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MICHEL DE MONTAIGNE

LETRAS UNIVERSALES
Ensayos
1
Edición de María Dolores Picazo

Traducción de Almudena Montojo

QUINTA EDICIÓN REVISADA

CÁTEDRA
LETRAS UNIVERSALES
Título original de la obra:
Essais

Diseño de cubierta: Diego Lara


INTRODlCCIÓN
Ilustración de cubierta: Susana Narotzky

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Juan Ignacio Luca de Tena, 15.28027 Madrid
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Printed in Spain
Impreso en Fernández Ciudad, S. L.
Esta creencia se relaciona de algún modo con esta otra
tan antigua, de creer satisfacer al cielo y a la naturaleza con
nuestro crimen y masacre, que fue abrazada por todas las CAPÍTULO XXXI
religiones. Aún en la época de nu~st~os pa~:es, Amurates,
en la toma del Istmo, inmoló a seiscientos jovenes gnegos DE LOS CANÍBALES
por el alma de su padre, para que aquella sangre fuese pro-
piciatoria para la. expiación d~ los pecados d:l fallecido.
y en esas nuevas tierras descubiertas en nuestra epoca, toda- UANDO el rey Pirro pasó a Italia, después de observar
vía puras y vírgenes en comparación con las nuestra~, está
extendida esa costumbre por todas partes; todos sus ídolos
se abrevan de sangre humana siJ?-que falten ejemp~os de h?-
C el orden del ejército que los romanos enviaban con-
tra él, dijo: No sé qué bárbaros serán éstos (pues los
griegos llamaban así a todas las naciones extranjeras) mas la
rrible crueldad. Los queman VIVOS y cuando estan med,lO disposición de este ejército que estoy viendo, no es bárbara en
asados, los retiran de la hoguera para arrancarles el coraz.on modo alguno. Lo mismo dijeron los griegos del que Flaminio
y las entrañas; a otros, incluso a las mujeres, los despellejan hizo entrar en su país, y Fi1ipo, al ver desde un cerro el orden
vivos y con su piel ensagrentada cubren y eJ?-mascaran a y la colocación del campamento romano en su reino, bajo
otros. Y tampoco faltan ejemplos de constancia y fir~eza. Pub1io Su1picio Ga1ba. Ved por ello cómo hemos de guardar-
Pues esas pobres gentes gue van a ser sacrificadas, ~nClanos, nos de aceptar las opiniones vulgares y cómo hemos de juz-
mujeres y niños, piden limosna durante algunos di as antes, gadas según la razón y no según la voz pública.
para la ofrenda de su sacrificio y se presentan a esa ~armce- Tuve junto a mí durante largo tiempo, a un hombre que
ría cantando y bailando con los asistentes. Los embajadores había vivido diez o doce años en ese otro mundo descubier-
del rey de Méjico, para mostrar a Hernán Cortés la grande- to en nuestro siglo, en el lugar donde Villegagnon tomó tierra
za de su señor, tras decirle que tenía treinta vasallos, cada y al que llamó Francia antártica'. Este descubrimiento de un
uno de los cuales podía reunir cien mil g~erreros, y que 7'1- país infinito parece ser considerable. No sé si puedo asegurar
vía en la ciudad más bella y más fuerte bajo la capa del Cl~- que se harán otros en el futuro, habiendo tantos personajes
10, añadieron que sacrificaba a los dio.ses cincuenta mil más importantes que yo que se han equivocado en cuanto a
hombres al año. En verdad, dicen que alimentaba ~a ~erra este tema. Temo que tengamos los ojos más grandes que el es-
con ciertos grandes pueblos vecinos, no sólo para ejercitar ~ tómago, y más curiosidad que inteligencia. Abarcamos todo
la juventud de su país, sino principalmente 'pa~a tener pn- mas sólo cogemos viento. P1atón contradice a Solón, contan-
sioneros de guerra con que abastecer los ~acnficlOs. En .otra do cómo supo por los sacerdotes de la ciudad de Sais en Egip-
parte, en cierta ciudad, para la bienvenida del susodlCh~ to, que, antaño, antes del diluvio, existía una gran isla llamada
Cortés sacrificaron a cincuenta hombres. a la vez. Contare Atlántida, exactamente en la boca del estrecho de Gibraltar,
un relato más. Algunos de estos pueblos, habiendo sido que comprendía más países que Asia y África juntas; y que los
vencidos por él, enviaron mensajeros para reconocerle y reyes de aquel territorio, que no solo poseían esa isla sino que
conseguir su amistad; éstos, presentáron1e tres cla.ses de pre- habían avanzado tan lejos en tierra firme que llegaban a 10 an-
sentes de la forma siguiente: Señor aquí tienes cinco escla- cho de Mrica hasta Egipto y a 10 largo de Europa hasta la Tos-
vos' si eres un dios fiero que te alimentas de carne y de san- cana, decidieron dar un salto hasta Asia y subyugar a todas las
gre: cómelos y te amaremos aún más; si eres un dios bonda-
doso, he aquí incienso y plumas; SI eres hombre, toma estos 1 El Brasil, donde Villegagnon desembarcó en 1557 ton otros protestantes
pájaros y estos frutos. e intentó establecerse.
naciones que bordean el mar Mediterráneo hasta el golfo del
mar Mayor+; y para ello, atravesaron las Españas, las Galias,
Italia, hasta Grecia, donde los atenienses les contuvieron; mas
que, algún tiempo después, fueron engullidos por el diluvio,
los atenienses, ellos y su isla. Es muy verosímil que aquel
enorme estrago de agua produjera cambios extraños en las re-
giones de la tierra, al igual que se considera que el mar arran-
có Sicilia de Italia,

