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ACEITES
ACEITES
Descripción general del material Este término abarca cualquier líquido óleo, pero se
clasifican según su clase, procedencia y forma, entre los que se encuentran: el petróleo,
fuel-oil; lodos, residuos de aceite, aceites mezclados con residuos que no sean desechos;
grasas, aceites o grasa animal, o de pescados o de mamíferos marinos; aceites vegetales,
incluyendo aceites de semillas, nueces, frutas o granos; y otros aceites y grasas, como
aceites sintéticos y aceites minerales . Además de todos los aceites industriales con base
mineral o sintética, se encuentran los lubricantes que se hayan vuelto inadecuados para
el uso que se les hubiere asignado inicialmente y, en particular, los aceites usados de los
motores de combustión y de los sistemas de transmisión, así como los aceites minerales
lubricantes, aceites para turbinas y sistemas hidráulicos.
Ahora bien, el aceite usado es exactamente lo que su nombre implica, o sea cualquier
aceite, sea a base sintética o de petróleo, que se haya utilizado. Cabe mencionar que
durante su uso normal, las impurezas tales como tierra, desechos de metal, agua o
sustancias químicas pueden mezclarse con el aceite, y, con el pasar del tiempo el aceite
ya no tiene un rendimiento eficaz. Eventualmente, este aceite usado tiene que ser
reemplazado con un aceite virgen o un aceite que haya sido refinado nuevamente para
poder brindar el rendimiento necesario.
Aceite para cocinar: funciona como medio transmisor de calor y aporta sabor y
textura a los alimentos. Estos aceites son estables en condiciones extremas de
fritura por inmersión, esto es a altas temperaturas y humedad. Dentro de los
aceites de cocina más conocidos existen aceites a base de girasol. Además,
dentro de este grupo están los aceites a base de maíz y aceite de soya, los cuales
sirven para preparar en frío otros alimentos.
Aceites lubricantes o combustibles: constituidos por una base lubricante y una
serie de aditivos. Dependiendo del uso del aceite, la base lubricante será mineral
(proveniente del petróleo crudo), sintética o vegetal, siendo el uso mayoritario
las bases lubricantes minerales. Estos aceites lubricantes son productos de uso
masivo, consumidos por el sector industrial y las empresas de servicios,
principalmente por empresas de transporte. Los aceites lubricantes se dividen en
orgánicos y minerales.
o Aceites orgánicos: se extraen de animales y vegetales. Cuando aún no se
conocía el petróleo, eran los únicos utilizados; hoy en día se emplean
mezclados con los aceites minerales impartibles ciertas propiedades tales
como adherencia y pegajosidad a las superficies. Estos aceites se
descomponen fácilmente con el calor y a temperaturas bajas se oxidan
formando gomas, haciendo inútil su utilización en la lubricación.
o Aceites minerales: son derivados del petróleo cuya estructura se
compone de moléculas complejas que contienen entre 20 y 70 átomos de
carbono por molécula. Un aceite mineral está constituido por una base
lubricante y un paquete de aditivos químicos, que ayudan a mejorar las
propiedades ya existentes en la base lubricante o le confieren nuevas
características.
Cabe mencionar que también existen los aceites sintéticos que no tienen su origen
directo del crudo o petróleo, sino que son creados de Sub-productos petrolíferos
combinados en procesos de laboratorio. Pero al ser más largo y complejo su
elaboración, resultan más caros que los aceites minerales.
La principal generación de aceite usado corresponde a los lubricantes para motores, los
cuales cumplen la función primordial de evitar el contacto directo entre superficies
metálicas con movimiento relativo, reduciendo así la fricción y sus consecuencias como
son la generación de calor excesivo, el desgaste, el ruido, los golpes y la vibración.
