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Indice.

1.- Introducción.

2.- Riesgos en la actuación en espacios confinados.

3.- Técnicas específicas de seguridad en espacios confinados.

4.- Orientación y movilidad en espacios confinados.

5.- Caso práctico: Incendio en sótanos.

5.1 Aparcamientos subterráneos.


5.2 Extinción de incendios en sótanos.

6.- Resumen del capítulo.


1.- Introducción.

Como adelantábamos en el resumen del capítulo anterior,


entendemos por espacios confinados aquellos que se
encuentran bajo el nivel del suelo, o bien carentes de
ventilación tanto natural como artificial y que normalmente
cuenta con aberturas limitadas de entrada y salida.

Esta definición engloba una gran variedad de ámbitos


de actuación, que van desde los sótanos y garajes hasta
los tanques de almacenamiento y redes de alcantarillado
pasando por locales cerrados y cuevas entre otros.

Todos estos lugares, son susceptibles de verse afectados


por incendios, que requieran la presencia de bomberos
y las consiguientes tareas de extinción. Pero aun en el
caso en que los incendios no sean posibles, o al menos
muy improbables, como en el caso de las cuevas, en
este tipo de sitios se dan otra de las operaciones más
frecuentes entre los bomberos: las tareas de rescate.

En estos espacios, la ausencia de oxígeno o presencia


de gases, pueden provocar el desvanecimiento de las
personas que penetran en ellos sin la debida protección
respiratoria. Caso típico de pozos ciegos, bodegas de
barco o depósitos de distinto tipos de material. Pero
aunque no se den estas condiciones, la simple falta de
visibilidad puede provocar la desorientación e incapacidad
de encontrar la salida de algunos de estos lugares como
las grandes cuevas. Estas situaciones hacen igualmente
necesaria la intervención de los bomberos en tareas de
salvamento.

2.- Riesgos en la actuación en espacios confinados.

De acuerdo a lo expuesto en la introducción, podemos


considerar los espacios confinados como un caso
específico de estructura. Componiendo un listado no
exhaustivo de este tipo de lugares los siguientes:

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- Cisternas o aljibes de almacenamiento de agua y
pozos.

- Alcantarillas.

- Sótanos y desvanes.

- Cubas y depósitos.

- Reactores químicos.

- Bodegas de barco.

- Silos.

- Arquetas subterráneas.

- Túneles.

- Galerías de servicios.

- Fosos.

A estos recintos creados por el hombre y con un enorme


abanico de funcionalidades, debemos añadir las cuevas
naturales, que aunque evidentemente no entran dentro
de la definición de estructura creada por el hombre, si
corresponden claramente con espacios confinados.

Los riesgos físicos que podemos encontrar en estos


recintos se mencionan a continuación:

- Vías de entrada y salida limitadas.

- Agua u otros líquidos sobre el piso y paredes.

- Riesgos por los posibles servicios de gas y


electricidad presentes.

- En caso de incendio u otro tipo de accidente, podemos


encontrar las estructuras dobladas o inestables.

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Adicionalmente a estos riesgos físicos, existen otros no
menos graves, derivados de las condiciones ambientales
que podamos encontrar.

- Deficiencias de oxígeno. Se considera una atmósfera


como deficiente en oxígeno si la proporción de este
se encuentra por debajo del 19,5%.

- Presencia de vapores y gases inflamables.

- Presencia de gases tóxicos.

- En ocasiones y debido a la rotura de canalizaciones


podemos encontrar enriquecimiento de oxígeno.
Atmósfera con un contenido en oxígeno superior al
23,5%.

- En caso de incendio, las temperaturas que se


registran son muy elevadas, y el humo muy denso, ya
que no existe una fácil ventilación.

Recordando ideas.
El enriquecimiento de oxígeno, puede ser tan peligroso
o más que su ausencia. Su ausencia provoca la asfixia,
pero puede fácilmente subsanarse utilizando un equipo
de respiración autónoma. En cambio, una atmósfera rica
en oxígeno (hasta ciertos límites), no afecta a la integridad
física de las personas, pero favorece la aparición de
incendios y explosiones, que pueden provocarse
simplemente al saltar una chispa. Por encima del 28%
de oxígeno, los tejidos ignífugos dejan de serlo.

