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Análisis de la personalidad del mexicano

José Ingenieros, escritor, filósofo y médico, egresado de la Universidad de


Buenos Aires escribe una obra titulada El hombre mediocre, en si la obra es un
compendio de sus clases en la catedra de la Facultad de Filosofía y Letras durante
el ciclo lectivo en 1910, es decir que estamos en una fecha en Argentina donde se
da un crecimiento económico prominente, existe la migración de los europeos,
primordialmente de italianos y españoles, por lo cual Argentina tendría una
estabilidad económica demasiado buena.
El 8 de febrero de 1909 el Congreso sancionó la Ley 6.286 sobre la
celebración de la Revolución de Mayo. Los festejos se llevaron a cabo bajo el estado
de sitio declarado por el entonces Presidente José Figueroa Alcorta, a causa del
sabotaje y boicot que movimientos anarquistas buscaban realizar al mismo.

El movimiento obrero propuso exponer la situación de la clase trabajadora e


iniciar movimientos huelguísticos reclamando la derogación de la Ley de Residencia
y la libertad a los presos sociales y políticos. Estas demandas respondían a la
represión que los trabajadores y sus dirigentes venían sufriendo como respuesta a
luchas, como las de la Semana Roja, un año antes, contra las condiciones brutales
de explotación que vivían.

El 1° de mayo de 1910 la FORA (Federación Obrera Regional Argentina)


reunía 70.000 trabajadores en la plaza Colón. Se lanzó la huelga general por tiempo
indeterminado para el 18 de mayo. En vísperas del Centenario desde el día 13
comenzaron las detenciones en masa, y fueron apresados dirigentes obreros y los
redactores de los diarios La Protesta y La Batalla.

Esto da un escenario perfecto de meditación dentro del aula para José


Ingenieros, el cual hace mención en su obra de temas muy específicos, que
ciertamente se nutren unos con otros pero que a la vez cada uno conserva su
independencia, pues se puede encontrar una vasta reflexión sobre el hombre, pero
no cualquier hombre, sobre el hombre idealista, el hombre inferior y el hombre
mediocre.
La perspectiva que quiero destacar es un análisis de la idiosincrasia
mexicana, por el cual a partir de una reflexión situada en la realidad podamos
analizar un contexto mexicano casi equiparable a la mentalidad de estas figuras de
hombre que describe José Ingenieros en su obra.

En el principio de su obra hace una oda al hombre idealista, pienso que es el


punto culmen al que Ingenieros quiere llegar, este culmen es el hombre perfecto,
pues menciona:

“Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia
tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad,
llevas en ti el resorte misterioso de un ideal. Es ascua sagrada capaz de
templarte para grandes acciones. Custódiala, si la dejas apagar no se
reenciende jamás”.

Sigue mencionando otros ejemplos para hacer notar las características del
hombre idealista, y es quizá esta manera imperativa de decirle a cualquier lector
que cuide y guarde esta chispa del hombre idealista, quizá por eso esta obra se
impregno demasiado en la juventud argentina, primordialmente en el movimiento de
la Reforma Universitaria iniciado en 1918.

El idealista tiene temor total a esclavizarse a las contingencias de la vida


practica inmediata, renunciando a la posibilidad de la perfección moral, podemos
decir que al menos las personas que pretendemos hacer filosofía como nosotros
tendemos a identificarnos con este hombre idealista, ciertamente a algunas
personas nos atormenta el hecho de no poder dar respuestas más certeras y
prácticas en el campo de la ética.
Hablaremos primeramente del hombre inferior, en palabras más coloquiales
podríamos decir que es el inadaptado, es la persona que tiende a aislarse, a vivir
de la forma más básica, cerrando su círculo de relaciones y limitándose a su propio
pensamiento, que obviamente es muy limitado, la única manera de salir de si es
copiando la manera de actuar de otros y de pensar.
El hombre mediocre es según lo define Ingenieros:

