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Místicartificial

nacimiento y muerte de un dios


tierno
El amor le hizo salir de sí, sin poder ya jamás recogerse; perdió su existencia y ganó la
total aparición, la gloria de la presencia amada.

María Zambrano

Transformar los propios modismos en rezos y rezar todo el tiempo.

Giorgio Agambem
Prólogo

El amor es el enigma más hondo; es estar en el bosque y ni poder rezar.

Es que estás en el bosque y aparece una extranjera.

El gesto más doloroso:

pedirle que sepa tu idioma

desde la trinchera de tu habla.

Sin atrevernos al poderoso ridículo,

de dos personas,

esforzándose por conversar.


I

Llegué a ella a través de un portal cuántico,

(Ella me dice que lo abrió Koan, su gata que murió hace unos meses.

Koan es un enigma que se le da a los aprendices por los maestros. Por lo general no se
resuelve pensando sino viviendo.

Ahora, en estos tiempos, vivir es como un trance.)

es decir: me arrojaron de un lado a


ella. Dejé de espiar la vida por la ventana con temor que se moviera la cortina.

Le dije su nombre y una bola de aguanieve en medio trópico nos arrasó.


II

Mis plegarias fueron contestadas, ella me mira y me dice que sus plegarias fueron
contestadas. Empezamos a creer en un dios que se nos entregó. ¿No es acaso esto la
felicidad? Reconciliarte con el dios y confirmar que dios es amor, así, sin mayúsculas
como gesto de renuncia

al poder: El dios más

tierno, más vigoroso,

nos tomó de las manos.


III

como el ciego

dando palos de ciego

ciego amándose

en paso al abismo

y ese abismo alguien

lo nombró Alejandra

y por su nombré la llamé

un “estar en” nació.

(El viaje interesante no es saber del nuevo “yo” sino reconocerme por más novedoso
que sea, incluso, para los ojos de mi progenitor.)
IV

¿Por qué no decirlo? En el momento que nuestros cuerpos se reconocieron (no lo


sabíamos, no lo sabemos) El dios tierno brotó y con su primera palabra nos juntó las
manos. Luego, mis dedos –sin ese mi posesivo- acariciaron sus apacibles pies:

mis dos extremidades tocando sus equidistantes formas de tomar el mundo


V

La “ternura” no es un osito de pastel y menos un pollito de color.

Es dejarse afectar, donde aquel que tenga manos que escriba –aunque para Descartes
por su racionalismo fue imposible ver sus manos- pero antes que oiga, que escuche esa
voz, recibir el placer-espanto de la escucha, siguiendo y aportando a lo que el otro
busca.
VI

La voz poética no tiene materiales privados, solo puede existir en lo público. Por más que
quiera exponerme no lo lograré, no dependeré de eso totalmente, siempre habrá espacios
sórdidos. Justo, aceptando esa brecha, esa imposibilidad, es porque escribo. La
artificialidad de una voz que solo existe arrojada a los otros, en su lectura.
VII

Lo importante no es el pescar, es eso y luego dar el pescado, lo pescado.

Y tal vez aquella persona se interese en aprender no para su hambre, sino para la de los
otros y con esto, para su hambre.
VIII

Cuando salimos por vez primera nos sentamos en una mesa con dos plazas. Ella al oeste
y yo al este. Me estorbaba la mesa, me sigue estorbando cuando me siento a cenar con
ella. ¿De qué forma lo digo? Bueno, pues fue el relato que con mayor entrega me atrapó
en mis años de lector. Sí, entiendo la realidad como un texto, soy de esos. También soy
de los que lee teoría marxista y no tienen el coraje de militar. “La lectura es una forma de
militancia”, me digo para engañarme. Por ejemplo, sé que lo que Engels llamaba
“discrepancia posible”, referido a la brecha entre las creencias del autor y las afirmaciones
de la voz poética o narrativa, es lo que Eagleton llama ficcionalizar que, sería, separar de
su referente empírico el texto con una finalidad estética. Son estos pequeños saberes, sin
gloria, que no le servirían nada a un exitoso ejecutivo, los que me motivan a leer.
IX

Un domingo al despertar, saca un libro y me lee mi nahual, soy Kev con energía 12, un
Kev es un ciervo o un alce, no lo sé muy bien, lo sorprendente para ella es el nivel de
fuerza tan alto, ya que son únicamente 13 niveles.

En mis puntos débiles está no saber defenderme ya que me concentro en defender a la


gente y, por otro lado, como una de mis cualidades, sé fingir sumisión.

Ella también es nivel 12, lo dije como si fuéramos parte de un video juego, solo que su
nahual es una caña, en quiché se escribe Aj.

Seguimos leyendo y en mi futuro no aparece, aparece al este, me sorprendo un poco en


no coincidir en nuestro norte, y justo ahí, entiendo,

que es para acompañarnos que no estamos en nuestro


destino.
X

Estamos frente a frente, con el candelabro verde esmeralda entre nosotros, sobre el mantel
velas negras al sur; amarillas al oeste; rojas al nor-oeste; verdes al norte; blancas al este y
azules al nor-este. Sí, todo indicaba que estaba en un ritual y algo hermoso o terrible podía
pasar. Era la segunda vez que estaba en su casa. Ella me tomó de las manos, acerqué mi
rostro al suyo y empecé a llorar. No puedo decir por qué, no sé qué me pasó. Supongo
que eso hace el cuerpo cuando siente a dios, y caemos en la cuenta que nunca nos
bastamos a nosotros mismos. Que sin los otros somos un chiste cruel contado por un Dios
cruel. Incluso nuestro cuerpo es opaco a nuestro entendimiento. Tal vez lloraba por
celebrar ese encuentro. No sentía la necesidad de decirle nada, los dos palpitábamos sin
entender lo que nuestro cuerpo sí sabía. Se levantó y guió con su mano al alce multicolor
hasta su alcoba, me acosté y palpé, otra vez, sus serenos pies. Eran ellos con los que
caminaba sin ordenarlo, simplemente caminaban, eran ellos los que habían escalado las
montañas para ver la hambruna en Alta Verapaz, era con ellos que iniciaba el día de esa
vida que me tenía extasiado. Eran ellos lo que sostenían esa caña, que con fuertes vientos
tambaleaba como forma de persuadir las violentas brisas, y yo la miraba acostada en
calma. Eran ellos los que una vez se fueron de Guatemala. Tengo que aceptarlo, fue medio
raro tocar sus pies por más de dos horas, pero soy de esos locos de los pies. Desde joven
miro para abajo cuando me encuentro con una mujer. Tampoco sé por qué lo hago, pero
me atrae. No tengo tipos preferidos, ni color de esmalte de uñas preferido, ni tamaño, ni
piel, ni edad.
XI

