Está en la página 1de 112

contenido

Estudios
La crisis en Argentina y las relaciones
con Brasil y Estados Unidos: continuidad
y cambio en las relaciones triangulares
UNIVERSIDAD R O B E R TO R U S S E L L Y J U A N G A B R I E L TO K AT L I A N 3
NACIONAL
DE COLOMBIA La acción pública de inconstitucionalidad
como mecanismo corrector de la crisis
de representación en Colombia (1910-2003)
I N S T I T U TO D E E S T U D I O S MARÍA LUISA RODRÍGUEZ PEÑARANDA 21
POLÍTICOS Y RELACIONES
INTERNACIONALES
IEPRI
Coyuntura

análısıs
S E P / D I C 2 0 0 4 N º 5 2
La oposición regional a las negociaciones con el ELN
OMAR GUTIÉRREZ LEMUS 34

Democracia
polítıco La ontología de la “violencia política”
acción e identidad en las guerras civiles
S T A T H I S N . K A LY V A S 51
COMITÉ E D I T O R I A L
En búsqueda de lo popular
Francisco Leal Buitrago
FUNDADOR en la Guerra de los Mil Días
Fernando Cubides Cipagauta
CHARLES BERGQUIST 77
DIRECTOR

Diana Marcela Rojas


EDITORA

Daniel Pécaut
Testimonio
Charles Bergquist
William Ramírez Tobón Movimiento étnico afrocolombiano
Gonzalo Sánchez Gómez en el quehacer político de Tumaco
Hugo Fazio Vengoa
ASESORES EDITORIALES STELLA RODRÍGUEZ 90
Carlos Germán Sandoval
ASISTENTE EDITORIAL

Reseñas
COMITÉ CIENTÍFICO
Sistemas de guerra. La economía política
Thomas Fischer Alemania del conflicto en Colombia
Klaus Meschkat Alemania
ANDRÉS FERNANDO SUÁREZ 103
Maria Isaura Pereira de Queiroz Bra sil
Catherine LeGrand Canadá El poder y la sangre, las historias de Trujillo, Valle
Norbert Lechner  Chile GONZALO SÁNCHEZ G. 106
Eric Hobsbawm Inglaterra

Preparación editorial e impresión


Unibiblos / Universidad Nacional de Colombia
Resúmenes 109
Distribución
El malpensante

Impresa en Colombia, 2004


estudios
La crisis en Argentina
y las relaciones con
Brasil y Estados
Unidos: continuidad
y cambio en las
relaciones triangulares
INTRODUCCIÓN
Las relaciones de Argentina con Brasil y Esta-
dos Unidos han ocupado un lugar de creciente
significación en los distintos esquemas que orien-
taron la política exterior del país desde fines del

nº 52págs. 03-20
siglo XIX. En ambos casos, este lugar siempre
constituyó materia de fuertes debates. Brasil fue
considerado como un aliado indispensable para

análısıs polítıco2004:
ampliar la autonomía nacional y fortalecer la ca-

análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre


pacidad de negociación internacional del país,
pero también como el principal rival geopolítico
que amenazaba la seguridad y hasta la integridad
territorial de Argentina. Igualmente, Estados Uni-
dos fue percibido en un amplio marco de visiones [3]
Roberto Russell
Director de la maestría en
que lo retrataron, en un extremo, como un peli-
Estudios Internacionales de la groso imperio en permanente expansión y, en el
Universidad Torquato di Tella, Argentina otro, como un aliado central para asegurar un vín-
culo exitoso de Argentina con el mundo. En el si-
Juan Gabriel Tokatlian glo XX, este debate adquirió un carácter cada vez
Director de los programas de Ciencia Política más triangular a lo largo de un proceso histórico
y Relaciones Internacionales de la signado a un tiempo por la declinación argentina y
Universidad de San Andrés, Argentina el aumento del poder relativo de Estados Unidos a
escala mundial y de Brasil en el ámbito sudamerica-
1
no, respectivamente .
En este marco, el modo de vinculación de Ar-
gentina con cada uno de estos dos países tuvo un
impacto creciente y esencialmente negativo sobre
las relaciones con el otro. Así, el vínculo positivo

1 Siguiendo la definición de Dittmer según la cual “a


strategic triangle may be understood as a sort of transactional
game among three players”, la relación entre Argentina,
Brasil y Estados Unidos ha constituido un típico
triángulo estratégico. De acuerdo con el mismo autor,
“three different systemic patterns of exchange relationships are
conceivable: the menaje à trois, consisting of symmetrical
amities among all three players; the romantic triangle,
consisting of amity between one pivot player and two wing
players, but enmity between each of the latter; and the stable
marriage, consisting of amity between two of the players and
enmity between each and the third”. Lowell Dittmer, “The
ISSN 0121-4705

Strategic Triangle: An Elementary Game-Theoretical


Analysis”, en World Politics, vol. 33, nº 4, julio de 1981,
pp. 485-489.
con uno de los vértices del triángulo derivó en estrategia de plegamiento a Estados Unidos sin
confrontaciones, diferencias, distanciamientos o parangón en América Latina y reserva a Brasil el
recelos con el otro. Hasta hoy, Argentina no ha lo- lugar de socio fundamentalmente económico.
grado resolver este dilema y, en consecuencia, ar- Esta posición del país frente a sus dos aliados
ticular una relación simultánea con Brasil y considerados de preferencia, según el discurso
Estados Unidos que sea funcional a sus intereses oficial de la época, constituyó una fuente de fric-
nacionales2. ciones y suspicacias permanentes con Brasil. En
El debate sobre el lugar de Brasil y Estados la tercera sección, examinamos brevemente el
Unidos en la política exterior argentina se acen- papel que desempeñaron Brasil y Estados Uni-
tuó tras el agotamiento de cada uno de los tres dos durante la crisis argentina de diciembre de
esquemas seguidos históricamente por Argentina 2001 y el período que abarcó el gobierno de
para orientar esa política: 1) la relación especial Eduardo Duhalde (1º de enero de 2001-25 de
con Gran Bretaña, que se extendió desde fines mayo de 2003), así como también el comporta-
del siglo XIX hasta los años treinta del siglo XX; miento de ese gobierno frente a los dos países.
2) el paradigma “globalista” que comenzó a me- Por último, analizamos las relaciones de Argenti-
diados de los cuarenta y concluyó al término de na con Brasil y Estados Unidos desde el inicio
la Guerra Fría, y 3) la estrategia de “aquiescencia del gobierno de Néstor Kirchner para concluir
pragmática” iniciada a principios de los noventa con algunas reflexiones sobre el futuro próximo
y que, con diferentes gradaciones, ordenó la po- de estas relaciones.
análısıs polítıco nº 52

lítica exterior del país hasta el fin anticipado del


gobierno de la Alianza en diciembre de 2001. EL LUGAR DE BR ASIL Y ESTADOS UNIDOS EN
Luego de la crisis de diciembre de 2001, este LA POLÍTICA EXTERIOR DE ARGENTINA
último paradigma sufrió un duro cuestiona- (1880-1989)
miento. La indiferencia y el desdén del gobierno Desde 1880 hasta 1930, Argentina logró un
de Bush hacia Argentina mostraron la falsedad nivel de integración al sistema internacional que
[4] de su principal supuesto: que el plegamiento a no volvería a repetirse. A partir de 1860, pero es-
los intereses estratégicos y políticos de Estados pecialmente en los ochenta, las clases dirigentes
Unidos en el mundo y en la región aseguraría al del país construyeron un modelo de política ex-
país el apoyo decidido de Washington en cir- terior que siguió tres orientaciones principales:
cunstancias de graves problemas internos. Al el europeísmo, la oposición a Estados Unidos y
3
mismo tiempo, la crisis obligó a repensar tanto el aislamiento de América Latina .
las relaciones con Brasil, que habían atravesado El vínculo con Europa, particularmente con
numerosos vaivenes durante la década del no- Gran Bretaña, fue la llave que permitió al país in-
venta, como el sentido estratégico del Mercosur tegrarse exitosamente a la economía mundial en
para Argentina. calidad de productor y exportador de materias
Este artículo consta de cuatro partes. En la primas y alimentos. Por el contrario, Estados Uni-
primera, hacemos un breve repaso de los víncu- dos no ofrecía entonces posibilidades ciertas de
los de Argentina con Brasil y Estados Unidos des- entrar en su propio mercado, tanto por sus barre-
de la puesta en práctica del modelo de la ras proteccionistas como por la baja complemen-
relación especial con Gran Bretaña hasta el fin tariedad de las dos economías. Además, en el
anticipado del gobierno de Raúl Alfonsín (8 de mismo momento en que Argentina ponía en
julio de 1989). Seguidamente, nos ocupamos de práctica un proyecto de política exterior que se
este mismo tema durante los gobiernos de Carlos extendería sin altibajos hasta los años treinta, lue-
Menem y de Fernando de la Rúa (1989-2001), go de la Guerra Civil, la dirigencia estadouniden-
un período en el que Argentina desarrolla una se había comenzado a percibir a América Latina

2 Para un análisis más reciente de las relaciones de Argentina con los otros dos lados del triángulo, ver Mónica Hirst
y Roberto Russell, El Mercosur y los cambios en el sistema político internacional, Buenos Aires, Fundación OSDE, 2001;
Deborah Norden y Roberto Russell, The United States and Argentina: Changing Relations in a Changing World, New
York, Routledge, 2002, y Roberto Russell y Juan G. Tokatlian, El lugar del Brasil en la política exterior argentina,
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003.
3 Ver, entre otros, Gustavo Ferrari, Esquema de la política exterior argentina, Buenos Aires, Eudeba, 1981 y Juan Carlos
Puig, “La política exterior argentina y sus tendencias profundas”, en Revista Argentina de Relaciones Internacionales,
nº1, 1975.
estudios
como un área de hegemonía de Estados Unidos. A principios del siglo XX, la visión predomi-
Esta visión se daba de bruces con las aspiraciones nante de Brasil como rival fue confrontada por vi-
políticas de las elites argentinas de ejercer un pa- siones cooperativas que comenzarían a cobrar
pel comparable, al menos, en América del Sur. fuerzas al término de la Segunda Guerra Mundial
Los frutos económicos palpables de las relaciones (convergencia de intereses, complementación
con Europa dieron progresivamente sustento a las económica, contrapeso del poder de Estados Uni-
pretensiones argentinas de liderazgo regional y, a dos), pero todavía en el marco de una política
su vez, produjeron una creciente autoconfianza pro-europea que fue adquiriendo un carácter
que derivó, en numerosos casos, en un sentimien- cada vez más defensivo frente al avance de Esta-
to de superioridad cultural frente a Estados Uni- dos Unidos en América Latina.
dos. La famosa frase pronunciada por el delegado Las profundas transformaciones producidas
argentino Roque Sáenz Peña en la Primera Con- en la política y en las economías mundiales tras
ferencia Panamericana (1889-1890) realizada en la Primera Guerra Mundial pusieron en jaque al
Washington, “Sea América para la humanidad”, modelo de la relación especial con Gran Bretaña
resume mejor que ninguna otra el lugar de las para restarle progresivamente toda viabilidad.
prioridades externas del país y, al mismo tiempo, Luego de 1930, los cambios en el sistema de co-
las prevenciones de los círculos dirigentes de Ar- mercio mundial le asestaron el golpe de gracia y
gentina frente a Estados Unidos, país que se perci- tornaron vanos los esfuerzos realizados para re-
bía más como una fuente de amenazas que de crear la antigua bilateralidad con Londres. Para

análısıs polítıco nº 52
oportunidades. esa época, Gran Bretaña ya no tenía condiciones
Por su parte, el aislamiento de América Lati- de proporcionar los capitales, bienes y equipos
na fue una consecuencia directa de la debilidad que el país necesitaba para poner en marcha sus
de los vínculos comerciales de Argentina con la nuevas estrategias de desarrollo orientadas a la
región y se concretó en un rechazo sistemático al industrialización. Ese papel le cupo fundamen-
establecimiento de esfuerzos asociativos perma- talmente a Estados Unidos, pero esta vez no se
nentes. Esta política incluyó ciertamente a Brasil, dieron las condiciones para construir un vínculo [5]
país que, por su lado, adoptó una posición simi- que operara como un equivalente funcional al
lar frente a Argentina. La baja densidad de la re- construido con Gran Bretaña durante los años
lación económica tuvo su correlato en los de apogeo del modelo exportador.
campos de la cultura y las ideas, pero no en el de El fin del modelo desató un amplio debate so-
la política exterior. Desde los orígenes mismos bre las alianzas que deberían favorecerse (Euro-
del país, la mayoría de la dirigencia argentina pa, Estados Unidos o, más tibiamente, América
percibió a Brasil como rival geopolítico, una vi- Latina), el grado de apertura de la economía al
sión que se nutrió más del temor a la “expansión comercio exterior, el desarrollo del mercado in-
territorial” brasileña y al desequilibrio de poder terno y las estrategias de industrialización. Mien-
que de los conflictos territoriales que enfrenta- tras la mayor parte de la dirigencia argentina
ron a los dos países durante los años de consoli- aún creía que el vínculo con Europa podía recu-
dación de sus respectivos estados nacionales. A perar su papel central en la política exterior (“la
partir del fin de la Guerra de la Triple Alianza vuelta a la normalidad”, según expresiones de la
(1865-1870), la rivalidad bilateral se manifestó época), otras voces postulaban el establecimien-
en la búsqueda de aliados en los países del Cono to de una relación estrecha con Washington tan-
Sur para atraerlos a una esfera de influencia pro- to por razones políticas como económicas. Los
pia y en el desarrollo de una carrera armamen- partidarios de esta posición también asignaban
tista. El logro de la supremacía regional y el un lugar de importancia a América Latina y en
aislamiento del otro fueron los principales obje- particular a Brasil, debido a la necesidad de su-
tivos de las políticas exteriores de ambos países perar la estrechez del mercado interno y de
4 5
hacia la sub-región . diversificar los externos . En una vertiente más

4 A fines del siglo XIX, Brasil desplazó el eje de sus relaciones especiales desde Londres a Washington. Estados
Unidos se constituyó en su principal mercado y, al mismo tiempo, en su primer proveedor y financista.
Secundariamente, la búsqueda de una “relación especial” con Estados Unidos apuntó a neutralizar el poderío
militar argentino y las amenazas a Brasil que pudieran surgir de una coalición sub-regional liderada por
Argentina. Esta política fue así percibida en Buenos Aires; más aún, muchos dirigentes la vieron como el primer
intento de reparto de influencias en el hemisferio.
5 Federico Pinedo, La Argentina en la vorágine, Buenos Aires, Ediciones Mundo Forense, 1943, p. 112.
política, otras voces expresaron la visión coope- elementos básicos: la pertenencia cultural de Ar-
rativa hacia Brasil desde un ángulo distinto: el de gentina a Occidente; el alineamiento del país
la comunidad de origen y de la condición co- con Estados Unidos en caso de un conflicto béli-
mún del subdesarrollo. Para estos autores, la ri- co con la Unión Soviética; el no alineamiento
validad con Brasil sólo servía para hacerle el con los intereses estratégicos políticos y econó-
juego a los intereses externos e internos empeña- micos estadounidenses, globales y regionales, de-
dos en profundizar las diferencias en el mundo bido a diferencias auténticas de intereses y de
subdesarrollado. visiones entre los dos países propias de su des-
En los hechos, la preocupación por el equili- igual posición relativa en el sistema internacio-
brio sub-regional y la competencia por la in- nal; la definición de una agenda bilateral y
fluencia en los países vecinos siguieron regional con claras jerarquías temáticas en la que
dominando la visión argentina de Brasil. La acti- los temas económicos ocupaban el primer lugar,
tud que ambos países adoptaron tras el inicio de aun por sobre las cuestiones de seguridad, y,
la Segunda Guerra Mundial –acentuación de la finalmente, la oposición a la intervención estado-
neutralidad argentina y consolidación del alinea- unidense en los asuntos internos de los países de
miento brasileño con los Estados Unidos– dio lu- la región.
gar al surgimiento en Argentina de una nueva Estos cinco aspectos constituyeron el cauce
visión de Brasil, inscrita en la lógica de la rivali- por el que se deslizó la política exterior argenti-
dad geopolítica, como “país llave” de la acción na hacia Estados Unidos durante los años de la
análısıs polítıco nº 52

futura estadounidense en el continente6. Guerra Fría. Políticamente, este esquema conte-


A partir del fin de la Segunda Guerra Mun- nía un componente de autonomía que no asegu-
dial, las circunstancias internacionales y de Ar- raba las lealtades que Washington esperaba de
gentina fueron dando forma a un nuevo América Latina en aquel período. Económica-
paradigma de política exterior que desplazó mente, promovía heterodoxias que contrastaban
definitivamente al de la relación especial con con las políticas liberales y el multilateralismo fa-
[6] Gran Bretaña para convertirse en el principal vorecidos por Estados Unidos. Con razón, fue
cuadro de referencia de la acción internacional percibido como una estrategia orientada a redu-
7
del país hasta el inicio del gobierno de Menem . cir el poder estadounidense y a aumentar la ca-
Sus líneas gruesas fueron trazadas durante la se- pacidad de negociación argentina y
gunda mitad de la década de los cuarenta por latinoamericana. La profundización de la depen-
Juan Domingo Perón, quien desde el momento dencia económica del país con respecto a Esta-
en que se hizo cargo del gobierno procuró en- dos Unidos desde fines de los cuarenta atenuó
contrar un modus vivendi con Estados Unidos que en ocasiones este perfil autonomista, pero jamás
satisficiera los intereses económicos de Argenti- lo puso en la retaguardia. Incluso aquellos go-
na, sin renunciar a sus objetivos de soberanía biernos argentinos que tuvieron una inequívo-
política e independencia económica. El esque- ca voluntad de estrechar filas con Estados
ma concebido por Perón se integró con cinco Unidos procuraron mantener espacios de

6 Según lo explica la dirección de una revista que tendría mucha influencia en los años setenta en la configuración
de las visiones del Brasil: “Se entiende por ‘país llave’ el que, dentro de una región determinada puede servir de
pivote a la política de poder de una gran potencia, la cual le otorga prioridad en sus programas de ayuda y
asistencia económica, militar, etc.”, Dirección de Estrategia, “Relaciones argentino-brasileñas”, en Estrategia, nº 5,
enero-febrero 1970, p. 49.
7 Denominamos a este paradigma “globalista” porque a partir de su puesta en práctica, Argentina procuró una
amplia diversificación de vínculos externos y desarrolló, como país mediano, un papel activo en las negociaciones
internacionales sobre temas políticos y económicos de naturaleza global. El mismo se ordenó a partir de las
siguientes premisas: no alineamiento con los Estados Unidos que nunca implicó equidistancia entre los bloques;
impulso a la integración latinoamericana, aunque desde una perspectiva gradualista y asentada en el
reconocimiento de la gran diversidad de situaciones económicas nacionales; alto perfil en los foros
internacionales en defensa de la paz, el desarme y la distensión Este-Oeste; rechazo a organismos y regímenes
internacionales que procuran congelar la distribución del poder mundial, particularmente en materia de
desarrollo de tecnologías sensibles; oposición al establecimiento de organismos supranacionales que coarten la
autonomía y el desarrollo argentinos; ejecución de una estrategia de desarrollo orientada a la sustitución de
importaciones a nivel nacional y regional como vía principal para superar las vulnerabilidades del modelo
tradicional basado en las exportaciones primarias; introducción de reformas en el sistema económico y financiero
internacional que contemplen los intereses de los países en desarrollo, y diversificación de los socios comerciales
externos sin barreras ideológicas.
estudios
decisión propia frente a las demandas y presio- una creciente preocupación sobre la marcha as-
nes de Washington8. cendente de Brasil, que se reflejaba en el incre-
De todos modos, la diplomacia argentina se mento de su gravitación política y económica en
mostró menos dispuesta a confrontarse con Esta- América del Sur. En este contexto, la relación
dos Unidos que en la etapa de predominio del con el país vecino se definió en clave de rivalidad
paradigma de la relación especial con Gran Bre- desde dos vertientes: la geopolítica, que ponía el
taña, acaso más forzada por la necesidad que por acento en el desequilibrio del poder entre am-
convicción. Más aún, el mayor acercamiento eco- bos países con una envidia poco disimulada por
nómico a Estados Unidos fue generalmente pre- los resultados del “milagro brasileño”, y la teoría
sentado como un recurso instrumental para de la dependencia, que destacaba el peligro del
alcanzar el desarrollo nacional y, en la práctica, “subimperialismo brasileño” en la Cuenca del
se acompañó con políticas compensatorias hacia Plata y el papel de Brasil, a partir de una alianza
América Latina, Europa Occidental y los países privilegiada con Washington, de gendarme de
socialistas, así como con medidas dirigidas a obs- Estados Unidos en la sub-región.
taculizar aspiraciones estadounidenses, particu- Luego de muchas idas y venidas, las diferencias
larmente en el plano hemisférico. entre los dos países se redujeron significativamente
En el ámbito sub-regional, Argentina no logró con la firma del Acuerdo Tripartito sobre Corpus-
establecer un patrón de relaciones duradero ca- Itaipú del 19 de octubre de 1979 entre Argentina,
paz de vencer antiguos recelos. Las políticas diri- Brasil y Paraguay, que abrió interesantes perspec-

análısıs polítıco nº 52
gidas a fortalecer la cooperación con Brasil para tivas para avanzar en el terreno de la coopera-
10
encarar con criterios comunes los temas interna- ción . Poco después Argentina y Brasil
cionales y los problemas del subdesarrollo fue- firmaron en Buenos Aires el 17 de mayo de
ron superadas por los enfoques de política de 1980 un acuerdo de cooperación para el desa-
poder que destacaban la competencia y la lucha rrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la
por la influencia en el espacio sudamericano. energía nuclear. Para esa época, el país vecino
Así, la causa latinoamericana impulsada por ya había dejado de ser la hipótesis de conflicto [7]
Perón nunca logró entusiasmar a los gobernan- prioritaria para el pensamiento estratégico mili-
11
tes brasileños que la vieron no sólo con escepti- tar argentino .
cismo y desconfianza sino como una amenaza a Durante la Guerra de Malvinas, Brasil se soli-
su relación especial con Estados Unidos. Hacia darizó con Argentina, aunque no estuvo de
fines de los cincuenta, visiones compartidas so- acuerdo con la acción armada. La derrota argen-
bre la realidad regional y mundial posibilitaron tina en ese conflicto acabó para siempre con el
un acercamiento inédito entre Argentina y Brasil dilema de seguridad argentino-brasileño. Poco
que, sin embargo, quedó trunco por la situación después, el inicio del proceso de democratiza-
política interna de los dos países9. A partir de la ción en ambos países facilitó la realización de
segunda mitad de los sesenta, la agenda de polí- importantes acuerdos de integración y en mate-
tica exterior hacia la región fue dominada por ria de concertación de política exterior. Durante

8 Los desbordes hacia un mayor alineamiento o la confrontación con Washington fueron efímeros, dado que
obedecieron a circunstancias de momento, tanto internas como internacionales, o fueron promovidos por grupos
que nunca alcanzaron suficiente poder para instalar, a derecha e izquierda del esquema dominante, fórmulas
alternativas.
9 El paso más importante, dirigido a cambiar el signo de la relación bilateral para transitar de la competencia por la
influencia sub-regional a la cooperación, fue la firma de los Acuerdos de Uruguayana el 22 de abril de 1961 por
los presidentes Arturo Frondizi y Janio Quadros. Su principal objetivo era concertar una acción internacional
conjunta de los dos países “en función de la condición sudamericana que les es común”. Ver Juan A. Lanús, De
Chapultepec al Beagle. Política exterior argentina 1945-1980, Buenos Aires, Edición Emecé, 1984, p. 298.
10 El tema principal que dividió a los dos países en los años sesenta y setenta fue el de la utilización del potencial
energético de los ríos de uso compartido –más específicamente, la disputa sobre la central hidroeléctrica que
terminaría construyéndose en Itaipú– y dio lugar a un áspero enfrentamiento que trascendió el plano bilateral.
11 Es importante notar que tanto el despliegue militar argentino respecto a Chile realizado a fines de 1978, como el
desarrollado con motivo de la Guerra de Malvinas, se llevaron a cabo descartando la posibilidad de que Brasil
tuviera algún tipo de participación hostil hacia Argentina. Ver Rosendo Fraga, “Una visión política del Mercosur”,
en Jorge Campbell (Comp.), Mercosur entre la realidad y la utopía, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano,
1999, p. 272.
el gobierno de Alfonsín (1983-1989) se pasó gra- Menem propuso y siguió las premisas de un nue-
dualmente de la competencia a la construcción vo paradigma de política exterior que denomina-
13
de una alianza a la que se concibió como un pro- mos de la “aquiescencia pragmática” .
yecto de carácter estratégico para consolidar el Brasil y Estados Unidos fueron definidos
proceso democrático en ambos países, resguar- como los principales aliados de Argentina pero
dar la soberanía nacional, impulsar el desarrollo en planos diferentes. Brasil, en el contexto del
argentino en complementaridad con el de Brasil Mercosur, fue considerado como un aliado fun-
y reunir masa crítica para ampliar la capacidad damentalmente económico, mientras que las re-
de negociación internacional. En esta primera laciones con Estados Unidos constituyeron el
etapa de la democracia argentina, si bien se esti- principal eje articulador de una nueva vincula-
muló desde el gobierno una mirada más coope- ción de Argentina con el mundo sobre la base
rativa hacia Brasil, abandonando la retórica del plegamiento estratégico a Washington. Esta
conflictiva, los recelos mutuos no desaparecieron estrategia se justificó por dos razones prácticas:
por completo. Estados Unidos acababa de ganar la Guerra Fría
y era la potencia hegemónica en América Latina
E L PA R A D I G M A D E L A A Q U I E S C E N C I A desde fines del siglo XIX. Con cierta nostalgia
PRAGMÁTICA: LA AGUDIZACIÓN DE LAS por Argentina “próspera” y por el modelo de la
D I F E R E N C I A S E N E L T R I Á N G U LO ( 1 9 8 9 - relación especial con Gran Bretaña, se estimó
2001) que una alianza política y económica con Was-
análısıs polítıco nº 52

Cuando Carlos Saúl Menem asumió la presi- hington resultaría clave para asegurar un retor-
dencia de Argentina en julio de 1989, el contexto no exitoso del país al orden mundial. Además, y
internacional e interno reunía dos de las tres con- en el plano específicamente sudamericano, el
diciones identificadas por Jakob Gustavsson que plegamiento a Washington fue percibido como
facilitan la realización de cambios significativos en la estrategia propia de las segundas potencias re-
materia de política exterior: alteración de condi- gionales (Argentina en América del Sur), mien-
[8] ciones estructurales fundamentales en el ambien- tras que la búsqueda del equilibrio correspondía
te externo (fin de la Guerra Fría y nueva fase de naturalmente a las primeras potencias de cada
globalización económica) y la presencia de una región (Brasil en América del Sur). A estas dos
crisis interna de envergadura (hiperinflación)12. razones que explican el plegamiento poniendo
La tercera condición –la existencia de un el ojo en variables externas al país (contexto
liderazgo político estratégico– fue dándose pro- mundial y sub-regional), debe sumarse un con-
gresivamente en la medida en que Menem con- junto de factores internos de Argentina: la con-
solidó su poder político interno a partir de la dición de vulnerabilidad externa del país, su
construcción de una nueva coalición social que fragilidad institucional, la búsqueda de ganan-
produjo, entre otros aspectos de relevancia, un cias y la preservación y ampliación de poder polí-
“giro copernicano” en el perfil ideológico del tico interno por parte del gobierno de Menem.
peronismo. Las relaciones con Brasil se definieron con la
El paradigma globalista fue considerado no mirada puesta en el pasado, en “otra” Argentina
sólo como disfuncional para orientar la política y en “otro” Brasil, el país que fuera un firme alia-
exterior de Argentina en este nuevo ambiente in- do de Estados Unidos. Respecto a lo primero, se
ternacional e interno, sino como uno de los prin- apeló a la imagen de Argentina próspera de fines
cipales causantes de la declinación relativa del del siglo XIX y primeras décadas del XX, y al
país en el mundo. En su remplazo, el gobierno de proyecto nacional e internacional de la genera-

12 Jakob Gustavsson, The Politics of Foreign Policy Change: Explaining the Swedish Reorientation on EC Membership, Lund,
Tiden, 1998, p. 4.
13 Sus premisas fueron las siguientes: 1) el plegamiento a los intereses políticos y estratégicos de Estados Unidos,
tanto globales como regionales; 2) la definición del interés nacional en términos económicos; 3) la participación
activa en la creación y el fortalecimiento de regímenes internacionales en sintonía con la posición de los países
occidentales desarrollados, particularmente en el área de la seguridad; 4) el apoyo a la integración económica en
el marco del regionalismo abierto; 5) la ejecución de una estrategia de desarrollo económico ordenada en torno a
los lineamientos del así llamado “Consenso de Washington”; 6) la confianza en que las fuerzas del mercado más
que el Estado asegurarían una nueva y exitosa inserción internacional para Argentina, y 7) la aceptación de las
reglas básicas del orden económico y financiero internacional.
estudios
ción que construyó aquel país y logró insertarlo dependencia entre los dos países, no fueron co-
con éxito en el mundo. En cuanto a Brasil como rrespondidos por un aumento de las convergen-
modelo de política exterior, se recurrió a la ima- cias en el campo de la política exterior donde las
gen del país que optó por el alineamiento con diferencias fueron notorias y crecientes. En este
Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. marco, las intenciones de Argentina hacia Brasil y,
Aquel Brasil era visto en términos laudatorios, más específicamente, hacia el Mercosur, nunca
mientras que el de los noventa era percibido fueron claras para la diplomacia de Brasilia, la
con preocupación. Su relativo distanciamiento que también aportó su cuota importante de res-
de Estados Unidos y la búsqueda de mayor po- ponsabilidad en la falta de avances en la relación
der e influencia externas en clave realista eran bilateral. De este modo, la integración de los dos
considerados como ejemplos de políticas que países quedó atrapada entre los vaivenes argenti-
debían evitarse tanto por su anacronismo como nos y la inflexibilidad brasileña.
por haber contribuido significativamente, en el
caso argentino, a la declinación del país. LA CRISIS DE DICIEMBRE DE 2001
El gobierno de la Alianza (Unión Cívica Radi- Y EL GOBIERNO DE DUHALDE
cal, Frepaso y otros partidos minoritarios y mo- La crisis de diciembre de 2001, cuyas expre-
derados de centro-izquierda) que asumió el 10 siones más visibles fueron el fin anticipado del
de diciembre de 1999 no cambió, salvo en el es- vacilante gobierno de Fernando de la Rúa, el
tilo, los lineamientos básicos de la política exte- cambio de cinco presidentes en doce días, las

análısıs polítıco nº 52
rior seguida por Menem. En un principio, el numerosas movilizaciones callejeras de sectores
gobierno presidido por Fernando de la Rúa pa- medios y populares unidas bajo el eslogan “que
reció inclinado a mirar más a Brasil y a relanzar se vayan todos” y el anuncio festivo de la cesa-
el Mercosur. La visión entonces predominante ción de pagos de la deuda, impulsaron un nuevo
era que los vínculos con el país vecino resultaban debate sobre el rumbo que Argentina debería se-
esenciales en lo económico y lo político por guir en materia de relaciones internacionales. El
igual. Sin embargo, muy pronto se hizo evidente lugar de Brasil y de Estados Unidos en la política [9]
que la relación con Brasil no se alteraría exterior del país volvió a ocupar el centro de la
sustancialmente. Argentina evitó comprometerse escena. Los partidarios del plegamiento a Was-
en iniciativas que podrían ser vistas como inten- hington siguieron alentando una visión negativa
tos de equilibrio u oposición al poder estadouni- de Brasil que fue presentado como un país de fu-
dense en la sub-región. Así, en ocasión de la turo incierto y con un tipo de política exterior
Primera Cumbre de Presidentes de Sudamérica, que podía arrastrar a Argentina a retomar sende-
convocada por Brasil a fines de agosto de 2000, ros equivocados. Ante la gravedad de la crisis y la
la cancillería argentina expresó claramente que extrema vulnerabilidad externa del país, insistie-
este encuentro de doce países no debería ser in- ron en que el plegamiento a Estados Unidos con-
terpretado como un intento de crear un bloque tinuaba siendo la mejor estrategia para sacar a
14
sudamericano . De hecho, las contradicciones Argentina del pozo a costa de la relación con
en los vínculos con Brasil se exacerbaron. En el Brasil, cuyo papel debería mantenerse como el
propio gobierno, las discrepancias entre ministe- de un socio fundamentalmente económico. Esta
rios y funcionarios del más alto nivel condujeron posición fue enfrentada por quienes promovían
a una mayor tensión diplomática entre Buenos hacer de la relación con Brasil el principal eje or-
Aires y Brasilia poniendo en evidencia que no denador de la política exterior, al tiempo que de-
sólo se carecía de una clara visión del “otro”, fendían un acercamiento selectivo a Washington
sino que se estaba desprovisto de una imagen alejado de toda clase de seguidismos. El gobier-
propia consistente. no de transición de Eduardo Duhalde navegó
En suma, las relaciones de Argentina con Bra- con dificultades entre estas dos alternativas, aun-
sil y Estados Unidos tuvieron un peso relativo cla- que fue volcándose progresivamente a favor de
ramente diferenciado a favor de Washington. la segunda de ellas.
Nunca se trató de un triángulo equilátero. Los El default de Argentina se esperaba en los cen-
avances producidos en las relaciones con Brasil en tros financieros del mundo desde hacía bastante
el plano económico, si bien aumentaron la inter- tiempo y, por tanto, no causó ninguna clase de

14 Adalberto Rodríguez Giavarini, “Hacia la integración latinoamericana”, en La Nación, 30 de agosto de 2000, p. 17.
sorpresas cuando finalmente ocurrió en diciem- supervivencia. A partir de esta lectura, se fijó dos
bre de 2001. Tampoco sorprendió que De la Rúa prioridades en materia de política exterior: el lo-
abandonara la Casa Rosada un año antes del tér- gro de una pronta ayuda económica de Estados
mino de su mandato constitucional. En realidad, Unidos y el apoyo de la administración Bush en
la fase terminal del gobierno de la Alianza se ha- las arduas negociaciones que se iniciaban con los
bía iniciado tras su derrota en las elecciones le- organismos multilaterales de crédito. Para quitar
gislativas del 14 de octubre de 2001 en las que la piedras del camino, y a poco de asumir, se excu-
población argentina, mediante el así llamado só ante el presidente Bush por las medidas de
“voto bronca” expresó su creciente repudio ha- corte dirigista, que había heredado o se había
cia la clase política en general. visto obligado a tomar, y le declaró su fiel com-
La vuelta del peronismo al gobierno de Argen- promiso con la libertad económica18.
tina, tanto del efímero y populista Adolfo En aquellos días tumultuosos y confusos de
Rodríguez Saá, como de su sucesor, Eduardo principios de 2002, el gobierno argentino imagi-
Duhalde, fue recibida por la administración Bush nó que un acuerdo con el FMI era una cuestión
con comentarios de rutina. El presidente estado- de corto tiempo y que los países del Grupo de
unidense, en una carta dirigida a Rodríguez Saá, los Siete (G7), con Estados Unidos a la cabeza,
definió a Argentina como “nuestro vecino, nues- brindarían a Argentina una importante ayuda
tro valioso aliado y amigo” y anunció que las rela- externa que oscilaría entre los 15 y los 18.000
15
ciones seguirían siendo “excelentes” . Estas millones de dólares. Muy pronto, los hechos se
análısıs polítıco nº 52

palabras de compromiso fueron seguidas por ocuparon de mostrar que estas expectativas eran
otras menos formales pero precisas: el propio desmesuradas. El apoyo de Washington no sólo
Bush y los principales miembros de su gobierno no llegó sino que el gobierno de Bush utilizó a
aclararon repetidas veces que todo tipo de ayuda Argentina como “conejillo de indias” de su nue-
estadounidense se completaría a través del Fondo va política para los países emergentes que atra-
Monetario Internacional (FMI) y advirtieron, viesan crisis financieras. Como es sabido, ella
[10] fijando de entrada la que sería su aproximación a sostiene que no tiene sentido prestar el dinero
la crisis argentina, que para lograr el respaldo de de los contribuyentes estadounidenses a países
Washington el país debería poner antes en orden cuya estructura de deuda no es sustentable, ni sa-
sus políticas fiscal y monetaria y desarrollar un lir al rescate de quienes realizaron malas inver-
programa económico que implicara “crecimiento siones en economías de alto riesgo en busca de
16
sostenido” . mayor rentabilidad. Para su infortunio, Argenti-
Luego de algunos titubeos iniciales, el gobier- na pasó de ser el ejemplo de las reformas econó-
no de Duhalde concluyó rápidamente que la micas promovidas por Estados Unidos y el FMI
firma de un acuerdo con el FMI era una condi- para América Latina en la década del noventa en
ción necesaria tanto para reinstalar a Argentina el test case de esta nueva política que, finalmente,
en el mundo como para comenzar a poner en no se aplicaría con el rigor anunciado en ningún
17 19
caja la economía del país . Más importante aún, otro caso . La lectura que se hizo en Washington
ligó la realización de ese acuerdo a su propia fue que los costos para los intereses estadouni-

15 “Bush prometió ‘relaciones excelentes’. Le envió una carta a Rodríguez Saá”, en La Nación, 24 de diciembre de
2001, p. 9.
16 “Respaldo de EE.UU al gobierno de Rodríguez Saá”, en Clarín, 28 de diciembre de 2001, p. 4.
17 Los organismos multilaterales de crédito son los segundos mayores acreedores de Argentina. Con casi el 28% del
total de la deuda pública concentrado en dichos organismos, era impensable encarar el problema de la deuda sin
pasar previamente por el FMI.
18 Expresamente, en una carta dirigida al presidente Bush el 25 de enero de 2002, Duhalde dice, luego de reafirmar
el carácter de socios de ambos países y la condición de aliado extra-OTAN de Argentina, lo siguiente: “Mi
gobierno está firmemente comprometido con dejar de lado, lo más rápido posible, medidas transitorias, de corte
dirigista, que hemos heredado o nos hemos vistos obligados a tomar. Insisto, las presentes medidas son sólo
circunstanciales y serán abandonadas tan pronto podamos normalizar las situación económica y financiera”. Ver
Clarín, 21 de enero de 2002, p. 5.
19 Luego de haber apoyado importantes paquetes de ayuda a Argentina a través de los organismos multilaterales de
crédito, el gobierno de Estados Unidos decidió en diciembre de 2001 “bajarle el pulgar” al país al no apoyar la
liberación por parte del FMI de un desembolso previamente pactado de 1.264 millones de dólares.
estudios
denses serían pequeños y que no habría efecto meses después de los atentados terroristas del
contagio en otras naciones emergentes, como sí 11 de septiembre en Estados Unidos. A poco de
había ocurrido con las crisis financieras de Méxi- ocurridos estos hechos, Paul O’Neill reconoció
co, el sudeste de Asia, Rusia y Brasil. ante la Comisión de Asuntos Bancarios del Se-
El departamento del Tesoro llevó la voz can- nado que: “Una semana atrás, Argentina estaba
tante de la posición del gobierno de Bush hacia al tope de nuestra lista de trabajo; ahora ya no
Argentina, nunca mejor expresada que en las de- está más en ese lugar, no de la misma manera
claraciones de su entonces titular, Paul O’Neill: que antes”21.
“No es justo utilizar la plata de los carpinteros y Las penurias del país y los más de diez años
los plomeros estadounidenses para rescatar ban- de plegamiento a los intereses políticos y estraté-
cos y empresas que han malinvertido en países gicos de Estados Unidos no conmovieron a la ad-
de alto riesgo en busca de una rentabilidad más ministración Bush, que mantuvo durante varios
alta y más rápida. Si aceptaron correr el riesgo, meses una posición de frialdad distante y no hizo
ellos deben asumir el costo”20. En forma menos esfuerzo alguno que ayudara a levantar la dismi-
descarnada y con las sutilezas propias de la diplo- nuida autoestima colectiva de Argentina. Por
macia, esta posición fue absolutamente compar- ejemplo, y a pesar de su condición de “aliado ex-
tida por el Departamento de Estado. Así, las tra-OTAN”, no la incluyó en la lista de las nacio-
expectativas argentinas de que Estados Unidos nes del Hemisferio Occidental con las que,
adoptara una visión más política de la crisis co- conforme a lo expresado en su nueva estrategia

análısıs polítıco nº 52
rrieron la misma suerte que los fondos frescos es- de seguridad nacional, procura formar “coalicio-
perados en vano en Buenos Aires durante los nes flexibles” (los países incluidos fueron Brasil,
primeros meses del año. Canadá, Colombia, Chile y México).
La Argentina de la inmediata poscrisis no Recién a fines de 2002, el gobierno de Bush,
ofrecía al mundo financiero internacional y a los junto a otros del G7, ayudó a que el FMI vencie-
gobiernos del G7, empezando por la administra- ra sus fuertes resistencias a aprobar un acuerdo
ción Bush, las condiciones requeridas para acor- transitorio con Argentina que por entonces lleva- [11]
22
dar con el FMI. A una larga historia de ba un año largo de duras negociaciones . El Te-
incumplimientos (desde su ingreso al FMI Ar- soro de Estados Unidos desempeñó un papel de
gentina sólo cumplió 4 de los 19 acuerdos que primer orden en la fase final de las negociacio-
firmó con ese organismo), tres factores de aque- nes para acercar las posiciones de Argentina y el
lla coyuntura contribuyeron a elevar el ya alto ni- FMI. Así, por ejemplo, luego de la firma de la
vel de desconfianza externa que producía el país: Carta de Intención, el Departamento del Tesoro
la declaración en tono de victoria del default, la instó en un comunicado al Directorio del Fondo
23
notoria incapacidad de la clase política argentina a tratar el acuerdo en el “futuro más próximo” .
para trabajar, en medio de la tormenta, en pos Este apoyo del ejecutivo estadounidense a Argen-
de una mayor gobernabilidad y, finalmente, el te- tina fue reconocido personalmente por el propio
mor de que la alianza peronista-radical que ha- Duhalde al secretario de Estado de Estados Uni-
bía puesto a Duhalde en la presidencia virara dos, Colin Powell, en una reunión que mantuvie-
hacia políticas dirigistas y populistas. Para colmo ron en ocasión del Foro Económico de Davos en
de males, la crisis argentina se desató sólo tres enero de 2003. Tras el encuentro, el presidente

20 “La llegada de Paul O’Neill”, en http://nuevamayoria.com/es/analisis/martini/020806.htm


21 Citado en María O’Donnell, “Las consecuencias económicas de los ataques”, en La Nación, 21 de septiembre de
2001, p. 6. Si bien Argentina perdió importancia relativa para Estados Unidos luego de los golpes terroristas, al
igual que el resto de América Latina, era muy improbable que hubiera recibido otro trato de Estados Unidos de
no haber sucedido el 11 de septiembre. Antes de ese día, la administración Bush ya estaba preparada para aplicar
medidas ejemplares al país por sus reiterados incumplimientos.
22 El acuerdo, finalmente aprobado el 25 de enero de 2003, tuvo tan sólo una duración de ocho meses. Mediante el
mismo, Argentina logró posponer los pagos que tenía que enfrentar entre enero y agosto de ese año con el FMI
por 11.000 millones de dólares y de 4.400 millones de dólares con el BID y el Banco Mundial. El convenio
también contabilizaba 5.112 millones de dólares de vencimientos ya reprogramados en 2002, con lo cual la suma
final se elevó a 16.112 millones de dólares.
23 Uno de los párrafos sobresalientes del comunicado dice lo siguiente: “La implementación de un efectivo
programa de transición podrá construir y fortalecer el progreso que las autoridades argentinas están haciendo
para estabilizar la situación económica y financiera del país”. Citado en La Nación, 17 de enero de 2003, p. 9.
argentino declaró que: “Estados Unidos nos apo- que desoía al Congreso, cuyas dos Cámaras ha-
yaron con una colaboración que definiría como bían aprobado un pedido al ejecutivo para que
25
muy militante. Estuvieron permanentemente el país se abstuviera de condenar a Cuba . El
conversando con nuestros representantes del Mi- único país latinoamericano que votó en contra
nisterio de Economía, del Banco Central y con de la resolución, además de Cuba, fue Venezue-
nuestro embajador en Washington para facilitar la, mientras que Brasil y Ecuador se abstuvie-
un entendimiento”24. ron26.
Por cierto, el decisivo respaldo de Estados La posición argentina no despertó como en
Unidos para apurar el cierre del acuerdo con el otros años mayores debates en el país. Ello se de-
FMI no se debió a un cambio de posición hacia bió no sólo a que la crisis interna relegó el tema
Argentina, sino a razones prácticas de esa coyun- a un plano secundario, sino también a que el for-
tura. Entre ellas, destacan las siguientes: 1) que mato de la condena adoptada en 2002 fue más
era mejor acordar que dejar que el país cayera amigable; se trató de una invitación al gobierno
en el default total y que, con ello, se volcara hacia de Fidel Castro a introducir mejoras en el campo
políticas más dirigistas; 2) que era conveniente de los derechos humanos. Además, la resolución
que el gobierno de Duhalde finalizara su manda- reconoció “los esfuerzos hechos por la república
to sin ahogo financiero; 3) que el acuerdo ayuda- de Cuba en la realización de los derechos socia-
ría a preservar la estabilidad macroeconómica les de la población pese a un entorno internacio-
27
durante la transición a un nuevo gobierno, y, nal adverso” .
análısıs polítıco nº 52

finalmente, 4) que daría algo de oxígeno al go- Buenos Aires y Washington también expresa-
bierno entrante para encarar la reestructuración ron fuertes coincidencias frente a la situación co-
de la deuda pública. lombiana. En este caso, la cercanía de la
Con el telón de fondo de las extenuantes e in- posición de Argentina con la de Estados Unidos
ciertas negociaciones con el FMI, el gobierno de no fue producto tan sólo de la necesidad sino de
Duhalde procuró no contradecir a Washington acuerdos genuinos entre los dos países. El go-
[12] en los temas de naturaleza político-diplomática y bierno de Duhalde respaldó más explícitamente
estratégica que dominaron la agenda política bi- que ningún otro gobierno sudamericano al nue-
lateral de ese año. El caso más evidente en este vo presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y su es-
sentido fue el mantenimiento del voto de conde- trategia frontal de “lucha contra el terrorismo”.
na a Cuba en materia de derechos humanos en Lo hizo porque estaba persuadido de que la de-
la sesión anual de la Comisión de Derechos Hu- mocracia corría serios peligro en Colombia, por-
manos (CDH) de la ONU que tiene lugar en Gi- que temía un efecto dominó que llegara –por vía
nebra. Cuando aún se esperaba en Buenos Aires del despliegue político de las FARC– a tocar las
una pronta ayuda económica de Washington, Ar- puertas de una Argentina fuertemente convulsio-
gentina adelantó su voto de censura a La Haba- nada por la crisis, porque mostraba ante Estados
na un mes antes de la votación del proyecto de Unidos que el país estaba seriamente comprome-
resolución que invitaba al gobierno de Cuba a tido a combatir el terrorismo (a la espera de que
realizar esfuerzos para obtener avances en el el gobierno de Bush no insistiera demasiado en
campo de los derechos humanos, civiles y políti- el pedido de envío de tropas a Afganistán e Irak)
cos. En Ginebra, Argentina se sumó al grupo de y, por último, porque se diferenciaba de la postu-
23 países a favor de la condena, que también in- ra fuertemente crítica de Brasilia hacia Washing-
tegraron Costa Rica, Chile, Guatemala, México, ton y al “Plan Colombia”28.
Perú y Uruguay por América Latina. De este Además, Argentina fue el único país sudame-
modo, el gobierno de Duhalde mantuvo la posi- ricano que envió a su canciller a la reunión del
ción sostenida por los anteriores gobiernos de presidente Uribe con sus pares de Centroamérica
Carlos Menem y Fernando de la Rúa al tiempo (Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras,

24 La Nación, 26 de enero de 2003, p. 9.


25 Ver “La Cámara Baja se sumó al reclamo del Senado”, en http://www.lainsignia.org/2000/enero/be_156.htm
26 Ver resolución de la Comisión de Derechos Humanos 2002/18, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para
los Derechos Humanos.
27 Ver Ídem.
28 Cabe acotar que en el período 2002-2003 Buenos Aires no se pronunció contra el Plan Colombia ni contra la
posterior Iniciativa Regional Andina de Washington que regionalizaba, de hecho, la “guerra contra las drogas”.
estudios
Nicaragua y Panamá) realizada en Panamá el 11 incluso se especuló con la posibilidad de partici-
de febrero de 200329. Durante este encuentro, par con tropas de paz tanto en Afganistán como
solicitado por Colombia debido al incremento en Irak luego de concluido el conflicto bélico en
de las acciones terroristas de las FARC a partir de este último país, se pasó gradualmente a la posi-
la toma de mando de Uribe, el canciller argenti- ción de no participar en la guerra de ninguna
no se opuso categóricamente a las acciones desa- manera, independientemente de que ella se ini-
rrolladas por la insurgencia colombiana y opinó ciara por una decisión unilateral de Estados Uni-
que: “A las FARC habría que darles el mismo tra- dos o en el marco del Consejo de Seguridad. En
30
tamiento que a Al Qaeda” . Es interesante notar este camino, el gobierno argentino tuvo varias
que pocos días después de estas declaraciones, y idas y venidas, aunque siempre mantuvo una os-
marcando sus diferencias con Argentina, el prin- tensible voluntad de tomar distancia de actitudes
cipal asesor de Lula en materia de política exte- que pudiesen ser leídas en Washington como de
rior, Marco Aurelio García, señaló que “Brasil no neutralidad. Ante las consultas del Departamen-
calificaba a las fuerzas insurgentes colombianas to de Estado con respecto al tipo de ayuda que se
debido a que, eventualmente, se vería impedido podría esperar de Argentina en caso de que se
de ser mediador en un posible acuerdo de paz”31. iniciara el conflicto, el gobierno de Duhalde
Ya de regreso a Buenos Aires, el canciller ar- ofreció el despliegue de un hospital de campaña
gentino impulsó una cumbre de ministros de Re- modular de la Fuerza Aérea, así como especialis-
laciones Exteriores del Grupo de Río, que no tas militares en desminado y control de armas

análısıs polítıco nº 52
llegaría a realizarse, con el fin de adoptar medi- químicas y biológicas. Esa oferta del gobierno ar-
das destinadas a controlar e inmovilizar recursos gentino constituía una forma de homologación
financieros y de otra índole que facilitan la ex- implícita de la guerra; si bien se trataba de una
pansión regional del “narcoterrorismo”. Este ayuda calificada de humanitaria, era un aporte
frustrado intento constituye otro claro ejemplo de especialistas militares en un escenario que
de la lógica que orientó la política exterior del daba por hecha la operación militar de Estados
país hacia Washington durante el mandato de Unidos y la posterior necesidad de respaldo a esa [13]
33
Duhalde. La convocatoria se impulsó por solida- presencia . Por su parte, el canciller Ruckauf
ridad hacia Colombia, pero también porque en siempre puso más énfasis en sus críticas al régi-
ese momento se analizaba en el Senado de Esta- men de Bagdad y en los peligros que implica el
dos Unidos un proyecto para sancionar a los paí- terrorismo para la seguridad internacional que
ses que no colaborasen en la inminente guerra en la necesidad de que la guerra fuese el resulta-
contra Irak, a la que Argentina ya había decidido do de una decisión aprobada por el Consejo de
no sumarse32. Seguridad.
Ante la creciente ofensiva de Washington con- En el balance, Washington consideró la posi-
tra el régimen presidido por Saddam Hussein, el ción de Argentina como positiva por dos razones
gobierno argentino procuró encontrar una fór- principales: por su tácito reconocimiento a que
mula de equilibrio que satisficiera a la opinión el conflicto bélico era inexorable y por su bajo ni-
pública interna, fuertemente opuesta a una in- vel de críticas. Argentina no adoptó una postura
tervención militar, y, al mismo tiempo, no desai- de firme oposición a la guerra, como lo hizo Bra-
rara las expectativas y requerimientos de sil que compartió la tesis defendida por Francia.
Washington. Desde una postura inicial en la que Asimismo, pocos días antes del inicio de la gue-

29 El catalizador de este encuentro fue el atentado de las FARC al club El Nogal (35 muertos y 165 heridos) en
Bogotá el 7 de febrero de 2003.
30 El Espectador (Colombia), 16 de febrero de 2003. Tal fue el reconocimiento del apoyo argentino a Colombia que el
presidente Uribe, quien rara vez asistía a las ceremonias de posesión de mandatarios en el área en su primer año
de gobierno –por ejemplo no fue a la de Lula–, asistió a la toma de mando de presidente Néstor Kirchner en
buena medida como retribución al presidente saliente, Eduardo Duhalde.
31 El Tiempo (Colombia), 19 de febrero de 2003.
32 Daniel Santoro, “Guerra a la logística de la droga colombiana”, en Clarín, 26 de febrero de 2003, p. 7.
33 Joaquín Morales Solá, “Respaldo implícito argentino a la ofensiva ante un pedido de Estados Unidos”, en La
Nación, 6 de febrero de 2003, p. 7, y “La Argentina frente al nuevo orden mundial”, en La Nación, 23 de febrero
de 2003, p. 27.
rra se opuso a una propuesta de la diplomacia manejo de la economía, el gobierno de Fernan-
brasileña para llevar a cabo una reunión de los do Henrique Cardoso sostuvo que el FMI no po-
países de América del Sur destinada a confor- día ser insensible a la crisis argentina y que
mar una actitud común frente al conflicto. El Brasil seguía confiando políticamente en su
argumento utilizado por Argentina fue que la principal socio comercial del Mercosur. Más
magnitud global del problema requería la con- adelante, ya con Lula en el gobierno, fue co-
vocatoria de toda América Latina, en especial brando cuerpo la imagen del país vecino como
de México34. “modelo de desarrollo alternativo” al puesto en
En el último tramo de su gobierno, y más ali- práctica en los noventa y como “principal carta”
viado por algunos signos de recuperación de la de inserción internacional de Argentina para
economía argentina, el gobierno de Duhalde fue dar paso, en plena campaña electoral, a la vi-
elevando su nivel de oposición a la intervención sión de Brasil como “socio político” en un em-
militar estadounidense en Irak, más pensando peño por realizar en común. Como presidente
en el proceso electoral interno que en las rela- electo, Lula viajó a Buenos Aires en diciembre
ciones del país con Estados Unidos. La misma ló- de 2002, en lo que constituyó su primer viaje al
gica explica el cambio de voto en 2003 –de la exterior. Poco tiempo después, y con Lula ya en
condena a la abstención– por la cuestión de los la presidencia de Brasil, los dos presidentes tu-
35
derechos humanos en Cuba . En ese momento, vieron el 14 de enero de 2003 una reunión de
todo aquello que tuviera un tono anti-Bush era trabajo en Brasilia en la que expresaron su
análısıs polítıco nº 52

funcional a su doble propósito de que “su” can- firme determinación de profundizar la alianza
didato, Néstor Kirchner, llegara a la segunda estratégica bilateral, de extenderla a nuevos
vuelta y de que Menem fuese derrotado en su campos y de transformarla en el motor de la in-
ambición presidencial. El cambio de voto, al tegración de América del Sur. También destaca-
igual que la elevación del nivel de crítica hacia la ron la importancia de la coordinación de ambos
guerra elegida por Estados Unidos en Irak mar- países en las negociaciones comerciales interna-
[14] caba fuertes diferencias entre Kirchner y cionales, en particular, con la Unión Europea en
37
Menem, quien fiel a lo realizado frente a su go- el proceso de conformación del ALCA . Al
bierno en la década de 1990, era partidario de finalizar la reunión, Duhalde definió a la socie-
acompañar a Estados Unidos en Irak y de mante- dad entre ambos países como “inevitable” e “in-
ner el voto de condena en el caso de Cuba. dispensable”. La voluntad del nuevo gobierno
Es cierto también que el voto de abstención brasileño de fortalecer el Mercosur y las relacio-
tuvo algo de sabor a venganza por la frialdad de nes con Argentina le ofrecieron un importante
la administración Bush hacia Duhalde. Al mis- espacio de acción internacional en el acotado
mo tiempo, fue un modo de expresar la volun- universo de sus opciones externas. Sin embargo,
tad argentina de acercar posiciones con Brasil y la voluntad proclamada de ambos gobiernos de
de reconocer la solidaridad de Brasilia en los dar un nuevo impulso a la relación bilateral y al
36
momentos más dramáticos de la crisis . Mien- Mercosur volvió a quedar como una asignatura
tras desde Washington y varias capitales euro- pendiente, para convertirse en uno de los princi-
peas se fustigaba a Buenos Aires por el mal pales desafíos de la política exterior argentina en

34 Entrevista a Carlos Ruckauf, “No inmiscuirse no es ser neutral”, en La Nación, 23 de marzo de 2003.
35 En 2003 nuevamente se trató el caso de Cuba en la CDH de Naciones Unidas. El 17 de abril de 2003 una
resolución co-auspiciada por Costa Rica, Nicaragua, Perú y Uruguay solicitó que el gobierno cubano recibiese a la
representante personal del Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU para inspeccionar el estado de
los derechos humanos en la isla. La resolución se aprobó con 24 votos a favor (por Latinoamérica, se sumaron a
los cuatro co-auspiciantes mencionados, los gobiernos de Guatemala, Paraguay, Chile y México), 20 en contra
(sólo Venezuela por América Latina votó en ese sentido) y 9 abstenciones (Brasil y Argentina fueron los dos votos
regionales de abstención).
36 Cabe apuntar aquí que una de las primeras medidas adoptadas por Duhalde luego de asumir fue enviar a José de
la Sota –ex embajador en Brasil y actual gobernador de Córdoba– para que Brasil aceptase rápidamente al nuevo
gobierno argentino, no dudara de su legitimidad y lo apoyara en sus negociaciones con los organismos
multilaterales de crédito.
37 Comunicado de prensa conjunto, “Reunión de trabajo entre los presidentes Luis Inácio Lula da Silva y Eduardo
Duhalde”, en La Nación, 15 de enero de 2003.
estudios
el futuro próximo. Esta vez, la pelota pasó a ma- A su vez, la debacle socioeconómica de
nos de Néstor Kirchner. finales de los noventa, que concluiría con la cri-
sis de 2001, aportó nuevos elementos al univer-
EL GOBIERNO DE KIRCHNER Y LAS so político íntimo del presidente. Su
R E L A C I O N E S C O N E S TA D O S U N I D O S Y disposición a combatir algunos enclaves de co-
BRASIL rrupción, sus críticas al recetario neoliberal aus-
Al término del mandato de Duhalde, Argentina piciado por el FMI, su inclinación a negociar
atravesaba una coyuntura nuevamente propicia duramente con ciertos sectores internos (em-
para revisar, con los límites obvios que le imponían presas privatizadas) y externos (tenedores de
las circunstancias internacionales y domésticas, su bonos del default argentino) y su voluntad de
política exterior. A un ambiente externo signado fortalecer vínculos con América Latina y de
por la intervención militar de Estados Unidos en aproximarse más a Cuba obedecen, en sustan-
Irak violando la legalidad internacional se suma- cial medida, a la racionalidad de diferenciarse
ban, en el ámbito interno, el agotamiento del para- del legado menemista, su entorno vivencial más
digma de la aquiescencia pragmática y el acceso al próximo en lo temporal.
gobierno de un nuevo presidente con una visión En cuanto a su estilo de gestión –particular-
del mundo y un estilo de gestión particular que mente en la forma en que se manifiesta en el cam-
eran, en ese momento, desconocidos para la gran po internacional–, dos notas prevalecieron
mayoría de los argentinos. durante el primer año de gobierno: el uso de la

análısıs polítıco nº 52
Este último aspecto amerita, a nuestros fines, política exterior con fines de política interna y el
una atención especial. Los dos marcos de refe- manejo personal de la primera. En el primer caso,
rencia principales del presidente Kirchner son la Kirchner ha apelado a cuestiones de orden inter-
experiencia frustrada del retorno del peronismo nacional con el objeto de robustecer su débil legi-
al gobierno de Argentina en los años setenta y el timidad de origen y, con ello, ampliar sus espacios
experimento peronista de los noventa, bajo el de gobernabilidad. Así, sustancia y estilo de la po-
liderazgo de Menem, que considera nefasto para lítica exterior deben leerse, en buena medida, a la [15]
el país38. Por una cuestión generacional, sus pri- luz de la primacía que otorga a las cuestiones de
meras vivencias políticas corresponden a la déca- política interna. El ejemplo más claro es su postu-
da del setenta cuando vivió, de manera ra frente a los organismos multilaterales de crédi-
encadenada, las luchas que llevaron al regreso to y los acreedores privados, que combina la
de Perón al país, el trienio peronista (1973- firmeza de los argumentos con un discurso con-
1976 testatario con algún dejo setentista. Al mismo
tiempo, Kirchner fue asumiendo un perfil noto-
1976-1983) y el contradictorio riamente visible en los principales temas de la po-
papel de Estados Unidos hacia Argentina que vio lítica exterior: la no realización de ejercicios
con buenos ojos el golpe de Estado de 1976 du- militares conjuntos entre Argentina y Estados
rante la administración de Gerald Ford, pero Unidos debido a su oposición a conceder inmuni-
que desarrollaría poco después, a partir del ini- dad funcional al personal militar estadounidense;
cio del gobierno de Jimmy Carter en enero de el control y la redacción de las condiciones
1977, una activa política en defensa de los dere- específicas del acuerdo alcanzado con el FMI en
chos humanos. La búsqueda de una estricta sub- septiembre de 2001; los vaivenes iniciales en las
ordinación de los militares al poder civil, su relaciones entre Buenos Aires y Brasilia, muy in-
fuerte compromiso en favor de los derechos hu- fluidas por conjeturas y percepciones personales;
manos, la expectativa de regenerar, desde un Es- el veto directo –finalmente inefectivo– para que el
tado más autónomo, una nueva “burguesía ex ministro de Economía de la Alianza, José Luis
nacional” y su voluntad de dar nuevo curso a las Machinea no fuese designado al frente de la
relaciones con Estados Unidos se insertan en la Cepal y, por último, el anuncio de que asumiría
lógica de aquella experiencia setentista y la lectu- directamente el manejo de las relaciones con Es-
ra que de ella hace tres décadas después. tados Unidos.

