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Oseas 2:15-3:4

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por esta profecía de Oseas. Nos
encontramos ahora en una sección de este libro, que es una parte muy personal; es
decir, esta sección trata sobre la vida personal, la vida del hogar de este hombre a
quien se le dijo que hiciera algo muy fuera de lo común. O sea que, él tenía que
casarse con una ramera, aparentemente una muchacha de la cual él se había
enamorado, y la cual anduvo por malos caminos. Y luego, veremos que ella sería
nuevamente infiel, y Dios una vez más, insistiría en que este hombre fuera y la
volviera a recibir como esposa. El profeta se encontraba angustiado y su hogar, en
ruinas, Con ese sentimiento, aplicó su situación a la de la nación, acusándola del
mayor pecado de todos, la infidelidad. Volvamos, pues, a examinar los versículos 14 y
15 de este segundo capítulo de la profecía de Oseas:

"Por eso voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Le daré sus
viñas desde allí, y haré del valle de Acor una puerta de esperanza. Y allí cantará,
como en los días de su juventud, como en el día de su subida de la tierra de Egipto."

El valle de Acor significa literalmente el valle de los problemas. El relato retrocede al


incidente registrado en Josué 7, Recordemos que cuando los israelitas entraron en la
tierra prometida, se enfrentaron a tres enemigos principales en el centro de esa tierra
que tenían que ser conquistados primero, para que Josué pudiera dividir al enemigo,
para después concentrarse en ocupar una sección de la tierra a la vez. El primer
enemigo fue Jericó; Jericó, desde un punto de vista espiritual, representa al mundo, y
Dios les dio la victoria sobre esa ciudad. Después realizaron un ataque contra la
ciudad de Hai, y pensaron que sería una victoria fácil porque se trataba de una ciudad
pequeña. Esta ciudad, representa espiritualmente a la naturaleza carnal, y
muchísimas personas creen que pueden vivir la vida Cristiana por sus propias
fuerzas; es decir, por sus recursos carnales, los cuales siempre conducen a una
derrota. Josué fue derrotado en la ciudad de Hai, pero allí los israelitas aprendieron
una gran lección. Dios había instruido a los hombres en el sentido de no tomar
ninguna de las cosas impuras en la destrucción de Jericó, pero uno de ellos
desobedeció. Y el resultado fue que el ejército sufrió en Hai una gran derrota.

Entonces Josué se postró ante Dios y clamó ante Él. Quizás se sintió una persona
piadosa, como nosotros nos sentimos algunas veces, cuando nos quejamos ante el
Señor. El Señor le dijo: "Levántate, Israel ha pecado. Debes tratar ese pecado antes
de poder obtener una victoria". Así que tuvieron que identificar al que había pecado y
finalmente descubrieron que había sido Acán. Así que Acán y su propiedad fueron
llevados al valle de Acor, donde fueron destruidos y enterrados. A partir de aquel
momento, Israel alcanzó victorias bajo el mando del general Josué. Estimado oyente,
cuando usted y yo tratamos con los pecados de nuestra naturaleza carnal, obtenemos
la victoria en la vida Cristiana.
Dice este versículo 15 Y haré del valle de Acor una puerta de esperanza. En efecto,
Dios estaba diciendo: "Juzgaré vuestro pecado, y después de haberlo hecho, habrá
una esperanza gloriosa y maravillosa para vosotros en el futuro."

Y continúa diciendo este versículo 15: Y allí cantará, como en los días de su juventud,
como en el día de su subida de la tierra de Egipto. Estimado oyente, incluso en la
actualidad en el territorio de Israel, usted no lo encontrará en ese estado. Aunque los
israelitas estén de regreso en su tierra, esta zona en particular se encuentra cerca de
Siquem, cerca del lugar donde fue enterrado José, que está controlado por los Arabes.
El cumplimiento de esta promesa es aun futuro. Llegará el día en que Dios los
bendecirá en aquel lugar. Continuemos ahora leyendo el versículo 16 de este segundo
capítulo de Oseas:

"En aquel tiempo, dice el Señor, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali."

Aquí tenemos un detalle sumamente interesante relacionado con el significado de un


término: Ishi significa "mi esposo", y Baali, está relacionado con Baal, y significa "mi
señor y mi maestro". Es que el pueblo de Israel estaba colocando al Dios verdadero en
el mismo nivel que Baal, y estaban tratando de adorar a ambos. Por supuesto, era
imposible hacerlo, y Dios les dijo que llegaría el día en el cual los israelitas le
llamarían a Él "mi esposo".

Ahora, reflexionemos sobre esto por un momento. La relación de esposo implica todo
aquello que es íntimo y personal, y está basada en el amor. Es la relación más elevada
de la familia humana. La expresión máxima de este amor se encuentra en el Cantar de
los Cantares de Salomón, donde la novia dijo: "Yo soy de mi amado y mi amado es
mío."

Cuando usted tiene esa relación en un matrimonio, tiene un hogar feliz. No tendrá que
estar repasando instrucciones sobre cómo vivir como marido y mujer. El secreto es el
amor; cuando usted no lo tiene, ya no le queda nada. Pero si usted tiene amor, tiene
todo. Es decir, que si los miembros del matrimonio se aman, pueden resolver sus
problemas financieros, pueden adaptar sus conflictos de personalidad, y como padres
pueden trabajar juntos para tratar con sus hijos. Sin embargo, si no se aman, no
pueden llevar a cabo nada en común.

Estimado oyente, es hermoso tener esa clase de relación con Dios. Podemos dirigirnos
al Señor Jesús y decirle: "te amo y te pertenezco". Al existir esa clase de relación, el
apóstol Pablo pudo decir en su primera carta a los Corintios capítulo 3, versículos 21
al 23, 21Así que, ninguno se gloríe en los hombres, porque todo es vuestro: 22sea
Pablo, Apolos o Cefas, sea el mundo, la vida o la muerte, sea lo presente o lo por venir.
Todo es vuestro, 23y vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios. ¿Puede usted decir
que Cristo es suyo? ¿Le pertenece usted a Él, y le pertenece Él a usted? Si así es, usted
está pasando por un buen momento y experiencia. No hay otra relación igual a ésta.
Y, hablando del futuro, un día Israel le dirá a Dios: "Tu eres mi esposo."
Y termina diciendo el versículo 16, En aquel tiempo, dice el Señor, me llamarás Ishi, y
nunca más me llamarás Baali. Como ya hemos visto, "Baali" estaba relacionado con
el repugnante ídolo Baal, y significaba "mi señor", eso es todo lo que significaba.
Recordemos que el Señor Jesús dijo en Mateo capítulo 7, versículos 21 al 23; 21»No
todo el que me dice: "¡Señor, Señor!", entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día:
"Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". 23Entonces les declararé:
"Nunca os conocí. ¡Apartaos de mí, hacedores de maldad!". Estimado oyente, lo más
importante es establecer una relación personal con el Señor Jesucristo, y no susurrar
tópicos sobre que El es su Señor ni andar afirmando que está llevando a cabo grandes
cosas para El. Al final, todo se reduce a lo que Él le preguntó a Simón Pedro junto al
Mar de Galilea: "¿Me amas?

