguida llega Belinda que informa a su prima de que se ha equivocado de
víctimas. A continuación, ella y Dínora se dan a la fuga. Sin embargo, Belinda, muy asustada, se tira del coche en marcha. Cuando la
Policía llega al lugar de la tragedia, Gabriela acusa a la joven Rosales. Ajenos a esto, Juan y Norma se besan por primera vez como
marido y mujer y, delante de sus invitados, abren el baile nupcial.

CAPITULO 20
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Franco al fin, vivirá con Sarita
Mientras Juan y Norma están disfrutando de su luna de miel, en la hacienda de las Elizondo Martín y Sarita, los únicos que han
sobrevivido a las maldades de Escandón, están muy preocupados por el lamentable estado de Gabriela. La matriarca añora a su pequeño
nieto Juan David y no soporta la ociosa vida que lleva su marido ni tampoco a sus amigos jugadores. Desesperada y deprimida, se
sincera con su hija mayor y ésta promete a su madre desenmascarar a su perverso padrastro y liberarla del infierno en el que vive. Días
más tarde, Sarita ve a Fernando besando a una desconocida en una cabaña próxima a la hacienda y se lo dice a su madre. Como
Gabriela se siente incapaz de creer a la joven, ambas acuerdan espiar al adúltero para pillarlo ‘in fraganti’. Así, una noche que Fernando
abandona el rancho inesperadamente, madre e hija descubren que la misteriosa amante de Escandón no es otra que Dínora Rosales.
Atónitas, Sarita y su madre se dan cuenta de que la malvada mujer no murió a manos de la Policía, tras atentar contra Juan y Norma,
como ellas creían. Ajenos a esto, los recién casados regresan felices de su viaje de novios y se interesan por la situación en el hogar de
las Elizondo. Franco, muy triste, asegura que hace tiempo que no ve a su amada y eso le tiene preocupado. Tras descubrir la traición de
su marido, Gabriela toma la decisión de ajustar cuentas con él, pero a su manera. Por eso, le pide a Sarita que confíe en ella y deje el
asunto en sus manos. Seguidamente, la chica visita a los hermanos Reyes y les comunica que su madre está a punto de dar un giro
radical a su vida y, por consiguiente, a la de ellos; pero no dice más. Mientras se produce esta conversación, Gabriela desvela a la Policía
el escondite de Dínora, que no es otro que el piso que Armando le prestó para que se ocultara. Por desgracia para la hija de Martín,
Malcom se entera e informa a Fernando de que su mujer lo sabe todo. Éste, asustado, pone sobre aviso a Dínora para que huya y pide a
Armando que destruya cualquier pista que lo relacione con la mujer. Después de inspeccionar el escondite de Dínora y comprobar que
ésta no se encuentra allí, los agentes acuden al bar Alcalá para preguntar al marido de Rosario por qué esa mujer vivía en una de sus
propiedades. El empresario se desentiende del tema culpando a Memo, que acepta con total resignación la acusación de su patrón. En
ese tiempo, Sarita ya ha llegado a su casa y pregunta a su madre si ha sido capaz de denunciar a su marido y a Dínora. Gabriela le dice
que a ella sí, pero que a su marido le tiene reservada una sorpresa. Para tratar de relajarse, la nieta mayor de Martín se cita con Franco
y sus hermanas para cenar, pero antes advierte al abuelo de que tenga cuidado porque no se fía de lo que pueda ocurrir. Martín
tranquiliza a su nieta mayor asegurándole que pronto estarán juntos Esa misma noche, mientras Sarita inquieta a sus
acompañantes al comentar lo sucedido en los últimos días, Gabriela recrimina a su marido que, por su culpa, están a punto de
arruinarse. Sin ningún tipo de remordimiento, el hombre responde a su esposa que a ella lo que le ha ofendido no ha sido el gasto
desmedido de dinero, sino descubrir su aventura con Dínora. Y añade: “Tienes que entenderlo, ella es más joven, más bonita y más
mujer que tú en la cama”. Fuera de sí, Gabriela intenta golpearle, pero Fernando la agarra y la empuja con fuerza. La violenta discusión
de la pareja alerta a Malcom y Carmela, que entran intrigados en la habitación. Al verlos, la hija de Martín ordena que preparen las
maletas del señor, porque se va. Sin embargo, la mujer no tardará en darse cuenta de que ya no es nadie en su propia casa. Al salir de
la sala, Gabriela tropieza con su padre y, antes de que el anciano pronuncie una palabra, le pide que no se preocupe si oye o ve algo
fuera de lo común. Ya en su dormitorio, la mujer empieza a tirar por el suelo toda la ropa de su marido, hasta que alguien la interrumpe.
Agarrándola del pelo, Dínora la inmoviliza y le asegura que va a vengarse de ella por denunciarla. Además, le hace una advertencia: o
echa a Sarita o la vida de su hija corre grave peligro. Consciente de que Dínora cumplirá su palabra, Gabriela no duda en obedecer.
“Fernando es el amor de mi vida y no quiere que estés en la hacienda, así que vete”, le dice algo más tarde a su hija, tratando de ocultar
el dolor que la embarga. Sarita, destrozada e incapaz de comprender el comportamiento de su madre, recoge todas sus pertenencias al
tiempo que, entre lágrimas, comenta con su abuelo lo increíble de la situación. Antes de abandonar definitivamente su hogar, la joven
trata de hablar con su madre para que entre en razón, pero cuando se acerca a su cuarto Fernando Escandón le impide abrir la puerta.
Por si fuera poco, al otro lado la malvada Dínora amenaza a Gabriela con matarla si la delata. Con lágrimas de desesperación en los ojos,
Sarita ruega a su madre que hable con ella por última vez pero la hija de Martín, acorralada, le grita: “¿Cómo es posible que todavía no
te hayas ido? Lárgate y déjame en paz”. De regreso a su dormitorio, Sarita abraza a su abuelo resistiéndose a abandonarlo y él la
tranquiliza diciéndole que pronto estarán juntos. Con el corazón roto, la chica abandona la casa que la vio nacer, donde ha sido tan feliz y
por la que ha luchado tanto. Por la mañana, todos desayunan en la hacienda de los Reyes cuando Ruth les dice que ha tenido un extraño
sueño en el que Libia le advertía de un peligro. Sin embargo, la joven, aunque se siente algo inquieta, confiesa que no ha conseguido
descifrar su significado. Muy poco después, aparece Sarita y, tras narrar todo lo ocurrido con Gabriela, escucha de su novio las únicas
palabras que conseguirán reconfortarla. “No puedo decirte que lo siento porque sería un hipócrita, aunque no me gustó cómo te trataron.