Todos estos riesgos, no tenemos por que encontrarlos


siempre, por lo cual, es habitual que se clasifiquen los
espacios confinados en función del grado de peligro que
supongan. En concreto, podemos hablar de tres clases
de espacios:

A. Entran dentro de esta clase, aquellos espacios


confinados donde existe un riesgo inminente para la

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vida. Generalmente, este riesgo se debe a la presencia
de gases inflamables y/o tóxicos y a la deficiencia o
enriquecimiento de oxígeno.

B. Se denominan espacios confinados tipo B, a


aquellos que presentan unos peligros potenciales para
la salud tales como lesiones o enfermedades, pero
que en ningún caso comprometen a la vida, y que
pueden controlarse mediante el uso de equipos
adecuados de protección personal.

C. Esta categoría corresponde a espacios confinados


donde las situaciones de peligro no exigen la utilización
de equipamiento de protección adicional al habitual.
Es el caso de tanques o grandes tuberías nuevas y
limpias, fosos abiertos al aire libre…

3.- Técnicas específicas de seguridad en espacios


confinados.

Una vez vistos los riesgos generales que pueden


encontrarse en los espacios confinados, resulta evidente
que no es viable adentrarse en ellos sin unas medidas
de seguridad especiales, al menos cuando sea preciso
entrar en recintos clase A y B.

De entre ellas, cabe destacar el uso indispensable de


los equipos de respiración autónomos, que deben usarse
a presión positiva. Recordemos, como en ausencia de
oxígeno, las mascaras con filtro carecen de utilidad, por
lo que no deben emplearse en este tipo de escenarios.
Debe extremarse la precaución para que la máscara no
se retire de manera accidental.

Y evidentemente, esta no es la única medida de seguridad


que debe tenerse en cuenta. Tal y como se ha indicado,
el interior de estos recintos, puede tener un riesgo
especial de explosión o incendio, debido a la
concentración de gases que se produce en su interior.

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Por esta razón, todo el material que se emplee en tareas
de rescate y siempre y cuando no exista ya fuego debe
estar conveniente homologado y certificado para su uso
en atmósferas explosivas. Con esto evitaremos complicar
aun más la situación, simplemente haciendo saltar una
chispa. Entre los equipos que deben homologarse se
incluyen linternas, extractores de humo,
intercomunicadores vía radio…

Profundicemos algo más en la situación que podemos


encontrar. Hemos hablado de las entradas a este tipo
de emplazamientos, que suelen ser muy limitadas.
Además, las comunicaciones tampoco suelen ser fáciles,
ya que los intercomunicadores vía radio pueden no
funcionar correctamente.

En estas circunstancias, es fundamental que se


establezca un puesto de mando avanzado y un área de
espera, cerca de la entrada al siniestro, pero sin obstruirla
y en lugar seguro.

En el centro de mando avanzado, no solo permanecerá


el mando que se encuentre a cargo de la operación, o
aquel que coordine el equipo de intervención, sino que
además puede ser precisa la presencia de otras personas
ajenas a la brigada de bomberos, pero con amplio
conocimiento de la zona, y que puede proporcionar
información valiosa sobre los riesgos existentes, el
número de víctimas y su probable ubicación.

En cuanto al área de espera, en ella deben concentrarse


todos los recursos humanos y materiales que deban
utilizarse, permaneciendo en ella los bomberos en tanto
el mando no haya decidido la estrategia a seguir y se
hayan dado las instrucciones necesarias. Asimismo, en
esta área, debe existir un responsable que lleve el control
del personal y equipos que entran y salen del recinto,
prestando especial atención al estado y contenido de
aire del equipo de respiración autónomo. De esta manera,
se mantiene el control de todos los miembros del grupo,

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evitando que algún interviniente pase desapercibido tras
superar su tiempo de trabajo seguro.

Una vez dentro de las instalaciones, los bomberos deben


efectuar sus tareas de búsqueda o cualquier otra actividad
de manera sistemática, y tratando de que el esfuerzo
realizado sea el mínimo posible. Los grupos que avanzan,
deben aprovechar para ventilar la zona a medida que
progresan si esto es posible, y en todo momento deben
mantener la comunicación con el puesto de mando
avanzado para informar de su progreso, dificultades que
encuentran o recibir instrucciones adicionales.

Pero como hemos adelantado, esta comunicación no


suele ser fácil.