Continuemos leyendo el versículo 17 de este segundo capítulo de Oseas:

"Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán
sus nombres."

Según esta profecía, olvidarían incluso el nombre de Baal, porque se apartarían de la


idolatría. Y continúa diciendo el versículo 18:

"En aquel tiempo haré en favor de ellos un pacto con las bestias del campo, con las
aves del cielo y las serpientes de la tierra. Quitaré de la tierra el arco, la espada y la
guerra, y te haré dormir segura."

En aquella tierra, así como en otros países, existe el peligro de extinción de muchas
especies animales. Algunas de ellas ya se han extinguido. Dios creó los animales y los
colocó en la tierra. Ellos tienen derecho a habitar en esta tierra y en aquel día futuro
Él hará un pacto con ellos. En aquel día que suele denominarse como "el milenio",
animales como el león y el cordero se acostarán juntos y en paz. En nuestro tiempo se
percibe un notable interés por la ecología y en la conservación de la vida animal. ¿No
ha usted observado que por toda la Biblia vemos que Dios considera a los animales?
El también ha tenido en consideración a la tierra y habló de bendiciones sobre la
tierra. El elemento contaminador es el hombre. El ser humano es un pecador interior
y también exteriormente. El hombre contamina todo lo que toca. En muchas partes
del mundo, tanto en las calles de las grandes ciudades, en su medio ambiente y fuera
de ellas, podemos ver basura y elementos contaminantes, y todo ello se debe a la
acción del hombre, Bien, Dios dijo que va a cuidar de esta tierra y podemos estarle
agradecidos porque no creemos que el hombre sea capaz de hacerlo. Continuemos
leyendo los versículos 19 y 20:

"Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio,


benignidad y misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás al Señor."

Llegamos ahora a una hermosa imagen. Esta palabra desposar significa literalmente
"cortejar" a una virgen. Algunos de los que nos escuchar seguramente recordarán el
día en que conocieron a sus esposas, fueron atraídos por su hermosura, y de cómo le
expresaron sentidas palabras de admiración. Incluso, matrimonios que ya han
entrado en la edad madura recuerdan con nostalgia la impresión recibida la primera
vez que se vieron. Por ello la hermosa imagen de este pasaje nos recuerda el encanto
de nuestros primeros tratos con una joven y las ansiedades de la espera durante las
ausencias y la emoción de los encuentros. Y esto fue lo que Dios dijo que haría con
Israel. Dios estaba indicando una nueva relación al decir Te desposaré conmigo en
fidelidad.

Ahora, ¿cómo va Dios a hacer esto? Bueno, hemos leído, Te desposaré conmigo en
justicia, juicio, benignidad y misericordia. Podemos apreciar que también había
misericordia en la ley de Moisés. Podemos descubrir que también había amor en la
ley, así como hay ley en el amor. Uno no puede separarlos completamente el uno del
otro.

Hay otra razón por la cual no creemos que el retorno actual de Israel a su tierra sea
un cumplimiento de la profecía. Este retorno seguramente no cumple los requisitos.
Dios dijo que cuando Dios tuviera una nueva relación con Israel y la trajera de vuelta
a su tierra, sería en justicia, en derecho, en misericordia y en compasión. Hoy Israel es
exactamente como cualquier otra nación. Algunos creen que son innecesariamente
crueles, pero el caso es que viven a la defensiva y su supervivencia depende de un
sistema defensivo sólido. Pero no se encuentran de regreso en la tierra de Israel como
un cumplimiento de la profecía. Aunque hayan logrado regresar, no han
experimentado un retorno al Señor. Cuando lo hagan, entonces disfrutarán de
bendiciones.

Destacamos la frase Te desposaré conmigo en fidelidad. Porque ellos nunca fueron


fieles en el pasado. En realidad, en la actualidad y en general, se parecen a los
llamados cristianos apóstatas de nuestro tiempo.

Y el versículo finaliza diciendo: y conocerás al Señor. Sin duda alguna, muchos de


ellos no lo conocen en la actualidad. Y dice el versículo 21 de este capítulo 2 de Oseas:

"En aquel tiempo yo responderé, dice el Señor; responderé a los cielos, y ellos
responderán a la tierra"

La frase En aquel tiempo es una expresión técnica que se refiere a los últimos días en
lo que concierne a la nación de Israel, el período de la gran tribulación, y la venida de
Cristo para establecer Su reino sobre la tierra.

Por lo que acabamos de leer, el cielo y la tierra estarán a tono, estarán conectados.
Habrá sintonía entre ellos. Y el versículo 22 dice:

"Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel."


Ahora, Jezreel aquí quiere decir que Dios los dispersará o los sembrará, pero en aquel
día futuro, Dios los reunirá. Y el versículo 23, último versículo de este capítulo 2 de
Oseas dice:

"La sembraré para mí en la tierra; tendré misericordia de Lo-ruhama (la que no


recibió compasión) y diré a Lo-ammi (al que no era mi pueblo): ¡Tú eres mi pueblo!, y
él dirá: ¡Dios mío!."

Este versículo final contiene un juego de palabras utilizando los nombres de los hijos
de Gomer. No solo se trata de que Dios los reunirá, ya no serán más como Lo-ruhama,
aquella hija de la prostitución que no recibió compasión. Dios tendrá misericordia de
ellos. En nuestro tiempo podríamos describir a Israel en su conjunto como Lo-ammi,
que significaba que ellos no son el pueblo de Dios. En aquel día futuro Dios dirá Tu
eres mi pueblo y ellos dirán ¡Dios mío! Estimado oyente, ellos no están afirmando tal
cosa hoy; no están volviendo a Dios. Esta es, por lo tanto, una profecía para el reino
terrenal. Y así llegamos al

Oseas 3 - A Oseas se le mandó tomar nuevamente a Gomer

En este capítulo, Oseas descubrió que su esposa había resultado infiel, pero a él se le
ordenó que fuera a buscarla y la trajera al hogar nuevamente. Dice el versículo 1 de
este tercer capítulo de Oseas:

"Me dijo otra vez el Señor: Ve y ama a una mujer amada de su compañero y
adúltera; así ama el Señor a los hijos de Israel, aunque ellos se vuelven a dioses ajenos
y aman las tortas de pasas."