38 Ver, en particular, José Natanson, “Carlos Altamirano: Kirchner tiene una visión estilizada de los años 70”, en
Página 12, 17 de febrero de 2004, y Juan Gabriel Tokatlian, “Kirchner frente al mundo”, en La Nación, 6 de
febrero de 2004.
El mapa cognitivo del presidente y su estilo la molestia del Pentágono y del Departamento
de gestión, en el contexto de la poscrisis argen- de Estado por la no realización en octubre de
tina, adquieren particular relevancia para el 2003 de ejercicios militares conjuntos; de la críti-
análisis de las relaciones de Argentina con Esta- ca en enero de 2004 del subsecretario de Estado,
dos Unidos y Brasil, a pesar de que no se han Roger Noriega, por la decisión argentina de vol-
traducido todavía en una estrategia definida de ver a abstenerse en abril de 2004 de censurar a
política exterior. En el primer caso, es evidente Cuba en materia de derechos humanos en el
que no habrá vuelta al plegamiento a Washing- seno de la CDH de la ONU y de posturas distin-
ton pero tampoco una estrategia de ruptura. tas en el plano de la seguridad regional, en las
Antes de cumplir dos meses de gestión, en julio negociaciones comerciales en el marco del
de 2003 Kirchner viajó a la capital de Estados ALCA y de la Ronda Doha y sobre la situación
Unidos para asistir a un breve encuentro solici- política de Bolivia y Venezuela, Argentina y Esta-
tado por el presidente George W. Bush. Aunque dos Unidos preservaron un espacio de diálogo y
se trató de una visita protocolar de conocimiento encuentro que se centró en los aspectos
40
mutuo, la cuestión de la deuda externa de Ar- financieros . Estados Unidos combinó una mez-
gentina dominó las conversaciones. El encuentro cla de apoyo y de presión que se pusieron clara-
corroboró el interés del ejecutivo estadouniden- mente de manifiesto a partir de 2004. En efecto,
se en respaldar algo más explícitamente las ne- el gobierno de Bush representó un papel mode-
gociaciones entre Argentina y los organismos rador ante los países del G-7 más duros con Ar-
análısıs polítıco nº 52

multilaterales de crédito39; no sólo se había pro- gentina para facilitar sus negociaciones con el
ducido un cambio de gobierno en Buenos Aires FMI, al tiempo que ejerció fuertes y crecientes
que requería una nueva cuota de oxígeno desde presiones en defensa de los bonistas privados es-
afuera, sino que Washington no podía seguir tadounidenses41.
desconociendo el torbellino sociopolítico que Por su parte, las relaciones entre Argentina
sacudía la región, desde el norte al sur de y Brasil transitaron de un conjunto de desen-
[16] Sudamérica. Ignorar a una Argentina que había cuentros iniciales que la inmovilizaron, a una
preservado la democracia en horas tan difíciles serie de avances importantes que le imprimen
hubiese sido una pésima señal diplomática ha- nueva fuerza. Los primeros meses del mandato
cia el conjunto de América Latina. De su lado, Kirchner se caracterizaron por asiduas referen-
el mandatario argentino podía no compartir la cias a la importancia de Brasil para la política
orientación política de la administración Bush, exterior argentina. Sin embargo, muy pronto
pero no estaba en condiciones de comenzar su los principales funcionarios encargados de la
gestión sin un acuerdo con los organismos política exterior señalaron que mientras el país
multilaterales de crédito; un default con estos vecino diseñaba y ejecutaba su política interna-
organismos hubiera llevado a Argentina a pro- cional en clave “sudamericana” –su espacio
fundizar tanto su aislamiento internacional primero y natural de proyección–, Argentina
como su crisis interna. Una mutua lógica prag- deseaba y pretendía una mirada más “latinoa-
mática, más que una visión principista o ideoló- mericana”. La distinta valoración de una y
gica, de uno y otro lado, marcó el primer otra unidad geopolítica y económica –América
diálogo entre Kirchner y Bush. del Sur para Brasil y América Latina para Ar-
Este sello pragmático inicial caracterizó el gentina– volvía a expresar los temores argenti-
primer año de relaciones bilaterales. A pesar de nos de una eventual hegemonía brasileña en

39 Ver Mara Laudonia, “George Bush invitó al Presidente argentino a visitar la Casa Blanca”, en El Cronista, 18 de
julio de 2003; Ana Baron, “Un encuentro para limar desconfianzas”, en Clarín, 19 de julio de 2003, y Jorge
Rosales, “La agenda económica de Bush y Kirchner”, en La Nación, 20 de julio de 2003.
40 Ver Daniel Gallo, “Peligra un ejercicio militar con EE.UU.”, en La Nación, 2 de octubre de 2003; Matías Longoni,
“Los más rebeldes de Cancún se dan cita en Buenos Aires”, en Clarín, 10 de octubre de 2003; José Rosales, “Criticó
Noriega el auxilio de Kirchner a Cuba”, en La Nación, 18 de octubre de 2003; Daniel Santoro, “EE.UU. criticó la
relación con Cuba y hubo un entredicho diplomático”, en Clarín, 7 de enero de 2004; Jorge Elias, “Misión
conjunta a Bolivia”, en La Nación, 17 de octubre de 2003, y Julio Blanck, “Una zambullida de Kirchner en la
política de la región”, en Clarín, 16 de enero de 2004.
41 Vale señalar que el 9,1% de los US$ 87.050 millones de bonos argentinos en default está en manos de
estadounidenses, el cuarto porcentaje después de Argentina misma, Italia y Suiza.
estudios
Sudamérica 42. Las referencias a Brasil, por otro hacia América del Sur y miren menos a ultra-
lado, se daban en el marco de un franco estanca- mar... Por eso la prioridad de mi política exte-
miento del Mercosur: las promesas repetidas de rior es la integración de América del Sur y
su relanzamiento “político” no podían obviar dentro de ella nuestra relación con Argentina,
que en términos de su significado económico el dada su importancia.
mecanismo mostraba signos manifiestos de ago-
tamiento por su falta de profundización e La respuesta de Kirchner a la misma pregunta
institucionalización. En breve, durante el pri- fue:
mer trimestre del gobierno Kirchner, Brasil fue Nosotros apostamos fuertemente a la cons-
más un aliado retórico que una contraparte tras- trucción bilateral, a la construcción del
cendental de un proyecto por realizar en común. Mercosur como un bloque que no sólo debe
En la segunda parte de 2003, las fluctuaciones ser económico, sino que tiene que ser político
entre Buenos Aires y Brasilia fueron notorias. Por como marco contenedor del punto de in-
un lado, el gobierno interpretó que Brasil –Lula en flexión de nuevos tiempos. Ese Mercosur, ne-
especial– había guardado un inquietante silencio cesariamente debe abrirse a los países andinos;
frente al acuerdo alcanzado por Argentina con el tenemos que armar una convergencia muy
FMI en septiembre, que contemplaba metas fiscales fuerte en América Latina que, sumada a las
menos onerosas que las acordadas por Brasilia con relaciones con México, nos permita generar
ese organismo. Por otro lado, y en sentido opuesto, un bloque con una voz fuerte, que pueda ne-

análısıs polítıco nº 52
durante la visita oficial de Lula a Argentina en el gociar en serio, insertarnos en serio en el
44
mes de octubre, los dos mandatarios sellaron el así mundo .
llamado “Consenso de Buenos Aires” que convoca,
entre otros aspectos de importancia, a la A comienzos de 2004, la proximidad entre
intensificación de la unidad y la integración en el Argentina y Brasil pareció adquirir un sentido
ámbito regional, al rechazo al ejercicio unilateral más práctico y urgente al impulso de una comple-
del poder en el campo internacional y a la concre- ja combinación de factores internos y externos. [17]
ción de políticas nacionales activas a favor del em- Sin duda, el factor principal del acercamiento
pleo y la producción .
43
bilateral fue el impacto negativo de la cuestión
No obstante este compromiso, las perspecti- de la deuda externa sobre la realización de los
vas estratégicas disímiles volvieron a aflorar du- proyectos reformistas promovidos por ambos go-
rante la única entrevista simultánea concedida biernos. El gobierno argentino necesitaba más
por los dos mandatarios. En ocasión de esa visita, respaldos externos –que no obtenía con facilidad
Lula señaló: en los países del G-7– para legitimar una suerte
Estamos dando un paso definitivo para con- de modelo de “nuevo trato” entre el FMI y los
solidar el Mercosur y mostrar al mundo que países altamente endeudados y, al mismo tiempo,
existen otras alternativas que la dependencia ampliar su margen de maniobra en un momento
del grupo de países ricos que a menudo actúan en que debía enfrentar un horizonte de duras ne-
como si fuéramos de segunda categoría. La Ar- gociaciones con el FMI y los bonistas privados.
gentina y el Brasil necesitan su relación con Es- Así, el apoyo del gobierno brasileño a las posi-
tados Unidos y con Europa, pero tenemos ciones críticas sustentadas por Argentina ante
mucho, pero mucho más, que hacer entre noso- los organismos multilaterales de crédito fue per-
tros. Dada la importancia política y económica cibido por el gobierno de Kirchner como funda-
de ambos países, podemos ser un buen ejem- mental para dotarlas de mayor legitimidad y
plo, e incentivar a que otros países se vuelquen credibilidad externas.

42 La idea de vincularse al conjunto de América Latina implica, para quienes la sustentan, acercarse más a México
–un aliado confiable de Estados Unidos– con el objeto de contrabalancear el poder de Brasil y dejar siempre
abierta la posibilidad de “desertar” –hará acordar, por ejemplo, algún tipo de compromiso comercial bilateral con
Estados Unidos–. Aunque de difícil realización en la hora actual, esta visión tiene mucho peso en la cancillería
argentina y se ha reflejado en el discurso oficial del gobierno de Kirchner en materia de política exterior.
43 Ver Mónica Hirst, “Con Brasil, socios para crecer”, en Clarín, 15 de octubre de 2003; Joaquín Morales Solá, “Tras
los disensos, Buenos Aires marcará la era de los consensos”, en La Nación, 16 de octubre de 2003, y Lucas Colonia,
“Kirchner y Lula ratificaron su alianza”, en La Nación, 18 de octubre de 2003.
44 Ver Horacio Verbitsky, “Mucho más que dos”, en Página 12, 19 de octubre de 2003.
Por su parte, el Brasil de Lula no podía mos- América Latina a través de sus Forward Operation
trar, al cabo de un año de gestión, crecimiento Locations en El Salvador, Curazao y Ecuador,
económico alguno (el PBI retrocedió un 0,2% en acompañado de una creciente presión para invo-
2003) ni logros concretos en su delicada agenda lucrar a los militares de la región en ámbitos es-
social interna. Además, el presidente brasileño trictamente policiales; el aumento del torbellino
fue perdiendo apoyo doméstico de sectores em- político y militar en los Andes (la crisis político-
presarios, como así también en la franja de iz- institucional de Venezuela, la persistencia del
quierda y en los grupos progresistas que lo habían conflicto armado en Colombia y su impacto re-
puesto en el gobierno, incluso de parte de su pro- gional, la inestabilidad institucional en Bolivia,
pio partido político (Partido de los Trabajadores). Ecuador y Perú) que demanda cada vez más una
Para colmo de males, vivió el estallido de casos de acción diplomacia conjunta argentino-brasileña,
corrupción por parte de funcionarios cercanos y la reaparición de fricciones limítrofes en
que derivó en una mayor pérdida de popularidad Sudamérica (Colombia-Venezuela, Chile-Bolivia)
y en el avance político de la oposición de derecha. y sus potenciales efectos desestabilizadores para
Lula podía mostrar una estatura diplomática cre- el área en su conjunto.
ciente de su país en el campo político y en temas Hasta aquí, es indudable que desde el Con-
cuya maduración exigen tiempo y consenso (por senso de Buenos Aires del 16 de octubre de
ejemplo, la reforma del Consejo de Seguridad de 2003 al Acta de Copacabana del 16 de marzo
la ONU y la obtención de un asiento permanente de 2004, los dos gobiernos han dado pasos
análısıs polítıco nº 52

para Brasil), pero pocos progresos, cuando no re- alentadores47. En el terreno financiero,
trocesos, en el campo económico y social. La ne- Kirchner y Lula han decidido coordinar más y
cesidad de ablandar su política de ajuste para mejor los parámetros que guiarán las relaciones
invertir en infraestructura y acción social –a riesgo de ambos países con el FMI. No se trata de la
de tener otro año sin crecimiento y con aún peo- creación de un “club de deudores”, sino de la
res indicadores sociales– lo llevó a estrechar filas concreción de un “paraguas conceptual” común
[18] con Argentina de Kirchner con el fin de recupe- para las respectivas negociaciones ante el FMI.
rar parte de su discurso de centro-izquierda que En el campo de las negociaciones comerciales,
había quedado sepultado tras quince meses de Brasilia y Buenos Aires han fortalecido su com-
política económica ortodoxa45. Según se aprecia, promiso de actuar conjuntamente tanto en el
necesidades convergentes de ambos gobiernos ex- marco de la Ronda Doha como con la Unión
plican el acercamiento práctico y conceptual que Europea y en el espacio hemisférico. En el ám-
quedó expresado en la Declaración Conjunta so- bito diplomático multilateral, los dos gobiernos
bre Cooperación para el Crecimiento con Equi- han reafirmado el voto por la abstención en el
dad firmada por ambos presidentes en Río de tratamiento del tema de los derechos humanos
Janeiro el 16 de marzo de 2004. En este documen- en Cuba en el seno de la CDH de Naciones Uni-
to, y en un tono sumamente moderado, Kirchner y das. Asimismo, en el marco de la Resolución
Lula acordaron, entre otros aspectos destacables, 1529 del Consejo de Seguridad de la ONU, Bra-
“conducir las negociaciones con organismos sil (con 1.100 efectivos) y Argentina (con 200
multilaterales de crédito asegurando un superávit efectivos) se comprometieron con el despliegue
primario y otras medidas de política económica de una fuerza de estabilización en Haití, des-
que no comprometan el crecimiento y garanticen pués de la confusa renuncia del presidente
la sustentabilidad de la deuda, de modo tal de pre- Jean-Bertrand Aristide. Finalmente, en el frente
46
servar inclusive la inversión en infraestructura” . diplomático bilateral, se estableció la presencia
Por cierto, una conjunción de importantes de un diplomático argentino en la representa-
factores externos también contribuyó a facilitar ción de Brasil ante el Consejo de Seguridad de
la mayor coincidencia apuntada: la necesidad de la ONU en 2004 y se planea llevar a cabo dos
aunar posiciones en las negociaciones con la experiencias de consulados conjuntos en
Unión Europea y para construir el ALCA; el ma- Hamburgo y en Boston, en la sede de los consu-
yor despliegue militar de Estados Unidos en lados de Argentina y de Brasil, respectivamente.

45 Ver Luis Esnal, “Brasil busca recuperar el discurso de centro-izquierda”, en La Nación, 16 de marzo de 2004, p. 8.
46 Declaración Conjunta sobre Cooperación para el Crecimiento con Equidad, Río de Janeiro, 16 de marzo de 2004,
Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Cultura, mimeo.
47 Ver “Acta de Copacabana”, Río de Janeiro, Brasil, 16 de marzo de 2004, mimeo.
estudios
C O N C LU S I O N E S y en la crítica situación político-económica de
Por razones distintas pero concurrentes, Bue- todos sus países vecinos, siempre procuró que
nos Aires, Brasilia y Washington fueron desarro- se entendiera la dimensión política de la crisis
llando tras la crisis de 2001 una relación argentina y, en especial, sus consecuencias so-
triangular bastante sensata que se aleja de su di- bre la estabilidad democrática en la región.
námica histórica tradicional. Como se vio en el Desde esta lectura, contribuyó a que los miem-
trabajo, el gradual ascenso de Estados Unidos de bros del G-7 adoptasen una postura más flexible
potencia hemisférica (entre finales del siglo XIX hacia Argentina.
y comienzo del XX) a superpotencia mundial Hacia adelante, el principal desafío es pasar
(terminada la Segunda Guerra Mundial) y al del control de daños a políticas definidas en cla-
gran polo solitario (después del fin de la Guerra ve positiva que posibiliten una mayor armonía
Fría), la baja densidad de vínculos entre las tres triangular. Para ello, es preciso un cambio con-
partes, la competencia argentino-estadounidense ceptual de envergadura de parte de todos los
hasta las primeras tres décadas del siglo XX y la protagonistas, en particular del principal poder
persistente rivalidad argentino-brasileña durante dentro del triángulo, Estados Unidos. Este país
buena parte del siglo pasado hicieron imposible debería entender y aceptar que una relación ar-
una relación triangular armoniosa. Por su parte, gentino-brasileña fortalecida puede ser funcio-
Buenos Aires y Brasilia optaron, en diferentes nal a sus intereses de seguridad de largo plazo en
circunstancias históricas, por un plegamiento os- América del Sur. Brasil y Argentina pueden re-

análısıs polítıco nº 52
tensible hacia Washington (Brasil, entre los años presentar un papel clave para ayudar a resolver
treinta y comienzos de los setenta y Argentina, du- numerosos problemas de la región (en especial,
rante los noventa) pero jamás se dio una convergen- en el mundo andino) y en asegurar que
cia efectiva entre ambos para aunar posiciones Sudamérica sea una zona libre de armas de des-
vis-à-vis Estados Unidos. Como “wing players” Ar- trucción de masiva y no contaminada por el des-
gentina y Brasil quedaron prisioneros de sus pro- pliegue del terrorismo internacional.
pias disputas, y de la estrategia de divide et impera Simultáneamente, Argentina y Brasil no de- [19]
de Washington, en vez de transformar sus comporta- ben construir sus vínculos bilaterales sobre la
mientos bilaterales y coordinar sus respectivas polí- base de la oposición a Estados Unidos. Además
ticas hacia el jugador pivote, Estados Unidos. El de anacrónica, tal definición no sólo impedirá
más errático de los tres actores fue Buenos Aires, la unión de los dos países, sino que terminará
variando mucho más su orientación hacia Estados dividiéndolos. El sentido estratégico profundo
Unidos y Brasil de lo que éstos lo hicieron respecto de una sociedad argentino-brasileña se resume
de Argentina. en cuatro aspectos fundamentales: la formación
En esta nueva ocasión histórica, el desequili- de una zona de paz, la consolidación de la de-
brio de fuerzas entre los tres países pudo haber mocracia, la constitución de un espacio econó-
inducido, en una situación de gran fragilidad de mico común y la construcción de “masa crítica”
Argentina, a la puesta en práctica de políticas de para fortalecer la capacidad de negociación de
poder, al desinterés sobre la suerte de Buenos Ai- los dos países frente al mundo. Actualmente,
res por parte de Washington y de Brasilia o, más existen poderosas fuerzas motoras, tanto de na-
aún, al abandono. Sin embargo, una sorpren- turaleza positiva (democratización, integración,
dente mezcla de pragmatismo y prudencia en los superación de hipótesis de conflicto,
tres vértices del triángulo permitió la concurren- identificación positiva con el otro, predominio
cia de políticas alrededor de lo que podríamos de visiones cooperativas) como negativa (au-
denominar una estrategia de control de daños. mento de la sensibilidad y vulnerabilidad exter-
El gobierno de Bush, si bien adoptó una posi- na de los dos países) que favorecen el desarrollo de
ción de relativa frialdad hacia el país a principios un proyecto estratégico común. Es cierto que esta
de la crisis, siempre evitó que las diferencias polí- tarea debe realizarse en un contexto en el que la
ticas bilaterales contaminasen el proceso de ne- posición relativa de los ambos países se ha altera-
gociaciones económicas de Argentina con los do significativamente en detrimento de Argentina.
organismos multilaterales de crédito y terminó Sin embargo, en lugar de despertar prevenciones
desempeñando un papel importante para que el sobre una nueva forma de dominación, esta situa-
país pudiera cerrar sus acuerdos con el FMI, ción debería ser otra de las principales fuerzas mo-
primero con Duhalde y luego con Kirchner. toras que impulsen a Argentina, sin ninguna clase
Brasil, con los ojos puestos en su propio espejo de ingenuidades, a construir una relación de amis-
tad con Brasil. Como lo muestra el caso euro- rra Mundial y el de Europa Oriental al término
peo, las asimetrías de poder entre países no im- de la Guerra Fría son elocuentes en cuanto a las
piden la ejecución de un proyecto estratégico consecuencias de seguir uno u otro camino:
común. Sí obligan a los más poderosos a una reinserción positiva asistida por actores con
autorrestringirse y a dar muestras claras y persis- mayor poder relativo o un ensimismamiento ne-
tentes de vocación comunitaria. La experiencia gativo signado por el abandono por parte de los
de los noventa –como la vivida tras la crisis ar- principales países regionales y mundiales. Inde-
gentina de 2001– nos enseña que aún falta mu- pendientemente del perfil específico que
cho para que queden definitivamente atrás los finalmente se adopte en materia de política ex-
recelos y las desconfianzas mutuas. No obstante terior, dos cosas parecen claras a estas alturas:
ello, los recientes avances bilaterales aquí men- que Kirchner buscará una nueva vinculación in-
cionados, si bien motivados más por razones ternacional en la que no habrá lugar para el ais-
prácticas que por convicción, deben ser segui- lamiento ni para la confrontación ideológica
dos con atención dado que pueden dar pie a un con los mayores centros de poder, y que procu-
cambio cualitativo en las relaciones argentino- rará establecer buenas relaciones con Brasil y
brasileñas en una nueva clave de amistad. Estados Unidos, aunque de distinta naturaleza.
Entre sus principales tareas pendientes, el go- En el primer caso, se trata de dar sustancia a la
bierno de Kirchner tiene que definir una nueva y largamente anunciada alianza estratégica bilate-
consistente estrategia de política exterior que ral; en el segundo, de construir un vínculo posi-
análısıs polítıco nº 52

remplace al paradigma de la aquiescencia pragmá- tivo y cordial que se sustente en la defensa de


tica. La Argentina de la poscrisis, debilitada in- intereses específicos. Los vínculos con estos dos
ternamente y muy vulnerable respecto del mundo, países no agotan el amplio universo de los vín-
necesita tener amigos y aliados; es altamente im- culos externos de Argentina pero aún constitu-
probable que tal escenario crítico se resuelva me- yen la base principal de toda estrategia exitosa
diante el aislamiento o la confrontación. Los casos de política exterior.
[20] de Alemania y Japón después de la Segunda Gue-
FECHA DE RECEPCIÓN: 08/04/2004
FECHA DE APROBACIÓN: 16/05/2004
estudios
La acción pública de
inconstitucionalidad
como mecanismo
corrector de la crisis de
representación en
Colombia, 1910-2003 *
la puesta en marcha de la democracia,
desencadenada por Madison en su célebre dis-
curso del Federalista nº 10, se convirtió dos siglos
más tarde en un modelo hegemónico en los esta-
dos modernos que buscan ser asociados con el

págs. 21-33
régimen democrático.
El carácter plenamente democrático del par-

nº 52
lamento, en el que sus miembros son elegidos

2004:
por las mayorías y sus decisiones respaldadas

análısıs polítıco
análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre
por el mismo mecanismo, ha garantizado his-
tóricamente a esta institución un alto grado de
legitimidad. Sin embargo, tal legitimidad se
encuentra en las últimas décadas fuertemente
cuestionada por la denominada “crisis de re- [21]
María Luisa Rodríguez Peñaranda
Docente de la Universidad Externado de Colombia
presentación”.
La crisis de representación pone el lente de
aumento en la insuficiente o inadecuada repre-
sentación que suele recaer sobre determinados
colectivos que, de forma permanente o tempo-
ral, son excluidos del parlamento. Tal denuncia
se agrava cuando de manera reiterada estas mi-
norías étnicas, lingüísticas, políticas, entre otras,
suelen coincidir con los sectores en los que la
marginalidad económica y social se perpetúa.
La ausencia de mecanismos claros que permi-
tan una participación abierta de la ciudadanía
en la agenda política y la toma de decisiones pú-
blicas se ha hecho evidente cuando los ciudada-
nos han aumentado sus reclamos de
participación.
Ante esta crisis de representación de los parla-
mentos, el presente trabajo constituye un análisis
de una experiencia concreta de inclusión política
de la ciudadanía y de las minorías desde el ámbito
* Este artículo ha sido presentado como comunicación
de la justicia. Es el caso de la acción pública de
en el 53º Congreso de la Comisión Internacional
para el Estudio de la Historia de las Instituciones
inconstitucionalidad, instituida a principios del si-
Representativas y Parlamentarias, celebrado en glo xx en Colombia, como herramienta de con-
Barcelona en septiembre de 2003. Asimismo forma trol constitucional y ciudadano a la ley.
parte de la tesis doctoral titulada “La dificultad Por un lado, se aborda el origen de la acción
contramayoritaria en el caso colombiano. Acción pública de inconstitucionalidad a partir de su
ISSN 0121-4705

pública de inconstitucionalidad y democracia vinculación con el movimiento político Unión


deliberativa”, defendida en la Universidad Pompeu Republicana. Por ello, en el transcurso de esta
Fabra en Barcelona, España.
exposición intentaremos hacer una aproxima-
ción a las motivaciones de este grupo y su rela- mento en pro de la implementación de la demo-
ción con aquellos principios de auténtico cuño cracia representativa; pero ello no significaba
republicano, como son la ciudadanía activa y la que esta última fuera, efectivamente, la única al-
virtud cívica. ternativa viable.
Asimismo, se trata la acción pública de Madison, al igual que los otros “padres funda-
inconstitucionalidad como un mecanismo co- dores” de la Constitución estadounidense, fue se-
rrectivo de la omisión de participación que, gra- riamente influido por los acontecimientos
cias a las ventajas propias del ámbito en el que se posteriores a la independencia estadounidense
realiza –la Corte Constitucional–, se beneficia de entre 1782 –en que se consigue el primer acuer-
aspectos importantes de la deliberación, como do con Gran Bretaña–, y 1787, en que se realizó
son la imparcialidad, igualdad y libertad. la convención de Filadelfia. El enfrentamiento
De hecho, la acción pública es una herramien- de clases sociales entre deudores, identificados
ta jurídica que instituye y entrega la capacidad de como la gran mayoría desposeída, y acreedores,
veto a todos los ciudadanos. Estos últimos, con su integrada por la minoría privilegiada, advirtió a
impulso y con sus argumentos, pueden someter a Madison de los riesgos que podría acarrear el ac-
un proceso de control ante el más alto tribunal en ceso al poder político de los primeros, en detri-
materia constitucional –la Corte Constitucional–, mento de los intereses de los privilegiados,
todas aquellas leyes y decretos con fuerza de ley haciendo uso de las vías que brindaba el sistema
que consideren que vulneran el pacto funda- constitucional.
análısıs polítıco nº 52

cional, la Constitución. Si el tribunal en cuestión El temor al poderío popular que despertaba la


juzga que las normas acusadas violan efectivamen- república se cristalizó cuando un granjero del Es-
te la Constitución, éstas son expulsadas defini- tado de Rhode Island, Jonathan Hazard, llegó al
tivamente del ordenamiento jurídico. Congreso y consiguió tomar medidas que aligera-
El análisis de la acción pública enlaza con los ron las formas de pago de las deudas de la mayo-
1
reclamos que, en términos de participación y de- ría, en total desacuerdo con los privilegiados .
[22] liberación, son elevados por aquellos autores que Por ello, una de las preocupaciones latentes
simpatizan con la versión deliberativa de la de- en Madison fue afianzar dentro de la estructura
mocracia. A partir de esta experiencia y en este política de la Unión una estrategia que suavizara
contexto teórico, ¿es válido que un mecanismo y dominara la violencia del espíritu de partido.
de control de constitucionalidad sirva de correc- Esta tendencia se convertiría en una de las venta-
tor de las deficiencias que en materia de repre- jas de la representación frente a los sistemas polí-
sentación aquejan a los parlamentos modernos? ticos alternos.
Madison presuponía que las mayorías, movidas
E L I D E A L D E L A R E P R E S E N TA C I Ó N P L E N A por las pasiones del pueblo y con la extensión del
Las razones que suelen retrotraerse para la voto, accederían en igualdad al Congreso, y que
creación y puesta en marcha del sistema repre- éste se convertiría en el ámbito propio de los ciu-
sentativo nos remiten, por lo general, a razones dadanos no privilegiados. Mientras, las otras ra-
prácticas. El tamaño tanto de los territorios mas del poder público como ejecutivo y altas
como de las poblaciones de los nuevos estados cortes, por su sistema de elección no popular ni
que querían acoger la forma republicana, de lo directa, serían los bastiones de los privilegiados
que más tarde serían los Estados Unidos de Amé- que, con decisiones contramayoritarias, contra-
rica, resultaron argumentos sólidos y contunden- rrestarían el poder de los desposeídos.
tes para animar a los federalistas a explorar Desde la visión madisoniana, el peligro princi-
nuevas fórmulas que sustituyeran la democracia pal de los gobiernos populares era la tiranía de
directa. las mayorías interesadas y dominadoras, porque
La imposibilidad de reunir a todos los ciuda- en su concepto las minorías se controlaban con
danos en una asamblea general aparecía como el voto. La facción consistía en un cierto número
un obstáculo visible para la democracia directa. de ciudadanos que, movidos por el impulso de la
Tal impedimento operó en beneficio del argu- pasión común o por un interés en contravía con

1 Un recuento detallado de estos acontecimientos y lo importante que resultan para contextualizar las palabras de
Madison cuando habla de “minorías” (privilegiados, poderosos e ilustrados) y “mayorías” (pueblo apasionado y
desposeído) se encuentra en Roberto Gargarella, “Crisis de la representación política”, México, Biblioteca de
Ética, Filosofía del Derecho y Política, nº 53, 1997.
estudios
los derechos de las minorías, actúan en contra distribuir el poder entre la nación y los distintos
del bien público o de los intereses de la comuni- estados, todos los constituyentes estadouniden-
dad considerada en su conjunto. En su análisis, ses, federalistas y antifederalistas, estuvieron uni-
Madison entiende que las causas que dan origen dos por ciertos criterios básicos:
a la facción no pueden suprimirse, ya que ello Todos ellos defendieron el sistema representa-
implicaría suprimir las pasiones y la libertad. Y tivo como un medio óptimo para separar a la ciu-
dado que éstos son aspectos que escapan a todo dadanía del ejercicio directo del poder. La
control racional, la supresión de libertades, en- democracia directa, en este sentido, no era sim-
tendida como un remedio, podría ser peor que la plemente difícil de practicar, sino (fundamental-
enfermedad. En cambio, según Madison, sí que mente) indeseable. (…) De allí que se diseñaran
es posible controlar sus efectos a través de la de- un sistema en el que las mayorías quedaban
mocracia representativa y el sistema federal. inhabilitadas para deliberar de por sí, y práctica-
Multiplicar las facciones fue el remedio que mente incapacitadas para ejercer un control efec-
planteó Madison para sofocar el intento de do- tivo sobre el gobierno. El sistema diseñado
minación de una sola facción. Es decir, dotar de facilitaría (sobre todo a partir de las elecciones in-
tal apertura al sistema para que permita que to- directas) el arribo al poder de individuos de clase
das las facciones con capacidad de dominación alta; y estaría dirigido, en tal sentido, y especial-
logren acceder al parlamento y neutralizarse mu- mente, a la protección de las minorías de aquellos
tuamente mediante los acuerdos a los que están que Hamilton denominara abiertamente “los ri-

análısıs polítıco nº 52
forzados a realizar. De este modo, mientras más cos y bien nacidos .
4

facciones existan, más representantes de intere-


ses diversos habrá, y más difícil será la implanta- Este hecho explica por qué, pese al rechazo
ción de los intereses de unos en perjuicio de los a la monarquía, los constituyentes estadouni-
otros. Se espera entonces que en el tránsito de la denses aceptaron una Cámara alta o Senado in-
discusión las posiciones egoístas e interesadas ce- tegrado por “los mejores” y de alto sentido
dan terreno a fin de encontrar un punto de equi- aristocrático, que se conseguiría con la elección [23]
librio que beneficie a todos, el bien común. Así, indirecta y una serie de calificaciones como
del principio de la mayoría simple y llana se pasa edad mínima y cierta cantidad de años de resi-
al concepto de mayorías limitadas2. dencia en el Estado que los elegía. Esta conjun-
Propuesta por Madison en el Federalista nº 103, ción de requisitos permitiría que sólo las
el modelo de democracia representativa ideada personas con mayor riqueza accedieran al sena-
para neutralizar los “peligros de la mayoría y sus do. Condiciones que asegurarían funcionarios
efectos” constituye, de facto, la reacción de la elite “mejor informados y con mayor estabilidad de
5
a la amenaza que representaban los nuevos po- carácter” según establecía el Federalista nº 62 .
deres del pueblo para conseguir sus propósitos y El senado sería el órgano con vocación de fre-
proteger sus intereses. nar la espontaneidad o la “furia democrática”
Madison no estaba solo en su propuesta, apa- de la cámara baja.
rentemente contradictoria, de entregar novedosos Con ello lo que se esperaba era que la delibe-
poderes al pueblo para, paso seguido, limitarlos. ración de los representantes silenciara la delibe-
Como nos recuerda el filósofo Roberto Gargare- ración ciudadana, y ésta es justamente la ventaja
lla, pese a las importantes diferencias que se en- con la que gozó la democracia representativa
contraron en las discusiones en torno a cómo para imponerse en los estados modernos. En

2 Giovanni Sartori explica que la democracia moderna no es “pura y simplemente el gobierno de la mayoría
incondicional”, sino que ésta es una fórmula abreviada del gobierno de la mayoría limitada, “que respeta a los
derechos de la minoría” y que permite mayorías cambiantes, es decir, cuyo régimen proporciona una movilidad
donde el libre juego de las elecciones permita el tránsito de minorías a mayorías y viceversa. Ver Giovanni Sartori,
Teoría de la democracia. El debate contemporáneo, vol. 1, Alianza Editorial, 1988, pp. 55 y ss.
3 El Federalista nº 10 ha sido considerado el más importante de los escritos en relación con la Constitución
estadounidense y pieza fundamental para comprender la estructura orgánica y funcional de este estado. James
Alexander Madison y John Jay, The Federalist Papers, Inglaterra, Penguin Classics Books, 1987, pp. 122-128.
4 Roberto Gargarella, “Crisis de…”, Ob. Cit., p. 47.
5 Roberto Gargarella hace un recuento detallado de las múltiples alusiones que los constituyentes Madison, Morris,
Pinckney y Baldwin hacen a la riqueza y propiedad que deben poseer los senadores, ídem., p. 66.
consecuencia, el mandato representativo es una nía pertenece al pueblo, pero el pueblo entendi-
medida de estirpe contramayoritaria. do como un conjunto en tanto que entidad abs-
Bernard Chantebout nos recuerda que tracta que él denomina nación: “El pueblo es la
Rousseau, en el contexto europeo, había sugeri- nación. La nación es soberana, pero ella consti-
do otra alternativa que no fuera el paso por la tuye una persona moral distinta de los individuos
8
representación, un sistema del que desconfiaba. que la componen y con una voluntad propia” .
Si el voto directo resultaba imposible, los dipu- La nación entonces goza de ciertas caracterís-
tados del pueblo no podrían ser “representan- ticas como la indivisibilidad, con tal suerte que la
tes”, sino simples “comisarios” investidos de un totalidad de los representantes, al acceder al ór-
mandato “imperativo”. Es decir, “de un manda- gano legislativo, representan a la nación entera,
to preciso determinando el sentido de su voto mientras que cada representante por sí solo úni-
sobre la mayor parte de asuntos, con recurso al camente se representa a sí mismo. La calidad de
referéndum cada vez que hubiere duda sobre la representante es atribuida al órgano deliberante
voluntad real de los comisionistas6. y no a sus miembros individualmente. En esto re-
El mandato imperativo, de fuerte raigambre posa que el diputado no representa directamen-
civil, propuesto por Rousseau establecía que el te a sus electores, ya que no es más que un
mandatario es una parte que depende directa e elemento constitutivo de un órgano que, tomado
imperativamente del mandante. Proposición en su conjunto, representa a toda la nación. “Por
que fue terminantemente rechazada por los lo tanto él (representante) no puede recibir de
análısıs polítıco nº 52

parlamentarios en Estados Unidos, Francia e In- sus electores ninguna consigna de voto y sólo
glaterra. debe encontrar su inspiración legislativa en su
De hecho, la implicación del pueblo en los conciencia. Él (representante) ejerce un manda-
debates de los asuntos públicos ya resultaba bas- to representativo”9.
tante incómoda para los pensadores políticos del A diferencia del caso francés, Bernard
siglo XVIII. En este sentido, Montesquieu en Chantebout explica que en Inglaterra no fue ne-
[24] 1748 expresaba: cesaria la elaboración de una teoría tan sutil y
Había un gran vicio en la mayoría de las anti- refinada para justificar la soberanía del parla-
guas repúblicas: es que el pueblo tenía el dere- mento y la independencia de los elegidos. Según
cho a tomar resoluciones activas, y que Chantebout, el parlamento inglés fue él mismo
demandaban alguna ejecución, cosa de la cual es quien arrancó la soberanía al monarca y se ase-
enteramente incapaz. El (pueblo) sólo debe en- guró de devolverla al pueblo, lo que permitió a
trar en el gobierno para escoger sus representan- algunos autores ingleses, como Dicey o
tes (…) (El espíritu de las leyes, XI, VI). Blackstone, afirmar que el parlamento ejerce la
soberanía en virtud de su propio derecho y no
Ahora bien, si para la burguesía francesa el como mandatario del pueblo. En su discurso a
mandato imperativo resultaba peligroso, para los electores de Bristol en 1774, Edmund Burke
las clases medias y bajas el mandato representa- se expresó en el mismo sentido que Montes-
tivo cristalizaba un claro engaño al pueblo. La quieu al afirmar que él no admitiría ser limita-
idea del mandato representativo prosperó en do por órdenes autoritarias provenientes de su
Francia sólo con la introducción de un ingenio- electorado, impulsando en Europa la idea de la
so artilugio jurídico, suficientemente abstracto democracia representativa.
como para escurrirse de las mentes no forma-
das y suficientemente complejo como para C R I S I S D E R E P R E S E N TA C I Ó N
adormecer las mentes instruidas: la teoría de la Si la eliminación del mandato imperativo
soberanía nacional. significó un progreso en aras de la independencia
Construida en su esencia por Sieyès, la teoría de los representantes, para los ciudadanos se con-
de la soberanía nacional, introducía, en palabras virtió en la eliminación del único vínculo posible
de Duguit, “el misterio de la santísima trinidad de control a sus elegidos. No obstante, aunque
7
en la ciencia política” . Según Sieyès, la sobera- hubiese permanecido el mandato imperativo, las

6 Bernard Chantebout, Droit constitutionnel et science politique, Paris, Armand Colin, 2000, p. 99.
7 Ídem., p. 97.
8 Ídem., p. 99.
9 Ídem., p. 100.
estudios
dificultades fácticas para lograr clasificar, sepa- ca la primera crisis del parlamentarismo. Sin em-
rar y valorar la voluntad ciudadana serían bargo, esta crisis fue superada con la percepción
10
infinitas . de que, si bien los partidos políticos habían pro-
En cualquier caso, la principal diferencia en- vocado la defunción del parlamentarismo origi-
tre las antiguas y las nuevas democracias estriba, nario, el gobierno representativo como tal no
como asegura Madison, en “la absoluta exclusión había sido destruido en dicho proceso. Sus prin-
del pueblo en su calidad de colectivo de cual- cipios constitutivos, entre ellos la autonomía par-
quier participación en las segundas y no en la ab- cial de los representantes, aún estaban vigentes.
soluta exclusión de los representantes del pueblo La intermediación de los partidos políticos
de la administración en las primeras”11. estableció una nueva forma de representación
Si la representación del pueblo fuera plena, que con el tiempo llegó a considerarse como la
posiblemente los reclamos de una mayor partici- más apropiada para acercar a gobernantes y go-
pación ciudadana no serían legítimos. Pero la re- bernados. Mucho más democrática que su pre-
presentación se torna dudosa porque la cedente del pluralismo liberal, esta nueva
fragmentación del tejido social en las sociedades fórmula conseguiría atar los destinos del parti-
modernas hace difícil tal propósito. do con la democracia. De esta forma, la legiti-
Gracias al estudio de Bernard Manin sabemos midad y credibilidad de los partidos se
que el gobierno representativo ha sufrido múlti- convirtieron en el baremo natural de la buena o
ples y significativos cambios desde la segunda mi- mala salud de una democracia específica.

análısıs polítıco nº 52
tad del XIX. El primero de ellos, considerado de Ahora bien, el proyecto de unidad de los par-
gran impacto, consistió en la extensión del sufra- tidos y su necesidad de representar el máximo
gio universal. Esta extensión es posible que aca- de intereses comunes como reflejo de la reali-
rreara un enrarecimiento de la pretendida dad, degeneró, por mera estrategia electoral, en
homogeneidad de la voluntad general o, por lo un alejamiento de aquellos intereses que no en-
menos, evidenció que la voluntad general se ha- cajaban en los propios de la clase media,
bía predicado a costa de menguar o ignorar la racialmente uniforme y culturalmente [25]
voluntad de las minorías. cohesionada o, si se quiere, “de la mayoría satis-
12
La extensión del derecho al sufragio amplió fecha” . Con tal suerte que los grupos minorita-
el número de personas e intereses por represen- rios terminaron siendo excluidos de forma
tar. De forma concomitante, el advenimiento y la endémica de los escenarios de la toma de deci-
consolidación de los partidos políticos de masas siones públicas, y sus intereses y necesidades ig-
apareció como el intermediario natural para ca- norados, con graves consecuencias para la
nalizar las necesidades e intereses del electorado. pretensión “del ideal de representación” de la
Este actor, no observado por los fundadores del sociedad.
gobierno representativo, pasó a ser un elemento Por su parte, en las últimas décadas y en forma
más dentro de los constitutivos de la democracia creciente, los grupos minoritarios han venido ins-
representativa. tituyendo un proceso de concienciación de sus
La lógica del partido que impulsa con su ma- derechos civiles y políticos. Este proceso ha gene-
quinaria a un candidato se convierte en un rado varios debates académicos sobre la multi-
condicionamiento a la actuación de éste, limitada culturalidad; la adquisición de derechos colectivos
por los preceptos y jerarquías que guían el parti- para grupos étnicos añejamente discriminados; la
do en lo que suele denominarse disciplina interna extensión de mecanismos de participación ciuda-
de partidos. Esta relación entre el candidato y su dana, así como una representación permanente
partido se ve preferenciada respecto a otra rela- en los principales órganos de deliberación políti-
ción igualmente presente: la del candidato con ca. Lo anterior ha impulsado que países como Ca-
sus electores. La fidelidad exigida al candidato ha- nadá, Nueva Zelanda y Colombia que, de forma
cia su partido se ubica por encima de la que éste abierta o tácita, han reconocido su multicul-
le debe a los ciudadanos que lo eligen. turalidad, hayan iniciado procesos de ajuste en
Determinada por el nuevo papel de los parti- sus parlamentos con presencia permanente de
dos políticos y los programas, esta situación mar- tales colectivos.

10 Hanna Fenichel Pitkin, El concepto de representación, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985.
11 Citado por Bernard Manin, Los principios del gobierno representativo, Ciencias sociales, Alianza Editorial, 1998, p. 12.
12 Antonio J. Porras, Representación y democracia avanzada, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, p. 57.
Pese a estos avances, la lógica de las mayorías derechos de esta minoría estén protegidos ni que se
también impera en el procedimiento de aproba- tengan en cuenta sus intereses aplicando la norma
ción de las leyes dentro del parlamento. Final- de “una persona, un voto”. En este caso, todos los
mente, esta dinámica cuántica desvirtúa la elementos formales de democracia pueden existir,
presencia de los representantes de las minorías pero el espíritu puede ser violado o ausente. Según
que, por su escasa representación, no consiguen Richard Rose, en una situación semejante, la igual-
influir en la agenda política ni tener un peso im- dad ante los tribunales y la aplicación por parte de
portante a la hora de decidir. éstos de los derechos legales puede ser una vía me-
13
Si la democracia representativa se muestra in- jor que el voto para obtener la plena ciudadanía .
flexible para resolver los problemas que su mis-
ma aplicación genera, como es la exclusión de En consecuencia, una de las maneras posibles
las minorías, ¿podemos considerar otras estrate- de paliar las situaciones endémicas de crisis de
gias para que de forma directa la ciudadanía representación la conforma la defensa constitu-
pueda, en el escenario de la justicia y en igual- cional de los derechos de grupo y el cumpli-
dad con los poderes públicos, elevar su voz para miento de la Constitución mediante la figura del
que ésta sea tenida en cuenta y, en caso de asistir- veto ciudadano.
le la razón, excluir aquellas leyes que le perjudi-
quen o le excluyan? LA ACCIÓN PÚBLICA DE INCONSTITUCIONALIDAD
En este sentido, aceptar las limitaciones de la La hipótesis que defendemos es que la ac-
análısıs polítıco nº 52

democracia representativa no significa, de mane- ción pública de inconstitucionalidad constituye


ra alguna, abandonar las reclamaciones de igual- una herramienta de control constitucional y
dad en el acceso a la representación. Por tanto, la participación ciudadana que proporciona una
solución que se vislumbra se encuentra en la bús- vía alterna para que los ciudadanos puedan par-
queda de los medios institucionales necesarios ticipar en la corrección de las leyes que vulne-
14
para el reconocimiento explícito y la representa- ran la Constitución . El veto al legislador con
[26] ción de los grupos oprimidos. Ello implica varios impulso ciudadano debe ser entendido como
aspectos: financiar públicamente la defensa de es- un mecanismo que perfecciona el modelo de la
tos grupos; ampliar los mecanismos de participa- democracia representativa por su capacidad
ción ciudadana en diferentes ámbitos y grados de para incluir en el proceso de toma de decisio-
cobertura; garantizar la representación política nes políticas a las minorías, tanto mutantes15
por personas del mismo grupo; destacar el proce- como estables. Una democracia en la que los
dimiento interno de la toma de decisiones me- ciudadanos participan no solamente en la gesta-
diante el reforzamiento de la deliberación, y por ción de las leyes, sino también en la elimina-
último, establecer el derecho a vetar aquellas polí- ción de las mismas, que aquí opera de manera
ticas que afecten directamente al grupo. directa.
Este último factor, el derecho al veto, puede En breve, se trata de un control posterior,
asistirse del supuesto de que: puesto que para su interposición se requiere que
Cuando minorías permanentes numéricamente las normas por demandar hayan culminado el
débiles, de características culturales, raciales, nacio- proceso de formación previsto o su perfecciona-
nales y religiosas se enfrentan con una mayoría que miento. Concentrado, porque la competencia
rechaza toda cooperación, no es probable que los para su conocimiento se encuentra, en exclusiva,

13 Juan Linz, La quiebra de las democracias, Madrid, Alianza Universidad, 1993, p. 59.
14 En Colombia, la defensa constitucional de los derechos puede plantearse, por vía general, a través de las acciones
de inconstitucionalidad o nulidad dependiendo de si la ofensa de los derechos se origina en una ley o en un acto
de la administración. Cuando de lo que se trata es de violaciones concretas de derechos fundamentales producidas
por la acción u omisión de cualquier autoridad pública, la persona agraviada tiene la posibilidad de hacerse
escuchar y proteger sus derechos mediante la acción de tutela, y para violaciones concretas de los derechos
sociales, la vía jurídica para su protección son las acciones populares y de cumplimiento.
15 La minoría mutante se integra por todos aquellos ciudadanos que podrían ubicarse dentro de la mayoría, pero
que, en razón de ciertos matices propios de la historia personal, condiciones físicas, económicas y sociales, se
diferencian puntualmente o sólo coyunturalmente de los demás. Para profundizar en el concepto de minorías
mutantes, consultar: María Luisa Rodríguez Peñaranda, “La dificultad contramayoritaria en el caso colombiano.
Acción pública de inconstitucionalidad y democracia participativa”, en Revista derecho del Estado, nº 8, junio de
2000, p. 244.
estudios
en cabeza de la Corte Constitucional. Abstracto, movimiento pocas veces señalado y que se
porque los legitimados para actuar no deben de- autodenominó Nuevo Republicanismo, plantea
mostrar un grado de afectación de la norma sino múltiples interrogantes sobre los que todavía
meramente su interés en proteger la norma su- desconocemos cuánto es lo que efectivamente
prema. Pública, porque los legitimados para ac- podríamos llegar a saber.
tuar son todos los ciudadanos. Lo que sí sabemos es que el punto de quiebre
La conjunción de estas características hace de la tradición política colombiana del recurso a
que cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos la guerra, toma de facto del poder por el vence-
pueda demandar aquellas leyes que consideran dor y redacción de una nueva Constitución, se
que atentan contra los principios de nuevo enfo- inició a partir de las propuestas políticas aporta-
que de convivencia multicultural y respeto a la das por la Unión Republicana en la primera dé-
diversidad consignados en la Constitución. De cada del siglo XX. Los fuertes ideales de
tal forma que la capacidad inclusiva del diseño resistencia civil a la dictadura, tolerancia política,
procedimental garantiza que estas voces gocen concordia entre los ciudadanos, renuncia al
de un escenario privilegiado para la defensa de faccionismo y a la guerra civil, dejaron una hon-
sus derechos constitucionales. Vista así, la acción da huella, aunque excepcional, en la historia
pública de inconstitucionalidad constituye un constitucional y política colombiana.
contrapoder donde los insuficientemente repre- Ante el riesgo de desarticulación total del te-
17
sentados pueden crear opinión pública que riva- rritorio nacional , la Unión Republicana surgió

análısıs polítıco nº 52
lice con la producida por el statu quo. como un grupo político e ideológico que busca-
Al permitir la exclusión de las normas que ba forjar la paz mediante un acuerdo que inclu-
violan el pacto fundacional de los ciudadanos, la yera a los partidos políticos liberal y conservador
acción pública genera un canal que involucra a para enmendar la Carta suprema y garantizar su
las minorías, cualesquiera que ellas sean, en el continuidad.
proceso decisorio. Si bien se encuentran con ba- Con la aparición de este movimiento se puso
rreras para llevar su voz hasta el auditorio donde fin, en primer lugar, a la Asamblea Constituyente [27]
se realiza la creación de las leyes, su voz podrá es- copartícipe de la dictadura que regía en el mo-
cucharse con toda su fuerza y eco en el proceso mento. Una vez efectuado el cambio presiden-
de exclusión de la norma. Con ello, estamos de- cial, el general Ramón González convocó una
fendiendo la teoría de la interpretación constitucio- Nueva Asamblea Nacional compuesta por repre-
nal abierta impulsada por Peter Häberle, cuyo sentantes elegidos por las municipalidades de
criterio es que “la interpretación o exégesis cons- cada circunscripción electoral. Conformada en
titucional es un proceso abierto como tal que su mayoría por seguidores de la Unión Republi-
16
además debe seguir cara al futuro” . cana que, como movimiento independiente, se
De este modo, mediante la acción pública de integró de individuos de los dos partidos, liberal
inconstitucionalidad la jurisdicción constitucio- y conservador, la Nueva Asamblea Nacional se
nal ofrece una alternativa real de instaló el 15 de mayo de 1910.
institucionalización de la capacidad de veto con Este grupo tenía como denominadores comu-
impulso ciudadano. nes su enquistamiento en la naciente elite indus-
trial antioqueña y su deseo de devolver al país el
Acción Pública y Unión Republicana (1910-1914) carácter democrático:
El enigmático origen de esta institución, Pedro Nel Ospina, conservador de las guerras
puesta en marcha en Colombia en 1910 por un civiles, pero además iniciador de la industria

16 Peter Häberle, Pluralismo y constitución. Estudios de teoría constitucional de la sociedad abierta, Madrid, Editorial Tecnos,
2002, p. 89. Esta tesis entra en contraposición con aquella que defiende que son los jueces los únicos que poseen
la capacidad interpretativa de la Constitución y las leyes, y el control de constitucionalidad debe circunscribirse a
una confrontación entre ambas. Así, Sandra Morelli recientemente ha expresado “(…) cabe precisar que en
realidad conceptos de autorizados científicos no constituyen ni un método epistemológicamente válido para la
sociología jurídica en cuanto a la finalidad de aprehender el objeto de estudio, ni un método probatorio de recibo
para el derecho constitucional cuando de establecer la constitucionalidad de una norma se trata, pues en este
último caso el juez constitucional debe realizar un análisis de correspondencia entre la norma superior, la
Constitución y la norma acusada”. Ver Sandra Morelli, La Corte Constitucional: Un papel institucional por definir,
Bogotá, Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia, 2001, p. 151.
17 Especialmente evidente después de la pérdida de Panamá en 1903.
textil en Antioquia; Mariano Ospina V., de la En síntesis, esta no correspondencia entre po-
misma estirpe y perspectiva; Antonio José der económico y político se convirtió en el mo-
Restrepo y Libardo López, vinculados por hilos tor que alimentaría la necesidad de sentar los
visibles al liberalismo y a los balbuceos de la ac- cimientos sólidos de una democracia viable, la
tividad industrial; Carlos E. Restrepo que, ne- “verdadera república democrática”, y asimismo
gándose a ser conservador o liberal, fue como asegurarse, mediante la toma de medidas inge-
el portavoz jurídico y político del grupo hasta el niosas jurídica y políticamente, un lugar privile-
final de su vida, y Jorge Rodríguez y Alejandro giado en la escena política y económica.
López, desde entonces conductores intelectua- La desconfianza en las mayorías y la necesi-
les del esfuerzo, como Fidel Cano, allí presente, dad de introducir elementos en la estructura del
que era el vocero de la prensa. Todos Estado que favorecieran a las elites económicas
antioqueños, cosa natural: en Antioquía se ini- explican que, del mismo modo que en los “pa-
18
ciaba la industria . dres fundadores” de la Constitución estadouni-
dense, los rasgos contramayoritarios fueron
Que los líderes del movimiento republicano considerados imperiosos para el equilibrio del
tuvieran como cuna común a Antioquia no fue sistema político en los integrantes de la Unión
fruto del azar. Este departamento se proyectaba Republicana.
como un bastión económico importante en di- En el caso de los reformistas colombianos,
versos sectores de la economía: como destacados la mencionada desconfianza en las mayorías se
análısıs polítıco nº 52

banqueros del Estado central muy cercanos al agrava en la figura del presidente y del legisla-
19
sector empresarial de Bogotá , como dor. Por ello, a través de la inserción de medi-
controladores del comercio de exportación del das contramayoritarias, como el control de
tabaco y de los medios de transporte20, y también constitucionalidad, permitieron que fueran los
en el café que ya se imponía como un cultivo ciudadanos quienes gozaran del papel más re-
21
predominante . levante, concediéndole la facultad que bajo su
[28] Pese a la importancia económica de los querella se iniciara el control a las leyes y de-
antioqueños dentro de una débil economía cretos-leyes que en su concepto vulneraran la
de exportación, el historiador Daniel Pécaut Carta suprema. Los republicanos optaron por
asegura que esto no significó “de ninguna ma- dar un importante papel a la ciudadanía y do-
nera” que los antioqueños estuviesen en situa- tarla de los medios que le permitieran compro-
22
ción de imponer un plan político nacional . bar el cumplimiento de la Constitución y las
El poder político de Bogotá permaneció incó- leyes por los poderes públicos. Esto explica
lume ante la creciente influencia económica que, dentro de las motivaciones de su ideario,
de Antioquia, que no llegaba a ser tan crucial se manifestara la necesidad de “velar por el
en su faceta política como para aspirar a riva- respeto de los derechos individuales de los co-
lizar con la capital. lombianos, reclamando o protestando

18 Darío Mesa, La vida política después de Panamá, Manual de historia de Colombia, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo
Editores, p. 111. Citado por Óscar José Dueñas Ruiz, Control constitucional. Análisis de un siglo de jurisprudencia,
Bogotá, segunda edición, Ediciones Librería del Profesional, 1997, p. 140.
19 F. R. Safford, Commerce and enterprise in Central Colombia 1821-1870, Ph. D. Colombia University, 1965, pp. 114 y ss.
Citado por Daniel Pécaut, Orden y violencia: Colombia 1930-1954, Bogotá, vol. 2, Siglo Veintiuno editores de
Colombia, Ediciones Tercer Mundo, 1987, p. 35.
20 A. López Toro, Migración y cambio social en Antioquia durante el siglo XIX, Bogotá, CEDE, 1970. Citado por Daniel
Pécaut, Ob. Cit., p. 35.
21 El café se cultivaba desde hacía años en pequeñas superficies, pero su auge decisivo no empieza verdaderamente
sino alrededor de los años ochenta y sobre todo de los noventa del siglo XIX, continúa acelerándose hasta 1930.
Entre 1895 y 1910, el volumen de las exportaciones se triplica; entre 1918 y 1930 vuelve a triplicarse. Para el
período 1905-1909, su valor representa el 39% del total de las exportaciones; para 1923-1929, el 69%. Antioquia
y Caldas pasan de aportar el 35,4% de la producción nacional de café en 1913 a un 47% en 1932. Ídem., p. 58-63.
La estabilidad de la dominación oligárquica gracias al café y la incipiente industria se concentra en el territorio
que se denominará “el eje cafetero” y que coincidirá con el viejo Caldas, Antioquia y Quindío.
22 Daniel Pécaut, Orden y violencia…, Ob. Cit., pp. 35-36.
estudios
pacíficamente contra toda violación de esos patriotismo, que el espíritu de partido no es otra
derechos, cualesquiera que sean las opiniones cosa que una forma de la ausencia de patriotis-
políticas y la condición social de las víctimas, y mo, que el hombre de partido subordina la pa-
procurar que se haga efectiva la responsabili- tria a su partido, y sacrifica la patria a sus odios
dad de los mandatarios o autoridades que re- de secta; y que, al contrario, en los tiempos mo-
23
sulten autores de la violación” . dernos, quien dice republicano dice patriota;
De esta forma, la Unión Republicana se que el republicanismo no es otra cosa que el ins-
desmarcó del liderato estadounidense en el tinto patriótico que se rebela y reacciona –domi-
planteamiento de las relaciones del poder pú- nándolas– contra todas estas pasiones egoístas
blico, la toma de las decisiones públicas y la ciu- que franquean complacientemente las fronteras
dadanía. Los federalistas, ante la amenaza que de la patria, pero que, en cambio, instalan enér-
significaban las mayorías en el Congreso, idea- gicamente en el seno del país gobiernos de gue-
25
ron en el ámbito de la Convención Federal un rras civiles y la guerra civil permanente .
compromiso común que Bernard Manin resu-
me bajo la denominación “principio de la dis- Conociendo la influencia económica de los
tinción”, que combina meticulosamente un integrantes de la Unión Republicana, ¿cómo ex-
estricto sistema representativo y el esquema de plicar que este grupo llegara a poner en riesgo
frenos y contrapesos. sus propios intereses, dando amplios poderes a
De conformidad al principio de la distinción, se los ciudadanos?

análısıs polítıco nº 52
aseguraba Para responder esta pregunta es necesario po-
(…) un fuerte distanciamiento entre la ciuda- ner el lente de aumento en el concepto de ciu-
danía y la política: dado el fundado temor de dadanía. Mientras que los estadounidenses
que circunstanciales mayorías se “apropiasen” optaron por una concepción abierta de la mis-
del sistema institucional (y, en definitiva, del apa- ma, entendida como un derecho universal y no
rato coercitivo estatal) para utilizarlo en su excluyente, los reformistas colombianos de prin-
cipios del siglo XX, y bajo la perspectiva del [29]
beneficio, se procuró, por un lado distinguir y
distanciar a los representantes de los representa- republicanismo clásico, apostaron por dotar de
dos, y por otro, fijar cuidados adicionales sobre amplios poderes a la ciudadanía pero restrin-
la rama mayoritaria del gobierno, que era la que giendo su detentación. Paradoja que se aclara
corría más riesgos de resultar atrapada por aque- cuando verificamos que, lejos de ser una acción
24
llas mayorías facciosas . con vocación popular, como su nombre lo sugie-
re, se trataba de una acción centrífuga, de oposi-
En cambio, entre los reformistas colombia- ción al poder legislativo centralizado en Santafé
nos el espíritu de partido en su máxima expre- de Bogotá y dirigida a reforzar los poderes de los
sión, el faccionismo exasperado no era ya una privilegiados de otras regiones.
amenaza sino el infortunado pan de cada día. La ciudadanía restringida de la Constitución
Para neutralizarlo, el principal líder del de 1886 es mantenida inexcusablemente por los
republicanismo, Carlos Restrepo, intentó fun- republicanos colombianos. Según lo dispuesto
dar un tercer partido que sirviera de puente en el artículo 44 del acto legislativo nº 3 de
ideológico y acercamiento entre los otros dos, 1910, poseían el status de ciudadanos todos los
liberal y conservador: hombres26 que supieran leer y escribir, o tuvieren
Nada prueba mejor, una vez más, que el espí- una renta anual de trescientos pesos, o propie-
ritu de partido es absolutamente destructivo del dad raíz por valor de mil pesos, a quienes se

23 Carlos E. Restrepo, Orientación republicana, Bogotá, Biblioteca Banco Popular, 1972, tomo I, p. 439. En la misma
vertiente Carlos Restrepo no dudó en expresar “Si viéres que me aparto de la ley –exclamó en su discurso al
aceptar la Presidencia– gritádmelo muy alto, y si a pesar de todo juzgáis que persisto en el error, conspirad contra
mí y salvad la patria”. Fernando Uribe Restrepo, Prólogo, Orientación…, Ob. Cit., p. 15.
24 Roberto Gargarella, “La comunidad igualitaria y sus enemigos. Liberalismo, republicanismo e igualitarismo”, en:
Andrés Hernández (Comp.), Republicanismo contemporáneo. Igualdad, democracia deliberativa y ciudadanía, Bogotá,
Siglo del Hombre Editores, 2002, p. 79.
25 Carlos E. Restrepo, Orientación… Ob. Cit., tomo I, p. 45.
26 La norma no lo dice expresa sino tácitamente porque habla sólo de ciudadanos, refiriéndose al género masculino.
facultaba para elegir directamente al presidente patía por la teoría económica de origen liberal
de la República y a los representantes27. conforme al sistema de organización de los pro-
La elevada cualidad de alfabeto o propietario cesos de producción capitalista.
limitaba la condición ciudadana a una oligarquía Al parecer, la Unión Republicana transitó en
estrecha que excluía al pueblo y las mayorías. medio de las corrientes dominantes del pensa-
Por ello, la acción pública de inconstituciona- miento político sin decantarse exclusivamente
lidad, en sus inicios, sólo se confía a una elite por una de ellas. Por una parte profesaba un li-
que, teniendo acceso a la representación políti- beralismo a ultranza en el sentido de establecer
ca, rivaliza con el poder central por competiti- un cúmulo de derechos donde el Estado no in-
vidad económica. terviene y, por otro lado, entregaba a los ciuda-
Por otra parte, que este movimiento pacífico danos instrumentos para desafiar las leyes de sus
se autodenominara “republicano” no deja de representantes.
plantear ciertas preguntas. La Unión Republica- En su manera de entender la república esta-
na plantea una vuelta al mismo ideal republica- bleció una tercera vía que, siendo eminentemen-
no que de forma persistente estuvo en las mentes te liberal en el proyecto económico, cuela
de los líderes independentistas28, pero alejando aspectos importantes de la república clásica en la
los vicios que esta forma de gobierno generaba y relación con los ciudadanos y atributos de la ciu-
que había permitido la instalación de ejecutivos dadanía. Esta característica, la defensa de los de-
marcados por el autoritarismo. rechos individuales, parece restarle al Nuevo
análısıs polítıco nº 52