Es imprescindible que los bomberos abandonen el recinto,


si las condiciones interiores o los informes exteriores
indican la posibilidad de un colapso de la estructura. En
este sentido, es recomendable que algunos bomberos
tengan entre sus misiones la observación e identificación
de riesgos potenciales como posibles desprendimientos
sobre los bomberos. Debe tenerse en cuenta la dificultad
que supone en estas circunstancias refrigerar las
estructuras, ya que la aplicación de agua mediante
mangueras puede suponer la generación de grandes
cantidades de vapor, que muy difícilmente podrá ser
evacuado.

Por último recordamos el ya mencionado control del


suministro de aire. Motivado por el calor reinante en el
recinto, el bombero sentirá como se cansa mucho más
rápidamente y agota mucho antes su carga de aire, por
lo que debe solicitar el relevo antes de que se sienta
exhausto y no internarse más allá de lo que permita su
unidad de suministro de aire.

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4.- Orientación y movilidad en espacios confinados.

Ya mencionamos en el tema anterior, como la cuerda


guía forma parte del equipo mínimo necesario para un
bombero que interviene en un incendio estructural. Esta
referencia es fundamental y al menos posibilita al
bombero salir del lugar del siniestro, si pierde la
orientación y las condiciones del incendio hacen necesaria
su salida.

Asimismo se comentó, como en ausencia de la cuerda


guía, la propia línea de manguera puede servir de
orientación y servir de guía al bombero para salir del
recinto siniestrado.

Estas consideraciones son igualmente válidas cuando


hablamos de espacios confinados, especialmente la de
la cuerda guía, indispensable y de la que no se puede
prescindir. En cuanto a la línea de manguera, en multitud
de casos, no será necesaria, y en muchos otros no podrá
ser usada por la dificultad que conlleva la evacuación
del vapor, por lo que no siempre nos servirá de referencia.

Pero estas simples técnicas pueden ayudar al bombero


a evacuar el recinto ante un peligro inminente, pero no
son suficientes para que se pueda orientar por el lugar
y sean un apoyo en el cometido de sus funciones.

Ya hemos visto, que la situación a la que se enfrenta un


bombero al introducirse en un espacio confinado sin
visibilidad es, angustiante por los peligros ya mencionados
a los que debe enfrentarse, y de estrés pues
probablemente se encuentre allí en una operación de
rescate y dependan de él la vida de una o varias personas.
Pero no solo esto. De repente puede verse inmerso en
una situación de ceguera temporal, que precise de un
entrenamiento especial para que su misión llegue a buen
puerto.

Preguntas como ¿Donde estoy? ¿A donde voy? ¿Cómo


voy?, que a priori nos pueden parecer triviales pueden

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no ser de fácil respuesta y van a ser claves para el
desplazamiento en las condiciones mencionadas.

El bombero, en las condiciones ya presentadas, va a


tener que recuperar su capacidad de orientación y
movilidad en condiciones adversas, y aprender a utilizar
otros recursos que le permitan recoger la información
que necesita del entorno. En definitiva, aprender a
moverse en esta nueva situación.

Para ello, cada efectivo deberá emplear al máximo otros


sentidos que le van a proporcionar la información
necesaria. Este cambio de forma de actuar no es ni
mucho menos inmediato, y es necesario un gran
entrenamiento para desarrollar convenientemente el
resto de sentidos y saber utilizar la información obtenida
de ellos.

Sin embargo, un entrenamiento efectivo para estas


situaciones, no debe centrarse exclusivamente en el
desarrollo de estas habilidades perceptivas. Este será
uno de los puntos principales, pero no debe ser el único.

Se indican a continuación las distintas temáticas y sus


apartados, que debe abordar el entrenamiento para
condiciones de emergencia sin visibilidad.

- Desarrollo de las habilidades perceptivas.

–Visuales.
–Auditivas.
–Táctiles.
–Cinestésicas.
–Olfativas.

- Desarrollo conceptual de

–Imagen corporal.
–Conceptos espaciales.

- Orientación.

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–Principios de la orientación.
–Componentes de la orientación (referencias,
indicadores, sistemas de numeración en espacios
interiores y exteriores, mediciones y direcciones
según la brújula).
–Familiarización con un entorno.

- Movilidad.