Resulta que ese “nosotros” es demasiado milagroso para encontrar una explicación
satisfactoria. Sí, es un espacio en blanco, como los que aparecen entre estrofas en la poesía
de Hugo Mujica, y que le permite cambiar de una voz a otra. Uno podría encontrar todas
las fuerzas causales pero seguiría siendo explicativamente opaco. Seguro, también por
eso escribo este pequeño diario, desde esa imposibilidad. Sabiendo que puedo recrear
posibilidades, que conozco un punto más, un punto más, un punto más de esas vivencias
finitas. Porque cuando la conocí no había aguanieve pero puedo decir

Una esfera esponjosa fue lanzada desde la más alta colina por un dios que ha tenido mucha
paciencia para disparar y acertó… y nos arrasó, dejándonos con un Teseracto en la mano.
XII

Ella me regala una cajita de madera

con un corazón venoso en una de sus caras

y en otra dice "Ursus frágil y vigoroso".

Sé que usa el latín porque detesta las rimas

y porque puede y porque sonaría espantoso.

No nos importa celebrar el 14 de febrero

-Lector, puedes ver que sí el catorce de estos versos-

pero ella me ofrendó un Teseracto (un tesoro)

que es un cubo en otro cubo que no tiene tiempo

y se esculpió en varios rayos desde sus esquinas.

En la cámara central hay un animal café

de cuatro patas y algunas veces mojado.

Ella dice: "es perfecto en el palmo de tu mano".

Yo le creo y, ella sabe que le creo cuando

me mira, baja su mirada y con calma lanza

un beso al mundo y nos aprontamos a besarla.


XIII

La lluvia es una dádiva, no hay que hacer nada para mojarse. Ella se percató de que era
la primera vez que la escuchábamos juntos y yo no pude decirle que era mi primera vez.
Yo la veía desde la cama –en la que inteligentemente conversamos– a través del marco de
la puerta, sentada en la mesa, en la que inteligentemente escribe, fue un poco raro saber
que no usa las sillas sino para treparse. “quiero esto para mi vida”.

Mientras yo me repetía:
XIV

Hay momentos en que la veo a través del rectángulo que encierra la puerta, y me pasa
casi lo mismo que cuando ingresé por primera vez a la biblioteca mayor de la Universidad
Nacional de Córdoba como estudiante de una de sus maestrías:

Me dije: “espero algún día estudiar aquí” y ese día eran esos años.

Esos momentos son tan reales como un trance, cuando saltamos y nos desprendemos del
aburrimiento de una vida que era muy conveniente, nos vamos habituando en el salto
repletos de asombro.
XV

Algunas veces mi disfemia se contagia. Cito a Frederic Jamenson y lo hago tartamudear.


Estoy seguro que mientras da clases repite una palabra sin saber por qué. Y todos
felices, menos los que dicen con insolencia e hipocresía:

“Yo solo hablo una vez y no repito las cosas.”

“Yo solo hablo una vez y no repito las cosas.”

“Yo solo hablo una vez y no repito las cosas.”

“Yo solo hablo una vez y no repito las cosas.”

Yo. Solo. Hablo una vez. ¿¡Y no repito!? Las cosas…


XVI

Me he considerado eyaculador precoz, incluso, antes de la primera penetración. Me


tocaron después de que yo me había manoseado mucho, fue detrás de un árbol de origen
asiático que tenía unos frutos ovalados y rojizos, mientras una mano muy torpe y
apresurada, me atosigaba, e igual de torpe y apresurado: ¡plop! Igual que la rana de
Matsuo Basho, cayendo en un estanque, mi eyaculación esquivó el césped hasta
zambullirse en la tierra repleta de podrido mango. Recuerdo, también, que mi padre me
recomendaba masturbarme cuando estaba nervioso.
XVII

Un lobo viene

la nieve hambre le da;

cierro los ojos.

Surgen los osos,

el invierno fallece.

Los ríos vienen.


XVIII

Me sentí al verla, como David esa noche, al ver a Betsabé, aseándose.

Me sentaba al pie de la puerta mientras se bañaba.

Yo también estaba dispuesto a


traicionar a quien me había defendido, a renunciar a cualquier Dios que en sus planes no
la contemplara para mí.

Y así lo hice, cometí el delito más difícil de cometer, traicioné a


mi madre, al último monstruo. Para lograrlo,

ella tenía que amarme, y traicionando a mi


padre, mi madre me amó.

Abrí la cortina violeta que teñía todo el baño y me arrodillé


por la descendencia que no íbamos a tener, por la abuela que no iba a existir.

“todo tajo es un tajo completo”, me dije, y con mi lengua nos rebasamos, hasta flotar en
el agua, con nuestros fluidos más cercanos.
XIX

Dudo que esté listo para escribir una novela, a veces dudo que esté listo para esta relación,
pero nunca he pensado en marcharme, tampoco en dejar de escribir. Creo que escribir
esto diario puede ayudarme. La siguiente mañana al bañarse, cerró la puerta con
suavidad, yo me percaté que el llavín lo impidió y por una hendija estrecha… De pronto
en medio de un bosque me percato que voy corriendo de cuatro extremidades hasta que
seis perros por seis perros por seis perros me alcanzan, parpadeo y ya no era más un alce
y bebía de su entrepierna el jugo de la más nutritiva caña. Estoy seguro, ahí también
estaba pasando dios.
XX

Tengo un lobito blanco en la mesa de noche,

sobresale con su larga cola-espada

y su mirada cálida hacia mi cama.