Republicanismo su prosapia republicana. Sin


El cuño ideológico republicano embargo, Carlos Restrepo se concentró en la de-
Una mirada retrospectiva de las reformas em- fensa de los valores que no son apropiadamente
prendidas por la Unión Republicana nos permi- considerados individuales sino sociales, como la
te distinguir la influencia del manto ideológico tolerancia, educación para todos sin distinción
de autentico cuño republicano en su aspecto po- social, el no faccionismo, el patriotismo, el amor
[30] lítico que rescata fundamentos importantes de la al trabajo… Valores, todos ellos, impregnados de
29
teoría clásica de la república. Asimismo, en cier- un conocido aroma republicano , al igual que el
tas premisas coincide fuertemente con las bases derecho a la libertad de prensa.
del republicanismo político renovado que ha he- Anticipándose a su tiempo, la Unión Republica-
cho aparición en la reciente teoría política con- na consiguió consolidar e institucionalizar un nue-
temporánea. En su aspecto económico, los vo espacio para el diálogo, cuyo resultado tuviera
republicanos colombianos manifestaron su sim- consecuencias directas en la toma de decisiones

27 La exclusión de la mayoría de los habitantes del territorio nacional de la condición de ciudadanos se mantendría
hasta la reforma de 1936 en la que los liberales le devolverían al país la igualdad de sufragio que los
constituyentes del 86 habían restringido. El sufragio universal (art. 33) sería el sistema de elección del presidente
de la República, representantes al Congreso, diputados a las Asambleas y concejeros municipales. La ciudadanía
sería aún aplazada para las mujeres dos décadas más, consiguiendo la igualdad política mediante el plebiscito de
1957.
28 Un análisis bastante atractivo sobre el republicanismo hispano que fundaron los líderes independentistas es el
realizado por François-Xavier Guerra, “La identidad republicana en la época de la Independencia”, en Gonzalo
Sánchez Gómez y María Emma Wills Obregón (Comp.), Museo, memoria y nación. Misión de los museos nacionales
para los ciudadanos del futuro, Memorias del Simposio Internacional y IV Cátedra Anual de Historia “Ernesto
Restrepo Tirado”, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 2000, pp. 255-283.
29 El Nuevo Republicanismo también imaginó y recreó un proyecto de construcción nacional de inspiración
antioqueña donde el ciudadano ideal acogía una serie de valores no menos normativizados que los de Núñez:
“Devoción a la Iglesia católica, ‘blancura’, legitimidad, matrimonio y capitalismo”. Valores en oposición a ciertas
tradiciones y prácticas consideradas periféricas, asociadas con los costeños o personas asentadas en el Caribe y el
Pacífico colombiano, como “el concubinato o unión libre, la prostitución, la vagancia, la migración estacional, la
ausencia de propiedad privada o de asentamientos agrícolas permanentes, la disidencia política y la falta de una
identificación prioritaria con el culto católico”. Este proyecto cultural condicionaba: “(…) el acceso a la caridad,
la educación, los servicios públicos, la movilidad social y la participación política (…) (a) la aceptación de
nociones ‘burguesas’ que regían el orden social”. Para profundizar en ello, consultar Mary Roldán, “Violencia,
colonización y la geografía de la diferencia cultural en Colombia”, en Análisis Político, Bogotá, nº 35, sep./dic. de
1998, Universidad Nacional de Colombia, pp. 3-25.
estudios
públicas30. Los propulsores de la acción pública ideal. Tan estricto presupuesto de la igualdad total
imaginaron una estrategia de disenso y consenso como prerrequisito de la deliberación se convierte
donde el ciudadano puede, una vez expedidas las en una condición que podría llegar a invalidar la de-
leyes o decretos con fuerza de ley, dirigirse ante liberación. Pero aun satisfaciéndola, todavía no nos
otra autoridad neutral, cuya tarea sea vigilar el informa sobre cómo un diálogo reflexivo surgido
cumplimiento de la Constitución. Éste es un esce- entre iguales podría articularse e influir en la toma
nario donde el ciudadano se encuentra en condi- de decisiones públicas.
ciones de libertad e igualdad con los otros En este sentido, el Nuevo Republicanismo pro-
ciudadanos y con los representantes de los pode- yectó que ese diálogo se daría entre iguales, por lo
res públicos para dialogar. La palabra del ciudada- menos socialmente, dadas las restricciones que so-
no, sin representantes ni intermediarios, puede bre la ciudadanía pesaban en la época. Lo cierto es
arribar a las más altas esferas del Estado para revi- que, con los años, la acción pública se transforma-
sar las leyes que considere injustas y que, una vez ría en un instrumento transgresor que visualiza ciu-
debatidas, se revestirán de una legitimidad pre- dadanos de carne y hueso. Ciudadanos educados
eminente. desigualmente y enfrentados a grandes barreras so-
Recordemos que para J. Habermas el espacio pú- ciales pero que pueden, mediante la acción públi-
blico tiene que apoyarse en una base social en la ca, explicar sus razones desde su propia posición
que los iguales derechos de ciudadanía hayan cobra- social. La acción pública, lejos de exigir una igual-
do eficacia social. Este autor coloca el listón alto a la dad real, busca neutralizar la innegable y por lo de-

análısıs polítıco nº 52
hora de cualificar la deliberación, ya que la solidari- más vergonzosa desigualdad que impera en
dad entre extraños, que excluya la violencia, será Colombia. Justamente, esa distribución desigual de
posible únicamente si existe una sociedad que haya recursos y su correlato de desigual poder decisional
superado las barreras sociales y goce de una igual- –tan notorios en los órganos principales de toma
31
dad real . Como si esto fuera poco, Habermas cree de decisiones políticas por los grupos de interés–
que, aun instalando una sociedad comunicativa e son, en el espacio de la justicia, invisibles.
igualitaria en términos sociales, ésta deberá enfren- Por ende, si bien la igualdad social que [31]
33
tarse a las restricciones comunicativas, cognitivas y Habermas exige para esa deliberación es
motivacionales a las que están sujetas la política drásticamente insatisfecha en Colombia, el espacio
deliberativa y la transformación del poder comuni- en que se surte la acción pública consigue que los
cativo en poder administrativo32. Es decir, no basta convocados a participar apoquen las ventajas de sus
con una igualdad social, sino que también es desea- posiciones sociales para efectos de influir en la de-
ble una igualdad intelectual, emocional y cisión final. A la vez, este espacio judicial permite a
comunicativa de ciudadanos ideales para un diálogo los participantes que resalten sus diferencias, que

30 Analizando el cuño republicano desde una perspectiva política moderna, el filósofo J. Habermas considera que
para alcanzar el mutuo entendimiento entre los ciudadanos no basta con la formación de la voluntad política en
los órganos del Estado, como es el parlamento. Para la política, “entendida como una praxis de autolegislación
cívica, el paradigma no es el mercado sino el diálogo”. Sin embargo, empíricamente el republicanismo
habermasiano se queda corto a la hora de explicitar cuáles son esos otros espacios donde la deliberación pueda
desarrollarse de manera institucionalizada. De hecho, Habermas autorrestringe el ámbito de la deliberación a no
todas las instituciones sociales y ni siquiera para todas las instituciones estatales. E incluso distingue la práctica
deliberativa en dos ámbitos: el de formación de la opinión y el de toma de decisiones. Por supuesto, siempre
podemos hacer una práctica deliberativa abierta e inclusiva en espacios públicos, pero también en los privados
que surgen de manera más o menos espontánea: en la escuela, en la prensa, en las asociaciones, en el trabajo, en
congresos, etc., pero cuyo problema fundamental es la estructura anárquica que detentan y la dificultad para
introducirse e influir en la toma de decisiones públicas.
31 Jürgen Habermas, Facticidad y validez, Valladolid-España, Editorial Trotta, 2000, p. 385.
32 Ídem., p. 406.
33 Las altas condiciones que exige Habermas para su política deliberativa son sencillamente ideales, y por tanto
algunos países podrán acercarse más o menos a ese ideal, pero está claro que ninguno lo satisface plenamente.
Sin embargo, previamente he de alertar que uno de los problemas metodológicos al que nos tenemos que
enfrentar al estudiar las sociedades no prósperas económicamente y carentes de liderazgo internacional es la
utilización de autores que escriben para países desarrollados y que no obstante poseen una gran influencia en
países en vías de desarrollo. Posiblemente la sola implementación de estos autores para un contexto
subdesarrollado sea de entrada una equivocación. Pero he decidido asumir este riesgo.
cuenten sus vivencias, que realcen su condición de ron que los dos partidos tradicionales se unieran,
clase, que comuniquen y transmitan su percepción aunque sólo fuera estratégicamente, para derrotar
de las leyes y la Constitución desde el lugar que al Nuevo Republicanismo.
ocupan, para que sean precisamente estas razones Los principales obstáculos con los que se encon-
las que condicionen la decisión y no el peso social tró el ideario republicano fueron tanto las prácticas
de los participantes. y los usos de los partidos tradicionales, acostumbra-
En este sentido, la acción pública establece dos a la rapiña electoral que sin recato promovían
un esquema político que combina una forma de la violencia política, como los problemas de índole
crear y canalizar la opinión pública ciudadana económica. Sobre este aspecto, en los albores del
para influir en la toma de decisiones públicas, siglo XX Colombia era un país en el que los ci-
desafiando la decisión y opinión de sus represen- mientos de la estructura económica estaban aún
tantes, y ello sin colapsar al Estado y sin atiborrar por fijarse, mientras que la desigualdad social ca-
a los ciudadanos. La aplicabilidad que propor- balgaba sin frenos. La opción económica republi-
ciona la acción pública dentro de la política cana acogió en su seno la visión más radical del
deliberativa es suficiente para reservar, dentro de liberalismo económico, con un individualismo in-
la teoría política, un lugar privilegiado para el sostenible bajo la mirada de un Estado neutro e in-
movimiento Nuevo Republicanismo. diferente. A los problemas económicos y sociales
crecientes se les brindaba únicamente respuestas
La resaca republicana políticas formales, acuerdos bipartidistas, reformas
análısıs polítıco nº 52

El período de reajuste constitucional generado constitucionales y Estado de derecho36.


por la Unión Republicana y promisorio en sus ini- La Unión Republicana nace y muere en el
cios se desvaneció prontamente. Su principal pro- mismo instante en que logra sus objetivos. En
motor, Carlos Restrepo, al hacerse con la realidad, “más que un partido, el republicanismo
presidencia en el inmediato periodo posterior a las había sido una coalición provisional de la oligar-
reformas en los años 1910-1914 se resistió a reali- quía moderada de ambos partidos empeñada en
[32] zar, de manera separada, alianzas permanentes con la reforma del sistema político. Realizada ésta,
los partidos tradicionales. Así, primero rechazó una parecía difícil justificar la permanencia del gru-
propuesta del clérigo para la formación de un par- po, y los políticos más doctrinarios promovieron
tido conservador-católico34 y más tarde una oferta la reagrupación de los antiguos partidos”37.
del general Rafael Uribe Uribe para fusionar el El ideario progresista republicano degeneró
35
partido liberal y el republicanismo . Con tal suerte en un período despectivamente denominado
que las reiteradas negativas de Restrepo consiguie- como democracia oligárquica38, término que haría
34 La propuesta vendría de Antonio José Uribe en nombre del arzobispo Herrera Restrepo a tan sólo un mes de que
Carlos Eugenio Restrepo ocupara la Presidencia. Para mayor profundidad sobre las consecuencias de su negativa,
consultar su obra, Carlos Eugenio Restrepo, Orientación..., Ob. Cit., tomo 2, pp. 88 y ss.
35 Ídem., pp. 97 y ss.
36 La perspectiva económica de la Unión Republicana más parece acercarse al libertarismo anglosajón (Nozick), y
latinoamericano de Apuleyo Mendoza y Vargas Llosa. Los libertaristas defienden las libertades de mercado, y exigen la
limitación del papel del Estado en cuanto a políticas sociales. Kymlicka, Filosofía política contemporánea. Una introducción,
Barcelona, Ariel Ciencia Política, 1995, p. 109. Sin duda bastante distante del ideario contemporáneo
republicano donde la igualdad y la justicia deben siempre apoyarse en la solidaridad, para cuyo propósito el
Estado debe intervenir sin dominación. Ver Philip Pettit, Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno,
Barcelona, Paidós, 1999.
37 Jorge Orlando Melo, “La república conservadora”, en Colombia hoy, Siglo veintiuno editores de Colombia, 1978,
p. 70.
38 El término “democracia oligárquica” ha sido permanentemente empleado para explicar la longevidad de la
democracia civil restringida y el recurso a la violencia, acusándose a la oligarquía colombiana de un poderío
excepcional. Sin embargo Daniel Pécaut, alejándose de tal presupuesto, ha puesto sobre el papel la ambigüedad del
vocablo “oligarquía” en el caso colombiano. “Si se refiere a la concentración del poder económico, éste es en 1930
indudablemente menor en Colombia que en los países latinoamericanos en los que el desarrollo hacia el exterior es
más antiguo e intenso. Si se designa la fusión del poder económico con el político, su empleo conduce a poner en
evidencia el papel tan importante de algunas grandes familias en ambos dominios, pero lleva a hacer caso omiso de la
considerable autonomía de la escena política, que es lo único que permite entender las pasiones partidistas. (…) si se
remite a la simple monopolización del poder político, se expone a subestimar la considerable influencia del personal
intermedio, cuya renovación es a menudo rápida”. Consultar, Daniel Pécaut, Orden y violencia…Ob. Cit., p. 18.
estudios
carrera en la vida política nacional y que persisti- A manera de conclusión, el análisis del origen
ría durante lustros como sello de identificación del movimiento Unión Republicana y sus inte-
de una añeja democracia excluyente y dirigida a grantes nos permite reconstruir el contexto en el
beneficiar a unos pocos: la elite económica e in- cual parecía tener sentido la formación de este
telectual. partido, fugaz pero pertinente, que produjo uno
Del gran ideario, sólo dos aspectos lograrían de los más importantes ajustes a las tradiciones
trascender su tiempo y convertirse en el princi- del sistema político colombiano. Al parecer, la
pal legado de este movimiento: denominación republicana no fue aleatoria, y re-
En primer lugar, demostrar que las elites y sulta coherente con postulados importantes pre-
partidos políticos pueden pactar, pese a sus dife- dicados por la ancient teoría política republicana,
rencias, para resolver conflictos de gran enverga- en especial sobre la amplia esfera participativa
dura y de manera alternativa. Como aseguraba el de la ciudadanía que contrasta con una estrecha
profesor Gerardo Molina, “las reformas constitu- visión sobre quienes podían ostentarla. Asimis-
cionales de 1910 forman parte todavía de la es- mo, es congruente con planteamientos reciente-
tructura del Estado, y sobre todo se ha afianzado mente reformulados, como por ejemplo sobre la
la idea, victoriosa en esa fecha, de que toda carta necesidad de establecer controles de
fundamental debe ser el producto del entendi- constitucionalidad para la defensa de la demo-
41
miento de los partidos que se reparten el domi- cracia deliberativa , por los republicanos de últi-
39
nio de la república” . ma generación. No obstante, aunque la Unión

análısıs polítıco nº 52
Esta estrategia permitió que Colombia pasara Republicana sea consecuente con la tradición
a ser considerada como uno de los escasos países ideológica de auténtico cuño republicano, este
con sistema presidencial y democracia conso- hecho nos dice algo, pero no todo, para com-
ciativa40. Los años agregarían que también en los prender cuáles fueron las fuentes de inspiración
acuerdos deben incluirse la voz de los margina- que sirvieron de base para que este movimiento
dos social y políticamente. Sin ellos, los acuerdos político ideara y llevara a cabo la instalación de
están condenados al fracaso y la transitoriedad. la acción pública y no otro mecanismo [33]
En segundo lugar, instituir la acción pública participativo.
de inconstitucionalidad. La innovación constitu- Las reformas impulsadas por el nuevo
cional que supuso para Colombia y la justicia republicanismo consiguieron, en el contexto co-
constitucional la instalación de esta acción fue, lombiano, generar alternativas de conciliación
durante años, apocada por la estrechez en su entre la democracia representativa y el elemento
uso. En efecto, el acceso escalonado a la condi- ciudadano. Con sus propuestas, los reformistas
ción ciudadana tendría un efecto adormecedor colombianos lograron adelantar estrategias que
de la institución de la acción pública que sería reforzaran los ya perceptibles flancos débiles de
infrautilizada por décadas y mantenida por mera la democracia representativa y que ahora, como
inercia institucional. nunca antes, gozan de mayor vigencia. Por ello,
El desconocimiento de la acción pública por con la mise en œuvre de la acción pública, los re-
parte de la mayoría de los ciudadanos había he- publicanos colombianos propusieron una op-
cho de esta institución un instrumento de la elite ción, viable y esperanzadora, de resolución de
intelectual, política y jurídica. Las cualidades y la aquellas críticas que en su época planteaba la re-
real implementación de esta acción surgieron, pública, y algunas otras que florecerían casi un
como un ave fénix de entre las cenizas de la siglo más tarde, en el sentido de reclamar mayor
Constitución de 1886, con el nacimiento de la participación ciudadana en el control y toma de
Constitución de 1991. las decisiones públicas.
FECHA DE RECEPCIÓN: 08/10/2003
FECHA DE APROBACIÓN: 16/05/2004

39 Gerardo Molina, Las ideas liberales de Colombia… Ob. Cit., p. 287.


40 En este sentido, consultar la obra de Robert A. Dahl, La democracia y sus críticos, Barcelona, Ediciones Paidós, 1993,
pp. 307-309.
41 Pettit explica que para restringir la dispersión del poder y evitar que las autoridades pasen a ser poderes
arbitrarios que pongan en peligro la estabilidad de la república, las decisiones legislativas deben ponerse en
manos de Cámaras distintas, y la condición del imperio de la ley ha de estar motivada independientemente,
provocando diversos modos de rendición de cuentas entre poderes, dentro de los cuales se encuentra el control
de constitucionalidad a la ley. Ver Philip Pettit, Republicanismo… Ob. Cit., pp. 300 y ss.
La oposición regional a
las negociaciones con
el ELN*

I N T R O D U CC I Ó N
Durante los años 1999-2001, el Magdalena
Medio vivió un período de profunda convulsión
política que tuvo como motivación principal la
oposición a la declaración de una zona desmilita-
nº 52págs. 34-50

rizada para realizar las negociaciones entre el


Gobierno Nacional y el ELN. Mediante el recur-
so a la protesta y a la movilización (paros de
2004:

transporte, bloqueos de vías y parálisis temporal


análısıs polítıco
análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre

de algunas actividades económicas) distintos sec-


tores sociales encabezados por la Asociación Ci-
vil para la Paz (Asocipaz) lograron aplazar
reiteradamente la celebración de la “Convención
[34] Nacional” en territorio del sur de Bolívar. Este fe-
Omar Gutiérrez Lemus
Sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia,
nómeno sólo era comparable con lo ocurrido
magíster en Análisis de problemas políticos, veinte años antes en Puerto Boyacá, cuando el
económicos e internacionales contemporáneos, gobierno de Belisario Betancur ponía en marcha
1
Universidad Externado de Colombia. otro proceso de paz .
El surgimiento de Asocipaz en Santa Rosa del
Sur (Bolívar) y la extensión de su influencia en
un buen número de municipios del Magdalena
Medio ilustra un cambio drástico de las relacio-
nes entre ciertos sectores sociales y políticos y los
grupos armados ilegales (guerrilla y
paramilitares) asentados en este territorio. Este
hecho muestra también la serie de tensiones y
pugnas que a nivel regional generó la decisión
presidencial de adelantar un proceso de negocia-
ción con el ELN, la guerrilla de mayor influencia
histórica y política en esta zona desde los años se-
tenta, justo en el momento en que las AUC se
instalaban a la fuerza en las cabeceras municipa-
les del sur de Bolívar y lograban golpear de ma-
nera significativa a esta organización insurgente.
En las páginas que siguen se analiza la serie
de circunstancias y hechos que favorecieron el
fortalecimiento del liderazgo de Asocipaz. En
1 Durante los años ochenta, otra organización social,
Acdegam, lideró un proceso de oposición a las
* Este trabajo fue elaborado en el marco del
ISSN 0121-4705

negociaciones entre el Gobierno y las FARC en Puerto


proyecto Guerra, democracia y globalización que
Boyacá. Ver Carlos Medina G., Autodefensas, paramilitares
adelanta el IEPRI y es financiado por el London
y narcotráfico en Colombia, Bogotá, Editorial Documentos
School of Economics y Colciencias.
Periodísticos, 1990.
coyuntura
especial se exploran aspectos relativos a los gru- zación en la vida política local (elección popular
pos sociales que apoyaron su nacimiento y “legi- de alcaldes y gobernadores) y el fortalecimiento
4
timaron” sus propuestas políticas en los ámbitos de las redes del narcotráfico minaron las bases
local y regional; las formas de movilización popu- de los acuerdos que permitieron la convivencia
lar que ensayó y los métodos de divulgación de entre la guerrilla y la clase política local antes de
sus reivindicaciones; las razones que esgrimió 1996. Estos fenómenos fomentaron también la
frente al gobierno central y a la población civil integración del sur de Bolívar al contexto econó-
para justificar su oposición al proceso de nego- mico y político del departamento y al resto del
5
ciación con el ELN; la forma de ejercicio de la Magdalena Medio . Al mismo tiempo, en este pa-
autoridad que intentó imponer desde los gobier- norama, los grupos paramilitares hicieron apari-
nos municipales y las relaciones que mantuvo ción y cumplieron un papel fundamental.
2
con los grupos paramilitares . Las AUC hicieron irrupción en el sur de Bolí-
var persiguiendo y asesinando a los alcaldes y
ANTECEDENTES concejales en los municipios donde la guerrilla
Los orígenes de Asocipaz deben buscarse en tenía una reconocida influencia. Esto sucedió a
los sucesos que rodearon las elecciones munici- comienzos de 1997 en municipios como Yondó,
pales de 1997 y la serie de movilizaciones campe- Río Viejo y Tiquisio. De esta forma se puso en
sinas ocurridas en el sur de Bolívar entre 1996 y evidencia que esta ofensiva paramilitar tenía un
6
1998. Ciertamente, durante 1997 tanto el ELN fuerte componente político . Por su parte, la

análısıs polítıco nº 52
como las FARC deciden impedir las elecciones guerrilla reaccionó intimidando a otro sector de
de alcaldes y concejos municipales; esta determi- la clase política (Santa Rosa del Sur, Simití) que
nación trajo hondas consecuencias dado que lle- creía más cercano a la gobernación de Bolívar y,
vó a un punto de ruptura las relaciones entre la suponía, era un potencial aliando de los grupos
clase política local y los grupos guerrilleros. De paramilitares. En otras palabras, para los insur-
otra parte, las marchas campesinas de 1996 y gentes fue claro que el arribo de las AUC al sur
1998 marcaron el distanciamiento de las “elites” de Bolívar tenía un origen político y electoral [35]
locales y las organizaciones cívicas y campesinas muy asociado al accionar de las redes de los par-
que habían acaparado la vida social y política del tidos locales y, en consecuencia, tomaron la deci-
sur de Bolívar durante casi treinta años, a través sión de impedir las elecciones para alcaldes y
de paros y movilizaciones3. concejos municipales por celebrarse en octubre
7
Los cambios introducidos por la descentrali- de ese año .

2 La mayor parte de la argumentación que sigue está basada en los testimonios de personas que habitan o fueron
desplazadas del sur de Bolívar. Debido a la naturaleza del tema que se aborda, las identidades de estas personas
son mantenidas en reserva.
3 Sobre este particular se puede consultar: Manuel Alonso E., Conflicto armado y configuración regional. El caso del
Magdalena Medio, Instituto de Estudios Políticos Universidad de Antioquia, Medellín, 1997; Martha Cecilia García
V., “Las cifras de las luchas cívicas, cuatrienio Barco 1986-1990”, en: Cinep, documentos ocasionales, nº 62, Bogotá,
1990; Amparo Murillo P. et al., Un mundo que se mueve como el río: historia y cultura en la región del Magdalena Medio,
Santafé de Bogotá, ICANH-PNR, 1994.
4 Distintos testimonios afirman que las primeras plantaciones de coca en esta zona datan de 1986 y se establecieron
en los alrededores de Monterrey (Simití), hasta donde llegaban compradores de los carteles; posteriormente
hacen presencia los grupos paramilitares: “[...] La coca fue buen negocio hasta hace cinco años (1998); entraban
los compradores del Cartel de Cali, en competencia con los compradores que venían del Cartel de Medellín,
entonces al cuál alzara más sus precios, el que diera mayores precios [...] compraban semanalmente doscientos,
trescientos kilos (de base de coca), entre ambos; bueno, pero una vez hacen presencia los paramilitares, se
adueñan del negocio y empiezan a regir una normas que dicen: ¡El precio es éste y no lo subimos de aquí! El kilo
(de base) de coca, que comenzó en quinientos mil pesos, ya estaba en millón ochocientos, lo tenían ahí los
carteles; bueno, pues los paramilitares lo plantaron a dos millones y ahí quedó [...]”.
5 Ver, por ejemplo, las declaraciones hechas por el alcalde de Santa Rosa del Sur, Isidoro Galvis, al periódico
Vanguardia Liberal, 22 de julio de 1997, p. 4B.
6 También era indudable que las AUC pretendían cortar el eje horizontal que hacía posible las acciones subversivas
desde Urabá, en el noroccidente, hasta Arauca, en el nororiente, y que incluía a todo el sur de Bolívar. Ver
Alejandro Reyes P., Regionalización de los conflictos agrarios y la violencia política en Colombia, p. 284.
7 Ver “La guerrilla intervendría en elecciones”, en Vanguardia Liberal, 21 de mayo de 1997, p. 4B.
Lo anterior hizo que el proceso electoral se si- parte, las organizaciones comunales y sociales
tuara en el centro de una confrontación militar que encabezaron sucesivos paros y moviliza-
que ascendía. Tanto los paramilitares como la ciones terminaron señaladas como aliadas in-
guerrilla utilizaron la coerción como arma políti- condicionales de la guerrilla y fueron
ca para imponerse frente a la población civil y a marginadas de la vida pública de los munici-
11
los gobiernos municipales. Durante 1997 y 1998, pios . De otra parte, los gobiernos locales, ele-
la situación de desplazamiento, parálisis econó- gidos popularmente, decidieron superar la
mica, caos administrativo (los alcaldes despacha- subordinación que mantenían frente a estas or-
ban desde Cartagena) y crisis de gobernabilidad ganizaciones promotoras de paros y rompieron
generada por las presiones y agresiones de los la obediencia que mantenían frente a la guerri-
grupos armados fue el rasgo político predomi- lla para presentar directamente, frente al esta-
8
nante en el sur de Bolívar . do central, las mismas peticiones de inversión
Al mismo tiempo, las consecuencias de estas social, en calidad de representantes legales de
elecciones sobre el conflicto armado fueron los intereses de la población12.
trascendentes. En Santa Rosa, la naciente elite En adelante las movilizaciones y los paros cívi-
política y económica entró en una enconada cos harían aún más evidentes los cambios en las
oposición a los grupos guerrilleros y optó por la relaciones de poder en el sur de Bolívar. No se-
solución que ofrecían los grupos paramilitares; rían ya las organizaciones sociales y comunitarias
los políticos de Simití se sumarían poco después sus principales protagonistas; otros actores, anta-
análısıs polítıco nº 52

a esta decisión. En otros municipios, el cambio ño subordinados, y otros intereses aparecerían


frente a la guerrilla fue más lento; San Pablo re- en los sucesos más recientes, ocurridos entre
sistió hasta enero de 1999, cuando fue evidente 1999 y 2001. Ciertamente la serie de manifesta-
el dominio paramilitar en la zona “urbana”; en ciones de inconformidad frente al Gobierno ocu-
Morales estos grupos alcanzaron lentamente el rridas en estos años fueron organizadas por los
dominio sobre la vida política y pública de los sectores económicos más pudientes (comercian-
[36] habitantes de la isla9. De alguna manera, la adhe- tes, transportadores, narcotraficantes y ganade-
sión a la estrategia de los paramilitares significó ros), la clase política local y los gobiernos
13
para muchas administraciones una salida a los municipales . Con un signo ideológico contra-
problemas de gobernabilidad suscitados por las rio, estos fenómenos seguirían conservando su
elecciones de octubre. importancia como espacios de expresión de inte-
En una perspectiva diferente, las marchas reses y expectativas frente al estado central.
campesinas de 1996 y 1998 marcaron otro pun- Aun así, el rasgo característico de las
to de ruptura de la población civil frente a la movilizaciones más recientes ocurridas en el sur de
guerrilla. Indudablemente el recurso a las mar- Bolívar y en el Magdalena Medio ha sido la oposi-
chas sufrió un proceso de desgaste e hizo palpa- ción a las negociaciones de paz con el ELN14. En
ble un fenómeno de alejamiento político entre este sentido, los manifestantes se acercaron a los
los sectores que durante largo tiempo habían propósitos de las AUC en su afán por asegurar el
compartido su participación en ellas10. De una dominio militar de la zona y obtener reconoci-

8 Ver, por ejemplo, “Los concejales entre la espada y la pared”, en Vanguardia Liberal, 9 de enero de 1998, p. 3C.
9 Testimonios de pobladores de Santa Rosa, Morales y San Pablo.
10 Las marchas y los paros más importantes ocurrieron en 1971 y 1972, en San Pablo; en junio de 1985, en el sur de
Bolívar y en junio de 1987, en buena parte del nororiente del país.
11 Eran comités cívicos, organizaciones de mineros, Juntas de Acción Comunal y organizaciones de izquierda como
la Unión Patriótica y A Luchar. Testimonio de líderes campesinos participantes en las marchas de 1996 y 1998.
12 Así, por ejemplo, en noviembre de 1996, un grupo de seis alcaldes de sur de Bolívar reclamaron el liderazgo de
los acuerdos pactados entre el Gobierno y la Marcha Campesina; según ellos, hacían esta petición porque “los
acuerdos son manejados en pro de intereses personales de los miembros del Comité Central de la marcha [...]”.
Los alcaldes insistían en manejar los pactos “porque somos los que conocemos los problemas de la zona y somos
los representantes de los municipios ante el Estado”. Ver “Alcaldes del sur exigen liderar los acuerdos de la
marcha”, en El Universal, 28 de noviembre de 1996, p. 9C.
13 Testimonios de pobladores de San Pablo y Morales.
14 Con excepción de las movilizaciones de pobladores ocurridas entre junio y julio de 2003, como protesta frente a
las fumigaciones de plantaciones de coca con glifosato.
coyuntura
miento político del Estado. Como se dijo arriba, el del sur de Bolívar16, Santander17, Antioquia18 y
caso de Asocipaz ilustra bien esta intención. Cesar19 que organizaron, en el transcurso del año
En resumen, se sustenta aquí la idea de que (febrero de 2000, marzo de 2001), una serie de
buena parte de las motivaciones de la oposición marchas que tuvieron como propósito incomuni-
a las negociaciones entre el Gobierno y el ELN car temporalmente el nororiente del país20.
fue resultado del reconocimiento y la expresión El objetivo fundamental de quienes se opo-
de los intereses de las nacientes elites locales y, al nían a esta decisión presidencial, que daría vía li-
mismo tiempo, fue consecuencia de un proceso bre a los diálogos de paz con aquella
de deterioro paulatino de las relaciones entre la organización insurgente, era establecer cierto
población civil y los grupos insurgentes, asunto margen de representación y de injerencia civil
escenificado en las elecciones de 1997 y en las para los sectores que, por diversas razones, te-
marchas campesinas de 1996 y 1998. En este mían las consecuencias que podían traer la en-
contexto, las acciones militares de las AUC en- trega al ELN de lugares de los cuales había sido
contraron cierta justificación ideológica; funda- expulsado recientemente. En otro plano se pro-
mentalmente entre algunos de los sectores que clamaban desconfiados con el proceso de paz y
se beneficiaban de la producción y exigían veladamente una solución militar al con-
comercialización de pasta de coca o entre los flicto; este era un rasgo que caracterizaba una
grupos más afectados por el secuestro y el pago nueva fase de lo que se consideró un movimien-
de “contribuciones” a los grupos guerrilleros. to contrainsurgente, extendido para ese enton-

análısıs polítıco nº 52
Al mismo tiempo, las elites locales encontraron ces a todo el Magdalena Medio21.
motivos para movilizar a sectores populares revi- De alguna forma, con el recurso a la moviliza-
viendo el temor a algunos hechos protagonizados ción, los manifestantes intentaron emular algu-
por la guerrilla durante su período de “hegemo- nas facetas de las “marchas campesinas”
nía”. Sin embargo, esta alianza social no fue unifor- sucedidas en épocas anteriores. No obstante, esta
me en todos los municipios y mostró muy pronto vez el signo ideológico y los propósitos que
importantes fisuras que significaron el agotamien- acompañaban a quienes se oponían a la realiza- [37]
to de las propuestas sustentadas por Asocipaz. ción de la Convención eran opuestos o
marcadamente diferentes de los que alentaron
LAS MOVILIZACIONES DE OPOSICIÓN A LA las pasadas movilizaciones22. Esta vez se pedía
CONVENCIÓN –aunque nunca se mencionó explícitamente–,
Los reiterados anuncios de la desmilitariza- que se reconociera en la mesa de negociaciones
15
ción de un territorio del sur de Bolívar para ce- los avances territoriales y militares logrados por
lebrar la Convención del Gobierno, la sociedad las AUC y se diera espacio político a quienes, en
civil y el ELN, provocaron sucesivas reacciones nombre de un sector de la sociedad civil, com-
de grupos de habitantes de distintos municipios partían esta posición23. En un sentido más pro-

15 Al comienzo (1999) se dijo que eran 7.600 km2 de los municipios de Santa Rosa, Simití, San Pablo y Morales. Al
final (2001) se habló solamente de dos municipios: San Pablo y Cantagallo.
16 Arenal, Río Viejo, Regidor, Morales, Santa Rosa, Simití y San Pablo.
17 Sabana de Torres, San Vicente de Chucurí, San Rafael de Lebrija, etc.
18 Yondó, Puerto Berrío, Puerto Triunfo, etc.
19 Aguachica, San Martín, San Alberto, etc.
20 Se bloqueó la troncal que comunica el centro del país con la costa Atlántica y se presentaron obstrucciones a la
altura de Aguasclaras (Aguachica), en la margen derecha del río Magdalena, y en otros sitios conocidos como La
Gómez (Sabana de Torres), La Fortuna Lizama (San Vicente de Chucurí) y Puerto Boyacá (Boyacá).
21 Carlos Medina documenta la primera fase de este movimiento, nacido en 1983, que tuvo como epicentro a Puerto
Boyacá y como líder más destacado a Pablo E. Guarín. Ver Carlos Medina G., Ob. Cit.
22 Particularmente podría considerarse como una “reedición en negativo” del gran paro cívico del nororiente,
ocurrido en 1987.
23 En contraste, en 1996 y 1998, las organizaciones campesinas habían solicitado al Estado el desmonte de los grupos
paramilitares; la realización de investigaciones para esclarecer los nexos de estos grupos y miembros activos de las
Fuerzas Militares; el respeto y la protección de los derechos humanos; su reconocimiento como ciudadanos con
derechos y deberes, etc.
fundo, con este intento se quería advertir sobre macía de cada bando era transitoria26. Esta situa-
la dimensión política de la guerra llevada a cabo ción había quebrado la unidad político-adminis-
contra la subversión y mostrar el amplio apoyo trativa de los municipios y, en distinto grado,
social acumulado alrededor de la estrategia había subordinado las organizaciones comunita-
paramilitar. rias, los gobiernos civiles y las actividades de los
No obstante, debe advertirse que en el trans- partidos políticos a las decisiones de los grupos ar-
curso de tres años de guerra (1997-1999) ciertas mados dominantes en cada localidad.
diferencias sociales y políticas de la población
del sur de Bolívar, manifestadas en el apoyo a al- L O S P R OTA G O N I S TA S D E L A S
guno de los bandos enfrentados, se habían he- MOVILIZ ACIONES
cho cada vez más evidentes. Los habitantes de las Como se dijo, el grupo humano que protago-
zonas más distantes y marginadas (colonos y nizó estos hechos era heterogéneo y materializa-
campesinos) parecían identificarse con la guerri- ba en el terreno civil y político la posición
lla, y los residentes de los “cascos” urbanos más defendida por las AUC, en el sentido de oponer-
cercanos, a los paramilitares. Pero, obviamente, se por todos los medios a la celebración de la
la delimitación de estas diferencias ideológicas Convención en el Magdalena Medio. El balance
no era excluyente o, en todos los casos, producto posterior de la respuesta de estos habitantes a la
de decisiones y actos individuales libres o volun- decisión presidencial puede calificarse como
tarios; muchas veces en su concreción habían “eficaz” en el sentido de que la mayoría de las ve-
análısıs polítıco nº 52

desempeñado un papel importante las relacio- ces se adelantó a la publicación oficial de la de-
nes de poder y las amenazas de muerte. Además, claración de la zona de encuentro27; concentró
estas diferencias políticas tenían una traducción por momentos la atención del alto Gobierno y la
más acertada en ciertas zonas donde existía una Unión Europea, que apoyaba los acercamientos
24
verdadera división ideológica del espacio . de paz; impulsó un proceso organizativo de las
En el territorio de estos municipios eran claras “elites” locales en la mayor parte del Magdalena
[38] las diferencias entre las cabeceras municipales y Medio28 y provocó una corriente de opinión a ni-
los corregimientos. Los paramilitares dominaban vel regional y nacional que se identificó con la
29
ampliamente las primeras, mientras que la guerri- posición de los manifestantes .
lla era relativamente fuerte en los segundos, espe- Durante las sucesivas jornadas de paro y movi-
cialmente en aquellos que se encuentran en las lización, los organizadores (Asocipaz y la Asocia-
partes más altas de la serranía de San Lucas y don- ción No al Despeje) se tomaron las cabeceras de
de existían yacimientos de oro o pequeñas planta- los principales municipios del sur de Bolívar
ciones de coca25. Con todo, parecía crecer la (San Pablo, Santa Rosa, Simití y Morales); man-
franja de territorio en disputa en la que la supre- tuvieron reunida a la población, que voluntaria-

24 Ciertamente, algunas zonas del sur de Bolívar están segmentadas socialmente por grupos que se oponen
rotundamente o apoyan las negociaciones con la guerrilla. Estas divisiones tienen origen en el poblamiento de la
zona y las luchas sociales por la tierra que se han vivido allí desde mediados del siglo XX. Una reedición de estos
conflictos puede hallarse en el proceso de constitución de la zona de reserva campesina del valle del río Cimitarra.
Ver, por ejemplo, Asociación del Valle del Río Cimitarra, “El valle del río Cimitarra y el Magdalena Medio: una
región victimizada por el Plan Colombia y el paramilitarismo de Estado”. En este artículo se hace explícita la
posición de uno de estos sectores sociales y políticos con aspiraciones hegemónicas en el sur de Bolívar.
25 Durante mucho tiempo se sostuvo que los enfrentamientos entre guerrilla y paramilitares ocurrían en las zonas
(corregimientos y veredas) donde existían grandes cultivos de coca; no obstante, se puede interpretar también
que el auge de estos cultivos ocurrió inmediatamente después del arribo de las AUC al sur de Bolívar. Este último
argumento relativiza la opinión sostenida por las Fuerzas Militares, según la cual la disputa por las zonas
productoras de cultivos ilícitos ha sido el principal objetivo de los grupos irregulares. Podría pensarse incluso que
las AUC han sustituido y ampliado las funciones que antes cumplían los carteles de la droga, y la posibilidad de
enriquecimiento rápido ha sido un señuelo en el proceso de reclutamiento de sus “comandantes” locales.
26 Esta franja se prolonga a lo largo de las estribaciones orientales de la serranía de San Lucas desde Cantagallo, en
el sur, hasta Arenal, en el norte.
27 Testimonio de habitantes de Simití y San Pablo.
28 La gran excepción fue Barrancabermeja.
29 Ver, por ejemplo, “Preocupa a bumangueses zona de encuentro para ELN”, en Vanguardia Liberal, 16 de febrero de
2001, p. 3A.
coyuntura
mente o por coacción se disponía a ir a las mar- una inspiración fundamentalmente campesina,
chas; organizaron comités de vigilancia y distri- tal como ocurrió en 1998 con el éxodo que llegó
bución de alimentos; arengaron o intimidaron a a Barrancabermeja; por el contrario, en este caso
los asistentes y controlaron totalmente el trans- sí se hicieron presentes distintos tipos de pobla-
porte fluvial y terrestre. Según distintos testimo- dores rurales, los gobiernos locales, el sector co-
nios, estas acciones fueron adelantadas con el mercial, los empresarios, y la clase política tuvo
apoyo vedado o abierto de hombres armados un papel protagónico32.
que se identificaron como integrantes de las
30
AUC . LAS RAZONES DE OPOSICIÓN A LA CONVENCIÓN
Casi simultáneamente, las autoridades y los La mayor parte de la población residente en
sectores económicos y sociales influyentes de las cabeceras municipales tenía razones particu-
otros municipios de Cesar y Santander hicieron lares para oponerse a la celebración de la Con-
pública su solidaridad con la movilización; así, por vención Nacional en el sur de Bolívar. Temían
ejemplo, en Bucaramanga se creó el Comité de que este suceso trastocara su vida cotidiana, limi-
Apoyo al sur de Bolívar que reunía a reconocidos tara su libre movilidad y afectara sus intereses po-
políticos y a representantes de Fedegan, líticos y económicos. Todo esto tenía una
Fedegasan, Camacol, Andi, Cotelco, Palmicultores especial importancia en una zona donde comen-
de Santander, etc. Con estos apoyos, la opción zaba a dominar la economía ilícita de la coca
paramilitar parecía tener un amplio soporte social (ver tabla 1) y los paramilitares recibían una

análısıs polítıco nº 52
a nivel regional, y esto alentaba a los promotores aceptación subrepticia.
de las marchas para ser cada vez más ambiciosos Como se anotó, la oposición más fuerte era
31
en sus pretensiones políticas . la encabezada por las elites locales, compuestas
Es obvio entonces que quienes con mayores por comerciantes, transportadores, líderes polí-
argumentos se oponían a la celebración de la ticos, ganaderos y los nuevos empresarios agrí-
Convención en el sur de Bolívar no eran simple- colas (palmicultores y productores de lácteos).
mente campesinos, como reiteradamente lo die- Para este grupo, las contradicciones con la gue- [39]
ron a entender los medios de comunicación. rrilla eran claramente ideológicas. A esto se
Para comenzar, los dirigentes de Asocipaz y de agregaba su repudio a los métodos de
“No al Despeje” eran políticos locales que se financiación de los insurgentes (“impuestos” a
mantenían en sus cargos debido al fuerte apoyo la producción, secuestro de personas y la apro-
que recibían de las elites de sus municipios. A su
vez, estas elites eran el grupo social básico que tabla 1
impulsaba y mantenía las movilizaciones de pro- Extensión de los cultivos de coca en el sur de Bolívar
testa; entre sus integrantes se contaban ganade- año número de porcentaje de
ros, comerciantes, transportadores, medianos y hectáreas va r i a c i ó n
grandes cultivadores de coca, etc. Los campesi- 1992 3.400
nos que participaban en los bloqueos de vías 1993 2.300 -32,35
eran trabajadores de fincas o pescadores; había 1994 2.000 -13,04
también “raspachines” de coca, pobladores “ur- 1995 2.100 5,00
banos” y funcionarios de las alcaldías que por 1996 2.200 4,76
distintas razones se mantenían coyunturalmente 1997 2.500 13,63
unidos al movimiento de oposición “al despeje”. 1998 3.500 40,00
Esto, sin contar con el respaldo indirecto de em- 1999 5.897 68,50
presarios y políticos de otros municipios y ciuda- 2000 5.960 1,06
des del Magdalena Medio. 2001 6.149 3,17
En conclusión, estas movilizaciones no tenían Fuente: Proyecto SIMCI.

30 Según algunos testimonios, en Morales un jefe de las AUC, “El Llanero”, reunió a la población para organizar las
marchas de oposición a la Convención.
31 El presidente de Fedepalma llegó a anunciar la paralización de las inversiones de palma africana previstas en el sur
de Bolívar. “Nuevo despeje frena inversión en palma”, en El Universal, 7 de febrero de 2001, p. 2A.
32 En 1998 fue reiterada y visible la negativa de los sectores políticos y sociales dominantes a participar en el éxodo
campesino a Barrancabermeja. Ver, por ejemplo, “Campesinos rechazan orden de paro del ELN”, en Vanguardia
Liberal, 8 de julio de 1998, p. 4D.
piación de ganado)33 y la suposición de que la eficiente o bloquearían el funcionamiento del
Convención significaría un retroceso en sus in- circuito de la producción y procesamiento de la
35
tenciones de integración política y económica coca .
al resto del Magdalena Medio. Se sabía que en los puntos de negociación
Para esta elite, la creación de una zona desmi- entre el ELN y el Gobierno Nacional se contem-
litarizada suponía una tardía legitimación de la plaba un ambicioso programa de inversión so-
dominación de la guerrilla, no solo en el sur de cial, apoyado por la Unión Europea, y se
Bolívar sino en todo el Magdalena Medio, con la pondría en marcha un proyecto de erradicación
36
amenaza adicional de que el ELN se encontraría de cultivos ilícitos . Estas iniciativas tendrían
muy cerca de importantes ciudades como hondas repercusiones para los habitantes del
Barrancabermeja, Aguachica y Bucaramanga, sur de Bolívar, quienes dependían cada vez más,
epicentros de la actividad económica de un vasto directa o indirectamente, de la economía de la
sector del oriente del país. Además, se temía que coca37. Además, los pobladores temían que el
se pusiera en riesgo la producción y el suminis- despeje sirviera de excusa para aumentar el re-
tro de petróleo de Ecopetrol en Casabe (Yondó) clutamiento de jóvenes para las filas insurgentes
y Cantagallo34 . o facilitara las retaliaciones de la guerrilla con-
De otra parte, existía ya cierto grupo de “em- tra aquellos que, por distintas razones, habían
presarios” de la coca que debían su prosperidad apoyado o se habían mantenido callados ante la
económica a la protección que recibían, bási- entrada de los paramilitares; también contra
análısıs polítıco nº 52

camente, de los grupos paramilitares y a la quienes habían llegado o retornado luego de la


38
complicidad de las autoridades de control entrada de éstos .
(ejército y policía) con respecto a la entrada Al mismo tiempo, los gobiernos municipales
de precursores químicos para el procesamien- se veían amenazados por el poder que adquiriría
to del alcaloide. Este negocio funcionaba bien la guerrilla, como efectivamente se habían visto
en condiciones de clandestinidad y en espacios perjudicados sus intereses en las elecciones de
[40] donde era posible garantizar –a través del so- 1997. Además con el “despeje” se crearían
borno, la corrupción de las autoridades o el “veedurías populares” y la guerrilla intentaría
pago de cuotas a los grupos armados– el tránsito resquebrajar las redes electorales que habían sus-
de insumos, el desplazamiento de trabajadores tentado en el poder a muchos alcaldes del sur de
(raspachines), la instalación de “laboratorios” de Bolívar. También, pensaban que se le facilitaría a
procesamiento y la salida de la mercancía a otras la guerrilla avanzar en sus planes estratégicos de
zonas del país. En estas circunstancias, la instala- consolidar un “poder popular” en contravía di-
ción de una zona para la Convención suponía, recta a los presupuestos del proceso de descen-
paradójicamente, un verdadero control del Esta- tralización e, incluso, de algunas garantías
do y una presencia más cercana de instituciones constitucionales. El ELN aspiraba a participar en
nacionales e internacionales que harían menos la construcción de un nuevo orden constitucio-

33 Según algunos testimonios, durante los años ochenta, el ELN echó a perder un acuerdo entre el Fondo Ganadero
de Santander, Ecopetrol y los campesinos para el levante de ganado vacuno en San Pablo con la imposición de
“vacunas” y la proliferación de amenazas a los productores.
34 Esta producción se calculaba en 12.400 barriles de crudo diarios; más 2 millones de pies cúbicos de gas.
35 En febrero de 2001, durante la “Operación Simón Bolívar”, el ejército desmanteló en San Blas (Simití) cinco
laboratorios que procesaban cerca de cinco mil kilos de base coca al mes. Estos laboratorios eran propiedad de las
AUC. Ver “Destruyen fortín de las AUC”, en El Universal, 17 de febrero de 2001, p. 2A.
36 Se comenzaba a perfilar lo que sería el primer “Laboratorio de Paz” en el Magdalena Medio. Ver, por ejemplo,
“Sustitución de cultivos”, en Vanguardia Liberal, la página Magdalena Medio, 15 de enero de 2001, p. 6B.
37 Según información de la Gobernación de Bolívar, se producen 15 toneladas anuales de base de coca en los siete
municipios del sur del departamento. De acuerdo con datos no oficiales, esta producción alcanza las 34 o 35
toneladas anuales.
38 Según Codhes, entre 1999 y 2001, cerca de 26.000 personas fueron desplazadas a la fuerza de los municipios del
sur de Bolívar y el valle del río Cimitarra. Oficialmente se calcula que la población actual de esta zona asciende a
173.259 habitantes, es decir, se ha desplazado a cerca del 15% de este total.
coyuntura
nal, y los municipios del sur de Bolívar podrían EL NACIMIENTO DE ASOCIPAZ Y SUS RELACIONES
servir de “laboratorio” para este proyecto39. CON EL ESTABLECIMIENTO
Finalmente, aunque sucesivamente dos comi- Según distintos testimonios, el movimiento
sionados de paz habían insistido en que esta ex- que se oponía a la Convención tenía un fuerte
periencia sería distinta a la ensayada en el respaldo de los gobiernos municipales, reunidos
42
Caguán (con las FARC), en opinión de muchos en Asosur , de la Gobernación de Bolívar y de al-
habitantes todavía no eran públicas ni precisas gunos funcionarios del estado central, concreta-
sus características40. De alguna forma, esta incer- mente del Ministerio del Interior. La forma rápida
tidumbre justificaba la protesta ante el Estado y como reaccionaron los opositores a la decisión
la guerrilla que, en opinión de muchos, tomaban del Gobierno, antes de que ésta fuera dada a co-
decisiones sobre el territorio de estos municipios nocer a la opinión pública, el tipo de
41
sin consultar previamente a los habitantes . Cier- movilizaciones regionales que protagonizaron y
tamente, muchos sectores sociales mostraban en los resultados que obtuvieron durante los proce-
la práctica que no se sentían representados o no sos de negociación, serían las pruebas más claras
entendían a fondo las reivindicaciones naciona- de la estrecha relación entre esferas de poder en
listas de los herederos del cura Pérez. el orden local y nacional43. Además, las fuerzas mi-
En otras palabras, más allá de las justifica- litares reaccionaron de forma inusualmente tran-
ciones ideológicas y las consideraciones estra- quila y no impidieron la reiterada organización
tégicas del conflicto armado, era evidente que de movilizaciones y bloqueos de vías, aun cuando

análısıs polítıco nº 52
la celebración de la Convención lesionaría mu- existían indicios de que los paramilitares y los
44
chos intereses particulares que apenas unos narcotraficantes las apoyaban activamente .
meses atrás se habían visto fortalecidos o reva- Como se dijo, era claro que el comportamien-
lidados con la instauración del orden para- to de las facciones partidistas de la zona y los go-
militar. También podía interpretarse que la biernos municipales frente a las movilizaciones
Convención constituiría un atentado contra el de oposición a la Convención tenía como refe-
orden económico forjado por el circuito de la rente los drásticos cambios en las relaciones de [41]
coca y, en el terreno político, podía significar poder ocurridos en el sur de Bolívar desde
45
el menoscabo del ordenamiento institucional 1997 ; sin embargo, la consecuencia más impor-
emanado de la Constitución de 1991. Se pre- tante de las movilizaciones organizadas durante
sentaba así una suerte de imbricación regional 2000 y 2001 fue la constitución de Asocipaz
entre elementos ilegales o exteriores a la como una organización de carácter regional y ci-
institucional formal y componentes legales o vil que intentó canalizar políticamente los efec-
legítimos dentro del ordenamiento tos de las protestas. En efecto, esta organización
institucional que dieron soporte y aliento a se proclamó como la representante de las comu-
esta serie de protestas y movilizaciones. nidades del sur de Bolívar46 y en esta condición
39 El uso del mismo término “laboratorio” por parte del ELN y los embajadores de la Unión Europea ayudó a crear
cierta confusión entre los habitantes del sur de Bolívar.
40 Dado que las FARC mantienen presencia en esta zona, solicitaron también hacer parte de la mesa de negociación
de la Convención Nacional.
41 Estas decisiones eran claras dentro de la negociación directa entre el Gobierno y el ELN, pero no eran de dominio
público en el Magdalena Medio.
42 Esta asociación de municipios se había creado unos años atrás. Ver “Los municipios del sur de Bolívar se
asociaron”, en Vanguardia Liberal, 26 de agosto de 1996, p. 2B.
43 Testimonio de pobladores de San Pablo y Simití.
44 Así lo declaró el alto comisionado de paz, Camilo Gómez, en febrero de 2001: “[...] todo mundo conoce con
claridad la interferencia del narcotráfico y del paramilitarismo en el problema de la zona en el sur de Bolívar. Eso
es claro y preciso. El país no se puede privar de un proceso de paz por cuenta de factores agravantes como esos
[...]”. Tomado del periódico El Universal, 6 de febrero de 2001, pp. 1A y 9B.
45 Otro antecedente de importancia en la indisposición entre elites locales y guerrilla puede rastrearse en la historia
de la explotación de minas de oro en la serranía de San Lucas. Al respecto hay algunas referencias, por
ejemplo,“El líder del sur de Bolívar”, en El Universal, 12 de febrero de 2001, p. 4B.
46 En realidad, Asocipaz estaba compuesta por dos delegados de 24 municipios de distintos departamentos del país
(sin unidad ni continuidad territorial) y en este sentido podía ser considerada como una expresión nacional antes
que específica del sur de Bolívar.
comenzó a desempeñar un papel de interlocutor de todas las elites locales, la de Santa Rosa del
frente al Estado en asuntos de inversión social y Sur, parecía consolidar su protagonismo regio-
de desarrollo. Incluso se presentó como la nal. Prueba de todo lo dicho es el texto del
abanderada de causas que no protagonizó; por acuerdo final entre el Gobierno y los “campesi-
ejemplo, las movilizaciones campesinas de 1996 nos” representados por Asocipaz:
y el éxodo a Barrancabermeja en 1998.
Paradójicamente, Asocipaz mostró una organi- el gobierno nacional y los campesinos
zación interna muy débil. Sus principales sedes d e l s u r d e b o l í va r , s u r d e l c e s a r , m a g d a -
fueron los municipios de Santa Rosa del Sur y San l e n a m e d i o s a n t a n d e r e a n o , b a j o c au c a ,
Pablo, en los cuales fue representada públicamen- nordeste antioqueño y nordeste
te por unas pocas personas (entre ellas Celso nortesantandereano, declaran:
Martínez). En otros municipios como Morales o 1 Que la paz es un valor supremo de la nación. Es
Cantagallo su presencia directa fue menos visible. un derecho y es un deber de obligatorio
En esencia, su organización en el sur de Bolívar cumplimiento, que vincula a todos los ciudadanos
consistió en una división estratificada por células y al Gobierno.
o núcleos municipales que tenía una dirección 2 Que la construcción de la paz por parte del Estado
centralizada en Santa Rosa. Esta situación hace su- debe vincular a la población civil.
poner que muchos de sus impulsores reales deci-
3 Que para ello, los suscritos campesinos nos
dieron mantener un bajo perfil y canalizaron
constituimos en “Asociación Civil para la paz de
análısıs polítıco nº 52

buena parte de su proyección regional y nacional


Colombia, Asocipaz, y el Gobierno Nacional se
a través del Movimiento No al Despeje. Además,
compromete a promover su organización y donar
el recién creado Bloque Central Bolívar de las
un capital semilla para su adecuado
AUC representó un papel clave al “garantizar” las
funcionamiento.
condiciones de seguridad a los actividades de
Asocipaz y ejercer diferentes grados de coerción 4 Que los espacios para la construcción de la paz en
[42] sobre la población para mantener la movilización Colombia no pueden significar el despeje de la
durante el tiempo que fuera necesario .
47 sociedad civil y ésta debe participar en su diseño.
Aun así, el poder político informal que ejer- 5 Que los campesinos han sido informados que el
cía Asocipaz, y sus promotores sociales, por enci- Gobierno Nacional viene llevando a cabo acuerdos
ma de los gobiernos municipales, se materializó con el Ejército de Liberación Nacional, ELN, para
muy pronto en acciones autoritarias y coactivas. definir los mecanismos que nos conduzcan a una
En los municipios del sur de Bolívar controló la paz negociada, mediante la celebración de una
distribución de bienes y la prestación de servicios Convención Nacional y la negociación con el
(comida, transporte fluvial, etc.), durante la de- Gobierno.
claración de los paros locales y retuvo a la pobla- 6 Que los campesinos han reiterado al Gobierno
ción como medida de presión ante los anuncios Nacional la inconveniencia de una zona de
del “despeje” para celebrar la Convención. En distensión en los cinco municipios del sur de
efecto, en los días de paro las únicas personas Bolívar por sus efectos y coletazo tanto en la
que pudieron movilizarse libremente por la re- región misma como en el área de incidencia.
gión eran los líderes de Asocipaz o aquellas que 7 Que los suscritos campesinos consideran su deber
estaban organizadas en comités y contaban con actuar como protagonistas en el proceso en curso,
el permiso de los paramilitares. Además algunos para que con su intervención sea posible dar vida a
alcaldes y funcionarios locales (Morales, Santa una zona de convivencia, por el respeto a la vida,
Rosa, Arenal) se involucraron en los paros y blo- la libertad y el reencuentro para la reconciliación
queos de las vías o sirvieron de intermediarios de los colombianos.
entre los marchistas y el Gobierno central.
8 Que por tal virtud, el Gobierno se compromete a
Con todo, Asocipaz y sus promotores hicieron
crear un espacio de interlocución entre el Estado y
un gran esfuerzo para mostrar al Gobierno Na-
el ELN.
cional que contaban con una base social que po-
dían movilizar en cualquier momento en defensa 9 Que para estos efectos, los campesinos solicitan el
de una causa que favorecía el orden reciente- acompañamiento y una verificación nacional e
mente impuesto. Al mismo tiempo, la más activa internacional.