De cualquier modo, para mí es una gran noticia que estés aquí”, le asegura Franco.

CAPITULO 21
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Rosario salva a Martín
Con Sarita fuera de la casa, Dínora ya ve próximo el día en que ella y Fernando puedan disponer de la hacienda a su antojo, pero aún les
queda trabajo por hacer. Entre risas, la pareja comenta a la hija de Martín lo viejo que está el abuelo y lo fácil que sería que algo terrible
le ocurriera. Gabriela no soporta tanta presión y pregunta a ambos cuáles son sus intenciones. Por fin Dínora le revela que la Policía la
busca por lo ocurrido en la Iglesia de la Luz y que permanecerá escondida en sus propiedades hasta que su situación se solucione.
Gabriela, que no está dispuesta a encubrir a una criminal, se niega en un primer momento. Sin embargo, rompe a llorar cuando se da
cuenta de que debe resignarse para proteger a su padre, pues sabe que corre serio peligro. Los reyes quieren denunciar a Fernando
Mientras tanto, en la hacienda Trueba, Jimena y Norma hacen lo posible por tranquilizar a Sarita, a la que recuerdan que ellas también
tuvieron que dejar la hacienda en contra de su voluntad. Sin embargo, la joven, que desconoce lo que realmente ha sucedido en el hogar
familiar, no entiende la cruel decisión de su madre. Los Reyes, por su parte, creen que es el momento de denunciar a Escandón como
cómplice de Dínora y acabar así con sus tropelías. Sin embargo, Sarita y Norma se niegan porque temen que eso perjudique a su madre.
Al final llegan a un acuerdo: Juan se compromete a no tomar cartas en el asunto, si las hermanas Elizondo dejan de preocuparse por
Gabriela. Al día siguiente se produce otra discusión entre Martín y Fernando. Al oírlos, Gabriela acude en ayuda de su padre, a quien
aconseja que se distraiga dando un paseo. Pero él responde que ni eso puede hacer, pues Malcom y Carmela le espían a todas horas.
Fernando, para justificar el comportamiento de sus criados, asegura que el abuelo está viejo y que necesita de ellos. Martín se enfada
aún más con el comentario y Gabriela intenta calmarlo a toda costa. Sin embargo, lo único que consigue es que insulte a su marido. Éste,
harto, empuja al anciano en su silla de ruedas y su hija intercede para que no le haga daño. Por fortuna, en ese momento llegan
Armando y Rosario, que son testigos del bochornoso espectáculo y consiguen aplacar los nervios de Escandón. Agobiada, Gabriela se
encierra en su despacho, pues no se siente con fuerzas para atender a los invitados. En el salón, Fernando confiesa a sus amigos que
Dínora vive con él y que ha obligado a su esposa a echar a Sarita de casa. Muerta de celos al pensar que ahora la joven Elizondo se está
consolando en brazos de Franco, Rosario no duda en echarle en cara su actuación a la perversa Rosales, a la que descubre bañándose en
la habitación de la matriarca del clan. Mientras charlan, Martín, incapaz de identificar las voces que ha oído, llama a la puerta. Dínora
sale de la bañera y se esconde con un arma en la mano, dispuesta a matar al anciano si éste llegara a descubrirla. Al final, el abuelo
logra entrar y sólo encuentra a Rosario, quien le dice que se alegra mucho de verle y que pidió permiso a Gabriela para usar su baño.
La cantante, temiendo por la vida de Martín, lo saca inmediatamente del cuarto y, con voz temblorosa, le dice: “Por lo que más quiera,
no se quede en este lugar. Si sus nietas y las personas que lo ayudaban se han ido, ¿por qué no se reúne con ellos? Gabriela no le
necesita, ya tiene a Fernando”. El anciano, sin apartar la vista de la joven, le pregunta si sabe algo que él desconoce, pero ella lo niega.
Una vez en el bar Alcalá, Rosario le suplica a Pepita que convenza a Martín para que abandone la hacienda Elizondo. Esa misma noche,
el hombre está a punto de descubrir otra vez a Dínora cuando entra en el cuarto de Gabriela para hablar con su hija. Sin embargo,
Fernando lo echa antes de que vea a su amante. Por su parte, Ruth y su primo Leandro se quedan atónitos cuando Leónidas les anuncia
que contraerá matrimonio con Melisa en cuanto se divorcie de Conchita, quien no piensa ponerle trabas. Más tarde, Fernando y su
cómplice le dicen a Gabriela que su padre es un entrometido y que lo alojarán en la parte de abajo de la casa para evitar que vea a
Dínora. Gabriela, desesperada, sufre un desmayo A la mañana siguiente, Pepita visita al abuelo y éste le cuenta lo mal que lo está
pasando. A la cantante se le saltan las lágrimas de la impotencia al ver el cuartucho donde vive ahora su amigo. Pocos días después,
Úrsula y Zacarías van a la hacienda Elizondo para preguntar por el paradero de Dínora. Fernando les dice que no sabe dónde está, pero
también les asegura que su hija se encuentra bien. Acto seguido, Belinda comenta con el marido de Gabriela sus sospechas de que él
esconde a su prima. Cuando Martín escucha esto, empieza a encontrar sentido a todo, pero necesita pruebas. Por su parte, Juan
comenta con Óscar que todos los días llegan empleados de los Elizondo a pedir trabajo. Finalmente, ambos deciden averiguar qué ocurre
allí, sin que sus mujeres se enteren. Pasan los días y Pepita, preocupada por Martín, ya que ni siquiera ha podido comunicarse con él por
teléfono, acude a la hacienda con su compañera Panchita. Allí, el abuelo promete a su amiga decirle la verdad cuando haya logrado atar
todos los cabos sueltos. Gabriela, que ha visto entrar a las mujeres, intenta pedirles auxilio, pero su secuestradora se lo impide.
Además, muy alterada, la mujer le pregunta a su esposo por los trabajadores y los caballos, ya que se ha dado cuenta de que la
hacienda se ha convertido en una casa fantasma. Tras este ataque de histeria, Fernando pide a su esposa que se arregle para salir, pues
debe ir al banco a retirar una importante cantidad de dinero. Gabriela se niega, diciéndole que no está dispuesta a dejar que la
manipulen más. Entonces la hija de los Rosales sugiere a su amante que obligue a su esposa a firmarle un poder notarial. Cuando
Fernando se lo propone, Gabriela le asegura que llegarán a un acuerdo, si permite que su padre se vaya de la casa. Como era de
esperar, Dínora no acepta la propuesta. Poco después, la matriarca de las Elizondo intenta ver a Martín, pero Escandón se lo impide.