Siempre esta echado con sus patas para el frente,

y sus traseras resguardadas junto a su panza.

De la piedra que lo tiene atado, lo muevo

todas las mañanas, para que, en la noche, al verlo,

pueda creer, que autónomamente, se movió.

Todas las noches lo creo y lo admiro por eso.

¿Así es la fe según Soren Kierkegaard o

el relacionarse con los objetos Hegeliano?


XXI

No puedo; no recuerdo su nombre. Quedó en la memoria de un tiempo donde el dolor

era la huerta de la que me alimentaba. Me daba de beber la amargura de su imagen. No

recuerdo su nombre.

También vivía en la desteñida, solo que sin el coraje de Fernanda que ató a su cuello la

muerte y nunca más regresó.

Su madre pinta constantemente el cuadro de su vida; con leche materna: el voto, sus

augurios, el sexo apropiado. Tampoco intentaba dar muerte al padre. El hijo burgués se

sienta a esperar el poder heredado. No sabe decir que quiere llorar:

No hay discordia,

excepto el anhelo

de ser el otro.
XXII

“Cuando estamos juntos aquí, mi casa se ve así”, y me mostró el Teseracto palpitando


con calma en una de sus palmas. “Cuando no estás, mi casa empieza a transformarse y
es como gelatinosa, extraña, linda… igual, pero amorfa y me cuesta aceptarlo, más que
todo, muy aburrida.”
XXIII

Un día más, por favor. Sólo un día más. Estar con ella es lo contrario a dejar un vicio, lo
sé por experiencia, pero de la misma forma solo existe el día a día, en el amor eso es lo
que predomina. Que nadie me la arrebate, ni enemigo exterior ni interno se atreva a
alejarme de ella. Esa es una de las formas más crueles de quitar, obligar a alguien a
marcharse, eso también es arrebatar. El “suicidio” de Walter Benjamin fue un asesinato.
XXIV

¡Con sus botas de hule negro vienen

pateando los escalones vienen.

Termina el libro,

toma el revólver

y escápate por ese

agujero

que en la puerta están,

los que no saben llorar!

&

Su sombra se llama Benjamín,

detesta que lo sienten a escribir.

Cada asta de luz era su madre.

En las noches, se levanta y prende

una velita para dormir.


XXV

Una mañana, me cuenta, que su madre hacía que los pretendientes de sus tres hermanas,
se bajaran los pantalones, para enseñar las piernas, ya que en la familia los hombres
endebles no pueden acompañar a mujeres tan fuertes. Escribo un soneto y me quedo a
medio camino, aún no sé cómo integrar al padre y algunas cuentas tampoco me dan,
como la vida

Le mostraré las piernas a tu madre

ella dirá si son fuertes y mansas

para que caminemos muy juntitos

de la mano –tranquilos– por las brasas.

Tus tres hermanas, las parcas, reirán.

Y yo temblando y mis “yo” sonrojados

hallarán un abrazo en tu familia,

películas de terror, un espacio.

Le mostraré las piernas a tu madre;

Y es que a mí me ha entrado el amor

como sucede la vida, con pasmo.


XXVI

El poema tan real como la vida. Vida, cuerpo y poema todos con la generosidad de la
entrega más holista. El poeta no puede renunciar al todo, tampoco a sus partes. Pero esta
vida, en la que cada vez es más difícil cantar, vivir, también ha renunciado al todo y
privilegia, algunas de sus partes: capital, racionalismo Y patriarcado. Son las muecas
después de una apoplejía, del horror de creernos capaces de no oxigenarnos, de no
nutrirnos con la sofisticación de todo el cuerpo. Quiero unirme al canto de Mircea en
Solenoide, al frente tuyo, querida:

“¿por qué no creí en mi poema más que en la realidad del mundo?”


XXVII

El poema tan real como la vida

Porque cuando dicen “el mundo”

con la lejanía de dar una dirección.

Lo que veo es una herida

Es un dedo doliente

Que usamos para explorar

Y todo tacto duele

Y pensamos que todo lo explorado, lastima.

Y leemos un poema y callamos

Y nos interperla y callamos

¿Cómo si no fuéramos el mismo mundo

que nos dice que tenemos el dedo insano?

Y esto, el poema no lo olvida.


XVIII

Regreso por la misma calle inundada, la que al salir de la escuela hace más de veinte
octubres, me acostaba con mi hermano en uno de sus caños para taponear la corriente,
que, descendía desde una colina en la que sobresalía la escuela líder del Invu las Cañas.
Visito a mi abuela, me cuenta uno de sus brillantes y perlas problemas pero luego:

“Usualmente barro el caño de toda la calle a las seis de la mañana pero un día me di
cuenta que barría flores y todo cambió. Después de tanto amor, logré ver de manera
distinta. Tomé las flores y adorné la mesa de la cocina para nunca más almorzar sola.
Tomé otras flores y sumergí su tallo en un jarrón con agua hervida y sal negra y dormí
mucho mejor. Tomé las flores y me las entregué todas las mañanas, y con agradecimiento,
las acepté.”
XXIX

Ión, mi primo, se pregunta sobre su muerte:

¿Abriré mis ojos, siendo universo? ¿Acaso no lo he sido?

¿Desde cuál cuerpo sentiré los otros cuerpos?

¿Seré el cosmos latente? ¿Acaso también no lo he sido?

Su Ann lo abraza con ternura.

Ión se pregunta sobre su muerte:

¿Mi hijo me verá en sus sueños?

¿Volveré como el pasto donde mi amada duerme?

Su Ann lo abraza, cierra sus ojos

y mira cómo el fruto vuelve al duraznero.


XXX

Calmada tarde.

La luz nos va cediendo,

rastros de noche.

Un pasadizo mágico,

los candiles se asoman.

Oscuridades,

se topan en invierno.

Ninguno finge.