47 Algunos testimonios mencionan el asesinato de personas sospechosas de ser “infiltradas” de la guerrilla, durante
las jornadas de bloqueos de vías.
coyuntura
10 Que organizados como Asociación, los campesinos conocimiento oficial; todo esto lo hacían sin un
se darán un Directorio con adecuada gran desgaste, a través de Asocipaz49, y con resulta-
representación regional, cuya sede será el dos más efectivos que los conseguidos por los
municipio de Santa Rosa del Sur, departamento de campesinos del éxodo50.
Bolívar. El Gobierno ofrecerá garantías para su
funcionamiento y movilización. EL INTENTO DE CONSTRUIR UN MOVIMIENTO
11 Que a partir de la fecha se define la puesta en CONTRAINSURGENTE
marcha de las mesas de trabajo sobre inversión Con el Acuerdo de Aguasclaras, Asocipaz logró
social, para evaluar los puntos del pliego de un reconocimiento institucional que no alcanzó
peticiones campesinas, que deberán instalarse en el de la Mesa de Voceros Campesinos del éxodo
Santa Rosa del Sur el próximo 22 de febrero. Estas en un proceso más largo y dramático51. Su pro-
mesas deberán evaluar los acuerdos de las marchas puesta de injerencia en el desarrollo operativo de
campesinas de 1996 y 1998. la Convención y la negociación entre el Gobierno
y el ELN fue aceptado por el ministro del Interior,
Dado en Aguasclaras, Aguachica, sur del Cesar,
lo mismo que su petición de obtener la realiza-
primer municipio modelo de paz en Colombia,
ción de obras de desarrollo, en contraprestación
el 17 de febrero de 2000.
de su reconocimiento a la creación de una zona
de distensión en el sur de Bolívar. Muy pronto se
De los sucesos de Aguasclaras se puede con- instalaron las mesas de trabajo para determinar el

análısıs polítıco nº 52
cluir que Asocipaz fue el espacio en el que se “plan de inversión social” para la Zona de Convi-
aglutinaron temporalmente distintos e importantes vencia; Asocipaz actuaba allí como único interlo-
52
sectores de la población civil dentro de un proyec- cutor del Gobierno central .
to contrainsurgente y, gracias a esto, alcanzaron Con todo, entre abril de 2000 y mayo de
un alto nivel de coordinación política y social de 2001, se hicieron dos nuevos intentos por deli-
sus actividades en todo el Magdalena Medio. No mitar la zona desmilitarizada para la Convención
y dar inicio a las negociaciones “bilaterales”. En [43]
es azar que el término Convención Nacional, lar-
gamente estudiado y publicitado, fuera sustituido abril, el gobierno de Pastrana y la cúpula del
de la noche a la mañana por el de Zona de Convi- ELN acordaron el despeje de tres municipios:
vencia, luego de los acuerdos de Aguasclaras; con San Pablo, Cantagallo y Yondó. Éstos serían los
este cambio se daba reconocimiento a otro tipo últimos intentos, luego de descartar la inclusión
de injerencia de la población civil local en la ne- de Simití y Santa Rosa dentro del espacio cedido
48
gociación con el ELN . Igualmente, mediante el temporalmente al ELN. Igualmente, en estas
recurso a las movilizaciones, las AUC se estaban oportunidades “todo” el Magdalena Medio se
53
jugando a fondo una carta política para recibir re- alzó para oponerse a esta decisión . Asocipaz

48 Esta organización pensaba representar los intereses más débiles del orden social a escala nacional; sin embargo,
los intereses más poderosos en el orden regional respaldaban directa o indirectamente el proyecto de las AUC.
49 Pese a las declaraciones públicas de algunos de los principales líderes de Asocipaz y de “No al Despeje” (Celso
Martínez, Carlos Clavijo, Lincoln Castilla, Eliseo Acevedo) no les fue posible demostrar su distanciamiento o
independencia frente a las AUC. Incluso uno de ellos, Leonel Uribe, secretario de Gobierno de Yondó y,
posteriormente, personero de Sabana de Torres, llegó a reconocer frente al procurador general de la Nación que
era integrante de las AUC.
50 La construcción de la moderna carretera en el eje Cerro Burgos-Simití-Santa Rosa es una prueba contundente de
la efectividad y las limitaciones de la acciones de Asocipaz, a través de la combinación de la protesta y las
relaciones con distintos funcionarios o instituciones del Estado. Esta carretera se construyó en una zona rodeada
de ciénagas y humedales, y se encuentra actualmente aislada de la red vial que comunica al Magdalena Medio
con el resto del país.
51 La “Mesa de Voceros” fue la organización que representó a las organizaciones campesinas durante el éxodo de
1998 a Barrancabermeja.
52 Durante estas jornadas, Asocipaz pidió al Gobierno reconocimiento como legítimo representante de las
comunidades en lo referente a la inversión social en la zona minera de Santa Rosa, Arenal y Río Viejo. De esta
forma desconocía el trabajo anterior realizado por la organización Asoagromisbol.
53 Las organizaciones sociales, las instituciones y el gobierno de Barrancabermeja, lo mismo que el gobernador de
Santander, Miguel Jesús Arenas, fueron los únicos sectores políticos que respaldaron esta decisión presidencial.
El gobernador de Bolívar, Miguel Raad H., la aceptó a regañadientes.
modificó su posición de aceptar un despeje con- Como se mencionó, otro hecho significativo
dicionado y declaró que no lo aceptaría bajo nin- fue la conformación de la Asociación “No al Des-
54
guna circunstancia . peje”, que agrupó a sectores sociales y políticos de
Así, en mayo y en junio de 2000 se realizaron cerca de 40 municipios de todo el país59. De he-
nuevamente bloqueos a las principales vías de co- cho, fue este movimiento el que encabezó, junto
55
municación , y los grupos paramilitares rodearon con Asocipaz, las negociaciones con el Gobierno,
el territorio de los tres municipios por despejar. Se realizadas en el sector de Lizama (Santander) y
amplió a todo Santander, Bolívar y Cesar el movi- Puerto Boyacá (Boyacá) en mayo de 2000, y que
miento de oposición a las negociaciones con el condujeron nuevamente a la clausura de las posi-
ELN, y después de varios intentos por convencer a bilidades de celebrar la Convención en el sur de
sus detractores, el Gobierno echó nuevamente Bolívar. Se puede decir entonces que a nivel local,
atrás la decisión de celebrar la Convención Nacio- Asocipaz, y a nivel regional y nacional, “No al Des-
nal en el sur de Bolívar56. Esto constituyó un nuevo peje”, fueron las organizaciones políticas a través
triunfo para Asocipaz que seguía declarando en de las cuales, poderosos intereses contuvieron la
público que no se oponía a un proceso de paz con decisión presidencial de negociar con el ELN.
el ELN en otro lugar del país o del exterior57. Se or- Además, estas organizaciones pretendieron ser las
ganizaron manifestaciones en todos los municipios bases del nuevo movimiento social
del sur de Bolívar y se mantuvo la movilización civil contrainsurgente nacido en el Magdalena Medio.
de oposición a la Convención durante semanas. La aparente fortaleza política de este movimiento
análısıs polítıco nº 52

Por ejemplo, en San Pablo algunos habitantes se se mostró en el respaldo que obtuvo de los gre-
tomaron por varios días las sedes de las institucio- mios de la producción de Santander y en el “for-
60
nes gubernamentales; en Morales estuvo a punto zado” paro económico que se mantuvo durante
de ocurrir un enfrentamiento armado entre defen- casi un mes en todo el nororiente colombiano y
sores y opositores a la zona desmilitarizada, situa- que amenazó con lesionar sensiblemente la eco-
61
ción que medió y resolvió el párroco del nomía de esta zona del país .
[44] municipio, y en Yondó hubo una movilización que Dado que en principio no compartían el re-
contó con el apoyo de la Alcaldía e involucró a los curso al taponamiento de vías y al paro de trans-
habitantes de algunos corregimientos donde las porte, los gremios de Santander crearon un
AUC tenían cierto respaldo popular58. “frente unido” que realizó alianzas con sectores

54 De nada sirvió que el ELN prometiera respetar las autoridades civiles y políticas, aceptara la conformación de una
guardia cívica y permitiera el acompañamiento y la verificación del proceso que se llevaría a cabo durante la
Convención. Ver “Gobierno le despejará Yondó, Cantagallo y San Pablo al ELN”, en Vanguardia Liberal, 25 de abril
25 de 2000, p. 3A, e “Incertidumbre en el sur de Bolívar por despeje”, en El Universal, 25 de abril de 2000, pp. 1A
y 2A.
55 Fueron siete los puntos bloqueados sobre la “Troncal de la Paz”: en la Mata y Aguasclaras (Cesar), en Puerto
Araújo y Puerto Parra (Santander), Puerto Boyacá (Boyacá), La Dorada (Caldas) y Honda (Tolima).
56 Esta vez los manifestantes más radicales amenazaron con “tomar las armas” si el Gobierno creaba la zona
desmilitarizada. Por su parte, el Gobierno aseguró que no decretaría ninguna zona de distensión para celebrar
negociaciones con la guerrilla sin antes informar y consultar a la ciudadanía de los municipios afectados.
57 Carlos Castaño propuso realizar la Convención en zonas remotas del departamento de Córdoba o del municipio
de Tiquisio. Con estas propuestas se intentó humillar al ELN.
58 Testimonios de habitantes de San Pablo y Morales.
59 Aunque este movimiento tenía su radio de acción en ocho municipios (Cimitarra, Yondó, Puerto Parra, Puerto
Berrío, Puerto Nare, Puerto Triunfo, Puerto Boyacá y Puerto Salgar) convocó a un grupo más grande de
municipios entre los que se encontraban: 1) de Santander: Sabana de Torres, Puerto Wilches, Zapatoca, San
Vicente de Chucurí, El Carmen, Río Negro y Lebrija; 2) de Norte de Santander, Caldas y Tolima, respectivamente:
La Esperanza, La Dorada y Honda; 3) de Antioquia: Cáceres, Caucasia, Valdiavia, Tarazá, Sonsón y Carepa; 4) de
Cesar: Aguachica, San Martín, San Alberto, La Gloria, Gamarra, Pailitas y Pelaya.
60 Reiteradas veces estos gremios rechazaron los métodos de Asocipaz y de la Asociación “No al Despeje” para
promover su causa; sin embargo, poco a poco fueron radicalizando su posición hasta admitir la posibilidad de
realizar un paro económico por voluntad propia para impedir la celebración de la Convención en el sur de
Bolívar. Ver “Gremios dispuestos a parar por No al Despeje”, en Vanguardia Liberal, 27 de mayo de 2000, p. 3A.
61 Según algunos cálculos, este paro arrojó pérdidas cercanas a los 100 mil millones de pesos en el departamento de
Santander. Ver “El Congreso buscará un acuerdo para el despeje”, en Vanguardia Liberal, 21 de junio de 2000, p. 3A.
coyuntura
políticos y económicos de departamentos limí- todos los problemas que esta decisión ha creado. La
trofes, y buscó “mecanismos legales” para presio- industria avícola, la más importante de la región,
nar al Gobierno con el fin de impedir el despeje que genera más de 125.000 empleos en este
de los mencionados municipios. El 24 de mayo departamento, está desapareciendo ante la
de 2000 hicieron pública la siguiente carta: imposibilidad de transportar sus insumos y vender
sus productos. También la industria molinera, los
señor doctor transportadores, exportadores y el comercio estamos
andrés pastrana arango corriendo grave riesgo. Por lo anterior, de no
presidente de la república tomarse una decisión inmediata, la economía del
santafé de bogotá departamento podría abocarse a la quiebra, con
Los gremios de Santander, ANDI, Fenalco, grave incremento del desempleo y sus consecuencias
Cámara de Comercio, Acopi, Camacol, Sociedad en el orden público de la región.
Santandereana de Ingenieros, Sociedad Quinto: Por estas razones, queremos solicitarle,
Santandereana de Arquitectos, Fedegasan, Fenavi, señor presidente de la República, que rectifique la
Lonja de Propiedad Raíz de Bucaramanga, decisión tomada y que se busquen alternativas
Porcicultores de Santander, Sociedad de diferentes para pactar con el ELN, donde se tenga en
Agricultores de Santander, Palmicultores de cuenta y respete la voluntad de las comunidades
Santander, Acicam, Cotelco y los empresarios implicadas.
santandereanos, reunidos en el día de hoy en la Señor presidente, por favor no más ingredientes

análısıs polítıco nº 52
Cámara de Comercio de Bucaramanga, queremos 62
de angustia .
dejar claridad y fijar nuestra posición en referencia
al conflicto que actualmente vive Colombia con la
De esta forma, con el recurso a la moviliza-
nueva zona de distensión proyectada en el
ción social, la protesta y al paro, nacía un movi-
Magdalena Medio:
miento contrainsurgente en el sur de Bolívar
Primero: La paz es la necesidad obligada y más que organizaría una red de apoyo político y eco-
urgente en la reconstrucción de Colombia. Es
[45]
nómico a todo lo largo y ancho del Magdalena
nuestro deseo y decisión participar en cuanto sea Medio. La emulación de los métodos utilizados
necesario para ayudar a lograrla, y por ello vemos en los años anteriores por las organizaciones
muy positiva toda labor encaminada a su búsqueda. campesinas sirvió para alcanzar el reconocimien-
Segundo: Manifestamos nuestro rechazo a la to oficial y la institucionalización de sus reivindi-
zona del despeje en el Magdalena Medio. caciones. El agregado de intereses sociales que
Estratégicamente para Santander y el país, exponer logró polarizar a su favor fue la clave del éxito de
más a Barrancabermeja constituye un riesgo este movimiento.
imposible de asumir, además que el río Magdalena Aun así, entre febrero y mayo de 2001 se
junto con la carretera Troncal de la Paz son las vías reeditó la historia de paros y bloqueos, y los acto-
más importantes de transporte y comunicación de la res volvieron a asumir sus papeles de manera casi
costa Atlántica con el interior del país. idéntica63, sólo que esta vez el Gobierno Nacional
Tercero: Rechazamos los procedimientos fue más lejos y acusó a los dirigentes de Asocipaz64
utilizados hasta el momento con los pobladores del de estar ligados a los intereses de narcotraficantes
65
Magdalena Medio: Yondó, Cantagallo y San Pablo, y paramilitares . Para el Gobierno era evidente
por cuanto el Gobierno adquirió compromisos con que el área sembrada de cultivos ilícitos en el sur
66
el ELN sin tenerlos en cuenta. de Bolívar sobrepasaba las 6.000 hectáreas y los
Cuarto: La situación de Santander es crítica por paramilitares eran mucho más que simples inter-

62 Tomada del periódico Vanguardia Liberal, 25 de mayo de 2000.


63 Esta vez los taponamientos fueron terrestres (sobre la Troncal de la Paz) y fluviales (en el río Magdalena). Fue
significativo que en estos hechos participaron habitantes de algunas comunas de Barrancabermeja y del
corregimiento de El Centro; esto no había sucedido antes.
64 Esta vez Asocipaz intentó mostrar un mayor grado de organización local y regional. Los voceros de esta
organización eran más numerosos y distintos a los que encabezaron las protestas anteriores.
65 Ver “Narcotraficantes y paramilitares financian marchas”, en El Universal, 17 de febrero de 2001, p. 1A.
66 Según el Simci, el área sembrada de coca en el sur de Bolívar, en 2001, era de 6.148 hectáreas; distribuidas en
siete municipios, y especialmente en zonas rurales dominadas por los paramilitares (Santa Rosa y Simití). Ver
Proyecto Simci, Área de cultivos ilícitos de coca, censo 1º. de noviembre de 2001.
mediarios o facilitadores de la comercialización o febrero de 2001; esta posición contrastaba con la
procesamiento de la coca; en realidad, estos gru- mantenida apenas un año antes. Poco tiempo
pos se estaban convirtiendo en sofisticadas estruc- después también Asocipaz parecía flexibilizar
turas clandestinas que organizaban la compra de sus argumentos frente a la posibilidad de reali-
la base de coca, fijaban precios a los productores, zar la Convención71, y por esta razón surgieron
cobraban “tarifas” sobre la misma producción, de- fuertes desacuerdos entre Celso Martínez y Car-
legaban a personas de toda su confianza la com- los Castaño.
pra del alcaloide67, montaban y vigilaban los Sin embargo, en abril de 2001, las AUC volvie-
laboratorios de procesamiento dentro y fuera del ron a lanzar una ofensiva contra los campamentos
sur de Bolívar y sacaban el clorhidrato de cocaína del COCE en el sur de Bolívar; el resultado nueva-
hacia las rutas de transporte internacional68. Eran mente fue la paralización del proceso de negocia-
verdaderos “carteles” en ciernes, que hacían todo ción: el cronograma de conversaciones entre el
esto al amparo de la coacción y del poder territo- ELN y el Gobierno se interrumpió; la guerrilla
rial que poseían. acusó al Ejército y a los paramilitares de actuar
En este contexto, los alcaldes optaron por re- unidos y ser enemigos de la paz; el presidente re-
cobrar cierto protagonismo frente al Estado y la clamó a las Fuerzas Armadas lealtad, y Asocipaz y
comunidad internacional69. A esto contribuyó la “No al Despeje” pidieron al Gobierno buscar otras
situación de creciente agotamiento de los argu- alternativas dado que el ELN no estaba en capaci-
mentos de Asocipaz para oponerse a la negocia- dad de defender la zona que reclamaba para la
análısıs polítıco nº 52

ciones de paz, las fuertes presiones de las AUC, Convención72. Todo esto sucedía mientras se reali-
el descrédito de algunos líderes de Asocipaz y el zaban las primeras fumigaciones a los cultivos de
73
anunció de la Unión Europea de invertir recur- coca en cumplimiento del Plan Colombia . Por
sos significativos para el desarrollo del sur de Bo- todo lo anterior, el ELN suspendió los
70
lívar , Los ojos y las acciones de las Naciones acercamientos con el Gobierno, mientras los opo-
Unidas, de los Estados Unidos y la Unión Euro- sitores a las negociaciones de paz vieron en la
[46] pea estaban puestos en esta zona, y cada vez era ofensiva de las AUC y en la realización de las
más difícil ocultar las razones y los intereses rea- fumigaciones la oportunidad de esgrimir nuevos
les que se movían detrás de las palabras de los lí- argumentos y reafirmarse en su posición.
deres de Asocipaz. Por su parte, los alcaldes Aunque en mayo de 2001 se repitió el juego
intentaban “institucionalizar” el flujo de recursos de los acercamientos entre el ELN y el Gobierno,
y los beneficios que se derivarían de la inversión y ocurrieron paros y bloqueos de vías, el tema
internacional. que más atención despertó fue la aplicación de
En este sentido fue significativa la posición de la política de erradicación forzosa de cultivos
algunos gobiernos locales de mantenerse “al ilícitos (fumigaciones con glifosato) y la puesta
margen” de la organización de las nuevas jorna- en marcha de programas de desarrollo alternati-
das de protesta contra el “despeje”, realizadas en vo en el sur de Bolívar74. De esta forma el Gobier-

67 Distintos testimonios insisten en que las AUC han ahuyentado o eliminado a antiguos y distintos
intermediarios en la comercialización o en el procesamiento de base de coca en esta zona del país.
Desaparecieron los “chichipatos”, los “traquetos” y los “paracaidistas”, nombres dados en algunas zonas del
país a este tipo de intermediarios; los que hoy permanecen en funciones dependen directamente de las AUC o
del llamado “Cartel de Aguachica”.
68 Al mismo tiempo, las AUC ejercían control sobre la gasolina robada a Ecopetrol y su transporte a las zonas
productoras de base de coca.
69 Ver “Alcaldes del sur también tienen voz”, en El Universal, 9 de febrero de 2001, p. 3A.
70 Ver “Europa da apoyo al sur de Bolívar”, en El Universal, 10 febrero de 2001, pp. 1A y 5B.
71 Ver “Apoyo a la marcha del No al Despeje”, en El Universal, 17 de febrero de 2001, p. 5B; “Otro rumbo para la
paz”, en El Universal, 17 de marzo de 2001, pp. 1A y 2A.
72 “Piden congelar la zona de encuentro”, en El Universal, 17 de abril de 2001, pp. 1A y 2A.
73 Las fumigaciones amenazaban con “desestabilizar” la economía del sur de Bolívar.
74 Esto se concretaría poco después en el diseño y la ejecución de proyectos productivos de palma africana, cacao
y yuca industrial apoyados por dependencias oficiales (Plante, Finagro) y entidades como el Programa de
Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (Pdpmm).
coyuntura
no combinaba el componente de coacción con LA FRUSTRADA PROYECCIÓN POLÍTICA
la inversión social en una estrategia de ejecución DE ASOCIPAZ
75
relacionada con el Plan Colombia . De otra par- Esta organización proyectó los intereses de
te, las FARC y el ELN intensificaban su ofensiva los grupos locales dominantes en el sur de Bolí-
contra las AUC y colocaban en peligro la seguri- var en una coyuntura especial que combinaba los
dad de los integrantes de Asocipaz, quienes, ate- esfuerzos de paz entre el Gobierno Nacional y
morizados, demandaron mayor presencia de las una organización insurgente y la ofensiva desata-
fuerzas armadas en las cabeceras municipales76. da por las AUC en un momento en el que busca-
Esta conjunción de hechos y las acusaciones de ban un reconocimiento político equiparable al
corrupción a sus directos, marcaron el ocaso de de la guerrilla79.
Asocipaz. Así, durante todo el año 2000, Asocipaz vivió
En conclusión, la dinámica de movilización un período de fortalecimiento que alcanzaría su
generada por Asocipaz para consolidar un movi- mayor proyección en las elecciones locales de
miento contrainsurgente mostró muy pronto sus octubre80; sin embargo, muy pronto fueron evi-
limitaciones. Entre los factores que agotaron este dentes sus limitaciones como proyecto político.
proyecto se pueden contar: el endurecimiento En mayo, las AUC anunciaron su intención de
del Gobierno Nacional frente a las reivindicacio- intervenir el proceso electoral con el objetivo
81
nes de los marchantes; el reconocimiento oficial de garantizar su “transparencia” . En sus comu-
de la ampliación de los cultivos de coca y el ini- nicados públicos, este grupo irregular pedía a

análısıs polítıco nº 52
cio de las fumigaciones con glifosato; la constan- los candidatos un compromiso real con sus pro-
te interferencia de las AUC en los propuestas y gramas de gobierno; veladamente se otorgaba el
las acciones de Asocipaz; la intensificación de la derecho de vetar o de avalar los candidatos a las
presencia de organismos internacionales (BIP, alcaldías y concejos. Todos los aspirantes, de una
Acnur, PNUD, OIM); la ejecución del Plan Co- u otra manera, debían contar con el visto bueno
77
lombia en su doble versión, militar y social ; el o por lo menos con la indiferencia de las AUC
apoyo de la Unión Europea al proceso de paz y frente a sus intenciones políticas. Esto sucedió a [47]
78
la inversión en programas sociales ; el fortaleci- lo largo y ancho del sur de Bolívar.
miento de la presencia guerrillera en ciertas zo- La concomitancia entre la intención de
nas y el distanciamiento entre algunos gobiernos Asocipaz de fortalecer su propuesta a través del
municipales (Santa Rosa y San Pablo) y los líde- control de los gobiernos municipales y el anun-
res de Asocipaz. Como epílogo se puede decir cio de las AUC de intervenir el proceso electoral
que, para la mayoría de los habitantes consulta- se prestó para lecturas muy polémicas entre los
dos, la presencia institucional y el ascendiente habitantes del sur de Bolívar. De hecho, algunos
político de Asocipaz son hechos del pasado. de los candidatos más cercanos a las propuestas
paramilitares perdieron las elecciones82. Con
todo, otras cuatro situaciones inmediatas contri-
buyeron a minar la hegemonía del movimiento
contra-insurgente: la primera se relaciona con el

75 Eran recursos de la comunidad internacional, la nación y el Plan Colombia. Ver periódico El Universal, 13 de junio
de 2001, p. 5B.
76 Ver periódico El Universal, 5 de noviembre de 2001, p. 2D.
77 La versión social del Plan Colombia en el sur de Bolívar está a cargo de organizaciones como Fupad, AID, ARD y
FIP.
78 Desde 2002 la UE financia el Laboratorio de Paz en trece municipios del Magdalena Medio, con una inversión
cercana a los 15 millones de euros. La Agencia Colombiana de Cooperación (ACCI) y el Programa de Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio (Pdpmm) están encargados de la ejecución del Laboratorio de Paz.
79 Para un recuento teórico y analítico de la relación entre elites regionales, Gobierno Nacional, narcotraficantes y
Fuerzas Armadas durante los procesos de paz, ver Mauricio Romero V., Paramilitares y autodefensas 1982-2003,
IEPRI-Planeta, 2004.
80 En esto Asocipaz imitó la táctica seguida por Acdegam, en el sentido de intentar el control de los gobiernos
municipales. Ver Carlos Medina G., Ob. Cit., pp. 235-236.
81 “AUC pedirán cuentas a candidatos electos”, en Vanguardia Liberal, 15 de mayo de 2000, pp. 1A y 3A.
82 Esto fue claramente lo que sucedió en municipios como San Pablo en 2001.
relativo fracaso de la ofensiva de las AUC contra zar las negociaciones con el ELN. Esta decisión
los frentes guerrilleros existentes en el sur de Bo- fue tomada luego de que el Concejo Municipal
lívar; la segunda tuvo que ver con la negativa del le otorgara al alcalde facultades para tal fin. A los
gobierno de Santa Rosa de someter a “consulta ojos de muchos habitantes, esto contrariaba la
popular” la posibilidad de realizar la Convención posición defendida por Asocipaz frente al Go-
Nacional en la zona rural del municipio, y el re- bierno Nacional, en el sentido de contar con la
chazo rotundo de Asocipaz y de “No al Despeje” opinión popular en un asunto tan delicado, y
a la invitación para asistir a la “pre-convención” además se aproximaba mucho a la oposición
que se realizaría en Ginebra (Suiza); la tercera, mantenida por las AUC ante las negociaciones
se derivó de la reiterada desaprobación a la con- entre el Estado y los grupos insurgentes. Esto de
formación y al funcionamiento de la comisión de alguna manera se confirmó con la negativa de
83
verificación nacional e internacional ; la cuarta Asocipaz y de “No al Despeje” de vincularse
se vinculó a las reacciones que suscitaron los ase- como parte interesada en la reunión de Ginebra,
sinatos de civiles a manos de las AUC. en julio de 2000.
Ciertamente, la gran ofensiva anunciada por Reiteradamente, el movimiento contrainsur-
Carlos Castaño contra los “campamentos de gente propuso la creación de una comisión de
Gabino” en San Pablo, en julio de 2000, fue un acompañamiento y verificación nacional e inter-
fracaso. En la práctica, los frentes de ELN de- nacional en caso de que se creara la zona desmi-
85
mostraron ser más fuertes en el terreno militar litarizada en el sur de Bolívar . Sin embargo
análısıs polítıco nº 52

que sus enemigos. Además las dos guerrillas cuando el ELN aceptó la creación de la mencio-
(ELN y FARC) se unieron en lo operativo para nada comisión y se definió su composición, los lí-
enfrentar a las AUC, de suerte que Castaño no deres de Asocipaz y “No al Despeje” alegaron
cumplió su promesa de “recobrar para la na- dificultades operativas y logísticas para que ésta
84
ción” la totalidad del sur de Bolívar . Este fraca- cumpliera sus funciones. Además, estos mismos
so desalentó las aspiraciones de algunos líderes líderes asumieron posiciones ambiguas con res-
[48] políticos cercanos a Asocipaz y a “No al Despeje”, pecto a la aceptación o el rechazo de los recursos
quienes empezaron a temer por sus vidas y opta- que el grupo de países amigos del proceso de
ron por asumir un perfil más discreto. De otra paz deseaba invertir para el desarrollo social en
parte, ciertas comunidades rurales asentadas en el sur de Bolívar.
la serranía de San Lucas tuvieron un respiro de Por último, los continuos asesinatos de perso-
alivio al comprobar la contención que sufrieron nas que intentaban sacar a riesgo propio pasta
los paramilitares. Incluso, en la dimensión muni- de coca del sur de Bolívar a través de Cerro
cipal, la guerrilla recobró ciertos espacios físicos Burgos86 provocaron en diversos momentos reac-
y de influencia política, perdidos en los años in- ciones colectivas contra las AUC en Santa Rosa.
mediatamente anteriores. En adelante, sucederían hechos que evidencia-
Otro hecho que debilitó a Asocipaz fue la ne- rían el crecimiento de cierta animosidad entre
gativa del alcalde de Santa Rosa, Pastor García, ciertos sectores de la población y las AUC en
de someter a consulta popular el posible despeje Santa Rosa y en otros municipios del sur de Bolí-
de parte del territorio del municipio para reali- var87. La consecuencia más notoria de esta rela-

83 El grupo de países amigos del proceso de paz (Suiza, Francia, España, Cuba y Noruega) conformarían esta
comisión.
84 Cosa distinta sucedió en Barrancabermeja donde los grupos guerrilleros fueron desalojados de las comunas
nororientales y surorientales. Esta ofensiva fue iniciada por las AUC en 1997 y terminó en 2001, dejando cientos
de muertos entre combatientes y civiles.
85 Ver supra punto 9 del acuerdo de Aguasclaras.
86 En Aguachica, el precio de kilo de base de coca es mayor en $3.000 o $4.000. En Santa Marta alcanza el doble del
precio establecido por las AUC en el sur de Bolívar.
87 Algunos de estos hechos son los siguientes: el cobro diferido que hicieron los paramilitares de los costos de las
marchas a los habitantes de algunos municipios; el incendio de un hotel en Santa Rosa, donde residía el
comandante de las AUC; el papel de sicarios que han asumido los integrantes de esta organización para
“solucionar” conflictos entre particulares; el asesinato de un candidato a la alcaldía de San Pablo; las amenazas
de las AUC y el intento de inculpar a la población civil de los reveses militares que han sufrido frente a la
guerrilla, etc.
coyuntura
ción negativa fue el debilitamiento de las pro- ron buenas relaciones con destacados represen-
puestas políticas que dieron vida a Asocipaz y el tantes de los gobiernos centrales de turno. En el
nacimiento de una corriente de opinión que tí- primer caso, fue conocida la estrecha relación
midamente se arriesgaba a cuestionar la “hege- política que sostuvieron Pablo Guarín y el enton-
monía” de los paramilitares en la vida política y ces ministro de Gobierno, Jaime Castro; en el se-
económica de estos municipios. gundo caso fue clave el vínculo de algunos
En síntesis, durante todo 2001 se extendió la líderes de Asocipaz y funcionarios del ministerio
situación de crisis política en el sur de Bolívar del Interior. Sin duda estas relaciones influyeron
dado que el Gobierno Nacional y el ELN persis- en el reconocimiento oficial y en el acercamien-
tieron en su intención de celebrar la Convención to entre las mencionadas organizaciones y el Go-
Nacional en este territorio. Sin embargo, algu- bierno. De otra parte, las dos organizaciones
nos hechos externos marcaron un giro en la si- actuaron contra los grupos guerrilleros
tuación política de la zona: paradójicamente, el “hegemónicos” en sus territorios –las FARC y el
inicio de la ejecución del Plan Colombia atrajo ELN, respectivamente–, y frente a ellos procla-
más presencia institucional (AID, ARD, Fupad, maron una acción social y política integral para
Programa Plante, Red de Solidaridad) y un áni- alcanzar el desarrollo de los municipios90.
mo de inversión social y económica desconocido Sin embargo, en otros aspectos se diferencia-
para sus habitantes; la presencia más activa de or- ron. Asocipaz reunió tanto a políticos liberales
ganismos de las Naciones Unidas (OIM, PNUD, como conservadores, mientras que Acdegam

análısıs polítıco nº 52
Acnur) y la Unión Europea pusieron cierto fre- hizo parte de la corriente oficial del Partido Li-
no a las aspiraciones del movimiento beral y fue excluyente con otros sectores políti-
contrainsurgente, dado que pusieron al descu- cos. Al mismo tiempo, la prédica ideológica de
bierto la situación de violación del DIH e hi- Acdegam contra las FARC estuvo enmarcada en
cieron aún más vulnerable la propuesta los argumentos anti-comunistas, tan conocidos
política de Asocipaz. Otro hecho que opacó el durante los años ochenta; por su parte, Asocipaz
protagonismo de esta organización fue la crea- identificó al ELN con el pasado de pobreza y [49]
ción del Bloque Central Bolívar de las AUC, atraso que conoció el sur de Bolívar durante dé-
que cuenta con una amplia presencia en la zona cadas y, en oposición, se colocó a sí misma en
y tiene una estructura política propia88. una perspectiva de “modernización” y de integra-
ción al resto del país.
CONSIDERACIONES FINALES Con todo, dos hechos fundamentales sepa-
En apariencia, Asocipaz intentó replicar la ran las experiencias de Acdegam y Asocipaz: la
historia de Acdegam en Puerto Boyacá, en el intensificación del conflicto interno y la presen-
sentido de ser una plataforma política y adminis- cia de instituciones internacionales. Ciertamen-
trativa que permitiera alcanzar en el plano te, desde 1998 la guerra asumió una dinámica
institucional legal los objetivos de una organiza- desconocida antes en el país; fue justamente en-
ción irregular. Sin lugar a dudas existen ciertas tonces cuando Carlos Castaño inició su ofensiva
similitudes; por ejemplo, el hecho de que ambas contra el ELN en el sur de Bolívar. Pero tam-
organizaciones hayan nacido utilizando los mis- bién fue ese año cuando el Gobierno Nacional
mos mecanismos que las organizaciones campesi- inició el proceso de negociación con las guerri-
nas habían empleado para llamar la atención del llas e invitó a la comunidad internacional a par-
Estado y tuvieran como objetivo central la crea- ticipar y hacer aportes en el desarrollo del
ción de un bloque político “regional” que se mismo. Esta doble circunstancia impidió que
opusiera a las negociaciones entre el Gobierno Asocipaz repitiera la historia de Acdegam y mar-
Nacional y los grupos guerrilleros89. có un proceso más acelerado de descomposi-
Además, tanto Acdegam como Asocipaz tuvie- ción de su propuesta.

88 Este Bloque cuenta con aproximadamente 5.500 efectivos, está dividido en 27 frentes de guerra y mantiene
presencia en diez departamentos, entre los que se cuentan Bolívar, Antioquia, Santander y Arauca. Además, tiene
una dirección militar a cargo de “Julián Bolívar” y un responsable político, Ernesto Báez; su comandante
“máximo” es Javier Montañez.
89 Cabe destacar que Acdegam se opuso a las negociaciones entre el Gobierno de Betancurt Cuartas y las FARC,
iniciadas en 1984. Ver Carlos Medina G., Ob. Cit., pp. 190-191.
90 Carlos Medina G., ídem., p. 234.
De otra parte, Asocipaz mostró la fragilidad el narcotráfico y que apoyaban al movimiento
de la frontera entre lo legal y lo ilegal dentro contrainsurgente91.
del ordenamiento institucional. Desde una Finalmente, se puede caracterizar a Asocipaz
postura aparentemente civil, esta organización como un fenómeno organizativo encabezado por
desempeñó un papel clave en el rumbo del las elites locales, que buscó con sus manifestacio-
conflicto armado a nivel regional y, a través de nes la inclusión y la aceptación política y econó-
presiones políticas y físicas, se opuso a una de- mica de sectores sociales antes marginados dentro
terminación del Gobierno Nacional. Aunque del statu quo regional, en momentos en que se de-
Asocipaz tuvo como espacio de nacimiento y sarrollaba un proceso de paz entre el Gobierno y
acción a los gobiernos municipales y a las re- la guerrilla. Estas circunstancias explican la acti-
des partidistas locales y regionales, lo funda- tud de estos sectores con respecto a los grupos in-
mental fue que se movilizó para apoyar surgentes y su dependencia frente a las
indirectamente la aspiración de las AUC de ser aspiraciones políticas de las AUC. Esto, además,
tratada de la misma forma que las FARC o el fue perceptible en la relación que mantuvo con el
ELN dentro de un proceso de paz. Además, movimiento “No al Despeje”, nacido en el Magda-
Asocipaz terminó proponiendo y recibió la so- lena Medio y de conducta más radical frente a la
lidaridad de algunas instituciones del Estado, negociación con la guerrilla. Ciertamente, en mu-
para un “modelo de desarrollo” que recogía la chos pasajes Asocipaz parecía subordinada a la di-
visión de los sectores sociales enriquecidos con námica impuesta por “No al Despeje”.
análısıs polítıco nº 52

FE CHA DE RECEPCIÓN: 08/04/2004


FECHA DE APROBACIÓN: 16/05/2004

[50]

91 Es muy posible que estos sectores estuvieron deseosos de dirigir recursos acumulados en el narcotráfico hacia
actividades lícitas, realizando de esta forma una suerte de reconversión productiva en proyectos agroindustriales.
democracia
La ontología de la
“violencia política”:
acción e identidad en
las guerras civiles

la discusión se centrará sobre varios


problemas conceptuales originados por la com-
prensión actual de violencia política, especialmen-
te en lo pertinente a las acciones, motivaciones e
identidades en las guerras civiles. Con frecuencia,

52 51-76
las acciones “en el terreno” resultan estar relacio-
nadas con conflictos locales y privados, más que

2004:nºpágs.
con la confrontación dominante de la guerra. La
disyunción entre las dinámicas de arriba y las di-

análısıs polítıco
námicas de abajo debilitan los supuestos prevale-

análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre


cientes sobre las guerras civiles, que son indicadas
desde dos marcos interpretativos competitivos,
más recientemente descritos como “codicia y
agravio”. En lugar de postular una dicotomía en- [51]
Stathis N. Kalyvas
Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Yale.
tre codicia y agravio, señalo la interacción entre
Stathis-Kalyvas@yale.edu identidades y acciones políticas y privadas. Las
guerras civiles no son conflictos binarios sino pro-
cesos complejos y ambiguos que promueven la ac-
ción “conjunta” de actores locales y, más allá de
los locales, la de civiles y ejércitos cuya alianza re-
sulta en violencia que se agrega y aun así refleja sus
diversas metas. Es la convergencia de motivos loca-
les e imperativos más allá de los locales lo que im-
prime a las guerras civiles su carácter particular –y
con frecuencia desconcertante–, ambivalente entre
lo político y lo privado, lo colectivo y lo individual.

Por lo menos quince personas murieron en


Afganistán cuando pistoleros atacaron un puesto
aislado de policía cerca de Kabul, la capital del
país, en agosto de 2002. La identidad de los
atacantes no pudo ser esclarecida. El jefe de poli-
cía local dijo que los hombres eran talibanes y
partidarios de la organización terrorista al-
Qaeda. Sin embargo, “otras fuentes locales” sugi-
rieron que los hombr es eran ladrones y
1
saqueadores . Esta historia ilustra la pobre cali-
dad de la información en las guerras civiles; tam-
ISSN 0121-4705

1 Gunfight shatters Kabul, BBC News, World Edition,


news.bbc.co.uk/2/hi/south _asia/2178607.stm, 30 de
mayo de 2003.
bién sugiere que las denuncias sobre identidad y tual de las guerras civiles étnicas4 y las llamadas
acción pueden ser auto-manejadas y que la infor- “nuevas guerras” presuntamente motivadas por
5
mación puede ser instrumentalmente manipula- la codicia y el saqueo . El otro marco, que pode-
da por varios actores. En forma menos obvia, mos llamar schmittiano, implica una ontología
deja entrever una percepción informada por mo- de las guerras civiles con base en lealtades y
tivaciones rígidas, categorías binarias enlazadas creencias abstractas de grupo, donde el enemi-
mutuamente con motivaciones exclusivas que los go político se convierte en un adversario priva-
atacantes pudieron haber tenido, ya sean éstos do solamente en virtud de una previa enemistad
talibanes o ladrones, y sus motivos pudieron ha- colectiva e impersonal. La enemistad impersonal
ber sido “políticos” (si fueron talibanes) o “priva- y abstracta que Carl Schmitt pensó era el rasgo
dos” (si fueron ladrones). Pero los pistoleros esencial de la política6 hace eco de la percepción
pudieron haber sido ambos, ladrones y talibanes de la guerra de Rousseau, no como de “hombre
–simultáneamente o por secuencia, dependien- a hombre” sino de “estado a estado”. Los indivi-
do del contexto. De igual forma, su violencia duos, proclamaba Rousseau, sólo eran enemi-
7
pudo haber sido dirigida tanto política como pri- gos por accidente, y luego sólo como soldados .
vadamente. En contraste con la tesis hobbesiana, que da
El anterior episodio compendia algunos de prelación a la esfera privada en exclusión de la
los problemas con nuestra actual comprensión política, la schmittiana recalca la naturaleza
de las guerras civiles, particularmente nuestra fundamentalmente política de las guerras civi-
análısıs polítıco nº 52

interpretación de las identidades y acciones de les y sus procesos concomitantes; informa sobre
8
los actores junto con sus alianzas y motivos, y interpretaciones de guerras civiles tradicional-
nuestra presunción sobre la violencia de la gue- mente “ideológicas” o “revolucionarias”, como
rra. Las percepciones prevalecientes son infor- también argumenta sobre guerras civiles étnicas
madas desde dos marcos interpretativos y “violencia intra-comunal” que pone de relieve
competitivos, típicamente yuxtapuestos en una fuertes creencias, enemistad de grupo y antipa-
[52] dicotomía: más recientemente, como “codicia y tía cultural9.
2
agravio” . El primero es de inspiración En lugar de proponer una dicotomía de codi-
hobbesiana, recalcando una ontología de gue- cia y agravio, yo señalo la interacción entre las
rras civiles caracterizada por el quebrantamien- identidades y las acciones políticas y privadas.
to de la autoridad y la subsiguiente anarquía. Voy a comenzar resaltando una observación sim-
En esta visión, que se remonta a Tucidides, las ple aunque parece ser tan común como teórica-
guerras civiles fomentan la privatización de la mente marginada: las guerras civiles no son
violencia, trayendo de frente, en un estilo vir- conflictos binarios sino procesos complejos y am-
tualmente aleatorio, todo tipo de motivaciones biguos que fomentan una aparente mezcla masi-
en lo que es una “guerra de todos contra to- va aunque variable de identidades y acciones, al
dos”3. Esta tesis influye en la comprensión ac- punto de ser definida por esa mezcla. Dicho de

2 Paul Collier y Anke Hoeffler, Greed and grievance in civil war, Centre for the Study of American Economies Working
Paper Series, 2002-0l.
3 Jonathan J. Price, Thucydides and Internal War, Cambridge, Cambridge University Press, 2001, p. 29.
4 John Mueller, “The banality of ethnic war”, en International Security, nº 25, 2000, pp. 42-70. Barry Posen, “The
security dilemma and ethnic conflict”, en Survival, nº 35, 1993, pp. 27-47.
5 Mary Kaldor, New and Old Wars: Organized Violence in a Global Era, Stanford, Stanford University Press, 1999. David
Keen, “The economic functions of violence in civil wars”, en Adelphi Paper, No 320, London, Oxford University
Press, International Institute for Strategic Studies, 1998.
6 Carl Schmitt, The Concept of the Political, George Schwab, New Brunswick, N.J., Rutgers University Press, 1996.
7 Ingrid Detter De Lupis, The Law of War, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.
8 Gabriele Ranzato, “Un evento antico e un nuovo oggetto di riflessione”, en Ranzato Gabriela, Guerre fratricide: Le
guerre civili in eta contemporanea, Torino, Bollati Boringhieri. Norberto Bobbio, “Guerra civile?”, en Teoria Politica, 1-
2, 1992, pp. 297-307. Stanley G. Payne, The Franco Regime, 1936-1915, Madison, University of Wisconsin Press,
1987.
9 Ashutosh Varshney, “Nationalism, ethnic conflict, and rationality”, en Perspectives on Politics, 1:1, pp. 85-99, 2003.
Donald Horowitz, Ethnic Groups in Conflict, Berkeley, University of California Press, 1985.
democracia
otra forma, la ambigüedad ampliamente observa- drán acciones que son simultáneamente am-
da es fundamental más que incidental a las gue- bos; por otra parte, las bases empíricas de las
rras civiles; un asunto de estructura más que de interpretaciones schmittiana y hobbesiana pue-
ruido. La fuente teórica de esta observación se den ser con frecuencia un cúmulo de datos
remonta a la disyunción entre identidades y ac- parcializados e incompletos como también
ciones a nivel central o de la elite por una parte, demasiado agregados. Hago énfasis en las
y a nivel local o masivo por la otra. Esta disyun- trampas de pasar por alto evidencia importan-
ción toma dos formas: primero, las acciones “en te sólo porque no es fácilmente sistematizada.
el terreno” que con frecuencia parecen más rela- En ciertos campos de la investigación, la reco-
cionadas con los asuntos locales o privados que lección de datos confiables y sistemáticos a nivel
con la confrontación dominante de la guerra; se- masivo es extremadamente difícil si no imposi-
gundo, los actores individuales y locales toman ble; las guerras civiles están entre los casos más
ventaja de la guerra para arreglar conflictos loca- obvios de señalar. El indispensable análisis y la
les o privados que con frecuencia no tienen nin- desagregación empirica10 son imposibles sin el
guna relación con las causas de la guerra o los uso de la información típica no sistematizada, y
objetivos de los beligerantes. Esta disyunción finamente graneada. Por último, la especifica-
reta las presunciones prevalecientes sobre el ción de conceptos, modelos y mecanismos
modo de operar en las guerras civiles y origina causales basados en perspicacias derivadas de
una serie de preguntas: ¿Cuál es la ventaja expli- esta evidencia empírica mejorará el análisis

análısıs polítıco nº 52
cativa de interpretaciones enfocadas exclusiva- teórico de las guerras civiles y permitirá reali-
mente en la escisión maestra? ¿Qué significan zar ensayos innovadores que también evalua-
realmente las etiquetas e identidades en el terre- rán esta base empírica.
no? ¿Qué tan razonable es el inferir la distribu-
ción de alianzas individuales y locales COMPLEJIDAD Y AMBIGÜEDAD
directamente de la escisión maestra? ¿Es correc- Las guerras civiles son típicamente descritas
to describir y analizar toda violencia en las gue- como conflictos binarios, clasificados y entendi- [53]
rras civiles como “violencia política”? dos sobre la base de lo que se percibe ser la di-
Estas preguntas nos fuerzan a pensar de nue- mensión principal del asunto o escisión;
vo en el papel de las escisiones en las guerras ci- entonces hablamos de guerras ideológicas,
viles y a desafiar la clara división entre la étnicas, religiosas o de clase. De la misma mane-
violencia política y privada. En este artículo seña- ra, etiquetamos a los actores políticos en guerras
lo varias implicaciones y perfilo una base mínima civiles étnicas como actores étnicos, la violencia
alternativa de la escisión fundamentada en la de las guerras étnicas como violencia étnica, y así
interacción de las identidades y acciones en el sucesivamente. Más aún, dicha caracterización se
centro y en la periferia. Los actores que buscan torna más sutil de lo anticipado porque las gue-
el poder en el centro utilizan recursos y símbolos rras civiles usualmente entrañan una combina-
para aliarse con los actores marginales que están ción confusa de identidades y acciones.
luchando por conflictos locales, logrando así la Consideren la siguiente descripción de la gue-
“producción conjunta” de acción. Esta base mí- rra americana de Independencia en Carolina del
nima es completamente consistente con la Sur: “Un grupo de falsos amigos y saqueadores
disyunción observada entre el centro y la perife- llegaron con los verdaderos patriotas. Y esto era
ria, que puede ser ahora conceptualizada de cierto para ambos lados de esta terrible lucha.
nuevo como una interacción entre varios actores Los Whig proscritos y los Tory proscritos o más
centrales y locales con diferentes identidades, bien los proscritos que pretendían ser Whigs o
motivaciones e intereses. Tories según fuera la ocasión, estaban asolando
Esta comprensión de las guerras civiles el país tanto o más como los que estaban comba-
11
complementa en parte las existentes y en parte tiendo por un bando o por el otro” . Años más
las subvierte: mientras que las guerras civiles tarde, Abraham Lincoln describió la guerra civil
presentan ambos comportamientos, el puro en el oeste americano como una situación en la
partidario y el desviado, ellas también conten- que “los asesinatos por viejos rencores y los asesi-

10 Rogers Brubaker y David D. Laitin, “Ethnic and nationalist violence”, en Annual Review of Sociology, 24, 1998, pp.
243-252.
11 Edward McCrady, The History of South Carolina in the Revolution, 1180-1183, New York, Paladin, p. 39, 1969.
natos por dinero proceden de cualquier manto, pre más profunda, más “real”, presumiblemente
el que cubra mejor para la ocasión”12. La guerra escondida debajo de fachadas engañosas (un
civil china fue con frecuencia combatida por ejercicio parecido a descubrir muñecas rusas).
coaliciones locales diversas y cambiantes de ban- Así, con frecuencia se argumenta que las gue-
didos y milicias13 durante largo tiempo; los co- rras religiosas son realmente sobre clases, o que
munistas eran para los bandidos “únicamente las guerras de clases son realmente sobre
uno de varios posibles aliados o patrones tempo- etnicidad, o que las guerras étnicas son sólo so-
rales”14. En Manchuria, por ejemplo, era extre- bre codicia y saqueo, y así sucesivamente18. La
madamente difícil diferenciar entre miembros dificultad de caracterizar las guerras civiles es
de la resistencia anti-japonesa y los bandidos, un problema conceptual más que uno de medi-
porque moverse entre el uno y el otro era muy da. En todo caso, entre más detallados sean los
común: se estima que 140.000 de un total de hechos, será mayor la dificultad para establecer
300.000 miembros de la resistencia tenían ante- los “verdaderos” motivos y asuntos en el terre-
cedentes como bandoleros. Los delincuentes co- no, como Paul Brass amablemente nos ha mos-
munes fueron utilizados extensivamente durante trado en el caso de los motines étnicos en
la revolución cultural15. Los determinantes de India19. Una alternativa sería el reconocer en lu-
violencia en la provincia de Antioquia durante la gar de ello que los motivos subyacentes a la ac-
Violencia colombiana fueron: ción en la guerra civil son inherentemente
mucho más complejas de lo que podría suge- complejos y ambiguos. Al mismo tiempo, el solo
análısıs polítıco nº 52

rir cualquiera de las diferencias innatas, ineludi- consignar este punto es tan poco satisfactorio
bles entre los grupos monolíticos de liberales y como el ignorarlo. En lugar de ello, es necesa-
conservadores –la explicación tradicional de la rio teorizar esta comprensión más compleja de
Violencia–”; de hecho, “el punto de la violencia, las guerras civiles para incorporarla dentro de
aun en las supuestas áreas de la ‘colonización la investigación sistemática. Hacer esto requiere
tradicional’ donde los objetivos de los partidos primero la identificación de la fuente de la am-
[54] bigüedad que parece estar localizada en la
eran la fuerza motriz detrás de la insurrección
armada es que ésta era multi-facética y ambigua, interacción entre el centro y la periferia.
que las consideraciones políticas y económicas
nunca pueden ser consideradas como fuerzas LA DISYUNCIÓN ENTRE EL CENTRO Y LA
discretas16. PERIFERIA
Como en muchos otros lugares, la ocupación
En resumen, la ambigüedad es endémica a de las Filipinas por los japoneses durante la Se-
las guerras civiles17; esto convierte su caracteri- gunda Guerra Mundial generó tanto un movi-
zación en la búsqueda de una naturaleza siem- miento de resistencia como una guerra civil,

12 Michael Fellman, Inside War: The Guerrilla Conflict in Missouri during the American Civil War, New York, Oxford
University Press, 1983, p. 85.
13 Odoric Y. K Wou, Mobilizing the Masses: Building Revolution in Henan, Stanford, Stanford University Press, 1984.
14 E. J. Hobsbawm, Bandits, London, Abacus, 2001.
15 Rana Mitter, The Manchurian Myth: Nationalism, Resistance, and Collaboration in Modern China, Berkeley, University of
California Press, 2002.
16 Mary Roldan, La Violencia in Antioquia, Colombia, 1946-1953, Dirham, Duke University Press, 2002, pp. 132, 276.
17 Idem., 230. Guido Crainz, “Memoire des conflicts et inertie d’une guerre civile: I.:Emilie en 1945-1956”, en Jean-
Clement Martin, La guerre civile entre histoire et memoire, Nantes, Ouest Éditions, 1995, pp.121-127. Jean-Clement
Martin, “Rivoluzione francese e guerra civile”, en Gabriele Ranzato, Guerre fratricide: Le guerre civili in eta
contemporanea, Torino, Bollati Boringhieri, 1994, pp. 27-85.
18 Por ejemplo, bajo el barniz de la religión, la guerra civil algeriana fue realmente sobre asuntos “seculares y
políticos”. Ver Freeman, 1994, 14. Los choques entre dayaks, malayos y madureses en Kalimantan Occidental,
Indonesia, tampoco fueron sobre religión; ver Davidson (por salir). Un argumento popular reciente es que
muchas guerras civiles son un poco más sobre saqueo; ver Kaldor, 1999, Enzensberger, 1994, y Kalyvas (una
crítica), 2001.
19 Paul R. Brass, Theft of an Idol. Text and Context in the Representation of Collective Violence, Princeton, Princeton
University Press, 1997.
democracia
cuando algunos filipinos se unieron a los japone- que había fracasado en ganar en la elección pre-
ses. En su investigación sobre las Visayas Occi- via, ya que los ganadores fueron reclutados para
dentales, Alfred McCoy encontró que, aunque el servir a los japoneses:
país experimentó sucesivos cambios políticos ra- Ningún bando actuó necesariamente por
dicales entre 1941 y 1946 (incluyendo una de- principios. Fue el viejo caso de –engatusamos
mocracia mancomunada de Estados Unidos, una aquí y engatusamos allá– rivalidad desnuda por
administración militar japonesa y una indepen- el botín de la oficina local. En algunas municipa-
dencia nacional), los líderes políticos provincia- lidades existía una larga enemistad entre las fac-
les y municipales siguieron peleando las mismas ciones. Era de esperarse que si la facción
luchas faccionarias parroquiales con sus rivales actualmente en el gobierno se encontraba ali-
locales. Las facciones competidoras de la región, neada del lado de la colaboración, la facción por
señala McCoy, no fueron insensibles a los gran- fuera del gobierno condenaría ruidosamente a
des eventos que estaban emanando de Manila y su adversario y proclamaría su devoción a la re-
de más allá; de hecho, ellos se adaptaron rápida- sistencia21.
mente a cada régimen sucesivo en un esfuerzo
por utilizar sus recursos para su propia ventaja y Uno podría desechar a las Filipinas como un
en perjuicio de los rivales. El vestuario y los di- caso aislado. Sin embargo, consideremos la for-
rectores de reparto cambiaban constantemente, ma como se jugó la revolución francesa, un con-
mientras que los actores y el diálogo permanecían flicto trascendental y clásicamente ideológico, en

análısıs polítıco nº 52
igual. Mientras que el contexto cambiaba y las fac- las provincias francesas. Resulta que las divisio-
ciones y sus aliados se dividían y realineaban, los nes en las provincias eran con frecuencia alta-
propios rivales permanecían en constante oposi- mente locales y tenían poca relación con los
ción diametral, y haciendo esto definían mayor- asuntos centrales de la revolución. Por ejemplo,
mente las etiquetas y categorías nominales de era muy posible que una ciudad a la que se le ha-
partido, tales como “guerrillero” o “colabora- bía negado su petición de ser la capital de los
dor”. La violencia en general estaba directa- nuevos distritos administrativos creados por París [55]
mente relacionada con estos conflictos. La no sintiera ninguna simpatía por la República y
investigación detallada de McCoy sobre los ase- se volvería en su contra. Richard Cobb nos brin-
sinatos de ocho hombres prominentes en Iloilo da el siguiente relato de la forma como se fueron
en 1942, reveló que todo tenía su origen en los perfilando las alianzas provinciales:
conflictos electorales previos a la guerra entre Era una cuestión de oportunidad, de poder
facciones municipales rivales por el control de de los grupos locales, de donde uno estaba en la
los puestos de la Alcaldía y el Concejo. En la ma- cola, de hasta qué punto las ambiciones habían
yoría de los casos, los líderes de las facciones sido satisfechas, de cómo saltar sobre aquellos
opuestas habían estado involucrados en una que estaban adelante. Aquí es donde los eventos
competencia personal intensa con sus propios ri- externos podían ser fácilmente explotados; cuan-
vales –usualmente sus vecinos de la plaza– por do las etiquetas políticas de París se colocaban
una década o más, y así tomaron ventaja de la en la espalda de las provincias ello podía signifi-
nueva situación para ajustar cuentas políticas lo- car algo completamente diferente... Podía ser
cales. McCoy concluye que las disputas entre fac- que las etiquetas ni siquiera vinieran de París;
ciones durante el tiempo de la guerra no fueron ellas podrían ser de origen local. En el Loira, el
impuestas en Iloilo desde arriba sino que surgie- “federalismo” fue traído desde afuera por grupos
ron espontáneamente de los niveles más bajos de hombres armados que cabalgaron desde
del sistema político provincial20. Un estudio de la Lyon. Pero la experiencia del “federalismo” y la
isla Filipina de Leyte durante el mismo período subsiguiente represión dirigida contra aquellos
confirma los hallazgos de McCoy. Elmer Lear en- que habían colaborado con él, le permitieron a
contró que las guerrillas reclutaban a sus segui- un grupo de poder –con casi exactamente la mis-
dores entre los miembros de la facción política ma posición social y riqueza– desalojar al otro en

20 Alfred W. McCoy, “Politics by other means: World War II in the Western Visayas”, en Alfred W. McCoy, Southeast
Asia under Japanese Occupation, New Haven, Yale University Southeast Asia Studies, 1998, pp. 191-245.
21 Elmer Lear, “The Japanese occupation of the Philippines, Leyte, 1941-1945”, en Data Paper, nº 42, Southeast Asia
Program, Department of Far Eastern Studies. Ithaca, N.Y., Cornell University Press, 1961.
aquellas ciudades que habían sido más afectadas Roger Howell recalca “la persistencia de las es-
por la crisis [este es mi énfasis]22. tructuras y rivalidades locales” durante la guerra
civil inglesa, “aun frente a las intensas presiones
David Stoll se hace eco de Cobb, escribiendo de afuera, una persistencia que es frecuentemen-
sobre un tiempo y lugar muy diferentes, en la te disfrazada a primera vista porque los patrones
Guatemala contemporánea: bajo los cuales se etiqueta la lucha ‘nacional’ –mo-
Cuando los forasteros miran al país ixil, tien- nárquicos contra parlamentarios, presbiterianos
den a mirarlo en términos de una lucha política contra independientes– fueron tomados por los
titánica entre la izquierda y la derecha. Pero para mismos participantes y superimpuestos en la lu-
la mayoría de los nebajeños, éstas son categorías cha ‘local’”25 . Un estudio detallado de la comuni-
impuestas por fuerzas externas a la situación que dad del condado de Bergen en New Jersey,
ellos perciben en forma bastante diferente. Las durante la revolución americana muestra “que las
divisiones de clase y étnicas que parecen obvias batallas locales y más sangrientas entre milicias re-
para los forasteros, para los nebajeños están in- beldes y leales estaban relacionadas con animosi-
terceptadas por lazos de familia y comunidad. dades anteriores a la guerra entre grupos étnicos,
Debido a su gran conocimiento local, los rivales políticos, iglesias y aun entre vecinos”26. La
nebajeños están íntimamente conscientes de la “feroz” guerra civil librada en Carolina del Norte
opacidad y confusión de la política local, mucho durante la revolución americana “involucraba
más que los intérpretes de afuera... Lo que pare- complejidades con frecuencia distantes de la
análısıs polítıco nº 52

cen ser las consecuencias claras de desarrollos guerra entre Gran Bretaña y los revolucionarios
27
nacionales e internacionales para los observado- del tribunal y del Estado” . Lo mismo fue cierto
res cosmopolitas, están para la gente local en- más tarde en el contexto de la guerra civil ame-
vueltas en toda la ambigüedad de la vida local23. ricana. En mayo de 1862, el mayor general
John M. Schofield argumentaba que “el senti-
El reciente descubrimiento periodístico de que miento más amargo existente entre la gente de
[56] Afganistán es “un mundo donde las rivalidades lo- la frontera” era “el resultado de viejos feudos e
cales y los fines globales parecen desabastecerse involucraba muy poquito, si algo, la cuestión de
los unos a los otros” y donde la “política es inten- 28
la unión o de la desunión” . Roger Gould
samente local, con muchos líderes de la guerra muestra que gran parte del conflicto que tuvo
intercambiando posiciones en alianzas de conve- lugar en París entre 1848 y 1872 estaba más re-
niencia que van turnándose de acuerdo con los lacionado con batallas de territorio entre ba-
cambios de fortuna en los 22 años de la guerra rrios que con un reflejo de la lucha de clases
que comenzó con la invasión soviética en 1979”24, que se utiliza para describir la política francesa
es sólo el último caso de un patrón recurrente. 29
durante este período . Los conflictos locales
Consideren la siguiente evidencia anecdótica de con frecuencia triunfaban sobre los ideológicos,
una gran variedad de guerras civiles. escribe H. R. Kedward en su estudio sobre la

22 Richard Cobb, Reactions to the French Revolution, London, Oxford University Press, 1972.
23 David Stoll, Between Two Armies: In the Ixil Towns of Guatemala, New York, Columbia University Press, 1993. _ Ted
Swedenburg, Memories of Revolt: The 1936-1939 Rebellion and the Palestinian National Past, Minneapolis, University of
Minnesota Press, 1995.
24 Amy Waldman, “A nation challenged: The commander; Mghan warlord’s rivals link him to U.S. attacks”, en The
New York Times, 3 de enero de 2002, pp. A15 y B2.
25 Roger Jr. Howell, “Newcastle and the nation: The seventeenth-century experience”, en R. C. Richardson, The
English Civil Wars: Local Aspects, Phoenix Mill, U.K., Sutton Publishing, 1997, pp. 309-329.
26 Citado en John Shy, A People Numerous and Armed: Reflections on the Military Struggle for American Independence, New
York, Oxford University Press, 1976.
27 Jeffrey J. Crow, “Liberty men and loyalists: Disorder and disaffection in the North Carolina backcountry”, en
Ronald Hoffman, Thad W. Tate, and Peter J. Albert, An Uncivil War: The Southern Backcountry during the American
Revolution (Perspectives on the American Revolution), Charlottesville, University Press of Virginia, 1985, pp. 125-178.
28 Michael Fellman, Inside War: The Guerrilla Conflict in Missouri during the American Civil War, New York, Oxford
University Press, 1989.
29 Roger Gould, Insurgent Identities: Class, Community, and Protest in Paris from 1848 to the Commune, Chicago, University
of Chicago Press, 1995.
democracia
guerra civil en la Francia de la ocupación duran- de la guerra es con frecuencia descrito hoy en
te la Segunda Guerra Mundial30. En su recons- términos de los asuntos liberales-conservadores
trucción de las violentas batallas políticas de la época, pero la mayoría de los informantes
combatidas en la región de Segovia occidental están de acuerdo en que los asuntos básicos fue-
en Nicaragua a finales de 1920, Michael ron locales y personales33.
Schroeder encontró que ellas:
tenían largas genealogías y estaban profunda- Las rivalidades de clan en los pueblos chi-
mente institucionalizadas a nivel local... [Ellas] nos perfilaron las decisiones de los campesinos
emergieron de la intersección contingente de lu- sobre si estar del lado de o contra los comunis-
chas étnicas a nivel de pueblos, regional y luchas tas durante la guerra civil que tuvo lugar allí.
políticas a nivel nacional... La violencia expresa- El análisis de Peter Seybolt sobre la guerra civil
ba muchas luchas continuas dentro de la socie- china durante la ocupación de Japón revela
dad segoviana, un micro-universo de relaciones una disyunción similar entre el centro y la pe-
llenas de conflictos desarrollados a través del riferia:
tiempo entre familias, hogares, partidos, comuni- Muchas de las batallas combatidas entre los
dades, patrones y clientes y varias capas del Esta- chinos tenía poco que ver con la colaboración o
do. Bajo esta luz, tal vez lo más extraordinario la resistencia. Éstas fueron luchas por el poder y
sobre esta violencia es su carácter absolutamente el botín que ponen a competir a las autoridades
31
doméstico, local . centrales contra las autoridades locales; a las au-

análısıs polítıco nº 52
toridades locales una en contra de la otra, a los
Una dinámica similar emergió más tarde, du- bandidos contra los comerciantes y los dueños
rante las guerras civiles sandinista y la de los con- de la tierra, a las sociedades secretas contra los
tras. Los policías en Quilalí, Nicaragua, eran bandidos, a los miembros del Guomindang con-
básicamente la “armada que seguía al clan tra los comunistas, y así sucesivamente34.
Talavera, cuyo terreno era éste”, informa Paul
Berman, agregando que los clanes políticos eran Durante la Violencia colombiana, la “elimina- [57]
“la personificación de cada evento rural nicara- ción de miembros de la oposición de aldeas par-
güense que nunca era adecuadamente reportado ticulares... parece haber obedecido a la lógica de
al mundo exterior en los años que siguieron a la feudos personales, diferencias de partidos y riva-
revolución sandinista”32. lidades intermunicipales”. Un reporte del envia-
Un estudio de una ciudad del norte de Espa- do del gobernador conservador de Antioquia al
ña encontró que la principal escisión en su ba- pueblo de Cañasgordas reveló “una sociedad sór-
rrio central comenzó a principios de los años dida, corrupta, dividida y violenta hendida por
treinta como una disputa entre dos doctores que las facciones, feudos familiares, animosidades lo-
competían por el título del doctor oficial de la cales, celos personales, rencores, codicia, conflic-
ciudad, lo que implicaba una práctica lucrativa tos entre los que tienen y los que no tienen y
garantizada por el Estado. Muchas familias se co- luchas por el poder”35. Los asesinatos masivos
locaron del lado de un doctor o del otro: que tuvieron lugar en Indonesia entre 1965-
Simultáneamente el disturbio político del fi- 1966 fueron ostensiblemente articulados alrede-
nal de la República agregó una dimensión políti- dor de la escisión comunismo/anticomunismo;
ca más amplia a lo que en esencia fue una sin embargo, un examen sostenido de las
disputa basada en asuntos locales. El tira y afloje masacres regionales puso al descubierto todo