Haec loca, vi quondam et vasta convulsa ruina,


Dissiluisse ferunt, cum protinus utraque tellus
Una foret ';

Chipre de Siria, la isla de Negroponto de la tierra firme de


Beocia; y haya juntado en otros lugares tierras que estaban se-
paradas, llenando de limo y arena las fosas que había entre
ellas:

sterilisque diu palus aptaque remis


Vicinas urbes alit, et grave sentit aratrum",

Mas no hay grandes indicios de que esta isla sea ese mun-
do nuevo que acabamos de descubrir, pues tocaba casi con
España y sería increíble que la inundación la hubiera aparta-
do hasta donde está, a más de mil doscientas leguas, aparte de
que las modernas expediciones han descubierto ya casi que
no es una isla, sino tierra firme, unida por un lado con las In-
dias orientales y por otro, con las tierras que están bajo los
dos polos; o que, si está separada, 10 está por un estrecho o in-
tervalo tan pequeño que no merece por ello ser considerada
como isla.
Parece que se producen movimientos, naturales unos, febri-
les otros, en esos grandes cuerpos, así como en los nuestros.
Cuando pienso en la erosión que deja el río Dordoña actual-

2 El Mar Negro.
3 "Dicen que antiguamente un enorme terremoto separó esas tierras del
continente al que estaban unidas» (Virgilio, Eneida, III. 414),
4 "y un pantano, hace tiempo estéril y apto para los remos, alimenta las
ciudades vecinas y soporta el pesado arado» (Horacio, Arte poética).
mente, por la orilla derecha al bajar, y en el terrel1:0 quehaga- Este hombre que junto a mí estaba, era hombre sencillo y
nado en veinte años destruyendo la base de vanos edificios, tosco, condición propia para dar testimonio verdadero; pues
me doy cuenta de que es un movimiento extraordinario, pues las gentes refinadas se fijan con más agudeza y mejor en las
si hubiese llevado siempre ese ritmo o lo fuese a llevar en el cosas, mas las glosan; y para hacer valer su interpretación y
futuro, trastocaría el aspecto del mundo. Mas están a la mer- persuadir de ella, no pueden dejar de alterar algo la historia;
ced de muchos cambios: tan pronto se ensanchan por un jamás os describen las cosas en su estado puro, las tuercen
lado como por otro; como se contienen. No hablo de las re- y disfrazan según el aspecto que les han visto; y para dar cré-
pentinas inundaciones cuyas causas conocemos. En Medoc, dito a su idea y atraeros a ella, adaptan en ese sentido la ma-
al borde del mar, mi hermano, señor de Arsac", ha visto como teria, alargándola y ampliándola. Es preciso un hombre muy
quedaba sepultada una de sus tierras bajo ~as .aren~s que el fiel o tan sencillo que no tenga con qué construir o dar vero-
mar vomita ante ella; la cima de algunos edificios aun ~obre- similitud a falsos inventos y que con nada se haya casado. Así
sale: hanse trocado sus rentas y tierras en pobres pastizales. era el mío, y además presentóme a menudo a varios marine-
Dic~n los habitantes que, desde hace algún ti~mpo, el mar ros y mercaderes que había conocido durante aquel viaje. Por
empuja con tal fuerza hacia ellos, qu~ h~ perdido cuatro le- ello, conténtome con esa información sin investigar lo que
guas de tierra. Esas arenas son s~s preliminares: y vemos gran- dicen los cosmógrafos.
des montones de arena en movimiento que se adelantan me- Nos serían precisos topógrafos que hicieran su propia na-
dia legua, comiéndose el país. . rración de los lugares donde han estado. Mas por tener sobre
El otro testimonio de los tiempos antiguos con el que se nosotros la ventaja de haber visto Palestina, quieren gozar del
quiere relacionar este descubrimiento, e~ de Aristóteles, al me- privilegio de contamos noticias del resto del mundo. Me gus-
nos si es suyo ese libreto de «las maravillas inauditas», Cuen- taría que cada uno escribiese sobre lo que sabe y cuanto sabe,
ta en él que algunos cartagineses, habiéndose lanzado a ~ravés no sólo en esto sino en cualquier otro tema: pues uno puede
del mar Atlántico fuera del estrecho de GIbraltar y habiendo tener algún especial conocimiento o experiencia sobre la na-
navegado durante largo tiempo, descubrieron por fin una isla turaleza de un río o de una fuente y no saber del resto más
grande y fértil, cubierta de bosques y re~ada por anchos y pro- que lo que saben los demás. Decidirá, sin embargo, escribir la
fundos ríos, muy alejada de cualquier nerra firI?e; y que ellos fisica entera para publicar ese pequeño retazo. De este vicio
y después otros, atraídos por .la rique~a y fertilidad de la re- nacen muchos y grandes perjuicios.
gión, fuéronse allí con sus mujeres e hIJOS,e~pezando a aco~- y el caso es que estimo, volviendo al tema anterior, que nada
tumbrarse a ella. Los señores de Cartago, VIendo que su país bárbaro o salvaje hay en aquella nación", según lo que me han
se despoblaba poco a poco, prohibieron expresamente, bajo contado, sino que cada cual considera bárbaro lo que no perte-
pena de muerte, que nadie fuese ~ás .allí y expulsaron a los nece a sus costumbres. Ciertamente parece que no tenemos
nuevos habitantes, por temor, segun dicen, a que con el paso más punto de vista sobre la verdad y la razón que el modelo
del tiempo llegaran a multiplicarse de tal forma que los s~- y la idea de las opiniones y usos del país en el que estamos.
plantasen a ellos y arruinasen su estado. Este re~ato de ArIStO- Allí está siempre la religión perfecta, el gobierno perfecto, la
teles tampoco concuerda con nuestras nuevas tierras. práctica perfecta y acabada de todo. Tan salvajes son como
los frutos a los que llamamos salvajes por haberlos producido
la naturaleza por sí misma y en su normal evolución: cuando
5 Se trata de Tomás, señor de Beauregard y de Arsac, nacido en este último
lugar en 1534. Se sabe que el enarenamiento de esta parte de la costa no se de·
tuvo hasta más tarde por las plantaciones de pmos. 6 Se trata de los indígenas de América del Sur.
en verdad, mejor haríamos en llamar salvajes a los que hemos no sólo todas las pinturas con las que la poesía embelleció la
alterado con nuestras artes, desviándolos del orden común. edad de oro y todas las creaciones para representar una feliz
En aquéllos están vivas y vigorosas las auténticas cualidades y condición humana, sino incluso el concepto y el propio de-
propiedades más útiles y naturales, las cuales en cambio, he- seo de la filosofia. No pudieron inventar inocencia tan pura y
mos envilecido en éstos, adaptándolas simplemente al placer simple como la que vemos por experiencia; ni pudieron ima-
de nuestro gusto corrompido. Y así, sin embargo, el sabor y la ginar que nuestra sociedad pudiera mantenerse con tan poco
suavidad de distintos frutos de aquellas zonas sin cultivos, re- artificio y soldadura humana. Es una nación, diríale yo a Pla-
sultan ser excelentes para nuestro gusto y mejores que los tón, donde no existe ningún tipo de comercio, ningún cono-
nuestros. No hay razón para que lo artificial supere a nuestra cimiento de las letras; ninguna ciencia de los números; nin-
grande y poderosa madre naturaleza. Hemos recargado tanto gún nombre de magistrado ni de cargo político; ninguna cos-
la belleza y riqueza de sus obras con nuestros inventos, que la tumbre de vasallaje, de riqueza o de pobreza; ningún contrato;
hemos asfixiado por completo. Y aun así, allá donde reluce ninguna sucesión; ningún reparto; ninguna ocupación que no
su pureza, hemos de avergonzamos extraordinariamente de sea ociosa; ningún respeto de parentesco que no sea común;
nuestras frívolas y vanas empresas, ninguna ropa; ninguna agricultura; ningún metal; ningún uso
del vino o del trigo. Incluso las palabras, que significan menti-
Et veniunt ederae sponte sua melius, ra, traición, disimulo, avaricia, envidia, detracción, perdón,
Surgit et in solis formosior arbutus antris, [son inauditas! ¡Cuán lejos de esta perfección apareceríasele la
Et volucres nulla dulcius arte canune. república que imaginó!: «viri a diis recentes-".