–Búsqueda sistemática.
–Protección personal.
–Deslizamiento por superficies.
–Tomas de dirección (alineación paralela y
perpendicular).
–Marcha y posible uso del bastón de movilidad.

Para nota.
Cinestesia: De acuerdo a la definición de la Real
Academia de la Lengua, dícese de la percepción del
equilibrio y de la posición de las partes del cuerpo. En
general, podemos entender que las habilidades
cinestésicas, son capaces de interpretar las sensaciones
producidas por los propios movimientos del cuerpo.

Todas estas técnicas, capacitan personalmente a la


persona para poder desarrollar de forma efectiva sus
tareas en condiciones de escasa o nula visibilidad, pero
debemos recordar que la labor profesional de los
bomberos habitualmente se desarrolla en equipo, y es
norma general que al menos actúen en parejas. Es por
tanto imprescindible, no solo tener una buena preparación
personal, sino también como parte del equipo.

En concreto, es preciso establecer buenas estrategias


de comunicación entre ambos, máxime en situaciones
donde la baja visibilidad reducirá drásticamente la
capacidad para orientarse y desplazarse con seguridad
y eficacia.

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Por lo tanto, es preciso que el bombero se entrene para
erradicar malas técnicas de comunicación y sustituirlas
por otras adecuadas. Forman parte de las técnicas
adecuadas las que se indican a continuación:

- Deben usarse indicaciones claras, precisas y


significativas para la persona que las vaya a recibir.

- Se evitarán las palabras como “aquí”, “allí”, así como


los gestos.

- La información que se proporciona no debe saturar.

- Se evitará el empleo de palabras como “cuidado”


ante situaciones de riesgo. Estas deben sustituirse
por otras como “alto” o “para”.

- Deben utilizarse conceptos precisos como “izquierda”,


“derecha”, “de frente”, “delante” teniendo alguna
referencia clara como la propia persona o algún objeto.

Debe también tenerse en cuenta que en algunas


ocasiones, las parejas se comunican a través de
radiotransmisores, por lo que también es sumamente
importante que los bomberos aprendan a describir
adecuadamente las rutas para llegar a un objetivo,
recogiendo la información relevante del entorno, aplicando
las estrategias y habilidades de la orientación previamente
adquiridas, y utilizando planos de edificios si los tuvieran
disponibles.

El dominio de todas estas técnicas permitirá a los


bomberos conseguir objetivos tales como estos:

- Encontrar equipos, tales como válvulas o interruptores


eléctricos, en interior de habitaciones sin más
información que la localización del mismo en planos.

- Localizar una fuente sonora estática (continua o


intermitente).

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- Diferenciar diferentes texturas del suelo, localizar
puertas abiertas y percibir los obstáculos, evitando el
chocar o golpearse con ellos.

- Reconocer el interior de un recinto mediante


seguimiento de superficies, detectando obstáculos y
desniveles.

- Utilizar radiotransmisores y planos para ayudar a un


compañero perdido en el edificio a identificar el lugar
donde se encuentra (desconocido por ambos en
principio) y darle posteriormente las instrucciones
adecuadas para que llegue a otro lugar determinado.

- Y por supuesto realizar sin problemas el recorrido


desde el punto del interior del recinto donde se
encuentre el bombero, hasta el exterior, cuando la
carga de aire de los tanques esté llegando a su fin.

El aprendizaje de todas estas estrategias resulta


fundamental para orientarse y desplazarse en siniestros
donde la acumulación de humo u otras razones obligan
al bombero a actuar en condiciones de baja o nula
visibilidad. Pero no solo esto. El simple conocimiento de
estas técnicas consiguen aumentar positivamente la
percepción de la propia competencia del bombero, es
decir, la confianza en sí mismo, sentimiento éste que
puede ser considerado tan importante en el
enfrentamiento a una tarea como el propio conocimiento,
máxime cuando la tarea resulta tan estresante como las
vistas.

5.- Caso práctico: Incendio en sótanos.

Los sótanos entran dentro de la tipología de recintos,


que tienen una peligrosidad adicional definida y concreta
por el solo hecho de su ubicación, situados bajo rasante
y en los que los huecos de comunicación al exterior son
escasos y faltan por completo en las cotas inferiores.

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Es, al fin y al cabo, un caso concreto de los espacios
confinados que estamos estudiando en este capítulo.