La orden fue Ve y ama a una mujer, es decir, "ama a tu esposa; ella es tu mujer".
Oseas la amaba aunque ella había sido infiel.

Esa mujer era una adúltera. Y el escritor continuó diciendo: así ama el Señor a los
hijos de Israel, aunque ellos se vuelven a dioses ajenos y aman las tortas de pasas. Esta
fue una referencia a las tortas de pasas que eran utilizadas en las fiestas de sacrificio
de los cananeos de aquellos tiempos. Eran parte de la adoración pagana de los ídolos,
que había sido adoptada por los israelitas. Aquí vemos que Dios estaba haciendo una
aplicación. En realidad, Él le estaba diciendo a Oseas: "Ahora sabes lo que yo siento;
quiero que vayas y tomes nuevamente a Gomer. Ella te ha sido infiel, pero tú tienes
que amarla y debes volverla a tomar como esposa". Y añadió Dios: "Esto es lo que yo
voy a hacer con mi pueblo. Israel me ha sido infiel, y lo voy a castigar. Pero algún día
lo traeré conmigo". Veamos ahora lo que dice aquí en el versículo 2, de este capítulo 3
de Oseas:

"Entonces la compré para mí por quince monedas de plata y una carga y media de
cebada."
Aparentemente, ella se había vendido a algún grupo de personas que estaban a cargo
de los prostíbulos de aquella región. Y Oseas tuvo que ir a comprarla para poder
traerla de regreso al hogar. Por ello dijo el profeta la compré para mí.

Estimado oyente, ¿sabe que usted y yo hemos sido redimidos? La figura en este pasaje
Bíblico no es muy atractiva, y ese es el motivo por el cual no es expuesta más en la
predicación actual. A veces oímos hablar en algunos círculos cristianos sobre
dedicación, sobre compromiso, y sobre la entrega de la vida al Señor. Pero, estimado
oyente, lo primero que usted necesita hacer es venir a Dios como un pecador. El tiene
que redimirle. Así como el profeta Oseas tuvo que ir a buscar a esa prostituta, de esa
forma Dios nos redimió. Hasta que usted y yo veamos esto con claridad, no sabremos
nada de lo que implica un verdadero compromiso con Dios.

Aquí se mencionó un precio: quince monedas de plata y una carga y media de cebada.
Gomer no valía ese precio, y nosotros no valemos el precio de la redención que fue
pagado por nosotros. Dijo el apóstol Pedro en su primera carta, capitulo 1, versículos
18 y 19: 18pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la
cual recibisteis de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino
con la sangre preciosa de Cristo. El tuvo que derramar Su sangre; tuvo que sufrir y
morir para que usted y yo pudiéramos ser redimidos. ¿Por qué? Porque éramos
pecadores perdidos, vendidos al pecado.

Un conocido predicador llegó hasta el punto de no mencionar al Evangelio en sus


sermones. No decía que el hombre debe venir a Dios como un pecador. Todo lo que le
decía a su auditorio era que debían amar a Jesús, que tenían que servir a Dios y
obedecerle y otros consejos por el estilo. Pero, estimado oyente. Ese no es el punto
donde hay que comenzar una relación con Dios. Sería tan absurdo como si usted fuera
al cementerio a exhortar a los que allí se encuentran para que mejoren su nivel
espiritual y se comprometan a entregar sus vidas al Señor. Pero, el problema es que
allí están todos muertos y no pueden hacer nada al respecto. Así que hasta que
hayamos venido ante Dios para recibir la salvación, usted y yo estamos
espiritualmente muertos en nuestros delitos y pecados. No tenemos ninguna vida para
entregarle a Él. Hasta que el problema del pecado haya sido solucionado, es decir,
hasta que nazcamos de nuevo espiritualmente, recibiendo una nueva naturaleza, no
podemos hacer nada que agrade a Dios. Continuemos leyendo el versículo 3 de este
tercer capítulo de Oseas:

"Le dije: Tú serás mía durante muchos días; no te prostituirás ni te entregarás a otro
hombre, y yo haré lo mismo contigo."

Los que aman a su compañero o compañera en el matrimonio y alguna vez


descubrieron que él o ella había sido infiel, comprenderán el sufrimiento de los
sentimientos heridos de este profeta y, lo que es más importante, los sentimientos de
Dios. Es como si Dios le dijera a Su pueblo: "Eso es lo que habéis estado haciendo.
Habéis actuado como la mujer adúltera. Me llamáis Señor, pero os habéis ido tras
otros dioses. Os habéis apartado de mi y ya no me servís".
El Señor Jesús también dijo en Mateo capítulo 7, versículos 22 y 23, 22Muchos me
dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?". 23Entonces les
declararé: "Nunca os conocí. Y al pensar en este pasaje de Oseas diríamos que si una
supuesta iglesia tienen en su púlpito a un hombre que niega la Palabra de Dios, niega
la deidad de Cristo y niega que Él murió por los pecadores, entonces tal institución no
constituye una iglesia sino más bien, desde un punto de vista espiritual y a la luz de
esta historia acerca de la cual estamos leyendo, sería una casa donde se practica una
forma de infidelidad. Y no somos nosotros los que hacemos esta comparación sino
Dios mismo en esta profecía. El mensaje del profeta Oseas fue el más severo que uno
podría imaginar. Realmente, en aquella época, Oseas nunca habría sido elegido "el
hombre del año" en Israel; no hubiera ganado ningún concurso de popularidad en su
ciudad natal, de ello podemos estar seguros. Le estaba diciendo a su pueblo: "como
nación os habéis convertido en una casa donde se ejerce la prostitución. Os habéis
entregado a la idolatría y os habéis apartado del Dios vivo y verdadero."

Los versículos 4 y 5 de este capítulo 3 son probablemente 2 de los más importantes


versículos proféticos que proporcionan una respuesta a aquellos estudiantes de
profecía que han comenzado a fijar fechas para la venida del Señor. Aunque este es
un capítulo breve, que contiene solo 5 versículos, es uno de los grandes pasajes
proféticos de la Palabra de Dios.

En relación con este pasaje, usted debería leer los capítulos 9 al 11 de la epístola a los
Romanos. Hemos estudiado estos capítulos en la sección profética de esta epístola, que
concierne a la nación de Israel. En el capítulo 9 tenemos los tratos de Dios con Israel
en el pasado. En el capítulo 10 Sus tratos actuales con Israel y en el capítulo 11, sus
tratos futuros con ellos.

Ahora, con respecto a Israel, dijo Oseas en el versículo 4 de este capítulo 3:

"Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin
estatua, sin efod y sin ídolos domésticos."