Todos nuestros esfuerzos son incapaces de llegar a reproducir Hos natura modos primum dedit".
el nido del más insignificante pajarilla, ni su textura, ni su be-
lleza, ni la utilidad de su uso; ni siquiera la tela de la débil ara- Además viven en una zona de países muy grata y bien tem-
ña. Dice Platón que todas las cosas han sido creadas o por la plada; de forma que, según me han dicho mis testigos, raro es
naturaleza o por el azar o por el arte; las más grandes y más ver allí a un hombre enfermo; y me han asegurado no haber
bellas por uno de los dos primeros, las menores e imperfectas visto a ninguno tembloroso, legañoso, desdentado o encorba-
por el último. do por la vejez. Se asientan al borde del mar, cercados tierra
Esas naciones parécenme por lo tanto bárbaras porque la adentro por grandes y elevadas montañas que dejan entre
mente humana las ha moldeado muy poco y están aún muy cada dos una extensión de unas cien leguas de ancho. Abun-
cerca de la inocencia original. Rígense todavía según las leyes dan pescados y carnes sin parecido alguno con los nuestros y
naturales, apenas adulteradas por las nuestras; mas en tal pu- los comen sin más artificio que la cocción. El primero que allí
rez.a que me apena a veces que no hayan sido conocidas pre- llegó a caballo, a pesar de habérselos ganado en otros viajes,
fenblemente en la época en que había hombres que habrían prodújoles tal horror en aquella postura que lo mataron a fle-
sabido juzgarlas mejor que nosotros. Me disgusta que ni Li- chazos antes de poder reconocerlo. Sus construcciones son
curgo ni Platón las hayan conocido; pues paréceme que lo muy largas, con capacidad para doscientas o trescientas al-
que comprobamos por experiencia en esas naciones, supera mas, cubiertas con cortezas de grandes árboles hincadas en