30 H. R. Kedward, In Search of the Maquis: Rural Resistance in Southern France, 1942-1944, Oxford, Oxford University
Press, 1993.
31 Michael J. Schroeder, “Horse thieves to rebels to dogs: _Political gang violence and the state in the western
Segovias”, en The time of Sandino, Nicaragua, 1926-1934. Journal of Latin American Studies, 28:2, 1996, pp. 383-434.
32 Paul Berman, “In search of Ben Linder’s killers”, en The New Yorker, 23 de septiembre de 1996, p. 65.
33 Susan Tax Freeman, The Pasiegos: Spaniards in No Man’s Land, Chicago, University of Chicago Press, 1979.
34 Peter J. Seybolt, “The war within a war: A case study of a county on the North China Plain”, en David P. Barrett and
Larry N. Shyu, Chinese Collaboration with Japan, 1932-1945: The Limits of Accommodation, Stanford, Stanford
University Press, 2001, pp. 201-225.
35 Mary Roldan, Ob. Cit.
tipo de conflictos locales. Por ejemplo, en la pro- masacre hasta la animosidad entre montañeses y
vincia de Lampung, al sur de Sumatra, la violen- abajeños; las tierras bajas eran más fáciles de pe-
cia era causada por un conflicto entre los netrar para los rebeldes de Sendero Luminoso
musulmanes locales y los colonos trans-migrantes porque eran geográficamente más accesibles. Sin
javaneses. En algunas áreas de Timor, las víctimas embargo, una vez que Sendero fuera asociado
eran protestantes, mientras que en otras eran se- con las comunidades de tierras bajas, se originó la
guidores de cultos locales; en Lombok era entre enemistad con los de la montaña, una enemistad
balineses y chinos. Los asesinatos en Java Central que los antropólogos ya habían rastreado a una
y del Este fueron causados por hostilidades entre larga tradición de rivalidad entre las comunidades
los grupos culturales-religiosos musulmanes loca- de la montaña y de las tierras bajas39. La guerra ci-
les conocidos como abangan; en Bali ellos esta- vil liberiana durante los noventa disparó decenas
ban asociados con rivalidades de larga duración de escisiones locales:
entre grupos patrocinados36. En una visita al Se ha dicho en algunas áreas que la guerra
campo libanés, el escritor de viajes William en el suroeste reabrió viejos feudos que datan
Dalrymple se sorprendió al descubrir que una de 1930. Ciertamente militarizó las disputas
sangrienta incursión de la milicia Samir Geagea entre facciones que previamente habían sido
falangista (cristiana) contra las oficinas centrales la materia prima de la política local y que enla-
de la milicia marada (igualmente cristiana) zaba las luchas locales con los intereses nacio-
liderada por Tony Franjieh fue ostensiblemente nales. Como la misma guerra dio origen a
análısıs polítıco nº 52

una lucha sobre asuntos políticos (los falangistas enemistades locales o a medida que los antago-
que prefieren la división del Líbano y los nismos anteriores se fueron arreglando por la
franjiehs que desean que siga completo): “De he- fuerza durante el tiempo de la guerra, emergió
cho tenía sus verdaderas raíces en algo más pri- un tipo de micro-política de guerra en el que
mitivo todavía: un feudo de sangre de un siglo ciertos territorios sufrieron más que otros en
atrás entre Bsharre, la ciudad de Geagea y Eden momentos particulares. Las áreas peor afecta-
[58]
y Zgharta, los reductos de Franhieh situados a das fueron aquellas que fueron devastadas re-
cuarenta millas al oeste”. Dalrymple llega a la petidamente debido a que los rivales locales
conclusión de que “la historia de la incursión fue lanzaron incursiones oscilantes y contra-ata-
extraordinaria y reveló más claramente que cual- ques de los unos contra los otros40.
quier otra cosa la realidad feudal medieval detrás
del barniz civilizado de la política libanesa del si- La razón por la que los miembros de la tribu
glo veinte”37. Cuando el ejército le pidió al líder de Toposa aceptaron armas del gobierno
de la milicia en la aldea guatemalteca de Emol sudanés para luchar contra sus antiguos compa-
Central que diera un ejemplo de los “subversi- ñeros insurgentes Dinka en el suroeste de Sudán
vos” locales, él escogió a sus víctimas de Coto, tienen su origen en las viejas disputas y robos de
“los rivales tradicionales de Emol Central”38. La ganado entre los dos grupos41. Más recientemen-
masacre de periodistas de 1983 por los habitan- te, en el Congo, “los analistas distinguen entre la
tes de Uchuraccay, Perú, condujo a una investiga- gran guerra, el conflicto principal entre el go-
ción extensiva que eventualmente rastreó la bierno congolés y los ejércitos rebeldes tratando

36 Robert Cribb, “Introduction: Problems in the historiography of the killings in Indonesia”, en Robert Cribb, The
Indonesian Killings, 1965-1966. Studies from Java and Bali, Monash University, Centre of Southeast Asian Studies,
1990, pp. 1-43.
37 William Dalrymple, From the Holy Mountain: A Journey among the Christians of the Middle East, New York, Henry Holt,
1997.
38 Judith N. Zur, Violent Memories: Mayan war Widows in Guatemala, Boulder, Colo, Westview Press, 1998.
39 Mario Vargas Llosa, Un barbare chez les civilises, Paris, Gallimard, 1998.
40 Stephen Ellis, “Liberia 1989-1994: A study of ethnic and spiritual violence”, en African Affaires, 94, 1999, pp. 165-
197. The Mask of Anarchy: The Destruction of Liberia and the Religious Dimension of an African Civil War, New York, NYU
Press, p. 129.
41 Scott Peterson, Me against My Brother. At war in Somalia, Sudan, and Rwanda: A Journalist Reports from the Battlefields of
Africa, New York, Routledge, 2000.
democracia
de derribarlo y las muchas pequeñas guerras que Una comprensión de la dinámica de la guerra
siguen siendo combatidas bien adentro de las civil tan sustancialmente configurada por las es-
selvas del Congo”. Como un analista lo expresó: cisiones locales es también totalmente consisten-
“El nivel nacional y el nivel local son dos cosas te con sugerencias recurrentes de que las
bien diferentes en el Congo”42. escisiones maestras con frecuencia fallan en te-
Con todo, lo sobresaliente de las escisiones lo- ner en cuenta la naturaleza del conflicto y su
cales es que están omnipresentes en las descrip- violencia49, y que la violencia puede no estar re-
ciones a nivel de terreno de todas las guerras lacionada o no estar completamente relaciona-
50
civiles, y se sostienen en sociedades que están da con el discurso dominante de la guerra ;
marcadamente polarizadas en términos de cla- que las guerras civiles son imperfectas y que son
ses43, religión44 y etnicidad45. No sería una exage- agregaciones fluidas de múltiples, más o menos
ración decir que las referencias a la disyunción traslapadas, más pequeñas, diversas y localiza-
entre el centro y la periferia están presentes en das guerras civiles51 que entrañan una compleji-
casi cada relato descriptivo46. dad bizantina52 y un astillamiento de la
Esta disyunción es consistente con la observa- autoridad dentro de “miles de fragmentos y
ción de que las guerras civiles son “ribetes de lu- micro-poderes de carácter local”53.
chas complejas”47 más que simples conflictos Esta evidencia se mofa de la intuición
binarios pulcramente ordenados a lo largo de una antropológica de que las políticas locales no son
sola dimensión del asunto. En este sentido, las gue- sólo (o principalmente) la reflexión local de la

análısıs polítıco nº 52
rras civiles pueden ser entendidas como procesos política nacional. En su análisis de la política lo-
que brindan un medio para que una variedad de cal en Sri Lanka, Jonathan Spencer muestra que
ofensas salgan a flote dentro de un conflicto ma- “a los aldeanos no les impusieron la política sim-
yor, particularmente a través de la violencia. Como plemente; más bien ellos se apropiaron de la po-
Colin Lucas anota sobre la contrarrevolución en el lítica y la utilizaron para sus propios propósitos”.
sur de Francia, el conflicto revolucionario brindó Él agrega que “la gente no era necesariamente
un lenguaje para otros conflictos de naturaleza so- enemiga porque estuvieran en diferentes parti- [59]
48
cial, comunal o personal . dos; con frecuencia ellos terminaban en diferen-

42 Marc Lacey, “Letter from America: With all the little wars, big peace is elusive”, en The New York Times, 9 de abril
de 2003, p. A4.
43 David Stoll, Ob. Cit. Ted Swedenburg, Ob. Cit.
44 Roger Dean, “Rethinking the civil war in Sudan”, en Civil wars, 3:1, 2000, pp. 71-79.
45 Paul Richards, Fighting for the Rain Forest: War, Youth, and Resources in Sierra Leone, Portsmouth, N.H., Heinemann,
1996.
46 Para evidencia similar, ver Chung Kunsik (en Yoon, 2002), Johnson, 2001, Schoppa, 2001, Cahen, 2000, Bax,
2000, Pettigrew, 2000, Romero, 2000, Schroeder, 2000, Bazen-guissa-Ganga, 1999b, Hart, 1997 y 1998,
Besteman, 1996, Horton, 1998; McKenna, 1998, Starn, 1998, Brovkin, 1994, Stoll, 1993, Kriger, 1992, Lipman,
1990, Groth, 1995, Linn, 1989, Jones, 1989, White, 1989, Collier, 1987, Perry, 1980 y 1984, Calder, 1984,
Hinton, 1984, Marks, 1984, Cabarrús, 1983, McCoy, 1980, Fiennes, 1975.
47 Susan F. Harding, Remaking Ibieca: Rural Life in Aragon under Franco, Chapel Hill, University of North Carolina
Press, 1984, p. 59.
48 Colin Lucas, “Themes in southern violence after 9 Thermidor”, en Gwynne Lewis and Colin Lucas, Beyond the
Terror: Essays in French Regional and Social History, 1194-1815, Cambridge, Cambridge University Press, 1983, pp.
152-194.
49 Roldan, 2002, Ob. Cit.
50 Varshney, 2001, Ob. Cit.
51 Anthony Beevor, The Spanish Civil War, London, Cassell, 2001; Anthony Loyd, My War Gone By, I Miss It So, New
York, Penguin, 2001.
52 Michael Johnson, All Honourable Men: The Social Origins of War in Lebanon, London, Centre for Lebanese Studies
and I. B, Tauris, 2001.
53 José Luis Ledesma Vera, “Espacios de poder, violencia y revolución: una perspectiva política de la represión en el
Aragón republicano durante la guerra civil”, en Antonio Morales Moya, El difícil camino a la democracia, Madrid,
Sociedad Estatal Espana, Nuevo Milenio, 2001, pp. 249-268.
tes partidos porque eran enemigos”. Por esto, él información agregada (macro) sobre las guerras
señala: “Por lo menos parte de la aparente in- civiles, es importante señalar que la evidencia
coherencia ideológica y sociológica de la alianza disponible es particularmente impresionante y
política de los partidos” puede remontarse al he- merece atención ya que los estudios a nivel
cho de que la política brinda un medio para ex- macro consistentemente han pasado por alto y
presar conflictos locales: mal interpretado estas dinámicas. Aunque es im-
Es posible ver una gran parte de la política de posible asegurar en este punto el peso relativo
aldea como un poco más que el vestir las dispu- de las escisiones locales dentro y a través de la
tas domésticas con los atavíos de la competición guerra, es necesario reconocer el significado de
de los partidos políticos, explotando la expectati- este fenómeno; éste debería ser el chispazo que
va pública de problemas que acompañan a la po- origine un programa de investigación conducen-
lítica de partidos para poder ajustar cuentas te a una declaración rigurosamente empírica so-
privadas en el idioma de los asuntos públicos. La bre su predominio. Un camino obvio es el de
política de partidos está establecida tan firme- incorporar estas intuiciones dentro de modelos
mente en Sri Lanka, en parte debido a su afini- deductivos cuyas predicciones puedan ser luego
dad electiva con aquellos que están divididos o probadas independiente y sistemáticamente con
que están dividiendo las comunidades que de datos finamente desgranados56.
otra forma no poseen un idioma diario con el Aunque omnipresentes en la literatura des-
cual caracterizar su propia desunión: la política criptiva, estas dinámicas han sido pasadas por
análısıs polítıco nº 52

ofrece justamente dicho idioma54. alto por los estudios a nivel macro tanto descrip-
tivos como teóricos sobre las guerras civiles, con
57
Mientras que las escisiones locales no son de muy pocas excepciones . En su lugar, la mayoría
ninguna manera el único mecanismo que produ- de los relatos infieren identidades y acciones lo-
ce alianzas y violencia, éstas parecen tener un im- cales e individuales directamente de la escisión
pacto sustancial en la distribución de las alianzas maestra de la guerra. Las escisiones locales son
[60] y también sobre el contenido, la dirección y la olvidadas por un número de razones. Primero, es
intensidad de la violencia. Esta evidencia brinda una división del trabajo separando las tareas de
soporte a la idea de que ambas, la distribución recoger evidencia a nivel micro e interpretar las
de alianzas entre la población y la violencia que macro-dinámicas; segundo, es una preferencia
tiene lugar, son con frecuencia (aunque no siem- epistemológica por lo universal sobre lo particu-
pre) una función de rivalidades locales lar y por lo fácilmente codificable sobre la evi-
preexistentes cuya conexión con la escisión que dencia desordenada; tercero, es la ambigüedad
informa sobre la guerra civil es tenue y suelta, de las dinámicas a nivel local que en alguna for-
aun cuando los conflictos estén enmarcados en ma es paralela a la distinción entre estructuras
la terminología discursiva de la escisión maestra. “objetivas” y acciones “subjetivas”58; cuarto, es el
Por supuesto, la evidencia sólo puede ser hecho de que las escisiones locales son típica-
anecdótica ya que, por obvias razones, carece- mente articuladas en el lenguaje de la escisión
mos de estudios sistemáticos sobre la dinámica maestra de la guerra, con frecuencia
de las guerras civiles a nivel local y también de instrumentalmente. Para dar un ejemplo recien-
55
medidas de las escisiones locales . Dejando de te, las facciones locales en Afganistán se acusa-
lado la con frecuencia cuestionable calidad de la ron una a la otra de ser talibán o al-Qaeda, con

54 Jonathan Spencer, A Sinhala Village in a Time of Trouble: Politics and Change in Rural Sri Lanka, Oxford University
Press, 1990, pp. 12, 80, 184.
55 El Índice de la Fraccionalización Etno-Lingüística (ELF) no captura por supuesto las escisiones locales.
56 S. Kalybas, The logic of violence in civil war, Unpublished manuscript, University of Chicago, 2003.
57 Ídem.; Martín, 1994 y 2002.
58 Es posible pensar sobre la envidia de la persona como una manifestación individual de lucha de clases (ejemplo,
Harding, 1984), o –de otra manera– la participación de una persona en la lucha abstracta de clases como una
coartada individual para la expresión de su envidia subjetiva individual. Crib, 1990, p. 28, hace una proclama
bastante similar sobre la violencia que tuvo lugar en Indonesia 1965-1966, cuando argumenta que los asesinatos
motivados por rencores privados son políticos ya que tienen lugar en una atmósfera cargada donde “muy poquito
no era político en un sentido o el otro, y los rencores caen dentro de este patrón más amplio de polarización
social”. Todavía más, es tanto valuable y posible desentrañar analíticamente a los dos.
democracia
la intención de lograr que sus rivales fuesen posible. Pero esa política combinada con las polí-
bombardeados por la Fuerza Aérea de los Esta- ticas federales cada vez más duras conllevaba se-
59
dos Unidos . Como resultado, los observadores y rios riesgos. Brindaba nuevas oportunidades para
participantes inocentes incluyendo los más im- los unionistas de tomar venganza contra los
portantes tienden a confundir las escisiones loca- secesionistas, y fomentaba más que constreñía la
60
les . En general, los estudios académicos con violencia partidaria y el desorden. Los unionistas
frecuencia comparten con las historiografías “ofi- tenían su propia agenda, una agenda que no
ciales” la tendencia a borrar las divisiones proble- siempre engranaba con los fines federales, y esta
máticas internas –“fisuras de clase, actos de diferencia con frecuencia creaba complicaciones
traición o iniciativas campesinas que sean inde- para el comando de la Unión62.
pendientes del control de las elites”– y a suavizar
“los ribetes dentados del pasado” .
61
En el más extremo de los casos, las escisiones
Al mismo tiempo, los investigadores que están locales pueden perder toda autonomía y conver-
afinados con la gran masa de los partidarios tirse en meras manifestaciones locales de la esci-
(antropólogos, periodistas, historiadores orienta- sión central. A la inversa, la escisión central puede
dos hacia lo micro) reportan estas dinámicas ramificarse en escisiones locales que permanecen
pero olvidan teorizarlas. Un punto de partida en activas aun después de que la escisión central haya
dirección hacia la teorización es el de esbozar terminado. Éste parece haber sido el caso de Co-
unas pocas y amplias distinciones. Las escisiones lombia, donde la escisión ideológica de liberales y

análısıs polítıco nº 52
locales pueden ser preexistentes o inducidas por conservadores procreó segregación residencial y
63
la guerra; ellas se pueden alinear ordenadamen- patrones de matrimonio entre parientes .
te con las escisiones centrales o subvertirlas, y Con frecuencia, las escisiones locales son
ellas pueden ser consistentes con el paso del preexistentes sin haber sido injertadas dentro de
tiempo o más fluidas y aleatorias. la escisión maestra, lo que aumenta su visibili-
La guerra activa las líneas de falla cuando se dad. Es así como el conflicto entre royalistas y
trata de escisiones locales preexistentes. Cuando parlamentarios en Leicestershire durante la gue- [61]
las escisiones locales previas a la guerra ya han rra civil inglesa fue también un conflicto entre
sido politizadas e injertadas dentro de la estruc- las familias Hastings y Grey que “se remontaba a
tura nacional de escisiones, su autonomía y visi- feudos personales de más larga duración que la
bilidad en cuanto a las escisiones locales guerra civil; de hecho debido a su rivalidad por
disminuyen; y sin embargo, aun así la escisión el control del país desde mediados del siglo die-
maestra no las puede borrar. Para entender la ciséis. Para estas dos familias, la rebelión era, en
violencia, uno tiene que tener en cuenta las esci- un nivel, simplemente un escenario más amplio
64
siones locales según lo sugiere la siguiente des- en su ya larga batalla por el dominio local” . La
cripción de East Tennessee durante la guerra violencia entre protestantes y católicos que
civil americana: irrumpió en el suroeste de Francia durante la
La política de extender amplios poderes a los Revolución Francesa no fue simplemente religio-
unionistas nativos y hacerlos socios en la ocupa- sa; puso a competir a unas contra otras, a fami-
ción del East Tennessee tenía el objetivo de res- lias particulares con un largo registro de feudos
taurar un gobierno leal tan pronto como fuese en el pasado: los Lanteiris contra los Labastine

59 El gobernador de la provincia de Khost, al sur de Afganistán, “dijo que estaba convencido que la mayoría de la
actividad reportada como de al-Qaeda se trataba en realidad problemas tribales. Una tribu trata de eliminar a sus
rivales llamándolos al-Qaeda y haciendo que la coalición los bombardee”. Fuerzas de E. U., 2002, p. 3.
60 Los revolucionarios parisienses fallaron en agarrar la compleja dinámica de una guerra civil que se originó en el
sur francés, en 1790-1791, entre las ciudades de Avignon y Carpentras; esto fue un choque menos sobre ideas y
programas y más sobre el ajuste de cuentas personales y locales. Sin embargo, Robespierre enmarcó el conflicto en
la línea de escisión nacional. Ver Martín, 1998 y Skinner, 1995.
61 Ted Swedenburg, Ob. Cit., p. 21.
62 Noel C. Fisher, War at Every Door: Partisan Politics and Guerrilla Violence in East Tennessee, 1860-1869, Chapel Hill,
University of North Carolina Press, 1997, p. 143.
63 James D. Henderson, When Colombia Bled: A History of the Violencia in Tolima, University of Alabama Press, 1985.
64 Alan Everitt, “The local community and the great rebellion”, en R. C. Richardson, The English Civil Wars: Local
Aspects, Phoenix Mill, Sutton, 1997, pp.15-36.
en Chamborigaud, los Dossier contra los Roux Canipaco, la población gozó de una “especie de
en Vauvert y los Roussel contra los Devaulx en luna de miel” con Sendero Luminoso hasta que
65
Bagnols . Igualmente, “la familia y la facción dic- irrumpió una disputa entre dos comunidades so-
taron el curso de la división de IRA en unidades bre la distribución de las tierras previamente
en todo Irlanda” durante la guerra civil. “Nueva- usurpadas por las haciendas:
mente era los Brennans contra los Barretts en La participación de cuadros armados de Sen-
Clare, los Hanniganites contra los Manahanites dero Luminoso del lado de una de las comunida-
en Limerick del este y los Sweeneys contra los des en la confrontación masiva contra una
O’Donnells en Donegal a medida que todos los confederación de comunidades rivales provocó
feudos se reiniciaron”66. El choque entre libera- una ruptura con esta última, que decidió entre-
les y conservadores en Colombia “con frecuencia gar a dos comandos senderistas que habían cap-
creció de la enemistad de larga duración entre turado en la refriega con las autoridades en
las familias. Los Urrego liberales, por ejemplo, se Huancayo. Esta acción provocó las represalias de
unieron a Franco, mientras que sus enemigos de Sendero Luminoso que culminaron con la ejecu-
mucho tiempo atrás, los Cossio y Montoya de ción de trece líderes campesinos. Las víctimas
Caicedo hacían parte de las filas de la policía y la fueron secuestradas de sus comunidades y asesi-
contrachusma (bandas) conservadora en las ciu- nadas en la plaza central de Chongos Alto71.
67
dades cercanas” . Los periodistas encuentran a
menudo patrones similares: la guerra entre la Una de las más potentes escisiones producidas
análısıs polítıco nº 52

milicia pro-iraquí kurda jash y los rebeldes por las guerras civiles es generacional: los rebeldes
kurdos fue también un conflicto entre las fami- (y también los titulares) con frecuencia reclutan
68
lias Sourchi y Barzani ; al otro lado de la fronte- gente joven que luego proceden a reprimir a los
ra, en el occidente de Turquía, la guerra étnica ancianos de la aldea. La guerra puede también ba-
entre los kurdos y el estado turco en el poblado jar el costo del comportamiento de oportunidad
de Ugrak fue también entre los Guclu y las fami- disparando decenas de escisiones locales.
[62] lias Tanguner y Tekin, ambas kurdas69. Cuando las escisiones locales subvierten las
La guerra puede originar nuevas escisiones centrales, los conflictos de facción emergen den-
locales porque el cambio de poder a nivel local tro de los supuestamente unidos campos políti-
puede perturbar arreglos delicados. Después de cos. McCoy describe cómo dos facciones en las
que los rebeldes de Sendero Luminoso nombra- Visayas Occidentales, Filipinas, se dividieron bas-
ron nuevos líderes en la aldea, “la columna gue- tante uniformemente entre los regímenes de la
rrillera se iría sin darse cuenta de que había resistencia y los colaboradores durante la ocupa-
dejado atrás un cúmulo de contradicciones que ción japonesa. Sin embargo, durante la guerra,
quedaron sin resolver. Aun en aquellos casos en miembros de la misma facción política en lados
los que no ocurrió ninguna rebelión manifiesta, opuestos cooperaron estrechamente los unos
la imposición de una nueva autoridad generó re- con los otros, mientras que los miembros de fac-
sentimientos iniciales y a los primeros campesi- ciones opositoras dentro de la resistencia y del
nos aliados de las fuerzas armadas, los gobierno patrocinado por los japoneses, respec-
‘informantes’ (soplones) en la terminología tivamente, lucharon fieramente los unos contra
70 72
senderista” . En el valle central peruano de los otros . En forma similar, Carlos Rafael

65 Gwynne Lewis, The Second Vendee, Oxford, Oxford University Press, 1978.
66 Peter Hart, The IRA and Its Enemies: Violence and Community in Cork, 1916-1923, New York, Clarendon Press, 1998.
67 Roldan, 2002, Ob. Cit.
68 C. J. Chivers, “Feud between Kurdish clans creates its own war”, en The New York Times, 24 de febrero de 2003, p.
A8.
69 Karl Vick, “In Kurdish Turkey, a new enemy: Village guards, empowered during war, turn guns on returnees”, en
The Washington Post, 31 de octubre de 2002, p. A18.
70 Carlos Ivan Degregori, “Harvesting storms: Peasant rondas and the defeat of Sendero Luminoso in Ayacucho”, en
Steve J. Stern, Shining and Other Paths: War and Society in Peru, 1980-1995, Durham, Duke University Press, 1998,
pp. 128-157.
71 Nelson Manrique, “The war for the central Sierra”, en Steve J. Stern, Ob. Cit., pp.193-223.
72 Alfred W. McCoy, Ob. Cit., pp. 191-245.
democracia
Cabarrús nos muestra que en algunas de las co- terpretaciones estándar a nivel macro de la gue-
munidades rurales que él estudió en El Salvador, rra civil americana sólo en parte, mientras que
los conflictos de parentela causaron importantes también causan una pérdida de la eficacia des-
divisiones dentro de las facciones políticas73. criptiva. Sin embargo, el análisis de la dinámica
Un enfoque exclusivo en escisiones (tanto lo- de la guerra civil (cómo y por qué la gente se
cales como no locales) fallaría en tener en cuen- une o huye, cómo se ejecuta la violencia, etc.)
ta la variación en los niveles de persecución. Las es imposible sin prestarle atención minuciosa a
escisiones locales pueden ser compatibles tanto la dinámica local. Dicha atención es también
con una escalada de la violencia cuando las fac- necesaria para lograr un estrecho ajuste entre la
ciones opuestas tratan de tomar ventaja, y con teoría80 a nivel micro y macro, y para la interpre-
moderación cuando cuentan con los medios de tación de conclusiones a nivel nacional sobre
efectuar arreglos locales, pueden anticipar co- variables clave tales como el comienzo, la dura-
operación futura y acudir a una política de gru- ción y la terminación de las guerras civiles. Por
po efectiva en orden de prevenir una escalada ejemplo, uno de los pronósticos más fuertes del
74
descentralizada . Responder por la violencia comienzo de la guerra civil, el producto interno
requiere que las dinámicas locales estén in- bruto puede capturar en parte el efecto de las
crustadas en un análisis de las dinámicas de la escisiones locales81; estados pobres y subdesarro-
guerra, especialmente de la lógica del control llados han fallado en penetrar su periferia efec-
75
territorial . tivamente, lo que habría reducido el relieve de

análısıs polítıco nº 52
Resumiendo, el examinar las escisiones loca- las escisiones locales82 creando así oportunida-
les abre un fascinante mundo de posibilidades des para que los rebeldes las exploten.
empíricas para explorar los diversos caminos, tra- Siguen a continuación varias implicaciones
yectorias, modalidades y combinaciones de esci- teóricas de la comprensión de las guerras civiles
siones centrales y locales como también de sus informadas por la dinámica de las escisiones lo-
consecuencias. La investigación sobre el cales. Las etiquetas de identidad deberían mane-
clientelismo76, las redes77 y las facciones locales78 jarse con precaución: los actores de la guerra [63]
constituye una fuente obvia a este respecto. civil no pueden ser tratados como si fueran uni-
tarios. Las etiquetas acuñadas al centro pueden
IMPLICACIONES TEÓRICAS ser engañosas cuando son generalizadas a nivel
Es posible pasar por alto la dinámica a nivel local; por tanto, las motivaciones no pueden ser
micro si la meta es lograr una interpretación derivadas de identidades en la cima. La inter-
histórica del conflicto a nivel macro y a largo cambiabilidad de los individuos subyacente al
plazo. El hecho de que la mayor parte de la vio- concepto de conflicto y violencia de grupo es
lencia en Missouri durante la guerra civil ameri- más variable que constante. Es tan probable que
cana estuviese más relacionada con conflictos el lugar de la acción pueda estar en el fondo
locales que con el problema de la como en la cima, de manera que los civiles no
79
esclavitud recorta las amplias líneas de las in- pueden ser tratados como actores pasivos, mani-

73 Carlos Rafael Cabarrús, Génesis de una revolución: análisis del surgimiento y desarrollo de la organización campesina en El
Salvador, México, D.F., Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1983.
74 James D. Fearon y David D. Laitin, “Explaining interethnic cooperation”, en American Political Science Review, 90:4,
1996, pp. 715-735.
75 S. Kalybas, 2003, Ob. Cit.
76 Piattoni, 2001, Ob. Cit.
77 Gould, 1995, Ob. Cit.
78 Aschenbrenner, 1987, Ob. Cit.
79 Michael Fellman, Inside War: The Guerrilla Conflict in Missouri during the American Civil War, New York, Oxford
University Press, 1989.
80 Nicholas Sambanis, “A review of recent advances and future directions in the literature on civil war”, en Defense and
Peace Economics, 13:2, 2002, pp. 215-243.
81 Fearon y Laitin, 2003, Ob. Cit.
82 Seymour M. Lipset y Stein Rokkan, Party Systems and Voice Alignments, New York, Free Press, 1967.
pulados o invisibles; más aún, ellos con frecuen- deseaban enlistar a los guerrilleros en los amar-
cia manipulan a los actores centrales para que gos feudos políticos de su ciudad”. A la inversa,
arreglen sus propios conflictos. sus enemigos locales “que se habían desacredi-
La primacía analítica actualmente disfrutada tado ellos mismos en sus cargos y estaban sien-
por las escisiones maestras implica que las diná- do derrotados en las elecciones podían ahora
83
micas locales son percibidas como una mera (y denunciar a sus oponentes con el ejército” .
más bien irrelevante) manifestación local de la El concepto de conflicto de grupo o violencia
escisión central; los efectos posteriores de accio- de grupo (y, por tanto, conflicto étnico y violen-
nes y decisiones tomadas a niveles más altos son cia étnica y así consecutivamente) entraña la to-
automáticos y sin problemas. Con esta perspecti- tal inter-cambiabilidad de los individuos, ya sea
va, los actores locales sólo pueden ser réplicas de como participantes y perpetradores o como obje-
los actores centrales y su estudio sólo se justifica tivos. “El conflicto de grupo” tiene sentido sólo si
con base en la historia local o en un anticuado los miembros del grupo son totalmente
interés. Se sigue con que no es problemático ge- sustituibles unos por los otros84. Si los objetivos
neralizar directamente del nivel central al local; de la violencia son seleccionados alrededor de
en otras palabras, que los actores (por ejemplo, parámetros que van más allá de los atributos de
los serbios) sean unitarios, y que los motivos (por grupo, entonces la violencia no puede ser descri-
ejemplo, dominio étnico) sean válidos para to- ta como simplemente étnica, de clase, etc. Una
dos los miembros individuales y acciones inclui- indicación de que éste puede ser el caso es la na-
análısıs polítıco nº 52

da la violencia. Así, hablamos de actores tales turaleza altamente íntima de la interacción, par-
como shias, albaneses o trabajadores después de ticularmente si está expresada en violencia:
la descripción de las guerras civiles alrededor de La Brigada de East Tyrone [del IRA] no era
los temas “modulares” como religión, etnicidad un ejército sino una banda, una compañía de úl-
o clases sociales. Estas etiquetas no son neutrales; timo minuto sin fundamento, de campesinos or-
típicamente ellas implican una teoría de dinarios, mecánicos, conductores de tractor,
[64] causalidad. Las guerras civiles (y su violencia) desempleados, extraños profesores de escuela,
son asumidas como directamente causadas por herederos de los desposeídos que se reunieron
escisiones religiosas, étnicas o de clase. juntos para matar a enemigos particulares cono-
Sin embargo, la disyunción entre escisiones cidos como Edward Gibson, Thomas Jameson y
centrales y locales reta la validez de dichas eti- Harry Henry. El IRA no estaba combatiendo una
quetas. Aunque las escisiones maestras infor- guerra sino una campaña esporádica de asesina-
man y motivan la dinámica local en grado tos en las pequeñas comunidades rurales de
diverso, la disyunción observada entre las dos Tyrone para atacar al enemigo en su medio [este
suscita interrogaciones críticas sobre la dinámi- énfasis es mío]85.
ca de la guerra civil y su violencia. Igualmente,
la tendencia pronunciada a inferir motivaciones A pesar de la política de clase denunciada en
directamente de identidades en el centro es mi- la América revolucionaria, existe un consenso
nada. La violencia en una guerra étnica o de entre los historiadores en que las tensiones de
clase puede que no sea una violencia ni étnica clase no pueden explicar las amplias variaciones
ni de clase. Por ejemplo, Stoll muestra cómo los en los niveles de violencia de exterminio mutuo
primeros indios ixil que colaboraron con los re- en Virginia y en las Carolinas86. Lo mismo pare-
beldes en Guatemala “no eran trabajadores po- ce ser cierto en Nicaragua: “Existían pobres
bres de plantación por temporada como los campesinos que corrían a decirle a la Guardia
estrategas [rebeldes] parecen haberlo anticipa- cuando veían a los sandinistas, y había miem-
do. En lugar de ello, eran hombres prominen- bros de familias ricas urbanas que desertaban
tes de San Juan Corzal, comerciantes y de las guerrillas y les contaban a las autoridades
contratistas relativamente bien establecidos que todo lo que ellos sabían acerca de sus antiguos

83 David Stoll, Ob. Cit. Ted Swedenburg, Ob. Cit.


84 Raymond C. Kelly, Warless Societies and the Origin of War, Ann Arbor, University of Michigan Press, 2000.
85 Kevin Toolis, Rebel Hearts: Journeys within the IRA’s Soul, New York, St. Martin’s Griffin, 1997.
86 Paul D. Escott y Jeffrey J. Crow, “The social order and violent disorder: An analysis of North Carolina in the
Revolution and Civil War”, en The Journal of Southern History, 52:3, 1986, pp. 373-402.
democracia
compañeros”87. En algunas áreas de la predomi- La selección individualizada puede tener lu-
nantemente croata rural Herzegovina, mucho gar aun bajo extremas circunstancias de limpieza
de la violencia durante los noventa fue una con- étnica y genocidio. Un antiguo prisionero del
secuencia de las enemistades locales88. La vio- notorio campo de Omarska en Bosnia describe
lencia entre la aldeas vecinas de Coagh y la violencia infligida por los guardias serbios a
Ardboe en Irlanda del Norte, que costó la vida los prisioneros musulmanes. Un día, un guardia
de 30 hombres en el espacio de tres años a serbio vino durante la noche e insultó a un pri-
finales de los ochenta e inicios de los noventa sionero, quien, como un juez, lo hizo multar por
(para una población combinada de un poco una ofensa de tráfico a finales de los setenta. En
más de mil personas) no se trató simplemente otra ocasión:
de violencia entre el Ejército Republicano Irlan- Sakib Pervanic, un hombre de treinta y dos
dés Católico y la Fuerza Voluntaria Protestante años de mi pueblo, “desapareció” debido a un
de Ulster, sino sobre una “amarga enemistad” y viejo rencor contra su padre. El padre de Sakib,
el “más reciente ciclo de un feudo de sangre” Mustafa, había hecho negocios con Rade
que colocó a estas dos aldeas en particular una Gruban, pero al pasar los años no habían arre-
contra la otra. En otras palabras, la naturaleza glado algunas deudas de negocios. Rade era pro-
de la violencia en esta área no puede ser enten- pietario de un par de pequeñas tiendas de
dida como una simple referencia a la escisión abarrotes donde también vendían artículos para
religiosa en Irlanda del Norte, sino que requie- el hogar. Una de las tiendas quedaba en el pue-

análısıs polítıco nº 52
re conocimiento sobre la escisión local entre blo. Este negocio iba bien y él decidió expandir-
89
Coagh y Ardboe . lo con ventas al por mayor de cemento, pero no
Lo mismo va para los individuos. Con frecuen- tenía el espacio suficiente para almacenarlo.
cia, la escisión maestra establece la línea básica Mustafa le permitió usar parte de su sótano para
que determina cuáles son los grupos relevantes. este propósito, pero no pudieron ponerse de
Sin embargo, la presunción es de que la no inter- acuerdo en el precio del arrendamiento. Como
cambiabilidad de los individuos es violada con la [65]
resultado, Mustafa se negó a pagarle a Rade por
introducción de un criterio de selección secunda- algunos artículos que él había comprado a crédi-
ria basado en características individuales no rela- to. Rade ahora deseaba vengarse, pero Mustafa
cionadas con la identidad de grupo. Los motivos estaba en el campo, en Trnopolje. Eso lo salvó a
varían, pero el rencor y el saqueo parecen preva- él pero no a su hijo92.
lecer. La persecución intergrupal incitada por el
saqueo entre los vecinos es común90. Debido a Después de que la guerra de Kosovo terminó,
que la escisión de clase definía las identidades re- un periodista reportó que:
levantes de grupo en la Barcelona republicana du- el capitán Kevin Lambert me contó sobre una
rante la guerra civil española, los porteros, las mujer albanesa que acusó a un serbio de secues-
sirvientas y otro personal doméstico en barrios de trarla durante la guerra. Las tropas del capitán
buena clase podían perseguir a las familias de cla- Lambert arrestaron al hombre, pero al investigar
se media y alta que residían en los edificios donde descubrieron que la familia de la mujer había es-
ellos trabajaban91. Más aún, como un residente de tado presionándolo para que les vendiera su
Barcelona me dijo, los porteros con frecuencia se- apartamento. ¿Era éste un caso de acusar falsa-
leccionaban ellos mismos a sus víctimas individua- mente a un serbio para conseguir su apartamen-
les basados en sus propios rencores que iban más to? Sin pruebas, el ejército de Estados Unidos
allá de las divisiones de clase. decidió que sí lo era93.

87 Matilde Zimmerman, Sandinista, Durham, N.C., Duke University Press, 2000.


88 Mart Bax, “Warlords, priests and the politics of ethnic cleansing: A case study from rural Bosnia Herzegovina”, en
Ethnic and Racial Studies, 23:1, 2000, pp. 16-36.
89 Toolis, 1997, Ob. Cit, p. 35.
90 Ídem.
91 Agustin De Foxa, Madrid de Corte a Checa, Barcelona, Planeta, 1993.
92 Kemal Pervanic, The Killing Days: My Journey through the Bosnian War, London, Blake Publishing, 1999.
93 Perkins, 1999, Ob. Cit. Se pueden encontrar ejemplos similares en Rwanda. Des Forges reporta un caso donde una
familia hutu fue asesinada después de haber sido denunciada por ser tutsi por los vecinos, “quienes deseaban su
La observación de Jan Gross sobre la violencia pos del poder político. Cuando no son vistos
que irrumpió en la parte occidental de Polonia como víctimas, los individuos simplemente des-
durante la ocupación soviética de 1939 captura aparecen. Ellos son agregados a los grupos (“los
particularmente bien este aspecto del rencor pri- serbios”, “la gente”) cuyas acciones son dirigi-
vado: das por otros. El término “marioneta” que se
Aunque todavía mucha de la violencia re- utilizó para describir al ejército colaborador du-
presentaba una explosión de conflictos rante la ocupación japonesa de China y otras si-
étnicos, religiosos y nacionalistas, no obstante tuaciones similares en otras partes98, indica el
su intimidad me chocó. Con más frecuencia predominio de una teoría de “instigador” del
que no, las víctimas y sus verdugos se conocen conflicto violento. Esta teoría no es necesaria-
unos a otros personalmente. Aún después de mente inexacta, especialmente cuando el enfo-
varios años, los sobrevivientes todavía mencio- que es justo sobre la parte visible de la
nan nombres. Definitivamente, la gente toma violencia; sin embargo, socava o niega categóri-
esta oportunidad para vengarse por daños persona- camente que existan también “instigadores”
les del pasado [énfasis mío]94. cuya participación es esencial para transformar
la animosidad en violencia99.
Debido a la importancia prevalente de la cima Muchas de las descripciones detalladas de la
a expensas del fondo, existe una pronunciada ten- violencia sugieren la presencia de considerable
dencia a localizar la acción de la violencia en lo suministro e iniciativa locales en la producción
análısıs polítıco nº 52

anterior; de ahí la propensión a retratar la violen- de ésta. En lugar de ser impuesta sobre las comu-
cia de las guerras civiles como si fuese externa- nidades por extraños, esta evidencia sugiere que
mente impuesta sobre los desprevenidos –y por la violencia, con frecuencia (pero no siempre),
tanto inocentes– civiles95. Desde este punto de vis- crece desde el interior mismo de las comunida-
ta, los civiles son objetos más que sujetos de la vio- des aun cuando ésta sea ejecutada por forasteros;
lencia. Los campesinos guatemaltecos tienden a es, en otras palabras, íntima. El siguiente análisis
[66] describir la guerra civil como “algo en lo que las de Sinn Féin, concejal de Coalisland, Irlanda del
comunidades rurales están involucradas pero sin Norte, sugiere que la escisión “religiosa” en esta
96
ser de su autoría” . Refiriéndose a la experiencia área, aunque activada sobre la misma línea de la
de una aldea griega durante la guerra civil de Gre- escisión maestra del conflicto, coincide en parte
cia, un antropólogo anotó: “Los aldeanos fueron con un conflicto (local) entre dos subconjuntos
como siempre las víctimas de las luchas de otros, de gente en Coagh y Coalisland, distinto de otros
más que un elemento activo de la lucha en sí”97. conflictos locales entre los grupos protestantes y
Esta perspectiva es sucintamente expresada en va- católicos a través de Irlanda del Norte:
rios adagios sobre las proverbiales hormigas atra- El UDR [Regimiento de Defensa de Ulster]
padas en la pelea entre los elefantes y los búfalos. de Coagh vino a Coalisland, que es una ciudad
En efecto, mucho del discurso contemporáneo noventa y nueve por ciento nacionalista, y patru-
sobre los derechos humanos implica esta presun- lló alrededor de la ciudad. Ellos podían parar a
ción, que también se hace eco en las teorías los escolares en su camino a la escuela, les regis-
instrumentalistas del conflicto étnico donde los traban sus maletas escolares, o paraban los au-
individuos son manipulados por los políticos en tos... Ellos requisaban y leían todo, cartas,

riqueza”. Prunier, 1995, p. 203, reporta que milicianos hutu usaron su poder para “ajustar litigios privados”;
“viejas cuentas privadas fueron pagadas con sangre”. Después del genocidio, Prunier, 1995, p. 358, señala que
aldeanos hutu inocentes “fueron señalados por vecinos envidiosos que deseaban apoderarse de sus propiedades”.
94 Jan T. Gross, Revolution from Abroad: The Soviet Conquest of Poland’s western Ukraine and western Belorussia, Princeton,
Princeton University Press, 1988.
95 Roldan, Ob. Cit.
96 Kay B. Warren, Indigenous Movements and Their Critics: Pan-Maya Activism in Guatemala, Princeton, Princeton
University Press, 1998.
97 Juliet Du Boulay, Portrait of a Greek Mountain Village, Oxford, Oxford University Press, 1974.
98 Thaxton, 1997, Ob. Cit.
99 Sudhir Kakar, The Colors of Violence: Cultural Identities, Religion, and Conflict, Chicago, University of Chicago Press,
1996.
democracia
documentos privados de su abogado, aun cuan- una estación de gasolina, luego entraron en la
do fuera obvio que no había ninguna conexión casa de cuatro trabajadores del campo y abrieron
con la fuerza de seguridad. El hombre del UDR fuego después de verificar su identidad contra
podía leer cualquiera de esos documentos; más una lista que llevaban, dijo la policía. El área es
aún, podía contar las monedas que usted llevaba también con frecuencia escenario de ataques por
101
en sus bolsillos, aun cuando él era su vecino más parte de la guerrilla de izquierda .
próximo. La única calificación que necesitaba era
que él era miembro de la UDR. Esto condujo a En su juicio de la posguerra, el teniente gene-
una gran tensión... Esto hacía sentir a la gente ral Takeo Ito, un comandante japonés en Papúa,
humillada y engendró una total hostilidad contra Nueva Guinea, le dijo a los jueces que las listas
la comunidad leal y dio la impresión de que era de ejecuciones eran recopiladas de esta forma:
una guerra de católicos contra protestantes. Pero “La información de que una persona era un es-
no tenía nada que ver con la religión; era simple- pía y había hecho contacto con los soldados aus-
mente el hecho de que una sección de la comu- tralianos era dada por un nativo a un soldado
102
nidad se armó contra la otra mientras se privaba japonés” . Cuando las fuerzas federales invadie-
a esa otra sección de cualquier medio para de- ron a Arkansas Central en 1863, una delegación
fenderse [mi propio énfasis]100. de unionistas de Pine Bluff fue a encontrarse
con ellos; las tropas procedieron a saquear las ca-
Las descripciones de la policía, el ejército, o sas de los simpatizantes de los rebeldes; como un

análısıs polítıco nº 52
los barridos, arrestos o asesinatos de la guerrilla residente anotó, “ellos sabían el nombre de cada
103
revelan que la violencia en las guerras civiles en- uno y dónde vivían ellos” . Después de que los
traña a menudo la participación de los miem- blancos capturaron una ciudad durante la gue-
bros de la comunidad, quienes actúan ya sea rra civil rusa, “era suficiente con que alguien se-
como proveedores de la información o (con me- ñalara con un dedo” para que una persona
104
nos frecuencia) como participantes en forma muriera . La lista de víctimas en la ciudad co-
más directa. La dependencia de los actores polí- lombiana de Buriticá era rutinariamente presen- [67]
ticos sobre la información local es típicamente tada con anticipación al cura párroco para su
105
expresada por el uso muy difundido de las listas aprobación . Después de haber sido denuncia-
negras, según lo sugiere el siguiente reporte de do y arrestado, durante la guerra civil de Biafra,
Colombia: un hombre recordó: “No debería volver a Uyo
106
Por lo menos ocho campesinos fueron asesina- porque mi gente está detrás de mi sangre” .
dos en la villa del norte de San Roque en lo que la Casi cada caso de aparente violencia
policía reportó sospechaban que era un ataque de indiscriminada en Guatemala descrita en detalle
la guerrilla de derecha o paramilitares. Pistoleros por Robert Carmack y sus asociados resultó ha-
mataron a cuatro miembros de una familia en ber entrañado alguna forma de información lo-

100 Citado en Toolis, 1997, Ob. Cit., p. 42.


101 Listasde nombres son comunes en las guerras civiles. Éstas han sido usadas, entre otros lugares, durante la guerra
de guerrillas en Navarra (Tone, 1994), la guerra civil americana (Ash, 1995; Fellman, 1989), la guerra civil rusa
(Werth, 1998), la guerra civil española (Ledesma Vera, 2001), Malaya (Kheng, 1908), Italia (Fenoglio, 1973), La
violencia colombiana (Roldan, 2002), Algeria (Faivre, 1994), Vietnam (Herrington, 1997; Wiesner, 1988), Angola
(Maier, 1995), Liberia (Outram, 1997; Ellis, 1995), Guatemala (Carmack, 1988; Stoll, 1993; Paul y Demarest,
1988), Punjab (Gossman, 2000), las Filipinas (Berlow, 1998), Bosnia (Pervanic, 1999), Colombia (Rosenberg,
1991); Arn-son y Kirk, 1993), Sierra Leona (Richards, 1996), Congo-Brazzaville (Bazenguissa-Ganga, 1990a). Los
rumores de que las listas de nombres han sido compiladas también es prevalente (Kaufman, 2001).
102 Citadoen Hank Nelson, “Taim Bilong Pait. The impact of the Second World War on Papua, New Guinea”, en
Alfred W. McCoy, Ob. Cit., pp. 246-266.
103 StephenV. Ash, When the Yankees Came: Conflict and Chaos in the Occupied South, 1861-1865, Chapel Hill, University
of North Carolina Press, 1995.
104 VladimirN. Brovkin, Behind the Front Lines of the Civil War: Political Parties and Social Movements in Russia, 1918-1922,
Princeton, Princeton University Press, 1994.
105 Roldan, Ob. Cit.
106 Jeremiah
Moses Essien, In the Shadow of Death: Personal Recollections of Events during the Nigerian Civil War, Ibadan,
Heinemann, 1987.
cal: listas de nombres utilizadas en masacres del interés privado que siempre juega el mayor pa-
ejército compuestas con información suministra- pel en las pasiones políticas, es... hábilmente es-
113
da por la gente local, “órdenes para matar... te- condido bajo el velo del interés público” . En su
nían un origen local”, y la gente era asesinada estudio sobre Guatemala, Kay Warren encuentra
después de la intervención de viejos enemigos107. un “mensaje más profundo” escondido en los
Los serbios locales participaron en la masacre de apuntalamientos locales y privados de un asesina-
cerca de 40 albaneses étnicos en el pueblo de to que parece político e impersonal114. El
Slovinje en Kosovo (abril 15 y 16 de 1999); de antropólogo que afirma que los aldeanos griegos
acuerdo con un testigo, “cuando vino el ejército, fueron “siempre las víctimas de las luchas de
nuestros propios serbios se colocaron una másca- otros más que un elemento activo de la lucha
ra y participaron de la matanza. Ellos sabían a misma” enumera unas páginas más adelante en
quién escoger. Ellos sabían quién tenía dine- su libro, un sinnúmero de motivos privados de-
ro”108. Una mujer campesina vasca, cuya familia trás de la violencia de la guerra civil griega; por
sufrió a manos de los nacionalistas durante la ejemplo, “un hombre se unió a los comunistas
guerra civil española, lo resume mejor: “No fue con la intención expresa de matar a un heredero
Franco el que nos hizo daño, sino la misma gen- rival de su padre”115.
te de acá, de la aldea”109. Las historias de Aristogiton y Harmodios de
La participación local es compatible con todo una parte y de Pavlik Morozv de la otra, son par-
tipo de motivos, desde el más ideológico hasta el ticularmente sugerentes en este respecto.
análısıs polítıco nº 52

más oportunista. La evidencia sugiere que un Tucidides cuenta la historia de Aristogiton y


motivo clave es el que arregla las disputas priva- Harmodios, dos atenienses reconocidos por ha-
das no relacionadas con la escisión maestra de la ber matado al dictador Hiparcos: “De hecho la
guerra. Muchos actos de violencia que en la su- audaz acción tomada por Aristogiton y
perficie (y para los extraños) parecen haber sido Harmodios fue debido a un lío amoroso. Ya les
generados por motivaciones exclusivamente polí- explicaré en más detalle esto y les mostraré a los
[68] ticas, resultan con frecuencia y bajo estrecho mismos atenienses que no son mejores que otras
examen haber sido “causados no por política personas cuando se trata de producir informa-
sino por odios personales, venganzas y envi- ción exacta sobre sus propios dictadores y los he-
dia”110. Tucidides sostiene que el crimen perso- chos de su propia historia”. Parece ser que
nalmente motivado enmascarado por un Hiparcos, sin éxito, se acercó a Harmodios, “un
pretexto político es una de las características hermoso joven en la flor de su juventud, quien
esenciales de la guerra civil111, mientras que era amado y poseído por Aristogiton”.
Maquiavelo describe la situación donde motines Harmodios rechazó las insinuaciones de
políticamente motivados ofrecen un pretexto Hiparcos y le contó a Aristogiton, “quien estando
para la violencia privada112. Tocqueville hace una enamorado como estaba, se enojó terriblemente
observación similar cuando argumenta que “el y tuvo miedo de que Hiparcos, con todo su po-

107 Robert M. Carmack, “The story of Santa Cruz Quiche”, en Robert M. Carmack, Harvest of Violence: The Maya
Indians and the Guatemalan Crisis, Norman, University of Oklahoma Press, 1988, pp. 39-69.
108 BarryBearak, “Crisis in the Balkans: The atrocities; Kosovo town’s tale of betrayal and massacre”, en The New York
Times, 6 de mayo de 1999, p. AI.
109 Joseba Zulaika, Basque Violence: Metaphor and Sacrament, Reno, University of Nevada Press, 1988.
110 Susan F. Harding, Remaking Ibieca: Rural Life in Aragon under Franco, Chapel Hill, University of North Carolina
Press, 1984.
111 Thucydides, History of the Peloponnesian War, trans. Rex Warner, London, Penguin, 1972.
112 “Ymuchos ciudadanos para vengar injurias privadas los condujeron a las casas de sus enemigos; porque era
suficiente que una sola voz gritara en medio de la multitud: ‘A la casa de tal o cual’, o que aquel que sostenía el
estandarte en sus manos se volviera hacia él”. Maquiavelo, 1988, libro 3, párrafo 15.
113 Alexis de Tocqueville, Democracy in America, Mayer, trans. George Lawrence, New York, Harper and Row, 1969.
114 Kay
B. Warren, Indigenous Movements and Their Critics: Pan-Maya Activism in Guatemala, Princeton, Princeton
University Press, 1998.
115 Juliet Du Boulay, Portrait of a Greek Mountain Village, Oxford, Oxford University Press, 1974.
democracia
der, pudiera tomar a Harmodios por la fuerza. los casos individuales. Sin embargo, identificar el
Por tanto, él comenzó inmediatamente y hasta modo de operar es altamente consecuencial des-
donde pudo desde su posición a conspirar para de un punto de vista teórico.
derrocar a la dictadura”. Eventualmente, des- Los intersticios de la violencia política y priva-
pués de una complicada secuencia de eventos, da brindan espacio considerable para la manipu-
Harmodios y Aristogiton asesinaron a Hiparcos. lación, un hecho notado por igual tanto por los
Como concluye Tucidides: “De esta forma la participantes como por los observadores. Por
conspiración de Harmodios y Aristogiton se ori- ejemplo, las tropas francesas enviadas por
116
ginó en el sentimiento herido de un amante” . Napoleón a suprimir la rebelión en Calabria en
Pavlik Morozov fue el joven soviético que infor- 1807, observaron que la gente local estaban se-
mó sobre su padre kulak y que luego fue asesina- cuestrando su guerra. Los voluntarios que se
do por sus tíos en venganza de ello, en unieron a los guardias cívicos tenían una:
septiembre de 1932. Pavlik se volvió famoso tendencia a proseguir la venganza local muy
cuando el régimen soviético lo promovió como distante del esfuerzo de la guerra. Existe mucha
el honesto joven pionero que en una situación evidencia de que el deseo de resolver una ene-
de lealtad conflictiva entre la familia y el Estado, mistad de larga vigencia con una familia rival lo-
noblemente colocó primero los intereses del Es- cal era un fuerte impulso para unirse a la
tado. El escritor Máximo Gorky citó a Pavlik Guardia Cívica. En varias ocasiones, los residen-
Mrozov como un ejemplo de heroísmo soviético, tes del pueblo pidieron a los franceses que les

análısıs polítıco nº 52
y por décadas Pavlik fue tratado como el santo permitieran ejecutar a prisioneros calabreses que
patrón de los pioneros y elogiado en monumen- eran miembros de una familia rival o de un pue-
tos públicos, reuniones y libros inspiradores para 118
blo rival .
niños. Sin embargo, los anticomunistas mencio-
naron su caso como un indicativo del decaimien- Esto ciertamente hace eco en los recientes de-
to moral del totalitarismo, donde el control sarrollos contemporáneos en Afganistán e Irak.
ideológico minaba y destruía hasta los lazos fami- Aunque en algunas instancias políticas los ac- [69]
liares. Pero una cuidadosa investigación descu- tores gustosamente suscriben facciones locales
brió una motivación diferente detrás de la en cada respecto, en otras instancias ellos son
acción de Pavlik: su padre, el presidente del so- manipulados por dichas facciones y dirigidos a
viet local rural, había abandonado a su mujer e actuar en formas que de otra manera ellos hu-
hijos y se había ido a vivir con una mujer más jo- bieran preferido evitar. Los actores locales algu-
ven de la misma aldea. Pavlik denunció a su pa- nas veces tienen éxito en lograr que los actores
dre ya sea por resentimiento personal (como el centrales dirijan su violencia en contra de enemi-
hijo mayor a los 13 o 14 años, él tenía que cui- gos privados, describiéndolos en el idioma de la
dar de su familia) o porque fue instigado por su escisión maestra. La visión comparativa de Sheila
madre por venganza o por un primo que quería Fitzpatrick y Robert Gellately de denuncia de las
117
ser presidente del soviet rural . dictaduras europeas resalta exactamente este
Por toda su manifiesta importancia, este as- punto:
pecto de la violencia permanece oculto a la ma- Debido a la aceptación excepcional del Esta-
yoría de los observadores, quienes cuando no do totalitario a recibir denuncias de los ciudada-
desechan toda la violencia como “criminal”, tien- nos y de actuar a partir de ellas, los formidables
den a codificarla automáticamente como “políti- poderes de ese Estado quedaron a la disposición
ca” (étnica, religiosa, partidaria, etc.). En efecto, de ciudadanos individuales. Si usted tiene un
la violencia de las guerras civiles es descrita y cla- enemigo privado, ¿por qué no denunciarlo ante
sificada como “violencia política”. La mayoría de la policía como judío o troskista? Luego la
los estudios macro no hacen caso del contenido Gestapo o el NKVD lo llevarán lejos a un campo
privado de la “violencia política” y descifran mal de concentración y su problema estaría resuel-

116 Tucidides, libro 6, 1972, párrafo 54-59.


117 Sheila
Fitzpatrick y Robert Gellately, “Introduction to the practices of denunciation in modern European history”,
en Sheila Fitzpatrick and Robert Gellately, Accusatory Practices: Denunciation in Modern European History, 1189-1989,
Chicago, University of Chicago Press, 1997, pp. 1-21.
118 MiltonFinley, The Most Monstrous of Wars: The Napoleonic Guerrilla war in Southern Italy, 1806-1811, Columbia,
University of South Carolina Press, 1994.
to... Este tipo de denuncia manipuladora fue ex- leas por la policía. Las disputas se salieron de
tremadamente común en ambas sociedades. Los control cuando la policía, como instrumentos
enemigos de clase fueron denunciados en la del Estado, usó todos estos dichos conflictos para
Unión Soviética de Stalin por vecinos que codi- progresar en su misión contra el terrorismo. Los
ciaban sus apartamentos; los judíos fueron de- incidentes fueron procesados y convertidos en
nunciados por sus vecinos en la Alemania nazi una estructura terrorista. Entonces los oficiales
con el mismo propósito y con éxito similar119. de policía reclamarían los correspondientes pre-
mios. De esta forma los oficiales superiores les
Tanto durante la ocupación japonesa de Fili- darían protección y rara vez les solicitarían ren-
pinas como durante la rebelión Huk, las autori- dir cuentas. En medio de situaciones tales como
dades locales tomaron ventaja de la situación éstas, inocentes sin conexión con los militantes
“para resolver viejas disputas de los días antes de se encontraron en medio de graves problemas123.
la guerra acusando a sus enemigos de estar con-
tra el gobierno sin mostrar ninguna prueba de La comprensión de que los agentes con fre-
120
ello” . En El Salvador, las disputas por agua y cuencia manipulan a sus principales produce de-
por tierras entre las familias campesinas, como claraciones paradójicas, como cuando Ralph
también los conflictos por el poder político lo- Thaxton informa que en la China ocupada “el
cal, llevaron a la violencia porque “ellos trataron régimen títere de Yang alcanzó sus propios inte-
de resolverlas utilizando a los grupos políti- reses sobre los de sus maestros japoneses”124.
análısıs polítıco nº 52

cos”121. En una ciudad de Guatemala, “a medida La interacción de los puntos políticos y priva-
que los guerrilleros ingresaban a las relaciones dos se ve representada en un rompecabezas
sociales locales, les presentaban a los vecinos que crucial que fue sucintamente expresado en la fa-
sentían que habían sido engañados en la distri- mosa formulación de Lenin: Kto kovo? ¿Quién
bución de las tierras; [eran] nuevas formas de está llevando a quién de la mano? ¿Quién mani-
122
saldar sus cuentas” . Algunas veces, el proceso pula a quién? ¿Están los actores centrales usando
[70] conlleva cadenas más complicadas de principales a los locales, o es todo lo contrario? En un libro
y agentes, como en la siguiente descripción de sobre la ejecución de su madre durante la guerra
Punjab, India: civil griega, Nicholas Gage toma este rompecabe-
Indudablemente las animosidades entre fac- zas como su tema principal:
ciones y familias dentro de los pueblos son ex- A medida que manejaba hacia la plaza, seguía
plotadas por el Estado como una forma de escuchando sobre el sonido del motor del carro
entorpecer el desarrollo de nuevas lealtades. En una frase que mi hermana y mi padre habían re-
su lucha contra el terrorismo, la policía interfie- petido cien veces: “Tin fagane i horiani” (“Fueron
re en peleas maritales y disputas por las tierras los aldeanos quienes la devoraron”). Para mi fami-
en los pueblos, apoyando y por tanto comprome- lia, las guerrillas comunistas como Katis fueron un
tiendo a una de las partes. Falsas denuncias se- acto impersonal de Dios, desencadenado sobre
rían registradas por una de las partes en disputa nuestra aldea por la guerra, como una plaga. Fue-
con apoyo del estado, al efecto de que el opo- ron nuestros vecinos a los que responsabilizamos
nente tiene lazos con el terrorismo. La naturale- por la muerte de mi madre; los aldeanos que su-
za individual de las grandes peleas sobre las surraban secretos a la policía de seguridad y que
tierras entre y dentro de las familias... [fue] testificaron contra ella en el juicio. Esto era algo
eclipsada por el uso muy difundido de dichas pe- que yo tenía que resolver: tal vez los aldeanos fue-