Impactos al ambiente
Si se vierten a las aguas, directamente o por el alcantarillado, el aceite usado tiene una
gran capacidad de deterioro ambiental. En el agua produce una película impermeable,
que impide la adecuada oxigenación y que puede asfixiar a los seres vivos que allí
habitan: un litro de aceite contamina 1,000 m3 de agua, lo cual constituye el consumo
anual de agua de 50 personas (en el área rural y con disponibilidad limitada de agua) y
puede cubrir 32 376 metros cuadrados de agua superficial, alterando el equilibrio
ecológico debido a que bloquea la luz solar dificultando la fotosíntesis y la reposición
del oxígeno disuelto. Asimismo, el aceite usado, por su bajo índice de
biodegradabilidad, afecta gravemente a los tratamientos biológicos de las depuradoras
de agua, llegando incluso a inhabilitarlos.
Concretamente, los aceites son considerados potencialmente peligrosos para el ambiente
debido a su persistencia y su habilidad para esparcirse en grandes áreas de suelo y del
agua, ya que, como se mencionó, forma un film que no permite el ingreso de oxígeno,
lo que produce rápidamente una significativa degradación de la calidad del ambiente. El
vertido de aceite en el terreno, además de contaminar el suelo, puede infiltrarse
contaminado el agua subterránea, o escurrir o ser arrastrado por el agua de lluvia y
contaminar los cursos de aguas. El producto final del aceite usado es un líquido de
viscosidad variada, ennegrecido con respecto al original, con la peculiaridad de contener
sustancias peligrosas. Su eliminación por vertido o incineración incontrolada origina
graves problemas de contaminación en el aire, agua y suelo debido a su toxicidad, baja
biodegradabilidad, bioacumulación, emisión de gases y su degradación química.
Sin embargo, algunos estudios exponen que todos los aceites son en menor ó mayor
grado biodegradables, ocupando un lugar de privilegio los aceites vegetales y sintéticos.
Los compuestos de menor peso molecular tienden a biodegradarse más rápidamente. La
biodegradabilidad de un aceite se define como la habilidad que tiene un aceite para ser
descompuesto en dióxido de carbono y agua por la acción de microorganismos en un
período de tiempo determinado, que hacen que finalmente se vuelva poco nocivo para el
entorno que lo rodea.
Producción de aceites
Los gases que contienen aldehídos, cetonas, compuestos aromáticos y CO2 son
irritantes y actúan sobre el tejido respiratorio superior produciendo ahogos,
asma, bronquitis, efectos mutantes y hasta cáncer.
Elementos como el cloro, NO2, SH2 , antimonio, cromo, zinc, níquel, cadmio,
manganeso, cobre y arsénico actúan sobre el tejido respiratorio superior y tejido
pulmonar.
Otros elementos como CO, disolventes halogenados y SH2 producen efectos
asfixiantes impidiendo el transporte de oxígeno y la respiración de la célula
Los disolventes halogenados tienen efectos anestésicos y narcóticos; se
acumulan en el hígado con posibles efectos cancerígenos.
Metales como el plomo, cadmio, manganeso y bario tienen efectos tóxicos
sobre el riñón; el cadmio además tiene efectos cancerígenos sobre la próstata y
el cromo sobre el pulmón.
Compuestos aromáticos como el tolueno y benceno pueden llegar a provocar
leucemias; otros hidrocarburos más ligeros se acumulan en la sangre y podrían
llegar a producir parálisis.
Según la ONU, para el año 2025, la demanda de agua potable será del 56% más que el
suministro. El agua contaminada se ha convertido en uno de los asesinos más peligrosos
del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud al menos 25 mil personas
mueren cada día en el mundo por causas derivadas de su consumo. Gran paradoja del
planeta, el 97% del agua del mundo es salada y sólo 3% de su volumen es dulce. De ese
3%, un 1% se encuentra en estado líquido y es potable. Así las cosas, su obtención y
conservación tienen carácter perentorio y el derroche y la contaminación son el
enemigo. En el caso de los aceites de cocina, el aceite de soja, de oliva o de maíz es
difícilmente biodegradable y que forma una película sobre la superficie de los ríos, la
cual afecta la capacidad de intercambio de oxígeno. Según el Instituto Nacional de
Tecnología Industrial (INTI) de Argentina, un litro de aceite de cocina contamina 1.000
litros de agua.