Los dos se sobreviven,

dándose por los besos.


XXXI

Estoy con ella porque nombra a alguien que todavía no conozco del todo, cuando me
nombra a mí. Pensaba en irme a vivir a una montaña de Alajuela, pero, incluso ahí, ya
toda estaba dicho, con ella no, lo dicho es lo que va diciendo, es la consumación
constante de un relacionarse, bien creativo, con todo lo que eso implica.

Un monte, un río

no intentan predecir.

Acontecen,

son un desenlace,

brotan en consumación.

Recuerdo que Boaventura de Sousa Santos nos habló, en su última conferencia en Costa
Rica, respecto a los derechos humanos de los ríos, me pareció tan extraño pero cuando
Wallmart demanda, siendo una entidad más lejana, me parece de los más normal.
XXXII

Escoge las habichuelas con un tazón entre sus piernas, arrastra los buenos hacía su pelvis
y los dañados los hace a un lado. El mayor misterio es que compartimos el mismo pueblo,
el rebaño que vuelve sobre lo majado, nuestro hijo no nacido, asustado por los gansos.
¡Ven a la hamaca, para guardar la flauta y empezar los cantos!
XXXIII

Voy al jardín

¡Confucio!, llamo al perro.

Mis padres, dos burócratas

que leen y escriben,

con algo de prestigio.

Los dos me abrazan

constantemente.

Una me dice

“amenacita tierna”

así le dijo a mi padre

en una foto de infancia.

Y el otro,

con "poéticas" intenciones

“gota de dos”

Mi madre lo regaña

–porque es un fiebre.
XXXIV

Alguna vez intenté cortar el vínculo cobalto que me une con ella, pero al momento de
hacer sonar la tijera –ese artefacto insuperable igual que un libro– se evaporó en mis
manos; luego, desmayé.
XXXV

Ella, él, nosotros, tiene una máquina de coser

se la regaló su madre hace años de años de años,

remienda su ropa, de un pantalón saca un short,

si hay un agujero en su blusa, le cose una flor.

De huipiles hace ropajes para almohadas

zurce mis rosas cartas en las cortinas melón,

y a mí me sobrehíla de admiración mis caras.

También tengo un pelaje que aprendí que era "yo",

no me da picazón, ni escozor, lo hicimos los dos.


XXXVI

Creo que la poesía puede ser una condición estructural que vuelva menos imposible dar
cuenta de nuestros múltiples “yoes”, que, de paso, como bien lo apunta Judith Butler es
una tarea exhaustiva. Por otro lado, la crítica permite pensar en conjunto, escribir en
conjunto y exponer nuestras lecturas, salir del aparataje que protege la obra artística con
el fin de no exponer al escritor, su biografía. Me cuesta creer en la argumentación y/o
reflexiones sobre la obra para “uno mismo”, donde no hay entrevistas o textos donde se
puede rastrear, rebatir, pensar en conjunto, en fricciones, en tensiones. La voz no existe
ni en los cajones ni prisionera en las ideaciones, solo puede existir en el ámbito público,
ya que una voz crítica que no esté dicha en voz alta, es un soliloquio, aparte de ser, en
muchos casos, un hervidero de posiciones dogmáticas, que no cuentan con la
retroalimentación, con el aire, llamémosla también: la miel de los otros. Esto, sin olvidar,
otro aspecto de la crítica, la auto-crítica, que tampoco sirve si se hace a escondidas.
XXXVII

Irina sostiene el oso en el palmo de su mano. Yo leo para ambos, en voz alta, El ojo
castaño de nuestro amor de Cartarescu. Hemos durado un mes en leer los primeros
relatos, 69 páginas exactamente. Ambos somos lectores, pero por lo general, de voz baja.
¿Qué nos pasa? Creo que el orden del mundo complica leer en voz alta, no está hecho
para leer así, hay que esconderse para evitar: “Lea callado”, “¡imprudente!”, “¡están
locos!”, “hagan silencio” y, bueno, hasta a nosotros que somos lectores nos ha costado.
También es que constantemente nos devolvemos a repetir los párrafos que nos han
gustado –y aunque la dificultad de leer en voz alta es cierta, tampoco importa
privilegiar la lectura rápida facilitada por la voz baja– yo por ejemplo leí este párrafo
tres veces

“TRAS HABER SALIDO, como tantos otros, en busca del vellocino de Oro, Jasón lo
encontró entre los muslos de Medea, princesa de la Colquide, nieta del Sol y de Circe.
Su triángulo púbico, de ámbar y sombra en otras mujeres, brillaba a través de sus
ropajes con tanta intensidad que su padre, el acaudalado Rey Eetes, tuvo que encerrarla
en lo alto de una torre construida en una roca al borde del mar. Pero sus maravillosos
rizos –virutas de oro puro– del monte de Venus llenaron la habitación de rayos y los
raor se volcaron por la ventana como si fueran un faro, barriendo el desierto mar negro,
negro como el pez y blanco como la leche, por el que ningún barco se había adentrado
jamás.”(p.55)
XXXVIII

Nos divertíamos como niños pobres, caminábamos al parque por un helado, sin extras.
Comíamos palomitas en la noche viendo una película en casa, jugábamos a las cartas y
no podía faltar el campamento en semana santa y cuando nos aburríamos del cuarto.
Algunas veces me decía que sentía “monotonía” y leíamos. Creo que para los dos han
sido muy productivos esos breves momentos de aburrimiento, no tenemos una vida
atiborrada de compromisos, ni estímulos espectaculares, sino, preferimos, al parecer, una
vida sin gloria. “Es que no hay mayor premio que estar con una persona serena y, a la
vez, extravagante”. Me decía ella, o yo, en fin, eso no importa.
XXXIX

…Y si hay tierra roja, hay alacranes también, osos espantosos que se mantienen
despiertos todo el año, qué difícil vivir en la india, nos ataca un tigre y nos aferramos a
una planta, ya sé… de manzanilla, porque no queremos que se nos arrastre fuera de la
vida. Y eso que aún no me he referido al mal mayor, el hambre. Yo estoy a la espera que
se cumpla la maldición que le echara Borges: “Borrado sea tu nombre de la faz de la
tierra”. Mirá, podría usar el metro de 15 para echar maldiciones.