Al especificar que los israelitas estarían muchos días sin un rey, observamos que el
profeta no dio un número específico de días. Esto es extraño porque a los israelitas se
les dijo 3 veces que serían expulsados de su tierra, y que serían traídos de regreso 3
veces. En cada ocasión, Dios los expulsó de la tierra, les dijo cuando tiempo
permanecerían fuera de ella, excepto en la última ocasión.

Debemos interrumpir aquí nuestro estudio pero continuaremos examinando este


versículo 4 en nuestro próximo programa por lo cual, estimado oyente, le sugerimos
que lea por sí mismo el resto de este capítulo para familiarizarse con su contenido y le
invitamos cordialmente a acompañarnos en nuestro próximo encuentro.
Oseas 3:4-4:1
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por la profecía de Oseas, y
volvemos al tercer capítulo de este libro. Los versículos 4 y 5 de este capítulo son
probablemente dos de los más importantes versículos proféticos que proporcionan
una respuesta a aquellos estudiantes de profecía que han comenzado a fijar fechas
para la venida del Señor. Este es un capítulo bastante breve. Solamente tiene cinco
versículos, sin embargo es en realidad uno de los grandes pasajes proféticos en la
Palabra de Dios. Ahora, quisiéramos mencionar aquí una cita del Dr. Charles
Feinberg, creyente judío y destacado erudito bíblico hebreo. Él dijo lo siguiente,
hablando de este capítulo 3 de Oseas: "Este ocupa por derecho propio un lugar de
importancia entre las grandes declaraciones proféticas en toda la revelación de Dios".
Hasta aquí, la declaración del Dr. Charles Feinberg. Estamos totalmente de acuerdo
con esta opinión.

En relación con este pasaje, usted debería leer los capítulos 9 al 11 de la epístola a los
Romanos. Hemos estudiado estos capítulos en la sección profética de esta epístola, que
concierne a la nación de Israel. En el capítulo 9 tenemos los tratos de Dios con Israel
en el pasado. En el capítulo 10 Sus tratos actuales con Israel y en el capítulo 11, sus
tratos futuros con ellos.

Ahora, con respecto a Israel, dijo Oseas en el versículo 4 de este capítulo 3:

"Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe, sin sacrificio, sin
estatua, sin efod y sin ídolos domésticos."

Al afirmar que los israelitas estarían muchos días sin un rey, observamos que el
profeta no dio un número específico de días. Esto es extraño porque a los israelitas se
les dijo 3 veces que serían expulsados de su tierra, y que serían traídos de regreso 3
veces. En cada ocasión, Dios los expulsó de la tierra, les dijo cuando tiempo
permanecerían fuera de ella, excepto en la última ocasión. La primera vez Dios le dijo
a Abraham: "Te voy a dar esta tierra; es vuestra. Pero quitaré a vuestros hijos de esta
tierra por 430 años. Durante ese tiempo, permanecerán en Egipto. Después de ese
período los traeré de regreso". Efectivamente, ellos regresaron, así que la profecía se
cumplió literalmente. En la segunda ocasión, Dios le dijo al profeta Jeremías: "A
causa de vuestro pecado, vais a ser enviados al cautiverio en Babilonia. Y allí
permaneceréis 70 años". Nuevamente, esta profecía se cumplió literalmente. Ahora,
en este pasaje Oseas se estaba dirigiendo al reino del norte (o de Israel, que en
realidad nunca regresó a la tierra) y le dijo, como hemos leído en este versículo 4,
Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey.

Ahora, ¿cuánto tiempo implican esos muchos días? Bueno, muchos dijeron que el
Señor Jesús iba a regresar en el año 2.000. No sabemos de dónde obtuvieron esa
información en la Biblia. Algunos han opinado como si hubieran tenido una línea
directa con el Cielo. Otros dicen que esta generación que está viviendo hoy es aquella
que verá la venida de Cristo. Debemos decir que esta afirmación suena bien para
muchos cristianos poco informados, pero lo cierto es que usted no puede encontrar
semejante enseñanza en la Palabra de Dios. En ninguna parte de la Biblia se nos dice
cuanto tiempo pasará antes del regreso de Cristo. Algunos llegan a tales extremos que
parecen estudiantes sensacionalistas de profecía.

¿Por qué el Señor dijo "muchos días" y no nos dio el número específico? Porque en
este intervalo comprendido entre el momento en que salieron de su tierra en el año 70
después de Cristo y el momento en que regresen, Él ha estado llamando a un pueblo
que se reuniera en Su nombre, entre los no judíos, y ha estado edificando Su iglesia.
Quisiéramos decir, en primer lugar, que creemos estar viviendo en los últimos días.
Alguien podría preguntar: "¿qué quiere usted decir con que el Señor vendrá
pronto?" Bueno, no sabemos cuán pronto porque hemos estado en los "últimos días"
por más de 2.000 años. El Señor dijo, hace más de 2.000 años: Ciertamente vengo en
breve. Por lo tanto no estamos preparados para afirmar que vendrá mañana, el mes o
el año próximo, o incluso en este siglo. Simplemente no lo sabemos. Pero creemos que
estamos presenciando la preparación del escenario y la acción comenzará cuando la
iglesia sea removida de la tierra.

La razón por la que la fecha no se dio aquí en el libro de Oseas, es que en la Biblia la
iglesia no tiene nombre ni fechas. Los que pertenecemos a la Iglesia verdadera somos
un pueblo celestial, sin un nombre especial. A lo largo de la historia, los grupos o
denominaciones cristianas han ido adoptando nombres relacionados con el énfasis
doctrinal de cada uno, y algunos se han calificado incluso como independientes. Pero
la Biblia misma no le ha dado a la iglesia un nombre. La palabra griega "Eclesia"
solamente significa un cuerpo llamado o separado. Y el Señor está llamando hoy a un
cuerpo que llegará a ser su esposa.

Así que la Iglesia no tiene un nombre, ni tampoco fechas. Si usted se hubiera


encontrado con Simón Pedro una hora antes de que el Espíritu Santo viniera, en el día
de Pentecostés, y le hubiera preguntado si estaba enterado de lo que iba a suceder
dentro de unos momentos, él habría respondido negativamente. El no lo sabía, porque
el nacimiento de la iglesia había sido anunciado, pero no se había dado ninguna fecha
para tal acontecimiento. Y tampoco se nos ha dado una fecha para el momento en que
el Señor recoja a Su iglesia de esta tierra. Por tal motivo, se nos ha dicho que muchos
días estarán los hijos de Israel sin rey. Es decir, que no se ha especificado ningún
período de tiempo.