“Son modestos, por principio. Pretenden que todos lo sean,


exigencia tanto más fácil por cuanto en ellos sobra modestia, desde
que están desprovistos de méritos verdaderos. Consideran tan
nocivo al que afirma las propias superioridades en voz alta como al
que ríe de sus convencionalismos suntuosos. Llaman modestia a la
prohibición de reclamar los derechos naturales del genio, de la
santidad o del heroísmo”.
Creo que muchas veces hemos encontrados gente así, pensando de manera
católica hasta suena un poco a los fariseos que acusaron a Jesús por proclamarse
Hijo del hombre, no soportan que la santidad sea reconocida, y muchas personas
así suelen aparecer en la actualidad en la sociedad mexicana, donde si una persona
quiere superarse o destaca en algo en vez de impulsarlo lo echa abajo, es como el
cuento de los cangrejos.

El hombre mediocre no aporta nada, le gusta vivir en la “estabilidad” ya dada


por otros, es la persona que dice: somos pobres y así nos tocó vivir, es el escenario
de conformismo que en la actualidad se ve presente en la realidad mexicana, ese
conformismo normalizado a partir del abuso de poder de las autoridades.

Las personas no aspiran a vivir sino a sobrevivir, cuantas personas en la


sociedad mexicana se la pasan viviendo en condiciones infrahumanas, no tenemos
que ir tan lejos, con el hecho de ver en las calles a esas personas que no tienen
donde vivir es una prueba clara del conformismo que hay, las personas ya no exigen
sus derechos y si lo hacen son censuradas.

Situándome en ejemplos concretos de nuevo retomo el caso de Rafael, un


trabajador de TYASA, una empresa que se dedica a la manufacturación de
productos de hierro como varillas, montenes, clavos, los cuales llevan un proceso
bastante complicado y largo, pues para hacer una varilla de unos 30 cm
aproximadamente es necesario un automóvil que al ser triturado y fundido puede
verterse en un molde para hacer esta varilla.

Se oye demasiado sencillo pero la realidad es otra, Rafa debe presentarse


media hora antes de su entrada oficial; por ejemplo, si el entra a trabajar en un
horario de 6 de la mañana a 2 de la tarde debe presentarse a las 5:30 para revisar
su máquina que se encarga de triturar la chatarra, de sus 8 horas que legalmente
debe trabajar termina trabajando 8 horas y media, y esa media hora nadie se la
paga y obviamente no pasa nada, el simplemente debe seguir siendo puntual.

Supongamos que Rafa por una situación X se retrasa y llega al trabajo 6:30
de la mañana, inmediatamente su supervisor o la empresa tomaran cartas en el
asunto, además de que no le pagaran el día debe quedarse a trabajar, y peor aún
que si se le ocurre no presentarse por que se le hizo tarde puede ser motivo de
despido por incumplimiento.

Cuando platicamos y le he preguntado que por que no exige sus derechos


simplemente me responde que para que, que no tiene caso, que prefiere aceptar la
forma de trabajo de la empresa a ser despedido, pues bien tiene presente que no
será escuchado, es entonces cuando pienso que la misma mediocridad se va
forjando a través de una constante de actitudes hacia las personas, así como Rafa
no quiere luchar por sus derechos existen más personas que son explotadas en el
ámbito laboral mexicano y que callan, y que quizá son unos idealistas que pero que
han callado y se ha apagado esa chispa de la que habla Ingenieros por no haber
algún organismo que los proteja.

Al meditar sobre esto se puede pensar también que el hombre mediocre es


el joven común que no tiene un criterio propio, un famoso nini en otras palabras, o
los otakus o niños rata que no tienen un criterio propio, que viven en un mundo de
fantasía en donde la realidad está demasiado alejada de ellos, de igual manera el
hombre inferior podría abarcar a todas esas personas que al no tener un criterio
propio siguen al colectivo como borregos. Ejemplo de las personas que siguen ideas
en internet y hacen publicaciones en Facebook relacionadas con el medio ambiente,
el feminismo, el aborto, etcétera.