Como ya se ha visto, la ausencia de huecos de ventilación


natural en estos locales hace que se produzca una mayor
concentración de calor y de humos al no poder disiparse
éstos con rapidez. Esto dificulta extraordinariamente los
trabajos de extinción manual, pues las posibilidades de
orientarse visualmente en estas condiciones para llegar
al foco del incendio son casi siempre nulas. La
consecuencia natural es que se invierta más tiempo en
iniciar el ataque al fuego y entre tanto éste aumenta su
extensión y magnitudes.

A este cúmulo de inconvenientes (calor, humo, falta de


oxígeno, gran cantidad de monóxido de carbono, accesos
dificultosos o complicados, escasas salidas de
emergencia, etc.) que presentan este tipo de siniestros
en cuanto a su ubicación, hay que añadir, por supuesto
el riesgo de los posibles materiales de la combustión,
por cuanto la diversidad de funciones que pueda tener
un sótano es innumerable, (almacenes, tiendas, bodegas,
discotecas, garajes, etc.) pudiendo encontrarse en ellos
los materiales de combustión más diversos.

Adelantando ideas.
Vamos a estudiar de forma específica el caso de los
sótanos dedicados a garaje, pues representan
probablemente, el caso específico más extendido.

En un sótano el humo producido por un fuego pequeño,


inunda completamente todo el volumen del local,
comenzando por las partes altas. Eso es peligrosísimo
en locales destinados a recoger gran número de personas
y que tienen las salidas por encima de los niveles de
uso, caso de muchas discotecas y de centros comerciales,
ya que las personas deben evacuar el local por la zona
donde se está concentrando el humo.

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La gran cantidad de humo y gases tóxicos presente en
estos incendios, conlleva que cada componente del
equipo de bomberos que acuda a estos siniestros, ha
de ir protegido con equipos autónomos de respiración
para evitar la intoxicación.

En cuanto al acceso a los sótanos, este generalmente


se realiza mediante escaleras, pero muchas veces nos
encontramos que al llegar a dicha planta arrancan varios
pasillos, puertas o existen impedimentos (almacenajes,
etc.) con el consiguiente problema de orientación. Como
ya se ha visto, para una correcta orientación y conseguir
evacuar el local de forma eficaz, es fundamental la
precaución de tender cuerdas guías hasta la salida.

La falta de ventilación que se produce en los sótanos,


es una nota característica debido a la falta total o parcial
de puertas y ventanas que comuniquen con el exterior.
Esta falta de ventilación y como consecuencia de
renovación de aire, impide además la salida del humo,
que nos impide ver.

Ambas características, falta de renovación de aire y


presencia de humo, representan los principales peligros
para las personas en el interior de estos recintos, ya que
la falta de renovación de aire, provoca la concentración
de productos tóxicos procedentes del incendio, y la
disminución de oxígeno, con lo que el aire se vuelve
irrespirable.

La presencia de humo, además de las afecciones que


pueda provocar a la respiración, provoca la desorientación
y pánico debido a la perdida de visibilidad.

Para subsanar estas condiciones, los bomberos pueden


provocar una ventilación forzada del recinto practicando
agujeros en las paredes o en el techo y actuando
mediante ventiladores o extractores de humos. No
obstante, este tipo de renovación de aire, solamente se
podrá realizar si tenemos el incendio completamente

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dominado o estamos inundando el local con espuma, en
caso contrario, la ventilación forzada avivaría en gran
medida el incendio y provocaría su propagación al resto
del recinto.

Adelantando ideas.
En el capítulo siguiente, estudiaremos técnicas de
extinción específicas con agua y espuma. En él se verá
como en la actualidad existen equipos denominados
generadores de espuma de alta expansión, que permiten
inundar los sótanos con espuma. Esta se empuja
lentamente hacia aquellas partes o zonas en ignición a
las que tiene que cubrir o tapar. El sistema se basa en
cubrir totalmente, en volumen, el local que está ardiendo
y proteger aquellas partes que aún no han entrado en
combustión. Sofoca el incendio, refrigera y permite el
tránsito de equipos de salvamento a través de la espuma.
En teoría, con este aparato no es necesario que el
bombero ponga pie en el lugar donde se está originando
el fuego. En la práctica, esto es difícil de cumplir, pero
cuando el bombero accede al sótano, el humo habrá
sido desalojado y los salvamentos y la extinción finales
serán menos complejos.

