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Exiguo”, que significa pequeño, minúsculo; algunos han supuesto que se debía a que era de baja
estatura; pero más bien parece que él mismo quiso llevar ese apodo por humildad.
Era uno de los hombres más eruditos de su época, brillante teólogo, y gran conocedor de la
historia de la Iglesia y de las cronologías. Había compuesto una célebre colección de decretos de
los Papas y de decisiones de los Concilios con valiosos comentarios propios.
El papa Juan I, entonces, le encargó la tarea de calcular la fecha de nacimiento de Cristo.
Pero ¿cómo empezar tan colosal empresa? Lo primero que hizo fue buscar en los evangelios. Y
encontró allí algunas informaciones útiles. De san Lucas, por ejemplo, obtuvo que al comenzar su
vida pública “Jesús tenía unos 30 años” (3,23). Esto ya era un buen dato. Retrocediendo de allí
treinta años, se podía saber el año de su nacimiento. ¿Pero en qué año había empezado Jesús su
vida pública? Unos versículos antes tenía la respuesta: “el año 15 del gobierno de Tiberio César”
(Lc 3,1).
aquel año del nacimiento? Debió haberlo llamado “año cero”, pues ese año no pertenece ni a
“antes” ni a “después” de Cristo.
¿Y por qué a alguien tan inteligente como Dionisio no se le ocurrió llamar al año del
nacimiento de Jesús “año cero”? Porque en Europa en aquel momento nadie conocía el cero. Se
utilizaban los números romanos, los cuales no incluyen el concepto de “cero”.
Sólo tres siglos más tarde, gracias a un matemático persa llamado Mohamed ibn Al
Khwuarizmi, se introdujo por primera vez en Europa un nuevo sistema de números: los números
arábigos (que son los que usamos actualmente), los cuales sí incluyen el cero. En efecto, en el año
825 este sabio escribió un libro llamado, en su traducción latina, “Algoritmi de numero indorum”,
en el que hablaba de algo que, aparentemente, tomó de la cultura hindú: el sunya, el vacío, o sea,
el número cero.
No fue fácil que los europeos, acostumbrados a que “I” significara 1, “V” fuera 5, y “X”
quisiera decir 10, aceptaran los números arábigos. Éstos sólo se impusieron lentamente alrededor
del año 1000. Pero ya nadie se preocupó por corregir el calendario. En consecuencia, éste siguió
comenzando en el año 1 (en lugar del cero), y por lo cual la primera década debía terminar en el
año 10, el primer siglo en el año 100, y el primer milenio en el año 1000.
Esta es la razón por la cual en el año 2000 termina el segundo milenio, no comienza el
tercero milenio. Si se hubiera corregido el calendario y se hubiera empezado a contar la era
cristiana desde un hipotético año cero, entonces sí, el 1º de enero del año 2000 habría comenzado
el tercer milenio.
El tremendo imprevisto
Pero además de no haber puesto el año cero, el monje Dionisio cometió otro error. En
efecto el evangelio de Mateo afirma que Jesús vino al mundo “en tiempos del rey Herodes” (2,1). Y
gracias a un escritor romano llamado Flavio Josefo (contemporáneo de Cristo), sabemos que este
rey murió en el año 4 a.C., pocos días después de un eclipse de luna ocurrido el 12 de marzo, que
había iluminado con su luz siniestra la horrible enfermedad infecciosa del monarca. Por lo tanto,
Jesús no pudo haber nacido en el año 1, pues cuando él vino al mundo el rey Herodes todavía
vivía. Debió haber nacido, pues, por lo menos 4 años antes de lo fijado por Dionisio.
Pero ¿cuánto antes de la muerte de Herodes había nacido? Sabemos que el viejo monarca,
cuando sintió que su salud se agravaba, atormentado por la enfermedad se hizo trasladar a Jericó,
y luego a las termas de Callíroe para aplicarse unos baños curativos. En vista de que no mejoraba,
se volvió a Jericó en donde murió poco después. Este viaje ocurrió en noviembre del año 5, a
comienzos del invierno. Hay que hacer, pues, una segunda adición de unos dos o tres años, y
remontarnos hasta el año 7 a.C. para el nacimiento del Mesías.
José y María a Belén (2,1). Pero esa vía está ya descartada, debido al carácter fragmentario de las
informaciones históricas acerca de Quirino, y especialmente por el hecho de que ninguna fuente
histórica menciona censo alguno realizado en tiempos del rey Herodes.
En conclusión, por los datos de los evangelios y de las demás fuentes históricas, debemos
afirmar que Cristo nació paradójicamente ¡en el año 7 antes de Cristo!
millones de devotos de ciertos credos de la India sostienen que estamos en el 2064, y los chinos
confusionistas viven en el 2536.