Incapaz de controlar el estado de nervios en el que se encuentra, Gabriela se desmaya.

CAPITULO 22
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Dinorah, la pesadilla de Gabriela
Tras recuperar el conocimiento, Gabriela llora desesperada en su habitación. Fernando entra para ver si se encuentra bien, pero Malcom
le interrumpe y le informa de que un hombre le espera en el comedor. Cuando baja, descubre que se trata de Agustín Serrero, un
jugador al que debe dinero. Escandón se niega a saldar su deuda y el individuo le amenaza con un revólver. Por fortuna para Fernando,
aparece Dínora, quien le da una paliza al intruso antes de echarlo de la casa. A la hacienda Reyes siguen llegando empleados de los
Elizondo en busca de trabajo. Sarita, Norma y Jimena empiezan a preocuparse por su madre y su abuelo y, rompiendo el trato que
habían hecho con sus chicos, les convencen para que averigüen qué está pasando. Entonces, Juan envía a Manolo y Miguel al rancho de
su suegra. Esa noche, Armando y Rosario visitan a Dínora y a Fernando y se enteran del incidente que éste tuvo con el jugador. Mientras
los hombres hablan del tema, la cantante aprovecha para buscar a Gabriela. Cuando da con ella, la nota triste y derrotada, e intenta
consolarla. Por su parte, Sarita, que comparte habitación con Ruth, no puede pegar ojo, porque la chica no deja de hablar en sueños,
pese a que ella no entiende lo que dice. Al final, la despierta y la hija de Eva le cuenta que ha tenido una pesadilla en la que Libia le
advertía del grave peligro que corre Martín. Los matones de Armando atacan En ese momento, Dínora, que se ha instalado en la
antigua habitación del abuelo de Sarita, se queja a Fernando de tener que ocultarse “de ese viejo entrometido”. Él le dice que no se
puede hacer nada, ya que lo necesitan para que Gabriela se doblegue a sus deseos. Seguidamente, empieza a besarla y la desnuda.
Justo cuando están a punto de hacer el amor, la malvada Rosales se da cuenta de que tienen un observador inoportuno: Martín.
Sorprendida, Dínora monta en cólera y le pide a su amante que haga callar al anciano, que grita para alertar a Gabriela. Sin embargo, su
hija está dormida y no es consciente de nada. Fernando agarra a Martín del cuello y empieza a presionar, pero no mide las fuerzas y el
abuelo acaba desmayándose. “Ha pasado a mejor vida”, dice Dínora satisfecha tras comprobar que el pobre viejo ya no respira.
Fernando se pone nervioso porque no sabe cómo va a explicar lo sucedido a su mujer, ni cómo podrá convencerla ahora para que le dé
plenos poderes sobre la hacienda. Pero lo primero es deshacerse del cuerpo del difunto y para ello decide abandonarlo en un campo. En
ésas está cuando Martín empieza a revolverse y a gritar como un loco. Completamente desencajado, Escandón toma la determinación de
encerrar al abuelo en la clínica para enfermos mentales que dirige un primo suyo. Varios días después, Manolo y Miguel llegan a la
hacienda Elizondo y mienten a Fernando diciéndole que buscan trabajo. Éste les explica que no necesitan ampliar la plantilla porque su
mujer y él piensan vender las propiedades para irse a Europa. Gabriela, por su parte, le dice a Dínora que quiere ver a su padre, pero
ésta le comenta que no puede ser porque ha salido a pasear. Incrédula, la mujer insiste tanto, que Malcom se disfraza del anciano y,
sentado en la silla de ruedas, recorre los alrededores de la hacienda. Al verlo desde su habitación, la hija de Martín se tranquiliza.
Mientras en casa de los Reyes todos cuestionan el relato de Manolo y Miguel, el abuelo exige a gritos a una enfermera que le diga dónde
se encuentra. Por otro lado, Armando, muy preocupado por Fernando, contrata a Herzog y a Rubinsky para que se hagan cargo de su
seguridad y esa misma noche se presenta con ellos en la hacienda. Al mismo tiempo, pero en el club social, Sarita y Jimena interrogan a
las amigas de su madre para saber de ella. Sin embargo, las mujeres aseguran que hace tiempo que no tienen noticias de Gabriela. En
un ambiente relajado se encuentran los invitados de Fernando, cuando alguien estalla una copa de un disparo. Los asistentes se tiran al
suelo, menos Escandón, que se asoma por la ventana y descubre que el autor del ataque no es otro que Agustín Serrero. Armando no lo
duda un instante y anima a sus matones a que demuestren lo buenos que son. Ni cortos ni perezosos, Herzog y Rubinsky le dan un buen
escarmiento para que no se vuelva a presentar por allí. El marido de Gabriela, entusiasmado por el espectáculo, brinda a su salud con
todos los presentes. Sarita vuelve a su casa y no ve nada extraño Sarita, que sigue preocupada por Martín, logra convencer a Ruth
y a Antonio para que la acompañen a la hacienda. Quiere comprobar en persona que su querido abuelo no corre ningún peligro. Esa
mañana, Dínora repasa con Fernando la contabilidad del clan Elizondo y se queda gratamente sorprendida al descubrir el enorme valor de
la hacienda, por lo que apremia a su amante para que la venda cuanto antes. Gabriela, por su parte, quiere ver otra vez a su padre y
Carmela, para evitar que se altere, pide a Malcom que se haga pasar por él. La mujer lo ve a través de la ventana, pero en esta ocasión
percibe algo que no le gusta. También alcanzan a distinguirlo desde la lejanía a Ruth, Antonio y Sarita, que habían entrado de incógnito
en la hacienda y se van creyendo que el abuelo se encuentra en perfecto estado. Cuando parece que las preocupaciones se han
esfumado para los Reyes, Juan, empecinado en domar a un caballo salvaje, sufre un aparatoso accidente y acaba ingresado en el
hospital, magullado y con la rodilla fracturada. Gabriela se arma de valor y aprovecha un momento en que sus vigilantes han bajado la
guardia para escaparse. Cuando Carmela lo descubre, convence a Malcom para que se disfrace de Martín y atraiga a la señora. Y así
ocurre. Gabriela entra en el cuarto del abuelo, se acercar al que piensa que es su padre y casi pierde la cabeza al comprobar que se trata
del sirviente. La matriarca de las Elizondo huye, pero Herzog y Rubinsky la atrapan. Este hecho precipita los acontecimientos. Gabriela
exige a Fernando que le desvele el paradero de su padre, porque si no les denunciará a él y a Dínora. Ésta, viendo que la mujer no cede,
la encierra en el sótano para que recapacite y le propone que firme un poder por el cual su marido pueda disponer a tu antojo de su
fortuna. Sólo así se librará del cautiverio, perderá de vista a Fernando para siempre y se reunirá con su padre. Gabriela no se fía de su
secuestradora y la abofetea. Acto seguido, la malvada Rosales deja claro a su víctima la suerte que le espera: “Muy bien, no firmes nada,
pero te pudrirás en el sótano”.

