Rok era un marciano de un planeta llamado Skrul, vivía sólo en su
“búnker”, como él le llamaba, en aquel lugar vivió toda su vida por lo que le tenía un gran afecto ya que era lo único que tenía, su familia desapareció sin razón alguna desde su nacimiento, algo que no le impidió valerse por sí mismo. Su hogar era sencillo, tenía una cama, una mesa y un estante donde guardaba su comida, se ubicaba en lo alto de una montaña y tenía una vista impresionante, todas las noches Rok se sentaba a mirar el gran cielo que tenía, a pesar que tenía una serie de cosas maravillosas que mirar siempre se fijaba en una luz, era una luz más grande que el resto y que tenía un color rojizo que hipnotizaba. En sus 7 años de vida, que en edad marciana eran alrededor de unos 250 años, siempre se dedicó a investigar de donde provenía tal maravilla y preguntarse por qué estaba ahí, necesitaba saber de dónde venía y qué era, fue un día entonces que se armó de valor, tomó su nave y comenzó a seguir la luz que en realidad era una estrella.
El viaje de Rok fue hermoso para él atravesó toda su galaxia y la
mitad de la otra viendo cosas que jamás esperó ver, vio planetas triangulares con fuego a los lados, delfines caminando en dos patas e incluso algunas aves hablando una lengua bastante entendible para el marciano, sin duda era un viaje maravilloso pero no quitaba que fuera bastante extenso y muy aburrido, estuvo más de 10 años recorriendo países, ciudades, planetas, galaxias se sentía muy agobiado y afirmaba que ese viaje no sirvió de nada, sin esperanza alguna dejó las últimas horas para darle oportunidades al viaje hasta que logró divisar la luz tan cercana a el que podía tocarla con su dedo, esto hizo que el marciano comenzara a saltar y alegrarse, por fin había llegado a la luz, pero eso no era todo, tenía más cosas ahí vio a su familia que lo estaban esperando; fue ahí cuando Rok comprendió todo, su familia estuvo esperándolo todo ese tiempo emitiendo esa luz para que algún día los encontrara. El deseo del pajarito azul Era un día de mucho calor, la ciudad de Hudson estaba tan calurosa que los árboles se quemaban, las casas lloraban de angustia por tanto fuego, las nubes maltratadas se fueron del cielo ya que no podían controlar al sol, era todo un caos.
Pepe volaba junto a su bandada, eran los únicos pájaros azules
que quedaban, los demás se habrían muerto por el cruel calor, volaron por horas buscando algún lugar dónde refugiarse y pasar el horroroso día pero lamentablemente no pudieron encontrar uno donde no llegaran los rayos del sol, Pepe angustiado veía como su bandada iba disminuyendo, viendo como cada pájaro que había conocido desde toda la vida iban quedando atrás e incluso muriendo, el pájaro sabía que tenía que hacer algo, se desvió del camino propuesto por la manada y fue hacia más alla del segundo cielo a enfrentar al sol, fue un arduo y doloroso camino que de no hubiese sido por la ayuda del viento, no hubiese sido posible. Al llegar al tercer cielo donde estaba el sol se dirigió a él de una forma seria :
-Señor sol, necesito que deje de castigar así a la ciudad, he
perdido a toda mi bandada, miles de seres vivos están sufriendo por el castigo que les estás dando sin razón alguna.
-Lamento todo lo ocurrido señor Pepe, no fue mi intención, solo
quería liberar mi ira contra su mundo porque yo no tengo descanso. –dijo triste el sol.
Pepe comprendió la frustración del sol y decidió hablarle a sus
amigas las nubes pidiéndoles que ayudaran al señor sol, las nubes aceptaron de inmediato y volvieron en no más de diez minutos trayendo a una figura blanca, redonda, reluciente y hermosa que se dirigió a Pepe:
-Me presento me llamo luna y voy a ayudar al señor sol, yo le
daré descanso por las noches y yo descansaré por los días para lograr un mundo más equilibrado.
El sol lo agradeció un montón y dejó de estar enojado y alumbró
moderadamente todos los días, Pepe llevó al hospital a sus amigos caídos y lograron resucitar a la casi extinta especie de pájaros azules.