Calvo gordo y mediocre de masculinidad, feo.

Dicho sea tu nombre sin reverberación ni eco.

Enano albino y medio hombre, ruina a tu sexo atroz,

puñal de parte de tus hijos y sangre a tu arroz.

Enano albino y medio hombre, ruina a tu sexo atroz,

puñal de parte de tus hijos y sangre a tu arroz.

Carnicera deforme, podredumbre a toda joya,

que nada borre tu olor, por siglos y siglos: ¡Croa!

Carnicera deforme, podredumbre a toda joya,

que nada borre tu olor, por siglos y siglos: ¡Croa!


XL

La inspiración, es un lenguaje que está pidiendo nacer. No surge como finalizado, ni algo
que se pone en la boca o en un papel, no existía con anterioridad, es una forma que se
inaugura. Escribiendo verso a verso, es cuando vamos creando y nos vamos creando,
para nunca finalizar, y a lo sumo sabemos un metro o un tono y nos vamos acomodando
a esa sorpresa que implica no saber lo que pasará. No somos los mismos al final de cada
poema, la intencionalidad o la motivación, es la mente orientada hacia fuera y el poeta
que aprendí a estar-siendo es el que interpela Y el interpelado. El pensamiento no
prediciendo ni planificando sino siendo. La palabra final no la tiene el poeta, él se
convenció de una opción igual lo hace el traductor, y bueno, prefiero pensar que no hay
palabra final. Hay que saber cuándo desistir, escuchar cuando nos dicen que no se
entiende y responsabilizarnos y desechar, y no justificarnos en que los lectores promedio
no entienden. Justamente es en la muerte de esa pretensión de objeto final, que surge la
poesía. La vida en su pujanza es el lenguaje escribiéndose. Es decir, el referente que
pueden encontrar es el que se tiene al frente y eso es lo interesante, lo evidente.
XLI

En el jardín

escribo haikus y tankas

¿naturaleza?
XLII

Un muchacho sobre un pony de plástico

gafas en ojos, pies en sus botas,

destilando un olor a hidromiel.

Dos gritos y sombrero a los aires.

¿Será menos real esta monta?


XLIII

Está sentada entre mis piernas, en la cama, a espaldas de mi pecho, yo subo y bajo mis
manos por su pelo negro, nos quedamos en casa para ver Patterson, ya que nuestros
cuerpos desistieron de ir al recital de Aterciopelados. Coincidimos en esa poesía, pero
mayormente nos asombra ese tipo de amor. ¿Qué sucede entre Paterson y Laura, ese
remanso tan extraño? Uno de los pocos casos donde es el amor tierno, un relato de
importancia, no el protagonista sería una incongruencia. A diferencia de los vínculos
pasionales, que son tan cómodos y llamativos para literaturizar o filmar: Noa y Allie,
Paris-Helena, Tristán Isolda, Capuleto Montesco, etc. En Patterson es el remanso del amor
filial lo que nos acoge, desear lo que se tiene, la ternura y la comprensión, lejos de la
agonía de perderlo para luego encontrarlo y viceversa, sino lo valioso de lo cotidiano,
lejos del espectáculo. La ternura –en mayor grado- como una forma de amor:

¿no es acaso esa la actitud mística en el amor, el remanso disponible para el vínculo, el
devolver la sacralidad de la entrega sin porqués ni paraqués, la gratuidad en el darse del
otro, contemplar el ímpetu de la compañera de estar al lado, lejana a la agonía de la
imposibilidad de no poder estar juntos?
XLIV

La mañana les abría el cuerpo,

el alce y la caña apareciendo,

maleza fría por madrugada:

lo afilado de los rayos-alba.

Al despertar, me agarraba a la caña, nos habíamos dormido de la mano, con el televisor


encendido, y en el transcurso de la madrugada… como los cuerpos quisieran, separados,
de espaldas, brevemente abrazados, arrinconado contra un librero, de frente la obra de
Roberto Bolaño, un autor al que nunca he hecho el mínimo esfuerzo por leer, ella de frente
a la pared del otro lado del cuarto, y nalgas con nalgas, hasta que despertábamos y la
abrazaba por la espalda y me tocaba la cara con un brazo que simulaba que la
estrangulaba, al pasar por su cuello, para con la palma, tocar mi cara.

La mañana les abría el cuerpo, el alce y la caña apareciendo, maleza fría por madrugada:
lo afilado de los rayos-alba.
XLV

“Me duelen las rodillas, Lupita”, se quejaba mi padre.

"Los pintores traen las brochas al trabajo".

Los sábados: ¡venga en la tarde pa pagarles!

-Game of trones lo da en el ganal hbo.

Qué lengua tan graciosa, todos los temas son del trabajo

y algunas veces me duele no escuchar más su tan engorrosa habla.

A Hermán, que hablaba como un personaje del Levante de Mircea Cărtărescu, seis
versos que mide números primos: once, trece, diecisiete y diecinueve, como la marcas
en el hueso de Ishango, así escribí este texto pa mi padre, que adoraba las entidades que
se dividían solo por él mismo o por Dios.
XLVI

Me exilié del país de los victoriosos y los derrotados. No volví a habitar el terreno de la

sonrisa burlona ni la mirada caída. Dejé las cargas que por tanto tiempo-dolor anduve.

Hoy, lo pasajero de las victorias, me extraña, tiene pesadillas y se levanta a vomitar.

Olvidé quemar a mis hermanas y las heridas en mí se perdieron. A veces, sentía como

antes; quería herir con el estómago. Herir con el grito, que antes de salir quebraba mi

pecho, pero volvía a mi especie, tras los cuerpos que abrazaba.


XLVII

Sé pedir ayuda,

¿por qué hacerlo solo?

No da gloria alguna

un “Fue por mi cuenta”.