CAPITULO 23
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Sarita y Óscar, piensan en boda
Fernando ve que la situación en el rancho se le está yendo de las manos y acude al bar Alcalá para compartir sus temores con Armando.
Al enterarse de lo que su amigo y Dínora han hecho con Gabriela, el marido de Rosario le aconseja reunir todo el dinero posible e irse de
la región. Mientras, Franco y Sarita disfrutan cada momento que pasan juntos y no dudan en buscarse por la hacienda para regalarse
tiernos besos y caricias. Sin embargo, ella se incomoda cada vez que algún criado los ve tan acaramelados y pide a su novio que procure
no excederse en sus muestras de cariño. El menor de los Reyes resta importancia al tema y asegura a su amada que no hay nada que
desee más que casase con ella para que se sienta como la señora de la casa y nadie tenga que murmurar. Martín ignora que el
administrador de la clínica es primo de Fernando y se ha comprometido con él para tenerlo allí encerrado. Así, convencido de que Bustillo
es una buena persona, le cree cuando éste le asegura que le ayudará a salir del centro y accede a permanecer callado durante la visita
del director. Después de examinar al paciente, el médico comenta con su colega que no comprende por qué ese señor está ingresado. En
la hacienda de las Elizondo, Malcom y Carmela temen que el abuelo denuncie los atropellos a los que ha sido sometido y todos terminen
en prisión. Por eso, empiezan a buscar los objetos de valor para llevárselos, en caso de tener que irse apresuradamente. Raquel
propone a Ruth que le acompañe en su próximo viaje a España Durante una de las frecuentes visitas que Ruth hace a Calixto para
cuidar de él, Raquel pide a su hija adoptiva que la acompañe a España, pero ella rechaza la propuesta. Días más tarde, Rosario y su
esposo van al rancho y ven la silla de Martín vacía. Fernando comenta que Gabriela y el abuelo están en la casa de Santa Clara, pero la
cantante no le cree. Armando prohíbe entonces a su mujer que vuelva a la hacienda, para evitar que descubra lo que ha hecho su amigo.
Poco después, Óscar muestra a Jimena las joyas de la difunta Eduvina Trueba. Al verlas, la chica sugiere a los Reyes venderlas y entregar
los beneficios a los pobres. Bustillo, temiendo ser descubrierto pide más dinero a su primo por ocuparse de Martín. Lejos de acceder a la
demanda del administrador, Fernando encarga a sus nuevos matones que le den una paliza y luego le aclara que no le importa lo que
pueda hacer con su suegro: “Por mí, como si matas a ese viejo”. El futuro de Gabriela no se agura mejor que el de su padre. Encerrada
en el sótano, vive en pésimas condiciones, no come y su malvado marido no escucha sus súplicas de ser atendida por un médico.
Hortensia, recluída en el mismo sanatorio que Martín, se hace su amiga y cuando se entera de que Bustillo planea envenenarlo, lo pone
sobre aviso. Luego le pide que la acompañe a ver a sus hijos, que han ido a visitarla, pero el anciano prefiere quedarse en el cuarto.
Ruth está preocupada pues, una vez más, sus sueños le anuncian que algo malo va a ocurrirles a Raquel y Calixto. Para colmo, discute
con su madre adoptiva a causa de los Reyes y decide no volver por casa de la mujer. En ese momento llega Benito y se ofrece a cuidar
del anciano, pero la cuñada de Melisa conoce las intenciones de su sobrino y le aclara que, por mucho que haga, su herencia será para
Ruth. Mientras, Hortensia está encantada con Miguel, Manolo y su hijo pequeño, Abraham. Inocentemente, el benjamín le cuenta a su
madre que Filemón la engaña con Esperanza, la chica que le ayuda en la frutería. Pero la mujer, dentro de su locura, no muestra ninguna
reacción ante la noticia. Cuando los chicos se disponen a irse, Hortensia les insiste para que se queden un poco más y así conozcan a su
amigo. Por desgracia, la suerte no está de parte de Martín y, cuando éste llega, las únicas personas que podían reconocerlo y ayudarlo ya
se han ido.

CAPITULO 24
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Eva de sirvienta a millonaria
Hace tiempo que Raquel no sabe nada de Gabriela, por eso va a verla a la hacienda, acompañada de Calixto. Al llegar se inquieta porque
el lugar parece deshabitado; más nervioso se pone Fernando cuando descubre la visita. Dispuesto a deshacerse de la pareja, le dice a la
amiga de su esposa que ésta y Martín se han ido a la casa de Santa Clara. La señora Uribe no le cree e insiste en que le dé más detalles
sobre ese viaje. Mientras tanto, Calixto, que está muy desorientado, se pierde por la hacienda. Cuando su mujer se da cuenta, se
empeña en ir a buscarlo, pero Escandón se lo prohíbe, prometiéndole que él se ocupará del asunto. En cuanto Fernando desaparece, ella
empieza a llamar a su esposo por todas las habitaciones. Al oírla, Gabriela grita el nombre de Raquel para que la ayude. Sorprendidos
ante la reacción de la mujer, Herzog y Rubinsky le tapan la boca, pero ya es demasiado tarde; Raquel ha reconocido la voz de su fiel
amiga y se dirige al sótano. Al mismo tiempo, en los pisos superiores todo el mundo está como loco intentando dar con el paradero del
señor Uribe. Ruth recibe la noticia más triste de su vida Cuando Raquel llega al sótano, los matones se han ocultado con su
víctima, pero la tía de Leandro los ve gracias al reflejo de un espejo. Asustada, la mujer abandona el lugar sin saber qué hacer. Al llegar
a la planta de arriba se topa con Fernando, que le dice que Malcom ya ha encontrado a su esposo y que deben irse enseguida. Ella agarra
a Calixto del brazo y se va como alma que lleva el diablo. Al subir al coche, Raquel le dice al chófer que se dirija rápidamente a la
comisaría. Mientras, en la hacienda, Escandón cree que la señora sospecha algo, pues se ha ido sin rechistar, y Herzog y Rubinsky se lo
confirman. Dínora, que ve peligrar sus planes, ordena a los sicarios que persigan al matrimonio y acaben con él cuanto antes. Dicho y
hecho, los dos hombres se acercan al coche de los Uribe y disparan contra ellos. El conductor pierde el control del vehículo y colisiona con
el de sus perseguidores. El resultado es un trágico accidente en el que todos fallecen. Preocupados por la tardanza de sus hombres,
Fernando y Dínora van en su busca; así es como descubren lo ocurrido. Enseguida se alejan del lugar para evitar que los relacionen con
el accidente. Cuando llegan a la hacienda, ponen al corriente a Malcom y a Carmela. Gabriela, por su parte, pregunta a la malvada
criada por su amiga y ésta, sin desvelarle que ha muerto, le asegura que nunca volverá a verla. Quien pronto sabrá la verdad es Ruth, ya