119 Sheila Fitzpatrick y Robert Gellately, Ob. Cit., pp. 1-21.


120 Benedict J. Kerkvliet, The Huk Rebellion: A Study of Peasant Revolt in the Philippines, Berkeley, University of California
Press, 1977.
121 Carlos Rafael Cabarrús, Ob. Cit.
122 David Stoll, Ob. Cit. Ted Swedenburg, Ob. Cit.
123 JoycePettigrew, “Parents and their children in situations of terror: Disappearances and special police activity in
Punjab”, en Jeffrey A. Sluka, Death Squad: The Anthropology of State Terror, Philadelphia, University of Pennsylvania
Press, 2000, pp. 204-225.
124 RalphThaxton, Salt of the Earth: The Political Origins of Peasant Protest and Communist Revolution in China, Berkeley,
University of California Press, 1997.
democracia
ron realmente más culpables por su muerte que como hizo Homero cuando describió la guerra
los hombres que cumplieron la sentencia y dispa- como una agregación de duelos?127 ¿Son las gue-
raron las balas. Me gustaría saber si algo acerca de rras civiles nada más que “feudos escritos en
mi madre incitó a la gente de Lia para ofrecerla grande?”128. Parafraseando un conocido aforis-
como chivo expiatorio. O tal vez los aldeanos sólo mo, ¿son todas las guerras civiles política local?
habían sido manipulados por los guerrilleros que La respuesta es negativa.
explotaron su debilidad moral, sus celos mezqui- Entre los investigadores que destacan la impor-
nos y sus miedos porque los guerrilleros querían tancia de los conflictos privados y locales, algunos
matar a mi madre por algún propósito político. adoptan una nota correcta de precaución argu-
¿Cuál fue la verdadera razón para que ella fuera mentando que aunque estos conflictos involucran
ejecutada?125. a individuos y comunidades locales, sus orígenes
son externos. La descripción detallada de la ope-
ración de un escuadrón de la muerte en una pe-
INTER ACCIÓN queña población de Guatemala hecha por
Tanto la fuerza relativa de las dinámicas cen- Benjamin Paul y William Demarest nos muestra
trales frente a las locales, como el modo de ope- cómo un grupo de individuos fue investido por el
rar son perennemente desconcertantes. La ejército con poderes excepcionales, que ellos utili-
cuestión está muy bien formulada por Howell: zaron en la búsqueda de venganza, poder local,
“Lo que uno necesita saber es la forma como los “dinero, licor y sexo”. Ellos concluyen:

análısıs polítıco nº 52
asuntos, las percepciones y los problemas locales Es muy tentador el echarle la culpa del brote
se perfilaron e informaron a la perspectiva nacio- de violencia en San Pedro a las divisiones socia-
nal... y a la inversa, cómo ese sentido de lo gene- les y al ajuste de viejas cuentas, pero esta tenta-
ral, que es una parte tan integral de la ción debe ser resistida. La competencia religiosa
perspectiva nacional, fue transferido y tal vez y las vigorosas luchas internas políticas fueron las
trasladado de nuevo a la estructura y lenguaje de características de la vida en San Pedro antes de
la política local”126. [71]
1980, sin que ello produjera violencia. Lo mismo
Ya he discutido la propensión de los relatos a se puede decir de los antagonismos personales.
nivel macro a pasar por alto completamente la Ellos surgieron en el pasado y fueron resueltos
dinámica local; este ensayo deja en claro que se- por medios que no llegaron al asesinato. Lo que
ría igualmente errado el privar (despojar) a la es- interrumpió la paz en San Pedro no fue la pre-
fera local y privada de acción. En efecto, la sencia de diferencias y divisiones, sino el recluta-
evidencia aducida hasta ahora parecería socavar miento por parte del ejército de agentes y espías
la tesis de Schmitt a favor de la de Hobbes, que que tuvieron el efecto de sacar partido de estas
apoya una visión de la guerra civil como un pro- escisiones129.
ceso tan absolutamente descentralizado y
descontrolado hasta llegar a ser casi sin ley, sin Entonces es correcto decir que la naturaleza
sentido y al azar. ¿Podemos entonces nosotros re- descentralizada y localizada de la violencia re-
ducir las guerras civiles a simples agregaciones publicana durante la guerra civil española no
de feudos privados y conflictos locales, tanto implica que fuera una instancia de violencia es-

125 Nicholas Gage, Eleni, New York, Ballantine Books, 1984.


126 Roger Jr. Howell, “Newcastle and the nation: The seventeenth-century experience”, en R. C. Richardson, The
English Civil Wars: Local Aspects, Phoenix Mill, U.K., Sutton Publishing, 1997, pp. 309-329.
127 André Bernand, Guerre et violence dans la Grece antique, Paris, Hachette, 1999.
128 Peter Loizos, Intercommunal killing in Cyprus, 23 de marzo de 1988, pp. 639-653.
129 Pauly Demarest, 1988, Ob. Cit., p. 153. Roldan, 2002, Ob. Cit., p. 286, escribe sobre Colombia que “en muchos
casos, la violencia de la mitad del siglo veinte no fue el resultado espontáneo de conflictos partidarios locales
inherentes sino más bien conscientemente utilizados como punta de lanza por sectores selectivos del gobierno
regional o tácitamente fomentado por jefes locales para avanzar en los intereses que no tenían muy poco o nada
que ver con las diferencias ideológicas”. La Comisión Surafricana de Verdad y Reconciliación señaló un punto
similar cuando argumentó que el estado de apartheid perseguía una política “para manipular de forma socio
étnica, con la intención de movilizar a un grupo contra el otro” (citado en Pigou, 2001, p. 226). En Sri Lanka,
Spencer, 1990, p. 184, observa: “Si la política provee un medio necesario para la resolución de disputas y agravios
locales, lo hace apelando a fuerzas y poderes afuera de la comunidad local”.
pontánea y anárquica de actores descontrolados, que no necesitaba de energía exterior para con-
como es usualmente asumida por los historiado- tinuar, aunque, por supuesto, fue explotada por
130 135
res , o que la violencia en la guerra civil es de agentes externos” . El proceso de interacción es
doble filo131. Estos puntos han sido bien tomados capturado a nivel individual por la práctica de la
como advertencias contra una interpretación de denuncia. Fitzpatrick observa que mientras esto
los conflictos privados y locales que pase por alto “puede ser visto en términos de ‘cima parte infe-
el contexto político en que ellos ocurrieron. En rior’ como un mecanismo de control del Estado
la mayoría de los lugares, los conflictos locales y y un medio para monitorear la opinión pública...
las venganzas privadas están presentes sin estallar también hay un posible ‘fondo hacia arriba’, in-
en violencia. Las sanciones del Estado y los meca- terpretación de la función de denuncia: si el Es-
nismos de control social previenen su traslación tado usa esta práctica para controlar a sus
en violencia y brindan la forma de manejar la ciudadanos, los ciudadanos individuales también
tensión social132. Aun en el contexto de la guerra la pueden usar con el propósito de manipular al
civil, dichos conflictos no siempre resultan en Estado”136. Lo anterior está muy bien expresado
133
violencia . en una carta desde la Grecia ocupada, en 1944:
Parecería obvio que tanto la dinámica central “Jason, hijo de P.”, esta carta, prosigue, sirvió a
como la dinámica local son importantes. Howell los italianos en su isla tan bien que ellos “cum-
137
escribe sobre la guerra civil inglesa: “En varios plieron con todos sus deseos” . Cobb también
momentos a través del siglo, las políticas local y capturó esta interacción cuando describe casos
análısıs polítıco nº 52

nacional se han entrecruzado en formas que in- de violencia durante la Revolución Francesa
tensificaron la naturaleza del debate político. Las como situaciones “donde no había frontera en-
injusticias locales se convirtieron en el medio a tre la venganza privada y la venganza colectiva”
través del cual muchos asuntos, intereses y pre- que fueron ejercidos por la gente que colocó su
138
ocupaciones nacionales fueron percibidos, mien- “violencia privada a uso público” . La violencia
tras que los asuntos y etiquetas de debate en Congo-Brazzaville está retratada como una si-
[72] nacional fueron utilizados para cubrir las luchas tuación donde “no había distinción entre una es-
134 139
políticas locales” . Stanley Aschenbrenner des- fera privada y una esfera pública” , un punto
cribe la guerra civil griega en una población grie- que se hace eco en un estudio de Nicaragua,
ga, como “una secuencia de acción y reacción donde los motivos de la violencia “aparentemen-

130 José
Luis Ledesma Vera, “Espacios de poder, violencia y revolución: una perspectiva política de la represión en el
Aragón republicano durante la guerra civil”, en Antonio Morales Moya, El difícil camino a la democracia, Madrid,
Sociedad Estatal Espana Nuevo Milenio, 2001, pp. 249-268.
131 Warren,
1998. Ver también Seybolt, 2001, p. 202. “Tal como los japoneses estaban usando a los chinos en la
búsqueda de sus intereses imperialistas durante la guerra, muchos chinos estaban usando a los japoneses en la
búsqueda de sus intereses domésticos”.
132 Linshan Hua e Isabelle Thireau, Enquête sociologique sur la Chine, 1911-1949, Paris, Presses Universitaires de
France, 1996.
133 Watanabe, 1992, pp. ix-x, encontró que en un pequeño pueblo de Guatemala donde él estudió (Santiago
Chimaltenango), las disputas y animosidades personales y locales abundaban pero fallaban en producir violencia:
“Aun durante los peores meses de la campaña de contra-insurgencia del ejército guatemalteco en 1982-1983, el
pueblo se negó a sucumbir a las auto-recriminaciones, a los traficantes de poder y a los asesinatos que infectaron
a todos sus vecinos”.
134 RogerJr. Howell, “Newcastle and the nation: The seventeenth-century experience”, en R. C. Richardson, Ob. Cit.,
pp. 309-329.
135 StanleyAschenbrenner, “The civil war from the perspective of a Messenian village”, en Lars Baerentzen, John O.
Latrides, and Ole L. Smith, Studies in the History of the Greek Civil War, 1945-1949, Copenhagen, Museum
Tusculanum Press, 1987, pp. 105-125.
136 Fitzpatrick, 1994, Ob. Cit., p. 255.
137 Mark Mazower, Inside Hitler’s Greece: The Experience of the Occupation, 1941-1944, New Haven, Yale University Press,
1993.
138 Richard Cobb, Reactions to the French Revolution, London, Oxford University Press, 1972.
139 Remy Bazenguissa-Ganga, “The spread of political violence in Congo-Brazzaville”, en African Affairs, nº 98, 1999a,
pp. 37-54.
democracia
te fueron tanto personales como políticos”140. La denuncias de vecinos que tenían cuentas perso-
muerte de Alfonso Goncalves en septiembre de nales que saldar... Acusaciones, denuncias y ani-
1999 en Timor del Este fue “tan personal como mosidades personales podían conducir al arresto
política”; Goncalves fue asesinado no sólo por sus en cualquier momento. La gente fue oficialmen-
puntos de vista en pro de la independencia, sino te motivada a efectuar acusaciones y denuncias...
también por un feudo familiar relacionado con Quienquiera que tenía un rencor contra alguien
una sobrina que se había fugado en contra de la más, un viejo feudo, o que tuviera a otro como
resistencia de la familia, con un militar pro- un grano de sal en el ojo, tenía un escenario
indonesio. Años más tarde, durante el terror que para mostrar sus habilidades; había un oído fatí-
inundó a Timor del Este en el despertar del dico listo para escuchar144.
referendo, los miembros de la familia del milicia-
no vinieron a la casa de Goncalves y lo asesina- Jung Chang sitúa la fuente de mucha de la vio-
ron141. En la guerra civil de Tennessee, los lencia perpetrada durante la revolución cultural
participantes no siempre separaron la violencia en la movilización de envidia y resentimiento de
motivada por fines políticos y la violencia origina- Mao. En su historia familiar, ella elocuentemente
da por agravios personales142. muestra cómo la politización de la vida priva-
Paradójicamente, la politización extrema de da finalmente conduce a la privatización de la
la vida bajo los regímenes totalitaristas conduce a política:
la privatización extrema de la política. Por tratar Los comunistas se habían embarcado en un

análısıs polítıco nº 52
de convertir todo lo que es personal en político, reorganización radical no sólo de las institucio-
los totalitaristas consiguen el resultado exacta- nes, sino de la vida de la gente, especialmente de
mente opuesto: ellos convierten lo político en las vidas de los que se “habían unido a la revolu-
privado. Jan Gross argumenta que la esencia del ción”. La idea era que todo lo personal era polí-
totalitarismo es “la institucionalización del resen- tico; de hecho, nada se podía tomar como
143
timiento” . En un estudio sobre la ocupación “personal” o privado. La insignificancia fue vali-
soviética de la parte occidental de Ucrania y la dada al ser etiquetada como “política” y las re-
[73]
parte occidental de Bielorrusia en 1939, él en- uniones se convirtieron en el foro mediante el
cuentra que el nuevo aparato de poder estaba cual los comunistas canalizaban todo tipo de ani-
“motivado por intereses particulares, como ven- mosidades personales”.
gar errores personales, mitigar el hambre o satis-
facer la codicia” en un patrón afín con la Chang nos brinda el siguiente ejemplo per-
“privatización del Estado”. Él describe la violen- sonal:
cia allí como una situación donde “el Estado sir- Mi madre estaba también horrorizada de es-
vió de franquicia, como efectivamente lo fue, de cuchar que mi abuela había sido denunciada
individuos locales, que usaban su poder para per- –por su propia cuñada, la esposa de Yu-lin–. Ha-
seguir sus intereses privados y ajustar cuentas; la cía tiempo que ella se había sentido abusada por
búsqueda de sus intereses privados se convirtió mi abuela, ya que tenía que hacer todo el trabajo
en el método principal de cumplir con las obli- de la casa mientras que mi abuela, dirigía la casa
gaciones oficiales y establecer la autoridad”. Él como su dueña. Los comunistas urgieron a todo
agrega que: el mundo a hablar contra “la opresión y la explo-
las autoridades soviéticas realizaron búsque- tación”, entonces le dieron una estructura políti-
das y arrestos... directamente en respuesta a las ca a los rencores de la Sra. Yu-lin145.

140 LynnHorton, Peasants in Arms: War and Peace in the Mountains of Nicaragua, 1919-1944, Athens, Ohio University
Center for International Studies, 1998.
141 SethMydans, “East Timor family’s terror: Trapped at home by gunmen”, en The New York Times, 27 de septiembre
de 1999, pp. AI, A6.
142 NoelC. Fisher, War at Every Door: Partisan Politics and Guerrilla Violence in East Tennessee, 1860-1869, Chapel Hill,
University of North Carolina Press, 1997.
143 Gross, 2001, Ob. Cit., p. 4.
144 Gross, 1988, Ob. Cit., pp. 117-120.
145 Jung Chang, Wild Swans: Three Daughters of China, New York, Doubleday, 1992.
La evidencia sugiere que el carácter íntimo la violencia que opera aquí no sólo como un ins-
que “la violencia política” despliega con frecuen- trumento de coerción sino como fuente condu-
152
cia no es necesariamente la reflexión de una cente a la movilización .
ideología impersonal o abstracta o de una polari- La alianza es para los actores locales más un
zación basada en la identidad y el odio; es tam- medio que una meta, confirmado por la eviden-
153
bién el resultado sorprendente de la interacción cia antropológica . Un gran parte de la acción
entre las esferas políticas y privadas. en la guerra civil es, por supuesto, simultánea-
mente descentralizada y ligada a un conflicto
ESCISIÓN Y ALIANZA más amplio; esto incluye la violencia, que puede
Para resumir, la interacción entre los actores ser ambas, tanto política como privada al mismo
supra-locales y locales, y las esferas privadas y pú- tiempo. La acción reside en ambas esferas, la priva-
blicas, es insinuada por varios trabajos pero ha da y la política. La guerra civil entonces puede en-
sido abandonada sin teorizar. A continuación es- tenderse como la transformación de un proceso
toy esbozando el relato teórico faltante. conjunto en la búsqueda del poder por parte de
Se asume que los actores del centro han sido li- los actores colectivos y la búsqueda de ventaja lo-
gados con la acción en la superficie mediante el cal por parte de los actores locales. Este punto de
bien conocido mecanismo de la escisión. Esto im- vista es una alternativa a la dicotomía convencio-
plica varias bases mínimas subyacentes, las más nal entre los marcos schmittianos y hobbesianos.
146
notables, a saber: la organización centralizada , Los conflictos locales y privados explotan en
análısıs polítıco nº 52

las preferencias comunes147, el miedo148, o la coor- violencia sostenida, no porque la guerra civil
dinación alrededor de puntos focales149. Este artí- sea un momento de anarquía hobbesiana, ni
culo introduce otra base mínima que liga el como resultado de los diseños y manipulacio-
centro y la periferia: la alianza. La ventaja teórica nes de actores supra-locales. Lo que importa,
de la alianza es que permite actores múltiples más en lugar de ello, es la interacción entre los
que unitarios, acción localizada en ambos, el cen- dos.
[74] tro y la periferia más que sólo en uno de los dos, y La relevancia de esta conceptualización es de
una variedad de preferencia e identidades en con- dos trasfondos. Primero, permite un entendi-
traste con una común y abovedada. La alianza im- miento teórico de la guerra civil que incorpora
plica una transacción entre los actores el puzzle de la disyunción entre el centro y la pe-
supra-locales y los locales, donde los primeros riferia y la ambigüedad extensiva relacionada.
proveen a estos últimos con músculo externo per- Segundo, convierte la interfaz centro-periferia
mitiendo así ganar una ventaja decisiva local; en en un asunto central y nos fuerza a pensar más
canje por ello, el anterior se apoya en conflictos precisamente sobre las modalidades que ligan a
locales para reclutar y motivar partidarios y así lo- los distintos actores y las motivaciones. Esta inter-
150
grar el control, recursos e información locales, pretación tiene la ventaja adicional de incluir en
aun cuando su agenda ideológica sea opuesta a lo general tanto las acciones estratégicas de los ac-
151
local . Desde esta perspectiva, el beneficio selec- tores políticos como las acciones oportunistas de
tivo que produce la acción y el apoyo colectivo es los individuos locales.

146 Stefano
Bartolini, The Political Mobilization of the European Left, 1860-1980: The Class Cleavage, Cambridge,
Cambridge University Press, 2000.
147 Donald Horowitz, Ethnic Groups in Conflict, Berkeley, University of California Press, 1985.
148 Barry Posen, “The security dilemma and ethnic conflict”, en Survival, 35:1, 1993, pp. 27-47.
149 MichaelSuk-Young Chwe, Rational Ritual: Culture, Coordination, and Common Knowledge, Princeton, Princeton
University Press, 2001.
150 Un ejemplo de estilo: supongamos que el pueblo x está compuesto por dos facciones, a y b. Los rebeldes
(usualmente los primeros que actúan) se presentan (usualmente a través de agentes locales) y movilizan a a;
luego esta facción extrae recursos de b, confiando en el poder de los rebeldes. Más tarde, se presenta el ejército y
persigue a los rebeldes; b se une al ejército y denuncia a los líderes de a.
151 Los
comunistas vietnamitas y chinos constituyen un ejemplo claro en este respecto (Elliott, 2003; Hua y Thireau,
1996).
152 Las facciones locales refuerzan la disciplina interna a través de normas y políticas efectivas de grupo.
153 Pierre Clastres, Archeologie de la violence, Paris, Éditions de l’ Aube, 1999.
democracia
Podemos entonces pensar en la escisión Tucidides insinúa el mecanismo de la alianza
como una formación simbólica que simplifica, cuando argumenta en su análisis de la guerra ci-
perfecciona e incorpora una variedad descon- vil en Corcyra, que “en tiempo de paz no habría
certante de conflictos locales –una visión com- una excusa ni ningún deseo para llamar a [alia-
patible con la forma como los observadores dos externos] pero en tiempo de guerra, cuando
externos, como los historiadores, confían en cada partido puede siempre contar con una
una “narrativa maestra” como una forma de alianza que no le haga daño a sus oponentes y
“conjura”, y así lograr contar un historia concre- que al mismo tiempo fortalezca su propia posi-
ta y apasionante extraída de muchas otras com- ción, se volvió una cosa natural para todos los
plejas–154. De igual forma, la alianza nos permite que deseaban un cambio en el gobierno el pedir
ver las guerras civiles como concatenaciones de ayuda de afuera”157. Al mismo tiempo, la inter-
múltiples y a veces disparatadas escisiones, más o vención externa es posible sólo cuando las fac-
menos colocadas holgadamente alrededor de la ciones locales y los individuos desean y pueden
escisión maestra. Esto es consistente con la intui- llamar a los forasteros. El determinar cuándo es
ción y las interpretaciones de un buen número este el caso y quién se alía con quién necesita un
de investigadores. Por ejemplo, Olivier Roy inter- análisis refinado que tome en consideración tan-
preta la escisión islámica/conservadora de la to las dinámicas intra-comunitarias como las di-
guerra civil de 1992, en Tajikistán, en términos námicas de la guerra civil. Por ejemplo, un
de lo que él describe como el rasgo esencial de patrón recurrente es que los perdedores en los

análısıs polítıco nº 52
la política tajik, principalmente mahalgeray o conflictos locales son los que probablemente se
localista. Él desagrega la escisión maestra (reli- muevan primero, y por tanto sean los primeros
gión) de esa guerra en un número de conflictos en llamar a las fuerzas foráneas. Existía una alta
disparatados de múltiples dimensiones, tales probabilidad de que las autoridades locales que
como región, profesión, posición dentro del habían sido marginadas por el gobierno en
155
aparato estatal y etnicidad . Previsiblemente, Mozambique se unieran a la insurgencia
es más fácil discernir estas dinámicas en guerras Renamo; en Sierra Leona, “los perdedores de [75]
civiles recientes, que carecen del tipo de discur- una disputa por tierras locales o por la jefatura
sos modulares proveídos por la Guerra Fría. local pueden algunas veces aliarse con los insur-
Pero la evidencia disponible sugiere que la co- gentes para asegurar la venganza. Ese parece ser
munidad de estas dinámicas, las diferencias el caso de la decapitación de un jefe Paramount,
158
percibidas entre los conflictos de la pos Guerra Gboney Fyle en el Distrito de Bonthe” . En este
Fría, y las guerras civiles previas pueden atri- sentido, la guerra civil es la oportunidad ideal de
buirse más a la defunción de categorías concep- la revancha para los perdedores en los conflictos
tuales ya disponibles causadas por el final de la por el poder local, como también para los indivi-
Guerra Fría que a la naturaleza fundamental- duos que se sientan menospreciados y envidio-
mente diferente de las guerras civiles de antes sos. Es difícil expresar esto mejor que un
156
de la Guerra Fría . De igual forma, el factor de hombre que después de que el ejército de la
que las escisiones étnicas o religiosas locales Unión entró en el Condado de Madison en
sean generalmente más fáciles de discernir por Alabama anunciara su intención de matar a su ri-
parte de los observadores externos que las de val local y luego de “ir con algunos de los solda-
facción puede también causar un sesgo en el dos de la Unión y sacar todo de la casa de [su
momento de informar, codificar e interpretar rival] y quemar todo el lugar completamente...
la evidencia. Él ha sido un gran tipo por mucho tiempo, pero

154 PaulRicoeur, Time and Narrative, trans. Kathleen McLaughlin and David Pellauer, Chicago, University of Chicago
Press, 1984.
155 Roy1999. La “facción islámica-democrática” incluía grupos regionales, profesionales y étnicos tales como el
gharmi (del área de Karategin), los pamiris (del área de Gorno-Badakhshan) e intelectuales del área de
Pendjikent, donde la “facción conservadora” estaba compuesta por leninabadis del área de Leninabad, koulabis de
Koulab, hissaris de Izar y la etnia de Ousbeks. Salibi, 1988, provee un análisis similar de la guerra civil libanesa.
156 S. Kalybas, “New and old civil wars: A valid distinction?”, en World Politics, 54:1, 2001, pp. 99-118.
157 Tucidides, 1972, libro 3, párrafo 82.
158 Christian Geffray, La cause des armes au Mozambique: Anthropologie d’une guerre civile, Paris, Karthala, 1990.
ahora ha llegado la hora de bajarlo”159. alianzas locales. Una implicación es que la asisten-
La escasez sistemática de datos hace imposi- cia sustancial de terceros puede hacer que la alian-
ble en este momento registrar y analizar las mo- za sea menos útil por lo menos para un partido.
dalidades de interacción entre los actores
centrales y locales. Sin embargo, es posible ade- CONCLUSIÓN
lantar dos hipótesis sobre la importancia relativa La guerra civil es un contexto que coloca un
de la alianza comparada con los mecanismos premio en la acción conjunta local de los actores
cima-parte inferior, tales como organización cen- locales y supra-locales, internos y externos, indivi-
tralizada o preferencias comunes dentro de la duales u organizaciones, civiles y ejércitos: la ac-
guerra civil. Primero, lo más probable es que los ción (incluida la violencia) resulta de su alianza
mecanismos cima-parte inferior hagan la mayo- en la búsqueda de sus diversas metas –cuya princi-
ría del “trabajo pesado” antes de la guerra, du- pal manifestación empírica es la ambigüedad–. El
rante las etapas iniciales o después de que la marco interpretativo aquí elaborado conlleva dos
guerra haya terminado. Cuando la guerra está implicaciones teóricas principales para las teorías
ocurriendo, la alianza puede prevalecer ya que la sobre las guerras civiles y la “violencia política”.
guerra tiende a fragmentar el espacio geográfi- Primero, y contrario a Schmitt, la “violencia políti-
co, colocando así un premio sobre las dinámicas ca” no es siempre necesariamente política; identi-
160
locales . Una vez que la guerra ha terminado, la dades y acciones no se pueden reducir a
narrativa central de la escisión brinda un camino decisiones tomadas por las organizaciones belige-
análısıs polítıco nº 52

para después del hecho simplificar, perfilar y cu- rantes, a los discursos producidos en el centro, y a
brir las ambigüedades y contradicciones de la las ideologías derivadas de la principal escisión de
161
guerra, incluido el papel de las alianzas . Algu- la guerra. Entonces, posicionar a los actores unita-
nas veces la invocación por parte de los actores rios, inferir las dinámicas de identidad y acción
locales e individuales del símbolo o mensaje exclusivamente de la confrontación dominante y
maestro puede convertirse en una profecía auto- enmarcar las guerras civiles en términos binarios
[76] cumplida a medida que los asuntos e identidades es engañoso; en lugar de ello, las escisiones loca-
locales se redefinen, reconstruyen y proyectan les y la dinámica intra-comunitaria deben ser in-
hacia atrás siguiendo la conclusión del conflicto. corporadas dentro de las teorías de la guerra civil.
La recurrencia de las mismas alianzas sobre el Segundo, y contrario a Hobbes, la guerra civil no
tiempo y la dependencia sobre los mismos sím- se puede reducir a un mero mecanismo que abre
bolos y mensajes centrales puede ultimadamente las compuertas al azar y anárquicamente a una
integrar y fundir la multitud de escisiones locales violencia privada. La violencia privada es general-
dentro de una escisión maestra, consistente con mente constreñida por las modalidades de la
la observación de que las guerras son procesos alianza que debe ser explotada sistemáticamente.
construidos por el Estado162. Una segunda hipó- La guerra civil promueve la interacción entre los
tesis tendría en cuenta el relativo relieve de la actores con distintas identidades e intereses. Es la
alianza a través de las guerras civiles: cuanto me- convergencia de los motivos locales y los imperati-
nos poderosos y centralizados sean los actores vos supra-locales lo que dota a la guerra civil con
políticos que estén combatiendo en la guerra, su carácter particular y conduce a una violencia
menores serán las oportunidades de imponer el conjunta que empantana la división entre lo polí-
control directamente, y por tanto será mayor la tico y lo privado, lo colectivo y lo individual.
probabilidad de que tengan que recurrir a las FECHA DE RECEPCIÓN: 04/03/2004
FECHA DE APROBACIÓN: 13/05/2004

159 Citado en Ash, 1995, Ob. Cit., p. 128.


160 S. Kalyvas, 2003, Ob. Cit.
161 A pesar de los motivos no étnicos detrás de muchos de los actos de violencia (incluyendo el robo perverso y el
asalto a los apartamentos de los vecinos) la etnicidad se convirtió en “la categoría principal con la que la gente en
el terreno narra y comprende la violencia de la guerra” (Dale, 1997, p. 91). La religión ha sido utilizada en
forma oportuna en Sudán como un medio de justificar acciones o de asignar culpas (Dean, 2000); como tal,
observa Peterson, 2000, 174-175, “puede ser una ventana de adorno, un medio de movilizar tropas y efectivo
para ambos lados”, pero la guerra ha causado una intensificación del sentido religioso “para las poblaciones
golpeadas por este conflicto”.
162 Charles Tilly, Coercion, Capital and European States (Studies in Social Discontinuity), Cambridge, Blackwell Publishers,
1992.
democracia
En búsqueda de lo
popular en la Guerra
de los Mil Días

de todos los conflictos civiles que han


marcado la historia de Colombia, desde los tiem-
pos de las guerras de independencia a principios
del siglo XIX hasta la aparentemente intermina-
ble violencia de nuestro propio tiempo, la di-

52 77-89
mensión popular de la Guerra de los Mil Días
(1899-1902) sigue siendo la más oscura. Mien-

2004:nºpágs.
tras que algunos estudios de otros períodos de
violenta lucha civil rutinariamente hacen énfasis

análısıs polítıco
en las preocupaciones y acciones de la clase tra-

análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre


bajadora o popular y de grupos sociales explota-
dos, otros estudios revelan la visión autónoma y
la política independiente de dichos grupos fren-
te a las elites sociales, estos asuntos permanecen [77]
Charles Bergquist
Profesor del Departamento de Historia,
relativamente minimizados, escasamente docu-
Universidad de Washington, Seatlle mentados y pobremente entendidos en los estu-
dios sobre la Guerra de los Mil Días. Este artículo
revisa mis propios esfuerzos, comenzados hace
cerca de treinta y cinco años, por entender las
dimensiones populares de la Guerra, y luego en-
tra a discutir otros esfuerzos más recientes de los
historiadores colombianos para ampliar nuestro
entendimiento sobre este tema. El texto termina
con algunas reflexiones de cómo los avances en
la historia colombiana y los cambios en los asun-
tos colombianos y mundiales en las últimas déca-
das nos invitan a repensar todo el asunto de lo
popular en la Guerra de los Mil Días. Mi conclu-
sión es que hacer esto puede influir en nuestro
entendimiento de la historia colombiana de los
siglos XIX y XX, y de la crisis que enfrenta el
país hoy.
Mi propia búsqueda de lo popular en la Gue-
rra de los Mil Días comenzó en junio de 1968
cuando viajaba de Estados Unidos a Colombia en
busca de un tema para una disertación doctoral
en historia. No era ajeno a Colombia –había ser-
vido allí en los Cuerpos de Paz entre 1963 y
1965 y me había casado con una colombiana–
pero la idea de escoger un tema para la diserta-
ISSN 0121-4705

ción era sin embargo atemorizante. Yo sabía que


debido a las exigencias de una carrera académi-
ca en Estados Unidos, el tema que escogiera esta-
ría conmigo por un largo tiempo y determinaría mediados de 1968, evalué varios posibles aspec-
en gran parte mi éxito profesional. Investigar y tos para la disertación, incluida la violencia,
escribir una disertación tomaría por lo menos tema que se ha convertido en el lynchpin de los
dos años en las mejores circunstancias. Luego, si estudios colombianos del siglo XX. Al final me
el trabajo era aprobado y tenía la buena fortuna quedé con la Guerra de los Mil Días por varias
de asegurar un empleo en una universidad, man- razones. Esta guerra no sólo fue la más grande
tener ese trabajo significaba convertir la diserta- de los conflictos civiles de Colombia en el siglo
ción en un libro que pudiera ser publicado por XIX, también parecía marcar el punto de decisi-
una editorial académica. Este proceso, debido al vo en la historia nacional, una transición de la
trabajo de enseñar y otras responsabilidades pro- política de inestabilidad, violencia y estanca-
fesionales, frecuentemente demoraba otros cin- miento económico de casi medio siglo, a la esta-
co años. En efecto, escoger un tema para la bilidad política y el desarrollo económico. Y sin
disertación significaba decidir cómo pasar los si- embargo, a pesar de su importancia, la Guerra y
guientes siete años trabajando en un proyecto los períodos que la rodean desde la Regenera-
que determinaría en gran parte el futuro éxito ción hasta el Quinquenio de Reyes fueron muy
profesional. poco estudiados en comparación con el período
Yo creía que la selección de una disertación de la Independencia y la etapa inicial republica-
era también importante debido a razones políti- na en el siglo XIX, y en la etapa después de 1930
cas e ideológicas. El año de 1968 fue, por su- en el siglo XX. Y aunque las fuentes de archivo
análısıs polítıco nº 52

puesto, uno de esos momentos dramáticos en la que tratan sobre la Guerra de los Mil Días, como
historia del mundo moderno (1848 fue otro) aquellas de finales del siglo XIX y principios del
cuando el momentum de las fuerzas democráticas siglo XX en general estaban en su mayoría sin
y populares parecía estar al borde de romper organizar y sin catalogar en el Archivo Nacional
con el orden establecido de las cosas para crear colombiano –una situación de marcado contras-
una nueva sociedad. Las demostraciones masivas te con el material abundante y bien ordenado
[78] de estudiantes y trabajadores en Francia, Italia y que se encuentra en este repositorio y en otros
México sacudieron los pilares de sus respectivas sobre la época colonial–, con la ayuda de investi-
sociedades en ese año. El conflicto liderado por gadores colombianos pude identificar un gran
los comunistas en Vietnam –que derrotaría a la volumen de material básico sobre el período de
nación capitalista más poderosa del mundo– ha- la Guerra, la mayor parte de él sin explorar por
bía llegado a su clímax, y un movimiento masivo otros historiadores. Este material incluía varias
contra la guerra había cogido impulso dentro de colecciones de papeles personales de políticos
los mismos Estados Unidos. A través de América de la elite de la época, incluidos entre los más
Latina, el éxito de la revolución cubana había es- importantes los del líder liberal del tiempo de
timulado movimientos revolucionarios, y aun las guerra, Rafael Uribe Uribe, localizados en la
elites latinoamericanas y sus aliados en el gobier- Academia Colombiana de Historia. También en-
no de Estados Unidos hablaron sobre la necesi- contré una inmensa colección de telegramas re-
dad de una reforma democrática para poder lacionados con la guerra, guardados en un
atajar el avance de las revoluciones socialistas a archivo militar almacenado por el Ministerio de
lo largo del hemisferio. Como estudiante gradua- la Defensa (más adelante volveré sobre la impor-
do que se estaba especializando en historia de tancia de esta fuente). Además de fuentes no im-
Latinoamérica, me sentía arrebatado por estos presas como éstas, estaba por supuesto una gran
acontecimientos. Como muchos de mis colegas, colección de periódicos de la época guardados
aprendí a entender estas luchas en términos en las bibliotecas Nacional y Luis Ángel Arango.
marxistas y participaba en demostraciones en Y estos mismos repositorios guardan varios volú-
contra de la guerra en la universidad y de la menes de memorias de participantes de la elite
desobediencia civil en las calles. En ese momen- en la Guerra, como también un puñado de estu-
to, creíamos que la comprensión histórica debía dios secundarios del conflicto escrito por histo-
reflejar e informar sobre las luchas democráticas riadores posteriores.
y populares que envolvían al mundo. El escoger Ninguna de estas fuentes resultó ser muy re-
un tema de disertación sobre historia colombia- veladora sobre los motivos y el papel que la gen-
na no era simplemente un ejercicio académico, te de las clases populares desempeñó en la
era también de vital significado político. Guerra, pero ese fue un problema que sólo pude
Durante los meses que pasé en Colombia a apreciar en su totalidad mucho más tarde. Al
democracia
comienzo de mi investigación, yo pensaba que el totalmente comprendidas únicamente en rela-
estudio de la Guerra de los Mil Días probaría ser ción con las tendencias del sistema más amplio
muy revelador en cuanto a las fuerzas populares del capitalismo mundial. Finalmente, argumenté
en la historia colombiana (y por ende latinoame- que la Guerra de los Mil Días era la culminación
ricana y del mundo). Después de todo, la Guerra de medio siglo de lucha entre las elites liberales
fue un conflicto grande y prolongado, la guerra y conservadoras sobre la pauta y el contenido de
civil más larga en toda América Latina durante las reformas liberales diseñadas para promover
un siglo que fue marcado –o por lo menos el desarrollo de la agricultura de exportación en
definido– por dichos conflictos. De la literatura Colombia. Este argumento, a mi entender, cons-
secundaria disponible era evidente que las elites tituye la principal contribución del estudio.
habían representado papeles importantes en la Aunque hice lo posible, el argumento que lo-
precipitación de la guerra; de hecho, el grueso gré desarrollar en relación con el papel de las
de esta literatura gira exclusivamente sobre las clases populares en la Guerra fue bastante me-
motivaciones y acciones de este grupo. Pero la nos exitoso. El primer problema tuvo que ver
gente que más participó en la lucha pertenecía con las fuentes. Simplemente no pude encontrar
obviamente a las clases populares, la mayoría, material en el que los elementos populares ha-
trabajadores rurales agrícolas. Entonces pensé blaran directamente sobre sus preocupaciones y
que una inspección más cercana de los registros experiencia. La inmensa mayoría de la gente tra-
históricos revelaría mucho más acerca de sus mo- bajadora, tanto rural como urbana, era analfabe-

análısıs polítıco nº 52
tivaciones y del papel que desempeñaron en el ta, y por razones que sólo hasta ahora son más
conflicto. claras para mí y que se discuten plenamente al
En 1970, una vez terminado mi curso y apro- final de este ensayo, aun los miembros educados
bados mis exámenes finales, regresé a Colombia de la clase artesana, que desempeñaron un papel
para iniciar la investigación en serio sobre la tan importante en la política colombiana a partir
Guerra. Desde un comienzo, la mayor parte de de la mitad del siglo XIX, han visto su situación
esa investigación se enfocó en las causas y la di- material socavada, su organización independien- [79]
námica de la Guerra de los Mil Días, preguntas te y proyectos democráticos desmantelados y sus
que parecían desglosarse en dos partes separa- voces censuradas y reprimidas. Hice algunos es-
das, una que tenía que ver con las elites y la otra fuerzos para identificar a los participantes de la
con las clases populares. Los lectores del produc- Guerra que todavía estaban vivos, pero las pocas
to terminado que apareció en forma de diserta- entrevistas que realicé –que fueron un respiro
ción en 1974 y luego como un libro en inglés en humano del trabajo en los archivos–, fallaron en
19781, sabrán que tuve mucho más éxito en la pasar más allá de las generalidades.
exploración del lado elite de estas preguntas que Me di cuenta de que, en su mayoría, tendría
el que tuve con las dimensiones populares. que llegar indirectamente hasta la experiencia y
No voy a recordar ese análisis en detalle aho- las motivaciones de las clases populares a través
ra. Basta con decir que el argumento que fui ca- del tipo de archivos y fuentes impresas anterior-
paz de desarrollar respecto a las elites fue mente listadas. No es necesario decir que los re-
bastante detallado y profusamente documenta- sultados de esta estrategia fueron limitados. Sólo
do. También fue revisionista especialmente en en raras ocasiones dichas fuentes dejan vislum-
lo relacionado con el trabajo (en su mayoría de brar las motivaciones y preocupaciones popula-
investigadores británicos y de Estados Unidos) res. La literatura secundaria sobre la Guerra no
que dependía de estereotipos raciales y cultura- fue tampoco de mucha ayuda para revelar sus di-
les (personificado en el concepto de “políticas mensiones populares. Estaba enfocada casi total-
caudillistas”) para explicar las guerras civiles del mente en las personalidades, actividades y
siglo XIX en América Latina. En vez de ello, yo convicciones de las elites, y virtualmente ignoró
argumenté que el conflicto de la elite tenía pro- a la mayoría de los colombianos involucrados en
fundas dimensiones materiales, programáticas e la Guerra. La mayoría de los escritores que por
ideológicas, y que aunque hay motivaciones per- lo menos se preocuparon por las motivaciones
sonales, regionales y clientelistas que influyen en de los miembros de las clases populares en el
los políticos, sus actitudes y acciones podrían ser conflicto sólo recalcaron su persecución, descri-

1 Una edición en español, Café y conflicto en Colombia, 1886-1910, fue publicada primero en Colombia en 1981,
Medellín, Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales; las referencias que siguen pertenecen a esa edición.
biéndolos como participantes pasivos, ignorantes pecialmente a manos del Gobierno), que usual-
o aniñados que fueron engañados o forzados a mente tomó la forma de escape. Con base en
tomar las armas. esta evidencia –la más concreta y satisfactoria,
Durante mi investigación encontré suficiente documentada en los telegramas militares del Go-
evidencia de reclutamiento coercitivo y forzado bierno anteriormente mencionados–, las nocio-
tanto por parte de las fuerzas del gobierno con- nes de pasividad e irreflexión y comportamiento
servador como por parte de los revolucionarios aniñado de las clases bajas puede fácilmente des-
liberales para rechazar la idea de que los solda- cartarse. Pero si dichos estereotipos negativos de
dos fichados y de rango fueron embaucados para motivación popular pueden ser fácilmente des-
participar en el conflicto. La coerción, por su- pejados, ¿qué más podría decirse del papel de las
puesto, fue más allá de la fuerza política total, in- clases bajas en la guerra? Ante la ausencia de
cluidas las presiones económicas, especialmente fuentes que permitieran a dicha gente hablar
el acceso a la tierra para trabajadores dependien- con sus propias voces, ¿qué puede hacer un his-
tes en las grandes haciendas. Este tipo de coer- toriador? Una táctica utilizada por los historiado-
ción y la conformidad con los proyectos elite que res sociales durante la época de mi investigación
parecía implicar han sido frecuentemente co- fue la de observar y decantar cuidadosamente las
mentados por los estudiosos susceptibles a las acciones populares. La idea era deducir lo que la
implicaciones políticas de sistemas tremenda- gente estaba pensando extrapolándolo de lo que
mente explotadores de tenencia de la tierra y del ellos estaban haciendo. En raras ocasiones pude
análısıs polítıco nº 52

trabajo. usar esta estrategia con buen resultado, como


A través de archivos notariales pude docu- cuando por ejemplo, las acciones de un grupo
mentar aspectos de dichos sistemas a finales del de guerrilla liberal operando en el Sumapaz, una
siglo XIX en la zona cafetera del occidente de región del occidente de Cundinamarca, en
Cundinamarca, un área que también se convir- 1901, incluyó la destrucción de los libros conta-
tió en un escenario principal de la Guerra. Pero bles de la hacienda por parte de los trabajadores
[80] la documentación del enlace entre dichas es- que decían estaban endeudados con el propieta-
3
tructuras económicas y sociales y la participa- rio conservador de la hacienda . También pude
ción popular en la guerra me eludió en gran documentar el miedo de la elite por las clases
parte. Sin embargo, un documento que encon- populares y su preocupación, especialmente a
tré me reveló las posibilidades para su interpre- medida que la Guerra progresaba y los grupos de
tación. Era un conjunto de instrucciones de guerrilla ganaban más autonomía de parte de la
Rafael Uribe Uribe, quien se estaba preparando elite del partido liberal, de que elementos popu-
para asumir el trabajo de administrar una gran lares estaban adquiriendo un interés propio en
hacienda en Cundinamarca en 1894. “Es con- la continuación de la guerra. De hecho, yo me
veniente”, le dijeron, “ejecutar un escarmiento apoyé en este último argumento, tanto como en
en uno de los que en la hacienda son considera- el miedo a la intervención de Estados Unidos en
dos como invulnerables, y que quizá ayudan a Panamá, para explicar la decisión de los coman-
fomentar la rebeldía. Expulsado uno, los de- dantes de las fuerzas regulares liberales a finales
más se someten”2. Una vez que se ha digerido de 1902 de entregar sus armas y poner fin a la
las implicaciones de este tipo de coerción eco- Guerra.
nómica, es más fácil entender la evidencia A pesar de estos esfuerzos, había mucho más
abundante que indicaba que los trabajadores que me hubiera gustado hacer con las dimensio-
dependientes frecuentemente se unían a sus te- nes populares de la Guerra. En varios puntos del
rratenientes rurales, ya fueran estos liberales o estudio menciono un solo documento que origi-
conservadores, cuando estas elites sociales mar- nó posibilidades interpretativas provocadoras
chaban a la guerra. que no logré corroborar y desarrollar aún más.
También encontré otro tipo de evidencia que Un ejemplo de ello es la carta al líder del partido
refutaba la noción de la pasividad popular. Des- liberal Aquileo Parra, escrita por un miembro
cubrí evidencia considerable de resistencia por del partido en Cundinamarca en 1898. El escri-
parte de la población civil al reclutamiento (es- tor les avisaba sobre la “desesperación e inquie-

2 “Antonio Suárez M. a Rafael Uribe Uribe”, en Correspondencia de Uribe Uribe, Ubaté, 8 de noviembre de 1894,
Academia Colombiana de Historia, caja 6.
3 El Colombiano, 22 de enero de 1901.
democracia
tud del pueblo”, y advirtió a los liberales que era bre las dimensiones populares de la Guerra de
mejor “abrir la válvula de los movimientos políti- los Mil Días. El problema radicó en que encon-
cos”; de otra forma, la nación podría “estallar en trar este material fue algo así como buscar una
un espantoso movimiento social”4. aguja en un pajar. Estos documentos se hallaban
¿Es posible que las elites, especialmente las li- enterrados bajo miles y miles de telegramas, la
berales entre ellas, conscientemente hubiesen mayoría de los cuales trataban sobre maniobras
buscado lanzar un conflicto político tradicional y suministros militares. Durante mi búsqueda
para canalizar el desespero popular y la agitación sólo gasté unas pocas semanas examinando el
lejos de los canales sociales revolucionarios basa- material de unos 170 volúmenes gruesos que
dos en la diferencia de clases? Claramente esta componían este archivo. Leerlos todos comple-
estrategia anticipada no es algo sobre lo que la tamente sospecho que le hubiera tomado a un
mayoría de los líderes políticos hubiesen habla- investigador diligente, trabajando tiempo com-
do públicamente o tal vez considerado conscien- pleto, como un año o más. Yo elegí invertir el
temente. Pero esto no significa necesariamente año que tenía para investigar en Colombia en
que la posición expresada en el documento no otros archivos donde la densidad del material
fuese representativa de su pensamiento. ¿Y qué sobre las causas de la Guerra y la motivación de
efecto tendría esta línea de pensamiento sobre la los participantes era mucho mayor. Las conse-
pregunta de causalidad que yo exploré exhaus- cuencias de esa decisión ciertamente compro-
tivamente en el estudio desde la perspectiva de metieron las dimensiones populares del estudio

análısıs polítıco nº 52
la economía política elitista? que eventualmente produje.
Varias veces estos documentos, poco frecuen- Siguiendo la terminación de este estudio so-
tes pero provocativos, aparecieron en los tele- bre la Guerra de los Mil Días, mi investigación de
gramas militares a los que me referí con lo popular en América Latina me llevó lejos de
anterioridad. Fue esta fuente, por ejemplo, la mi enfoque exclusivo en Colombia a un estudio
que produjo material fascinante sobre cientos comparativo de los movimientos laborales mo-
de trabajadores del café, hombres y mujeres, dernos del siglo XX en América Latina. Más tar- [81]
capturados por el general conservador Sicard de, me aventuré en el estudio del papel del
Briceño durante un recorrido por la zona pro- trabajo en el desarrollo divergente de las nacio-
ductora de café en los alrededores de Cumaca y nes del hemisferio occidental, incluido Estados
Calandaima en el suroeste de Cundinamarca, Unidos. Mientras tanto, otros han continuado es-
cerca de Viotá, en 1901. En su informe al minis- tudiando la Guerra de los Mil Días, y algunos de
tro de Guerra en Bogotá, Briceño declaró: estos trabajos arrojan nueva e importante luz so-
“Tanto unos como otros son cómplices y bre la participación popular en ella.
auxiliadores de aquellos bandoleros a quienes Me he enfocado en tres de esos estudios, que
ocultan en sus casas; en consecuencia, los remi- enumero a continuación:
tiré todos a esa creyendo deben mandarse los El primero es Los guerrilleros del novecientos, de
6
hombres como reclutas a la costa y a las mujeres Carlos Eduardo Jaramillo , un trabajo de investi-
imponerles el castigo que S.S. estime conve- gación prodigioso, notable por su énfasis en la
niente, pues son de muy mala ley”. vida diaria de los combatientes durante la gue-
En un segundo telegrama enviado el mismo rra, particularmente las fuerzas de la guerrilla li-
día, reiteraba su consejo en relación con los beral operando en el departamento del Tolima.
hombres, pero cambió su pensamiento sobre las Aunque Jaramillo fue entrenado como sociólogo
mujeres. “Las doscientas mujeres las devolveré a en Francia y su estudio utiliza una amplia varie-
los cafetales intimándoles que serán severamente dad de fuentes de archivo, comparte mucho con
castigadas si auxilian guerrilleros”5. una larga tradición de escritos sobre la guerra de
Recordando este material, me doy cuenta partidistas liberales –libros como Guerrilleros del
ahora de que un trabajo más intenso en este ar- Tolima (1937) de Gonzalo París Lozano y La revo-
chivo militar podría haber arrojado más luz so- lución de 1899(1975) de Joaquín Tamayo, ambos

4 “Saul Cortissor a Aquileo Parra”, en Archivo Aquileo Parra, Ubaté, Cundinamarca, 8 de febrero de 1898, Academia
Colombiana de Historia.
5 Ambos telegramas fechados en Fusagasugá, Cundinamarca, 21 de junio de 1901, aparecen en el volumen 05764,
Documentos Relacionados con la Guerra de los Mil Días, Ministerio de Defensa.
6 Carlos Eduardo Jaramillo, Los guerrilleros del novecientos, Bogotá, Cerec, 1991.
bien utilizados por Jaramillo–. Este último usual- indocumentadas– también le dan color al traba-
mente documenta sus fuentes, pero hay ocasio- jo. “El gobierno conservador pierde a propósito
nes en que es difícil saber dónde finaliza la la batalla de Peralonso para poder prolongar la
evidencia documental y es remplazada por la guerra e imprimir más papel moneda”10; Francia
imaginación creativa del autor. Y su uso indiscri- y Estados Unidos apoyan al gobierno establecido
minado del material secundario imprime al libro de Colombia para poder prolongar la guerra y
una especie de calidad más grande que la reali- ganar más concesiones en sus negociaciones del
dad, que deja sin aliento y que con frecuencia fati- canal11.
ga la imaginación. “Los guerrilleros combatientes Se le acredita a Jaramillo su esmero especial
están usualmente embriagados con aguardiente en recuperar el papel de las mujeres, niños e in-
con sabor a pólvora cuando van a combatir”; de dígenas en la Guerra, temas que él argumenta
hecho, de acuerdo con Jaramillo, los combatien- correctamente que habían sido olvidados en tra-
tes liberales, en su mayoría desprovistos de con- bajos anteriores. Su tratamiento de estos temas
vicción ideológica y muy borrachos para ser es el mejor disponible en la literatura sobre la
efectivos, pierden batallas clave de la guerra y la Guerra, aunque, ocasionalmente, yo fui uno de
guerra misma7. En una parte del libro, reprodu- los que cuestionó las implicaciones de sus aser-
cida de una fuente secundaria, las tropas del Go- ciones y su escogencia del lenguaje. Por ejemplo,
bierno (que inexplicablemente se encuentran él asegura, sin suministrar documentos, que los
sin cuchillos o machetes) despedazan a un buey motivos de las mujeres que participaron directa-
análısıs polítıco nº 52

vivo y satisfacen su hambre mientras el pobre mente en la lucha iban desde la convicción ideo-
8
animal gime en agonía . En otra parte de otro li- lógica hasta el deseo de ganancia económica: los
bro, una guerrillera liberal, joven y hermosa, de “caprichos de amor y el apego a la aventura” fue-
“cuerpo esbelto y mirada franca”, indiferente al ron “las razones más destacadas y las que mayor
silbido de las balas alrededor de ella, brinca una número de mujeres arrastraron a los campos de
12
valla con su hermosa montura y recupera las ar- batalla” . Jaramillo continúa describiendo cómo
[82] mas y efectos personales de su capitán muerto las mujeres liberales que se quedaron en casa
(¿y amante?). Luego ella le da un beso al cadá- brindaron un sinnúmero de servicios a los com-
ver, urge a sus compañeros a entrar nuevamente batientes, incluyendo el convertir la ropa de
en batalla y las guerrillas ganan ese día9. Según cama en gasa con “sus pacientes manos femeni-
lo sugieren estos ejemplos, con frecuencia nas”13. Mientras que su tratamiento de temas sen-
Jaramillo trata estas fuentes sin sentido crítico, ya sibles como la prostitución en tiempo de guerra
sean estos documentos de archivo, relatos secun- y la incidencia de las enfermedades venéreas me
darios como los que hemos citado anteriormente parece sensible y balanceada, a veces una cierta
o entrevistas que realizó en Tolima en 1983 con reticencia sexual se desliza furtivamente en su
los hijos de los líderes guerrilleros del tiempo de análisis14. La reticencia es más pronunciada en
la guerra. Las teorías de conspiración –tan queri- relación con la raza. Por ejemplo, Jaramillo
das por muchos liberales pero basadas en pre- afirma que la barbarie existió en todos los ban-
sunciones dudosas y en su mayoría dos durante la guerra. Y, sin embargo, las des-

7 Ídem., p. 244.
8 Ídem., p. 53.
9 Ídem., p. 69; aquí Jaramillo está citando con aprobación un libro de 1936 de Carlos Chaparro Monco, Un soldado
en campaña.
10 Ídem., pp. 333-334.
11 Ídem., p. 282.
12 Ídem., p. 60. Los lectores pueden querer comparar esta evaluación de la motivación femenina con las conclusiones
reflexivas sobre el tema: Aída Martínez Carreño, “Mujeres en pie de guerra”, en Gonzalo Sánchez y Mario Aguilera
(eds.), Memoria de un país en guerra: Los Mil Días 1899-1902, Bogotá, Editorial Planeta Colombiana, 2000,
especialmente, pp. 204-207.
13 Ídem., p. 67.
14 Ídem., p. 73. Ver, por ejemplo, la discusión del castigo de las mujeres, particularmente de la forma llamada “la
amapola”.
democracia
cripciones más detalladas y gráficas de barbaries El enfoque de Jaramillo sobre las fuentes y la
en el libro tienen que ver con atrocidades que documentación puede no satisfacer siempre los
15
involucraban a los indígenas . Al discutir la tre- escrúpulos disciplinarios de los historiadores pro-
menda brutalidad de los indios Cholo en Pana- fesionales, pero irónicamente tal vez la contribu-
má durante la Guerra, Jaramillo explícitamente ción más grande de su trabajo sea la de dejar a los
la compara con la de los “negros caucanos en las historiadores del futuro el rango de archivos que
tierras del Valle”16. contienen material útil sobre las dimensiones po-
Dejando estas reservas de lado, hay mucho pulares de la guerra. Jaramillo consigue material
que aprender de este libro sobre la participación no sólo de repositorios nacionales utilizados por
popular en la Guerra. Jaramillo ha encontrado investigadores anteriores –tales como el Archivo
un cuerpo significativo de nueva documentación Nacional, la Academia Colombiana de Historia y
para apuntalar lo que sabemos sobre aspectos el Ministerio de Defensa–, sino que también utili-
como el reclutamiento y las tácticas de la guerri- za archivos de provincia tales como el Archivo
lla. Además, él ha descubierto mucho material Central del Cauca, el Archivo Histórico de
nuevo sobre la forma como la lucha afectó la Santander y el Archivo Histórico de Ibagué. Es
vida de la gente del común. A los asuntos ante- probable que, como está sucediendo con otros te-
riormente mencionados, Jaramillo suma seccio- mas de la historia colombiana, el trabajo en los ar-
nes sobre canciones populares y la forma de chivos provinciales y municipales como éstos
vestir de la guerrilla, y brinda una lista fascinante lleguen un día a presentar a los investigadores di-

análısıs polítıco nº 52
sobre el uso de drogas medicinales y remedios ligentes todo un nuevo universo de datos empíri-
caseros utilizados durante la época. Un docu- cos y posibilidades interpretativas relacionados
mento fabuloso, reproducido en su totalidad, re- con las dimensiones populares de la Guerra.
gistra las transacciones de una tienda de La segunda contribución importante al en-
empeño en Ibagué durante el mes de julio de tendimiento de lo popular en la Guerra de los
1902. Éste revela la penuria que mucha gente Mil Días es un ensayo provocativo e interpretativo
estaba experimentando en ese momento del de Fernán E. González, S. J., originalmente publi- [83]
conflicto, con mujeres empeñando los elemen- cado como “La Guerra de los Mil Días” en las Me-
tos básicos del hogar y ropa íntima personal morias de la II Cátedra Anual de Historia
para lograr estirar el dinero disponible para cu- “Ernesto Restrepo Tirado”19, y subsecuentemente
brir las necesidades más apremiantes. Otra im- publicadas de nuevo bajo un título más descripti-
portante contribución de Jaramillo es el listado vo: “De la guerra regular de los ‘generales-caba-
meticuloso del número y la distribución de los lleros’ a la guerra popular de los guerrilleros”,
grupos de guerrilla que operaron durante la en el volumen editado por Sánchez y Aguilera20.
guerra (como era de esperarse, la mayoría eran La contribución de González es de un orden
liberales y se hallaban abrumadoramente con- muy diferente al de Jaramillo. Especializado
centrados en Tolima, Cundinamarca y como historiador en la Universidad de
17
Santander) ; otra lista suministra una reseña California-Berkeley y director del Centro para la
mes por mes de las batallas más importantes de Investigación y Estudios Populares (Cinep) en
la Guerra, señalando la fecha, sitio, nombre de Bogotá, González no se dedica a realizar una
los comandantes de ambos bandos y el resultado nueva investigación primaria sobre la Guerra.
de cada una de ellas18. Sin embargo, es desafortu- Más bien, él busca una comprensión más amplia
nado que Jaramillo no describa la metodología del conflicto, sintetizando e interpretando aspec-
que utilizó en la creación y documentación de es- tos de la literatura secundaria sobre la Guerra.
tas listas; sin esta información es imposible demos- Combinando la evidencia y el análisis de los tra-
trar y juzgar su validez. bajos de Jaramillo, Marco Palacios, José Antonio

15 Ídem., pp. 94-100.


