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Litio: ¿cómo afecta al medio ambiente y

a las comunidades originarias?


7 MARZO, 2018
|IN RECURSOS NATURALES

Mientras las autoridades nacionales impulsar su desarrollo y en el país


avanzan más de 40 proyectos, poco se habla de las consecuencias que
podría traer para el agua y las poblaciones locales.

La explotación de litio en Argentina genera grandes expectativas


económicas. Este elemento es fundamental para la fabricación de todo tipo
de baterías y el país cuenta con una de las mayores reservas a nivel
mundial. Pero, como suele ocurrir con toda actividad extractiva, las
consecuencias ambientales pueden ser enormes.

“Los medios de comunicación destacan las oportunidades que se presentan


para la Argentina a partir de la extracción y la exportación del litio, así como
de la producción de baterías para artículos electrónicos o movilidad
eléctrica. Llegaron a referirse a nuestro país como la Arabia Saudita del
litio ¿La idea es posicionarnos como exportadores o generar algún tipo
de valor agregado mediante la producción de baterías acá?”, se
preguntó la abogada Pía Marchegiani, docente de la Facultad de Derecho
de la UBA y directora del área de Política Ambiental en la Fundación
Ambiente y Recursos Naturales (FARN), durante una jornada organizada
por la cátedra de Economía Agraria de la Facultad de Agronomía de la UBA
(FAUBA).

La explotación de litio, al igual que la megaminería metalífera (oro, cobre,


plata, plomo, entre otros), la agricultura industrial o la deforestación, implica
un sobreconsumo de agua y un gran uso de químicos contaminantes. Este
tipo de proyectos implica, además, un riesgo para los territorios en donde
viven comunidades originarias, como viene ocurriendo en el noroeste del
país.

“La llegada de empresas que empiezan a competir por el agua genera una
gran preocupación sobre cómo van a seguir con sus modos de vida
tradicionales”, dijo Marchegiani.

En el caso de los salares de la Puna, por ejemplo, la extracción de litio


contamina el limitado acceso al agua que –por cuestiones climáticas– ya
tienen los diferentes pueblos ancestrales de la región, cuyas principales
actividades son la agricultura y la ganadería.
“Muchas comunidades se oponen a estos proyectos mineros y
demandan ser consultadas, pero cuesta que las autoridades las
reconozcan como actores involucrados, pese a que son los dueños
ancestrales del territorio”, sostuvo la abogada.

Frente a la llegada de inversiones, los funcionarios promueven el desarrollo


minero, desconociendo la situación en la que dejan inmersas a las
comunidades. De acuerdo a Marchegiani, “hay un choque cultural, de
entendimientos y de perspectivas que una consulta previa debería poder
articular para que el proceso de evaluación no sea una mera formalidad con
una lógica estatal, administrativa y burocrática. Además, estos procesos
deberían respetar las decisiones de las comunidades que no desean poner
en riesgo sus formas de vida y rechazan la extracción en sus territorios”.

Una industria peligrosa


En casi todo el mundo, el litio está considerado el mineral del futuro por la
importancia que representa para los dispositivos móviles. En Argentina
existe un claro interés por fabricar baterías en el país, pero los impactos
ambientales que esta industria genera no están en la agenda.

“En el caso de Bolivia, el Gobierno buscó centralizar en el Estado la


posibilidad de hacer baterías de celulares y hoy está en condiciones de
avanzar en una etapa piloto. Nuestro país aún parece más abierto a los
capitales extranjeros que llegan a extraer el litio”.

Actualmente, según informes del Ministerio de Energía y Minería de la


Nación, existen 42 proyectos en diferentes etapas de desarrollo que se
reparten entre las provincias de Salta, Jujuy y Catamarca. Todos
financiados por capitales provenientes de Estados Unidos, Canadá,
Australia, China y Chile.

