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No cabe, pues, ni siquiera plantearse la posibilidad de que exista algún tipo de sustancia, ya
sea la sustancia material que había postulado Locke (un sustrato desconocido de la cosa,
pero material, que había sido posteriormente criticado por Berkeley), ya sea la sustancia
espiritual que había sido defendida por Berkeley. Para Hume la idea de sustancia es una
idea falsa, tanto si es concebida como algo material como si lo es como algo espiritual, dado
que a ella no le corresponde ninguna impresión.
Cuando escucho ese nombre, evoco la imagen de uno de los objetos a los que lo he
asociado, al ser imposible evocar todos y cada uno de los objetos, aunque estoy también en
condiciones de evocar otros objetos, en lugar de éstos, si la ocasión lo requiere. Lo que
llamamos ideas abstractas, universales, son ideas particulares a las que hemos dotado de
una cierta capacidad representativa basada en la simple relación de semejanza o similitud
entre los objetos. Por lo demás, siendo las ideas copias de impresiones, y siendo las
impresiones siempre particulares, no puede haber ideas que no sean particulares.