16 Ídem., p. 99.
17 Ídem., p. 104.
18 Ídem., apéndice 5.
19 Fernán E. González, S. J., “La Guerra de los Mil Días” en Memorias de la II Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo
Tirado, Las guerras civiles desde 1830 y su proyección en el siglo XX, Bogotá, Museo Nacional de Colombia, 1998.
20 Gonzalo Sánchez y Mario Aguilera (eds.), Ob. Cit.
Ocampo y Bergquist, entre otros, González argu- posición de estos grupos de guerrilla, y la única
menta más clara y convincentemente que cual- evidencia sistemática que tenemos respecto a la
quiera de estos otros autores que la fase de composición social de las fuerzas revolucionarias
guerrilla de la Guerra tenía una geografía única liberales en esa región, y de la cual soy conscien-
y obedecía a una lógica social definida. Él afirma te sugiere un cuadro mucho más complejo en el
que el teatro geográfico de la guerra popular de que los comerciantes, grandes terratenientes,
guerrillas estaba localizado “especialmente en el profesionales y artesanos juegan papeles impor-
valle del Magdalena, desde Honda hasta Neiva, tantes. Esto fue especialmente cierto en los cuer-
con las vertientes cordilleranas que lo circun- pos oficiales de los grupos revolucionarios, que
dan”21. Estas regiones, localizadas en el occidente desde el principio del conflicto comprendían un
de Cundinamarca y del Tolima, son parte de la muy alto porcentaje del número total en armas.
frontera cafetera en expansión de finales del si- Aun durante las últimas etapas de la Guerra, la
glo XIX, y ellas experimentan un proceso dual mayoría de los grupos de guerrilla liberales con-
de inmigración interna (con gente llegando de tinuaron siendo dirigidos por hombres cuya po-
las regiones montañosas de Cundinamarca y sición social puede ser mejor descrita como
Boyacá en la cordillera Oriental y de Antioquia perteneciente a la elite provincial. Este punto es
en la cordillera Central) y alienación de la tierra de crucial importancia porque, como argu-
pública (en la que los colonos y los capitalistas a mentaré más adelante, aunque existe evidencia
gran escala, dos fuerzas frecuentemente en con- de que los líderes de extracción social más po-
análısıs polítıco nº 52

flicto, rivalizan por la tierra). De acuerdo con pular desempeñaron papeles más prominentes
González, estas áreas también son social y en las fuerzas de la guerrilla a medida que la
culturalmente distintas a las antiguas áreas de co- Guerra progresaba (una tendencia cuyas
lonización en Colombia. Éstas eran sociedades implicaciones sociales potenciales aterraban a
22
de “poca cohesión y control sociales” donde la las elites de ambos partidos), no hay evidencia
presencia del Estado y de la Iglesia era precaria. de que estos líderes y fuerzas populares hayan
[84] Fueron estas áreas las que procrearon y sostuvie- evolucionado hacia la articulación de un proyec-
ron a los principales grupos de guerrilla liberal to social que pudiera democratizar las disposicio-
que prolongaron la guerra en el interior del país nes sobre la tenencia de la tierra, la reforma a los
después de la derrota de los ejércitos regulares li- sistemas explotadores de trabajo o el cambio en
berales en Palonegro, Santander, en mayo de las políticas que desfavorecían ampliamente a los
1900. Y fue en estas áreas donde, durante las úl- colonos en la adjudicación de las tierras públi-
timas etapas de la Guerra, la brutalidad y degra- cas. No obstante la retórica en tiempos de guerra
dación del conflicto fue más hondo, condiciones del Gobierno y la ficción legal, es rara una evi-
éstas que ayudan a explicar el recrudecimiento dencia documentada de que algunos grupos de
de la violencia política en estas mismas regiones guerrilla rutinariamente se dedicaran a actos de
en la mitad del siglo XX. criminalidad común. Las fuerzas guerrilleras to-
Éste es un argumento pulcro que encuentro maban la propiedad y exigían prestamos en nom-
bastante apasionante, porque sin duda trata en bre de la revolución liberal, pero ésta era una
parte aspectos de mi propio trabajo. Pero es im- práctica estándar de los ejércitos combatientes
portante resaltar que actualmente es más una hi- durante todo el siglo XIX.
pótesis interpretativa que un análisis histórico González le ha prestado un gran servicio a
documentado. Por ejemplo, un aspecto crucial los estudiosos de la Guerra, presentándoles una
del argumento de González –lo que para él hace hipótesis interpretativa y provocadora relaciona-
que las fuerzas de guerrilla de Cundinamarca y da con las dimensiones populares, que es nota-
Tolima sean “populares” es que están compues- ble por su claridad, alcance y comprensión.
tas “principalmente de iletrados del campo, cam- Declarada virtualmente como un silogismo, su
pesinos sin tierra, pequeños propietarios y interpretación puede ahora ser sostenida,
colonos, [y] trabajadores independientes”23– modificada o desacreditada por una investiga-
puede ser posible, pero todavía hace falta evi- ción más avanzada.
dencia sistemática y documentada sobre la com- La contribución final aquí discutida es tam-

21 Ídem., p. 116.
22 Ídem., p. 117.
23 Ídem.
democracia
bién la más reciente: el libro Tras las huellas del Tovar decide probar qué tan útiles pueden ser es-
soldado Pablo, de Hermes Tovar Pinzón, que tam- tos documentos para ampliar la comprensión de
bién está publicado en el volumen sobre la guerra la Guerra, especialmente en lo que se refiere a las
editado por Sánchez y Aguilera24. Tovar, un histo- dimensiones populares personificadas en un sol-
riador colonial de América Latina por instrucción, dado como Pablo. Tovar toma dos muestras para
es un escritor prolífico en todos los aspectos de la ver qué tipo de información pueden producir es-
historia colombiana, y es indudablemente el histo- tos documentos. En la primera, que consiste en
riador más familiarizado con las fuentes de docu- casi la mitad de los archivos, él simplemente regis-
mentación disponibles en el Archivo Nacional. Es, tra el rango militar que cada ex-combatiente obtu-
por tanto, apropiado que en el artículo aquí dis- vo durante la Guerra. En la segunda muestra, una
cutido, Tovar se haya propuesto probar la utili- mirada más detallada y calificada a los archivos de
dad de un hasta aquí olvidado y realmente 170 candidatos, enfoca su atención sobre las de-
masivo cuerpo de documentación perteneciente claraciones de servicio.
a la Guerra de los Mil Días. Los documentos en Trabajando con estas dos muestras, Tovar in-
cuestión fueron creados después de la aproba- tenta en el artículo brindar a sus compañeros
ción en 1938 de una ley diseñada para compen- investigadores un tipo de guía del “saber-como”
sar a los veteranos de la Guerra de los Mil Días para el uso adecuado de las fuentes de docu-
por su servicio. Más de 26.000 archivos o expe- mentación que muchos podrían encontrar de
dientes existen en esta colección guardada en el utilidad cuestionable o marginal. Como él

análısıs polítıco nº 52
Archivo Nacional colombiano, y usualmente cita- elocuentemente lo dice, “la información repeti-
da como Ministerio de Defensa, Expedientes Veteranos da y rutinaria de estas peticiones termina por
de la Guerra de los Mil Días. disolver lo individual en el mundo de lo social.
Como Tovar explica en detalle, cada petición Lo reiterativo de unos documentos comunes
presentada por el candidato a la compensación constituye una especie de puntillismo que intro-
bajo esta ley debía ir acompañada del testimonio duce luz en el cuadro de la historia”. Él conti-
de tres miembros reconocidos de los militares núa: “Cualquier investigador con poca [85]
confirmando la participación del candidato en la experiencia estaría tentado a dejar esta docu-
Guerra, del certificado de bautismo del candida- mentación o usarla como dato aislado para ilus-
to y, si aplicaba, de los certificados de matrimo- trar historias personales y no como parte de
nio y defunción, como también de un relato fenómenos colectivos que comienzan a revelarse
corto sobre la participación del candidato duran- a medida que la reiteración toma cuerpo en lo
te el tiempo de guerra. Aunque elementos de la cuantitativo”. Tovar concluye este pasaje con la
información requerida no estén presentes en siguiente aseveración: “Absorbidos en ambientes
cada archivo, es posible determinar para la ma- sociales, estos expedientes precisan y recrean las
yoría de los candidatos la edad, el lugar de naci- estructuras de una época”25.
miento, la ocupación al comienzo de la guerra y Éste es un conjunto de afirmaciones abun-
la experiencia militar. Con frecuencia, la declara- dante sobre el material que extracta de la prime-
ción de servicio en la guerra incluye información ra muestra, y los lectores del artículo tendrán
fascinante sobre los motivos y la experiencia de que juzgar por ellos mismos qué tan exitoso es
los candidatos. en apoyarlas. Por lo menos es capaz de usar su
Tovar inicialmente se propuso usar este cuer- primera muestra para determinar la distribución
po masivo de fuente para ver si podía descubrir por edad y rango de los peticionarios, y establece
información sobre un familiar, un joven soldado un buen caso para hacer un trabajo cuantitativo
con el nombre de Pablo Tovar enviado a reforzar similar usando los datos sobre lugares de naci-
las tropas del Gobierno a la batalla central de miento, estado civil, estructura de la familia, pro-
Palonegro. Él no encuentra material sobre Pa- fesión y lugar de residencia.
blo; Tovar cree que probablemente fue uno más En cuanto a la utilidad potencial de la infor-
entre los miles que perdieron su vida en la bata- mación cualitativa recogida en los relatos de ser-
lla más sangrienta de la Guerra. Pero ya una vez vicio en la muestra más pequeña que realizó,
involucrado con esta colección de documentos Tovar no es menos positivo sobre los prospectos
que investiga durante un período de cinco años, para los investigadores. Él estima que estos rela-

24 Ídem.
25 Ídem., p. 156.
tos pueden totalizar unas 10 a 20 mil páginas, y vida de quienes veían en ellas un evangelio irre-
pregunta qué se puede hacer con este enorme nunciable”28.
cuerpo de material: Nuevamente, de hecho, éste puede ser el
Más allá de la originalidad de la descripción, caso. ¿Pero puede uno realmente esperar llegar
la ingenuidad que ofrecen muchas de ellas, lo es- a una conclusión diferente basado en el tipo de
cueto de los recuerdos o el exhibicionismo del evidencia en los documentos en cuestión? Ahora
valor mediante el uso de la retórica, podremos podemos volver a la cuestión de reinterpretar la
sacar algunas conclusiones que cambian visiones Guerra, especialmente en sus dimensiones popu-
convencionales de la guerra o al menos nos de- lares, dentro del amplio recorrido de la historia
jan otra imagen de este desastre de la nación co- colombiana. Una revisión fundamental del
lombiana. Más allá de ser un elogio a la victoria significado de la Guerra, pensaría uno, debería
o la constatación de una vinculación a uno de los estar en evidencia hoy. Después de todo, mucho
partidos en contienda, los relatos de los vetera- ha cambiado desde la época descrita al comienzo
nos son pequeñas piezas, memorias de la guerra, de este ensayo, tanto en términos de cómo mar-
con los cuales es posible tejer los escenarios del cha el mundo y los asuntos colombianos, como
conflicto, los motivos de la movilización y las acti- también en los términos de la forma como en-
tudes de los combatientes. Son notas para una tendemos esta historia.
gran sinfonía .
26
Por supuesto, el centro de todos estos cambios
ha sido la falla y el colapso de los regímenes socia-
análısıs polítıco nº 52

Esto suena inspirador, pero al final, a mi en- listas autoritarios asociados con la antigua Unión
tender, Tovar es menos que completamente exi- Soviética y la resultante hegemonía mundial de
toso en demostrar que esta fuente es tan útil. las instituciones capitalistas liberales y el estado
No se puede evitar el hecho de que el material militarizado de Estados Unidos. Estos desarrollos
sobre los testimonios que él cita en el archivo han forzado a los historiadores, y en particular a
sea tendencioso, ya que está diseñado para los de izquierda, a repensar el papel histórico de
[86] cumplir los prerrequisitos establecidos por la la lucha popular en la creación de un nuevo or-
ley y para convencer a los burócratas del Go- den mundial progresivamente más democrático.
bierno que están administrando el programa de Pero mientras algunos tomaron esta oportunidad
que el candidato sí estuvo en realidad invo- para abandonar el estudio de lo popular tirando
lucrado en la Guerra27. Aunque otros investiga- por la borda sus métodos marxistas y visiones so-
dores han usado elementos del testimonio en cialistas y uniéndose a la celebración liberal de
las peticiones a su ventaja –uno piensa, en parti- “fin de la historia”, muchos otros han persevera-
cular, en el trabajo anteriormente citado de do, explorando primero un nuevo tipo de historia
Aída Martínez sobre la motivación femenina social y luego una nueva historia cultural, mucha
durante el conflicto– sus conclusiones, como las de ella centrada en el análisis del discurso. Aun-
de Tovar en este artículo, parecen excesivamen- que la mayor parte de este último trabajo es pre-
te influidas por una inherente parcialidad en sentado en un discurso académico enrarecido y
esta documentación. Ambos, Martínez y Tovar, bastante distanciado del lenguaje y los intereses
concluyen que los participantes en el conflicto de la política popular, lo mejor de esto es que ha
incluyendo miembros de las clases populares es- aumentado enormemente nuestra comprensión
tuvieron profundamente motivados por las de los complejos mecanismos a través de los cua-
ideologías partidistas. Como Tovar lo afirma: les las fuerzas populares luchan para efectuar el
“Entre la conscripción y la incorporación volun- cambio democrático. En la historiografía de la
taria hay una gama de actitudes que no dejan Colombia del siglo XIX, la sofisticación y promesa
lugar a dudas sobre el poder ideológico de los de este tipo de trabajo está ejemplificada en los es-
partidos. La política era una especie de reli- tudios justamente celebrados de políticas del arte-
gión. Las ideas liberales y conservadoras opera- sano realizados por Francisco Gutiérrez Sanín,
ban como libro sagrado capaz de condicionar la Curso y discurso del movimiento plebeyo 1849/1854, y

26 Ídem., pp. 157-158.


27 Al respecto, una pregunta no formulada en el artículo consiste en establecer qué alcance tiene toda la muestra parcializada a
favor de los solicitantes liberales dado que el programa fue iniciado durante un período de hegemonía política liberal e
intermitente boicot conservador del proceso electoral.
28 Gonzalo Sánchez y Mario Aguilera (eds.), Ob. Cit., pp. 162-163.
democracia
Mario Aguilera, Insurgencia urbana en Bogotá: motín, saber: la posibilidad de que para el tiempo de la
conspiración y guerra civil, 1893-189529. Para la Gue- Guerra de los Mil Días, los grupos capaces de ac-
rra de los Mil Días no hay todavía nada comparable tuar políticamente por su propia cuenta no exis-
a estos dos extraordinarios estudios. tían en la práctica. Esta posibilidad, si fuese
Comparando los trabajos de Gutiérrez y cierta, tendría, yo creo, serias implicaciones en la
Aguilera con los estudios sobre la Guerra discuti- forma como pensamos acerca de la historia co-
dos anteriormente, se hace clara una distinción lombiana de ambos siglos, el XIX y el XX.
que sólo ha sido implícita en la discusión hasta La posibilidad de que el medio popular del
este punto. Aprender sobre cómo el pasado ha tipo que estamos discutiendo haya virtualmente
afectado las vidas de la gente del común es un as- desaparecido de la escena colombiana para el
pecto de la investigación por lo popular en la tiempo de la Guerra es sugerido por la informa-
historia. Encontrar grupos populares actuando ción de otros estudios recientes sobre la política
por cuenta propia para promover sus propios in- del país en el siglo XIX, aunque establecer dicho
tereses es completamente otra. La investigación argumento no es el propósito primordial de es-
sobre la Guerra de los Mil Días ha avanzado con- tos estudios. La historia de la política artesanal
siderablemente en años recientes en términos de entre los períodos estudiados por Gutiérrez y
la primera dimensión. Pero justamente, como Aguilera ha sido examinado por el historiador
ocurrió en mi propia investigación para mi diser- de Estados Unidos, David Sowell, en su libro Los
tación hace tres décadas, la investigación en la inicios del Movimiento Laboral colombiano: artesanos

análısıs polítıco nº 52
segunda dimensión consecuentemente no ha y la política en Bogotá, 1832-191931, y aunque este
conseguido nada. trabajo es menos conclusivo, sugiere que a través
Puede ser que hasta ahora hayamos buscado del tiempo muchos miembros de la gran clase
en los sitios equivocados y que los futuros investi- artesana de Bogotá se han desilusionado de las
gadores puedan descubrir los escondites de nue- políticas liberales y, más aún, algunos se han con-
vos documentos que les permitan estudiar los vertido en partidarios activos de las facciones
grupos populares del tiempo de la Guerra que conservadoras. [87]
hablen y actúen a nombre propio. Uno piensa, En otro frente, el trabajo de otros historiado-
por ejemplo, en el descubrimiento de Gonzalo res colombianos como Renán Vega Cantor y Mi-
Sánchez –uno que aún no ha sido complementa- guel Ángel Urrego han puesto de relieve mucho
do con hallazgos de material similar en otra par- más que otros historiadores previos, la severidad
te– de documentos en El Líbano que y exhaustividad de los programas políticos y so-
demuestran la existencia, por lo menos en ese ciales reaccionarios y represivos de la regenera-
municipio, de una cultura popular insurrecta en- ción, el régimen nacional conservador que le
tre artesanos y trabajadores rurales en el corazón arrebató el poder a los liberales en 1885 y per-
de la zona cafetera en los años veinte30. Pero has- maneció en control de la vida nacional hasta el
ta ahora nadie –hasta donde yo sé– ha encontra- fin del siglo32.
do documentos de este tipo para el período de la Mientras tanto, el historiador de Estados Uni-
Guerra de los Mil Días. Esto puede ser, como se dos, James Sanders, ha mostrado cómo el perío-
anotó anteriormente, el resultado de la falta de do precedente de control político nacional
investigación diligente particularmente en los re- liberal fue construido sobre el apoyo popular al
positorios y archivos de fuera de Bogotá. O pue- partido, especialmente entre los constituyentes
de indicar algo diferente por completo, algo que negros en el Valle del Cauca a comienzos de los
todavía tenemos que confrontar directamente, a 1850. Él argumenta que el miedo de la elite a los

29 Francisco Gutiérrez Sanín, Curso y discurso del movimiento plebeyo 1849/1854, Bogotá, Instituto de Estudios Políticos
y Relaciones Internacionales (IEPRI)-El Áncora Editores, 1995. Mario Aguilera Peña, Insurgencia urbana en Bogotá:
motín, conspiración y guerra civil, 1893-1895, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1997.
30 Ver Los Bolcheviques de El Líbano, Bogotá, 1976.
31 David Sowell, Los inicios del Movimiento Laboral Colombiano: artesanos y la política en Bogotá, 1832-1919, Filadelfia,
Temple University Press, 1992.
32 Ver en particular Miguel Ángel Urrego, “La noción de ciudadanía bajo la Regeneración: Colombia, 1880-1900”, en
Rossana Barragán, Dora Cajias y Seemin Qayum (eds.), El Siglo XIX: Bolivia y América Latina, La Paz, Muela del
Diablo Editores, 1997, pp. 631-667.
proyectos y la participación popular liberal soca- berales frente a la movilización popular) en las
vó progresivamente la unidad del partido liberal décadas después de 1850. La crisis del comercio
durante los 1860 y 1870, y finalmente compro- internacional y las políticas económicas poco or-
metió su proyección en la escena nacional33. todoxas de la Regeneración pueden haber traído
James y otra historiadora de Estados Unidos, a los artesanos algún respiro en términos econó-
Nancy Applebaum, han construido sobre el tra- micos durante los 1880, pero las restricciones
bajo anterior de académicos colombianos como draconianas del régimen sobre la expresión de-
María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María mocrática y los derechos políticos socavaron el
34
Álvarez , y han utilizado con provecho los archi- potencial de la expresión y organización
vos regionales para mostrar cómo los colonos de artesana. Como cuando Aguilera nos muestra,
la frontera agrícola en expansión de la cordille- tan convincentemente, que algunos artesanos en
ra Central en este período compartían un carác- Bogotá se unieron a la conspiración de los libe-
ter esencial conservador, masculino, dueño de rales y participaron en la revolución de corta du-
propiedad, pro-católico ceñido por una identi- ración de 1895, y fueron castigados con la
dad racial de blancura. Este sentido de identi- represión y el exilio.
dad racial, en parte real, en parte imaginado, Podría pensarse, dado el alcance de la docu-
fue contrapuesto a “otro” racial, los negros re- mentación que Aguilera encontró que llega has-
publicanos liberales radicales del Valle del ta1895, que algún grado de organización
Cauca, y facilitó la construcción de una identi- artesanal radical hubiera sobrevivido para
análısıs polítıco nº 52

dad regional que trascendió los antagonismos desempeñar un papel en la Guerra de los Mil
35
de clases entre los colonos . Días. Pero en este punto, la evidencia parece su-
Estudios como éstos sugieren una hipótesis gerir que incluso en Bogotá, los artesanos ya esta-
que podría explicar la desactivación gradual de ban en gran parte acabados como grupo capaz de
una política autónoma de los grupos populares en tener una visión autónoma y una acción indepen-
el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX. diente hacia 1899. Con base en la documentación
[88] El argumento sería algo así como: exceptuando a que hemos encontrado hasta la fecha, parece ser
los focos de resistencia formados por grupos indí- que estos artesanos que apoyaron la causa liberal
genas y descendientes de los esclavos africanos, la al comienzo del conflicto en ese año actuaron
mayoría de la gente mestiza trabajadora en las bajo la dirección de los líderes liberales y no a pe-
áreas rurales esenciales de Colombia, especial- tición de sus propias organizaciones.
mente los colonos y los pequeños propietarios en Obviamente, toda esta interpretación de la
la frontera agrícola, han adoptado los valores desactivación popular es especulativa, y el acep-
individualistas, patriarcales, conservadores, pro-ca- tarla requeriría muchísima más documentación y
pitalistas y raciales defendidos por el liderazgo trabajo interpretativo del que se ha hecho hasta
blanco de los partidos liberal y conservador36. la fecha. Sin embargo, cualquiera que sea la ex-
Mientras tanto, los artesanos urbanos, cuyas plicación, en el estado presente de nuestra inves-
organizaciones tuvieron un gran impacto en la tigación parece ser que la ausencia de una
política nacional de la década de 1850, vieron dimensión popular independiente coloca a la
disminuidas sus fortunas materiales (como resul- Guerra de los Mil Días aparte de las guerras civi-
tado de las políticas liberales de libre comercio les anteriores de ese siglo.
que hicieron más difícil para ellos competir con Vista desde la luz de la desactivación popular,
muchos fabricantes extranjeros) y el declive de el significado de la Guerra toma un nuevo
su influencia política (el resultado de la significado. Por una parte, marca el punto final
ambivalencia o reacción de parte de las elites li- de un largo período de declinación de la política

33 “Republicanos contenciosos: política, raza y clase popular en el siglo XIX en Colombia”, próximo a salir, Duke
University Press.
34 María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez, Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación
colombiana, 1810-1850, Medellín, Universidad de Antioquia, 1987.
35 El trabajo de Applebaum está condensado en “Blanqueando la región: mediación caucana y colonización
antioqueña”, en Reseña histórica hispano americana, vol. 79:4, noviembre de 1999, pp. 631-667.
36 Sospecho que este proceso mostrará, en una futura investigación, que se extiende mucho más allá de la Cordillera
Central, afectando las áreas de colonización de frontera en el occidente de Cundinamarca y Tolima, destacado por
Fernán González, y que de acuerdo con una anterior discusión, abarcaría Santander y probablemente también otras
áreas.
democracia
popular. Por otra parte, señala el comienzo de Más aún, otra dimensión crucial del alcance
otro período, que todavía hoy nos acompaña, en de la identificación popular con los dos partidos
el que los intereses populares están en gran par- en Colombia fue el grado en el que los partidos
te sumergidos y son canalizados a través de la reflejaron y acomodaron las aspiraciones de im-
identificación con los partidos liderados por las portantes elementos de las clases populares. Esto
elites liberal y conservadora. fue particularmente cierto, como lo hemos visto,
Creo que considerar la Guerra de esta forma en las áreas donde la lucha por la tierra en la
coloca toda la historia colombiana –y por exten- frontera agrícola fusionó los valores sociales, ra-
sión, la historia latinoamericana– bajo una nue- ciales, conservadores de los propietarios mestizos
va luz. Esto es cierto para los siglos XIX y XX de (grandes y pequeños, actuales y aspirantes) con
la nación y de la región. Aquí nos centramos los valores similares de las elites terratenientes y
primordialmente en el siglo XIX, que es el comerciantes capitalistas. La identificación popu-
tema principal de este ensayo. Si uno está tra- lar con uno u otro de los dos partidos en Colom-
tando de explicar la desactivación popular en el bia –un proceso que avanzó a través de una
período de la Guerra de los Mil Días, la caracte- guerra civil intermitente durante todo el siglo
rística más importante de la historia colombia- XIX– fue luego indeleblemente fijada en el cuer-
na del siglo XIX es el proceso a través del cual po político durante la guerra civil más sangrienta
se llegó a esa amplia identificación popular con y destructiva de todas las del siglo XIX.
los dos partidos liderados por las elites. La pro- Un resultado de este proceso político del si-

análısıs polítıco nº 52
fundidad del apoyo popular a estos partidos glo XIX, que coloca a Colombia decisivamente
coloca a Colombia aparte de otros países impor- aparte de sus vecinos latinoamericanos, es una
tantes de América Latina y debería ser entendi- resistencia peculiar a la formación de terceros
do en términos comparativos. En Colombia, partidos, especialmente de partidos populares
como en la mayoría de otros países de la re- de izquierda a lo largo de todo el siglo XX. Mu-
gión, la Independencia desencadenó décadas chos estudiosos de la historia de Colombia en el
de conflicto civil sobre la cuestión de la reforma siglo XX argumentan que la fortaleza del siste- [89]
liberal del orden colonial. Pero donde en el res- ma de los dos partidos y la falla de la política
to de la región se acomodó exitosamente algún popular democrática dentro de él ayudan a ex-
grado de reforma liberal y se logró una estabili- plicar el resurgimiento de la violencia política a
dad política mucho antes del final del siglo mitad del siglo, la singularidad de su dinámica y
XIX, en Colombia los asuntos sobre la reforma de la forma de su fórmula de compartir el po-
liberal aún estaban por resolverse a finales del der que la trajo temporalmente a un final. Mu-
siglo; es más, ellos aún estaban sin resolverse a chos también argumentarían que la ausencia de
comienzos del siglo XX después de la mayor de una alternativa democrática popular a los parti-
las guerras civiles que convulsionó la nación y la dos tradicionales contribuyó a la insurrección
región durante todo el siglo XIX. de la guerrilla de las décadas recientes, y que
La explicación de la historia divergente de esa ausencia continúa siendo un impedimento
Colombia del siglo XIX debe comenzar con la fa- importante a la resolución de la crisis que en-
lla del país para desarrollar y expandir las expor- frenta hoy la nación.
taciones agrícolas o mineras a la economía Por todas estas razones, y a pesar de todos los
mundial, lo que recortó la consolidación material cambios, tanto históricos como historiográficos
e ideológica de las fuerzas liberales. Igualmente que han ocurrido en las más de tres décadas exa-
importante para explicar la excepcionalidad co- minadas en este ensayo, continúo creyendo que
lombiana del siglo XIX fue la necesidad de las la búsqueda de lo popular en la Guerra de los
elites contendientes de apoyar la movilización po- Mil Días es importante. Afecta nuestra compren-
lítica y militar de las clases populares en su pro- sión de la guerra misma y de la historia colom-
longada lucha sobre el momento y la extensión biana y latinoamericana de los siglos XIX y XX
de la reforma liberal. Ellos hicieron esto, en parte, en general. Y debido a que la forma como enten-
porque a diferencia del resto de América Latina, demos el pasado ayuda a formar nuestra política
en Colombia las posibilidades de una política po- aquí y ahora, continúa siendo también un impor-
pular basada en solidaridades étnicas y culturales tante esfuerzo político.
fuera de la corriente principal del blanco-mestizo
FECHA DE RECEPCIÓN: 10/05/2004
de habla española eran limitadas. FECHA DE APROBACIÓN: 7/06/2004
análısıs polítıco nº 52
[89]

testimonio
Movimiento étnico
afrocolombiano en el
quehacer político de
Tumaco *

Para Porfirio Becerra,


quien mantiene vital la dimensión política
del proceso de comunidades negras
nº 52págs. 90-102

En memoria de Luciano Castillo Alegría (q.e.p.d.), líder


del Movimiento Afrocolombiano en el Pacífico sur, asesina-
do en el año 2003 antes de las elecciones a la Alcaldía de
Roberto Payán, a la cual era aspirante y seguro ganador.
análısıs polítıco2004:
análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre

desde el año 2000, la situación socio-


política de la costa nariñense1 se encuentra
definida por el deterioro y un limbo de ilegitimi-
dad. La clase política perdió credibilidad frente a
[90] la sociedad local, debido a una ingobernabilidad,
Stella Rodríguez que se explica por circunstancias relativamente
Antropóloga, Universidad Nacional de Colombia.
nuevas para la región, como la intensificación del
conflicto armado, y por factores menos coyuntu-
rales asociados al clientelismo, la corrupción y el
gamonalismo exacerbados.
Si bien es cierto que a causa del primer factor
existió una ausencia parcial o total de las autori-
dades civiles en casi todos los municipios
2
costeros , esta reflexión se concentrará en el se-
gundo factor y en el cruce de sus relaciones con
el movimiento social afrocolombiano en el muni-
cipio de Tumaco, que por supuesto no es ajeno a

1 La división política actual de esta subregión


corresponde a diez municipios, que se pueden agrupar
en tres zonas, así: zona norte: El Charco, La Tola,
Satinga (Olaya Herrera), Iscuandé (Santa Bárbara) y
Mosquera, zona centro: Barbacoas, Magüi Payán y
Roberto Payán, y la zona sur, comprendida por los
municipios de Salahonda (Francisco Pizarro) y Tumaco,
que es el principal centro político y comercial de la
costa y el segundo puerto pesquero sobre el Pacífico sur
después de Buenaventura.
* La información consignada en este texto es producto de la 2 Barbacoas, La Tola, Magüi Payán, Mosquera y Santa
estadía de la autora en Tumaco desde octubre del año 2002 Bárbara tuvieron ausencia temporal de mandatarios
hasta diciembre de 2003, donde desempeñó un cargo locales en distintos períodos entre los años 2000 y
ISSN 0121-4705

público. Este artículo fue elaborado antes de las elecciones 2002. De igual manera, los personeros de Iscuandé,
municipales a la Alcaldía, que tuvieron lugar en julio de Magüi y La Tola han estado ausentes por amenazas de
2004. los grupos armados.
testimonio
los embates de la violencia. Sin embargo, este úl- de la Ley 704 y para emprender la formulación
timo tema merece una dedicación más precisa, del Plan de Desarrollo de las Comunidades
que rebasa los propósitos de esta discusión. Afrocolombianas, la implementación de Agenda
Para desarrollar este escrito, parto de una des- Pacífico XXI. En lo económico, no se ha hecho
cripción de la administración municipal 2001- el desembolso de los recursos del BID para el
2004; luego, hago un breve bosquejo del funcionamiento del Plan Pacífico, y por falta de
accionar político de los Escrucería, la familia asignación presupuestal, funcionan a medias la
más influyente en la política tradicional de Universidad del Pacífico, el Instituto de Investi-
Tumaco y sus áreas aledañas; después realizo una gaciones Ambientales del Pacífico (IIAP), las
caracterización del devenir de las organizaciones Consultivas Departamentales y de Alto Nivel, to-
étnico territoriales y su injerencia en la vida polí- dos ellos, espacios propuestos en la Ley 705. Para
tica, la cual devela algunos problemas a los que finalizar este rápido balance sobre los retos plan-
el movimiento se enfrenta, una vez que los con- teados por esta Ley, debemos registrar el debate
sejos comunitarios de las comunidades negras se actual que cuestiona la solidez del movimiento
proyectaron al ruedo político electoral avalando social afrocolombiano, que tiene como limitante
a un candidato que los representó en los interna el cisma entre las comunidades de base
comicios para la Alcaldía Municipal de Tumaco, en las áreas rurales y las organizaciones urbanas.
el 14 de julio del año 2004. Concibo que el que- Dicha ruptura interfiere en la unicidad del movi-
hacer político está definido allende de los parti- miento y su capacidad para exigirle al Estado el

análısıs polítıco nº 52
dos y las elecciones, pero aquí intento cumplimiento de sus obligaciones.
enfrentarme a esta problemática exclusivamente Es pertinente señalar que debido a la trascen-
dentro de este margen. dencia y al impacto político que la Ley de las
Al conmemorarse el primer decenio de la negritudes trajo consigo, hay una profusión de
aprobación de la Ley 70 de 1993, surge el balan- estudios que circunscribieron la participación de
ce sobre los alcances y obstáculos, así como de las comunidades negras, su presencia política y
los logros que en cuanto a participación e inclu- la movilización social a esta Ley, que se convirtió [91]
sión adquirieron, mediante la lucha, las organi- en un referente privilegiado a la hora de abordar
3
zaciones afrocolombianas . Este arqueo se el panorama político de los afrocolombianos en
plantea en medio de tres situaciones complejas e la vida nacional.
interdependientes. Las investigaciones que se concentran en re-
De un lado, la violencia que durante los últi- velar las movilizaciones políticas de los
mos años se ensañó en el Pacífico colombiano, afrodescendientes, anteriores a la década de los
acompañada de la proliferación del cultivo de noventa, son escasas. Son un campo por desple-
hoja de coca y todas sus consecuencias. La res- gar las introspecciones referidas a los ideales po-
ponsabilidad de Estado se hace extensiva con su líticos durante el período Republicano hasta el
incumplimiento de los compromisos adquiridos Frente Nacional, y la relación de las elites locales
6
con estas comunidades. Efectivamente, un se- con el bipartidismo . Faltan estudios que abor-
gundo tropiezo es la falta de voluntad política den la vinculación de los afrocolombianos con la
para terminar la reglamentación de los capítulos ANUC y sectores de izquierda, aunque algunos

3 Ver un análisis más completo en greetingline Con-44742ABC2 \c \s \l. Jaime Arocha, “Ley 70 de 1993: Utopía
para los afrodescendientes excluidos”, en Jaime Arocha (comp.), Utopías para los excluidos. El multiculturalismo
en África y América Latina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Colección CES.
4 A la fecha se han reglamentado los primeros tres capítulos, referentes a la titulación colectiva y al
funcionamiento de los consejos comunitarios, pero falta avanzar en los capítulos finales que tratan los temas
gruesos, como recursos mineros, mecanismos de protección y desarrollo de la identidad cultural, planeación y
fomento del desarrollo económico y social.
5 Pedro Ferrin, “La Ley 70 del 93 a diez años de su promulgación: balances”, en Afroamérica. Un pensamiento de
ruptura, nº 1, Bogotá, Instituto de Liderazgo del Pacífico y la Corporación de Estudios Afroamericanos,
septiembre-octubre de 2003.
6 Óscar Almario y Ricardo Castillo, “Territorio, poblamiento y sociedades negras en el Pacífico Sur colombiano”,
en Eduardo Restrepo y Jorge Ignacio del Valle (eds.), Renacientes del Guandal. Grupos negros de los ríos Satinga y
Sanquianga, Proyecto Bogotá, Universidad Nacional de Colombia y Biopacífico, 1996.
estudios han exaltado los levantamientos con un altos índices de violaciones de derechos huma-
carácter diferente al de la identidad, como los nos, homicidios, desplazamiento y desaparicio-
populares que buscan mejoramiento de servicios nes forzadas que se producen en su interior. La
públicos7. Finalmente, se requiere ampliar el costa pacífica nariñense ha sido ignorada y hasta
círculo de estudios hacia los movimientos de re- excluida de los inventarios de zonas en conflicto
sistencia frente al conflicto armado y el despla- y de la intervención humanitaria, que por intere-
zamiento forzado, de los cuales los afrocolom- ses no muy claros prioriza su acción en otras re-
bianos son víctimas principales. giones del país, pasando por alto la guerra que
El escenario en que se produce este análisis es se libra en la costa y el piedemonte nariñenses.
la administración municipal que se inició en el Ahora bien, si hay un aislamiento desde el
año 2001, cuyo caos imperante provocó que los ámbito central, la relación periferia-centro se
pobladores de Tumaco pasaran de la indigna- hace compleja en lo departamental. Para los
ción y la estupefacción a la hilaridad y la costum- tumaqueños, existe en el discurso político, y en
bre de ser burlados, ya que durante un solo la realidad regional, un distanciamiento y una
período administrativo, los tumaqueños conocie- marginación de la zona costera. Esa percepción
ron cerca de una treintena de alcaldes entre el responde a la historia de creación del departa-
electo, los encargados y los nombrados por la ad- mento, soñado como un espacio andino, donde
ministración departamental y los tribunales de los territorios de las tierras bajas fueron maneja-
justicia. En el extremo más cáustico de este dos desde la óptica del etnocentrismo cultural y
análısıs polítıco nº 52

circense escenario, el municipio tuvo hasta tres el centralismo político administrativo, y cuyo re-
alcaldes en un mismo día, sin que ello tuviera re- sultado final fue la imposibilidad de cohesionar
10
sonancia en la esfera política nacional, ni mucho un espacio regional más amplio e incluyente .
menos en los grandes medios de comunicación. Esa distancia es consecuencia de dos circuns-
La poca importancia del Pacífico sur para el tancias: la primera, relacionada con la cultura y
país andino se refleja no sólo en esta actitud, el discurso racial heredado de la Colonia y ali-
[92] sino también en su ausencia dentro del debate mentado por la ideología republicana que pro-
político nacional, producto de la marginación movió las prácticas eugenésicas y el mestizaje en
social y la discriminación con que se ha tratado a demérito de indígenas y negros, quienes fueron
la región, visualizada como poco estratégica por considerados como razas inferiores. Esta tenden-
el reducido potencial político, medido en el nú- cia creó, como en el resto del país, una ciudada-
mero de votos que la zona aporta a la contienda nía de primera clase, excluyente, ejercida por
electoral nacional8. Incluso los partidos de terce- blancos, católicos y con poder económico, repre-
ra vía aún son reticentes respecto a la región, la sentados, en este caso, por los serranos o
cual es vista con reserva, y, como consecuencia, pastusos, en contraposición con los habitantes
el apoyo que le brindan a candidatos alternativos de las tierras bajas, descendientes de esclavizados
no es decisivo. africanos e indígenas.
En condiciones normales el país actúa como La segunda circunstancia es, a su vez, conse-
si Tumaco no existiera, y sólo lo vislumbra, al cuencia de esta ideología, y está vinculada a las
igual que otras zonas de frontera, cuando hay particularidades histórico-políticas y al desarrollo
problemas con los países vecinos o con las ame- económico sustentado en prácticas extractivas
nazas de separatismo9 . Lo grave es que la actitud que llevaron al arruinamiento de la zona costera y
no cambia frente a temas más urgentes, como los a su marginación del proyecto regional Nariño11.

7 En este aspecto se destacan las investigaciones de Carlos Efrén Agudelo y Odile Hoffmann consignadas en Hacer
política en el Pacífico Sur: algunas aproximaciones, Documentos de trabajo nº 29, Universidad del Valle, Proyecto
Cidse-IRD, 1999.
8 Carlos Efrén Agudelo, “Política y organización de poblaciones negras en Colombia”, en Hacer política en el Pacífico
Sur: algunas aproximaciones, Ob. Cit.
9 Tumaco llamó la atención nacional con hechos como el Tumacazo, con los derrames de crudo de Petroecuador y
recientemente por las quejas del vecino país por los efectos de las fumigaciones aéreas con glifosato en la frontera.
10 Almario y Castillo, Ob. Cit.
11 Manuel de Granda, “Dialectología, historia social y sociología lingüística en Iscuandé (departamento de Nariño)”,
en Estudios sobre un área hispanoamericana de población negra. Las tierras bajas occidentales de Colombia, Bogotá,
Biblioteca de Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, 1977.
testimonio
Dentro de las diferencias histórico-políticas, de su director, Samuel Alberto Escrucería, que
me gustaría resaltar el ideario político liberal di- interpuso tres acciones de tutela. El fallo de la úl-
fundido en la costa Pacífica sur, en contraposi- tima favoreció a los interesados, y Aguirre fue re-
ción con el conservadurismo predominante en vocado del mandato a cambio de Carlos Elí
Pasto y la sierra. La adhesión histórica de la ma- Barrios del movimiento Lider. El gobernador ob-
yoría de la gente al partido liberal se explica por jetó el fallo de la sentencia, y 24 días después fue
el hecho de que fuera liberal José Hilario López, nombrado Guillermo Rodríguez por el goberna-
el artífice de la abolición de la esclavitud en dor, pues según el contralor municipal, Víctor
12
1851 . Aguirre tenía inhabilidad política para ejercer
No obstante dicho distanciamiento, la práctica por un proceso administrativo sancionatorio.
actual enseña que las matrices que ligan las actua- Aguirre interpuso una acción de tutela, porque
ciones políticas del centro regional –Pasto– con no se siguió el debido proceso, y seis días más
Tumaco y la costa son palpables, como lo devela tarde recuperó su investidura. El martes 20 de
el caso que me ocupa, donde existe una confron- octubre, el contralor municipal objetó el fallo de
tación abierta entre la Gobernación de “serranos” la tutela proferida por Aguirre, y frente a las
y el movimiento betista13 por el control de la Al- inhabilidades políticas de éste, Guillermo
caldía de Tumaco. La investigadora Hoffmann14 Rodríguez regresa a la Alcaldía y gobierna literal-
también evidencia la influencia de la elite política mente “toreando” a sus opositores, con varias
del municipio de Barbacoas en la vida política re- intentonas de derrocamiento por parte de

análısıs polítıco nº 52
gional, al recordar que Jesús Rosero Ruano, de Aguirre, anterior designado por la Gobernación,
origen barbacoano, fue electo gobernador de como por parte del movimiento betista. Algunos
Nariño para el período 1998-2000. rumores indicaron la alianza de Aguirre con los
betistas para recobrar ese poder15.
COYUNTURA POLÍTICA DEL MUNICIPIO, En este período político, definido por una co-
PERÍODO 2001-2004 rrupción desbordada, déficit fiscal, falta de re-
En agosto de 2001, Jaime Fernando caudo, regalías perdidas y cuentas embargadas, [93]
Escrucería, del Movimiento Liberalismo Inde- se detuvo, además, la inyección de capital exter-
pendiente de Restauración (Lider) fue elegido no, desapareció la inversión social y se afectaron
como alcalde; sin embargo, nunca gobernó. Des- los compromisos sociales de la Alcaldía. En los
de su posesión estuvo licenciado por enferme- últimos tres años, Tumaco recibió más de $35
dad y durante dos años designó desde Pasto a mil millones en transferencias y regalías, y sus
más de diez alcaldes encargados, que a su vez en- indicadores de agua potable, de cobertura y cali-
cargaron a otros. Los intempestivos cambios y el dad de salud están entre los peores de Nariño y
cuestionamiento de algunos por sus vínculos con del país, lo cual denuncia la malversación y el pé-
actividades ilícitas y corrupción llevaron al mu- simo gasto de los recursos por las autoridades lo-
nicipio a una inestabilidad política, social y eco- cales16. La educación también se afectó debido a
nómica, dada la ausencia de un gobierno que los atrasos en los pagos de salarios; como conse-
asumiera compromisos y responsabilidades. cuencia, el 60% de la zona rural estuvo cerca de
Frente a la ausencia de gobierno, y de manera ocho meses sin presencia de educadores durante
tardía, Parmenio Cuéllar, gobernador de Nariño, el año 2003.
tomó cartas en el asunto y nombró por decreto a En realidad, estos aspectos pueden ser comu-
Víctor Aguirre como alcalde el 28 de marzo de nes a otras administraciones municipales. La di-
2003. Sin embargo, ese acto administrativo fue ferencia radicó en el acento de la crisis generado
impugnado por el movimiento Lider en cabeza por el cambio intempestivo de mandatarios, el

12 Agudelo, Ob. Cit.


13 El betismo define en Tumaco y la costa la afiliación a Samuel Alberto Escrucería, líder liberal que desde los años
cincuenta ha marcado la pauta política en la vida regional y que logró su posicionamiento a partir de un
esquema clientelista exarcebado.
14 Odile Hoffmann, “La política vs. lo político. La estructuración del campo político contemporáneo en el Pacífico
sur colombiano”, en Hacer política en el Pacífico Sur: algunas aproximaciones, Ob. Cit.
15 Radio Mira, Tumaco, 22 de octubre de 2003.
16 Diario del Sur, Pasto, 11 de septiembre de 2003.
desbordamiento ponderado de los vicios generalizada de los derechos humanos y la alta
politiqueros y, en últimas, por el tinte político tasa de homicidios durante este período. El te-
que adquirió el problema a partir de la interven- rror y el silenciamiento se convirtieron en la es-
ción del gobierno departamental. El problema trategia permanente de eliminación del
trascendió lo local, y la atención de la sociedad movimiento social, ahora enmarcado en una to-
pasó de concentrarse en la lid interna a cada tal afonía, porque el temor colectivo no permite
uno de los movimientos, alocuciones y acciones un pronunciamiento público de las diferentes
de los tribunales, Parmenio Cuéllar y su sucesor organizaciones sociales y comunitarias.
Eduardo Zúñiga. Mucha gente pensó que la Este suceso sólo llegó a tener resonancia en el
regionalización del problema agilizaría una solu- ámbito nacional el 11 de septiembre de 2003,
ción; sin embargo, con desencanto, confirmaron cuando el vicepresidente de la República, Francis-
cómo la Gobernación, con intereses particulares, co Santos Calderón, anunció durante el consejo
resultó ser una ficha más en el juego político. comunitario presidencial que tuvo lugar en Pasto,
Aun después del cambio de gobernador, la zo- que su despacho convocaría una acción conjunta
zobra no concluyó. El movimiento betista conti- con los organismos de control y la Fiscalía Gene-
nuó moviendo sus hilos y elevó ante la Corte ral de la Nación, para enfrentar, judicializar y san-
Constitucional una petición para que el fallo de cionar la corrupción en Tumaco.
la tutela fuera revisado. La Corte determinó que El vicepresidente dijo que el Ministerio de
el actual gobernador, Eduardo Zúñiga, de la mis- Hacienda detectó en Tumaco pérdidas por un
análısıs polítıco nº 52

ma línea de Parmenio Cuéllar, debía designar al valor cercano a $8 mil millones del sistema gene-
alcalde de Tumaco de una terna propuesta por ral de participación, y que, valiéndose de una tu-
el movimiento Lider. El argumento de ambas tela proferida en contravía de una decisión del
gobernaciones para no elegir un candidato de la Tribunal Superior, un alcalde suspendido, Carlos
terna fue la inexistencia jurídica de Lider. Sin Elí Barrios, recuperó el mando, y en 20 días eje-
embargo, el 15 de abril de 2004, el movimiento cutó 90% de los $5.000 millones que tenía dis-
[94] betista logró convocar 300 simpatizantes que se ponible el municipio para financiar el pago de
agolparon frente a la Gobernación en la ciudad acreencias acordadas en el marco del acuerdo de
18
de Pasto exigiendo el cumplimiento del fallo de Ley 550 suscrito con la Nación .
la Corte17 . Esas presiones sirvieron para que la
Gobernación eligiera de los partidos políticos BETO ESCRUCERÍA: UN GAMONAL LIBER AL
que rodearon en su momento a Jaime Fernando Para comprender el campo político actual, es
Escrucería, un nuevo alcalde. El 28 de abril, Éver necesario desentrañar sus raíces más inmediatas.
Castillo renunció a sus aspiraciones como candi- Desde mediados de los años cincuenta del siglo
dato a la Alcaldía de Tumaco para posesionarse pasado, la familia Escrucería influyó en la vida
19
como alcalde por designio de Eduardo Zúñiga. política de Tumaco y la costa nariñense . Pese al
Sin embargo, parece que la ruleta de mandata- desprestigio sufrido en el panorama reciente,
rios giró hasta último momento, pues el 24 de ju- esta familia aún interviene de manera directa en
nio, faltando menos de un mes para las las decisiones políticas de la región, así como en
elecciones, Radio Mira despertaba a los el manejo de los recursos económicos del muni-
tumaqueños con la noticia de que un fallo de los cipio, cuyas arcas son asaltadas sin compasión y
tribunales de Pasto le devolvía su cargo como al- son la caja menor de la que echan mano sin el
calde a Víctor Arturo Aguirre. menor escrúpulo.
La importancia que suscitó la debacle Odile Hoffmann20 estudió la manera como
financiera, el sometimiento a la Ley 550 y el Samuel Alberto Escrucería –conocido como
“show” en que se convirtiera el tener un alcalde Beto–, acumuló poder político. La autora reúne
nuevo cada semana, tiene como agravante real elementos de la teoría política clásica y los movi-
una opinión pública volcada hacia la pugna de mientos sociales para explicar la adhesión masiva
poderes, que encubre la violación sistemática y y popular al gamonalismo betista, que lleva más

17 El Tiempo, 16 de abril de 2004.


18 Radio Sucesos RCN, Tumaco, 13 de septiembre de 2003.
19 Hoffmann, Ob. Cit.
20 Idem.
testimonio
de treinta años arraigado. En primer lugar, este transporte). Sin embargo, nos dice Hoffmann25,
líder se apoyó en un discurso identitario se trataba de un poder fragmentado
geográfico-regional que resaltaba la diferencia territorialmente, donde se diferenciaba la zona
de la gente de Tumaco y de los ríos frente a los urbana, la zona de los ríos, la carretera y el
serranos (pastusos), calificados de dominantes, piedemonte. El capital político que esas jerarquías
ajenos a la dinámica local y agresores políticos y sectorizadas recolectaron fue la base efectiva en la
económicos. Por otra parte, innovó la manera de que se apoyó el “imperio betista”. Sin embargo,
hacer proselitismo político, mediante la está por investigarse en qué términos se tejieron
familiarización de las relaciones públicas, visitas relaciones de poder con grupos de campesinos
personales a las zonas rurales y los ríos, el reco- colonos del piedemonte y los indígenas Awá.
nocimiento de los pobladores por sus nombres Los micropoderes locales eran incapaces de
propios y el apadrinamiento de sus hijos. Al proyectarse a la esfera política nacional, y las
tiempo, realizó inversiones de infraestructura, elites extranjeras no estaban interesadas en ha-
como escuelas, caminos veredales y cerlo. Beto llenó ese vacío y resolvió la necesidad
adoquinamiento de calles urbanas y compra de de la región de expresarse y hacer parte de la po-
tierras para fundar caseríos21. lítica nacional. Logró extender su campo de ac-
El surgimiento de Beto se presentó en el mar- ción, haciendo alianzas con los políticos liberales
co de la Violencia de los años cincuenta que pro- de más tradición en el litoral, como los
vocó la salida de la elite extranjera que dominaba gamonales de Barbacoas, y así llegó a la zona de

análısıs polítıco nº 52
el comercio de la región. En el plano económico, carretera y zona centro como Magüí y Roberto
el auge maderero de la década de los cincuenta y Payán, mientras que en lo local cultivaba las rela-
22
sesenta marcaba la pauta extraccionista , mien- ciones con el clientelismo tradicional. Mediante
tras el capital nacional iniciaba sus primeras inver- prácticas paternalistas, manejó estrechas relacio-
23
siones en la agroindustria de palma africana . nes interpersonales con la gente del común,
Estos elementos moldearon la expresión moder- otorgaba favores, préstamos y servicios, desarro-
na del Tumaco que conocemos hoy24. Antes del llando las prácticas politiqueras combinadas con [95]
surgimiento de Beto, el liderazgo político estaba mayor reparto de prebendas. Pese a los
26
ejercido por jefes micro-locales que tenían con- cuestionamientos , pudo mantener y afirmar la
centrado su poder y clientela política a partir de fidelidad política de su clientela, a la cual sujeta-
intereses económicos particulares y actividades ba económicamente haciendo nombramientos
generadoras de empleo (comercio, plantaciones y en cargos públicos, jubilaciones ficticias e inter-

21 Idem.
22 Eduardo Restrepo y Claudia Leal, Unos bosques sembrados de aserríos. Historia de la extracción maderera en el Pacífico
colombiano, Medellín, Universidad de Antioquia, 2003.
23 Nianza Angulo, Los impactos socioculturales causados por industrias palmicultoras y camaroneras en el municipio de
Tumaco, Proyecto Biopacífico, 1996.
24 El tardío desarrollo urbano de Tumaco, con respecto a las ciudades coloniales de Barbacoas e Iscuandé, estuvo
vinculado a su importante vocación como puerto marino y a actividades estrictamente comerciales y de
transporte. La construcción del ferrocarril Tumaco – El Diviso, en los años veinte, aceleró ese desarrollo y atrajo
nuevas oleadas de migración de Barbacoas e Iscuandé. Almario y Castillo, Ob. Cit. Estas actividades económicas
fueron ejercidas por una población blanca mestiza y extranjera, que le imprimió a la ciudad un carácter
identitario único. Aquí las relaciones de los blancos con los afrodescedientes ya no estuvieron mediadas por la
esclavitud. Tumaco es en sus inicios una ciudad blanca, y el autorreconocimiento de carácter afro es reciente.
25 Ob. Cit.
26 La figura de Beto sigue siendo respetada en muchas zonas rurales y marginales urbanas de Tumaco. En los
sectores populares es un referente obligado e incuestionable, y se le profesa una veneración que raya en el
fetichismo, a tal punto que en algunas casas del área rural, la gente tiene un altar con su imagen al lado de otros
iconos religiosos, iluminado con velas. Beto tenía nexos estrechos con el narcotráfico; este hecho lo llevó a ser
extraditado para cumplir una pena de cadena perpetua en una cárcel de Miami donde murió años después. Su
cuerpo fue repatriado para hacerle un gran funeral en Tumaco. En conversaciones informales que sostuve en
Tumaco, me fue reiterado el hecho de que la DEA nunca dejó salir el cuerpo de Escrucería Delgado, y que en
dicho funeral fue enterrado un ataúd vacío o con un muñeco. El obispo de Tumaco, monseñor Giraldo Higuita,
relata que la misa de exequias parecía un mitin político, pues en plena lectura del Evangelio se escuchaban gritos
entonando vivas y consignas como ¡Beto, presente, presente!
cambio de favores27. Beto suplantaba, y en mu- les por su desafuero, se presenta a las elecciones
chos sentidos fue el “Estado”. municipales de 1997 (…)31.
Samuel Alberto Escrucería Delgado nunca
fue alcalde, pero rompió con la usanza de hacer El tardío desprestigio de Betico ante el aparato
política desde afuera. Antes los mandatarios de- político nacional, sumado al inconformismo de la
signados eran “blancos” que vivían en Pasto, población por la falta de acciones que redundaran
Cali o Bogotá. Beto jugó como local, se en su beneficio y en el del municipio condujeron a
autorrepresentó como todo un tumaqueño, cer- un debilitamiento del feudo betista en los años no-
32
cano a los intereses de su pueblo discriminado y venta . Por esta razón, Betico pierde las elecciones
abandonado, reivindicó con orgullo el senti- de 1997 a la Alcaldía, a las que se presentó con el
miento de pertenencia local como una fuerza apoyo del gobernador Jesús Rosero Ruano33. En lo
con la cual hacerle frente a los serranos y bogo- que fue considerado como un voto de opinión y de
tanos. Esas cualidades le valieron el apoyo del castigo, el electorado elige al candidato negro
partido liberal, que lo vio como el mediador Newton Valencia, quien contó con el aval de Nilo
ideal, conocedor de la manera local de hacer del Castillo, quien fuera alcalde en 1994.
política en una zona recóndita, sin mucha im- No obstante, el hecho de que para los
portancia y poblada por gente negra, que para comicios de 2001 el movimiento betista se pre-
la mirada centralista no se había destacado por sentara a la contienda y ganara en cabeza de Jai-
sus actuaciones políticas .
28
me Fernando Escrucería demuestra que la
análısıs polítıco nº 52

Beto hijo o Betico (Samuel Escrucería influencia de la familia no se encuentra tan dis-
Manzi), apadrinado por Turbay Ayala, intentó minuida, como lo había creído Hoffmann. Este
recoger la herencia política de su padre. Con el inesperado ascenso complejiza la comprensión
poder político y económico heredado, continuó de los juegos políticos y las lealtades clientelistas,
ubicando a miembros de su familia en los prin- problematiza la adhesión étnica y deja la tarea
29
cipales cargos públicos , pero no logró repro- de desentramar el campo de los mecanismos
[96] ducir con la misma efectividad las redes locales subyacentes de participación.
de clientelismo basadas en las relaciones Es evidente que en la costa nariñense la co-
30
interpersonales . Pronto se perfiló como un de- rrupción del voto mediante compra no es garan-
lincuente de cuello blanco. tía del apoyo total. Tanto la identidad política
Hoffmann hace un inventario de los hechos como la relación con un patrón es muy elástica y
más sobresalientes, que condujeron a su despres- no se halla establecida por el intercambio de bie-
tigio: nes solamente. En la dinámica política local en-
(…) prófugo de las leyes colombianas en Bra- tran en escena otros dispositivos icónicos como
sil, durante un tiempo, condenado en 1988 por los discursos, los desfiles, las imágenes, las fiestas,
peculado en el erario público en un fraude a la la tradición política, la figuración anterior, las visi-
Caja Agraria en Tumaco, ocurrido en 1978, des- tas veredales, así como el origen familiar y local,
aforado en 1992 de su curul de senador, Samuel sin que ello logre determinar de manera contun-
regresa a la política presentándose como víctima dente una adhesión partidista, y esa característica
de la coalición entre la DEA y un gobierno débil dificulta previsiones sobre el comportamiento
y corrupto. Impedido en las elecciones naciona- electoral.

27 Hoffmann, Ob. Cit.


28 Idem.
29 Respecto a la vinculación de varios miembros de la familia en los espacios públicos, como consejos municipales,
asambleas departamentales y otros puestos burocráticos en la Alcaldía, es necesario rescatar el sentido que los
tumaqueños le dan a esta muestra de franco nepotismo. Para la gente más vieja, ese no es un asunto discutible ni
cuestionable; más bien es la actitud que se espera de un miembro de la familia una vez ha alcanzado el poder. Se
convierte en una obligación tenderle la mano a su red familiar y de parentela, en quienes seguramente se tuvo
que apoyar para alcanzar el poder político. Esta justificación fue sabiamente usada por los Escrucería, sin duda
conocedores por excelencia de la idiosincrasia local y de la cultura afrotumaqueña.
30 Idem.
31 Idem., p. 47.
32 Idem.
33 Idem.
testimonio
Se hace necesario agregar que nos encontra- cena de Tumaco. Durante la década de los no-
mos frente a una cultura donde la imbricada red venta y en el marco de la Ley 70 de 1993, mu-
de parentesco cobra importancia vital y se incor- chas poblaciones afrodescendientes
pora en las relaciones políticas, extendiendo este conquistaron espacios de participación, con el
campo a lo doméstico y lo económico. Esa carac- objetivo de conseguir las reivindicaciones étnico-
terística logra que la solidaridad y el respaldo polí- territoriales que se luchaban: titulación colectiva
tico se hagan priorizando relaciones familiares, de los territorios que habitaban sobre la cuenca
que conducen a favoritismos que a nuestra visión del Pacífico, protección de la identidad étnica y
son arbitrarios. Lo doméstico se vuelve político y cultural, y reconocimiento de la organización co-
existe una aprobación general al hecho de que un munitaria, entre otras. Varios estudiosos36 se han
líder favorezca la red familiar una vez ha alcanza- ceñido sobre este particular, así como sobre la
do el poder. Una acción contraria no genera fase de negociación y concertación del AT 55,
confianza, pues en palabras de un tumaqueño: con el Estado colombiano. La reflexión que aquí
“¿Qué se puede esperar de un hombre que ape- se propone incluye una problematización sobre
nas sube, olvida a todos los que le dieron la mano la Ley 70, que en ningún momento significa un
para estar donde quería?”. ataque a ésta, el análisis crítico busca resaltar los
Asistimos pues, a una especie de promiscui- obstáculos para que puedan ser superados.
34
dad electoral, o “clientelismo ampliado” que se La organización de las comunidades
definiría por la propensión de aspirantes y votan- afrocolombianas en torno a los beneficios de la

análısıs polítıco nº 52
tes a jugar con varias ideologías e incluso parti- Ley 70 estuvo liderada en la región por una ins-
35
dos políticos en períodos sucesivos . Los tancia de coordinación regional conocida como
especialistas pueden calificar este comporta- Palenque Nariño de PCN (Proceso de Comunida-
miento como una falta de formación política; des Negras). Concebida como la estructura sobre
desde mi punto de vista es la manera como una la que se edificaría una nueva historia
población manipulada por políticos entroniza- afrocolombiana, la organización naciente se insta-
dos, ignorada por el Estado, saqueada por el ca- ló al margen de las maquinarias políticas tradicio- [97]
pital foráneo y marginada históricamente, le nales, de las administraciones municipales, de los
apuesta a la incertidumbre. En medio de seme- sindicatos y de la elite profesional, por considerar
jante deriva, la gente tiende a sacar provecho del que ellos eran poco afines a la causa étnica37, pero
mayor número de opciones, en vez de decidirse también por la aspiración verdadera de superar
por una. Es el juego de las probabilidades ante los vicios del clientelismo y la corrupción.
un Estado que hace presencia fragmentada y des- Con estas convicciones, quienes lideraron este
articulada, y para el cual la gente sólo existe proceso en la costa nariñense fueron jóvenes de
cuando hay proyectos que, como ya advertía, se clase media baja del casco urbano de Tumaco,
quedan en lo preliminar debido a la falta de con- escolarizados e inquietos por las expresiones tra-
tinuidad en los recursos. dicionales de cultura, que por aquella época co-
38
menzaban a ser rescatadas . Con el tiempo, ellos
O R G A N I Z A C I Ó N C O M U N I TA R I A Y L A L E Y se constituyeron en interlocutores válidos del mo-
70 DE 1993 vimiento afrocolombiano, sin la mediación de los
Podría decirse que paralelo al “ocaso” del im- gobiernos locales, ni la participaron en los espa-
perio betista, la organización étnico-territorial cios consultivos de las instituciones nacionales
afrocolombiana acentuaba su aparición en la es- que desplegaban sus planes y programas de edu-

34 Agudelo, Ob. Cit.


35 Hoffmann, Ob. Cit.
36 Ver Eduardo Restrepo, “Afrocolombianos, antropología y proyecto de modernidad en Colombia”, en María
Victoria Uribe y Eduardo Restrepo (eds.), Antropología en la modernidad, Bogotá, ICAN, 1997, y Carlos Efrén
Agudelo, “Nuevos actores sociales y religitimación del Estado. Estado y construcción del movimiento social de
comunidades negras en Colombia”, en Análisis Político, nº 43, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia-Iepri,
mayo-agosto de 2001.
37 Odile Hoffmann, “Políticas agrarias, reformas del Estado y adscripciones identitarias”, en Análisis Político, nº 34,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia–Iepri, mayo-agosto de 1998.
38 Entrevista a Porfirio Becerra, representante legal del consejo comunitario Cortina Verde Nelson Mandela, 11 de
septiembre de 2003.
cación, desarrollo, salud e infraestructura. Pero forzados, amenazas a líderes, y con ello el des-
en la medida que el Palenque aumentaba su capa- monte contundente del movimiento social. Esa
cidad de lobby y cabildeo, se creaba un contrasenti- hecatombe terminó por sumir a Palenque
do institucional, pues mientras con esa Nariño, ya que algunos líderes de PCN fueron
participación y protagonismo se respondía a la amenazados y tuvieron que buscar refugio fuera
aplicación de la Ley 70, se obviaba, a la vez, el pa- de la zona. Otros por temor salieron hacia Bogo-
pel de las administraciones locales. Se cayó así en tá y Cali, y esa ausencia, en algunos casos clara-
el juego de la mutua exclusión donde cada poder mente justificada, fue cuestionada con
ignoraba y negaba al otro. vehemencia y cobrada políticamente por quienes
No obstante, a finales de los noventa, PCN se permanecieron en la región y mantuvieron una
situó como “(…) el sector de más incidencia en actitud de resistencia.
las organizaciones étnico-territoriales del Esta doble complicación implicó que los diri-
Pacífico Sur”39. gentes que quisieran explicar su situación no tu-
Sin embargo, Palenque Nariño fue perdiendo vieran oportunidad de hacerlo, ni la comunidad
legitimidad y poder de convocatoria ante las ba- de evaluar directamente su conductas, mediado
ses sociales, como resultado de la sumatoria de todo esto por la justificación de una amenaza
varios factores que debilitaron la organización y real. La posibilidad de una recomposición legíti-
la llevaron a su colapso. ma de la dirección con viejos y nuevos liderazgos
Por un lado, Palenque dejó de ser un ente re- articulados quedó frustrada.
análısıs polítıco nº 52

presentativo de las organizaciones rurales en la Como consecuencia, la región se mantuvo, en


medida en que éstas veían en esos líderes urba- cuanto a lo étnico, sin un liderazgo centralizado,
nos un distanciamiento total de las problemáti- aunque PCN seguía apoyando en Tumaco algu-
cas cotidianas. Esa desarticulación estuvo nas organizaciones de base40. A la fecha, y pese a
acompañada de una insuficiente transparencia las dificultades, las poblaciones afrocolombianas
en el manejo de recursos que se gestionaban a de Nariño tienen como saldo a favor 27 consejos
[98] nombre de las comunidades, pero que no siem- comunitarios de comunidades negras que han
pre llegaban a éstas. La inexperiencia en la ges- logrado titular 720.566 hectáreas de territorios
tión, el acaparamiento de funciones y la colectivos, mientras otros 15 consejos tienen en
monopolización de incentivos –como viajes y cur- trámite la solicitud de titulación de otras
sos de capacitación–, crearon desconfianzas y un 174.839 hectáreas ante el Incoder41.
exceso de protagonismo que terminó por desgas- A comienzos del año 2003, 14 consejos comu-
tar los liderazgos. nitarios de Tumaco se confederaron en una ins-
Pero al mismo tiempo, la situación se agravó tancia nombrada como Recompas (Red de
con la agudización del conflicto armado, que en consejos comunitarios del Pacífico Sur). La moti-
muy poco tiempo sometió a la costa pacífica vación del reagrupamiento obedeció a la necesi-
nariñense a un embate de violencia nunca antes dad de fortalecer las organizaciones desde la base
visto, y alcanzó uno de los momentos más dramá- y unir esfuerzos para crear una unidad represen-
ticos entre 1999 y 2002, período en que el tativa de comunidades de la ensenada ante el Es-
paramilitarismo se consolidó en los cascos urba- tado42. Recompas parte de un riguroso examen de
nos de la costa nariñense. El control del territo- los errores cometidos por Palenque Nariño, pero
rio, la pugna entre paramilitares y guerrilla, la también del desconocimiento y negación de sus
disputa por el negocio de la coca y las armas, alcances. No es difícil leer que al pretender asu-
subyugaron la población a una perversa dinámi- mir la vocería del colectivo, las directivas de una
ca de masacres, señalamientos, desplazamientos organización critiquen abierta y radicalmente a la