8 «Hombres recién salidos de las manos de los Dioses» (Séneca, Cartas, 90).
7 «La hiedra crece mejor espontáneamente; el madroño se desarrolla más
9 «Éstas fueron las primeras leyes que dictó la naturaleza» (Virgilio, Geórgi-
bello en los lugares solitarios; el canto de los pájaros es más dulce sin arte»
(Propercio, 1, II. 10). cas, II. 20).
tierra por un extremo y sostenidas y apoyadas unas en otras Tienen una especie de sacerdotes y de profetas que se pre-
en lo alto, como algunas de nuestras granjas cuyos tejados lle- sentan muy raramente ante el pueblo, pues tienen su morada
gan hasta el suelo sirviendo de flanco. Tienen una madera tan en las montañas. A su llegada, hacen una gran fiesta y solem-
dura que, cortándola, construyen con ella sus espadas y parri- ne asamblea de varios poblados (cada cabaña, como ya he di-
llas para asar la carne. Sus lechos son de un tejido de algodón, cho, forma un poblado, y están a una legua francesa una de
colgados cerca del techo como los de nuestros barcos, y cada otra). El profeta les habla en público, exhortándolos a la vir-
uno tiene el suyo; ya que las mujeres duermen separadas de tud y al deber, mas toda su ética contiene únicamente esos
sus maridos. Se levantan con el sol y comen inmediatamente dos artículos anteriores de la firmeza en la guerra y del cariño
después de haberse levantado y para todo el día; pues no ha- a sus mujeres. También les pronostica el porvenir y los resul-
cen más comida que ésta. No beben entonces, como cuenta tados que han de esperar de sus empresas, los empuja o los
Suidas de otros pueblos de oriente que bebían fuera de las co- desvía de la guerra; mas si falta en sus adivinaciones o les
midas; beben varias veces al día y a placer. Su brebaje está he- acontece algo distinto a lo que les predice, lo despedazan en
cho con alguna raíz y tiene el color de nuestros vinos claretes. mil trozos si lo atrapan, condlenándolo como falso profeta.
Sólo lo beben tibio; este brebaje no se conserva más que dos o Por este motivo, al que hierra lima vez, no se le vuelve a ver.
tres días; tiene un sabor un poco picante, no es nada espumo- Es la adivinación un don de Dios, por ello debería ser im-
so y es saludable para el estómago y laxante para aquellos que postura punible hacer uso de ella para engañar. Los escitas,
no están habituados a él; es una bebida muy agradable para el cuando por casualidad los adivinos fallaban, tendíanlos ata-
que está acostumbrado. En lugar de pan, usan cierta materia dos de pies y manos sobre carros llenos de brezo, tirados por
blanca parecida al cilantro confitado. Lo he probado: su sabor bueyes, para quemarlos. A los que manejan las cosas regidas
es suave y algo soso. Todo el día se lo pasan bailando. Los más por la inteligencia humana se les puede perdonar hacer sólo
jóvenes van a cazar fieras con sus arcos. Una parte de las muje- lo que pueden. Mas a esos otros que vienen jactándose de la
res ocúpase mientras tanto en calentar la bebida, lo que consti- infalibilidad de una facultad extraordinaria que está fuera de
tuye su principal labor. Hay algún anciano que por la mañana, nuestro conocimiento, ¿acaso no se les ha de castigar por no
antes de que se pongan a comer, predica lo mismo a toda la ca- cumplir sus promesas y por la temeridad de su impostura?
baña, paseándose de un extremo a otro hasta dar la vuelta (pues Tienen sus guerras contra [as naciones del otro lado de las
son construcciones que tienen más de cien pasos de largo). montañas, que están más tierra adentro, a las que van comple-
Sólo les recomienda dos cosas: valor contra los enemigos y tamente desnudos sin más armias que unos arcos o unas espa-
amor a sus mujeres. Sin dejar de resaltar nunca en el refrán esta das de madera, afiladas por un extremo, como nuestros vena-
obligación, ya que son ellas quienes les mantienen caliente y sa- blos. Es asombrosa la firmeza de sus combates que jamás ter-
zonada la bebida. Puede verse en algunos lugares, y entre otros minan si no es con la muerte (Ü el derramamiento de sangre,
en mi casa, la forma de sus lechos, de sus cuerdas, de sus espa- pues no conocen ni la derrota ni el espanto. Cada uno se lle-
das y brazaletes de madera con los que se cubren las muñecas va como trofeo la cabeza del enemigo que ha matado y la
en el combate, y de sus largos cayados, abiertos por un extre- cuelga a la entrada de su mora-da. Después de tratar bien du-