Ahora, aquí se añade también que los israelitas estarían muchos días sin rey. En la
actualidad hay muchos en esa tierra que declaran poder decir a qué tribu de Israel
pertenecen. Tenemos serias dudas al respecto pero al menos, muchas personas así lo
afirman. Sin embargo no hay ningún israelita hoy que diga: "yo estoy en la línea de
descendencia del rey David, y en consecuencia tengo derecho a ocupar el trono de
David". El único que tiene derecho a afirmarlo está precisamente en este momento a
la derecha de Dios. El es el Señor Jesús, el Rey de reyes y Señor de señores. Pero Israel
ha rechazado a su rey.
Además, el versículo 4 añade que estarán sin príncipe. Es decir, que no tienen a nadie
para acceder al trono. Si el Señor Jesús no es el Mesías de ellos, no tienen a nadie ni
tienen perspectivas de tenerlo.

Continuando con el versículo 4, también dice que estarán sin sacrificio. El Evangelio
de Lucas capítulo 21, versículo 24, nos dice que los no judíos pisotearán Jerusalén
hasta que se cumpla el tiempo que les ha sido señalado. Por lo tanto, muchos piensan
que debemos estar viviendo en el final de los tiempos de los no judíos, porque Israel se
encuentra hoy en Jerusalén. Pero, ¿tienen ellos a Jerusalén en la actualidad? Todos
los lugares santos en la Jerusalén antigua, están en manos de los musulmanes, los
católicos rusos, los católicos griegos, la iglesia armenia, o los católicos romanos. Y
todos ellos han construido catedrales o iglesias sobre los lugares. Israel no posee esos
lugares sagrados y no se atreverían a tocarlos, pues ello desencadenaría violencia,
gravísimos conflictos armados o incluso una guerra mundial. No hay ninguna duda en
cuanto a esto. Los israelitas tampoco ocupan la zona del templo y no celebran en la
actualidad ningún sacrificio. El único lugar sagrado que les queda es el muro de los
lamentos, allí es donde se reúnen en estos días. Y ellos no tienen ningún sacrificio hoy
con excepción del que tenemos nosotros y que es Jesús. EL murió hace más de 2.000
años fuera de la ciudad, fue resucitado de los muertos, y hoy se encuentra en el cielo a
la derecha de Dios.

El versículo 4 también dice que los israelitas están sin estatua o pilar sagrado. Dios no
les dio a ellos ninguna imagen. Recordemos que les dijo, como leemos en el libro del
Éxodo, capítulo 20, versículo 4: No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que
esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. Pero sí
les dio a ellos muchas cosas, por ejemplo, un efod e ídolos domésticos, también
llamados "terafines"). El efod era una prenda de ropa sagrada usada por el sumo
sacerdote. Los aquí llamados "ídolos domésticos" eran objetos pequeños que ellos
llevaban consigo, como amuletos de buena suerte y que ellos comenzaron a adorar. Y
Dios dijo en este pasaje que ellos se iban a apartar de la idolatría, y que no tendrían
imágenes. Esta es una de las cosas que uno puede decir en cuanto a Israel en el
presente. Ellos no se encuentran en la idolatría. Aunque no se han vuelto a Dios pero,
por cierto, se han apartado de la idolatría. Continuemos leyendo el versículo 5 de este
tercer capítulo del libro de Oseas:

"Después volverán los hijos de Israel, buscarán al Señor, su Dios, y a David, su rey; y
temerán al Señor y a su bondad al fin de los días."

Destacamos la frase después volverán los hijos de Israel. Aquí el adverbio no significa
en el año 2.000. No sabemos cuándo ocurrirá lo descrito en este versículo, pero ellos
van a regresar a la tierra de acuerdo con el programa de Dios.

Cuando ellos regresen, ésta será la forma en que lo hagan: buscarán al Señor, su Dios,
y a David, su rey; y temerán al Señor y a su bondad al fin de los días. Ahora, diremos
algo que quizás sorprenda a algunos. Los israelitas han regresado a esa tierra, y es
notable lo que ha sucedido allí, pero no constituye un cumplimiento de esta profecía.
La profecía dice que cuando ellos regresen, se volverán a Dios, y no hay un verdadero
acercamiento a Dios en esa tierra. Al menos dos destacados estudiantes de profecía
que conocemos creen que Israel podría ser expulsado nuevamente de ese territorio,
antes de que veamos el verdadero cumplimiento de esta profecía. Cuando ellos
regresan entonces a la tierra, también regresarán a su creencia en Dios.

Hay evidencia de que Israel no ha regresado a su creencia y fe en el Señor. Cuando


hace bastante tiempo celebraron su vigésimo aniversario como nación, desplegaron un
gran cartel con el siguiente lema: "La ciencia traerá la paz a esta tierra". La Biblia
dice que será el Mesías el que va a traer la paz. Así que ellos no están pensando en el
Mesías sino en la ciencia. Están confiando en la prosperidad y dependiendo de la
economía. Constantemente se realizan allí inversiones multimillonarias.

Con respecto a la situación de las misiones cristianas podemos decir que su labor allí
es compleja. Aunque algunos destacan que hay un número creciente de cristianos,
otros afirman que hay más árabes cristianos que judíos cristianos. Y cuando decimos
que la nación no ha regresado a su creencia en el Señor, estamos refiriéndonos al
pueblo, a la nación, en su conjunto.

Cuando insistimos en que el presente retorno de los israelitas a su tierra no es el


cumplimiento de la profecía de la Palabra de Dios, somos conscientes de que esta
afirmación es contraria a lo que frecuentemente se oye decir sobre este tema. Sin
embargo, esta profecía es una evidencia de ese hecho, y cuando consideramos la
totalidad de la Palabra de Dios y no simplemente un versículo en un pasaje, y otro en
algún otro pasaje. Debemos enfrentarnos con la realidad de que este retorno de
nuestro tiempo no es un cumplimiento de la profecía.

(El tomar un versículo por aquí y otro por allá, fuera de su contexto natural, siempre
ha conducido a conclusiones ridículas y a enfatizar este retorno como un
cumplimiento profético. Hasta se ha llegado a decir que había personas que estaban
enviando piedras de un estado de Estados Unidos para construir el templo. Los que
han estado en Jerusalén saben que la ciudad se encuentra en una zona rocosa y todas
las colinas que la rodean, incluyendo al Monte de los Olivos, están llenas de rocas. Así
que realmente ese país está más bien en condiciones de exportar piedra y no necesita
ayuda en ese sentido.)