que Magnolia, la criada de los Uribe, la llama por teléfono para darle la triste noticia. La chica rompe a llorar con amargura. Al día
siguiente, los familiares y amigos de los Uribe dan sepultura al matrimonio. Los Reyes y las Elizondo se extrañan al no ver a Gabriela y a
Martín en el cementerio. Una vez en casa de Raquel, Benito intenta ofender a Ruth recordándole, delante de los asistentes al sepelio, que
ella no tiene derecho a la herencia de Raquel, pues no era su hija. La joven se enfrenta a él asegurándole que no le importa el dinero,
pues cuenta con el apoyo de Eva, su verdadera madre. Fernando, más tranquilo tras hablar con Armando y conseguir su apoyo en caso
de tener problemas con la justicia, organiza una de sus habituales partidas de cartas. Escandón pierde los nervios cuando un jugador
gana todas las manos y discute con él. Es Dínora la que, con un revólver en la mano, echa al hombre. A continuación, la joven Rosales
grita a su amante que está harta de sus continuas trifulcas y que es un cobarde. Fernando golpea a Gabriela Por su parte, Juan,
recuperado de su caída, sale del hospital y regresa a casa. Cuando ve a Ruth, le da el pésame y ambos se funden en un emocionado
abrazo. En la hacienda de las Elizondo, Fernando se pone meloso e intenta convencer a Gabriela para que le firme el poder notarial, sin
ningún éxito. El hombre pierde la paciencia y la golpea. En el psiquiátrico, Bustillo y Violeta, su enfermera aliada, visitan a Martín.
Creyendo que duerme, el gerente comenta con su cómplice que va a inyectar veneno al abuelo, pues, inexplicablemente, las pastillas no
han surtido efecto. Al día siguiente, el abuelo de Sarita le cuenta a Hortensia lo ocurrido y los dos planean huir del centro. Pasan varios
días y en la hacienda de los Reyes todos se quedan con la boca abierta cuando Eva anuncia que esa misma tarde tiene que acompañar a
Ruth a la lectura del testamento de Raquel y Calixto, pues ha sido citada. Llega el momento y el abogado anuncia que Magnolia hereda la
cuenta corriente de los señores y Eva Rodríguez, todos sus bienes: “Por habernos permitido a mí y a Calixto ser padres. Le estamos
enormemente agradecidos”. La criada y su hija no se lo pueden creer, tampoco Benito, el cura Epifanio y las amigas de la difunta, que
esperaban tener su parte de la fortuna. Esa misma noche, durante la cena en la hacienda Trueba, Óscar felicita a Eva por la suerte que
ha tenido y Franco comenta que, finalmente, Raquel era buena a su manera. Para terminar la entrañable velada, Ruth, los Reyes y las
Elizondo alzan las copas y brindan por la nueva vida que va a comenzar su fiel sirvienta.

CAPITULO 25
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Norma amenaza con matar a Fernando
Fernando está cansado de que Pepita y Rosario se metan en sus asuntos y le exige a Armando que controle a sus ‘mujeres’. El
empresario enseguida les recrimina su comportamiento, pero ellas insisten en que Martín y Gabriela corren serio peligro. Al final,
Armando discute con Ronderos y la despide, por mucho que Rosario la defiende a capa y espada. Mientras tanto, Dínora se impacienta,
pues no ve el momento en que disponga del dinero suficiente para dejar la región. Escandón le confirma que sus problemas se
terminarán esa misma tarde, en cuanto Arthur Klauss le pague la tercera parte del valor de la casa. En el hospital, Martín se hace de
nuevo el dormido y escucha cómo Violeta le dice a Bustillo que ese día es el idóneo para eliminar a su víctima. Aterrorizado, el anciano
habla con Hortensia y le dice que debe huir cuanto antes. Ajenos a todo esto, Juan y Norma se preparan para ir a visitar a la madre de
Manolo y Miguel; los chicos les acompañan. El mayor de los Reyes le pide a su mujer que le vista, pues, aunque ha dejado el hospital,
necesita utilizar muletas. Dispuesto a eliminar a Martín, Bustillo lo lleva a un sitio apartado de la clínica para suministrarle el veneno. Por
fortuna, en ese instante aparece el doctor Insulza y, tras recordarle que tiene que asistir a una reunión, le pide que deje allí al paciente,
pues un celador irá a buscarlo. A los pocos minutos, aparece una enfermera y se lleva a Martín a toda prisa. El abuelo grita desesperado,
porque cree que su final está muy próximo, pero se equivoca... Es Hortensia la que, vestida de blanco, impulsa su silla de ruedas hacia la
ansiada libertad. Manolo y Miguel buscan a su madre Cuando Juan y sus amigos llegan al centro, el director les comunica que
Hortensia ha huido con un señor impedido. Ninguno imagina que el hombre es Martín y que a esas horas los dos han logrado llegar a la
carretera, donde un conductor los ha recogido. Norma intenta calmar a Manolo y a Miguel, pero ambos están desesperados porque la
Policía no es capaz de darles ninguna pista sobre el paradero de su madre. Sin pensar que los están buscando, los dos prófugos
empiezan a preocuparse, pues no tienen nada de dinero con el que subsistir. Esa tarde, como había acordado, el señor Klauss llega a la
hacienda Elizondo para hacer negocios con Fernando. Aunque Escandón insiste en que entre en la casa, el millonario le comenta que
tiene prisa, por eso concretan la compra en el recibidor. Todo va de maravilla, hasta que Arthur le dice que debe consultar una de las
partes del contrato con su novia, que está en el coche. Al acercarse al automóvil, Fernando se queda pasmado. La mujer no es otra que
Pepita. La cantante descubre en ese momento que su novio quiere regalarle la hacienda Elizondo, pero ella se niega, pues considera que
Fernando es un ser despreciable. Éste se molesta y llama mujerzuela a la chica. Klauss entonces le asegura que se arrepentirá de lo que
ha dicho y se va con su novia. Ya en el coche, Pepita, nerviosa, empieza a sentirse mal y su novio, que es el padre del bebé, teme que
pierda a la criatura. Dentro de la hacienda, Fernando explica a Dínora lo ocurrido y ambos optan por presionar a Gabriela para que les dé
dinero. “Si no lo hace, yo misma mato a tu mujer”, amenaza la malvada Rosales. Sin embargo, poco le importa ya a Gabriela su vida. La
mujer no deja de reprocharse todos los desprecios que ha hecho a su familia. Es tan grande el dolor que siente que incluso confiesa a
Carmela que no va a huir porque no se atreve a mirar a sus hijas a la cara. Llega la noche y Hortensia intenta dormir, pero tiene una
pesadilla con Libia y se despierta. Entonces le cuenta a Martín el daño que le hizo a una muchacha embarazada. El abuelo, que no
relaciona su historia con la joven Libia, la consuela diciéndole que lo importante es que está arrepentida. Al día siguiente, Pepita va
hasta la hacienda de los Reyes y Norma se queda de piedra cuando la cantante le dice que ni Gabriela y ni Martín viven ya en el rancho.