“En algunos salares se está planeando realizar tres o cuatro proyectos en el


mismo lugar, con distintos usos del agua, sin saber cómo funcionan esos
ecosistemas. No existe suficiente información de base disponible para
evaluar los impactos de los proyectos y, sobre todo, de la combinación que
pueda resultar de ellos”, alertó Marchegiani.

Cada salar posee características particulares, los impactos pueden variar


según las condiciones geológicas y climáticas de cada uno de ellos. “Es
fundamental convocar a la comunidad científica para que analice
seriamente estos temas”, explicó.

En este sentido, la abogada resaltó que esta información puede no ser


imparcial. “El organismo que controla el proceso de evaluación de impacto
ambiental no debería ser la misma autoridad que promueve ese desarrollo
minero. Esa información debería ser generada por el Estado y estar en su
poder”, afirmó.

Durante la charla, por último, indicó que “como sociedad, tanto en la


Argentina como en toda la región, tendríamos que decidir qué queremos en
relación al litio” y propuso analizar los ejemplos en algunos de los países
limítrofes.

“El caso de Bolivia es muy interesante en términos de desarrollo


tecnológico, pero habría que analizar qué sucedió en lo social. Chile,
posicionado como el principal productor y exportador de carbonato de litio,
empezó la explotación hace unos 20 años y ahora, después de tanto
tiempo, están revisando los impactos en el ambiente”, finalizó.

Fuente: Foro Ambiental


EXTRACTIVISMOS FARN FAUBA IMPACTO AMBIENTAL MINERÍA UBA

Litio: ¿Cuál es el impacto social y


ambiental de las explotaciones?
Mientras en la Argentina avanzan más de 40 proyectos para la extracción de este material,
desde la UBA buscan generar más información para saber cómo se verían afectadas las
poblaciones locales y el agua.
A pesar del avance de proyectos de extracción de litio en la Argentina, muchas discusiones
no se saldaron. ¿Qué rol cumplirá este mineral en el desarrollo nacional? ¿Qué costos
ambientales y sociales conlleva esta explotación? Foto: FARN
POR: JUAN MANUEL REPETTO 14 FEBRERO, 2018

(SLT-FAUBA) La Argentina cuenta con una de las principales reservas mundiales de litio,
un elemento clave para la fabricación de baterías. Actualmente existen más de 40 proyectos
en diferentes etapas de desarrollo, que generan grandes expectativas en las provincias de
Salta, Jujuy y Catamarca. Pero aún quedan muchos debates por resolver, vinculados con el
rol exportador o industrial que va a asumir el país, así como con los impactos ambientales y
sociales derivados de esta explotación, que podrían generar escasez y contaminación del
agua.
Marchegiani afirmó que no hay estudios completos acerca de los impactos sociales y
ambientales de la explotación de litio. Foto: FARN

La abogada Pía Marchegiani, docente de la Facultad de Derecho de la UBA y directora del


área de Política Ambiental en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), se
refirió a estos temas durante una jornada organizada por la cátedra de Economía Agraria de
la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA). Allí se debatió sobre las disputas
económicas, sociales, políticas y culturales en torno del ambiente, la energía y los recursos
naturales.

“Los medios de comunicación destacan las oportunidades que se presentan para la


Argentina a partir de la extracción y la exportación del litio, así como de la producción de
baterías para artículos electrónicos o movilidad eléctrica. Llegaron a referirse a nuestro país
como la Arabia Saudita del litio ¿La idea es posicionarnos como exportadores o generar
algún tipo de valor agregado mediante la producción de baterías acá?”, se preguntó.

Al respecto, sostuvo que si bien existe un interés en fabricar baterías en el país, sería
necesario definir cómo se va a llevar adelante ese objetivo. “En el caso de Bolivia, el
Gobierno buscó centralizar en el Estado la posibilidad de hacer baterías de celulares y hoy
está en condiciones de avanzar en una etapa piloto. Nuestro país aún parece más abierto a
los capitales extranjeros que llegan a extraer el litio”, dijo, y destacó la importancia de
contemplar los impactos sociales y ambientales que hoy no están siendo suficientemente
evaluados.