El versículo 5 de este tercer capítulo de Oseas termina diciendo: y temerán al Señor y


a su bondad al fin de los días. Otra versión traduce "y acudirán temblorosos al Señor
y a su bondad en los últimos días". Esos "últimos días" se encuentran aun en el
futuro. Se refieren a la nación de Israel y a la época que comenzará con la gran
tribulación, y continuará con la segunda venida de Cristo y el establecimiento del
reino en la tierra. Y así llegamos al

Oseas 4

A partir de este punto en el libro de Oseas no veremos mucho sobre la vida personal y
privada del profeta. En realidad, comenzando con los últimos dos versículos del
capítulo anterior, la vida privada de Oseas se desvanece pasando a un segundo plano y
el énfasis recae sobre el Señor y la nación infiel de Israel, que se ha estado
comportando como una prostituta. Hemos dejado la sección del libro que tenía un
carácter personal, y en los capítulos 4 hasta el 14 estaremos tratando temas proféticos.
En primer lugar veremos que

Israel resultó culpable ante Dios

A partir de la desgarradora experiencia de su propio hogar, Oseas comenzó a hablar a


la nación; él sabía entonces como Dios se sentía hacia ellos. Todo lo que se ha dicho
hasta este punto se ha expuesto de una forma general. Dios había dicho: "Ellos han
pecado. Han actuado como una mujer infiel hacia mí". Entonces fue como si Dios
fuera a conducirlos ante el tribunal, para exponer ciertas acusaciones contra ellos, y
para probar dichas acusaciones. El mensaje del capítulo 4 fue una denuncia de que
Israel era culpable de anarquía, inmoralidad, ignorancia de la Palabra de Dios e
idolatría. Podemos comparar a este capítulo con el primer capítulo de Isaías, en el
cual el profeta Isaías habló para el reino del sur (el reino de Judá) explicando en
detalle las acusaciones de Dios contra la nación.

Creemos que podemos comparar los pecados de Israel con los de otras naciones. Es
cierto que la nación de Israel fue el pueblo escogido por Dios, y Él le entregó a ese
pueblo la ley de Moisés. Sin embargo, tenemos que entender lo siguiente; la ley de
Dios es Su norma para cualquier nación que quiera ser bendecida, es decir, que
quiera recibir Sus bendiciones y prosperidad. Por lo tanto, podemos encontrar en
general a los pueblos de la tierra culpables de las mismas cosas que Israel fue
declarada culpable ante Dios cuando Él juzgó a ese pueblo y los condujo al cautiverio.
Muchos podrían estar en desacuerdo con esta afirmación y dirían: "bueno, nosotros
no somos idólatras". Estimado oyente, la codicia es una forma de idolatría, y pueblos
en su conjunto y multitudes de personas en la actualidad están impulsadas por la
codicia; podríamos decir que en cierta forma adoran al dinero y ansían disfrutar del
poder, la notoriedad e influencia que el dinero proporciona a los seres humanos.
Hemos llegado a un punto en el que casi no nos sorprende abrir los periódicos o
enterarnos por otros medios de difusión de nuevas formas de practicar la corrupción
en los niveles más productivos de las actividades comerciales. Podemos leer el libro de
Oseas y señalar con nuestro dedo a Israel y decir: "es una vergüenza como ellos se
apartaron de Dios". Pero necesitamos mirar a nuestro alrededor y comprobar que lo
mismo es cierto de nosotros.

En el primer versículo de este capítulo, el Señor confrontó a Israel con el hecho de que
no tenían conocimiento de Él. Leamos este primer versículo de este cuarto capítulo de
Oseas:

"Oíd la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor contiende con los
moradores de la tierra, pues no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios
en la tierra."
El dijo aquí tres cosas; que no había misericordia, que no había verdad y que no había
conocimiento de Dios en aquella tierra. Aquel pueblo tenía el cerebro lavado por su
idolatría. Aunque Dios los había instruido para que tuvieran amor y practicaran la
misericordia, ya no expresaban su compasión de ninguna manera. El Señor les había
dicho en el libro de Levítico capítulo 19, versículo 10, 10No rebuscarás tu viña ni
recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo,
el Señor, vuestro Dios. En otras palabras, les había dicho: "Esta es la forma en que yo
cuido a los pobres, y vosotros también tenéis que hacer lo mismo". ¿Por qué? El
pueblo había olvidado aquellas antiguas palabras. Es que no había un conocimiento
de Dios en el país, y ya no eran misericordiosos y compasivos con los necesitados. Es
posible que hubiera mucha religiosidad, pero sin un conocimiento real de Dios.

Estimado oyente, Dios castiga esas graves omisiones y vamos a observarlo en nuestro
próximo programa. Le sugerimos que continúe leyendo algunos versículos más de este
capítulo 4 de Oseas para comprender mejor el tema de esta sección de las Sagradas
Escrituras. Y no olvide que confiamos contarlo entre nuestros oyentes en nuestro
próximo encuentro.

Oseas 4:1-6
En nuestro programa anterior iniciamos el capítulo 4 de este libro y después de una
introducción al capítulo, situándolo en el contexto general del libro, comentamos el
primer versículo. Vamos a repasar lo que dijimos en dicha introducción y en el primer
versículo, para introducirnos mejor en los versículos que siguen a continuación en el
texto.

A partir de este punto en el libro de Oseas no veremos mucho sobre la vida personal y
privada del profeta. En realidad, comenzando con los últimos dos versículos del
capítulo anterior, la vida privada de Oseas se desvanece pasando a un segundo plano y
el énfasis recae sobre el Señor y la nación infiel de Israel, que se ha estado
comportando como una prostituta. Hemos dejado la sección del libro que tenía un
carácter personal, y en los capítulos 4 hasta el 14 estaremos tratando temas proféticos.
En primer lugar veremos que

Israel resultó culpable ante Dios

A partir de la desgarradora experiencia de su propio hogar, Oseas comenzó a hablar a


la nación; él sabía entonces como Dios se sentía hacia ellos. Todo lo que se ha dicho
hasta este punto se ha expuesto de una forma general. Dios había dicho: "Ellos han
pecado. Han actuado como una mujer infiel hacia mí". Entonces fue como si Dios
fuera a conducirlos ante el tribunal, para exponer ciertas acusaciones contra ellos, y
para probar dichas acusaciones. El mensaje del capítulo 4 fue una denuncia de que
Israel era culpable de anarquía, inmoralidad, ignorancia de la Palabra de Dios e
idolatría. Podemos comparar a este capítulo con el primer capítulo de Isaías, en el
cual el profeta Isaías habló para el reino del sur (el reino de Judá) explicando en
detalle las acusaciones de Dios contra la nación.