La artista le dice que está segura, porque tanto ella como Rosario han ido muchas veces a verlos, pero Fernando siempre les ha dicho
que es imposible, porque se han ido a la casa de Santa Clara. Sin embargo, Pepita le cuenta que la mujer de Armando descubrió la silla
de Martín vacía y que eso es muy extraño. Acto seguido, Norma telefonea a la residencia de vacaciones y los criados le aseguran que
hace tiempo que no ven a su madre. Aterrada, la joven le cuenta a Eva su conversación con Pepita y coge un rifle para ir a la hacienda.
La madre de Ruth intenta convencerla para que espere a los Reyes, pero como no lo logra, la acompaña. Al llegar, las dos mujeres se
dan cuenta de lo abandonado y vacío que está el lugar. Una vez dentro de la casa, empiezan a buscar a Gabriela y al abuelo por todas las
habitaciones. La furia que invade a Norma es tan grande, que Fernando no es capaz de detener a su ex mujer, que perderá
completamente los nervios cuando vea en la terraza la silla de su abuelo. Entretanto, la perversa Dínora se ha escondido en el sótano
con Gabriela, a quien amenaza con matar si hace algún movimiento en falso. Quintina, por su parte, les cuenta a Sarita y a Jimena dónde
ha ido su hermana y las dos chicas acuden enseguida en su ayuda. Por mucho que Escandón intenta convencer a Norma de que no
ocurre nada raro en la hacienda, la joven no le cree. Tampoco Eva, a quien Fernando menosprecia. Sin embargo, la mujer se crece y,
tras informarle de cuál es nueva posición social, le informa de que encargará que lo investiguen. Norma, fuera de sí, le apunta con el
arma y le asegura que le matará, si Gabriela o Martín han sufrido algún daño. Fernando no aguanta más amenazas y, sacando otro
revólver, la provoca para que dispare. Viendo que ese duelo sólo puede tener un trágico final, Eva convence a la joven Elizondo para que
se retiren y sea la justicia quien tome cartas en el asunto. Justo cuando van a salir de la hacienda, llegan Sarita y Jimena, que
abandonan el lugar a regañadientes.

CAPITULO 26
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Juan rescata a Gabriela
Tras dejar la casa de los Elizondo, Eva, Norma y sus hermanas tratan de aclarar lo ocurrido. Así, entran en un bar y la esposa de Juan le
cuenta a Sarita y a Jimena su charla con Pepita. Las dos se alteran cuando Norma les dice que no ha visto ni a Gabriela ni a Martín y que
la silla del anciano estaba abandonada. Eva nota a las chicas tan nerviosas, que teme que cometan alguna locura y les aconseja que,
antes de actuar, hablen con sus parejas. Entretanto, la aventura de Hortensia y el abuelo está a punto de terminar. La pareja ha llegado
sana y salva al mercado donde la señora tiene la frutería. La madre de Manolo y Miguel se entristece al pensar que ahora deberá pedir
explicaciones a Filemón, su marido. Fernando, por su parte, está seguro de que el enfrentamiento con su ex mujer sólo le traerá
problemas, por eso habla con Dínora y ambos deciden vender las joyas de Gabriela y huir con el dinero. Pero la sorpresa que se llevan es
mayúscula cuando empiezan a registrar todas las habitaciones y no dan con ningún objeto de valor. Hortensia se reúne con sus hijos
Seguros de que Malcom y Carmela tienen algo que ver en el asunto, y aprovechando que ambos están vigilando a la matriarca de las
Elizondo en el sótano, buscan las joyas en los cuartos de los criados. Lejos de allí, Hortensia se emociona mucho al ver a sus hijos y los
abraza. Ellos se quedan pasmados cuando ven a Martín. Aunque al final Fernando y Dínora no encuentran las alhajas, están convencidos
de que Malcom y Carmela las tienen, así que hablan con ellos y los tachan de ladrones. Los criados se enfadan, pero eso no evitará que
la perversa Rosales los torture hasta que confiesen ser los autores del robo. Por si fueran pocos los contratiempos, Bustillo le dice a
Escandón que su suegro ha burlado la vigilancia de la clínica psiquiátrica y se ha escapado. En ese tiempo, Eva y las hermana Elizondo
ya han llegado a la hacienda Trueba. Nada más entrar por la puerta, las chicas se topan de frente con Juan y Franco, que saben por
Quintina dónde han ido sus mujeres y no pueden estar más enfadados con ellas. Norma enseguida defiende a sus hermanas y asegura
que la única responsable de lo ocurrido es ella, pero se justifica diciendo que tenía que hacer algo después de que Pepita le contara la
verdad. Al oírlo, Juan se enfada aún más con su esposa, e incluso le grita por haber puesto su vida en peligro. Luego se arrepiente y le
pide perdón: “Si te levanté la voz, discúlpame, no fue mi intención herirte, pero la sola idea de que te pase algo me desespera”, reconoce
lloroso. En ese momento Martín llama por teléfono para informar a su familia de que está con Hortensia y se encuentra bien. La alegría
inicial se empaña cuando Norma pregunta por su madre y el anciano le dice que no sabe nada de ella. Sarita, Jimena y sus respectivas
parejas van de inmediato en busca de Martín, ansiosas por estrechar en sus brazos a su adorado abuelo. Mientras, Norma, que se ha
quedado en casa cuidando a Juan David, no se da cuenta de que su marido ha cogido sus muletas y se ha marchado a la hacienda
Elizondo para descubrir de una vez por todas qué está pasando allí. Juan llega al rancho al mismo tiempo que Armando aparece con
Memo, pero el muchacho se esconde para evitar ser descubierto. Mientras el marido de Rosario discute acaloradamente con Escandón
por los errores que está cometiendo, el mayor de los Reyes se adentra en la casa y llega al sótano, donde descubre a Gabriela. Memo,
por su parte, encuentra la camioneta de Juan en los alrededores de la hacienda y se lo comunica a Armando y sus amigos. Todos se
ponen a buscarlo como locos y Dínora, lejos de asustarse, se alegra, pues cree que por fin podrá acabar con Juan Reyes para siempre.