mo, con cuyo sonido llevan el ritmo en la danza. No tienen ni rante largo tiempo a sus prisiomeros con todas las comodida-
un pelo en todo el cuerpo y se afeitan apurando mucho más des que ocurrirseles puedan, ell jefe convoca una gran asam-
que nosotros sin más navaja que un trozo de madera o de pie- blea con sus conocidos; ata un.a cuerda a un brazo del prisio-
dra. Creen que las almas son eternas y que las que lo han me- nero, y, agarrando el extrernro, lo mantiene alejado de él
recido según los dioses viven en el lugar del cielo por el que algunos pasos, por miedo a que le ataque, y al más querido de
sale el sol; las malditas, del lado de occidente. sus amigos le da el otro brazo parra que lo sujete de igual forma;
y los dos, en presencia de toda la asamblea, lo m~tan a ~olpes de No te~en los médicos servirse de ella para nuestra salud,
espada. Hecho esto, lo asan y comen todos de el, enviando al- de cualq:uer, forITola,.
fa. sea para aplicarla por dentro o por fue-
gunos trozos a los amigos que están ausentes. Esto no es, ra, mas jamas exisuo Idea tan absurda que justificara la trai-
como podría creerse, para alimentarse, tal y como hacían an- ción, la deslealtad, la tiranía, la crueldad que son nuestras fal-
taño los escitas . sino como símbolo de extrema venganza. tas ordinarias. '
y como vieran que los portugueses, que se habían aliado con Bien podemos pues llamarlos bárbaros, si consideramos las
sus adversarios recurrían a otra clase de muerte para ellos normas de la razón, mas no si nos consideramos a nosotros
cuando los co~an, la cual consistía e~ enterrarl?s ,hasta la cin- mismos, que los superamos en toda clase de barbarie. Es su
tura y lanzarles violentos flechazos mientras resistía el cuerpo, guerra absolutamente noble y generosa, y tiene tanta justifica-
para colgarlos después, pensaron que esas gent~s .del otro CIOny belleza com~ esta enfermedad humana puede conte-
mundo, puesto que habían semb~ado el co~oclmlento de ner; para ellos no tiene otro fundamento que el solo celo
muchos vicios entre los pueblos vecinos y dominaban mucho por el valor. No combaten para conquistar nuevas tierras
mejor que ellos toda suerte de maldades no se vengarían por pues gozan todavía de esa felicidad natural que les abastece
casualidad de aquella forma y que ésta debía de ser más dura de todo lo necesario sin trabajo ni esfuerzo y en abundancia
que la suya, empezaron a abandonar su antigua m~era para tal que no necesitan para nada aumentar sus límites. Aún es-
adoptar ésta. No me apena que comprobemos el barbaro ho- tán en ese mundo feliz en que sólo necesitan lo que sus nece-
rror de tal acción, mas sí que nos ceguemos ante nuestras fal- sidades naturales exigen, todo lo demás es para ellos super-
tas sin dejar de juzgar las suyas. Estimo que hay mayor barba- fluo, Generalmente se llaman unos a otros, los que son de la
rie en el hecho de comer un hombre vivo que en comerlo misrna edad, hermanos; hIJOS,a los que están por debajo; y
muerto, en desgarrar con torturas y tormentos un cuerpo sen- los ancianos son padres para todos los demás. Estos dejan
sible aún, asarlo poco a poco, dárselo a los perros y a l,?s cer-
~n ~o.mún. a sus herederos, esa posesión llena de bienes pro
dos para que lo muerdan y despedacen (cosa que no sol<:>~e- indiviso, sin ~ás título de propiedad que el que la naturale-
mas leído sino también visto recientemente, no entre VIeJOS za da a sus cnaturas, al ponerlas en el mundo. Si sus vecinos
enemigos sino entre vecinos y conciudadanos y lo que es pasan las montañas para atacarlos, y los vencen, el botín del
peor, so pretexto de piedad y religión), que asarlo y comerlo ve?~edor es la gloria y el privilegio de haber sido superior en
después de muerto. .. mento y valor, pues de ~tra forma, no sabrían qué hacer
Crisipo y Zenón, jefes de la secta estoica, pensaron Justa- con los bienes de los vencidos, y tornan a su país donde no
mente que no había mal alguno en servirse de nuestra carro- carecen de nada de lo necesario, ni de eso tan grande que es
ña siempre que lo necesitáramos, .o.bteniendo a~í alimento;. al saber gozar con ventura de la condición de uno contentán-
igual que nuestros antepasados sitiados por Cesar en la CIU- dose ~o.n ella. Lo mismo hacen éstos a su vez. No piden a
dad de Alesia resolvieron saciar el hambre de aquel cerco con sus prlSlOner?S más pago que la confesión y reconocimien-
los cuerpos de los ancianos, de las mujeres y de otras personas to de haber SIdo.vencidos; mas resulta imposible hallar algu-