Creemos que podemos comparar los pecados de Israel con los de otras naciones. Es
cierto que la nación de Israel fue el pueblo escogido por Dios, y Él le entregó a ese
pueblo la ley de Moisés. Sin embargo, tenemos que entender lo siguiente; la ley de
Dios es Su norma para cualquier nación que quiera ser bendecida, es decir, que
quiera recibir Sus bendiciones y prosperidad. Por lo tanto, podemos encontrar en
general a los pueblos de la tierra culpables de las mismas cosas que Israel fue
declarado culpable ante Dios cuando Él juzgó a ese pueblo y los condujo al cautiverio.
Muchos podrían estar en desacuerdo con esta afirmación y dirían: "bueno, nosotros
no somos idólatras", Estimado oyente, la codicia es una forma de idolatría, y pueblos
en su conjunto y multitudes de personas en la actualidad están impulsadas por la
codicia; podríamos decir que en cierta forma adoran al dinero y ansían disfrutar del
poder, la notoriedad e influencia que el dinero proporciona a los seres humanos.
Hemos llegado a un punto en el que casi no nos sorprende abrir los periódicos o
enterarnos por otros medios de difusión de nuevas formas de practicar la corrupción
en los niveles más productivos de las actividades comerciales. Podemos leer el libro de
Oseas y señalar con nuestro dedo a Israel y decir: "es una vergüenza como ellos se
apartaron de Dios". Pero necesitamos mirar a nuestro alrededor y comprobar que lo
mismo es cierto de nosotros.

En el primer versículo de este capítulo, el Señor confrontó a Israel con el hecho de que
no tenían conocimiento de Él. Leamos este primer versículo de este cuarto capítulo de
Oseas:

"Oíd la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor contiende con los
moradores de la tierra, pues no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios
en la tierra."

El dijo aquí tres cosas; que no había misericordia, que no había verdad y que no había
conocimiento de Dios en aquella tierra. Aquel pueblo tenía el cerebro lavado por su
idolatría. Aunque Dios los había instruido para que tuvieran amor y practicaran la
misericordia, ya no expresaban su compasión de ninguna manera. El Señor les había
dicho en el libro de Levítico capítulo 19, versículo 10, 10No rebuscarás tu viña ni
recogerás el fruto caído de tu viña; para el pobre y para el extranjero lo dejarás. Yo,
el Señor, vuestro Dios. En otras palabras, El les había dicho: "Esta es la forma en que
yo cuido a los pobres, y vosotros también tenéis que hacer lo mismo". ¿Por qué? El
pueblo había olvidado aquellas antiguas palabras. Es que no había un conocimiento
de Dios en el país, y ya no eran misericordiosos, compasivos con los necesitados. Es
posible que hubiera mucha religiosidad, pero sin un conocimiento real de Dios.

Y ahora vemos que ellos estaban quebrantando los Diez Mandamientos; en el


versículo 2, de este capítulo 4 de Oseas leemos:
"El perjurio y la mentira, el asesinato, el robo y el adulterio prevalecen, y se comete
homicidio tras homicidio."

Al cometer cada uno de estos pecados, estaban quebrantando los Diez Mandamientos
de la ley de Dios. Usted puede ver por sí mismo lo que dice el capítulo 20 de Éxodo: No
hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No matarás. No hurtarás. No cometerás
adulterio. Y todos estos pecados estaban siendo cometidos incluso entre familiares.

Quisiéramos aclarar ahora un punto importante en relación con este tema. Dios les
dio los Diez Mandamientos, que eran sólo una parte de la ley de Moisés, a la nación de
Israel, pero en ellos, Dios expresó Su voluntad.

La iglesia hoy no está bajo los Diez Mandamientos como si éstos fueran un camino de
salvación, o una manera de vivir la vida cristiana; pero esto no significa que podemos
quebrantar los mandamientos; simplemente significa que El nos ha llamado a un nivel
más elevado de vida y nos ha capacitado para vivir por el poder del Espíritu Santo.

Dios ha dicho no matarás....no cometerás adulterio y hay otras cosas que Él ha


condenado en la Biblia. Dios ha condenado la embriaguez y otros pecados ya descritos
en otros pasajes tratados en nuestro estudio Bíblico. Dios condujo a Israel al
cautiverio porque ese pueblo resultó culpable de cometer pecados que Él especificó en
Su Palabra.

Hay naciones en esta tierra que incluyen poblaciones que tienen un conocimiento de
Dios, en general, y otras que profesan otras religiones. Y hay naciones que tienen una
tradición cristiana pero eso no implica necesariamente un conocimiento de Dios.
Algunas tienen muchos edificios dedicados a iglesias, construidos en todos los estilos.
Realmente hay para todos los gustos. Los domingos puede observarse que un pequeño
porcentaje de la población asiste a los servicios religiosos, y muy pocas personas son
realmente alcanzadas por la Palabra de Dios. En muchos hoteles, incluso, hay
ejemplares de la Biblia en las habitaciones pero no sabemos cuántas personas
verdaderamente los leen. Nos tememos que muchos de esos ejemplares ni siquiera
habrán sido abiertos. La cuestión es que la Biblia circula libremente en una gran
cantidad de países, más que nunca antes en la historia y se vende a precios realmente
asequibles. Pero nunca ha habido tantas personas que ignoran el contenido de este
libro. Existe una ignorancia generalizada de la Palabra de Dios. Aunque eso sí, no
faltan observaciones críticas apresuradas sobre pasajes de la Biblia, por parte de
personas que ni siquiera han leído el contexto de los pasajes criticados, ni los pasajes
paralelos o similares, e ignoran el trasfondo cultural en el que el mensaje Bíblico ha
sido transmitido. Incluso la vida de Cristo ha sido objeto de debate por personas que
no han leído los Evangelios, los comparan sin haberlos leído y creen ver
contradicciones, en vez de leer los relatos completos de los Evangelistas y ser
conscientes del carácter complementario de los registros históricos de los Evangelios.

El consumo creciente de alcohol y la embriaguez, condenada por la Biblia, puede


compararse a la misma condición que existía en Israel en aquellos tiempos. Como es
lógico, todo el mundo es consciente del aumento del costo de la vida, del lamentable
costo en vidas de las guerras, y también de sus repercusiones económicas, del elevado
costo de la administración pública o del estado, pero ¿cuántas voces se alzan para
criticar los tremendos estragos del alcoholismo y las drogas en la convivencia familiar,
y en la salud de las personas dominadas por el vicio? ¿Nos ha inquietado el elevado
coste personal y social de los trastornos mentales y físicos producidos por el consumo
excesivo del alcohol y las drogas? ¿Y qué diremos de los gastos ocasionados por la
atención a las enfermedades producidas por estos vicios, y su incidencia en la
economía personal de los ciudadanos? Lo que sí nos consta es la preocupación de las
autoridades por que estos temas, así como los que afectan a la seguridad vial, a
conductores y a peatones, y todos conocemos las limitaciones impuestas
acertadamente al respecto por las autoridades de Tráfico. Y como estos excesos
afectan a la seguridad de los ciudadanos y a la propiedad privada, también
constituyen una preocupación para las fuerzas del orden público. Por todo ellos
creemos que el púlpito cristiano nunca debería permanecer silencioso ante el pecado,
ni frente a ningún quebranto de los Diez Mandamientos.