Sin embargo, hay un tipo de aceite que, por cada litro desechado sin tratamiento, puede
contaminar un millón de litros de agua y formar una mancha de cuatro mil metros
cuadrados. Se trata del aceite usado de motor, que incluye metales como el plomo, el
manganeso y el cadmio. El mar puede tomarse unos 15 años para eliminar este tipo de
hidrocarburos.
Por otro lado, en los Estados Unidos, aproximadamente 200 millones de galones de
aceite de motor usado se desechan indebidamente vertiéndolos en el suelo, tirándolos a
la basura (con lo cual van a parar a vertederos) y vaciándolos en las alcantarillas
pluviales y los desagües. Un solo galón de aceite usado puede contaminar hasta un
millón de galones de agua potable. Sin embargo, cerca de cuatro millones de personas
reutilizan aceite de motor como un lubricante para otros equipos o lo llevan a una
instalación de reciclaje. Un galón de aceite usado produciría 2.5 cuartillos de aceite
lubricante lo cual sería la misma cantidad que producirían 42 galones de aceite crudo. Si
todo el aceite de las personas en los Estados Unidos que optan por cambiar
individualmente el aceite de sus vehículos decidieran reciclarlo, sería suficiente aceite
de motor para más de 50 millones de automóviles al año. Lo que podría eliminar el
consumo de petróleo extranjero.
Honduras depende del suministro de hidrocarburos del exterior, lo que afecta en gran
medida el presupuesto nacional. Por lo tanto, el reciclaje de aceites y la producción
nacional de alternativas más biodegradables como el biodiesel y sus subproductos es
una alternativa a la problemática existente, aspecto que últimamente está tomando auge
nacional. Sin embargo, cabe mencionar que para el período comprendido entre los años
del 2004 y 2006 en el país se importaron grandes cantidades de combustibles minerales,
aceites minerales y productos de su destilación (entre los cuales se incluye aceites,
grasas lubricantes, aceites agrícolas, combustibles, etc.) (Cuadro 1).
Por otra parte, entre las principales presiones que afectan el recurso agua en Honduras,
destaca la gestión inadecuada de los residuos sólidos y líquidos generados tanto por el
sector domiciliar como industrial, comercial y de servicios. Los drenajes y
escurrimientos superficiales derivados de la actividad agropecuaria, así como aquellos
derivados de la actividad minera e industrial en general juegan un rol importante en la
calidad del recurso.
Así, la mayor parte de cuerpos de agua dulce del país, como el Lago de Yojoa y el Río
Choluteca, son objetos de monitoreos sistemáticos durante la época seca y lluviosa, y
los resultados muestran que, por lo general, los parámetros como DBO, DQO, color,
sólidos disueltos, aceites y grasas reflejan un alto grado de contaminación. Lo que
demuestra que, en realidad, no existe una verdadera gestión de los residuos líquidos
como los aceites, los cuales son tratados como un desecho más y terminan en las fuentes
de agua.
Es conocido que no hay que verter el aceite al agua y tampoco hay que desecharlo en la
tierra, ya que destruye el humus vegetal y arruina la fertilidad del suelo. Los
especialistas recomiendan colocar el aceite usado de motor en un recipiente plástico
limpio, con tapa, y llevarlo a una estación de servicio o a un taller mecánico. En cuanto
al aceite de cocina, el consejo es ponerlo en una botella de plástico y entregarlo a un
lugar especializado que se encargue de su tratamiento. Otra opción es elaborar jabón o,
de lo contrario y como recurso final, separar el residuo con la basura orgánica.
En tanto, para gestionar adecuadamente el aceite usado en los talleres, estaciones de
engrase, garajes, estaciones de servicio, empresas de transporte de personas y de
mercancías y otros establecimientos que efectúan el cambio de aceite de motor a
vehículos, se siguen acciones como:
No tirarlo ni quemarlo: el aceite usado de los motores no puede ser vertido por la
alcantarilla, ni al suelo, ni a un arroyo, un río, un embalse o al mar. No se puede
quemar sin las adecuadas y costosas instalaciones y procesos necesarios que
garanticen que al quemarse no contaminen la atmósfera.