Este análisis no es con el afán de discriminar y mucho menos de etiquetar de


una manera tajante a grupos de personas, simplemente es una interpretación de la
realidad a partir de las ideas de José Ingenieros, que obviamente veía a partir de
casos concretos estas actitudes y por lo cual llega a su análisis.

Es tan común ver que jóvenes a temprana edad dejan de estudiar, que
muchos no tienen aspiraciones, no tienen sueños, ni siquiera se preocupan por el
bienestar social ni por su propio bienestar, el joven promedio busca divertirse,
pasarla bien, tienen una frase famosa de: solo se vive una vez, concuerdo
ciertamente que la vida esta para disfrutarse, pero con ciertos límites.

El hombre mediocre también es aquel que vive en la rutina, aquel que no


logra salir de esa monotonía de vida en la cual cada día es igual, muchas ocasiones
hemos caído en esta monotonía que logra cansarte, pero el hombre mediocre no
busca salir de ella, simplemente quiere vivir ahí, esperanzado de que su suerte
pueda cambiar en algún momento sin ningún esfuerzo.
El hombre mediocre es abusivo, simplón, busca su beneficio sin ayudar al
otro, el hombre mediocre le gusta la fiesta y no se hace responsable de sus actos,
el hombre mediocre no se compromete con nada, solo vive y no deja vivir a los
demás, hasta cierto punto puede llegar a ser un parasito, en muchas ocasiones
vive del asistencialismo, espera programas federales para vivir, le cuesta trabajar,
el hombre mediocre se ofende si le señalas alguna de estas cosas, no acepta sus
errores, es arrogante y orgulloso, busca el reconocimiento sin hacer nada y se
encierra en una falsa modestia, el hombre mediocre simplemente quiere seguir
siendo mediocre porque ahí está bien, siguen a la borregada social que sigue ideas
falsas e inseguras, el hombre mediocre es el hombre mexicano.

El mexicano muchas veces es tachado de flojo, de una persona abusiva,


inauténtica que solo se preocupa de sí, es una persona que le gusta la fiesta y que
solamente critica su entorno, a los demás, pero que realmente no hace nada por
cambiar su realidad, se ofende cuando hablan mal de su equipo de fut bol o cuando
están en contra de su candidato político, no lucha por sus derechos y vive con una
imagen de orfandad ante otros países.

Ciertamente no existe un hombre perfecto, más que el hombre idealista que


menciona José Ingenieros, es un hombre capaz de usar su imaginación para
concebir ideales legitimados sólo por la experiencia y se propone seguir quimeras,
ideales de perfección muy altos, en los cuales pone su fe, para cambiar el pasado
en favor del porvenir; por eso está en continuo proceso de transformación, que se
ajusta a las variaciones de la realidad.

El idealista contribuye con sus ideales a la evolución social, por ser original
y único; se perfila como un ser individualista que no se somete a dogmas morales
ni sociales; es por eso que los mediocres se le oponen. El idealista es soñador,
entusiasta, culto, de personalidad diferente, generoso, indisciplinado contra los
dogmáticos. Como un ser afín a lo cualitativo, puede distinguir entre lo mejor y lo
peor; no entre el más y el menos, como lo haría el mediocre.

Hasta este punto el mexicano y el latinoamericano podría llegar a ser este


hombre idealista, no solo que tenga metas claras e ideales demasiados largos, sino
que pueda actuar con normas morales, tienen que llegar a ser ese hombre niño del
que habla Nietzsche en su libro de Así habló Zaratustra, aquel que pueda imaginar
y pueda llegar a poner límites, un ciudadano autónomo que pueda verdaderamente
reescribir su presente para poder escribir mejor su futuro.

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