39 Agudelo, Ob. Cit., p. 20.


40 PCN continuó respaldando al consejo comunitario del Bajo Mira y Frontera, Río Rosario y Robles; otros, como la
Asociación de Campesinos del Patía (Acapa), tenían apoyo de la Pastoral Social, y de manera aislada se sostuvieron
y surgieron nuevos consejos comunitarios en Tumaco. En otras partes de la costa, la Asociación de Comunidades
Étnicas del Norte de Nariño (Asocoetnar), la Organización de Comunidades del Charco (Organichar), los
consejos comunitarios Unión de Cuencas, Integración del Telembí y Catanguero, Agricultores del Patía, El
Progreso y Unión de Patía Viejo.
41 Comunicación personal con Silvio Garcés del Incoder, antiguo Incora, septiembre de 2003.
42 Entrevista con Federman Tenorio, representante legal del consejo comunitario Río Gualajao, 12 de agosto de 2003.
testimonio
otra para sacar provecho del descontento genera- medioambientales y de producción, y los cultivos
lizado, y así capitalizar protagonismo. Ya Agudelo43 de uso ilícito, como sí ya lo han planteado otras or-
advertía cómo la multiplicación de organizaciones ganizaciones étnico-territoriales; claro que dicho si-
con deseo de asumir la vocería de la mayoría y de lencio es también una estrategia de supervivencia
canalizar los recursos del Estado para implementar en el contexto de guerra actual45 .
los proyectos ha enfrentado y dividido a las organi- Además, la alianza realizada por los consejos
zaciones, tanto por cuestiones políticas, como por comunitarios se enfrenta a la recurrente falta de
las ansias de protagonismo e intereses de tipo eco- articulación de propuestas con los sectores urba-
46
nómico. nos , con quienes, y pese a las estrechas relacio-
Recompas tiene como ventaja un trabajo diri- nes en el plano socioeconómico, no se establecen
gido a la reactivación de la producción agrícola relaciones estratégico-políticas47 . Esta carencia es
en los territorios colectivos, gracias a la estrecha resultado de la propia Ley, que “ruralizó” el pro-
colaboración de algunas agencias de desarrollo ceso, la identidad, y desestimó las manifestaciones
como Ecofondo y a la recuperación del antiguo organizativas urbanas. La dificultad de incluir en
44
liderazgo de Coagropacífico , que en los últi- esa identidad étnica las demás expresiones
mos años readquirió protagonismo y capacidad afrocolombianas explica, en parte, la debilidad de
de decisión dentro de los consejos comunitarios, la organización y las fracturas internas.
y es actual sede de sus reuniones y encuentros. A La otra desarticulación preocupante, como ya
diferencia de la instancia anterior, Recompas se había anotado, está referida al desajuste de las

análısıs polítıco nº 52
está liderado por los representantes legales de relaciones con las organizaciones de población
los consejos comunitarios, en su mayoría, prove- desplazada. Como provenientes de las áreas rura-
nientes de las zonas rurales, aunque por supues- les, los desplazados son en lo urbano un sector
to existen asesores locales urbanos que han vulnerable para el que la organización étnica no
conformado una Unidad Técnica de Asistencia. ha concebido un proyecto de restablecimiento.
Para algunos líderes antiguos, la naciente coali- Ignorar su existencia equivale a la negación de
ción tiene en su fortaleza su mayor potencial debili- un problema que no se asume como la amenaza [99]
dad; esto es, que la dimensión técnico-productiva y real para la organización misma.
la reactivación del agro (coco, cacao, palma) han
crecido en demérito de un posicionamiento políti- T U M A CO : E L E CC I O N E S A L A A LC A L D Í A
co y un mutismo frente a temas espinosos como el M U N I C I PA L 2 0 0 4 - 2 0 0 8
desplazamiento forzado, las plantaciones Frente al devastado panorama que dejó el
agroforestales con sus explotadoras relaciones pasado gobierno municipal, administrado por

43 Agudelo, Ob. Cit.


44 Esta cooperativa de agricultores de coco y cacao fue resultado del impulso que, en la primera mitad de los años
noventa, el Convenio CVC Holanda dio a este tipo de iniciativas. Coagropacífico centralizaba no sólo beneficios
ligados al convenio, como capacitaciones, distribución y comercialización de semillas, sino que fue un actor
importante en la difusión de la Ley 70 en los ríos de la ensenada; sin embargo, desde finales de los noventa sus
relaciones con Palenque se deterioraron irremediablemente. Una ampliación de esto se puede ver en Jesús
Alberto Grueso y Arturo Escobar, “Las cooperativas agrarias y la modernización de los agricultores”, en Arturo
Escobar y Álvaro Pedrosa (eds.), Pacífico: ¿Desarrollo o diversidad? Estado, capital, y movimientos sociales en el Pacífico
colombiano, Bogotá, Cerec y Ecofondo, 1996.
45 Es evidente que muchas de las organizaciones étnicas que se han manifestado en este aspecto, casi siempre
cuentan del acompañamiento y respaldo de instituciones como la Iglesia y las ONG de Derechos Humanos, y este
perfil está ausente en Tumaco. No obstante, sí han hecho enérgicos pronunciamientos en contra de las
fumigaciones aéreas con glifosato, respecto a las cuales los organismos del Estado no responden. Al igual que en
otras zonas de cultivos de uso ilícito en el país, los campesinos ven afectados sus cultivos de pancoger, sin que
ninguna entidad se responsabilice por los daños causados. Según la Personería Municipal de Tumaco, de 2.700
quejas presentadas en el año 2002, por daños a cultivos lícitos, la Dirección Nacional de Antinarcóticos sólo
efectuó una indemnización a una empresa palmicultora.
46 Dentro de las organizaciones urbanas de más peso se encuentran Asconar, Asociación de Concheras de Nariño
(Ampetum), Asociación de Pescadores de Tumaco, ser mujer , Asocarlet, Asociación de Carboneros y
Leñateros, Cooperativa José el Artesano, Red cultural de sector artístico y los grupos eclesiales de la Pastoral
Social.
47 Entrevista con Porfirio Becerra.
múltiples mandatarios y con un profundo déficit síntesis configuraron la coyuntura política.
fiscal, Recompas intentó consolidar una alternati- Pero las posibilidades reales de los consejos
va política. En medio de una proliferación de comunitarios tienen que ser analizadas también
campañas políticas que fragmentaron el caudal en la medida de sus dificultades internas. Como
electoral48, los consejos comunitarios apoyaron organizaciones necesitan estrechar relaciones
como candidato a Salomón Salazar, biólogo mari- con otros sectores sociales y urbanos, y de otro
no de profesión, destacado por su trabajo y com- lado y no menos importante, tienen una ardua
promiso como asesor ambiental y de producción labor interna en los territorios colectivos, donde
pesquera en Coagropacífico. Con el aval del Fren- un porcentaje significativo de la población igno-
te Social y Político, este candidato oficializó su ra la Ley y desconoce la autoridad que ésta
candidatura el 20 de abril de 2004. La importan- institucionalizó en la figura de los consejos co-
cia de esta campaña se marca porque además de munitarios, en demérito de las formas tradiciona-
ser la primera vez que el movimiento étnico se les de regulación y autoridad basadas en la
lanza al ruedo político en Tumaco, se dio un pri- familia y otros mecanismos no consuetudinarios.
mer paso para la reconciliación entre antiguos Los consejos comunitarios tienen el desafío de
liderazgos y nuevos sectores. llenar con su accionar el vacío que implica una
Sin embargo, éste no fue el único partido de precaria institucionalidad surgida de visiones te-
tercera vía en las elecciones; la Unidad Democrá- rritoriales, pero desconocedora de los patrones
tica respaldó a Obelis Tenorio Quiñones, tradi- culturales y ancestrales de las comunidades
análısıs polítıco nº 52

cional líder comunitario y otrora concejal afrodescendientes.


municipal. También asistieron a la contienda
Jairo Mesa del Movimiento Cívico y por el parti- LO S R E TO S D E L A I D E N T I D A D
do liberal Nilo del Castillo, quien ya fue alcalde Pese a los resultados electorales, los actuales
en 1994. Por su parte, la familia Escrucería lanzó consejos comunitarios avanzan en su consolida-
como candidato a su hijo Rafael Alberto ción. Sin lugar a discusión, ganaron espacios de
[100] Escrucería, de apenas 18 años. reconocimiento e interlocución ante el Estado y
La inconformidad de toda la población bien algunos sectores privados. Dentro de los conse-
pudo ser canalizada hacia una alternativa de jos, un porcentaje de población se siente parte
cambio, pero aún se requieren alianzas sólidas y del proceso y sus directivos han logrado el reco-
estratégicas que terminen con la división social, nocimiento de las comunidades beneficiadas por
alimentada por una apatía desbordada, en la me- proyectos productivos, semillas, asistencia técni-
dida en que los responsables del caos financiero ca, redes de comercialización y la gestión efectiva
de Tumaco siguen sin ninguna sanción49. La de algunos programas de vivienda, servicios de
unión de esfuerzos en esa vía puede parecer una salud, sin lograr todavía una cobertura total.
meta común, e incluso un camino deseable para Sin embargo, el proceso de la autonomía terri-
los partidos políticos que desde el ámbito central torial tiene que enfrentarse no sólo a la maquina-
apoyaron diversas candidaturas, sin embargo, en ria partidista, sino también a la seducción de
la cotidianidad municipal las expresiones solida- proyectos productivos más rentables, como los
rias se encuentran fragmentadas. Las posibles cultivos de uso ilícito y la autoridad de las armas
alianzas se ven entorpecidas por líderes en dispu- que reside en quienes controlan este mercado.
ta con posiciones irreconciliables, donde las vie- La incrementada presencia de cultivos ilícitos y
jas culpas y rencillas dividen tanto como el los nocivos efectos de las fumigaciones aéreas con
desfile de micro-intereses. glifosato en sus territorios enfrenta al movimiento
Si bien las divisiones locales son un obstáculo afrocolombiano a un drama cuya consecuencia
por superar, las alternativas políticas como la de más siniestra es el debilitamiento de la organiza-
los consejos comunitarios se enfrentaron, ade- ción social y la corrupción de las comunidades ru-
más, a campañas de peso, unas multimillonarias, rales y urbanas, que cautivadas por esta actividad
otras coaccionadas por grupos armados y las ilegal, acceden a bienes y servicios que la organi-
arraigadas a la tradición politiquera local, que en zación comunitaria no puede garantizar, y esto se

48 Se estima un electorado potencial de 79.434 votos, según la Registraduría Nacional Delegada, Elecciones Atípicas
2004, www.registraduria.gov.co
49 Después de las declaraciones del vicepresidente de la República, se hicieron algunos allanamientos en
propiedades de la familia Escrucería, pero no hubo ninguna detención.
testimonio
agrava por la incapacidad de reacción de un pue- res urbanos de las ciudades grandes e interme-
blo con miedo, cuyos elementos de lucha y resis- dias, pobres y marginados, o pertenecientes a sec-
tencia se ven cada vez más castrados. tores productivos como el conchero, el pesquero,
En las anteriores circunstancias, el panorama el artesanal, el comercial y los gremiales como los
político para los afrodescendientes se encuentra sindicatos de docentes.
definido por dos realidades simultáneas y contra- En apoyo a esta idea, resalto cómo en el en-
dictorias con mínimos puntos de encuentro: un cuentro de concheras realizado en Tumaco el 12
sistema político tradicional, excluyente, utilitarista y 13 de diciembre de 2003, al que asistieron sec-
y plagado de toda suerte de desenfrenos, y una or- tores urbanos y asociaciones de concheras, pero
ganización étnico-territorial en un difícil proceso no así los consejos comunitarios que también
de consolidación, buscando reconocimiento y po- fueron invitados, la gente manifestó su inconfor-
sicionamiento político. Entonces, ¿cómo se tradu- midad e incomprensión frente al protagonismo y
cen estas caracterizaciones en el posicionamiento posición de los consejos comunitarios:
de las alteridades históricas como fuerza política? (…) es como si ellos fueran más negros que
Aproximarnos a esa inquietud requiere consi- nosotros, y de la noche a la mañana se anuncian
derar, en primer lugar, que el afianzamiento que los proyectos para las comunidades negras, la vi-
logró el movimiento étnico fue al margen de la vienda, la salud y todo eso no nos llega a los que
maquinaria política tradicional y de las intencio- vivimos en estos barrios, y además ellos no quie-
nes electorales, por considerarlas prematuras ren hablar con nosotros, por eso es que debemos

análısıs polítıco nº 52
frente a prioridades de consolidación y creci- pensar en hacer nuestro consejos urbanos .
52

miento ideológico, en lo que influyó, sin duda,


la herencia abstencionista de sectores de izquier- Esta afirmación no es un sentir aislado y, más
da50. En segundo lugar, no se puede pasar por allá de descubrir la actitud de los consejos, con-
alto la dificultad que reside en proyectar política- duce a plantear que la identidad étnico-territo-
mente un movimiento que incluya lo rural y lo rial no es aún, y en nuestro contexto, un motor
urbano bajo el sello de la identidad. El estudio de la organización política para la mayoría de los [101]
de Hoffmann destaca justamente que Beto logró afrocolombianos. Como consecuencia, un movi-
reunir los fraccionamientos e intereses miento con pretensiones políticas y posicionado
sectorizados en torno a una identidad, pero en ideológicamente en lo étnico-territorial debería
este caso regional, tumaqueña, que incluía redireccionalizarse de manera creativa y conce-
(blancos y negros), en oposición a una identidad bir una identidad más plural, quizá, más allá de
pastusa51. la especificidad étnica. Pero madurar hacia esta
En desarrollo de esta idea, la diversidad dirección requiere un meticuloso ejercicio de
afrocolombiana es mucho más amplia que la fortalecimiento interno.
identidad étnica descrita en la Ley 70, la cual no Preocupa que en el extremo opuesto al de
logra atraer a otros sectores que, aunque negros, una práctica étnico-política existan expresiones
no son rurales y no cumplen o no se sienten políticas con base en estereotipos como el depor-
afines con los parámetros allí propuestos: des- te y la cultura53 . Mucho que decir deja el hecho
cendientes de esclavos, ribereños, en estrecha re- de que los dos congresistas que por circunscrip-
lación con el medio ambiente, etc. ción especial obtuvieron curul en el Congreso en
Esto no implica desconocer la identidad intrín- el año 2002 para representar a las comunidades
seca de las comunidades rurales afrocolombianas negras sean María Isabel Urrutia y Willington
del litoral pacífico y los derechos que obtuvieron Ortiz, dos sobresalientes deportistas que no se
por esta vía de lucha. Sin embargo, este reconoci- caracterizan por su compromiso político con el
miento positivo consignado en la Ley restringe a movimiento afrocolombiano. Para Cunin este
unos cuantos el acceso a los derechos y privatiza el hecho, “(…) aparece claramente como un fraca-
derecho a la identidad, dejando por fuera secto- so político para un movimiento social étnico in-

50 Agudelo, Ob. Cit.


51 Hoffman, Ob. Cit.
52 Intervención realizada por Patria Quiñones de la Asociación José el Artesano en “Conversatorio para la
protección del recurso Piangua”, promovido por WWF Colombia.
53 Elizabeth Cunin, “La política étnica entre alteridad y estereotipo”, en Análisis Político, nº 48, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia-IEPRI, enero-abril de 2003.
capaz de apropiarse del espacio electoral reserva- Hace unos años rondaba el interrogante de si
do a su nombre”54. la inclusión de los afrocolombianos reconociendo
55
La desarticulación es tal, que sus candidaturas su etnodiversidad era una meta posible . Hoy sa-
no estuvieron basadas en la particularidad bemos que pese a los logros, la Ley no es infalible.
étnica, que paradójicamente es la que permite la Si en algún momento se pensó que los derechos
existencia de la circunscripción especial; su humanos y las garantías que como colombianos
triunfo se explica por el hecho de ser figuras pú- por años se les negaron a los afrocolombianos se
blicas de éxito deportivo. Cunin cree que este re- iban a conseguir por la vía de resaltar sus dere-
sultado permite inferir, a la vez, que del mismo chos como grupo étnico, la realidad de las comu-
modo existe un electorado indiferente a la di- nidades negras en Nariño demuestra que el
mensión étnica. avance es contradictorio y con muchos obstáculos.
Una alternativa política que busque obtener Sus derechos siguen violándose del modo más
mayor adhesión debe ingeniar la manera de in- perverso, no sólo por la violencia que ataca tan
cluir los esfuerzos solitarios de los diversos secto- atrozmente a las comunidades de todo el litoral
res afrocolombianos para lograr crear un pacífico, sino también por la repetida ausencia y
verdadero contrapoder. De todos modos, avanzar el cinismo del Estado, en términos de salud, edu-
en la construcción de una opción unificadora es cación, servicios públicos y gestión de políticas pú-
tarea ardua. Pese a los traspiés enunciados, la blicas para su desarrollo.
Ley 70 es una conquista invaluable, que aunque No se puede perder de vista que se trata de
análısıs polítıco nº 52

llegó de manera tardía, es un importante, aun- un proceso muy joven, aún en construcción,
que insuficiente, instrumento de la lucha del pero sin el tiempo y el espacio para llevar adelan-
movimiento afrocolombiano. No obstante, ella te reflexiones en esta y otras direcciones cuando
no puede convertirse en una camisa de fuerza se tiene que invertir en pensar y tratar de resol-
para un organización social inquieta, apremiada ver la tragedia del conflicto armado y de la su-
por extender su radio de acción y crear estrate- pervivencia cotidiana. La paradoja del desarrollo
[102] gias atractivas e incluyentes para lograr esta con- de la Ley 70 en medio de la guerra ha sido la ti-
tra-hegemonía. tulación en medio de la desterritorialización:
56
Finalmente, un movimiento político y social “Tierras sin gente y gente sin tierras” , líderes
que busque construirse como una opción de po- amenazados, perseguidos y asesinados, y familias
der para las comunidades negras no puede estar y comunidades desplazadas.
al margen del conflicto, los cultivos de uso ilícito Sin embargo, los esfuerzos por construir un
y su consecuencia más terrible: el desplazamien- nuevo movimiento étnico social y político no tie-
to forzado. nen otra opción que continuarse, ojalá en el
reencuentro y la reunificación del movimiento y
A M O D O D E CO N C LU S I Ó N en la lima de asperezas que detenga la erosión, y
Es indiscutible que además de la titulación co- a cambio se concentre en cosechar los siglos de
lectiva, la Ley 70 abrió un espacio significativo lucha y resistencia contra todas las adversidades,
de participación para los grupos que las cuales marcan los acumulados de un pueblo
ancestralmente han habitado las tierras bajas del dispuesto a no perder su identidad y conquistar
Pacífico colombiano, y que generó un reconoci- sus derechos económicos, políticos, sociales y
miento sobre el aporte de los afrocolombianos a culturales.
la construcción de esta sociedad, ampliando la
discusión sobre la frontera de la diversidad FECHA DE RECEPCIÓN: 05/04/2004
FECHA DE APROBACIÓN: 18/05/2004
étnica y cultural.

54 Idem., p. 78.
55 Jaime Arocha, “La inclusión de los afrocolombianos: ¿Meta inalcanzable?”, en Adriana Maya (ed.), Los
afrocolombianos, serie Geografía Humana y de Colombia, Tomo IV, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura
Hispánica, 1997.
56 Óscar Almario, “Dinámica y consecuencias del conflicto armado colombiano en el Pacífico: limpieza étnica y
desterritorialización de afrocolombianos e indígenas y ‘multiculturalismo’ de Estado e indolencia nacional”,
Ponencia presentada en el Seminario Internacional “Dimensiones territoriales de la guerra y la paz en Colombia”,
Simposio nº 8, Procesos de guerra y paz en el litoral Pacífico, coordinado por el Dr. Jaime Arocha, convocado por
la Universidad Nacional de Colombia y la Red de Estudios de Espacio y Territorio, RET, Bogotá, 10 al 13 de
septiembre de 2002.
reseñas
Sistemas de guerra. La economía política
del conflicto en Colombia.

Nazih Richani, IEPRI-Planeta, 2003.

Andrés Fernando Suárez como una consecuencia no previs- co sino, sobre todo, por la perti-
Sociólogo, Universidad Nacional de Colombia ta dentro de las racionalidades es- nencia y validez de su constatación
tratégicas de los actores armados, empírica en el caso colombiano.
que por definición están en contra Una de las primeras defecciones
Nazih Richani presenta un texto del equilibrio de poder como esce- que observa el texto es la inconsis-
provocador y polémico sobre la nario deseable respecto a sus obje- tencia entre uno de sus enuncia-
prolongación del conflicto armado tivos, pero una vez creada, los dos teóricos y su desarrollo

análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre-diciembre 2004: págs. 103-108


en Colombia desde una perspecti- actores desarrollan estrategias alter- empírico. Éste es el caso de la rela-
va sistémica. Su punto de partida es nativas para su adaptación y capita- ción entre el equilibrio de poder y
una doble crítica metodológica y lización. el impasse cómodo. El enunciado
teórica, la primera consiste en evi- Una vez sugeridos los teórico observa que el equilibrio
denciar los acentos excluyentes lineamientos de la teoría del siste- de poder conduce a un cómodo
que se ponen en el inicio y el fin ma de guerra, Richani inicia su impasse, pero el desarrollo empíri-
de los conflictos armados sin tener ejercicio de constatación empírica co sugiere que el cómodo impasse
en cuenta su prolongación como para el caso de Colombia desde la conduce como uno de sus momen-
problema, y la segunda consiste en puesta en evidencia del fracaso tos límite al equilibrio de poder. El
probar el uso restringido de la teo- institucional estatal en la media- desarrollo empírico sugiere que el
ría de la elección racional que bus- ción, el arbitraje y la tramitación impasse cómodo no está anclado en
ca entender el curso y desarrollo del conflicto y el antagonismo que la simetría de fuerzas como sugiere
del conflicto armado como una se- él considera de mayor centralidad el equilibrio de poder, sino más
cuencia sincronizada de en el conflicto armado interno: los bien en el hecho de que hay un
racionalidades estratégicas de los conflictos agrarios, como génesis umbral que las asimetrías no pue-
actores armados sin consecuencias del sistema de guerra. Luego conti- den superar para conducir un des-
no previstas, sin alteralidad y sin su- núa con una constatación sucesiva enlace decisivo del conflicto
jeción a coacciones estructurales de las condiciones de formación y armado. El cómodo impasse da
sin control. El concepto de sistema funcionamiento de la relación po- cuenta de balances asimétricos de
busca incorporar, pero superando, sitiva entre economía política y có- fuerzas que son estables y dinámi-
los usos restringidos de la teoría de modo impasse para los tres actores cas, estables en el caso de las Fuer-
la elección racional. centrales del conflicto armado: las zas Militares en un momento
Teniendo ese punto de partida, fuerzas armadas estatales, las gue- inicial, y dinámico en el caso de las
Richani plantea como problema rrillas y el crimen organizado- guerrillas en un momento poste-
central la prolongación del conflic- paramilitares. Concluye su ejerci- rior, pero lo que tienen en común
to armado, y sugiere que ésta es el cio, por un lado, ponderando las uno y otro es que las variaciones
producto de la configuración de perspectivas de paz en función de en las asimetrías no sólo no supe-
un sistema de guerra, entendido la decadencia y el colapso del siste- raron el umbral decisivo sino que
como la función positiva entre la ma de guerra no sólo desde los ac- tendieron a encontrar su límite en
economía política y un equilibrio tores armados sino desde las una creciente simetría. Esa incon-
de poder que conduce a un impasse transformaciones en la configura- sistencia, sin embargo, no supera
cómodo en contextos de fracaso ción social de las clases dominan- un problema central sobre la perti-
institucional estatal en la media- tes, y por el otro, aportando una nencia del argumento, que consis-
ción, el arbitraje y la tramitación de perspectiva comparada entre el sis- te en si el conflicto armado
conflictos entre grupos sociales y tema de guerra en Colombia y el colombiano ha observado en al-
ISSN 0121-4705

políticos antagónicos. A diferencia del Libano, Italia y Angola. gún momento un equilibrio de po-
de la teoría de la elección racional, Este libro es provocador y polé- der, es decir, un balance asimétrico
el sistema de guerra es entendido mico no sólo por su enfoque teóri- de fuerzas. La probabilidad de que
esa conclusión sea válida está en crítica ponderada a la dimensión las resonancias por extensión, pro-
duda si se tienen cuenta varios as- de su extensión, repercusión y pro- fundidad y repercusión de la vio-
pectos: primero, el 70% de la po- fundidad. Otras perspectivas como lencia sobre la transformación de
blación está concentrado en las las de Blanquer se oponen a la idea los grados de control. La pregunta
ciudades, la guerra sigue siendo ru- de equilibrio de fuerzas, conside- de fondo es: ¿Por qué la violencia
ral, la marginalidad y la escasa rando que lo que caracteriza el ba- ejercida por los grupos
aceptación política de las guerrillas lance de fuerzas en Colombia es la paramilitares consiguió transfor-
son evidentes, así como una afini- indefinición, dada la inestabilidad mar con una velocidad y una
dad moderada entre las clases me- y las fuertes oscilaciones de los gra- radicalidad considerables los gra-
dias urbanas respecto a los grupos dos de control en secuencias tem- dos de control en diversas zonas de
paramilitares y las fuerzas armadas. porales restringidas. contención y expansión de las gue-
Segundo, la presencia no es sinóni- Otra de las críticas a las que está rrillas, pese a su creciente acumula-
mo de control y el control no es sujeto el desarrollo empírico de la ción directamente proporcional
unívoco, equívoco en el que el de- teoría del sistema de guerra está re- entre activos económicos, políticos
sarrollo empírico de Richani es lacionada con las características y militares? La respuesta puede os-
bastante reiterativo, ya que puede que se asignan a la economía polí- cilar en que o bien no existía una
oscilar entre lo absoluto, lo relativo tica positiva tanto de las guerrillas acumulación suficiente y propor-
y la disputa. Un hecho contrastable como de los grupos paramilitares. cional de activos políticos respecto
en el caso colombiano es que no Respecto a las guerrillas, el rasgo a los económicos y militares, y que,
análısıs polítıco nº 52

hay territorio en donde la capaci- característico es la sincronía y la re- por ende, el vínculo orgánico con
dad militar y política de la guerrilla lación directamente proporcional la población civil observaba fisuras
impida la presencia de entidades entre la reproducción y acumula- y agrietamientos o una erosión acu-
estatales y la incursión y permanen- ción de activos económicos, milita- mulada que encontró su canaliza-
cia de las Fuerzas Armadas. Terce- res y políticos que conducen a la ción en los grupos paramilitares, o
ro, las operaciones militares de la configuración de un “vínculo orgá- que simplemente el control se ejer-
[104] guerrilla de gran envergadura nico” entre la guerrilla y la pobla- cía sobre la base de una situación
como Las Delicias, el cerro de ción civil, así como a la de intereses soportada por reputa-
Patascoy, la toma de Mitú y los ata- consolidación de su capacidad de ciones de violencia más que por
ques a poblaciones no son eviden- construcción estatal. Este balance una reputación de legitimidad so-
cia contundente de que el puede ser puesto en duda si se tie- cialmente aceptada, lo que permiti-
conflicto colombiano haya observa- ne en cuenta, por un lado, la velo- ría resolver la paradoja de cómo
do un viraje de la guerra de guerri- cidad y la resonancia por una mayor reputación de violencia
llas a la guerra de movimientos o extensión, profundidad y repercu- puede alterar y preservar un grado
de posiciones, pues una observa- sión que observó la ofensiva estra- de control determinado sobre la
ción cuidadosa de las operaciones tégica de los grupos paramilitares población y el territorio. A esto ha-
ponen en evidencia que éstas son desde mediados de los años noven- bría que agregar las ambivalencias
geográficamente marginales y su ta, y por el otro, la creciente evi- que observa la guerrilla en el ejer-
dispositivo táctico desplegado es dencia sobre la función negativa e cicio de control, pues a la vez que
propio de una guerra de guerrillas, inversamente proporcional entre la permite formas de solidaridad bajo
observaciones que han sido amplia- acumulación y reproducción de ac- su férula, impide cualquier brote
mente desarrolladas por Camilo tivos económicos y militares respec- de organización civil cuando es au-
Echandía y Eric Lair. Además, la ra- to de los políticos. tónoma e independiente, y tam-
zón entre el número de bajas de las La velocidad de la expansión de bién la creciente recurrencia con
Fuerzas Militares y las de las guerri- los grupos paramilitares –incluyen- que se denuncia la desproporción
llas en combates es un indicador do zonas de influencia tradicional y entre la pena y el delito en su ejer-
de costos tácticos pero no de bene- de reciente expansión de las gue- cicio típico de administración de
ficios estratégicos y su incidencia rrillas– pone en evidencia las dudas justicia y seguridad.
en la tendencia del balance de sobre ese balance, no sólo porque Respecto a la economía política
fuerzas hacia la simetría. Lo ante- una acumulación y una relación di- de los grupos paramilitares, las ca-
rior no significa una negación del rectamente proporcional entre ac- racterísticas que se observan están
dinamismo y la transformación del tivos políticos, económicos y restringidas a la acumulación y re-
balance asimétrico de fuerzas entre militares deberían haber operado producción de activos económicos,
guerrilla y Fuerzas Militares en los como contención y como sin que haya consideración alguna
años ochenta y noventa, sino una minimización de la velocidad en respecto a sus activos militares y po-
reseñas
líticos, especialmente desde media- Esta consideración da lugar a otra mado en curso, pueden prolongar
dos de los años noventa hasta la ac- observación crítica respecto de los indefinidamente la solidificación
tualidad. Si en el capítulo sobre la lineamientos teóricos de Richani, de estructuras sociales y
guerrilla hay una dedicación en ex- que consiste en que su concepto legitimidades socialmente acepta-
tenso a su capacidad de construc- de estructura es auto-referencial y, das, y ante esas ausencia y defeccio-
ción estatal constatada en la por ende, muy restringido. Lo an- nes no hay mucho que decir
provisión de bienes públicos tangi- terior significa que la estructura respecto de los mayores obstáculos
bles e intangibles como la adminis- está definida en función de la gue- para que un actor armado pueda
tración de justicia, la seguridad y rra, y no incorpora los marcos so- crear un vínculo orgánico con la
las obras de infraestructura social, ciales en los que se desenvuelve y población civil.
las cuales pueden generar apoyos o adquiere configuración esa estruc- Una observación crítica final
situaciones de intereses y no nece- tura. Si bien el autor destaca la apa- asociada con una condición de
sariamente una legitimidad social- rición de diversas bonanzas otra naturaleza que favorece la pro-
mente aceptada, el capítulo sobre económicas en los años ochenta y longación del conflicto armado y
los grupos paramilitares, especial- los noventa entre las que se cuen- que no depende necesariamente
mente desde mediados de los años tan la de la coca, la amapola, el pe- de la configuración o alteración de
noventa hasta nuestros días, guar- tróleo, el carbón, las esmeraldas y un sistema de guerra, pese a que es
da silencio sobre las características las agriculturas comerciales de ba- su marco y estructura, es la exten-
del ejercicio del control y el poder nano y palma africana, el acento se sión y fragmentación geográfico-re-

análısıs polítıco nº 52
en sus zonas de influencia y expan- pone en su significación respecto gional del conflicto armado
sión reciente, contando aquellas en de la acumulación de activos eco- interno. Éstas significan que si el
las cuales consiguieron desplazar y nómicos y militares para los actores conflicto armado interno está re-
sustituir a la guerrilla. Las referen- armados, y sólo tangencialmente ducido a uno o pocos focos geográ-
cias están restringidas a los cambios en las oportunidades que las turbu- ficos en contextos de acentuada
en el funcionamiento de la econo- lencias y transformaciones sociales asimetría de fuerzas, la probabili-
mía cocalera, pero no hay conside- que están detrás de esas economías dad de prolongación es más redu-
[105]
raciones sobre el suministro de pueden ofrecer para acumular acti- cida. Si, por el contrario, el
bienes públicos intangibles como vos en función de la administra- conflicto está extendido
la seguridad y la administración de ción de justicia y seguridad. Sin geográficamente, los balances de
justicia, los cuales han sido eviden- embargo, no se ponderan los obs- fuerza puede estar más disemina-
ciados y constatados en sus zonas táculos que esas condiciones llegan dos, y su colapso puede tener una
de influencia y reciente expansión, a tener, no sólo para la acumula- mayor duración. Sin embargo, el
y sus diferencias con los de la gue- ción de activos políticos y la conso- mayor riesgo de ese dispositivo
rrilla. En muchos casos, el cambio lidación de un vínculo orgánico geográfico es que si hay unidad
de bando no altera el suministro entre actor armado y población ci- sistémica, es decir, no hay fragmen-
de esa clase de bienes ni tampoco vil soportado en una legitimidad tación, las alteraciones en un esce-
el modo de administrarlo y repro- socialmente aceptada y no en la nario pueden tener repercusiones
ducirlo, muchas veces copiando in- violencia, sino para la prolonga- considerables sobre los demás y
cluso sus defecciones. ción misma del conflicto, por su in- ocasionar un “efecto dominó”. Si
La debilidad de los vínculos or- cidencia en la inestabilidad de los lo que prevalece es la fragmenta-
gánicos entre el actor armado y la grados de control. Los mayores ción, la prolongación del conflicto
población civil y la prevalencia de obstáculos residen en el carácter armado será mayor porque cada
las reputaciones de violencia sobre masivo de las migraciones, su com- sistema de guerra y el balance de
las de legitimidad en el soporte del posición culturalmente fuerzas que lo soporta podrán fun-
grado de control no pueden ser heterogénea, la transitoriedad en cionar con relativa autonomía y sin
atribuidas a la incapacidad o la el asentamiento y la inestabilidad resonancias sistémicas perversas. A
irracionalidad de los actores arma- de las expectativas en entornos con la fragmentación social se suma la
dos, sino más bien a las coacciones volúmenes considerables de dinero geográfica como condiciones de
estructurales que dibujan obstácu- circulante, condiciones que en su posibilidad para la prolongación
los considerables para crear un vín- conjunto son un obstáculo para la del conflicto armado más allá de la
culo orgánico más sólido entre el configuración de la organización configuración de un sistema de
actor armado y la población civil, y social en el corto y mediano plazo, guerra.
que éste pueda ser fundado en una y que, si están sujetas a las
legitimidad socialmente aceptada. interferencias de un conflicto ar-
El poder y la sangre. Las historias de Trujillo, Valle.

Adolfo León Atehortúa Cruz, CINEP-U. Javeriana, 1995.

Gonzalo Sánchez G. pues, de una visión idealizada, la dado en evitar la reducción de la


Profesor IEPRI, Universidad Nacional de Colombia colonización se nos muestra aquí dinámica de unos procesos a otros,
como proceso inherentemente aunque todos aparezcan
marcado por prácticas conflictivas y interrelacionados. Como lo destaca
a menudo violentas, ilustrando, el subtítulo del libro, no se trata
El investigador se propone hacer lo pero llevando aún más lejos los ha- aquí de hacer la historia de
que podríamos llamar la “historia llazgos de la historiadora norte- Trujillo, sino de articular las múlti-
total” de una región, cuyo epicen- americana Catherine Legrand. ples historias que van definiendo
tro es la población de Trujillo. Pero De la consolidación de los pri- no una unidad espacio-temporal
no se trata sólo de una historia lo- meros asentamientos, el libro de sino más bien un campo de relacio-
análısıs polítıco nº 52

cal o regional; sus imbricaciones Atehortúa pasa a una detallada des- nes siempre abierto.
con la historia nacional se estable- cripción del entorno vital de los El autor nos muestra cómo de
cen de manera tan natural, que es moradores. Aprendemos así que vi- la colonización en tanto empresa
fácil ver en esa historia regional la vían inicialmente de la cacería, colectiva se pasará pronto, prime-
historia social y política del país en pero que al poco tiempo se dedica- ro, a la individualización de los in-
el siglo XX. ron a actividades productivas esta- tereses y por tanto a la irrupción de
[106] En los capítulos iniciales el au- bles, que se traducían en unos los conflictos agrarios (de linderos,
tor identifica a los primeros colo- primeros sembrados de pancoger, de las apropiaciones fraudulentas,
nos, sus orígenes, la historia que maíz y fríjol principalmente, unos de la monopolización y acapara-
traían heredada (de otras ocupa- cuantos caballos, unas cuantas va- miento por parte de comerciantes
ciones agrícolas; como buscadores cas, y, con el tiempo, pastos y culti- y empresarios agrícolas de lo que
de guacas y minas; como fugitivos, vos comerciales permanentes, fue fruto original de tareas solida-
principalmente conservadores, de como el café o el aserrío de made- rias) y , segundo, a la
la Guerra de los Mil Días, o como ras. Ante la inexistencia de la circu- escenificación de los problemas del
expresidiarios y prófugos de la jus- lación monetaria, el trueque regía poder en las recién fundadas co-
ticia) poniendo al descubierto ras- las transacciones de los excedentes munidades políticas que de case-
gos característicos de la de unos y otros. Igualmente nula ríos pasaron a municipio, asiento
construcción política del territorio, era la presencia de las autoridades de diversas autoridades locales y
extensibles a otras regiones de la centrales en esta fase formativa. de un incipiente comercio. Tales
geografía nacional. Desde sus pri- Allí no llegaban las campañas polí- dinámicas agrarias y políticas, de
meras páginas, el autor nos pone ticas, y la ignorancia de los aconte- manera conjugada, convirtieron la
frente a una constatación general: cimientos nacionales no embrionaria comunidad local en
espíritu aventurero pero también perturbaba a nadie. Hay en todo soporte de grandes gamonales que
búsqueda de refugio, más que la ello una fina atención a las tareas se hicieron pasar por fundadores,
misma búsqueda de tierras, son cotidianas de los primeros coloni- como el conservador Leocadio
dos motivaciones centrales de los zadores, a las relaciones familiares Salazar. Ésta constituye la que po-
pioneros de este proceso. y de género, a las creencias religio- dríamos llamar la fase rural de la
Los emergentes regionalismos sas y, en general, a las ocupaciones conformación regional.
que surgían de procesos simultá- laborales y sociales del hombre co- La fundación formal del pueblo
neos en áreas limítrofes se alimen- mún y corriente. Hay asimismo (la alcaldía, la plaza, la iglesia, el
taban de la competencia por los una aguda sensibilidad a las trans- prostíbulo, los servicios públicos, la
territorios en vías de ocupación, y formaciones, a los diferentes sen- burocracia local) desplaza hacia el
quedaban tempranamente marca- deros, convergentes o divergentes, incipiente casco urbano las dinámi-
dos por portadores de otras identi- de conformación de los sujetos so- cas del poder e inaugura la política
dades partidistas rivales. Lejos, ciales y políticos, y un extremo cui- local. Apoyado en cifras, en docu-
reseñas
mentos, en testimonios y no en disfrutan y cobran toda la plata” estrictamente partidista, expresión
simples especulaciones, el autor (p. 133). pura y simple de los sectarismos
nos muestra cómo sus habitantes En este contexto, el libro per- atávicos. No era evidente que,
comienzan a tomar parte activa en mite avanzar una tesis fuerte, rica como se lo dijo al autor otro de los
la elección de autoridades legislati- en implicaciones: la Violencia de entrevistados, Leonardo Espinosa
vas y administrativas a todos los ni- los años cincuenta no es una vio- se estuviera quedando “con el po-
veles. La localidad comienza a lencia inaugural. Se inscribe en der, los votos y las propiedades” (p.
moverse al ritmo de la política re- una violencia casi cotidiana de pre- 197), eliminando incluso a los
gional y nacional, a sentirse parte carios equilibrios e inestables copartidiarios que pudieran repre-
de la nación, a integrarse al merca- hegemonías políticas, y de vengan- sentar una eventual competencia
do a través de los arrieros y de los zas reprimidas que sólo esperan un por el botín. “La violencia comien-
intermediarios, a articularse a la contexto favorable, regional o na- za por política y se acaba robando.
política a través de los gamonales, cional, para hacer una irrupción A la larga no es más que un nego-
como Leonardo Espinosa. Sería aparentemente brusca, pero en cio”, dice otro de los testimonios
quizá demasiado simplificador de- realidad largamente preparada. A esclarecedores de este proceso (p.
cir que de la colonización se pasa a la liberalización de los años treinta, 217). Espinosa logró montar, cier-
la política, pero en todo caso los responderá la conservatización de tamente, un gran centro de poder
dos procesos se superponen. El tex- los años cincuenta, acaudillada por despótico, pero no invulnerable.
to es así de los pocos, de la abun- el nuevo señor de la política local, Atehortúa nos pone aquí frente

análısıs polítıco nº 52
dante literatura histórica Leonardo Espinosa, cuyo imperio una segunda tesis central de su li-
colombiana, en mostrar en todos gamonal se montará –sobre todo a bro que podría formularse en los
sus detalles la construcción del partir de los años cincuenta– al am- siguientes términos: el poder ama-
complejo tejido que da lugar a una paro de las pistolas de los pájaros sado con sangre sólo se puede de-
comunidad social y política local. surgidos durante el gobierno de fender con más sangre y se pierde
Empero, con la política llega- Laureano Gómez y fortalecidos eventualmente con sangre. La polí-
ron las rivalidades, es decir, la con- bajo el de Rojas Pinilla, secundado tica municipal se volvió una ince-
[107]
troversia legítima pero también la por dos grandes padrinos político sante cadena de vendettas, que
violencia. De hecho, la creación regionales, los dirigentes políticos anudaba estrategias locales y nacio-
del municipio coincidió con esa departamentales Gustavo Salazar nales de poder. En adelante, Espi-
oleada de violencia poco estudiada García y Nicolás Borrero Olano. La nosa nunca pudo dormir
tras la caída de la hegemonía con- política nacional rompió los equili- tranquilo.
servadora. Más que la búsqueda de brios de la política local. El munici- Dicho imperio tuvo, ciertamen-
las grandes razones de la confron- pio descubrirá así, simultáneamente, te, su interregno. Cuando se inau-
tación recurrente hay, en El poder y las ventajas y las desgracias de la inte- guró el Frente Nacional, Espinosa
la sangre, un esfuerzo por descubrir gración a procesos más amplios de la se olvidó de sus viejos sectarismos,
lo que hoy se llamaría los sociedad colombiana. pero no del poder acumulado, y se
microfundamentos de la violencia Construido su feudo político, acomodó sin mayores dificultades a
y la política, atizados a menudo por argumenta el autor, la tentación los vencedores. De ser un poder en
los cálculos electorales de los políti- para el gamonal de convertirse la sombra pasó a ser El Poder, en la
cos que se mueven en el escenario también en el gran señor de la tie- vida local. Decisiones políticas, de-
nacional, que trastean votos, que rra se hizo irreprimible. Grupos de cisiones judiciales, decisiones admi-
deciden sobre los jurados electora- intermediarios y reducidores, a ve- nistrativas, cargos públicos,
les, que agitan para su propio be- ces institucionalizados, como una incluido el del cura, todo pasaba
neficio latentes conflictos agrarios, siniestra agencia de “compra de por sus manos ensangrentadas.
que se revisten de autoridad y legi- bienes raíces”, hicieron del despojo Esta concentración y
timidad con el reconocimiento de de cosechas, ganados y parcelas de personalización del poder es des-
los directorios nacionales, y que, las víctimas, la fuente de expansión crita así: “En Trujillo no se movía
para sorpresa de muchos, del imperio gamonal-terrateniente una hoja sin consultarle primero a
fraternizan entre sí mientras divi- de Espinosa. Que la violencia se ha- don Leonardo. A la larga él era el
den a muerte a sus seguidores. La bía convertido en empresa, en alcalde, el juez, el concejo, las em-
política, según dice sabiamente gran negocio, es algo que las vícti- presas municipales, la junta de or-
uno de sus entrevistados,“era como mas sólo comenzaron a entender nato, todo. Tenía línea directa con
una riña de gallos: los animales se muy tarde. En su momento sólo el gobernador y el presidente.
matan y los dueños toman trago, veían la violencia como un asunto Traía a los políticos a Trujillo y se
subía al balcón con ellos para que der durante décadas le abrió paso papel central en la reconstrucción
todo el pueblo lo viera. Ellos no ha- a la instalación de múltiples y con- del periplo colonizador, pero siem-
cían sino alabarlo: ‘Don Leonardo tradictorios poderes nuevos: políti- pre complementada con una ex-
es el prócer’, ‘ojalá en todos los cos y terratenientes en ascenso, haustiva investigación de archivos,
pueblos de Colombia hubiera un aprovechando el vacío dejado por en la cual fue acompañado por un
hombre como don Leonardo’” (p. Espinosa; organizaciones comuni- grupo de sus estudiantes que se be-
232). tarias impulsadas por un cura con neficiaron del proceso socializador
A fines de 1979, don Leonardo un nuevo estilo pastoral y de visible de la investigación. La estructura
pudo declarar: “Llevo cincuenta y sensibilidad social; narcos emer- del texto, que intercala páginas de
siete años en Trujillo y aquí el go- gentes, paramilitares, y guerrilleros análisis con base en una amplia di-
bierno lo inventé yo” (p. 261). en busca de recursos y control te- versidad de fuentes escritas y testi-
Pero tal poder feudalizante, tenía rritorial. En el cruce de estas con- monios que refuerzan y
en sí el germen de su propia des- frontaciones, de claros tintes complementan las fuentes escritas,
trucción. Comenzó a derrumbarse mafiosos, quedaban los únicos per- le da un aire particularmente fres-
por agudas divisiones internas. En dedores: los campesinos. Sutilmen- co y fluido al conjunto. Hechos y
los años setenta quedó atrapado en te, sin forzar los argumentos, y con representaciones del conflicto apa-
la pugna nacional de laureanistas y una innovadora estrategia recen en un tejido único.
pastranistas, que se expresó inicial- metodológica, el autor termina Cuando muchos pudieran pen-
mente en votos pero quizá sólo era mostrando cómo en realidad la his- sar que el tema de la Violencia esta-
análısıs polítıco nº 52

posible resolver con armas. En ene- toria de Trujillo es la historia con- ba agotado, libros como éste –y el
ro de 1980 cae asesinado el que pa- temporánea de Colombia. En el más reciente de Mary Roldán, A
recía invulnerable dueño del nudo de contradicciones y de vio- sangre y fuego–, nos sorprenden con
poder local. ¿A manos y por orden lencias de esta “Colombia chiquita” nuevas propuestas metodológicas,
de quién? Nunca se pudo aclarar: se produce la gran masacre de nuevos enfoques interpretativos,
¿Sus enemigos, sus antiguos alia- Trujillo que cierra esta historia de nuevos hallazgos, que constituyen
[108] dos, trabajadores de su hacienda, poder y de sangre. una invitación a las nuevas genera-
sus víctimas? Todas las versiones Se trata de una historia relativa- ciones a reavivar la imaginación
eran plausibles. No era el fin de la mente cercana como para que el histórica.
violencia. La muerte del eje de po- relato oral pueda desempeñar un
resúmenes
Resúmenes

power but also as the main geopoliti- que suele recaer sobre determinadas
La crisis en Argentina y las cal rival that threatened the security minorías étnicas, lingüísticas o socia-
relaciones con Brasil y and until the territorial integrity of les que, de forma permanente o tem-
Estados Unidos: continuidad Argentina. Equally, United States was poral, son excluidas del Parlamento.
y cambio en las relaciones perceived in a wide arch of visions Para superar este déficit de represen-
triangulares that depicted it, in an end, as a dan- tación, en algunos países se han in-
ROBERTO RUSSELL gerous empire in permanent expan- troducido algunos mecanismos
J U A N G A B R I E L T O K AT L I A N sion and, in the other one, as a correctores desde el ámbito de la jus-
central ally to assure a successful ticia. Este es el caso de la Acción Públi-
bond of Argentina with the world. In ca de Inconstitucionalidad, instituida a
Resumen the XX century, this debate acquired principios del siglo XX en Colombia
Las relaciones de Argentina con a more and more triangular charac- por el movimiento político Unión Re-
Brasil y Estados Unidos han ocupado ter at the same time along a process publicana como herramienta eficaz
un lugar de creciente significación en historical signado for the de control ciudadano de la ley.
los distintos esquemas que orientaron

análısıs polítıco nº 52, Bogotá, septiembre - diciembre 2004:págs. 109-111


Argentinean decline and the in- Palabras clave: representación,
la política exterior del país desde fi- crease of the relative power from constitución, justicia.
nes del siglo XIX. En ambos casos, United States to world scale and of
este lugar siempre constituyó materia Brazil in the South American envi- Abstract
de fuertes debates. Brasil fue conside- ronment, respectively. Which are the convenient mecha-
rado como un aliado indispensable Key words: international relations, nisms to return to a mature citizenship
para ampliar la autonomía nacional y Latin America, geopolitics. the possibility to control the decisions
fortalecer la capacidad de negocia- that, taken in their name and repre-
ción internacional del país pero tam- sentation, do they exclude him or do
bién como el principal rival La acción pública de they harm? the representative democ-
geopolítico que amenazaba la seguri- inconstitucionalidad como racy, two centuries after being formu-
dad y hasta la integridad territorial de mecanismo corrector de la lated by Madison in the Federalist #10,
Argentina. Igualmente, Estados Uni- crisis de representación en has become a model hegemónico of
dos fue percibido en un amplio arco Colombia (1910-2003) the modern states. The character fully
de visiones que lo retrataron, en un democratic of the parliament, in which
extremo, como un peligroso imperio MARÍA LUISA RODRÍGUEZ
PEÑARANDA their members are chosen by the ma-
en permanente expansión y, en el jorities and their decisions supported
otro, como un aliado central para ase- by the same mechanism, it has guaran-
gurar un vínculo exitoso de Argentina Resumen teed a high grade of genuineness his-
con el mundo. En el siglo XX, este de- ¿Cuáles son los mecanismos con- torically to this institution. However,
bate adquirió un carácter cada vez venientes para devolver a una ciuda- such a genuineness has been strongly
más triangular a lo largo de un proce- danía madura la posibilidad de questioned in the last decades by the
so histórico signado a un tiempo por controlar las decisiones que, tomadas one denominated “representation cri-
la declinación argentina y el aumento en su nombre y representación, le sis”. This critic to the representative
del poder relativo de Estados Unidos excluyen o vulneran? La democracia democracy puts the increase lens in
a escala mundial y de Brasil en el ám- representativa, dos siglos después de the insufficient or inadequate repre-
bito sudamericano, respectivamente. ser formulada por Madison en el Fe- sentation that usually relapses on de-
Palabras clave: relaciones interna- deralista # 10, se ha convertido en un termined ethnic, linguistic or social
cionales, Latinoamérica, geopolítica. modelo hegemónico de los estados minorities that, in a permanent or
modernos. El carácter plenamente temporary way, they are excluded of
Abstract democrático del parlamento, en el the Parliament. To overcome this rep-
The relationships of Argentina que sus miembros son elegidos por resentation deficit, in some countries
with Brazil and United States have las mayorías y sus decisiones respal- some corrective mechanisms have
occupied a place of growing signifi- dadas por el mismo mecanismo, ha been introduced from the environ-
cance in the different outlines that garantizado históricamente un alto ment of the justice. This is the case of
guided the domestic foreign policy grado de legitimidad a esta institu- the Public Action of Unconstitutional-
from ends of the XIX century. In ción. Sin embargo, tal legitimidad se ity, instituted at the beginning of the
both cases, this place always consti- ha visto fuertemente cuestionada en XX century in Colombia by the move-
tuted matter of strong debates. Brazil las últimas décadas por la denomina- ment political Republican Union as ef-
ISSN 0121-4705

was considered as an indispensable da “crisis de representación”. Esta fective tool of civic control of the law.
ally to enlarge the national au- crítica a la democracia representativa Key words: representation, constitu-
tonomy and to strengthen the do- pone el lente de aumento en la insu- tion, justice.
mestic international bargaining ficiente o inadecuada representación
interpretive marks, more recently de-
La oposición regional a las La ontología de la scribed as “it covets and offense.” In-
negociaciones con el ELN “violencia política”: acción stead of postulating a dicotomía
e identidad en las guerras between greed and offense, it
OMAR GUTIÉRREZ LEMUS
civiles pointed out the interaction between
identities and political and private
STATHIS N. KALYVAS
Resumen stocks. The civil wars are not binary
En este artículo se analiza la serie conflicts but complex and ambigu-
de circunstancias y hechos que favo- Resumen ous processes that promote the ac-
recieron el fortalecimiento del Este artículo se concentra en va- tion “combined” of local actors and
liderazgo de Asocipaz. En especial se rios problemas conceptuales origina- beyond the local, the one of civil and
exploran aspectos relativos a los gru- dos por la comprensión actual de armies whose alliance is in violence
pos sociales que apoyaron su naci- violencia política, especialmente en that is added and even this way re-
miento y “legitimaron” sus lo pertinente a las acciones, motiva- flective their diverse goals. It is the
propuestas políticas en los ámbitos ciones e identidades en las guerras ci- convergence of local reasons and im-
local y regional; las formas de movili- viles. Con frecuencia las acciones “en peratives beyond the local that it
zación popular que ensayó y los mé- el terreno” resultan estar relacionadas prints to the civil wars their particu-
todos de divulgación de sus con conflictos locales y privados más lar and frequently disconcerting
reivindicaciones; las razones que es- que con la confrontación dominante character, ambivalent among the po-
grimió frente al gobierno central y a de la guerra. La disyunción entre las litical thing and that deprived, the
la población civil para justificar su dinámicas de arriba y de abajo debi- collective thing and the individual
oposición al proceso de negociación litan las presunciones prevalecientes thing.
análısıs polítıco nº 52

con el ELN; la forma de ejercicio de sobre las guerras civiles, que son seña- Key words: Ontology, conflict, civil
la autoridad que intentó imponer ladas desde dos marcos interpretativos wars, violence.
desde los gobiernos municipales y las competitivos, más recientemente des-
relaciones que mantuvo con los gru- critos como “codicia y agravio”. En lu-
pos paramilitares. gar de postular una dicotomía entre En búsqueda de lo popular
Palabras clave: ELN, conflicto y paz, codicia y agravio, señala la interac- en la Guerra de los Mil días
Colombia. ción entre identidades y acciones po-
CHARLES BERGQUIST
[110] líticas y privadas. Las guerras civiles
Abstract no son conflictos binarios sino proce-
In this article are analyzed the se- sos complejos y ambiguos que pro- Resumen
ries of circumstances and facts that mueven la acción “conjunta” de Este artículo presenta los esfuer-
favored the invigoration of the lead- actores locales y más allá de los loca- zos del autor para entender las di-
ership of Asocipaz. Especially relative les, la de civiles y ejércitos cuya alian- mensiones populares de la Guerra, y
aspects are explored to the social za resulta en violencia que se agrega luego entrar a discutir otros esfuer-
groups that supported their birth y aún así refleja sus diversas metas. Es zos más recientes de los historiadores
and “legitimated” their political pro- la convergencia de motivos locales e colombianos para ampliar nuestro
posals in the environments local and imperativos, más que los locales, la entendimiento sobre este tema. El
regional; the forms of popular mobi- que imprime a las guerras civiles su texto termina con algunas reflexio-
lization that it rehearsed and the carácter particular y con frecuencia nes de como los avances en la histo-
methods of popularization of their desconcertante, ambivalente entre lo ria colombiana y los cambios en los
recoveries; the reasons that it fenced político y lo privado, lo colectivo y lo asuntos colombianos y mundiales en
in front of the central government individual. las últimas décadas nos invitan a re-
and to the civil population to justify Palabras clave: Ontología, conflicto, pensar todo el asunto de lo popular
their opposition to the negotiation guerras civiles, violencia. en la Guerra de los Mil Días. La con-
process with the ELN; the form of ex- clusión invita a influenciar nuestro
ercise of the authority that tried to Abstract entendimiento de la historia colom-
impose from the municipal govern- This article concentrates on sev- biana de los siglos XIX y XX, y de la
ments and the relationships that it eral conceptual problems originated crisis que enfrenta el país hoy.
maintained with the paramilitary by the current understanding of po- Palabras clave: Guerra, Colombia,
groups. litical violence, especially in the per- historia.
Key words: ELN, conflict and tinent thing to the stocks,
peace, Colombia. motivations and identities in the civil Abstract
wars. Frequently the stocks “in the This article presents the author’s
land” they turn out to be related with efforts to understand the Guerra’s
local and private conflicts more than popular dimensions, and then to en-
with the division driver or “teacher” ter to discuss other more recent ef-
of the war. The disjunction among forts of the Colombian historians to
the dynamics of the summit or of the enlarge our understanding on this
bottom it tunnels the prevalent pre- topic. The text finishes with some re-
sumptions about the civil wars that flections of as the advances in the
are informed from two competitive Colombian history and the changes
resúmenes
in the Colombian and world matters ción del conflicto interno y el incre- munities are planning to the political
in the last decades invite us to mento de cultivos de uso ilícito en sus arena in the municipality, supporting
repensar the whole matter of the territorios ancestrales. Esta discusión directly to a candidate for the July
popular thing in the Guerra of the a tiene uno de sus ejes en los logros que 2004 elections. Nevertheless, like so-
Thousand Days. The conclusion in- con la Ley 70 de 1993 han obtenido cial organization, the movement to
vites to influence our understanding los afrocolombianos, pero también en face up in its interior structural divi-
of the Colombian history of the XIX los límites que la misma Ley impone. sions, whereas in the external scope
and XX centuries, and of the crisis Para llegar al nodo de interés, la re- it is defied by the worsening of the
that faces the country today. flexión parte de una descripción de la internal conflict and the increase of
Key words: Civil Wars, Colombia, inestabilidad política de la administra- farming of illicit use in his ancestral
history. ción municipal durante el periodo territories. This discussion has one of
2000-2004, caracterizada por el its axes in the profits that with Law
clientelismo, la corrupción y el conti- 70 of 1993 have obtained the
Movimiento Étnico nuo cambio de mandatarios locales. Afrocolombian, but also in the limits
Afrocolombiano en el Una mirada a la política tradicional that the same Law imposes. In order
quehacer político de del municipio proporciona elementos to arrive at the interest node, the re-
Tumaco para demostrar que las raíces de la ac- flection start from a description of
tual coyuntura se encuentran en el the political instability of the munici-
STELLA RODRÍGUEZ anclaje e influencia de un líder local pal administration during 2000-2004
de la politiquería tradicional: Beto, period, characterized by the corrup-
Resumen cuya maquinaria, deja indiscutibles tion, and the continuous change of
Este artículo busca analizar las po- huellas en la vida política y el compor- head of the municipality. A glance to

análısıs polítıco nº 52
sibilidades de injerencia del movi- tamiento electoral. the traditional politics of the munici-
miento afrocolombiano en la vida Palabras clave: Movimiento pality provides elements to demon-
política de Tumaco. En estos momen- afrocolombiano, identidad, política strate that the roots of the present
tos los consejos comunitarios de las tradicional, clientelismo, Tumaco conjuncture are in the anchorage
comunidades negras se proyectan al Nariño elecciones 2004, Ley 70 de and influences of a local leader of
ruedo político electoral del munici- 1993. traditional political maneuvering:
pio, apoyando directamente a un can- Beto, whose machinery, leaves to un-
didato para las elecciones de julio del Abstract questionable marks in the political [111]
2004. Sin embargo, como organiza- This article looks to analyze the life and the electoral behavior.
ción social, el movimiento afronta en possibilities of interference of Key words: Afrocolombian
su interior divisiones estructurales, Afrocolombian movement in the po- movement, identity, traditional
mientras que en el ámbito externo se litical life of Tumaco. At the moment politic, Tumaco Nariño elections
encuentra desafiado por la agudiza- the communities board of black com- 2004, Law 70 de 1993.

Suscríbase a Análisis Político en sus versiones de papel o electrónica visitando nuestra página
web www.analisispolitico.edu.co o llamando en Bogotá a los teléfonos 340 28 02 ó 340 28 03
y en el resto del país al 01 8000 520105 (editorial El Malpensante)

PRECIOS
Formato impreso
Unidad a partir del número 48 $ 12.000
Suscripción 1 año, 3 ediciones $ 33.000
Suscripción 2 años, 6 ediciones $ 60.000
Formato impreso suscripciones internacionales
Unidad a partir del número 48 US $ 12
Suscripción 1 año, 3 ediciones US $ 32
Suscripción 2 años, 6 ediciones US $ 60
Formato digital
Unidad último año (número 46 a 48) $ 7.000
Unidades anteriores al número 46 $ 3.000
Suscripción 1 año, 3 ediciones $ 15.000
Suscripción 2 años, 6 ediciones $ 30.000
Colección números 1 a 45 $132.000
Formato digital suscripciones internacionales
Unidad último año (números 46 a 48) US $ 7
Unidades anteriores al número 46 US $ 3
Suscripción 1 año, 3 ediciones US $ 15
Suscripción 2 años, 6 ediciones US $ 30
Colección números 1 a 45 US $ 80

Adquiera los números sueltos deAnálisis Político en las principales librerías del país.
Análisis Político es una revista interdisciplinaria que publica Requisitos para
artículos inéditos que recojan resultados de investigación,
reflexión o revisión sobre temas que puedan ser considerados
“estudios políticos”. También se publican reseñas de libros y la presentación
comentarios sobre cine, siempre y cuando el tema central de los
mismos sea de interés para la revista. de artículos
Los artículos propuestos para publicación deben contener al
menos un aporte o desarrollo en el tema central que abordan, en la revista
evadir el uso gratuito de cualquier lenguaje especializado y, en
lo posible, provocar la discusión. Análisis Político
La extensión de los textos no debe ser mayor de 55.000
Para mayor información
caracteres (sin espacio y con notas de pie de página incluidas),
comunicarse al I E P R I
y deben estar escritos en Arial 11, a espacio y medio, en tamaño
✆ 316 5246
carta. La citación debe ser a pie de página siguiendo los
siguientes modelos:

libro
Mary Kaldor, New and Old Wars. Organized Violence in a Global Era,
Cambridge, Polity Press, 1999, pp. 19-24.

artículo
James Patterson, “Estados Unidos desde 1945”, en Michael
Howard y W. Roger Louis (Ed.), Historia Oxford del siglo XX
XX,
Barcelona, Planeta, 1999, p. 270.

Michael, Hirsh, “El mundo de Bush”, en Foreign Affairs en


español, otoño-invierno de 2002, p. 39.

Michael Ignatieff, “La carga de Estados Unidos”, en El País, 8 de


febrero de 2003, p. 3-A.

Los textos deberán estar acompañados de un resumen en


español e inglés de 100 a 200 palabras, en el que se establezca
de manera precisa el problema que se pone a consideración,
y de una pequeña reseña biográfica del autor con su e-mail y
vinculación institucional actual.

Los artículos deben ser enviados en formato Word (para pc) al


e-mail: revap_bog@unal.edu.co

Luego de la confirmación de su recepción, el texto será


entregado por el Comité Editorial de la Revista a un evaluador
anónimo (la revista es arbitrada). El concepto favorable o
desfavorable del evaluador se enviará al autor vía e-mail.

También podría gustarte