5.1 Aparcamientos subterráneos.

Como ya se ha mencionado, es un caso concreto de


recintos ubicados en sótanos. Dadas las particularidades
que presentan, en cuanto a combustible existente y
debido al gran número de espacios de este tipo que
podemos encontrar, se merece un tratamiento específico.

Su problemática concreta respecto a los incendios,


dependerá del camino que ha de recorrerse desde el
exterior, para alcanzar cualquier punto del aparcamiento,
ya que este es el factor que condiciona las mayores o
menores dificultades para las tareas de extinción o de
rescate de víctimas.

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En este sentido, podemos realizar una clasificación de
los aparcamientos, para determinar los riesgos y peligros
específicos que podemos encontrar. Inicialmente se
consideran dos grandes grupos de aparcamiento
subterráneos: los dedicados únicamente a este fin y que
están constituidos por construcciones destinadas a este
único uso (normalmente públicos), y los que forman parte
de un edificio desarrollado sobre rasante (normalmente
privados).

Para nota.
Se denomina edificio sobre rasante, aquel que ha sido
construido por encima del ras, o nivel de la calle.

a) Aparcamientos públicos. En éstos normalmente se


elimina un gran peligro, que es el de la propagación del
humo a las plantas superiores, puesto que generalmente
no existen viviendas sobre este tipo de aparcamiento.
Sin embargo, en su contra se da el hecho de que suelen
ser construcciones muy extensas en superficie y con
varias plantas, lo que obliga a efectuar amplios recorridos
de reconocimiento, con el posterior tendido de
instalaciones de agua de larga longitud. Por otra parte,
pueden ofrecer la ventaja de que sus recorridos interiores
sean conocidos al menos por alguno de los miembros
del equipo de bomberos, que haya acudido en anteriores
ocasiones a hacer uso particular de estos aparcamientos.

b) Aparcamientos privados. Por lo general son


aparcamientos de los vecinos residentes en el inmueble.
En éstos se introduce un nuevo elemento de riesgo, que
es la conexión entre las dos partes de la edificación
(aparcamiento y vivienda), a través de las cajas de
escalera o ascensores. Esta conexión posibilita la
propagación del fuego y del humo a través de ellos.

Adicionalmente a esta primera clasificación, que


principalmente nos indica los riesgos de propagación del
incendio, debemos tener en cuenta la referida al tipo de
acceso que presenta el aparcamiento. En este sentido
podemos encontrarnos con dos tipos de acceso:

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a) Con montacoches y escalera interior.
Esta forma de aparcamiento suele darse en pequeñas
construcciones, donde la superficie disponible es pequeña
y por lo mismo cada planta de aparcamiento es de
dimensiones reducidas, no existiendo espacio suficiente
para colocar una rampa. En estos recintos se produce,
en el caso de incendio de un automóvil, una elevada
densidad de humos. Tanto el recinto del aparato elevador
como el de la caja de escalera forman barreras naturales
a la expansión del humo, sobre todo si el camarín del
montacoches está situado en la planta más alta, por lo
cual se convierte este tipo de aparcamiento en el de más
difícil entrada a los equipos de extinción ya que sólo se
dispone para ello de la caja de escalera y aún en el caso
de que existan vestíbulos de aislamiento en el acceso
a cada planta y ventilación natural al exterior, la densidad
del humo siempre será elevada como consecuencia de
las circunstancias señaladas anteriormente.

Sin duda, este tipo de aparcamiento es el de más difícil


entrada en caso de incendio.

b) Con rampa (con o sin caja de escalera).


Esta modalidad se suele dar en generalmente edificios
de viviendas, y lo normal es que haya una sola planta
de sótano. No obstante, también es la práctica habitual
de grandes edificios de oficinas, en los que podemos
encontrar varias plantas de aparcamientos. En estos
casos, el mejor acceso es por la rampa. Las dimensiones
de la misma, al ser su sección mayor que la de una caja
de escalera, favorecen la disipación del humo y su salida
al exterior en menos tiempo. Por otra parte, el camino
a recorrer se efectúa por terreno liso, sin escalones,
mejorándose así las condiciones para efectuar el
reconocimiento inicial. En un aparcamiento con acceso
por la caja de escalera, la existencia de vestíbulos de
aislamiento, con las puertas correctamente cerradas
posibilita una llegada rápida hasta la planta donde tiene
lugar el incendio.