Cuando la madre de Norma ve a su yerno lo mira desconfiada, pero finalmente el chico la convence de que se vaya con él. Sin embargo,
para desgracia de los dos, cuando se disponen a escapar, llega Malcom y les apunta con una escopeta. A pesar de que Juan está
impedido, consigue librarse del mayordomo. Con gran esfuerzo, Gabriela y el marido de Norma logran salir de la casa y subirse a la
furgoneta. Una vez allí, la matriarca agradece a su yerno que la haya liberado.

CAPITULO 27
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La boda más esperada
Cuando Juan va a poner en marcha su furgoneta para escapar de la hacienda con su suegra, Memo, que se había escondido en el
maletero, les apunta con un rifle y les amenaza con utilizarlo, si no le obedecen. Entonces, el marido de Norma se dirige a la entrada de
la casa, donde están Fernando y Dínora. Éstos, que ignoran que su matón se encuentra en el coche, se muestran desconcertados.
Aprovechando la confusión, Juan acelera y emprende la huida. Pero en la salida se topa con Armando que, pistola en mano, le obliga a
parar. De esta manera acaban sus esperanzas de libertad... Sin sospechar nada de lo que está ocurriendo, en la hacienda Trueba Sarita,
Jimena, Óscar y Franco comentan todas las penurias por las que han pasado Martín y Hortensia en el psiquiátrico. En ésas están cuando
Norma aparece en la sala y pregunta por su esposo. Como nadie sabe dónde se encuentra, la joven empieza a ver clara su sospecha de
que Juan se ha ido a la hacienda Elizondo. Realmente preocupada, sale corriendo en su busca. Acto seguido, los hermanos Reyes y Sarita
se ponen en pie y van tras ella, pues temen que alguien le haga daño. Mientras tanto, Juan y Gabriela han sido reducidos por sus
agresores y permanecen secuestrados en el sótano. Allí, el muchacho, a pesar de los golpes que ha recibido y de lo mucho que le duele
la rodilla, no se amilana ante sus rivales ni de lejos, y les grita: “Nunca había visto tantas ratas juntas”. De camino al rancho, los Reyes
intentan tranquilizar a Norma y expresan sus dudas sobre si están haciendo lo correcto yendo hacia allí, pues no deben interferir en el
trabajo de la Policía, que ya ha sido informada de las tropelías de Fernando y Dínora. Pero Norma les asegura que no está dispuesta a
quedarse de brazos cruzados. Temiendo que Juan se rebele, Escandón y sus sicarios no dejan de apuntarle con sus rifles. No imaginan
que otro peligro mayor les acecha, porque Franco y compañía ya han llegado al rancho. Cuando Armando ve a su eterno rival, le dice a
Dínora que es el momento de que pague los favores que ha hecho por ella matando al joven Reyes. La malvada Rosales ni siquiera
pestañea ante la propuesta y enseguida dirige el arma hacia su víctima. Afortunadamente, la joven no tiene puntería y cada intento
resulta fallido. Por su parte, los Reyes se protegen detrás de la furgoneta de Juan, mientras Sarita y su hermana, detrás de su coche, se
lamentan por no llevar encima el rifle. La llegada de la Policía hace a Dínora cejar en su empeño, sobre todo cuando los agentes gritan
que respetarán sus vidas, si se entregan a la justicia y sueltan a los rehenes sanos y salvos. Haciendo gala de su inagotable maldad,
Dínora Rosales ata a Juan y sube a Gabriela a la terraza. Desde allí y, apuntando a la cabeza de la mujer con su arma, exclama: “Las
órdenes las doy yo y si no se retiran, mataré a Gabriela y a Juan”. Luego, vuelve al sótano para dejar a sus víctimas bajo la vigilancia de
Memo, mientras ella se va con Armando y Fernando para urdir un plan de huida. Al día siguiente, por la mañana, Rosario se despierta y
se inquieta al darse cuenta de que su marido no ha dormido en casa y que el último lugar adonde debía ir la noche anterior era la
hacienda Elizondo. Así, sin pensarlo mucho, se dirige hacia el rancho para averiguar qué ha pasado. Al llegar, la Policía le pone al
corriente de todo y ella insiste en hablar personalmente con su marido. Tras hacerlo, Armando convence a sus amigos para que le dejen
salir de la casa con su esposa. En ese instante, los agentes intentan arrestarle, pero el empresario asegura que no tiene nada que ver
con ese secuestro. Sin embargo, Franco les recuerda la implicación del hombre en los atentados que él y su familia sufrieron. El marido
de Rosario pierde el control y dispara al joven Reyes, pero la cantante se pone en medio para evitar la desgracia y es ella la que resulta
gravemente herida. Al creerla muerta, Armando amenaza con matar todo el mundo y finalmente la Policía acaba con su vida. Minutos
más tarde, Dínora pide un rescate por sus rehenes. A pesar de la negativa de la Policía, Franco y Óscar quieren pagar. Siguiendo las
instrucciones de la criminal, los chicos dejan el dinero en la furgoneta de su hermano, pero las cosas no saldrán como esperaban. Una
vez dentro del vehículo, Fernando y Dínora huyen llevándose a Gabriela y a su yerno. Malcom y Carmela, por su parte, se entregan a los
agentes e intentan convencerlos de que son inocentes, pero resulta imposible creerles. Aunque la Policía intenta atrapar a los criminales,
éstos se adentran en una peligrosa zona pantanosa. Mientras, los agentes deciden replegarse para idear un plan efectivo de rescate.