El carácter de estos pecados y de otros, y su dominio sobre el hombre y la sociedad, no


ha variado con el paso de los siglos, desde la época del Israel del profeta Oseas en el
año 700 A.C. Desde aquellos tiempos hasta nuestros días, no se han registrado avances
o novedades en cuanto a la práctica del pecado y sus consecuencias. Lo único que se
ha elaborado y facilitado es la forma de practicarlos, debido a los adelantos científicos
de nuestro tiempo. excepto en la forma sofisticada de practicarlos a causa de los
adelantos de nuestra época,

Lo que sí es claro y evidente, es que nadie puede practicar estos pecados y quedar
impune, sea un individuo, una familia, o una sociedad entera. La inmoralidad fue
practicada en todas sus formas en las ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron
juzgadas por Dios y destruidas. Seguramente el juicio de Dios se adelantó a la propia
autodestrucción de dichas ciudades, debido a la violencia y abusos que en ellas
predominaban. Y ya con una perspectiva histórica, diremos que los diez
mandamientos han sido la base de cada civilización que ha sido cristiana, o por lo
menos que se ha llamado a sí mismo "Cristiana".

Estimado oyente, los individuos, familias y sociedades, indiferentemente de la parte


del mundo en que se encuentren, que se rebelen contra las leyes de Dios y continúen
manifestando esa tendencia natural del pecado a la violencia y autodestrucción de las
personas, incluida la destrucción del medio ambiente, están bajo la condena de Dios.
En los tiempos del profeta Oseas, la condena de Dios para Israel fue la pérdida de su
libertad y la conducción al cautiverio. Después de todo, ellos eran el pueblo elegido
por Dios para transmitir al mundo Su revelación. En este libro tenemos entonces, una
exposición de las bases por las cuales Dios juzga a los individuos y a las naciones.
Lamentablemente uno de los motivos para que algunos púlpitos permanezcan en
silencio ante estos temas es que raramente se estudia el libro de Oseas. Podríamos
decir que este es uno de los profetas olvidados. Continuemos leyendo el versículo 3 de
este cuarto capítulo de Oseas.
"Por lo cual se enlutará la tierra y se extenuará todo morador de ella; las bestias del
campo, las aves del cielo y aun los peces del mar morirán."

Dice aquí, por lo cual se enlutará la tierra. En la generación de nuestro tiempo hemos
tomado conciencia clara de que estamos contaminando todo alrededor de nosotros. Es
como si la tierra se estuviera lamentando por la destrucción que sufre a causa de la
contaminación que producimos.

Y también podemos observar otro detalle tan importante como interesante. Hace
algunos años había una gran abundancia de todo; en la agricultura los graneros
estaban llenos de grano. Pero en la actualidad, desde varias partes del mundo se oye
hablar de la escasez de alimentos. Los trastornos climáticos han arrasado cosechas
enteras, y han convertido tierras fértiles en zonas de desastre. Es que cuando Dios
juzga a una nación, la tierra misma está involucrada e incluso las bestias y las aves
sufren a causa del pecado del ser humano. Continuemos leyendo el versículo 4 de este
cuarto capítulo de Oseas:

"¡Que nadie acuse ni reprenda a otro! Tu pueblo es como los que resisten al
sacerdote."

Los sacerdotes de aquellos tiempos no estaban cumpliendo con sus obligaciones no


haciendo frente a sus responsabilidades. Por lo tanto, Dios levantó a los profetas, para
que ellos transmitieran Su mensaje. Y dice el versículo 5:

"Tropezarás por tanto en pleno día, y de noche tropezará contigo el profeta, y a tu


madre destruiré."

La frase y a tu madre destruiré quiere decir que Dios destruiría a la nación. En Israel
había profetas falsos, e incluso los hay en la actualidad. Esos falsos profetas le decían
al pueblo, lo mismo que le dicen en la actualidad: "Todo va a resultar bien. La Biblia
es un libro anticuado, y los Diez Mandamientos pertenecen a la época de nuestros
antepasados. Hemos aprendido a tener miras amplias, a ser comprensivos y
tolerantes". Estimado oyente, la verdad es que el ser humano forma parte de una raza
impura, que se ha hundido hasta un nivel muy bajo, tanto a nivel individual como a
nivel social.

Y ahora leeremos el versículo más conocido del libro de Oseas. Leamos el versículo 6
de este cuarto capítulo:

"Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el
conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; puesto que olvidaste la ley de tu Dios,
también yo me olvidaré de tus hijos."

Aquí destacamos la frase Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. En los
antecedentes de su pecado estaba la falta de conocimiento de la Palabra de Dios.
Estimado oyente, si usted es cristiano, en el momento en que usted se aparte de la
Palabra de Dios, está condenado al fracaso en su vida cristiana. Indiferentemente del
número de conferencias, seminarios y cursos a los que haya asistido en las que se le
aconsejó como tener éxito en su hogar, en su trabajo y en su vida social, usted logrará
el fracaso y solo le quedará un sentimiento de frustración. Este libro de Oseas expone
con claridad total que nosotros no vivimos la vida cristiana por medio de estos
artilugios y métodos, sino a través de un conocimiento personal de la Palabra de Dios.
Esta es la razón por la cual nos sentimos motivados a enseñar la Palabra de Dios,
incluyendo este útil libro de Oseas. Realmente, los pueblos se destruyen por causa de
la falta de conocimiento.

El versículo 6 comenzaba diciendo Mi pueblo fue destruido, porque le faltó


conocimiento. Y continuó diciendo Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te
echaré del sacerdocio. Dios quería que toda la nación llegara a ser un pueblo de
sacerdotes ante Él, y en el reino terrenal de Cristo, ellos lo serán. Pero en aquella
época del pasado, Dios les tuvo que decir: "Ni siquiera vais a tener sacerdotes".

Y añadió el versículo 6: puesto que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré


de tus hijos. Dios le dijo al pueblo de esta nación: "Yo os olvidaré porque vosotros os
habéis olvidado de mí". Ya que ellos habían protagonizado una larga y miserable
historia de apartarse del Señor, habían llegado inevitablemente al tiempo del juicio.
Dios había demostrado su caso contra este pueblo; en el principio del capítulo Él
enumeró sus pecados, dado que ellos habían quebrantado los Diez Mandamientos. Por
lo tanto, anunció Su decisión de juzgarlos.

Nuestro tiempo ha llegado a su fin e interrumpiremos nuestro estudio en este versículo


6 del capítulo 4, capítulo que finalizaremos en nuestro próximo programa. Mientras
tanto, le sugerimos que usted lea el resto de este capítulo 4, de Oseas, y se familiarice
con su contenido. Y le invitamos cordialmente a que continúe acompañándonos en
nuestro recorrido por este interesante libro del Antiguo Testamento.

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