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En cuanto al riesgo que suponen los vehículos al participar
en un incendio, debemos comentar, que cuando un
vehículo es el foco de inicio de un incendio, su
peligrosidad, aún siendo evidente, es inferior a la que
generalmente se le atribuye.

Es una idea muy común pensar que los numerosos


depósitos de gasolina situados en un aparcamiento
constituyen la base del peligro de incendio, pero en
realidad, los ensayos realizados sobre vehículos en
condiciones reales han puesto de manifiesto que la
capacidad relativa de resistencia al fuego de la carrocería
y de las propias paredes del depósito protegen a éste
de la inflamación directa, y la sobrepresión causada por
el calor escapa por las válvulas de seguridad del depósito
y la gasolina se consume a través de las juntas del propio
depósito, cuando resultan fundidas por el calor. En
consecuencia, la explosión del depósito es un hecho de
baja probabilidad.

Por lo tanto, los puntos de inicio de un incendio, se sitúan


básicamente en el motor, carburador y bomba de la
gasolina; y en el habitáculo interior, formado por
componentes textiles y plásticos. La carga de fuego que
supone un vehículo de turismo actual de carrocería
metálica, dependiendo de su tamaño, oscila alrededor
del equivalente a 300 Kg de madera. Sin embargo esta
cifra no debe inducir a error ya que en una planta de
aparcamiento enteramente ocupada, los pasos destinados
a la circulación y las distancias que se dejan entre coche
y coche crean numerosas superficies vacías, llegando
a obtenerse una carga de fuego para el local del orden
de 17 Kg de madera por m 2 , debiendo observarse,
además, que en los aparcamientos no hay revestimientos
y acabados combustibles, es decir, toda la carga térmica
está en los propios automóviles.

En cuanto a la propagación a los vehículos próximos,


además de la separación existente entre uno y otro
vehículo, se cuenta con el retardo que proporciona la

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carrocería metálica hasta que penetra el fuego en el
interior del habitáculo. Puede añadirse como factor de
propagación el propio volumen del aparcamiento: si la
planta es de grandes dimensiones, hay una disipación
del calor adicional que no se da en los de superficie
reducida, sobre todo si el acceso es con montacoches.
No obstante, en el caso de sótanos de superficie (y por
tanto volumen) reducida, la concentración del humo en
el poco espacio disponible dificulta la aportación de
oxígeno al foco retardando la combustión y por tanto la
concentración de calor. Por todo ello, la propagación a
los vehículos próximos es más bien lenta y la mayor
parte de las veces evitable.

Si se tiene en cuenta que el aire necesario para la


combustión de 1 Kg de madera viene a ser del orden de
20 m 3 , los 300 Kg de carga térmica de un automóvil
consumirán aproximadamente 6.000 m 3 de aire, que
para una altura libre de aparcamiento de 2,20 m, suponen
una superficie en planta de 2.700 m 2 , es decir, se
quedarían sin oxígeno, que sería reemplazado por humo
y gases no respirables, dos plantas completas de un
aparcamiento que tuviese 1.350 m 2 por planta, una
superficie muy importante.

En cuanto a la naturaleza de los productos en suspensión,


estos son fundamentalmente monóxido de carbono,
anhídrido carbónico, partículas de hollín y humos, y
gases irritantes con componentes de cloro y otros
productos químicos, que atacan los ojos y las mucosas
de las vías respiratorias.

Como ya se ha indicado anteriormente, el incendio de


un solo vehículo puede absorber el oxígeno contenido
en 6.000 m3 de aire, por lo que sin una enérgica
ventilación, la concentración de oxígeno desciende
rápidamente a niveles inferiores al 10 por 100,
evidentemente mortales para el organismo humano.

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Recordando ideas.
Esta ausencia de oxígeno es la que provoca la combustión
incompleta y por tanto gran formación de monóxido de
carbono.

