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Secretos de la fructificación | Casa de


Dios

7-9 minutos

Estamos llamados a ser huertos que producen muchos


frutos. Cada vez más y más, ya que experimentarás un
incremento sobrenatural. ¡Viene más para ti! Y para
incrementar nuestra fructificación, es necesario que
comprendamos ciertos elementos vitales. El primer
elemento es la revelación. Jacob le dijo a José que era
rama fructífera y declaró abundante bendición sobre
él[1]. Hay un decreto de frutos sobre tu vida que te es
revelado de muchas formas. Puedes ser buen cristiano,
pero si no estuvieras en una iglesia donde se cree en
incremento, no darías tanto fruto. Alguien te debe decir
que Dios quiere tu multiplicación y bendición, y tú debes
creerlo, porque será hecho de acuerdo a tu fe. Dios no
responde a la necesidad sino a la fe. Si respondiera a la
necesidad, no habría un solo niños con hambre o una
madre afligida, pero responde cuando demostramos
que Él puede hacer la obra. Por eso, sin una revelación
de fructificación, no puedes abundar en frutos.
Necesitas creer que Dios hará llover maná del cielo y
hará brotar agua de la roca. Él no te puede dar más de lo
que tú crees. Hasta donde tú creas, te dará.

Si la viuda que Eliseo ayudó hubiera encontrado cinco


mil vasijas, seguramente Dios las hubiera llenado,
porque la provisión de aceite se detuvo cuando todas
las vasijas se llenaron. Debes incrementar tu fe para
fructificar aún más. Debes verte cada día de tu vida
como alguien que camina en bendición, que cada paso
te acerca a una mayor gloria y unción.

El segundo elemento para ver incremento de frutos es


trabajar en equipo. José era una rama, algo conectado a
un sistema ecológico. Si quieres fructificación debes
ser parte de un grupo, de un cuerpo que se integra por
muchos órganos. Quien no sabe trabajar en equipo, no
alcanza el 100% de su potencial. En el pueblo de Dios,
las cosas se mueven así: lo que tú siembras, otros
cosechan y tú cosechas de lo que otros han sembrado.
Para ver un incremento real debes estar conectado a un
grupo. Aprendamos a trabajar en equipo. Eres una rama
que debe estar pegada a un tronco. Dos son mejor que
uno, tres son mejor que dos, y cuatro son mejor que
tres. ¡Así que el incremento es bueno!

El tercer elemento para fructificar es la fuente, símbolo


del Espíritu Santo. Eres fuente de gloria, unción y poder.
Jesús le dijo a los discípulos que no podían salir antes
de que recibieran al Espíritu Santo, quien puede hacer
más en cinco minutos de lo que tú en cinco años.
Necesitas más de Él. Un problema de la iglesia de hoy
es que buscamos métodos para crecer, cuando lo vital
es pasar tiempo con el Espíritu Santo. Así como la carne
está muerta sin el espíritu, la iglesia no funciona sin la
unción. Somos relevantes, inteligentes, pero no
conocemos la unción, y una onza de unción puede más
que una tonelada de conocimiento. Para instrucción, tú
puedes leer un libro, pero no es lo que necesitamos,
porque necesitamos impartición, unción. De nada sirve
que sepas los pasos de un método, sin el poder del
Señor para ejecutar. Aprender es importante, pero no
más que la unción del Espíritu Santo. Los discípulos
estaban confundidos, tenían conocimiento, pero fueron
a dar testimonio cuando recibieron la unción. Un
hombre ungido puede ser bruto o feo, pero se vuelve
elocuente y agraciado con la unción. La unción es tan
poderosa que David hubiera tirado la piedra para atrás y
de todas formas le pega a Goliat. Busca siempre la
fuente de agua viva, al Espíritu Santo.

El cuarto elemento es la superación de los límites. Los


vástagos de José se extendían sobre un muro, y el muro
es símbolo de limitación e impedimento, algo que
detiene tu progreso. Elimina las limitaciones. Moisés
dijo que era tartamudo, Jeremías dijo que era muy
joven, sin embargo, Dios levanta a sus escogidos por
encima de sus limitaciones. Algunos dicen: “No tengo
oportunidades, no tengo dinero”, solo hay quejas, pero
mientras sigas reciclando esas bobadas, no avanzarás.
Todos hemos tenido que superar limitaciones, Jesús las
tuvo, fue rechazado, pero tenía puesta Su mirada en lo
que el Padre había dicho sobre Él. Tienes llamado,
talento, unción, ¡levántate por encima de tus
limitaciones! Todos los hombres de Dios comenzaron
sin nada y de la nada.

El quinto elemento es la resistencia frente a las


circunstancias adversas y críticas. Sin duda, cuando
des fruto, te van a criticar, van a murmurar y se
levantarán en tu contra, pero es parte del llamado. Solo
a los mangos bonitos les tiran piedras para botarlos y
comérselos. Si no aprendes a pararte firme a pesar de
los ataques, nunca serás 100% fructífero. José fue
perseguido, traicionado, vendido por el sueño y visión
de que un día el mundo se inclinaría ante él, pero su
fortaleza siempre fue el Señor y alcanzó su propósito.
En el nombre de Jesús, tu principal misión es amar al
Señor. Uno de los más grandes peligros de un ministerio
es depender del talento humano y olvidarse de Dios. Si
no permaneces en el Señor, no incrementarás tu fruto,
porque Él es la vida y nosotros estamos pegados a Su
presencia[2]. Nuestra oración debe ser mejorar nuestra
relación con Dios. Tus frutos dependen del nivel de tu
relación con el Señor, porque solo Él puede darte unción
y estrategias para un incremento real.

Dile: “Jehová de los ejércitos, ten misericordia,


conéctame a ti una vez más, para que dé frutos en la
familia, en el matrimonio, en el ministerio, en la
empresa. Padre, perdóname si he vivido de cisternas y
no de tu fuente de vida. Vengo a ti para no alejarme
jamás. Yo cuidaré de ti y Tú cuidarás de mí. Sé que solo
Tú darás abundante fruto en mi vida”.

[1] Génesis 49:22-27: Rama fructífera es José, rama


fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden
sobre el muro. Le causaron amargura, le asaetearon, y le
aborrecieron los arqueros; mas su arco se mantuvo
poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por
las manos del Fuerte de Jacob (Por el nombre del Pastor, la
Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará,
por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con
bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del
abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del
vientre. Las bendiciones de tu padre fueron mayores que
las bendiciones de mis progenitores; hasta el término de
los collados eternos serán sobre la cabeza de José, y sobre
la frente del que fue apartado de entre sus hermanos.
Benjamín es lobo arrebatador; a la mañana comerá la
presa, y a la tarde repartirá los despojos.
[2] Juan 15: 1-2: Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;
y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más
fruto.

Temas relacionados:
Bendiciones | Fe | Prosperidad

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