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JOSE PIO Y SU PACTO DIABOLICO

Me cuenta mi tía Eluteria Arrocha Gontes, que hace muchos años en Portobelo
José Pio, esposo de Beatriz, había hecho en el transcurso de su vida pacto con
aquel (Diablo), y dentro del acuerdo como uno de los términos que a los nueve
días de morir José Pio, el diablo vendría a buscar su alma, pasaron muchos años
y finalmente Pio enfermo, señalándole a su esposa Beatriz, que cuando muriera
se asegurara de que no lo sepultaran en el cementerio, si no en la entrada de la
puerta de la iglesia de San Jun de Dios, recalcándole Beatriz, ni en el cementerio,
si no en la entrada de la puerta de la iglesia, Pio murió y su esposa hizo que lo
enteraran en la puerta de la iglesia, en el último día de novenario apareció un
hombre blanco que venía montado sobre su caballo, y llegando a la casa de
Beatriz preguntó: ¿Dónde está Pio…, su esposa Beatriz le contesto: Hace nueve
días que murió, y volvió a preguntar el jinete, ¿dónde le enteraron, a lo que ella
respondió en la entrada de la puerta de la iglesia de San Jun de Dios.

El hombre se llenó de furia, jalando bruscamente su caballo y cabalgando


rápidamente, grito Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiooooooooooooooooo, me engañaste, cayendo
rayos sobre el pueblo, y dirigiéndose el, hacia la iglesia de San Juan de Dios, la
cual golpeo con su mano tan bruscamente que la estremeció, dejando una huella
de candela en el muro y un humara que por varios minutos envolvió la entrada.
Furioso y sin resignación se alejó cabalgando, como quien aun viendo y palpando
un hallazgo, no lo pudo creer. Si, Pio lo había engañado, hubo realizado un pacto
con aquel y al final no cumplió los términos, de que a los nueve días de muerto. El
vendría y al infierno se llevaría su alma, fue una de las pocas veces que un
cimarrón pudo engañar al diablo. Sin embargo, a la entrada de la puerta de la
iglesia de San Juan de Dios se encuentra estampada la cólera del diablo, la cual
no ha podido ser borrada, como símbolo de que no soportara un nuevo engaño.
EL CACIQUEÑO Y EL CAYUCO

Joaquín quien durante toda su vida había vivido en cacique, tuvo la osadía de
retar a quien no debía, señalan algunos afro descendientes de quien con el
compartieron y vieron en el algo extraño, sin embargo, nunca fue posible definir
que, ni porque.

Me cuenta mi tía Eleuteria, que hace muchos, muchos años, en tiempo de Sátro,
los Congos de Cacique se aprestaban para salir a recorrer los pueblos vecinos,
cosa que en tiempo de Sátro es totalmente normal, había caído la noche y los
negros Congos se iban acercando al lugar de partida, la falta de carretera para
esos días hacia obligatorio que nuestros medios de transporte fueran por vías
marítimas. Algunos hombres comenzaron a preparar los cayucos instalando los
consumidores de gasolina y colocando las tablas que realizan el papel de
asientos.

En estas embarcaciones, al estar todos reunidos se fueron acomodando en los


botes; sin embargo, antes de que todos abordaran apareció Joaquín vestido con
atuendo Congo y con una actitud muy sospechosa, cosa que en los más ancianos
llamo la atención como presagio de una tragedia, todos vacilaban, reían y se
mofaban de la sorpresa que le darían al pueblo vecino, al echar los botes al agua
listos para arrancar los motores una de las ancianas que se encontraba en uno de
los botes exclamo. ¡Esperen! regrésenme a la playa; bajando del bote hizo que
descendieran todas las muchachas y jóvenes de su familia, mirando fijamente a su
marido manifestó, si tu confías en mí, y realmente me amas te pido que porfavor
bajes de ese bote, el marido estupefacto y casi mudo, sin preguntar bajo, y los
botes zarparon, no habían transcurrido ni dos minutos desde el zarpe cuando
desde la playa se vio una ola gigante que envolvió los botes y los volteo,
quedando la gente a la intemperie en el mar y a la merced de la noche, fueron
pocos los que se pudieron salvar, uno de los Congos que tenía como una de sus
chucherías una máquina de coser, al momento de voltearse el bote se fue al
fondo, cuando fue encontrado ya no tenía cabeza; sin embargo, a Joaquín nunca
se le encontró, al parecer su pacto con el diablo había llegado a su fin ye sa noche
cuando apareció de improvisto era que venía huyendo de las montañas, pensando
que en el mar nunca lo podrían alcanzar.

Por muchos años dijo la gente que en tiempo de Sátro, se escuchan en la noche
botes llenos de negros Congos que pasan cantando y bailando, pero que no se
ven, dicen que llevan rumbo como si van a otro palenque, y entonces recuerda a
Joaquín, quien hizo pacto con el diablo, que lo vino a buscar y por su necedad
ocasionó la muerte de parte de su cofradía.

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