inútiles para el combate. no en todo un SIglo, que no prefiera la muerte a ceder, ni de
acto, n~ de palabra, u?- sólo punto de la grandeza de un valor
Vascones, fama est, alimentis talibus usi
Produxere animas 10.
invencible; ?-o hay ninguno que :10 prefiera ser muerto y co-
mido a pedir no serlo. Los tratan dejándolos en toda liber-
tad y proporcionándoles todas la. comodidades que ocurrír-
10 «Se dice que los gascones prolongaron sus vidas con tales alimentos» (lu- seles puedan, para que la vida les sea aún más cara; les re-
venal, XV. 93). cuerdan regularmente con amenazas su futura muerte , las
torturas que habrán de sufrir, los preparativos que se realiz~n Los más valientes son a veces los más desafortunados.
a ese efecto el descuartizamiento de sus miembros y el festm Hay además derrotas triunfantes que emulan a las victorias.
que se haráa sus expensas. Todo esto se hace con el único fin Ni siquiera esas cuatro victorias hermanas, las más bellas que
de arrancar de su boca alguna palabra cob~r~e C?baja, o de con sus ojos haya visto jamás el sol, la de Salamina la de Pla-
inspirarles deseos de huir, para obtener el privilegio de haber- tea, la de Micala-', la de Sicilia", osaron nunca oponer toda
los atemorizado o de haber doblegado su firmeza. Pues ade- su gloria a la gloria del aplastamiento del rey Leónidas y de
más, pensándolo bien, sólo en este punto reside la verdadera los suyos en el paso de las 'Iermópilas'".
victoria: ¿Qyién corrió jamás con afán más glorioso y ambicioso
hacia la victoria de un combate que el capitán Iscolas hacia
victoria nulla est su pérdida? ¿Qyién aseguróse de su salvación con mayor in-
Quam quae conressos
1:'
animo quoque sub'¡ugat host es11 . genio y cuidado que él de su ruina? Tenía orden de defender
cierto paso del Peloponeso contra los arcadios. Para lo cual,
Los húngaros, combatientes muy belicosos, jamás prose- viéndose absolutamente incapaz de ello, dada la naturaleza
guían antaño la ofensiva, tras hacer entregarse al ~,nemIgC?a ~u del lugar y la desigualdad de fuerzas, y comprendiendo que
merced. Ya que, al arrancarle esta confesión, dejábanlo Ir sin todos los que hicieran frente al enemigo quedarían allí irre-
ofensa alguna, sin rescate, excepto, como mucho, el obtener misiblemente; por otra parte, considerando indigno de su
su palabra de no armarse contra ellos en adelante. . propio valor y grandeza y del nombre de lacedemonio no
Bastantes ventajas tenemos sobre nuestros enemigos que cumplir su misión, entre esos dos extremos tomó un partido
son ventajas prestadas y no nuestras. Cualidad es del po~ea- intermedio y actuó así: conservó para la protección y servi-
dar y no del valor, el tener más sólidas las pIernas; cualidad cio de su país a los más jóvenes y prestos de la tropa, hacién-
muerta y corporal es la agilidad; es un .golpe de suerte SI el doles volver; y con aquellos cuya pérdida era menos perju-
enemigo tropieza al deslumbrarle los OJos la luz del sol; es dicial, resolvió defender aquel paso, y, con su muerte, hacer
una jugada del arte y de la cienciay que puede rec~er en per- que el enemigo comprase la ocupación al precio más alto
sona cobarde y nula, el estar capacitado para la esgnma. Se es- posible: como así aconteció. Pues rodeado por todas partes
tima y considera a un hombre por su valor y su voluntad; en por los arcadios, tras hacer gran carnicería, él y los suyos fue-
ellos reside la verdadera honra; el valor es firmeza, no de .las ron todos pasados a cuchillo. (Existe algún trofeo de los
piernas ni de los brazos sino del coraje y del alma; no reside concedidos a los vencedores que no les sea más debido a es-
en la valía de nuestro caballo o de nuestras armas sino en la tos vencidos? El verdadero vencer tiene como misión el
nuestra. El que cae firme en su valor, «si succiderit, de genu combate, no la salvación; y el honor del valor consiste en
pugnat-F, quien a pesar del peligro de una muerte cercaI?-a, combatir, no en batir.
no cede un punto en temple; quien al entregar el alma rmra Volviendo a nuestra historia, tan lejos están de rendirse
aún a su enemigo con mirada decidida y desdeñosa, ése no ha esos prisioneros con todo cuanto les hacen, que al contrario,
sido vencido por nosotros sino por el destino; muerto es, mas durante esos dos o tres meses que los tienen prisioneros, ha-
no vencido. en gala de alegre actitud; apremian a sus dueños para que se