¡Ayuda!

del mundo

proyecto

ansiado

Los abrazos

en las presas:

callejuelas

y esplendor.

Ale

Bella
¿cama

nueva?

XLVIII

Abrimos los ojos, con segundos de diferencia, uno de otro, esto nunca pasa. Salimos a
caminar, delirantemente de la mano, yo esquivo las rayas de mosaicos grises de las aceras
heredianas y ella camina llevando su pierna derecha a la par de la izquierda y su
izquierda donde estaba la derecha y su mano derecha en la cadera, la pone en el mismo
lugar cuando baila swing, en un salón proletariamente latino. El amor tierno es una
excentricidad, y como en el poema, lo que importa es la congruencia performática. Sin
vergüenzas, ni moralismos, hay que aventurarse a ser lo que el poema va pidiendo ser y
para eso, tenemos que ser creativos uno con el otro, que puedo ser yo, ella o el poema.
XLIX

De niña, quiso ser batonista

La mamá revolución no la dejó;

el encanto de los desfiles militares,

enaguas blancas y blusas azules

era mucho para ese Dios.

Por una parte, lo comprendo;

sonrisas bobas mostrando el cuerpo:

¡En un desfile nos matan los aplausos,

los gritos, que nos miren!”, dice Anaité,

Batonista guatemalteca de 15 años.

Los gorros militares, se llaman kepis

las cadenas en los hombros: Charreteras

el bastón con bombones. Bastón con bombones.

Para arriba y para abajo, dando vueltas

y luego entre las piernas un descanso.

La psicóloga Mellisa Llemus

dice que les gusta ser observadas,


histriónicas, exhibicionistas y poseen

gran pero gran motora fina.

Yo pensaba que querían ser bailarinas.

por otro lado, con trompetas y tambores

no es que sean "Mujeres adorno" son “coquetas”,

(Sí, coquetas como los muebles en los cuartos

con espejos para verse de todo menos viejas)

Edwin Villella es entrenador desde hace muchos años:

"Aprender los siete ejercicios básicos,

la flexibilización, toma unos cuatro meses,

pero girar con una pierna, lanzar el bastón,

recibirlo con gracia, requiere un año.

Con toque militar es símbolo de mando.”

Aimé lo que tiene de batonista son

enaguas (con pliegos) cortas, la mano en cintura

cuando baila swing en Costa Rica.

Una sonrisa que me mata, un paso

en zigzag, con gratitud, muy solidario.


Para terminar con este pseudo reportaje

¿acaso lanzar un bastón contribuye a la patria?,

Kimberly, de 16: “No es el bastón, aprendí a usarlo:

responsabilidad, disciplina y a esforzarme”.

Yo le escribo esto Aimé, agradecido por lo que es.

Nota: Escritura no creativa con el reportaje “Batonistas: encanto de los desfiles” del
periódico Guatemalteco Prensa libre.
L

Versión 1

Anaximandro construye relojes, con ellos predice lo que hará el agua, la dirección del

viento, la distancia de un puerto a otro, el ritmo de un beso. Piensa que el mismo sol lo

despierta cada mañana. Su hermana, olvida las monedas por encender el fuego.

Hermanada a la llama, es ella, la espectadora del tiempo.

Versión 2

Ale no envejece, en ella se perpetúa y se extingue el fuego. Cada mañana enfrasca agua.

Con el dolor de verla en reposo, la bebe; en su interior no se diferencia cauce o playa no

envejece, renunció al poder con cada lágrima.

Versión 3

No tiene miedo a existir. Sabía que este era su mundo, respiraba sin el espanto de vivir.

Desde su cuerpo sentía la noche con la singularidad de luna llena o creciente. Sabía que

el aire no es superior al agua o a la tierra, que la misma dignidad que legisla uno reside

en el otro. Nunca sintió que el ojo del firmamento estuviera sobre ella. Vive como la planta

que siembra o el gato que cuida. Esta mañana, un niño llegó a su casa y le preguntó: ¿Qué

fue lo primero que existió? En ella no vuelven a aparecer palabras. Una semana después

el niño ya no lo recuerda, mientras ella todavía contesta.


LI

Compro el número diecinueve en la lotería.

Me refiero al 19, en el sorteo nacional.

Cada domingo ansío algún dinero extra que

que no provenga del arduo esfuerzo de ganarlo.

No quiero un premio que, que me haga muy millonario

ni re, recoger intereses todos los meses.

Ni votar para que su suban las ta... las tasas.

No quiero un premio que me haga muy mi millonario.

Aunque no lo crean, me aterra y tar tamudeo.

Con la suficiente para una casa en el campo:

desde niño sueño con una en cualquier lugar.

Este domingo me compré el 38 no solo es 19xdos

es la edad de la mujer-casa, con gratitud.


LII

“Yo quiero a mi chole, yo quiero a mi chole”

Antártida asistirá a bailar una chacona

El martes seis de junio que es su cumpleaños,

Yo me entero del evento por facebook

Sé que hace ese tipo de cosas en su aniversario

Este año tal vez me invite a sus actividades.

De pronto, saluda con una mano amarilla:

me pide que le choque su mano y siento que

salto para chocarla, al darle un click a una palma:

"Antártida y tú se saludaron" y de pronto

lo que quiero es besarla, lo que quiero es besarla.


