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"La flor de lirolay": el sincretismo de los cuentos
maravillosos y los elementos andinos
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protagonista, cuenta esta historia a otras niñas que están en un
convento.
De las primeras versiones americanas, está la de la autora
costarricense Carmen Lyra (seudónimo de la autora María
Isabel Carvajal Quesada), quien en 1920 publica una versión de
este cuento con el nombre “La flor del Olivar” en su libro
Cuentos de mi tía Panchita.
La estructura básica del argumento no cambia mucho. En el
cuento de los hermanos Grimm, el rey está enfermo y les pide a
sus tres hijos que le traigan un cántaro con el agua de la vida
para curarlo. La fuente del agua de la vida está a varias leguas de
camino y encerrada en un castillo vigilado por dos leones. En el
caso español, el de Argentina, Costa Rica y Chile, el rey enfermo
queda ciego y la única cura es tocar sus ojos con una flor única
de color rojo que se encuentra en un lugar lejano y
prácticamente inaccesible. A diferencia de las versiones de los
países mencionados, en Perú, el rey es un gobernador inca
llamado Asportuma, quien también queda ciego, y en lugar de
un sabio o mago (personaje de varias de las versiones) que es el
que propone la búsqueda de la extraña flor, aparece una anciana
que conoce los secretos del imperio.
Ante la situación del padre, son los tres hijos del rey los que
salen a buscar el remedio. Cada uno va por un camino diferente,
o, en algunas versiones, cuando el hermano mayor no regresa,
entonces parte el hermano del medio y luego el menor. A medio
camino los hermanos se encuentran con un enano (versión de
los Grimm), con una anciana, pordiosera o la Virgen (versión
chilena, costarricense y española), o con la Pachamama (versión
peruana). Muy usual en los cuentos maravillosos es que los
hermanos mayores se porten de una manera grosera en las
historias. En este caso, el personaje con el que se encuentran los
castiga y estos o se quedan encerrados entre dos montañas,
como en el cuento de los Grimm, o se pierden en un laberinto
(versión chilena) o se quedan encerrados en una casa de juego
donde lo han perdido todo (versión costarricense) o son llevados
por la mala senda de la vida al escoger las malas compañías
(versión española).
El hermano menor, que es el que siempre tiene un buen
comportamiento en este encuentro, es premiado por el
personaje quien le da la clave para vencer los obstáculos y
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encontrar la flor mágica. En el cuento original, el hermano
menor se encuentra con dos leones guardianes del castillo que
los apacigua dándoles el pan que recibiera de manos del enano.
Dentro del castillo también está encerrada una princesa que ha
sido hechizada y que el protagonista libera. En la versión
chilena, por ejemplo, el protagonista tiene que llegar a un jardín
encantado vigilado por un monstruo, que es la misma princesa
encantada, a quien libera del hechizo al herir al monstruo con su
cuchillo. En las versiones española, argentina y costarricense la
princesa prisionera no existe.
Una vez que el hermano menor obtiene la flor, va al
encuentro de sus hermanos y les cuenta su historia. Los
hermanos, llenos de envidia porque él obtuvo lo que ellos no
pudieron, lo matan, lo entierran y se apropian de la flor.
Todas las versiones coinciden en el relato del crimen, con
excepción de la versión peruana en la que los hermanos
encierran al menor en una cueva. Sobre la tumba, o al lado de la
cueva, crece una caña que un pastor recoge para hacerse una
flauta (en la versión peruana es una quena) que al tocarla, inicia
un canto. Esta parte del cuento se aleja de “El agua milagrosa”
de los Grimm y engarza con el cuento de “El enebro”, de los
mismos autores, en el que de los restos enterrados del niño,
nace un enebro del que surge una llama de donde sale un pájaro
que repite el canto:
Mi madre me mató,
mi padre me comió,
y mi buena hermanita
mis huesecillos guardó.
Los guardó en un pañito
de seda, ¡muy bonito!,
y al pie del enebro los enterró.
Kivit, kivit, ¡qué lindo pajarillo soy yo!
No me toques, pastorcito,
que tendré que divulgar,
que me han muerto mis hermanos
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por la flor del Lililá.
(Versión España)
No me toques, pastorcito,
ni me dejes de tocar.
Mi hermano mayor me ha muerto
por una flor Lililá.
(Versión Chile)
No me toques pastorcito,
ni me dejes de tocar;
que mis hermanos me mataron
por la Flor del Olivar (Lirolay).
(Versión Costa Rica y Argentina)
No me toques pastorcillo,
ni me dejes de tocar,
mis hermanos me dejaron
por la flor del lirolay.
(Versión Perú)
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La versión boliviana de “La flor de Lirolay”
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se divide en tres partes y cada hermano toma uno de ellos.
Es a partir de ese momento que la historia se convierte en
tres cuentos dentro de uno; pues el autor relata la aventura de
cada hermano como si fuera un relato independiente.
