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Las flechas pasaban por todo un proceso, para poder ser utilizadas; debían ser probadas
y comprobadas en su calidad, eran esculpidas a mano en madera resistente y sus puntas
de acero afiladas y trabajadas hasta un acabado perfecto.
En verdad, es como yo vivo y lo que yo hago y no los consejos que les doy, lo que
esculpirá el carácter de mis hijos. Ellos perciben mi mensaje de “haz lo que yo digo y
no lo que yo hago” y su respuesta a este proceder es “tus hechos hablan tan alto que
no me permiten oir lo que dices”.
Los valientes transportaban aljabas que pesaban entre 70 y 120 kilos, no en balde David
comparaba a los hijos con flechas.
Muchas veces, la carga es extremadamente pesada, sobre todo cuando hay un solo
valiente en la casa para cargarlas (por ejemplo, una madre sola para llevar todo el peso
del hogar). Ej. La mamá de San Agustín fue una mujer que, por mucho tiempo, debió
cargar el peso de un hijo borracho, vividor, mujeriego e irresponsable. Un día, ella fue a
hablar con el sacerdote y él le dio unas sabias palabras: “¡Mujer, no puede perderse el
hijo de tantas lágrimas!”.
Nuestros hijos necesitan de nosotros, necesitan saber que los amamos y oramos por
ellos, pase lo que pase.
Habrá veces en las que tendremos que cargar con vergüenza por cosas que han hecho y
nos dejan mal, o también habrán veces en las que cargaremos con sus fracasos y sus
dolores.
Los padres tenemos un don especial dado por Dios que es el don de los abrazos.
Tal vez no podremos ahorrarle todas las experiencias dolorosas que les deparará la vida,
pero en esos momentos podemos ABRAZARLOS y decirles: “Estoy a tu lado, ¡puedes
contar conmigo para ayudarte a llevar tu dolor hijo mío!”.
Cargarlos es amarlos y darle la seguridad de que son sostenidos por los seres que más
los aman en esta vida; es darles un sustento, una base en la vida, y esto generará
personas tremendamente estables y capaces de llevar adelante grandes proyectos y
alcanzarlos, porque han sido criados con una estructura emocional que los sostendrá y
mantendrá seguros por el resto de sus vidas.
arquero sea nuestra alegría; porque Aquel que ama a la flecha que vuela,
La pregunta que debe quedar en mi mente es ¿Dónde están mis flechas? Y si tus flechas
aún no han sido lanzadas, asegúrate de dar en el blanco correcto.
Debemos orar por las flechas de esta generación; aquellas que han sido lanzadas a las
calles o las drogas, a la delincuencia. Flechas que se rompieron en la misma aljaba del
valiente, y fueron golpeados en sus mismos hogares, pero para esta tarea tan alta y
noble, que es la de ser Padres, nosotros contamos con el mejor de los Maestros que es
“Jesús”.
El te ama tanto a Ti, como a ese bebé que está creciendo dentro del vientre, o a los hijos
que Él te dio. Él te conoce tanto como lo conoce a él. (Salmo139:13-17). Él sabía todo
lo que necesitabas antes de que nacieras, como lo sabe de cada uno de nosotros, de cada
uno de nuestros hijos.
Recuerda siempre:
“La sabiduría de Dios jamás faltará, a los padres que la buscan y anhelan con todo el
corazón”.