LIII

Hasta ahora ha sido el mal el que deja las marcas, el que hace aparecer los cuerpos
torturados. Ser crápula es un lugar común, no hay nada de innovador, ni de creativo;
aparentar ser sofisticado siendo dañino: ¡Qué aburrido! Como que el bien es lo
consustancial, me parece, o me gusta creerlo, no sé. El amor-tierno permite que aparezca
el cuerpo acariciado. Y exhibe el radicalismo que es el bien. Por otro lado, tiene una
ventaja: nadie podría decir frente a un gesto de bondad: Margaritas ante porcos. Que habla
más de la pobreza de la persona que la dice, que la del supuesto “Mal-agradecido”.
Porque dando lo sagrado a los perros, dando perlas a los cerdos, y si luego las pisotean,
quienes se están despedazando son ellos. A uno le permitieron dar. En cambio, si nos
guardamos la dádiva, y nos damos la vuelta, somos nosotros quienes las pisoteamos,
porque una dádiva que no se da, nos pudre. Una caricia que no se da nos aprisiona, en
cierta medida nos deja como delincuentes, ya que perdemos la posibilidad de movernos
libremente. Y luego, aparece la costumbre de avergonzarse al dar y a mal-recibir, sin
sorpresa alguna, como un deber, que se trata de enmascarar, diciéndoles a los otros “no
soporto a la gente malagradecida”, sin agradecer esa posibilidad que nos dan de
despojarnos, de entregarnos. Así que, en otras palabras, sin tanto misticismo ni
desenfado: “Margaritas ante porcos” o “no soporto a la gente malagradecida”,
deberíamos escucharlas como: ¡Yo soy un cerdo desagradecido!
LIV

-es solo una taza, Cris.

Nunca, nunca, has roto nada.

-Se rompe un jarrón en Japón,

se sana con polvo plata o platino:

Lo bello que son los tajos.

- Sí, Kintsugi o Kintsukuroi:

reparar tazas de té.

Es una traducción muy mía.

-No sabía tu Japonés.

-Tampoco de tu alemán.

Amor, ya lo verás.

Lo acabo de ver en la cerámica rota.


Consumación

Este diario, que se pretende Evangelio, mayormente Canto, relata una buena nueva, el

nacimiento de un dios y el cumplimiento de su promesa: un vínculo tierno, podríamos

decir. Pero en realidad, la promesa cumplida de ese dios, es una vivencia holista,

enternecernos hasta al todo. Esto permite reflexionar tanto del cuerpo, del amor, como

del poema. “Hablar en lenguas” es la forma de dar este testimonio, lejano a una

manifestación estática, los textos en su diversidad de registros, tonos, formas, metros,

permiten adoptar la “buena nueva” desde la voz de la diversidad del lector. Así que no

pretende una estética oficial, dominadora, que borre lo heteróclito del mensaje. Que cada

quien escuche el mensaje desde su tono existencial: ese llamado a ser que nos hacemos a

nosotros mismos en comunidad. Cierta manifestación ha ocurrido, una inocencia luego

del dolor de la incompletud, una escritura, una Misticartificial, que le devuelve su

sacralidad, su unidad (dios) a lo que ha sido humillado por la segregación por

jerarquías(Diablo). El formato de diario facilita la exposición total que el escritor busca,

para mezclarse con todo, pretensión siempre fallida y desde ahí, este artefacto que lo

consigue. Un dispositivo que permite volver a ser parte y el todo. Sin renunciar al canto
y a la musicalidad que permiten hablar desde el cuerpo y el poema expuestos. Estamos

ante la pulsión textual. Tensión y distensión de las formas hacen que el texto esté

temblando en nuestra palma-lectura.

Bathos
De hecho, nada puede resultar más desesperanzador que la constatación de que no
puede haber enigma, sino solo su apariencia.

Giorgio Agamben

Más mujeres no había

No sigue habiendo

recortes de mujeres

No quiero pegar esas calcomanías.

Por favor, no me des la goma

Ni mantengas tijeras en tu bolsillo

eso fue en algún momento

repetido: “ya la”, “ya la”, “ya la”.

(Ya no tengo amigos que jueguen “series” entre ellos.

Veo ese deporte y no me arrimo.

No pregunto si les falta uno)

No sueño comprar el montón

de paquetes
para ver cuál novedad me sale

dejame inocente

no me pidás, por favor,

¿yo, intercambiar figuritas?

¿ser el más listo?

Qué va

siempre

El más débil

II

¿marcarte a fuego,

Yo?

¡Jamás!

(El bien no deja marca,

no hay crimen)

Eterno, Nunca.

el momento constante,

eso me interesaba.

–hasta que yo proponía terminar.

–pues claro, era proponer una represa

para luego derrumbarla por presión.

-Yo también prefería “evitar la fatiga”

pero no pude.
III

Al otro sin lo otro de sí

dice Mujica

¿no te parece aburrido?

Sin su ser extranjero

Sin su herida

Sin la posibilidad de la invitación

a un lugar que desconozco


IV

de abrazo en abrazo

la mierda

que (nos) untamos

se fue diluyendo

yo también pedí ayuda

y me fue dada

“quien no llora, no…”


IV

Cuando el martillo se rompe / y el sillón no funciona / ya para expandir el cuerpo / –ni

hablemos de lograr dormir– / y no hay luz con que sustituir / los bombillos quemadísimos

/ el agua de abajo arriba / las paredes queridísimas / están rotas por temblores / por miedo

a caer, se caen ¿habrá peor desagracia? / Llega un fontanero y vuelta / una jardinera y

vuelta / “no hay nada que hacer, las flores... / las hermosísimas flores / ¿cómo permitieron

esto?” / Es que no hemos vivido aquí (pienso). / Citas donde la neurosis (piensa). / Ni

abríamos las “tiernas” puertas, / silenciosos gestos del querer. / Y uno empuja al otro a

salir / que no caigan los escombros / en nuestros cráneos amados por mínima temporada

/ acostados; ver nuestros ojos / Ni en el marco de la puerta, / nuestros primeros recuerdos,

/ nos sentimos segurísimos. / Con pieles muy deshilachadas, / afuera no solo llueve, / por
suerte no estamos juntos / ni admiramos el derrumbe / aunque algunas veces lloro / en la

leche derramada / cada quien busca guarida / del tantísimo y el polvo.

¿qué te parece si abres la mano?

Y logras pedir, mostrar una herida

Tal vez recibir (no-plan de huida)

Lo importante fue que el maestro

escribió en arena, no importa saber.

Es el gesto lo que hoy nos convoca:

Estar al lado con la dignidad

de mirar y no ver condena.


VI

También, dolor de cara

un zapato que no te calza, cholla

dos que no calzan, cholla.