Jaime Eduardo, el mayor de los hermanos, encuentra a
mitad de camino a “un gordo gamonal castigando con un látigo
a un niño” (pág. 22), palabra que en Bolivia se relaciona con el
cacique de un pueblo que ejerce autoridad sobre los campesinos.
Jaime Eduardo lo libera y el niño le sirve de guía en su camino.
Lo lleva hasta un lago subterráneo donde aparece una diabólica
cabeza que flota en el aire y que afirma que en ese lugar vive lo
malo que siembran los hombres. Al desaparecer la cabeza,
surgen unas mujeres desnudas que representan los pecados
capitales y se presentan como “yo soy la Lujuria, aquella la
Mentira, la de más allá la Envidia”. Este diálogo nos trae a la
memoria la obra teatral de Rafael Ulises Peláez La lucha entre el
bien y el mal (relato sobre la danza de la diablada de Oruro) en
la que Lucifer le presenta a Miguel a cada uno de los pecados
capitales dentro del socavón de una mina. Finalmente, Jaime
Eduardo cae en un abismo que lo lleva hasta la eternidad. Allí
encuentra a los seres que cuidan la montaña, al igual que los
guardianes de las montañas en los que creen los mineros. Desde
la eternidad, este hermano se queda sin posibilidades de recoger
la Flor de Lirolay.
Carlos, el segundo hermano, pasa la noche en una cabaña
en la que una viejecita le pide que no siga con la idea de
conseguir la flor porque lo llevará a su perdición. De la misma
manera, la noche siguiente se queda en la cabaña de un
viejecito, que es el Tiempo, quien también le aconseja que
abandone su misión. Sin embargo, el joven está seguro de que la
búsqueda de la flor es su destino. De pronto, se encuentra
cabalgando sobre una altiplanicie rodeada de cumbres nevadas
que nos sitúa en pleno altiplano boliviano: “Un paisaje
totalmente diferente se tendió ante sus ojos: una altiplanicie
interminable y, a su fondo y muy lejos, las montañas nevadas,
una cadena de ellas para buscar la Flor de Lirolay… ni una mata,
ni un árbol recreaba la vista y silbaba en los oídos un viento
penetrante y frío que taladraba hasta los oídos.” (Pág. 38 y 39).
Carlos continúa su camino “descendiendo a un pequeño lago de
la época glaciar para luego subir a alturas de más de 4.000
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metros…”(pág. 39), descripción típica de la zona andina.
Finalmente llega a la montaña que busca: “Tres penachos
escondidos en las nubes la coronaban, un río caudaloso corría a
sus plantas”(pág. 39). No puede ser otra montaña que el
imponente Illimani de la ciudad de La Paz.
El leñador escala la montaña y allí es raptado por un
enorme cóndor “Carlos no tuvo tiempo de defenderse del
enorme pájaro de negro plumaje y níveo cinturón de plumas
blancas en el cuello que se abalanzó sobre él y lo levantó en sus
garras cual si se tratara de un muñeco” (pág. 40). De pronto, un
cóndor lo toma con sus garras y lo lleva hasta una caverna en la
cima de la montaña. El Rey de las Nieves, figura que hace
alusión a otro personaje de los cuentos de los hermanos Grimm
(la Reina de las nieves) lo recibe y le cuenta la historia de
Lirolay. Una maldición ha convertido a una bella mujer en flor
por haber roto sus votos de sacerdotisa y haberse entregado al
sabio. Desde entonces vaga por las cumbres hasta que algún
mancebo llegue hasta ella después de haber vencido muchos
peligros, para usarla en la cura de alguna enfermedad. Carlos se
arriesga y va en busca de la doncella, pero al encontrarla se
enamora de ella y la besa. En ese instante pierde el sentido y
vuelve al lugar donde se bifurcan los tres caminos, lugar de
encuentro de los tres hermanos una vez recorrido cada uno su
trayecto.
El camino del tercer hermano, Luis Alfonso, lo lleva a una
pampa desolada y fría en la que escucha una música “dulce y
tristona, con mucho de llanto y de lamento. Una música por la
que parecía desahogarse todo el llanto y la amargura de una
raza”. Posteriormente, llega a un pueblo y allí busca a la
“abuela”, quien le dice que tiene que pasar tres lagunas, la
montaña cantarina y luego escalar una cumbre escarpada hasta
llegar a la Flor de Lirolay. El tercer hermano se encuentra en
una zona en la que la música andina está presente. La abuela,
que es la que cuenta estos cuentos en la ciudad de Tupiza y
madre del autor, pasa a tener un rol en el mismo cuento y es la
que guía al tercer hermano para que encuentre la flor. El debe
cruzar tres lagunas: la roja, la amarilla y la verde. Justamente,
en el sur de Bolivia se encuentra la laguna colorada y la laguna
verde, que pueden ser las que el autor nombra en el cuento. El
barquero que ayuda a cruzar a Luis la primera laguna es la
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Guerra, que navega sobre un lago de sangre; el segundo
barquero es la Peste y navega sobre un lago amarillo de
inmundicias y el tercer barquero es el Hambre que se interna en
el propio cuerpo de Luis haciéndolo sufrir. Finalmente, Luis
Alfonso logra llegar a la orilla después de haber cruzado los tres
lagos de la maldad humana. En seguida llega hasta la montaña
cantarina que lanzaba mil melodías distintas que Luis escucha
plácidamente. Luego, inicia la ascensión de la montaña
escarpada y en la cima encuentra a Lirolay que se le ofrece como
mujer, pero como Luis está enamorado de la princesa Morayma,
Lirolay cumple con su destino medicinal y viaja con él de vuelta.