13 Victoria de los griegos sobre los persas.


11 «No hay más victoria que la que fuerza al enemigo a confesarse venci- 14 Victoria de los espartanos sobre los atenienses que sitiaban Siracusa.
15 Desfile de la fuerza continental, famoso por la defensa y la muerte de
dos» (Claudio, Del sexto Consulado, 248). .'
12 «Si cae, lucha de rodillas» (Séneca, De la Prooidencia, II). l.cónidas en el 400 a. C.
apresuren a hacerles pasar por esa pru.eba; los desafían e inj~- y porque no penséis que todo esto lo hacen por simple
rian reprochándoles su cobardía y las mmensas batallas perdi- y servil obligación para con sus costumbres y por el peso de
das contra los suyos. Sé de una canción inventada P?r un pn- la autoridad de su antigua tradición, sin razón ni juicio, y
sionero en la que se halla esta bravata: que todos umdos osen por tener alma tan estúpida que no pueden tomar otro par-
ir a comer su cuerpo y comerán con él a sus padres y abuelos tido, es preciso alegar algunos rasgos de su inteligencia.
que le sirvieron de alimento y sustento. Estos músculos, de- Además de la canción guerrera de la que acabo de hablar, sé
cía, esta carne y estas venas, son las vuestras, pobres locos; no de otra, amorosa, que empieza así: Culebra detente; cule-
os percatáis de que la substancia de los miembros d~ vuestros bra detente, para que mi hermana saque del patrón de tus
antepasados permanece aún.en ellos: saboreadlos bien, nota- dibujos la forma y el diseño de un rico cordón que yo daré
réis el sabor de vuestra propia carne. Idea que en modo algu- a mi amiga: que tu belleza y prestancia sean eternamente
no se parece a la barbarie. Quienes des~riben su ~g.onía y re- preferidas a las de todas las demás serpientes. Esta primera
~I producen el momento de su muerte, pmtan al pnsi~~ero es- estrofa es el estribillo de la canción. Y es el caso que tengo
cupiendo ~ la cara de aquello,s 9ue le m.atan y haciéndoles bastante relación con la poesía para opinar lo siguiente, que
muecas. Ciertamente, hasta el último suspiro no dejan de pro- no sólo no hay barbarie alguna en esta creación, sino que
vocarles y desafiarles con sus palabras y su actitud. Sin ~entir, además es del todo anacreóntica. Su lenguaje, por otra par-
comparados con nosotros, he aquí a unos hombres. bien sal- te, es dul.ce y de agradable sonido, parecido a las termina-
vajes; pues, verdaderamente, o bien lo son ellos o bien lo so- ciones gnegas.
mos nosotros; extraordinaria es la distancia que hay entre su Tres de ellos, ignorantes de lo que costará algún día a su
comportamiento y el nuestro. tranquilidad y ventura el conocer las corrupciones de acá, y
Los hombres tienen allí varias mujeres, y tanto mayor es de que de este trato les vendrá la ruina, la cual supongo se ha-
su número cuanto mayor es la fama de su valor; es notable brá iniciado ya, bien míseros por haberse dejado engañar por
belleza de sus matrimonios que el mismo celo que tienen el deseo de la novedad y halber dejado la dulzura de su cielo
nuestras mujeres para impedimos el amor y amistad con para venir a ver el nuestro, fueron a Ruán'", en la época en
otras mujeres, tiénenlo las suyas para proporcionárselos. que nuestro difunto rey Carlos IX allí estaba. Hablóles el rey
Cuidándose del honor de sus maridos más que de nmguna largo tiempo; y se les mostró nuestra manera de ser, nues-
otra cosa, intentan y ponen todo su interés en tener el ma- tra pompa, la forma de una hermosa ciudad. Tras esto, al-
yor número de compañeras, pues prueba e~ ~el valor del guien pidió su opinión, queriendo saber qué les había pare-
marido. Exclamarán las nuestras que es prodigioso, mas no cido más admirable; respondieron tres cosas de las cuales he
lo es; es virtud propiamente matrimonial y de~ más alto grao olvidado la tercera, lo que lamento profundamente; mas
do. Y en la Biblial6, Lía, Raquel, Sara y las mujeres de Jacob, aún conservo dos en la memoria. Dijeron que en primer lu-
cedieron a sus bellas sirvientas para sus maridos; y Livia se- gar hallaban muy extraño que tantos hombres grandes y
cundó los apetitos de Augusto según su interés; y Es.tratóni- fuertes, barbados y armados, como rodeaban al rey (parece
ea, mujer del rey Deyotaro, no sólo ?torgó a sU.t;Iando una ser que hablaban de su guardia suiza) se sometieran y obede-
bellísima camarera que la servía, smo que cn\> amorosa· cieran a un niño, en lugar de elegir mejor a alguno de ellos
mente a sus hijos respaldándoles para que sucedieran al pa- para mandar; en segundo (tienen una manera de hablar tal
dre en sus estados. que llaman a los hombres mitad unos de otros) que habían