(aunque sea en afinidad psíquica)

Una máscara que no… cholla

Una máscara que no… cada tres días

distorsiona, distorsiona, distorsiona, distorsiona

Y, además, el esfuerzo para que te vea

El arrojo viene desde el cuello

También duele la espalda.

¿Hacer el esfuerzo para que te vea

quien supuestamente te ama?


VII

Trampa para conejos

Yo también puse mi cuello

y no se cerró

hasta que me partió en dos

¿fueron sus

hierbas aromáticas

su genio o

entre mis piernas

un pájaro temblando

lo que me impuso acercarme?

ahí se conoce el amor

y la inteligencia,
la evolución

cuando alguien se acerca

tembloroso y ninguna

de nuestras partes hace daño.

Bueno y también acercarnos

con la precaución de un olfato

Arrojados y con descaro.

VIII

¿y la inocencia que nos juntó?

animalitos mordiéndose las orejas

diferente

Un animal mordiendo el cuello

El amor

Pues que me mantenga ingenuo

Prefiero abrir la puerta

Y no usar la cabeza

para averiguar qué hay adentro


Epílogo

Pues sí, entonces lo que me dolía era que ella no se hubiera enganchado de mí, es decir,

que no me hubiera amado, apasionada de quererme nunca la vi, sino como un deber

porque algo es bueno. Y esa es entonces la herida, el dolor, un sufrimiento narciso, ni por

ella ni por nadie, por vos. Por eso mismo te duele tanto. A ti te hablo a el que me usa a

mí, para escribir, para contárselo. Yo sé que te acongoja que te diga esto, es así: no lograste

que ella te quisiera apasionadamente, con el disfrute del querer, con regocijo, y el que

escribe te lo dice a vos, a nuestro cuerpo que siente de manera siniestra esta lectura-

escritura. Esas lágrimas que corren nuestras mejillas no son sino tuyas, no del que escribe.

Entendelo, es así, ella no se podía sentir feliz de besarte o dormir contigo, por eso

arrinconada por más espacio que siempre le dabas, –hasta quedarme sin espacio. Era una

auto imposición del bien por deber, no por apasionamiento, menos por costumbre del

buen vivir. En cambio, el veneno lo tomaba alegre, y estuvo más feliz con otros tipos,

incluyendo a ese que tanto odiás. Claro y sé lo que te duele leer esto, pero adivina que

ese dolor de estómago tampoco es mío por eso no puedo sentir lástima ni pudor al decir

lo que te descalabra. ¿O es que hubieras preferido convertirte en un patán –como ellos–

para agradarle, aunque tanto se quejaba, pero con su cuerpo los ungía para su vida?
Yo sé que sentís como nudo de carne, pero adivina; lo necesitás. Aunque quieras irte a

tirar a la cama a llorar en la misma posición que tu madre –te conozco, te conozco– pero

vas a estar ahí sentado en el mismo lugar que yo, mientras escribo. Por eso es

unidireccional, como te dijo Carolina, porque vos si te enganchaste a ella con Ludus en el

amor, y al final te fuiste por deber, es cierto refunfuñando. A diferencia de ella que por

deber estuvo, pero apasionada asume el duelo y por eso no te llama. Porque incluso una

vez le dijiste, “si es por deber no lo hagás” y si siempre la impulsaste a ser lo que ella

fuera. Pues esto es lo que es. Y es eso, no supo cómo apreciarte… qué querés que te diga.

¿Saber esto le duele a ella? No podemos saberlo y a mí no vas a usarme para escribir algo

al respecto, yo también estoy harto, es que te ha dolido tanto que eso sí lo he sentido. Y

aunque no en la misma magnitud que tú, al final, también dependo del mismo cuerpo,

entonces no escribo con tanta entrega como antes, menos hoy ¿podés verlo? Intenté

escribir a mano y no pude por unas llagas que tenías en ambas manos, en el puro centro

de la palma, como muestra del estrés al que te sometiste y que, por poco dejo de existir,

aunque aceptémoslo siempre he vuelto. ¿Lo ves? hay una conexión entre nosotros, pero

no tan directa. Por último, te digo, es que quien juega de redentor muere crucificado. Y

vos entregaste nuestro cuerpo para que otra viviera y es posible que esté ocurriendo, ¿y

eso te enoja? si era lo que querías, ¿por qué no te vas a la mierda?

Y sí, el único enigma es el cuerpo, como lo dice Ales Stagnes.


Cómo hace para generar este velo entre uno y otro, entre esta comprensión y otra: Mejor

lloremos mientras escribimos, que no hay porqué estar peleados. Sí, también yo fui

estafado. Inicié un libro que me prometieron y terminé con un movimiento que no logré

premeditarlo. Y como vos, yo tampoco pude hacer nada sino vivir esa ruptura entre un

verso y otro, esa desconexión que vos sentías contigo y conmigo. Y es que esa virtud de

sensibilidad extrema, de darte cuenta y percibir, que tiene este cuerpo de la misma

manera, también empatizó algunas semanas con esa vivencia distorsionada que tenía tu

expareja, atrapada en un violencia impuesta, pero, también, “no hay violencia sin pacto”

nos decía Lacan mientras Debord, con una botella, le tiraba agua.
Sanación

Esta sed muere.

No habrá más herederos

desesperados

ni mañanas desechas.

Miro la primavera.

Tenemos una casa llena de objetos y nos enfocamos en uno solo –¡en uno solo! - que de
paso ya no existe. Reconstruimos nuestro vínculo afectivo con aquello perdido a través
de la nostalgia del pasado y la incertidumbre del futuro. Surge el dolor cuando la vida
nos lleva la contraria de los planes que teníamos, donde estaban nuestras más íntimas
proyecciones. Y los objetos que contemplábamos, necesariamente deben pasar al
descuido: es una forma de asumir la pérdida. Deben pasar a la precariedad
violentamente, no todos con la misma intensidad, ya que no hay disposición de soportar,
con dolor, el paso del tiempo sobre esos objetos. Hay precisa de sanación.

Aparece la inocencia, la mirada se ha convertido.

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