Impacto ambiental
Marchegiani recordó que en los salares de la Puna viven ancestralmente distintas
comunidades de pueblos originarios dedicados a la agricultura y la ganadería en
ecosistemas frágiles donde el agua es escasa. Su principal amenaza es perder ese recurso.
“La llegada de empresas que empiezan a competir por el agua genera una gran
preocupación sobre cómo van a seguir con sus modos de vida tradicionales”, dijo.
Asimismo, detalló que en la actualidad hay dos proyectos en producción y en extracción en
Catamarca y Jujuy, y que existen muchos más por llegar. Según informes del Ministerio de
Energía y Minería de la Nación, en Catamarca, Salta y Jujuy hay al menos 42 proyectos en
distintas etapas de ejecución, pertenecientes a capitales de EE.UU., Canadá, Australia,
China y Chile, entre otros países.

Los salares son ecosistemas muy frágiles y la explotación de litio puede afectar el agua de
los salares, que es un recurso escaso para las comunidades originarias y para la fauna local.
Foto: FARN

“Un punto a destacar es que los salares tienen sistemas de agua de salmuera, pero también
poseen agua dulce. Lo importante de esta extracción es que no se rompan los equilibrios
entre ambos sistemas hídricos, ya que eso podría generar la salinización del agua”.

“En algunos salares se está planeando realizar tres o cuatro proyectos en el mismo lugar,
con distintos usos del agua, sin saber cómo funcionan esos ecosistemas. No existe
suficiente información de base disponible para evaluar los impactos de los proyectos y,
sobre todo, de la combinación que pueda resultar de ellos”, alertó.

Marchegiani también subrayó el hecho de que cada salar posee características particulares y
los impactos pueden variar según las condiciones geológicas y climáticas de cada uno. “Es
fundamental convocar a la comunidad científica para que analice seriamente estos temas”.

“Las empresas generan la información para los estudios de impacto ambiental, pero sólo en
un área de influencia definida por su propio proyecto. No están obligadas a hacer los
estudios que contemplen la cuenca hídrica en su totalidad, que es mucho más grande que el
área específica asignada al proyecto”, advirtió.

En este sentido, la abogada resaltó que esta información puede no ser imparcial. “El
organismo que controla el proceso de evaluación de impacto ambiental no debería ser la
misma autoridad que promueve ese desarrollo minero. Esa información debería ser
generada por el Estado y estar en su poder”, afirmó.

Discusión social
“Muchas comunidades se oponen a estos proyectos mineros de explotación de litio porque
están preocupadas por el agua. Demandan ser consultadas, pero cuesta que las autoridades
las reconozcan como actores involucrados, pese a que son los dueños ancestrales del
territorio”, dijo Marchegiani.

“Los funcionarios que están a cargo promueven el desarrollo minero y no conocen cómo
viven las comunidades. Hay un choque cultural, de entendimientos y de perspectivas que
una consulta previa debería poder articular para que el proceso de evaluación no sea una
mera formalidad con una lógica estatal, administrativa y burocrática. Además, estos
procesos deberían respetar las decisiones de las comunidades que no desean poner en riesgo
sus formas de vida y rechazan la extracción en sus territorios”, añadió.

Las comunidades originarias responden de manera diversa a los proyectos mineros.


Algunas ven con buenos ojos la oferta laboral; otras, con recelo la explotación de su
territorio. Foto: El Federal

“Como sociedad, tanto en la Argentina y como en toda la región tendríamos que decidir qué
queremos en relación al litio. Podríamos mirar los ejemplos que tenemos en el continente.
El caso de Bolivia es muy interesante en términos de desarrollo tecnológico, pero habría
que analizar qué sucedió en lo social. Chile, posicionado como el principal productor y
exportador de carbonato de litio, empezó la explotación hace unos 20 años y ahora, después
de tanto tiempo, están revisando los impactos en el ambiente”, finalizó.

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