16 Probablemente según San Agustín. 17 En 1562.


observado que había entre nosotros hombres ricos y colma- del auditorio concede hermosa y amplia vía y total libertad
dos de toda suerte de comodidades mientras sus mitades para tratar esa materia ocultar
mendigaban a sus puertas, descarnados de hambre y pobre- De ahí que nada se crea tan firmemente como aquello d .
za; y que hallaban extraño que esas mitades menesterosas pu- lo que menos se sabe, ni haya gentes tan seguras de sí mismas
dieran sufrir tal injusticia sin acogotar a los otros y sin pegar como l~s que nos cuentan fábulas, a saber los alquimistas,
fuego a sus casas. pronosticadores, astrólogos, quirornánricos, médicos, «id ge-
Hablé largo tiempo con uno de ellos; mas tenía un intér- nus omne-'. A los que gustosamente añadiría, si osara, un
prete que me seguía tan mal y era tan necio e inepto para en- montón de gentes intérpretes y controladoras corrientes de
tender mis ideas que no pude disfrutar con él. Cuando le pre- los designios de Dios, convrencidas de conocer las causas
gunté qué ventaja obtenía con la superioridad de la que goza- de cada acontecimiento y de ver en los secretos de la volun-
ba sobre los suyos (pues era un capitán y nuestros marineros tad divina los motivos incomprensibles de sus obras; y a pe-
llamábanle rey), díjome que era el primero en marchar a la sar de que el variar y el continuo desacuerdo de los hechos las
guerra; a la pregunta de cuántos hombres le seguían, mostró- va .expulsando de un lugar a otro, y de oriente a occidente, no
me una extensión de tierra, para significar que eran tantos dejan por ello de seguir su juego ni de pintar con el mismo lá-
como podían caber en tal espacio, pudiendo ser unos cuatro piz el blanco y el negro.
o cinco mil hombres; a la de si fuera de la guerra expiraba En una nación india, existe esta loable costumbre: cuando
toda su autoridad, contestó que le quedaba el hecho de que alguna desventura les acontece en cualquier batalla u ocasión
cuando visitaba los pueblos que de él dependían abríanle sen- piden perdón públicamente al sol que es su dios, como de ac-
deros a través de la vegetación de sus bosques por donde pu- ción injusta, remitiéndose en su ventura o desventura a la ra-
diera pasar cómodamente. zón divina y sometiendo a ella su juicio y razón.
No está mal todo esto: mas iqué decís! INo llevan Bástale creer a un cristiano que todas las cosas vienen de
calzas! Dios aceptándolas con acatamiento a su divino e inescruta-
ble saber: para tomarlas por el lado bueno, sea cual sea la
forma bajo la que le sean enviadas. Mas estimo perjudicial
esto 9~~veo de ordinario, qUle es in.tentar reforzar y apoyar
la reh~lOn con la ventura o prosperidad de nuestras empre-
CAPíTULO XXXII sas. TIene nuestra fe muchos otros fundamentos sin necesi-
dad de otorgarle autoridad por los acontecimientos· pues
SE HA DE TENER PRUDENCIA AL METERSE A existe el peligro de que la fe del pueblo, acostumbrado a
JUZGAR LOS DESIGNIOS DIVINOS .sos argumentos plausibles y propios de su gusto, se de-
rrumbe cuando los acontecimientos sean a su vez contra-
rios y desfavorables. Como en las guerras de religión en las
Lverdadero campo objeto de impostura es el de las co- que andamos, en las qu~ los que llevaron las de ganar ' en

E sas desconocidas. En primer lugar, porque la propia ra-


reza otorga crédito; y además, porque al no estar suje-
tas a nuestras razones ordinarias, nos privan de los medios
la refnega de Roche-Abeille, habiendo celebrado con rego-

para combatidas. Por este motivo, dice Platón que es mucho


más fácil dar satisfacción al hablar de la naturaleza de los dio- I «Toda esta raza» (Horacio, Sátiras, 1. II. 12).
ses que de la naturaleza de los hombres, porque la ignorancia 2 Los protestantes.

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