Almacenarlo: el aceite usado debe almacenarse adecuadamente. El
almacenamiento se puede hacer en un depósito específico.
No mezclarlo: el aceite usado no debe mezclarse con ninguna otra sustancia, ni
agua ni ningún otro tipo de líquido, ni con elementos sólidos como papeles o
trapos. Especialmente, es importante no mezclarlo con los disolventes que se
usan para limpiar algunas piezas como los carburadores, si se mezcla el aceite
usado con los disolventes se arruina el proceso de recuperación del aceite.
Entregarlo a un recogedor autorizado: el aceite usado debe entregarse a un
recogedor autorizado. Está terminantemente prohibido entregarlo a aquellos
recogedores "piratas" que lo utilizan para quemarlo en calefacciones o en otros
usos.
Igualmente, existen cuatro alternativas de gestión para los aceites usados,
ordenadas de acuerdo a principios ambientales, y que se están valorizando en
Honduras:
La re-utilización en otros usos: si la calidad del aceite usado lo permite o previo
tratamiento para remoción de contaminantes insolubles y productos de
oxidación, mediante calentamiento, filtración, deshidratación y centrifugación,
puede re-usarse como aceite de maquinaria de corte o en sistemas hidráulicos. El
aceite dieléctrico es uno de los que se puede mantener "limpio" luego de su uso.
La regeneración: mediante distintos tratamientos es posible la recuperación
material de las bases lubricantes presentes en el aceite original, de manera que
resulten aptas para su reformulación y utilización. Casi todos los aceites usados
son regenerables, aunque en la práctica la dificultad y el costo hacen inviable
esta alternativa para aceites usados con alto contenido de aceites vegetales,
aceites sintéticos, agua y sólidos.
La valorización energética: mezclado con fuel-oil (en calderas industriales y
hornos de cemento) ya sea por combustión directa o con pre-tratamiento del
aceite (separación de agua y sedimentos). El aceite se constituye en uno de los
residuos con mayor potencial para ser empleado como combustible por su
elevado poder calorífico. Aunque la mayoría de calderas domésticas, calderas
comerciales e industriales de baja potencia de generación, pueden quemar
aceites usados, es una práctica no recomendable debido al problema de
contaminación potencial del aire, por tratarse de quemas de productos sin control
de especificaciones, quemado bajo condiciones no controladas y sin tratamiento
de emisiones, especialmente por el contenido de metales pesados.
La destrucción en incineradores de residuos peligrosos: en los casos que
presenten niveles de contaminantes de metales pesados o halógenos que no
permitan la sustitución de combustible en hornos o calderas industriales. Esta
priorización se basa en las ventajas ambientales de los procesos actuales de
regeneración, por su mayor ahorro de materias primas, menores emisiones y
olores, así como la menor producción de residuos o efluentes. Sin embargo, se
debe tener en cuenta que todavía coexisten procesos de regeneración que son
muy contaminantes, frente a lo cual la opción de valorización energética puede
ser más conveniente.
Ahora bien, las tecnologías más comunes para la regeneración de los aceites usados se
mencionan a continuación, como una alternativa para el manejo del residuo en
Honduras:
1. Crear planes estratégicos municipales que permitan una gestión local del
residuo, con el compromiso de las alcaldías.
2. Desarrollar políticas e incentivos fiscales para promover el uso de tecnologías de
reciclaje en industrias que tienen la opción de coprocesar productos y producir
energía.
3. Gestionar leyes, reglamentos y normas técnicas coherentes con la situación de
Honduras en cuanto al uso y manejo del aceite y sus derivados.
4. Establecer o fortalecer una nueva sección industrial dedicada a procesar el aceite
usado para promover la reutilización del producto.