Cuando los tres hermanos se reencuentran en el lugar
donde el camino se parte en tres, cada uno cuenta su historia y
comienza una discusión. Carlos le dice a Luis que Morayma
jamás se casará con él, que en cuanto esté curada buscará a un
mancebo de la realeza. En realidad, Carlos, enamorado de
Lirolay, solo quiere apoderarse de la flor. Empieza la lucha entre
los hermanos y Luis Alfonso muere. Carlos y Jaime Eduardo
entierran a Luis y ambos parten hacia el reino donde son
recibidos con algarabía por haber traído la flor. El sabio prepara
la pócima con un solo pétalo que cura milagrosamente a la
princesa. Carlos y Morayma anuncian su matrimonio y Jaime
Eduardo está a punto de ser nombrado Primer Ministro.
Interrumpiendo los preparativos de la boda, el sabio le
cuenta al rey que ha soñado la noche anterior con Lirolay, quien
le ha comunicado sobre el crimen de los hermanos. Además, ha
llegado al reino “un flautista que toca un instrumento original,
hecho de caña, dicen llamarlo quena…” (pág. 69), instrumento
nativo que es originario de la zona andina y que sustituye a la
flauta europea, que habla y canta un verso muy extraño. El rey
pide ver al flautista y cuando el hombre toca la quena se escucha
esta triste canción:
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cuando la tocó por primera vez, la quena cantaba la misma
canción.
Enterado del crimen, el rey ajusticia a los hermanos y los
manda a descuartizar haciendo que cuatro caballos tiren de su
cuerpo en distintas direcciones. Si bien el desmembramiento
como ejecución se ha utilizado en Europa, tiene un concepto
muy especial en América. El ajusticiamiento de los hermanos
nos recuerda el de Tupac Katari y el de Tupac Amaru durante el
siglo XVIII.
La princesa pasa por una gran tristeza, entonces el sabio
decide contarle la historia de Lirolay. Aquella mujer de quien él
se enamoró y por una maldición se convirtió en flor. Sin
embargo, el sabio está seguro que la flor también tiene el don de
la vida y que con ella podrán resucitar a Luis.
La comitiva parte hacia la intersección de los tres caminos,
encuentran la tumba de Luis y la flor de Lirolay lo vuelve a la
vida. Inmediatamente después, la flor recobra su forma humana
para abrazar a su dueño y señor que es el sabio, pero también
para morir en sus brazos. El sabio que no puede vivir sin ella,
toma el líquido de un pequeño frasco y muere junto a ella.
Luis y Morayma se casan y el sabio y Lirolay son honrados
en todo el reino con un gran mausoleo que los recordará por
siempre.
Esta es una versión muy extraña, convertida prácticamente
en una pequeña novela, que utiliza la estructura y los personajes
de un cuento maravilloso para situarlos en un ambiente andino
en el que recrea lugares, tradiciones y costumbres bolivianas. El
especialista chileno Manuel Peña me había comentado que en
una de sus visitas a Bolivia, él había escuchado que los niños de
una de las escuelas de El Alto sabían de la existencia del cuento
“La Flor de Lirolay” como una tradición oral, pero no
conocíamos la existencia del relato escrito.
Este cuento no deja de ser un documento valioso e
interesante, no solo por el contenido tan distinto al de otras
naciones iberoamericanas, sino porque es el único documento
escrito sobre cuentos populares dedicado a los niños que se
conoce en Bolivia.
Marzo, 2014
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Bibliografía
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folclórico. Historia e interpretación. Institución Fernando el
Católico. Colección Estudios. Filología. Zaragoza.
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Universidad Estatal a Distancia. San José, Costa Rica.
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SEPÚLVEDA, Fidel (1993): “La Flor Lililá” en Cuentos
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Chile.
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en Cuentos de hadas, bolivianos. Editorial Casegural. La Paz.
Páginas de internet
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Lirolay”. Serie de cuentos: Historias maravillosas de mi
pueblo, para vivir nuestros derechos. Generación de
Innovaciones para el desarrollo. Perú. Tomada de la página
http://gid-peru.org/cuentos/pdf/4cuentolirolay.pdf
CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN (1940): “La Flor
de Lirolay” en Antología Folklórica Argentina. Guillermo Kraft
Ltda. Tomada de la página Relief 2.0 / Sociedad de Información
/ Ciudades Virtuales / Bibliotecas Virtuales. Com / Creatividad e
Innovación en la
Educación. www.redargentina.com/leyendas/flordelirolay.asp
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