Dínora y Fernando se sienten en peligro y no paran de pelearse una y otra vez. Un final apasionante La situación se vuelve todavía
más tensa cuando la pareja se da cuenta de que se ha perdido en el pantano y no sabe cómo salir. El infierno en el que viven Juan y su
suegra se hace más llevadero gracias al joven Reyes. Éste, dejando a un lado las diferencias que les separan, intenta animar a una muy
debilitada Gabriela. Por su parte, Franco y Óscar deciden acompañar a la expedición de rescate que se ha introducido en el bosque. Sin
embargo, el prometido de Sarita cae en unas arenas movedizas y, tras ser rescatado por la Policía, los agentes le aconsejan que
abandone el lugar con su hermano inmediatamente. Cuando los dos chicos llegan a la hacienda Trueba, todos están esperándolos,
ávidos de noticias. Franco y Óscar comunican que aún no han encontrado a Juan y a Gabriela y que están esperando a un especialista
que sabe moverse por terrenos peligrosos. Por sorpresa, llegan de visita los Rosales, que reconocen lo mala que es su hija y se
arrepienten de haberla protegido. Más tarde, Dínora sufre la picadura venenosa de un animal y se desmaya. Lejos de allí, Rosario, que
está en el hospital pero fuera de peligro, recibe la visita de Panchita. La chica es incapaz de contarle que su marido ha fallecido. Mientras
tanto, los Reyes se desesperan en la hacienda y acuden a la comisaría en busca de información, pero nadie les aclara nada. Las Elizondo,
por su parte, han regresado a la casa familiar y revisan el sótano en el que permaneció secuestrada su madre. Allí encuentran una carta
que Gabriela empezó a escribirles y donde da detalles de su encierro. Las tres lamentan no haber hecho nada por ella. Cuando Dínora
vuelve en sí, Fernando se percata de que su amante se ha convertido en un verdadero estorbo, ya que no puede caminar. Negándose a
cargar por ella, el joven les dice a Juan y Gabriela que va a abandonar a su amante. Ellos no están de acuerdo y se ocupan de la chica.
Un día después, Escandón, que desea salir del pantano cuanto antes, se deshace de Dínora con un disparo en el pecho. En casa de los
Reyes, Franco recibe la llamada de Panchita. La chica le dice que Rosario desea hablar con él y Sarita. La pareja no tarda en presentarse
en el hospital y allí la cantante, rota de dolor pues ya sabe que su marido ha muerto, les pide perdón por el mal que les ha causado y les
desea suerte, la misma que ella no ha tenido. Juan no acaba de creer que Fernando haya matado a Dínora. Escandón, por su parte, le
asegura que desde que apareció en su vida, todo han sido desgracias. Al escuchar eso, Gabriela lo pone en su sitio: “Eso es mentira. La
vida de los Elizondo se arruinó cuando entraste a formar parte de la familia. Los Reyes sí son hombres de verdad, y no tú, que eres una
basura”. Tras semejante declaración, Fernando abofetea a su mujer, pero se le cae el arma cuando Juan intenta defenderla. Gabriela
reacciona enseguida, coge la pistola y le apunta con ella. Escandón, entonces, se ve obligado a huir. En el hospital, Pepita intenta
consolar a Rosario, que está destrozada por la muerte de su marido. La joven se tortura recordando las incontables peleas que ha tenido
con Armando. Al final, le confiesa a su amiga que, a su manera, ella le amó mucho. Y dispuesta a mantener su recuerdo, le asegura que
el bar Alcalá reabrirá sus puertas, porque así lo hubiera deseado él. Mientras tanto, al grupo de rescate por fin se ha sumado el hombre
que esperaban. Se llama Aníbal y no es otro que un tío de los Reyes, que había abandonado el país muchos años atrás. Franco y Óscar
deciden acompañarlo. Juan y Gabriela continúan caminando por la selva pantanosa, en busca de la salida. El joven Reyes intenta volver
sobre sus propios pasos, ya que ha ido dejando pistas, pero no las encuentra, así que al final le confiesa a su suegra que están perdidos.
En eso escuchan ruidos extraños, y pese a no saber de dónde proceden, se imaginan que se trata de Fernando, que los sigue de cerca. Y
no tardan en comprobar que es cierto... Eva se reencuentra con el padre de Ruth Al día siguiente, el marido de Gabriela reaparece
entre las sombras y dispara a su mujer. Ésta, herida en el brazo, se hunde en unas arenas movedizas. Juan reacciona rápidamente y
golpea con la muleta a Fernando, quien también cae en la ciénaga. El marido de Norma consigue salvar la vida a su suegra, mientras la
tierra se traga al perverso Escandón, como si el mismísimo infierno lo estuviera reclamando desde las profundidades. En ese momento
llegan corriendo Franco, Óscar y el resto del grupo, que se han dirigido hacia allí al oír los disparos. Tampoco tardan en aparecer las
hermanas Elizondo, que se habían unido a un segundo equipo de rescate. Todos se alegran al ver vivos a los rehenes. Mientras Gabriela
es atendida en el hospital, los Reyes llegan con sus mujeres a la hacienda. Eva se queda impactada al ver a Aníbal y ambos, sin desvelar
a nadie su antigua relación, se ponen a hablar del pasado. Así, la mujer descubre que la noche en que quedó con él para decirle que
esperaban un hijo, su amante no acudió a la cita porque sufrió un grave accidente que casi le cuesta la vida. Aníbal, curioso, le pregunta
qué quería contarle aquel día, pero Eva no se lo dice. Poco después el tío de los Reyes se despide de sus sobrinos y se va a Canadá,
donde lo esperan su esposa y sus hijos. Eva, por su parte, se queda muy triste. Al cabo de unas semanas, las Elizondo recogen a su
madre en el hospital. Gabriela se lamenta con pesar, pues ninguno de los Reyes ha ido a buscarla. Cuando llegan a la hacienda Elizondo,
se entristece aún más, porque no quiere vivir sola allí. Norma, Sarita y Jimena le aseguran que no tiene nada que temer, pues estará
acompañada de Martín y los criados. De repente aparecen Juan, Óscar y Franco y le ofrecen una fiesta de bienvenida. La felicidad de la
mujer será completa cuando le comuniquen que pronto habrá boda. Rosario ya ha vuelto al bar Alcalá y canta para Pepita, que está feliz
con su bebé y su marido al lado. Y por fin Sarita se viste de blanco para entregarse a Franco. Tras darse el “sí, quiero”, la pareja se
dedica una tierna mirada y se funde en un apasionado beso. Todos los asistentes aplauden a la vez y la joven, con lágrimas en los ojos,
repite a su ya marido: “Te amo”. Días más tarde, los Reyes y las Elizondo cabalgan por sus propiedades, seguros de que nada malo
puede ocurrirles; han descubierto que cuentan con el mejor aliado en cualquier adversidad: el amor.

FIN

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