5.2 Extinción de incendios en sótanos.

Cuando se trata de extinguir un incendio localizado en


un sótano, hay, que contar de antemano con los
problemas que son comunes a todos los sótanos, y que
en general corresponden a los ya vistos para espacios
confinados en general:

a) Falta de aire respirable, provocando situaciones de


asfixia que obligarán al empleo de equipos autónomos
de respiración.

b) Falta de visibilidad, tanto para localizar el foco como


para reconocer la estructura del edificio.

c) Necesidad de hacer la penetración en sentido


descendente, es decir, el inverso del que recorre el
humo en su salida natural.

d) Salida de una gran masa de humo que no se puede


controlar.

e) Gran concentración de calor, en función del volumen


por planta, y posible influencia sobre la estabilidad de
la estructura.

f) Carencia absoluta de orientación en el interior


únicamente superable sí se conoce perfectamente el
local y el punto del incendio, así como los posibles
obstáculos existentes en el camino.

g) Imposibilidad de localizar víctimas, si las hay, hasta


que se disipe el humo, ya que se desconoce en qué
punto han podido caer desvanecidas.

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La extinción de fuego en los sótanos es el más penoso
y arriesgado que existe, de todos los que hay que efectuar
en cualquier clase de incendios, pues hay que luchar
contra la falta de visibilidad y el desconocimiento del
terreno, que en definitiva se traduce en el empleo de
mucho tiempo con el único fin de encontrar el punto del
incendio. El resultado es que frente a otros incendios,
el de un sótano, a igualdad de combustible es el que
más tiempo necesita para su extinción y ahí radica su
peligrosidad.

La forma de localización consiste la mayoría de las veces


en recorrer planta a planta todo el aparcamiento hasta
encontrar el vehículo o vehículos incendiados, salvo que
se reciba la información (caso poco habitual), de alguna
persona conocedora del local y de la posición exacta
donde se originó el incendio. Aún así, hay ocasiones en
que no se localiza fácilmente, pues la densidad del humo
puede llegar a extremos de no poder ver la propia mano
a 50 cm de distancia.

Esta ausencia de visibilidad, obliga a los bomberos a


utilizar material específico de orientación y visión, siendo
uno de los medios materiales al alcance de los bomberos
para la localización del foco del incendio, la cámara de
imágenes térmicas por rayos infrarrojos. Esta cámara
nos muestra con distinta coloración, las zonas del incendio
que se encuentran a distinta temperatura, con lo que
permite determinar la posición del fuego, aún con
visibilidad nula, y dirigirnos a él para su extinción. También
nos servirá para la búsqueda y rescate de personas en
el interior del aparcamiento, detectando el calor
desprendido por el cuerpo de las mismas. No obstante,
y a pesar de la utilidad indiscutible de estos equipos, el
calor desprendido por los motores de los vehículos recién
estacionados, pueden introducir numerosas interferencias
en la detección de personas o focos de incendios.

En un recinto sin visibilidad, tan importante es encontrar


el foco como orientarse en el trayecto de salida. Por ello,

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y como ya se ha comentado, el que va en cabeza se
provee de manguera y lanza que, sus compañeros
extienden y aportan. Esta manguera tendida en el suelo
es el indicador del recorrido tanto para la ida como para
la vuelta. No obstante, y como ya hemos repetido, también
es práctica usual que además de la manguera se utilice
la cuerda guía, a la que se ata el primer bombero que
entra.

El agente extintor más adecuado para estos incendios


es el agua, ya que aunque el empleo de espuma también
está indicado, resulta difícil y costoso su empleo, si tiene
que cubrir locales muy amplios.

Por último recordar, que en este tipo de trabajos en


interior con equipo respiratorio autónomo, aumenta la
fatiga y el estrés emocional de las personas, por lo que
ha de observarse la buena práctica de ir relevando al
personal cada 20 minutos aproximadamente.

6.- Resumen del capítulo.

Terminamos en este capítulo la parte del temario


destinada a incendios estructurales. Con ello hemos
querido dedicar un espacio suficiente a los que
probablemente sean los incendios más peligrosos a los
que nos podamos encontrar debido a las numerosas
razones ya expuestas, y que se intensifican en el caso
de espacios confinados, hecho que justifica acabar con
este tema, ya que resume e intensifica las precauciones,
técnicas y equipos a emplear.

No obstante, en el capítulo siguiente: “Equipos de


extinción con agua y espuma”, veremos todavía alguna
aplicación de estos agentes extintores sobre incendios
de este tipo, aunque su principal aplicación, como ya
veremos serán los incendio en almacenamientos de
líquidos combustibles.

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